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CARTI:L[S EL SEMANARIO NACIONAL

FUNDADO E.N 1919 POR OSCAR H. MASSAGUER

Publicado por Sindicato ti, Artes Gráficas tle la Habana. Avenida de Almen­dares y Bruzón.---Cable y Telégrafo "Carteles".-Teléfonos: Dirección: U-16511 Redacción: U-56211 Administración: U-2732.--0ficina en New York: Hotel MacAlpin ler piso. Carlos Pujo!., Representante.-Número ,aelto, 1 O ccnts. ¡ atrasado, 20 ccnta.-Acogido a la franquicia pOltal y re-

gistrado en Correos como correspondencia de Sci,ióda clase.

NUESTRA PORTADA

MARION DAVIES, la actriz que emhellece con su fo­

, tografía la portada del presente número de CARTELES, es una

de las primeras figuras del arte mudo. ·

Los títulos de muchas de sus más bellas películas han que­

dado marcados en la memoria de los adictos del cinematógra­

fo, como realizaciones definitivas. Recientemente la pudimos

admirar en El Príncipe de Graustark, producción evocadora­

men te histórica, y Las dos huérfanas, que tanto éxito obtuvieron.

MARION DAVIES no es de esas artistas de gloria efí­

mera , que conquistan un puesto en arte silente gracias a su be­

lleza, y a las cuales una ausencia de verdadero arte solo permite

mantenerse en los carteles durante tres o cuatro años. Desde

el inicio de su labor, esta actriz se situó en ·el primer término en­

Yidiable de las estrellas, creándose un público, y manteniéndose

por sus virtudes histr iúnicas, en uno de los más gloriosos sitia­

les del reino encantado de Hollywood.

1 HÉM'°f Rortc'Ás, 1

R ~::R ;;,_

NOTAS r NOTICIAS

ra IJ ,ihíamos anunciado un cmociona:11e cuento de lack London qm •1erá la luz aho­ra . Para más adelante ofre­ceremos las primicias,, en caste­llano, de un relato de un escri­tor francés casi desconocido en América, y que es uno de los más talentosos cultivadores de

autor de "Los primeros hom­bres en la luna''. Como el maestro inglés, su género fa­vorito es el del relato r¡ue plan­tea un angustioso enigm~ cu­)'ª solución viene a ser siem­pre una hipótesis científica, audaz y sugerente.

La Rana, se titula esta na­fa novela de misterio.

Maurice R enard ha sido lla- vela corta de R enard, cuya mndo "el 1Vells francés", pues trama es tan singular e ines­su poder· de imaginación es perada, que no podría compa~

solamente comparable al riel rnrse con narración análoga.

F. N. Díaz de Vera fotó~rafo

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LAS DESGRA ·CIAS

.JAl¡JA-'¡JA! A MI 1NO ME TOCAN · LOS REFORM\STAS

LES QU ITARIA EL PECHO

DOÑA /\lODRILA

LOT'ER\A

Si los honorables papás de la patria sienten sinceramente deseos de reforma y renovación, supriman ese foco de infección que 1e llama Lotería. Pero el pueblo no lo espera. Antes se terminará la · carretera· central y hallare­

mos un Presidente que no. lo tiente la Reelección y no lo maree una Prórroga cualquiera . . 6

•

11 CA·RTbLb5·fj . .EL SEMANARIO NACIONAL

ALFREDO T. QUÍLEZ Director _____ _ osCAR H. MASSAGUER EMILIO ROIG DE LEUCHSENRING

Sub-Director ALEJO CARPENTIER Jefe de Redacción l HE ME~O~[:A 1 . ¡\.dministrador

RE __ ,: . ,

VOL X LA HABANA, MAYO 8 DE 1927 NÚM.19

UN RAHO A MONTESQUIEU

:llfií¡i;¡j¡¡~W, N amigo ,nuestro solía decir que hay periódicos tan mal organizados, tan absolutamente dependientes de la in­tervención personal de su director en la confección de los mismos, que no hay más que echarles una ojeada pa­ra advertir qué grado de salud es tá gozando--o sufrien­do-e_! Hombre-Eje. H ay días que esos periódicos salen

densos a más no poder : es que el Director está acatarrado. Otros días, esos periódicos no dicen nada, son de una aburrida tenu idad informa­tiva : es que el Director está en cama. Y así sucesivamente. C ARTELES, revista de una organización tan democrática r equil ib rada como su pro­pio espíritu, tiene la buena fortun a de se r diri g ida por un hombre de buena sa lud, como podrá apreciar hasta el menos benévolo de nuestros lectores. Pero no es esto-apuntado por vía de auto-reclamo-lo que hemos querido trae r a colación ; sino más bien la semejanza que existe entre nuest ra vida politica nacional y esos periódicos mal organizados de que hablaba aque:l amigo nuestro. .~ctualmente, en efecto, la polí-ica atraviesa por un momento de par~ntesis, de ten uidad, de aliento

. t . endido. Cla~está: se fu é el !"1ombre-Eje. Y como aquí ya ~penas si se o · , .~que no sea refl eJo de lo que el H onorable Presidente opina , ni se hace sino lo que él dicta, ni tiene nadie más in iciati \'aS que las que él estima perti nentes, resulta 1Íotorio y explica ble que la vida política no haya pasado de se r , en las últimas semanas, una simple co­midilla en torn o del viaje presidenc ial. A lo sumo, sólo se rumian los acontecimientos inmediatamente anter iores a la E gregia Partida. Lo poco nue,·o que nuestros mandata ri os se atreven a hacer en ausencia del C ésar es .. cumplir sus últimas indicaciones. Acallar voces ; disolver mítines y hasta reuniones pac íficas; en f in, cosas -de mera tramitación, como dicen los leguleyos.

Se nos dirá que esto es natural, pues no t iene, en; -ri gor, nada de • extraño. que el mecanismo político se paralice, fa lto ',Je su Espíritu

M otor . . . No, no es extraiio. Pero, o nosot ros somos unos pesi mistas implacables, o es en ve rdad deplorahlc mente significa ti vo, revelador del estado de án imo ac tual, que la ausencia del J efe del Ejec ut ivo afecte tan ostensiblemente la marcha de un Estado reg ido, si no nos ,~qui,·o­camos, por el céleb re principio tripart ito de los Poderes . . . Per<? los cubanos a todo " le ponemos rabo" : incluso al pobre Montesquieu; -in­cluso a nosotros m ismos.

L.-\ OBSEQUIOSID.-\D GUBERNAMENTAL

DEL viaje, ¿quéi -nos preguntarfo tal Yez nuestros lec­tores. Pues del ,·iaje, hasta ahora, bien, g racias. L os agasajos r ceremonias consabidos. L os d iscursitos bien \1re¡~arado~. L as eternas gr~nd cs frases. . "l;,nas cuantas ilusJOnes, o tal vez gestos para la galena , como ese de la abolici<'lll de la E nm ienda. A lgunos pronuncia­

mil'!itos de cpiniún que, seguramente, la mayor parte de los cubanos ,,ntrrnrlos no estaríamos dispuestos a end orsa r, pc r ejemplo, esa loa del J>an-Americanismo, la gran fa rsa de ma rionetas, cuyos alambres sos­ticne la mano h;íhil de W ashington . Y nada más. Es decir, sí; algo m;Ís: las presunciones y conj <: turas yuc ayuí se hacen, y que algún fun­damento deben tener, pi:r at¡t i<: ll o de que nin g ún río suena sin porqué.

Entre estas conjeturas criollas, empeñadas en desentrañar el motivo del viaje al Norte-pues los cubanos somos de una curiosidad verdade­ramente majadera;-las hay que echan a volar rumores de empréstitos, de consultas al coco yanqui sobre la actitud que asumiría hacia el con­t im ~ísmo, aun que lo haya vituperado ya la Nación entera; de explica­ciones misteriosas a la F ederación Americana del Trabajo, etc., etc. Pe­ro nosotros no queremos compartir esas especulaciones. Nos limita­mos a pensar y a decir una vei más, humildemente, que el pueblo cu­bano tenía derecho a saber ele un modo categórico y explícito a qué fué su presidente ·al Norte, y que ~i el único motivo ha sido el de extender una invitación al Presidente Coolidge, el gesto, amén de poco diplo­mático y de peco del icado hacia los demás países de América, tiene un marcado sabor a guataquería oficial.

Entretanto, los periódicos de Washington publican parrafitos untuosos, irónicos, o ladinamente falaces, aprovechándose de la visita oficia l cubana para dc:cirl e al Continente lo que éste' ya está cansado de oir sin dejarse engañar: "Que el respeto de la soberanía cubana por parte de los Estados Unidos es una demostración de la bue­na f é norteamericana y de su ahsoluta ca rencia de propósitos imperia­listas." ¡ El eterno simpl ismo! . ¡Como si no hubiese más imperia­lismo que el de las inter venciones administrativas! .. . Y mientras Un­ele Sam guiña un ojo a espaldas de nuestro Presidente, la América La­tina tiene un rictus de menosprecio en los labios ante esta obsequiosidad de les gobernantes cubanos.

EL SER VICIO DE ELECTRICIDAD

. AJEMOS un poco en la escata de los acontecimientos. Vol rnmos a lo local. Parece que ya está funcionando activamente una Comisión nombrada por el Alcalde para regl am entar la inspección de los servicios eléctricos en las casas de la Habana. Bien. Mas ¡no le parece a nues­tro amigo Miguel Mariano ( que tan buenas muestras

y¡ene dando en el cargo, a pesar de todas las lirrtitaciones presupuesta­les y de todos los zafarranchos de personal) no le parece, repetimos, que puestos a fiscalizar eso de los servicios eléctricos, debiera comenzarse por revisar íntegramente las condiciones en que desenvuelve su lucra­tivo negocio la Havana Electric? D esde hace mucho tiempo se viene clamando contra la onerosidad excesiva, realmente exorbitante, que el sum inist ro eléctrico representa para los vecinos de la Habana. El fluí­do eléctrico se paga. aquí a un precio que difícilmente será superado en luga_r al guno. Para todos los ,que tenemos la desgracia de vivir en la Capital, la cuenta mensual de electricidad es uno de los egresos más cuantiosos que debemos afrontar en estos momentos de estrechez. · Por otra: parte, ya ha sido mil veces denunciada la pingüe arbitrariedad que supone el que la Compañía acumule los depósitos iniciales de los con­sumidores, sin pagarles a estos interés alguno, ya sea directa o indirec­tamente , por la manipulación de ese capital. ¿No ha llegado ya la hora, Señor Alcalde, de corregir éstas y otras demasías? El alto coste> de la vida es una realidad tan importante o más que cualquier otra, y es triste cosa que las compañías extranjeras que explotan los servicios públicos per­manezcan, a ciencia. y paciencia de las autoridades cubanas, insensibles a las preocupaciones económicas del pueblo a costa del cual medran tan abundantemente.

I!. L draakar ligero de Snorro

Haarfager, violentamente in­clinado sobre su derecha, co­rría hacia la costa cuando aun eran inciertas las lu­

ces del alba. En los bancos dormían los remeros, en

el tiqión velaba él mismo: Snorro el Vi­king. Envuelta en un manto, dormida .a sus pies, estaba Matilde, su novia. Sobre el agua, la erguida figura de Snorro, re­fle jábase gigantesca como una estatua negra. .

Palidecieron las estrellas, la tímida luz de la aurora se hizo más clara, la espuma en la proa tornóse plateada, y la nave guerrera se destacó sobre el horizonte co­mo una gaviota gris.

Roja era la única vela cuadrada, y ne­gra la antena; también era roja la quilla, y, sobre ésta, esculpida en la proa, la fi­gura dorada de un dragón, con las alas abiertas como queriendo volar. Colgados de la borda, los escudos brillantes de cue­ro con dibujos de animales feroces, eran• como anuncios de guerra y de muerte . ..

Aquellos hombres de ojos azules y lar­gos cabellos de niña, estrechos en sus cal­zones de cuero, con las piernas y los bra­zos desnudos, eran los Vikings. Eran los hijos de la Ultima Thule. Nunca fueron esclavos de Roma, Y, jamás el Imperio intentó cautivarlos. Habían llegado a tie­rra escandinava con intención de cultivar­la, pero encontraron un país eternamente frío, desierto de caza y de frutas, y la mar agitada . o cubierta de hielos, escasa de pesca : entonces, el hambre los hizo piratas. Poseían en toda su plenitud las virtudes y defectos de los fuertes; eran hospitalarios, respetuosos con las mujeres, amantes de la verdad y, al mismo tiempo, crueles y terriblemente sensuales.

