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Número 25 Jueves 31 de octubre de 2013 Day of Death Aunque de manera distinta a cómo se celebra en México, San Francisco también conmemora el Día de Muertos en una mezcla extraña entre el culto a Mictlantecutli y el Halloween. 2 Calaca en verso Símbolo del carácter burlón de los mexicanos ante la muerte, las calaveras literarias son una tradición que viene de la época colonial y llegó para quedarse. 5 Delicia fúnebre El pan de muerto es expresión de gusto, fiesta y devoción en una celebración que expresa la identidad de México 6 Hechiceras célebres Hay mujeres que quedaron en la memoria colectiva por ser consideradas unas verdaderas brujas; aquí algunos ejemplos. 8 elegante La Catrina que Nadie más

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Revista digital | Diario 24 Horas

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Número 25 • Jueves 31 de octubre de 2013

Day of DeathAunque de manera distinta a cómo se celebra en México, San Francisco también conmemora el Día de Muertos en una mezcla extraña entre el culto a Mictlantecutli y el Halloween.

2

Calaca en versoSímbolo del carácter burlón de los mexicanos ante la muerte, las calaveras literarias son una tradición que viene de la época colonial y llegó para quedarse.

5

Delicia fúnebreEl pan de muerto es expresión de gusto, fiesta y devoción en una celebración que expresa la identidad de México

6

Hechiceras célebresHay mujeres que quedaron en la memoria colectiva por ser consideradas unas verdaderas brujas; aquí algunos ejemplos.

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eleganteLa Catrina

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2 L a penumbra era tan absoluta y den-sa que parecía ser la responsable de amortiguar el so-

nido de los pasos de Montaño, que sigilosamente se acercaba a la esquina de la solitaria calle con el mellado machete en la diestra y el sarape desgarrado envolviendo aún su brazo izquierdo, la espalda tiesa contra la pared.

Paró orejas. No había rastro ni señal algu-na que le indicara la presencia cercana de per-sona o animal, aunque el restallar de las balas seguía resonando en sus oídos.

(...) Miró al cielo. Pronto las nubes abrirían un hueco por el que la luna llena asomaría su sonrisa plateada. Eso lo dejaría al descubier-to. Alargó la vista y se encontró con la puerta abierta de un edificio. Dio algunas zancadas y entró para ocultarse tras la puerta, con los oídos atentos. Luego de un par de minutos de tenso silencio escuchó un silbido lejano que le resultó sumamente familiar. Venía de la calle.

-Que los federales me agarren y me cuel-guen del asta mayor si ese no es mi compadre Remigio.

Asomó la cara y silbó tres veces, mientras apretaba el puño del machete, y ya se prepa-raba para embestir a un posible enemigo, cuando escuchó la voz familiar, ahogada, de Remigio, que avanzaba diciendo ¿Montaño, eres tú?

-¡Que me lleve la fregada, Remigio!, pensé que no la habías librado-, dijo el aludido jalán-dolo hacia dentro del edificio. -¿Dónde están los demás?

Montaño no terminó la frase, un ruido a sus espaldas lo interrumpió. Ya comen-zaba a levantar el machete cuando Remi-gio lo detuvo:

-Espérese, compadre, creo que es un ani-mal, tal vez un perro.

En efecto, al final del oscuro corredor un pequeño can los miraba con fijeza, sentado sobre sus cuartos traseros, amigablemente. Estaba quieto. Les observaba en silencio, fi-jamente. Al fin, se levantó haciendo ademán de retirarse, pero se detuvo y se volvió hacia los dos hombres, como si esperara que éstos lo siguieran.

Como movido por una fuerza invisible, Montaño se levantó y comenzó a caminar, colgando el machete en su cintura, decidido.

Sorprendido, su compadre Remigio lo miró.

-¿Qué hace, compadre?-, dijo en voz muy baja.

