vida y destino en el país

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LUIS FERNANDO MORENO CLAROS El reciente libro de Antony Beevor y Luba Vinogradova: Un escritor en guerra (Crítica) ha reavivado en Es- paña la casi extinta memoria del es- critor judeosoviético Vasili Gross- man (Berdichev, Ucrania, 1905; Moscú, 1964). Se trata de una selec- ción de textos periodísticos datados entre 1941 y 1945, cuando Gross- man trabajó como corresponsal de guerra del Ejército Rojo. Fue testi- go privilegiado del ataque nazi a la Unión Soviética, de la batalla de Stalingrado y hasta de la caída de Berlín; y uno de los primeros perio- distas que informó de las atrocida- des de los campos de exterminio: un artículo suyo sobre el horror de Treblinka sirvió de prueba acusato- ria en el Proceso de Núremberg. Sus famosas crónicas bélicas apare- cían en el periódico oficial del ejérci- to, Estrella Roja, del que se decía que Stalin lo leía “con lupa” en pos de disidencias ideológicas. El sagaz periodista lo observaba todo y, entre lo que sucedía y lo que llamaba su atención, narraba con su estilo épico lo que la censura le permitía, mientras que guardaba para sí el resto de sus experiencias, pues Grossman era también escri- tor. Por entonces había publicado dos libros elogiados por maestros como Gorki y Bábel. En sus artícu- los enfatizaba las acciones indivi- duales de los hombres y mujeres que combatían el fascismo pintan- do sus pequeñas alegrías y sus gran- des sacrificios. Sabía tanto de los soldados rasos como de los campesi- nos y generales. Nacido en una familia judía aco- modada, Grossman residió de niño en Ginebra y respiró aires occidenta- les; luego se afincó en Moscú, estu- dió química, se relacionó con intelec- tuales y comenzó a escribir. Aceptó la Revolución Rusa creyendo en las consignas bolcheviques de justicia e igualdad sociales y con la esperanza de ver abolido el antisemitismo ruso. El régimen de Stalin lo decep- cionó por su crueldad. Aunque no padeció persecuciones —sí, interro- gatorios policiales— conoció el cal- vario de algunos allegados. La catás- trofe nacional que supuso el ataque alemán a Rusia lo impulsó a servir “a la causa de la libertad”, esperan- do con ingenuidad que si Rusia ga- naba la guerra aquel colapso gene- ral cambiaría la situación política y traería la verdadera democracia. En 1941 los nazis tomaron la ciu- dad natal de los Grossman; los co- mandos de exterminio de las SS ase- sinaron a miles de judíos, entre ellos a la madre del escritor; apenas una semana antes, el hijo dudaba aún de la conveniencia de trasladar- la a Moscú, pero cuando fue a bus- carla ya era demasiado tarde. Un hondo sentimiento de culpa lo ate- nazó desde entonces; tal angustia, unida a su repulsa de la guerra y de los que la auspiciaban, lo empuja- rían tras la contienda, ya en los años cincuenta, a escribir esta gran- diosa novela que es Vida y destino, considerada con razón la Guerra y paz del siglo XX. Seix Barral ya publicó esta nove- la en 1985, aunque la versión se hizo del francés en vez del ruso original. Apreciada por un puñado de selec- tos lectores desde entonces, no tras- pasó este pequeño círculo. Es ahora cuando esta inmensa “novela rusa” podrá valorarse en todo su esplen- dor, pues la traducción es magnífica y la edición, superior. Obra densa y de detenida lectura, animada por el aliento épico de Tolstói, la penetran- te psicología de Dostoievski y la hu- manidad, el lirismo y la nostalgia propias de Chéjov, Mandelshtam o Pasternak; todo ello bien adminis- trado por el genio narrativo de Grossman atrapa al lector de inme- diato y lo implica en las diversas tra- mas de sus historias entrelazadas. La feroz batalla de Stalingrado es el eje de la novela; Grossman —como Tolstói con Borodino— re- crea el ambiente asfixiante de aque- lla pútrida carnicería, mas ahora la lucha no acontece a campo abierto, bajo el sol, ni es descrita desde la fantasía, sino desde la más cruda realidad. Grossman recuperó