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Universidad de Los Andes

Facultad de Humanidades y Educación

Escuela de Historia

El sentido de la Historia a través de la Segunda Intempestiva de Friedrich Nietzsche

Trabajo presentado para optar al grado de Licenciado en Historia por el Bachiller Manuel Alejandro Chopitte Policastro.

Mérida – Venezuela

2007

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El sentido de la Historia a través de la Segunda Intempestiva de Friedrich Nietzsche

Page 4: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Resumen

Nuestra investigación se restringe al análisis de la Segunda Intempestiva:

de la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida, obra perteneciente al

filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900), escrita en la época de su

juventud cuando desempeñó la labor de profesor de la cátedra de filología clásica

en la Universidad de Basilea. Esta obra fue escrita en el año 1873 y publicada en

los primeros meses de 1874. La Segunda Intempestiva pertenece al conjunto de

obras denominadas por el autor como Consideraciones Intempestivas, publicadas

entre los años 1873 a 1876. Esta obra es el único texto de Nietzsche donde

podemos apreciar sus reflexiones en cuanto al tema de la historia de manera

precisa y extensa, por ello nos serviremos de ella para comprender y presentar el

sentido de la historia para este importante filósofo del siglo XIX.

Page 5: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Agradecimientos

Quiero agradecer especialmente a mi tutor Lionel Pedrique y a mis compañeras

Fabiola Velasco, Ana Ugas, Teresa Bianculli y Dulce Policastro, porque sin su

presencia

nada hubiese sido posible.

También quiero agradecer al Consejo de Desarrollo Científico, Humanístico y

Tecnológico (CDCHT) de la Universidad de Los Andes por financiar la memoria de

grado titulada: El sentido de la historia en el pensamiento de Friedrich Nietzsche

Código: H-1043-06-06-F

…Dedicado a la memoria de Friedrich Nietzsche…

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INDICE

Páginas Introducción ....................................................................................................... 1

Capítulo I

La Segunda Intempestiva. Marco histórico ........................................... 6

1.1 Aspectos generales en la segunda mitad del siglo XIX ................................. 6

1.2 Preludio a las Intempestivas........................................................................... 9

1.2.1 Los conflictos bélicos y la unificación nacional alemana.

(1866 y 1870) ......................................................................... 9

1.2.2 El historicismo alemán ..................................................................... 12

1.2.3 La experiencia en Basilea (1869-1879) ........................................... 16

1.3 Las Consideraciones Intempestivas (1873-1876) ......................................... 23

1.4 La Segunda Intempestiva: de la utilidad y

los inconvenientes de la historia para la vida (1874) .......................... 26

Capítulo II El sentido histórico y lo no-histórico. Consideraciones fundamentales ..... 28

2.1 Lo histórico y lo no-histórico. El olvido versus la historia .................... 28

2.1.2 Lo no-histórico como expresión del olvido ............................. 29

2.1.3 El sentido histórico ................................................................. 33

Capítulo III Los tres tipos de Historia según Nietzsche ..................................................... 47

3.1 El servicio de la historia ante la vida ................................................... 47 3.2 La Historia Monumental ..................................................................... 49 3.3 La Historia Anticuaria ......................................................................... 57

3.4 La Historia Crítica .............................................................................. 63

Page 7: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Capítulo IV La Segunda Intempestiva como crítica a una época ...................................... 69

4.1 Contra el auge de la ciencia histórica................................................... 70

4.2 El fenómeno del hombre moderno como hombre histórico.................. 71

4.3 La contradicción cultural en el hombre moderno ................................. 74 4.4 Cinco formas en que el exceso de los estudios históricos agreden la

vida....................................................................................................................... 78

4.5 Sobre la opinión pública, el espíritu de la doxa.................................... 80

4.6 Sobre la filosofía de su época.............................................................. 82

4.7 Sobre la objetividad histórica y el diletantismo voluptuoso .................. 83

4.8 El modelo utilitarista de la historia ....................................................... 90

4.9 “Memento mori” versus “Memento vivere” .......................................... 93

4.10 La crítica al idealismo hegeliano........................................................ 99

4.11 La historia de las masas 102

4.12 Crítica a la educación de la juventud 103

El sentido de la historia en la Segunda Intempestiva. Conclusión 107

Bibliografía 116-121

Page 8: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

INTRODUCCIÓN

Algunas consideraciones de primera línea En los diversos estudios referidos al pensamiento de Friedrich Nietzsche han sido

realizadas múltiples interpretaciones desde puntos de vista como la ontología, la

metafísica, notas biográficas, su relación directa o indirecta con algún otro filósofo,

entre muchas otras particularidades. Se ha tendido a dar primordial importancia a

la etapa final de la elaboración de sus obras, aquella etapa comúnmente

denominada de madurez, donde el filósofo lleva una vida errante por diversos

lugares de Europa, prefiriendo los sitios altos y alejados, componiendo lo que hoy

conocemos como sus doctrinas más elevadas: El eterno retorno de lo idéntico, la

superación de lo humano, la Voluntad-de-Poder, y su fuerte crítica en contra de la

moral cristiana.

Se ha tendido a dejar de lado aquella etapa primera, denominada la etapa de

juventud, otorgándole mediana o escasa importancia a los textos elaborados en

dicho tiempo. Diversas obras de aquella época tienden a ser olvidadas: notas,

conferencias, apuntes, textos, reflexiones, pensamientos. Aquella etapa de

Nietzsche como catedrático en la Universidad de Basilea no debe ser

menospreciada. En ella se encuentran importantes reflexiones que van a dar

origen a sus posteriores obras, y que son, por sí mismas, dignas de un estudio

minucioso.

La clave para entender a Nietzsche no reside en tomarle como un genio abismal,

oscuro pensador de una época que no supo entenderlo y que en nuestra

contemporaneidad ha resurgido como un gigante. Proponemos acercarnos a la

humanidad de Friedrich Nietzsche, a la vida de un hombre que ama la vida. Esto

nos servirá para valorar su aspecto crítico en contra de su época, y no extraer

conclusiones fugaces dejándonos llevar por su tono álgido y enérgico. Entender

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esta aproximación se nos muestra como aspecto fundamental en la elaboración y

lectura de nuestra investigación.

¿Cuál es el objetivo de la investigación?

La investigación que aquí desarrollamos se restringe concretamente a interpretar

La Segunda de Las Consideraciones Intempestivas1 (II. Unzeitgemässe

Betrachtungen) titulada: De la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida (Vom Nutzen und Nachteil der Historie fur das Leben), escrita en el año

1873 y publicada a principios de 1874. A través del estudio minucioso de esta

obra precisaremos aquellas reflexiones que nos permitan aproximarnos al sentido

de la historia que plasmó Friedrich Nietzsche en la única obra que trata

directamente sobre el tema de la historia.

Para ello abordaremos la obra desde dos perspectivas diferentes:

1) En principio determinaremos aquellos puntos temáticos fundamentales

donde yace el tema oculto del texto: la historicidad del hombre.

2) Posteriormente expondremos sistemáticamente aquellos aspectos sobre

los cuales el autor refleja su crítica en cuanto a la época de las

Intempestivas.

A pesar de centrar nuestro análisis sobre la Segunda Intempestiva, nos

apoyaremos en diversas obras del mismo autor dadas a conocer en fechas 1 El término “Intempestivo” señala en nuestra lengua aquel suceso que acontece de manera inoportuna, aquello que ocurre de súbito y que de algún modo se halla fuera del tiempo que le corresponde. Sin embargo, el significado que comúnmente atribuimos al término no es el más exacto para representar aquello que Nietzsche ha querido expresar. Forzosamente hemos utilizado el término “Intempestivo” o “Intempestiva” para señalar, apegándonos al pensamiento del filósofo en cuestión, el carácter privativo de lo temporal: aquello que se halla por encima del tiempo por comprenderlo y a su vez contenerlo. No expresa el título de la obra aquellas consideraciones que surgen inoportunamente o de súbito, el profundo significado nos lleva a entender que estas consideraciones se hallan más allá del tiempo de donde surgen, pero no siendo ajenas a este, sino que prevalecen más allá de su época.

Page 10: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

anteriores y posteriores a la obra central, pero dejando claro que nuestra

investigación no profundizará en estas obras, tan sólo nos serviremos de ellas

para reforzar nuestras interpretaciones cuando el ritmo del análisis así lo

requiera.2

En cuanto al aspecto crítico de la Segunda Intempestiva, debemos señalar que

resaltaremos sistemáticamente los temas a los cuales Nietzsche hace referencia

como crítica a su época, hallándose estos dispersos a lo largo de toda la obra. Les

otorgaremos un orden puntual para que la comprensión se haga mayormente

asequible.

¿Por qué hemos elegido la Segunda Intempestiva?

Como ya hemos señalado, la única obra donde Nietzsche concentra su análisis en

desarrollar el tema de la Historia es en la Segunda Intempestiva, en otras obras

roza el tema sin profundizar tanto como en la obra que hemos elegido.

Si observamos Las Intempestivas como un conjunto, podemos claramente darnos

cuenta de su enorme carga crítica, la cual se vuelca sobre el hombre moderno y el

siglo XIX como época colmada en contrasentidos. En cada una de las cuatro

Intempestivas subyace un tema oculto, teniendo todas como carácter unitario el

aspecto crítico y la necesidad del esfuerzo reformador de la cultura. Consideramos

fundamental el estudio de aquellas primeras obras del autor, con el objetivo de

comprender y determinar la génesis de sus posteriores pensamientos filosóficos y

2 Para aproximarnos al estudio del sentido de la historia en Nietzsche fue necesario recorrer sus obras para establecer nuestro criterio de análisis, determinando finalmente éste sobre la obra que mayormente contiene un pensamiento preciso sobre nuestro tema. Algunas de las obras desde donde extraemos información que ayude directamente a fundamentar nuestro análisis y por las cuales hemos recorrido son: Fatum e historia (1862), Libertad de la voluntad y fatum (1862), La Primera Intempestiva (David Strauss: el escritor y el confesor, 1871), El origen de la tragedia (1872), El porvenir de nuestros institutos de enseñanza (1871-1872), Cinco conferencias (dadas desde el 16 de enero hasta el 23 de marzo de 1872), La Tercera y Cuarta Intempestiva (1874 y 1876), Tratados filosóficos (1875), Aurora (1881), La gaya scienza (1882), Así habló Zaratustra (1883-1884), Más allá del bien y del mal (1886), El crepúsculo de los ídolos (1888) y Ecce homo (1888).

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la relación con su circunstancia histórica enmarcada en la segunda mitad del siglo

XIX.

Nuestra investigación se aproxima al profundo estudio de lo que representa la

historia más allá de los hechos y datos históricos. Nos acercamos al área temática

denominada filosofía de la historia, donde la historia es pensada en sí-misma,

como lo que es en cuanto a disciplina, en relación a su sentido e interpretación a

través de los tiempos.

A través de nuestra investigación hemos hallado un vacío historiográfico en el

tema que pretendemos desarrollar (el sentido de la historia). Friedrich Nietzsche

no es un personaje desconocido, hallándose en las bibliotecas de la Universidad

de Los Andes (ULA) diversos textos que tratan sobre su vida, obra y pensamiento,

algunos de ellos realizados en el Postgrado en Filosofía de nuestra universidad y

muchas otras investigaciones pertenecientes a biógrafos, historiadores y filósofos

de renombre como Martín Heidegger, Lesley Chamberlain, Karl Jasper, Eugen

Fink y Karl Löwith. Sin embargo, en la Escuela de Historia de la ULA no

encontramos investigación alguna referida a nuestro tema, como tampoco dirigida

o relacionada con Friedrich Nietzsche. Esperamos que nuestra labor pueda

contribuir a llenar ese vacío historiográfico de nuestra casa de estudios.

En cuanto a la traducción que hemos utilizado para realizar nuestra labor:

señalamos que en los cuatro textos que hemos tenido a bien revisar no hallamos

discordancias tales entre ellas como para vernos en la necesidad de valernos, al

momento de hacer referencias textuales por ejemplo, de diferentes traducciones.

El texto básico del cual nos servimos se encuentra en las Obras completas de

Nietzsche, de la Editorial Aguilar, publicado en Argentina en el año 1966, siendo

su traductor: Eduardo Ovejero y Maury. Otras de las traducciones que hemos

utilizado para la lectura y análisis del texto-fuente son:

Page 12: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

• Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva: de la utilidad y los inconvenientes

de la historia para la vida. Biblioteca Nueva. Madrid, 1999.

• Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva: de la utilidad y los inconvenientes

de la historia para la vida. Libros del Zorzal. España, 2006.

• La versión en español que ofrece el sitio Web denominado Nietzsche en

castellano (www.nietzscheana.com.ar). Desde donde hemos extraído además

una versión del texto en alemán.

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CAPITULO I

La segunda intempestiva

Marco histórico

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Capítulo I La Segunda Intempestiva

Marco histórico

1.1 Aspectos generales en la segunda mitad del siglo XIX. Si bien nuestro estudio se enfoca sobre el pensamiento de Friedrich Nietzsche en

cuanto su obra perteneciente al conjunto de las Intempestivas, es necesario

ubicarnos brevemente en aquellos aspectos que sirvieron de escenario para la

elaboración de esta obra, así podremos precisar los puntos sobre los cuales se

hace crítica, o los factores que influyeron en la elaboración de dicho texto.

Dejamos claro que no forma parte de nuestro interés profundizar en la historia

socio-política de Europa para mediados del siglo XIX, tal cosa nos desviaría del

objeto de estudio. Pretendemos resaltar, con miras a esbozar un marco histórico,

el trasfondo ideológico que manifestó la época circundante a la vida del filósofo en

la época donde se concentra nuestro estudio.

En la segunda mitad del siglo XIX se irguieron los fundamentos ideológicos donde

el siglo XX y XXI van a construir su desarrollo. Como bien es conocido, las

tendencias políticas, sociales, culturales y religiosas, se vieron sometidas a

trascendentes cambios que modificaron sus estructuras de manera definitiva.

El aspecto primordial, motor de los cambios a escala general, lo observamos en la

evolución y fortalecimiento de las ciencias, dejando atrás aquella visión que tendía

a dar una explicación místico-religiosa a los fenómenos de la vida. El Siglo XIX se

caracteriza por la trasformación en las condiciones del cómo la sociedad se

enfrenta ante la vida cotidiana, originada por la proliferación de los inventos

científicos, la expansión industrial, y consecuentemente, la evolución de nuevas

formas de organización política y social.3

3 Cambridge University Press. Historia del mundo moderno. Tomo XI: El progreso material y los problemas mundiales (1870-1898). Dirección: F. H Hinsley. Editorial Ramón Sopena. Barcelona, España, 1970. p. 68.

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Dos tendencias ejercen determinante influencia sobre las esferas ideológicas de

aquella época: El Darwinismo, que a partir de los estudios de Charles Darwin

impulsa la desacralización de la historia y el fortalecimiento definitivo del mundo de

las ciencias, custodiadas por la razón, ante cualquier otra forma de interpretación

de la humanidad. Por otro lado tenemos El Marxismo, trastocando la organización

de la sociedad a partir de los trabajos de Marx y Engel. Se da inicio a la revolución

proletaria, bajo un modelo ideológico que interpreta los fenómenos sociales bajo

principios económicos de una sociedad industrializada.4

Observamos en la segunda mitad del siglo XIX la imperiosa necesidad de someter

todas las esferas ideológicas como la teología, la política, la filosofía, las ciencias

naturales y las desde ese tiempo conocidas como ciencias sociales, a una

tendencia unificadora que sirviese como ley para entender los fenómenos

biológicos y sociales. En la mayoría de los pensadores de aquella época

observamos la dedicación a elaborar, a través de sus respectivos estudios, una

ley, una tendencia, o una filosofía de validez universal, que rigiese el

entendimiento y el desarrollo de la existencia, no sólo de la humanidad, sino de la

vida en general.5

Esta tendencia universalista tiñó con su imperiosidad y gravidez los sistemas

ideológicos y científicos, frutos de aquella época. La necesidad de hallar una

explicación de talla universal no sólo exigió la revisión de todos los planteamientos

hasta ese momento aceptados, sino que forzó la rigidez de la interpretación del

hombre ante la vida.

4 Ibidem. p. 69. A pesar de que en la historia de la Europa del siglo XIX encontramos gran multiplicidad de causas que desembocan en los cambios sociales de este siglo, nos hemos restringido a aquellos dos que (como posteriormente haremos notar) actúan directamente en el desarrollo del proceso intelectual de la Alemania donde Nietzsche marcó su influencia en la época de las Intempestivas. 5 Coreth, Emirich; Ehlen, Peter; Schmidt, Josef. La Filosofía del siglo XIX. Editorial Herder. Barcelona, España. 1987. p. 34-35.

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Desde las tendencias universales engendradas por Hegel6, con el Idealismo y su

particular concepción de la Historia Universal en la primera mitad del siglo XIX,

seguido por el auge del psicologismo con W. Wundt7 y Brentano8 y de los que

otorgaron a esta tendencia un matiz comprensivo y filosófico como Dilthey9 y

Husserl10, acompañados por el historicismo alemán y los avances en los estudios

científicos de Maxwell11, Mendeleev12, entre otros científicos de renombre,

asomaban el triunfo de la ciencia como fundamento para entender el mundo y sus

respectivos fenómenos, además de propiciar en la diversa gama de disciplinas, la

tendencia al orden y entendimiento universal de la vida.13

También las teorías políticas tienden hacia la unidad de poder en un orden de

clara tendencia universal, hacia el carácter exacerbado de la autoridad del sistema

estatal. Época de consecuentes conflictos armados bajo el auge de la

construcción nacional de Alemania e Italia, conflictos donde hasta Nietzsche se vio

inmerso con las campañas militares contra Dinamarca, Austria-Hungría y

Francia.14

1.2 Preludio de las Intempestivas. Consideramos fundamental puntualizar algunos eventos en la vida de Nietzsche

que sirvieron como preludio a la elaboración de Las Intempestivas. De estas

6 Hegel, Georg: filósofo alemán (1770-1831). El Hegelianismo identifica la naturaleza y el espíritu con un principio único, la idea, la cual se desarrolla por el proceso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis. Se conoce a Hegel como uno de los precursores del estudio filosófico de la historia. 7 Wundt, Wilhelm: filósofo y psicólogo alemán (1832-1920), fundador de la psicología experimental. 8 Brentano, Franz: filósofo alemán (1838-1917), sus teorías se caracterizan por el psicologuismo de tendencia aristotélica y opuesta a la filosofía kantiana. 9 Dilthey, Wilhelm: filósofo alemán (1833-1911), su labor estuvo dedicada al estudio del carácter histórico del hombre. 10 Husserl, Edmund: filósofo alemán (1859-1938), promotor de la fenomenología pura o ciencia de la esencia. 11 Maxwell, James: físico escocés (1831-1879), autor de la teoría electromagnética de la luz. 12 Mendeleev, Dimitri: químico ruso (1834-1907), autor de la clasificación periódica de los elementos químicos. 13 Cambridge University Press. Ob. cit. p. 68-70. 14 El Nacional. Enciclopedia Universal. Planeta DeAgostini, 2001. España. Tomo 10: Edad Contemporánea II (1859-1914). p. 165-166. También en: Eduard Fueter. Historia de la historiografía moderna. Tomo II. España, 1953. p. 96; y: Ramos Oliveira, Antonio. Historia social y política de Alemania. Fondo de Cultura Económico México, 1964. p. 25.

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experiencias podemos extraer los motivos para la realización de las obras vistas

desde un punto crítico.

1.2.1 Los conflictos bélicos y la unificación nacional alemana. (1866 y 1870)

En 1870, el triunfo militar de la naciente nación alemana se ve materializado con la

derrota de Francia en la batalla de Sedán el 2 de septiembre de aquel año. Se

consolida finalmente, al mando de Bismark, la nación alemana y su posición

primordial en la constelación de naciones europeas.15

Nietzsche constantemente resalta, a lo largo de sus Intempestivas, el hecho del

triunfo militar sobre Francia. Consideramos que uno de los principales impulsos

para la elaboración de las primeras Intempestivas se halla en el modo como

Nietzsche observa el júbilo desmedido de la nación alemana. Basándose en el

triunfo militar sobre la nación francesa, el espíritu de los germanos se convierte en

el enaltecido proclamador de una cultura vencedora sobre sus contemporáneas.

Debemos recordar que Nietzsche participó en dos de los conflictos armados en la

época de la unificación. Para 1866, cuando estalló el conflicto entre Austria y

Prusia, Nietzsche no se ve convencido con las intenciones de Bismark en fundar

de manera súbita el estado unido alemán. Sabía que iba a ser llamado a filas y no

pretendió esquivar esta responsabilidad, aceptando prestar sus servicios ante el

conflicto. Entre su correspondencia, para el año 1866, hallamos:

“Desde el momento en que comenzó la guerra, todas las

otras consideraciones pasan a segundo plano. (...) No

pasará mucho tiempo sin que sea llamado a filas. Además

15 Steinberg, S. H. Historia de Alemania. Universidad de Cambrige. Pegaso, 1960. p. 12. También en: El Nacional. Ob. cit. p. 165; y: Humbertus príncipe de Löwenstein. Breve historia de Alemania. El Ateneo. Argentina, 1963. p. 135-136.

Page 18: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

de que es casi deshonroso permanecer en casa cuando la

patria comienza una lucha a vida o muerte”.16

En 1867 es incorporado al ejército como soldado de artillería debiendo interrumpir

sus estudios, a los que regresa apenas culminada la guerra en el mismo año.

Posteriormente, cuando estalla el conflicto bélico entre Francia y Alemania en

1870, Nietzsche vuelve a tomar parte en la milicia, ya no como soldado de artillería

sino como ayudante en labores de auxilio a los heridos en batalla, de lo cual

extrae experiencias terribles sobre la guerra como lo expresa en su

correspondencia:

“…Aquí un trueno terrible: ha sido declarada la guerra

franco-alemana, y toda nuestra raída cultura se echa en los

brazos del más terrible de los demonios.” 17 “Me asalta la

más profunda preocupación cuando pienso en la situación

cultural que se aproxima. ¡Ojalá! que no tengamos que

pagar los inmensos éxitos nacionales en un terreno en el

cual, yo por lo menos, no estoy dispuesto a consentir ningún

menoscabo Dicho de confianza: tengo a la Prusia actual

como una potencia tremendamente peligrosa para la

cultura...” 18

Al iniciar la guerra, Nietzsche considera el enorme peligro que representa la

efervescencia política vivida en Alemania como inminente amenaza a la cultura. Acepta la importancia de lograr la unificación alemana, pero teme por las

16 Nietzsche, Friedrich. Correspondencia. En Obras Completas. Tomo V. Aguilar. Buenos Aires, 1967. p. 472. (Carta Nº 15. A su madre y su hermana. Leipzig, segunda quincena de junio de 1866) 17 Ibidem. p. 473. (Carta Nº 47. A su madre. Sulz bei Weissenburg, en las proximidades de Wörth, 28 de agosto de 1870) También puede conseguirse información sobre el mismo tema en: Carta Nº 47. A su madre. Sulz bei Weissenburg, en las proximidades de Wörth, 28 de agosto de 1870. Carta Nº 48. A Friedrich Ritschl. Cerca de Hagenau, Alsacia, 29 de agosto de 1870. Carta Nº 49. A su madre. Erlange, 11 de septiembre de 1870. Hotel Walfisch. 18 Ibidem. p. 498 (Carta Nº 50. A Carl Von Gersdroff. Basilea, 7 de noviembre de 1870)

Page 19: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

consecuencias de la guerra, asumiendo la campaña militar contra Francia como

modo de evitar que el centro de la política europea sea París bajo el dominio del

imperio de Napoleón III.

Los conflictos bélicos dejaron en Nietzsche, como antecedente a las

Consideraciones Intempestivas, la conciencia de una nación recién fundada que

se jacta de ser el epígono de la cultura europea debido a sus victorias militares.

Además observamos cómo se inicia la necesidad de dar a conocer el

contrasentido cultural de su época, y la clara intención de reformar dicho

contrasentido.

