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DIRECCIÓN GENERAL DE PREGRADO Dirección de Formación 1 CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA PROFESOR: AUGUSTO MERINO PRIMER SEMESTRE 2010 SEGUNDA UNIDAD Clase 6: El amor humano. 1. Plenitud, apetitos , afectos . Hemos visto (1ª Unidad, 1ª clase) que la naturaleza de todos los seres vivos se revela al final del proceso de crecimiento, cuando llegan a su plenitud o telos. -La tendencia hacia esa finalidad o plenitud en que la naturaleza de cada viviente se muestra lo hemos denominado ‘instinto’ (1ª Unidad, 3° clase). - Cada uno de los vivientes, movido por su propio instinto, actúa de acuerdo con la forma propia que tiene: en su proceso de crecimiento hacia su plenitud, el canario actúa de un determinado modo; de otro modo, el gato y de otro modo, el trigo. Esto se debe a que cada ser vivo tiene una naturaleza y una plenitud distinta, y por tanto, cada viviente posee diversos tipos de instinto. - El instinto recibe también el nombre de “apetito”, y tiene fundamentalmente dos ‘orientaciones’: movimiento tendencial de ‘atracción’ hacia lo que es bueno para el viviente, y movimiento tendencial de ‘repulsión’ o rechazo frente a lo que le es malo. a) Clases de apetitos: - Antes de entrar en más detalle en el análisis de la dinámica del apetito o instinto, vamos a distinguir los diversos apetitos: - apetito natural : impulsa al viviente a actuar, sin que éste tenga conocimiento de tal impulso y de esa acción. Por ejemplo, todo cuerpo viviente tiene la tendencia (o ‘instinto’) a crecer, y ese crecimiento se efectúa sin necesidad de que el mismo viviente lo conozca. El instinto básico común a todos los vivientes es el de supervivencia. - apetito sensitivo (o afectividad) : es un movimiento tendencial que el viviente ‘siente’ en su cuerpo. Por ejemplo: amor, odio, alegría, miedo, tristeza, deseo, ira, desánimo, etc. A

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DIRECCIÓN GENERAL DE PREGRADO Dirección de Formación

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CURSO DE ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

PROFESOR: AUGUSTO MERINO

PRIMER SEMESTRE 2010

SEGUNDA UNIDAD

Clase 6: El amor humano.

1. Plenitud, apetitos , afectos.

Hemos visto (1ª Unidad, 1ª clase) que la naturaleza de todos los seres vivos se revela al final del proceso de crecimiento, cuando llegan a su plenitud o telos.

-La tendencia hacia esa finalidad o plenitud en que la naturaleza de cada viviente se muestra lo hemos denominado ‘instinto’ (1ª Unidad, 3° clase).

- Cada uno de los vivientes, movido por su propio instinto, actúa de acuerdo con la forma propia que tiene: en su proceso de crecimiento hacia su plenitud, el canario actúa de un determinado modo; de otro modo, el gato y de otro modo, el trigo. Esto se debe a que cada ser vivo tiene una naturaleza y una plenitud distinta, y por tanto, cada viviente posee diversos tipos de instinto.

- El instinto recibe también el nombre de “apetito”, y tiene fundamentalmente dos ‘orientaciones’: movimiento tendencial de ‘atracción’ hacia lo que es bueno para el viviente, y movimiento tendencial de ‘repulsión’ o rechazo frente a lo que le es malo.

a) Clases de apetitos:

- Antes de entrar en más detalle en el análisis de la dinámica del apetito o instinto, vamos a distinguir los diversos apetitos:

- apetito natural: impulsa al viviente a actuar, sin que éste tenga conocimiento de tal impulso y de esa acción. Por ejemplo, todo cuerpo viviente tiene la tendencia (o ‘instinto’) a crecer, y ese crecimiento se efectúa sin necesidad de que el mismo viviente lo conozca. El instinto básico común a todos los vivientes es el de supervivencia.

- apetito sensitivo (o afectividad): es un movimiento tendencial que el viviente ‘siente’ en su cuerpo. Por ejemplo: amor, odio, alegría, miedo, tristeza, deseo, ira, desánimo, etc. A

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este apetito le corresponde con propiedad el nombre de ‘instinto’, y se encuentra tanto en seres humanos como en los animales. El apetito sensitivo implica:

- conocimiento sensitivo de lo que el viviente está buscando o de lo que rechaza (por ejemplo, el león siente deseos de comerse al ciervo, pero para sentir ese deseo, primero debe percibir sensitivamente –ver, oler, oír- al animal).