Por toda respuesta Montaño se limitó a mover la cabeza, indicándole seguir hacia el

fondo del pasillo.Miró a su compadre y le dijo:-Remigio, tú y yo hemos sido como herma-

nos, hemos estado juntos en las buenas y en las malas... ¿estás conmigo?

Remigio le miró. Entre ellos había un pacto de lealtad, una serie de añejos lazos de amistad y compañerismo, pero también lazos de sangre que les unían desde que María, la hermana de Montaño, había aceptado ser la mujer de Remigio.

-Estamos juntos, compadre-, dijo al fin, dispuesto a seguir adelante, acompañando a su mejor amigo como siempre lo había hecho.

La pequeña habitación estaba desierta, iluminada por los cirios de pálida blancura que yacían sobre un altar. Olfatearon un poco y se miraron. Cempasúchil, dijeron casi al unísono. En efecto, las aromáticas flores se encontraban por toda la habitación, rodeadas de papeles de colores. Había una cruz trazada sobre el suelo con ceniza. Se santiguaron.

-¿Pos a qué estamos hoy?-, preguntó Montaño.

-¿Qué dices si nos echamos un trago?-, dijo Remigio por toda respuesta, tomando una botella de tequila de la mesa.

Montaño lo miró, desaprobando. Pero no podía culpar a su compadre, él también tenía hambre. No podía ni recordar cuánto tiempo llevaba caminando, escondiéndose, enreda-do en una guerra de la que ya no sabía ni qué esperar, siempre manteniendo la esperanza de refuerzos que nunca llegaban, de desper-

tares que no ocurrían, de cambios que no se producían. Sus puños se abrieron lentamen-te, sus brazos abandonaron la tensión, y por primera vez en mucho tiempo se permitió sonreír un poco para tomar el vaso que su compadre le extendía. Brindó con él.

-Por la Revolución-, dijo Remigio.Montaño suspiró hondo. -La mesa está puesta-, dijo Remigio con

una enorme sonrisa de satisfacción.-¡Mire, compadre, mole y tortillas!

Montaño sonrió por segunda vez. La te-nue luz de las velas parecía llenarle de tran-quilidad. Comenzó a embargarle como un aroma lejano el recuerdo de otros días. Miró a Remigio, sus huaraches gastados, sus ves-tidos ajados. Su pelo, antes negro como la noche, lucía gris del polvo y la pólvora de los caminos, recorridos entre encuentros y desencuentros. Su propio aspecto delataba las miserias de la guerra. Cuánto tiempo lle-vamos metidos en ésta revolución, pensó. Y para qué. Para qué. Quién se va a acordar de nosotros. Quién seguirá con nuestra lucha.

-Ora, compadre, coma, que no le pienso dejar nada-, dijo Remigio, interrumpiendo la intensa reflexión de su camarada, su compa-ñero de tropa, su gran amigo. Montaño ya no se hizo del rogar. Mole, arroz, frijoles, man-jares exquisitos para quien sabe lo que es el hambre. Tequila, para rematar.

El pequeño can sin pelo que los había guiado hasta la mesa había estado echado en un rincón de la habitación mientras ellos

comían, observándolos en silencio. Remigio alargó un brazo y lo tomó. Acarició su lomo terso, sus suaves orejas.

-Oiga compadre, ¿qué no es un itzcuintli este amiguito?

Montaño sonrió por tercera vez al mirar al pequeño y noble animal.

-Así es, compadre- dijo -estos perritos son los que conducen a las almas perdidas entre el mundo terreno y el más allá. Eso dice la le-yenda.

Con un ágil salto, el itzcuintli se separó de Remigio y se dirigió a la puerta. Allí, se detu-vo y volvió a mirarles como lo hiciera antes en el pasillo.

-Compadre, creo que es momento de de-jarlo ya, no tenemos nada más que hacer por esta Revolución. Nuestra tarea ha termina-do-, dijo Remigio con toda tranquilidad.

Montaño sonrió, asintiendo. Me quitó las palabras de la boca, pensó. Ahora todo que-daba muy claro.

Los dos hombres se miraron y emprendie-ron la marcha.