1.2.2 El Historicismo Alemán

El historicismo es una tendencia filosófica del siglo XIX fuertemente arraigada en

Alemania, la cual concibe la realidad como producto de un devenir histórico. Todo

aspecto de la humanidad debe ser observado atendiendo al desarrollo sucesivo de

sus épocas, concibiendo al hombre primordialmente como ser-histórico. En cada

época encontramos, desde el punto de vista de esta doctrina, una respectiva

concepción del mundo, que determina el modo como el hombre de cada época se

relaciona con su circunstancia. Toda creación del hombre, todo actuar y todo

pensamiento, esta impregnado de un espíritu propio de la época donde fue

generado. Para entender el pensamiento y las acciones de un hombre, hay que

atender directamente al espíritu de su época. El individuo no puede dar respuesta

de manera singular a los problemas que en su circunstancia se presenten, es

necesario atender al marco histórico que sirve como escenario a este individuo, el

cual determina su pensamiento y su obrar ante la vida.19

19 Nicol, Eduard. Historicismo y existencialismo. Alianza. Madrid, 1960. Meineker, Friedrich. El historicismo y sus genes. Fondo de cultura económico de México. 1943. Popper, Karl. La miseria del historicismo. Taurus. Madrid, 1973. Rothacker, Eric. Filosofía de la historia. Pegaso. España, 1951.

Page 20: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

El historicismo concibe la historia como una ciencia estricta, la cual posee

métodos científicos para abordar y entender el desarrollo temporal de la

humanidad. Observamos cómo esta doctrina supedita la vida a la rigurosa visión

histórica: para entender la vida hay que atender fielmente a los estudios históricos,

ya que la vida deviene en el tiempo bajo una estructura lineal de orden causal.

La filosofía pasa a ser un complemento de la historia, la cual funge en la

sistematización de los hechos históricos en busca de una linealidad coherente que

permita explicar, apegado fielmente al estudio del pasado, los fenómenos sociales

de cada época. Esta doctrina otorga valoración especial a los “hechos históricos”,

entendidos como el fundamento inequívoco para la construcción de teorías e

interpretaciones.

Para entender un problema, bien sea de carácter filosófico o científico, debe

atenderse al estudio histórico que nos oriente sobre la época donde se genere

dicho problema, esta introducción filosófica va a determinar la solución de

cualquier tipo de problema sin importar su naturaleza.20

El historicismo tiene sus bases en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando se

inicia la profesionalización del oficio del historiador y nace la necesidad de

constituir la historia como una disciplina científica de carácter autónomo.

En la segunda mitad del siglo XIX, el historicismo cobra un auge de suma

importancia en Alemania. Observamos en este período la influencia de dos

tendencias filosóficas primordiales: el Idealismo21, con las tendencias filosóficas

erigidas por Hegel, Fichte22 y Schelling23; y el Romanticismo24, donde hallamos

20 Zubirí, Xavier. Cinco lecciones de filosofía. Alianza. Madrid, 1999. p. 257-258.

21 Entendemos idealismo como la doctrina filosófica que considera la idea como principio de existencia y conocimiento. También, aquellas doctrinas que refuten la realidad en busca del bien o la superación única establecida en una idea o ideal son consideradas como parte del Idealismo. 22 Fichte, Johann: filósofo alemán (1762-1814), discípulo de Kant y maestro de Schelling. Su sistema derivado de principios kantianos se convierte en un Idealismo absoluto. 23 Schelling, Wilhelm: filósofo alemán (1775-1854), artífice del Idealismo subjetivo.

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principalmente a Herder25. En esta época logran condensarse, gracias a los

esfuerzos realizados a lo largo del siglo XVIII e inicios del XIX, las bases para una

nueva ciencia: la denominada ciencia histórica. Recordemos, como ya hemos

señalado al inicio de este capítulo, que en el siglo XIX acontece el auge de las

ciencias, tanto naturales como las denominadas ciencias del espíritu, también

hallamos la tendencia a la elaboración de teorías de carácter universal:

universalismo y cientificismo imperan en todas las escalas del pensamiento del

siglo XIX.

En Alemania, historiadores como L. Von Ranke, B. G. Niebuhr y W. Von Humboldt,

comienzan a fundar esta novedosa ciencia basada en los estudios históricos.

Especial influencia tuvo W. Dilthey, quien elabora una concepción de la filosofía en

función de la historia y la psicología comprensiva. Todos ellos confluyen en

aceptar que la vida y todos los fenómenos que en ella observamos son tan sólo

producto de la historia, supeditando todo aspecto de la humanidad bajo la

determinación de ésta, concibiéndose irrefutablemente la historia como

fundamento de la vida.26 Otros historiadores que forman parte de dicha tendencia

son: Oswald Spengler, Max Weber, Ernest Troeltsch, Friedrich Meinecke y Georg

Simmel.

Si las ciencias se dividen en ciencias naturales, aquellas que atienden a leyes

permanentemente inmutables, y las ciencias del espíritu, donde lo único

permanente es el cambio en las acciones y en las estructuras concientes del

hombre, la historia se constituye como fundamento para el entendimiento del

carácter primordial que presenta el hombre ante su vida: el movimiento, abstraído

en la temporalidad. La historia va a centrarse en el estudio de las particularidades

de algún individuo o grupo social y en su ubicación espacio-temporal, campo de

24 El Romanticismo, en líneas generales, es la escuela literaria que en la primera mitad del siglo XIX dejó de seguir en sus producciones las reglas de los clásicos, con clara propensión al enaltecimiento sentimental y la expresión fantástica. 25 Herder, Johann: escritor y filósofo alemán (1744-1803), la base de gran parte de sus escritos es el fomento de la humanidad y la dignificación del hombre. 26 Nicol, Eduard. Ob. cit. y Meineker, Friedrich. Ob. cit.

Page 22: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

estudio donde las ciencias naturales no podían aplicarse. La historia va a

reconstruir los motivos, intenciones y vivencias de los personajes y hechos

históricos, en busca de elaborar el entendimiento de lo pasado. Para comprender

el presente era necesario y determinante atender al estudio de lo que fue.27

En la Alemania del siglo XIX, todos los aspectos de la vida se relacionan con la

tendencia historicista directa o indirectamente. Así tenemos un ambiente donde

imperan los museos, las obras de arte que evocan hechos históricos, el arte pasa

a ser la teoría histórica del arte, la economía la historia del desarrollo económico;

de igual forma pasa con la religión, la política, el derecho y la filosofía. En el

ambiente intelectual, el historiador posee magna potestad sobre la verdad, es el

que “sabe” porque conoce lo que ha pasado: aquello que nos

determina.28

La historia se nos muestra como un absoluto, una totalidad del desarrollo de la

humanidad. Todo va a ser regido bajo la determinación del estudio histórico, lo

único capaz de entender el pasado y otorgar coherencia a éste, para presentarlo

posteriormente a la masa como historia universal.

En este ambiente donde la cultura histórica imperaba sobre la Alemania de la

segunda mitad del siglo XIX encontramos al joven Nietzsche, que habiendo

estudiado en diversas universidades alemanas, como las de Leipzig y Bonn,

finalmente llegó a ser profesor en una de las universidades más reconocidas de

Europa: la universidad de Basilea.

27 Maritain, Jacques. Filosofía de la historia. Troquel. España, 1960. Raymond, Aron. Dimensión de la conciencia histórica. Tecnos. 1962. Rothacker, Eric. Filosofía de la historia. Pegaso. España, 1951. 28 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. En Obras completas. Tomo V. Aguilar. Buenos Aires, 1966. Traducción: Eduardo Ovejero y Maury. p. 71-72. También hallamos similar referencia a lo largo de la Primera Intempestiva de Nietzsche, donde hace un recorrido por la decadencia cultural de la Alemania de su época.

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1.2.3 La experiencia en Basilea29 (1869-1879)

En el año 1869 Nietzsche es nombrado profesor de filología clásica en la

Universidad de Basilea (a los 24 años de edad y gracias a la ayuda de su maestro

Ritschl). Al poco tiempo obtiene el grado de doctor otorgado por la Facultad de

Filosofía de Leipzig, fundamentando tal mérito en la excelencia de sus

publicaciones.30

En Basilea, Nietzsche se encuentra bajo el influjo cultural de una época en pleno

renacimiento intelectual, con personalidades como el filósofo Gustav

Teichmüller31, el pintor Arnold Böcklin32, el etnólogo e historiador del derecho

Bachofen33, y el historiador Jacob Burckhardt.34

Consideramos de suma importancia la influencia de Burckhardt sobre las ideas de

Nietzsche referentes al pensamiento sobre la historia. Nietzsche participó en los

cursos que dictó Burckhardt entre 1870 y 1871, denominados Cursos sobre el

estudio de la historia. También formó parte, en 1876, del curso Historia sobre la

cultura griega. Las reflexiones expuestas sobre el primer curso mencionado las

hallamos actualmente en el texto: Consideraciones sobre la historia universal,

atribuido a Burckhardt. En este curso expone su visión especial sobre la historia,

denunciando la teoría del progreso que desvaloriza los tiempos pasados como

29 Basilea se localiza al noroeste de Suiza sobre el río Rin, en el punto donde confluyen Alemania y Francia. Con el apoyo del concejo de Basilea y privilegiados por el Papa Pío II, la universidad de Basilea fue fundada en el año 1460, siendo en la actualidad la universidad más antigua de Suiza. Según hallamos en su correspondencia, Nietzsche fungió como catedrático de filología en dicha Universidad desde el año 1869, hasta su retiro voluntario en 1879. También fue rector de su facultad en el período 1874-1875. 30 Nietzsche, Friedrich. Correspondencia. Ob. cit. p. 487. (Cata Nº 31. A Erwin Rohde. Leipzig, 16 de enero de 1869. p. 486. Y: Nº 32. A su madre. Leipzig, febrero de 1869) 31 Teichmüller, Gustav: reconocido profesor de filosofía en la universidad de Basilea (1832-1888). 32 Böcklin Arnold: Pintor suizo (1827-1901) cuyas obras alegóricas y de carácter fantástico, basadas muchas de ellas en criaturas mitológicas, anticipan el surrealismo. 33 Bachofen, Johann: Jurisconsulto e historiador suizo (1815-1887), inició los estudios sobre historia de la familia, en especial sobre el problema del matriarcado. 34 Burckhardt, Jacob: historiador suizo de arte y cultura (1818-1897). Criticó a la llamada cultura industrial y fue contrario a las tendencias idealista e historicista en boga en el mundo académico durante su época, en contraposición elaboró una teorización historiográfica a la cual llamó Kulturgeschichte (Historia de la cultura, aunque el término Kultur en alemán y en el contexto de la época indica principalmente la civilización).

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menos virtuosos que los tiempos presentes (todo pasado es peor que lo presente).

Critica además la visión que coloca al siglo XIX alemán en un punto privilegiado

para observar la historia en detrimento de otros tiempos, pasados o futuros,

encumbrando aquella época como cúspide del desarrollo de la humanidad.

Burckhardt ofrece una visión donde el siglo XIX se ve favorecido para observar los

estudios sobre la historia por el espíritu científico de la época, y la tendencia hacia

la objetividad frente al misticismo religioso, como también por la accesibilidad y el

orden sistemático de las fuentes históricas, además del carácter cosmopolita que

impregna el ambiente de estudio.35 Consideramos fundamental la influencia de

Burckhardt sobre Nietzsche en su visión sobre la historia, mas no determinante, ya

que Nietszche, en su Segunda Intempestiva, ofrece una visión autónoma sobre el

sentido de la historia como disciplina, y como crítica a la tendencia historicista de

su época.

En una carta dirigida a su amigo Carl Von Gersdroff, Nietzsche le comenta con

respecto a Burckhardt:

“Jacob Burckhardt, pronunció una conferencia sobre los

grandes hombres históricos. (...) Asisto a una clase suya de

una hora por semana sobre el estudio de la historia, y creo

ser el único de sus sesenta alumnos que comprende el

profundo curso de su pensamiento, con todas sus extrañas

refracciones y revueltas en que la cosa roza lo

problemático.”36

Además de verse rodeado de este ambiente intelectual, Nietzsche traba fuertes

amistades con las cuales va a compartir sus florecientes ideas, y con los que

conformará la época que, desde una frase que hallamos en la correspondencia de 35 Burckhardt, Jacob. Consideraciones sobre la historia universal. Fondo de Cultura Económica. México, 1943. 36 Nietzsche, Friedrich. Correspondencia. Ob. cit. p. 498. (Carta Nº 50. A Carl Von Gersdroff. Basilea, 7 de noviembre de 1870)

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Nietzsche, denominaremos como Basilea Volcánica.37 Conoce a Franz Overbeck,

Teólogo liberal profesor de la iglesia en la Universidad, el cual trabajó en aquel

tiempo sobre la definición de la teología desde el carácter cristiano. También

hallamos a Erwin Rohde, Helenista alemán, alumno del profesor Ritschl y amigo

universitario de Nietzsche, es autor de dos obras fundamentales para el estudio de

la civilización y de la literatura griegas: La novela griega y sus precursores (1876)

y Psique. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos (1890-1894).

Encontramos además a Karl von Gersdorff que estudiaba budismo y que

indudablemente influyó en Nietzsche llegando a hacerse vegetariano por un

tiempo.

Una de las amistades de mayor influencia sobre Nietzsche la vemos representada

en la figura del compositor Richard Wagner, amistad que inicia en 1869 con su

encuentro en Tribschen. Constantemente esta relación va a ser tachada como

idolatría juvenil, sin embargo, aunque ciertamente percibimos aspectos de idolatría

en su correspondencia, no debemos tan solo tomar esta relación de amistad

desde un punto de vista tan superficial. Tanto la música de Wagner como su

concepción absoluta del arte, es percibida por Nietzsche como fuerza clave para la

renovación cultural alemana.

En la época de la Basilea Volcánica, se gestó un intento utópico de renovación de

la cultura alemana en diversos aspectos. En el plano artístico musical tenemos,

como ya hemos señalado, la figura imponente de Wagner, al rescate del espíritu

de la cultura desde sus composiciones musicales cargadas de fuerza anecdótica y

símbolos representativos de una verdadera labor intelectual, como bien lo

expresaría Nietzsche en su Cuarta Intempestiva dedicada al compositor. En

Burckhardt Nietzsche observaba la clave para la renovación del entendimiento de

la historia, lejos del contradictorio ambiente historicista percibido como ornamento

de lujo, carente de espíritu cultural. En Overbeck observó el impulso que alentaría

37 Ibidem. p. 515. (Carta Nº 70. A Erwin Rohde. Basilea, 5 de mayo de 1873)

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un cambio en la percepción de la religión cristiana, acercándola cada vez más

hacia el carácter laico de la sociedad. Y así reconoció en sus amistades, en las

que hacemos referencia y en aquellos que se nos escapan, la fuerza para dar

inicio a la tan necesaria reforma cultural no sólo de la Alemania de su época, sino

del mundo intelectual de la Europa del siglo XIX. En la figura del mismo Nietzsche,

en sus pensamientos cada vez más orientados al quehacer filosófico, estaría la

clave para reflejar el contrasentido cultural, el gran engaño en que se hallaba la

sociedad alemana de la época, los años setenta del siglo XIX. En estos hombres-

genios se concentra la capacidad para superar el contrasentido cultural al que

tanto hace mención Nietzsche a lo largo de sus primeras obras.

En la mencionada época, observamos cómo la concepción del genio en Nietzsche

muestra características metafísicas. En algunos hombres recae el destino que

sobrepasa lo humano, marcándolos con una misión determinada, un fatum

irrefutable que los conducirá a intervenir en sus respectivas circunstancias para

reformarlas en busca de la perfección y la superación de lo humano. En este

hombre determinado por su destino Nietzsche observa el concepto de genio: “El

genio es un instrumento del fondo creador de la vida, que ve reflejada su propia

esencia en la creación artística.”38 El genio se encuentra siempre al servicio de la

verdad, entendida como la intuición que logra profundizar y comprender el mundo,

más allá de la mera acumulación de conocimientos objetivos. La vida debe ser

comprendida por el genio y, a su vez, este debe reflejar la verdad que ante éste

muestra el mundo, el cual le sirve como escenario temporal en el trascurso de su

vida. La visión de Nietzsche referida a la verdad va a modificarse en el inicio de

sus obras posteriores, sin embargo, observamos respecto a este tema de la

verdad dos visiones contrapuestas: una, la que acabamos de explicar a través de

la genialidad del hombre; y otra, que va conformándose justo en esta época de las

Intempestivas y que posteriormente va a plasmarse en posteriores obras, la cual

no concibe verdad alguna sino algo que el mismo Nietzsche denomina como

perspectivismo. Sobre esto profundizaremos más adelante.

38 Fink, Eugen. La filosofía de Nietzsche. Alianza. Madrid, 1984. p. 41.

Page 27: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

En está época de Nietzsche hallamos claramente la distinción entre el hombre-

genio, creador-reformador de la vida; y el hombre-rebaño (humano, demasiado

humano), aquel que escapa a su destino y se deja llevar por el fluir del tiempo sin

intervenir de manera creativa en la vida. La genialidad se hace patente en la

Basilea Volcánica, aquellos hombres dispuestos a intervenir en la vida como

reformadores de aquel aspecto que mayormente encarna el contrasentido de su

época: la cultura... o por lo menos así lo entendía Nietzsche.

En una carta dirigida a Carl Von Gersdroff por Nietzsche, encontramos:

“…Hagas lo que hagas, piensa que los dos estamos

llamados a luchar y trabajar entre los primeros por un

movimiento cultural que se transmitirá a la masa quizá en la

próxima generación, quizá también más tarde. Este debe

ser nuestro orgullo y esto debe alentarnos: por lo demás,

tengo la convicción de que no hemos nacido para ser

felices, sino para cumplir nuestro deber, y debemos

bendecirnos si sabemos dónde está nuestro deber.”39

Pero, ¿De dónde extrae Nietzsche su concepción sobre la cultura? Antes de

concentrarse en la elaboración de las Intempestivas, Nietzsche realiza una de sus

obras más controversiales: El nacimiento de la tragedia. Aquí expone su

pensamiento valorativo sobre la cultura de la Grecia en la época trágica,

presentándola como modelo directivo para reformar la cultura moderna. Hace

hincapié en la valoración estética expresada en la tragedia griega, su originalidad

mística, la consecuente productividad creadora de arte y pensamiento bajo un

estilo unitario y coherente. La filosofía se nos muestra como aquel aspecto que va

a intervenir y reformar el contrasentido cultural moderno, más allá de un problema

39 Nietzsche, Friedrich. Correspondencia. Ob. cit. p. 504-505. (Carta Nº 57. A Carl Von Gersdroff. Basilea, 4 de febrero de 1872)

Page 28: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

histórico, más allá de un problema educacional, es la filosofía aquel instrumento

que va a intervenir en el problema que refleja la circunstancia donde Nietszche se

halla inmerso, pero no desde un punto de vista meramente teórico, sino a través

de la voluntad artística vinculada fuertemente al ámbito musical.40

En una de sus cartas señala: “Trabajo sobre filosofía griega, posible título: El

filósofo como médico de la cultura, te dice, sin embargo, que me enfrento con un

problema general y no sólo histórico.”41

1.3 Las Consideraciones intempestivas (1873-1876)

La intención específica de Nietzsche en este grupo de obras consiste en hacer

patente la problemática filosófica de su época; descubrir, precisar y presentar

aquello por lo cual la cultura se ha degenerado convirtiéndose en un contrasentido

inapreciable por el resto de la sociedad.

Las Intempestivas muestran además una clara intención polémica, pero no contra

algún personaje en especial, sino más bien, en contra de un problema de mayor

magnitud, manifiesto tras la figura de alguna personalidad de su circunstancia.

En Ecce homo nos señala al respecto: “...yo no ataco jamás

a personas, - me sirvo de la persona tan sólo como de una

poderosa lente de aumento con la cual se puede hacer

40 Donde claramente vemos representada la figura de Wagner, aunque como el mismo Nietzsche señalará en diversas oportunidades en posteriores obras, todo aquello que observó emanar del espíritu de Wagner tan sólo era un préstamo, una proyección de la verdadera génesis del genio artístico que surgía del mismo Nietzsche. 41 Ibidem. p. 513. (Carta Nº 67. A Erwin Rohde. Basilea, hacia el 22 de marzo de 1873). Aquí observamos la génesis de la imagen del “medico de la cultura” que será posteriormente trabajada en su profundidad por Nietzsche, donde observamos al filósofo no sólo como aquel que teoriza y entiende la circunstancia que habita, sino que interviene activamente en el trasfondo vital de la existencia superando la moralidad y comprendiendo la fuerza-voluntad que yace en el espíritu dionisíaco del hombre.

Page 29: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

visible una situación de peligro general, pero que se escapa,

que resulta poco aprehensible.”42

Cuatro fueron las Intempestivas que produjo Nietzsche, de las catorce que en

algún tiempo planeó escribir:

La primera se titula: David Strauss, el confesor y el escritor (1873). En esta obra

Nietzsche se sirve de la figura de David Strauss43, por él denominado filisteo de la

cultura, para reflejar el contrasentido que presentaba una cultura satisfecha de sí

misma, como la que en ese justo momento proclamaba una Alemania vencedora

en sus campañas bélicas, manifestando la terrible inversión de valores, donde la

genialidad se confundía con la charlatanería de academia, la refinación y el buen

gusto con el ornamento suntuario del burgués, la sabiduría con la acumulación de

conocimiento, en fin, la cultura extraviada en su más hondo y terrible

contrasentido. En Ecce homo nos dice:

“…Así fue como ataqué a David Strauss, o, más

exactamente, el éxito, en la cultura alemana, de un libro de

debilidad senil – a esta cultura la sorprendí en flagrante

delito: (...) la falsedad, la bastardía de instintos de nuestra

cultura, que confunde a los refinados con los ricos, a los

epígonos con los grandes.”44

En la cultura alemana de su época en Basilea, observaba Nietzsche encarnado el

espíritu de la doxa: mera opinión pública. Critica con énfasis los aires de victoria

cultural que surgieron tras los triunfos bélicos de los alemanes sobre otras

42 Nietzsche, Friedrich. Ecce homo. Alianza. Madrid, 1979. p. 31-32.

43Strauss, David Friedrich: Conocido teólogo alemán (1808-1874), perteneciente al grupo conocido como Izquierda Hegeliana. Fue alumno de Georg Hegel y de Friedrich Schleiermacher. Su obra más conocida se titula: Vida de Jesús (1835), en la que mantiene que los Evangelios, más allá de ser documentos biográficos, son documentos testimoniales destinados a propagar la fe, de allí la necesidad de que deban ser interpretados bajo su expresión mítica, mística y simbólica. Su obra abrió nuevos cauces a la exégesis bíblica.

44 Nietzsche, Friedrich. Ecce homo. Ob. cit. p. 32.

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naciones, en especial su victoria sobre Francia en 1871. Nietzsche plantea que la

victoria de carácter militar nada tiene que ver con la supuesta victoria cultural

sobre Francia. Considera que la naciente nación alemana continua siendo, a pesar

de su poderío político, militar y económico, una subordinada a las culturas

foráneas, a las cuales se adhiere y somete sin posibilidades advertibles de

creación o progreso cultural propio.

En las dos últimas Intempestivas: III. Schopenhauer como educador (1874), y, IV.

Richard Wagner en Bayreuth (1876), Nietzsche se propone establecer un

concepto superior de cultura, valiéndose de dos de sus principales influencias

intelectuales: Wagner y Schopenhauer. Posteriormente, en el Ecce homo,

Nietzsche se reconocerá en estas figuras, determinando que es él mismo quien

habla valiéndose de ellos.

Pero si bien las cuatro Consideraciones Intempestivas van dirigidas a demostrar el

contrasentido cultural y el intento reformador de ésta, hemos decidido concentrar

nuestro análisis en la Segunda Intempestiva. En esta Intempestiva, no sólo

advertimos la patentización del problema cultural enfocado sobre el auge

historicista, también hallamos ciertas reflexiones sobre la historia que se alzan

más allá de un conflicto circunstancial, y que en los textos que tratan esta época

de Nietzsche han sido dejadas a un lado.

En las Intempestivas, Nietzsche realiza una crítica al hombre moderno y su época,

la cual había sido tomada como culminación magnífica del desarrollo humano.