- alteraciones orgánicas: estas tendencias siempre están asociadas a cambios corporales. Por ej: si hay deseos de comer, se produce salivación, aumento de jugos gástricos, etc; si uno tiene miedo, produce adrenalina, empieza a sudar, o se acelera el ritmo cardíaco.

- apetito intelectual o racional: es la voluntad. En realidad, la voluntad no es un instinto, pero recibe el nombre de apetito, porque, por medio de la voluntad, la persona humana se mueve a sí misma a actuar en vistas de un bien o para rechazar un mal. Por la voluntad podemos ‘querer’ o ‘no querer’ algo, pero de una manera mucha más radical y profunda que mediante los apetitos sensitivos.

- Por ejemplo: una madre se puede sentir muy triste (apetito sensitivo), pero al llegar a su casa, hace un esfuerzo de voluntad, y disimula su tristeza, para no entristecer a sus niños pequeños, y juega y se ríe con ellos. En este caso, aunque su emoción o sentimiento es de tristeza, su voluntad es de ‘hacer bien’ a sus hijos; y esa voluntad es más radical y profunda que la tristeza que siente.

- Los actos de la voluntad reciben nombres muy parecidos que los actos del apetito sensitivo, por ejemplo, amor, odio, esperanza, desesperación, gozo, etc. Sin embargo, se trata de actos muy diversos, porque los actos de la voluntad:

- implican un previo conocimiento intelectual: es decir, saber (no sólo sentir) lo que uno quiere y no quiere, y entenderlo.

- no implican cambios orgánicos: es decir, cuando uno decide o quiere voluntariamente algo, no se producen cambios orgánicos.

- por ejemplo, si un joven decide colaborar en el trabajo de casa, aunque no tenga ganas, esa decisión no produce directamente cambios orgánicos. No obstante, como el ser humano es una unidad substancial, es cierto que muchas de nuestras decisiones voluntarias pueden traer asociadas ciertos sentimientos (apetitos sensitivos) y ya sabemos que éstos sí producen cambios orgánicos. Por ejemplo, uno puede decidir decir la verdad, y a la vez, siente miedo de las consecuencias que esa acción vaya a traer (el miedo sí produce cambios en el cuerpo).

b) Aclaraciones terminológicas en el ámbito de la afectividad

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- En el campo del apetito sensitivo existe una terminología que se usa actualmente:

1º.- la emoción (del latín “motio”, precisamente “movimiento”), es un fenómeno de la afectividad que es de origen involuntario, que puede, cuando es muy intensa, desarticular las funciones de control e inhibición de la afectividad y toda la psiquis en general, y que suele traducirse en manifestaciones fisiológicas diversas, según los individuos (enrojecimiento del rostro, temblor de las manos, sudoración, etc.), casi imposibles de controlar.

2º.- el sentimiento, que es un fenómeno de la afectividad que se prolonga en el tiempo y que, al revés de la emoción, estabiliza y regula la vida psíquica individual.

3º.- la pasión es una emoción o impulso de gran intensidad que rompe el equilibrio psicológico en el individuo, y puede durar más que la emoción pero, normalmente, no se prolonga en el tiempo tanto como un sentimiento.

c) definición de los afectos

- Suele denominarse genéricamente a emociones, sentimientos y pasiones como “afectos” (por eso, el otro nombre del apetito sensitivo es ‘afectividad’).

- los afectos (emociones, sentimientos y pasiones) pueden definirse como una alteración de la intimidad y corporalidad del viviente causada por la valoración (positiva –aceptación- o negativa –rechazo-) de determinadas realidades externas al individuo, en relación con los fines a que éste tiende según su naturaleza. Normalmente en los animales no racionales esta valoración se orienta a la propia supervivencia y a la conservación de la especie, y está asociada a la búsqueda de placer y rechazo del dolor.

- En el ser humano, que además de sentidos, posee conocimiento intelectual, el dinamismo afectivo es bastante más complejo. Nuestros afectos están siempre asociados a alguna percepción sensible (por lo menos, en la imaginación) y provocan cambios corporales, pero muchas veces se encuentran íntimamente asociados a nuestros juicios racionales y a las decisiones de nuestra voluntad.

- Ya sabemos que el fin o telos último del ser humano es la felicidad, y que esa felicidad la busca principalmente mediante su voluntad.