En el altar, entre flores de cempasúchil, calaveras de azúcar y cirios luminosos, una larga sonrisa apareció en el rostro de los dos enigmáticos hombres ataviados con ropas antiguas, armados con gastadas ca-rabinas. Y una mueca satisfecha y renovada se posó en los rostros antes adustos en el estático espacio-tiempo de una añeja foto gastada, colocada en el altar de una ofren-da para honrar a los muertos.

IzcuintliEl

D esde inicios de los 70 en el distrito The Mis-

sion, corazón del barrio latino, en San Fran-cisco, California, cada noviembre celebran el Día de Muertos. La procesión es una extraña mezcla entre el culto mexicano al señor del Mictlantecutli, el Halloween y el amor que tienen los franciscanos por el disfraz.

San Francisco

“Day of death”

GrettaHernández

Gabrieldel Río

( FRAGMENTO )

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“Estos perritos son los que conducen a las almas perdidas

entre el mundo terreno y el más allá. Eso dice la leyenda”

Llega noviembre y con él, el mexicanísimo Día de Muertos. Y para disfrutarlo como debe ser, Visitas Guiadas México preparó una agenda muy atractiva para que los habitantes y visitantes del Distrito Federal pasen un fin de semana revivien-do sus tradiciones.

VIERNES 1 NOVIEMBRE. 11:00 horas 80 pe-sos por persona. Las historias del Panteón de San Fernando y el Puente de Alvarado. Cita: Museo Nacional de San Carlos, Puente de Alvarado 50.

VIERNES 1 NOVIEMBRE. 15:00 horas. 80 pesos por persona. Día de muertos en el Corredor Cultural Regina. Cita: Vizcaínas esquina Eje Cen-tral. Visita al Colegio y Plaza de las Vizcaínas, Calle de Regina, Ex Convento de Regina Coelli, Hospital Concepción Beistegui, Casa Vecina Espacio Cultu-ral, Ex Convento de San Jerónimo (ofrenda a Sor Juana Inés de la Cruz).

SÁBADO 2 NOVIEMBRE. 11:00 horas 80 pesos por persona. Panteón Civil de Dolores y la Rotonda de las Personas Ilustres. Cita: Museo de Historia Natural, tercera sección de Chapultepec.

SÁBADO 2 NOVIEMBRE: 15:00 horas. 80 pesos por persona. Día de muertos en Coyoacán. Cita. Templo de San Juan Bautista (Centro Co-yoacán). Visitaremos: Jardín Centenario, Casa de Ordaz, Templo y Convento de San Juan Bautista, Jardín Hidalgo, Casa de Cortés, Casa de la Malin-che, Capilla de la Conchita, Jardín Frida Kahlo.

DOMINGO 3 NOVIEMBRE. 11:00 horas $80 pesos por persona. San Ángel, la tradición del Día de Muertos. Cita: Centro Cultural San Ángel (Avenida Revolución y Calle Hidalgo). Visitare-mos: Centro Cultural San Ángel, Jardín del Arte, Ex Convento de San Jacinto Tenanitla, Casa del Risco, Plaza los licenciados, Calle del Árbol.

DOMINGO 3 NOVIEMBRE. 15:00 horas 100 pesos por persona. Leyendas de vivos y muertos en el Centro Histórico. Cita: Plaza Tolsá.

Apenas cae la noche y la procesión inicia con un grupo de dan-zantes tradicionales aztecas; detrás de ellos caminan artistas, acti-vistas, escuelas, bandas de música y la comunidad en general. Cada grupo interpreta su propia música, y bien puede ir desde “La Llo-rona” hasta música instrumental que se antoja pagana, quizá como al gusto de los primeros dioses celtas. Iluminados con las velas, brillan las mujeres vestidas de catrinas, los esqueletos de papel, los hombres de frac con antifaces.