Rompe Nietzsche con el extremismo polarizado entre el idealismo y el empirismo,

acuñando reflexiones que posteriormente van a ser típicas del siglo XX: la crítica a

la modernidad, el hombre que se enfrenta contra su época como modo natural de

vida, la ruptura de los paradigmas religiosos y el tradicionalismo sociocultural.

1.4 La Segunda Intempestiva: de la utilidad y los inconvenientes de la historia para la vida (1874)

Page 31: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Esta obra va dirigida directamente a dejar en evidencia el peligroso ambiente

historicista que imperaba en Alemania para la segunda mitad del siglo XIX. Este

ataque se orienta en dos aspectos:

1) Ataca la concepción de la historia como ciencia estricta y rigurosa,

la denominada ciencia histórica.

2) Va en contra del modo como el hombre moderno se desenvuelve

en lo que él reconoce como cultura histórica.

Uno de los aspectos más resaltantes que hallamos al valorar este segundo tratado

es el poner en evidencia que el sentido histórico, del cual se vanagloriaba el

hombre moderno, es una enfermedad circunstancial de su época.

Pero aun más allá de la crítica de los modelos sociales de vida y de las formas

intelectuales imperantes, Nietzsche nos deja entrever sus reflexiones sobre el

sentido de la historia. Expone además (bajo su perspectiva), ciertos argumentos

de utilidad para entender al hombre moderno, los cuales intentaremos reflejar.

El tema oculto tras el sentido crítico se centra sobre la historicidad del hombre, el

sentido valorativo que otorga el hombre a su devenir histórico, y cómo este sentido

se ha atrofiado al llegarse a constituir “el hombre histórico”, el hombre moderno.

Nos muestra como una cultura histórica, además de ser de por sí un

contrasentido, lacera la vida en su dinamismo creador, consiguiendo una vuelta al

pasado, tomado éste como verdad, anteponiéndolo y otorgándole mayor

importancia que a la vida presente.

La Segunda Intempestiva es, además, como el mismo Nietzsche lo anuncia, un

himno a la juventud. En ella se rescata el sentido original de la vida como

presencia inmediata, como presente, como juventud, en contraposición a la

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adoración mortuoria de lo pasado, en contra de los excesos de los estudios

históricos.

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CAPITULO II

El sentido histórico y lo no-histórico

Page 34: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

“Dialogo

A. ¿Estuve enfermo?

¿He sanado?

¿Y quien fue mi medico?

¡Cómo olvidé todo eso!

B. Solo ahora te creo sano:

Pues está sano quien olvido.”

Nietzsche

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Capítulo II

El sentido histórico y lo no-histórico

Consideraciones fundamentales

En razón de que la Segunda Intempestiva fue publicada como crítica a una época

sumida en extremo historicismo, encontramos en ella ciertas reflexiones sobre el

tema de la historia que debemos principalmente señalar y presentar. Más allá de

una simple crítica emitida en la época de la efervescencia volcánica de Basilea,

esta Intempestiva nos sirve como fuente primaria donde podemos hallar el

pensamiento de Nietzsche sobre la historia. Posteriormente nos detendremos

sobre aquellos puntos donde el filósofo expone sus aspectos críticos, tratando de

desentrañarlos y presentarlos consecuentemente.

2.1 Lo histórico y lo no-histórico. El olvido versus la Historia

Nietzsche inicia su deliberación sobre la historia partiendo desde dos términos

contrapuestos, lo histórico, donde el hombre organiza el pasado constituyendo una

linealidad coherente de hechos, y lo no-histórico, donde se hace fundamental el

olvido.

El tema central de esta Intempestiva radica en la historicidad del hombre ante la

vida, aquello que abstrae y hereda como carga continente de lo vivido. El hombre

se sirve de la historia más por costumbre que por entenderla realmente en su

necesidad. La historia yace junto a la vida, es posible apreciarla, pensar en ella,

trabajar en ella, nutrirla, heredarla; mas el sentido que posee ante la vida del

hombre es poco cuestionado, tendiendo a otorgársele una valoración superficial,

en ocasiones gastada, la cual depende de una costumbre asumida por su

superflua condición tradicional.

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Dentro de la Segunda Intempestiva yace infusa la pregunta: ¿Qué es la historia?

Desembocando en un consecuente ¿Por qué y para qué la historia?

Desapegándose de su aceptación tradicional, la cual hace apreciar la historia con

un continente absoluto de lo pasado, Nietzsche cuestiona: ¿Continente de qué

pasado y de qué forma? ¿La historia sirve al hombre o el hombre sirve a la

historia? ¿La historia sirve a la vida, o representa la vida misma? Estas preguntas

son fundamentalmente aquello sobre lo que Nietzsche va a tratar centrándose en

lo histórico y lo no-histórico.

Para dar inicio a la presentación de estos conceptos, Nietzsche se sirve de una

imagen donde el hombre observa un rebaño pastar, percibiendo en esta

observación los dos conceptos aparentemente contrapuestos.45

2.1.2 Lo no-histórico como expresión del olvido

Al observar el rebaño, el hombre aprecia que sin conocimiento del tiempo, éste

pasta sobre el campo, siempre en un eterno presente, mientras trascurren

indetenibles los ciclos naturales a su alrededor, libre de sufrimientos y

melancolías. El hombre lo contempla con recelo, anhelando su plácido “estar”

intempestivo46. Pero está claro que no se trata de un anhelar el regreso a la

animalidad, no se trata de un querer sentir tan sólo como animal, percibe este

hombre en el rebaño algo que lo ata a la vida presente en eterna sucesiones

cíclicas: El Olvido (En el texto original lo hallamos como: die Vergessenheit.

También como vergessen: olvidar)

“Lo animal” se encuentra libre del pasado porque está inmerso en un constante

olvido, tan sólo “recuerda” lo que le es útil para su vida presente. El pasado no

tiene cabida como tal, no existe enmarcado entre un tiempo y un espacio que

45 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. En Obras Completas. Aguilar. Buenos Aires, 1966. p. 56. 46 Recuérdese aquí lo que se ha dicho en la pagina número 2 (Introducción, nota al pie número 1) sobre

la utilización del término intempestivo.

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constituya una carga para él. El pasado es parte del presente e intempestivamente

el animal que este hombre observa en el rebaño hace presente lo que “fue” y se

sirve de esto para la vida y sin valerse de sistemas o abstracciones temporales

participa del movimiento cíclico que la vida le muestra.47 Al olvidar lo pasado no se

produce presión alguna sobre el ser, desaparece la posibilidad de sufrir la fatalidad

(fatum), no es posible un devenir. El eterno presente hace de la vida un continuo

de voluntad. La voluntad es la fuerza que intenta librarnos del curso de la fatalidad,

en un eterno presente tan sólo existiría la fuerza de la acción: ahistórica,

intempestiva, que no toma decisiones a posteriori, fundamentadas en la

aglutinación sistemática de lo pasado.

Nietzsche expone por vez primera la dinámica entre el fatum y la voluntad en dos

textos escritos en 1862 titulados: Fatum e Historia; y Libertad de la voluntad y

Fatum. En ellos muestra ambos términos como contrincantes de idéntico valor.

Entiende Nietzsche como fatum aquella fuerza abstracta que expresa la

concatenación de los hechos, que por fuerza causal influyen, más no determinan,

el obrar de la vida del hombre. A esta fuerza abstracta opone la voluntad, también

concebida como abstracción que significa la capacidad de actuar concientemente,

otorgando cierta libertad en su obrar limitado por el peso de la fatalidad

inconsciente. En las primeras obras del autor hallamos: “…Una voluntad absoluta

y libre, carente de Fatum, haría del hombre un dios; el principio fatalista, en

cambio, un autómata.”48 En estas obras, Nietzsche deja entrever distantemente

algunos destellos de la doctrina que construirá en textos posteriores conocida en

lengua española como: La voluntad de poder (Wille der macht). Pero nuestra

intención no es subyugar este trabajo a uno de sus pensamientos más

renombrados, queremos valorar la Intempestiva sobre la historia partiendo desde

su potencialidad, siempre relacionada con la época en que Nietzsche la produjo.

47 Al referirnos a sistemas o abstracciones temporales lo hacemos en relación a la construcción del hombre de un sistema abstracto donde yace contenido su experiencia (o parte de esta), obtenida a lo largo de su devenir espacio-temporal. 48 Nietzsche, Friedrich. Libertad de la voluntad y Fatum. En De mi vida, escritos autobiográficos de juventud. Valdemar. Madrid, 1997.

Page 38: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Por ahora sirvámonos de estos dos conceptos, voluntad y fatum, como parte del

entendimiento de las posteriores reflexiones.49

Las reflexiones de Nietzsche nos conducen a pensar que son dos los principios

que justifican la existencia de lo humano ante la vida, y de allí su ambigüedad. El

hombre se encuentra en el centro de esta ambigüedad, en el medio de estos dos

principios justificativos de la existencia ante la vida, sin que él represente un

equilibrio. En primer lugar tenemos “lo animal” o “la animalidad” que participa de lo

humano, donde el hombre se sabe o cree saberse perteneciente a un género y

una especie, que ha alcanzado en evolución a través del tiempo. En el otro

extremo hallamos el segundo principio justificativo, que como en la obra de

Nietzsche no encontramos sustantivo alguno para titularlo podríamos aventurarnos

a concebirlo como: “la deidad”, pero no en un sentido supraterreno, pensándolo

como un dios separado de lo humano, creador de las cosas todas, como

acostumbran a concebirlo las religiones, sino una deidad necesariamente humana,

como polo justificativo de aquello que va más allá de lo animal y hasta de lo

humano mismo. Este otro extremo es el más impreciso, que sólo interpretamos a

través de la penumbra de la incomprensión y la luz tenue de la intuición. Insistimos

en que no se tome el término deidad aquí propuesto en un sentido ultraterreno, ya

que esto iría forzosamente contra el pensamiento filosófico de Nietzsche50,

tengámoslo como aquello del hombre que lo hace sentirse especial y distinto a

todo lo que ve, por sus facultades mentales, su razón, su capacidad cognitiva, su

conciencia histórica, etc.

49 Puede hallarse una clara interpretación de la doctrina de la voluntad de poder, el eterno retorno y sobre la voluntad y fatum en el texto de: Löwith, Karl. El sentido de la Historia. Aguilar. Madrid, 1956.

50 Es necesario aclarar que a lo largo de su vida y obra Nietzsche ataca fuertemente la idea de un dios

concebido como juez y creador de la humanidad, un dios omnipotente y omnipresente. En general Nietzsche rechaza la idea de dios por suprimir e hipotecar la fuerza-voluntad del hombre hacia la

creencia mística, arrebatándole el espíritu trasformador de la vida (creador y a la vez destructor), tal como lo observamos en el artista.

Page 39: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Precisemos entonces en qué forma nos presenta Nietzsche el olvido. Aquello que

Nietzsche denomina como olvido es la facultad que posee el hombre de poder, en

el momento preciso, liberarse de su recuerdo (Erinnerung), presenciando un

estado en plena evidencia de su presente-inmediato. Sin la acumulación de

pasado el hombre no desarrollaría aquella abstracción que conocemos como

historia, viviendo en un olvido permanente de sí mismo. Sin ir demasiado lejos,

Nietzsche propone el olvido como medio natural del hombre para liberarse de la

carga que sobre él ejerce la acumulación del pasado, pero sin producir una

pérdida de la conciencia de sí mismo y su circunstancia. Nietzsche considera que

el hombre necesita por naturaleza olvidar, presenciar un momento no-histórico,

donde se diluya aquello que no pertenece al presente inmediato donde el hombre

verdaderamente vive. El presente se hace correlato de la vida, Ser es estar-siendo

en una circunstancia ineludible, la cual puede ser opacada por el sentido histórico,

el cual arrastra algunos momentos que ya no son útiles para lo que vive.

2.1.3 El sentido histórico

Pero nuestra dinámica existencial no transita en un eterno presente. ¿Cuál es ese

otro extremo que nos hace no olvidar y recordar un pasado que, a pesar de no

estar con vida, permanece entre nosotros? Este es el sentido histórico. Trascurre

el tiempo en el espacio, de circunstancia en circunstancia, de instante en instante,

dejando una estela de pasado que ciertamente no vive, pero percibimos su

fantasmal eco en forma de recuerdo. Lo apreciamos difuso en sucesiones

imprecisas, más no como un cuerpo homogéneo, sólido y al alcance de la

precisión del recuerdo, con ello construimos lo que llamamos historia, tan difusa y

fantasmal, tan alejada de la verdad como de la ficción absoluta.

En el hombre permanece el devenir, aquella pesada carga que lleva en su

espalda, la más pesada carga, creando una contradicción que se nos muestra

como la intención verdadera que nos trata de expresar Nietzsche: la contradicción

entre el sentido histórico y su opuesto, lo no-histórico, con su álgida expresión en

Page 40: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

el olvido. Nos muestra cómo el hombre se debate entre lo vivido, lo que lleva en su

espalda como historia, y su presente como vivencia momentánea, única e

irrepetible.

Utiliza Nietzsche dos imágenes para ilustrar la contradicción: el hombre que

observa al animal pastar, viviendo un eterno presente, libre de la pesada carga; y

el niño:

“...que no tiene aun nada que lamentar del pasado y que,

entre el presente y el pasado, se entrega a sus juegos con

una venturosa inconciencia. (...) Entonces empieza a

comprender la palabra era, esa palabra puente, con la que

lucha, el sufrimiento y la mortificación se acercan al hombre,

para recordarle lo que su existencia es en el fondo: un

imperfecto que nunca deja de ser imperfecto.”51

Similar alusión a la imagen del niño encontramos en Heráclito, donde expresa: “El

tiempo es un niño que juega a los dados; el reino es de un niño.”52 También en

Heráclito hallamos: “El hombre debe acordarse del hombre, que olvida dónde

conduce el camino.”53 Ciertamente, si nos dirigimos a Heráclito, podemos

encontrar una de las tendencias filosóficas que influyen en Nietzsche, donde

encontramos términos como el olvido y el eterno retorno, que fueron acuñados

primeramente por este filósofo presocrático.

Si nos dirigimos a la interpretación que realiza Nietzsche sobre Heráclito de Éfeso

en la obra de 1873 titulada: La filosofía en la época trágica de los griegos54,

hallaremos una clave para entender a profundidad del trasfondo filosófico que 51 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 55. 52 Farré, Luis. Heráclito. Aguilar. Buenos Aires, 1959. Fragmento 52. p. 137. 53 Ibidem. Fragmento 71. p. 146. 54 Nietzsche, Friedrich. La filosofía en la época trágica de los griegos. En Obras completas. Tomo V. Aguilar. Argentina, 1966.

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fundamenta el pensamiento de Nietzsche para esta obra. Nietzsche observa en la

filosofía de Heráclito la expresión del devenir como principio ineludible de las

cosas-todas. Un devenir en constate movimiento, donde nada escapa ni

permanece ante su fluir circular y eterno. La vida, más allá de toda comprensión

moral de la existencia, escapa a imagen antropomórfica alguna: la esencia del

devenir yace en el movimiento, un juego inocente donde la creación y la

destrucción se repiten cíclicamente. El hombre contempla estéticamente el juego

del devenir, pero a su vez intervine en este juego como el artista o el niño creando

y destruyendo. En la obra mencionada Nietzsche señala:

“...Un devenir y un perecer, un construir y destruir, sin

justificación moral alguna, eternamente inocente, sólo

se da en este mundo en el juego del artista y el niño. Y

así como el niño y el artista juegan, juega el fuego

[tiempo, movimiento, devenir, dios], eternamente vivo,

construye y destruye inocentemente.”55

Para aproximarnos al sentido de la historia en Nietzsche y al valor que ésta pueda

tener para la vida, debemos siempre tener presente la imagen del juego y el

devenir, donde prevalece la inocencia y el movimiento. Posteriormente volveremos

sobre esta idea.

En un eterno presente ideal, se nos muestra el hombre en ardua lucha por

solucionar los dilemas de su circunstancia, siempre a través de la voluntad, fuerza

motriz que lo impulsa más allá del tiempo a preservarse y disolver los múltiples

conflictos que le aquejan. La frase fuera del tiempo nos muestra la condición

intempestiva a la cual hace Nietzsche referencia, sin un pasado como carga, sin

un futuro siquiera previsible, esta condición deja libre la fuerza voluntad que

55 Ibidem. p. 212.

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dinamiza la vida, siendo el hombre uno y único ante sí mismo y su existencia: un

imperfecto debatido entre cíclicas circunstancias.

Si anhelamos desentrañar el profundo sentido de la Segunda Intempestiva,

debemos detener nuestra atención en las imágenes propuestas por el autor,

donde el hombre extraña idílicamente el olvido que ve frecuentemente en la

naturaleza, conduciéndonos a la máxima reflexión que busca sacar a flote: nuestra

vida, fundada en una continua sucesión de pasados a través de los recuerdos y

que con el tiempo hemos abstraído en historia, es a su vez, una negación

contradictoria de la vida, de la existencia presente, ya que se nos muestra como

una vida basada en cosas que no existen tangiblemente, que se encuentran en un

tiempo ya vivido y desaparecido, pero que siempre retorna a cada instante de ese

momento vivo que es el presente-instante. Nietzsche nos dice:

“…Además, [el hombre] pone su sello sobre la convicción de

que la existencia no es más que la sucesión ininterrumpida

de momentos pasados, una cosa que vive de negarse a sí

misma, de destruirse a sí misma, de contradecirse

perpetuamente.”56

Estas reflexiones nos llevan a reflexionar inmediatamente sobre el funcionamiento

de la abstracción temporal, lo que percibimos como temporalidad. Aquello a lo cual

denominamos pasado, siguiendo la idea que Nietzsche nos propone, se nos

muestra sin vida en nuestro presente-instante, pero a su vez es el fundamento que

nos hace entender el presente. Este mismo presente, el cual fluctúa

temporalmente entre dilatantes imprecisiones (porque cómo podríamos determinar

cuánto tiempo dura el presente), se nos muestra como algo incontenible, siempre

supeditado al pasado. Y mucho más fantasmagórico hablar del futuro, que se nos

muestra como un “quizá” en una doble condición: supeditado al presente, a

nuestra voluntad y lo que de ella se consiga obrar, y a su vez como una enorme

56 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 55.

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incógnita libre e indomable. En sí, la reflexión inicial del autor nos muestra la

dependencia del presente supeditado a un pasado impreciso que ya no vive por sí

mismo sino a través de un conocimiento histórico.57

“Si lo que nos ata a la vida es la felicidad, la necesidad

apremiante de goces, ningún filósofo tiene más razón que el

cínico, pues la felicidad de la bestia es la prueba viva de los

derechos del cínico.” 58

¿Es acaso la felicidad aquello nos ata a la vida? ¿Es el acumular felicidades

aquello que nos hace alcanzar la Felicidad? ¿O es la Felicidad una ficción

inalcanzable, una justicia que ajusticia el goce vivido en el presente-instante?

Buscar la perfección, la Felicidad plena y de por sí ideal, a esto hace referencia

Nietzsche como obstáculo para poder apreciar el momento de vida que se nos

presenta en un instante preciso. Recordemos cómo nos dice que el hombre, la

humanidad, es un imperfecto siempre imperfecto59. Acercarnos al pensamiento de

Nietzsche nos hace transitar por esta reflexión: la voluntad nos libra de nosotros

mismos mientras la fatalidad nos reencuentra.

“Pero tanto las grandes dichas como las pequeñas, son

siempre creadas por una cosa: el poder de olvidar, o, para

expresarme en el lenguaje de los sabios, la facultad de

sentir, abstracción hecha de toda idea histórica, durante

toda la duración de la dicha. El que no sabe dormirse en el

dintel del momento, olvidando todo el pasado; el que no

57 El presente se nos muestra como el verdadero contenedor no sólo de la vida, sino del tiempo y su eterna movilidad, como nos lo señala en la Segunda Intempestiva (Ob. cit. p.54). La esencia vital del presente consiste en su obrar (Wirken), y su realidad es concebida como constante creación que inmediatamente de nacer perece ante el nacimiento de otra creación que acontece. 58 Ibidem. p. 55. 59 Véase nota al pié número 7 de este capítulo.

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sabe erguirse como el genio de la victoria, sin vértigo y sin

miedo, no sabrá nunca lo que es la felicidad.”60

¿Una vida anclada y dependiente de la historia podría tener sentido, eternamente

distante del presente, siempre sumida en lo que “fue”? Aquí nos hallamos ante la

polarización necesaria para entender lo que se está exponiendo: de un extremo

tenemos el pasado como historia que inmoviliza al ser que se debate en el

presente, siempre retornándolo y supeditándolo a lo pasado; y en el otro extremo

tenemos un eterno presente, desprovisto del devenir, una animalidad plena.

Efectivamente la historia no se nos muestra como un absoluto contenedor del

pasado determinante del presente. In medio stat virtus... todos los extremos son

nocivos. Existe y persiste un claro debate entre el olvido y el recuerdo, entre lo

histórico y lo no-histórico. 61

Pero, ¿Qué es lo que debe ser olvidado y qué debe ser recordado? Allí donde el

pasado se abalanza sobre el presente asfixiándole, allí donde el recuerdo aniquila

toda posibilidad de vida, de surgimiento y avance, donde se antepone el pasado

ante lo verdaderamente vivo: allí debe tener un límite el sentido histórico. Cuando

el pasado deje de ser parte viva del presente eclipsándole, donde la vida sienta y

piense sólo hacia atrás y no se ocupe sobre lo que “es” o “está-siendo”, allí debe

existir un límite para el sentido histórico.62

La naturaleza más formidable y precisa no concebiría, o no debería concebir, el

sentido histórico como parásito de lo presente. La manera correcta en que la

historia sirva a la vida, es que la historia sea parte dinámica de la vida, nunca

separada como ente extraño, y mucho menos como fuerza determinante. La 60 Ibidem. p. 55. 61 Según Nietzsche nos lleva a entender, a lo largo de la obra que aquí analizamos, el observar esta tensión entre lo histórico y lo no-histórico no nos conduce a parcializarnos por algún extremo. Hacer patente esta tención no significa superarla, ya en su reconocimiento podemos entender que la tención entre la conciencia histórica y el olvido forma parte de la vida del hombre. 62 Ibidem. p. 56-57. También en p. 101.

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utilidad de la historia se nos muestra como la capacidad natural de hacer presente

el pasado en favor de la vida, de lo que se vive, de lo que existe. El pasado se

halla en el presente de manera natural como fuerza que dinamiza su obrar y su

circunstancial construcción. Cualquier subordinación del presente, de lo que vive

en su instante, al pasado: sería un contrasentido.

Si esta naturaleza formidable no puede entender, dominar o servirse tan sólo del

pasado o de parte de él: simplemente lo olvida. En esta clara disputa entre

fuerzas, entre lo no-histórico y el sentido histórico, podemos ver cómo el olvido

desecha, partiendo de la voluntad que no necesita un recuerdo, esa parte del

pasado que no le es útil, y por el contrario distorsionaría su existencia.

No podemos entender el sentido histórico como un continuo continente de lo

pasado en su totalidad. Así como nos es imposible el total olvido del pasado, de

igual manera su opuesto nos está negado: un pleno recordar el devenir. Nuestro

sentido histórico se compone de aquel pasado necesario y no caprichoso, que

puede y debe formar parte implícita en el presente. Fuera de ello, fuera de la

necesidad de este pasado necesario: el olvido. Percibir el pasado como un

continuo lineal de lo que fue, sin vacíos ni imprecisiones, simplemente nos es

imposible. La historia como una totalidad que contenga la certeza de todo aquello

ocurrido y por lo tanto permanezca como fiel e inequívoco fundamento para la

vida: no es posible. Esta es una de las cuestiones fundamentales que Nietzsche

desea precisar en la Segunda Intempestiva: la abstracción que concebimos como

historia no es un continente absoluto del pasado, y si ello fuese así, sería el

contrasentido máximo de la vida.63

Nietzsche reflexiona sobre la efectividad del desarrollo vital o ciclo de vida que

pueden alcanzar los individuos y los pueblos, siempre determinada por un

63 Desde el primer parágrafo de la Segunda Intempestiva hasta el tercero, la idea fundamental que Nietzsche nos expone señala que la historia concebida en su carácter absoluto representaría la conclusión de la humanidad. La verdadera importancia de su existir no sería ya la circunstancia vivida, ni siquiera lo-por-ser, sería sólo aquello que se ha hecho y por lo tanto no vive.

