vicente quirarte 198

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  • 8/13/2019 Vicente Quirarte 198

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    VICENTE QUIRARTE

    Seleccin y nota introductoria deEDUARDO CASAR

    UNIVERSIDADNACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    COORDINACIN DE DIFUSIN CULTURALDIRECCIN DE LITERATURA

    MXICO,2013

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    NDICE

    NOTA INTRODUCTORIA,EDUARDO CASAR 3

    DEELNGEL ES VAMPIRORAZONES DEL SAMURI 6EL MUNDO 7LA PIEL DEL MAR 7

    I 7II 8III 9

    ENCUENTRO CON LA NIEVE 9EL NIO Y EL VIENTO 10

    I(EL LBUM FOTOGRFICO) 10

    II(TREINTA DAS)1 10III(CABALLO EN EL VIENTO) 11IV(POTESTADES DE LA LLAMA) 12V(LA CANCIN DE LA TIERRA) 12

    ELOGIO DEL VAMPIRO 13PRELUDIO PARA DESNUDAR UNA MUJER 15

    DE VENCER A LA BLANCURATEORA DEL OSO 17

    I 17LTIMA NOCHE EN COYOACN 17

    DEPUERTA DEL VERANOTRES POEMAS DE CARRARA 21

    I(PRESAGIO) 21II(MEDIODA) 21III(AMANECER) 22

    DEFRAFILIPPOLIPPI:CANCIONERODELUCREZIABUTI

    MAR ABIERTO 24

    DEBAHAMAGDALENABAHA MAGDALENA 28CUERPO ENCARCELADO 29

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    RETRATO DE LA LLUVIA 30

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    NOTA INTRODUCTORIA

    sta quiere ser una invitacin a leer la poesa de Vi-cente Quirarte, a buscarla en sus libros completos,

    subrayarla, plagiarla si nos dejan, colocarnos un ver-so en la memoria que nos abra las manos que quere-mos.

    Vicente Quirarte naci y lo sigue haciendoenla ciudad de Mxico;*pero todava ms: creci en elcentro, en la zona silueta del crculo concntrico.

    Nuclearmente poeta, Quirarte se despliega sobrelos ms variados gneros de la literatura: la investi-gacin amplia (en sus libros sobre Cernuda y sobreOwen), el ensayo (Peces del aire altsimo), las impre-siones para sobrevivir (Enseres para sobrevivir en la

    ciudad), el cuento (El amor que destruye lo que in-venta).El manejo de la dimensin potica del lenguaje es-

    t presente para abarcar con l al pensamiento refle-xivo de sus ensayos, a la parte cncava de los perso-najes de sus cuentos, a la minuciosa mirada que hablade sus crnicas de cosas simples.

    Son pocos los escritores en lengua espaola (comoCelorio, Morbito o Hiriart, por poner tres ejemplos)a los que se les nota ese paladeo verbal que se nota enQuirarte, ese indeclinable gusto por las texturas y losnudos materiales del lenguaje, esa actitud constante-mente renacentista de orfebrera verbal.

    Quirarte es un enamorado de las cosas: la pluma esuna fuente, el portafolio, el tequila a caballo, los li-bros y el olor de la tinta, el lpiz, los oficios y lasdedicatorias, los diversos etcteras con los que elmundo expande los big vaivenes de la creatividadhumana.

    Es un enamorado de las cosas el Quirarte; puedecoleccionarlas, no sabe de temor, no tiene miedo anada, ni siquiera a los vampiros o al rencor y no le

    *En 1954.

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    tiene miedo a las corbatas, pero lo que sobre todoama de las cosas es su contacto con ellas.

    Su literatura, llena y limpia, parece refutar la exis-tencia de la famosa cosa en s, porque lo que msbusca y logra de las cosas (incluido el amor) es entre-

    lazarlas, formarlas en la fila india y mestiza de losignificativo, relacionar sus texturas y valores, suscapas internas con sus capacidades para ser expresa-das, su peso con la exacta sentimentalidad que lo di-giere y vuelve permanente. Denso, comunicable, re-ciclable por la sensualidad ajena.