Los pasos de la comparsa se van apagando a medida que la peregri-nación se adentra al Garfield Park; en las calles que rodean al parque se han colgado cordones donde penden fotografías de los difuntos, notas que relatan lutos que no terminan, amores eternos, agradecimientos por guías desde el más allá. Dentro del parque se vive un ambiente fa-miliar que recuerda las noches de Mixquic; la gente arma altares don-de comparten el pan y la sal, Cristo, Buda, la estrella de Israel, la vir-gen de Guadalupe y santos desconocidos. No hay olor a copal, tampoco murmullo de rezos para el descanso de las almas, pero las anécdotas sobre los difuntos llenan el “camposanto improvisado”.

Sin embargo los lugareños aconsejan no quedarse pasada la me-dianoche, aseguran que otro grupo toma las calles: hombres vesti-dos como machos cabríos, mujeres listas para el aquelarre. El culto a los dioses innombrables también se celebra ese día. Yo no lo sé de cierto, me lo contó un amigo que lo vio desde el retrovisor de un taxi mientras se alejaba veloz de la esquina de la 24 y la Mission. FO

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D e entre las tradiciones del Día de Muertos, la que muestra más ati-nadamente el carácter burlón de los mexicanos ante la muerte es,

sin duda, la de las calaveras literarias.La calavera literaria es una composición

poética breve, que empleando el tema de la muerte, tiene como fin mofarse de una figura o acontecimiento públicos, ya sean éstos de carácter político, deportivo, cultural o de la farándula.

Las calaveras no tienen una métrica defi-nida, actualmente. La mayoría las estrofas son de cuatro versos o líneas, con rimas asonantes o consonantes. Pero en realidad pueden ser décimas, tercetos, redondillas, quintillas u otras formas poéticas que decida explorar el autor. Lo importante, eso sí, es que conserven una musicalidad a la hora de ser leídas.

Se dice que estos escritos se originaron en

la época de la Colonia en México y se publica-ron por vez primera a mediados del siglo XIX. Su primera aparición en los diarios se ubica, generalmente, en el periódico El Socialista, de Guadalajara.

Desde entonces, cada 2 de noviembre los periódicos se llenan de calaveras que edito-rializan de forma humorística los sucesos del momento, cada uno de acuerdo con su línea editorial.

Las calaveras, generalmente, se acompaña siempre de ilustraciones hechas por los carica-turistas de cada uno de los medios escritos.

Por estas fechas, se organizan también con-cursos de este género poético, en el que par-ticipan muchas personas, algunas con talento, otras no tanto, pero con gran entusiasmo.

Lo cierto, es que la calavera literaria es una de las mayores tradiciones mexicanas y coope-rar para que siga vigente es un deber.

Llegaron las calaveras…y tú a leerlas, ¿qué esperas?

Ya sea en las manos de José Guadalupe Posada,

de Diego Rivera, de algún escultor o artesano o de

alguien que quiera imitar su atuendo, lo cierto es

que la que originalmente llevó el nombre de

Calavera Garbancera sabe vestir con los

atuendos más glamorosos, colmados de accesorios y detalles, tal como lo

demuestra el sinnúmero de interpretaciones que se encuentran en la red sobre

este personaje

Nadie más elegante

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UTENSILIOSTabla para picar

CuchilloRallador

Exprimidor de naranjasOlla honda grande

EstufaCuchara

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Un azucarado homenaje a la muerte

E sencia y ex-presión de la celebración de Muertos

en México, el pan carac-terístico de estas fechas tiene una historia que se remonta a la época pre-hispánica. Plasmado en múltiples expresiones en las distintas regiones del país, posee, sin embargo, una for-ma y un sabor que lo vuelve emblema de esta fiesta en el centro de México, con sus azucaradas notas.

Es una preparación que tiene antecedentes en las ofrendas que los antiguos mexicanos ofrecían a los difuntos y a los dioses. Era costumbre la elaboración de una argamasa de semillas de amaranto molidas y tostadas y la sangre de los sacrificios en honor a las divinidades como Huitzilopochtli.

