vestigios de lo real en el conocimiento estético
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Reflexión sobre la estética y la relación que puede mantener con lo real.TRANSCRIPT
«VESTIGIOS DE LO REAL EN EL CONOCIMIENTO ESTÉTICO»
“Sería todo más fácil de entender si confesáramos,
simplemente, nuestro infinito miedo, el que nos lleva a poblar el
mundo de imágenes a la semejanza de lo que somos o
creemos ser, salvo si tan obsesivo esfuerzo es, al contrario, una
invención del coraje, o la simple obstinación de quien se niega a
no estar donde el vacío esté, a no dar sentido a lo que sentido
no tiene. Probablemente, el vacío no puede ser llenado por
nosotros, y eso a lo que llamamos sentido no pasará de ser un
conjunto fugaz de imágenes que en cierto momento parecen
armoniosas, o en las que la inteligencia, presa del pánico,
intentó poner razón, orden, coherencia.”1
José Saramago, La balsa de piedra.
1 Saramago, José. (2001). La balsa de piedra, (trad. Basilio Losada), España: Suma de Letras, p. 118.
El presente texto tiene la pretensión de pensar en torno a la experiencia estética
como forma de
es sólo el ejercicio en torno a la experiencia estética llevando a cabo un análisis
sobre las cosas mismas que acontecen –según creo-, en dicho fenómeno. Es por
ello, en tanto fenómeno, que la reflexión se enfocará en el acontecimiento, en la
experiencia estética, omitiendo en consecuencia todo el caudal enriquecedor que
existe en torno al tema. Sin embargo, se pretende que dicha reflexión se acerque
al punto toral de la estética, permitiendo la reflexión de cuestiones fundamentales
para el ser humano, cuestiones que provocan más allá de una respuesta, el
silencio del hombre ante interrogantes originarias. Es por ello que la reflexión se
adentrará en veredas de la consciencia, en la paradoja de las representaciones
del mundo al que estamos enfrentados entre la realidad, entre lo real tornándose
inaprensible, en la bella palabra del lenguaje en su significación y metáfora de lo
significado, en la fugacidad de la temporalidad entre el instante y el tiempo, en la
indeterminación del hombre entre el yo y el sí mismo, en la existencia humana
entre el sentido otorgado y la ausencia de sentido, en el silencio ante lo estético.
Es el contemplar silentemente la presencia de lo presente.
Al poner la estética en el horizonte de la reflexión, de manera inmediata surgen
palabras, entre otras, como sensibilidad, belleza, arte, expresividad, creación,
percepción, interpretación, sentido, experiencia; términos que conforman el
entramado de la estética, permitiendo situar los lindes de la reflexión pero que no
aportan la suficiente claridad sobre aquello que haga posible la especificación de
la estética. De ahí que el reflexionar se avoque a formular interrogantes sobre ella,
¿qué es la estética?
El presente texto es tan sólo un ejercicio en torno a la estética, en virtud de la
relevancia que esta ha mostrado tener de manera fundamental en la existencia del
ser humano, es por ello que se hace un somero acercamiento a la estética en el
pensamiento griego. a través de lo histórico,
tiene la pretensión de pensar una visión enmarcada en la perspectiva
contemplativa como fundamento de la experiencia estética que en la actualidad se
ve contrapuesta por un agotamiento de la experiencia estética excesivamente
intelectualizada, racionalizada y enmarcada en el concepto, en la idea. Asimismo
se aborda una visión
Meter en la introducción: que no se está en contra de la razón sino de querer
someter el todo bajo una lupa racionalista. La razón es parte constitutiva de
nuestra humanidad como lo es la sensible. Se trata de que ante una experiencia
estética, ante la realidad, ante lo real no queramos subsumirla en una
racionalidad, en un método o en un concepto.
I. EL KOSMOS DE LA AÍSTHESIS.
En la época en que se desarrolló el modo específico del pensar griego, nos
expresa Giovanni Lombardo que el descubrimiento de la belleza coincidió con la
intuición del universo,2 Cuestión que los dejó maravillados provocando con ello un
sentimiento de ad-miración, es decir, un mirar cercano de ese exterior, el kosmos,
ese «orden bello» que extrapolarían emulando la constitución del orden bello del
cosmos a todas las dimensiones de la experiencia humana; de tal manera que en
el ámbito cognitivo, el conocer la verdad les permitiría contemplar las leyes que
rigen el orden cósmico; en el ámbito moral, conocer el bien y adecuarlo a la
conducta humana a la par de la racionalidad del orden del cosmos; en el ámbito
social, como polis, era vivir el orden en los mismos términos en que cohabitaban
todas las cosas en el cosmos; en el ámbito religioso, la idea de pantheon elevaba
la estructura de la sociedad humana modelada a partir de ese orden del cosmos,
en el ámbito artístico, el producir una obra de arte era mantener una simetría al
modo del orden del cosmos. Si lo bello estaba adecuado al orden en el kosmos,
también lo debería estar en la vida. Siendo esto así, la belleza, en la cultura
griega, no forma parte del arte que era considerado como capacidad técnica,
destreza de la producción, un saber hacer. No es sino hasta que la belleza
adquiere un fundamento ontológico que buscan sus manifestaciones en la Physis
2 Cfr. Lombardo, Giovanni. (2008), La estética antigua, (Trad. Francisco Campillo). España: A. Machado Libros, p. 15-16.
que posteriormente viene a ser conocida como «naturaleza» derivada del latín
«natura», que significa «nacer», «nacimiento»; cuestión que delimitó la
significación que tenía la physis en el pensamiento griego, a saber, apertura,
aquello que se despliega, lo que se manifiesta en su aparición, aquello que
permanece en sí mismo, en pocas palabras, fuerza imperante que brota y
permanece, como nos lo hace saber Heidegger en su Introducción a la metafísica,
y que aunado a ello lamenta el hecho de que al pasar los términos al latín, no
pocos han perdido gran parte de su riqueza significativa, en especial aquellos que
corresponden al discurso filosófico.3 Así pues, al buscar la belleza en la
naturaleza, el hombre, considerado como el más noble entre los seres que la
habitan, puede expresar la belleza no sólo en lo físico sino en su dignidad, en su
comportamiento, surgiendo un fuerte vínculo entre lo bello y lo bueno, además se
añadirá lo verdadero, pues constituyó una de las grandes preocupaciones del
pensamiento griego al preguntarse sobre si el arte se conformaba con la realidad;
estos tres elementos de la reflexión griega sobre el arte pasarían a conformar la el
horizonte de la estética. En este panorama, el artista era considerado como un
fabricante (poietés) (-sobre las dos e), quien a través de una téchne (-sobre la
última e), habilidad para construir al modo del artesano, compone un kósmos
formal a semejanza del Kósmos real. Por lo tanto, el quehacer artístico presuponía
la acción de <<construir>>, tektáinesthai, verbo que está emparentado en su raíz
indoeuropea *tek(s), <<conjuntar>> con el término téchne (-en la última e), que
indica acción combinatoria y que podemos encontrar también en la raíz ar-
(<<adaptar recíprocamente>>), de la cual derivan palabras que corresponden al
ámbito de la estética antigua, como harmonía, del griego y ars, artis, del latín.4 Es
así como se va conformando el logos de aquello que más tarde se conocería
propiamente con el nombre de estética, que aunque no tuvo un territorio teórico
propio en la antigüedad, no puede ignorarse los grandes aportes que hizo a la
historia de la estética occidental.
3 Cf. Heidegger, Martin. (1999). Introducción a la metafísica, (trad. Ángela Ackermann Pilári). España: Gedisa Editorial, p. 22-23.
4 Cf. Lombardo, Giovanni. (2008), La estética antigua, (Trad. Francisco Campillo). España: A. Machado Libros, p. 21-22.
Władysław Tatarkiewicz,5 nos hace saber que la palabra estética, del griego
αἴσθησις, designaba las impresiones sensoriales y era asociada a νόησις, que
significaba pensamiento. También nos expresa que ambos términos en su origen
fueron empleados tan sólo como adjetivos. Y no es sino hasta a mediados del
siglo XVIII, que Alexander Gottlieb Baumgarten, de una manera inédita identificó el
conocimiento sensible con el conocimiento de la belleza. Las implicaciones fueron
de gran alcance, pues al designar ambos conocimientos con la estética y al
sustantivarla, es decir, de emplearse como palabra que otorgaba una cualidad a la
palabra precedente en tanto adjetivo, al transformarla en sustantivo, adquiría la
cualidad, estableciendo con ello un campo delimitado, una región de conocimiento,
un saber específico. A partir de ello podemos referir una experiencia definida con
un discurso propio: el conocimiento sensible, el conocimiento de la belleza, la
estética. Sin embrago, en justicia y honor al concepto, se puede expresar que “la
reflexión estética comenzó más de dos mil años antes de que se adoptara para
ella un nombre especial y de que se declarase disciplina científica independiente.”6
Por otra parte, es conveniente hacer notar que si la estética desde sus inicios
designó la <<percepción sensorial>>, de acuerdo a su etimología áisthesis refiere
también a lo <<percibido con el oído>> aío7 (-sobre la o), lo cual legitima el hecho
de poder ampliar su riqueza significativa, subsumiendo “las formas espontáneas y
naturales de la percepción sensible, la afectividad y la imaginación hasta las
formas excelsas del quehacer artístico y la expresión y creación culturales,
pasando por las diversas modalidades del ser sensible y afectivo en el actuar, vivir
y convivir humanos.” Visto así, “la estética […] tiene que ver al fin con todo lo
humana y mundanamente esencial.”8 Por lo tanto, la estética, integrará la intuición,
5 Cf. Władysław Tatarkiewicz. (2002). Historia de seis ideas. Arte, belleza, forma, creatividad, mímesis, experiencia estética, España: Tecnos/Alianza, p. 348.
