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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN CARRERA DE PEDAGOGÍA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA EL ABSURDO EN LA OBRA CALÍGULA DE ALBERT CAMUS Informe final del proyecto de investigación, Área de Formación Profesional, presentado como requisito previo para la ejecución del proyecto, requisitos previos para la opción de la LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: MENCIÓN CIENCIAS DEL LENGUAJE Y LITERATURA. AUTOR: Luisa Carmita Chacaguasay Taco. TUTOR: Lcdo. Calixto Guamán Garcés, MSc. Quito, Septiembre de 2017

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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE FILOSOFÍA, LETRAS Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

CARRERA DE PEDAGOGÍA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA

EL ABSURDO EN LA OBRA CALÍGULA DE ALBERT CAMUS

Informe final del proyecto de investigación, Área de Formación Profesional, presentado

como requisito previo para la ejecución del proyecto, requisitos previos para la opción

de la LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN: MENCIÓN CIENCIAS

DEL LENGUAJE Y LITERATURA.

AUTOR: Luisa Carmita Chacaguasay Taco.

TUTOR: Lcdo. Calixto Guamán Garcés, MSc.

Quito, Septiembre de 2017

i

DEDICATORIA

A mis padres que me han dado la existencia; y en ella la capacidad para superarme y desear lo

mejor en cada paso por este difícil y arduo camino de la vida. Gracias por ser el pilar fundamental.

A mi novio, la mayor motivación en mi vida encaminada al éxito: fue el ingrediente perfecto para

poder lograr alcanzar esta dichosa y muy merecida victoria en la vida, el poder haber terminado

mi tesis con éxito, y disfrutar del privilegio de ser agradecida, ser grata con esa persona que se

preocupó por mí en cada momento y que siempre quiso lo mejor para mi porvenir.

La vida se encuentra plegada de retos, y uno de ellos es la Universidad. Tras verme dentro de ella,

me he dado cuenta que más allá de ser un reto, es una base, no sólo para mi desarrollo profesional,

sino para mejorar como mujer y ser humano.

.

ii

AGRADECIMIENTO

Quiero mostrar mi gratitud a mis maestros que en este andar por la vida, influyeron con sus

lecciones y experiencias en formarme y prepararme para los retos que pone la vida.

A todas aquellas personas que estuvieron presentes en la realización de esta meta, de este sueño

que es tan importante para mí. Agradecer todas sus ayudas, sus palabras motivadoras, sus

conocimientos, sus consejos y su dedicación.

Un agradecimiento muy especial al M.Sc. Calixto Guamán Garcés por guiarme en todo el trayecto

la elaboración de mi tesis, quien con su conocimiento y su guía fue una pieza clave para el

desarrollo de este trabajo.

.

.

iii

DERECHOS DE AUTORA

Yo, Luisa Carmita Chacaguasay Taco, en calidad de autora y titular de los derechos morales y

patrimoniales del trabajo de titulación titulado EL ABSURDO EN LA OBRA CALÍGULA DE

ALBERT CAMUS, modalidad PROYECTO DE INVESTIGACIÓN, de conformidad con el Art.

114 del CÓDIGO ORGÁNICO DE LA ECONOMÍA SOCIAL DE LOS CONOCIMIENTOS,

CREATIVIDAD E INNOVACIÓN, concedo a favor de la Universidad Central del Ecuador una

licencia gratuita, intransferible y no exclusiva para el uso no comercial de la obra, con fines

estrictamente académicos. Conservo a mi favor todos los derechos de autor sobre la obra,

establecidos en la normativa citada.

Así mismo, autorizo a la Universidad Central del Ecuador para que realice la digitalización y

publicación de este trabajo de titulación en el repositorio virtual, de conformidad a lo dispuesto

en el Art. 144 de la Ley Orgánica de Educación Superior.

El autor declara que la obra objeto de la presente autorización es original en su forma de expresión

y no infringe el derecho de autor de terceros, asumiendo la responsabilidad por cualquier

reclamación que pudiera presentarse por esta causa y liberando a la Universidad de toda

responsabilidad.

Firma: ________________________

Luisa Carmita Chacaguasay Taco

CC. 0603624115

Dirección electrónica: [email protected]

iv

APROBACIÓN DEL TUTOR DEL TRABAJO DE TITULACIÓN

Yo Calixto Guamán Garcés, en calidad de tutor del trabajo de titulación, modalidad PROYECTO

DE INVESTIGACIÓN, elaborado por por LUISA CARMITA CHACAGUASAY TACO; cuyo

título es: EL ABSURDO EN LA OBRA CALÍGULA DE ALBERT CAMUS, previo a la

obtención del Grado de LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN ; Mención:

Ciencias del Lenguaje y Literatura, consideró que el mismo reúne los requisitos y méritos

necesarios en el campo metodológico y epistemológico, para ser sometido a la evaluación por

parte del tribunal examinador que se designe, por lo que lo APRUEBO, a fin de que el trabajo sea

habilitado para continuar con el proceso de titulación determinado por la Universidad Central del

Ecuador.

En la ciudad de Quito, a los 11 días del mes de septiembre de 2017.

___________________________

M.Sc. Calixto Guamán Garcés

DOCENTE-TUTOR

CC. 1709738510

v

APROBACIÓN DE LA PRESENTACIÓN ORAL/TRIBUNAL

El tribunal constituido por: _______________________________________________________

_____________________________________________________________________________

_____________________________________________________________________________

Luego de receptar la presentación oral del trabajo de titulación previo a la obtención del título (o

grado académico) de LICENCIADA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN; Mención: Ciencias

del Lenguaje y Literatur, presentado por el la señorita: LUISA CARMITA CHACAGUASAY

TACO. Con el título: EL ABSURDO EN LA OBRA CALÍGULA DE ALBERT CAMUS

Emite el siguiente veredicto: (aprobado / reprobado) ___________________________________

Fecha: _______________________________

Para constancia de lo actuado firman:

Nombre y apellido Calificación Firma

Presidente _______________________ ___________ ____________

Vocal 1 _______________________ ___________ ____________

Vocal 2 _______________________ ___________ ____________

vi

TABLA DE CONTENIDOS

DEDICATORIA .............................................................................................................. I

AGRADECIMIENTO ................................................................................................... II

DERECHOS DE AUTORA ......................................................................................... III

APROBACIÓN DEL TUTOR DEL TRABAJO DE TITULACIÓN ...................... IV

APROBACIÓN DE LA PRESENTACIÓN ORAL/TRIBUNAL .............................. V

TABLA DE CONTENIDOS ........................................................................................ VI

RESUMEN .................................................................................................................... IX

ABSTRACT .................................................................................................................... X

INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 1

CAPÍTULO I .................................................................................................................. 3

EL PROBLEMA ............................................................................................................. 3

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA ..................................................................... 3

FORMULACIÓN DEL PROBLEMA .......................................................................... 5

PREGUNTAS DIRECTRICES ..................................................................................... 5

OBJETIVOS ................................................................................................................... 6

OBJETIVO GENERAL ................................................................................................. 6

OBJETIVOS ESPECÍFICOS ........................................................................................ 6

JUSTIFICACIÓN ........................................................................................................... 7

CAPÍTULO II ................................................................................................................. 8

vii

MARCO TEÓRICO ....................................................................................................... 8

ANTECEDENTES DEL PROBLEMA ........................................................................ 8

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA ............................................................................... 9

EL ABSURDO ................................................................................................................ 9

Filosófica ..................................................................................................................................................... 9

Histórica .................................................................................................................................................... 11

Representantes .......................................................................................................................................... 16

Literaria .................................................................................................................................................... 19

CALÍGULA DE ALBERT CAMUS ........................................................................... 23

Contextual ................................................................................................................................................. 23

Biografía .................................................................................................................................................... 29

Lectura de obras ....................................................................................................................................... 37

Novelística ................................................................................................................................................. 37

Teatro ........................................................................................................................................................ 41

Ensayística ................................................................................................................................................. 44

La tragedia del poder ............................................................................................................................... 49

FUNDAMENTACIÓN LEGAL .................................................................................. 54

CARACTERIZACIÓN DE VARIABLES ................................................................. 56

CAPÍTULO III ............................................................................................................. 58

METODOLOGÍA ......................................................................................................... 58

DISEÑO DE INVESTIGACIÓN ................................................................................ 58

OPERACIONALIZACIÓN DE VARIABLES .......................................................... 59

CAPÍTULO IV .............................................................................................................. 60

RESULTADOS ............................................................................................................. 60

viii

La representación de la tragedia existencial .......................................................................................... 60

Protagonista .............................................................................................................................................. 61

Pensamiento Absurdo .............................................................................................................................. 65

La rebeldía ................................................................................................................................................ 67

Conclusión ................................................................................................................................................. 71

CAPÍTULO V ............................................................................................................... 73

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES ......................................................... 73

CONCLUSIONES ........................................................................................................ 73

RECOMENDACIONES .............................................................................................. 75

CAPÍTULO VI .............................................................................................................. 76

LA PROPUESTA ......................................................................................................... 76

ENSAYO ACADÉMICO ............................................................................................. 76

Camus: convergencias y divergencias con el teatro del absurdo .......................................................... 76

Desarrollo .................................................................................................................................................. 77

Conclusión ................................................................................................................................................. 80

FUENTES ...................................................................................................................... 82

ix

TEMA: El absurdo en la obra Calígula de Albert Camus

RESUMEN

Este trabajo de investigación dilucida la proyección de la estética del absurdo en la obra Calígula

de Albert Camus. El absurdo es una categoría filosófica que desentraña la condición humana,

definiéndolo como un sinsentido: carencia de trascendencia que experimenta y vive el ser humano

cuando descubre la realidad inmanente de la muerte, a cuya realidad inextinguible nadie puede

eludir. De esta forma, este trabajo reconstruye la relación viva entre filosofía y literatura, que en

el caso de la obra del autor francés supone un enfrentamiento por la construcción angustiosa del

estilo. Además, luego del análisis de la obra dramatúrgica se pasa a aclarar las semejanzas y

diferencias que se articulan entre la obra teatral de Camus y el teatro del absurdo. De este modo,

la investigación sitúa la obra camusiana en el debate de la cultura Occidental.

PALABRAS CLAVES: Teatro – Absurdo – Albert Camus – Filosofía de la existencia –

Literatura francesa

x

TITLE: The absurd in the Albert Camus’ play

ABSTRACT

This investigation work explains the projection of the absurd aesthetics in the Albert Camus’ play

Calígula. The absurd is a philosophical category that uncovers the human condition, defining it

as a senseless: lack of transcendency through that the human being experiences and lives when it

discovers the immanent reality of the death, to whose inextinguishable reality nobody can elude.

Of this form, this work reconstructs the alive relation between philosophy and literature, which

in case of the French author work it supposes a clash for the distressing construction of the style.

In addition, after the analysis of the dramaturgical work it passes to clarify the similarities and

differences that are articulated among Camus’ theatrical work and the absurd theatre. Thus, the

investigation places the camusian work in the debate of the Western Culture.

KEY WORDS: Theatre – Absurd – Albert Camus – Existence Philosophy – French Literature.

1

INTRODUCCIÓN

Este informe de investigación desarrolla la propuesta interpretativa de la obra literaria en

relación con una estética histórica. Se encuentra organizado de acuerdo a la metodología de

investigación propuesta por la Carrera de Pedagogía en la Lengua y la Literatura, la misma que

recomienda un proceso sistemático, basado en la reflexión de una problemática de estudio para

su posterior dilucidación acorde a una perspectiva teórica determinada.

El Capítulo I, El Problema, desarrolla el tema de investigación luego que contextualiza la

problemática en un marco situacional que visibiliza la pertinencia de su estudio, a la vez que

instituye una mirada profunda sobre el contexto socio-cultural ecuatoriano, en comunicación con

la tradición literaria de Occidente. Además, plantea los objetivos de este trabajo que a breves

rasgos sostienen la necesidad de averiguar la dinámica de relación entre la filosofía y la literatura.

Por último se expone la justificación del trabajo a partir de su caracterización en torno a la

necesidad de este estudio en las investigaciones llevadas a cabo en la Carrera.

El Capítulo II, Marco Teórico, después de presentar los antecedentes de investigación

pasa al desarrollo teórico de las dos variables de investigación. En un primer momento, se escribe

sobre el absurdo en cuanto categoría metafísica y, también, el caso del teatro del absurdo en el

siglo XX. En segundo momento, se pasa a hablar sobre Albert Camus, su biografía, su obra y los

aportes de su obra para la cultura universal. Por último, señala la base legal del trabajo, a la vez

que caracteriza y define las variables de investigación.

El Capítulo III, Metodología, precisa el diseño de investigación como un trabajo

cualitativo, debido al carácter singular de la investigación literaria; de tipo bibliográfico, pues las

fuentes en su mayor parte son documentales (libros, revistas, etc.); de nivel descriptivo, ya que

caracteriza la problemática de investigación en cada uno de sus aspectos. Por último, el capítulo

presenta la operacionalización de variables en la cual se desarrolla el desglose de los conceptos

en variables, dimensiones e indicadores.

El Capítulo IV, Resultados, presenta el análisis de la obra teatral Calígula de Albert

Camus, de acuerdo a los aspectos realizados en el marco teórico. En este sentido, se comentan,

describen, analizan e interpretan algunos fragmentos simbólicos de la obra dramatúrgica.

El Capítulo V, Conclusiones y Recomendaciones, expone ambos aspectos. Los primeros

se construyen como respuestas a las preguntas directrices planteadas en el primer capítulo del

informe de investigación. Enuncian, por tanto, una mirada pormenorizada sobre la problemática

de estudio. Los segundos, en cambio, proyectan las posibilidades para continuar con el trabajo de

investigación en un futuro próximo.

2

Por último, el Capítulo VI, La Propuesta, construye un ensayo académico titulado Camus:

convergencias y divergencias con el teatro del absurdo; en el cual, se compara la obra teatral de

Camus con el género del teatro del absurdo, a la luz de la filosofía existencialista aplicada a la

estética de las formas y la teoría del arte en la Modernidad. En este texto argumentativo se

racionaliza la imagen literaria y simbólica a partir de las convenciones artísticas comunes al

capitalismo tardío.

3

CAPÍTULO I

EL PROBLEMA

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El absurdo es una representación de la filosofía existencialista del siglo XX, teorizada por

Albert Camus. De modo que en este trabajo se busca analizar los modos de representación de este

concepto. Además, se quiere comparar la postura de Albert Camus en su obra Calígula con los

principios del teatro del absurdo.

Para el existencialismo, la vida humana es una contingencia del ser humano en la realidad

y en la cultura, es decir, el resultado de un azar histórico que lo obliga a asumir ciertas

circunstancias socio-culturales como modalidades de su presencia en el mundo. Por ejemplo, si

una persona tiene un conjunto de creencias y éstas lo singularizan con respecto a otros individuos

y a otras comunidades se debe a que ha construido el imaginario de su existencia en condiciones

concretas de la historia, la cultura y la realidad. Pero pocos individuos están en capacidad para

verse a sí mismos como productos de esta casualidad sin causa; el reconocerse como parte de una

inmanencia lo lleva a ciertos estados de angustia y desesperación. Al saber que su vida no está

sujeta a trascendencia de ningún género, considera la muerte como una posibilidad imposible de

eludir. Así, la razón de su sufrimiento se convierte en el dique que sostiene su vida.

Por tanto, el existencialismo supone una filosofía de las cosas cotidianas que, alejándose

de los grandes sistemas filosóficos, abogó por un pensamiento que enrumbara al ser humano en

su vida cotidiana, procurándole los elementos indispensables para verse a sí mismo frente al atroz

destino que lo hace extraño del mundo y también parta de éste. La obra de Kierkegaard y

Nietzsche, por ejemplo, permitió que el ser humano se pensara a sí mismo fuera de los conceptos

de la racionalidad heredados de Kant y Hegel; así la sensibilidad o la voluntad son, a la vez, vías

de conocimiento de la realidad humana, en su compleja particularidad. Luego con el trabajo de

Husserl y Heidegger se realizaron acercamientos a la construcción de una anti-metodología para

las sensaciones; a partir de la cual, la existencia humana es asumida como un ser arrojado en el

mundo.

Así, el existencialismo operó como una de las grandes filosofías de la modernidad. Sin

embargo, no fue un movimiento homogéneo, sino heterogéneo. Debido a las distintas posturas y

divergencias que mantuvieron entre sí los distintos protagonistas de la misma. De ahí que no se

4

pueda hablar de una filosofía en sí, sino de un movimiento de crisis del pensamiento de Occidente,

que surgió a partir de los momentos de crisis de la modernidad capitalista. Y por tanto expresa

una racionalidad desgarrada, cuyas proyecciones históricas aún en la actualidad están latentes.

En este sentido, la obra de Albert Camus se inscribe en este desgarramiento de la

conciencia de una época, ya que se produjo en un tiempo histórico complejo, en el cual los excesos

de la razón técnica prácticamente llevaron al ser humano a su aniquilación. En su obra trasluce el

desasosiego, la desesperación, la angustia, la sensibilidad crítica de una generación que

experimentó el trance de la II Guerra Mundial. Así, Albert Camus compuso un mosaico sutil,

polifónico y sagaz sobre la condición humana. A la que interroga constantemente sobre los

fundamentos que la estructuran… y sobre las formas que la configuran.

En su interrogación, Albert Camus pensó la condición humana desde el absurdo. Realidad

metafísica y sensible que traza el itinerario existencial de una vida. El absurdo supone un estado

de la sensibilidad y la conciencia en que el ser humano se sabe solo en el mundo; soledad que lo

constriñe a pensar en la naturaleza de su muerte, frente a la cual todos los actos humanos acaban

reducidos al polvo del olvido; cayendo de esta forma en el sinsentido de su existencia. Así, el

absurdo en cuanto sinsentido de la vida humana reconstruye la morada de la condición humana,

a partir de un proyecto individual: cada hombre es el responsable de su existencia, al carecer de

finalidad ontológica su destino es todos los destinos, cualquier destino, aquel que él se forje a sí

mismo, en la medida de sus posibilidades, sabiendo que la única medida de su transcurrir en el

mundo, es él mismo, sin tener en cuenta la imagen de un dios o verdad ajeno a su constitución.

En síntesis, este trabajo de investigación centra su interés en la interpretación del absurdo

en la obra teatral de Albert Camus. La obra del escritor francés se posicionó en todos los géneros

literarios, lo que se plantea en este momento es evaluar el diálogo entre dos géneros: el ensayo y

el teatro. Es decir, entre El mito de Sísifo y Calígula. Obras seleccionadas debido a su cercanía

temporal, sino también, a los vasos comunicantes que las entrelazan. Ambas son la expresión

sensible de una realidad ambigua, que hizo de la filosofía no un sistema de pensamiento, sino una

mirada crítica que preguntó sobre los sinsentidos de la condición humana, a la vez que, situó al

ser humano contemporáneo de cara a su destino, donde él entregado por completo al abismo de

su soledad y de su intrascendencia.

Por tanto, esta investigación literaria busca comprender e ilustrar las maneras de

representación del absurdo filosófico en el discurso literario. En otras palabras, explorar el diálogo

entre la literatura y la filosofía. Pero ante todo, el acercamiento al teatro del absurdo como forma

de expresión de una sensibilidad compleja, en la que se extrapolan los conceptos, las imágenes,

los símbolos y las mentalidades de una edad histórica en crisis, y por lo mismo, polisémica, ya

que la referencia de la representación teatral es a la vez el mundo de las ideas como el mundo de

las prácticas.

5

FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

La representación del absurdo implica el acercamiento a una estructura literaria pensada

para la puesta en escena. Es aquí donde reside la complejidad de la investigación propuesta ya

que indaga en la sensibilidad de una época, a la vez que en el sistema de pensamientos de una

realidad dada. A medida que la filosofía existencialista esbozó los términos de una racionalidad

para las sensaciones, la literatura cuyas filiaciones se proyectaron hacia la misma corriente

filosófica se configuró como respuesta expresiva a una situación existencial cifrada por la angustia

y por la desesperación ante eventos históricos concretos. En este sentido, el problema de

investigación se formula de la siguiente manera:

¿Cómo se representa el absurdo en la obra Calígula de Albert Camus?

PREGUNTAS DIRECTRICES

¿Cuáles son las características del absurdo?

¿Cuáles son las semejanzas y diferencias de la representación estética del absurdo entre

la narrativa y el teatro?

¿Cómo se desarrolló la estética del absurdo en la literatura universal?

¿En qué aspectos influyó el existencialismo en la obra literaria de Albert Camus?

¿Cuáles son los principales elementos vitales del autor presentes en la obra de Albert

Camus?

¿Cuáles son las semejanzas y diferencias entre la obra Calígula y el teatro del absurdo?

6

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL

Caracterizar la representación del absurdo en la obra Calígula de Albert Camus

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

Determinar las características del absurdo

Comparar la representación estética del absurdo en la narrativa y en el teatro

Describir el desarrollo histórico de la estética del absurdo en la literatura universal

Analizar la influencia existencialista en la obra literaria de Albert Camus

Precisar los principales elementos vitales del autor presentes en la obra de Albert

Camus

Contrastar la obra Calígula de Albert Camus con el teatro del absurdo

7

JUSTIFICACIÓN

El interés por la filosofía existencialista nació de un interés personal, debido a que supone

una corriente filosófica que replantea la condición humana. En este aspecto, es interesante ya que

reconfigura la mirada del investigador sobre el mundo que lo rodea y sobre su propia situación.