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horizonte definido. Mientras se tenga una clara visión de la temporalidad de la

existencia, de sus insondables límites, mayor efectividad tendrá su

desenvolvimiento. Cada cosa, sea cual sea su naturaleza, está inevitablemente

delimitada en su existencia. La certeza que se posea de esta delimitación nos

acerca a la intención necesaria64, al objetivo claro que posee dicho ente. La

conciencia histórica de un pueblo, para ubicarnos en un concreto, permite conocer

la razón necesaria de su existencia. Cuando un pueblo no niega su insondable

decaimiento, hablando específicamente de su forma de vida, aquella que

desarrolló en su circunstancia, su tiempo-espacio determinado, tiene la

potencialidad de regenerarse, de servirse de su pasado para tener conciencia de

sí mismo, impidiendo el menosprecio de la vida-presente (de su circunstancia),

aceptándola como fuerza dinámica para su reconstrucción y redireccionamiento.

La conciencia de los límites impide la permanencia de una doctrina, dogma o

paradigma, sobre aquellos que se generan a la luz del presente inmediato.65

En relación a lo que hasta ahora hemos observado en la lectura de la obra

señalamos que, a nuestro juicio, ciertamente las sociedades humanas se rigen por

parámetros normativos que se establecen por consenso, trasmitiéndose estos a

través de los tiempos. En ocasiones, estos parámetros establecidos entran en

conflicto con la realidad objetiva de una circunstancia, entendiendo por esto la

crisis de los paradigmas. En algún instante, el pasado que prevalece de manera

normativa como orden paradigmático, se ve socavado por esta fuerza

regeneradora, inconforme y subversiva66, ocurriendo el indetenible reordenamiento

de los paradigmas sociales. Esta dinámica que aquí expresamos, valiéndonos de

las reflexiones de Nietzsche, es una clara muestra de la lucha generada por el

choque de fuerzas entre el pasado, visto como aspecto subordinador de lo que

64 La intención necesaria a la cual Nietzsche hace referencia la interpretamos como aquello que un individuo debe realizar ante la vida como necesidad-creadora, fuera de otros quehaceres que le muestre el fatum. 65 Estas interpretaciones que aquí plasmamos se fundamentan en el parágrafo número 2 de la Segunda Intempestiva, Ob. cit. p. 59-63. 66 Subversiva como el acto de subvertir: transformar o mutar, no en un sentido caótico que contraríe el orden, como el que actualmente se le atribuye en temática política.

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existe, y el presente, poseedor de la necesidad esencial de la vida. Si un individuo,

un pueblo, una nación, desconoce o reniega de los límites que le impone la

existencia, e intenta apropiarse de circunstancias ajenas a las suyas, de inmediato

ocurre una degeneración de este organismo. Esta degeneración podemos

percibirla en la desorientación de sus fuerzas vitales, destinadas a aprehender

aquello extraño y distante de sí mismo como lo es el pasado.67

Una doctrina política o religiosa que anhele perpetuarse como dogma universal e

imperecedero podría ser un ejemplo de la reflexión propuesta por Nietzsche. El

substrato de este dogma podemos apreciarlo como necesidad de poder, un poder

perpetuarse inamovible e inmutable en el tiempo. En la época específica en que

Nietzsche realiza estas reflexiones, observamos el claro tender hacia el

establecimiento de un pináculo de la existencia de la humanidad, un epicentro

generador del orden humano subordinado a la ciencia. La historia, aquel pasado

concebido como concatenación de circunstancias en un orden lineal de causa y

efecto, pretende determinar la existencia presente, normar en absoluto toda

reacción surgida en aquel instante, por normas entendidas siempre por causas

pasadas, de inamovible e invariable reflexión. La linealidad con que es entendida

la historia, un devenir causal de la historia humana, se concibe como orden

dogmático, y el peso excesivo de éste impide o regula a totalidad el caos

dinamizador del presente.68

Nietzsche propone la necesaria delimitación del obrar de un organismo, llámese

pueblo, sociedad, nación, grupo o individuo. Esta delimitación:

“dependerá de la facultad de olvidar en el momento

oportuno, así como de cuándo es necesario recordar el 67 Ibidem. p. 59; también en p.96-97. 68 Nos referimos al surgimiento de la cultura histórica y la subordinación de la vida ante los estudios históricos como nos lo señala Nietzsche en el prefacio de la obra aquí analizada, donde nos dice: “…yo trato de interpretar como un mal, como una enfermedad y un vicio, algo de que nuestra época está orgullosa con justo título –su cultura histórica-, porque llego hasta creer que todos nosotros sufrimos de una consunción histórica y que todos debemos reconocerla.”

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buen momento; dependerá del instinto vigoroso que

pongamos en sentir cuándo es necesario ver las cosas

desde el punto no-histórico. (...) El punto de vista histórico

como el punto de vista no-histórico, son necesarios para la

salud de un individuo, de un pueblo y de una civilización.” 69

Nietzsche propone el sentido no-histórico, aquel que olvida la carga del pasado,

mas no pierde la conciencia de todo lo que “fue”, como condición necesaria para la

acción de la vida; es aquel estado donde verdaderamente nos vemos inmersos en

la vida y podemos actuar en ella y para ella. En la Segunda Intempestiva

hallamos:

“...el hombre adquiere la fuerza de utilizar lo que ha pasado,

en vista de la vida, para transformar los acontecimientos en

historia. Pero cuando los recuerdos históricos se hacen

demasiado abrumadores, el hombre deja de nuevo de ser, y

si no poseyese ese ambiente no-histórico jamás comenzaría

a ser, jamás se atrevería a comenzar. ¿Qué actos se

hubiese atrevido a realizar el hombre, si no hubiera estado

primeramente envuelto en esa nube no-histórica?”70

Pero, invirtiendo la interrogante, cuestionamos: ¿Qué actos realizaría el hombre

sin su conciencia histórica? Esta claro que la historia nos muestra una

acumulación de hechos ya realizados, que mientras sirvan a la vida presente, son

parte de ella. Un sentido no-histórico entendido en extremo, sería, para utilizar un

término empleado en diversos textos por el mismo Nietzsche: una animalización

(Tierwerdung). Sería un tender en extremo hacia ese polo justificativo de la

humanidad que hemos expuesto anteriormente como “Lo animal”, aquel en cuyo

estado impera el olvido, lo no-histórico. Pero, ciertamente Nietzsche no propone

69 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 56. 70 Ibidem. p. 57.

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un retorno a la animalidad. Reconoce que la vida debe servirse de la historia para

propósitos bien definidos71.

¿Cómo queda entonces lo no-histórico? Para no entender este término como un

contrario negativo del sentido histórico, el cual nos llevaría hacia el extremo

opuesto del historicismo abandonándonos en la deshumanización, fijemos lo no-

histórico como aquello que necesita el hombre para librarse de la carga del

pasado, el cual lo oprime y le impide su desarrollo vital. En lo no-histórico

encontramos el olvido, el cual interpretamos como abstención o suspensión del

pasado72, con la intención de asumir a plenitud la circunstancia que acontece en el

presente. Ciertamente el eliminar la importancia del sentido histórico no está

dentro de las intenciones de Nietzsche, pero si detener o regular su extrema

conversión en ciencia absoluta que determine la vida.

Para aproximarnos al sentido de la historia en la Segunda intempestiva, debemos

tener presente el carácter vitalista que siempre mostró Nietzsche en sus

interpretaciones. Este carácter se nos muestra de clara manera, al entender la

vida como el fundamento de las cosas todas, el arjé (���� indiscutible desde

donde parte cualquier posterior interpretación73. A través de la Segunda

Intempestiva y valiéndonos de la revisión de diversas obras interpretamos que

Nietzsche otorga a la cualidad volitiva del hombre una preponderancia sobre el

carácter intelectivo. La fuerza que otorga dinamismo a la vida es la voluntad. Si

bien el hombre necesita de su capacidad intelectiva, como en el caso de la

utilización de la conciencia histórica para enfrentarse a su circunstancia, es

preponderante la voluntad como motor de las acciones. Con esta interpretación

podemos aproximarnos al surgimiento de la necesidad de lo no-histórico y a su

vez de lo histórico en el hombre, que parte más allá de su razón, desde una

necesidad vital. 71 El servicio de la historia ante la vida lo plantea Nietzsche a partir del apartado número 2 hasta el número 4 en su Segunda Intempestiva, y sobre ello trataremos en el próximo capítulo. 72 Ibidem. p. 91-92. 73 Ibidem. p. 98. Basta aproximarse a la obra y vida de Nietzsche para comprender que a lo largo de su pensamiento filosófico todo gira en torno a la vida como fundamento de las cosas-todas.

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Para darnos a entender con mayor precisión, abordemos la imagen que utiliza

Nietzsche74, en donde un hombre apasionado se entrega a una acción de

considerable importancia. Sea esta de cualquier índole, pierde la noción del

pasado, dejándose arrastrar por un sentido no-histórico, donde lo que “fue” se

desvanece por la intensidad de la entrega a la presente circunstancia. En este

estado que gira repetidas veces en un singular presente, nace la acción necesaria

que le es propia a dicha circunstancia. El estado no-histórico se halla, por el

tiempo justo que dura el olvido, por encima del sentido histórico, siendo, según

asevera Nietzsche, la fuerza primordial que dinamiza la existencia, proviniendo

ésta de la vida misma, vida que sólo tiene cabida en un presente circunstancial.75

El sentido histórico se nos muestra aquí como un complemento adjunto a la vida,

que permanece en ella en vista de su imposible nulificación absoluta, porque

¿Cómo sería posible eliminar del todo el pasado? Los recuerdos y los hechos

siguen allí porque son parte del presente, pero sin ejercer un sobrepeso en la

conciencia del individuo que padece su circunstancia, única e ineludible. La

existencia se nos presenta plasmada en una circunstancia, la fuerza dinámica que

logra la resolución y avance en esta circunstancia es la voluntad, siempre firme en

el presente, capaz de olvidar la pesada carga del pasado, de supeditar el sentido

histórico a la vida y jamás viceversa.76

Hallarse por encima de la historia conlleva la historia misma dentro de un

presente. La conciencia histórica yace allí, siempre presente, sin necesidad de

sistematizarla en exceso y hacer de ella una carga.

74 Ibidem. Ob. cit. p. 57. 75 Ibidem. p. 58. 76 Idem. También en p. 88 y p. 90.

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CAPITULO III Los tres tipos de Historia según Nietzsche

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“En verdad tenemos necesidad de la historia, pero esta necesidad es de otra clase

que la que siente el ocio paseante por el jardín de la ciencia, cualquiera que sea el

desdén que éste muestre, desde lo alto de su grandeza, sobre nuestras

necesidades y nuestros hábitos rudos y sin gracia. Esto significa que tenemos

necesidad de la historia para vivir y obrar, y no para desviarnos negligentemente

de la vida y la acción (…)

Queremos servir a la historia solamente en cuanto ella sirva a la vida.”

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Capítulo III

Los tres tipos de historia según Nietzsche

3.1 El servicio de la historia ante la vida

Ciertamente Nietzsche no desdeña la historia como sepulturera de la vida, no la

concibe como una distorsión innecesaria que debe ser olvidada para permanecer

en un estado de absoluta no-historia donde reine el olvido. Contrario a esto,

Nietzsche reconoce que el sentido histórico es una facultad de la humanidad,

necesaria para reconocerse a sí misma a través del tiempo77. En la historia

deviene la causalidad del hombre, como individuo, sociedad y civilización.

Pretender el olvido absoluto significaría perderse a sí mismo, despojar al hombre

de parte de su humanidad78.

La humanidad se transmite en una carga cultural que se lleva a través del tiempo,

y se lega de generación en generación. La humanidad en sí, es una abstracción

que sólo es posible ya que un ser viviente continuamente la preserva y alimenta,

reordenándola, rediseñándola, nutriéndola, sin extraviar su pasado. Sin una

conciencia histórica la humanidad se vería reducida a una simple animalidad. No

queremos decir con todo esto que el hombre, al poseer una característica

particular reine en la escala evolutiva entre otros géneros otorgándole un carácter

dominante. Nos referimos a que la abstracción denominada humanidad, es la que

nos otorga la especial cualidad de nuestro género, aquella que nos diferencia

entre otros.

La humanidad y su pasado histórico posee un doble carácter que se nos muestra

confuso. A pesar de ser el hombre un animal por sus innegables características

físicas, también posee un aspecto que lo hace separarse de esa phísis aunque

77 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 59. 78 Idem.

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tenga su origen objetivo en ella, el cual percibimos como la abstracción de “la

humanidad”. Percibimos “la realidad” en un plano inmediato, en nuestra

circunstancia espacio-temporal, pero también percibimos una conciencia mucho

más extensa, una conciencia de aquella humanidad que deviene en el tiempo, y

que a través de la cultura nos hace conocer, o creer conocer, nuestro pasado, y a

la vez, interactuar en un presente-inmediato.

Retornando a Nietzsche y a su Intempestiva, encontramos cómo éste concede

carácter necesario a la conciencia histórica en virtud de la vida. “La historia

pertenece a un ser vivo bajo tres aspectos: le pertenece porque es activo y

respira, porque conserva y venera, porque sufre y tiene necesidad de consuelo.”79

Basado en estas tres formas de pertenencia, Nietzsche adopta tres términos para

denominar las especies o tipos de historia, que si bien sirven a la vida, también

pueden lacerarla con sus excesos. La historia posee entonces un punto de vista

monumental, un punto de vista anticuaria, y un punto de vista crítico80.

Cuando el hombre necesita del pasado tiende a apoderarse de él a través de la

historia. Al encontrarse en una circunstancia crítica donde requiere orientación en

su actividad creadora, al no encontrarla en sus contemporáneos, se sirve de la

historia monumental como ejemplo a imitar. Si el hombre tiene necesidad de

subordinarse y pertenecer a una tradición, se sirve de la historia anticuaria. Si

siente ansias de justicia y necesita descomponer el pasado para justificar su

presente, se sirve de la historia crítica81.

Aunque Nietzsche propone esta tríada de formas en que la historia sirve a la vida,

de inmediato advertimos la exposición de sus negativos reflejos, es decir, hace

énfasis en cómo los excesos de cada especie de la tríada son perjudiciales tanto

para la historia, como para la vida. Estas tres formas, cuando se excede en ellas,

79 Idem. 80 Idem. 81 A partir del apartado número 2 hasta en número 4 de la Segunda Intempestiva (p.59-66 Ob. cit.), Nietzsche desarrolla los tres tipos de historia según el servicio que la historia presta a la vida.

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son los factores que desvalorizan la historia, extraviando su esencia vital. Cuando

un hombre o una civilización se desenvuelven entre estas tres formas, pueden

servirse de ellas para construir su conciencia histórica en favor de la vida,

otorgándole la necesaria dinámica que ésta requiere. Con la tríada Nietzsche nos

muestra su especial visión de la historia, que no había sido planteada por otro

pensador. Podemos valorar su interpretación de la historia más allá de su época,

reconociendo la vigencia de esta tríada histórica a través del tiempo. Al avanzar

sobre ella observaremos cómo, desde finales del siglo XIX, hasta nuestra

contemporaneidad, estos tres aspectos son siempre aprensibles para un agudo

observador.

3.2 La Historia Monumental

Si hablamos de la historia monumental, nos acercamos a la necesidad imperante

de construir el presente82. Este presente, que se debate en una especial

circunstancia, no se construye del todo por un absoluto de sus individuos

participantes. Si bien en una circunstancia histórica intervienen una multitud de

individuos, sea de forma activa o pasiva, en lo que conocemos como hecho

histórico, no participa en su construcción y resolución, según extraemos de la

Intempestiva83, sino un reducido grupo de individuos, aquellos que están

comprometidos activamente con el proceso que se geste en dicha circunstancia. A

través de un estudio de la historia de cualquier sociedad, aunque no sea muy

profundo éste, notamos la conformación de una elite que con su actuar eclosiona

un determinado proceso, generando la reacción causal progresiva donde

intervienen sucesivos efectos.

Estos individuos activos al hallarse desconcertados ante la magnitud de las

circunstancias, donde de su actuar depende la virtud de un cambio paradigmático

que engloba a una sociedad, se ven en la necesidad de una guía, en la necesidad

82 Ibidem. p. 59. 83 Ibidem. p. 60.

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de hallar ejemplos en los cuales inspirar su obrar, y en ocasiones estos modelos

no se hallan dentro del rango de su circunstancia.84 Al compartir con sus

compañeros del presente similares desconciertos y momentos críticos, este

hombre busca la orientación que le sirva para su actividad vital dinamizadora en el

recurso que le ofrece la historia. No para moldear su presente bajo estrictos

parámetros que sirvieron otrora para resolver pasados momentos, sino,

inspirándose en la fuerza que se le otorgó a estos, revitalizar su obrar ante el

presente, logrando utilizar la historia al servicio de la vida como Nietzsche

propone85. En este mirar el pasado reconocemos la intención verdadera de dar

movilidad al presente, no en busca de una grandeza individual, sino con la

intención de abarcar un amplio rango donde se vea influido por su efecto

genésico, la totalidad de los individuos que componen la circunstancia. Además, al

inspirar su acción en el pasado histórico, se reconoce a sí mismo como parte

crucial de un proceso, donde futuros individuos inmersos en otras circunstancias,

puedan observar la fuerza vital con que actuó sobre su proceso, sirviendo de

ejemplo para aquellos86.

¿Qué es aquello que se hace monumento en la historia? Según interpretamos

desde Nietzsche, lo monumental no es, o no debería ser, el culto a un héroe

individual que con el paso del tiempo llega a poseer características

sobrenaturales, deificadas. La monumentalidad no hace referencia a la erección

de una estatua, sino, utilizando este individuo como monumento del pasado,

pueda mostrar como en otro tiempo se pudo resolver y triunfar sobre una

circunstancia adversa87. Esta monumentalidad nos muestra que el pasado tuvo

una vida como la que hoy posee el presente, y que debemos entonces, al igual

que lo hicieron aquellos, actuar sobre la realidad inmediata que nos acontece. La

monumentalidad no significa la petrificación del pasado que recae como una

84 Idem. 85 Idem. 86 Ibidem. p. 60-61. 87 Ibidem. p. 60.

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pesada carga sobre el presente, eternizando las formas y modelos que en otro

tiempo sirvieron a la vida88.

Todo esto nos recuerda una advertencia que en años posteriores Nietzsche

plasmó en Así habló Zaratustra que puede servirnos para interpretar la

monumentalidad cuando no se entiende su verdadero sentido, nos señala:

“Vosotros me veneráis: pero ¿qué ocurrirá si un día vuestra veneración se

derrumba? ¡Cuidad de que no os aplaste una estatua!”.89

Contrario a la obcecada veneración del pasado, Nietzsche propone el

conocimiento de la circunstancia donde se habita como primordial requisito para

enfrentarse a la vida. Para ello nos hace recordar aquella frase atribuida al oráculo

de Délfos: conócete a ti mismo90. Si algo debe prevalecer como monumento en el

tiempo es la voluntad de la acción, entendida como fuerza motriz en toda su

inmensidad. Podemos concebir la historia monumental, cuando no se distorsiona y

se convierte en su contrasentido, como el máximo nivel de abstracción de la

historia según nos señala Nietzsche91.

Pero normalmente es el sentido contrario lo que prevalece. La historia

monumental se conforma como una pesada estatua sobre el desarrollo del

presente92. ¡Y cuan difícil es remover esta pesada carga cuanto más pasa el

tiempo! La inversión del valor de la actividad reposa en la historia. El contravalor

de lo que debería ser la monumentalidad eclipsa la voluntad necesaria para el

presente. La ambición de querer perpetuarse en el poder de lo que “fue” esteriliza

consecutivamente los conatos de cambio, he allí el por qué es tan difícil alcanzar

digna trasformación que rompa tan pesados paradigmas.

88 Ibidem. p. 61. 89 Nietzsche, Friedrich. Así habló Zaratustra. Alianza. Madrid, 2002. p.122. 90 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 100. 91 Ibidem. p. 62. 92 Ibidem. p. 61.

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Cuando un grupo ambiciona tomar el poder, refirámonos por ejemplo al ámbito

político, se sirve mañosamente de esta historia monumental, utilizándola como la

piedra angular para su dominio93. Contrario a servirse de la voluntad de cambio

que eterniza la monumentalidad, se toma este tipo de historia como un constante

regreso a formas y valores del pasado, incompatibles en su totalidad con las

necesidades del presente. Se crean entonces dogmas que se extienden por

generaciones, y en cada una de estas generaciones que ambicionan el poder

vemos como se mutila el pasado, obviando algunos hechos y resaltando otros que

calcen con su programa de dominio. El pasado histórico es ofrecido como una

linealidad de hechos presentados a conveniencia, un mosaico formado de

remiendos de hechos presentados bajo coherente ficción94.

Esta es una de las formas más terrible de confusión en que se nos muestra la

historia, y es por desgracia la más frecuente en nuestra contemporaneidad. Si bien

diversos hechos históricos son necesarios para la conformación de paradigmas,

como por ejemplo la construcción de la nacionalidad, es impropio que sólo algunos

fragmentos del pasado sean tomados a conveniencia para formar una enorme

ficción que pose su sombra sobre la realidad posible alcanzable a través de los

estudios históricos.

Cuando la historia monumental es distorsionada e instaurada sobre una sociedad,

es la sociedad misma la que sufre al verse esterilizada y sin motivación alguna a

aventurarse en procesos que desemboquen en cambios95. La sociedad se ve

inmersa en un estado nocivo de embriaguez desorientadora. Posterior a las

Intempestivas, en su obra titulada Aurora, Nietzsche señala sobre la embriaguez

de los pueblos:

93 Idem. Nietzsche hace referencia a la adecuación de la historia al servicio de los intereses políticos de la época donde nace la nación alemana, pero si observamos detenidamente, nos daremos cuenta que es una constante casi universal el manipular la historia a favor de la implantación de un modelo político sobre una sociedad. 94 Ibidem. p. 60. 95 Ibidem. p. 61.

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“Los pueblos se engañan, porque buscan siempre un

impostor, que es como un vino excitante que despierte sus

sentidos. Con tal de tener ese vino, se contentan con pan

mediano. Estiman más la embriaguez que la nutrición, y

aquella es el azuelo con que siempre se dejan coger. (...)

Para triunfar, necesitaría el hombre del pueblo abrirles

perspectivas de conquista y de pompa; quizá así confiarían

en él. Los pueblos obedecen siempre y van lejos todavía de

la obediencia, con tal de poder embriagarse. Ni siquiera se

les puede ofrecer el placer sin la corona de laurel y la fuerza

que simboliza esa corona, fuerza que los enloquece. Pero el

gusto plebeyo, que aprecia más la embriaguez que la

nutrición, no tiene su origen en las capas profundas del

populacho: ha sido llevado y trasplantado allí para crecer

tardíamente, pero con abundancia; procede de las

inteligencias más elevadas, y en las cuales floreció durante

millares de años. El pueblo es ya el último terreno inculto en

que puede prosperar todavía esa embriaguez. ¿Y es el

pueblo a quien se quiere entregar la política? Será para que

satisfaga su embriaguez cotidiana.”96

En los excesos de la historia monumental encontramos la sacralización del

pasado, tomando los hechos históricos desde su difusa objetividad97. Pero

recordemos que la historia no es una ciencia del todo objetiva, sino que tiende y

se apega a la objetividad, ya que el estudio del pasado en diversas ocasiones no

puede ser develado en su certera verdad debido a las múltiples limitaciones de

esta disciplina como: el estado de las fuentes, la distancia en tiempo y espacio

desde donde se parte el estudio, las dificultades que imponga el modelo político,

entre otras.

96 Nietzsche, Friedrich. Aurora. En Obras inmortales. Tomo II. Teorema. España, 1985. p. 730. 97 Sobre la objetividad en la historia trataremos desde la Segunda Intempestiva en el próximo capítulo.

