via lucis camino de la luz

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VIA LUCIS CAMINO DE LA LUZ Devocionario. Principales Oraciones Estaciones según los relatos evangélicos de la Resurrección a Pentecostés. Por: Manuel Martín, Alfonso Sánchez-Rey,J.Javier Romera | Fuente: archimadrid.com Hay una devoción popular con tradición desde la edad media, que es el Via Crucis (el camino de la cruz). En él se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo: desde la oración en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo (cf. "Via Crucis según los relatos evangélicos"). Pero ésta es la primera parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la mañana de la Resurrección, sino que se extiende hasta la efusión del Espíritu Santo y su actuación maravillosa. Desde el Domingo de Pascua hasta el de Pentecostés hubo cincuenta días llenos de acontecimientos, inolvidables y trascendentales, que los cercanos a Jesús vivieron intensamente, con una gratitud y un gozo inimaginables. De igual forma que las etapas de Jesús camino del Calvario se han convertido en oración, queremos seguir también a Jesús en su camino de gloria. Éste es el sentido último de esta propuesta una invitación a meditar la etapa final del paso de Jesús por la tierra. El Via Lucis, "camino de la luz" es una devoción reciente que puede complementar la del Via Crucis. En ella se recorren catorce estaciones con Cristo triunfante desde la Resurrección a Pentecostés, siguiendo los relatos evangélicos. Incluímos también la venida del Espíritu Santo porque, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "El día de Pentecostés, al término de las siete semanas pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina" (n.731). La devoción del Via Lucis se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los domingos del año que están muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado. Cómo rezar el Via Lucis Para rezar el Via Lucis, en que compartimos con Jesús la alegría de su Resurrección, proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el Via Crucis: Enunciado de la estación; Presentación o monición que encuadra la escena; Texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en las dos últimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apóstoles); Oración que pretende tener un tono de súplica Si se desea, después del enunciado de cada una de las estaciones, se puede decir: V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya. V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Nuestra disposición inicial

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VIA LUCIS

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VIA LUCIS CAMINO DE LA LUZDevocionario. Principales OracionesEstaciones segn los relatos evanglicos de la Resurreccin a Pentecosts.Por: Manuel Martn, Alfonso Snchez-Rey,J.Javier Romera | Fuente: archimadrid.comHay una devocin popular con tradicin desde la edad media, que es el Via Crucis (el camino de la cruz). En l se recorren los momentos ms sobresalientes de la Pasin y Muerte de Cristo: desde la oracin en el huerto hasta la sepultura de su cuerpo (cf. "Via Crucis segn los relatos evanglicos"). Pero sta es la primera parte de una historia que no acaba en un sepulcro, ni siquiera en la maana de la Resurreccin, sino que se extiende hasta la efusin del Espritu Santo y su actuacin maravillosa.Desde el Domingo de Pascua hasta el de Pentecosts hubo cincuenta das llenos de acontecimientos, inolvidables y trascendentales, que los cercanos a Jess vivieron intensamente, con una gratitud y un gozo inimaginables.De igual forma que las etapas de Jess camino del Calvario se han convertido en oracin, queremos seguir tambin a Jess en su camino de gloria. ste es el sentido ltimo de esta propuesta una invitacin a meditar la etapa final del paso de Jess por la tierra.El Via Lucis, "camino de la luz" es una devocin reciente que puede complementar la del Via Crucis. En ella se recorren catorce estaciones con Cristo triunfante desde la Resurreccin a Pentecosts, siguiendo los relatos evanglicos. Inclumos tambin la venida del Espritu Santo porque, como dice el Catecismo de la Iglesia Catlica: "El da de Pentecosts, al trmino de las siete semanas pascuales, la Pascua de Cristo se consuma con la efusin del Espritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina" (n.731).La devocin del Via Lucis se recomienda en el Tiempo Pascual y todos los domingos del ao que estn muy estrechamente vinculados a Cristo resucitado.Cmo rezar el Via LucisPara rezar el Via Lucis, en que compartimos con Jess la alegra de su Resurreccin, proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el Via Crucis:Enunciado de la estacin;Presentacin o monicin que encuadra la escena;Texto evanglico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos (en las dos ltimas estaciones hemos tomado el texto de los Hechos de los Apstoles);Oracin que pretende tener un tono de splicaSi se desea, despus del enunciado de cada una de las estaciones, se puede decir:V/ Verdaderamente ha resucitado el Seor. Aleluya.R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.V/ Gloria al Padre y al Hijo y al Espritu Santo.R/ Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amn.Nuestra disposicin inicialLos acontecimientos del Via Crucis concluyen en un sepulcro, y dejan quiz en nuestro interior una imagen de fracaso. Pero se no es el final. Jess con su Resurreccin triunfa sobre el pecado y sobre la muerte.Y, resucitado, dedicar nada menos que cuarenta das en devolver la fe y la esperanza a los suyos. Despus los dejar diez das de reflexin - a modo de jornadas de retiro y oracin - en torno a Mara para que reciban la fuerza del Espritu que les capacite para cumplir la misin que El les ha confiado.En los encuentros de Jess con los suyos, llenos de intimidad y de esperanza, el Seor parece jugar con ellos: aparece de improviso, donde y como menos se esperan, les llena de alegra y fe, y desaparece dejndoles de nuevo esperando. Pero despus de su presencia viene la confianza firme, la paz que ya nadie podr arrebatarles. Todo se ilumina de una luz nueva.El Via Lucis es el camino de la luz, del gozo y la alegra vividos con Cristo y gracias a Cristo resucitado. Vamos a vivir con los discpulos su alegra desbordante que sabe contagiar a todos. Vamos a dejarnos iluminar con la presencia y accin de Cristo resucitado que vive ya para siempre entre nosotros. Vamos a dejarnos llenar por el Espritu Santo que vivifica el alma.Oracin PreparatoriaSeor Jess, con tu Resurreccin triunfaste sobre la muerte y vives para siempre comunicndonos la vida, la alegra, la esperanza firme. T que fortaleciste la fe de los apstoles, de las mujeres y de tus discpulos ensendolos a amar con obras, fortalece tambin nuestro espritu vacilante, para que nos entreguemos de lleno a Ti. Queremos compartir contigo y con tu Madre Santsima la alegra de tu Resurreccin gloriosa. T que nos has abierto el camino hacia el Padre, haz que, iluminados por el Espritu Santo, gocemos un da de la gloria eterna.PRIMERA ESTACIN.CRISTO VIVE!: HA RESUCITADO!En la ciudad santa, Jerusaln, la noche va dejando paso al Primer Da de la semana. Es un amanecer glorioso, de alegra desbordante, porque Cristo ha vencido definitivamente a la muerte. Cristo vive! Aleluya!Del Evangelio segn San Mateo 28, 1-7. (cf. Mc 16, 1-8; Lc, 24, 1-9; Jn 20, 1-2).ComentarioEn los sepulcros suele poner "aqu yace", en cambio en el de Jess el epitafio no estaba escrito sino que lo dijeron los ngeles: "Por qu buscis entre los muertos al que vive? No est aqu, sino que ha resucitado" (Lc 24, 5-6).Cuando todo parece que est acabado, cuando la muerte parece haber dicho la ltima palabra, hay que proclamar llenos de gozo que Cristo vive, porque ha resucitado. Esa es la gran noticia, la gran verdad que da consistencia a nuestra fe, que llena de una alegra desbordante nuestra vida, y que se entrega a todos: "hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Noticia" (1 Pe 4, 6), porque Jess abri las puertas del cielo a los justos que murieron antes que l.Cristo, que ha querido redimirnos dejndose clavar en un madero, entregndose plenamente por amor, ha vencido a la muerte. Su muerte redentora nos ha liberado del pecado, y ahora su resurreccin gloriosa nos ha abierto el camino hacia el Padre.OracinSeor Jess, hemos querido seguirte en los momentos difciles de tu Pasin y Muerte, sin avergonzarnos de tu cruz redentora. Ahora queremos vivir contigo la verdadera alegra, la alegra que brota de un corazn enamorado y entregado, la alegra de la resurreccin. Pero ensanos a no huir de la cruz, porque antes del triunfo suele estar la tribulacin. Y slo tomando tu cruz podremos llenarnos de ese gozo que nunca acaba.SEGUNDA ESTACIN.EL ENCUENTRO CON MARA MAGDALENA.Mara Magdalena, va al frente de las mujeres que se dirigen al sepulcro para terminar de embalsamar el cuerpo de Jess. Llora su ausencia porque ama, pero Jess no se deja ganar en generosidad y sale a su encuentro.Del Evangelio segn San Juan 20, 10-18 (cf. Mc 16, 9-11; Mt 28, 9-10).