La investigación que se desarrollará en estas páginas plantea un diálogo entre la filosofía, la

literatura y la historia, ya que contextualiza la obra literaria seleccionada en estos tres elementos.

Además favorece el estudio de la obra literaria entendida como un espacio de representación de

la sensibilidad y el pensamiento de un momento histórico.

Además, se considera que la investigación literaria es importante para la cultura nacional,

debido a que involucra el manejo de teorías y metodologías pertinentes para el surgimiento de

una educación crítica. Por otro lado, este trabajo aporta con el currículo de Lengua y Literatura

ya que hasta el momento existen pocos trabajos de investigación sobre el teatro en el panorama

de la literatura ecuatoriana. Las y los estudiantes del bachillerato a menudo tienen que enfrentarse

a la lectura de textos de la literatura universal, a través de los cuales tienen que comprender la

complejidad del mundo contemporáneo.

En cambio, el interés por la obra de Albert Camus se debe a la fuerza expresiva de su

escritura: una delicada y lírica mirada sobre el desasosiego humano. Su escritura proyecta una

sensibilidad comprometida con su época, en la que él reelaboró la filosofía, dándole un asidero

experiencial en la vida cotidiana de los seres humanos. Su literatura es una de las más vitales del

siglo XX, ya que entreteje imágenes de personas sumidades en la desesperación y aislamiento que

el Poder y el Estado les ha impuesto.

Este trabajo quiere contribuir con los estudios literarios llevados a cabo en la Carrera,

debido a que involucra una mirada renovadora a un aspecto poco estudiado del escritor francés,

que comúnmente se centra en el estudio de la narrativa, pero que en este caso se centra en la

investigación teatral, género poco estudiado en la actualidad. Así, este trabajo de investigación

sobre Albert Camus desea enriquecer el conjunto de trabajos dedicados al autor francés. Por otra

parte, espera abrir una brecha nueva para estudios futuros, sobre las representaciones teatrales.

Ya que esta investigación está todavía por hacerse en la cultura nacional.

8

CAPÍTULO II

MARCO TEÓRICO

ANTECEDENTES DEL PROBLEMA

En los repositorios y en las bases de datos de las principales universidades del país se

encontraron los siguientes antecedentes del problema de investigación enfocada a las variables

‘literatura del absurdo’ y ‘Albert Camus’:

Autor Título Universidad Año / Tipo

María

Jiménez

Fortea

Harold Pinter: entre la

convención y el

Absurdo cotidiano

Universidad de Valencia.

http://roderic.uv.es/handle/1055

0/15314

2004:

Tesis

doctoral

Paúl Puma El Teatro del Absurdo en

Procedimiento de Juan Manuel

Valencia, Bajo la puerta de

Ernesto Proaño y Álvaro

Rosero y El estigma y el ladrón

de Fabián Patinho

Universidad Andina Simón

Bolívar

http://repositorio.uasb.edu.ec/ha

ndle/10644/3885

2014:

Tesis de

maestría

Angélica

Delgadillo

El “Teatro del Absurdo” en

Europa y Latinoamérica:

Convergencias y divergencias

Pontificia Universidad Javeriana

https://repository.javeriana.edu.c

o/handle/10554/6396

2009:

Tesis de

licenciatura

Por tanto, los principales antecedentes de investigación muestran una preocupación

académica por el Teatro del Absurdo, que en el país sólo ha sido interrogado una vez por el trabajo

innovador de Paúl Puma. Así, debido a los objetivos planteados en este trabajo, se busca una

construcción teórica que parta de los antecedentes reconocidos para entablar un diálogo entre la

categoría Absurdo y la posibilidad de aplicar este concepto para interpretar la obra dramatúrgica

seleccionada.

9

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA

EL ABSURDO

Filosófica

Filosofía existencialista.- La filosofía de la existencia supone una crítica a los valores

metafísicos de una época. Interroga el sentido de la existencia humana en el mundo y la

posibilidad o imposibilidad de la existencia de Dios. Para los existencialistas, “existir consiste en

elegir libremente. La elección de lo que uno quiere ser suele ser irracional, injustificada; se hace

a espaldas de todo conocimiento, puesto que la existencia se vive, no se piensa”. (Puigdoménech,

2007, pág. 35) De ahí que, esta filosofía no entregue un sistema elaborado. A lo largo de los siglos,

cada pensador ha procurado adaptarla a su visión íntima del mundo, de la historia y de su vida

singular para responder momentáneamente a las preguntas nacidas en las horas de soledad,

angustia, desesperación, tan comunes en la sociedad contemporánea de hoy.

La filosofía de la existencia se preocupa por los problemas del hombre concreto. Ser

humano secular, individualizado, enajenado por la producción, quien –luego de la caída de los

dioses- tiene que encarar el vacío de su existencia, como única manera de crearse un sentido para

sí mismo. Al pensarse de modo subjetivo la existencia, se reivindica al individuo singular.

“Incertidumbre aguda de la conciencia, en la que cuestiones tan capitales como la verdad y el

engaño, el egoísmo y la humildad, la soledad y la incomunicación, la creencia y la duda, el fracaso

y la insatisfacción, la angustia y la neurosis, el desaliento y la desesperación, la muerte y la

violencia... y, en fin, el ser y la nada son expuestos” (Puigdoménech, 2007, pág. 60) por los

filósofos de la existencia de manera original.

Al convertirse al hombre en el problema central de la filosofía de la existencia, la

interrogación filosófica gira alrededor del origen, la naturaleza y el fin del ser humano. Al menos

de esta forma pensaron filósofos como Sören Kierkegaard, Friedrich Nietzsche, Martin

Heidegger, Jean-Paul Sartre y Albert Camus. Quienes articularon una corriente filosófica, a la vez

que un movimiento literario. La pregunta por el ser y el existente convirtió al individuo en blanco

de sus reflexiones. Sin embargo, sitúan al ser humano en un devenir temporal, en el instante

cuando sufre el peso de su realidad: estar condenado al sufrimiento, la angustia y el absurdo.

10

Desgarramiento de postguerra.- Partiendo del ser humano concreto que vive, sufre y

piensa, la filosofía de la existencia convierte al absurdo en la definición misma de la condición

humana. El hombre vive en una consternación constante: “En el riesgo existencial el existir es un

continuo hacerse, un concretarse como ser existente, como signo y contenido de la perpetua

encrucijada en que se encuentra la conciencia”. (Puigdoménech, 2007, pág. 115) En estas

condiciones, la libertad se torna ineludible como punto de partida para la reconstrucción de la

subjetividad del individuo. Realidad ontológica que se hizo más evidente en la postguerra. Ya que

la sociedad de esa época sintió y experimentó en carne propia las contradicciones de la razón, el

sufrimiento que nace del progreso, y la crisis existencial ante la incertidumbre de su destino

trágico.

Condenado a la libertad, el ser humano de postguerra tuvo que enfrentar los embates de

los Estados Totalitarios y la lógica homicida del Poder, amparada en cualquiera de las ideologías

de entonces. Esta cercanía con la experiencia de la muerte supuso una crítica desaforada y

meditada a los sistemas de pensamiento dominantes. Sólo ante la feroz e inexorable revelación de

la muerte, el ser humano sintió el absurdo de su vida. Se identificó a la muerte con el Mal, de ahí

que se pusieran en duda los sistemas morales de la burguesía y de las élites intelectuales. Además,

su distanciamiento con las concepciones políticas implicó un proceso de autodescubrimiento a

partir de una fenomenología de la experiencia individual.

El desgarramiento de postguerra puso en evidencia la problemática de la incomunicación

humana. Para acentuar más el absurdo de la existencia, la incapacidad que tienen los seres

humanos para comunicarse entre ellos configura una metáfora del silencio de Dios. Ante esto, el

ser humano tiene que decidir, tomar una decisión sobre sí mismo:

Hay elecciones que marcan de manera indeleble el devenir: el entorno físico, familiar y social

serán, junto al propio individuo y al antagonista –el otro–, los elementos básicos en toda decisión

humana y, consecuentemente, en el propio drama existencial. A través de su obra replantea la

validez de las soluciones propuestas por los grandes sistemas filosóficos europeos y se entrega con

acuciante sentido de urgencia a buscar la respuesta a la pregunta ¿qué es el hombre?

(Puigdoménech, 2007, pág. 126)

Para los intelectuales, filósofos y artistas de postguerra, el ser humano configura una

fascinación: motivo de profundas e irresolubles perplejidades, tema de obras y debates. En fin,

debido a la crisis de la civilización Occidental, “el propio individuo filosofante es objeto y sujeto

a la vez de la meditación reflexiva, porque en él todos los problemas y preocupaciones se plantean

con mayor agudeza y dramatismo”. (Puigdoménech, 2007, pág. 126)Ante el riesgo potencial de

la aniquilación de la especie humana, la existencia fue pensada como una posibilidad, para que el

hombre común sea feliz, y a través de esto, se rebele, asuma su libertad y supere el absurdo.

11

Histórica

El Teatro del Absurdo.- es una categoría de los estudios literarios que como convención

abarca a múltiples autores y obras con características similares, tanto estéticas como formales.

Autores como Samuel Beckett, Ionesco, Harold Pinter o Genet, por ejemplo, son algunos de los

nombres más representativos. Martin Esslin, un crítico literario de origen húngaro, articuló el

concepto de Teatro del Absurdo en un libro con el mismo nombre en el año de 1962. Un tipo de

teatro que produce extrañamiento en los espectadores y vislumbra una profundidad existencial de

una época concreta. Sin embargo, el propio autor plantea la diferencia entre el Teatro de la

Existencia y el Teatro del Absurdo:

Los existencialistas presentan la irracionalidad de la condición humana, con un razonamiento

altamente lúcido y construido con toda lógica, mientras que el Teatro del Absurdo hace lo posible

por presentarnos esta misma idea y lo inadecuado de los mecanismos racionales, mediante el

abandono sistemático de las convenciones tradicionales y el razonamiento discursivo. (Esslin,

1964, pág. 16)

Por tanto, el Teatro del Absurdo si bien parte de la misma concepción del absurdo de los

existencialistas, la expresa con mecanismos distintos. Más que hablar sobre el absurdo de la

condición humana, la representa en imágenes escénicas. “En consecuencia el “Teatro del

Absurdo” para Esslin es más consecuente con la idea existencialista de “absurdo” que los mismos

existencialistas. Esto gracias a que la forma de expresión de los primeros encarna “absurdo” no

sólo en su contenido, sino en la estructura con la cual se presenta”. (Delgadillo, 2009, pág. 12)

Además, el Teatro del Absurdo es la expresión de una estética absurda, en la cual se conjugan el

asombro de la falta de asombro, la estética de lo irreconciliable, de lo estérica de la escritura, no-

significación que denuncia.

En síntesis, el Teatro del Absurdo expresa el vacío existencial de la condición humana.

Las características de su estética son: la ausencia de comunicación, la erosión del lenguaje y el

sinsentido de la vida. El Teatro del Absurdo “abarca un conjunto de obras producidas por

dramaturgos europeos, norteamericanos y de varias partes del mundo que expresan el vacío del

ser humano de manera ilógica. Su propuesta dramatúrgica trabaja con personajes que representan

imágenes poéticas en el escenario. Sus constantes son la “incoherencia”, el “sin sentido”, la

arbitrariedad, la incomunicabilidad –a veces ridícula, grotesca o caricaturesca– de la condición

humana”. (Puma, 2014, pág. 14)

Este tipo de teatro expresa la falta de sentido existencial e histórico, el descrédito de la

realidad y se materializa en una ilógica dramática. En el imaginario del Teatro del Absurdo, lo

alegórico, lo metafórico y la re-apertura crítica del sentido se torna hegemónico. De ahí que sea

una tendencia a la experimentación radical en el plano del lenguaje y en el plano de las imágenes

12

objetivas concretas en el trabajo de puesta en escena. En este aspecto, de acuerdo a Paúl Puma

(2014), radica la libertad de los sentidos que crea la riqueza del Teatro del Absurdo:

Una de las riquezas del Teatro del Absurdo es la inclusión de otras tendencias anteriores a él. Su

originalidad o diferencia radica en la visión literario-estética novedosa que construye. Este teatro

no pretende narrar sino inventar imágenes poéticas. Tiene una apertura a la pluralidad de las

significaciones y se sirve del surrealismo (dadaísmo, cubismo, abstraccionismo). También emplea

el psicoanálisis para yuxtaponer sus situaciones de ensoñación mediante la constante de un azar

impuesto por “la ambigüedad” y el desdibujamiento (en el que es lícita la caricaturización) de los

personajes: el discurso se descompone y es intraducible por los vacíos que proporciona. (pág. 23)

Así, el Teatro del Absurdo busca la subversión del sentido común y de la racionalidad.

Configuran parodias de las formas sensibles de la cultura humana. De ahí que, sea un género anti-

convencional, pues disloca las categorías dramáticas aristotélicas (unidad de la acción) y visibiliza

lo impredecible. Para realizar una crítica a la alienación ideológica, utiliza recursos como: la

ilógica del pensar-actuar, interrogaciones lúdicas, tramas descompuestas, repeticiones en el

diálogo y juegos de palabras, ausencia o trastorno de la construcción argumental para descifrar

los cuestionamientos humanos, sociales o culturales, pautas de escritura no-formal, y figuras

estilísticas como la ironía, la paradoja, la sátira, los enigmas falsos.

El propósito del Teatro del Absurdo supera idea de comercialización y marketing de la

Industria Cultural. “Su objetivo meramente poético mediante la puesta en texto (o en escena) le

otorga a este tipo de Teatro un espacio que supera la idea de comercialización o marketing: uno

de los fines principales del espectáculo de los mass media”. (Puma, 2014, pág. 24) Gracias a esto,

el Teatro del Absurdo elabora una crítica profunda de la sociedad y la historia del siglo XX. Sus

procedimientos desrealizantes cuestionan los límites de lo real y de lo imaginario. Expresa: “la

indefensión del hombre ante el capitalismo y su aparato productivo que lo usa y lo aliena,

volviéndolo “una tuerca” de su maquinaria (el vacío y la alienación tienen la misma potencia y

manifiestan la misma incertidumbre del existir humano ante el planeta). La obra se cuestiona si

realmente hay una salida posible, y así disloca su propia dramaturgia”. (Puma, 2014, pág. 71)

Crítica que a su vez materializa el vacío de la condición humana: el desamparo de la

humanidad ante el terror y la violencia de la historia. Por eso, establece vasos comunicantes con

el plano onírico del artista. Los arquetipos de la moral burguesa evidencian una subjetividad y

una metafísica enajenada. En este punto, se consolida la actualidad del Teatro del Absurdo, pues

“aborda el vacío existencial del ser humano mediante la desacreditación de la realidad, la

presentación de la ilógica dramatúrgica o la demostración de lo inútil del ejercicio de la

racionalidad, también plantea cuestionamientos humanos o sociales en la construcción de sus

textos”. (Puma, 2014, pág. 95)

13

Antecedentes.- El Teatro del Absurdo no implica un movimiento literario o una última

Vanguardia, ya que los autores se mueven en el marco de la individualidad, que se contemplan a

sí mismos en solitario, encerrados y aislados en su mundo particular. “Cada uno de ellos accede

de manera peculiar a los conceptos de materia y forma, tiene sus propias raíces, fuentes y

trasfondo. Si además, a pesar de ellos mismos, se aprecia con claridad lo que tienen en común, es

porque su trabajo refleja sensiblemente las preocupaciones y ansiedades, las emociones y el

pensamiento de muchos de sus contemporáneos del mundo occidental”. (Esslin, 1964, pág. 14)

De ahí que, singularicen la sensación del absurdo desde sus universos subjetivos particulares. Es

más, de acuerdo a Paúl Puma (2014), el Teatro del absurdo es un anti-movimiento literario:

El Absurdo caracteriza a varios autores en su ejercicio dramatúrgico. Los dramaturgos del Teatro

del Absurdo no están adscritos a movimiento o escuela de manera consciente. Contrariamente,

cada uno de estos escritores se expresa de manera individual. Se contempla en la soledad, el

encierro o el aislamiento de su propia visión personal. (Puma, 2014, pág. 18)

Lo que significa que el primer antecedente del Teatro del Absurdo es el enfrentamiento

histórico que los artistas llevan a cabo en contra de las sensibilidades convencionales. De ahí que,

la imagen de la herejía represente un síntoma epocal de una estética futura. Herejía y autocrítica

que en el marco de la civilización Occidental significó la renuncia de los valores convencionales

a partir de la Vanguardia histórico-estéticas. En la modernidad tardía del siglo XX, el movimiento

Dada, el Surrealismo, el Teatro Épico y el Teatro de la Crueldad significaron la revolución formal

más importante para la dramaturgia que, desde la época clásica, se había sedimentado en la

tradición cultural:

Esto fomentó la experimentación escénica y la creación de estrategias de montaje teatral. Adolphe

Appia, uno de los precursores de este tipo de innovaciones, en su texto Cómo reformar nuestra

puesta en escena, publicado en 1904, explica de qué manera percibe la innovación escénica en el

teatro: Nuestra puesta en escena moderna es toda ella esclava de la pintura- la pintura de decorados-

que tiene la pretensión de procurarnos la ilusión de la realidad. O bien: esta ilusión es ella misma

una ilusión, porque la presencia del actor la contradice. (Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en

Europa y Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 20)

Esta estrategia buscaba violentar al público, obligarles a salir de su comodidad. De ahí

que, el Teatro del Absurdo haya recibido una técnica teatral basada en la confrontación y la

experimentación. “En consecuencia, el teatro como interacción con el espectador, empezó a tomar

fuerza, tanto para permitir la experimentación de aquellas teorías estéticas a la literatura, como

para crear un tipo de consumidores de este arte”. (Delgadillo, 2007, pág. 25)

Valores como la locura, el crimen, el descontento, que habían sido exaltados durante la

Vanguardia, se convirtieron en los pilares de una nueva sensibilidad artística. El texto

dramatúrgico se convirtió, entonces, en el blanco de una búsqueda sensible, basada en la puesta

al límite de los lenguajes convencionales y la construcción simbólica de nuevos referentes, sin

14

dejar por ello de reconstruir la ambigüedad. De ahí que la forma de la paradoja, sea un fundamento

del Teatro del Absurdo:

Estos movimientos que luego se denominarían como “vanguardias artísticas”, infundieron el ritmo

desenfrenado del ataque y la denuncia en el teatro, lo que posteriormente generaría que los

dramaturgos como tal, se sintieran cautivados por renovaciones apasionadas, concibiendo a estas

expresiones vanguardistas como una transición que necesitaba el teatro para volver a su esencia.

Sin embargo, no era suficiente quedarse en el ataque; la técnica y el trabajo del actor debían

enfatizarse al igual que el trabajo escenográfico. (Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa

y Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 28)

Las obras dramatúrgica, entonces, fueron arriesgadas, apuntaron a la ruptura, se

consolidaban en la innovación. Sin embargo, en la segunda postguerra se condensó el Teatro del

Absurdo, como una respuesta más peligrosa, con una profunda crítica al lenguaje, para responder

a las exigencias de una edad histórica sedimentada por el peligro y la locura. La denuncia de la

sensación absurda hizo de esta nueva dramaturgia una reconstrucción imaginaria, simbólica e

intertextual de la poética de la desmesura y la anti-conceptualidad.

Contexto.- La primera mitad del siglo XX fue el contexto adecuado para la articulación

del Teatro del Absurdo. Pues en esta época coincidieron los eventos más importantes de los

últimos tiempos: las guerras mundiales, el surgimiento de las Vanguardias históricas y la crisis

existencial de la cultura Occidental. No obstante, de acuerdo a Martin Esslin (1964), el año de

1950 es el año de inicio del Teatro del Absurdo:

En Europa, el “Teatro del Absurdo” como tal se inicia en 1950 con la representación en el Théâtre

des Noctambules de la obra La cantante calva de Eugène Ionesco. La crítica del campo artístico

no se hizo esperar, sin embargo, en el ambiente obviamente perduraban diverso tipo de

manifestaciones vanguardistas, ya que como lo planteé con anterioridad, los cabarets que luego

fueron teatros, habían creado un público para este tipo de obras. Una referencia importante a este

respecto es Alfred Jarry y su obra Ubu Rey, que ya en 1896 había llevado al público parisiense

una obra en la que sin duda, se respiraba ya la “sensación absurda” y ese deseo de ruptura del que

tanto Dada, como el Surrealismo, como el “Teatro del Absurdo” fueron depositarios. (Delgadillo

Peña, El teatro del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 29)

De esta forma, el Teatro del Absurdo surgió como una singularización de la Vanguardia.