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Como nos señala Nietzsche, la errada concepción de la historia monumental es la

ficción del “que sólo vive de la manera más maravillosa el que no estima la vida.”98

La ficción que produce el pensar que sólo aquellos que lucharon en vida pasada

merecen el valor de la verdad, el triunfo absoluto y exportable en el tiempo de la

veracidad de sus actos.

La mayoría de las veces la monumentalidad de la historia, ya sea en un aspecto

útil o de forma nociva, no dependen de aquellos a que se les considera

monumentos. Posteriormente del obrar en el tiempo que les fue propio, sus

inmediatos sucesores son los encargados de monumentalizar a aquellos. Aquí

encontramos la desviación de la monumentalidad. Reconocemos entonces a

aquellos: “los sublimes”, los que se elevaron por sí mismos a la inmortalidad de la

historia por su acción constructiva que perdura, “el monograma de su más íntima

esencia, una obra, una acción, una claridad singular, una creación”99; y

reconocemos además a aquellos: “los sublimados”, monumentos construidos bajo

la necesidad de perpetuar un modelo que perdure a través del tiempo. En estos

últimos sólo hallamos la distorsión y el mal entendido de la fuerza con que se

enfrentaron a su circunstancia presentados como rígido modelo inamovible100.

Sin importar el carácter de la historia monumental, la enseñanza principal en que

nos hace reflexionar Nietzsche radica en que este tipo de historia sirve a la vida

sólo porque forma parte de ella en su esencia, en algo que desde el pasado debe

conservase: la voluntad de cambio, contraria ésta a la permanecía y pesadez de la

historia sobre la vida. Sirve como aliento e inspiración para enfrentarse a lo que

acontece, de similar manera como se hizo en el pasado, en su aspecto más

elevado, no como modelo determinante.

98 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 60. 99 Ibidem. p. 61. 100 Ibidem. p. 62.

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Nos presenta Nietzsche una doble cuestión para valorar la historia monumental: la

necesidad del sentido histórico como del no-histórico. Si nos fijamos en algún

preciso aspecto del pasado, podemos extraer de él tanto la fuerza que dinamiza el

presente, como aquello que debe ser olvidado. La historia monumental generaliza

forzosamente el pasado para presentarse como modelo de digna imitación101. Esta

homogenización impide que la historia monumental pueda tomarse rigurosamente

como la certeza de los modelos a seguir. Nietzsche nos presenta la generalización

de la historia monumental como una “colección de efectos en sí”102, que no nos

presenta una linealidad causal precisa e irrebatible. El pasado, a través de la

historia monumental, no se nos debe presentar como una posible repetición del lo

que “fue”, ya que cada circunstancia posee su única e irrepetible configuración.

La historia monumental, al ser mal interpretada, conlleva una supuesta verdad

absoluta que es tan sólo ficción, ya que se nos muestra imposible aceptar que la

historia contenga verdad absoluta alguna103. Su carácter de perspectiva es más

adecuado, así podemos concebir los estudios históricos como visiones del pasado

que necesariamente dependen de una mirada en particular, y no desde un punto

de vista estático. Cada momento particular de la vida, enmarcado en un rango de

acción limitado, posee su particular visión del pasado, que le puede servir a la

resolución de sus procesos, más nunca determinarlos.

3.3 La Historia Anticuaria

“La historia pertenece, en segundo lugar, al que conserva y

venera, al que con fidelidad y amor vuelve sus miradas

hacia el lugar de donde viene, donde se ha formado.”104

101 Ibidem. p 62-63. 102 Ibidem. p. 61. 103 Sobre la verdad en el pensamiento de Nietzsche trataremos en el próximo capítulo, aquí sólo señalamos que el alcanzar y aprehender la verdad-absoluta para Nietzsche no es algo posible. 104 Ibidem. Ob. cit. p. 63.

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Esta forma de concebir la historia está íntimamente ligada a la identificación con el

pasado que obtiene un individuo o sociedad al asumir alguna particular

tradición105. La forma más directa de apropiarse del pasado es a través del

traspaso de los códigos culturales, perdurando estos en una línea tradicional que

se transmite de generación en generación. Es la relación afectiva del hombre con

el pasado, conservándolo con veneración. La identificación con el pasado nos

hace sentirnos parte de algo mucho más grande y distante, pero que condiciona y

determina lo que somos en el presente106.

Este proceso de traspaso cultural, donde lo que se hizo en otro tiempo logra

alcanzar y formar parte del presente, es la forma como transmitimos la abstracción

de “lo humano” hacia nuestros sucesores. La tradición como legado cultural es un

proceso inevitable para dar continuidad y coherencia a lo que entendemos por

historia. De inmediato advertimos que la existencia abstracta de la historia

depende fundamentalmente de dos principales aspectos107:

En primer lugar tenemos la percepción del movimiento. Este movimiento nos

permite concebir la noción de tiempo. El tiempo se nos hace medible, calculable,

cronometrable. El movimiento nos permite apreciar la continuidad en el tiempo, y a

su vez este tiempo no puede manifestarse sin espacio. En la continuidad, a través

del paso de información entre individuos, logramos trasmitir lo que “fue” de una

época, lo que se vivió en un pasado. Esta imprecisa y difusa cadena de pasados,

a fuerza de convenciones que fluctúan entre épocas siempre distintas, se

conforma como historia, hasta llegar al otro punto fundamental de esta: La

perspectiva, siendo la que permite servir como destino temporal de este depósito

histórico, formando una conciencia histórica que continuará en movimiento, sujeta

a cambios circunstanciales, siendo legada con la adhesión de dichos cambios.

105 Idem. 106 Idem. 107 Señalamos que estos aspectos propuestos en el párrafo que sigue nacen de nuestra interpretación sobre lo que hemos analizado en la obra Nietzsche.

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La tradición conlleva aquel pasado vivido y lo representa en lo que se está

viviendo, otorgando el sentido de propiedad tradicional que recae sobre aquel que

se haya en el presente, haciéndolo propietario.108 Este recuerdo sirve, para aquel

que se deleite como anticuario, como puente indestructible y prolongable, que une

el pasado con el presente, en ocasiones confundiéndolos. El pasado puede

parecer tan vivo por ser tan propio que determine lo que verdaderamente se

encuentra en vida, lo presente. Ampliando los límites de la existencia

circunstancial, el individuo no se siente a solas en su tiempo ni con tan sólo sus

contemporáneos, también los que “estuvieron” se hacen presentes a través de la

vinculación “lineal” por vía tradicional.

“Con éste somos, mira más allá de la vida individual,

perecedera y singular, y se siente el alma del hogar, de la

raza y de la ciudad. Algunas veces, por encima de los siglos

oscurecidos y confusos, dirige un saludo al espíritu de su

pueblo, como si fuera su propio espíritu.”109

En el texto que aquí estudiamos, podemos observar una clara crítica a la corriente

idealista que impregnaba los pensamientos de la época. Nietzsche hace

referencia, al tocar el punto de vista de la historia anticuaria, al denominado

espíritu del pueblo (VolskGeist) del idealismo hegeliano, al que el hombre

anticuario alza su mirada por encima de su tiempo para rendirle homenaje como lo

más acabado y trascendente.110 El idealismo, al que tanto Nietzsche se opone

como contrasentido de todo lo que existe, produce el distanciamiento de la

realidad ante la vida ideal, que, a pesar de formar parte de esta realidad, nunca

podrá ser tomada como lo mas sublime.

108 Ibidem. p. 64. 109 Ibidem. p. 63. 110 Idem. También en: p. 87-88. En el capítulo IV dedicaremos un apartado a la crítica que realiza Nietzsche sobre Hegel en la obra que aquí analizamos.

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La historia anticuaria sirve a la vida mientras esta pueda inspirar, con los modos y

costumbres de vidas pasadas, la dinámica del presente. Nietzsche propone en su

Intempestiva un ejemplo donde muestra cómo los hombres del renacimiento,

inspirados en su pasado, tomaron fuerza para movilizar su presente,

identificándose con lo que “fue” pudieron generar un cambio necesario para su

tiempo, haciendo continua una asumida tradición.111

El sentido histórico viene dado por el reconocimiento del pasado y en la

consecuente identificación con éste, es la conciencia de la movilidad a través de

una visión perspectiva que también se halla en movimiento. La tradición conlleva

en sí múltiples respuestas, en ella se encuentra lo vivido por aquellos

predecesores, vestigios del obrar del hombre en ese movimiento indetenible. La

tradición no determina un destino establecido por la acción de lo pasado, esto

sería un contrasentido. Diferente a esto, la tradición nos muestra el sentido de

propiedad y pertinencia con una trayectoria que en el presente heredamos, y que,

después de nuestro obrar, otros continuarán heredando. Según Nietzsche nos

señala, otorga la conciencia histórica una sensación contraria a la arbitrariedad del

azar.112

Al igual que la historia monumental, la historia anticuaria puede contrariar la vida si

su sentido es distorsionado. Este punto de vista de la historia se nos ofrece

limitado por su escaso rango de alcance en el tiempo. La tradición que heredamos

no es suficientemente amplia como para organizar y dar extensa coherencia al

devenir. También, la visión anticuaria en ocasiones genera conflictos al

enfrentarse con otras visones de igual forma anticuaria, con otras tradiciones,

representadas en el pasado de otros individuos o pueblos113. La tradición puede

hacerse tan rígida tornándose como una pesada carga que no se puede soltar ni

llevar y que entorpece el desenvolvimiento del presente.

111 Ibidem. p.64. 112 Idem. 113 Idem.

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La lucha que se establece entre valores del pasado frente a las necesidades del

presente propicia la ruptura de la ficción lineal de la tradición, con el surgimiento

de nuevos paradigmas que, después del caos necesario, ordenen los modos de

vida, hasta que nuevamente de este orden establecido surja nuevamente el caos.

Pero en ocasiones, la lucha entre la tradición y las necesidades no produce

cambios inmediatos, distorsionando el sentido que tiene la existencia presente,

viéndose eclipsada por lo que “fue”114. La sombra que genera una tradición puede

ser tal que infertilice el presente, impidiéndose así posibilidades de cambio y

movilidad. Si los valores del pasado son impuestos sobre el presente, impidiendo

una revisión de estos contrastándolos con las necesidades propias de una

circunstancia dada, es el individuo o la sociedad presente la que sufre siendo

subordinada a un tiempo pasado, que a pesar de poseer innegables enseñanzas,

no posee vida. Los dogmas hereditarios son nocivos para el necesario dinamismo

de la vida, pero también son la razón de este dinamismo115. No olvidemos la

tensión entre la tradición y las necesidades presentes, dos fuerzas en constante

interacción.

Nietzsche nos dice, para reflejar el contrasentido: “Todo lo

que es antiguo, todo lo que pertenece al pasado y que está

dentro del horizonte termina por ser considerado como

igualmente venerable; por el contrario, todo lo que no

reconoce el carácter venerable de todas las cosas de otro

tiempo, por consiguiente, todo lo que es nuevo, es

rechazado y combatido.”116

Si el peso de la tradición es demasiado intenso para permitir la movilidad de lo

presente, no sólo este presente sufre al no ser fecundo, también es el pasado el

que sufre con la desaparición de la tradición misma. La relación entre la dinámica

del presente, su condición temporal y necesaria de vida, y el devenir de una

114 Ibidem. p. 65. 115 Idem. 116 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 64-65.

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tradición que se mueve desde lo que”fue” hasta el presente, dependen una de

otra. Sin embargo, tiene mayor dependencia la tradición con respecto al presente

y su dinamismo, ya que sin éste desaparecería la tradición. En el caso contrario,

hay momentos donde la tradición sucumbe ante la revolución del presente, que

por causas diversas necesita cambiar de trayectoria.

“... la historia anticuaria tiende más a conservar la vida, y no

a engendrar otra nueva. (...) Así, la historia anticuaria impide

la firme decisión en favor de lo que es nuevo, paraliza al

hombre de acción, que, siendo hombre de acción, se

rebelaría siempre contra cualquier clase de piedad.”117

Con lo que hemos examinado hasta este momento en la Segunda Intempestiva,

formulamos una pregunta: ¿Qué nos señala la tradición ante el presente? En

función de lo que vive, la tradición nos alienta en el reconocimiento de nuestro

pasado, evitando confundirnos con el pasado de otros118. Nos proporciona una

sensación de devenir en el tiempo, aunque ciertamente esta sensación se ve

limitada por el horizonte que abarca la posibilidad de la conciencia histórica, la

cual se encuentra viciada por el culto reverencial a una tradición de lineal ficción.

Por otra parte, la tradición nos otorga un sentido de pertenencia y pertinencia en la

vida que se nos presenta, no la necesaria continuidad de formas y valores del

pasado que socaven los juicios y valores de las necesidades que presenta la

circunstancia.

En años posteriores, en Aurora, Nietzsche nos señala sobre

la tradición: “…¿qué es la tradición? una autoridad superior,

a la cual se obedece, no porque mande cosas útiles, sino

porque manda. ¿En que se distingue este sentido de apego

a la tradición del temor en general? es el temor a la

117 Ibidem. p. 65. 118 Ibidem. p. 63.

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inteligencia superior que ordena, el temor a una potencia

incomprensible e indefinida, a algo que es más personal.

Este terror tiene mucho de superstición.”119

3.4 La Historia Crítica

La tercera visión de la historia que Nietzsche propone, parte de la necesidad de

interponer un sentido distinto al que conservan las anteriores visiones. Si nos

fijamos detenidamente, la historia monumental y la historia anticuaria parten de

similar fundamento: servirse del pasado para motivar el presente. Ya sea en busca

de inspiración en la tradición que le es propia, ya sea para obtener orientación y

aliento de los triunfos pasados, el hombre en la elaboración continua del sentido

histórico, observa lo que “fue” como forma de dinamizar el presente. Si bien la

necesaria perspectiva del que observa el pasado implica una visión parcial mas no

absoluta lo pasado, discerniendo y apartando todo aquello que no es en verdad

necesario, existe una tercera visión que acuña una forma distinta de apreciar la

historia de las anteriormente expuestas.

Si bien la elaboración de la conciencia histórica requiere de la observación del

pasado en función del presente, como medio para servirse de éste como ya

hemos afirmado, la historia crítica no sólo observa el pasado sino, haciéndolo

presente, aplica todo el peso de la razón contra este, y a manera de juicio intenta

descomponerlo y en ocasiones aniquilarlo.120 ¿Podrá ser esto posible?

No se trata aquí de utilizar en virtud de la vida presente, esa fuerza no-histórica

sobre la cual reflexionamos en el capítulo segundo. El olvido no se aplica como

medio liberador del peso de lo que “fue”. El pasado es observado, analizado y

enjuiciado por un hombre o una sociedad. El juicio de lo pasado, no se

fundamenta en la valoración de los aspectos positivos y negativos que de éste

119 Nietzsche, Friedrich. Aurora. Ob. cit. Parágrafo 9. p. 619. 120 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 65.

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pueda obtenerse, sino en la intención y bajo la necesidad de justificar el presente

en la negación de lo pasado. Sólo sobre la muerte de lo que “fue” es posible

construir lo que vive, la afirmación de lo que existe viene dada sobre la negación

de lo que ya no vive: así se nos muestra la historia crítica121.

Pero, ¿De dónde nace la necesidad de juzgar el pasado? Son diversas las causas

que podemos precisar para esto. Valiéndonos de las reflexiones que hasta ahora

hemos analizado propuestas por Nietzsche, afirmamos que comúnmente

observamos cómo se enjuicia y condena el pasado por la necesidad de dar un

nuevo rumbo al acontecer de la sociedad, en la búsqueda de la construcción de un

sistema de identificación a gran escala como la nacionalidad, o en necesidades

individuales, surgidas de la ambición de poder. El conocer y manipular el pasado

en virtud de la obtención de poder no es algo extraño en nuestra historia ni en

nuestro presente. Traer la historia y sobre ella descargar una fuerte crítica ha sido

y continúa siendo una de las costumbres de mayor tradición en materia política

desde la época que observó Nietzsche hasta nuestra contemporaneidad. También

observamos como esta crítica a lo que “no está”, con miras a condenarlo, se ha

dado en diferentes puntos de la historia de la humanidad desde su complejo

proceso civilizatorio. ¿Será entonces propio de la humanidad el destruir para,

sobre las ruinas, construir?

Nietzsche nos señala esta tendencia como una cualidad natural de la vida: el

negar lo que “fue” en busca de saciarse a sí misma. “Es la vida, la vida

únicamente, esa potencia oscura que impulsa y que es insaciable en desearse a sí

misma. (...) Pues todo lo que nace es digno de perecer.”122 Todo lo que existe está

condenado a su desaparición, su necesaria muerte. La vida constantemente está

surgiendo, sin fundamentar su acción sobre la razón o la justicia, por eso

Nietzsche nos comenta sobre su carácter de injusticia, que elevaríamos a una

visión supra-justa, por encima de la justicia al abarcarla y comprenderla: la

121 Idem. 122 Ibidem. p.65-66.

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tendencia a permanecer que apreciamos en lo humano, en burlar y sobreponerse

ante la muerte, no es cosa que pueda ser válida, ante lo que la vida muestra como

justo: a cada quien lo que le corresponde, lo que nace debe perecer. “... cuánto se

parecen estas dos cosas: vivir y ser injusto.”123

Así pues, lo injusto que nos muestra la existencia, donde lo que nace merece

perecer para construir la vida sobre sus restos, se refleja, según nos muestra

Nietzsche, en el sentido de la historia crítica, que se sirve en negar y condenar lo

que “fue” para dar paso a lo que en presente vive.

Pero, ¿Es posible condenar y aniquilar el pasado? Aunque la fuerza de lo que vive

impulse la muerte de lo que “fue” para su desarrollo, el pasado no perece o no

puede perecer del todo. Lo que en realidad es condenado y aniquilado es la

veracidad del juicio124. Si aceptamos que el hombre necesita una conciencia

histórica, como de un sentido no-histórico, el juicio negativo del pasado arremete

contra aquello que es posible rescatar como positivo de él para la constricción del

presente. La critica en exceso desmedida contra lo pasado, solo consigue

distorsionarlo, generando una cadena de ficciones de lo que “fue”, negación tras

negación es la vida presente lo que sufre125. Si lo que existe se funda sobre la

mutilación de la verdad, sobre juicios carentes de la más mínima confiabilidad, la

conciencia histórica y la vida misma se transforman en una enorme masa de

imprecisiones en continua contradicción. La negación de lo que “fue” nunca debe

estar sometida a un juicio erróneo, surgido de caprichos circunstanciales y no de

verdaderas necesidades.

Nietzsche nos señala al respecto: “Es un esfuerzo para atribuirnos, en cierto

modo, a posteriori, un pasado de donde quisiéramos traer nuestro origen, en

oposición a aquel de que se desciende verdaderamente.”126

123 Idem. 124 Ibidem. p. 66. 125 Idem. 126 Idem.

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Nietzsche considera innecesario el juzgar la totalidad del pasado, presentarlo

discernido y etiquetado dispuesto para su consumo. No concibe posible juzgar el

pasado valiéndonos del derecho de estar presentes:

“...se puede afirmar que las épocas y las generaciones no

tienen jamás el derecho de erigirse en jueces de todas las

épocas y de todas las generaciones anteriores.(...) En

cuanto jueces, tenéis que estar más alto que aquellos a

quienes juzgáis, y la única virtud que podéis alegar es haber

nacido más tarde.”127

Ciertamente el hombre necesita o se sirve de la historia de las tres formas antes

expuestas, la Historia Monumental, la Historia Anticuaria y la Historia Crítica. Pero

al exceder las necesidades que del pasado se tienen, colocándolo en un punto de

mayor jerarquía ante la vida, se incurre en la distorsión del sentido de la historia,

siendo principalmente el hombre y su sociedad presente los que sufren el

contrasentido al subordinar su actuar a hechos que ya no tienen vigencia.

También el pasado mismo sufre aberrantes mutilaciones, y en vez de prevalecer

como parte de lo que existe, se configura una conciencia histórica ficticia, que no

cumple su primordial función, según los tipos de historia que Nietzsche nos

muestra, sea capaz de “inspirar”, “conservar” o “consolar”128.

La necesidad de la historia no va dictada en función de una simple contemplación

del pasado; tampoco para el servicio de grupos que tan sólo anhelen el poder; y

mucho menos, como ocurrió en el tiempo en que Nietzsche escribió las

Intempestivas, en función de ser la ordenadora y el fundamento de la vida. Si el

sentido histórico se sobrepone encima de la vida presente, habría una inversión

127 Ibidem. p. 79. 128 Ibidem. p. 59.

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del sentido de la vida, un eterno creer hacia atrás, y por consiguiente, un futuro

irónicamente similar al pasado... el más puro y patente contrasentido.

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CAPITULO IV

La Segunda intempestiva como critica a una época

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“Demasiado me había adentrado yo volando en el futuro: un estremecimiento de

horror se apoderó de mí.

Y cuando miré a mi alrededor, he aqui que el tiempo era mi único contemporáneo.

Entonces huí hacia atrás, hacia el hogar – y cada vez mas aprisa: así llegué a

vosotros, hombres del presente, y al país de la cultura. (…)

Emborronados con los signos del pasado, los cuales estaban a su vez

embadurnados con otros signos: ¡así os habéis escondido bien de todos los

interpretes de signos! (…)

Todas las épocas y todos los pueblos miran abigarradamente desde vuestros

velos; todas las costumbres y todas las creencias hablan abigarradamente desde

vuestros gestos.”

Page 74: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Capítulo IV La Segunda Intempestiva como crítica a una época

Si bien dentro de la Segunda de las Intempestivas hallamos reflexiones sobre el

sentido particular de la historia para Nietzsche, no debemos olvidar, como ya

hemos señalado, que esta obra nace como crítica a una época enmarcada bajo

los parámetros de la efervescencia del historicismo129.

Con la perspectiva que adquiere la historia como ciencia absoluta, observamos en

la segunda mitad del siglo XIX el decaimiento del idealismo hegeliano, al cual va a

contraponerse el surgimiento de las ciencias culturales o del espíritu,

posteriormente conocidas como ciencias sociales130. En la Segunda Intempestiva

apreciamos la crítica que realiza el autor enfocándose principalmente sobre el

extremo historicismo que impregnaba las tendencias intelectuales de su época,

como también encontramos sus criticas sobre el idealismo en sus distintas

facetas.

Nietzsche no deja de lado los temas sociales de su época, siempre trata de unir

sus reflexiones sobre la historia con aspectos como la religión, la cultura y la

educación, haciendo de su Intempestiva un análisis integral de lo que observó en

aquel tiempo131. Hemos agrupado en apartados los temas que el autor expone,

puntualizando la crítica que realiza sobre los mismos.132

4.1 Contra el auge de la ciencia histórica

129 A partir del parágrafo 4 hasta el final de la obra, Nietzsche plasma su crítica ante la cultura histórica. 130 Cambrige University Press. Ob. cit. p. 78-79. También en: Coreth, Emirich…La filosofía del siglo XIX. Ob. cit. p. 28. Y: Lehmann, Gerhard. La Filosofía del siglo XIX. SDE. p. 65. 131 Al abordar la Segunda Intempestiva notamos de inmediato los diversos enfoques desde donde Nietzsche desarrolla su habilidad crítica. Las Intempestivas son un compendio integral donde el filósofo plasma su visión tanto de la problemática social de su época como del trasfondo filosófico que subyace bajo las dinámicas sociales. 132 En la Intempestiva estos temas aparecen dispersos a lo largo de la obra. En ocasiones sólo roza levemente uno de ellos para posteriormente volver y profundizar con mayor detenimiento. Después de analizar cuidadosamente la obra hemos agrupado en apartados los temas donde Nietzsche profundiza, pero debemos aclarar que todos ellos llevan un hilo conductor que los determina: la critica a la cultura histórica.

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La crítica fundamental que realiza Nietzsche a la intelectualidad de su época, y

con la cual va a desarrollar sus posteriores reflexiones, es la introducción de un

“astro” entorno al cual todas las cosas que existen, que existieron y que existirán,

debían girar forzosamente. Este astro, como Nietzsche lo denomina, está

representado por la historia y la ambición de hacer de ésta una ciencia estricta y

rigurosa133.