6 Tatarkiewicz, Władysław. (1987). Historia de la estética I: La estética antigua, (trad. esp. D. Kurzyca). Madrid: Akal, p. 12, en Giovanni Lombardo, (2008), La estética antigua, (Trad. Francisco Campillo). España: A. Machado Libros, p. 16.
7 Cf. Lombardo, Giovanni. (2008), La estética antigua, (Trad. Francisco Campillo). España: A. Machado Libros, p. 23.
8 Ramírez Cobián, Mario Teodoro (coord.) (2002). Variaciones sobre arte, estética y cultura, México: UMSNH, p. 15.
la percepción sensible de la belleza, el fenómeno artístico y lo cultural en acto. Es
por ello que el reflexionar en el ámbito de la filosofía en torno a la estética
encuentra su justificación puesto que nos concierne, nos afecta y nos interpela.
Otra de las implicaciones de la fusión y designación con el nombre de estética
realizado por Baumgarten es que otorgó el lugar que le correspondía a la
percepción sensible equiparándola en valor al que gozaba lo inteligible; era
cuestión adeudada desde la antigüedad y que no obstante se preservó hasta la
formulación de los grandes sistemas de pensamiento filosófico aunado al
predominio de una visión teológica, en los que para entender la realidad sólo
bastaba, en los primeros la idea y en el segundo la fe. De ahí que el conocimiento
sensible fuese considerado inferior al conocimiento inteligible y limitado ante la
potencia divina. Sin embargo, lo iniciado por Baumgarten, que fue adquiriendo
mayor dominio en las perspectivas filosóficas sólo alcanzó una real efectividad con
la aparición de la teoría fenomenológica “–con Edmund Husserl y particularmente
con Maurice Merleau-Ponty- para ver y reconocer el carácter propio y a la vez
originario (fundamental) de la Sensibilidad en la constitución de nuestra
concepción del mundo y nuestro pensamiento.”9
II. EL LOGOS DE LA ESTÉTICA.
El logos griego que surgió con el asombro y que dio forma inicial a la concepción
estética, desde sus inicios se encontró en falta, una carencia que a la luz de sí
mismo pudiera decirse que le es inherente, esto es: ausencia de totalidad. Sin
embargo, esa falta de totalidad expuso a la par la gran relevancia de su haber, es
decir, de sus posibilidades y de su potencia, fundamentales en el ser humano en
su existir, en su estar ahí, como propio, como extranjero, interpretando-se en el
Kosmos que desde sí desde ese momento era el orden, lo bello, lo bueno y lo
verdadero. Sin embargo, ese logos, tan pronunciadamente griego –y tan distante
9 Ramírez Cobián, Mario Teodoro (coord.) (2002). Variaciones sobre arte, estética y cultura, México: UMSNH, p. 21.
de ellos-, que en el transcurrir de su historia mostrará su plenitud, sólo será
muestra de una plenitud ensídica,10 es decir, plenitud tan sólo de una <<dimensión
funcional-instrumental>> del ser humano, no pudiendo abarcarlo en su real
dimensión pues omite su dimensión poiética. Y esto, es una gran falta en todos los
sentidos. Tan distante de ellos se dijo para recordar que “los griegos, en efecto,
concebían ‘la razón’ no tanto como una fría y cortante instancia decisoria acerca
de la corrección de los cálculos –formal y semántico- del decir y pensar, cuanto
como la capacidad de detectar ‘lo racional’ y apropiárselo en el saber,”11 es decir,
la razón no gozaba de la preeminencia para acceder al saber, pues compartía su
lugar junto a phrónesis como saber prudente, a epistême como saber seguro de
las cosas, a têkhne como saber hacer y a theoría como saber contemplar. Y al que
añadiríamos en la actualidad –si se nos permite- la estética en tanto conocimiento
sensible; de hecho “’La razón’ –el Logos- nunca aparece formalmente definida en
los textos de la filosofía griega: opera como una noción límite, inmediata.”12 En
esta dimensión se comprende por tanto, que la razón no es el único camino para
saber/conocer en la aprehensión de ese <<kosmos bello>> en el que estamos, en
el que somos y en el que nos configuramos. Aún más, cuando Heidegger en su
“Introducción a la metafísica” nos narra con una gran riqueza del lenguaje sobre la
physis, como presencia esencializadora que surgía de lo oculto para presenciarse,
que era el desocultamiento (alêtheia) del ser, que la physis requería del logos para
10 Es justo hacer notar que se retoma el concepto de <<ensídica>> del francés ensidique de Castoriadis -que lo enfoca en un discurso cultural social-, comprendida como <<dimensión funcional-instrumental>> únicamente en el tenor de hacer patente que pensar el ser del hombre frente a la realidad, únicamente en su dimensión racional limita y no muestra la realidad del ser humano, pues este está conformado por logos y estética. “Para Castoriadis, es una dimensión ineludible del lenguaje y de toda actividad social. A veces se refiere a ella como dimensión funcional-instrumental. Esta dimensión comporta siempre ciertas limitaciones y condicionamientos a la institución social, pero para Castoriadis, atender exclusivamente a ella, que es lo propio de la tradición de pensamiento heredada, nos aparta de lo más importante. Lo importante para la comprensión de la sociedad estriba, según nuestro autor, en la otra dimensión, la <<imaginaria o poiética>>, que ha de entenderse como la cultura en sentido amplio.” Cf. Cornelius Castoriadis. (2005). Escritos políticos. Antología, (Xavier Pedrol, ed.), España: Catarata, p. 21.
11 Samaranch Kirner, Francisco. (1999). El saber del deseo, releer a Aristóteles, Madrid: Trotta, p. 13.
12 Samaranch Kirner, Francisco. (1999). El saber del deseo, releer a Aristóteles, Madrid: Trotta, p. 13.
reunir la fuerza de manera constante irguiéndole y acuñándole como ser, se puede
leer que desde “Platón se inicia una interpretación distorsionada que rige la
historia entera de Occidente. La physis, y con ello el ser, fue determinada como
«idea» (eidos). Esta interpretación, que apareció como la única y decisiva,
consagró al aspecto fijo, permanente y eterno como rasgo esencial del ser de los
entes. El ser no es ya lo que «está apareciendo», sino lo «aparecido de una vez y
para siempre»,”13 por lo que concluye que la alêtheia, ya no consistía en
desocultar, ya no era la visión de la presencia, sino la justeza, la certeza de la
percepción de lo representado, y el logos ya no significó reunión sino enunciación.
De esta manera, el ser que era considerado como «presencia constante», que
patentizaba al ente, que lo abría a la presencia, cuando aún no era vencido por el
pensar, pasa a ser lo visible, lo mostrable, lo que existe a la mano, olvidando el
ser, el fundamento, y primando lo presente, lo tangible, lo ente, lo concreto.
Humberto Giannini Íñiguez14 en su ensayo “De la metafísica a la ontología”,
expresa que en la cultura griega ya se había dado un conflicto semejante entre
logos versus mithos, entre Platón y los poetas trágicos, y ahora se agudiza y
extiende hasta ámbitos de conocimiento y opinión, en la historia sagrada vs.
profana, en las ciencias naturales, ciencia vs. milagro, en la moral y las
costumbres, las «evidencias» del sentido común vs. las creencias que surgen con
la fe y la esperanza en otra vida. Siendo así, expresa Íñiguez, que surge un nuevo
nombre para la ciencia universal, de todo lo que existe con sus modos de darse,
empieza a ser articulado, repetido, el nombre de ontología del ente en cuanto
ente. Ahora el ente debe ser traducido de forma literal a sensaciones y en esta
cercanía ontológica, el objeto percibido ya no es algo aparte y distinto de su
percepción. De esto se deriva la concepción moderna del mundo en la que la
relación existente del hombre, ya no con el <<kosmos bello>> ahora con la
realidad, se define desde esta perspectiva racionalista: aquello que se puede
representar, existe; aquello que puedo entender, se acepta; lo que es concreto, es
13 Sáez Rueda, Luis. (2001). Movimientos filosóficos actuales, Madrid: Trotta, pp. 142-143.
14 Giannini Íñiguez, Humberto. (2003). § De la metafísica a la ontología, en Juliana González y Eugenio Trías (eds.). Cuestiones metafísicas, Madrid: Trotta, pp. 32-33.