“Y se llama también absurdo lo que es en realidad denuncia del carácter irrisorio de un lenguaje

carente de sustancia, estéril, hecho de clisés y slogans; de una acción teatral conocida de

antemano”. (Esslin, 1964, pág. 38) Es decir, sólo cuando la realidad del lenguaje aparece estéril

en los ámbitos de la cultura, se denuncia una realidad compleja a través de una dramaturgia anti-

teatral. Por tanto, siguiendo la herencia de la Vanguardia, el Teatro del Absurdo es una crítica

llevada hasta las últimas consecuencias:

Los citados dramaturgos del Absurdo viven en una época confusa pues sus condiciones históricas

alternan ideas retrógradas con el pensamiento racionalista del siglo XVIII y marxista del siglo

15

XIX. En ese contexto, los dramaturgos del Absurdo encuentran un desahogo expresivo y artístico.

La Guerra los afecta directamente. El holocausto barre con los “valores” de una religión –católica–

en caída, también con la esperanza progresista, el nacionalismo y los diferentes embustes

totalitarios. (Puma, 2014, pág. 16)

Dinámica subjetiva que acepta la transformación de la crítica y la transformación teatral

a una modalidad de una existencia en riesgo y desesperada. Vislumbra la situación de una edad

caótica, donde el Poder y la Autoridad se disputan el control de la realidad humana. Una pobreza

desmedida en las relaciones humanas configuran el terror que enmascara a las instituciones y al

Estado: “el problema del lenguaje ya no consta simplemente de una “falla de comunicación” o de

un mal uso del lenguaje, sino que la comunicación en sí se problematiza como algo “demasiado

temible”, no sólo porque el hombre ha aprendido a no creer en la palabra más de lo que cree en

el silencio, sino porque en las mismas palabras hay tanta “pobreza” que la comunicación deja de

ser algo fascinante para convertirse en algo temible”. (Delgadillo, 2007, pág. 31)

Así, en el transcurso de los años sesenta, Europa vivió la edad dorada del Teatro del

Absurdo. Lo cual se verificó en 1969, cuando Samuel Beckett recibió el Premio Nobel de

Literatura. Este teatro materializó una denuncia política y artística de hondas repercusiones. La

obra de teatro del absurdo es una construcción constituida por una serie de estados de conciencia,

o de situaciones, que se intensifican, se densifican, luego se enlazan, sea para desenlazarse, sea

para acabar en una confusión insostenible. “Como señala Martín Esslin, se trata de un teatro de

situaciones, en oposición a un teatro de acontecimientos sucesivos y, por esta razón, emplea un

lenguaje basado en imágenes concretas más que en argumentos y razonamientos”. (Núñez Ramos,

1982, pág. 637)

El Teatro del Absurdo, entonces, comunica un conjunto de imágenes cuya única

referencia posible es una sensibilidad desgarrada por una época en crisis. De ahí que esté

íntimamente ligada al surrealismo y al psicoanálisis. Condensa la complejidad de un tiempo

histórico cuyas contradicciones ideológicas y estructurales se convirtieron en dificultades

discursivas.

Así, las fuerzas imaginativas y fantasmáticas de una época se realizan en el trabajo

creativo de un artista. El Teatro del Absurdo no comunica simplemente “la actitud del dramaturgo

ante las cosas” sino “la intuición íntima y personal que el poeta tiene de la situación humana, y lo

hace a través de una imagen poética compleja cuya apertura, es decir, plurisignificación”. (Núñez

Ramos, 1982, pág. 643) Por tanto, el contexto desplaza el significado de una obra absurda en la

medida que entrega un marco de referencias posibles para la labor creadora del espectador. De

ahí que temas como la alienación, el consumismo, la cosificación sean los temas de la época

moderna.

16

Representantes

Eugène Ionesco (1912 – 1994) fue un escritor Rumano, que participó del Teatro del

Absurdo y cuya obra marcó el ritmo de una época de la cultura occidental, caracterizada por la

auto-crítica de la creación teatral, el silencio del lenguaje, y el pesimismo. En 1950, estrenó en

París su obra La cantante calva. Además, creó el Colegio de Patafísica en oposición a la enseñanza

tradicional del Collége de France, junto a Marcel Duchamp, Joan Miró y Boris Vian. En esta etapa

de su obra literaria, publicó revistas de corto tiraje, textos experimentales en oposición al arte

burgués tradicional de su tiempo:

La cantante calva, como obra/juego, se construya como una sátira a lo que se reconoce como

convencional y por lo tanto, como construido y en cierto punto falso; entre lo que se encuentran

los tratados entre naciones, que, después de una guerra tan cruenta como la segunda guerra

mundial, se llevaban a cabo como si las víctimas no hubieran existido y como si las consecuencias

de aquellas confrontaciones se repararan con la firma de un papel. Por lo mismo, Ionesco y sus

contemporáneos se encontraban en un estado de incredulidad ante estos tratados y, mucho más

allá, ante todo el protocolo social que llevaba a los hombres a ser cada vez más superfluos y, por

lo tanto, manipulables. Es por esto que en La cantante calva de Ionesco es identificable como una

denuncia acérrima de las relaciones sociales basadas en la falsedad de los convencionalismos y

sus frases construidas por los protocolos. (Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa y

Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 39)

Así, la obra de Ionesco supone una crítica a las ilusiones de Verdad que la élite cultural

impone a las masas subalternas. A través de la sátira radical, todos los convencionalismos

burgueses son puestos en duda. Su dramaturgia se realiza en la cotidianidad, de ahí que las

conversaciones tiendan a ser repetidas, juglarescas y repletas de contradicciones irónicas. Su

expresión pone en tensión al sentido común, al punto que fragmenta los sistemas de comunicación

tradicionales. La gramática de la realidad estructura un proceso de polarización de las relaciones

humanas: interpela al espectador a develar el significado de su rol durante la construcción teatral.

Todo espectador tiene que vivir y experimentar el abatimiento del desconcierto. De esta forma,

Paúl Puma (2014) dice al respecto que:

Eugène Ionesco, precursor y teórico del Teatro del Absurdo, busca enseñar cómo ve su propio

universo a partir de esa dificultad que tienen sus personajes para entablar comunicación –a veces

llega al paroxismo–. El dramaturgo demuestra cómo hay personas que hablan y no dicen nada,

cómo presentan diversas actitudes emocionales arrastradas por un “jaleo inmenso, un mundo como

decía el héroe de Shakespeare: de ruido y de furor, sin ningún sentido y sin ningún significado”.

(pág. 22)

En resumen, a obra de Ionesco suele ser contundente y estremecedora. El sentido no se

genera como una totalidad; como representante del Teatro del Absurdo posibilita las sustituciones

infinitas, conjuntos de interpretaciones que ponen en perspectiva una realidad subterránea plagada

por monstruos, fantasmas, deseos, obsesiones.

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Harold Pinter (1930 – 2008) fue un escritor inglés, que participó del Teatro del Absurdo.

Dramaturgo prolífico que escribió más de veinte obras en el transcurso de su vida. Entre las obras,

destacan La habitación (1957) y El montaplatos (1957). “Por otra parte, Pinter fue conocido como

un activista político recalcitrante, que manifestó su descontento en especial con Estados Unidos

y su política violenta y de abuso de poder tanto en la guerra de Corea (1950-1953) como en la

guerra de Vietnam más adelante (1965-1975)”. (Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa

y Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 48) Recibió el Premio Nobel de Literatura

en 2005.

En 1958, Pinter (2005) escribió que “no existen diferencias substanciales entre lo real y

lo irreal, ni entre lo verdadero y lo falso. Las cosas no son necesariamente o bien falsas o bien

verdaderas; pueden ser tanto falsas como verdaderas”. (pág. 21) Lo que pone en evidencia el

descrédito de la realidad, que caracterizó al Teatro del Absurdo de manera general. Para él, el arte

le permite explorar las realidades humanas, porque el arte es por sí exploración y búsqueda:

En el teatro la verdad siempre se escapa. Uno nunca la encuentra, aunque la busque de manera

compulsiva. Esa búsqueda constituye a todas luces la motivación del trabajo. La búsqueda es la

tarea. Con mucha frecuencia, en la penumbra, tropieza uno con la verdad, choca contra ella o

percibe apenas una imagen o una forma que parece corresponder a la verdad, a veces sin darse

cuenta de lo que sucedió. Pero la verdad real es que en el arte dramático nunca existe una verdad,

porque hay muchas. Estas verdades se retan entre sí, se rechazan unas a otras, se reflejan, se

ignoran, se hacen bromas y cada una es ciega a las demás. a veces uno siente que tiene en la mano

la verdad por un momento, pero luego se le escapa entre los dedos y se pierde. (pág. 21)

Sus obras engendran la imagen de una época: su lenguaje es una región ambigua donde

la búsqueda de la verdad nunca cesa. Sus personajes entienden al ser humano como una figura

perdida hundiéndose en el paisaje de los siglos. Harold Pinter denuncia la arbitrariedad inaudita

del Poder y su injusticia. Su teatro pone en suspenso el absurdo, permeando la incertidumbre con

cierta dosis de indiferencia. Analiza con profundidad la lógica de representación burguesa para

determinar los puntos de fuga del mismo. Harold Pinter examina las relaciones de poder: “Estos

problemas comunicativos y el papel del consumismo en la sociedad son aspectos esenciales en el

uso del absurdo para demostrar la degradación de la clase media”. (Mazur, 2014, pág. 3) De ahí

que la incomprensión del sentido supongo la incomprensión del misterio de la vida, la existencia

y la historia, que se ubica en un lugar donde el ser humano cotidiano no accede con facilidad.

Los problemas de comunicación por tanto evidencian una crítica a la sociedad de

consumo que enajena las relaciones intersubjetivas. La obra de Harold Pinter fragmenta,

pulveriza, reduce a polvo la realidad concreta, pues ésta aparece totalmente extraña al ser humano:

ensaya una perspectiva líquida de la identidad humana con el propósito de desentrañar los

dispositivos de violencia que subyacen en la estructura socio-económica de la cultura. Por tanto,

el discurso discontinuo radicaliza la crítica a la sociedad de su tiempo.

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Samuel Beckett (1906 – 1989) fue un escritor de origen irlandés, que ganó el Premio

Nobel de Literatura en 1969. Estudió inglés, francés e italiano Trinity College de Dublín, entre

1923 y 1927, lo que le permitió un trabajo como lecteur d'anglais en la École Normale Supérieure

de París, donde conoció a James Joyce, con quien entablaría una gran relación, convirtiéndose en

su secretario personal. Los años cincuenta fueron los años más prolíficos de su producción

literaria. Sus tres novelas fueron Molloy (1951), Malone muerte (1951) y El innombrable (1953).

Esperando a Godot (1952) fue la obra teatral más importante de su literatura. Obra que puso en

evidencia “un interés especial por las vanguardias europeas y su pensamiento existencialista y de

ruptura, del que la escritura de Beckett fue un importante exponente”. (Delgadillo Peña, El teatro

del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 61) Esperando a

Godot es la obra del sinsentido. A lo largo de la experimentación, los personajes hablan, juegan,

inventan, con el fin de no pensar, de no analizar… la guerra ha atormentado sus existencias: son

las voces muertas de la injusticia del mundo. “Por lo mismo, Esperando a Godot, en mi concepto,

es un verdadero juego de “el absurdo”, ya que, a diferencia de las dos obras anteriores, ésta sí

refleja particularmente ese divorcio entre el hombre y el mundo y su incapacidad de comprenderlo

a través del pensamiento, debido a que “ya no nos arriesgamos a pensar” por el temor de encontrar

que tras todo esto que llamamos realidad está solo la nada o ese Godot que nunca aparece”.

(Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y

divergencias, pág. 62) La conciencia de la espera es la metáfora irracional de un juego contra la

historia, en el cual no hay espacio para el pensamiento. La obra de Beckett ataca a la percepción:

un pánico lúcido y voluptuoso que arroja a los seres humanos al pánico, al trance, al aturdimiento,

a la aniquilación de la realidad. No obstante, enfatiza la búsqueda. No pensar significa aceptar el

riesgo que el absurdo supone para su existencia: “si bien el jugador sabe que tiene todo su aparato

de seguridad, también es consciente del riesgo de que éste no se abra y caiga sin remedio en el

vacío”. (Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y

divergencias, pág. 63) El devenir humano estalla en la contrariedad, expresa el vértigo del

espectador, fragmenta la comicidad trágica de la vida y de la muerte. La forma predilecta del

teatro de Beckett es la parodia: la dinámica del poder deja de lado la esperanza. No especula.

Muestra. Construye relaciones personales de seres solitarios, enajenados, incapaces de

reconocerse en el espejo de sus destinos. Beckett sabe que el ser humano corre peligro: recrea el

desequilibrio de las fuerzas de la conciencia humana. La conciencia del ser humano en este teatro

aparece construida como una subjetividad conde entran en conflicto varias fuentes. Para él, “la

historia sólo se sufre. No puede verse de cerca. Como los cuadros impresionistas, sólo puede

contemplarse cuando se ha alcanzado perspectiva suficiente”. (Bylla, 1966, pág. 227) Así, de

acuerdo a Beckett el ser humano no es una abstracción, sino el resultado concreto de la interacción

simbólica del individuo que fluctúa con los deslizamientos de la historia y las configuraciones de

la realidad material.

19

Literaria

Lo cotidiano.- El individuo vive en medio de una circunstancia vital que lo contiene y

que cifra, en parte, su destino. A pesar que, articula un contexto, cumple la función de ser el

espacio – tiempo donde el ser humano tiene que aprender a construirse a sí mismo. “El ser

individual debe salvar su identidad frente al entorno que tiende a fusionarlo, a despersonalizarlo”.

(Puigdoménech, 2007, pág. 127) Por tanto, cada persona tiene que asumir su vida, es decir,

aprender a ser único, diferente, singular y concreto: ser responsable de sus propias decisiones y

sus posteriores consecuencias.

Arrojado a la contingencia del mundo, el individuo “busca la instantaneidad, la magia

del instante irrepetible que le hace sentirse vivo”. (Puigdoménech, 2007, pág. 127) Su

cotidianidad es una cotidianidad en crisis: en cada momento, el ser humano trata de encontrarse

un sentido para su vida, lo cual supone una serie de obstáculos para la razón. A pesar que las

personas viven sumergidos en una rutina deprimente y en una dolorosa soledad, la tragedia de sus

existencias les exige rebelarse a su condición. En esta crisis existencial, el ser humano busca

retornar al origen, al hogar, al pueblo que aparece desconocido para él, pero que no está en los

cielos sino en la realidad concreta de su historia y su cultura.

La cotidianidad, por otra parte, supone el tiempo que vive: el presente. Esta exaltación y

elección del instante profundiza la relación del ser humano con el Mal: “el problema del mal, de

su presencia en el mundo, de su origen en la propia naturaleza humana y de su supuesta

justificación es un tópico presente” (Puigdoménech, 2007, pág. 131) a lo largo de toda la filosofía

de la existencia. Esto porque la realidad concreta está cifrada con distintos síntomas de violencia,

crueldad y terror, que son inmanentes al individuo existencial.

Esta cotidianidad dolorosa se afirma en los paisajes llenos de desolación y ruina,

productos de las guerras mundiales. De ahí que, el ser humano experimente desesperación y

angustia: sabe que su vida no es su vida, le han impuesto una ilusión y ante esta terrible

circunstancia tiene que tomar una decisión: ser él o ser quien le han impuesto ser. El sentido del

ser y de la muerte:

Antes incluso de interrogarse por el sentido del ser, desde los ancestrales rituales primitivos del

hombre salvaje, el ser humano parece haber desarrollado la necesidad de formularse la pregunta

por el sentido de la muerte y el más allá, como atestiguan los objetos que a menudo se han hallado

en las cercanías de túmulos, cementerios y demás lugares funerarios. Esto es una muestra

fehaciente de la profunda preocupación por la trascendencia sentida por toda comunidad, y sigue

siéndolo en la cultura contemporánea, pese al creciente proceso de secularización en el que

innegablemente se halla inmersa. (Puigdoménech, 2007, pág. 235)

20

Así, la relación del ser con la muerte es una relación polémica. El individuo sabe que va

a morir, se angustia, su cotidiana desesperación lo lleva a preguntarse sobre el sentido de su vida,

y en medio de este desasosiego existencial, tiene que tomar una decisión. De la cifra de esta

elección, depende el nombre del destino. Si el ser humano sufre es porque en su sufrimiento tiene

que aprender a labrarse un camino. Muchas veces no quiere hacerlo, acepta la servidumbre, pero

su condición existencial le exige que se singularice. Gracias a su desdicha cotidiana, el individuo

se ha hecho hombre: es en el tiempo.

La tragedia del lenguaje.- El absurdo pone en evidencia la tragedia del lenguaje, que no

es otra cosa que la imposibilidad de trascendencia del ser. No hay Dios ni Destino ni Amo que

decida por el ser humano. El individuo es libre de elegir su camino. El futuro del hombre es el

vacío de la muerte. El acecho de los ídolos del pasado y del porvenir continúa, pero el ser humano

tiene que crear el lenguaje de su elección, aun cuanto éste suponga estar fuera de la razón y la

dialéctica de los conceptos. De ahí que sólo en lo irracional de la intuición, la sensibilidad y el

instinto se encuentren respuestas intermitentes e intempestivas a los cuestionamientos de la vida.

Es decir, la desesperación se transforma en vida. Sobre esto, Jesús Portillo Fernández (2013) opina

que:

Para comprender la verdadera naturaleza de lo absurdo deberíamos reparar en los parámetros que

dotan de sentido a un mensaje. El contexto al estar formado por todos los elementos concomitantes

que rodean a la producción lingüística influye directamente en la interpretación del significado y

en la adecuación del mensaje. El sentido y el valor de una palabra, frase o fragmento considerado

dependen del entorno lingüístico en el que se insertan. La distinción entre sentido y significado

cuenta ya con una larga tradición que hunde sus raíces en el estructuralismo lingüístico de De

Saussure. La distinción entre significado y sentido se apoya en la observación del discurso desde

la lengua o desde el habla respectivamente. (pág. 113)

Al convertirse en la finalidad de la filosofía, el absurdo supone una vertiente existencial

que aborda los planteamientos filosóficos de Heidegger, Sartre, Merlau-Ponty, y otros. Si el ser

humano es contingencia y finitud, se enfrenta al vacío vital y su lenguaje, por tanto, condensa la

ausencia: “la filosofía no tiene que resolver el drama humano, sino tan sólo describirlo, poniendo

al descubierto los problemas que le angustian”. (Pinto Cantista, 1982, pág. 241) La ambigüedad

de la expresión individual recupera la dialéctica del instante, se opone al racionalismo y

singulariza la diferencia. El lenguaje existencialista es así el lenguaje de la subjetividad, y por

ende su sentido es la finitud. De esta forma, la tragedia del lenguaje da paso a la libertad de la

expresión del yo:

La conciencia como espontaneidad creador es libertad pura, es para sí misma su propia fuente, y

no puede beber en otro lugar su sentido de existencia. La conciencia no se concibe sin mundo. No

porque sea una parte de él, sino porque es intención radical hacia él. Intención que es deseo de

superación, de más allá. Niego lo real dado, porque creo un real posible a través de mi imaginación.

Nuestro proyecto fundamental, nuestra posibilidad última, es siempre la negación de lo estatuido.

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La libertad que yo soy es siempre difícil, porque tiene que romper con la situación de hecho –la

facticidad-; si no, sucumbiría a la tentación de la mala fe. (Pinto Cantista, 1982, pág. 249)

De ahí que, la libertad provoque angustia, y las maneras de expresarla impliquen un

acabamiento con las normas convencionales que sujetan al individuo al cuerpo social. El lenguaje

y su tragedia radica en las modalidades de su proyección hacia el afuera. Su expresión supone

entonces una elección, una manera cómo el individuo se construye a sí mismo. En este caso, la

literatura funciona como catalizador de la diferencia. Cada autor se construye en un estilo, y por

ende cada estilo fragua una manera distinta de existir en el mundo.

Al proyectar su propio ser en sí, el individuo es en el devenir. “Se trata de un tránsito

imposible; pero lo curioso es que la acción humana tiende incesantemente hacia él. De ahí que la

acción humana esté de antemano destinada al fracaso”. (Pinto Cantista, 1982, pág. 250) Ante el

absurdo de la realidad, el individuo existe en la contienda de su metafísica y su antropología, es

decir, en la lucha de una subjetividad que se desarraiga para aprender a conocerse y volver al

territorio social para expresarse de una manera única y diferencial “El que consigue sobrevivir

manteniéndose fiel a las premisas de su filosofar, ese, es el verdadero héroe. El que no desiste en

la lucha contra el gran usurpador de su auto-justificación, contra el gran culpable de la real

situación de miseria, ese es el verdadero existente. Existente desencantado, pasión inútil”. (Pinto

Cantista, 1982, pág. 251)

En síntesis, la tragedia del lenguaje evidencia la crisis del ser humano contemporáneo.

Crisis que “radica en su desanclaje de los valores humanos, de los ejes que tradicionalmente le

sostenía; de la conciencia dolorosa –y es curioso, ahora que parece que se sabe todo- de ignorar

su principio y su fin”. (Puma, 2014, pág. 100) Es decir, la crisis de libertad que desemboca en

desasosiego, angustia, desesperación.