A la voz de Snorro despertó Matilde, la que, dejando a un lado el abrigo de ar­miño, se acercó al Viking. Era una be­llísima mujer, en cuyo porte ' arrogante adivinábase la distinción y elegancia de una hija de nobles . Sus ojos miraban con insistente fijeza al . horizonte y pare­cían reflejar, al través de sus pupilas afec­tadamente inmóviles, el fondo de un al­ma atormentada con pensamientos de odio y de rencor.

-Buenos días hermana, la tierra está cerca.

-Díme qué ves, Snorro,-murmuró Matilde, después de un momento.

-Veo-contestóle iste-montes cu­biertos de nieve y bajas colinas rojizas, después un río y más allá una ciudad . .. Ahora veo mejor los palacios de pi~dra blanca y los amplios jardines de esa ciu­dad que se extiende hasta las orillas mis­mas del río.

-¿Y son altos los montes, y las aguas del río son rubias como mis cabellos -y la ciudad es grande y bella, herman~?

-Sí, Matilde. Mat~lde calló. Parecía recoger en su

memon~ recu~rdos de dolor y de vergüen­za. Miraba _sm ver, como una ciega. En su boca, la v10lenta contracción de los la­bios dejab~ como una rosa de sangre so­bre su palidez mortal. Después, dijo con voz sorda·

-Snorro, aquella piedra blanca como tus brazos es el mármol, orgullo de esta tierra; y aquella ciudad es Roma, la Ro­ma abominable, en donde humillaron a Matilde tu novia; esa es la ciudad que tú incendiarás mañana, borrando de ella has­ta el recuerdo . . . Y a hemos llegado ... el lobo Tenris tendrá una interminable cena de carne bañada en sangre hirviente, y las tres vírgenes hermanas asistirán a la fiesta.

-Sí · Matilde-respondió el Vik:ing lentamente.-Te vengaré. No dejaré piedra sobre piedra de aquella orgullosa ciudad, y nUt:stros bardos cantarán en los Sagas inmortales que Snorro Haafager vengó a la hija de Haroldo, su rey.

-No podré olvidar jamás-continuó Matilde-aquel día en que unos piratas romanos disfrazados de mercaderes me robaron en mi propio país, para venderme desnuda, como esclava en Roma . Lue­go, la vida horrible en la casa de aquel tribuno viejo y corrompido que me había comprado. después, la vergüenza . .. querían que jurase contra Od'ín y Thor y contra Freya, nuestros dioses poderosos ... querían que ·fuese humilde y paciente, yo, la hija de Haroldo el Grande, ante quien inclinaron la cabeza miles de guerreros.

-El dolor de mi padre y el tuyo, Sno­rro, y mi propio dolor, llenaban mi alma; pero mis lágrimas se secaban en mis ojos al fuego de mi odio contra aquellos hom­bres, y al de mi f é, que aguardaba esta hora de venganza.

-Una noche, b orgía de mis dueños f ué más larga. Bebían sin cesar y roda­ban sin sentido entre restos de viandas, de flores y de ánforas vacías. Y o danzaba sobre un tapiz de Persia con los pies des­nudos y coronada de rosas . . . ya no po­día más; pero deb ía seguir bailando, por­que de otro modo, caería implacable el látigo sobre mis espaldas . . . Extenuada por la fatiga iba a caer, cuando ví que los esclavos y servidores también bebían y abandonaban la sala; entonces compren­dí que había llegado el momento, y huí. Vagué sin descanso, y mucha veces estuve a punto de caer entre bandidos y ladrones. Cierto día, unos hombres me recogieron casi muerta en la orilla del mar; eran corsarios ,daneses, que al saber mi historia de dolor, me llevaron al viejo hogar de Haroldo, mi padre. Mas, ¡ay!, éste ya no existía ; la guerra de tribus dominaba el país, y Haroldo, desterrado a las tierras d~ Erico el Rojo, al otro lado del mar, había muerto. Entonces me ofrecí a tí, Snorro, a quien nunca dejé de amar, te pedí venganza y te traje hasta aquí. Ma­ñana, otros draakars llegarán; mañana. será día de sangre.

La nave había llegado a la boca de aquel río "aguas rubias como los cabellos de Matilde". A un·a breve orden de Sno­rro, los corsarios bajarotÍ la enorme vela roja y clavaron las anclas en la arena.

El sol brillaba ya, resplandeciente. Y entre el azul de los cielos y el azul de los montes, y el azul de las ondas, se des­tacaba como una cinta de oro el río, .en cuyas riberas, el mármol de los palacios.

(Continúa en la pág. 27)

Las distintas fotografías reproducidas en ésta página nos muestran algunas de las escenas más intervmmtes de la gran película española El negro que tenía el alma blanca, f elicísima versión q la pantalla de ta· famosa novela d.e Alberto lnsúa.

CONCHITA PIQUER y RAYMOND DE SARKd, notabilí­simo actor egipcio, son los principales intérpretes de esta producción, realiza,la por la Joya Film en Madrid, Barcelona, París y la Costa Azul, v que ha sido prescnt.ada esta semana en el Teatro Martí, con una charla de A lbcrto I nsúa.

El negro que tenía el alma blanca puede clasificarse entre las más notables películas producidas en Europa últimamente.

(Fotos Joya Film.)

UNSISTIML\D[ tUGE[N[ [5(0lAR

J'-º"' el Dro-VJUORlIANü A60SH NI

1 L actual Secretario de

Sanidad, Doctor Fran­cisco María Fernández, amigo mio desde que h a c í a sus estudios,

años después que yo, en la mis­ma Afma Mat er, me ha pedido la preparaciún de un Sistema de Higie­ne Escola r para Cuba, eficiente y hacedero. Nada podía agradarme m :ís, dadas mis antiguas aficiones a todo lo relacionado ~on la puericul­tura. No existe departamento de ma­r .r importancia que el de Higie­ne E~cnlar ni más urgenteme_nte ne­re it;1do <l e refo rmas y atención. l'rq>:.ira r :d cuhano para e l cumpl1-111icnto d<.: sus debcn.:s ciudadanos; haCL' r homh res fuertes y buenos que ,in·:111 cnn idoneidad :t la Patria; ,ontribuir al mejuram ic nto <le nues· t •a r:iza ; aminorar en todo lo posi­ble ti crecido número <le niños d¿. hile; , m:rvioso, tuberc ulizables, sub­n,,rmales, es ob ra cuban:t en su más :1 111plin )' nobl e aspecto.

H igirne es prevención, y preven­ci,.,n es el triunfo de h medicina. D L· curar sa be el hombre muy poco tnd :11·í:1: l:i ciencia terapéutica está :1Ú n en ¡n iialc. E1·i tar es sie mp re m:ís f :íc il yue remediar. Es más f:'tci l prc\'enir la tubercul osis, que curar a l tuberculiza<lo. Es más fá­ci l educar el sistema nervioso del niiio, que corregi r luego al hombre desequilibrado.

La ob ra de Higiene Escolar en

1) , 1-r ,J. :bn· ,h,I

En est,· intercsa11t,· artíc11lo , el Dr. llictorin 11 0 // g o;ti ,ii , 11w1 de las f ig11ras m!Ís distinguidas rlr 1111 !·stro 111111ulo m ,:tlico ,

n os cxpo /1.,' dctallada111r1J.te Sil sistema de Higin,e Es colar, cuya preparación lt: ha sido pedirla rccieutemoite por ,·/ Dr. Fran­cisco !María F enuí11rlc-;:., 11111•stro talent oso y ,-Jicio tte Sarcta­rio de Sanidad.

De más es taría hr.·Ci'r rnaftar fa pcrsonafirlarl riel aut or d i: es te t,rtí cufo: el Dr. Vict oriano ,1gostini, grad11arlo en fa U11i­vcnirlad de C o f11mhia, en el fi11 0 1905, rjcrció w prof es ión m New r orÁ·, hm ta hace 1m mio, en r¡ue n·g/"t's ,; a Cu ha, conquis­tando rírpida111ente justo rcno111 hre. N ott;b/,· clínico, se rles tarn h oy con fu erte u·ficuf' nitre nuestros prof nio11alrs 1111Ís hriflantn.

C uba es tan compleja como trascen­dental. Es compleja po r cuanto ne­ces ita la colaboración de diversos d ementas heterogéneos y <listancia­dn que cooperen patrióticamcntc unid os en recíprocos servicios. Es trascendental porque edifica de igual modo al poderoso y al prole­tario; porque enaltece tanto al go­hernan te que la pone en práctica como al pueblo que de ella se bene­ficia; porque a fcc ta a la familia c11hana J e esta época y a la de ge­neraciones venid eras; porque su in­fluenci a grande y perdurable, har:í de Cuha una nación de hombres li­bre~ r felice s.

H i!!iene escohr nos atañe a todos. T odc; debemos considerarnos res­ponsablt:s y ohliga<los a contribuir :i ~11 consecución. No es un a~w1t0

, 1 1... •n J \K Iii l)t

, ,,1ll.\l)

perso rn l, sin o suc ia!. No es cuestión l<1c:1l sino nac ional.

El niíio de hoy es el hombre del 111 :iíi:1n :1. n, como bien ha dicho al ­guie n : "L'I 11i1iu L'S d padre del hom­bre ." '{, L'g ún sembremos, asi cose­chare mos.

Un buen programa de Higiene Escolar dehc abarcar las sigu ientes :ictiYid::ides, si n las cuales carecería de ef icac i::i:

1 ''-l111'e tig::ir los defec tos fí si ­cos y mentales cid alumno.

z:'1- Corre!!i r esos defectos en cuanto sea po; iblc.

3~-Descubrir la enfermedades transmisibles en los ni11os y ataj::ir !:is posibles epi<le mi ::is en tre ellos.

4~-Contribu ir a que los maes­tros conse rven buena salud y efi ­cienc ia.

'- I CIO l'\~1( 1 l>f

() 111<\"i/' l . UIIL\'

ll f l t l,\1111 , ._rn1\I

S1'- .-\ dil' , tr.1r : t lo5 m:1cs t1w, en descubrir 1k frct,h y en frrmed :ulc~ en lo;; L'Sc,,! :1rL·,.

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Este pr, ig- r.1 111.1 dchL· r:í d isponerse L' ll h furnn ,i!_; uicn tl' :

I In -pcccio1;.:- de h s e cucbs, mac,tru, y e·cohres.

II Vi,it:i-; :1 los hoga res de los :tlumn ns.

III Ex:tmL·n a1111 :1l comple to de todos lm ni1i ns de ocuch .

IV :\m pli acit', 11 dl' I , en ·icio, o supcrvi~ión ( i11 cl111' e el di ag nóstico ,. trat:1mie11to de los cscohrcs en ­.fc rmo ) .

V Con fnenci:1, , 1, temáticas en e cuelas y otro, luga res.

VI Reuniones pcri úJicas del personal, con ca r,ícter científico y educatirn.

( C ontÍntÍa Cll la· pág. ' +)

, ILl.:1 1 \RlO l >l

1, , 1 1{ l ' 1...(.l(l' l'L' Hlh,.'\

DEPARTAMENTO DE HIGIENE ESCOLA~

10

..

CON LAS RblNAS D[J[LL[ZA

La be/liúma IINCE L!Ntl ANDU IZA, que nos repre­sentará en el gran certamen i11tcr11acio11al de Ga/.ve,1011 fotografiada la scma11a última, al embarcar par~ lo;

E s1ados U11ido.r.

MARÍA BASTO S, /a. Señorita Por­

tug-al.

El Dr. M IGUE L M A RIANO C Ú -MEZ , 1111.:.<l ro so11-rie11/1' ahal.lc, f 010 -graf ia,lo ro 11 las rei11a.< ,!, Portlfgal, Italia, Fran , i.1 ,­L11xi111b11rgo, r lr;s rs· ·11as n1 h,111a.< c/e,­t ,1; t' Jl el l· oJ1(11 r .iO

orga11izado por el Diario de l:i Mari ­na, rn la f icsla u ­lcbra.la en ho11or ,le las .<0bera11as e11 rl

r cof ¡;arden del Jlotel Pla za.

MAR ÍA GALLO, Reina de belleza

de Italia.

La Rei11a de belleza de Francia: MI/e ROBERTE

CUSE}" .

IS NECIIAIIÁ LtllffAUltCIÓI DIL c6DICO ILICIOlt&I CIIOWDIII

EJAMOS, en el trabajo anterior, expuesto y analizado, en términos cla ros y precisos, cómo en el Código Electoral

de 1919, llamado Código Crowder, por ser éste el autor de su ley de bases y director de la comisión in­terparbmenta ria que lo redactó, quedaron suficientemente garantidas la acción y voluntad populares, gra­cias a las · acertadas medidas y dis­posiciones que el mismo contiene, y, sobre todo, con la reglamentación que en el capítulo XVII se dió a los Partidos políticos, principalmen­te en lo que se refiere a su orga­nización, facilitándolas y a su perió­dica reorganización, y prohibición de que los miembros ex-oficio--sena­dores, representantes,. consejeros y concejales-pertenezcan a los comi­tés ejecutivos de sus asambleas, impi­diendo con ello el predominio y perpetuidad de camarillas, amparan­do, en cambio, a los afiliados en sus legítimos derechos para inspi­rar y decidir la orientación y vida de los partidos.