sus ex- periencias bélicas y devolvió la vida a aquellos escombros llameantes y búnkeres hediondos, a los seres mi- serables o grandiosos que sobrevi- vían, mataban y morían bajo el in- tenso frío, vestidos con uniformes harapientos y devorados por piojos. Estupenda es la historia de la joven telefonista, sola entre rudos camara- das, sitiados por los alemanes y ba- jo el mando del valiente Grékov, ver- dadero “duro” curtido en el frente. Estepas en las que se acantonan indolentes tropas de refresco, cam- pos de concentración, la tétrica pri- sión de la Lubianka en Moscú o un instituto de física, también moscovi- ta, son otros escenarios de la novela. El relato de la muerte en la cámara de gas de la doctora Sofia Ósipovna junto al pequeño David es inolvida- ble: la literatura jamás penetró con tamaña veracidad en el interior de cemento y acero de uno de aque- llos ingenios letales. La descrip- ción de la caída en desgracia del fí- sico Shtrum, aclamado en toda la Unión Soviética por sus descubri- mientos teóricos, es esclarecedora; también, la historia del comisario Krímov, comunista convencido que terminará arrestado y torturado por sus propios camaradas sin moti- vo conocido. Son, en conjunto, epi- sodios que denuncian el poder om- nipotente de los Estados criminales hitleriano y estalinista, en su afán por desterrar de las conciencias in- dividuales cualquier atisbo de luci- dez. Les acompañan más relatos de otras tantas vidas rotas por la gue- rra, de destinos truncados. Gross- man los observa desde el punto de vista de su frágil humanidad, pers- pectiva que convierte a Vida y desti- no en una novela en la que no hay personajes malvados; antes bien, ca- si todos son entrañables y compren- sibles si exceptuamos al propio Hit- ler, Eichmann y Stalin, que apare- cen fugazmente. En este sentido, el autor se inspiró, a la par que por la épica de Tolstói, por el individua- lismo humanizador de Chéjov, quien proclamó que “los hombres antes que nada son hombres y, só- lo después, obispos, rusos, tende- ros, tártaros, obreros”; una visión bien contraria a las proclamas alienadoras del nazismo y el estali- nismo, sistemas ambos odiados por Grossman y los verdaderos Mo- locs de la novela, símbolos del mal radical opuesto a la bondad y las ansias de libertad humanas. Vida y destino es una novela de denuncia política y de reivindica- ción de lo humano, que desvela el verdadero ser del totalitarismo y su veleidosa ruindad; en ella estalinis- mo y nazismo se equiparan cual ab- yectos culpables de las tragedias del siglo, pues si los nazis asesinaron a millones de personas, el estalinis- mo no le fue a la zaga. Cuando Grossman concluyó Vi- da y destino, en 1960, el Estado so- viético, ya bajo el mando de Jrus- chov, le comunicó que “prohibía su lectura durante al menos los próxi- mos 200 años”, pues era perjudi- cial para los intereses de la Unión Soviética. El escritor murió olvida- do, pobre y tachado de Enemigo del Pueblo. Nada extraño que así sucediera, pues lo que resultaba inaceptable pa- ra los chequistas soviéticos es que la novela revelase tan a las claras el triunfo de la libertad y de las concien- cias individuales que, con su resisten- cia a ser engullidas por el totalitaris- mo, logran elevarse sobre su bestial poder cual gigantes más poderosos todavía, preñados de futuro. VIDA Y DESTINO Vasili Grossman Traducción de Marta Rebón Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2007 1.106 páginas. 24,70 euros Vasili Grossman, en el cuartel general en Svatovo, en 1943. El triunfo de la libertad Vida y destino es una suerte de Guerra y paz del si- glo XX. Con la batalla de Stalingrado como fondo, el ju- dío ucranio Vasili Grossman escribió la novela para de- nunciar tanto el totalitarismo nazi como el soviético. Grossman concluyó la novela en 1960 y el Es- tado soviéti- co le comu- nicó que “prohibía su lectura durante los próximos 200 años” EL LIBRO DE LA SEMANA EL PAÍS, SÁBADO 22 DE SEPTIEMBRE DE 2007 BABELIA 5