real, “todo lo racional es real y todo lo real es racional,”15 ahora todo es objeto de
su mirada y emerge como la medida de todo, “aparece por primera vez la soledad
recíproca entre el sujeto investigador y el objeto investigado,”16 la cosa no es sino
eso que es ahora en ese encuentro de presencia a presencia, visión en la que
estamos totalmente de acuerdo, mas con la salvedad de que se aclare que dicha
visión no está enmarcada en un subjetivismo totalizador en el que el contenido –
no único-, se convierte en continente. Porque si esto es así, donde lo comprobable
se constituye como la única forma de acceso a la realidad, pongamos como
ejemplo, para palpar en qué parámetros nos mueve esta perspectiva, en dónde
ubicamos la existencia y no solo la presencia del lenguaje, porque, como expresa
Félix Duque, el lenguaje es, pero ¿qué?, está ahí, sólo que ¿dónde? Ciertamente
se podrá argumentar que es patente y se representa en la pronunciación, en la
enunciación de conceptos, a través del cual el hombre se da a la realidad, al
mundo, a las cosas, al otro, mas podremos contra-argumentar, y esto fortalece
nuestro punto de vista, que el lenguaje se vuelca en la palabra antes que en la
escritura, y a partir de ambos, desde lo fonológico o lo visual, nos remite
nuevamente a los sentidos, lo previo a la re-flexión, lo previo a la consciencia de,
nos retorna a la intuición, a lo sensible, “en la intuición, los objetos se dan como
son, se revelan con su estructura propia, no se abstraen ni se analizan; se miran
simplemente, y se describen” (Caso, 1982:27). Lo sensible, intuición, algo
observado, contemplado, percepción de algo sin necesidad de método, como un
aire frío, que antes de allegarse a la consciencia como deducción mental, primero
le hemos sentido. El cuerpo no sabe, no tiene conocimiento, sólo percibe, es la
consciencia quien interpreta lo sensible.
El problema no es con respecto a la razón, sino con el reduccionismo –que no
reducción-, que se hace del conocimiento en la modernidad, en tanto que se
acepta como un hecho que el ser humano sólo conoce a través de la razón,
constituyéndose como el único filtro certificado por el que se puede llegar a 15 Schopenhauer, Arthur. (2003). El mundo como voluntad y representación, (trad. Pilar López de Santa María), Madrid: Trotta, p. 4.
16 Giannini Íñiguez, Humberto. (2003). § De la metafísica a la ontología, en Juliana González y Eugenio Trías (eds.). Cuestiones metafísicas, Madrid: Trotta, p. 32.
conocer la realidad, cayendo – ahora sí-, a un reduccionismo al concebir la razón
como aquella dimensión que comprende la totalidad del ser humano. Sin embargo,
en un sentido de restituir el valor de la razón que ha sido devaluada al confundirla
con la racionalidad, que sin embargo, también tiene su valor, en otras áreas del
saber, como lo expresa León Olivé al precisar dos acepciones, de entre muchas,
“del término «razón»: una es la que se refiere a una capacidad o habilidad de los
seres humanos que les permite conocer su entorno natural y social, lo cual les
permite –y supone- interacciones con ambos entornos.”17 La otra acepción es “la
de «razón» como fundamento o base para aceptar o rechazar una creencia, para
elegir un determinado curso de acción o un cierto fin.”18 Se trata por tanto de un
conocimiento que se expresa implicando la interacción comunicativa por medio de
los lenguajes articulados, utilizando conceptos. Dicha interacción dialógica es
fundamental para diseminar socialmente los conceptos por conocer o por aceptar.
La razón, fundamenta críticamente la aceptación o el rechazo de algo enunciado.
La razón como fundamento, abordada ampliamente por Luis Villoro, la entiende
como “«todo aquello que justifica para un sujeto la verdad o la probabilidad de su
creencia, el fundamento en el que basa una creencia…» (Villoro, 1982, 78).”19 Por
lo que «justificación» la concibe como la realización de una “«operación mental por
la que inferimos una proposición de otra proposición o de la aprehensión directa
de un estímulo y, al hacerlo, damos razón de una creencia» (ibid., 79),”20 Es
cuando se puede expresar objetivamente una razón, “«objetivo –agrega Villoro- es
aquello cuya validez no depende del punto de vista particular de una o varias
personas, sino que es válido con independencia de este punto de vista, para todo
sujeto de razón que lo considere» (ibid., 137-138).”21 La racionalidad por su parte,
entendida como el ejercicio apropiado de la razón se entenderá -de ahí su gran
crítica-, no como facultad sino como método, como lo expresa Mosterín en su libro
17 Olivé, León. (edit.) (2006). Racionalidad Epistémica, Madrid; Trotta, p. 91.
18 Olivé, León. (edit.) (2006). Racionalidad Epistémica, Madrid; Trotta, p. 91.
19 Olivé, León. (edit.) (2006). Racionalidad Epistémica, Madrid; Trotta, p. 92.
20 Olivé, León. (edit.) (2006). Racionalidad Epistémica, Madrid; Trotta, p. 92.
21 Olivé, León. (edit.) (2006). Racionalidad Epistémica, Madrid; Trotta, p. 101.
Racionalidad y Acción Humana (1978). Sin embargo, no se debe olvidar que la
razón y por ende la racionalidad, han permitido la subsistencia del ser humano en
su realidad al permitirle adaptarse en sus elecciones acertadas en un mundo que
le es extraño. Para el hombre de carne y hueso, la mayoría de sus actividades en
su diario vivir están relacionadas con el fruto de su razón y racionalidad. La
filosofía y la ciencia, al fundamentar sus perspectivas –cada una en su camino- lo
hacen como fruto de la razón, llevando al ser humano, a que ante la realidad
deberá fundamentar de manera objetiva lo que se considere verdadero acerca de
esta realidad, es decir, razonar objetivamente, aún en el caso de que llevara a una
aceptación de que el conocimiento respecto de la realidad sea imposible.
La razón, por tanto, es parte de lo dado en nuestra naturaleza, desde lo percibido
como desde el que percibe. Es una parte fundamental de la dimensión total del ser
humano y, en tanto parte, no única. En consecuencia, respecto de la realidad, no
se puede mirar la razón desde un renunciar totalmente a lo que ésta nos ha
aportado, aun cuando sean metáforas de la realidad. Y sí, estar imperativamente
en contra del reduccionismo de considerar a la razón como el único conducto que
tenemos para con la realidad y para con nosotros mismos. En consecuencia,
acercarnos al fenómeno estético en cuanto a su estudio se debe realizar desde un
razonar reflexivo, en apertura, dispuesto a reconocer sus límites.
III. LA IMPERMANENCIA DE LA ESTÉTICA.
Se podría decir, al tenor del título de este apartado que la estética nunca está
donde la hemos dejado, es impermanente. Pues hablar de estética, entreverada
con el arte y la belleza nos lleva a hacer eco de las palabras de Sócrates ante
Hipias, según nos narra Platón: “<<lo bello es difícil>>.” Sin embargo, todo aquello
que se exprese respecto de la estética en un sentido amplio, es decir,
comprendiendo el arte y la belleza, así como el artista, la obra y el espectador,
deberá hacerse desde una theoría, pues como lo expresa Gadamer: “theoría no
debe pensarse primariamente como un comportamiento de la subjetividad, como
una autodeterminación del sujeto, sino a partir de lo que es contemplado. Theoría
es verdadera participación, no hacer sino padecer (phatos), un sentirse arrastrado
y poseído por la contemplación.”22 Asimismo, comenta que theorós, en su primera
acepción dentro del pensamiento griego, se refería a un embajador u hombre de
paz de gran cultura que asistía a los juegos y las justas poéticas en el que su
única función tan sólo era ser testigo, estar presente, por lo que el theorós, es el
espectador en el sentido más puro de la palabra, y añade que de manera análoga
“toda la metafísica griega concibe aún la esencia de la theoría y el noûs como el
puro asistir a lo que verdaderamente es.”23 Esto nos refiere a una dimensión en la
que se sobreentiende la gratuidad, lo in-útil del concepto, en el que se confunde la
contemplación desinteresada, lo no instrumental “mirando lo que es […] casi
pudiera decirse, una conciencia divina.”24 Por tanto, la significación de theoría era,
en un primer acercamiento, la asistencia ante lo que está ahí, en donde se ve lo
que es, un estar ahí, por completo ahí, en presencia, estar en la cosa,
contemplativamente. Por otra parte, Heidegger, en Ciencia y meditación,25 también
habla de la etimología y el significado del término, expresando que el sustantivo
theoría, procede del verbo theorein, al que se le otorgaba un significado elevado y
lleno de secreto. La etimología de theoría deriva de thea y jorá. Thea refiere a la
apariencia o aspecto en el que se muestra algo, la vista en la que se ofrece; haber
visto este aspecto es saber; jorá, significa mirar algo, tenerlo bajo la vista,
inspeccionarlo. De tal forma que theoría sería mirar el aspecto en el que lo
presente aparece; demorarse en él viéndolo mediante tal visión. Algo como
aquello en lo que se muestra algo, ofrecido, en que se está presente y se
permanece en este presente mientras se lo está viendo. De tal manera que el
22 Gadamer, Hans-Georg. (1999). Verdad y método I, 8ª Edición, Salamanca: Ediciones Sígueme, p. 169-170.
23 Gadamer, Hans-Georg. (1999). Verdad y método I, 8ª Edición, Salamanca: Ediciones Sígueme, p. 169-170.
24 Gadamer, Hans-Goerg. (2000). Elogio de la Teoría. Discursos y artículos, Península, p. 43.
25 Cfr. Heidegger, Martin. (1997). Filosofía, ciencia y técnica, 3ª Edición, Chile: Editorial Universitaria, § Ciencia y meditación, pp. 159-162.