El juego.- es la metáfora del amor y de la ternura. Quizá el único hecho metafísico que

permita al ser humano encarar la desolación de la muerte. “Esa ternura vencerá al miedo y a la

obsesión de la nada”. (Puigdoménech, 2007, pág. 138) No obstante, el amor no implica la

esperanza. La dialéctica del juego supone una explicación ontológica de la obra de arte:

desentraña las alternativas de lectura y las posibilidades de interpretación y puesta en escena del

texto dramatúrgico. Juego de perspectivas que enfatizan una mitología moderna individualizada,

donde fondo y forma –en el caso de la obra de arte- son una realidad simultánea y ambigua.

Además, la naturaleza del juego involucra la expresión subjetiva del arte:

[…] comprender que ésta no debe significar solamente lo que el autor quiso decir en su momento

de creación y que su carácter no está determinado por la subjetividad de su espectador. Es por esto

que “[…] cuando hablamos de juego en el contexto de la experiencia del arte, no nos referimos

con él al comportamiento ni al estado de ánimo del que crea o del que disfruta, y menos aún a la

22

libertad de una subjetividad que se activa a sí misma en el juego, sino al modo de ser de la propia

obra de arte” (Gadamer, 143). Como consecuencia, aquel criterio de expresión que une forma y

fondo se encuentra en la estructura particular de la obra, más que en su autor o en su recepción,

sin que esto signifique que el contexto en el que se produce una obra sea irrelevante, ya que es

imposible sustraerla de las circunstancias socioculturales en las que se desarrolla. (Delgadillo

Peña, El teatro del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 34)

El juego es la metáfora dinámica de la representación teatral. El orden lúdico aparece,

entonces, como una alternativa concreta para enfrentar el absurdo de la existencia. “Una obra de

“el absurdo” comparte con el juego precisamente que poseen normas propias, en muchos casos

arbitrarias e incomprensibles, pero eficaces en el mundo que han construido”. (Delgadillo Peña,

El teatro del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 35) Según

el juego, la realidad es un orden cerrado, cuyos movimientos y desplazamientos componen un

orden de la existencia de los hombres y de la cultura:

De hecho el juego sólo cumple el objetivo que le es propio cuando el jugador se abandona del todo

al juego. Lo que hace que el juego sea enteramente juego no es una referencia a la seriedad que

remita al protagonista más allá de él, sino únicamente la seriedad del juego mismo. El que no se

toma en serio el juego es un aguafiestas. (Gadamer, 1977, pág. 144)

El deslumbramiento y la inutilidad del juego son el deslumbramiento y la inutilidad de la

vida concreta. Su estructura es el azar. Su forma los límites en tensión. “Efectivamente el arte,

como el juego, tiene un exceso de significación, es decir, que todas las respuestas pueden ser

correctas; sin embargo, como lo dice Gadamer, estas posibilidades de lectura son creadas por el

juego mismo y no obstante el espectador, que es su intérprete, se extiende a sí mismo en el juego,

optando por cualquier posibilidad de interpretación de acuerdo con su personalidad y su

contexto”. (Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y

divergencias, pág. 44)

De ahí que, Jesús Portillo Fernández (2013) afirme que la noción de absurdo esté

íntimamente ligada a la filosofía y al género dramático. Abanico semántico que abarca desde la

vertiente humorística a la postura radical ante el sinsentido de la existencia. “Existen

circunstancias que funcionan como procesos generadores de disonancia a partir de la rotura de

expectativas en relación a lo normal. A pesar de no ser el término normal un concepto

recomendable para ninguna situación por faltar a la corrección ético-política, la normalidad

entendida como noción estadística mayoritaria actúa como punto de referencia entre lo absurdo y

la expectativa normativa que se tiene de una situación”. (pág. 106) El juego entonces abre la

posibilidad para la estructuración de un teatro del absurdo, que podría definirse como una realidad

imaginaria y escénica auto-referencial en donde lo inefable y simbolista configuran la dinámica

de imágenes absurdas.

23

CALÍGULA DE ALBERT CAMUS

Contextual

Contexto económico.- La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto armado más grande

y sangriento de la historia mundial, en el que se enfrentaron las Potencias Aliadas y las Potencias

del Eje, entre 1939 y 1945. Fuerzas armadas de más de setenta países participaron en combates

aéreos, navales y terrestres. Por efecto de la guerra murió alrededor del 2% de la población

mundial de la época (unos 60 millones de personas), en su mayor parte civiles. Como conflicto

mundial comenzó el 1 de septiembre de 1939 (si bien algunos historiadores argumentan que en

su frente asiático se declaró el 7 de julio de 1937) para acabar oficialmente el 2 de septiembre de

1945.

Las causas de la Segunda Guerra Mundial más inmediatas al estallido de la misma son,

por una parte, la invasión a Polonia por parte de los alemanes, y los ataques japoneses contra

China, los Estados Unidos de América y las colonias británicas y holandesas en Asia. La Segunda

Guerra Mundial estalló después de que estas acciones agresivas recibieran como respuesta una

declaración de guerra, una resistencia armada o ambas por parte de los países agredidos y aquellos

con los que mantenían tratados. En un primer momento, los países aliados estaban formados tan

sólo por Polonia, Gran Bretaña y Francia, mientras que las fuerzas del Eje consistían únicamente

en Alemania e Italia, unidas en una alianza mediante el Pacto de Acero.

A medida que la guerra progresó, los países que iban entrando en la misma (al ser de

forma voluntaria, o al ser atacados) se alinearon en uno de los dos bandos, dependiendo de su

propia situación. Ese fue el caso de los Estados Unidos y la URSS, atacados respectivamente por

Japón y Alemania. Algunos países, como Hungría, cambiaron su alineamiento en las fases finales

de la guerra.

Este enfrentamiento tuvo lugar a los niveles político, ideológico, económico, tecnológico,

militar e informativo. Ninguno de los dos bloques tomó nunca acciones directas contra el otro,

razón por la que se denominó al conflicto "guerra fría". Estas dos potencias se limitaron a actuar

como "ejes" influyentes de poder en el contexto internacional, y a la cooperación económica y

militar con los países aliados o satélites de uno de los bloques contra los del otro. Si bien estos

24

enfrentamientos no llegaron a desencadenar una guerra mundial, la entidad y la gravedad de los

conflictos económicos, políticos e ideológicos comprometidos, marcaron significativamente gran

parte de la historia de la segunda mitad del siglo XX.

Contexto histórico.- Con el fin de la Segunda Guerra Mundial se llegó a un clima de

confrontación civilizatoria. Se denomina Guerra Fría al enfrentamiento que tuvo lugar durante el

siglo XX, desde 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) hasta el fin de la URSS y la caída del

comunismo que se dio entre 1989 (Caída del Muro de Berlín) y 1991 (golpe de estado en la

URSS), entre los bloques occidental-capitalista, liderado por Estados Unidos, y oriental-

comunista, liderado por la Unión Soviética:

La historia, ciertamente, es uno de los límites del hombre; en ese sentido tiene razón el

revolucionario. Pero el hombre, en su rebelión, pone a su vez un límite de la historia. En este límite

nace la promesa de un valor. Es el nacimiento de este valor lo que la revolución cesárea combate

en la actualidad implacablemente, porque simboliza su verdadera derrota y la obligación en que se

ve de renunciar a sus principios. En 1950, y provisionalmente, la suerte del mundo no se juega,

como parece, en la lucha entre la producción burguesa y la producción revolucionaria; sus fines

serán los mismos. Se juega entre las fuerzas de la rebelión y las de la revolución cesárea. La

revolución triunfante debe probar, por medio de sus policías, sus procesos y sus excomuniones,

que no hay naturaleza humana. La rebelión humillada, mediante sus contradicciones, sus

sufrimientos, sus derrotas repetidas y su orgullo incansable, debe dar su contenido de dolor y

esperanza a esta naturaleza. (Camus, 1978, pág. 8)

La sociedad europea de la primera y segunda mitad del siglo XX afrontó un proceso de

confrontación entre los estados en formación, después de la dinámica geopolítica consecuencia

de las guerras mundiales, y los intereses de la cultura Occidental. Confrontación que se

materializó en la divergencia entre realidad y discurso; pues si bien la realidad era caótica, el

discurso de la Razón se mostraba insuficiente para explicar las complejidades de su entorno:

Ejemplo claro de lo que generó en el siglo XX la “sensibilidad absurda”, es la llamada “Guerra

Fría”, cuyo nombre se refiere a las tensiones entre los Estados Unidos de América y la Unión

Soviética, entre 1947 y 1991 finales de la Segunda Guerra Mundial, debido al choque ideológico

entre el capitalismo de la primera y el comunismo de la segunda. Sin embargo, aquellas ideas que

se defendían eran más un escudo para alcanzar intereses particulares que un verdadero compromiso

con los beneficios comunes que profesaban. Por esta razón, se hacía evidente la contradicción entre

la realidad (los ataques solapados a partir leyes y conferencias que las potencias argüían como

pacificadores; las ayudas económicas de los Estados Unidos a Europa que pretendían ser

desinteresadas y que en realidad eran una estrategia para apoderarse de gran parte de su mercado;

la bomba atómica contra Hiroshima y Nagasaki al finalizar la Conferencia de Postdam en la que

los jefes de estado concertaban cómo lograr la paz en el mundo, etc.) y los discursos que

presentaban todo aquello como algo coherente y sincero por parte de los estados en pugna.

(Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y divergencias,

pág. 13)

En este contexto, el arte sirvió como catalizador de una disconformidad histórica. La

inconsecuencia racional del ser humano, emocional y metafísicamente desarraigado, se

25

materializó en una inestabilidad sociocultural que convirtió al artista en punto de confluencia de

tendencias disímiles y racionalidades diversas. La obra de arte refleja y recrea sensiblemente “las

preocupaciones y ansiedades, las emociones y el pensamiento de muchos de sus contemporáneos

del mundo occidental. (Esslin, 1964, pág. 14)

Contexto político.- Las dos superpotencias deseaban implantar su modelo de gobierno

en todo el planeta. Los límites temporales del enfrentamiento se ubican entre 1945 y 1947 (fin de

la Segunda Guerra Mundial y fin de la posguerra respectivamente) hasta 1985 (inicio de la

Perestroika) y 1991 (disolución de la Unión Soviética). Actitud crítica de Albert Camus con

respecto a la política de su época, que se tradujo en un cuestionamiento profundo a las ideologías

del siglo XX:

En cuanto al primer aspecto es evidente que generó polémica e incluso rechazo y desprestigio,

exclusión social para Camus. En realidad se avanzó a su tiempo en lo que se refiere a una crítica

filosófico-política cuya fuente era la revolución rusa de 1917. Ésta no es posible “la explotación y

el aniquilamiento de millones de vidas humanas”. Se le ataca por la vía de la denigración y por la

negación de su pensamiento filosófico y la actualidad y oportunidad del mismo. Pone, en cuestión

la estructura del poder, la jerarquía como fuente de control sobre el otro y de conocimiento y se

enfrenta a su consiguiente olvido de las diferencias culturales y la pluralidad posible de la

creatividad. (Antropos, 2003, pág. 21)

Además, en el primer lustro de este decenio el régimen implantado en Cuba por Fidel

Castro y el Che Guevara, entre otros, orientó la política de su país hacia la URSS, de la cual paso

a ser un incondicional aliado en detrimento de los intereses geoestratégicos de EEUU. La

situación tuvo su punto más dramático en la "Crisis de los misiles de 1962" que llevó a la

humanidad a estar más cerca que nunca de una tercera guerra mundial, pero que pudo evitarse

gracias a la voluntad de Nikita Jruschov y John F. Kennedy.

La "carrera espacial", dio como vencedor a los EEUU, que lograron colocar al primer ser

humano sobre la superficie lunar en 1969. Esto se logró en gran medida gracias al impulso dado

por el presidente John F. Kennedy, quien había sido asesinado en 1963 en oscuras circunstancias

que sumieron al pueblo estadounidense en la más profunda crisis de identidad que ha conocido

hasta ahora.

En Europa se consolida la reconciliación franco-alemana, sobre las que en gran medida

se basaría la construcción de la Unión Europea que se había iniciado en la década anterior.

Alemania se consolida como tercera potencia económica mundial detrás de EEUU y Japón. Gran

Bretaña, al igual que Francia, pierde prácticamente la totalidad de sus colonias, en un proceso que

se inició una vez finalizada la segunda guerra mundial y que se vio precipitado en gran medida

tras la independencia de Libia.

26

En oriente medio se había vivido una trascendental transformación, debido a la

instauración del estado de Israel en 1948, el cual quedo enclavado en el centro neurálgico de esta

región. Además, las ingentes reservas de petróleo descubiertas principalmente en los llamados

países del Golfo, le dieron a esta región un peso sin precedentes en la economía del planeta.

La China de Mao vivió en esta década la llamada "Revolución cultural", que supuso una

transformación de la milenaria sociedad de este país. Mientras tanto, Japón continuó

desarrollando su reputación de potencia tecnológica y los productos provenientes de este país

empezaron a alcanzar prestigio en todo el mundo, impulsando la economía del país, mientras la

sociedad era reestructurada radicalmente pero conservando sus raíces culturales.

Contexto cultural.- El contexto cultural durante la primera mitad del siglo XX fue muy

complejo debido a las circunstancias descritas anteriormente. Luego que la cultura Occidental fue

fuertemente criticada por las Vanguardias, que consideraron que la cultura burguesa era caduca

debido a que sólo formaba consumidores, seres humanos alienados incapaces de adoptar cualquier

postura crítica, el ambiente necesitó un nuevo humanismo, que partiera de la autocrítica para

situar al ser humano en el centro de la historia y en el centro de la cultura:

La tierra del humanismo se ha convertido en esta Europa, tierra inhumana. Pero esta época es la

nuestra y no podemos renegar de ella. Si nuestra historia es nuestro infierno, no podemos apartar

la vista de ella. Este horror no puede ser eludido, sino asumido para superarlo, por los mismos que

lo han vivido lúcidamente, no por los que, habiéndola provocado, se creen con derecho de juzgarlo.

Semejante planta no ha podido brotar, en efecto, sino en un espeso terreno de iniquidades

acumuladas. Al final de una lucha a muerte en la que la locura del siglo mezcla indistintamente a

los hombres, el enemigo sigue siendo el hermano enemigo. Aunque se denuncien sus errores, no

se le puede despreciar ni odiar; la desdicha es hoy la patria común. (Camus, 1978, pág. 7)

De esta manera, el existencialismo se articuló como una alternativa al sistema teórico de

la filosofía moderna de Hegel. Combate el totalitarismo, por medio de un rechazo frontal que

interroga simultáneamente al sentido humano y al silencio del mundo. La existencia de libertad,

entonces, aparece como una condena a las teocracias y a los estados de terror del siglo XX.

El pensamiento hegeliano facilita la dialéctica del amo y el esclavo, justificación ésta “decisiva de

potencia en el siglo XX”. La lógica interna ha conducido a los confinamientos de Dachau y a todas

las expresiones del fascismo contemporáneo. No menos importante es la crítica y combate del

marxismo-leninismo y su enfoque de la revolución social. Su propuesta a las revoluciones

históricas es la revuelta, de acuerdo con el modelo de la Comuna de París y la autogestión social

llevada a cabo durante la guerra civil española, especialmente en los ámbitos republicanos de

Aragón y Cataluña. […] La conjugación concreta de lo singular con lo universal únicamente se

logra expresar en el arte. La revuelta, pues, establece límites. Y estos se sitúan en el “nosotros

somos” que paradójicamente se expresa en “un nuevo individualismo”. (Antropos, 2003, pág. 21)

Sólo una sociedad diferente, concreta, permite la revuelta del individuo contra el Estado.

Ante la emergencia del individuo solitario, sólo cabe una filosofía: la filosofía de la libertad

27

subjetiva del hombre concentro. Sólo un pensamiento original desemboca en una filosofía para

hacer frente el desasosiego de la vida. El hombre conoce su contexto sociocultural y, de ahí, se

rebela de su condición: “La rebeldía nos lleva a sentir la solidaridad con los otros, con los

extraños. Por eso mismo se requiere “de una conciencia cada vez más amplia” que abarque

solidariamente a todo el género humano”. (Antropos, 2003, pág. 24) Sólo el hombre concreto se

rebela y sólo el hombre concreto es libre.

Por otra parte, vale anotar que la característica más importante del contexto cultural fue

la articulación del grupo existencialista. Grupo que si bien, empezó a gestarse desde los tiempos

de la Resistencia Francesa y de la publicación de la revista literaria Combat, eclosionó a finales

de la Segunda Guerra Mundial. Reinaldo Spitaletta (2016) pinta este ambiente de la siguiente

forma:

La mayoría de habitués del parisino café Le Condé eran jóvenes entre los diecinueve y veinticinco

años, aunque había uno que otro veterano. Una logia disímil, unida por mesas y conversaciones,

por el hambre de ser alguien, por las ganas de compartir una copa. Quizá por la alegría “loca y

gris” de un tiempo sin tiempo, que es el de la juventud. Tal vez Patrick Modiano, autor de En el

café de la juventud perdida, se pudo haber preguntado cómo afectó la presencia de una muchacha,

misteriosa, atractiva, sombría, la vida cotidiana de un cafetín, pero, más que ello, el deseo y la

visión del mundo de algunos parroquianos.

La juventud parisina, entonces, se congregó alrededor de una búsqueda existencial que

permitiera crear un horizonte de sentido en torno a la historia, la filosofía y la vida. El

existencialismo se convirtió en una escuela de la vida cotidiana a la cual asistían los personajes

intelectuales más importantes del momento. Paúl Puma (2014) advierte que:

Surge el existencialismo, que pronto se apodera de las calles y atrae todas las miradas hacia las

caves de Saint-Germain-des-Près, donde Juliette Gréco –su musa– interpreta con pasión los temas

de los mejores autores de la época. Albert Camus, que desnuda en su obra la soledad del hombre,

y cuyo prestigio no ha hecho sino crecer con los años. El bulevar Saint-Germain con sus Cafés al

frente, fue un lugar muy frecuentado por los escritores, desde Albert Camus hasta Julio Cortázar.

Existió un lugar clave, un punto de encuentro, donde en los años 39-40, uno podía encontrarse con

Jacques Prévert y su «pandilla», con Salvador Dalí que iba allí para destilar sus extravagancias,

con Pablo Picasso, sus amigos y su círculo de admiradores. Picasso llegaba por la noche, rodeado

de sus amigos españoles. (pág. 2)

De manera que, entre los amigos que frecuentaron a Camus en la década de los cincuenta

se encontraron figuras como la filósofa Simone de Beauvoir, eterna compañera de Jean-Paul

Sartre, Truffaut, Godard y Rohmer. La bohemia existencialista, de esta forma, intentaba encontrar

un sentido a la existencia humana. Sin embargo, vale precisar que los dos centros de motivación

fueron Albert Camus y Jean-Paul Sartre. Ambos constituyeron una suerte de panorámica del

pensamiento y la literatura de una nueva época que trazó las coordenadas y las problemáticas para

la construcción ontológica del sujeto de occidente y también el diagnóstico de sus límites y

28

posibilidades. Por tanto, este movimiento intelectual que básicamente replanteó los debates

culturas en términos de búsqueda estética y compromiso político, dibujó:

Por primera vez la intelectualidad y sus discusiones estaban abiertas a todo aquel que estaba

dispuesto a escucharlas sentado junto a una taza de café en cualquiera de los cafés del corazón de

París, pero la existencia de un café era vital para las discusiones existencialistas de un grupo de

sabios, punto de encuentro en un París único: existencialista, humanista, izquierdista y rebelde.

París de la Comuna y de mayo del 68. (Puma, 2014, pág. 25)

29

Biografía

Infancia.- Albert Camus nació en Argel –actual capital de Argelia, pero que en esos años

pertenecían a los territorios franceses- una noche de otoño, el 7 de noviembre de 1913. Meses

después, su padre fue llamado al frente en la I Guerra Mundial, y murió en batalla un año después.