ComentarioLa Magdalena ama a Jess, con un amor limpio y grande. Su amor est hecho de fortaleza y eficacia, como el de tantas mujeres que saben hacer de l entrega. Mara ha buscado al Maestro y la respuesta no se ha hecho esperar: el Seor reconoce su cario sin fisuras, y pronuncia su nombre. Cristo nos llama por nuestros nombres, personalmente, porque nos ama a cada uno. Y a veces se oculta bajo la apariencia del hortelano, o de tantos hombres o mujeres que pasan, sin que nos demos cuenta, a nuestro lado.Mara Magdalena, una mujer, se va a convertir en la primera mensajera de la Resurreccin: recibe el dulce encargo de anunciar a los apstoles que Cristo ha resucitado.OracinVirgen Mara, Madre de Dios y Madre nuestra, la tradicin cristiana nos dice que la primera visita de tu Hijo resucitado fue a ti, no para fortalecer tu fe, que en ningn momento haba decado, sino para compartir contigo la alegra del triunfo. Nosotros te queremos pedir que, como Mara Magdalena, seamos testigos y mensajeros de la Resurreccin de Jesucristo, viviendo contigo el gozo de no separarnos nunca del Seor.TERCERA ESTACIN.JESS SE APARECE A LAS MUJERESLas mujeres se ven desbordadas por los hechos: el sepulcro est vaco y un ngel les anuncia que Cristo vive. Y les hace un encargo: anunciadlo a los apstoles. Pero la mayor alegra es ver a Jess, que sale a su encuentro.Del Evangelio segn San Mateo 28, 8-10.ComentarioLas mujeres son las primeras en reaccionar ante la muerte de Jess. Y obran con diligencia: su cario es tan autntico que no repara en respetos humanos, en el qu dirn. Cuando embalsamaron el cuerpo de Jess lo tuvieron que hacer tan rpidamente que no pudieron terminar ese piadoso servicio al Maestro. Por eso, como han aprendido a querer, a hacer las cosas hasta el final, van a acabar su trabajo. Son valientes y generosas, porque aman con obras. Han echado fuera el sueo y la pereza y, antes de despuntar el da, ya se encaminan hacia el sepulcro. Hay dificultades objetivas: los soldados, la pesada piedra que cubre la estancia donde est colocado el Seor. Pero ellas no se asustan porque saben poner todo en manos de Dios.OracinSeor Jess, danos la valenta de aquellas mujeres, su fortaleza interior para hacer frente a cualquier obstculo. Que, a pesar de las dificultades, interiores o exteriores, sepamos confiar y no nos dejemos vencer por la tristeza o el desaliento, que nuestro nico mvil sea el amor, el ponernos a tu servicio porque, como aquellas mujeres, y las buenas mujeres de todos los tiempos, queremos estar, desde el silencio, al servicio de los dems.CUARTA ESTACIN.LOS SOLDADOS CUSTODIAN EL SEPULCRO DE CRISTOPara ratificar la resurreccin de Cristo, Dios permiti que hubiera unos testigos especiales: los soldados puestos por los prncipes de los sacerdotes, precisamente para evitar que hubiera un engao.Del Evangelio segn San Mateo 28, 11-15.ComentarioLos enemigos de Cristo quisieron cerciorarse de que su cuerpo no pudiera ser robado por sus discpulos y, para ello, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y montando la guardia. Y son precisamente ellos quienes contaron lo ocurrido. Qu acertado es el comentario de un Padre de la Iglesia cuando dice a los soldados: "Si dormais por qu sabis que lo han robado?, y si los habis visto, por qu no se lo habis impedido?". Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.En lugar de creer, los sumos sacerdotes y los ancianos quieren ocultar el acontecimiento de la Resurreccin y, con dinero, compran a los soldados, porque la verdad no les interesa cuando es contraria a lo que ellos piensan.OracinSeor Jess, danos la limpieza de corazn y la claridad de mente para reconocer la verdad. Que nunca negociemos con la ella para ocultar nuestras flaquezas, nuestra falta de entrega, que nunca sirvamos a la mentira, para sacar adelante nuestros intereses. Que te reconozcamos, Seor, como la Verdad de nuestra vida.QUINTA ESTACIN.PEDRO Y JUAN CONTEMPLAN EL SEPULCRO VACOLos apstoles han recibido con desconfianza la noticia que les han dado las mujeres. Estn confusos, pero el amor puede ms. Por eso Pedro y Juan se acercan al sepulcro con la rapidez de su esperanza.Del Evangelio segn San Juan 20, 3-10 (cf. Lc 24, 12).ComentarioPedro y Juan son los primeros apstoles en ir al sepulcro. Han llegado corriendo, con el alma esperanzada y el corazn latiendo fuerte. Y comprueban que todo es como les han dicho las mujeres. Hasta los ms pequeos detalles de cmo estaba el sudario quedan grabados en su interior, y reflejados en la Escritura. Cristo ha vencido a la muerte, y no es una vana ilusin: es un hecho de la historia, que va a cambiar la historia. Despus de este hecho, el Seor saldra al encuentro de Pedro, como expresin de la delicadeza de su amor; y as, el que llegara a ser Cabeza de los Apstoles, y tendra que confirmarlos en la fe, recibi una visita personal de Jess. As nos lo cuenta Pablo y Lucas: "[Cristo] se apareci a Cefas y luego a los Doce" (1 Cor 15, 5; cf. Lc 24, 34).OracinSeor Jess, tambin nosotros como Pedro y Juan, necesitamos encaminarnos hacia Ti, sin dejarlo para despus. Por eso te pedimos ese impulso interior para responder con prontitud a lo que puedas querer de nosotros. Que sepamos escuchar a los que nos hablan en tu nombre para que corramos con esperanza a buscarte.SEXTA ESTACIN.JESS EN EL CENCULO MUESTRA SUS LLAGAS A LOS APSTOLESLos