modo de vida determinado por el theorein, que los griegos denominaron Bios
Theorétikos, designaría el modo de vida del espectador presente ante la presencia
de lo presente, es decir, el modo de vida de quien contempla, que en su forma
más pura es el pensar, el supremo hacer. Por lo tanto, theoría, es la forma
perfecta de la existencia humana pues consiste en admirar, prestar atención al
desvelamiento de lo presente. Contemplación. Conviene expresar que Heidegger
mismo aclara el término contemplación aduciendo que los romanos tradujeron
theorein por contemplari y theoría por contemplatio, quitándole la esencia
significativa que los griegos le habían otorgado, ya que contemplari significa dividir
algo en trozos y cercarlo allí, derivándose la palabra Templum, que significaba, el
trozo separado en el cielo y sobre la tierra, el punto cardinal, la región celeste
según el curso del Sol. Así pues, la theoría convertida en contemplatio, conjuga lo
secreto, el observar, el aparecer, la presencia, el presente, la permanencia, el
pensar, el modelar y el acotar. Un modo de vida, la más perfecta, que sabe, que
contempla. Y si contemplar es referencia al mirar, al ad-mirar, es decir, mirar
cercanamente, llegamos al sentir, que es la esencia del conocimiento sensible, es
decir, la estética. Por lo tanto, pudiera postularse que una experiencia estética
estará determinada fundamentalmente por el acto de contemplar, silentemente,
sentientemente.
Pensar sobre la experiencia estética desde el contemplar nos debe hacer caer en
cuenta que la reflexión da un giro, pues ya no se trata de una experiencia estética
sino de pensar la estética como experiencia, sin embargo, esto, que es
fundamental no arroja gran claridad de lo que conlleva, habremos de analizar
aquello que constituye esta experiencia que le otorga su talidad de estética como
experiencia. Así pues, de entrada tenemos que la palabra experiencia “procede
del griego peraô, que significa pasar a través de; entrar, penetrar, y del sánscrito
pi-pirami, que significa conducir.”26 Por lo que experimentar algo es penetrar en lo
experimentado, es sentirlo, pasar a través de ese algo, ser conducido o
conducirnos a través de ese algo por medio de los sentidos, es primariamente
sentido, intuirlo, es inicialmente corporal. De ahí que la experiencia de cualquier
26 Panikkar, Raimon. (2005). De la mística, Experiencia plena de la Vida, España: Herder, p. 76.
cosa experimentada, es inmediata, adviene en la inmediatez de lo sensible, de lo
corporal, es conocimiento sensible. Por otra parte, Heidegger en su texto “De
camino al habla” nos aporta que “Hacer una experiencia con algo - sea una cosa,
un ser humano, un dios - significa que algo nos acaece, nos alcanza; que se
apodera de nosotros, que nos tumba y nos transforma. Cuando hablamos de
«hacer» una experiencia, esto no significa precisamente que nosotros la hagamos
acaecer; hacer significa aquí: sufrir, padecer, tomar lo que nos alcanza
receptivamente, aceptar, en la medida en que nos sometemos a ello. Algo se
hace, adviene, tiene lugar.”27 Asimismo, Gadamer expresa que “la experiencia
tiene lugar como un acontecer del que nadie es dueño.”28 Referido esto al campo
de nuestro interés, tendríamos que una estética como experiencia, acaece, o
mejor dicho, se padece, es inmediata, es la intuición sensible del fenómeno, de lo
que se presenta ante nosotros, pues “el fenómeno no es, en contra de lo que reza
su etimología, la manifestación de la realidad sino más bien su encubrimiento.”29
Se da pues el conocimiento sensible de «algo», independientemente de lo que ese
«algo» sea, pues lo que conocemos es que <<es>>; mas para el hombre, “es
necesario reconocer que la cosa que se anuncia en la percepción es ya todo lo
que es, únicamente en tanto que anunciada en la percepción.”30 Lo que ese
«algo» sea, es todo lo que es, ahí, en su automostración, sin referenciar a otro
«algo», como lo expresa “Corinne Énaudeau: <<No hay, empero, dos cosas, una
latente, real, y la otra manifiesta, ilusoria, sino una sola: el fenómeno existente. La
cosa en sí no es causa del fenómeno, exterior a él (la única causa de este son
otros fenómenos), no es segundo plano, sustancia, sustrato que encuentra en él
27 Heidegger, Martin. (1987). De camino al habla, (trad. Yves Zimmermann), España: Odós, p. 141.
28 Gadamer, Hans-Georg. (1999). Verdad y método I, (8ª Edición), Salamanca: Ediciones Sígueme, p. 428.
29 Schopenhauer, Arthur. (2003). El mundo como voluntad y representación, (trad. Pilar López de Santa María), Madrid: Trotta, p. 5.
30 Levinas, Emmanuel. (2004). La teoría fenomenológica de la intuición, Salamanca: Ediciones sígueme, México: Epidermis editorial, p. 33.
una vía, desfigurada, de expresión. La cosa en sí es estrictamente la misma
<<cosa>> que el fenómeno, pero en cuanto no aparece>>.”31
Cho: ¿Ante qué estamos cuando estamos ante el arte? ¿Qué se nos presenta?
¿Una materialidad, un sentido, algo divino, una revelación, lo real? - ¿El arte, la
obra, el sentimiento estético,?
p. 32: es la dimensión estética la vía a través de la cual podemos retomar las
cuestiones perennes de la filosofía –¿Qué es el Ser? ¿Qué es lo que hay
primordialmente?- COBIÁN
p. 28: la estética es filosofía.
Siempre estamos en el afuera: Foucault ¿? x- el pensamiento del afuera de
Foucault, tenemos el pensamiento, pero qué lenguaje podrá expresarlo? Si el
lenguaje es límite, como dice Gadamer: el límite permite ver ambos extremos.
TESIS
“‘horizonte’, del verbo horízo, que quiere decir ‘poner límites’, ‘delimitar’”32
“Estar presente es ‘estar-siendo’ (‘sente’) delante (‘pre’).”
Cho: la estética como experiencia será en el tenor de que lo que se contempla es
la presencia de lo presente en su estar presentándose, es el estar presentes en el
presenciarse mismo de lo presente. Es el ver lo que acontece.
Lo que vemos en la estética como experiencia es que vemos…
31 Véase Corinne Énaudeau, <<Le psychique en soi>>, Nouvelle revue de psychanalyse, 48, <<L’inconscient mis à l’épreuve>>, otoño de 1993, en Jean-Luc Nancy. (2008). Las Musas, (trad. Horacio Pons), Buenos Aires: Amorrortu, p. 33.
32 Araos San Martín, Jaime, (ed.) (2004). Amor a la sabiduría. Estudios de metafísica y ética en homenaje al Profesor Juan de Dios Vial Larraín, Chile: Pontificia Universidad Católica de Chile, p. 377.
La grandeza de la estética como experiencia consiste en que “grande es,
propiamente, lo que llega hasta lo más hondo de nosotros.” Y la grandeza estriba
en que nos abisma, pues “abismarse –como se sabe- significa en castellano
experimentar una suerte muy particular de asombro. Un asombro en que nosotros
nos hundimos en la insignificancia ante el espectáculo de algo que surge en todo
su poder frente a nosotros.”p. 380.
Lo de Zubiri de que no hay conocimiento en el que no se vean implicados los
sentidos (cosa que nos lleva a conjugar lo inteligible y lo sensible). Zubiri dice que
sentir es impresivo, sentir es tener impresión de algo. En el sentir algo otro nos
‘afecta’, somos tocados, somos afectados, algo nos viene de fuera de nosotros
mismos. Y el ser afectados, no referencia tan sólo a la subjetividad sino a la
presencia y comparecencia de ese algo otro. (relación con la cosa). Lo sentido es
aquello que adquiere el carácter de ‘realidad’, en tanto que se manifiesta en sí
misma, desprendiéndose de ser ‘objeto’ o ‘existencia’ para una subjetividad;
realidad que no está a la mano ((en acto, antes de todo trato pragmático con las
cosas)) (adquiere su realidad en sí misma y de por sí). (es lo que Nancy refiere en
el sentir sintir-se, es decir, las cosas se sienten sentir-se).
“hablamos de mirar y ver las cosas mismas en la fenomenología, y usamos la
palabra ‘intuir’ e ‘intuición’, que quiere decir ‘mirar’ y ‘mirada’, para expresar una
intelección directa e inmediata de algo.” P. 394.
“incluso a Neruda le gustaba cuando su amada guardaba silencio: ‘Me gusta
cuando callas, porque estás como ausente’”. P. 394.
“Porque todos los sentidos llegan de alguna manera a la realidad. Y entonces no
es de extrañar que en ella todos se encuentren.” P. 394.