Y dijimos que con esas medidas, tom:1das en el Capítulo XVII, que podía considerarse como una verda­dera ley de partidos, y con otras es­tipul ac iones acertadas y necesarias que el C ódigo Electora l Crowder contenía, la democracia no era un mito, sino una verdad; respondien­do, por tanto, ese Código a los idea­les revolucionarios y al espíritu re­publicano, básico de nuestra Cons­titución .

Nos toca ahora, en este último ar­tícul o de la serie, ver como todo eso, tod:1s esas beneficiosas, indispensables r democráticas medidas y estipula­ciones J e! C ódigo Crowder, no existen p, porque fueron borradas por los mismos que habían hecho ne­cesario e 1 que se establecieran; por los mismos que habían producido el caos político y electoral que moti vó el que Crowder viniera; por los mismos inte resados en que las cosas vol ,·ieran al ser y estado en que se encontraban antes del Código Crow­rlcr, de 1919.

Constituye este proceso uno de los ejemplos más elocuentemente de­m ostrati vos y lamentables de la falta de patriotismo de la gran mayoría ele nuest ros políticos, congresistas y gobe rnantes, de su egoísmo e inte­resadas ambiciones personales, de su poca o n inguna entereza de c_arácter, de su cobardía, de lo acomodaticio de su conducta, de su ausencia de

civism o y personalidad.

'ºª lo,c DI LEUCHS!NDINC Fueron políticos, congresistas y

gobernantes los que provocaron con sus errores, faltas, atropellos, vio­laciones de la ley y la Constitución, triquiñuelas, combinaciones y falseda­des políticas y electorales, la desas­trosa situación que ofrecía Cuba en 191 9 y ya hemos pintado en otro artículo; fu eron políticos, congre­sistas y gobernantes los que, por todo ello, dieron lugar a que sufriéramos la vergüenza de que un extranjero, el General Crowder, viniera a po­n er orden en nuestra patria y a obli­garnos a tomar medidas que eran ell os los que de motu propio debían haberlas tomado; fueron políticos, congresistas y gobernantes los que se som etieron servilmente-y ·en este caso beneficiosarnente para Cuba-

a las indicaciones de Crowder, apro- !izando, como antes, toda chse de bando en una sesión, sin discutirlo y desafueros políticos y atropellos a la apenas sin leerlo, el Código Electo- , voluntad popular. Y cu:1 nd o se die­ra] Crowder, hecho precisamente ron cuen ta que el extranjero les de­para contener sus desafueros, y que jaba vía libre, entonces se quit:i ron era pliego de cargos y reglamento la careta, se revistieron de un valor disciplinario contra ellos; y fueron qu.: antes no había n sabido tener, políticos, congresistas y gobernantes in,·oc:uon b sobcr:inía y la libertad los mismos que, no habie ndo sabido que antc:s no supie ron defender, y tener entonces un gesto de cívica re- se lanzaron a saco en el Código beldía o protesta, apenas se fué el Elcctor:11, transform:indolo, de una General Crowder de Cuba, empeza- garantía que :intcs era de la cierno­ron a modifica r el Código Electo- cracia, p or l:1 efcctiYid:i d que en él ral, po,ú(;ndolc rnbo, como se dice se daba a ];¡ voluntad y acción po­cn términos criollos, suprimiendo del pulares, en un p:ipel moj.1do que es rnismo,-poco a poco, para ir tan- hoy, peo r que la anterior Ley Elcc­

tcando hasta donde podían llegar sin tora l. provocar la protesta extranjera,- C omo niiios c:is tigados por el todas aquellas rneclid:is y disposicio- ma estro, que cumplen dócilmente la nes que les impedían seguir rea- pena que: 0ste les ha impuesto , pero

Un Nuevo Triunfo del Vr. Roig de

Leuchsenring y de "Carteles" El Sr. PRESIDENTE RECTIFICA_ AL Sr. SECRETAR/O

DE ESTADO

Nuestros lecloNs ruordnrá11 In protesta que des .le la tribuna de la So­ciedad Cubana de D erccl,o / 111cruatio11al y e11 ,·st,11 páginas formu ló, l,ace

~-arim semanas, el Dr. Emilio Roig de Leuchse11ring, Secretario de aquella sociedad y rnbdirector de CARTEL!-: , , co11tra las siguie11tes palabras pro-111¿11ciadas por el Secretario de Estado. . Dr. Rafael .War/Ínez Ortiz, e11 rnl discurso i11augural de la Décima re1111ió11 anual ,l¿ esa í11 stitucíón:

"El Honorable Sr. Preside11/e de la República, General Geranio Ma­cl,ado y Morales, es el primero e11 querer dar esplendor a tan fa,1J/o aco11-tecimiento (la celebraciói, en la Habana, en 1928, de la Sexta Co11fe.:. re11cia /111 er11acio11al America11a). Lo reputa como 11110 de los más g ran­des, si110 el más gra11,le de su gobierno. Se /,a prop,uslo ir perso11alme11te a i11vilar al Ho11orable Sr. Presiden/e de la República de los Estados U11 i.!os de Nor/ea111érica, Cafoi11 Coolidge , por si le fuese pasible asistir a tan solemne acto de solidaridad co11 ti11e11t11l y al H onorable Secretario de Es!ado, Fra11I: R. }(e llog, cuya presencia también sería grandemente estimada y daría impor/a11cía y realce a la co11fere11cia."

Esiimaba jw1ame11/e 1111eslro com pa,íero que esa i11vitació11 comtituía , aparte de otros errores diplomáticos, u11 ab;ur.lo , irritaute e i11jw1íficable privilegio que nuestro Gobierno establecía e11 favor d,: los Esta.los Unidor y contra · las Repúblicas latin oamcrícauas.

Pues bien, el Presiden/e de la República acaba de reelifícar plena-111e11te lo 111a11ifestado por el Secretario de Estado, salva11do el error co-111 e1ido, segtÍ11 aparece de la Nota · entregada por nuestro Embajador doc­tor Ores/es Ferrara, en nombre del Ge11eral Macl,ado, e11 Wasl,i11gto11, a los periodistas 11orleamerícanos, w 22 de abril de 1927, sobre los diversos problemas que afectan hoy a Cuba, y con motiv o de la es/a11cia de uueslro Primer Magislrado en aquella capi1al; 110/a que fué /rasmitida por la Prensa Asociada y publicada eu El Mundo _r Diario dé h Marina, el día 2 3, y que dice así :

"Et Presiden/e de Cuba coopera al prescute para dar la mayor impor­tancia posible a la próxima Co11fereucia pa11a111críca11a que se relebrartÍ en enero de 1928 en la Habana , y si11cer11111 cute desea que el PresiJcu/e Coolidge y el Secretario de Estado , K ell ogg, v isite,, Cuba dura11t e la ccle­bració11 de esa 111ag11a asamblea, a la que l:1111 de asistir perso11ali,lades rc­prese11tativas de todas parles de América."

De manera, que ya 110 hay i11vitació11 prí-vilt-giadn a Mr . Coolidge y Mr. Kellog para que asislan a la Sexta Co11fcrr11cia, sino que nuestro Pre­siden/e aprovecha SIi estancia e11 Wasl,i11gto11 para desea r since rament e que ambos gober11a11tes 11or/eámerica11os, , ·isi tcn Cuba durante la celebra­ción de la Co11ferencia, como la vi111nrá11 la111bié11 otras perso11alidades representativas ,le todas parles de .1 mérica.

Es una rectificación acertada y jus!a que 110s satisface y enorgullece, porque, más que 1111• tri1m/o de nuestro compr,iero Roig de L e11c/,se11ri11g y de CART ELES, lo comideramos como triunfo de la opi11ió11 públi,·a, que redunda en provecho y prestigio de ,11,cstra ¡,a1rit1.

1_2

L' . pcT:111 q11.: vud ra hs esp.1ldas para burlarse d.: él y reincidir en b mis-111 .1 f:ilt:t qllc moti1·ó el casti go, as í, políticos, congresi tas y gobernan tes, después c¡u c :icept:1ron la pc11itc11cia qu e p:tr.1 L' ll os signit:caba el C ódigo Ekctor:i l Crowder, se estuvieron qllictcci tos-¡ los .1ngc I ic:i lc- chiqui­ll os 1-micntr:is Crowder estuvo en Cuba; pero apen:t se fué, proba­ron :i ,·c·r si podi:1n realizar un:i tra­\'Cs11r:1, si n que el maestro Crowder les rcga ii:1r:1, y :1 los se is meses-m:i r­zu 26 de 1920-de sa ncion :1d0 el Ct',digo Elec tora l Crowdcr, que lo fué en :igosto 8 de 1919, rntaron una lcr madi ficando lo~ ar tículos 120, 2-+8, 284, 288 y 29 1, introducicndc d irc r~as m odifi caciones, de las que nos intercs:i ahora la del a rtícul o 28 4, porque por ella se les dió de nuc,·o entr:1da, con voz, pero si n vo­to toda vía, a los miembros ex-oficio en los C omités Ejecutivos. Fu é ese un primer paso de tanteo, par:i ad­mitirlos co n voz y voto, tal corno se encontr:1ban en 1919, al poco ti empo, lo que se realizó por ley de 9 de junio de 1921, por la que se volvieron a adue1íar los concejales, con se je ros, representantes y senado­res, de los partidos políticos.

Pero esto era poco para indivi­duos de tragade ras t:in anchas y es­tómagos jamás sa tisfechos. Y a una vez dentro de los comités ejecutivos ele las asambleas, necesitaban pc rpP­tuarse, como antaiio, en ellas, for­mando con los del egados las mismas pifias perpetuas que el Có;f igo Crow­der barrió. Y, al efecto, suprimieron la reorganización de los partidos. L:i primera vez, por ley de 2 de enero de 1922, con fiánd ose ·a los C omités Ejecutivos ];¡ elección de los candi­da tos a cargos m unicipales, provin-

( e 011ti111Ía 1'11 la ftÍg. 2+ )

MANUEL CASTRO PIIDILLII, el populamimo empre­sario )' co11.positor mexicano, autor del famo so Cielito Lindo v de Los aires nacionales, al que será ofrecida una fu11ció, ; /10111 e11aje, el viernes, e11 el T eatro Prad o, con un rngestivo prog rama e11 el que aparece11 l os 110111b~es de

María Tubau, Tapia-Rubio, Tacos, Pepe M ed111a, y otros.

El General GE R ARDO MACHADO , acompaiía.lo del Dr. FERRARA, recibido por el Alcalde JAMES WAL/,:ER, al llegar al Ay1111tamie11to de Nes.v York .

U11 aspecto del recibi111ie11to tributado al Pres-idente de la República, en l.. ciudad de los rascacielos.

13

(Fotos. Underwood a11d

Underwqod)

Ofrecemos en esta pági11a al­gunas i11teresantcs notas grá­f icas del v iaje del Presiden­te de la República a l os Es­tados Unidos, remitidas por conducto de nuestro servicio fotográfico Underwood and

f.!nder~c· ood.

Dr. LEOPOLDO CANC/0 Y LUNA, ex­Secretario de Hacienda-de la que fué rnb­Secrelario por dos veces-, ex-Secretario de lmlrucció" Pública, ex-Catedrático de nuestra Universidad, que falleció el domin-

go pasado, en esta capital . (Foto. Colominas)

EJ a11tot11Ó(JÍ[ del General MACHADO, al "11ba11do11ar el Ay1111ta111ie11to t1foyorqtti110,

¡Perdone /ns espaldas el leétor! . Pero esta bellísima mujo i olo hn consnttirlo nt posar n11f!.' In ctÍmnrn n cowliciú11 de ocultar n 1ig nuíticnmn1te /ns líneas de w rostro . . Y M onroy, el arlmirahle f ot rÍgraf o mf'xicrmo r¡uc se halla e11tre n osotros, pemñ r¡11 f' 11 0 110, saín tan penoso so portar la nfrf' nfa dr tales es paldas .

( Foto M onroy St11rlio.)