Dulce y mexicanísimo sabor

RubénHernández

[email protected]@rubencronicas

El pan de muerto es

expresión de gusto, fiesta y devoción

en una celebración que expresa la identidad

de México

Los conquistadores españoles, por supuesto, re-chazaron esta costumbre, pero como parte de su labor evangelizadora adaptaron los conceptos paganos a los preceptos y hábitos de la fe católica. La preparación indígena fue sustituida por un pan de trigo bañado de azúcar y sutilmente coloreado en rojo, en referencia a su antecedente pagano. Fue el origen del pan de muer-to que hasta hoy en día forma parte de las ofrendas y los gustos del 31 de octubre y el 1 y 2 de noviembre.

“Comer muertos es para el mexicano un verdadero placer, se considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía, se desafía a la muerte, se burlan de ella comiéndola”, advierte José Luis Curiel Monteagudo en su libro Azucarados Afanes, Dulces y Panes.

La preparación ha tenido una evolución a través de los siglos, considerando también las costumbres en cada zona del país. Esencialmente, el pan de muerto que ac-tualmente se consume en la mayoría de las celebraciones conserva un significado esencial: la bolita que se sitúa en la parte superior del pan simboliza el cráneo, las canillas

son los huesos y el sabor a azahar ex-presa el recuerdo de los difuntos.

Sin embargo a lo largo de la geografía mexicana podemos encontrar diversas expresiones, asociadas con el tema de la naturaleza, la familia y los mitos ancestrales. Existen panes de referencia antropo-morfa, es decir, que representan seres humanos; zoo-morfos, con formas de animales como aves, conejos y perros, entre tantos otros. Son panes propios de pobla-ciones como Tepoztlán y Mixquic, reconocidas también por sus fiestas mortuorias, llenas de tradición y arraigo.

La imaginación y la espiritualidad se expresan en otros puntos del país con panes fitomorfos, que evo-can diversas clases de árboles y plantas, sin faltar des-de luego los de expresiones mitomorfas, que desplie-gan toda clase de invenciones fantásticas.

Manifiesto de ingenio, fervor e identidad, el pan de muerto es expresión de regocijo y oficio gastronómicos: ofrenda de difuntos y placer de los vivos en una fiesta donde la muerte deja una fragante estela azucarada.

La calabaza en tacha es el sabor dulce que no puede faltar en los hogares, los

paladares y los altares mexicanos el Día de

Muertos. Lo mejor es que su

preparación es sencilla, como lo indica el sitio cocinaycomparte.com

PREPARACIÓN:Lavar la calabaza y

cortarla en trozos medianos, dejándole

las semillas.Rallar la cáscara de la naranja y reser-

var. Exprimir la na-ranja. Colocar el agua

en la olla junto con el piloncillo, la ralladura de

cáscara de naranja, el jugo de naranja, la canela y los clavos de olor.Calentar moviendo con frecuencia hasta

que el piloncillo se disuelva bien. Añadir los trozos de calabaza y cocer tapado a fuego lento. Mover con frecuencia para que no se queme durante 30 minutos aproxima-

damente hasta que la cáscara parezca estar barnizada y la calabaza esté en su punto.

El tiempo de cocción puede variar según la variedad de calabaza.

Dejar enfriar y servir en un platón grande y decorado con rodajas de naranja y ajonjolí

dorado o servir individualmente en tazones. Se acompaña con leche o pan tostado.

CALABAZA EN TACHAPorciones: 14

INGREDIENTES4 tazas de agua 6 piezas de clavo de olor 2 varas de canela 400 gramos de piloncillo 1 pieza de naranja 4 kilogramos de calabaza de castilla

Texto y video: http://cocinaycomparte.com/recetas/calabaza-en-tacha

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Entremezcla-dos entre los monstruos, parafernalia

de terror y calabazas de Halloween, se encuen-tra una de las tradicio-nes más ancestrales en nuestra cultura mexica-na: el Día de Muertos. Siempre en estas fechas es una delicia viajar a provincia y poder experimentar de pri-mera mano los festejos que se celebran año con año en los pequeños cementerios pueblerinos llenos de cempa-súchil y ofrendas. A la vez, el pan de muerto, es una pre-paración, que nos conecta directamente con nuestras raíces indígenas fusionadas con la tradición católica.