discpulos estn en el Cenculo, el lugar donde fue la ltima Cena. Temerosos y desesperanzados, comentan los sucesos ocurridos. Es entonces cuando Jess se presenta en medio de ellos, y el miedo da paso a la paz.Del Evangelio segn San Lucas 24, 36-43 (cf. Mc 16, 14-18; Jn, 20, 19-23).ComentarioCristo resucitado es el mismo Jess que naci en Beln y trabaj durante aos en Nazaret, el mismo que recorri los caminos de Palestina predicando y haciendo milagros, el mismo que lav los pies a sus discpulos y se entreg a sus enemigos para morir en la Cruz. Jesucristo, el Seor que es verdadero Dios y hombre verdadero. Pero los apstoles apenas pueden creerlo: estn asustados, temerosos de correr su misma suerte. Es entonces cuando se presenta en medio de ellos, y les muestra sus llagas como trofeo, la seal de su victoria sobre la muerte y el pecado. Con ellas nos ha rescatado. Han sido el precio de nuestra redencin. No es un fantasma. Es verdaderamente el mismo Jess que los eligi como amigos, y ahora come con ellos. El Seor, que se ha encarnado por nosotros, nos quiere mostrar, an ms explcitamente, que la materia no es algo malo, sino que ha sido transformada porque Jess la ha asumido.OracinSeor Jess, danos la fe y la confianza para descubrirte en todo momento, incluso cuando no te esperamos. Que seas para nosotros no una figura lejana que existi en la historia, sino que, vivo y presente entre nosotros, ilumines nuestro camino en esta vida y, despus, transformes nuestro cuerpo frgil en cuerpo glorioso como el tuyo.SPTIMA ESTACIN.EN EL CAMINO DE EMASEsa misma tarde dos discpulos vuelven desilusionados a sus casas. Pero un caminante les devuelve esperanza. Sus corazones vibran de gozo con su compaa, sin embargo slo se les abren los ojos al verlo partir el pan.Del Evangelio segn San Lucas 24, 13-32Dos discpulos de Jess iban andando aquel mismo da a una aldea llamada Emas (...). Mientras conversaban y discutan, Jess en persona se acerc y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo (...) Y comenzando por Moiss y siguiendo por los profetas, les explic lo que se refera a l en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, l les hizo ademn de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: "Qudate con nosotros porque atardece y el da va de cada". Y entr para quedarse con ellos.Sentado a la mesa con ellos, tom el pan, pronunci la bendicin, lo parti y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero l desapareci. Ellos comentaron: "No arda nuestro corazn mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?"(cf. Mc 16, 12-13)ComentarioLos de Emas se iban tristes y desesperanzados: como tantos hombres y mujeres que ven con perplejidad cmo las cosas no salen segn haban previsto. No acaban de confiar en el Seor. Sin embargo Cristo "se viste de caminante" para iluminar sus pasos decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explica las Escrituras, su corazn, sin terminar de entender, se llena de luz, "arde" de fe, alegra y amor. Hasta que, puestos a la mesa, Jess parte el pan y se les abren la mente y el corazn. Y descubren que era el Seor. Nosotros comprendemos con ellos que Jess nos va acompaando en nuestro camino diario para encaminarnos a la Eucarista: para escuchar su Palabra y compartir el Pan.OracinSeor Jess, cuntas veces estamos de vuelta de todo y de todos! tantas veces estamos desengaados y tristes! Aydanos a descubrirte en el camino de la vida, en la lectura de tu Palabra y en la celebracin de la Eucarista, donde te ofreces a nosotros como alimento cotidiano. Que siempre nos lleve a Ti, Seor, un deseo ardiente de encontrarte tambin en los hermanos.OCTAVA ESTACIN.JESS DA A LOS APSTOLES EL PODER DE PERDONAR LOS PECADOS.Jess se presenta ante sus discpulos. Y el temor de un primer momento da paso a la alegra. Va a ser entonces cuando el Seor les dar el poder de perdonar los pecados, de ofrecer a los hombres la misericordia de Dios.Del Evangelio segn San Juan 20, 19-23 (cf. Mc 16, 14; Lc 24, 36-45).ComentarioLos apstoles no han terminado de entender lo que ha ocurrido en estos das, pero eso no importa ahora, porque Cristo est otra vez junto a ellos. Vuelven a vivir la intimidad del amor, la cercana del Maestro. Las puertas estn cerradas por el miedo, y l les va a ayudar a abrir de par en par su corazn para acoger a todo hombre. Durante la ltima Cena les dio el poder de renovar su entrega por amor: el poder de celebrar el sacrificio de la Eucarista. En estos momentos, les hace partcipes de la misericordia de Dios: el poder de perdonar los pecados. Los apstoles, y con ellos todos los sacerdotes, han acogido este regalo precioso que Dios otorga al hombre: la capacidad de volver a la amistad con Dios despus de haberlo abandonado por el pecado, la reconciliacin.OracinSeor Jess, que sepamos descubrir en los sacerdotes otros Cristos, porque has hecho de ellos los dispensadores de los misterios de Dios. Y, cuando nos alejemos de Ti por el pecado, aydanos a sentir la alegra profunda de tu misericordia en el sacramento de la Penitencia. Porque la Penitencia limpia el alma, devolvindonos tu amistad, nos reconcilia con la Iglesia y nos ofrece la paz y serenidad de conciencia para reemprender con fuerza el combate cristiano.NOVENA ESTACIN.JESS FORTALECE LA FE DE TOMS.Toms no estaba con los dems apstoles en el primer encuentro con Jess