~:.: Maltina "TIVOLI": Vigor, Nutrición, Belleza

A pena verlo contenerse para no llorar. La caí­da de los pequefios no es tan triste como la de

~ ~-_ los grandes. Esta frase de lástima, seguida de

una sentencia generalizadora, había salido de la ancha boca, en forma de corazón de Miss Allison la equili­brista. Su hábito de ver desde 1~ al-

. to del trapecio a las gentes, dábale aquel tono · seguro que sus compa­ñero¡; acataban y que en vano pre­tendían imitar la e'cuyére de risa untuosa, bajo cuyo peso orondo y rubio tenían los caballos curvas de angustia.

-Es verdad, da pena verlo enve­jecer. Cada año, desde hace algu­nos, le echa encima seis o siete, añadió, entre crepitaciones de saliva, el prestidigitapor, de palabras aun más rápidas que sus manos.

-Si no traba jara con Herber y si su muj.er no se diera cuenta de que le tiene miedo al contrincante, se le notaría menos la vejez-con­cluyó el domesticador de perros.

Y los tres miraban al viejo atfeta; que, trémulo bajo las rutilantes bo­las de hierro, casi descubría bajo· la luz de los arcos, el dolor de esa son­risa de los grandes esfuerzos hechos en público.

Años · atrás, cuando el espectáculo del circo era próspero, Emilio el único, hab-Ía asombrado a los públi­cos de las grandes ciudades con su fuerza. Su juventud fu é una lec­ción de belleza viril y, triunfando de las complicaciones atractivas de los otros números, sus ejercicios de ac robatismo se reno imponíanse en ; seguida por algo noble, por algo que era, sin jactancia, a modo de un lí­mite humano. Ningún atleta tuvo durante tantos años su apostura; ninguno le igual'ó en gracia rítm i­ca, en armonía de formas. Era la suya una especie de fuerza razona­hle, -Je la que todo impulso y todo exceso parecían excluídos. Aquella continencia , fiel ele la balanza en­tre el rubor y la presuncKJn <le la supremacía, no le abandonaba ni en la pista ni el círculo íntimo. Siendo el ar tista preferido, era el compaiie­ro perfecto. Para las suscripciones, para los consejos, sus bohs y su bo­ca jamás estuvieron remisas. Decir su nombre era despe~tar hasta · en los más adustos una' sonrisa <le hene volencia. Todos lo querían, lo adoraban desde el domador de en­hiestos bigotes, cordero manso ha jo los zarpazos _ <le su · mujer, una in­glesa bebedora de gin, hasta el avíe­-so imitador de animales y hasta el

payaso de avinagrado gen¡o. Era bueno, sin se veridad; servi¿ial, sin indiscreción. Nunca tomó parte en discusiones ; jamás confundió la emljlación con la envidia. Su bon­dad era tal que. c--Oando terciaba en alguna refriega, su laudo siempre cercano de lo justo, acatábase sin que los sometidos hubier<1n de recor­dar que tras su palabra estaban dos pu,íos capaces de pulverizar las in­conformidades más recias. Y aho­ra, casi de pronto, precisamente cu_ando los negocios fl aqueaban y los contra·tos hacíanse más difíciles, aparecía aquel alemán joven, pode­roso, como él había sido, y le robaba los aplausos.

Durante muchas noches, Emilio el único, estranguló:

dentro de sí al do..:

que los jóvenes fuesen ~briéndose

paso en el mundo. Pero si en­

gañaba a quienes mejor creían

conocerle, a un ser no engaña­

ba ni apenas os a _b· a intentarlo. Ese ser era su mejor obra y su pre­mio en la vida. Nacida a la desgra­cia de un doble mal paso de un com­pañero de los tiempos románticos del circo de lona--el primero sobre la 1 u juria en una ha ja casuca de su­burbio y el segundo sobre un alam­bre tendido a lo alto sobre aceradas armas, en una función de gala-la recogió huérfana. Poco a poco lo·s años fueron nutriéndola, armándo­la de atractivos, hasta cuajar en ella las gra~ias de esa época en que todo se confabula en la mujer contra la paz del hombre. Mas él era casto, casto con esa sencillez de quienes necesitan vivir de sus músculos, y resistió su proximidad sin t~ntacio­nes. Jamás habría pensando él en desposarla, si una enfermedad grave no le hubiese dado el miedo a dejar perder el seguro pagado durante tanto tiempo, con tanto sacrificio.

verdes renuevos, él se· levantó de la cama, volvió a vivir y la .tomó por suya.

Nadie, ni siquiera los malabaris­tas que tenían extraña y unánime tendencia a la murmuración, criti­có la boda. Externamente apenas va­rió nada entre ambos. Ella era la misma ·muchacha sumisa cuya ima­ginación no buscaba para salir de la propia vida otra ventana que la lec­tura de la Biblia, heren¿ia única de su · padre; él seguía llevándola del brazo sin ese cinismo avaro de los viejos que usurpan una mujer joven. La larga convivencia habíalos }).echo conocerse casi por compl~to. · A ve~ ces uno cualquiera de · ellos respon­día sin terror a una palabra n,o di­cha por el otro anteriormente: Pcr eso cuando el alemán joven se cru­zó en su carrera· y empezaron los silencios coléricos, el entrecejo car­gado de ideas malas y los puños y los labios crispados de súbito, ella susurraba:

-No puede compararse contigo ... Cada vez que vayamos a un público que entiem:la, ya lo verás. . . Es que

- éQuieres casarte conmigo? Así la gent~ es torpe, bestia... ¡Ah, qué ha de ser ni siquiera parecido a

serás mi viuda y lo cobrarás tú-le tí! . ..

'dijo sin atre\·erse a· mirarla. La tensión rabiosa de él se afio-

-Quiero que no te mueras, que jaba lentamente, calmada por el bál--no me <leJes-respa~dió ella. samo de las palabras de ella y la

Y después de la boda en que la crispadura de la boca resolvíase palidez del rostro y de las sá- en sonrisa triste. En otras . ocasio­

banas recordaba no blancuras nes era la cara femenil la que se de epitalamio ni fragan- \·ciaba de sombras, Y el coloso enve_.

cías de azahar sino livi- jecido respond ía entonces al pensa­dez de muerte y mo- miento interior con frases borbo­

mificadas siemprevi- teantes de ira Y de pena: vas, un día, a fa- -¡ Por qué han de contratarnos

vor de un rena- a los dos juntos-? ¿ Es que no hay cer primaveral otros circos? Si al menos él fuera

en el que has- · un per\"ertido como otros; si andu­t a e n 1 0 s viera en malos pasos; si bebiera 0

J.e gustaran las mu je res . ¡ Pero nada . nada! Y están haciendo que lo odie . Luego, si un día ocurre algo, dirán . ·

-Eso, no, Emilio. Son los em­presarios los que titnen la .culpa. Él no se mete con nosotros . ·. . Sabe que no vale ni la mitad que tú. .

Pero la decadencia del espectácu­' lo los hacía coincidir cnda vez más a menudo; y en cada nueva coinci­dencia los- triunfos del alemán se acentuaban. "No te preocupes así"­decíalc ella al regresar mohínos a su. casa. "Con nuestros ahorritos podremos en último caso retirarnos." Esto lo irritaba en lugar de calmar­lo, y con ahinco feroz sometíase a todas las abstinencias, a todos los

.__ __ _.;u..a.1,o,1.:::;a--------....UL-=. __ ......:_,l entrenamientos. "Retirarme no, ' (Continúa en lá pág. 32)

1_5

. A

DI A II la ·&lt> U II O Ar- ,e, c-.-J>OIU "•L CU~IOtO PAI.LANCNIN"

~gwzn~ ff~, .cNog, wnU1Jrg~ éIJ _ WI/Ea, DW~yú.éD~

COS hombres en nues- ,--------------------=--------, tros asuntos basta para convencer de tra patria tienen una · 'i' · ~ ' esta verdad. historia tan extensa e Nuestro ord en con titucional se intensa como Juan encuentra pro fund amente perturba-Gualberto ·Gómez. De do. El P oder Legislativo y d Eje-

modestísima cuna y p, , ~neciendo a cutivo no ac túan indepenclientemen-una raza que en tiemJ:-'uS no muy te corno lo exige nuestra Constitu-lej anns se hall-aha pri1·ada. ele todo ción. Sería insincero quien lo ne-

los derechos ci vil es, social es y polí- gase. Y lo peor del caso es que no ticos, Jua n Gualberto, en plena C o- son veinticuatro Senadores y más de

Joni a y en la propia Europa, supo, cien R epresentantes los que trazan rumbos a nuestra legislación , como

gracias a su privileg iado talento, la­

hm iosidad y a f;ín insaciado de cul­tura , hacerse de una personalidad

respetada y respetable, como ya qui­sieran muchos blancos que por ahí presumen de notabilidades y hasta tienen fama de consagrados o emi-n.,mcias . criollas.

Pero al mismo tiempo que el- cul­ti vo de su inteligencia y la adquisi­ción de condcimientos, principal­mente en literatura, historia y cien­cias político-sociales, Don Juan ha sido siempre un luchador incansable en pro de cuanto creyera beneficioso a la libertad y el mejoramiento de su patria. Conspirador y revolucio­nario, apóstol y propagandista, con­ferencista y escritor, su pluma y su palabra, y su acción y su voluntad, estuvieron siempre al servicio de la independencia de Cuba, por la que sufrió prisiones y destierros. Amigo y colaborador de los grandes jefes revolucionarios, la historia de nues­tra segunda guerra emancipadora no puede escribirse sin reconocede la parte principalísima que en ella tuvo. Y de Martí, fué uno de los más lea­les compañeros en la gran obra que aquél realizó, ocupando el cargo de D elegado suyo en Cuba, o sea del J e fe del Partido Revolucionario Cubano.

Ha sido también, ya en la paz, :\1iembro de la Asamblea Revolu­cionaria de Santa Cruz del Sur, De­legado a la Convención Constitu­yente, ex-Representante y ex-Sena­dor, Miembro de Ja Academia .de la Historia, ocupando en la actualidad uno de los puestos en el Comité Eje­cutivo del Partido Popular.

Aunqtte alejado hace algunos a1íos de la vida pública, el proyecto de prórroga de poderes y reforma constitucional, que se trata de impo­ner al país, ha despertado los arres­tos <le otros tiempos en Juan Gual­htr tn G ómez y se ha lanzado, de nuevo, a la lucha por la libertad y la dem ocracia, con el mismo entusias­m o q11 e antes. Su inteligencia, cul­t11ra , experiencia y conocimientos políticos y auto.ri<la<l que le dá el hahcr siclo Delegado a la Conven-

ción que redactó la Constitución que hoy se pretende destrozar para que sirva de vehículo a una reelección sin elección.; Secretario de la Co­misión Consultiva que redactó la anterior Ley Electoral y miembro de la Comisión Mixta Parlamentaria que, presidida por Crowder, hizo el actual Código Electoral, todo es­to, hace de Juan Gualberto una de las figuras más valiosas del grupo de adversarios de la - prórroga -y la reelección y uno de los más útiles y efectivos anatematizadores de ese absurdo proyecto.

Su opinión sobre los sucesos po­líticos que hoy agitan al país, no po­día CARTELES dejar de recogerla y divulgarla.

Contestando a preguntas nuestras, n os dijo:

-¿ Qué opina usted sobre la ac­tual situación política?

- ¿ Mi opinión sobre la situación actual ?-La puedo con.densar de este modo: la considero muy seria

y me llena de hondas preocupacio­nes. El pueblo cubano no se siente satisfecho. E so salta a la vista; eso no se dice a gritos aun, pero se tras­mite en voz baja por cada cual a los que encuentra en las calles, en las fábricas, en los talleres, en los establecimientos públicos. De nada vale que unos pocos satisfechos pre­tendan, con sus alabanzas insinceras, pregonar lo contrario : el pueblo, la masa, formada por capitalistas y obrt>ros, por cultos e ignorantes, por hombres de opiniones moderadas o radicales, se da cuenta de que no vivimos en Cuba como debiéramos, y esto, porque no estamos regidos al tenor de los preceptos de nuestra Constitución, sino con arreglo a las conveniencias y a los intereses de una oligarquía que pretende impo­ner su voluntad por todos los me­dios, :ncluso los más reprobables.

-¿En qué funda usted esa opinión?

-Una rápida ojeada sobre nues-

16

lo quieren la razón y el C ódigo Fundamental, sino que es un solo hombre el qu e impone su criterio Y' su voluntad al C ongreso . L os ma­les que esto enge ndra entre nosotros son los mismos que ha producido en todo tiempo y en todas partes, lo que se conoce con el nombre de con­fu sión de poderes : esa práctica, ahí está · la Histor ia , ha conducido siem­pre al despotismo, que, tamb ién en todo tiempo y en todas par tes , ha tenid o consecuencias dolorosas y fa­tal es para la paz pública y el orde­nado desen volvimiento de las insti­tuciones nacionales.