Como nos dice la antropóloga Dra. Rosa Ma. Gar-za Marcué en su investigación sobre la comida ritual del Día de Muertos en Culhuacán e Iztapalapa. “El día de muertos es un ritual que está relacionado di-rectamente con el ciclo agrícola en el que los mexicas hacían ofrendas a los muertos… Es un ritual de agra-decimiento y conservación de alimentos y cosechas, un ritual de reproducción de vida, los muertos se con-vierten en bienhechores que abogan por la comuni-dad y ahuyentan el hambre… A finales de octubre, se asean las casas y los panteones para recibir a los di-funtos… Desde el 31 de octubre esperan a los niños di-funtos y el día 2 de noviembre se come en el panteón con los muertos… La creencia generalizada es que los difuntos adultos llegan el 2 de noviembre. En muchas comunidades, la tradición de muertos, también gira en torno a la reciprocidad y el intercambio con la “do-nación de ceras” en el panteón.”

Si uno ha presenciado el rito de la donación de ce-ras, es una verdadero espectáculo. El día 2 de noviem-bre de la “alumbrada” los visitantes a los panteones apadrinan a los muertos y les llevan velas que además se intercambian entre tumbas, mientras comen y visi-tan a los que se fueron. El panteón se llena de vida con la visita de tanto vivos como muertos, entre las velas, las flores y la comida.

Y hablando de comida, no podríamos pensar en este día, sin el pan de muerto. Cada región de nuestro país tiene su pan con un sinfín de variaciones, inician-do desde sus formas que pueden ser humanas, ani-males y hasta algunas que representan a seres fan-tásticos. También pueden variar los ingredientes con los que se preparan, a veces es un pan de huevo con trigo, otras veces ho-jaldre y en su interior en-contramos también desde toques de canela hasta anís y naranja. Adicio-nalmente, cambian en sus coberturas que van desde de ajonjolí, a azúcar desde la blanca a la roja.

Sin duda, pensar en este pan típico, es pensar en la conquista y la fusión de culturas. Con la llega-da de los españoles, traje-ron el trigo y el azúcar del Viejo Mundo y las leyendas cuentan que este delicioso platillo se inspiró en rituales ancestrales de la cultura indígena.

La historia más conocida cuenta que la tradición del pan de muerto surgió como un resultado de la prohibición de sacrificios humanos. Los aztecas ha-cían todo tipo de sacrificios que tenían un carácter comunal para renovar el pacto con los dioses para li-berar la energía necesaria para conservar la armonía del cosmos. Justo Hernán Cortés describe lo que vio a su llegada: “los bultos y los cuerpos de los ídolos en

Ana Saldaña

PLACERES ›

[email protected]@anasaldana

Sabores y Aromas de Muertos

quien estas gentes creen son de mayores estaturas que el cuerpo de un gran hombre. Son hechos de masa de todas las semillas y legumbres que ellos comen, moli-das y mezcladas con otras y amásanlas con sangre de corazones de cuerpos humanos...”. La leyenda cuenta que en lugar de continuar con estos rituales, los con-quistadores introdujeron un pan de trigo en forma de corazón, cubierto con azúcar roja que simulaba la san-gre de una doncella sacrificada.

Otra versión que también atribuye esta tradición a nuestros antepasados indígenas es que el pan de

muerto está inspirado en un ritual funerario que hacían para los perso-najes ilustres, a los que se les sepul-taba cubiertos en polvo rojo cinabrio (mineral compuesto de azufre y mer-curio) y por ende la forma del pan con huesos y el color rojo del azúcar que en-contramos en muchos panes de muerto.