resucitado. Ellos le han contado su experiencia gozosa, pero no se ha dejado convencer. Por eso el Seor, ahora se dirige a l para confirmar su fe.Del Evangelio segn San Juan 20, 26-29ComentarioToms no se deja convencer por las palabras, por el testimonio de los dems apstoles, y busca los hechos: ver y tocar. Jess, que conoce tan ntimamente nuestro corazn, busca recuperar esa confianza que parece perdida. La fe es una gracia de Dios que nos lleva reconocerlo como Seor, que mueve nuestro corazn hacia l, que nos abre los ojos del espritu. La fe supera nuestras capacidades pero no es irracional, ni algo que se imponga contra nuestra libertad: es ms bien una luz que ilumina nuestra existencia y nos ayuda y fortalece para reconocer la verdad y aprender a amarla. Qu importante es estar pegados a Cristo, aunque no lo sintamos cerca, aunque no lo toquemos, aunque no lo veamos!OracinSeor Jess, aumntanos la fe, la esperanza y el amor. Danos una fe fuerte y firme, llena de confianza. Te pedimos la humildad de creer sin ver, de esperar contra toda esperanza y de amar sin medida, con un corazn grande. Como dijiste al apstol Toms, queremos, an sin ver, rendir nuestro juicio y abrazarnos con firmeza a tu palabra y al magisterio de la Iglesia que has instituido, para que tu Pueblo permanezca en la verdad que libera.DCIMA ESTACIN.JESS RESUCITADO EN EL LAGO DE GALILEALos apstoles han vuelto a su trabajo: a la pesca. Durante toda la noche se han esforzado, sin conseguir nada. Desde la orilla Jess les invita a empezar de nuevo. Y la obediencia les otorga una muchedumbre de peces.Del Evangelio segn San Juan 21, 1-6aEn aquel tiempo, Jess se apareci otra vez a los discpulos junto al lago de Tiberades. Y se apareci de esta manera: Estaban juntos Simn Pedro, Toms apodado el Mellizo, Natanael el de Can de Galilea, los Zebedeos y otros dos discpulos suyos. Simn Pedro les dice: "Me voy a pescar". Ellos contestan: "Vamos tambin nosotros contigo". Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jess se present en la orilla; pero los discpulos no saban que era Jess. Jess les dice: "Muchachos, tenis pescado?". Ellos contestaron: "No". l les dice: "Echad la rea a la derecha de la barca y encontraris". La echaron, y no tenan fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discpulo que Jess tanto quera le dice a Pedro: "Es el Seor".ComentarioEn los momentos de incertidumbre, los apstoles se unen en el trabajo con Pedro. La barca de Pedro, el pescador de Galilea, es imagen de la Iglesia, cuyos miembros, a lo largo de la historia estn llamados a poner por obra el mandato del Seor: "seris pescadores de hombres". Pero no vale nicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Seor, findonos de su palabra, y echar las redes. En las circunstancias difciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo por nuestra parte, es el momento de la confianza en Dios, de la fidelidad a la Iglesia, a su doctrina. El apostolado, la extensin del Reino, es fruto de la gracia de Dios y del esfuerzo y docilidad del hombre. Pero hay que saber descubrir a Jess en la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y l nos premiar con frutos abundantes.OracinSeor Jess, haz que nos sintamos orgullosos de estar subidos en la barca de Pedro, en la Iglesia. Que aprendamos a amarla y respetarla como madre. Ensanos, Seor, a apoyarnos no slo en nosotros mismos y en nuestra actividad, sino sobre todo en Ti. Que nunca te perdamos de vista, y sigamos siempre tus indicaciones, aunque nos parezcan difciles o absurdas, porque slo as recogeremos frutos abundantes que sern tuyos, no nuestros.UNDCIMA ESTACIN.JESS CONFIRMA A PEDRO EN EL AMORJess ha cogido aparte a Pedro porque quiere preguntarle por su amor. Quiere ponerlo al frente de la naciente Iglesia. Pedro, pescador de Galilea, va a convertirse en el Pastor de los que siguen al Seor. Del Evangelio segn San Juan 21, 15-19.ComentarioPedro, el impulsivo, el fogoso, queda a solas con el Seor. Y se siente avergonzado porque le ha fallado cuando ms lo necesitaba. Pero Jess no le reprocha su cobarda: el amor es ms grande que todas nuestras miserias. Le lleva por el camino de renovar el amor, de recomenzar, porque nunca hay nada perdido. Las tres preguntas de Jess son la mejor prueba de que l s es fiel a sus promesas, de que nunca abandona a los suyos: siempre est abierta, de par en par, la puerta de la esperanza para quien sabe amar. La respuesta de Cristo, Buen Pastor, es ponerle a l y a sus Sucesores al frente de la naciente Iglesia, para pastorear al Pueblo de Dios con la solicitud de un padre, de un maestro, de un hermano, de un servidor. As, Pedro, el primer Papa, y luego sus sucesores son "el Siervo de los siervos de Dios".OracinSeor Jess, que sepamos reaccionar antes nuestros pecados, que son traiciones a tu amistad, y volvamos a Ti respondiendo al amor con amor. Aydanos a estar muy unidos al sucesor de Pedro, al Santo Padre el Papa, con el apoyo eficaz que da la obediencia, porque es garanta de la unidad de la Iglesia y de la fidelidad al Evangelio.DUODCIMA ESTACIN.LA DESPEDIDA: JESS ENCARGA SU MISIN A LOS APSTOLESAntes de dejar a sus discpulos el Seor les hace el encargo apostlico: la tarea de extender el Reino de Dios por todo el mundo, de hacer llegar a todos los rincones la Buena Noticia. Del Evangelio segn San Mateo 28, 16-20. cf. Lc 24, 44-48.