Con el triunfo del historicismo observa el autor el claro trastorno del sentido

vitalista de la existencia, imponiéndose sobre la vida una conciencia histórica

tomada como verdad irrefutable, esto implica, que todo lo que “fue” reincide sobre

el presente del hombre, impidiendo la necesaria noción de límites temporales

donde pueda actuar y desenvolverse eficaz y certeramente. La eficacia estaría

dada por el aprovechamiento de la circunstancia misma donde el hombre se

desenvuelve, su presente inmediato. La certeza se nos muestra en cuánto del

pasado sea lícito utilizar mientras éste sirva a la vida sin apesadumbrarla.134

Si observamos el entorno intelectual de Nietzsche en la segunda mitad del siglo

XIX alemán, notaremos que como consecuencia del desarrollo alcanzado en siglo

anteriores por los métodos de investigación histórica, se llegan a considerar todos

los valores, creencias, leyes y principios de esta disciplina como válidos

únicamente para un momento determinado, sujetos a evolución incesante,

desprovisto de todo contenido inmutable y siendo cognoscibles sólo a partir de la

observación de la realidad concreta por medio de la aplicación de métodos de

investigación de tipo histórico o inductivo.

4.2 El fenómeno del hombre moderno como hombre histórico

133 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 67. 134 Ibidem. p. 72. También en: p. 53-54 y 91.

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El hombre histórico se nos muestra como una novedad de la modernidad.

Nietzsche contrapone al hombre histórico moderno ante la imagen del hombre de

la antigüedad griega, el cual rechazaba toda conciencia histórica permanente que

lo sometiera a un estricto devenir135. El verdadero contrasentido que observa

Nietzsche se centra en la ficción que el hombre histórico se construye del pasado,

quien partiendo del carácter de ciencia que toma la historia, adjudica al pasado

una continuidad coherente de hechos, determinando el modo de pensar de su

actualidad. El hombre moderno se abre ante el pasado para recibirlo en su amplia

magnitud y conquistar la “verdad” sobre su vida: un devenir unilineal que

desemboca en él y determina rígidamente su presente.136

Pero este esfuerzo por admitir la secuencia unilineal de hechos, admitidos como

verdad científica, le obliga al hombre moderno a acoger hechos que no poseen tal

carácter unilineal verdadero, haciéndole venerar forzosamente el pasado sin

percatarse de las irreconciliables contradicciones y luchas que estos personajes,

pensamientos, y hechos del pasado manifiestan entre sí. Se nos muestra

entonces uno de los errores fundamentales del historicismo: la incompatibilidad del

pasado al ser concebido como verdad absoluta bajo una mirada científica137.

En el intento forzoso de someter el pasado bajo un sentido coherente elaborado

por el hombre histórico bajo el cual concibe su mundo, su verdad, su presente, da

origen a lo que Nietzsche denomina una “segunda naturaleza”, que se opone

como el contrasentido de la naturaleza propia del hombre138.

135 En su época como profesor en Basilea, Nietzsche recurre consecuentemente a la búsqueda de un enfoque, fuera de la modernidad, desde donde pudiese inspirar el necesario cambio y superación del contrasentido que ve expresado en la cultura histórica de su época. A través de sus estudios de la antigüedad griega, específicamente al entender el espíritu trágico de la vida presocrática donde impera lo dionisíaco sobre lo apolíneo, halla la clave para impulsar la reforma cultural, expresándola primeramente en El origen de la tragedia. Es necesario que no se vea este intento de reforma cultural con un exacerbado activismo generado por un grupo de intelectuales. La reforma cultural andaba con pies ligeros sobre las obras de aquellos hombres que como Nietzsche hicieron patente el contrasentido cultural e intentaron transformarlo bajo la creación artística. 136 Ibidem. p. 73. 137 Ibidem. p.79. 138 Ibidem. p. 67.

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Nietzsche observa la naturaleza propia del hombre en la forma como éste,

delimitado en un rango de acción temporal, se apropia del pasado con la finalidad

de servir a la existencia de lo que ve, de lo que se le muestra en presente.

Decimos así: que el pasado permanece en el presente mientras sea parte de la

existencia en la cual el hombre se halla inmerso circunstancialmente139.

La verdadera naturaleza se nos muestra en conciliar el pasado y el presente, en

conciliar la historia con la vida. En esta relación se hace clara la primordialidad de

la vida ante cualquier fenómeno que provenga de ella. La vida es el fundamento

de toda la existencia140, a través de su movilidad se nos muestra el movimiento, de

este movimiento percibimos el tiempo, y de la organización del tiempo: la historia.

La denominada segunda naturaleza rompe, en primer lugar, la relación

conciliadora entre la vida y la historia, concibiéndose como fenómenos separados

y distantes. Y en segundo lugar, supeditando la vida, todo actuar en ella, todo

pensamiento sobre ella, todo ser en ella, a un devenir absoluto que se derrumba

sobre el hombre moderno141.

El contravalor, el contrasentido de la vida, está representado en La Segunda

Intempestiva como una “antinomia”: contradicción entre dos preceptos de una ley

o contradicción entre dos principios racionales.142 En contra de “la ley natural”, el

hombre moderno, con su sentido histórico-científico apesadumbrado, contradice

su necesaria naturaleza. Esta antinomia que Nietzsche propone posee una

característica especial, la cual refleja el contrasentido patente en el hombre

histórico: la contradicción e incompatibilidad entre un ser interno y un ser externo

en el hombre moderno143. Esto es sin duda para Nietzsche una novedad en la

historia del hombre, que siempre va a comparar con su valor contrario, hallándolo

en la vida del hombre antiguo, específicamente de la antigüedad presocrática:

“...la cualidad más original del hombre moderno: es una singular antinomia entre

139 Ibidem p. 67-68. 140 Recuérdese aquí la nota al pié número 29 del capítulo II y la sección a la cual hace referencia. 141 Nietzsche, Friedrich. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 68. 142 Ibidem. p. 67. 143 Ibidem. p 68.

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un ser íntimo al cual no corresponde un ser exterior y viceversa. Esta antinomia no

la conocieron los pueblos griegos.”144

4.3 La contradicción cultural en el hombre moderno

La antinomia, a la cual Nietzsche hace referencia, es aquel carácter que

manifiesta una cultura que ha perdido su sentido145. Nietzsche se aventura a

exponer que la modernidad no es una cultura como tal, sino un mera “idea de

cultura”146, donde sólo hay conocimiento sobre cultura, más no se manifiesta vida

en ella: significa la exteriorización de una indigestión de conocimientos. En su

forma externa se muestra como un adorno de lujo y erudición ante la sociedad.

Interiormente ocurre una indigestión de pasados, un intento forzoso por

descomponer, analizar, entender y asimilar coherentemente un conjunto de

hechos de lineal ficción, con regurgitación constante de conocimientos mal

entendidos. El contrasentido se nos muestra en la imposibilidad de crear y

representar una cultura verdadera para el hombre moderno, el cual sólo conoce de

culturas, pero no vive una cultura.

El problema fundamental que Nietzsche percibió en su época, podemos precisarlo

en dos vertientes: el idealismo147 extremo, aquel que desdeña la realidad del

mundo e impone ante todo la abstracción, la vida misma como una idea de la vida;

y el historicismo148, aquel que da primordial importancia al pasado como

fundamento inequívoco de la realidad presente.

Si nos aproximamos a estas tendencias podemos observar que ambas se

fundamentan en un distanciamiento del mundo objetivo que muestra el presente, 144 Ibidem. p. 67. 145 Idem. 146 Idem. Nietzsche señala textualmente: “Nuestra cultura moderna no es una cosa viva (…), lo que equivale a decir que no es una verdadera cultura, sino solamente una especie de conocimiento de la cultura. Se contenta con la idea de cultura; con el sentimiento de la cultura, sin llegar a la convicción de la cultura.” 147 Véase nota al pié número 19 de capítulo I, allí expresamos ya en que sentido tomamos el término Idealismo. 148 Véase en el capítulo I, sección 1.2.2: El historicismo alemán.

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un distanciamiento del mundo sensible149. El vivir de las ideas universales que

mueven al mundo en una secuencia progresiva hacia su liberación y perfección, o

el vivir de la idea de los hechos del pasado, muestran una visión similar que

impiden apreciar la realidad objetiva del presente circunstancial. Ante estas

tendencias Nietzsche oponía un sentido vitalista de la cultura y de la historia. No

dejar que lo que no vive entierre aquello que existe y que nos hace ante todo

Ser150.

El sentido idealista de la vida, el cual expone la existencia a un innecesario y

antinatural contrasentido, expresado en la valoración única de la-idea-de-vida ante

la vida misma, se manifiesta en el hombre moderno en cuanto éste no contiene

dentro de sí nada propio, sino una superposición de culturas y pasados ajenos a

él, que no están allí por ser apropiados y digeridos en busca de la conformación

de un ser cultural propio, sino que están allí sólo en forma de conocimiento,

hombres como “enciclopedias ambulantes”151 de ficciones, conocimientos

indigestos inasimilables por su inmensidad y su carácter contradictorio. La

segunda naturaleza anhela someter el pasado a un orden unívoco, desea someter

la existencia a una cultura carente de vida.152

Nietzsche afirma que toda cultura moderna es tan sólo “interioridad”, al igual que

una enciclopedia, se hallan contenidos en un orden aparente diversos

conocimientos del pasado, pero si escrutásemos dentro de ello, no hallaríamos

muestra alguna de cultura, inhibida la voluntad creadora por tan insoportable carga

149 Nietzsche deja entrever esta interpretación en la Segunda Intempestiva en el apartado número 8, p. 84-88. 150 El sentido vitalista, aquel que aprecia la vida como principio fundamental de las cosas-todas, es, como ya hemos dicho, uno de los sustentos más característicos de la totalidad de la obra filosófica de Nietzsche. Si recorremos los tres primeros capítulos de la obra autobiográfica Ecce homo, reconoceremos la importancia fundamental de “la vida” alrededor de su obra y experiencia. Además, es importante resaltar que la vida de Nietzsche y su obra filosófica caminaron siempre al unísono, por ello se tiende a dar tanta importancia a su biografía al estudiar su pensamiento. Siempre, a lo largo de sus obras, observamos que “la vida” es entendida como fuerza-voluntad, aquella que manifestó un hombre solitario y enfermo luchando contra la decadencia espiritual e intelectual. Para entender un poco más a Nietzsche recomendamos: Chamberlain, Lesley. Nietzsche en Turín. Gedisa. España, 1998. 151 La imagen de hombres como enciclopedias ambulantes pertenece a Nietzsche del texto que analizamos, p. 68. 152 Ibidem. p. 68-69. También en: Ecce homo. Ob. cit. p. 73-79, apartado dedicado a las Intempestivas.

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de pasado, nada queda ya ante el hombre moderno para ser, transformándose en

un terrible “fue”. Así pues, toda cultura moderna es esencialmente interior,

“...exteriormente, el encuadernador ha impreso algo en este género: Manual de

cultura interior para bárbaros exteriores.”153 El aspecto interior: mero conocimiento

indigesto; y el aspecto exterior: ornamento suntuario, ambos reflejo de la

antinomia, conllevan además un nefasto efecto ante la vida: que todo aquello que

en el presente se manifiesta escasamente toca la sensibilidad del hombre

moderno, desembocando entonces en el desapego a la realidad: vivir en tiempo

pretérito es no-vivir. Para Nietzsche surge una enorme brecha que separa el

contenido de la forma, en contra de la unidad de estilo, una terrible “barbarización”

del hombre de su época, cuya civilización carece de vida y armonía154.

Finalmente para Nietzsche sólo queda una salida: luchar contra esta contradicción

cultural, luchar en contra del sentido historicista de la vida, evitar la degradante

antinomia, unificar lo interior y lo exterior. La época denominada como la Basilea

Volcánica, donde un grupo de intelectuales se unen idílicamente para llevar a cabo

esta misión reformadora, no consiguió su objetivo, pero sentó ciertas bases para la

crítica de las contradicciones de su época155.

La forzosa linealidad y coherencia histórica no respondía entonces a la búsqueda

de la veracidad sobre el pasado. Por una parte, este mostrar la historia estaba al

servicio de algún objetivo específico de manipulación, por ejemplo la conformación

de la nación alemana156; y, por otra parte, el mostrar la historia sólo buscaba el

apasionamiento por lo que “fue”. El hombre histórico moderno, al cual Nietzsche

dirige su ataque, pierde el instinto natural de enfrentarse a la vida, de crear en la

153 Ibidem. p. 68. Lo anterior expuesto en este párrafo se halla en la misma página. 154 Idem. Nietzsche observa la unidad de estilo en la antigüedad griega presocrática por ejemplo como lo expresa a lo largo del Origen de la tragedia y en el Ecce homo. Ob. cit. p. 67-73, apartado dedicado a esta obra. 155 Como ejemplo de estas bases encontramos las Intempestivas, El origen de la tragedia y la filosofía en la época trágica de los griegos. También las obras de sus compañeros de Basilea como las de Burckhardt, Overbek y hasta en la música del mismo Wagner, o por lo menos en la fuerza que Nietzsche interpretó sobre esta. 156 Basta leer algunas obras sobre historia del nacimiento de la nación alemana para entender que los intentos de elaboración histórica fueron hechos al servicio de los intereses políticos unificadores.

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inmediatez de su presente, siempre supeditado y oprimido por el pasado. Se

consuela con una forma contemplativa, y no activa, ante lo que vive. “Si nos

atenemos al exterior, vemos que la supresión de los instintos por los estudios

históricos ha hecho de los hombres abstracciones puras, meras sombras.”157 Es

decir, todo lo que el hombre moderno “es”, es en cuanto una idea-de-sí-mismo,

una idea distante de lo real, de lo que vive y se muestra ante él, así lo interpretó

Nietzsche158. No quiere decir que las ideas, los conceptos, no sean, como

señalaba Ortega y Gassete: “los instrumentos con los cuales nos movemos entre

las cosas”159, pero, el permanecer en una idea continuamente abstraída de la

realidad, que además dependa fundamentalmente de lo pasado, que rechace la

vida y que impida una actitud activa ante lo presente: es un contrasentido. He aquí

la crítica que realiza Nietzsche ante el idealismo y el historicismo de su época.

4.4 Cinco formas en que el exceso de los estudios históricos agreden la vida

En la Segunda Intempestiva Nietzsche nos muestra, además de las tres formas en

cómo la historia sirve a la vida, cinco formas en que los excesos de estudios

históricos la degeneran160.

4.4.1 Contradicción interna/externa: A la cual ya nos hemos referido como

antinomia. Nos muestra cómo los excesos de estudios históricos distorsionan la

personalidad del individuo, ya que distancian la relación entre contenido y forma,

generando dos aspectos incoherentes: el mundo interno individual, y el mundo

externo artificial. Ante un mundo donde todo parece estar ya hecho, donde los

estudios históricos presentan el pasado como aquello inmovible y eternamente

venerable, el hombre moderno se ve obligado a desempeñar el rol de espectador

157 Ibidem. p. 72. 158 Ibidem. p. 68-71. 159 En El quehacer del hombre, discurso que aparece publicado en su obra: La historia como sistema. Alianza. Madrid, 1981. 160 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 71-74. Apartado número 5.

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de lo que “fue”. Su cultura parece estar ya realizada, haciendo que la intención

mínima de actuar sobre su presente parezca innecesaria161.

4.4.2 La ilusión de justicia histórica: al percibirse una enorme carga de pasado, el

cual se asume con certeza, aunque como ya hemos dicho esto sea una ficción, el

sujeto histórico y su sociedad están propensos a generar una ilusión de justicia, la

cual pueda constantemente recaer indiscriminadamente sobre el pasado.

Recordemos aquí la historia crítica, donde se enjuicia al pasado valiéndose de la

justicia que otorga el existir, el “estar presente” entendida como cúspide del

desarrollo histórico162.

4.4.3 Degeneración e involución: la carga histórica que lleva el hombre acuestas,

que le impide aceptar su circunstancia y dinamizar su presente, genera una trágica

involución del individuo como de sus formas sociales. Un creer siempre hacia

atrás inhibe la tan necesaria voluntad creadora, conserva las formas del pasado

en un continuo venerar lo que “fue”, impide al hombre aventurarse a la

experiencia, a creer en sí mismo y llevar a cabo sus propias acciones163.

4.4.4 El presente como un continuo del pasado: sobre valorar, o valorar

erróneamente el pasado, propaga la creencia en que siempre el pasado fue mejor.

Lo bueno, justo y necesario ya fue hecho y hay que buscarlo en el pasado. Esta

creencia, si se toma como verdad absoluta e irrefutable, esteriliza el objetivo del

presente, trasformándose este en una nociva reminiscencia de lo que “fue”. El

presente, la circunstancia vigente de lo que existe, tiende a convertirse en un

continuo del pasado164.

161 Ibidem. p. 67-68. También en: p. 71-72. 162 Recuérdese lo tratado en el capítulo III, en el punto: 3.4 La historia crítica. También en la Segunda Intempestiva: p. 72. 163 Ibidem. p. 73-74. 164 Ibidem. p. 74. También sobre el mismo tema tratan los cursos sobre historia que dictó Burckhardt y a los cuales asistió Nietzsche, ya mencionados en capítulo I, en el punto: 1.2.3 La experiencia en Basilea. Véanse las notas al pié número 32 y 33 del mismo capítulo.

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4.4.5 Escepticismo y cinismo: el exceso de pasado y su imposible digestión y

aprovechamiento como cosa útil, genera en principio un estado en extremo

escéptico, donde se suprime el juicio, o dicho juicio sólo proviene del pasado. Si

no se posee un juicio, ni una fortaleza en la personalidad, ni un apego a lo que se

muestra en la circunstancia vivida, el actuar imprudente y desacertado pudiese

mostrarse como efecto. El cinismo es efecto de la no-valoración de la vida165.

4.5 Sobre la opinión pública: el espíritu de la doxa

Nietzsche ataca la forzosa producción historiográfica de su época. Tan sólo ocurre

un hecho, de inmediato están allí los cazadores de historia para desmembrarlo y

someterlo a interpretación, para posteriormente presentarlo empaquetado al

público ávido de información histórica. Nietzsche hace referencia a los textos y

discursos en general que intentaron en su época escudriñar hechos que aun

poseían aroma presente, pero que eran de inmediato empaquetados como

información histórica166.

Critica fuertemente un aspecto intolerable de su época: la opinión pública. A través

de la prensa se distribuía y alentaba una aberrante ilusión de opinión pública,

término contradictorio e impreciso167. Ya en el siglo XIX notamos como es

imposible una opinión pública, pero esta ilusión se ha fortalecido llegándose a

asumir como una verdad. Nietzsche observó en su época la génesis del engaño

ilusorio plasmado en la prensa, de allí su continuo rechazo a este medio de

comunicación, que desinforma y empobrece la opinión intelectual, que distorsiona

la realidad a favor de algún interés individual o que represente a alguna elite168...

todo aquello que en nuestra contemporaneidad observamos en grandes

dimensiones.

165 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. p. 75. 166 Idem. También en: p. 84. 167 Ibidem. p. 74 y p. 76. 168 Nietzsche también profundiza sobre este tema en la Primera Intempestiva. Ob. cit. p. 38-39.

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La forma idealista de vida, o no-vida, o anti-vida, que observó Nietzsche en su

época, donde reinaba la “burguesía” y la “cultura histórica”, donde irónicamente se

hablaba con mayor entusiasmo de la “personalidad libre”, inhibía toda posibilidad

de formación de “personalidad” alguna.169 Se hablaba de libertad de expresión,

pero no había posibilidad de expresión alguna. Nietzsche observa como el hombre

de su época se convierte en un hombre interno, aislado en sí mismo.

“Casi podríamos creer que existe una tarea que consiste en

guardar la historia, a fin de que nada salga al exterior más

que historias precisamente, y de ningún modo

acontecimientos; una tarea que consista en impedir que, por

la historia, las personalidades se hagan libres, es decir,

verídicas con ellas mismas y con los demás, en palabra y

acción.”170

Hallamos aquí una clara oposición entre “acontecer” e “historia”, sometiéndose lo

que “sucede”, lo que “ocurre”: a lo que “fue”, y que se muestra como conocimiento

histórico, lo que impide la veracidad del hecho, y la libertad a cualquier escala.

4.6 Sobre la filosofía en su época.

Para Nietzsche la posibilidad de lograr y producir verdadera filosofía se mostraba

tan sólo en aquellos pensadores que luchaban en contra de su época, haciendo

de la filosofía una forma de vida bien asumida. Por otro lado, el pensamiento

filosófico que observó, estuvo al servicio de la tendencia imperante en la época,

donde el pensar estaba fuertemente enlazado al pensar de lo pasado. Nietzsche

nos muestra la filosofía de su época de una forma “política” o “policíaca”, mera

apariencia para sustentar la intelectualidad como ornamento, una filosofía

condenada a los límites internos del individuo sin posibilidad de exteriorización. De

169 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. p. 74. 170 Ibidem. p. 72.

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igual manera que pasaba con la cultura, la filosofía era un conocimiento de

filosofías, más no un filosofar171.

4.7 Sobre la objetividad histórica y el diletantismo voluptuoso

La objetividad histórica se fundamenta en la virtud de la justicia. La veracidad sólo

se alcanza en virtud de la justicia y no de la apariencia, no en la benevolencia de

los juicios. El hombre histórico necesita ante todo fortalecer la facultad del juicio.

Nietzsche aprecia en su época al observar profundamente la debilidad en los

juicios: reina la apariencia señorial de grandeza, de veracidad histórica, más

dentro de ésta sólo existen meras conjeturas, opiniones adoptadas faltas de

rigurosidad que carecen de la imperiosa necesidad de un juicio valorativo172. La

acumulación de conocimientos indigestos en el interior del individuo no fortalecen

el espíritu de la justicia. El hombre moderno pierde sensibilidad ante la vida

cotidiana, se afecta poco por aquello que pueda sucederle, no reacciona ante los

estímulos, ya que todo aquello que aparenta como virtud solo es una carga de

conocimientos sin vida, que no han sido valorados y consecuentemente

asimilados173. Sin embargo, estos conocimientos cargados e indigestos se toman

como “la verdad”, siendo tan sólo apariencia. El hombre moderno está cargado de

una pasividad desconcertante, no somete a prueba las cuestiones fundamentales

de su circunstancia, por ello Nietzsche afirma que han perdido el sentido de la

vida, y sólo reconocen la conciencia del pasado como única posibilidad de Ser174.

Para Nietzsche la cultura del hombre moderno ha perdido su esencia creadora

para convertirse en mera imitación de modelos ínfimos generados por aquellos

que aun tienen capacidad de crear con intención de manipular175. Si

profundizamos en estas reflexiones, podemos hallar de inmediato la crítica al

171 Ibidem. p. 72-73. 172 Ibidem. p. 76. 173 Idem. 174 Ibidem. p. 77. 175 Ya hemos hecho referencia a este tema: Nietzsche observa la necesidad de dominio bajo la intención unificadora que busca construir la nación alemana.

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modelo que desde mediados del siglo XIX iba a expandirse y regir la vida cultural

hasta nuestros tiempos. Comenzaba entonces un proceso de uniformidad cultural,

que inhibe la voluntad individual, la virtud del juicio, el poder creador, convirtiendo

todo en apariencia que puede ser vendida y exportada. Se construyen patrones

culturales que subordinan el libre pensamiento a modelos preestablecidos. El

saber, como gran ejemplo, es empaquetado y puesto a la venta, manipulado por

intereses políticos. La opinión pública, a la cual Nietzsche criticó de forma tan

severa, fue y sigue siendo desde entonces factor que propaga la uniformidad del

pensamiento bajo patrones establecidos. Prevalece la contemplación más no la

intervención directa, o por lo menos no se fomenta esta, se fomenta la actitud

pasiva, desprovista de juicios176.

Para Nietzsche el hombre histórico de su época tiende a arrebatar del pasado todo

sentido de objetividad en busca de suavizar y hacer presentables los hechos

históricos177. Sus principales fuerzas son la benevolencia, la indulgencia, la

negación, la apariencia, la extenuada tolerancia, en fin, la gran condensación de la

farsa de la justicia178.