Como verás su origen es incierto, pero de lo que si tengo certeza es que dependiendo de los lugares a los que viajemos en estas fechas podemos degustar un sin fin de variaciones de este delicioso pan, inclu-yendo algunas versio-nes “modernizadas” de las que por cierto no soy muy partidaria con chocolate, queso crema y hasta crema batida. Yo en lo per-sonal, crecí con el pan de muerto tradicional del Distrito Federal, cubierto con azúcar y elaborado con mante-quilla de verdad. Cada vez que lo pruebo quie-ro sentir las sensaciones suaves y esponjosas de un pan bien hecho, acompa-ñándolo de un chocolate caliente o de un atole. Y bueno, si me puedo robar uno de los huesitos re-dondos y llenos de azúcar, aún mejor, es mi parte fa-vorita. Sin duda, la época de muertos es una tem-porada para conservar nuestras tradiciones, pero sobre todo, disfrutar de la riqueza de nuestra cultura y gastronomía mexicana.

Espero que tengas un maravilloso día y recuer-da, ¡hay que buscar el sa-bor de la vida!

Si quieres leer más sobre antropología y nuestras costumbres

culinarias, te recomiendo mucho el libro Comida, Cultura

y Modernidad de México. Perspectivas Antropológicas e Históricas, coordinado por Catharine Good Eshelman y

Laura Elena Corona de la Peña, INAH

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8 Sus “hechicerías” las vuelven famosasAlgunas fu

eron

acusadas injustamente,

otras son sólo

personajes de ficción,

lo cierto es que hay

mujeres que quedaron

en la memoria

colectiva por ser

consideradas unas

verdaderas brujas

Me parece un poco

sospechoso, que al

querer escribir este

documento todo fa-

lló. El cursor se

escondió por varios

instantes, la

página en blanco se per-

dió dentro de mi ordenador si

n que

yo pudiera tener control so

bre ella.

Fue hasta que pedí permiso a las

Brujas Blancas que logré escribir.

Yo creo, que se debe a que es-

cribiré brevemente, sobre algunas

Brujas Famosas de la Historia. Aho-

ra que se acerca el 31 de octubre, día

de aquelarre para todas la

s brujas

del mundo.

Me pareció pertinente recordar-

las. Empezaremos h

ablando de…

JOAN WYTTE

Fue clarividente y sanadora, nació

en Bodmin, Cornualles en 1775. Fue

conocida por visitar un pozo san-

to donde ella colgaba las vendas d

e

las persona enfermas en las ramas

de los árboles cercanos p

ara favore-

cer la curación. Su carácter se

agrió

como consecuencia del dolor que

sentía por problemas e

n los dientes.

Se volvió colérica y solía gritarle a la

gente. Finalmente, estuvo im

plicada

en una discusión con las personas

del pueblo, golpeando fuertemente

a muchas de ellas. Por ese motivo,

fue encarcelada y murió poco des-

pués. Cuando falleció, su

cuerpo fue

disecado y el esqueleto colocado en

un ataúd. Años d

espués se utili

zó el

ataúd para una sesión de espiritismo

que resultó mal, la bruja se despertó y

salto de él. Más ta

rde, sus re

stos fu

e-

ron a parar a un museo de brujería,

hasta que empezaron a experimentar

fenómenos poltergeist en el museo.

Una médium comunicó que la bruja

deseaba ser d

ebidamente enterrada.

Hoy en día, el ataúd vacío sigue en

exhibición junto a la placa que cuen-

ta su historia.

JUANA DE

NAVARRA

Nació en

Pamplona,

el 10 de ju-

lio de 1370,

siendo la sex-

ta de los siete

hijos de Carlos II

,

El malo, re

y de Navarra,

y de

Juana de Francia. Fueron sus a

bue-

los maternos Juan II de Francia y

Bona de Luxemburgo. El 7 de febre-

ro de 1403, se

casa, en la catedral de

Winchester, con el rey Enrique IV

de Inglaterra. Fue acusada de usar

brujería para tratar d

e envenenar al

futuro rey Enrique V y encarcelada

en el castillo de Pevensey, en Susse

x,

cerca de cuatro años.