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Artículos sobre Vida y destino en El país, firmados por José Andrés Rojo y Luis Fernando Moreno.

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Page 1: Vida y destino en El país

LUIS FERNANDO MORENO CLAROS

El reciente libro de Antony Beevory Luba Vinogradova: Un escritor enguerra (Crítica) ha reavivado en Es-paña la casi extinta memoria del es-critor judeosoviético Vasili Gross-man (Berdichev, Ucrania, 1905;Moscú, 1964). Se trata de una selec-ción de textos periodísticos datadosentre 1941 y 1945, cuando Gross-man trabajó como corresponsal deguerra del Ejército Rojo. Fue testi-go privilegiado del ataque nazi a laUnión Soviética, de la batalla deStalingrado y hasta de la caída deBerlín; y uno de los primeros perio-distas que informó de las atrocida-des de los campos de exterminio:un artículo suyo sobre el horror deTreblinka sirvió de prueba acusato-ria en el Proceso de Núremberg.Sus famosas crónicas bélicas apare-cían en el periódico oficial del ejérci-to, Estrella Roja, del que se decíaque Stalin lo leía “con lupa” en posde disidencias ideológicas.

El sagaz periodista lo observabatodo y, entre lo que sucedía y lo quellamaba su atención, narraba consu estilo épico lo que la censura lepermitía, mientras que guardabapara sí el resto de sus experiencias,pues Grossman era también escri-tor. Por entonces había publicadodos libros elogiados por maestroscomo Gorki y Bábel. En sus artícu-los enfatizaba las acciones indivi-duales de los hombres y mujeresque combatían el fascismo pintan-do sus pequeñas alegrías y sus gran-des sacrificios. Sabía tanto de lossoldados rasos como de los campesi-nos y generales.

Nacido en una familia judía aco-modada, Grossman residió de niño

en Ginebra y respiró aires occidenta-les; luego se afincó en Moscú, estu-dió química, se relacionó con intelec-tuales y comenzó a escribir. Aceptóla Revolución Rusa creyendo en lasconsignas bolcheviques de justicia eigualdad sociales y con la esperanzade ver abolido el antisemitismo ruso.

El régimen de Stalin lo decep-cionó por su crueldad. Aunque nopadeció persecuciones —sí, interro-gatorios policiales— conoció el cal-vario de algunos allegados. La catás-trofe nacional que supuso el ataquealemán a Rusia lo impulsó a servir“a la causa de la libertad”, esperan-do con ingenuidad que si Rusia ga-naba la guerra aquel colapso gene-ral cambiaría la situación política ytraería la verdadera democracia.

En 1941 los nazis tomaron la ciu-dad natal de los Grossman; los co-mandos de exterminio de las SS ase-sinaron a miles de judíos, entreellos a la madre del escritor; apenasuna semana antes, el hijo dudabaaún de la conveniencia de trasladar-la a Moscú, pero cuando fue a bus-carla ya era demasiado tarde. Unhondo sentimiento de culpa lo ate-nazó desde entonces; tal angustia,unida a su repulsa de la guerra y delos que la auspiciaban, lo empuja-rían tras la contienda, ya en losaños cincuenta, a escribir esta gran-diosa novela que es Vida y destino,considerada con razón la Guerra ypaz del siglo XX.

Seix Barral ya publicó esta nove-la en 1985, aunque la versión se hizodel francés en vez del ruso original.Apreciada por un puñado de selec-tos lectores desde entonces, no tras-pasó este pequeño círculo. Es ahoracuando esta inmensa “novela rusa”podrá valorarse en todo su esplen-dor, pues la traducción es magníficay la edición, superior. Obra densa yde detenida lectura, animada por elaliento épico de Tolstói, la penetran-te psicología de Dostoievski y la hu-manidad, el lirismo y la nostalgiapropias de Chéjov, Mandelshtam o

Pasternak; todo ello bien adminis-trado por el genio narrativo deGrossman atrapa al lector de inme-diato y lo implica en las diversas tra-mas de sus historias entrelazadas.

La feroz batalla de Stalingradoes el eje de la novela; Grossman—como Tolstói con Borodino— re-crea el ambiente asfixiante de aque-lla pútrida carnicería, mas ahora lalucha no acontece a campo abierto,bajo el sol, ni es descrita desde lafantasía, sino desde la más crudarealidad. Grossman recuperó sus ex-periencias bélicas y devolvió la vidaa aquellos escombros llameantes ybúnkeres hediondos, a los seres mi-serables o grandiosos que sobrevi-vían, mataban y morían bajo el in-tenso frío, vestidos con uniformesharapientos y devorados por piojos.Estupenda es la historia de la joventelefonista, sola entre rudos camara-das, sitiados por los alemanes y ba-jo el mando del valiente Grékov, ver-dadero “duro” curtido en el frente.

