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Obras Misionales Pontificio Episcopales “Ve y haz tu lo mismo” Lc 10, 25-37

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Page 1: Ve y haz tu lo mismo

Obras Misionales Pontificio Episcopales

“Ve y haz tu lo mismo”Lc 10, 25-37

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Del santo Evangelio según san Lucas 10, 25-37

Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he dehacer para tener en herencia vida eterna?» El le dijo: «¿Qué está escritoen la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tucorazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y atu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Hazeso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es miprójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, ycayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, sefueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel caminoun sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita quepasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que ibade camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose,vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre supropia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente,sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, sigastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres teparece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Eldijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz túlo mismo». Palabra del Señor.

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CASO DE LA VIDA REALUna Jovencita de 13 años llamada Edith Zirer cuenta estetestimonio. Dice como fue liberada del campo de concentración depor allá de Polonia; dice que llegó a una pequeña estación deferrocarril, dice que se quedó en un rincón y que un Joven fue y lellevo una taza de té caliente y un bocadillo, ella estaba por muchotiempo sin comer y estaba tan cansada, que no quería comer, él laobligo, y le dijo que tenían que caminar para poder subir el tren,ella no pudo porque estaba muy débil. El la tomó en sus brazos y lallevo por kilómetros, a cuestas, mientras caía nieve. El le ibaplaticando de la muerte de sus padres y hermano y le decía quetambién El sufría, pero que era necesario no dejarse vencer por eldolor y combatir para vivir con esperanza. Su nombre se le quedómuy grabado: KAROL WOJTYLA El Papa Juan Pablo II.

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“La parábola del buen samaritano, tan humana y tan llena de misericordia”.

“No sólo un tesoro cristiano,

pertenece a la riqueza de la humanidad”.

Hoy Jesús nos dice a cada cristiano: “Haz tú lo mismo, en tú casa…Haz tú lo mismo cuando vas por la calle…Quiere que seamos como el samaritano que ve, se compadece y actúa.

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Todo cristiano está llamado a revivir, en contextos distintos

y siempre nuevos, la parábola del buen

Samaritano.

Al final de la parábola, Jesús dice: "Ve y haz tú lo mismo" (Lc 10, 37). Con estas

palabras se dirige también a nosotros.

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Nos exhorta a inclinarnossobre las heridas delcuerpo y del espíritu detantos hermanos nuestrosque encontramos por loscaminos del mundo.

Nos ayuda a comprender que, con la gracia de Dios acogida y vivida en la vida de cada día, la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento puede llegar a ser escuela de esperanza.

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“Lo que cura al hombreno es esquivar elsufrimiento y huir anteel dolor, sino lacapacidad de aceptar latribulación, madurar enella y encontrar en ellaun sentido mediante launión con Cristo, quesufrió con amor infinito"

(Spe Salvi n. 37).

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Ya el Concilio Ecuménico Vaticano II recordaba la

importante tarea de la Iglesia de ocuparse del sufrimiento

humano.

En la Constitución Dogmática Lumen gentium leemos que como "Cristo fue enviado por

el Padre ´para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para

sanar a los de corazón destrozado´ (Lc 4, 18), ´a

buscar y salvar lo que estaba perdido´ (Lc 19, 10)”.

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El Concilio Vaticano IIdaba su mensaje a losenfermos con estas palabras.

“Sois los preferidos delreino de Dios, el reino de laesperanza, de la bondad y dela vida; vosotros sois loshermanos de Cristo paciente,y con El, si queréis, salváis almundo”.(Mensaje a los pobres, a losenfermos, a todos los quesufren, 1965)

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“Uno de los puntos claves

de toda la antropología

cristiana: El hombre no

puede encontrarse

plenamente si no a través

de un don sincero de sí

mismo, Buen Samaritano

es precisamente el hombre

capaz de este don de sí

mismo"

(Carta ap. Salvifici doloris, n. 28)

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Después de escuchar elrelato de Jesús, su interlocutor yano encuentra ningún obstáculo paraindicar quién era el que se habíacomportado como verdadero prójimo.

Evidentemente es elsamaritano, aquel que ha tenidocompasión de otro hombre en ladesgracia, aunque fuera un extrañoy desconocido. Jesús le diceentonces: “Anda, haz tú lo mismo”.Con otras palabras el ApóstolSantiago pone de relieve lanecesidad de la actitud del buensamaritano cuando escribe en suepístola: “¿De qué le sirve a unodecir que tiene fe, si no tieneobras?..., la fe, si no tiene obras,está muerta por dentro..., es inútil”(St 2, 14. 17. 20).

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Sin duda alguna, losdos que pasaron de largoconocían los libros sagradosy se consideraban no sólocreyentes, sino tambiénprofundos “conocedores” delas verdades de fe.