    Su gusto por la pluma fuente no le hace rechazarlos deleites del delete de los teclados. Admirador delas ballenas y los nios, de su oxgeno azul ms omenos grande, Quirarte es tambin un pensador de lamuerte; de la concreta, la que encarna en alguien y lo

    va descarnando o descarna de golpe, inoportunamen-te, o dignamente. Cada elega de Quirarte es matiza-da, es personal de alguien y no esquematizada y abs-tracta: por eso duele.

    Pariente (potico) de Bonifaz uo, y por ello ypor otras cosas dueo de un odo complicado perosiempre seguro, Quirarte hace poemas que, notable-mente, siempre caen de pie, como los perros que pa-recen gatos: el verso, in stricto sensu, como unidadvisual de sentido y sonido, es la clula real de suspoemas, la clave urdimbre de su vitalidad.

    Sibarita es el ms amplio sentido del inicio y deltrmino, la poesa de Vicente Quirarte es una de lasms bellas armas que se han inventado para lucharpor la vida. A su aleacin concurre un elemento pecu-liar: la nocin de combate. Fiel a la raza de los hom-bres del Renacimiento, que saban combinar las tintasde la espada y la pluma, Quirarte aparece en sus tex-tos como un guerrero, como alguien versado en lasartes marciales que no matan, como un creador deunas picas intimidades.

    En los poemas de Vicente Quirarte siempre hay ba-tallas, impaciencias sobre otra piel que sin cesar setensa, atabales, corazas, estrategias, navos.

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    Su belicosidad es la de lo interno y lo cercano, lade la ms profunda piel de su lenguaje, la del hroecotidiano que lleva sobre sus espaldas la responsabi-lidad de abrir las puertas de otro cuerpo.

    De las nubes y nieves militares Quirarte toma la

    seguridad que se siente si se tiene estrategia: sensa-cin potenciada porque el contexto de las (fras) es-trategias, en Quirarte, es el imprevisible y clido te-rreno del encuentro amoroso.

    Qu ms decir? Que su naturaleza pacfica esocenica y, por eso, todo el tiempo combate y susbatallas, todas decisivas, sern interminables. Si ellector lo decide. Bienvenida a nosotros su armadapoesa, para que sea de hunos y de otros salvajes.

    EDUARDO CASAR

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    DEEL NGEL ES VAMPIRO

    RAZONES DEL SAMURI

    A las tres de la tardede aquel trece de marzo,la voz de mi hermano Ignacio en el telfono:Puedes regresar?Y yo que quera contarledel alba en California;del cartel de la ballena jorobadacuarenta toneladas de energasaltando en algn lugar de Alaska;del libro sobre la ballenaspermacetti,

    la Moby Dick que acometi alPequody ech a pique los sueosde su capitn alucinado;del caf que estrenaba las maanascon su campana oscura;de las rubias empleadas de las tiendasque en mi sed de comprar reconocanlas huellas del amor recin nacido.

    Padre, hubieras querido que tu primer hijodiera la mala nueva de que ya ramos menos?En tus treinta minutos de agona,con el pie en el estribo de otro tren,te acordaste de sus primeros pasoscuando al pie de las sillas de montarposaba como un pequeo Buda,grave y solemne como los nios tristes?Puedes regresar?Me dijo Ignacio.Debajo de sus palabras se anunciabael valeroso miedo de ser dbil,la rabia por no soltar la brida del caballo.Era, como en los Viernes Santos,la hora en que lleg la quinta herida,en aquel cuarto oscuro de Los ngelesdonde Ignacio quera decirme, dijo, me deca

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    que a la tribu por ti capitaneadala diezmaban de tajo,que te ibas de plano, y nosotros contigo.Y mientras yo pensaba que la vidaera para mi sed un mar pequeo,

    te tirabas

    sereno

    de aquel puentepara dar comienzo a las preguntas.

    EL MUNDO

    Queremos nombrar el centro de las cosas,el corazn sonoro de las cosas,el fervor silencioso de las cosas.

    Creemos: develar el misterionos salva del transcursode las horas que gastan la memoria.

    Mejor dejar las cosastras la tela paciente de la araa,tras el ala del ngel traicionadoo el camisn que crece en tu hermosura.El alma de las cosases la niebla pursima que dejaadivinar su nombre verdadero.No buscar los prodigios. Esperarlos:tu bramido de amorque sale del espejo que te copia:esa reconstruccin lenta del mundoque afirma su materia ms durable.

    LA PIEL DEL MAR

    I

    Por mano de varn, sus maravillas.