Tras lo cual, su madre regresó a vivir en un barrio del suburbio de la ciudad mediterránea:

[…] a pesar de la extrema pobreza pudo estudiar debido a que algún profesor captó pronto su gran

talento y alcanzó así el nivel universitario. En 1937 se enfermó de tuberculosis, cosa que tuvo una

cierta importancia en varios aspectos de su vida, de su proceso de creación intelectual. Se tuvo que

ganar la vida en diferentes oficios que supo compartir con su afición al teatro y otras actividades

estéticas, como la escritura. Fue siempre muy sensible respecto a los problemas del mundo del

trabajo y a las preocupaciones intelectuales e históricas de su época. (Antropos, 2003, pág. 11)

La familia de Camus estuvo regida por la presencia de su abuela, quien acostumbrada al

mando del hogar, se responsabilizó completamente de la familia; mientras su hija se dedicó a

trabajar, lavando ropa y fregando pisos para poder mantener a sus hijos. Es así que, el futuro

escritor creció en un ambiente extremadamente pobre, en una casa donde nadie, a excepción de

su hermano mayor, sabía leer. Por tanto, las posibilidades de cursar estudios se hacían cada vez

mínimas, debido a los pocos ingresos económicos de la casa:

Estas exigencias fundamentales fueron las primeras que conoció Albert Camus. Pero él siempre

las relacionaba con una riqueza física y emocional incomparable: por un lado admiraba, y casi

veneraba, el amor incondicional de su madre, y por el otro, disfrutaba al máximo de los placeres

únicos (según él) que la naturaleza mediterránea le ofrecía en estas orillas: el sol, el mar, los juegos

de niños con unos amigos excepcionalmente solidarios. Sin duda esta particular sensibilidad al

entorno fue forjado un optimismo casi ilimitado hacia el hombre, siempre y cuando se tratara de

un hombre capaz de reconocer, como él, estas riquezas terrenales, las verdaderas riquezas. De

hecho, esto fue lo que escribió cuando volvieron a publicarse sus primeros ensayos. (Rufat, 2003,

pág. 34)

Desgarrado entre la pobreza de su condición material y la felicidad de su vida familiar,

entre lo absurdo y la pasión de vivir, Albert Camus consiguió, gracias a un amigo de la familia

que conoció la situación del pequeño, una beca de estudios. Luis Germain, futuro profesor de

primaria del chico, fue más adelante una de las personas más importantes de la vida de Camus,

debido a que acudiría a él para consultarle alguna de sus dudas, especialmente cuando empezó a

escribir algunos relatos. Pues “Camus no olvidará sus orígenes nunca, sintiéndose siempre muy

alejado del mundillo de los ricos colonos propietarios y de los funcionarios franceses que están

de paso y desconocen la realidad el país”. (Piquer, 2003, pág. 93)

30

Estudios.- Albert Camus se destacó en sus estudios. Además, se dedicó con entrega a los

deportes: especialmente el fútbol –por ser un deporte de equipo en el que la iniciativa personal,

la solidaridad y la cooperación deben combinarse- y la natación. A pesar que fue incluso

seleccionado de fútbol de su ciudad, la tuberculosis lo alejaría de su pasión. Pero él haría de su

enfermada una puerta para el autoconocimiento y la autoreflexión:

Esta enfermedad con sus sufrimientos y su convalecencia, marcó una etapa importante en la vida

de Camus que cursaba entonces su último curso de bachillerato. Después de pasar una temporada

en el hospital, se instaló en casa de unos tíos que, por ser carniceros, disponían de unos recursos

más holgados y podía alimentar y cuidar más adecuadamente al joven tuberculoso. Además, a su

tío le gustaba leer, y Camus pudo dedicarse sin obstáculos a la lectura mientras iba recuperándose.

Así descubrió Anatole France, Paul Valéry, James Joyce, y sobre todo se sintió muy cercano a

Gide con Amyntas. Su reposo obligado también le permitió conocer el interés que su profesor de

filosofía, Jean Grenier, tenía por él: al ver que este alumno no acudía a clase, Jean Grenier se

informó y fue a verle a su casa donde pudo entrever la pobreza que rodeaba a Camus y la vergüenza

que sentía aquel joven intimidado por su inusual visita. (Rufat, 2003, pág. 35)

La relación con el profesor de filosofía sería importante para Camus, ya que acudiría a

responder las principales dudas para su formación filosófica. Así, al año siguiente, cuando Albert

Camus regresó a clases, se dedicó con más esmero y dedicación al estudio de la filosofía.

Experimentando aquello que años después denominó ‘desesperación por vivir’. Lo que significa

que, sólo al borde de la muerte a causa de su tuberculosis, Camus sintió la paradójica necesidad

de enfrentarse con valentía y lucidez a la muerte, a la que era arrastrado por culpa de la

enfermedad. Lo que implica que una sociedad puede ir mal, pero el ser humano siempre puede

superarla, afirmándola con entereza y regocijo. Albert Camus tenía, por entonces, 17 años:

A pesar de su beca, de sus buenos resultados en los estudios, de su interés por las letras, e incluso

a pesar de su enfermedad que siempre iría arrastrando, Camus tuvo que empezar muy pronto a

trabajar para poder contribuir al equilibrio de la economía doméstica: su abuela le encontró, en el

verano de 1927, un trabajo en una ferretería, obligándole a mentir en cuanto a su edad... Otro

verano, también estuvo trabajando en una oficina portuaria, y más tarde, en un taller mecánico. En

su casa, estos trabajos remunerados le otorgaron cierto reconocimiento; entre sus compañeros de

estudios, estas actividades veraniegas resultaban algo inusuales ya que la mayoría de ellos se iban

de vacaciones. (Rufat, 2003, pág. 36)

A partir de 1932, Camus empieza a publicar algunos textos en la revista Sud, gracias a

motivación de su maestro, Jean Grenier. En ellos está impresa una estética y una sensibilidad

volcada hacia el Mediterráneo. Esta escritura instintiva y elaborada conjuga los misterios de la

vida y del cosmos. En el curso de su admonición, precede a evocar la sencillez, pero también a

conjurar lo insondable que habita en la vida del ser humano. En conjunto, estos primeros escritos

constituyen una mirada rica, diversa y fulgurante de la voluptuosidad humana, que desentraña los

secretos deslumbrantes de la existencia humana.

Albert Camus continuó sus estudios de filosofía y letras entre 1933 y 1936. Al mismo

tiempo, se independizó emocional e intelectualmente. Mientras escribe, conoce a Simone Hié con

quien se casaría en 1934. Desde este momento, Camus afirma su libertad y su independencia.

31

Empezó a trabajar en las oficinas de una agencia marítima, y empezó así su vida concreta: una

vida discreta, sencilla, dedica a la política y a la literatura. Estudios que terminó con un trabajo

titulado Metafísica cristiana y neoplatonismo:

Pese a todo, Camus logra terminar su licenciatura de filosofía en 1936 con un estudio titulado

Metafísica cristiana y neoplatonismo (previamente llamado Entre Plotino y San Agustín). Siempre

se ha dicho que el tema no había sido escogido por Camus, sino que correspondía a la

especialización del profesor que se lo dirigía, teniendo en cuenta, además, que tratar el

pensamiento de San Agustín era recurrente en la universidad que se encontraba cerca del lugar de

nacimiento del santo, como cerca estaba también el lugar de origen del propio Camus. Si bien

Camus no es religioso (define la religión como un simple discurso que traduce el íntimo deseo del

hombre de sobrevivir y así dar un simple discurso que traduce el íntimo deseo del hombre de

sobrevivir y así dar significado a su existencia) se apasiona por el tema, describiendo como la

concepción griega del universo es poco a poco contrarrestada por la religión cristiana que basa

esencialmente su doctrina en el sufrimiento. (Piquer, 2003, pág. 94)

Es decir, Camus debe a sus estudios universitarios la manera tan singular y prometeica de

comprender la religiosidad. Su visión religiosa del mundo es una lectura estética de lo intangible.

Lo religioso expresa una dialéctica de la sombra y la luz. Criterio estético que conjuga el

pensamiento de los filósofos helenistas en oposición y diálogo con la enfermedad del vivir. Como

resultado de este trabajo concluye la recuperación del espíritu griego mediterráneo para su futura

filosofía existencialista. “Reconciliado con la intensa belleza del espacio y con la humanidad

puede disfrutar de la soledad de los parajes que atraviesa, con el corazón satisfecho”. (Piquer,

2003, pág. 96)

En 1935, Albert Camus se afilió al Partido Comunista. “Entiende, o quiere entender, que

entrar en el partido comunista es una manera de intentar reducir la desdicha del hombre y que

también puede ser útil para sumarse a la lucha antifascista”. (Rufat, 2003, pág. 37) Sin embargo,

siempre guardó cierta distancia con respecto al dogmatismo estalinista. Motivo por el cual

abandona el partido comunista en 1937. Aunque nunca se llegó a aclarar si fue por expulsión o

dimisión. Lo que no cabe duda es que a su crítica a lo sociedad capitalista de posguerra también

hay que añadir su fuerte amor a la vida:

El otro descubrimiento, o incluso rebelación, de este viaje fue la vivencia de su ‘amor a la vida’:

allí experimentó la inutilidad de las preguntas existenciales (el absurdo) y entendió que una regla

de vida fundamental, que el Mediterráneo ofrece de forma natural, es que no existe ningún amor a

la vida sin el desespero por vivir. Esta doble tensión vitalista marcaría, en adelante, todas las

creaciones de Albert Camus, y así lo consignó en su primer cuaderno de publicaciones, donde

también dejó constancia, ya en la primera página, de su firme intención de dedicarse a la literatura.

(Rufat, 2003, pág. 38)

Luego de su formación filosófica, Camus se dedicó al teatro, donde trabajó tanto como

autor, director y actor. Así junto a otros compañeros y compañeras creó el ‘teatro del trabajo’. El

aspecto más importante de su etapa de estudios es su vocación por los temas, las sensaciones y

los cuerpos mediterráneos. Esta cultura favorece entre la cultura europea y la cultura autóctona.

“Para argumentar esta tesis, Camus no dudó en evocar, desde un punto de vista histórico, las

32

características interculturales de la costa africana: el intercambio de conocimientos, la

convivencia de razas y religiones diferentes fueron una de las referencias que nombró”. (Rufat,

2003, pág. 40) Sólo en el bullicio del Mediterráneo, en el estallido y variedad de sus colores,

Camus encontró los fundamentos para su apasionada desesperación por la vida.

De esta forma, a los 25 años, Camus decidió dedicarse exclusivamente a la literatura.

Dirigió una revista literaria, fue periodista y corresponsal, escribía y leía en una librería que

manejaba con otro de sus amigos. Lo cual se acentúo más en 1940, cuando luego de separarse de

su esposa y comprometerse con otra muchacha, decide exiliarse a Francia, ciudad donde el

hombre mediterráneo se deprimió a causa del ambiente grisáceo, monótono y frío. Escribir era

para Camus ya su principal actividad y ya para entonces tenía las principales páginas de sus obras

más importantes: El Extranjero, El mito de Sísifo, Calígula y La Peste. Es decir, poco a poco fue

ganando el favor del ambiente intelectual de su época, a partir de los comentarios favorables que

recibía por sus obras.

Fuentes de influencia.- Según Rubén Maldonado Ortega (2010), la filosofía de Albert

Camus es una requisitoria al existencialismo. Así Camus intentó situarse fuera de la órbita de los

existencialistas, quienes habían, pese a sus reflexiones sobre el absurdo, creído en la esperanza

(definida por Camus como un acto ciego de confianza humana); mientras que para Camus la única

forma de superar el absurdo era la rebelión. Hecho que pone en consideración a dos fuentes

primordiales en el pensamiento de Camus: Kierkegaard y Nietzsche. Al respecto, vale mencionar

que:

Camus delimita su incursión en los textos de Jaspers, Heidegger, Chestov, Husserl, Scheler,

admitiendo que sería presuntuoso querer tratar de sus filosofías, si bien es posible y suficiente

hacer sentir el clima que les es común: “[…] Lo que me interesa, no son las obras o los pensadores

[...] sino el descubrimiento de lo que hay de común en sus conclusiones”. La analítica de lo absurdo

se consagra a un solo problema y a todas sus consecuencias. Así las cosas, la requisitoria a las

llamadas filosofías existenciales no cobija al hallazgo sino tan solo al análisis. No es lo absurdo,

lo que está en cuestión, sino el análisis que en estos pensadores conduce hasta la esperanza o

suicidio. Camus suscribe el cuerpo de evidencias que ha dado origen, con estos pensadores, a una

ontología de lo absurdo. Se consagra, en cambio, a una analítica de lo absurdo para examinar las

conclusiones que hayan podido sacar dichos pensadores de esos descubrimientos. ¿A qué actos

obligaban esos descubrimientos? Es la pregunta que guía la requisitoria adelantada por Camus.

(Laurence, 2011, pág. 23)

Sin embargo, su nihilismo es una crítica al poder. De ahí que, de acuerdo a Nietzsche

continúe dando importancia a los elementos contingentes de la vida del ser humano, es decir, a

los elementos a los cuales éste se enfrenta en su cotidianidad. Puesta en juego que ve al hombre

como un individuo y no como un sujeto, marcando de esta forma su distancia con respecto al

pensamiento de Hegel. Alejado de los conceptos y las razones, Camus siguiendo a Nietzsche

estructura sus evidencias en la sensibilidad individual que se encuentra íntimamente ligada a la

33

sensibilidad de una época. Ya que como escribió el propio Camus en El mito de Sísifo (1982), “en

el apego de un hombre a su vida hay algo más fuerte que todas las miserias del mundo. El juicio

del cuerpo equivale al del espíritu y el cuerpo retrocede ante el aniquilamiento”. (pág. 20) Ya en

las sensaciones concretas del cuerpo se hallan inscritas los desgarramientos más abisales y

peligrosos del espíritu.

Por tanto, gracias a Nietzsche, Camus consigue apartarse de cualquier perspectiva

sociológica o histórica. Su preocupación por la existencia del individuo singular lo obliga a pensar

e intuir la naturaleza, aparentemente inaccesible, del corazón del hombre. Por ejemplo, cuando

aborda el tema del suicidio, a él no le interesan los suicidas sino el suicidio como el problema

filosófico por excelencia. Así, a pesar que se ignora el significado del silencio del corazón

humano, negándose a buscar las causas de una hipótesis no formulada, postula el aforismo que

matarse es confesar que vivir no merece la pena.

Desde esta indagación inicial al suicidio, guiado por sus lecturas de Nietzsche, Camus

arguye una teoría para la vida: no enseña a vivir, en modo alguno; al contrario, exige de sus

lectores el cuestionamiento de sus propias existencias, como punto de partida para hacer frente al

absurdo de la vida, guiados no por teorías o conceptos sino por las sensaciones e intuiciones que

cifran su moral. La confrontación no puede compenetrarse con la lógica; requiere de un

acercamiento sensible que conjugue las confusiones, los divorcios y las inconsecuencias que

articulan la vida con la lógica, en otras palabras, la experiencia con la filosofía. En este punto,

trata de regresar al planteamiento socrático desarrollado en el Fedón y Protágoras de Platón.

En cambio, de Kierkegaard Camus toma el postulado del fracaso de la tarea de conocer.

La vertiginosidad en la reflexión que indaga la vida se aparta de la dialéctica para entrar en el

campo de las antípodas y contradicciones sucesivas. Sin embargo, Camus cuestionará al filósofo

danés, acusándolo de traidor del absurdo pues ha sucumbido a la evasión. “Camus hará este

mismo reproche a Chestov y a Kierkegaard, y lo extenderá a las así llamadas filosofías

existenciales, que incapaces de aprovechar el impulso de la reflexión inaugural sobre lo absurdo

de la condición humana, escamotearon el concepto medular de esta pedagogía de la existencia en

vista a una reanimación de la esperanza”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 32) Camus propone la

contemplación directa del absurdo sin fatigarse por su miseria. “La clarividencia que debería

constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no se venza con

el desprecio”. (Camus, El mito de Sísifo, 1982, pág. 122) Sólo cuando el ser humano ha expulsado

a los dioses, se hace dueño de su vida.

Trascendencia.- La obra de Albert Camus plantea una interrogante sobre la condición

humana y sobre su vacío existencial, debido a que no hay un porqué para la vida o para el

34

sufrimiento que ésta provoca en el ser humano. Se adentra en los abismos de la conciencia y

define las dimensiones de una realidad demasiado compleja, pues descubre las raíces plurales de

la historia y de la ontología. Para Camus, el hombre niega ser quien es: acepta el absurdo de su

condición humana y plantea la rebeldía como una forma creativa para enfrentar el vacío de la vida

cotidiana:

Su fe en el hombre es en verdad el hilo conductor de toda su obra de creación y de su actitud de

compromiso político. Prácticamente todos sus personajes se definen a sí mismos por su acción

desde la libertad «como individuo y de su compromiso para con la sociedad». Pero esta idea surge

de su biografía en interacción con su pensamiento de lo absurdo. (Antropos, 2003, pág. 12)

Su obra forjó una sensibilidad epocal. Su ética se configura como una imagen cultural de

la libertad. Sólo una elección por la libertad permite al ser humano superar el absurdo. “Este tema

de la muerte, ya sea queriéndola, pidiéndola o luchando contra ella, es otra de las principales

constantes de la obra camusiana”. (Rufat, 2003, pág. 39) A lo que es necesario añadir su

participación en la resistencia durante la II Guerra Mundial:

Su amigo Pascal Pia le introdujo en la red de resistencia de Combat, donde Camus desempeñó

varias actividades de propaganda e información. Cuando Combat se convirtió en una revista

clandestina, en 1943, Camus siguió escribiendo en ella sus artículos defendiendo, ante todo, la

libertad y la integridad del ser humano. También domina esta misma idea en Cartas a un amigo

alemán que empezó a escribir por el mismo año: siempre ateniéndose a la realidad, siempre

defendiendo los derechos de las víctimas y los humillados, Camus fue confirmándose como un

“librepensador” del siglo XX. (Rufat, 2003, pág. 43)

Hecho que también permite conocer con mayor exactitud su sentimiento sobre la guerra

civil de Argelia. “Durante los seis últimos años de su vida, la crisis argelina amargó la vida de

Camus y no dejó de atormentarlo”. (Rufat, 2003, pág. 46) De modo que, en 1956 pidió que

accediera a una tregua civil para evitar la masacre de civiles que había empezado. Pero su petición,

no fue siquiera tomada en consideración. Entonces, Camus siguió dedicándose a su causa de

manera personalizada: nunca rechazó firmar una carta (o incluso redactarla) ni un manifiesto para

solicitar que se conmutara una pena de muerte, fuera de quien fuera, ya sea en Argelia o en

Francia. Pero como su posición reconciliadora no era aceptada por ninguno de los dos bandos,

acabó encerrándose en un triste silencio público que muchos de sus coetáneos también le

recriminaron.

Además, otra de las causas políticas que Camus defendió en vida fue la causa de los

republicanos y anarquistas españoles, este es el momento que haya dedicado una de sus obras de

teatro, Estado de sitio. “Esto también se tradujo en su voluntad, y disponibilidad, para ayudar a

cualquier español que estuviera perseguido por el régimen de Franco”. (Rufat, 2003, pág. 46) Sus

denuncias a la dictadura española se manifestaron incluso en 1957, cuando al recibir el Premio

Nobel de literatura se lo dedicó a sus “amigos españoles”.

35

Por otra parte, la vigencia de la obra de Albert Camus no es de valor ideológico.

“Evidentemente está implícito. El absurdo es un tema de Camus, y es el tema de su vida, también

porque se sabe que murió en un accidente de carretera cuando viajaba con su editor, y tenía en su

bolsillo el billete de tren para volver. O sea que mayor absurdo no se puede imaginar”. (Rufat,

2003, pág. 65) La fuerza de imaginación de su obra es la que destaca. Que es la única forma de

llegar a una muerte sin miedo y sin odio. Lo que no implica una visión hedonista de la existencia,

sino la afirmación del sentido trágico de la vida:

En este sentido, me parece que la vigencia de Camus ha ido ganando. Primero, conforme los

filósofos franceses, o los maestros de pensamiento como se quieran llamar, se iban desacreditando

progresivamente (estoy pensando en la evolución de Sartre o en la de Althusser), y dejando sitio.

Luego, Camus tenía peso propio; quizá por ser mucho menos oportunista, pero también por ir

mucho más a lo esencial. Y hay una razón: Camus tiene para mí una enorme ventaja porque es un

autodidacta. Por ser autodidacta habla más de la experiencia que de pensamiento, y por esto lo que

dice tiene primero el peso de lo auténtico, de lo vivido. No sé si Camus ha vivido lo que le ocurre

a Meursault, pero seguramente lo de La peste sí, y ha tomado apuntes. O sea que va de la praxis a

la teoría, contrariamente al trayecto habitual al que nos tienen acostumbrados. (Rufat, 2003, pág.

66)

Es decir, la importancia de la obra camusiana reside en su interés por enseñar al ser

humano en cómo convertirse en un hombre. En este punto, se configura su vigencia. No teoriza

tanto; dejando espacio a los lectores para su propio pensamiento: “En nuestro mundo, un pensador

que te invita a pensar y que te deja espacio para pensar por ti mismo, orientado, pero dejando

pensar, esto no tiene precio”. (Rufat, 2003, pág. 66) Para Camus, el hombre moderno es aquel

que acepta sus contradicciones, y por tanto las sufre con entereza para afirmar su sentido vital. Se

deslumbra por las sensaciones, y critica al gran monstruo del siglo XX: el totalitarismo.