ComentarioLos ltimos das de Jess en la tierra junto a sus discpulos debieron quedar muy grabados en sus mentes y en sus corazones. La intimidad de la amistad se ha ido concretando con la cercana del resucitado, que les ha ayudado a saborear estos ltimos instantes con l. Pero el Seor pone en su horizonte toda la tarea que tienen por delante: "Id al mundo entero...". Ese es su testamento: hay que ponerse en camino para llevar a todos el mensaje que han visto y odo. Estn por delante las tres grandes tareas de todo apstol, de todo cristiano: predicar, hablar de Dios para que la gente crea; bautizar, hacer que las personas lleguen a ser hijos de Dios, que celebren los sacramentos; y vivir segn el Evangelio, para parecerse cada da ms a Jess, el Maestro, el Seor.OracinSeor Jess, que llenaste de esperanza a los apstoles con el dulce mandato de predicar la Buena Nueva, dilata nuestro corazn para que crezca en nosotros el deseo de llevar al mundo, a cada hombre, a todo hombre, la alegra de tu Resurreccin, para que as el mundo crea, y creyendo sea transformado a tu imagen.DCIMOTERCERA ESTACINJESS ASCIENDE AL CIELOCumplida su misin entre los hombres, Jess asciende al cielo. Ha salido del Padre, ahora vuelve al Padre y est sentado a su derecha. Cristo glorioso est en el cielo, y desde all habr de venir como Juez de vivos y muertos.De los Hechos de los Apstoles 1, 9-11 (cf. Mc 16, 19-20; Lc 24, 50-53).ComentarioTodos se han reunido para la despedida del Maestro. Sienten el dolor de la separacin, pero el Seor les ha llenado de esperanza. Una esperanza firme: "Yo estar con vosotros todos los das hasta el fin del mundo". Por eso los ngeles les sacan de esos primeros instantes de desconcierto, de "mirar al cielo". Es el momento de ponerse a trabajar, de emplearse a fondo para llevar el mensaje de alegra, la Buena Noticia, hasta los confines del mundo, porque contamos con la compaa de Jess, que no nos abandona. Y no podemos perder un instante, porque el tiempo no es nuestro, sino de Dios, para quemarlo en su servicio.Jesucristo ha querido ir por delante de nosotros, para que vivamos con la ardiente esperanza de acompaarlo un da en su Reino. Y est sentado a la derecha del Padre, hasta que vuelva al final de los tiempos.OracinSeor Jess, tu ascensin al cielo nos anuncia la gloria futura que has destinado para los que te aman. Haz, Seor, que la esperanza del cielo nos ayude a trabajar sin descanso aqu en la tierra. Que no permanezcamos nunca de brazos cruzados, sino que hagamos de nuestra vida una siembra continua de paz y de alegra.DCIMOCUARTA ESTACINLA VENIDA DEL ESPRITU SANTO EN PENTECOSTSLa promesa firme que Jess ha hecho a sus discpulos es la de enviarles un Consolador. Cincuenta das despus de la Resurreccin, el Espritu Santo se derrama sobre la Iglesia naciente para fortalecerla, confirmarla, santificarla. De los Hechos de los Apstoles 2, 1-4ComentarioJess, el Hijo de Dios, est ya en el cielo, pero ha prometido a sus amigos que no quedarn solos. Y fiel a la promesa, el Padre, por la oracin de Jess, enva al Espritu Santo, la Tercera Persona de la Santsima Trinidad. Muy pegados a la Virgen, Madre de la Iglesia, reciben el Espri tu Santo. l es el que llena de luz la mente y de fuego el corazn de los discpulos para darles la fuerza y el impulso para predicar el Reino de Dios. Queda inaugurado el "tiempo de la Iglesia". A partir de este momento la Iglesia, que somos todos los bautizados, est en peregrinacin por este mundo. El Espritu Santo la gua a lo largo de la historia de la humanidad, pero tambin a lo largo de la propia historia personal de cada uno, hasta que un da participemos del gozo junto a Dios en el cielo.OracinDios Espritu Santo, Dulce Husped del alma, Consolador y Santificador nuestro, inflama nuestro corazn, llena de luz nuestra mente para que te tratemos cada vez ms y te conozcamos mejor. Derrama sobre nosotros el fuego de tu amor para que, transformados por tu fuerza, te pongamos en la entraa de nuestro ser y de nuestro obrar, y todo lo hagamos bajo tu impulso.ORACIN FINALSeor y Dios nuestro, fuente de alegra y de esperanza, hemos vivido con tu Hijo los acontecimientos de su Resurreccin y Ascensin hasta la venida del Espritu Santo; haz que la contemplacin de estos misterios nos llene de tu gracia y nos capacite para dar testimonio de Jesucristo en medio del mundo. Te pedimos por tu Santa Iglesia: que sea fiel reflejo de las huellas de Cristo en la historia y que, llena del Espritu Santo, manifieste al mundo los tesoros de tu amor, santifique a tus fieles con los sacramentos y haga partcipes a todos los hombres de la resurreccin eterna. Por Jesucristo nuestro Seor.OjoSeo Majo: (Esta es otra forma para que elija lo que puedan trabajar segn el tiempo que designen para ella)Va Lucis Durante siglos las generaciones cristianas han acompaado a Cristo camino del Calvario, en una de las ms hermosas devociones: el Va Crucis. Por qu no intentar -no , sino - acompaar a Jess tambin en las catorce estaciones de su triunfo?Esta meditacin pascual es la que encierran las pginas que siguen. Primera estacinJESS, RESUCITADO CONQUISTA LA VIDA VERDADERAPasado el sbado, ya para amanecer el da primero de la semana, vino Mara Magdalena con la otra Mara a ver el sepulcro. Y sobrevino un gran terremoto, pues un ngel del Seor baj del cielo y acercndose removi la piedra del sepulcro y se sent sobre ella. Era su aspecto como el relmpago, y su vestidura blanca como la nieve. De miedo de l temblaron los guardias y se quedaron como muertos. El ngel, dirigindose a las mujeres, dijo: No temis vosotras, pues s que buscis a Jess, el crucificado. No est aqu; ha resucitado, segn lo haba dicho. Venid y ved el sitio donde fue puesto.