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    Los msculos de un hombre levantaronsus cumbres y sus puentes;le tensaron la piel sobre los huesos,la pulieron a fondo entre los muslos,dura y terrible y nimia en los pezones.

    Del talento de un hombre la sustanciaque lubric su entraa.Y al final de la hechura,la mano de varn abri la heridaque a un tiempo da la luz y trae la muerte.

    A tanta perfeccin, puerta cerrada.Fue mano de mujer, la curadora.De sudor de mujer, la aguja de diamante;de su saliva, el hilo en nudos ciegos;de sus aceites ntimos, el blsamo

    que extingui los dolores del naciente.Con nombre de mujer naci la lluvia.

    II

    La memoria es un barco de papeldonde puedes guardar una ballena.Armado en astilleros del pupitre,lo doblan manos frescas de muchacha,navega sin que nadie lo bauticey resiste las peores marejadas.

    Con su velamen de papel peridicoy sus jarcias de tinta,se embriaga como barco adolescenteo asesina gaviotascomo el viejo marino que navega sin rumbo.Cudalo del naufragio y no lo turbes:ese barco navega por los sueosy si t lo despiertasnadie sabr qu hacer con su locura

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    III

    A Ximena Amescua Cuenca

    Bienaventurada la mujer que mire una ballena,la aleta prodigiosaque es en verdad tan fina,tan poblada de huesos y tejidoscomo los largos muslosde las hembras terrestres.Bienaventurada la que sienta,en la ballena que emerge en pos de aire,el pulmn de la vida,el fuelle gigantesco de esa vaca profundaque igual a las mujeres de la tierra,siente crecer su cuerpoy canta las canciones de cuna del nonato.

    Bienaventurada quien escucheel ronco ritual del machoen vigilia de amores, mar adentro,y los violines nios del cachorroafinar el silencio en la baha.Bienaventurada la mujerque en la lengua pulse la sal de la maanay ante sus ojos paseun coro de ballenas con sus nuevos infantes,grvidas las hembras,orgulloso el varn de la manada.Bienaventurada aquellaque al tiempo que su vientre se ilumine,en el aire que bebe reconozcaque ella tambin va llenay es criatura dilecta de los mares,donde naci su historia.

    ENCUENTRO CON LA NIEVE

    A Nelson De Vega

    Nev toda la noche y amanecela tierra inmaculada.

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    Quin pudiera decir que bajo el mantoprepara su verdor la primavera.Si la pureza existe,qu semejante es a la nieve:hoja blanca cedida por el mundo

    para probar que nada permanece.

    EL NIO Y EL VIENTO

    A la memoria de David de Vega(1972-1990)

    I (El lbum fotogrfico)

    Para que no te vayas tan de golpe,

    te inventaremos todos: uno dirque te gustaba estar donde estuvieranlas mejores mujeres: que a todas las buscabasy a todas las amaste desde tu edad mestizade nio encarcelado en cuerpo de hombre.Otro recordar que parecasguardar los ocho siglos de los rabes,una leccin de historia en tus ojeras.Y otro pondr en papel aquella imagende tu amor por el viento y su desorden,ese muchacho vago que entendi tu locura.

    Salen de los cajones tus imgenesy es como si de nuevo estuvieras naciendo.En retratos de grupo o de familia,se nimba con luz del ngel tu silueta.Y tus deudos ya somos los fantasmas.

    II (Treinta das)

    Cuando digo que ests en otra vidano hablo del lmite indeciso

    que llamamos ms all.Tu manera de estar entre nosotroses, a fin de cuentas, tu otra vida.

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    Partido tan reciente,viajero que de irse no termina,an te regimos por horarios:hoy hace un mes que nos dejastey no hemos tenido tiempo de enterarnos.

    Hoy que me lo dijo el calendario,me lastim la vida.No la vida impetuosa,jugo del sol, naranja del cieloque juguetea en la cama con nosotros,sino esta pesada muerte de la vida,la frente de ceniza,la ciudad con sus brujas y demonios,el contrato que hicimossin haber meditado en sus bemoles.Ya no supiste de la lucha del hombre

    por obtener un lujo de lentejas.No te alcanz el tiempo de la verdad amarga:la juventud regresa slo para el alma.Por eso te fuiste en los labios del viento,en esa llamaradacuya cicatriz nos grabas en el alma.