“Pensar se dirige a un afuera que no tiene forma” (Deleuze, 2004, p. 116). –
Deleuze, Gille (2007). Foucault. J. Vázquez Pérez (trad.) Barcelona: Paidós.
Por ahí anda la estética.
Después de todo, parece ser que se trata de aspirar al saber, pero cohabitando
con la duda. ¿Es todo una metáfora? Es el límite de nuestra humanidad, y a pesar
de todo, desde ese límite intentamos entender, si no hay saber concreto sobre la
experiencia, entonces cabría decir que no experimentamos sino que padecemos,
pues ¿cómo sacar a la luz del lenguaje lo oscuro sin lenguaje? Estamos en el
mundo, somos del mundo y buscamos un sentido. Al buscar este sentido, que no
sabemos si lo tiene o lo otorgamos, es el reflejo de intentar entenderlo, pues
aspirar entenderlo es aspirar a entendernos. Pero es un aspirar jamás conclusivo.
Es nuestro ir siendo, otorgando sentido, encontrando relaciones, significando y
significándonos. Eterno retorno de ser humanos. Seres atravesados por la
palabra, en espera de que nos diga aquello que anhelamos, saber,
conduciéndonos al contemplar, volviendo al asombro, ante la vida, ante nosotros,
ante lo presente, lo estético, pero en el silencio de la palabra.
Carlos Huerta Ornelas.
p. 51: Las cosas del arte no competen a una fenomenología –o bien son ellas
mismas la fenomenología, según una lógica muy distinta de esta <<-logía>>-,
porque son anteriores al propio fenómeno. Son algo de la patencia del mundo. O
bien ese es el fenómeno, pero no en el sentido de lo que aparece en la luz: más
que el φανεῖν, el propio Фάος, la luz, y no la luz que aparece (lumen) adhiriéndose
a las superficies, sino la luz que brota (lux) y hace aparecer, ella misma, como tal,
inaparente. Lux sin fiat, sin sujeto creador ni fuente, lux que es la fuente, pero
difractada en sí misma, en sí misma resplandeciente, lux que explota y se rompe.
(Cho: cita de levinas sobre …contra lo que reza su etimología… Cierto no compete
a una fenomenología para la conciencia sino que su ámbito es muy otro, el del
aparecer y en la fuga del sentido, imagen, concepto). LAS MUSAS
φανεῖν: aparecer, mostrarse. (que sería un aparecer que se retrae, que su
aparecer es su ocultamiento, pero sólo a la racionalidad).
Фάος: luz
p. 51: Husserl escribe: <<El absurdo comienza cuando nos ponemos a filosofar y,
en busca de una última información sobre el sentido del mundo, nos olvidamos de
señalar que el ser mismo del mundo se da íntegro en la forma de cierto
“sentido”>> que puede decirse: la finitud es el sentir-se del infinito en acto, su
toque forzosamente discreto. Pero respecto a ‘cierto sentido’ no coincidimos del
todo con Husserl pues presupone la conciencia absoluta como el destinatario de la
donación de sentido. El sentido infinito que se toca finito (que se interrumpe
sensiblemente) no está <<dado>>, sólo es patente y está suspendido en su
patencia misma, patente-inaparente. El sentido no es para una intencionalidad
sino la patencia misma de ese suspenso y de su inmediata <<particularización>>.
Mezclado. LAS MUSAS
Fernando Pessoa:
<<Pues el único sentido oculto de las cosas,/ es que no tienen ningún sentido
oculto / Más raro que todas las rarezas / y que los sueños de todos los poetas / y
los pensamientos de todos los filósofos, / es que las cosas sean realmente lo que
parecen ser / y no haya nada que entender. / Sí, eso es lo que mis sentidos han
aprendido por sí solos: / las cosas no tienen significación: tienen existencia. / Las
cosas son el único sentido oculto de las cosas>>.
“el principio supremo de toda hermenéutica filosófica es […] que nunca podemos
decir completamente lo que en realidad hemos querido decir. ¿Y qué queríamos
en realidad? Bueno, lo que al parecer pretendíamos es que el otro nos
comprendiese, y quizá algo más.”33
Octavio Paz, “cada palabra, al mismo tiempo, dice y calla algo.”34
De tal manera que en lugar de hablar, callar, cerrar la boca y los ojos, contemplar,
allegarnos al atopon griego, asombrarnos en un total desconcierto.
Ciertamente conozco que no he dicho nada de lo que hubiera querido decir. Si lo
dije, esto no es lo que quise decir. (San Agustín, De doctrina cristiana I, 6.)35
Nos narra Hannah Arendt, que desde Parménides, la palabra clave para designar
ese todo invisible e imperceptible, implícitamente manifiesto en lo que aparece, ha
sido «Ser», supuestamente el término más vacío y general, el menos significativo
de nuestro vocabulario. Miles de años después de su primer descubrimiento en la
filosofía griega se describió, con gran profundidad, qué le ocurre a un hombre que
de repente se vuelve para tomar consciencia de la realidad omnipresente del Ser
en el mundo de las apariencias.
p. 34: “En otras palabras, el arte “no existía” en las épocas premodernas, pero no
porque estuviera ausente sino por lo contrario: porque estaba demasiado
33 H.-G. Gadamer, El giro hermenéutico, p. 227, en Raúl Alcalá Campos y Jorge Armando Reyes Escobar, (coords.) (2007), Gadamer y las Humanidades II, Filosofía, Historia, Ciencias Sociales, México: UNAM, p. 206.
34 Octavio Paz, La diaria invención que es el lenguaje, el signo mayor de nuestra condición humana, en su discurso pronunciado durante el acto de inauguración del I Congreso Internacional de la Lengua Española, Zacatecas, 1990.
35 De Icaza Villalpando, Ernesto. (2007). Gadamer y la palabra de la experiencia en la experiencia de la palabra, en Raúl Alcalá Campos y Jorge Armando Reyes Escobar, (coords.) Gadamer y las Humanidades II, Filosofía, Historia, Ciencias Sociales, México: UNAM, p. 197.
presente, demasiado integrado al resto de las acciones y las cosas del mundo.
COBIÁN
Cho: me atrevo, y no sin temor, a arrojar una perspectiva con la esperanza de que
sea adecuada (no a las corrientes comúnmente aceptadas) sino adecuada al arte,
aunque esto, sin equívoco, será arrojarla a la sombra, pues si la esencia y el
sentido del arte nos es desconocido, jamás sabremos si hemos logrado adecuarla
a él.
Cho: “el ser es para mí” es estar en la lógica.
Cho: lo real del arte no es lo no conceptual sino el afuera del concepto.
Mencionar las penurias del lenguaje.
<<Se puede concebir una “época” en la que las artes especializadas y específicas,
serán abolidas y reemplazadas por el arte de las actividades ordinarias. Y en
suma por el arte de vivir. Esto sería verdaderamente la Civilización, y tal vez todo
se oriente (difícilmente, como debe ser) hacia ella. Nuestras artes especiales
serían etapas.>>36
Cho: En el horizonte del arte aparecen tres elementos fundamentales: el artista, la
obra y el espectador. Dentro del elemento artista se considera la intención (copiar
la naturaleza, representar la realidad, expresar un sentido) de este mismo, su
técnica (saber hacer), su capacidad creadora. De parte de la obra se considera en
su ser mismo (independiente de la intención del artista), si copia la realidad, si
representa la idea, es decir, el sentido de la obra. Y por último, de parte del
espectador, el sentido ante la obra (le representa la realidad, la idea, su sentir).
Indefectiblemente existe una correlación entre los tres elementos, pues cada uno
implica a los otros. El hecho de reflexionar sobre la experiencia estética conlleva el
reflexionar qué es el arte y cuál es su sentido, pues de una vez aclarado esto, se
arrojará claridad sobre qué es la estética. (IR RELLENANDO). Por otra parte,
aunque la experiencia estética puede presentarse ante la naturaleza misma, por la
36 Valéry, Paul, (1974). Cahiers, tomo II, París: Gallimard, Bibliothèque de la Pléidade, p. 938, en Nicolas Bourriaud. (2009). Formas de vida. El arte moderno y la invención de sí, (trad. Carmen Rivera Parra), España: Ad Literam / CENDEAC, p. 51.
intención del texto sólo nos abocaremos al ámbito de la experiencia estética en el
arte.
“La realidad es siempre interpretada. Y la primera interpretación consiste en
nombrarla.”
Julián Marías, Tratado de la ilusión.