“La voluntad de hacer el bien y de ser justo existe allí

en el mismo grado que la fraseología del juez; pero todos

los juicios son falsos. (...) ¡Cuán inverosímil es la frecuencia

de talento histórico! Hacemos abstracción de las personas

completamente irreflexivas, que, en cuando historiadores,

escriben con la ingenua convicción de que su época, con

sus ideas populares, tiene más razón que ninguna otra, y

que escribir con arreglo a esta época equivale escribir con

justicia.”179

176 En las reflexiones de Nietzsche observamos un espíritu adelantado a su época, claramente expresado en la crítica hacia la modernidad. Este tipo de crítica va intensificarse con el advenimiento del siglo XX y en las primeras décadas del mismo será lugar común en la mayoría de escritores y pensadores. 177 Ibidem. p. 77. 178 Ibidem. p. 78. 179 Ibidem. p. 76.

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Para Nietzsche la objetividad del historiador de su época radicaba en forzar el

pasado a una asimilación con el presente en busca de hacerlo presentable y lo

más digerible posible. El pasado sufre al extraviarse la intención con que puede

ser apreciada su veracidad, también el presente sufre al no poseer sino

contrasentidos de una distorsionada conciencia histórica.

Nietzsche critica la forma como los historiadores, quienes observan el pasado

desde lo alto de sus apariencias voluptuosas y señoriales, ponen en duda que los

hechos del pasado puedan afectar su subjetividad. El fenómeno que ocurre en

aquellos historiadores es un exacerbado diletantismo por la historia180. Cubrir el

tacto para tratar la historia, convertirla en pieza artificialmente refinada para que

pueda conmover el espíritu de la época, hacerlo grande como su historia grande.

Pero lejos de este gusto refinado por la historia que venera y enaltece, se halla la

subjetividad individual casi intacta, la interioridad del hombre moderno no logra ser

afectada, por el contrario se halla enclaustrada dentro de rígidos muros envueltos

en artículos de lujo llamados hechos históricos181.

Nietzsche observa en la objetividad de los historiadores de su época un desdén

por la muestra de emotividad ante sus estudios, asumiendo una frialdad y

sequedad de expresiones, haciendo de la objetividad solo cuestión de apariencias

más que de certeza en la veracidad182. Se pensaba que el más adecuado para

estudiar algún hecho del pasado era aquel que le fuese totalmente ajeno de su

objeto de estudio, guardando severa distancia para no involucrarse en lo

estudiado y así apreciarlo bajo un lente de objetividad. Para Nietzsche esto era

cuestión de vanidad, que substrae la vitalidad a la observación del pasado,

distanciando la historia como aquel objeto que “fue” más no pertenece a lo que

“es”183.

180 Ibidem. p. 77. 181 Idem. 182 Ibidem. p. 79. 183 Idem.

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Se consuma pues, dentro del hombre moderno, lo que podríamos denominar la

ironía de la historia184, no un conocimiento del pasado que permanece vivo en el

presente como conciencia por ser parte de él, sino una “mitología”185 terriblemente

elaborada. Todo aquello revuelto dentro en la interioridad del hombre moderno, no

desemboca en una tempestad creadora, “...cuyo resultado sería una pintura

verdadera desde el punto de vista histórico.”186

Nietzsche observa, ya desde la mitad del siglo XIX, una característica especial que

poseen los estudios históricos que consecuentemente es refutada o es dejada de

lado por el ambiente de disputa que genera entre los historiadores: los estudios

históricos, al ser expresados, tiende a tomar características artísticas, distando de

la objetividad y la veracidad tan anhelada y exigida por los historiadores.

El historiador recurre al drama para expresar su estudio, siente la necesidad de

imprimir en su redacción la justificación de los hechos que narra y encausar los

efectos de estos recurriendo a la dramatización artística del pasado. En lugar de la

objetividad encontramos la perspectiva. En lugar de la veracidad encontramos el

instinto artístico. En lugar de la justicia encontramos la opinión. Ejemplo de todo

esto lo hallamos en la necesidad de diseñar una unidad que otorgue coherencia a

los hechos, creando una ilusión creíble, pero ilusión rebatible y utilitaria. Al

respecto Nietzsche nos señala desde la Segunda Intempestiva:

“Es preciso oponer a los efectos de la historia los efectos del

arte, que puede conservar los instintos y hasta despertarlos.

Ahora bien, semejante manera de escribir la historia estaría

en perfecta contradicción con la tendencia analítica y

184 Ibidem. p. 84. Nietzsche hace aquí una especial señalación: “Podrá parecer extraño, pero no contradictorio, el que yo atribuya a una época que insiste en su cultura histórica, y lo hace con gritos de triunfo, una especie de conciencia irónica, una especie de sentimiento vago...” 185 Nietzsche piensa que el hombre moderno y su cultura histórica trasforman el mundo de la ciencia y del conocimiento en general en una irónica mitología. Pero sobre este tema profundizaremos en breve. 186 Ibidem. p. 77. Una pintura realizada por aquel artista capaz de contemplar el verdadero juego del devenir.

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antiartística de nuestra época, y hasta se llegaría a ver en

ella una falsificación.”187

¿Se acerca la historia hacia formas artísticas alejándose cada vez más de la

ciencia? En Nietzsche encontramos la fuerza que supera la ciencia como

fundamento del entendimiento del mundo188. Del mundo que percibimos, del

mundo aparente, no podemos extraer verdad alguna por muy profunda que sea la

mirada científica con que se intente penetrar este mundo189. La ciencia histórica

busca y acumula las verdades de la humanidad a través del tiempo, y tal cosa

para Nietzsche es imposible en su rigurosidad. La visión y expresión de la vida y

de lo que en ella se ha vivido proviene de una fuerza-voluntad artística, la cual

entiende a la vida como arte, más allá de las certezas y verdades científicas. La

visión histórica se aproxima en Nietzsche hacia la visión artística del mundo, lejos

de la rigurosidad y determinación científica se abre la comprensión a través de las

perspectivas.

Para Nietzsche existe una ruptura entre la objetividad y la justicia histórica.

Mientras más se tienda hacia la objetividad mayor distanciamiento de la justicia se

consigue. Partimos entonces de la necesidad de entender la historia como una

perspectiva desde donde se observan los fenómenos del pasado. El hombre

moldea la historia desde el presente. La historia no sólo es una acumulación del

pasado que transita en el tiempo inamovible. La percepción que de la historia se

tenga depende del punto de vista desde donde se observe, desde donde se

187 Ibidem. p. 80. 188 Idem. Recordemos aquí lo que ya habíamos dicho referente a la interpretación que realiza Nietzsche sobre Heráclito (capítulo II, véanse las notas al pié desde la número 7 hasta la número 11, y las secciones correspondientes en el capítulo), donde toda creación del hombre se realiza bajo la necesidad que impera en el juego del artista, el cual crea y destruye inocentemente, contempla como el esteta la obra del cual, a su vez, forma parte. 189 Lantieri, Carlos. Filosofía y metafísica en Aurora de F. Nietzsche. Postgrado de filosofía. Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela. 2002. p. 75-84. Donde señala: “La verdad, que para la filosofía moderna es certeza, esto es, el carácter de aquello con lo que se puede contar, aquello sobre lo cual puede uno apoyarse está puesto en cuestión: la verdad en cuanto fijación de determinaciones, ya no es adecuada a lo ente en cuanto tal, al devenir; por lo tanto la verdad es error. La verdad en Nietzsche es cosa subordinada a aquel acontecimiento en el que se abren nuevas perspectivas, se crean nuevas posibilidades, tal acontecimiento es en Nietzsche, la vida como obra de arte.” p. 81.

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organice y reorganice el pasado en función del presente, desde donde se haga

comprensible y coherente aquello que pierde sentido al convertirse en pasado, es

por ello que Nietzsche plantea aquella premisa que la historia sirve a la vida,

negando su contrario190.

Con todo esto interpretamos que la finalidad de la historia no radica en la

objetividad de los hechos, tampoco se haya finalidad alguna en la experimentación

y demostración de lo histórico. Afincar los estudios históricos en el enfoque de un

principio y un fin arrebataría sentido a la historia. Para la segunda mitad del siglo

XIX, observamos, como nos ha mostrado Nietzsche a lo largo de la Segunda

Intempestiva, el exceso de experimentación entre las ciencias con el auge de la

demostración. Este carácter pretendía ser practicado en la historia, concibiéndola

como una ciencia natural. Nietzsche nos señala: “Si el valor de un drama no

residiese más que en la idea principal y en el tema final, el drama mismo no sería

más que un largo rodeo, un camino penoso y tortuoso para llegar al final.”191

Critica Nietzsche como se forza a los hombres del pasado a contestar una serie de

preguntas insidiosas sobre la crítica de la histórica192. Este exceso de crítica

histórica amenaza lo que verdaderamente debe prevalecer y ser asimilado como

estimulo para la vida, oscurece, enturbia el pasado destapando hechos

irrelevantes que no tienen nada que ver con la veracidad sino con el apetito de la

crítica destructiva. El apetito voraz por la objetividad en los estudios históricos,

solo consiguen envilecer lo pasado, juzgar equívocamente lo que no vive para

demostrar, así sea forzosamente, que lo grande “es” o “no-es” tan grande como

conviene que sea. Nietzsche envía desde su tiempo, según entendemos, una

premisa: cuidado con los historiadores y la voracidad objetiva, que dista de la

objetividad y envilece el pasado.

190 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 77-78. 191 Ibidem. p. 78. 192 Ibidem. p. 79.

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“Todo lo que vive tiene la necesidad de rodearse de una

atmósfera, de una aureola misteriosa. (...) Hoy se tiene

horror a la madurez, porque se hace más caso de la historia

que de la vida. Es más, nos gloriamos de que la ciencia

comience a reinar sobre la vida.” 193

Una vida así es menos vida que la de otro tiempo, que no estaba regida por el

saber sino por el instinto. Notamos aquí la posición vitalista de Nietzsche, donde

prevalece la voluntad del hombre sobre el entendimiento.

4.8 El modelo utilitarista

Nietzsche observa como el espíritu utilitarista de la modernidad comienza a

establecer un modelo sobre la sociedad, donde los hombres no deben alcanzar

madurez individual sino deben ser educados para adecuarse y trabajar para la

labor de su tiempo194. El hombre sólo es necesario en cuanto su utilidad, en

cuanto a su fuerza de trabajo, por consiguiente, alcanzar la madurez intelectual

substraería la fuerza laboral tan necesaria, por ende la homogenización de los

modelos sociales en cuanto a un canon productivo, la gran fábrica de las utilidades

como Nietzsche le llama195.

Nietzsche critica la historia como medio para educar a los jóvenes hacia un

modelo utilitario desconcertante196. Desde muy jóvenes se les aplica una gran

carga de conocimientos históricos, que permanecen indigestos en su interior, al

igual que a los hombres se les pasea por conferencias, museos y conciertos, todo

plagado del ambiente histórico sistematizado que da la ilusión de orden, pero, esta

cultura histórica solo consigue arrebatar el asombro y trastornar la creatividad,

dejando tan solo un estado de embotamiento. Si Nietzsche se asombra de aquel

193 Idem. 194 Ibidem. p. 82. 195 Ibidem. p. 83. 196 Ibidem. p. 82.

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bombardeo de información de su época, se escandalizaría aun más si hubiese

podido ver el estado en que ese proceso de manipulación y traspaso de

información ha alcanzado en nuestra contemporaneidad.

“Algunos pájaros se les deja ciegos para que canten mejor:

yo no creo que los hombres de hoy canten mejor que sus

antepasados, pero lo que sí sé es que se les deja ciegos

muy jóvenes. Y el medio menos infame que se emplea para

dejarlos ciegos es una luz muy intensa, demasiado

repentina y demasiado oscilante.” 197

Además, Nietzsche observa un efecto que la proliferación de información acarrea:

el hastío198. Tantas opciones, tanta información, datos, tendencias e ideas, que al

final el espíritu creativo se ve opacado al igual que la voluntad de creer en alguna

cosa determinada. Aquí observamos como Nietzsche entiende la necesidad del

“olvido”, para aliviar este proceso abrumador y agobiante. La vida moderna se

convertía entonces en lo que hoy es, arrastrada por la avalancha de información y

tendencias, ilusiones y ficciones en cadena, el desconcierto del individuo envuelto

en la gran masa que lo absorbe. Nietzsche insiste constantemente en señalar

como extremos al hombre de la antigüedad griega y al hombre moderno, así como

lo hace en este fragmento de su Segunda Intempestiva donde ataca lo nocivo del

contrasentido histórico de su época y el daño que se le imprime a la juventud:

“No; tal inundación histórica, embrutecedora y violenta, no

es ciertamente indispensable a la juventud, como lo

demuestra el ejemplo de los antiguos; más bien es un

peligro, y un peligro de los más graves, como lo demuestra 197 Idem. 198 Ibidem. p 91. Donde Nietzsche señala: “¡Travieso más que todos los traviesos, tú expresas el deseo de la humanidad actual! Pero sabes igualmente qué espectro encontramos al final de esta edad viril de la humanidad: el hastío. A la vista está que todo va mal, pero en el porvenir todo irá peor; evidentemente el anticristo extiende cada vez más su influencia; pero es preciso que sea así, es preciso que todo esto suceda, pues, con todo esto, nos encontramos en el mejor camino para el hastío de toda existencia.” A lo que preguntamos sin otorgar respuesta: ¿Nos llevará ese hastió hacia la nausea, quizá hacia la nada?

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el ejemplo de los modernos. (...) Creedme: cuando se quiere

que los hombres trabajen y se hagan útiles en la fábrica de

la ciencia antes de haber alcanzado su madurez, se arruina

a la ciencia en poco tiempo, así como se arruina a los

esclavos empleados prematuramente en esta fábrica. (...) La

honesta medianía se hace cada vez más mediocre; la

ciencia, desde el punto de vista económico, cada vez más

utilitaria. (...) Cread vosotros mismos la concepción del

pueblo, nunca podréis imaginarlo bastante alto y bastante

noble. Si tuvieseis una alta idea del pueblo, tendríais

también piedad de él y os guardaríais de ofrecerle vuestra

mixtura histórica como un brebaje de vida.” 199

4.9 “Memento morí” versus “Memento vivere”

Nietzsche, ya desde muy temprano, alza una crítica frente al cristianismo de su

época, el cual ve infecto del ambiente historicista, degenerándolo hasta convertirlo

en una vulgar “ciencia sobre el cristianismo”200, perdiendo su esencia vital

arrebatada por lo que “fue” la creencia, en lugar de prevalecer lo que es como

sentimiento religioso o fe viva.

Nietzsche considera que la creencia medieval en el “fin de los tiempos” se halla

inmersa dentro de la cultura histórica201. “El fin de los tiempos” conlleva la

necesidad de justicia que recae sobre las acciones del hombre, tanto pasadas

como presentes. Es una visión negativa que predica el fin próximo de todo lo que

existe, basándose en profecías bíblicas exacerbadas con profundo pesimismo

típico en la edad media. Considera a los hombres de su época como los últimos

de la existencia, y su tiempo como la culminación de la historia.

199 Ibidem. p. 82-83. 200 Ibidem. p. 85. También en: p. 81-82. 201 Idem.

Page 94: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

“Una religión que, de todas las horas de la vida humana,

considera la última como la más importante, que predice un

fin a toda existencia terrestre en general y condena a todos

los seres vivos a vivir en el quinto acto de la tragedia, tal

religión conmueve ciertamente las fuerzas más nobles y

más profundas, pero se muestra hostil contra todo ensayo

de plantación nueva, contra toda tentativa a andar, contra

toda libre aspiración; le repugna lanzarse a lo desconocido,

porque no encuentra qué amar ni qué esperar.” 202

Nietzsche observa el retorno a la edad media en las creencias filosóficas y

religiosas de su tiempo. Lo afirma señalando que, en su profundidad, están

ancladas a lo que él denomina “memento mori”203, un punto muerto donde no tiene

sentido el dejar vivir porque el fin del tiempo o fin de la existencia se aproxima.

Esta tendencia se aferra al pasado, a lo que ya no tiene vida como tal, e impide

cualquier tipo de cambio. Nietzsche observa como este aspecto del cristianismo

sobrevive dentro de la cultura histórica de su época, ejerciendo el “memento mori”

en contra del “memento vivere”, siendo este último el momento de la vida, de la

regeneración y del cambio. El “memento mori” es una convicción que afirma el

contra-valor escéptico de creer en el pasado, porque el presente agoniza, y el

futuro no tiene posibilidad alguna de existencia.

No nos parece extraña esta hipótesis de Nietzsche al afirmar que algún

pensamiento o doctrina del cristianismo permanezca dentro de la cultura moderna,

a pesar del proceso histórico que desde el siglo XVIII produjo la consecuente

desacralización de la historia en Europa. Recordemos que la linealidad del

“progreso moderno” es en extremo similar a la concepción de la religión católica

del tiempo, donde, desde una génesis divina, deviene la humanidad y su historia,

202 Ibidem. p. 85. 203 Idem. El término memento proviene del latín, y hace alusión a cualquiera de las dos partes del canon de la misa, en que se hace memoria de los fieles vivos y muertos. En un significado más profundo hace referencia al detenerse a discutir y estudiar con atención algo de interés.

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hasta alcanzar un fin escatológico, un retorno a la divinidad.204 La linealidad de la

historia fundamenta el sentido del progreso moderno, donde, desde una génesis o

descubrimiento de la razón que impulsa la técnica, se alcanza el desarrollo

progresivo que se perfecciona constantemente, el cual posee la firme creencia de

una finalidad, donde el futuro siempre será mejor que el presente. Este fin no es

de manera escatológico, no significa un retorno a la divinidad, sino una realización

terrena, alcanzar el perfeccionamiento a través del progreso de la humanidad.

Nietzsche propone como reminiscencia del pasado cristiano de la edad media el

“Memento mori”, como telón de fondo de la cultura histórica. Éste telón de fondo

hace a sus contemporáneos padecer de la estática pasividad y el constante

retorno al pasado. Contra esta enfermedad histórica Nietzsche observa la

necesidad de “el olvido”, la necesaria introducción del sentido no-histórico, que no

es otro que el “Memento vivere”, la voluntaria presencia sobre la vida que se nos

muestra.

Nietzsche considera que el análisis exhaustivo de los hechos hace perder el

verdadero efecto que puedan haber generado. El efecto de un hecho es

substituido por el conocimiento del hecho, considerando este “conocimiento de”

como la verdad aprensible. Este análisis histórico que forza el conocimiento de los

hechos como verdades atadas en una línea causal, produce el extravió del

verdadero efecto del hecho, constituyéndose una ilusión donde va a alojarse la

creencia tan inestable y efímera como la ilusión que la sustenta. Nietzsche

propone entonces, el dominio de la historia entendido como cultura histórica, como

una “teología disfrazada”, siempre anclada a un mito o una ilusión fundamentada

por la creencia entendida como fe, que genera el constante retornar al pasado, o

mejor dicho: a lo que se cree del pasado para justificar o comprender lo presente.

204 Así lo señala Karl Löwith en su obra El Sentido de la Historia, en el capítulo dedicado a la historia del progreso moderno desde el siglo XVIII con Voltaire, donde expresa, después de comparar el progreso moderno y la influencia sobre este que ejerció la religión católica: “...la irreligión del progreso es todavía una especie de religión, derivada de la fe cristiana en una meta futura, aunque sustituyendo un echaton indefinido e inmanente por uno definido y trascendente.” Löwith, Karl. El sentido de la historia. Aguilar. Madrid, 1958. p. 165

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“Sobre este dominio vivimos aún en plena Edad Media, la

historia es siempre una teología disfrazada. Y la veneración

que el indocto rinde al sabio es también una herencia de la

veneración que rendía al clero. Lo que en otro tiempo se

daba a la iglesia se da hoy, si bien con algo de parsimonia,

a la ciencia.”205

Si posamos nuestra atención detenidamente sobre el siglo XIX alemán,

observaremos la creencia que muestra a la historia como la miseria de los

pueblos. La historia era percibida bajo un sentido negativo, el cual Nietzsche lo

denomina “Memento Mori”, no sólo por su relación con la visión cristiana del fin de

los tiempos expuesta anteriormente, sino por la negación de la vida que hallamos

consecuentemente dentro de la visión de la historia. Podemos precisar esta visión

negativa de la historia, la historia como un conjunto sucesivo de oprobio y miseria,

en Hegel, Goethe206, Schiller207, en ocasiones en Burckhardt.

En las Lecciones sobre filosofía de la historia de Hegel, tenemos un claro ejemplo

de esta visión negativa cuando propone:

“La contemplación objetiva de las desgracias que han

experimentado las más nobles naciones y comunidades, así

como también las virtudes privadas más excelsas, resulta,

sin exageración retórica, un cuadro de lo más pavoroso, que

suscita emociones de las más profundas y desesperanzada

tristeza, no compensadas con resultado confortador alguno.

Viéndolo, nos torturamos mentalmente, sin más defensa ni

escape que las consideraciones de que lo sucedido no

205 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 85. 206 Goethe, Johann: poeta alemán (1749-1832), considerado como uno de los escritores más reconocidos de Alemania y a nivel universal. Su romántica literatura danza entre los poemas, las novelas, los dramas, y una especial obra filosófica-poética titulada: Fausto. 207 Schiller, Friedrich: escritor alemán (1759-1805), autor de diversos textos históricos de corte dramático.

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podría haber ocurrido en otra forma; que constituye una

fatalidad que ninguna intervención podría haber alterado.”208

De igual manera Goethe dijo al historiador Luden lo siguiente:

“Aun en el caso de que pudiera usted interpretar e investigar

todas las fuentes, ¿qué es lo que usted encontraría? Nada,

sino una gran verdad que ha sido descubierta hace tiempo,

y para cuya conformidad no es necesario ir muy lejos: que

en todos los tiempos y lugares las cosas han sido

miserables. Los hombres han estado siempre dominados

por el miedo y por la zozobra, y se han producido dolor y

torturas mutuamente; la corta vida de que dispusieron se la

hicieron amarga al vecino. No gozaron ni estimaron la

belleza del mundo y la dulzura de la existencia que aquella

belleza les ofrecía. La vida fue cómoda y alegre sólo para

algunos pocos de entre ellos. Después de haber vivido, la

mayoría preferiría abandonarla, antes de comenzar de

nuevo. Lo que quizá les proporcionó o les proporciona cierto

grado de apego a la vida, fue y es el temor a la muerte. Así

es la vida; así ha sido siempre, y así siempre será. Esto es

al menos el sino del hombre. ¿Qué otro testimonio se

necesita?”209

Hasta el mismo Burckhardt nos dice:

“Lo que es dado a observar a uno en conjunto es una vista

tremenda de ríos y arroyos que, con natural necesidad, se

precipitan juntamente en alturas y valles, originan, en

208 Hegel, Wilhelm Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Revista de Occidente. Madrid, 1946-53. p. 21. 209 F. von Vierdermann (Ed.). Goethes Gespräche, Gesamtaugabe. Leipzig, 1909. p. 434.

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definitiva, el desbordamiento de un gran río y una

inundación en que perece igualmente aquellos que la

habían previsto que aquellos que no tenían ni la más remota

idea de ello. En este tremendo proceso empírico no se

contempla sino la Naturaleza; nada en verdad de lo que con

tanto placer, nosotros, los filósofos llamaríamos libertad.” 210

No es arbitraria esta selección de autores, dos de ellos, Goethe y Burckhardt, son

del agrado, por así decirlo, de Nietzsche; los otros dos, Schiller y Hegel, son

personajes constantemente criticados por éste en la Segunda Intempestiva211..

4.10 La crítica al idealismo hegeliano

Otra de las críticas que Nietzsche realiza a los historiadores y filósofos de su

época es el enfoque en extremo general que se le otorgaba a la historia,

careciendo de enseñanza verdadera alguna, ataban eslabones entre

generalidades para así desarrollar una historia de carácter universal212.