    III (Caballo en el viento)

    Levanta tus castillos,declara tus amores,construye con tus manoslas seales obscenasque oscurecen la voz,porque todo es del viento.El viento es un caballo.Aprieta sus ijares,sus potencias ocultasen la entraa flamantedel animal de aceroo en el cuerpo exiguodel juguete de palo.Al viento lo gobiernanlos de la piel ms dura

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    y el aire se enamorade ese rigor amante.El viento es un caballoque montamos a peloy la tinta ms negra

    se diluye en el aire.El viento es el jamelgodel caballn Caronte,huracn que nos llevacuando menos pensamos,blando espejo del aguadonde inocente escribestu historia pasajera.

    IV (Potestades de la llama)

    Siente crecer la llama. Respeta su dominiocomo los pescadores, los faros, las ballenasse preservan del mar. Mira su luz navaja,sus alternos fulgores de azul a rojo blanco.Acrcale tu mano, pero qutala a tiempo:toda la luz te sirve y te alimenta,pero es condicin primera de la llamaherir a quien la roba: no hay amoresque te dejen partir sin quemaduras.Me abraso en el abrazo, dir tu piel sedienta.Vas a jugar con fuego, mi cachorro,y en tu hazaa no cabe la prudencia.Que te valga el orgullo de quemarte a buen tiempo,torito engalanado, vanidad del cohetero,alhajas de los pobres en la noche de fiesta.

    V (La cancin de la tierra)

    Vuelvo para quedarme.Que me enciendan cien ciriosy preparen el lechodonde habr de dormir lo que me falta.Ya comienzo a escuchar tu voz nacida

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    desde que al mundo bautizamos Tierra.Manzanar entre espinas,slo t sentirs mi corazndeshecho en la pasin de tus races,savia del rbol joven

    que nacer rodeado de otros niosy poderosos perros camaradas.Mi corazn, tu flor de carne,no abandona el combate. Slo cambiala escala de sus notasy en tu silencio afinaun violn de maderas prematuras.Te traigo mi muerte joven, mis canicas,los tenis que libraron mil batallas.Te hago entrega de todo, Madre Tierra.Cntame la cancin del que regresa,

    en tus ms altas ramas,en las hojas que llegan ms al cielo.

    ELOGIO DEL VAMPIRO

    Para qu perseguirlo,clavarle una estaca de madera,condenar de antemano su apetito,lamentar su presencia en nuestra vida:el Vampiro no pasasi nosotros no abrimos la ventana.

    Escucha su cancin,no slo desde el pramo o el bosque:en el agua turquesa de los trpicos,en los cuartos de hoteles,en la tela de loro del mercado,dondequiera que el hombre reconoceel brillo de otro cuerpo y necesitael marfil del Vampiro en su garganta.

    Inocente, el Vampiro:

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    le decimos que es cruel cuando nos hiere,e invocamos a Dios cuando el diluvioque nuestra propia sangre ha conjuradomantiene a la deriva hasta los muebles,a pesar de las leyes y de Newton.

    El Vampiro es tan belloque el azogue se niega a reflejarlo.Si su sombra te alcanza,olvidarn tu nombre los espejos,pero hallars un eco en la hermosurade quien has elegido como doble.

    Quisiera amar la luz pero ya sabeque el amor sabe a sombra perseguida,al vahdo final de los ahorcados,

    a todo lo que termina en arrebato.brele tu ventana.Cuando pruebes su vino,sentirs que la vida se prolongay el agua de sus copas es de vidrio.Acepta sus mentiras:nunca estars ms vivo que en sus brazos.

    *

    Y jams le reproches su abandono.Te mordi porque es bestia,y su sed es la sed del mar vencidoque mitiga su rabia con naufragios;su pasin, la del nio traicionadoporque el reino se pierde.No pienses en que dijo para siempre:el huracn no deja un tronco enteroni cambia sus azotes por caricias.Si de algo te sirve, los vampirosaman slo a los fuertes y a los locos,pero nada los ata.Dirs que nunca ms, que ya no quieres.

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    El Vampiro es un vicio refinadoy esperar, paciente, tu retorno.

    PRELUDIO PARA DESNUDAR UNA MUJER

    Que est, de preferencia, muy vestida.Por eso es importante que las mediassigan cada contorno de sus muslos; que disfrutenla pericia, el estilo del torneroque supo darles curva de manzana,maduracin de fruto al punto de cada.Goza de la tela perfumadaencima de los jabones y los ros.