Estepas en las que se acantonanindolentes tropas de refresco, cam-pos de concentración, la tétrica pri-sión de la Lubianka en Moscú o uninstituto de física, también moscovi-ta, son otros escenarios de la novela.El relato de la muerte en la cámarade gas de la doctora Sofia Ósipovnajunto al pequeño David es inolvida-ble: la literatura jamás penetró con

tamaña veracidad en el interior decemento y acero de uno de aque-llos ingenios letales. La descrip-ción de la caída en desgracia del fí-sico Shtrum, aclamado en toda laUnión Soviética por sus descubri-mientos teóricos, es esclarecedora;también, la historia del comisarioKrímov, comunista convencido queterminará arrestado y torturadopor sus propios camaradas sin moti-vo conocido. Son, en conjunto, epi-sodios que denuncian el poder om-nipotente de los Estados criminaleshitleriano y estalinista, en su afánpor desterrar de las conciencias in-dividuales cualquier atisbo de luci-dez. Les acompañan más relatos deotras tantas vidas rotas por la gue-rra, de destinos truncados. Gross-man los observa desde el punto devista de su frágil humanidad, pers-pectiva que convierte a Vida y desti-no en una novela en la que no haypersonajes malvados; antes bien, ca-si todos son entrañables y compren-sibles si exceptuamos al propio Hit-ler, Eichmann y Stalin, que apare-cen fugazmente. En este sentido, elautor se inspiró, a la par que por laépica de Tolstói, por el individua-lismo humanizador de Chéjov,quien proclamó que “los hombresantes que nada son hombres y, só-lo después, obispos, rusos, tende-ros, tártaros, obreros”; una visiónbien contraria a las proclamasalienadoras del nazismo y el estali-nismo, sistemas ambos odiadospor Grossman y los verdaderos Mo-locs de la novela, símbolos del malradical opuesto a la bondad y lasansias de libertad humanas.

Vida y destino es una novela dedenuncia política y de reivindica-ción de lo humano, que desvela elverdadero ser del totalitarismo y suveleidosa ruindad; en ella estalinis-mo y nazismo se equiparan cual ab-yectos culpables de las tragedias delsiglo, pues si los nazis asesinaron amillones de personas, el estalinis-mo no le fue a la zaga.

Cuando Grossman concluyó Vi-da y destino, en 1960, el Estado so-viético, ya bajo el mando de Jrus-chov, le comunicó que “prohibía sulectura durante al menos los próxi-mos 200 años”, pues era perjudi-cial para los intereses de la UniónSoviética. El escritor murió olvida-do, pobre y tachado de Enemigodel Pueblo.

Nada extraño que así sucediera,pues lo que resultaba inaceptable pa-ra los chequistas soviéticos es que lanovela revelase tan a las claras eltriunfo de la libertad y de las concien-cias individuales que, con su resisten-cia a ser engullidas por el totalitaris-mo, logran elevarse sobre su bestialpoder cual gigantes más poderosostodavía, preñados de futuro.

VIDA Y DESTINOVasili GrossmanTraducción de Marta RebónGalaxia Gutenberg/Círculo deLectores, Barcelona, 20071.106 páginas. 24,70 euros

Vasili Grossman, en el cuartel general en Svatovo, en 1943.

El triunfode la libertadVida y destino es una suerte de Guerra y paz del si-glo XX. Con la batalla de Stalingrado como fondo, el ju-dío ucranio Vasili Grossman escribió la novela para de-nunciar tanto el totalitarismo nazi como el soviético.

Grossmanconcluyó lanovela en1960 y el Es-tado soviéti-co le comu-nicó que“prohibíasu lecturadurante lospróximos200 años”

EL LIBRO DE LA SEMANAEL PAÍS, SÁBADO 22 DE SEPTIEMBRE DE 2007 BABELIA 5

Page 2: Vida y destino en El país

EL PAÍS, miércoles 19 de septiembre de 2007 49CULTURA

JOSÉ ANDRÉS ROJO, MadridSe sabe que lo inconcebible pue-de ser cierto. Desde que se des-cubrieron los campos de con-centración donde los nazis seaplicaron en exterminar a losjudíos, ya se tuvo noticia de quela imaginación más truculentaestá lejos de concebir lo peor.También se conoce el infiernodel Gulag, donde el comunis-mo soviético se deshizo de susenemigos. Todo eso forma par-te de la historia del siglo XX.Lo que hace Vasili Grossmanen Vida y destino (Galaxia Gu-tenberg / Círculo de Lectores)es mostrar ese horror cuando seencarna en la experiencia con-creta de las víctimas. Lo contócon tal maestría que su novelaes una de las mayores piezasliterarias que dan cuenta de losexcesos de los totalitarismos.