P ero no es solo la confusión de poderes o, mejor dicho, la anulación o el sometimiento del Poder Legisla­tivo al Ej ecutivo lo que da gravedad suma a la situación que venimos atravesando. Todavía eso tendría pacífico y adecuado remedio si no nos encontrásemos, a la vez, frente a este hecho gravísimo y de fatales consecuencias: las libertades que Thiers calificó de "necesarias", a pesar de que están amparadas por preceptos terminantes de nuestra Constitución,-véanse los artículos 25, 28 y 37 de la misma-no existen entre nosotros. En los primeros me­ses de su exaltación al Pode t , el Jefe del Estado, paladinamente de­claró que la prensa no podía enton­ces gozar el e I ibertad y prometió que algún día la tendría . Esa enormidad provocó mi protesta , desde las co­lumnas del diario Pa-tria, que enton­ces dirigía . Pero es lo cierto que, al igual que entonces, la libertad de la prensa sigue ausenté entre nosotros y que nos hemos acostum­brado a considera r como un héroe al periodista que no se consagra a prodiga r aplausos a los que mandan.

El derecho de reuni ón pacífica, está desconocido entre nosotros. El de asociac ión, . pisotead o escandalosa­mente también.

Esa es, en el ord en poi ítico, la situaciú11 real del país. Ningún hombre d1: juic io puede pensa r que esto es normal y tranquilizador. La historia <le todos los pueblos dcmues­

( C ontintÍa m la púg. 24 )

I ENRIQUE FERNANDEZ, guardame-ta y capitán del Fortuna de/ endiendo la 111eta "blanqui-11egra" de un ataque

de los astures.

/(

COSM E, brillante juga.lor del Fortuna, que anotó el único goal de rn equipo en el juego del do111i11go, , _____ ..._..-

recibió, , a los pocos minu­tos de e111peznr el match¡ una lesión en la cabew. A pesar de la l,erida Cos-111e continuó e11 el partido

/,asta el fi11al.

Estado en que .<e en­cuentran e11 la aclua/i­dad Im obra., de la 11ueva socie.la,l r-1ira­mar Yacht Club_,, que pre.,idc el Dr. Mig11d

lv1 ariano Gó111tz.

HILAR/O MART'if;E~ el popular boxeador e;pa­iíol1 en los momentos de dar el kick-off en el en-

cuentro L~:~~:::!umtud . t ¡

(Fo/o Arguelle;)

El equipo del F or­tuna,, que el domin­go pasado perdió Sil pri111er partido del presente campeo• nato a 111nnos del Juventud Asturiana en Almcndarcs Park con la anotación de

dos por 11110.

1 7

__ ::f~~-.:-~::-.. ::::-;;. ...... - ~ ..,

•., -- ;._.

HILAR/O M ,-IRT/_ NEZ, el peso ligero 'Valenciaiio, que peleó el sábado pasado co1: · tra el pugilista cubano 1'oung J\1anuel,_ e/1 la Arena Colón; siendo declarada tablas la pe lea. Este fallo f=ore ­ció ligeramente al w-

bano.

( Fotos. Kiko,

~ (~

El clásico handshake entre H ~ L A R I O MARTINEZ v YOUNG MANUEL

lºOUNG MANUEL, el mejor lightweight cubano, que log ró l,acer stt segun­da pelea con Hilario, ta­blas. En stt primer e11-cuenlro con el boxeado.­cspmiol, en Ta111pa, 1·0,mg

J\1t111 11 cl perdió por decisión .

El C omnnda,i /e Marqu és }RANC /S­CO DE PINEDO, f otogra¡;ado a su lkgndn a IVnsliington, junto ni Em ba­jador DE MART / N / (* ) y rl,: las au­f(»"idndcs militares }' di pfo,,tñticnr que

ncmlit•ron. n recibirlo.

Esta f otografía puede dar una idea del enorme pllblico---i11tc­grndo eh su mayor parte por , ... n­bnjadorcs-que asistió nl meeting monstruo r¡uc tuvo lugar en Ncw Y ork para proUs/nr de In senten­cia de muerte prommciada co,itra Sacco y Vmr:.etti. E11 esta mani­festocióti tremolnro-,i · estmulnrt r.s co,i esta imcripción.: " Lo de/ cma de los trnhajaáores,. es In defoun

r:::::::=:::=-=.:::___----------------=---------~ de la L ibertad."

1 ~.

Estn rs In zílfimn f otograffo ' drf comandante NOEL ,DA VIS, ,rviarlor ammcnno qw: se froponÍfl rcnli=.nr, sin -·u:nlns , ,m rewncio ,r.al tmelo Nl"W }'"ork- Pari1, )T que /a­sonmur pasada perdió In vi-1/o ni probar el biplano que iba n utili:.ar r11 m proeui -rviat urin. E,, rl círculo: el trágico biplano k cystonc Pathfinclcr, euyn raída en Ncwport Ncws, costó la vi­da a N oc/ Davis, J' a m ayu- 1

dante Stanlon 1Voost.er.

~•, 11,oa,11

El te:irn de la Uni \'ersi d:id, que ac-t11alme11/e celebra una serie co11 el Loma en los terre-

nos del St:idi\J1n.

El equipo d,:/ Vecl :ido T cnnis que ~·wció ,, 11 el rel:iy de S00 111,•­lro¡ seniors : FE;R­NIINDEZ DE CAS­TRO, P ANC H,0 ARIINGO, G.4RCl:I

FELEZ v AL­FONSO

(Fotos . Kiko)

SEEI\UN, dd Fc­rrovi :1 r io, rl zí11ico

:f ;:{?1: ,. q~:,t~

la;/a el / i11a! , rn ! as co111¡, ,:101, ins q 11 h1t11¡,!.: , q11r.!1111.lo 01 ;cg,mdo !11gnr.

L l.,' JS ESTÉ l' E7., ,fr, Vedado T cnn is, ,¡11 ,· t;a11ó ftici!111 .-11/¿ !m

<'0 111 peteucin; del pé11ta!o.

El rnnrlclo del Cluh :\tl é ti co de Cub:i, q11e g<111Ó el .,tiba.!o ¡,a;a./o e11 el St:i d iurn Ca ribe la com¡,e1e11cin de ,·e!c,•o 111ix1 0 : RODR(Gl' EZ f,.: NJ GI-/ T , M A RIO CON

ZALEZ, Sú' AREZ y RORrnN.

Los tipógraf os, en lo grnn

manifestación obrera del primero de M o_yo .

La exquisita poetis~ 11icat agiieJ.a, AURA ROS­TAN D, colaborad ora de 1111estro colega S OCI AL ,

que v isit.ó nuestra capital, de paso para los E s­tados Unidos, fotografiada e,i el pue11te del v apor

Ecuador, con m esposo.

IIDt A(TUAllJJMJ

A lgunas de las perso110/1dades e 111;;11aJos que asisJieron al lunch ofrecido en las plantas de la fábrica del Orange Crush, con motiv o de

la inauguración de sus 1111e<vas 111áq 11inas.

Una de las agrupaciones que con­currió a la 111011if estació11.

"(Fotos. Pegudo)

Grup o de seiioros y sc,ioriÍas que ~1ienen laborando activ amente en la organiz.ació11 de la gra,, v er­bena que se celebrará el sábado, en el Palacio Durañona, en Ma­rianao, con el fi n de recqger f ond oi para co11sl.ruir el edi f icio ·

de la Sociedad Marianao.

El nuev o Presidente del ·Club Rotario, Sr. E_DUARDO J. CRI­BAS, electo en la última sesión celebrada por la citada entidad.

c <J _(foto .Pegudo)

,_,~.;,J

~

22.

23

"LOS DOS LEONES" FERRETERÍA

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'Deben las madres recordar que una denta­dura sana es señal de buena salud

EL amor maternal no acepta el más mínimo descuid~ en lo que respecta al~ salud y bienestar de las criaturas. Pero

si bien no adrede, hay madres que olvidan un punto-quizás el más importante - para la conservación de la salud de sus hijos: el buen cuidado de la dentadura.

No basta hacer que el niño aprenda a cepillarse los dientes con un dentífrico de gusto sabroso: se debe procurar más aún. Donde la encía toca el diente está La Línea del Peligro. Allí , en esos intersticios se aiojan trozos de comida, que quedan casi aislados e inaccesibles al cepillo de dientes. Fermentán­dose forman ácidos que traen la caries, irritación de las encías . .. hasta piorrea ... la destrucción completa de la dentadura.

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7

IOA\1;}0./ile)IIJ!id.á\9... (C4ntinuación de la pág. 16·)

tra que al hombre ~iv1lizado no se le puede sistemáticamente negar el ejercicio de sus derechos, sin pro­vocar su protesta, primero; su re­beldía, después. Y los cubanos ac­tuales, contemporáneos o descen­dientes de los que no pudieron so­portar el despotismo colonial, es evi­dente que tampoco podríamos tole­rar indefinidamente ningún otro despotismo.

-;Y sobre la situación económi­ca del país?

-Agregue a estas consideracio­nes, el mal estado económico del país. Son excesivos los gastos públi­cos; agobiadores de la Industria y del Comercio¡ · muchos de los impuestos extraordinarios declarados reciente­mente en vigor. La inquietud de las clases laboriosas, ante la perspectiva de miseria que vislumbran , no la des­conocen más que los poquísimos que se sienten ah"ítos de bienandanza en los tiempos que corremos.

Por esas conside raciones que dejo apuntadas, es por lo que estimo, co­mo dij e al principio, que nuestra situación es seria y me llena de lion­das preocupaciones.

- ¿ Qué remedios cree usted que podrían resolver esa crisis general que padecemos?

-Sí : yo creo que puede remediar­se. N o hay más que volver a la

práctica de observar la Constitu.: iún y respetar las leyes, para que la ;wr­malidad se restablezca, las .zo;.Jbras actuales se disipen y lo_s pr_obl emas, aun los más graves y compl ~ados, encuentren la solución adecuada. L os ánimos se serenarán cuando el derecho de todos y cada uno esté respetado. L as cuestiones económicas v sociales se estudiarán y encontra­~án ad,ecuado arreglo, si eso se pue­de hacer en una atmósfera sei;ena, de confianza y de solidaridad.

Para tratar de que la vida pública cubana se encauce por esa senda es para lo que un grupo de cubanos, de procedencias políticas muy diver­sas, estamos dedicando nuestra bue­na voluntad y nuestra experiencia, al fin de constituir una gran fuerza defensiva de los grandes principios de libertad y democracia que carac­terizó el programa de la Revolución cubana. Tenemos fé en la -acción pacífica, en la perseverancia, e11 el esfuerzo y en la vitalidad imperece­dera del derecho. Y como estamos convencidos de que prestamos al país un señalado servicio, laborando porque se restauren el imperio de la libertad y del derecho1 no habrá di­ficulta·d que nos arredre ni riesgo que nos impida cumplir con nuestro deber de cubanos, amantes de los principios democráticos consignados en nuestra Constitución republicana.

11 NICIIADIA ... rcontin1.·:1ción de la pág. 12)

ciales y nacionales, haciéndose en esa ley, con miras interesadas, otras modificaciones en el Código Electo­toral; y la última, por ley de 15 de diciembre de 1925, sa_ncionada por el actual Gobierno, en la que, además de prohibirse de-nuevo la reorganización se cometen otros monstruosos atro­pellos a la democracia, dándosele, por decirlo así, la última vuelta a la palanca que debía ahogar por com­pleto y darle muerte a la voluntad popular; atropellos entre los cuales merece los honores de una mención especial, la reforma que se hizo del artículo 282 en el sentido de au­mentar de tal manera el tanto por ciento de electores necesarios para. la formación de un nuevo partido, que en la práctica resulta casi imposi­ble, por ello y por los requisitos que para reunir ese exagerado tanto por ciento se exigen.