- Ahora bien, cada cosa que conocemos mediante nuestros sentidos y juzgamos mediante nuestra razón, despierta alguna respuesta de nuestra voluntad, que asocia la cosa conocida con la felicidad que buscamos (ya sea considerando que aquello nos acerca o que nos aleja de la felicidad). Junto con esta respuesta o querer de nuestra voluntad, es bastante común que vayan asociados ciertos sentimientos y sus implicancias orgánicas. Por este motivo, se puede decir que la afectividad humana no es exactamente igual que la afectividad en los animales, pues en los seres humanos, los afectos y la

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voluntad funcionan influyéndose mutuamente, y en conjunto ayudan al ser humano a orientarse a la felicidad y a alcanzarla.

d) clasificación de los afectos

- la clasificación tradicional atiende a los dos niveles de las tendencias básicas y a la relación de éstas con el tiempo y el objeto.

- en el primer nivel, que se caracteriza porque dichas tendencias no encuentran obstáculo en su camino hacia lo que considera bueno, el bien en cuestión toma el nombre de “bien concupiscible”; en el segundo, que se caracteriza porque el bien deseado está obstaculizado por algún factor que hay que vencer, toma el nombre de “bien arduo”.

- ejemplos: comer un sandwich es un bien concupiscible; terminar una carrera profesional, un bien arduo.

- el primer nivel comprende los apetitos concupiscibles:

- en este nivel, según el objeto, tenemos, en primer lugar, el “amor” como apetito de lo que es bueno y, en segundo lugar, el “odio”, como rechazo de lo que es malo.

- si se tiene en cuenta el tiempo, el amor del bien futuro se llama “deseo”, y el del bien presente, “gozo” o “placer”.

- si se considera el apetito contrario, el odio, desde la perspectiva del tiempo el odio del mal futuro se llama “aversión”, y el del mal presente, “tristeza o dolor”.

- el segundo nivel comprende los apetitos irascibles:

- desde la perspectiva del tiempo, el deseo de un bien arduo futuro que se considera alcanzable se llama “esperanza”, y si se considera inalcanzable, se llama “desesperación”.

- y respecto del mal, la consideración del mal futuro inevitable, se llama “temor”; si el mal futuro es evitable, hablamos de “audacia”; y si se trata de un mal presente, se produce la “ira”.

2. Afectos, autorrealización e intersubjetividad.

- en clases anteriores vimos que, en el ser humano, el “yo” llega a su plenitud –y con ello a la felicidad- mediante un proceso de “autorrealización” (1ª Unidad, 4ª clase).

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- la autorrealización es un proceso dinámico, un movimiento; es decir, involucra a los afectos y los actos de la voluntad, que nos impulsan a buscar aquello que nos parece bueno y evitar lo que nos parece malo.

- en esta dinámica afectiva, el principio de todo el dinamismo no es el mero deseo sino el amor. Pero en este punto conviene recordar una distinción: existe un ‘amor’ que es mera pasión o sentimiento ‘animal’ y existe un amor que es ‘querer’ profundo de la voluntad. El amor que mueve al hombre en todos sus actos, es radicalmente el amor de la voluntad, al cual le siguen, como consecuencia los demás afectos en la sensibilidad (incluido el amor sensitivo).

- Por ejemplo, un hombre que ha puesto su felicidad en el dinero, también ha puesto el amor de su voluntad en esto. Por consiguiente, todo lo que haga lo hará para enriquecerse cada vez más; las cosas y sucesos de su vida los juzgará de acuerdo a lo que pueden enriquecerlo o empobrecerlo, y según esto, le alegrarán o le entristecerán, le atraerán o le repugnarán, le causarán miedo o esperanza. Buscará una novia que sea rica o que sea buena negociante, unos amigos que le sirvan para enriquecerse, etc.

- El amor es, por definición, una complacencia de nuestra voluntad y/o de nuestra sensibilidad, en aquello que consideramos bueno, amable.

- El amor (como fenómeno completo afectivo y voluntario) puede dirigirse a cosas y a personas, interesada o desinteresadamente.

- Cuando el amor humano se refiere a una persona, y mira a la persona misma (y no a lo que ésta me puede dar), estamos ante un ‘amor verdadero’.

- En este caso, el amor es una complacencia de la voluntad y del afecto en la otra persona (el que ama de verdad exclama ante quien ama: ¡qué bueno que existas!). Esta complacencia brota de la captación de la plenitud y de la perfección de otra persona, en tanto que susceptible de ser realizada por uno mismo y en tanto que en la realización de esa plenitud va implicada la propia autorrealización.