La verdad del arte tiene más características de la sombra que los de una
representación sin velos. P. 14. EL ARTE Y SU SOMBRA
“frente a lo real, todas las palabras y las categorías pierden importancia.” P. 21 EL
ARTE Y SU SOMBRA
“En cuanto a Lacán, para él lo real está relacionado con la <<cosa>>, entendida
como realidad muda, como algo extraño y ajeno al significado”37 ARTE Y SU
SOMBRA
p. 28: El arte no puede disolverse nunca en la comunicación porque contiene un
núcleo incomunicable que es la fuente de una infinidad de interpretaciones. Bajo
este aspecto, es afín a lo real con lo que comparte la áspera y ardua
inconveniencia. ARTE Y SU SOMBRA
p. 37: ¿Cómo es posible salir del sentir subjetivo? Salir de la tiranía del <<yo
siento>> para llegar al impersonal <<se siente>>; descubrir otro territorio diferente,
ajeno al sentir, en el que el <<yo>> y el <<tú>> tienen la primacía: retrotrayendo la
epojé de los escépticos y los estoicos, es decir, con una suspensión de las
pasiones, de los afectos subjetivos; sin embargo, esta suspensión no debe
entenderse como una insensibilidad total, sino como una participación impartícipe,
una ebriedad sobria, un sentir a distancia, como si no fuese yo a sentir o, mejor,
como si yo fuese una <<cosa que siente>> de modo impersonal y sin límites, es
decir, sin darse cuenta de dónde acaba mi identidad corpórea y comienza el
cuerpo de otra entidad física. Se trata, en suma, de un sentir que borra la
37 Lacan, Jacques. (1986). Le séminaire. Livre VII. L’éthique de la psychoanalyse (1959-1960), París: Seuil, en Mario Perniola. (2002). El arte y su sombra, (trad. Mónica Poole), España: Cátedra, p. 24.
separación entre el yo y el no yo, entre lo interno y lo externo, entre lo humano y
las cosas. ARTE Y SU SOMBRA
p. 29: toda αἴσθησις es placer, en cuanto αἴσθησις interesada y, ante todo,
interesada en sí, como ese <<sentirse sentir>> Cita de cita. LAS MUSAS
METER LO DE LIU: SI NO SABEMOS LO QUE ES LA VIDA MENOS LO QUE ES
LA MUERTE COMO EPÍGRAFE
p. 31: El arte no tiene que ver con el <<mundo>> entendido como exterioridad
simple, medio o naturaleza. Tiene que ver con el ser en el mundo en su propio
surgimiento (Cho: se liga con lo de Heidegger que se limita el sentido de physis
con lo de naturaleza). LAS MUSAS
p. 42: Con referencia a una <<naturaleza>>, el arte está en falta de origen y de fin.
(Cho: coincide con la visión de lo del vestigio: descombrar el arte: visión que le voy
a dar a ensayo) LAS MUSAS
Cho: el sentido (significado) del arte no es lo referido a los sentidos –a pesar que
el arte se siente- sino a otra (la cuestión es alejar el sentido del arte a los sentidos
de la vivencia), que al final es el suspenso de toda significación, de todo sentir.
p. 43: (se estaba hablando de la técnica, no como puro hacer sino crear) Después
de todo, la significación primitiva de la palabra ars, ese término latino que tradujo
τέχνη, es la de la <<articulación>> -del αρθρον griego- y toda articulación tiene la
estructura de un singular plural… LAS MUSAS
p. 44: Sobre el arte como <<lenguaje>>, citemos a H. Maldiney, <<Esthétique des
rythmes>>, en Regard, parole, espace, Lausana: L’Âge d’Homme, 1973, p. 131.
<<El arte no está hecho de signos sino de formas; y si lo llamamos lenguaje, es
preciso modificar el sentido de la palabra. La diferencia entre signo y forma se
resume en esta fórmula de Henri Focillon: “El signo significa, la forma se significa”
[La Vie des formes, París: PUF, 1955, pág. 10; La vida de las formas, Madrid:
Xarait Libros, 1983]. El signo no es del orden de lo que significa. Sucede muy de
otro modo con la forma artística, porque es estética. Su significación es una con su
aparecer>>. (Cita de cita). LAS MUSAS
Poesía: poiesis, el producir: La producción es la producción del sentido (el sentido
se produce, es la aparición del sentido y no el sentido otorgado)
Libro: (el sentido se siente, y la verdad (la aparición del sentido), el toque de la
verdad, es la interrupción del <<sentirse>> (el sentido otorgado)). El sentido
sensible y el sentido inteligible, la intrusión de un sentido en otro: el quiasmo. El
sentido sensible sólo <<siente>> si se orienta a un objeto y lo hace valer en un
contexto significativo, informativo u operativo. El sentido inteligible sólo tiene
sentido si es, como suele decirse, <<percibido>> (aquí entra lo de levinas:
intuición que contiene la percepción). El sentido (sensible) tiene sentido
(inteligible), e incluso no es más que eso, la intelección de su receptividad como
tal; el sentido (inteligible) se siente, e incluso no es más que eso, la receptividad
de su inteligibilidad. P. 45. LAS MUSAS
El fin del arte es que siempre que acaba, acaba por empezar. Siempre una
primera vez, un fin infinito. “El fin del arte siempre ha sido ayer”. P. 47 LAS
MUSAS
El <<arte>> nunca aparece sino en una tensión entre dos conceptos del arte, uno
técnico y otro sublime. (Cho: por lo de reducción y reduccionismo de Gustavo
Bueno en la tesis mística. _Toda especulación que en su etimología nos referencia
a lo relativo a un espejo, es decir, al reflejo, entendiéndolo como aquello que tiene
lugar no en el <<lugar>> de lo que refleja sino en <<otro>> lugar. Ese es el punto
de la cuestión, que al especular sobre el arte nos situamos en un <<otro lugar>>
fuera del arte mismo. Esto es fruto de la cuestión del deseo del hombre por el
saber (lo del saber en mi tesis que los griegos no otorgaron la total importancia a
la razón) que pretende parcelar todo.
p. 49: el arte des-figura siempre, deshace las consistencias de presencia
presentada. (Cho: la presencia presentada no es sólo la presencia estática sino la
producción, poiesis, del presentarse mismo). LAS MUSAS
Sobre lo singular-plural del arte: la singularidad del arte no es una <<de una vez
por todas>>, sino que, al contrario, se produce <<todas las veces por una>>. Cada
una de las artes expone a su manera la unidad de <<arte>>, es decir, que no está
limitada por ese <<cada una>>. La unidad de un único arte sólo se ex-pone en sus
obras una a una.
p. 51: Lo que expone el arte, que no significa que represente, es la patencia
originaria, es el reposarse sobre sí mismo. Hay arte y hay varias artes: eso es lo
que se expone como patencia, eso es lo patente de la patencia. En otras palabras,
es la presentación de la presentación. Esta presentación de la presentación no es
una representación, pues no es presentación para un sujeto sino el hecho mismo
de presentar-se, se presenta a sí misma. Lo patente, lo presente no es del ámbito
de la racionalidad al modo de aprehensión de ese patente, de ese presente sino
que la única relación que mantiene con ésta es de intuición, consciente del sentir,
del tocar, del distinguir el <<hay>> de la evidencia, que no es nadie ni nada, ni un
principio ni un fondo, sino lo singular plural de las ocurrencias de existencia, de
presencia o de pasaje. Mezclado. Lo que expone el “arte es la trascendencia de la
inmanencia como tal, la trascendencia de una inmanencia que no sale de sí
misma al trascender, que no es ex-tática, sino ek-sistente. Una
<<transinmanencia>>”38 El arte expone eso, no lo <<representa>>. Es su ex-
posición. La transinmanencia o la patencia del mundo tiene lugar como arte, como
las obras de las artes. LAS MUSAS
p. 53: No es posible tocar (sentir el sentido del arte, pues la obra de arte sólo se
toca a sí misma -) la obra de arte. No se puede incorporar esa obra al sentido
(hacerlo inteligible), pues únicamente la obra se toca a sí misma (sólo podemos
ser espectadores (ahí el punto toral de la estética, que en tanto ciencia de lo
sensible, a través de la intuición que contiene la percepción inteligible, que da
38 Nancy, Jean-Luc. (2008). Las Musas, (trad. Horacio Pons), Buenos Aires: Amorrortu, p. 52.
cuenta de lo sensible. Pero ese dar cuenta será que sentimos teóricamente, es
decir, como espectadores el sentido del arte en su sentir-se) Esto aplica no sólo a
la obra en singular sino a la obra de un artista, un estilo, un género, para cada una
de las artes y para aquellas que puedan aparecer: es válido para lo singular plural
de la esencia de las artes. LAS MUSAS
p. 54: al hablar de arte, existe la tendencia de hacerlo bajo la sombra de una
revelación superior, lo más difícil es, indudablemente, sustraer el discurso de una
reverencia sagrada o una efusión mística. Por ello se debe hacer un retorno
obstinado del discurso sobre el <<arte>> al discurso de su singular plural: esta
pluralidad de las artes debe hacer sensible una doble ley fundamental:
1.- Al tocar la presentación misma, o la patencia, no se toca nada, no se penetra
en un secreto. Se toca la evidencia y esta es tal que no termina con ella pues
multiplicada en su propia inmanencia se evidencia el color, matiz, grano, trazado,
timbre, eco, cadencia… 2.- Una vez que tiene lugar, el <<arte>> se desvanece; es
un arte, este es una obra, que es un estilo, una manera, un modo de resonancia
de otros registros sensibles, una remisión ritmada en redes indefinidas. LAS
MUSAS
El arte mismo es por esencia inaparente, y/o desapareciente. No tiene apariencia
(no aparece, se desaparece) y su esencia se disuelve. P. 55 LAS MUSAS
P. 55: No se puede definir el arte, así como no se puede determinar, ni siquiera
describir, acaso articular algo del <<arte>>. Esto no fortalece el esteticismo, pues
se corre el riesgo de encubrir lo esencial del arte (su aparecer, su mostración) LAS
MUSAS
La técnica, considerada reducidamente a procedimientos, instrumentos y cálculos,
(en que cierto sentido lo es) despoja al arte de su seguridad poética, en tanto
producción de una revelación; de igual manera, despoja al arte concebido como
Φυσις, develada en su verdad. LAS MUSAS
P. 65: “El pensamiento no puede producir más que pensamientos; disipa la forma
de la realidad en la forma del puro concepto, y aun cuando aprehende las cosas
reales en su particularidad esencial y su existencia real, no por ello deja de elevar
esa particularidad al elemento general e ideal, el único donde se siente en su
casa. (…) El pensamiento no es sino una conciliación de lo verdadero y lo real en
pensamiento, pero la creación y la formación poéticas son una conciliación en la
forma de la manifestación real misma, incluso si sólo se representa de manera
espiritual.”39 LAS MUSAS
Debemos dejar la interpretación y la representación para contemplar.