Sin embargo, nofueron ellos sino elsamaritano quien dio unaprueba ejemplar de su fe.

La fe dio fruto en élmediante una buena obra.

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La Palabra de Diosnos plantea a nosotros, loscreyentes, una preguntafundamental:

¿Es fructuosa de verasnuestra fe?

Es decir:

¿Fructifica realmente enobras buenas?¿Está viva o, tal vez estámuerta?

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Esta pregunta deberíamos hacérnosla todos los días de nuestra vida; hoy y cada día, porque sabemos que Dios nos juzgará por las obras cumplidas en espíritu

de fe.

Sabemos que Cristo dirá a cada uno en el día del juicio: Cada vez que hicisteis

estas cosas a otro, al prójimo, a mi me lo hicisteis; cada vez que dejasteis de hacer estas cosas con el

prójimo, conmigo las dejasteis de hacer

(cf. Mt 25, 40-45).

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Una cosa es el tiempo en quese pueda leer un texto y otrael tiempo real que tuvo quepasar para que se realizaranaquellas acciones.

Las acciones delsamaritano pueden leerse enmenos de 15 segundos; sinembargo ¿cuánto tiemposupone el narrador queestuvo con aquella persona?

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En ciertos ambientes judíosdel tiempo de Jesúsexcluían del círculo deprójimos a extranjeros,samaritanos o residentesen Israel que, tras un añode convivencia, no sehubieran convertido aljudaísmo. Incluso losfariseos no considerabanprójimos a la gente delpueblo…

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Sin embargo, el evangelio modifica este concepto de prójimo: prójimo no es primeramente el próximo sino primeramente el necesitado.

Prójimo no es sólo el que está a mi lado, sino soy Yo mismo en la medida que salgo de mí y me aproximo al otro.

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Pero el evangelio vamás allá todavía, parecieraque desea presentar unitinerario para lamisericordia.

No es casualidad quelas tres ocasiones en queLucas habla de lamisericordia la relacionecon el verbo ver (7,13;10,33; 15,20). Lamisericordia tiene detrásuna buena vista; ver –nodivisar- implica la cercanía.

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Por eso la pregunta con laque cierra el evangelio no esquién es mi prójimo sinoquién se comportó comoprójimo.

Al final, se hace unacatequesis finísima para dar aentender que el que practicala misericordia, sea quiensea, se asemeja a Dios, secomporta como el mismoDios lo hubiera hecho.

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Y el final: “vete yhaz tu lo mismo” (v. 37)podría mal entendersesi no se recuerda lo quehizo el samaritano.

Se es prójimo nosólo si se ayuda a otrosino si se hace de estamanera.

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Cristo –el Buen Samaritanopor excelencia, que cargósobre Sí nuestros dolores–

(cf. Is 53, 4) seguiráactuando así no sólo a travésde unos pocos, sino a travésde todos, porque todosestamos llamados a unavocación de servicio.

A todos nos ha dicho elSeñor: “Amarás... a tuprójimo como a ti mismo”(Lc 10, 27).

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El hombre, creado aimagen y semejanza de Dios, nosufre sólo por causas físicas: laprincipal causa del dolor es el malmoral.

Son muchos los queacuden al Señor para pedirle loscure de sus enfermedades, peroacaso son pocos los que lepreguntan, como el letrado delEvangelio de hoy: “Maestro, ¿quétengo que hacer para heredar lavida eterna?” (Lc 10, 25).

También en las almas hayhambre de verdad, como en loscuerpos hay hambre de pan.

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En el contexto de la Nuevaevangelización es claro que:

“La caridad es ellenguaje que en la nuevaevangelización, más que conpalabras se expresa en lasobras de fraternidad, decercanía y de ayuda a laspersonas en necesidadesespirituales y materiales”

(Instrumentum laboris, Sinodo de la NE, n. 124).

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El camino del buensamaritano nos induce ainclinarnos sobre el hombreque sufre.

Y haciendo esto,nuestro corazón se elevahacia Dios; porque, en efecto,el amor que se demuestra alhombre halla siempre sufuente definitiva en Dios, quees Amor (cf. 1 Jn 4, 16).

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El Papa Benedicto XVI afirmó:La Fe no seria Fe sin Obediencia A Cristo que Obra en nosotros según su Amor.

No nos es lícito “pasar de largo”, con indiferencia sino que debemos detenernos al lado del que sufre.

“Nunca dejemos que alguien se acerque a nosotros y no se vaya mejor y más feliz”.

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Diálogo con Cristo

Señor, aumenta mi fe para que te pueda ver en cada persona que conozco. Fortalece mi esperanza para que pueda confiar firmemente en que Tú me darás todo lo que necesito para amar. Incrementa mi caridad para que pueda experimentar la alegría que viene de dar sin esperar recibir. Ayúdame a

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María Roselia Tamez Tamez mrf

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