Para Hegel la historia es la historia del espíritu, el cual, en cada una de sus

estadios va perfeccionándose. El Espíritu del pueblo se manifiesta en diversas

épocas sobre diversos pueblos, en el caso del siglo XIX, esté espíritu que avanza

a la perfección reside en el pueblo alemán. El espíritu, manifiesto en la razón, es

la esencia que guía la historia del hombre hacia un fin último: la perfección.213

Con Hegel la historia toma un carácter universal. Es la historia de la humanidad la

que es conducida por la providencia hacia un fin último. Nietzsche propone este

210 Carta sobre Napoleón dirigida a Schiller en 9 de marzo de 1802.

211 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. Hace referencia a Schiller en p. 77-78. Y a Hegel en 87-88. 212 Ibidem. p. 86. 213 Hegel, Wilhelm Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Revista de Occidente. Madrid, 1946-53. p. 25-26/47-50/103.

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proceso universal de la historia y su divinización providencial, como una de los

más fuertes peligros que ha vivido la sociedad alemana del siglo XIX.214

Nietzsche ataca en su Intempestiva la universalización, la homogenización de la

historia de la humanidad, donde el alemán de su época considera, bajo esta

creencia, que su época plagada en contrasentidos es el resultado del proceso

universal, habitando en un estado más elevado.

Nietzsche acusa a Hegel como el precursor de la enfermedad histórica, quien con

su doctrina idealista ha arrebatado la confianza en la vida presente, en detrimento

de la idolatría de los hechos del pasado. La verdadera esencia de la vida se

encuentra para Nietzsche en la lucha del hombre con su época, no en la

implantación de la divina providencia bajo el nombre del poder de la razón, que

somete todo actuar bajo la imperiosa necesidad de los hechos históricos215. La

historia se conforma como la teología o la mitología de los hechos216, una

mitología abrumadora que impregna la vida con su espíritu, y obliga al hombre a

cargar no sólo con la gran carga opresora del pasado, sino además, con el

retrogrado vuelco a la visión religiosa de la vida, un retorno al brillo encegecedor

de la fe en la providencia divina, disfrazada ahora con la mascara de la razón217.

De Hegel extraemos: “Nuestra lucha intelectual tiene por

objeto la realización de la convicción de que lo que la eterna

sabiduría se propuso es realmente efectuado en el dominio

del espíritu activo, existente no menos que en el de la

Naturaleza. Nuestro modo de tratar el tema es, en este

aspecto, una teodicea, una injustificación de los caminos de

Dios, para que el mal sobre la tierra pueda ser penetrado y

el espíritu pensante se avenga con el hecho de la existencia

214 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 87. 215 Idem. 216 Idem. 217 Ibidem. p. 87-89.

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de aquél. De hecho, en ninguna parte es requerida más

apremiantemente tal perspectiva armonizadora que en la

historia universal.”218

A lo que Nietzsche respondería a través de la Segunda Intempestiva:

“Por mofa, se ha llamado a esta interpretación de la historia

la marcha de Dios sobre la tierra, el cual Dios, por lo demás,

es una mera creación de la historia. Este Dios de los

historiadores no ha llegado a una clara comprensión de sí

mismo sino en los límites que trazan los cerebros

hegelianos; ya se ha elevado por todos los grados de su ser

posible, desde el punto de vista dialéctico, hasta esta

autorrevelación: de suerte que, para Hegel, el punto

culminante y el punto final del proceso universal coincidiría

con su propia existencia berlinesa.”219

4.11 La Historia de las masas

Otro ataque que realiza Nietzsche en su Segunda Intempestiva, va dirigida a la

elaboración, por parte de los adoradores de los hechos históricos, de una historia

para las masas, construida con el fin de su distribución y fácil entendimiento entre

el vulgo, sin importar cuanto se falsifique o mutile el pasado220.

Otro sentido que otorga Nietzsche a la historia de las masas es: que todos los

hechos históricos de importancia son aquellos causados por la masa, del cual son

ejemplo sus grandes hombres. En la masificación de la historia, sólo son objeto de

estudio aquellos procesos de masa, mera confusión entre cantidad y cualidad221.

218 Hegel. Lecciones sobre la historia universal. Ob. cit. p. 16.

219 Nietzsche, F. Segunda Intempestiva. Ob. cit. p. 87. 220 Ibidem. p. 92. 221 Ibidem. p. 93

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“…Nos encontramos ciertamente en un momento de gran

peligro: los hombres parecen dispuestos a descubrir que el

egoísmo de los individuos, de los grupos y de las masas ha

sido, en todo tiempo, la palanca de los movimientos

históricos. (...) Las masas no me parece que merecen

atención más que desde tres puntos de vista. En primer

lugar, son copias difusas de los grandes hombres,

ejecutadas sobre mal papel y con clisés usados; luego, son

la resistencia que encuentran los grandes, y, por último, son

los instrumentos en la mano de los grandes.”222

La nueva fe que promulga la intelectualidad de su época (Hartmann223, Schiller,

Strauss, entre muchos otros) es el egoísmo. Egoísmo ante los hechos del pasado,

ya que sólo son historia los que sean útiles al egoísmo de los sabios; a los demás,

a la masa, sólo se les concede la imitación de esquemas.

4.12 Crítica a la educación de la juventud

Consideramos finalmente a la Segunda Intempestiva como ditirambo a la juventud,

como un canto de gloria al poder de engendrar ideas novedosas, de producir

cambios en contra de la estaticidad de modelos del pasado envejecidos por el

tiempo. La Segunda Intempestiva va dirigida especialmente a los jóvenes

estudiantes de las universidades, aquellos que se ven envueltos prematuramente

en la atmósfera de la esterilidad de la cultura histórica.

“Se fomentan y se utilizan deliberadamente las orgías del

sentido histórico de que sufren los tiempos presentes. Y, lo

que es más grave, se utiliza contra la juventud, para educar

222 Idem. 223 Hartmann, Eduard: Filósofo alemán (1842-1906), autor de la filosofía de lo inconsciente.

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a ésta en esa madurez del egoísmo a que se tiende por

todas partes, se utiliza para quebrantar la repugnancia

natural de la juventud por una explicación luminosa, es

decir, científico-mágica, de este egoísmo, a la vez viril y

pueril. ¡Demasiado se sabe de lo que es capaz la historia

cuando se le da una cierta preponderancia! Extirpa los

instintos más violentos de la juventud, el arrebato, el espíritu

de independencia, el olvido de sí mismo, la pasión;

atempera el ardor de su sentimiento de justicia; ahoga o

sofoca el deseo de llegar lentamente a la madurez por el

deseo contrario de estar pronto dispuesto, de ser útil, de ser

pronto fecundo; corroe, con el veneno de la duda, la

sinceridad y la audacia del sentimiento. Sí; llega a frustrar la

juventud en sus más bellos fueros, a quitarle la fuerza de

aceptar una gran idea en un arrebato de fe desbordante, de

hacer que en el fondo de ella misma nazca otra idea más

grande aún.”224

Los excesos de estudios históricos trastornan la perspectiva del hombre

haciéndole girar sobre un eje diseñado con fin utilitario, alejándole del sentido no-

histórico, que no debe entenderse como un rechazo jovial al pasado, sino como el

momento de vida capaz de generar cambios dentro de una estructura inmóvil y

cerrada como la cultura histórica del siglo XIX, donde el hombre se retrotrae hacia

sí mismo, se encierra en su egoísmo, y todo lo que en el queda es la interioridad

histórico-cultural como carga indigesta. Contradicción máxima expresada en el

abandono individual de la personalidad en favor del proceso universal.

Para Nietzsche estuvo clara la visión de su época: la cultura como ciencia de la

cultura, la historia como una teología de la historia. El objetivo de la educación es

224Ibidem. p. 95.

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el hombre que vive fuera de la vida para observarla y estudiarla, resultando tan

sólo un filisteo cultivado, el filisteo histórico.225 A lo que responde Nietzsche:

“Ostentemos las huellas de los males que afligen al hombre

moderno a consecuencia del abuso de los estudios

históricos, y este estudio, con su crítica inmoderada, con el

verdor de su humanidad, con sus saltos frecuentes de la

ironía al cinismo, del orgullo al escepticismo, delata

perfectamente, no quiero ocultarlo, el cuño moderno, del

carácter de una personalidad débil. Y sin embargo, tengo

confianza en la juventud, y creo que aquel poder me ha

dirigido bien lanzándome ahora a escribir una protesta

contra la educación que se da la juventud ahora. Al

Protestar, exijo que el hombre aprenda, ante todo, a vivir y

que no utilice la historia más que para ponerla al servicio de

la vida, una vez conocida ésta.”226

El hombre moderno fue capaz de decir: “cogito, ergo sum”227; pero nunca de

entender: “vivo, ergo cogito”228. He aquí, para Nietzsche, el sentido de la historia

vitalista. “Mi sensación primitiva me demuestra solamente que yo soy un ser

pensante, pero no que soy un ser viviente, que no soy un animal, sino, todo lo

más, un cogital. ¡Dadme primero la vida, y yo os daré una cultura!”229

225 Ibidem. p. 97. 226 Idem. 227 Pienso luego soy, fundamento de la filosofía de Descartes, el cual señala que lo único de lo cual no se puede llegar a dudar es del pensar mismo. 228 Ibidem. p. 98. Sea esta la pieza fundamental del pensamiento filosófico de Nietzsche. 229 Ibidem. p .98.

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EL SENTIDO DE LA HISTORIA EN LA SEGUNDA INTEMPESTIVA

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El sentido de la historia en la Segunda Intempestiva

Conclusión

Nuestra labor nos ha llevado a desglosar cuidadosamente la Segunda

Intempestiva, otorgándonos los fundamentos necesarios para alcanzar el objetivo

específico de nuestra labor: precisar el sentido de la historia a través de esta

particular obra. Si bien nuestra labor ha mostrando los temas que ésta contiene a

través de un orden sistemático, debemos precisar el sentido de la obra en su

totalidad.

El tema que yace oculto bajo la crítica a la cultura histórica y la necesidad de impulsar un movimiento reformador de la cultura es, precisamente: la historicidad del hombre. El trasfondo de la obra nos muestra un carácter que

trasciende al hombre, expresado en el planteamiento de la temporalidad como

fondo del mundo donde el hombre se ve inmiscuido en el juego del devenir. En la

Segunda Intempestiva observamos que el tiempo no es tan sólo una abstracción

del movimiento percibida por el hombre, forma parte del mundo como expresión

de la movilidad indetenible, el flujo constante del devenir donde el hombre transita

y desarrolla su potencial cultural, su fuerza-vital-creativa de forma artística. Con

todo esto se hace patente el carácter metafísico que Nietzsche imprime a sus

obras en la época de las Intempestivas.

Advertimos en la obra que para el hombre lo único que permanece es el

movimiento, y para que éste permanezca no puede ser concebido bajo una

linealidad, sino bajo incesantes revoluciones cíclicas. Aquí vemos plateado, como

trasfondo de la obra, un esbozo de la teoría, posteriormente desarrollada por el

autor, del conocido Eterno Retorno, el cual nos remite directamente al

pensamiento de Heráclito, del cual Nietzsche participa, pero desde la perspectiva

de su circunstancia. Entendemos que el sentido de las cuestiones fundamentales

de la humanidad, como la historia y la cultura, parten en esta época de Nietzsche

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desde una interpretación directamente vinculada con la filosofía griega, de allí su

concepción ontológica del mundo como un juego de clara influencia heraclítea: el

juego inocente de artista ante el devenir eterno.

Sin embargo, encontramos en esta forma de interpretar su circunstancia en

relación a la antigüedad griega, una necesidad de recatar ciertos valores de los

cuales el hombre se deslindó desde la ruptura propuesta por Nietzsche entre la

época trágica griega, donde lo apolíneo y lo dionisiaco se hallan en fraternal

alianza, y el nacimiento del socratismo, donde los valores se trasforman

radicalmente yendo desde la intuición artística hacia la construcción conceptual,

de la aceptación del mundo fuera de parámetros morales y temporalmente

sistematizados hacia la construcción de un aparato moral, donde el bien y el mal

cobran un sentido preciso a pesar de sus constantes fluctuaciones, y el hombre

reconoce su historia en la conformación del sistema histórico fundamentado en

supuestas verdades congruentes que se develan a través del tiempo.

Justo en la época que sirve de marco a la creación de la Segunda Intempestiva,

Nietzsche, en El origen de la tragedia, distingue dos principios fundamentales: lo

apolíneo, que representa la serenidad y claridad ante el mundo, la medida y el

racionalismo, es la imagen clásica de Grecia; y lo dionisiaco, como lo impulsivo, lo

excesivo y desbordante, la afirmación de la vida, el erotismo como culminación de

este afán de vivir, un constante y firme decir sí a la vida a pesar de todo el

sufrimiento y las contrariedades. Nietzsche coloca a la voluntad en el centro de su

pensamiento como impulso ante la vida, aquello que otorga el dinamismo

consecuente a la movilidad permanente del mundo.

Estas cuestiones fundamentales tienen su reflejo en la concepción de la

historicidad del hombre en la Segunda Intempestiva, donde el tiempo es la forma

que yace en el fondo del mundo como el juego dionisíaco del devenir. De aquí

parte la visión de la historia para Nietzsche, desde un punto de vista que afirma la

voluntad de vivir el presente por encima de la negación de la vida representada en

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el idealismo. De igual manera surge la necesidad de reformar la cultura, que para

su época yace sumida en el más agudo contrasentido: el historicismo o cultura

histórica; y aquí entra precisamente en juego el hombre capaz de percibir al

mundo tal cual es, entendido en la personalidad del filósofo como primordial

agente reformador de la cultura, a través de su visión que profundiza en el

trasfondo del mundo que habita y en el cual interviene.

Esa visión nos muestra el sentido que posee la historia para Nietzsche: la historia vitalista, de la cual el hombre se sirve como instrumento mediante el cual se apodera del pasado necesario para entender y construir la vida presente. Este sentido vitalista subordina la historia bajo el dominio de la vida, el

principio fundamental donde todo lo posterior va a construirse. Y esta vida muestra

su momento preciso en el presente inmediato del hombre, el cual lo valora en la

amplitud de su circunstancia como límite temporal. Dentro de este presente existe

una fuerza que moviliza la vida del hombre hasta niveles tan abstractos como la

cultura, que transita con y por el hombre en la temporalidad, esta fuerza es la

voluntad, que sólo tiene vigencia dentro del presente circunstancial.

De esta manera entendemos la necesidad que tiene el hombre de limitar su

sentido histórico, así Nietzsche propone el olvido, no como negación de la

conciencia histórica, sino como limitante y alivio de la carga innecesaria que

representa el exceso del sentido histórico en el hombre, el cual se fundamenta en

una ficción de lineal coherencia como si fuesen verdades irrebatibles. Como es

imposible verificar estas verdades, al igual que es imposible contener un absoluto

del pasado en la historia, el olvido marca una limitante a la necesidad de

apoderarse del pasado, tan sólo es posible y permitido aquello que sirva a la vida.

En Nietzsche apreciamos la valoración del sentido histórico como aquello que nos

permite entendernos e identificarnos a través de la movilidad que abstraemos

como historia, y a su vez, valora la necesidad del hombre ante lo no-histórico o

ahistórico, aquello que sin negar el devenir otorga preponderancia a la vida que se

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desarrolla en el presente circunstancial valiéndose de su fuerza motriz: la

voluntad. Lo histórico y lo no-histórico deben ser conciliados por el hombre:

conciliando lo pasado y lo presente, la historia con la vida.

La historia se nos muestra como la historia de las perspectivas, ya que

aquello que se sirve de la historia lo hace de forma limitada, y aquellos

conocimientos históricos que a una época sirven para construir o justificar su

desarrollo, no servirán de igual manera en otras épocas ubicadas en diferentes

perspectivas. Recordemos que la historia para Nietzsche es un instrumento

limitado al servicio del hombre, no posee un alcance que abarque orden universal

alguno. La historia como perspectiva nos muestra las características propias de

esta disciplina o arte de la representación: muestra los objetos según la forma y

disposición con que aparecen a la vista del observador, incluyendo los puntos de

fuga que toda perspectiva presenta, donde la visión se ve limitada al concentrar su

interés en un “objeto” determinado. Depende también de la magnitud de aquello

que se quiera representar; de la posición del observador o punto de vista, donde

de la proximidad y situación relativa al objeto dependen su forma aparente como la

condición de nitidez de sus características; y además, también hay que tomar en

cuenta el plano o circunstancia donde se desee representar el “objeto”. Pero

ciertamente la gran dificultad radica en que la historia, a pesar de la objetividad del

observador, no es del todo un objeto, como ya hemos señalado en el capítulo IV.

En Nietzsche entendemos que la conciencia histórica es un instrumento que

cumple una función social, más no es estrictamente necesaria para la acción

inmediata del individuo. El hombre puede pensar, sentir, querer y recordar, sin

necesidad de hacer acto conciente de ello.230 Sin embargo la conciencia cumple

cierto rol de importancia a pesar de la superfluidad que Nietzsche le otorga: la

conciencia cumple principalmente una función comunicativa entre las relaciones

sociales humanas. Aquí observamos que Nietzsche considera al hombre no sólo

230 Nietzsche, Friedrich La gaya ciencia. Monte Ávila. Caracas, 1990. Parágrafo 354. p. 217.

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como un “animal social”, dependiente de sus interacciones sociales, sino que

otorga especial importancia a su potencialidad como individuo para desenvolverse

ante la vida.

Si observamos el problema de la conciencia histórica bajo esta forma antes

expuesta, podemos obtener una simple justificación para su concepción de la

historia como perspectiva, donde el hombre necesita de esta conciencia

estrictamente para una función utilitaria fundamentada en la comunicación.

Nietzsche considera que la necesidad de comunicación entre los hombres ha

desembocado en excesos, percibiendo como álgido momento de estos la cultura

histórica de la época de Las Intempestivas.

En su obra la La gaya ciencia nos dice: “...la conciencia, en

general, sólo se ha desarrollado en relación con el grado de su

utilidad. La conciencia es, propiamente, sólo una red de

conexiones entre el hombre y el hombre – sólo en cuanto tal ha

tenido que desarrollarse.”231

La conciencia se ha desarrollado en vista de esta necesidad imperiosa de

comunicación del hombre, de saber y comprenderse a sí mismo dentro de un

referencial fondo social que se mueve en el tiempo, especialmente en cuanto a

ese polo justificativo de lo humano que representa su animalidad, el cual al ser

amenazado por el peligro necesita ayuda y protección, recurriendo a sus

semejantes. La conciencia se le muestra al hombre, para ser más claros y eliminar

otro tipo de interpretación, directamente como un estar-conciente-de-sí-mismo.

Avanzando sobre el mismo aforismo de La gaya ciencia antes

citado encontramos: “La conciencia no pertenece propiamente

a la existencia individual del hombre, sino más bien a lo que en

él es naturaleza comunitaria y de rebaño; que, como se

231 Idem.

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desprende de allí, sólo se desarrolla sutilmente en relación con

la utilidad de la comunicación y del rebaño, (...) y aun cuando

se disponga de la mayor voluntad, siempre traerá a la

conciencia sólo lo que en sí-mismo es no-individual.”232

El perspectivismo que nos anuncia Nietzsche cobra aquí un sentido aun más

profundo: todo aquello que se entiende como conciencia es algo general, signo,

reflejo distorsionado, superficialidad, falsificación. Entonces la conciencia histórica,

si bien es útil para el hombre, sólo es una creencia transformable que varía a

través del tiempo, sin sustentarse en verdad permanente alguna.

La historia que observa Nietzsche no posee verdad alguna (sin embargo suele

presentarse constantemente como verdad irrefutable), y hasta observó la intención

de erguirla como ciencia, la más alta y determinante de las ciencias. Pero, entendemos en Nietzsche, que la necesidad de servirse de la historia es directamente proporcional a la circunstancia desde donde se observe.

Si bien la historia se constituye como un sistema ilusorio, el cual no reposa en

verdades sino en puntos de vista referenciales valiéndose de diversas certezas

entendidas como hechos históricos, dicho sistema, aun carente de verdad, le es

útil al hombre. Si en Nietzsche la verdad no es alcanzable por el hombre, ya sea

por su inexistencia o por su calidad ilusoria como ficción lógica, reconoce en la

verdad, o en la idea de verdad, un error necesario para conservar la especie... un

medio utilitario para desenvolverse ante la vida.

En años posteriores a la época de las Intempestivas, Nietzsche escribe en Más

allá del bien y del mal haciendo referencia a las ficciones lógicas y señalando casi

directamente a Kant y a Platón:

232 Idem.

Page 111: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

“La falsedad de un juicio no es para nosotros ya una objeción

contra el mismo; acaso sea en esto en lo que más extraño

suene nuestro nuevo lenguaje. La cuestión está en saber hasta

qué punto ese juicio favorece la vida, conserva la vida,

conserva la especie, quizá incluso selecciona la especie; y

nosotros estamos inclinados por principio a afirmar que los

juicios más falsos (de ellos forman parte los juicios sintéticos a

priori) son los más imprescindibles para nosotros, que el

hombre no podría vivir si no admitiese las ficciones lógicas, si

no midiese la realidad con la medida del mundo puramente

inventado de lo incondicionado, idéntico-a-sí-mismo, si no

falsease permanente el mundo mediante el número, - que

renunciar a los juicios falsos sería renunciar a la vida, negar la

vida. Admitir que la no-verdad es condición de la vida: esto

significa, desde luego, enfrentarse de modo peligroso a los

sentimientos de valor habituales; y una filosofía que osa hacer

esto se coloca, ya sólo con ello, más allá del bien y del mal.”233

Constantemente la historia realiza conexiones entre aquello que denomina como

hecho histórico, donde la importancia de este hecho es valorada más por su

impacto en la realidad aparente-vivida como certeza, que por la veracidad del

hecho como tal. Como crítica a la llamada cultura histórica, la cual se apoya en la

historia como ciencia fundamental para el entendimiento del mundo, Nietzsche

afirma que una ciencia que se funde en los hechos históricos, es de-por-sí: un

contrasentido. Si otorgamos a la ciencia un valor objetivo, el cual tienda a resolver

objetivamente sus problemas, al tomar el hecho histórico como fundamento de la

verdad se reduce toda afirmación objetiva al hecho de la objetividad, pero no a la

objetividad del hecho. Toda ciencia está vinculada a una condición histórica,

haciendo posible ubicar su nacimiento y desarrollo en relación al desenvolvimiento

temporal de la humanidad, pero las verdades teóricas de dichas ciencias no están

233 Nietzsche, Friedrich. Más allá del bien y del mal. Orbis. Madrid, 1983. p. 24.

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sujetas a condicionalidad histórica alguna, es decir, que la existencia de la ciencia

histórica sería imposible centrándose sobre condiciones fácticas. La acumulación

sistemática de hechos sólo produce un conglomerado ordenado de hechos, y esto

dista ampliamente de una verdadera ciencia. Nietzsche reniega de la verdad

objetiva del mundo, y especialmente si proviene del desarrollo empírico del

hombre.

Ya habiéndonos acercado al sentido de la historia pata Nietzsche, podemos

entender la necesidad de reformar una cultura fundamentada en la distorsión del

sentido vitalista de la historia, negando la visión vitalista del mundo que acepta y

preserva la vida. Entendemos de igual manera los puntos temáticos sobre los

cuales enfoca su crítica: el auge de la ciencia histórica, la antinomia cultural en el

hombre moderno, la crítica a los modelos idealistas y en especial, la

contraposición del “memento vivere” al “memento mori”. También podemos

comprender aquel factor de equilibrio que Nietzsche intenta rescatar como

contrapeso a los excesos del sentido histórico: el olvido, entendido como lo no-

histórico.

Finalmente sólo nos queda señalar que el estudio sobre el sentido de la historia en

Nietzsche se torna con mayor complejidad al avanzar sus años como filósofo y

escritor. Este trabajo de tesis sólo enfoca los inicios de la reflexión sobre el tema

de la historia en el pensamiento de Friedrich Nietzsche, esperamos que sirva

como fuente referencial para realizar estudios posteriores sobre este tema, que

abarquen la totalidad de su obra y de su vida.

FIN

Page 113: Universidad de Los Andes Facultad de Humanidades y Educación

Bibliografía

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www.uni-posdam.de/u/philosophie/texte/nietzsch/also.html

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www.nietzscheana.com.ar/index.html

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