La creación, poiesis, y el arte se resisten a la mediación del sentido.
La poesía nombra su propio afuera, o el afuera como lo propio: los sentidos del
sentido. P. 48
P. 48 Entonces, el sentido es múltiplemente único y únicamente múltiple.
p. 14: Gérard Granel: <<No hay identidad conceptual del Arte, ni del número de las
artes, ni de cada una de ellas>>. (Cita de cita)
p. 102: La pintura que comienza en las grutas es en primer lugar la mostración del
comienzo del ser, antes de ser el inicio de la pintura, pues con un trazo muestra
que él es, muestra la extrañeza del mundo al propio mundo, y muestra además su
saber de la mostración y de su extrañamiento. En ello están implicados, por tanto,
su saber de ser, su saber de ciencia y su saber de conciencia. De igual manera,
implica que el <<arte>> está presente en su totalidad desde y en el comienzo. El
arte es el comienzo mismo. LAS MUSAS
p. 103: El sentido que es el mundo, ese sentido inmanente de ser ahí y nada más,
muestra su trascendencia que consiste en no tener sentido, en no inducir ni
permitir su propia asunción en ninguna suerte de Idea ni de fin, sino en
presentarse siempre como su propio extrañamiento. Ser ahí en cuanto el ahí está
ahí, monstruosamente ahí, es ser el ahí mismo, hacer una incisión o una excisión
39 G. W. F. Hegel, Esthétique, vol. 4, traducción de Samuel Jankélévitch, París: Fammarion, 1979, págs. 26-7, en Jean-Luc Nancy. (2008). Las Musas, (trad. Horacio Pons), Buenos Aires: Amorrortu, p. 65.
en lo íntimo de su inmanencia, cortar, pintar la pared, su a-pared-cer: el ahí es
siempre una gruta. LAS MUSAS
La presencia sitúa en un lugar, en un tiempo y para un sujeto, entonces el mundo
y el hombre en el mundo es la presentación de una presencia sin presencia, pues
el mundo no tiene tiempo, ni lugar, ni sujeto. Es la presentación monstruosa de la
aparición que nada soporta ni delimita. LAS MUSAS
En la estética, si el mundo se detiene, es la fascinación que suscita la apariencia
sin fondo, la semejanza sin original, e incluso el origen mismo en cuanto monstruo
y mostración sin fin. Monstruo: lo ajeno al orden de la naturaleza (debe notarse
que definirlo como ajeno a la naturaleza denota racionalidad, lógica, concepto,
lenguaje). LAS MUSAS
El sentido en el arte es sentido sin significación. Es un sentido dado en la
ausencia. Es el <<arte>> sólo existente, en el silencio de su mostración. LAS
MUSAS
El arte nunca ha salido de la gruta. LAS MUSAS
Con el primer trazo humano en la gruta surgió el despliegue de lo real, la realidad
misma de lo real, desconectada de cualquier uso, inviable, intratable y hasta
intocable. No una presencia sino su vestigio, su huella, su monstruo, la venida al
mundo de lo que no tiene lugar alguno en el mundo, como el nacimiento del origen
mismo o la aparición del aparecer: el aparecer del mundo, su poiesis, su mímesis,
su mostruosidad, su mostración. Eso muestra el arte desde sus inicios, remedo del
origen del mundo. No copia el origen del mundo, sólo adopta el gesto que da lugar
al mundo. LAS MUSAS
El monstruo no es bello ni feo, ni verdadero ni falso. Es la desnudez del ser sin
autor.
El espectador contempla, ve, ve que ve, ve que ve ahí, ve lo que se muestra en el
arte, ve lo invisible y el desvanecimiento del sentido de su propia presencia en el
mundo. P. 110. LAS MUSAS
El vestigio del arte, la huella, lo que queda, lo que resiste. LAS MUSAS
Si se otorga sentido o perspectiva de una determinada cultura surgen el límite, el
fin y hasta su muerte (del arte). LAS MUSAS
¿Qué queda del arte? Su vestigio. LAS MUSAS
Definición que engloba a todas las demás, “de Hegel: el arte es la presentación
sensible de la Idea.”
P. 122: “Las grandes ideas de la <<imitación>> nunca fueron sino ideas de la
imitación o la imagen de la Idea (que, como comprenderán, no es en sí misma otra
cosa que la autoimitación del ser, su remedo trascendente o trascendental), y,
recíprocamente, todas las ideas de la Idea son ideas de la imagen o de la
imitación. Incluso, y en particular, cuando se apartan de la imitación de las formas
exteriores o de la <<naturaleza>> así entendida. Todas esas ideas son, entonces,
teológicas, y giran obstinadamente alrededor del gran motivo de <<la imagen
visible del Dios invisible>>, que constituye la definición de Cristo para Orígenes.”40
LAS MUSAS
Por lo que todo discurso que se pronuncie en ámbito de lo invisible o lo
impresentable tiende a repetir esa lógica. LAS MUSAS
Si se busca el sentido del arte deberá hacerse no como búsqueda sino como
huida y pérdida, en la que el sentido deseado pierde poco a poco toda su sangre.
La búsqueda es deseo o voluntad de sentido. P. 124. LAS MUSAS
p. 125: Respecto al vestigio: si no hay invisibilidad, no hay imagen visible de lo
visible. LAS MUSAS
No se trata de hacer imagen de la ausencia de Idea pues se cae al mismo
esquema ontoteológico de la imagen de lo invisible (no se trata de hacer imagen
de la idea de lo no concepto de lo no racinal) Pues sólo sería una nueva Idea sólo
que a contrario. LAS MUSAS
40 Nancy, Jean-Luc. (2008). Las Musas, (trad. Horacio Pons), Buenos Aires: Amorrortu, p. 122.
“Vestigium proviene de vestigare, <<seguir la huella>>, palabra de origen
desconocido, cuyo rastro se pierde. No es una <<búsqueda>>; significa
únicamente encaminar el paso en la huella de otros pasos.” P. 128. LAS MUSAS
P. 130: “La estética, en cuanto dominio y en cuanto reflexión sobre lo sensible, no
quiere decir otra cosa.”41 LAS MUSAS
Se trata de que no se caiga al par de lo sensible presentante y el ideal presentado
(es caer al juego de que cada bando pretenderá tener el predominio del territorio
del arte)
Ante el retiro de la forma idea, queda el vestigio, lo sensible (QUE BIEN) que no
consistirá en buscar la huella de un sentido, su sentido (de la huella) hacia un
Sentido, sino que la huella sensible será el sentido mismo. Será la huella de un
paso, transire, un cruce, sin atrás ni adelante, sin ida o venida. LAS MUSAS
Renunciar a nombrar y consignar el ser del vestigio. El vestigio nos pone sobre la
pista de la <<esencia del arte>>. Que el arte sea hoy su propio vestigio. LAS
MUSAS
p. 137: <<el arte>> en singular nunca se da sino a posteriori, y sin duda sólo
durante el tiempo de la reflexión de su concepto, pero no en el lapso de su
efectividad (en la ejecución o el goce de la obra nos situamos en la pintura, en la
música, pero no <<en el arte>>).42 LAS MUSAS
“Como quiera que se lo comprenda, y sean cuales fueren los objetos en los que se
lo reconoce, no es posible engañarse con respecto a lo que es <<el arte>>, cuya
identidad sigue estando siempre necesitada de identificación.”43 LAS MUSAS
p. 142: Tocar, en cambio, es pasar lo más cerca posible y, al mismo tiempo,
mantenerse a una distancia ínfima e íntima a la vez; es pasar a los confines y
compartir su indeterminación, así como también entrar en contagio. LAS MUSAS
41 Nancy, Jean-Luc. (2008). Las Musas, (trad. Horacio Pons), Buenos Aires: Amorrortu, p. 130.
42 Nancy, Jean-Luc. (2008). Las Musas, (trad. Horacio Pons), Buenos Aires: Amorrortu, p. 137.
43 Nancy, Jean-Luc. (2008). Las Musas, (trad. Horacio Pons), Buenos Aires: Amorrortu, p. 140.
Lo <<sensible>>, el sentir es siempre sentirse sentir. El cuerpo se siente (en su
carácter de sintiente es sentido por sí mismo, y esto lo hace <<el mismo>> y <<sí
mismo>>): ese se que él siente, está envuelto en cada sentir sin estar en parte
alguna. LAS MUSAS
El arte retiene el presente que se presenta. P. 153. LAS MUSAS
La obra de arte: una presencia dotada de presencia. FIN. LAS MUSAS
Cho: que la otra vía no se convierta en Idea, pues se caerá a la misma lógica.