Con todas esas leyes modificati­vas del Código Electoral Crowder, en la forma que acabamos de ver y qui' contienen, además, otras refor­mas y ad iciones, cuya enumeración, análisis y estudio h a r í a 11 inter­minable este trabajo, tendientes todas a anular la pureza del sufra­gio como expresión genuína de la

24

manera de pensar y sentir de los electores; con todas esas leyes hemos vuelto, en cuanto a pésima legis­lación electoral, al mismo estado en que nos encontrábamos en 1919, an­tes del Código Crowder. Esas leyes, más que modificarlo, lo que han he­cho es destrozarlo, desnaturalizán­dolo en la laudable finalidad que con él se persiguió; anulando por com­pleto la voluntad y acción populares; entregando de nuevo los partidos, no a los afiliados sino a las cama­rillas que jamás se renuevan, y de la que forman parte, dominándolas, los concejales, conse_iercs, repre~entan­tes y senadores. Esas leyes son las que ampararon las impopulares pos­tulaciones .para las elecciones parcia­les últimas, postergando a los can­didatos que gozaban de las simpatías de · los afiliados para imponer a los del agrado del Gobierno o de los ca­ciques provinciales; esas leyes son las que dieron lugar a. los atrope­llos a los electores en algunas provin­cias, confirmadas plenamente por sentencias del Tribunal Supremo, atropellos e imposiciones que solo tu vieron su quiebra en el hermosísi­mo y admirable triunfo del doctor Miguel Mariano Gómez, candidato

del pueblo, sobre el candidato oficial, impuesto por el Partido de Gobierno, José María de la Cuesta, 1oy procesado, rebelde y prófugo en ~1 extranjero por sus malos manejos en la Alcaldía, y al que se trata de salvar con una patriótica amnistía, conmemorativa del 259 aniversario de la República ( ! ) Por último, al amparo de esas leyes es que se quieren realizar la prórroga de poderes al Presidente y los funcionarios electi­vos, o la reelección, sin reorganiza­ción, del General Machado.

Y son esas leyes modificativas del Código Electoral Crowder las que hacen, principalmente, que la gran mayoría del país haya levantado su protesta contra la prórroga y la re­elección; porque por esas modifica­ciones introducidas por leyes del congreso en el Código Electoral Crowder, SE I M P I D E POR COMPLETO AL PUEBLO que pueda decidir libremente sobre la prórroga o la reelección, ya que, no reorganizándose los partidos, las ca­marillas que hoy gobiernan sus co­mités ejecutivos serán las que desig­narán los delegados a la Convención Constituyente que conozca de la re­forma Constitucional y prórroga de poderes, y esas camarillas se sabe es­tán de acuerdo con los propósitos prorroguistas; y como, por otro la­do, se imposibilita, de hecho, la for­mación de nue vos partidos, a la hora del plebiscito, el elector que quiera votar contra la prórroga, no podrá hacerlo, porque no encontrará en la boleta más que los delegados de los partidos mantenedores y defensores de la prórroga.

Y en el caso de que la prórroga no prosper <1se y se intentase la reelec-

ción, si no se hace antes la reorgani­zación, no se puede decir, a no ser mintiendo a sabiendas, que los parti­dos de verdad la desean y procla­man; porque estos no hablan real­mente sino cuando, renovando sus asambleas, c9nsultan la voluntad de los afiliados; pero nunca como se quiere hacer ahora, aparentando que la voz de los partidos es la de las camarillas interesadas en perpe­tuarse en sus puestos, divorciadas , por completo de la gran masa po­pular de los afiliados, que es la ver­dadera fuerza y vida que debe orien­tar a los partidos políticos y decidir en todos sus problemas y, principal­mente, en los problemas electorales.

Queremos, pues, ahora, los con­trarios a la prórroga de poderes y a la reelección presidencial, no que se obstruccione el ·curso natural ·que para éstas desean sus defensores, si­no que se deje al pueblo dar libre­men:te y con toda clase de facilida­des y garantías, su opinión y deci­dir en definitiva sobre una u otra.

Y eso no puede hacerlo el pue­blo hoy porque se lo impiden las mo­dificaciones introducidas en el Códi­go Electoral Crowder, por las leyes del Congreso que hemos citado an­teriormente.

Pedimos, pues, los adversarios de la prórroga y la reelección presi­dencial, la restitución del Código Elector-al Crowder al estado en que se encontraba cuando fué publicado en la edición extraordinaria de la Gaceta Oficial en 12 de agosto de 191 9, porque esa restitución a su pri­mitiva forma, ser y estado, dejaría garantizados plenamente, hoy, la acción y voluntad populares; equi­valiendo, por tanto, a la restau­ración de la democracia.

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2.5

ECiUIDAi

LA TRAMPA CULNTO DOt DbfALL ML/A DE LA PLNA~

QUELLA noche, al ce­rrar el portón principal de la posada, el rio Pedro Bizcarrondo dijo al mozo que quedaba

de .guardia para cuidar las bestias y abrir a los caminantes que llegaban a deshora buscando albergue:

. -Te digo que esta noche, aun que sientas .que se viene abajo el mesón, no te menees, que soy· yo el que mete ruido. Voy a dedicarme a la caza de alimañas. . . Abundan tanto en este lugar, de algún tiempo a esta parte, ¡qué hay que estar ojo alerta! Conque a la cuadra, Fran­cisco, y yo, donde Dios me depare y ¡ ojalá sea c~n buen destino!

El mozo, balanceando. en la ma­no derecha el farolillo de aceite, cuyos cristales, más turbios que con­ciencia de usurero, apenas dejaban percibir la luz, desapareció en el fondo del patio de la posada, sin decir esta boca es mía, que_ no igno­raba que el tío Pedro era hombre que gustaba ahorrar más las palabras que las monedas.

Momentos después, reinaba en la posada un silencio profundo, sólo interrumpido por el canto de algún gallo madrugiador. .

Almorabia, pueblo de Castilla, dormía en paz, al parecer, en me­dio de las lobregueces de una noche invernal, sin luna y sin estrellas.

El tío · Pedro Bizcarrondo era viudo; ocho años hacía que perdió a su mujer, a consecuencia· de una fiebre infecciosa que la invadió brutalmente, aniquilando en _poco más de cuarenta días aquella natu­_ral~za formidable, que le permitió desafiar impunemente las tempera­turas más crudas de Castilla a toda hora y dedicarse a trabajos rudísi­mos, para hacer a su marido más llevadera la labor diaria.

' Sólo con la ayuda vigorosa de su mujer, tan fuerte de espíritu como recia pai-a el trabajo, . pudo el tío Pedro ahorrar algunos miles de pe­setas, con los cuales poco a poco fué mejorando los servicios del mesón.

Fruto de aquel matrimonio la­borioso, feliz y honrado, fué el na­cimiento de una niña hermosísima, Rosalía, que más tarde fué la moza más garrida y cortejada de Almo­rabia.

Cuando el cura-antes que el médico--anunció que la señora Ga­le había dejado de existir, el tío Pedro Bizcarrondo abrazóse a su hija-que por aquel entonces con­taba quince primaveras-y le dijo, entre el formidable estallido de un sollozo que semejó aullido de lobo Je la próxima montaña.

-Si no fuera por tí, paloma, me rompía la cabeza ahora mismo con­tra el muro. Pero he de vivir para

tí hasta que encuentres marido que mos y su tez de nieve reclamabau se parezca a tu padre, como tú te un trovador gentil que cantase las pareces a la muerta en el pensar y bellezas dei la linda moza de Al-en el decir. morabia.

• • • Rosalía comentaba la abundancia Fué creciendo Rosalía, como ere- de pretendientes, diciendo :

cen las plantas sanas que cu·entan -Yo elegiré para marido al hom-con caudales de agua y de sol. bre que más se parezca a mi padre.

A coser y a bordar ens-: ñóla pri- Madre, que esté en gloria, me acon­morosamente su buen;¡ madre, y a sejaba siempre esto. leer y a escribir, un poco deficien- El tío Pedro envolvía a su hija temente, por cierto, el señor cura en una mirada de inmenso cariño, del pueblo, viejecito de ochenta y los pretendientes, hasta entonces, años que muchas veces le decía: no pasaron de respetuosas pretensio-

-La conducta de tu madre en nes. Era mucho hombre el tío Pe­vida y el ejemplo de tu padre siem- dro y mucha mujer Rosalía para que pre valen más que todos los consejos a tontas y a locas se permitiera que yo pueda dar en el confesionario ningún mozalbete caer en aquel y en el púlpito, hija mía. reda!.

Y maestro y discípula · dedicaban un·a lágrima a la memoria de la querida muerta.

Rosalía ttivo tantos pretendientes como mozos había en el pueblo. Y era lógico que así fuese., porque era la moza más linda en diez leguas a la redonda.

Blanquísima, alta, negro y ondu­lado el pelo, que, prisionero en dos trenzas, le llegaba más aba jo de la cintura; flexible el talle, azules y grandes los ojos, y dulce al par que altivo el ademán, Rosalía, no obs­tante su humildísimo origen, evo­caba el recuerdo de las ricas hem­bras de Castilla. Sus ojos purísi-

La tarde correspondiente a la noche en que el tío Pedro ordenó a su criado que no· se preocupara de cuanto oyese en el mesón, llegó a éste, un tanto azorado, el señor cu­ra, en busca del posadero:

-Tengo que hablarte a solas, Pedro-dijo ,el sacerdote por todo saludo.

-Pues dígame, padre, que solos estamos, y con buena lumbre a los pies-contestó el mesonero, liando 11n descomunal cigarrillo.

-Rosalía acaba de decirme algo que te importa mucho saber. ·

(Continúa en la pág. 29)

¡ Black Flag Es Mortal ·y, Sin Embargo, Inofensivo!

ES un hecho que "Black Flag" es inofen- ches o moscos haya; pero no tendrá efecto sivo por completo para el hombre y los ninguno ni en los miembros de la familia ni

animales domésticos. Y, sin embargo, la en los animales demésticos. ciencia lo considera como el destructor más El ingrediente secreto que "Black F'.<1g'' efectivo contra los insectos parásitos. ,J contiene lo convierte en el mortal

Reflexione Ud. en lo que esto sig- destructor de los parásitos . Y, eso no nifica: Si "Black Flag" se emplea obstante, cuesta menos que según las instrucciones del paquete, otros insecticidas. no afectará a las personas, ni a lc:s Exija U d. que le den" Black ,,/ }</:._; pájaros, los perros, ni los gatos. ~¡ •• ~~~:'::,~~~ºª Flag"(en polvo o líquido). Lo , · .. :-<·: ,,. , , se satura con él una habitación, hperece

11:án v~1dehn en lads drog~1erias y especierías. :.·; :,l'_·;:··:.·_;_:.~.·,\_''._'.'.·.

ahí cuantas pulgas, mosc_as, cucarac as, c 1111- ¡ o ay na a meJor. ·:::

26 ·

• ~ 000 (Continuación de la pág. 8 )

de ·las columnatas, parecían bordar finísimos adornos de marfil.

Aquella tarde los soldados de la antigua Luni vieron desde las altas murallas, avanzar hacia la ciudad a una mujer, seguida de un hombre fornido. Eran Matilde y Snorro.

A la pregunta del guardiián, Ma­tilde respondió en latín: "Soy cris­tiana y traigo doscientos guerreros paganos que desean ser bautizados ... llevadme a la presencia del Obispo".

La noticia de la piadosa ceremonia que iba a verificarse allí, había a traído a las gentes, que ansiaban no perder detalle alguno de tan no­table suceso.

La noticia inesperada circuló rá­pidamente por toda la ciudad, trans­formándose en la más franca ale­gría. El pueblo entonó un cántico sagrado y los ancianos, enterados de la llegada de los extranjeras, siguie­ron en procesión al buen Obispo, que salió presuroso al encuentro de los recién venidos.

Desde el puerto subía el !irgo cortejo. Primero, la cruz y los blan­cos estandartes de brocado con imá~ genes sagradas; los diáconos y sub­diáconos; lu'ego un grupo macizo de sacerdotes y ancianos con cirios enor­mes encendidos; después el Obispo con Matilde y Snorro. En <los fi­las seguían los doscientos guerreros <le los cinco draakars, con la cabeza inclinada y los brazos cruzados bajo largas túnicas ele penitencia. Iban descalzos y sin los puntiagudos cas­cos alad os de hierro.

~DQUIERA SU RESIDENCIA ENEL

En la escalinata del templ~ la cruz se <le tu rn, r todo el corte jo hizo lo mismo.

REPARTO ALM.ENDARES -¿Qué queréis, mujer?-pre­

guntó el prelado a Matilde. -El bautismo para mis guerre­

ros-respondió ésta.-Enviadme a uno de vuestros sacerdotes para que los instruya en sus deberes . . . y también bendecidnos.

Matilde y Snorro se postraron de rodillas. Sus guerreros hicieron otro tanto.

-¿ Que ré is entrar en la Iglesia del Dios ,·er<ladero? -preguntó el Obispo.

-Sí, pa<lre,-respon<licron todos, con potente clamor.

DE NIC.AKOR 'DEL CAMPO

:J,..(gestro Plan de Ventas 11 Pfazys sustituye al alqui­

ler, y fa casa es suya. Visítl'ilOS. -Yo mismo los bautizaré. Ma­

fiana os espero en la casa del Señor, y la paz y la gracia del Dios de los cristianos serán con vosotros.

-Entonces, en el nombre del Padre, del H ijo r <lel E spíritu San­to .