(Mt 28, 1-6)Gracias, Seor, porque al romper la piedra de tu sepulcro nos trajiste en las manos la vida verdadera, no slo un trozo ms de esto que los hombres llamamos vida, sino la inextinguible, la zarza ardiendo que no se consume, la misma vida que vive Dios. Gracias por este gozo, gracias por esta Gracia, gracias por esta vida eterna que nos hace inmortales, gracias porque al resucitar inauguraste la nueva humanidad y nos pusiste en las manos estas vida multiplicada, este milagro de ser hombres y ms, esta alegra de sabernos partcipes de tu triunfo, este sentirnos y ser hijos y miembros de tu cuerpo de hombre y Dios resucitado.Segunda estacinSU SEPULCRO VACO MUESTRA QUE JESS HA VENIDO A LA MUERTEMuy de madrugada, el primer da despus del sbado, en cuanto sali el sol, vinieron al monumento. Se decan entre s: Quin nos remover la piedra de la entrada del monumento? Y mirando, vieron que la piedra estaba removida; era muy grande. Entrando en el monumento, vieron un joven sentado a la derecha, vestido de una tnica blanca, y quedaron sobrecogidas de espanto. l les dijo: No os asustis. Buscis a Jess Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no est aqu; mirad el sitio en que le pusieron. (Mc 16, 2-6)Hoy, al resucitar, dejaste tu sepulcro abierto como una enorme boca, que grita que has vencido a la muerte. Ella, que hasta ayer era la reina de este mundo, a quien se sometan los pobres y los ricos, se bate hoy en triste retirada vencida por tu mano de muerto-vencedor. Cmo podran aprisionar tu fuerza unos metros de tierra? Alzaste tu cuerpo de la fosa como se alza una llama, como el sol se levanta tras los montes del mundo, y se qued la muerte muerta, amordazada la invencible, destruido por siempre su terrible dominio. El sepulcro es la prueba: nadie ni nada encadena tu alma desbordante de vida y esta tumba vaca muestra ahora que t eres un Dios de vivos y no un Dios de muertos. Tercera estacinJESS, BAJANDO A LOS INFIERNOS, MUESTRA EL TRIUNFO DE SU RESURRECCINPorque tambin Cristo muri una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Muri en la carne, pero volvi a la vida por el Espritu y en l fue a pregonar a los espritus que estaban en la prisin.(1 Pe 3, 18)Ms no resucitaste para ti solo. Tu vida era contagiosa y queras repartir entre todos el pan bendito de tu resurreccin.Por eso descendiste hasta el seo de Abrahn, para dar a los muertos de mil generaciones la caliente limosna de tu vida recin conquistada. Y los antiguos patriarcas y profetas que te esperaban desde siglos y siglos se pusieron de pie y te aclamaron, diciendo:Y tendieron sus manos brot este nuevo milagro de la multiplicacin de la sangre y de la vida.Cuarta estacinJESS RESUCITA POR LA FE EN EL ALMA DE MARA E Isabel se llen del Espritu Santo, y clam con fuerte voz: Bendita t entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! De dnde a m que la madre de mi Seor venga a m? Porque as que son la voz de tu salutacin en mis odos, exult de gozo el nio de mi seno. Dichosa la que ha credo que se cumplir lo que se le ha dicho de parte del Seor.Dijo Mara: Mi alma engrandece al Seor y exulta de jbilo mi espritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva; por eso todas las generaciones me llamarn bienaventurada, porque ha hecho en m maravillas el Poderoso, cuyo nombre es santo. (Luc 1, 41-49)No sabemos si aquella maana del domingo visitaste a tu Madre, pero estamos seguros de que resucitaste en ella y para ella, que ella bebi a grandes sorbos el agua de tu resurreccin, que nadie como ella se alegr con tu gozo y que tu dulce presencia fue quitando uno a uno los cuchillos que traspasaban su alma de mujer. No sabemos si te vio con sus ojos, mas s que te abraz con los brazos del alma, que te vio con los cinco sentidos de su fe. Ah, si nosotros supiramos gustar una centsima de su gozo. Ah, si aprendisemos a resucitar en ti como ella. Ah, si nuestro corazn estuviera tan abierto como estuvo el de Mara aquella maana del domingo. Quinta estacinJESS ELIGE A UNA MUJER COMO APSTOL DE SUS APSTOLESMara se qued junto al monumento, fuera, llorando. Mientras lloraba se inclin hacia el monumento, y vio a dos ngeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies de donde haba estado el cuerpo de Jess. Le dijeron: Por qu lloras, mujer? Ella les dijo: porque han tomado a mi Seor y no s dnde le han puesto. Diciendo esto, se volvi para atrs y vio a Jess que estaba all, pero no conoci que fuera Jess. Djole Jess: Mujer, por qu lloras? A quin buscas? Ella, creyendo que era el hortelano, le dijo: Seor, si les has llevado t, dime dnde le has puesto, y yo le tomar. Djole Jess: Mara! Ella, volvindose, le dijo en hebreo: , que quiere decir Maestro. Jess le dijo: No me toques, porque an no he subido al Padre; pero ve a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y aVuestro Dios.Mara Magdalena fue a anunciar a los discpulos: , y las cosas que le haba dicho. (Jn 20, 11-18)Lo mismo que Mara Magdalena decimos hoy nosotros: Marchamos por el mundo y no encontramos nada en qu poner los ojos, nadie en quien podamos poner entero nuestro corazn. Desde que t te fuiste nos han quitado el alma y no sabemos dnde apoyar nuestra esperanza, ni encontrarnos una sola alegra que no tenga venenos. Dnde estas? Dnde fuiste, jardinero del alma, en qu sepulcro, en qu jardn te escondes? O es que t ests delante de nuestros mismos ojos y no sabemos verte? ests en los hermanos y no te conocemos? Te ocultas en los pobres, resucitas en ellos y nosotros pasamos a su lado sin reconocerte? Llmame por mi nombre para que yo te vea, para que reconozca la voz con que hace aos me llamaste a la vida en el bautismo, para que redescubra que t eres mi maestro. Y envame de nuevo a transmitir de nuevo tu gozo a mis hermanos, hazme apstol de apstoles como aquella mujer privilegiada que, porque te am tanto,conoci el privilegio de beber la primera el primer sorbo de tu resurreccin.Sexta estacinJESS DEVUELVE LA ESPERANZA A DOS DISCPULOS DESNIMADOSEl mismo da, dos de ellos iban a una aldea, que dista de Jerusaln sesenta estadios, llamada Emas, y hablaban entre s de todos esos acontecimientos. Mientras iban hablando y razonando, el mismo Jess se les acerc e iba con ellos, pero sus ojos no podan reconocerle.Y les dijo: Qu discursos son estos que vais haciendo entre vosotros mientras caminis? Ellos se detuvieron entristecidos, y tomando la palabra uno de ellos, por nombre Cleofs, le dijo: eres t el nico forastero en Jerusaln que no conoce los sucesos en ella ocurridos estos das? El les dijo: Cules? Contestronle: lo de Jess Nazareno, varn profeta, poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cmo le entregaron los prncipes de los sacerdotes y nuestros magistrados para que fuese condenado a muerte y crucificado. Nosotros esperbamos que sera l quien rescatara a Israel; mas, con todo, van ya tres das desde que esto ha sucedido. Nos dejaron estupefactos ciertas mujeres de las nuestras que, yendo de madrugada al monumento,no encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que haba tenido una visin de ngeles que les dijeron que viva. Algunos de los nuestros fueron al monumento y hallaron las cosas como las mujeres decan, pero a l no le vieron. Y l les dijo: Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazn para creer todo lo que vaticinaron los profetas! No era preciso que el Mesas padeciese esto y entrase en su gloria? Y comenzando por Moiss y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a l se refera en todas las Escrituras. Se acercaron a la aldea adonde iban, y l fingi seguir adelante. Obligrosle dicindole: Qudate con nosotros, pues el da ya declina. Y entr para quedarse con ellos. Puesto con ellos a la mesa, tom