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Creo con sinceridad que todos los ensa- yos de este libro son valiosos, pero por des- tacar algunos (no puedo ni quiero dejar de hacerlo) me voy a permitir señalar, además de la oportunidad e interés del de D’Ippolito (ya reseñado), el de J. Bartolomé, sobre «Intertextualidad e Historiografía: el caso de César, Gall. IV. 33-34 y Livio X. 28. 8- 12», porque tiene el enorme mérito de sacar a la intertextualidad de los estudios de poe- sía, cosa nada fácil, ciertamente, para apli- carlos a la historiografía; el de M. Encinas, sobre «Troya debe morir para que Roma exista», porque anuncia, aunque no se atre- va a formularlo con todas las letras, cómo la llamada intertextualidad tiene que ser muchísimo más que una mera confrontación entre textos; y el de R. Cortés Tovar, «Intertextualidad en Juvenal IV. 34-154», porque (noblesse oblige) ella sí se atreve a decir con todas las letras (como tan recien- temente ha hecho Lowell Edmunds, en su último libro Intertextuality and the Reading of Roman Poetry, Johns Hopkins University Press, Baltimore, 2001), p. 299 y nota 8, aquello que su colega salmantina anuncia- ba: de lo que se trata aquí es de recuperar el sentido y la noción de texto que la apóstol de la intertextualidad, Julia Kristeva, defen- día en origen, es decir, la comprensión del texto literario en «el conjunto sociohistórico en el que se produce considerado como con- junto textual, de modo que entendamos la intertextualidad como interacción de códi- gos sociales, históricos, culturales y litera- rios». Bien: leer un texto griego o latino bajo esta perspectiva, ¿no es exactamente lo que proponía Ulrico de Wilamowitz-Möllendorf en la introducción a su Historia de la Filología Clásica, o lo que Federico Nietszche defendía en la introducción a su Aurora? Creo que la lectura de los ensayos de este libro, tal y como se proponían sus editores en la introducción, ayuda mucho a clarificar las cosas y a ponerlas en su sitio más adecuado. Para finalizar, y aunque no reste mérito ni al trabajo de los editores (su principal virtud es la idea que han tenido y, por supuesto, que hayan encontrado medios para ponerla en práctica) ni, por supuesto, al valor intrínseco de los ensayos publica- dos, echo de menos un buena bibliografía de conjunto del libro, que hubiera evitado repeticiones innecesarias (hay referencias que se repiten no menos de 4 ó 5 veces) y hubiera ayudado mucho al joven lector-filó- logo; y también un buen índice de pasajes citados y discutidos, que hubiera ayudado enormemente a la navegación por este denso e importante libro. Joan Gómez Pallarès Universitat Autònoma de Barcelona Departament de Ciències de l’Antiguitat i de l’Edat Mitjana [email protected] 164 Faventia 23/2, 2001 Ressenyes Xoán Bernárdez Vilar nos ofrece un nuevo e interesantísimo trabajo, tras A etapa portu- guesa de Colón e a súa viaxe ultra-tile (Premio «Taboada Chivite» de Investigación, 1992), sobre la navegación y los viajes marí- timos que se realizaron décadas antes del des- cubrimiento de América. En un primera parte, «Descubertas cara ó Occidente» (p. 9-43), el autor nos informa sobre los viajes que se rea- lizaron con anterioridad al del descubrimiento de Colón. Para tan ardua tarea, Bernárdez Vilar se apoya en cartografías de la época o BERNÁRDEZ VILAR, Xoán. 2001. Antes da invención de América. As descubertas precolombinas do século XV. Vigo: Servicio de Publicacións da Universidade de Vigo. Monografías da Universidade de Vigo. Humanidades e ciencias xurídico-sociais, núm. 32. 231 p. ISBN 84-8158-177-1

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Creo con sinceridad que todos los ensa-yos de este libro son valiosos, pero por des-tacar algunos (no puedo ni quiero dejar dehacerlo) me voy a permitir señalar, ademásde la oportunidad e interés del de D’Ippolito(ya reseñado), el de J. Bartolomé, sobre«Intertextualidad e Historiografía: el casode César, Gall. IV. 33-34 y Livio X. 28. 8-12», porque tiene el enorme mérito de sacara la intertextualidad de los estudios de poe-sía, cosa nada fácil, ciertamente, para apli-carlos a la historiografía; el de M. Encinas,sobre «Troya debe morir para que Romaexista», porque anuncia, aunque no se atre-va a formularlo con todas las letras, cómola llamada intertextualidad tiene que sermuchísimo más que una mera confrontaciónentre textos; y el de R. Cortés Tovar,«Intertextualidad en Juvenal IV. 34-154»,porque (noblesse oblige) ella sí se atreve adecir con todas las letras (como tan recien-temente ha hecho Lowell Edmunds, en suúltimo libro Intertextuality and the Readingof Roman Poetry, Johns Hopkins UniversityPress, Baltimore, 2001), p. 299 y nota 8,aquello que su colega salmantina anuncia-ba: de lo que se trata aquí es de recuperar elsentido y la noción de texto que la apóstolde la intertextualidad, Julia Kristeva, defen-día en origen, es decir, la comprensión deltexto literario en «el conjunto sociohistóricoen el que se produce considerado como con-junto textual, de modo que entendamos la