CAMPO y COLETE Aquella misma noche anclaron

cuatro draakars más en el pequeño puerto de Luni, sobre el río Magra.

-Odin, Thors marn slaee !-rc­tumhú terrihle la rnz ele Snorro.

-¡Slaec .' . .-respondieron co­mo un trueno lus piratas.

Manzana de Gómez.._357. Teléfono M-305.¡.

Aquel <lía estaba espléndidamente adornada la iglesia de Luni, antes templ o de D óana. Desde las prime­ras horas, enorme multitud la col­maba por completo, lo mismo que la plaza y el foro, y las calles vecinas.

Y despojándose ele las túnicas, .1pa recieron en un imtantc 1-,, fero­ces guc rrer<JS vikings.

fOCIAI. #a-• L~ ~tVISTA fx9UISITA •

( C ontinúa en la pág. 31)

A Mandíbula Batiente sólo se atreven a reir quienes poseen una buena dentadura y están, además, seguros de su salud. La buena salud y la dentadura per­fecta son casi sinónimos. Proteja Ud. a ambas con el dentífrico por excelencia: Ipana.

Encías sangrantes: ¡ ahí está el peligro ! ¡ Su dentadura est4 en juego I En el campo de la lucha se enfrentan, de una parte, la Piorrea enemiga de su salud y, de la otra. Ud. que debe defenderla. Las endas que comienzan a sangrar indican la proximidad del enemigo. Son sus cómplices cuando empiezan a ablandar~e y a humedecerse. La Piorrea llega a robarle a Ud. su dentadura y a traerle achaques del estómago, reumatismo y otras enfermedades. La lpana es aliada de Ud. porque hace que las encías-que son el fundamento de la dentadura--dejen de sangrar y se vuelvan fuertes, sanu y vigorosas. Por eso, lpana es mas que un dentífrico. Naturalmente que da a los dientes un brillo y un pulimento de perla y que deja eri la boca un grato sabor, aparte de dulcificar el "liento. Pero ha sido creada por la Ciencia Dental para custodiar la salud de Ud. La m1tyor parte de las enfermedades se inician en la boca. El uso diario de la lpana es la m•jor 1rarantia de la salud.

( Ríase Ud. de la Piorrea y de laa enlermedadeol Uae IPANA: es IIIUÍs que ua deatilrioo.

Soarie mejor quien u1a (PANA.

IF'ANA PASTA DENTIFRICA //lmrr•i' Preparada por 101 íabrioaatea de Sal Hepitioa.

27

Historia de un apéndice o el apéndice de una historia

A l.OS 40 DÍAS DEJA D~ R0BUSTIANO LA QUINTA1 ABO­NANDO POR EL RICO - HOsPE­

DAJE CIENTOS l>E PESOS.

AL CIRUJANO., EL SABIO DOCTOR., I

SUFRIDO CARNER01 LE REGALO

UN RICO H-ABANO DE- A ME010.@1J:itt-+::t."tl~tf:tt~ '>-..... '\.4"_¿:;,/ EW E\ MUTUALISMO

\ . ( ~ Y LO DEMÁS VICIO DE ~~i \ , , \J ~R •---r-=,_

LOS MEDICOS INCONFORME~........ ·

Tal como me lo contaron, te lo cuento .••• . 28

LJl. TRAMPA. ... ( Continuació~ de la tág. 26)

-Nada me dijo a iní. y a nadie mejor que a .su padre pudiera. con­társelo.

-No se atrevió, por tu carácter violento. Pero, en fin, vamos al grano, porque la cosa urge: ya sa­bes que Luis, el hijo del notario, que es tan largo de malicia como desmedrado de cuerpo, corteja con insistencia a Rosalía hace tiempo.

-Lo sé. Pero no debe ir con buenas intenciones, porque no· me cortejó a mí primero.

-Ahí le duele, Pedro. Luis se ha permitido decir hoy a Rosalía al salir de misa de doce que, como no podía conseguir hablar con ella a solas, esta noche, ocurriera lo que ocurriese, penetraría, a las doce en punto, en esta casa por la tapii ba­ja del huerto, ·

El tío Pedro palideció, e instin­tivamente se puso de pie. Después dió dos chupadas al cigarro y dijo con su frialdad de costumbre:

-Un poco altas me parece que están para ese joven las tapias de mi huerto.

-Es que no trepará. -:-¿Entónces? .

.-Ahora mismo, gente suya ho­rada la pared con un pico, con el fin de abrir hueco para el paso de un hombre. Lo he visto yo desde el huerto, Pedro ..

Una sonrisa brutalmente irónica abrió el contraído semblante del posadero.

-Bueno, padre-dijo después de reflexionar un momento;-cuando anochezca, usted me indicará el si-

Señora !~1~~ Parad ~ DuteU: -~

Malteado R.-:-.. .· ·'.)i>!~ <;LAXO

Dé/e~ al niño

.(,o mejor

Por,J// arri.rolada pureza. Digntiblc romo el alimento 111attr110.

(_jbre de los peligros de l,1 lu/11 ,le oacn. No co11tit11t microbios

per11iáo10,. Cinco Reales Ca1a1 lo han usad,.

GLAXO. - Manzana J, Gómtz320.-Hahána. Sír-z ·au rnviar,,u un4 m11tslra d,I Pro,lucto ln­

,glr,, Glaxo, pa, a myo fram¡uto ro1'io 5 r. ,n 111/01

Nomhrr

_Dirruión :

J,oralidar/ - -- - · <::_l_]J. Si dt1ra li1trat11ra ,n intli• i~dit¡u, avuí: e::'

tio. Después visitará usted al alcal­de y a los señores concejales y les dirá que para un asunto reservado y grave les espera aquí, a las once y media de la noche . . Usted también ven~rá ¿eh? . . .

-Bien, Pedro. Pero júrame qµ,e no matarás a ese joven extraviado.

-:-Se lo juro, sefior cura. ¡ ~ería lástima emplear una onza de plomQ en un conejo casero! .

.lj:.1$~

Sono~as y pausadas, dieron . las doce en el reloj ·de la modesta igle­sia de Almorabia.

El huerto del tío Pedro estaba en~uelto en la obscuridad. El me­són alzábase en el fondo, negro y sombrío como un monstruo sin vida.

De improviso, en el _silencio me­droso de la noche resonó en el fon­do del huerto un golpe seco y un grito angustios~, seguido de . ayes desgarradore.s. '

Inmediatamente, al pie de la parte interior de la tapia formóse un grupo de nueve o diez hombres, que, alumbrándose con teas y faro­lillos de · aceite, rodeaban, silencio­sos, el cuerpo desmedrado de un jo­venzuelo imberbe, que se retorcía por el suelo la~za~do dolo_rosos que­jidos, fuertemente sujeto por el muslo izquierdo por una trampa de las llamadas de lobo.

¡ Sacadme de aquí! ¡ Esto es i.Jna infamia !-gritaba el desdichado, pugnando por desasirse del férreo cepo, que le oprimía con sus dientes de metal.

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LA GARRAPATA Chupa la sangre del perro, destruye

su felicidad y con ello es

Entonces' se -oyó la voz re~ia, re­posada, inconfundible, del tío Pedro. · -Señores alcalde y concejales

-dijo--; c,;mseguí la caza de la alimaña; pero como no podría pre­sentar su piel en el Ayuntamiento, porque el señor notario habría reco­nocido en· ella la"' de ,su hijo, y se hubiera molestado un poco, hé que­rido que fuerais testigos de que he ganado el premio que me corres­ponde por la ley. ¡ Me lo habéis pa­gado tantas veces en mi juventud por lobos cazados en esa misma trampa! . . ¡ Y confesad conmigo que esta clase de bicho~ hace más daño en el mundo que los zorros, los lobos y los gatos monteses! . · E inclinándose de¿preciativamen~ te, sacó de la trampa al magullado

hijo del notario, y poniéndole en el hueco de la tapia por el que entrara momentos antes alegre y decidor, dijo:

-Aquí, en Castilla, a los que vivimos de nuc;str~ trabajo, nos pa­recen tan desprl!c1ables los ladrones que ni siquiera nos tomamos el tra­bajo de matarlos cuando no pasan de intentos. ¡Vete! .

Y le asestó una formidable pa­tada en las fláccidas posaderas.

Arriba, en la casa , dentro de una habitación blanca como la nieve, mitad alcoba y mitad oratorio, es­cuchábase una voz argentina que musitaba oraciones dulcísimas, que tenían el mismo poético comienzo :

-¡Por la santa memoria de mi madre!

La señora.-¿Pero por qué me trae sus retratos? Lo que yo ne­cesito son informes de usted.

30

_ ~a doncella (que busca casa).-Es que son como las fotografías, se11orzta; no me fa vorecen.

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1l1Jtro, -~OOO (Continuación de la pág. 27)

Blandieron sus cortos puñales de ta . y de la ciudad, no quedó pie-dos fil os, y, silenciosos, se arrojaron dra sobre piedra, como anunciara el · sobre la multitud, indefensa: sobre corsario . . . las mujeres y so~re los niños tem- Así fué destruída la antigua ciu­blorosos, sobre los aterrados sacer- dad de Luni, por Snorro Haarfager, dotes, golpeando una y mil veces, el Viking, quien fué a vengar la matanda y destrozando . . . derra- humillación y deshonra de su novia, mando un mar de sangre cristiana, la bella Matilde, la .hija de Haroldo.

entre un m~r de odio y de rencor. Pero los Vikings tomaron a Luni . ~ los gntos d;sgarradores de las i r Roma confundieron el Tíber

v1ct1mas, respond1an con . los gol pis, ~ 1 M ' 1 _ implacables del pufial; a las súpl · · e _agra i Y . as monta~as que cas de las m<\d res, con la terrible p '(_ -si{or ro miraba _cub1er~as de nieve, no labra de Snorro: i Slace ! Dentro ; f,t eran los Apenmos, sino los Alpes.

la iglesia, junto al alt~r, tambi , _'f'.·-; M\entras tan to, sobre la falda de resonó la tremen~a consigna : ¡Sla'; · t·. esos_ Apeninos, se yergue aun _con.:. y sobre el amplio manto blanqu1 (·:- ve rtida en Roma la Eterna, la piedra mo de Matilde, quedó . una lar ' ·t orgullo de Ital,ia, blanca como los mancha roja: era la sangre del Ob . \ brazos de Snorro; y también el Tí­po, ultimado por Snorro. : · :, ber, rubio como los cabellos de la

T odo fué desorden, injuria, ' ' . hija de Haroldo, le dice perenne su mentas y horror. Después, el saq canción de gloria porque Roma el incendio, la destrucción com _:_,·. , s inmortal.

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La Habana

Vivan todos sanos en su casa.

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31

U-A[lm_l -A .. (~ontinua,ión de'ª pág.15)

nunca : ¡antes Il' '.h!rto en la pista!" to, _a solas con una idea tenaz: "Era murmur:-iba con mordidas palabras, ' imprescindible que ella fuese a ver de_ noche cuando ella fingiendo dor- al enemigo." Le rogaría, se arrodi­m1r estaba_ con el cuerpq exánime! Haría a sus pies. Puesto que era r el alma toda atenta a su insomnio. fuerte, sería también bueno, igual -~ra una obsesión, un _acecho angus- que Emilio. Por vez primera, aque­t1oso . de palmadas y ~e opiniones. lla noche lo miró cara a cara : "Sí, Una noche sintió ímpetus de estran- algo dulce erraba entre su sonrisa guiar a una rubia lánguida que y sus ojos''. Dos días más pasaron. aplaudía a su rival con sensual en- Al decaimiento del atleta viejo su­tusiasmo. Y cuando se enteró de cedió . una especie de cobard ía activa que para agasajar a unos príncipes mani f estándose en baladronadas, iba a organizarse una función de en innecesarias pruebas de poderío. gala en donde los dos actuarían ca.si La luz de la aurora del día de la juntos, algo al mismo tiempo de fe'- función clareó en las rendijas del rocidad y de debilidad trascendía dormitorio con la lividez que' ha de hasta a las menores manifestaciones amanecer por vez última para loi de su ser. Cualquier alusión a la condenados a muerte. Ante el es­fiest-a lo exacerbaba en vez . de tem- pejo, con inconsciente esmero, ella plarlo. La tarde en que ella le in- engrandeció con sendos trazos de lá­sinuó, con infinita zozobra, renun- piz los ojos que iban a llorar por ciar a la pugna, de las pupilas de Emilio, perfeccionó con carmín los 'Emilio salieron dos llamas de lo- labios que iban a_ pedir por Emilio cura y la atenazó el brazo con tal r tuvo una remota complacencia al fuerza que durante muchos días, \"er que los rizos sombríos daban a turbó la seda marfilina de la piel un la piel cambiantes ya amarillos, ya brazalete cárdeno. azul es. Entre sueños, la voz no

-Esa noche será el duelo defi- por completo dormida del espíritu, nitivo. O él o· yo . . . Aunqu'e ten¡a preguntó: que matarlo o que matarme . . . ¡t:l -;Dónde vas i o yo! f ¡ o yo, no hay otro remedio. -A misa, dijo temblando ella.