    Acarciala encima: su vestidoes la piel que ha elegido para darte.Primero las caderas:es la estacin donde mejor preparasel viaje y sus sorpresas. Cierra los ojos.Ya has pasado el estrecho peligrosoque los manuales llaman la cinturay tus manos se cierran en los pechos:cmo saben mirar, las ciegas sabias,el encaje barroco de la crcelque apenas aprisiona dos venadosencendidos al ritmo de la sangre.Si los broches y el tiempo lo permiten,anula esa defensa: mientras miran sus ojosdeslzale el sostn. Y si protesta,es tiempo de estrecharla.Acrcala a tu boca y en su ododile de las palabras que son mutuas.En un ritmo creciente, pero lento,trabaja con los cierres, las hebillas,los bastiones postreros de la plaza.Aljate y admrala: es un frutoque pronto ser parte de tu cuerpoy tu sed de morderla es tan urgentecomo la del fruto que anhela ser comido.

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    Has esperado muchoy tienes derecho a la violencia.Deja que la batalla continey que el amor condene a quien claudique.

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    DE VENCER A LA BLANCURA

    TEORA DEL OSO

    Contra m mismo peleo.Defindame Dios de m.

    Cristbal de Castilleja

    I

    Sumergido en lo ms hondo de esta pgina, tiene laseguridad de la cobra en el desierto. Fiel guerrero delolvido, pisotea el gozo del ltimo pinar estremecidopor el viento. Emerge al fin, fatigado del odio en bru-to que es l mismo, el hambre desnuda, los colmillosprestos. Nadie como l es omnvoro. Mastica el plomo

    de los lpices y bebe tinta a mares, llevndose en losbelfos restos de teclas y de cintas. Se aleja eructandopuntos suspensivos; deja en su camino los excremen-tos de tropos nunca usados. Pero aun la bestia tienerasgos de nobleza: deja sobre el escritorio la goma deborrar.

    LTIMA NOCHE EN COYOACN

    A Concha Mndez

    Enamorado siemprey ms que nunca vivo, andara como de paso,al fin fantasmas de un mundo ms ajenoque las propias piedras que pisaba.Pedira permiso al viento,su venia a la estacin en turno,mas no esperara a que la nochede racimos cargados de perfume,de gritos infantiles y buuelos lejanos

    invadiera por completo esa otra nocheque slo transita en ciertos hombres.

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    Lo dicen sin miedo estas higuerasy estos muros que prolongan su blancurams all del alma y la mirada:amaba la quietud de esta plazaporque en ella poda verse

    en rostro de otros hombresque en silencio le devolvan la soledad,como quien por la maana devuelve buenos dasy sabe que recin empieza la mentira.

    Abra un peridico,lea a la luz de un farol noticiasque hubieran nutrido o halagado a otros.Ignoraba la noche bulliciosa,la que obliga a refugiarse en otro cuerpo.l quizs esperaba la otra noche,

    aquella en la que nombre y tiempo se confunden.Crey firmar sobre arena o sobre el viento,seguro de que el mar en el crepsculoroba todas las huellas y los besos.Pero la arena no olvid sus letrasni el viento olvida a quien ci su cuerpo.Por eso sopla, esbelto y doliente, entre sus ramas,llevando en cada hojala slaba de un nombre:

    Luis Cernuda.

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    DEPUERTA DEL VERANO

    *

    Una mujer y un hombre pueden, por ejemplo,entrar en un hotel (ese templo escondidoque de ser invocado se aparece)y amarse a plena luz del da.

    Pero una mujer y un hombre deben antesentrar en un cine, aunque jams se enterende lo que pasa en la pantallay l mire la pelusa de durazno en su mejillay ella le oprima el muslo cuando sienta miedo.

    O una mujer y un hombre puedensalir a caminar y que la mano de l parezcaprolongacin de la cintura de ellay que entonces sea mayor la cadenciadel caminar de la mujer,pues a eso slo se pareceun barco bogando en altamaren el umbral de la primavera.