Vasili Grossman nació enBerdíchev en 1905. Sus padresse separaron. Su madre era judíay murió en manos de los alema-nes en 1942 sin que su hijo pudie-ra hacer nada. Vida y destino es-tá llena de referencias científicas—Grossman trabajó como inge-niero químico en una mina—,como está llena de comentariosliterarios y de observaciones so-bre la producción artística deaquellos años. Cuando el ejérci-to de Hitler invadió Rusia en1941, Grossman se presentó pa-ra alistarse voluntario en el Ejér-cito Rojo: lo rechazaron por en-clenque. Unos meses después loaceptaron como corresponsal deguerra. Salió de inmediato parael Frente Central, luego acompa-ñó al 50º Ejército, le tocó contarlo que pasaba en Stalingrado yfue el primero en dar cuenta delhorror del campo nazi de Tre-blinka. Las notas que Beevor yVinogradova rescataron de suscuadernos permiten conocer decerca el prodigioso y detalladísi-mo trabajo que hizo duranteaquellos años.

Vida y destino está construi-da con el material de aquel tiem-po desgarrador. Se presentó

ayer en Madrid. Xavier Antich,Luis Mateo Díez, Antonio Mu-ñoz Molina y Marta Rebón cele-braron la novela como una delas obras que con mayor lucidezy profundidad han retratado elsiglo XX.

Una obra maestra, sin em-

bargo, casi desconocida en Es-paña. En los años ochenta setradujo del francés y se publicóen Seix Barral, pero pasó inad-vertida (en la reseña del libroque se publicó entonces en estediario, Valentí Puig señalabaque Grossman muestra Stalin-grado como “el espejo” dondeHitler y Stalin se asemejan). Lanueva versión de Marta Rebónque aparece ahora se convierteasí en un acontecimiento. Cuan-do el historiador británico An-

tony Beevor, con Luba Vinogra-dova, recuperaron los cuader-nos de notas que Vasili Gross-man había escrito durante la Se-gunda Guerra Mundial mien-tras acompañaba al Ejército Ro-jo y el libro se editó en España—Un escritor en guerra (Críti-ca, 2005)—, nadie sabía dar no-ticias de Vida y destino.

Son más de mil páginas. Porellas pululan centenares de per-sonajes, pero lo asombroso espoder penetrar en los minúscu-los movimientos de concienciaque viven sus protagonistas.Hombres y mujeres corrientesque se ven atrapados en el maras-mo desquiciado del fanatismototalitario. Grossman cuentacon una precisión de entomólo-go cómo en un campo de con-centración soviético en la lejanaKolyma un prisionero comúnasesina a un compañero ante laindiferencia del resto de los re-clusos: “Había apoyado un cla-vo grueso contra su oreja y en-tonces, con un golpe enérgico, selo hundió hasta el cerebro”.

Ese clavo grueso atravesan-do la piel de la víctima es unade las tantas imágenes a través

de las que Grossman reconstru-ye la atmósfera enloquecida enla que se convierte la vida coti-diana cuando los totalitarismosimponen sus condiciones. Lanovela se desarrolla en escena-rios diferentes: un campo deconcentración nazi y un campode trabajo soviético, la prisiónde Lubianka, la retaguardia y elfrente durante la batalla de Sta-lingrado, las ciudades de Kazán(donde se refugiaron algunosmoscovitas) o de Kuíbishev…En todos ellos viven y sufrenhombres y mujeres, y hay sitiopara la ignominia y la indiferen-cia, pero también para la bon-dad y la alegría. Es en el círculoíntimo de la familia o de losamigos donde queda sitio parala humanidad frente a la ciegafuerza de la destrucción.