el pan, lo bendijo, lo parti y se lo dio. Se les abrieron los ojos y le reconocieron, y despareci de su presencia. (Lc 24, 13-31) Lo mismo que los dos de Emas aquel da tambin yo marcho ahora decepcionado y triste pensando que en el mundo todo es muy fuerte y fracaso. El dolor es ms fuerte que yo, me acogota la soledad y digo que t, Seor, nos has abandonado. Si leo tus palabras me resultaron inspidas, si miro a mis hermanos me parecen hostiles, si examino el futuro slo veo desgracias.Estoy desanimado. Pienso que la fe es un fracaso, que he perdido mi tiempo siguindote y buscndote y hasta me parece que triunfan y viven ms alegres los que adoran el dulce becerro del dinero y del vicio. Me alejo de tu cruz, busco el descanso en mi casa de olvidos, Dispuesto a alimentarse desde hoy en las vias de la mediocridad. No he perdido la fe, pero s la esperanza, s el coraje de seguir apostando por ti. Y no podras salir hoy al camino y pasear conmigo como aquella maana con los dos de Emas? No podras descubrirme el secreto de tu santa Palabra y conseguir que vuelva a calentar mi entraa? No podras quedarte a dormir con nosotros y hacer que descubramos tu presencia en el Pan? Sptima estacinJESS MUESTRA A LOS SUYOS SU CARNE HERIDA Y VENCEDORAPasados ocho das, otra vez estaban dentro los discpulos, y Toms con ellos. Vino Jess, cerradas las puertas y, puesto en medio de ellos, dijo: La paz sea con vosotros.Luego dijo a Toms : Alarga ac tu dedo y mira mis manos, y tiende tu mano y mtela en mi costado, y no seas incrdulo, sino fiel. Respondi Toms y dijo: Seor mo y Dios mo! Jess le dijo: Porque me has visto has credo; dichosos los que sin ver creyeron. Muchas otras seales hizo Jess en presencia de los discpulos que no estn escritas en este libro; y stas fueron escritas para que creis que Jess es el Mesas, Hijo de Dios, y para que creyendo tengis vida en su nombre.(Jn 20, 26-31)Gracias, Seor, porque resucitaste no slo con tu alma, ms tambin con tu carne. Gracias porque quisiste regresar de la muerte trayendo tus heridas. Gracias porque dejaste a Toms que pusiera su mano en tu costado y comprobara que el Resucitado es exactamente el mismo que muri en una cruz. Gracias por explicarnos que el dolor nunca puede amordazar el alma y que cuando sufrimos estamos tambin resucitando. Gracias por ser un Dios que ha aceptado la sangre, gracias por no avergonzarte de tus manos heridas, gracias por ser un hombre entero y verdadero.Ahora sabemos que eres uno de nosotros sin dejar de ser Dios, ahora entendemos que el dolor no es un fallo de tus manos creadoras, ahora que t lo has hecho tuyo comprendemos que el llanto y las heridas son compatibles con la resurreccin. Djame que te diga que me siento orgulloso de tus manos heridas de Dios y hermano nuestro. Deja que entre tus manos crucificadas ponga estas manos maltrechas de mi oficio de hombreOctava estacinCON SU CUERPO GLORIOSO, JESS EXPLICAQUE TAMBIN LOS NUESTROS RESUCITARNMientras esto hablaban, se present en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. Aterrados y llenos de miedo, crean ver un espritu. El les dijo: Por qu os turbis y por qu suben a vuestro corazn esos pensamientos? Ved mis manos y mis pies, que soy yo. Palpadme y ved, que el espritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Diciendo esto, les mostr las manos y los pies. No creyendo an ellos, en fuerza del gozo y de la admiracin, les dijo: Tenis aqu algo de comer? Le dieron un trozo de pez asado, Y tomndolo, comi delante de ellos. (Lc 24, 36-43), decas a los tuyos temiendo que creyeran que tu resurreccin era tan slo un smbolo, una dulce metfora, una ilusin hermosa para seguir viviendo. Era tan grande el gozo de reencontrarte vivo que no podan creerlo; no caba en sus pobres cabezas que entendan de llantos, pero no de alegras.El hombre, ya lo sabes, es incapaz de muchas esperanzas. Como l tiene el corazn pequeo cree que el tuyo es tacao. Como te ama tan poco no puede sospechar que t puedas amarle. Como vive amasando pedacitos de tiempo siente vrtigo ante la eternidad. Y as va por el mundo arrastrando su carne sin sospechar que pueda ser una carne eterna. Conoce el pudridero donde mueren los muertos; no logra imaginarse el da en que esos muertos volvern a ser nios, con una infancia eterna. Mustranos bien tu cuerpo, Cristo vivo, ensanos ahora la verdadera infancia, la que t preparas ms all de la muerte!Novena estacin JESS BAUTIZA A LOS APSTOLES CONTRA EL MIEDOLa tarde del primer da de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se hallaban los discpulos por temor a los judos, vino Jess y, puesto en medio de ellos, les dijo: La paz sea con vosotros. Y diciendo esto, les mostr las manos y el costado. Los discpulos se alegraron viendo al Seor. Djo otra vez: La paz sea con vosotros. Como me envi mi Padre, as os envo yo. Diciendo esto, sopl y les dijo: Recibid el Espritu Santo; a quien perdonareis los pecados, les sern perdonados; a quienes se los retuviereis, les sern retenidos.(Jn 20, 19-31)Han pasado, Seor, ya veinte siglos de tu resurreccin y todava no hemos perdido el miedo, an no estamos seguros, an tememos que las puertas del infierno podran algn da prevalecer si no contra tu Iglesia, s contra nuestro pobre corazn de cristianos. An vivimos mirando a todos lados menos hacia tu cielo. An creemos que el mal ser ms fuerte que tu propia Palabra. Todava no estamos convencidos de que t hayas vencido al dolor y a la muerte. Seguimos vacilando, dudando, caminando entre preguntas, amasando angustias y tristezas. Reptenos de nuevo que t dejaste paz suficiente para todos. Pon tu mano en mi hombro y grtame: No temas, no temis. Infndeme tu luz y tu certeza, danos el gozo de ser tuyos, inndanos de la alegra de tu corazn. Haznos, Seor, testigos de tu gozo. Y que el mundo descubra lo que es creer en ti!Dcima estacinJESS ANUNCIA QUE SEGUIR SIEMPRE CON NOSOTROSLos once discpulos se fueron a Galilea, al monte que Jess les haba indicado, y, vindole, se postraron, aunque algunos vacilaron, y acercndose Jess, les dijo... Yo estar con vosotros hasta la consumacin del mundo. (Mt 28, 16-20) Esta fue la ms grande de todas tus promesas, el ms jubilosos de todos tus anuncios. O acaso t podras visitar esta tierra como un sonriente turista de los cielos, pasar a nuestro lado, ponernos la mano sobre el hombro, darnos buenos consejos y regresar despus a tu seguro cielo dejando a tus hermanos sufrir en la estacada? Podras venir a nuestros llantos de visita sin enterrarte en ellos? Dejarnos luego solos, limitndote a ser un inspector de nuestras culpas? T juegas limpio, Dios. T bajas a ser hombre para serlo del todo, para serlo con todos, dispuesto a dar al hombre no slo una limosna de amor, sino