    O pagar el caf ya fro cuando los ojosy las manos han dicho s mil veces.Y ya sin tocarse, hacerse o decir nada,una mujer y un hombre pueden, finalmente,entrar en un hotel y darse el cuerpo,dejar abierta la ventana para que pasenla brisa caliente de los parques,el rumor de los que salen del cine,las campanas golpeando contra tazas,la dbil voz que va diciendo as.

    *

    T no sabes

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    que al partir te pareces a la lluvia,a su terco perfume que no olvidalos pliegues ms ocultos de la tierra.Si t te vas no sabes que me dejasla luz de aquella tarde

    que en tu nuca encontr mejor respuesta,tu violenta hermosura entre las manos,el peso de tu aliento en esta bocaque siempre ha de querer decir tu nombre.Hermana de los trenes del verano,dejas en mi odotu herida ms blanca,y esa msica slo semejantea estrella sobre los tejadoso nubes de huilotasque llegan al ciruelo cuando cae la tarde.

    Si te vas, si te fueras,me dejaras a todas las mujeres,porque en todas te encuentro y porque en todashabr de probar la misma aguaque una tarde prob bajo tu sombra.

    *

    (Posdata para Filippo Lippi)

    Escchame bien, maestro,mientras contemplo tu madonay su perfil por el que nace el da:la que vive en estos versosno inspir el soneto ms diamante de Petrarcay si camin por las calles de Florenciafue cobijada por alas de Alitaliao por las del ngel de nuestra Independencia.Ella ama, suda, come y duerme, como todas,y ocupa, como todas,un solo lugar en el espacio.Pero ella, como Lucrezia Buti,que ahora veo y no veo en ese perfilpor el que navegan los peces en el cielo,

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    al despertar se mira en el espejoy otorga a las paredes voz de plata.A esa hora cantan los pjarosdesde los Indios Verdes al Ajuscoy salgo feliz, seguro como t, Filippo Lippi,

    de tener por el mango la lanza de Amads.

    TRES POEMAS DE CARRARA

    I (Presagio)

    La luz, descendiendo por pinares,iba en pos de bahas en qu anegarse.Antes que las gaviotas

    te anunciaba el incendio del veranoen la llama ms verde de Toscana.Hacas arder el aire en sus azulesy de tanta luz el orbe estremecas.Los bloques de mrmol bajo el mediodaeran la promesa de la estatuay tu cuerpo el futuro de mi mano.La sonrisa mojada que se abraen toda tu cara como los batientesse abren para dejar que entreel aire recin llovido de la callete hacan aparecer por vez primera,como si nadie, antes que yo, te hubiera visto.Carrara flotaba por el cieloy el resuello del joven Miguel ngelinflamaba tu oreja y mis te quiero,mientras la luz absortase colmabay el tren iba a su encuentro en la distancia.

    II (Medioda)

    Primero es una sed de labios hacia afuera,un abrir de prpados henchidospor toda la arena del mar y el sol en alto

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    Hay un conjuro de espuma estremecida,un lejano cantar de nio ahogado,de mrmol que espera ser herido.

    Llevo entre los das

    el memorial de tu epidermis,cuaderno de bitcora a deshoras,sin marino capaz de terminarlo,sin isla en qu apagar la sed de naveganteshartos de fatigar sus besossobre la piel azul del mar y su mentira.

    Frente al Tirreno bebimos vino blancoy la arena y el sol y aquel deseocontenido y sereno como el mrmoldonde late una sangre ms eterna.

    La violencia empez con tus palabras:No uso nada debajo del vestido.

    El roce de tu cuerpo con el mo,la madrugada, el fro, te quiero tanto,son historias por otros ya contadas.

    III (Amanecer)

    La piel tiene un lenguaje y su memoriaalza banderas blancas por el cielo.Me hablo de una piel ya conocida,de una piel sumergida y recobradaque vuelve a amanecer como una aldeadonde todos los ritmos se conjurancuando el sol dora, lento, la maana.No hay ventana ni lecho, no hay futuro.La nica certeza es el sabermehecho de una piel que reconozcoen otra que me anuncia desde el sueocon la fatiga y la fuerza de la yeguaque bebe quietamente en el arroyodespus de haber corrido

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    toda la noche bajo las estrellas.