- Expliquemos un poco esta idea:

- La autorrealización no es algo que pueda hacerse en soledad: la autorrealización, según veíamos, comprende procesos de socialización y de enculturación que implican a la familia, a la escuela, a la sociedad en su conjunto, y estos grupos son los que crean un clima que puede ser propicio o adverso a la autorrealización del “yo”.

- De hecho, hay colectividades con “ambiente acogedor”, otras con “ambiente competitivo”, otras con “clima de libertad”, otras con “cultura hedonista”, etc.

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- o sea, el proceso de maduración no supone sólo la integración unitaria de factores psicológicos individuales, sino también la integración de factores socioculturales que se “objetivan” o “materializan” en un determinado tipo de sociedad, el que puede coadyuvar o dificultar la autorrealización de cada “yo”.

- Este elemento social de la autorrealización se concreta y se precisa en el amor, puesto que al amar, el amante encuentra toda su realización en la autorrealización del otro:

- El “yo” se autorrealiza en la medida en que pone todo lo que está de su parte para lograr la autorrealización de la persona amada.

- La perfección, plenitud, bien y felicidad de cada ser humano es un proceso intersubjetivo. En la soledad, ningún ser humano puede alcanzar su plenitud y felicidad última, hacia la cual se encamina movido por sus afectos y su voluntad

3. Definición y tipos de amor.

a) definición

- El amor verdadero es complacencia en la persona por lo que ella misma es (y no por otros intereses). De esta complacencia surge, como consecuencia, el deseo de su bien, de su realización. La primera consecuencia del verdadero amor es la benevolencia: querer y buscar el bien de la persona amada. Por eso, Aristóteles sostuvo que amar es “querer el bien de la persona amada”.

- Por su parte, Platón, que habla con gran elocuencia del amor, lo define como “el afán de engendrar en la belleza según el cuerpo y según el alma”. Es otra manera de mostrar que el amor se despierta por el conocimiento de lo bueno (bello) e impulsa a comunicar el bien con la persona amada y, además, a expandirlo, comunicarlo y perpetuarlo. El amor verdadero lleva inscrito el deseo de que la persona amada viva ‘para siempre’ y, a la vez, poder estar con ella para siempre.

- se trata, pues, de un anhelo de plenitud propia y ajena, y de fecundidad, que es despertado en el ser humano por la contemplación de la belleza (no sólo física, sino principalmente espiritual).

- en esta definición de Platón vale la pena destacar dos puntos:

- primero, el amor sigue siempre a un acto de conocimiento:

- se ama lo que se conoce; no es posible amar algo desconocido: es el conocimiento de la belleza lo que despierta el amor por ella y el deseo de contemplarla para siempre.

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- segundo, el amor aspira a engendrar más belleza, tanto en el alma como en el cuerpo:

- o sea, el verdadero amor es de suyo fecundo, aspira a reproducir lo bello –y podríamos añadir, lo bueno-:

- la culminación del amor es la contemplación de la belleza (bondad) multiplicada, hecha accesible a muchos seres humanos más:

- en lo relativo al engendrar en el cuerpo, ello se expresa en los hijos que el amor engendra y que son como la prolongación y multiplicación del amor que les ha dado vida.

- pero también ese afán de fecundidad se da “en el alma”, o sea, en un sentido no corporal: el ser humano que ama y es feliz porque ama, se hace bueno, quiere hacer el bien, se hace generoso y prodiga beneficios en torno de sí:

- la verdadera felicidad hace al hombre más bondadoso.

b) Tipos de amor

Los griegos distinguían al menos cuatro tipos de amor:

- primero, “la benevolencia”, que es un sentimiento de bondad respecto de todos los seres que a uno lo rodean (los griegos lo llamaban “storge”) y que se traduce en una amabilidad del carácter y un trato benéfico a todos los seres vivos.

- segundo, “la amistad”, que es un sentimiento por el cual quienes se quieren miran juntos -o sea, comparten- iguales ideales, ideas, proyectos, intereses; los amigos miran juntos hacia adelante (los griegos usaban en este caso el término “philía”).

- tercero, el “amor erótico”, que es el amor que experimentan el hombre por la mujer y la mujer por el hombre, y que los lleva a querer reproducir juntos, tanto corporalmente como espiritualmente, la belleza que mutuamente se encuentran uno al otro (ambos se miran uno al otro, a diferencia de los amigos, que miran juntos “pero hacia adelante”). El término “erótico” viene del nombre del dios griego del amor, Eros. Este tipo de amor no tiene nada que ver con lo que en el mundo actual suele conocerse como “erotismo”, es decir, una forma de búsqueda del placer en que el otro es sólo un instrumento para procurarse el placer uno mismo.