el amor entero. Desde entonces el hombre no est solo, t ests en cada esquina de las horas esperndonos, ms nuestro que nosotros, ms dentro de m mismo que mi alma. , dijiste. Y desde entonces han estado lleno nuestro corazn. Undcima estacinJESS DEVUELVE A SUS APSTOLES LA ALEGRA PERDIDADespus de esto se apareci Jess a los discpulos junto al mar de Tiberades, y se apareci as: Estaban junto Simn pedro y Toms, llamado Ddimo; Natanael, el de Can de Galilea, y los de Zebedeo, y otros discpulos. Djo Simn Pedro: Voy a Pescar. Los otros le dijeron: Vamos tambin nosotros contigo. Salieron y entraron en la barca, y en aquella noche no pescaron nada. Llegada la maana, se hallaba Jess en la playa, pero los discpulos no se dieron cuenta de que era Jess. Djo Jess: Muchachos, no tenis en la mano nada que comer? Le respondieron: No. El les dijo: Echad la res a la derecha de la barca y hallaris. La echaron, pues, y ya no podan arrastrar la red por la muchedumbre de los peces. Dijo entonces aquel discpulo a quien amaba Jess: Es el Seor! As que oy Simn Pedro que era el Seor, se ci sobre la tunica -pues estaba desnudo- y se arroj al mar. Los otros discpulos vinieron en la barca, pues no estaban lejos de tierra, sino como unos doscientos codos, tirando de la red con los peces. As que bajaron a tierra, vieron unas brasas encendidas y un pez puesto sobre ellas y pan. Djo Jess: Traed de los peces que habis pescado ahora. Subi Simn Pedro y arrastr la red a tierra, llena de ciento cincuenta y tres peces grandes; y con ser tantos, no se rompi la red. Jess les dijo: Venid y comed. Ninguno de los discpulos se atrevi a preguntarle: T quin eres?, sabiendo que era el Seor. Se acerc Jess, tomo el pan y se lo dio, e igualmente el pez. Esta fue la tercera vez que Jess se apareci a los discpulos despus de resucitado de entre los muertos. (Jn 21, 1-14) Desde que t te fuiste no hemos pescado nada. Llevamos veinte siglos echando intilmente las redes de la vida y entre sus mallas slo pescamos el vaco. Vamos quemando horas y el alma sigue seca. Nos hemos vuelto estriles lo mismo que una tierra cubierta de cemento. Estaremos ya muertos? Desde hace cuntos aos no nos hemos redo? Quin recuerda la ltima vez que amamos? Y una tarde t vuelves y nos dices: Y lo hacemos, slo por darte gusto. Y, de repente, nuestras redes rebosan alegra, nos resucita el gozo y es tanto el peso de amor que recogemos que la red se nos rompe, cargada de ciento cincuenta nuevas esperanzas. Ah, t, fecundador de almas: llgate a nuestra orilla, camina sobre el agua de nuestra indiferencia, devulvenos, Seor, a tu alegra!Duodcima estacinJESS ENTREGA A PEDRO EL PASTOREO DE SUS OVEJAS Cuando hubieron comido, dijo Jess a Simn Pedro: Simn, hijo de Juan, me amas ms que a stos? l le dijo: S, Seor, t sabes que te amo. Djo: apacienta mis corderos.Por segunda vez le dijo: Simn, hijo de Juan, me amas? Pedro le respondi: S, Seor, t sabes que te amo. Jess le dijo: Apacienta mis ovejas. Por tercera vez le dijo: Simn, hijo de Juan, me amas? Pedro se entristeci de que por tercera vez le preguntase: Me amas? Y le dijo: Seor, t lo sabes todo, t sabes que te amo. Djo Jess: Apacienta mis ovejas. (Jn 21, 15-17)An nos faltaba un gozo: descubrir tu indito modo de perdonar. Nosotros, como Pedro, hemos manchado tantas veces tu nombre, hemos dicho que no te conocamos, hemos enrojecido ante el de que alguien nos llamara ,nos hemos calentado al fuego de los gozos del mundo. Y esperbamos que, al menos, t nos reprendieras para paladear el orgullo de haber pecado en grande. Y t nos esperabas con tu triste sonrisa para preguntarnos slo: ,dispuesto ya a entregarnos tu rebao y tus besos, preparado a vestirnos la tnica del gozo. Oh Dios, cmo se puede perdonar tan de veras? Es que no tienes ni una palabra de reproche? No temes que los hombres se vayan de tu lado al ver que se lo pones tan barato?No ves, Seor, que casi nos empujas a alejarnos de ti slo por encontrarnos de nuevo entre tus brazos? Dcimo tercera estacinJESS ENCARGA A LOS DOCE LA TAREA DE EVANGELIZAR Los once discpulos se fueron a Galilea, al monte que Jess les haba indicado,Y, vindole, se postraron, aunque algunos vacilaron, Y, acercndose Jess, les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; Id, pues; ensead a todas las gentes, bautizndolas en el nombre del Padre Y del Hijo y del Espritu Santo, Ensendoles a observar todo cuanto yo os he mandado. (Mt, 28, 16-20)Y te faltaba an el penltimo gozo: dejar en nuestras manos la antorcha de tu fe. T habras podido reservarte ese oficio, sembrar t en exclusiva la gloria de tu nombre, hablar a t al corazn, poner en cada alma la sagrada semilla de tu amor. Acaso no eres t la nica palabra?No eres t el nico jardinero del alma? No es tuya toda gracia?Hay algo de ti o de Dios que no salga de tus manos? Para qu necesitas ayudantes, intermediarios, colaboradores que nada aportarn si no es tu barro?Qu ponen nuestras manos que no sea torpeza? Pero t, como un padre que sentara a su nio al volante y dijera: , has querido dejar en nuestras manos la tarea de hacer lo que slo t haces: llevar gozosa y orgullosamente de mano en mano la antorcha que t enciendes.Dcimo cuarta estacinJESS SUBE A LOS CIELOS PARA ABRIRNOS CAMINO Diciendo esto, fue arrebatado a vista de ellos, y una nube le sustrajo a sus ojos. Mientras estaban mirando al cielo, fija la vista en l, que se iba, dos varones con hbitos blancos se les pusieron delante Y les dijeron: Hombres de Galilea, qu estis mirando al cielo? Ese Jess que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo vendr como le habis visto ir al cielo. Entonces se volvieron del monte llamado Olivete a Jerusaln, que dista de all el camino de un sbado. Cuando hubieron llegado, subieron al piso alto, en donde permanecan Pedro y Juan, Santiago y Andrs, Felipe y Toms, Bartolom y Mateo, Santiago de Alfeo y Simn el Zelotes y Judas de Santiago. Todos stos perseveraban unnimes en la oracin con algunas mujeres, con Mara, la Madre de Jess, y con los hermanos de ste. (Hch 20, 9-14)La ltima alegra fue quedarte marchndote. Tu subida a los cielos fue ganancia, no prdida; fue bajar a la entraa, no evadirte. Al perderte en las nubes te vas sin alejarte, asciendes y te quedas, subes para llevarnos, sealas un camino, abres un surco. Tu ascensin a los cielos es la ltima prueba de que estamos salvados, de que ests en nosotros por siempre y para siempre.Desde aquel da la tierra no es un sepulcro hueco, sino un horno encendido; no una casa vaca, sino un corro de manos; no una larga nostalgia, sino un amor creciente. Te quedaste en el pan, en los hermanos, en el gozo, en la risa, en todo corazn que ama y espera, en estas vidas nuestras que cada da ascienden a tu lado.