Cho: El arte es, ante lo que surgirá –otra vez más- las preguntas del hombre,
volverá nuevamente la repetición y las respuestas, posiblemente, seguramente,
serán diferentes.
Cho: si entramos en la lógica de “el ser es para mí”, entonces se sustenta todo
discurso teórico que delimita define y determina el arte, el lenguaje adquiere toda
significación y entra en juego lo divino, lo profano, el gusto, el interés, el artista, la
subjetividad, la consciencia. La otra vía es que entre todo en juego pero para sólo
articular la singularidad del vestigio de lo real en el arte. OK Será una humanidad
sin frase en la que lo que es será en toda la riqueza significativa de ser en tanto
manifestación, apertura, mostración pero todo desde la extrañeza de la
presentación de lo que es, será una humanidad sin humanismo, monstruosa. Pero
se correrá el riesgo de padecer el ostracismo de arístedes, el destierro de nuestra
propia tierra, esa que es tan nuestra y tan poco nuestra.
Cho: si decimos que Rosset encuentra en el arte una de las vías para acceder a lo
real es en el sentido de que éste –el arte- muestra la singularidad de lo real-
(meter lo de la cita de fantasmagorías: el arte es pues como una zona de reserva
de lo real, en tanto que al mostrar la singularidad de lo real lo hace desde sí
mismo, desde su esencia y no como contenedor de lo real (¿cabría decir que el
arte es sólo un nombre, un epígrafe –como lo explica rosset en su libro tautología
sobre lo real el ser…?).
La esencia del arte. Esencia: lo que hace ser lo que es
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+ El arte, más enfocado a la vista y al oído (Félix Duque: cerrar los ojos y oídos…
tesis)
+ No copiar la realidad sino el despertar un intenso sentimiento de lo real
+ El punto en cuestión es si el arte mantiene fidelidad con lo real
+ Evocar (traer a la memoria y a la imaginación) lo real, la realidad, en su
singularidad. (que por ende, no puede ser representado). ¿entonces el arte, al
depurarse de cualquier significación estaría en condiciones de otorgar o evocar
esa singularidad de lo real.
+ Evocar: memoria e imaginación: memoria: recuerdo que se hace de algo pasado
(pasaje, paso de JLN) imaginación: no como ilusión (que corresponde al doble)
sino como aquello que corresponde a la realidad.
+ Lo real de que se trata es siempre el mismo, pero produciéndose en una escena
inhabitual que configura una especie de espacio protegido: entendiendo por tal no
un lugar de escapatoria de lo real, sino, al contrario, un sitio donde lo real está
como preservado, protegido de lo que hay de constitucionalmente frágil en la
realidad misma. Zona privilegiada, de reserva de lo real, como es, por ejemplo, la
del arte o la del imaginario infantil. P. 112 Fantasmagorías.
+ fantasmagoría.
(Del fr. fantasmagorie).
1. f. Arte de representar figuras por medio de una ilusión
óptica.
2. f. Ilusión de los sentidos o figuración vana de la inteligencia,
desprovista de todo fundamento.
del latín “ad”admĭrāri” de admirar. co
Meter el bios theoréticos p. 21 Tesis
La talidad del arte
Experiencia p. 36 de mi tesis
Lo del lenguaje de la experiencia p. 81 tesis
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DR. COBIÁN I
DR. COBIÁN I
DR. COBIÁN I
DR. COBIÁN I
DR. COBIÁN I
DR. COBIÁN I
DR. COBIÁN I
p. 23: En tanto creador el arte es acontecimiento y no hecho, esto es, emerge
donde menos se lo espera: estalla.
P. 23-24: “una reflexión estética circunscrita a la objetividad del fenómeno artístico
–obras de arte, formas, estilos, corrientes artísticas, etc.- posee una significación
filosófica que no podemos despreciar: nos muestra con total claridad la dimensión
material y social del quehacer artístico, la historicidad y al fin la efectividad
(realidad verdadera) del arte.”
p. 26: “Por su propia naturaleza el pensamiento filosófico está obligado a abrirse a
lo otro que él, a lo distinto, a lo que en principio se resiste al concepto –el
sentimiento, la sensibilidad, el Sentido, lo Real, el Ser mismo.”
p. 26: De lo que se trata es mejor de pensar, como propone Trías, el ser
paradójico del límite, esto es, que al ubicarlo y hablar de él no sólo definimos lo
que queda de “este lado” (nuestra finitud) sino a la vez y de alguna manera –aún
sólo negativamente como hacía la teología negativa- lo que queda del “otro lado”
(la otredad, lo inefable, lo sagrado, lo infinito). Asumimos entonces que del hecho
de que el pensamiento no pueda subsumir conceptualmente algo no se sigue que
eso no exista.
p. 29: Regresar a lo originario es regresar a lo más cercano y lo más elemental: al
percibir, al sentir…
Cho: Pensar no el origen sino el originario del arte.
p. 32: la dimensión estética –la dimensión de la experiencia sensible y del
quehacer artístico- puede ser usada como una “metáfora epistemológica”. (la obra
de arte como metáfora de los procesos básicos de la realidad en cuanto tal
(comentario en la cita)).
EL ARTE COMO CREACIÓN DE REALIDAD
p. 149: “la respuesta a la pregunta por la naturaleza del arte sólo se puede ser la
siguiente: el arte es bien representación “o” bien creación de realidad.”
p. 153: “En esencia el subjetivismo estético consiste en una negación de la
realidad propia del arte […] Lo estético es identificado con una cualidad o un valor
de nuestra aprehensión de las cosas y desterrado de la consistencia intrínseca,
ontológica del objeto.
Bajo esta perspectiva subjetivista, la relación del ser humano con lo real se ve
reducida a lo cognoscitivo y toda otra forma de relación será considerada como
irreal, como ilusión, por lo que el arte cae a un reduccionismo considerándolo
únicamente como objeto. Todo está en la subjetividad y su representación, pero
no debemos olvidar que esta última es una sustitución, un doble de aquello que se
aborde, sea lo real, sea el arte, sea el ser humano mismo.
Cho: si el arte se propone como objeto producir un objeto bello, fracasará ante su
objetivo pues quién puede calificar la belleza,
Arte, belleza, estética
[…]
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El arte y su sombra:
p. 10: “el arte, hoy más que nunca, deja tras de sí una sombra, una silueta menos
luminosa en la que se retrae cuanto de inquietante y enigmático posee. Cuanto
más violenta es la luz con que se pretende envolver la obra y la operación
artística, tanto más nítida es la sombra que éstas proyectan; cuanto más diurna y
banal es la aproximación a la experiencia artística, tanto más se retrae y se
protege lo esencial de la misa en la sombra.” EL ARTE Y SU SOMBRA
p. 12: “No es en lo alto, en el empíreo de los <<valores>> estéticos, y aún menos
por los suelos, en las oscuras profundidades de lo popular y de lo étnico, donde se
puede encontrar un remedio contra la banalización del arte, sino a un lado, en la
sombra que acompaña las exposiciones de obras y las operaciones artístico-
comunicativas.”
P. 13: “Sin embargo, la sombra no se sitúa como adversaria, sino, en todo caso,
como la poseedora de un saber y de un sentir que sólo ella puede alcanzar y que
desaparece cuando la plena luz quiere apropiárselo.
** Checar en las pp. 24-25, que citan a Rosset.
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LAS MUSAS
¿Hay esencia del arte?
¿Hay un arte o varias artes?
=> singular-plural – plural-singular. : se pertenecen recíprocamente
Decimos <<arte>> en singular desde el romanticismo; antes, en el momento de
Kant y Diderot, se decía <<las bellas artes>> que se distinguía de las <<bellas
letras>>.
Lo que conocemos como <<arte>> en la modernidad tiene poco que ver con la
técnica. Arte y técnica, ahora, nos son tan distantes, no fue así en la antigüedad
clásica.
ποιησις fue la pretendiente a ocupar la primacía en las bellas artes y ostentar el
índice de su esencia <<todo arte es en su esencia poema>> nos dice Heidegger.
La ποιησις fue designada para el nombre del producto y para la τέχνη, el nombre
del proceso o el modo de producción.
P 31: El sentir y el sentirse-sentir que constituye el sentir mismo es siempre sentir
a la vez que existe lo otro (lo que uno siente) y que hay otras zonas del sentir,
ignoradas por la que siente en este momento (Cho: lo otro es lo sentido y ese otro
sentido indica que hay otros sentires que no siento).
p. 41: “Hacer algo –dice Duchamp- es escoger un tubo de azul, un tubo de rojo,
poner un poco de esos colores en la paleta, elegir siempre la cualidad del azul, la
cualidad del rojo, y elegir siempre el lugar en el cual vamos a ponerlo sobre la tela;
siempre es elegir”44
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