BERNÁRDEZ VILAR, Xoán. 2001.Antes da invención de América. As descubVigo: Servicio de Publicacións da UniverMonografías da Universidade de Vigo. Hunúm. 32. 231 p.ISBN 84-8158-177-1

intertextualidad como interacción de códi-gos sociales, históricos, culturales y litera-rios». Bien: leer un texto griego o latino bajoesta perspectiva, ¿no es exactamente lo queproponía Ulrico de Wilamowitz-Möllendorfen la introducción a su Historia de laFilología Clásica, o lo que FedericoNietszche defendía en la introducción a suAurora? Creo que la lectura de los ensayosde este libro, tal y como se proponían suseditores en la introducción, ayuda mucho aclarificar las cosas y a ponerlas en su sitiomás adecuado. Para finalizar, y aunque noreste mérito ni al trabajo de los editores (suprincipal virtud es la idea que han tenido y,por supuesto, que hayan encontrado mediospara ponerla en práctica) ni, por supuesto,al valor intrínseco de los ensayos publica-dos, echo de menos un buena bibliografíade conjunto del libro, que hubiera evitadorepeticiones innecesarias (hay referenciasque se repiten no menos de 4 ó 5 veces) yhubiera ayudado mucho al joven lector-filó-logo; y también un buen índice de pasajescitados y discutidos, que hubiera ayudadoenormemente a la navegación por este densoe importante libro.

Joan Gómez PallarèsUniversitat Autònoma de Barcelona

Departament de Ciències de l’Antiguitati de l’Edat Mitjana

[email protected]

ertas precolombinas do século XV.sidade de Vigo.manidades e ciencias xurídico-sociais,

Xoán Bernárdez Vilar nos ofrece un nuevo einteresantísimo trabajo, tras A etapa portu-guesa de Colón e a súa viaxe ultra-tile(Premio «Taboada Chivite» de Investigación,1992), sobre la navegación y los viajes marí-timos que se realizaron décadas antes del des-

cubrimiento de América. En un primera parte,«Descubertas cara ó Occidente» (p. 9-43), elautor nos informa sobre los viajes que se rea-lizaron con anterioridad al del descubrimientode Colón. Para tan ardua tarea, BernárdezVilar se apoya en cartografías de la época o

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de años posteriores que dan cabida a la refe-rencia de los capitanes de barco que surca-ron las aguas en busca de nuevas tierras a lasque conquistar y explotar. Esta conquistamarítima, según Bernárdez Vilar, se estruc-tura en cuatro etapas que comprenderían lossiguientes pares de años: 1) 1420-1460; 2) 1460-1470; 3) 1470-1474; 4) 1474-1495(p. 13-14). Al tenor de esta clasificación,nuestro autor desplegará los nombres —com-prendidos desde Diogo de Teive y PedroVelasco, Fernâo Teles, Joâo Vaz Corte-Real,hasta Ferdinand van Olm— y los datos —descubrimientos de nuevas tierras, rutasmarítimas, contratos mercantiles…— echan-do mano para corroborar sus afirmaciones delos testimonios que aportan los documentosde la época, testimonios que son fruto de unverdadero trabajo de campo.

La segunda parte de este libro, «Circa1478: A expedición dano-portuguesa óNoroeste atlántico» (p. 45-114), se centraen una carta de un tal Carsten Grypp, bur-gomaestre de la ciudad de Kiel, al rey deDinamarca, Christian III (1535-1559).Bernárdez Vilar, en son a este documento,realizará un detallado examen histórico, conel que sitúa al lector. Del mismo modo, tanapurado análisis le sirve para afirmar o, aciencia cierta, circunscribir afirmacionestales como que Laponia y Groenlandia seencontraban comunicadas por tierra, o queen 1551 Islandia y Groenlandia estaban inte-gradas en la corona danesa, además de podercotejar los mapas que fueron publicados enla misma década de mil quinientos cincuentaen París con los datos que se conservan sobrela expedición de los navegantes Pynningh yPoidthorsth. El tema central de esta parteradica en dicha expedición a novas terras eillas nos mares do Norte que bien podríaresidir en una prerrogativa de la corona por-tuguesa al rey danés. Así pues, la tesis deBernárdez Vilar alberga (ya que a pesarde todos los datos que aporta no acaba deatinar) la idea de que los portugueses cono-cieron las tierras del norte, ya fuera por purointerés comercial o por puro interés expedi-cionario.