MARGARET JONES

En 1648, Margaret Jones se

con-

vierte en la primera persona eje-

cutada por bruja en la Colonia de

Massachusse

ts. Fue mujer m

édi-

co en Boston, acusada de brujería

después de que varios p

acientes

suyos murieran. Se cree que la

razón por la que muchos p

acien-

tes empeoraban o incluso morían

era por no tomar las medicinas

prescritas por e

lla. Era una per-

sona muy adelantada a su tiempo.

Los pacientes no confiaban en

sus métodos revolucionarios. El

15 de junio de 1648 en Charleston,

Nueva Inglaterra, fu

e condenada

y ejecutada en la ciudad de Bos-

ton. Margaret Jones fu

e acusada

de haber “clavado un palo” como

uso medicinal.

HERMIONE JEAN GRANGER

Hermione es la chica más inteligente

del curso en el Colegio Hogwarts

de

Magia y Hechicería. Al igual que Harry

y Ron pertenece a la casa de Gryffin-

dor, pese a que el so

mbrero selecciona-

dor consideró colocarla en Ravenclaw

debido a sus p

rominentes capacidades.

Es de origen muggle (hija de padres n

o

brujos), sus padres son dentist

as y no

tienen ninguna relación con el mun-

do de los magos. Le encanta leer, sin

embargo, no sabe dibujar. N

o le gusta

romper las re

glas y no es especialmente

entusiasta del quidditch, el deporte má-

gico, aunque apoya a sus amigos duran-

te los campeonatos. Tiende a creer que

todo aquello que merece la pena saber

se puede aprender en un lib

ro y es es-

céptica a todo lo que no se pueda com-

probar con ciencia, despreciando, por

tanto, asignaturas como adivinación.

Nació el 19 de septiembre 19

79, y tenía

casi 12 años cuando entró

por primera

vez a Hogwarts. El nombre de Her-

mione se deriva del cuento The Winter’s

Tale, de W

illiam Shakespeare.

Actualmente, Hermione Granger

se encuentra casada con Ron y con dos

hijos, Rose Weasley Granger y Hugo

Weasley Granger. Trabaja en el D

epar-

tamento de Aplicación de la Ley Mági-

ca, donde fue enviada tra

s un tie

mpo

en el Comité de Regulación de Criatu-

ras Mágicas. E

ntre su

s logros d

estacan

la defensa de los derechos d

e los elfos

domésticos y

su lucha por la

igualdad

total entre nacidos de muggles y sangre

pura. El problema de Hermione es la

Defensa Contra las A

rtes Oscuras.

Hoy en día, sigue habiendo hechi-

ceras que lle

gan con el viento de to

r-

mentas, ahora que hemos tenido tan-

tas, debemos estar alerta. No es tan

fácil descubrirlas, hay varios métodos

que se pueden usar para identifi

carlas.

Tendrán que investig

ar arduamente y

con mucho cuidado, para saber c

uáles

son dichos métodos. R

ecomiendo fuer-

temente que busquen en los Libros d

e

Brujas y Hechizos.

¡Entre las féminas que conocen,

cualquiera de ellas puede tener

habilidades!

¡BU!

ANA BOLENA

1507-1536. Fue la segunda esposa

del rey Enrique VIII

de Inglaterra.

Cayó en desgracia al no poder d

ar

un hijo varón a su marido, quien la

demandó por alta tra

ición, incesto

,

adulterio y herejía. Las pruebas q

ue

se alegaron fueron que tenía un sex-

to dedo en una mano y que además

contaba con un tercer pecho, dato

reflejado en los libros so

bre anoma-

lías anatómicas, lo cual considera-

ron prueba suficiente de que la joven

era una bruja. Enrique VIII ordenó

su decapitación. Aún hay quién afir-

ma que el espectro de la hermosa

reina deambula por las esta

ncias de

la Torre de Londres, pidiendo justi-

cia, en donde fue ejecutada.

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SallyRoque