Y ante su nerviosidad alucinada, Como la fuerte arcilla fati gada ella turn la certeza de la derrota y por el desvelo de la noche acababa de que, tras la derrota, vendría la ca- de rendirse al sueño, pudo engañar­tástrofe. ¿Qué haced Horas y ho- lo, y sali,í. Iba a pasos certeros, sin ras su pensamiento desesperado erró atender- a ninguna de las sol icita­po_r d laberinto de proyectos absur- ciones matinales, cual si vacía de sí dos. A c~da trabajoso rodeo, vol- misma, ni ,el pensamiento ni la in­vía a encontrarse en el mismo pun- tel igencia tomasen parte en aquel

Para Ayudar a las Niñas

en su Crecimiento

presuroso andar. Cuando pudo re­cat;use y quiso medir las dif icultades de su designio, ya estaba a solas ron el enemigo y palabras de ruego sali­das de su boca, habían ido a estre­llarse contra una negativa atónita e inquebrantable:

-¿ Por qué ha venido usted? Y o no soy el que busco que nos ·contra­ten juntos ... Yo quiero vi vir y nada más. Y o no hago nada contra na­die. A mi también me es violento, no crea . Bien; le doy mi palabra que nadie sabrá nunca que usted ha venido . Me explico su pena; pe­ro piense que no puede pedirme que sacrifique mi carrera porque sí. C ompremla ... Hacerme el enfermo hoy, no. ¡ Por nada del mundo!

Un pliegue de tesón bajaba por la angosta frente a unir las dos ce­jas. Bajo el traje ad ivinábase el terrible relieve de la musculatura.

Era rubio ; <le cerca sus pupilas parecían más claras. Y a pesar del presente <l e inutilidad, ella Guiso rea­lizar el último esfuerzo y cayó de hinojos. Las manos f érreas fueron a alzarla prestamente, y la voz su-plicante, se quejó: .

- ¡ M e hace <la1ío ! Y entonces, cuando vió que la mi­

rada azul se enturhiaba y que, ba­jando <l e los ojos hasta la boca, se suj etaba en ,·ano al cuello y caía después por el escote, un ve rsículo del libro <le " L os jueces" abolió to­da reflexiún iluminándola con un se ntido hondo: " Ella lo hizo dor-

' F.ra ayudar a las niñas en su crecimiento y desarrollo deade la infancia· basta la pubertad, puede bien · dependerse de la · EMULSIÓN DE ScoTT • . Ea la suprema combinación de alimento concentrado y medicina que hace sangre rica, carne aólida y robustez y asegura vitalidad · para el futuro. ·

Emulsión de Scott 32

mir sobre sus rodillas ·y le cortó _sie­te guedejas de pelo." ¿C9mo según el texto sac~o, pudo la débil mujer apretar, constreñir al coloso, para trocarl o de tirano en esclavo y ha­cerle descubrir el secreto pote~t_e de su fuerza ? El drama dejaba de­trás las peripécias preliminares: ya las manos ásperas intentaban sua­vidades trémulas; ya la voz antes negadora y razonable, era la voz quemada del deseo. · En un ademán en que la mano femenil se apoyó en la cabeza de H ércules para re­pelerla, el pelo crespo achatóse y casi desapareció cual si tijeras invi­sibles l~ hubiesen cortado. ¡ Así de­bió de verse un instante Sansón an­te la mujer del valle <le Sorce! Bordcneo de vé. 'go tronaba den­tro <le su mente. Cerca del diván en donde estahan, las armas eran sobre una panopl ia , como violencias dormidas en un sueño lunar ; y el recuerd o <l e otra heroína de su libro único--el <le la trágica virgen de Betulia- -mezclóse al de la enga ña­dora del ladrón de las puertas de Gaza. Por su pueblo hicieron las dos el sacrif icio . Emil io era aún más que su pueblo: era su protector, su padre, su esposo . H abía sido hasta entonces la fu erza y la dul­zura tic su vida. Que ell a tu viera ahnegación para inmolarse r aque­ll a noche la Yictoria ser ia del jus­to. Pero no : matar, no . M atar sería procl am;i r la derrota antes que la contienda Quehrantar, reducir,

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Por la noche, cuando los brazos

cual si quisiera hallar dos columnas a doride asirse 'para romperlas y de­rribar el circo entero y desapareció en el pasillo, humillado, derrotado, roto.

jóvenes, hasta entonces invictos fla- -Aquí hay boca de botella 0 quearon bajo las pesas; y cuando

llenos aun los oídos del entusiasta boca de mujer-dijo en voz baja el aplauso suscitado por los ejercicios adieStradºr de perros. ile Emilio d único, Herber-el co- -De mujer, de mujer, de mu­loso ,·enc:do-tl!vo el gesto a la vez jer-aseguró el preStidigitador de

palabras aun más rápidas que sus doloroso y cúmico que hizo reir a manos. los príncipes y desencadenó la bur-la cobarde <le la multitud, las mi- Y la equilibrista habituada a con­radas ti c tn<l os los artistas del circo templar desde lo alto del trapecio clavadas en la pista no pudieron los menudos problemas del mundo, fijarse en la angustia de una cara sentenció: de cera arada por el llanto: la cara -Uno menos. Yo he visto mu­de ril a. Ni siqu iera el triunfador chos así. Si por dentro del hierro se atrevi1', a sonreír. El alemán pudiera circular la savia de la pri­mnv iú desesperadamente los brazos, mavcra, no sería tan fuerte.

-Hasta In vista, r¡ucrirlo. El domingo te escribiré. ¡ X o, hijn.1 Procura estirar 1111 0 s días m rís el rlin:To que llc·vns.

( De Pele :\,tele, de París.)

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1

: lJN .. Jfil SJlMA. ( Continuación de la pág. ;W)

VII Propaganda higiénka, m­f ormación, investigaciones, · progra­mas, cµrsillos, publicaciones, divul­

. _gáción, etcétera.

Tres S~c~etarías han de coadyu­var .-activamente al éxito de esta m~gna empresa. A Instrucción Pú­blica corresponde facilitarnos el do­cente pr-eparado y bien dispuesto a cooperar con nosotros; así como no­sotros deberemos ayudar a la prepa­ración de los maestros; enseñándoles Higiene apiicada, cuidando de su salud_ y aligerándoles la onerosa carga que llevan esas buen~s almas en el ejercicio de su noble y difícil dedicación.

Obras Públicas debe suplir, de al­gún modo, la falta de ~scuelas en Cuba, necesidad tan urgente como ineludible. Cuando nosotros inva­dimos los hogares y predicamos o imponemos ' la higiene en ellos; cuando el Estado allana las moradas obligando al niño a ir a la escuela, se asumen responsabilidades y se contraen deberes para con los padres y con la sociedad. El · ambiente es­colar no debe ejercer influencias perjudiciales a la salud y al desarro­llo del niño de cuya preparación para la vida asumimos el privi legio así como la obligación de llevarla a buen éxito. Hay en Cuba pocas escuelas que m·erezcan .el título de tales. L as existentes carecen de los más esenciales elementos: luz, agua, local, mobiliario. ¡Cómo es posible predicar higiene en donde no se pue­de practicar! ! C ómo educa r a ser saludables en lugares donde, por fuerza, ha de enfermarse- el educan­<lo? ¿ D e qué le. si rve al ·niño apren­der gramática, el arte de la palabra, o aritmética, la ciencia del número, sin aprender higiene, que es el arte y ja ciencia de la vida misma?

Mucho debernos esperar del De­partamento de .Obras Públicas, que está actuan<lo con brillantez ad mi­rable . P ero también esperemos re­sultados de Instrucción Pública y dr· Sanidad, que se e5forzarán en llenar sus difíciles y complejos pro-

gramas, aun que laboren de muy distinto modb. La labor de Obras Públicas es obvia, deslumbradora, aparatosa; las otras son humildes, impalpables, profundas. Es el con­traste entre· el anfiteatro y el la­boratorio; entre los hermanos Ma­yó y Pasteur. La una levanta esta­tuas y fuentes luminosas; las otras elevan el espíritu y la moral del pueblo; no hacen carreteras ni acueductos, pero hacen ciudadanos que sepan aprove.r.harlos.

Como se verá, no he pretendi­do decir nada nuevo. No invento nada. Sobre Higiene Escolar no se debe ser original. Muchos han di­cho ya, mejor que yo, todo lo que hay sobre este interesante tema. Se han preparado programas, todos ex­celentes. Pero muy poco se ha he­cho hasta ahora. Higiene E scolar no es cuestión de palabras si no de obras. Más logra una visitadora hu­milde con una sencilla demostración de higiene aplicada en el hogar de un pobre, que todos los tratados de puericultura y de eugenesia exis­tentes.

Higiene Escolar no es obra ae sa­piencia, sino de buena voluntad; de buena 'voluntad tanto ·en el gober­nante como en el maestro, en el hi­gienista ce rno en el padre de fa­milia.

U na sola condición es realmente necesaria para consumar la obra de Higiene escola r, y es que haya pa­triotismo. Aquí tienen nuestros di­rigentes una bella causa en que de­mostrarl o y una Patr ia ávida y me­recedora, que les estará por siempre agra<lecida y que pagará ge nerosa­mente el esfuerzo y el buen deseo.

Si el :ictual Secretario de Sanidad no lograra más triunfo en su Ad­ministración que habe r implantado y ll evado a buena práctic:i un siste­ma de Hig iene Escolar en Cuba, con esa sola obra tendrá asegurado­un puesto prominente entre los gran­<les de la Patria. L;i H abana, Abri l de 192 7.

¿ Tienen sus niños peso normal La forma agradable y moderna de ayudar a sus niños a

aumentar de peso y a que obtengan fuerzas, es dándoles las

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C6mprelas en la botica y si su niño no aumenta 3 kilos en· 30 días su dinero le será devuelto. Pero cuídese de las malas imita~iones'.

McCOY se pronuncia MACOY '--------Al compnr, f .. e,e que cate nombre e1tl en la envoltura ______ ,_

TAN SENCILLA y · ·TAN HERMOSA

Rodeada siempre de admiradores. Sólo ostenta con orgullo ese cutis juvenil que invita a acariciarlo.

Hoy donde quiera que uno se encuentre se ve tal hermosura. No es que es más bonita, más inteligente que otras, sino que, sólo haciendo uso de su buen juicio, preserva juvenil su cutis. Pues sabe, que lo que un hombre más admira es juventud y la belleza de un cutis natural.

Para conservar tal hermosura ·preserve solamente el cutis y los poros limpios, r u un jabón puro y des­tinado sólo para el cutis.

No hay necesidad de usar costosos tratamientos de belleza, sino simplemente los aceites balsámicos de palma y olivo, mezclados científicamente en el jabón Palmolive.

Cómo Debe Hermosear su Cutis En "la mañana, a mediodía, y antes de acostarse lávese la cara, cuello y hombros con Palmolive, fro­tándose suavemente con su untuosa espuma, hasta que pe"netre en los poros. Enjuáguese con agua fresca, y séquese completamente.

Este tratamiento de belleza conserva el cutis fresco,

Aceites de olivo y palma -nada más-dan al Palmolive su color verde natural.

35

suave y con su hermoso color natural que invita a acariciarlo.

Si desea, use polvos y colorete. Pero jamás se acues­te antes de haberse lavado estos cosméticos, pues obstruyen e irritan los poros, resultando, a menudo, en espinillas y barros.

No Use Jabon~s Ordinarios en este tratamiento de belleza. No debe usted creer que cualquier jabón vérde, o descrito contener aceites de palma y olivo, es igual al jabón Palmolive. No lo es.

El secreto del jabón Palmolive est~ sólo en su mezcla científica y exclusiva -y esta mezcla ~s lioy uno de los más preciados secretos de bellel:a en el m!.mdo.

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Cleopatra usaba acei­tes de palma y olivo para hermosearse.

E-S INEVITABLE

que sus amistades se formen un buen con­cepto de su gusto en seleccionar sus re­frescos, si las obsequia, en sus visitas,., con

ü 'RANGE CRUSH y se explica, porque además de paladear su agraéÍable · ~abor, quedan convencidas de que es una bebida absolutamente pura y sa­ludable, por la bondad de sus ingredientes:

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a Sus Labios.