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    DEFRAFILIPPOLIPPI:CANCIONERO DELUCREZIABUTI

    MAR ABIERTO

    No fue por la palabra misma que yo dije:Tu pecho parece el Mar Egeo.El mar era entonces slo un nioy la espuma aprendiz de esbeltos pasosrompa en tus pies, dorndolos apenas.Es verdad:ciertas noches busqu desesperado,por frescos callejones de Florenciael recuerdo de un mar ms presentido.El mar tiraba de m como promesa,

    as como de la planta son futurola nube fugaz y el sol que la mantienen.Mar Tirreno, islas del Egeo,esmeraldas celestes coronadaspor mis ojos que siempre han visto todoaunque a veces el brillo los engae.Y quin negaba que yo pudiera irme,que pinceles y muros me dejaranabandonar la luz, la sombra espesa,que aquel sereno lago en que bebadejara de alimentar mi sed de viajey el horizonte nuevo que tendasdijera hay otros maresen qu descubrir mi oficio de hombre.Dije otra vez:Tu pecho parece el Mar Egeo.Las islas navegaban otras aguas,asombradas de piel nunca antes vista.Ms all de las colinas tersasla espuma plateada me esperaba:sin saberlo el velero recorrael mar Mediterrneo por tu vientre.Y qu fecundo mar y casa y mar amigoy qu lisura inmortal para mi proay qu ansias por ver el mar abierto.

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    Sin la audacia y el coraje de otros hombres,marineros de sueos destruidospor el sueo grotesco de la muerte,estuve all, nad por aguas tersas,por encrespadas olas que moran

    slo despus de castigar las peas.Quise decirte mar Mediterrneo,otra vez colinas tersas, islas del Egeo(lo dije alguna vez? quiz menta),pero ya estaba mi arboladura desplegaday tu vientre anunciaba el maremoto.Quin habl de cortar los mstilesy detener el vrtigo?Qu grito cobarde en la tormentaimplor la piedad de un cielo sordo?A toda vela hacia el desastre

    quise saber tu nombre, madona,pero no estaba en m sino buscarlo,no saber ni pensar, slo sentirlo,y ser uno contigo en esa luchadonde el cielo y la tierra desembocan.Y te llamabas yegua y eras otray te llamabas carne y aguacero.Te llamaba entre el viento y respondas,busqu el ojo del huracn, quise perderme,Carabela de nufragos del cielo,Fiel faro de los ngeles cados,Madre total, nodriza de delfines,Relmpago en medio de la noche,Playa de carena en el crepsculo,Canto de las sirenas para Ulises,Estatura dormida con ahogados,Isla en nacimiento, sima absorta,Verde esposa del sol en la maana,Guerrera de las nubes, bienhechora,Refugio de ballenas en invierno,Acero del tridente de Neptuno,Promesa de horizonte para el paria,Veladora del Fuego de San Telmo,Guardiana de tesoros sumergidos,Mascarn rescatado por tritones,

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    Tejedora del traje de la espuma,Campanario en mitad del maremoto,Ceidora del cetro de las olas,Perfume de la rosa de los vientos,Seora de los piratas condenados,

    Pitonisa de brjulas y cartas,Hada de los salmones peregrinos,no me salves no pidas no renunciesa dejarme en la gloria de perderme,de ascender al cielo y ver de frentelo que algn da habrn de ver los ojosque crucen otro mar abierto y azarosoahora y en la hora de nuestras vidas,Madona.

    Regres con el triunfo en mis banderas.

    Los hombres me rodearon en el puertoenvidiando la hazaa de mi buque.Su casco estaba bruido, carenadocomo esa larga noche en que tus muslosfueron concebidos por mis manos.De nadie sino tuya la tristezade ngel que camina entre los hombres.Quin puede vivir con gloria en tierracuando el tiempo nos quita el goce eterno?Por eso no olvido, Madona,por eso no pidas, mi Lucrezia,que olvide el viaje por ese ocano abierto,mrcame para siempre con tus ojosy despus de la herida nazca el mundo.

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    DEBAHAMAGDALENA

    BAHA MAGDALENA

    Volvemos al barco por la tarde. Nos baamos, sa-biendo que el agua no puede borrar los crepsculosvividos por el da; leemos libros donde se detallan lospasos de la ballena gris, la Eschrichtius robustus, alsumergirse, y en silencio remos por la distancia queexiste entre pginas muertas y la sabidura de Laco,por quien vimos el abanico enorme la cola de laballenahendir el aire. En la pantalla vemos imge-nes de pjaros, dunas y ballenas, como si nuestra tec-nologa fuera capaz de aprisionar el vuelo, el salto, la

    lucha contra la muerte y contra el hambre. Despusde la cena, los cigarros, los besos a la luz de la luna.En la serenidad de la noche, cuando en apariencia lalucha ha terminado, casi junto a nuestro lecho, comola arteria principal de nuestra galaxia, el resoplido.Arriba, parece que las estrellas temblaran y fueran aderrumbarse en la laguna.