La tercera parte, «Novos indicios preco-lombinos» (p. 115-139), sigue planteandola hipótesis arriba mencionada sobre la posi-ble expedición portuguesa a tierras del norte.Bernárdez Vilar aporta distintas opera car-tográficas del dieciséis que coinciden en dospuntos: la presencia de los lusitanos en lascostas groenlandesas y la precisión de lasituación del estrecho de Hudson que, segúnla geografía convencional, no fue descubiertohasta un siglo más tarde. Muchos de los des-cubrimientos que aportan estas cartografíaspueden deberse no a partidas expediciona-rias, sino, más bien, a nuevas rutas comer-ciales para llegar a la India. De entre losnombres que hasta aquí se han vareado, des-taca el de Johannes Scolvus, que aproxima-damente en el año 1476 se adentra por elestrecho de Hudson. Bernárdez Vilar noacaba de rematar satisfactoriamente la laborde este apartado: lo que en un principio pare-cía más que interesante, se vuelve algo anec-dótico al someter el tema a cuestiones ehipótesis que se contradicen entre sí y quedesbaratan el iudicium del lector.

La cuarta y última parte, «Outra expe-dición coetánea 1477: a viaxe “ultra Tile”de Cristóbal Colón» (p. 141-195), intentaaportar nuevos datos a la afirmación que elmismo Colón realiza en una carta dirigidaa Sus Majestades los Reyes Católicos dehaber realizado un viaje con anterioridad ala isla de Tile. Colón afirma que ésta es unaisla tan grande como la Gran Bretaña y quelos ingleses comercian con ella, sobretodo los de Bristol. También nos dice queen el mes de febrero, cuando él estuvo allí,el mar no estaba congelado; además afir-ma que la mítica isla de Tile se encuentramucho más al occidente de cómo la situa-ra Ptolomeo. Con todo, Bernárdez Vilarintentará dar razón de ser a todas estas ase-veraciones llegando a apuntalar que posi-blemente Colón inventó dicho viaje o quefue realizado por otro.

En definitiva, Antes da invención deAmérica. As descubertas precolombinas doséculo XV es un buen libro que trata aspec-tos desconocidos por el lector medio e, inclu-

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so, por algunos especialistas de la materiasobre las décadas anteriores que envolvie-ron el descubrimiento de América. Es másque destacable la labor investigadora querealiza Bernárdez Vilar en cuanto a lo quese refiere a los documentos de época (yasean cartografías o meras cartas persona-

O’GORMAN, Ellen. 2000.Irony and misreading in the Annals of TacCambridge University Press. 200 p.ISBN: 0521 660564

les...), hecho que aporta una gran precisiónhistórica al libro que hasta aquí hemos rese-ñado.

Jordi Pardo PastorUniversitat Autònoma de Barcelona

[email protected]

itus.

Acumulativo, infinito y siempre incompleto;fascinante y a la vez desconcertante, el «tra-bajo» de leer plantea siempre un desafío alas propias habilidades, expectativas perso-nales y creatividad interpretatitva, y unaoportunidad de reflexionar y actuar crítica-mente sobre sí mismo. Son éstas algunasde las claves para abordar la propuesta deE. O’Gorman: pensar los ejercicios de «lec-tura» (y de lectura como descubrimiento,decodificación, develamiento, descubri-miento, recreación) efectuados por lospersonajes de Anales como estrategias delectura del texto mismo de los Anales. Lahipótesis de personajes «leyendo» mal,entendiendo sólo una parte de las cosas, des-cifrando inscripciones, escrutando e inter-pretando gestos, movimientos y posturas delcuerpo o haciendo referencia a autores o epi-sodios literarios, logra a lo largo de este libropasajes verdaderamente interesantes, enri-quecedores y estimulantes para la reflexiónsobre algunas cuestiones historiográficas, yatomiza cualquier concepción anquilosadaacerca de las prácticas de lectura.

En el capítulo 1, «Introduction: irony, his-tory, reading», O’Gorman se apoya en ladefinición del historiador irónico formua-lada por H. White (1978), remarcando fun-damentalmente «el contraste que se escondebajo cualquier apariencia de unidad». En laexploración de esa distancia, de esa necesi-dad constante de «develamiento» se basa lalectura hecha sobre el texto de Tácito; y en

su rol de historiador irónico Tácito repre-senta a muchos de sus personajes en el actode «leer» de muy distintos modos, malin-terpretando o interpretando sólo en parte.Hace referencia al lenguaje bajo presióncomo factor constitutivo esencial de histo-ria irónica, y así el lector irónico logra unaposición favorable al involucrarse en unaespecie de malentendido creativo (p 22).Estas son algunas de las premisas con lasque O’Gorman inicia su lectura de algunospasajes de Anales.

En el capítulo 2, «Imperium sine fine:problems of definition in Annals I», se aso-cia interpretación —interpretación de fenó-menos naturales (Ann. 1.28), interpretaciónde las palabras del general (Ann. 1.34-35)—con un modo de lectura determinado social-mente: en Anales 1, por ejemplo, son losrequerimientos de la clase dirigente los quefundamentan las «lecturas correctas». En elcapítulo 3, «Germanicus and the reader inthe text», se propone la asociación de la lec-tura que hace Germánico de las ruinas delpasado con la propuesta al lector de Anales:la visita al campo de la masacre de Varus, larecolección de los huesos y el relato dela batalla por parte de los soldados muestraque el proceso de «leer historia» es tambiénun proceso de crear historia, y que la rela-ción entre el lector y las huellas del pasadoa las que da forma de historia implica másque una identificación imaginativa con elpasado, ya que el pasado moldeado en ese