Camus es el único pensador, entonces, que se enfrentó teóricamente al totalitarismo. La

rebelión es incesante, no acaba nunca, se imagina día a día, pues carecer de esperanza no es

desesperar; optimismo que no llega a agotarse. Su ateísmo impone una nueva religiosidad

material, que convierte al hombre en el centro de sus preocupaciones. Hecho que se rebela en su

escritura singular, lírica y estéticamente posible:

[…] sería aquella escritura de un pensamiento donde las contradicciones, que son el fruto de la

experiencia, se van plasmando en un camino asistemático, porque no puede ser sistemático. Es un

camino, pero continuamente abierto, y con sus desviaciones hacia lo religioso, hacia lo metafísico,

hacia lo científico… (Rufat, 2003, pág. 68)

Su vigencia, de este modo, está íntimamente ligada a su antidogmatismo. Por eso se lo

continúa leyendo en la actualidad. Su inquietud en cierta forma es la inquietud cotidiana de

muchos. Sin forjar un sistema de pensamiento cerrado, ha creado las preguntas más interesantes

del siglo XX y ha provocado otras más. La coincidencia entre literatura y filosofía en su obra es

patente, afirmando la importancia de la relación del pensamiento con la experiencia. Humanismo

36

que trasluce un desasosiego nihilista; ante la intemperie del horizonte de libertad al que está

condenado el ser humano. “Lo fascinante en Camus es que no ha dado lugar a ninguna sub-capilla.

Ya esto es su título de gloria: no se puede decir esto de ningún otro pensador moderno. Camus es

tan abierto, y tan poco dogmático que cabe todo”. (Rufat, 2003, pág. 70) Lo que pone en evidencia

que toda la obra de Camus supone un diálogo entre la experiencia de la vida, y el pensamiento y

la tradición filosófica. Su rechazo a la rebelión histórica:

El rechazo de Camus a la rebelión histórica se fundamenta en el hecho de que la historia acaecida

a partir de la muerte de Luis XVI, con la cual arranca nuestra contemporaneidad, nos ha dado tan

solo lecciones de eficacia, sacrificando con ello la única rebelión que se sigue de la evidencia de

que la condición humana es un absurdo, a saber, la confrontación perpetua del hombre con su

propia oscuridad. Camus cree que dicha eficacia es inspirada por dos extremos viciosos, el

antihistoricismo puro y el puro historicismo. Para Camus, el que no cree más que en la historia

camina hacia el terror, y quien no cree en nada de ella autoriza el terror. (Maldonado Ortega, 2010,

pág. 4)

Para Camus, entonces, negar la historia equivale a negar lo real, pues para él la época

contemporánea es la edad del crimen lógico, perpetrado por las ideologías y los Estados. Saber

que la vida no tiene sentido en estas circunstancias necesita del rechazo de la esperanza y del

suicidio, para que el ser humano se reconozca a sí mismo como individuo. “La filosofía de Camus,

hecha consigna en su discurso de Estocolmo, afirma: de lo que se trata es de conciliar por fin el

trabajo con la cultura”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 6) De ahí que su pensamiento suponga

una rebelión contra el pensamiento burgués, socialista y existencialista. “Camus inquiere entonces

por la lógica que condujo el absurdo hasta el crimen, dando esto lugar a una obra múltiple y

variada que se constituye en una pedagogía de la existencia, donde el análisis es puesto al servicio

de la creación literaria, para el resultado final de una obra consagrada al reaprendizaje de la

libertad”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 6)

En definitiva, el único portavoz de la libertad es el artista, el creador; no el político o el

ideólogo. Sólo así Camus encontró la superación del nihilismo contemporáneo en la rebelión y en

el arte. “Las facultades abstractas deberán, entonces, ser humilladas, para lo cual los pensamientos

ocuparán el lugar de las ideas, facilitando a la carne dar su resplandor a la creación absurda”.

(Maldonado Ortega, 2010, pág. 7) Así en Camus, filosofía y literatura van de la mano: vertió en

imágenes poéticas las grandes problemáticas de su época. Diálogo interdisciplinario que pone

énfasis en la necesidad de sensibilizar al ser humano contemporáneo respecto de la urgencia de

emprender una re-invención de la civilización occidental; al tiempo que da cuenta de un lúdico

pensamiento: el hombre absurdo por excelencia es el creador. Es decir, el arte conjuga en su

práctica y proyección una respuesta posible, singular y concreta, nacida de la experiencia vital del

individuo para responder el problema del sentido de la vida.

37

Lectura de obras

Novelística.-

El extranjero (1942) es la novela fundadora de la carrera literaria de Albert Camus. Su

personaje principal, Meursault, manifiesta una integridad moral ante el absurdo. Su rebeldía,

nacida del contacto con la tierra, el mar y el mediterráneo, sustentó la fe en el hombre moderno,

para oponerse a los sistemas religiosos y jurídicos de la sociedad que lo condena. “Meursault

asume sus responsabilidades como hombre pero no se suma ni quiere participar en la comedia del

gran espectáculo montado en torno a las convenciones”. (Sánchez Arena, 2017, pág. 43) Gracias

a esta postura filosófica, Albert Camus se situó en la cultura de su tiempo.

Ya El extranjero presentaba las relaciones en términos de oposición, de enfrentamiento. Como

disponía de una circunstancia atenuante cósmica, que le desposeía de su acto en virtud de un

momento de aturdimiento, era difícil hacer de Meursault un criminal. Diabolic u m perseverare:

su maldad ante sus jueces nacía de la perseverancia diabólica en no explicarse, en no traicionar a

su naturaleza. Considerado desde el ángulo específico de la segunda parte –la mirada social-, el

crimen cambiaba incluso de naturaleza: es más bien por no haber llorado en el entierro de su madre

que por haber matado un árabe que Meursault es condenado por la justicia de los hombres, en un

juicio extraño en el que sorprende la ausencia notable de una parte civil árabe constituida como

tal. (Antropos, 2003, pág. 108)

Esta novela codifica una súbita rebeldía, en la cual proyecta la denuncia de una sociedad

injusta. Sin embargo, su personaje principal –Meursault- no es la víctima ni de la sociedad ni del

destino. Es, por el contrario, la reconstrucción de un héroe de la negatividad: confrontación entre

el deseo del hombre y el silencio irracional del mundo; para arrojar al individuo a los límites de

la razón. Así, Camus acepta el destino trágico del hombre y de la humanidad. “Rechazando el

suicidio, Camus transforma en norma de conducta lo que era invitación a la muerte”. (Aragües &

Ezquerra, 2014, pág. 101)

Además, en esta primera novela ya están configuradas las principales preocupaciones

camusianas: la soledad y la solidaridad, el asesinato y la libertad, la autoridad y la justicia. Tensión

poética que asume la condición mítica del ser humano moderno, Meursault (el hombre del

absurdo), a través de la descripción de los placeres de la vida en contraposición con los sistemas

que imponen la verdad. La tragedia de la subjetividad del individuo aparece recreada en El

extranjero como una crítica lúcida e intensa a la sociedad contemporánea. Poética del crepúsculo

de los dioses, que muestra a un individuo que asume la culpa con indiferencia, sin postrarse ante

su destino. El proceso de Meursault encarna el sufrimiento y la brutalidad del sistema jurídico;

mientras que el diálogo con el sacerdote impone un juego simbólico contra el andamiaje

ideológico del poder.

38

La peste (1947) es un relato alegórico sobre una epidemia imaginaria que asola Orán y la

aísla del mundo exterior. El protagonista es el doctor Rieux quien constata, por medio de un texto

objetivo, los hechos con sobriedad, no con frialdad, como un cronista, un testigo o un historiador.

Es en este personaje, el cuerpo estético donde se encarna el optimismo: “Rieux imagina las

hogueras y el humo subiendo al cielo, enrojeciéndolo. Pero no hay tiempo que perder, atento a

los síntomas y a la rapidez de propagación, decide establecer un cordón sanitario que aislará la

ciudad. Son medidas dolorosas y a menudo duda de su eficacia, pero hay que intentarlo”. (Portillo

Fernández, 2013, pág. 103)

Por otra parte, en La peste el autor intentó configurar una imagen del mal en el mundo

moderno. Así, Monje (2010) afirma que la novela es “la historia terrible y precisa de una epidemia

que se abate sobre Orán y deja a la ciudad argelina aislados del mundo angustiosamente. […] el

absurdo se les aparece en forma de enfermedad”. (pág. 5) Los distintos personajes se enfrentan

constantemente a la única lucha metafísica entre el vivir y el morir. Intención alegórica que

presenta una atroz devastación humana; es la metáfora del totalitarismo:

En la obra se describe como en 1942, en la época nazi, a los judío se los enjuiciaba y en 1481,

cuando la peste asoló el sur de España, la Inquisición les echó la culpa a los mismos. Así las

enfermedades, la guerra o los desastres naturales, visto como un mal, representan, dentro de la

falta de racionalidad en el mundo, la mayor irracionalidad. Se nos presenta como el mayor de los

absurdos ya que alegan, como muchos hechos en el mundo, la falta de cualquier absoluto. (Monje

Justo, 2010, pág. 6)

Aun así, los personajes aceptan la enfermedad, es decir, su realidad inmediata con cierta

dosis de optimismo que los arroja de lleno a la rebelión, en busca de salvar su condición de

hombres e individuos. Ni siquiera el sufrimiento, que afirma el vacío de sus vidas, ha podido con

ellos. Camus explora una posibilidad no de salvación, sino de auto-realización. Camus afronta el

mal, la desesperación cotidiana, la realidad de ausencia de toda razón trascendente, a través del

ejercicio de su libertad: la acción, primero individual… luego colectiva. Así, se cuestionan las

condiciones de injusticia y desigualdad de las sociedades modernas.

El personaje camusiano enfrenta la peste con honestidad: su ética individual rechaza

cualquier forma de resignación. Por el contrario, ni siquiera la existencia irremediable de la

muerte puede con la voluntad del individuo. Así se ve cómo “las novelas de Camus se constituyen

como una verdadera estética de la resistencia ante la injusticia suprema del mundo”. (Monje Justo,

2010, pág. 8) En medio de las tinieblas de la peste, Camus se erige como portavoz de la duda y la

incertidumbre. No sabe por qué el mundo sufre, pero imagina una posibilidad: al no haber dios

que sostenga la respiración de las cosas, los hombres concretos se abisman contra ellos, y aun así,

este abismo puede ser el punto de partida del hombre auténtico. La irracionalidad del sufrimiento

desencadena el misterio de la existencia humana: la lucha del hombre contra la enfermedad es el

destino del individuo que no cede ante el absurdo, y se rebela.

39

La caída (1956), en cierta forma, fue una especie de respuesta camusiana a los ataques

que recibió El hombre rebelde. “Su protagonista, Jean-Baptiste Clamence, asumiendo para él

mismo un doble papel de juez-penitente, reconoce sus errores y sus culpas… pero para finalmente

demostrar que la imagen de este espejo que va describiendo bien puede ser la de cualquier otra

persona. Porque, tal como ya lo había escrito anteriormente, nadie es nunca totalmente culpable,

ni totalmente inocente: siempre se puede reprochar algo a alguien”. (Rufat, 2003, pág. 46)

Escrita a manera de un monólogo, La caída cuenta la historia de un hombre que cambió

su vida, que transcurría en aparente felicidad, a partir del suicidio de una joven que él se negó a

ayudar. Este personaje inicia su descenso a los abismos del subconsciente: “Convertido en juez-

penitente, a lo largo de cinco días y a través de numerosas digresiones, Clamence explica su vida,

sus intentos por escapar al recuerdo obsesivo […] Exhibir la culpa es la mejor manera para que

los demás reconozcan su propia imagen en el espejo”. (Piquer, 2003, pág. 1)

Esta novela desconcertó a todo el mundo. Clamence es el actor de una comedia: es

demasiado lúcido y cínico y sabe utilizar la retórica. Era una especie de ángel caído. Arrojado al

azar, el juez penitente rebela las intimidades de su profesión, de su vida, de su tormento. Este

solitario protagonista desprecia a los hombres, convirtiéndose en la versión camusiana del

superhombre de Nietzsche:

Lo primero a destacar es el meticuloso trabajo artístico con el que ha sido configurado el relato

que Jean Baptiste Clemence, otrora prestigioso abogado parisino, le ofrece a un ocasional visitante

del México-City, un ruidoso bar donde Clemence oficia de juez penitente; este relato, en apariencia

espontáneo a un interlocutor cuasimudo, y que constituye el contenido todo de la mencionada

novela, le permitirá al nobel franco-argelino hacer uso del monólogo para lograr una genial

adaptación literaria del superhombre. Lo demás lo proporcionará el temperamento mismo de Jean

Baptiste Clemence, un hombre de naturaleza comunicativa, parlanchín, como él mismo se define,

que suele pasearse durante noches enteras soñando o hablándose interminablemente. “Como esta

noche, sí; y temo aturdirlo un poco […] Pero es la superabundancia que se desborda”. (Maldonado

Ortega, 2010, pág. 146)

Para llegar a este estado, el protagonista ha comprendido la vocación humana por hacer

juicios de los otros. Su lucidez lo lleva a desconfiar de todo y de todos. Su misión era confesar

todas sus mentiras a todos los seres humanos, pero sabía que era una misión fracasada, jamás

alcanzaría a llevarla a cabo: “la consideración de Jean Baptiste Clemence sobre el conocimiento

que la humanidad acusa de la real agonía de Cristo”. (pág. 155) Sabe que el orden del mundo es

ambiguo; la confusión de su tiempo es mediocre y él no es un profeta, sólo un mitómano que

sueña. El ser humano está condenado y no hay excusas que lo salven, ya que la libertad es una

carga demasiado pesada. En definitiva, La caída es el ritual pagano de la condenación. Porqué a

partir de la condena, el hombre se ha salvado; el dios ha demostrado su inexistencia, su trivialidad

con la justicia: “Entonces me engrandezco, respiro libremente, estoy en lo alto de la montaña, y

la llanura se extiende bajo mis ojos”. (Camus, 2002, pág. 129)

40

El primer hombre (1995) es una novela autobiográfica que Camus no terminó de escribir

debido a su muerte repentina. Relato de vida cuyo protagonista, Jacques Cormery, donde se

descubren los fracasos de un niño pobre, donde se rebelan e ignoran los vacíos vitales, donde el

descubrimiento de los libros marca el ritmo de un porvenir que todavía no define y que aún no

presiente. Divorciado de la cultura de la metrópoli, Telémaco abandonado, el ‘primer hombre’

camusiano figura como un espectro anti-idílico:

El primer hombre no tiene nada de idílico. Camus no se deja llevar en absoluto por una creencia

beata en la virtud del hombre. La palabra humanista existe: Cormery padre, Veillard el colono,

Monsieur Germain, el maestro, la destilan, le dan vida, pero se trata de una excepción. Sin duda la

generosidad, esta creencia de que en el hombre la vileza no se apoderará de él, es posible, pero

supone la capacidad, aunque sea por un instante, de desprenderse de la gran dificultad de lo

cotidiano. (Benamo, 2015, pág. 107)

De esta forma, la imagen del primer hombre es la imagen de una cultura subdesarrollada.

La dureza económica en la que se debate la familia del protagonista muestra una realidad flagelada

por la escasez, el analfabetismo y la degradación; sin embargo, este ambiente está impregnado de

lirismo y belleza. Cotidianidad desapacible y fría donde el aroma del mar y la presencia del sol

encandecen el polvo del desierto, al punto de crear una visión de idealidad representada por la

presencia materna. En la madre lo enigmático surge como un espacio de ambigüedad donde

confluyen las tensiones emocionales y las crisis espirituales de una época:

Novela familiar, autorretrato de cara a los otros, El primer hombre es además saga tolstoyana del

subcontinente: en ningún momento la intención de esclarecimiento del adolescente oscuro en sí

mismo se separa de la tribu, familia amplia: el singular se explica por el plural, yo es nosotros, el

primer hombre es nosotros los primeros hombres. Los actos de violencia en el interior de un grupo

de colonos que mezclen numerosas nacionalidades son raros. Pirette, el asesino guillotinado, es el

malvado institucionalizado, el contraejemplo. Él y la abuela, entre las cuatro paredes de la casa de

color ceniza, son las excepciones que confirman la regla. (Benamo, 2015, pág. 108)

Así, la cultura que contiene al protagonista representa un juego de fuerzas en conflicto.

Además entraña un mundo simbólico evanescente y sutil cargado de interpretaciones y silencios.

Desde esta cultura plantea los temas fundamentales de su relato: el abandono, el exilio, la culpa,

el absurdo y la rebeldía. En esta novela se descifra la condena del individuo por parte de la

sociedad. “El proyecto está condenado a quedar inconcluso, absurdo en su propósito mismo. Cada

uno de los avances del saber, de la cultura, representa una forma de exilio en relación al origen.

Ha sido necesario este examen, este proceso vital para que el yo evalúe la despreocupación, y la

ligereza también, con la que había aceptado dedicarse a la realeza”. (Garduño-Comparán, 2010,

pág. 111) El primer hombre se enfrenta al olvido, pero también lo desata; desparrama la

proyección íntima de la voluntad humana para sobrevivirse, pero se abisma en las regiones más

oscuras de su cosmovisión. En definitiva, esta novela relata la estructura polisémica de la bella

iluminación que, plantea el regreso del autor sobre sí mismo, a través de la invención de un

personaje para reconocerse y para reinventarse.

41

Teatro.-

La obra del género dramático en Albert Camus reinventa la tragedia modera. Más que

una afición de juventud, el teatro fue el quehacer que ocupó los últimos días y las últimas noches

de Camus. Esta tragedia inventa la desesperación desde la mediocridad de los días cotidianos.

Sólo en la angustia que produce el vacío de la vida, el hombre moderno puede mirar con lucidez.

La condición humana es ambigua, por eso, en la medida en que el ser humano se enfrenta a sus

límites, se visibiliza la catástrofe de su existencia: lo irracional, la nostalgia humana y el absurdo.

Por otra parte, el otro aspecto del teatro de Camus es su politicidad. Configura la agitación

de la conciencia, para comprender la realidad contemporánea como un conjunto de símbolos que

descubren el paso terrible y doloroso de la existencia humana en el mundo. La tragedia surge

como la rebelión contra la revolución.

Por ejemplo, en su obra Los justos inicia con un hecho histórico: luego de reconocer que

no hay valores trascendentes para la existencia humana, el hombre asume la creación estética

como un destino individual, que enfoca el sentido de la historia como una expresión del

desasosiego ante los totalitarismos de toda ideología. Sólo esta postura radical, en opinión de

Camus, permite un conocimiento radical del drama de la sensibilidad. El teatro de Camus aborda

esta problemática:

Con todo, “el hombre no ha iniciado su historia […] expresando su sentir”, sino que fue ésta “la

que tiende justamente a establecer un orden; la acción que tiende a establecer un orden, sin

conciencia de establecerlo”. Debido a su falta de experiencia primera y de conciencia se creía que

era la realidad la que se aprehendía. Ignoraba ingenuamente que todo surge “de la fuente originaria

de su sentir”. Esta descalificación racionalista del sentir en nuestra cultura ha tenido como

consecuencia la reducción de la percepción a mera subjetividad y descalifica a éste “como proceso

creador o captador de objetividad”. Y así en la cultura moderna “el sentir queda descalificado en

sentimiento o pasión, material al fin, alimento del espíritu”. Permanece así absolutamente cercada

la subjetividad y sin posibilidades de comunicación con lo otro. Se descubre así la función

objetivadora del lenguaje en su origen. (Antropos, 2003, pág. 18)

De este modo, el gran aporte del teatro de Camus a la literatura universal es el haber

convertido a la sensibilidad en la cima y abismo del conocimiento. Su lenguaje entraña un grito

lírico que atraviesa la soledad del hombre contemporáneo, a manera de una palabra que eriza las

invocaciones acezantes de una conciencia desgarrada. Su obra desencadena un conflicto, y

trasluce una retórica del espacio en su crítica irisación con el tiempo. La situación del individuo

dramatiza el desequilibrio y la diferencia: disuelve, arrasa, erosiona los poros incandescentes de

la incomunicación:

La tragedia crea orden y equilibrio porque conjura al mismo tiempo que rebela los múltiples

daimon que asaltan el corazón humano. El daimon no es sino la cifra de la situación en que se

encuentra espontáneamente toda vida humana, todo hombre: estar fuera de sí, andar enajenado. Y

el enajenado delira; delira también el ensimismado porque el delirio es la fuente primera de donde

mana la expresión; el delirio de quien anda asaltado de monstruos y no puede rechazarlos sin

42

dejarlos a ellos también delirar; delirio del que sumido en soledad duda de ser un monstruo. En el

delirio el sujeto no es idéntico, ni tampoco él mismo, porque en la pasión originaria que es la vida

humana, el yo, el tú y el él –hay también “ello”- no se han diferenciado, porque el hombre

protagonista anda enajenado, no se ha “reconocido” todavía. (Zambrano, 1973, pág. 224)

Así, en la tragedia moderna crepita el delirio de los siglos. En la obra de teatro, la memoria

acontece como libertad fulgurante. Ni siquiera el infierno de estar vivo supone un sacrificio y una

anulación de la esperanza, porque una imagen dinámica del individuo reconfigura la sensibilidad

de una realidad alienada y de un proyecto político radical, que proyecta la resistencia y la rebelión

como acontecimientos simbólicos de una filosofía para la vida cotidiana.