Grossman escribió Vida y des-tino en la década de los cincuen-ta. Tiene puntos de contacto conTolstói, Dostoievski y Chéjov yse dice que es la Guerra y paz delsiglo XX. La terminó en 1960.Un año después los funcionariosdel KGB confiscaron todas lascopias del manuscrito. “Saquea-ron los apartamentos de Gross-

man y su mecanógrafa, llevándo-se hasta el papel carbón y lascintas de la máquina de escri-bir”, cuenta Beevor. El escritormurió en 1964 sin tener noticiade su obra. Hubo suerte: le ha-bía regalado una copia a un ami-go, que la colgó de una perchabajo unos abrigos en su dacha.Se dice que fue Andréi Sájarov elque la descubrió. Consiguió quepasara en un microfilme a Suiza,donde se publicó por primeravez en los años ochenta.

En el infierno de los totalitarismosUna nueva traducción de ‘Vida y destino’ muestra la grandeza de la obra de Vasili Grossman

JACINTO ANTÓN, BarcelonaAllá por los ochenta, Isaac Asi-mov ya advirtió de que algunos delos grandes sueños de la ciencia-ficción, como el control gravitacio-nal o el viaje en el tiempo, eran“probablemente imposibles”,mientras que otros, como el usode los agujeros negros, los impe-rios galácticos o la telepatía, “pare-cen ser improbables en extremo”.Ayer, el director Álex de la Iglesia,invitado especial a la conmemora-ción de los 200 títulos de la colec-ción literaria decana del género, laya legendaria Nova (de EdicionesB), expresó una reflexión parecidaal observar que los escenarios queretrataba la sci-fi hace unos añosno se han materializado y “el futu-ro no ha llegado”. Una decepciónquizá, pero también un estímulopara seguir leyendo. Y, quién sabe,a lo mejor un alivio, pues como elpropio creador de Yo, robot escri-bió, “los sueños de la ciencia-fic-ción pueden convertirse fácilmen-te en pesadillas”.

Miles de esos sueños vivos yesperando —acaso— su cumpli-miento, historias de robots, astro-naves, extraterrestres y utopías re-siden en los dos centenares de títu-los que Nova, la colección máslongeva y extensa de la historia dela ciencia-ficción en España, haido publicando desde su nacimien-to en marzo de 1988. De hecho,según calculó ayer Miquel Barce-ló, director y alma de la colec-ción, amén de uno de los grandesespecialistas en el género, Novasobrepasa con mucho los 200 títu-los si se suman las colecciones pa-ralelas y especializadas como No-va Fantasía, Nova Éxito o NovaScott Card.

Scott Card recomiendaPara celebrar la efeméride, Novaha elegido publicar con el número200 una antología de relatos que,bajo el título de Obras maestras, lamejor ciencia-ficción del siglo XX,ha seleccionado personalmente Or-son Scott Card, uno de los grandesautores del género y cuyo extraor-dinario El juego de Ender —con elque tanta gente se inició en la cien-cia-ficción— fue el número cero dela colección (otros títulos de nues-tro mormón favorito —Scott Cardprofesa ese credo— sirvieron paracelebrar los números 50 y 100 deNova). La antología incluye mag-níficos relatos de los clásicos de laEdad de Oro (Asimov, Bradbury oClarke), de los grandes de la Nue-va Ola (Silverberg, Aldiss, UrsulaK. Le Guin) y de los representan-tes de lo que Scott Card denomina“la generación mediática” (Wi-lliam Gibson, C. J. Cherryh, JohnCrowley o George R. R. Martin,del que se incluye el estremecedorLos reyes de la arena —uno de losmejores cuentos jamás escritos porun autor del género—).

Barceló aprovecha para comen-tar qué tal va el género. “Hay unrepunte de la ciencia-ficción quetiene cuerda para rato. En nuestropaís se manifiesta en que prospe-ran las colecciones y aparecenotras. Las mujeres están haciendocosas muy interesantes en el géne-ro. Aunque al lector español lecuesta adentrarse en autores nue-vos. En definitiva, el futuro seráindudablemente distinto del día dehoy, y ¿cómo te entrenas para vivir-lo?: el mejor aprendizaje sigue sien-do la ciencia-ficción”.

Nova celebra 200títulos de robots,alienígenas, utopíasy astronaves

Vasili Grossman, en una imagen tomada durante la II Guerra Mundial(cortesía de la editorial Crítica).

Hay sitio para laignominia y laindiferencia, perotambién para labondad y la alegría

Imagen del gueto de Varsovia, desde donde miles de personas fueron trasladadas a Treblinka y otros campos de concentración. / AFP

Hombres y mujerescorrientes que se venatrapados en elmarasmo desquiciadodel fanatismo