- cuarto, el “amor de caridad”, que es el que se ejerce con desinterés en pro del bien de la colectividad a que se pertenece, y que se traduce en obras concretas y no en un mero sentimiento (en griego se acuñó para este tipo de amor el término “ágape”).

4. Enamoramiento y amor en el ser humano.

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- en el mundo contemporáneo suele imperar la idea de que el amor es un sentimiento –todo lo noble y hermoso que se quiera- que se puede terminar en determinadas circunstancias como cualquier otro sentimiento, sin responsabilidad de quien lo experimentaba.

- sin embargo, la fenomenología del nacimiento y prolongación del amor permite advertir una realidad mucho más compleja y rica que lo que sugiere el diagnóstico, a menudo frívolo, de quienes dicen “que se les acabó el amor”.

- para realizar ese análisis fenomenológico es necesario distinguir dos aspectos o etapas en el proceso de nacer y prolongarse el amor:

1º.- el primer aspecto es la realidad del enamoramiento

- el amor comienza con el “enamoramiento”:

- este sentimiento es causado por el descubrimiento de que existe otra persona que se nos aparece como inmensamente atrayente e incluso deslumbrante, cuya plenitud deseamos porque, de algún modo, sentimos que nuestra propia plenitud está vinculada a la de ella.

- en el momento de aparecer el enamoramiento se suelen experimentar fuertes emociones –involuntarias- y aun pasiones.

- esto lo siente uno de modo tan claro que piensa que ya no puede vivir sin la otra persona, o que la vida de ella es la vida de uno mismo:

- de este modo, el “amor como sentimiento, en su fase inicial es, pues, la anticipación de una autorrealización posible (o mejor, de dos), es decir, un ideal que exige ser realizado”.

- todo esto “pertenece al orden del apetito sensitivo, y no al de la acción voluntaria, pues el enamoramiento no tiene lugar porque se quiera, y, una vez que se ha producido, no es posible anularlo o extinguirlo mediante una acción voluntaria”.

2º.- el segundo aspecto es la realidad del amor

- con ser tan fuerte, el enamoramiento no es más que una anticipación, ilusionada si se quiere, de lo que puede venir después:

- y lo que puede venir es que las otras dimensiones propias del ser humano, y muy concretamente la voluntad, entran a jugar un papel determinante:

- la autorrealización que el amor hace posible supone la participación de la voluntad, y de una voluntad libre:

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- de otro modo, no se trataría de un fenómeno verdaderamente humano:

- si el amor fuera un mero sentimiento que escapara absolutamente a la voluntad, ello significaría que el hombre cuando ama no es libre, y si no es libre, no protagoniza ninguna autorrealización, ni propia ni ajena:

- y así, aunque el amor tiene su comienzo en el enamoramiento, para ser efectivamente realizado requiere una decisión libre de la voluntad.

- al intervenir la voluntad y su decisión de comprometerse a buscar la plenitud de esa otra persona con la cual vemos íntimamente ligada nuestra plenitud personal, el amor se hace firme y estable: de emoción (enamoramiento) que es en su primer momento, pasa a ser una realidad que escapa a la volubilidad y variabilidad de los afectos humanos.

- todo esto está ya insinuado en el enamoramiento: el enamorado quiere estar sólo con la persona amada y estar con ella para siempre; la tarea de la voluntad es hacer eso posible mediante el libre compromiso, dando así su verdadera forma al amor.

- como el amor depende de la voluntad, puede que la emoción o el sentimiento del enamoramiento pase, o incluso termine; pero no terminará el amor.

- lo ideal es, por cierto, que la ilusión y entusiasmo involuntario por la otra persona, en que consiste el enamoramiento, dure siempre; pero si, como puede y suele suceder, esa ilusión se debilita, la fuerza de la voluntad que busca la plenitud de la otra persona hará que el amor no se debilite y produzca sus más profundos frutos de autorrealización personal de ambos involucrados.

- en resumen: por el enamoramiento somos atraídos por una persona entre los millones de personas del mundo, y una vez singularizada, comenzamos a amarla, es decir, a procurar su plenitud con todo el empeño y amorosa seriedad de nuestra voluntad.