El malentendido (1944) fue la primera obra de teatro que Albert Camus representó en

París. En cierta forma, supone una contestación contra el orden divino. (Lupo, 2003, pág. 74)

Como una tentativa de la tragedia moderna, recrea la conmoción, la problemática y la confusión

de una civilización de la expresión dionisiaca:

Será la expresión “contestación contra el orden divino” la que retendremos principalmente en la

mente y que encontraremos en las obras de teatro de Camus. Camus se convirtió en discípulo de

Nietzsche al divulgar esta definición. Éste en El nacimiento de la tragedia escribe que la tragedia

griega se define por la alianza de dos tendencias del espíritu humano: lo apolíneo y lo dionisíaco.

Lo apolíneo designa aquello que se caracteriza por la mesura, el orden y la serenidad. Es luminoso,

portador de un “sueño” de claridad. “Todo lo que aflora a la superficie en la parte apolínea de la

tragedia griega, en el diálogo, ofrece un aspecto sencillo, transparente, bello”. Con respecto a lo

dionisíaco, corresponde al desencadenamiento de las fuerzas subconscientes. Como implica

necesariamente exceso y desmesuro, lo dionisíaco se opone a la serenidad y a la mesura apolíneas.

Se expresa mediante el lenguaje del cuerpo, la danza, el canto y la poesía. Para Nietzsche, lo

dionisíaco es una necesidad vital del género trágico: “Apolo no podía vivir sin Dionisio. El

elemento titánico y bárbaro era tan necesario como lo es lo apolíneo”. (Lupo, 2003, pág. 75)

Es decir, para Camus en la tragedia se encarna la revendía de una época, y el deseo de

humanización del mundo. Una humanidad de contradicciones, matices y ambigüedades. En esta

obra de teatro, los personajes de Camus viven la irracionalidad del universo y se enfrenta a ésta.

Pues lo absurdo es fruto del divorcio entre el hombre y el mundo: donde la felicidad aparece como

única unidad razonable. La pasión que experimentan sus personajes los obliga a vivir en una lucha

sin tregua.

De ahí que El malentendido sea considerado una obra política. Si la concepción del

mundo lo emparenta con el existencialismo de Jean-Paul Sartre y su definición del hombre como

«pasión inútil», las relaciones entre ambos estuvieron marcadas por una agria polémica. Mientras

Sartre lo acusaba de independencia de criterio, de esterilidad y de ineficacia, Camus tachaba de

inmoral la vinculación política de aquél con el comunismo.

43

Los justos fue la tercera obra de teatro de Albert Camus. Escrita en la misma época que

escribía El hombre rebelde. De modo que, aborda temas similares en ambos trabajos: el terrorismo

de Estado, los movimientos revolucionarios del siglo XIX y principios del siglo XX, y el

nihilismo. “Lo que es cierto, es que los temas abordados en la obra, sobre todo el de la justicia en

general o la dificultad de establecer vínculos entre el asesinato y la revolución en particular,

preocupan al escritor desde hacía mucho tiempo”. (Lupo, 2003, pág. 78) Este crear valores desde

cero representa uno de los valores primordiales de esta obra.

El cuestionamiento de la moral de la acción revolucionara de Bakunín y Netchaiev,

debido a su naturaleza violenta y desnaturalizada, es representada por medio de un acto de

destrucción que engendra, a la vez, el amor y la justicia. Sin embargo, la honestidad creativa de

Camus lo obliga a reinventar la historia del Estado totalitario, en donde se proyecta la tragedia

del hombre moderno: “De ahí surge la tragedia: la rebelión contra la revolución. Los jóvenes se

enfrentan a una terrible paradoja: estar de acuerdo con el asesinato, sacrificar los hombres del

presente para unos hipotéticos hombres del futuro”. (Lupo, 2003, pág. 80)

Sin embargo, Los justos no es una obra histórica. La historia funciona como un pretexto

de escritura, un punto de partida. Desde la historia, ilustra la relación de los intereses individuales

con la época que los circunscribe. La acción revolucionara es puesta en duda. De ahí su valor

universal e intemporal.

Para Albert Camus, el teatro es una historia de grandeza contada a través de los cuerpos.

De ahí, la estrecha relación que su teatro guarda con el teatro de Antonin Artaud. Este lenguaje

corporal no sirve para crear un espectáculo, sino para remitir una realidad histórica, vinculada con

la extrañeza y la soledad. Su teatro imagina, por tanto, una intuición sensible de gran envergadura

que reinventó las desgarraduras y crisis existenciales del siglo XX.

Postura teatral que Albert Camus utilizó para la escritura de Estado de sitio, que más que

una obra de teatro es un espectáculo. A pesar que representa la problemática de la peste, no es en

modo alguno una recreación de la novela:

Toda obra se construye bajo los efectos escénicos como el mimo, el movimiento y la pantomima.

Pero en este espectáculo el mimo suple totalmente el lenguaje. Él es el lenguaje. Según Jean-Louis

Barrault este trabajo corporal no debía acompañarse de ningún sonido, de ninguna música.

Cualquier aportación musical se consideraría sacrilegio. Para el director, la música del mimo sólo

debía y podía ser visual: “El mimo es el arte mismo del silencio. Es uno de los dos puntos extremos

del teatro puro; el otro extremo, al contrario, es la dicción pura”. (Lupo, 2003, pág. 82)

El lenguaje de Estado de sitio es un gesto del silencio que, anuncia la muerte y provoca

la rebelión contra la misma. De acuerdo a Monje (2010), en esta obra, Camus quiere continuar

con el tema principal de la novela La peste. “La acción se desarrolla en Cádiz, ésta se refleja como

una ciudad dominada por las viejas pragmáticas, por un sistema político y social donde algunos

44

privilegiados domina n a un pueblo pintoresco, que no puede, si no más, que resignarse y

someterse a una autoridad tradicional que les explota”. (pág. 11)

La imagen de la tiranía declara culpables a todos los ciudadanos, con el objetivo de

representar la servidumbre de los hombres a la razón absoluta. Sin embargo, en este caos, aparece

la rebelión de un hombre: “durante la trama aparece el personaje de Diego, joven y apasionado

gaditano, que termina rebelándose contra la Muerte, y como hace Rieux en la novela, muestra a

los demás la posibilidad de enfrentarse a la Peste y acabar con ella. Al final se termina liberando

a la ciudad sitiada del poder del mal”. (pág. 11) Para Camus, el enfrentamiento contra el

totalitarismo moderno supone comprender al individuo como una subjetividad en tensión entre la

racionalidad y la irracionalidad que tiene que afirmarse a partir de fundamentos de la sensibilidad.

En síntesis, el teatro de Camus es un teatro con altas dimensiones poéticas que, no

obstante, configura una dramaturgia sensible. En sus palabras, los diálogos descarnan la realidad

de un deseo intempestivo, que nada puede contra el absoluto del mundo. Ante la desmesura astral

de esta poética en escena, el individuo cesa de moverse. Quietud que prefigura una inestabilidad

mayor: el caos circular del devenir, al que está encadenado el sujeto histórico que ha perdido su

identidad: “un teatro desnudo, brillante y equívoco, ajeno a cualquier creencia e ideología

meramente humana”. (Puigdoménech, 2007, pág. 148)

Sus obras dramáticas se revelan como un medio especialmente eficaz para desplegar

conflictos ideológicos y éticos a través de personajes veraces y situaciones límite. En esta obra,

escrita durante la ocupación alemana en Francia, un destino no sólo ciego, sino también

voluntariamente cruel, convierte en criminales a seres inocentes. En su teatro, Camus dirige su

visión del mundo y su sensibilidad a la recreación de la complejidad, la ambigüedad y la riqueza

de la condición humana.

Ensayística.-

En sus ensayos, Albert Camus expuso los elementos característicos de su pensamiento.

Como crítico de la modernidad capitalista y de los racionalismos totalitarios, pensó la paradoja

de la condición humana integrándola con la rebeldía, a la cual reintegró a los límites de la

naturaleza humana. Punto de convergencia de un individuo con otro. Además en estos textos, deja

en claro su posición con respecto al movimiento existencialista: “Camus insiste en que lo que le

distingue de los existencialistas es, primero, que no se considera filósofo pues no es sistemático;

y segundo, que no acepta los términos de la filosofía alemana que hablan de ‘el hombre en

situación’”. (Núñez Ramos, 1982, pág. 98)

En sus ensayos, Albert Camus se presenta como un hombre rebelde. Rebelde ante la

soledad, la injusticia, la violencia y la desesperanza. Desde sus textos, reivindica la rebeldía

45

creadora, ya que el ser humano se rebela porque existe. “En vez de matar y morir para producir

el Ser que Somos, hemos de vivir y hacer vivir, rebelándonos para crear lo que somos. Tomar

partido”. (Agius, 2010, pág. 48) Ante el abismo de la nada, la escritura de Camus ensaya una

posibilidad: la rebeldía y la libertad. La rebeldía del ser humano se eleva sobre el absurdo y la

nada y mueve a las personas a la solidaridad. Así que, en cierta forma, en el pensamiento de

Camus subyace un optimismo cifrado en el amor al ser humano y a la posibilidad que éste asuma

su destino apartándose de la evasión, aunque sea en las formas del suicidio o de la esperanza.

El revés y el derecho (1937) es una colección de ensayos donde Camus expone sus

preocupaciones por el acontecer del mundo y de la historia. Los temas que aborda en este texto

son el absurdo, la felicidad, el sufrimiento humano, la belleza, el horror frente a la muerte. Por

otra parte, en este texto está impresa “la angustiosa soledad del extranjero”, que atormentó a

Camus “siempre que se encontraba lejos del Mediterráneo o de los hombres mediterráneos”.

(Núñez Ramos, 1982, pág. 39) Ante el sentimiento de la nada y el vacío asume la opción de la

convivencia con el ser humana. Solidaridad que permite la superación del desgarramiento de vivir,

en una sociedad donde el individuo es un extraño para los otros.

Bodas es la segunda recopilación de ensayos que escribe de 1936 a 1938. Su escritura

busca entender la manera de existir con la configuración de un destino individual. En esta obra

rebosa de imágenes sensuales y poéticas del Mediterráneo, como forma de reconciliación con el

mundo, la fusión gozosa del cuerpo, el sol y la tierra. “Reconciliado con la intensa belleza del

espacio y con la humanidad puede disfrutar de la soledad de los parajes que atraviesa, con el

corazón satisfecho”. (Piquer, 2003, pág. 96) Junto a la experiencia espacial, la del transcurso del

tiempo, única morada de la identidad del ser humano con su soledad y su silencio. “Entre el viento

y las piedras, Camus descifra la escritura del mundo, gozando la plenitud del instante presente”.

(Núñez Ramos, 1982, pág. 97)

En El mito de Sísifo (1942), Albert Camus sitúa al suicidio como el tema filosófico por

excelencia. Este punto de partida le permite considerar al absurdo de la existencia como la causa

de tres eventos: la rebelión, la libertad y la pasión. Es decir, la configuración de una búsqueda

superior del sentido común, en procura de una felicidad simultáneamente real e imaginaria:

Sísifo sube, una y otra vez, indefinidamente, la pesada roca, que cae rodando ineluctablemente una

vez llegado a la cima. Y lo hace a pesar del absurdo aparente de su esfuerzo. Ha decidido continuar

subiendo la carga indefinidamente. Su ganancia no es rentable, quizá ni tan solo realiza un trabajo,

pero eso no le importa. Lo que cuenta para Sísifo es dar respuesta al absurdo castigo que los dioses

le han impuesto por osar querer saber, y así, al menos, ser él mismo, a pesar del absurdo de su

circunstancia. (Muns, 2003, pág. 89)

Para Camus, éste mito construye la justificación para la existencia del individuo concreto

y solidario. Esta teoría del individuo es a la vez una teoría de la subjetividad. El suicidio es la

46

expresión de un exilio metafísico, en oposición a la tradición del pensamiento filosófico de

Occidente. Lo que impone la urgente necesidad de una norma de conducto: ética individual que

constata el absurdo en su tentación del suicidio, y en la superación de cualquier postura dogmática.

De esta forma, Camus busca en el mito de Sísifo una iluminación para su radical

indagación de lo absurdo. “Los dioses habían condenado a Sísifo a subir sin cesar una roca hasta

la cima de una montaña desde donde la piedra volvía a caer, por su propio peso. Habían pensado

con algún fundamento que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza”.

(Camus, 1982, pág. 195) Así, Camus toma el mito homérico y lo imagina a su voluntad. Imagina

a Sísifo en los infiernos, pero lo contempla dichoso, apropiándose de su destino. “No hay sol sin

sombra y es necesario conocer la noche”. (Camus, 1982, pág. 197) Cuando Sísifo se apropia de

su destino, hay cabida para la alegría. Maldonado (2010) afirma que:

Camus compara a Sísifo con Edipo, quien a pesar de su desdicha, al experimentar que sigue unido

al mundo a través de la mano fresca de la joven que lo conduce, juzga que todo está bien;

afirmación desmesurada con la que, al igual que Sísifo, Edipo “Expulsa de este mundo a un dios

que había entrado en él con la insatisfacción y la afición a los dolores inútiles”. (pág. 31)

Así, el absurdo aparece como polo opuesto de la esperanza, su correlato metafísico. La

lucidez humana es la única capaz de integrar al mundo con su cultura: la irracionalidad del mundo

es el motivo que incita al hombre a reconocer el absurdo para alimentar su posterior rebeldía.

“Para Camus, lo absurdo, en tanto dato originario, no lleva a Dios. Así mismo, reconocer los

límites de la razón no implica negarla sino únicamente reconocer que su poder es relativo”.

(Maldonado Ortega, 2010, pág. 36) Así, lo absurdo es la lucha del hombre contra una realidad

que lo supera. Hace temblar al hombre, provoca su grito rebelde, pues “el hombre absurdo es la

razón lúcida que comprueba sus límites”. (Camus, 1982, pág. 39) La rebelión, por su parte, supone

encarar el absurdo, llevarlo satisfactoriamente hasta sus límites. “No se trata de sustraerse de la

realidad de la muerte, sino de superar el espanto mediante la conciencia de lo que ella significa

para la vida: que no tiene sentido; y que así se la vivirá mejor”. (Maldonado Ortega, 2010, pág.

43)

El hombre rebelde (1951) fue un ensayo que obtuvo una reacción adversa por parte de

los círculos intelectuales de izquierda de Francia, encabezados por Jean Paul Sartre. “Camus

denuncia todas las doctrinas y todos los fanatismos”. (Iostao Boya & Martínez García, 2001, pág.

45) Poniendo en evidencia que la miseria y la esperanza de la Rusia comunista de su tiempo es

tan terrible como la propia destrucción fascista:

Sartre, con mucha habilidad, no sólo defiende los derechos de expresión de su colaborador, sino

que lamenta la pérdida de su amistad con Camus, y –refiriéndose a los aspectos más personales-

le echa en cara su carácter mediterráneo, invalidando de paso el “espíritu mediterráneo” que Camus

comentaba en el último capítulo de su libro. Efectivamente, en su ensayo, el escritor lamentaba el

47

olvido, en la Europa de los años 50, del espíritu clásico griego que se preocupaba por el equilibrio

entre los antagonismos, y la mesura en las relaciones humanas. De hecho, Camus propone que este

“pensamiento de mediodía” se entienda como el que ofrece la posibilidad de reconciliar las dos

caras complementarias y a menudo antagónicas del ser humano. Porque el hombre rebelde de

Camus es aquel que dice “no”, pero sin renunciar a defender el “sí” para mejorar la condición

humana. Su frase vendría a ser la última del primer capítulo del ensayo: “Me rebelo, luego

existimos”. (Pinto Cantista, 1982, pág. 45)

Este humanismo le valió a Camus el desprecio por parte de la izquierda de su tiempo.

Víctima del rechazo y la incomprensión, Camus se dedicó a los escenarios del teatro, traduciendo

y adaptando obras de teatro. Sin embargo, lo valioso de su obra es su crítica a todo paraíso futuro,

o Estado perfecto, sea éste nazi o estalinista. Proponiendo, entonces, una dimensión vitalista del

individuo solidario, mediante dos elementos filosóficos: “el pensamiento de mediodía” y “el mito

de Sísifo”:

Camus no trata de condenar totalmente las filosofías de Nietzsche y Hegel, pero piensa que un

aspecto de sus pensamientos o de sus lógicas podía conducir a los terribles confinamientos de

Dachau y Karaganda. Prosigue considerando que la Fenomenología del espíritu es un Emile

metafísico y piensa que la teoría de la voluntad general de Rousseau se encuentra en el sistema

hegeliano. (Mazur, 2014, pág. 88)

Desde esta crítica, Camus efectúa un análisis de los Estados modernos. Ante la revolución

moderna plantea la necesidad de la revuelta y la rebelión, pues establece los límites de la dignidad

humana. Este aspecto radicaliza la creatividad del ser humano. El delirio histórico confronta al

arte, como única forma de superar lo universal para afirmar lo singular. “Sobre el límite que

establece la revuelta, el nosotros somos define paradójicamente un nuevo individualismo.

Nosotros somos ante la historia, y ésta ha de contar con éste nosotros somos, que, a su vez ha de

mantenerse en ella”. (Mazur, 2014, pág. 88) Entonces, la libertad individual afirma la sociedad

concreta contra la sociedad abstracta de las ideologías.

Por tanto, en este ensayo, Camus defiende su particular visión de la historia de la

Humanidad. Rechazando las revoluciones, el individuo puede alcanzar la felicidad si vive un ciclo

de rebeliones permanentes y acezantes, que subvertir las tiranías históricas y metafísicas. Y por

lo mismo, la capacidad creativa para superar cualquier ideología.

De manera general, Camus formula una filosofía concreta e individual; ante la violencia

del mundo, se encamina a la crítica de ‘la verdad’. La rebelión expresa una sensibilidad particular:

la del hombre que busca ser distinto, singular y libre. De ahí su nihilismo. Su vocación por el

mediodía del pensamiento: una estética anti-histórica que define el movimiento de la realidad. La

dialéctica es el blanco de los ataques de Camus, debido a que subvierte el sentido de la rebelión,

naturalizándola en el seno burocratizado de un Estado de terror y vigilancia:

48

La rebelión demuestra con ello que es el movimiento mismo de la vida y que no se puede negarla

sin renunciar a vivir. Cada vez que resuena su grito más puro hace que se levante un ser. Es, por

lo tanto, amor y fecundidad, o es nada. La revolución sin honor, la revolución del cálculo que,

prefiriendo un hombre abstracto al hombre de carne, niega al ser todas las veces que es necesario,

pone justamente al resentimiento en el lugar del amor. (Antropos, 2003, pág. 27)

Para Camus, sólo la rebelión permite dar un sentido al desasosiego de la existencia. Por

eso, lo único que le compete al ser humano sea ‘la elección’, razón por la cual toda rebelión

humana es a la vez una rebelión metafísica:

En su pensamiento de la rebeldía convertida en un verdadero proyecto político innovador desde

una dimensión ética y estética, la que puede en la concretez de las gentes, configurar otro

imaginario social que nos lleve a saber tratar adecuadamente con lo otro, convivir en el diálogo,

en la palabra desde la misma raíz creativa de la diversidad expresiva, simbólica y material. Somos

en plural, un nosotros intrínsecamente diferente y solidario. (Antropos, 2003, pág. 32)

Es decir, Albert Camus proyecta una fe en el hombre, hablando de su libertad como

individuo y de su compromiso para con la sociedad. Su símbolo es Prometeo, quien “amó tanto a

los hombres que les proporcionó el fuego y la libertad, las técnicas y el arte”. (Pinter, 2005, pág.

104) Encara radicalmente el problema existencial del individuo: la muerte. Reflexión que

circunscribe el sentido de la existencia a la ontología. Su pensamiento del absurdo y la rebelión

está inscrito dentro de la crítica al discurso de la razón, fundado por la tradición creada por

Descartes y sistematizada por Hegel.

La sensibilidad del hombre contemporáneo por la servidumbre a la que está sujeto y por

la incertidumbre del conocimiento humano es asumida por Camus a través de una filosofía del

individuo en devenir. “Legítimo heredero de Nietzsche, Albert Camus comprendió que la

transmutación de los valores consiste en reemplazar el valor del juez por el del creador”.

(Maldonado Ortega, 2010, pág. 141) Su nihilismo consciente procura no alimentar la voluntad de

aniquilación del presente. Es el cuestionamiento “a un mundo azotado por revoluciones

decadentes, técnicas demenciales, dioses muertos e ideologías extenuadas. Como artista, Camus

conjuga las grandes metáforas de su época para dar cara a la voluntad de exterminio de los

sistemas totalitarios. Exige de los hombres una obra que los singularice. Vivir el absurdo es vivir

la rebelión. Si dios ha muerto, si ha sido olvidado por los hombres de la modernidad, ahora inicia

la Edad de los Hombres: una desgarradora e infinita alegría de libertad.

49

La tragedia del poder

Problemática.- Calígula ha sido considerada por muchos, quizá, la obra de teatro más

importante de Albert Camus. En esta obra de teatro, Albert Camus indaga el nihilismo

contemporáneo, prefigura “lo que será la aparición trágica del fascismo en Europa”. (Antropos,

2003, pág. 11) Esta obra es parte de la trilogía que Camus se dispuso a publicar en 1942, en

conjunto con la novela (El extranjero) y el ensayo (El mito de Sísifo). Es decir, era la parte de un

proyecto literario mayor en la cual se encuentra expresado el primer momento de su filosofía: el

absurdo.