    *

    Revive una forma en mi memoria: la ballena queemerge, respira, se arquea. A punto de mirarla porentero, la imagen se desvanece. Estamos en La Paz, enun hotel por cuyas ventanas entra un jardn salvaje.Entre la frescura de las sbanas, regresa a mis pies elcalor de las dunas, los muros esculpidos por el viento,el brillo intolerable de la espuma al fondo de monta-as de un oro fino y silencioso. Por la ventana, laltima lnea del crepsculo a flor de tu piel pulida ytersa donde tambin parecen desvelarse todos losvientos y las aguas. Mirar a travs de otras ventanasla forma de los cerros y estars dormida, como ahora,entre mis brazos. En ese vaivn entre el sueo y lavigilia, volver la lnea que se ondula, se quiebra,

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    estalla en un resoplido caliente, salvaje y espumoso.Como a veces la vida.

    CUERPO ENCARCELADO

    Cuando te verdaderamente beso toda, cuando dejo depensar estos son dientes, lengua tibia, tu saliva, len-tamente me entero de tu historia; y algo que no sabestuyo me transmina, desencadena mareas inaudibles,como si mi cuerpo tendido en la arena fuera bahaque recibe al mar de la resaca. Ese beso llega de sor-presa, sin que podamos conjurarlo a tiempo, y todo lees propicio: el marco de una puerta que nos guarda de

    la lluvia, el intermedio entre los trastos, la cmplicepenumbra de los parques. Pero si el beso ocurre enuna cama, las sbanas combaten, como si ellas quisie-ran enterarse de su propio cuerpo, de aquel pliegueantes dormido que la nueva caricia reconoce. Porqueesos besos son como el milagro que nos deja vivir losotros das en que nada parece rescatable. Y los mila-gros ocurren, para gracia de todos los mortales, decuando en cuando y slo si son absolutamente nece-sarios.

    *

    Cuando te tiendes desnuda y bocabajo, tu espalda memira aunque t duermas: tranquilo mar con su rebaode islas que, a pesar de la poesa, bautizamos pecas.Nadie sabe que all late un sueo no realizado deDios: el ritmo de tus pechos, la ltima gota de sudor,el cabello vertido en las almohadas, como si, aundormida, construyeras un mundo de nombre tan realcomo tu ropa que levanto en mi camino al bao. Msall del deseo de besarte y confirmar en la caricia intilmentemi pasin, siento el cansancio de Diostras concebirte, esa fatiga que slo es privilegio de

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    quien ha ocupado el da de sur a norte, seguro de quemaana es una hoja en blanco invadida por palabrasque, si antiguas, cobran nuevo sentido en cada acto.

    RETRATO DE LA LLUVIA

    En la zona ms dura de la noche, cuando el insomne yel suicida suean, la lluvia. Desde sus primeros pasosanuncia la inminencia del diluvio. Sus primeras cari-cias, labios que en otra boca inician ese lento combateque habr de concluir en el naufragio, dicen que sucancin ser larga como esa va o aquel muro de pie-dra cuyo final no vemos al fondo de la calle. Sbita-

    mente se cierra, ocupa el ltimo espacio virgen de laatmsfera y se deja caer sobre rboles, plazas, azoteas,con una furia tal que pareciera combatir al calor detodos los veranos, o furamos a mirarla por ltima vez.Y cuando la mano toca el cuerpo elegido para que elamor tome forma en otra carne que es ya la nues-tra sentimos, como la ciudad, lavarnos intermina-blemente, seguros de amanecer con rostro nuevo, dis-puestos a combatir aunque sepamos que la derrota esel nico premio de los hroes.

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    Vicente Quirarte, Material de Lectura, Serie Poesa Moderna,nm. 197, de la Coordinacin de Difusin Cultural de la UNAM.

    Cuidado de la edicin: Ana Cecilia Lazcano.Fotografa de portada: Rogelio Cullar.