Calígula fue la primera pieza de teatro de Albert Camus. Escrita con la finalidad de ser

representada por el Teatro del Equipo de Árgel, formado por un grupo de sus amigos. No obstante,

su estreno se realizó recién en 1948 –varios años después de su escritura-, en el teatro Hebertot

de París. Por otra parte, Camus trabajó constantemente en esta obra por más de trece años, al

punto que publicó / presentó la versión definitiva en el Festival de Arte Dramático de Angers en

1957. María Araceli Laurence (2011) ubica esta obra en la Etapa Absurda de la obra camusiana:

Calígula corresponde al ciclo de la negación, más conocido como el ciclo del absurdo. Indaga

sobre el destino del hombre que se encuentra tanto en comunión como en oposición con el mundo

que lo rodea. El hombre es mortal, el mundo es eterno, a partir de la toma de conciencia de esta

situación el hombre comienza a rebelarse contra su destino y desea, desesperadamente, encontrarle

un sentido al mundo. Este ciclo se encuentra inscrito en el contexto de la II Guerra Mundial, de

ahí que parezca inmortalizada la angustia colectiva universal. (pág. 3)

Calígula fue escrito en 1938, tras la lectura de los Doce Césares de Suetonio. Es decir,

en el período posterior a su separación del Partido Comunista. Sin embargo, se presentó por

primera vez en 1946 en París:

Camus se inspiró en Vidas de los doce Césares para escribir Calígula. No obstante, escogió

cuidadosamente los elementos que podían adecuarse a su discurso y a veces modificó algunos

hechos históricos. Su obra no es una obra histórica, y Camus no tenía ningún interés en que el

decorado recordara la Roma antigua. A este respecto hizo una observación sobre el decorado: “No

tiene ninguna importancia. Todo está permitido, excepto el género romano”. Camus no pretende

reproducir ni el color local, ni la autenticidad, tampoco busca establecer una comparación con la

política de su época. (Agius, 2010, pág. 77)

Por tanto, Calígula es “una crítica feroz, sin medias tintas, al Poder y una denuncia de la

soledad del hombre”. (Agius, 2010, pág. 23) El ser humano es frágil, pero su memoria lo es aún

más. Es un ensayo de poesía moderna, que traduce la vivencia de un hombre moderno, pero está

realizado libremente con motivos clásicos. (Puigdoménech, 2007) Como metáfora subjetiva de

una época pretérita, esta obra de teatro –rigurosamente concebida- moviliza las fuerzas

subterráneas de un yo individual, cuya transparencia deviene en poesía.

50

Personajes.-

Calígula

El personaje histórico.- Gayo César fue hijo de Germánico, quien de no haber muerto

asesinado por órdenes de Tiberio –abuelo adoptivo de Gayo César- se hubiese convertido en uno

de los emperadores más importes de Roma. El sobrenombre de Calígula, que lo llevó desde la

infancia, se lo debe una broma militar; Suetonio (1992) cuenta que: “Debió su sobrenombre de

Calígula a una broma castrense, pues se le educaba entre soldados y llevaba su misma

vestimenta”. (pág. 18)

Desde los 19 años, ya en su vida pública en Capri, mostró una naturaleza depravada y

cruel: “asistía con enorme placer a las torturas y castigos de aquellos que habían sido entregados

al suplicio, se lanzaba de noche a orgías y adulterios disfrazado con una peluca y un largo manto,

y sentía una afición exagerada por las artes escénicas de la danza y el canto”. (Suetonio, 1992,

pág. 20) Es decir, aun ante la vista de Tiberio, Calígula se presentó como una desolación posible

para sí y para el Imperio.

Luego de asesinar a Tiberio –quien era el culpable de la ruina de su familia y de la muerte

de sus padres-, Calígula alcanzó el Imperio. Con el poder absoluto en sus manos, más el respaldo

de la plebe, el amor de los ciudadanos y de las principales familias nobles de Roma, posicionó a

sus familiares en los alrededores del trono. Gracias a sus reformas legales, a su ingenio

constructor, a su ardoroso sentido de la fiesta con el cual colmó a todos los estratos sociales

(reorganización de empleos y cargos en el Capitolio y el Senado, espectáculos, ferias, juegos,

circos, combates de gladiadores), Calígula se ganó el respeto del Imperio y los pueblos bárbaros.

Sin embargo, Calígula no fue sólo un príncipe… fue un monstruo. Cegado por su poder, se

atribuyó a sí mismo la majestad de un dios. Suetonio (1992) anota al respecto que:

[…] dio, pues, el encargo de que fueran traídas de Grecia las estatuas de los dioses más veneradas

y artísticas, entre ellas la de Júpiter Olímpico, para quitarles la cabeza y ponerles la suya, prolongó

una parte del Palacio hasta el Foro y, tras haber transformado en vestíbulo el templo de Cástor y

Pólux, se colocaba a menudo entre los divinos hermanos y se mostraba a los visitantes en el centro

del grupo para que lo adoraran; algunos le saludaron incluso con el nombre de “Júpiter Laciar”.

Creó asimismo un templo especial para su divinidad, y sacerdotes y víctimas rarísimas. (pág. 31)

Así, Calígula, vencido por su vanidad y egocentrismo, sentó los cimientos de su propia

decadencia. Crepúsculo que vino también acompañado de sus escándalos sexuales. “Mantuvo

relaciones incestuosas con todas sus hermanas”. (Suetonio, 1992, pág. 33) De entre ellas, Drusila

fue, quizá, quien más colmó su corazón anegado por las dudas y los devaneos de una psicología

demoníaca. “El amor que sintió por sus otras hermanas no fue tan apasionado ni tan respetuoso,

pues a menudo las prostituyó a sus compañeros de disipación”. (Suetonio, 1992, pág. 34)

Desenfreno, lascivia, lujuria, fueron, entonces, los síntomas de una realidad degradada… que

51

acompañó asimismo a la hilera de cruentas ejecuciones que ordenó en contra de sus adversarios

políticos.

Este trato de soberbia y violencia fue una de las justificaciones para la conjura, el complot

y la intriga. De esta manera, “ordenó incluso cerrar los graneros y condenó al pueblo a pasar

hambre”. (Suetonio, 1992, pág. 38) La crueldad de su carácter no se hizo esperar: alimentó a las

fieras del circo con criminales, asesinó a súbditos fanáticos a manos de niños, condenó a las minas

a familias enteras de la nobleza romana, obligó a los padres a asistir al suplicio de sus hijos,

desterró senadores, sobornó a sus enemigos: “A la inmensa barbarie de sus actos añadía aún la

atrocidad de sus palabras. Decía que ningún rasgo de su naturaleza ponderada y aprobada más

que su desvergüenza, para usar su propia expresión”. (Suetonio, 1992, pág. 40)

Al buscar el odio de los suyos, Calígula asentó las bases de un Imperio sometido al miedo

y al temor de sus ciudadanos. La crueldad era su placer. Al respecto, Suetonio (1992) afirmó, por

ejemplo, que:

Entre sus diversas bromas, un día se colocó junto a una estatua de Júpiter y preguntó al actor

trágico Apeles cuál de los dos le parecía más grande; como éste dudaba, le hizo sacar la piel a

latigazos, sin dejar de alabar su voz mientras aquel le suplicaba, afirmando que resultaba seductora

incluso cuando gemía. Cada vez que besaba el cuello de su esposa o de una querida, añadía: “Esta

cerviz tan bella será cercenada tan pronto como yo lo mande”. Es más, a menudo repetía que estaba

dispuesto a recurrir incluso al tormento para que su querida Cesonia le informase de por qué la

amaba tanto. (pág. 44)

A lo anterior, es preciso sumar los despilfarros que originaron sus excesos físicos y

desvaríos públicos. Su exceso de placer, entonces, lo llevó a levantarse en contra de todos los

hombres de su época. Quizo encumbrarse como un dios vivo. Cuenta Suetonio (1992) que “pensó

incluso en hacer destruir los poemas de Homero, alegando que por qué no le iba a estar permitido

a él lo que se había permitido a Platón, que lo expulsó de la República que proyectaba”. (pág. 44)

Su intento por reescribir la historia tradujo el afán de encarar su soberbia con la soberbia de la

historia, es decir, la más farragosa y baja de las envidias.

Por otra parte, ningún estudioso está del todo seguro sobre las causas de la locura de

Calígula. Sufría de insomnio, y más allá del rumor que su mujer Cesonia le administró un filtro

de amor, o que se turbaba por extrañas visiones; más allá de estos datos, poco se sabe a ciencia

cierta. Fue en este contexto que se tramó su asesinato. En otras palabras, la locura atribuida a

Calígula no es más que la justificación de su homicidio. “Hubo muchos prodigios que anunciaron

su asesinato […] cuando consultó acerca de su horóscopo al astrólogo Sila, éste afirmó que su

muerte estaba próxima con toda certeza”. (Suetonio, 1992, pág. 63) Murió asesinado a manos de

Quereas. De esta forma, “Calígula vivió veintinueve años, y fue emperador durante tres años, diez

meses y ocho días […] se lo enterró bajo una pequeña capa de césped; luego, cuando sus hermanas

regresaron del exilio, fue exhumado, incinerado y sepultado”. (Suetonio, 1992, pág. 66)

52

El personaje dramático.- Calígula es un personaje cargado de simbología y ambigüedad.

Está condenado a atravesar la terrible y dolorosa experiencia de la muerte:

Calígula, pues, viene a simbolizar a todo aquel ser humano que “pasa la terrible y dolorosa

experiencia de la muerte”. Dice la autora de este comentario: “El emperador que descubre la

muerte y, así pues, la absurdidad de la vida, es el propio Camus”. Un suceso trasforma

definitivamente toda la vida de Calígula cuando descubre esta verdad: “los hombres mueren y no

son felices”. (Antropos, 2003, pág. 17)

Calígula es un personaje que se perdió a sí mismo, tras la muerte de su hermana y amante

Drusila. “Es él quien descubre que el cuerpo caliente que el día anterior sostenía entre sus brazos

no es más que un peso frío y rígido”. (Lupo, 2003, pág. 77) En ese momento, Calígula descubre

la realidad de la muerte y el absurdo de su existencia. Antes de este descubrimiento, era un

emperador feliz y adorado por su pueblo. Pero después, luego de desaparecer durante tres días y

tres noches, ya no es el mismo.

Algo en él ha cambiado. Ha descubierto la verdad: Los hombres mueren y no son felices.

Desde el absurdo de su condición humana, emprende la acción trágica. “Calígula se hará

pedagogo del absurdo por amor al hombre: Calígula no es ni un ángel ni un demonio, no es ni una

víctima ni un verdugo”. (Mazur, 2014, pág. 78) Es, a lo sumo, el hombre contemporáneo que vive

las oscuras y luminosas contradicciones de su tiempo:

Como su Calígula, Camus constata una vez más que los hombres mueren y no son felices.

Demasiado lúcido, pero demasiado joven y orgulloso, Calígula descubre que su condición no le

salva de sufrir el mismo destino que los hombres. Pero se equivoca en el camino a seguir: en vez

de encauzar su rebeldía en un gobierno justo que remedie en cierta medida la injusticia universal,

su “quiero la luna” alimenta una espiral de crueldad insostenible; el tirano, muy en su papel de

“hacer como los dioses”, acrecienta el absurdo intolerablemente, dando pie a que sus colaboradores

se deshagan de él. (Pinter, 2005, pág. 102)

Calígula, por tanto, es el monstruo. Una representación absurda de Hitler y los abusos de

la autoridad, es decir, la violencia histórica. La crueldad de Calígula define la crueldad del hombre

moderno: “la culpa colectiva no puede saltarse la culpa individual, la del monstruo, del malvado”.

(Fraga, 2014, pág. 111) Así recupera un imaginario judicial que ya había sido sepultado por la

verdad oficial. Por este motivo, según María Araceli Laurence (2011), Calígula es el símbolo del

absurdo humano y también del absurdo del mundo.

Calígula es el hombre soberano: aquel individuo autónomo que se afirma sobre sí, pese a

reconocer la absurdidad del mundo. Es el individuo desgarrado por la violencia del poder y por

la violencia de la verdad, que sobrevive a la locura e intenta desarrollar un modo de vida auténtico

basado en la autocrítica y el posicionamiento de su rebeldía en las condiciones históricas del

absurdo.

53

Escenas.- Calígula es una tragedia moderna que continúa con la estructura aristotélica y

cuyo discurso se encuentra estructurado en cuatro actos independientes entre sí, y en los cuales

se ubican varias escenas que tienen el objetivo de desentrañar la naturaleza del absurdo y el vacío

existencial que experimenta el ser humano en los instantes cuando se confronta al hecho que la

muerte es inevitable y que la vida del individuo está amenazada por las construcciones culturales

que lo alienan, impidiéndole comprender su soledad como hecho incuestionable de su condición.

De esta manera, las escenas que gravitan alrededor de la obra dramatúrgica parten de una

situación nuclear, que el protagonista descubre: los hombres mueren y no son felices. María Eva

Benamo (2015) puntualiza esta circunstancia desde la cual se origina toda la acción dramatúrgica:

Calígula no aparece. Su amada ha muerto. Cuando finalmente regresa, encuentra a Helicón. Como

poseso, le explica que ha entendido cómo son las cosas, que el mundo tal cual es no le gusta nada,

y que la muerte de Drusila le ha hecho sentir un anhelo imposible. Calígula quiere la luna. Ha visto

algo simple pero difícil de sobrellevar, y ha entendido que los hombres están dominados por sus

verdades. Jamás conseguirán la felicidad, la inmortalidad, viviendo entre mentiras. Para él lo

imposible es la única verdad, el caos, el sinsentido, el dolor. Zarathustra susurra en su oído que la

honradez no es más que la decisión de no encubrir la verdad: la muerte de Dios. (pág. 66)

Es decir, Calígula ha perdido la ingenuidad frente al mundo. Esta acción nuclear

desencadena toda la acción trágica, debido a que tras la muerte de su amante descubre que el

mundo no tiene una lógica que lo rija. Los distintos acontecimientos que suceden en éste están

divorciados de las causas metafísicas y de las motivaciones humanas en su más íntima proyección.

54

FUNDAMENTACIÓN LEGAL

Tomado como referencia el Capitulo segundo de la Sección quinta de la Constitución que

ampara a la República del Ecuador a partir del año 2008, nuestra fundamentación, sustenta los

artículos afines a la Educación presente en nuestro país, y la relación que tienen estos, con el

proyecto:

Art. 26.- La educación es un derecho de las personas a lo largo de su vida y un deber

ineludible e inexcusable del Estado. Constituye un área prioritaria de la política pública

y de la inversión estatal, garantía de la igualdad e inclusión social y condición

indispensable para el buen vivir. Las personas, las familias y la sociedad tienen el

derecho y la responsabilidad de participar en el proceso educativo.

Esto quiere decir que todos tenemos derecho a la educación y que el estado tiene la

obligación de invertir en esta para una mejor condición de vida de los ecuatorianos. La educación

promueve la libertad y la autonomía personal y genera importantes beneficios para el desarrollo:

Art. 27.- La educación se centrará en el ser humano y garantizará su desarrollo

holístico, en el marco del respeto a los derechos humanos, al medio ambiente sustentable

y a la democracia; será participativa, obligatoria, intercultural, democrática, incluyente

y diversa, de calidad y calidez; impulsará la equidad de género, la justicia, la solidaridad

y la paz; estimulará el sentido crítico, el arte y la cultura física, la iniciativa individual y

comunitaria, y el desarrollo de competencias y capacidades para crear y trabajar.

La educación es indispensable para el conocimiento, el ejercicio de los derechos y la

construcción de un país soberano, y constituye un eje estratégico para el desarrollo nacional. La

educación es un instrumento poderoso que permite a los niños y adultos que se encuentran social

y económicamente marginados salir de la pobreza por su propio esfuerzo y participar plenamente

en la vida de la comunidad.

Asimismo, tomando como referencia el artículo que hace testimonio al Régimen del Buen

Vivir predispuestos en la Sección primera Educación exponen:

Art. 343.- El sistema nacional de educación tendrá como finalidad el desarrollo de

capacidades y potencialidades individuales y colectivas de la población, que posibiliten

el aprendizaje, y la generación y utilización de conocimientos, técnicas, saberes, artes y

55

cultura. El sistema tendrá como centro al sujeto que aprende, y funcionará de manera

flexible y dinámica, incluyente, eficaz y eficiente.

El sistema nacional de educación integrará una visión intercultural acorde con la

diversidad geográfica, cultural y lingüística del país, y el respeto a los derechos de las

comunidades, pueblos y nacionalidades.

No obstante, en el Capítulo tercero de los Derechos de las personas y grupos de atención

prioritaria, cito el Artículo 44 de la Sección quinta perteneciente a los Derechos de las Niñas,

niños y adolescentes:

Art 44.- El Estado, la sociedad y la familia promoverán de forma prioritaria el desarrollo

integral de las niñas, niños y adolescentes, y asegurarán el ejercicio pleno de sus

derechos; se atenderá al principio de su interés superior y sus derechos prevalecerán

sobre los de las demás personas.

Las niñas, niños y adolescentes tendrán derecho a su desarrollo integral, entendido como

proceso de crecimiento, maduración y despliegue de su intelecto y de sus capacidades,

potencialidades y aspiraciones, en un entorno familiar, escolar, social y comunitario de

afectividad y seguridad. Este entorno permitirá la satisfacción de sus necesidades sociales,

afectivo-emocionales y culturales, con el apoyo de políticas intersectoriales nacionales y locales.

Corresponde a los gobiernos el cumplimiento de las obligaciones, tanto de índole jurídica

como política, relativas al suministro de educación de calidad para todos y la aplicación y

supervisión más eficaces de las estrategias educativas. Tomando en consideración los reglamentos

estipulados por el Instituto Superior de Investigación – ISIFF- diremos que –este proyecto – se

sujeta a los siguientes artículos:

Art 3.- Se entenderá por proyecto Socio- educativo a las investigaciones en base al

método científico que pueden ser de carácter cuantitativo, cualitativo o cuanti–

cualitativo, para generar propuestas alternativas de solución a los problemas de la

realidad social y/o educativa en los niveles macro, meso o micro.

Son los actores institucionales quienes conocen el escenario particular en el que se

configuran las problemáticas singulares que requieren procesos de inclusión, retención y

estrategias adecuadas para el fortalecimiento de las trayectorias escolares.

56

Art. 4.- Los proyectos socioeducativos se refieren a: Dimensión socio educativa: que

completa aquellos temas que se interrelacionan con las dimensiones social y educativa.

Puede decirse que un proyecto educativo consiste en la planificación de un proceso para

que los alumnos alcancen ciertos objetivos de aprendizaje. Como cualquier proyecto, surge a

partir de la detección de una necesidad o de un problema y su finalidad es la satisfacción o

resolución de aquello:

Art. 5.- Los Trabajos de Grado de Licenciatura en la modalidad de proyecto Socio

Educativos, de conformidad con el tema pueden llegar al diagnóstico, avanzar a la

propuesta y, en algunos casos a la experimentación de la misma.

Los proyectos socioeducativos ayudan a que crezca el conocimiento de los estudiantes.

Una ventaja que tienen estos proyectos educativos sobre los métodos de aprendizaje

convencionales es que los estudiantes se enfrentan a una situación del mundo real, lo que no es

solo más educativo sino que también es más interesante, por lo que se logra, posiblemente mayor

dedicación a la tarea.

CARACTERIZACIÓN DE VARIABLES

Variable independiente: El absurdo

En lenguaje corriente se llama absurdo a lo que "no puede ser de ninguna manera". Ya en

esta noción parece insertarse en la idea de lo absurdo la de imposibilidad. Sin embargo, esta

imposibilidad puede ser concebida de dos maneras: o totalmente, en cuyo caso lo absurdo es por

principio lo que carece de significación, o parcialmente, en cuyo caso lo absurdo sería lo que

escapa a ciertas reglas o normas, sea de carácter lógico o de cualquier otra índole. En todo caso,

la ausencia de significación de lo absurdo —dentro de un lenguaje dado o dentro de cualquier

lenguaje como tal— parece constituir su carácter más patente, si bien en algunos casos se admite

la posibilidad de que lo absurdo tenga una significación. Entonces lo absurdo sería aquello que,

no pudiendo ser en ningún caso objeto de una efectuación intuitiva, resultaría "inconcebible".

Finalmente, se llama absurdo a lo que, por considerarse imposible, es estimado asimismo como

afectado por el valor de falsedad. Así sucede con la expresión 'reducción al absurdo', es decir, el

modo de argumentar que demuestra la verdad de una proposición por la falsedad, imposibilidad

o, en términos neutrales, inaplicabilidad de la contradictoria o de las consecuencias de la

57

contradictoria. Este tipo de razonamiento es habitual en la geometría y ha sido empleado también

por Zenón de Elea para sus demostraciones de la imposibilidad del movimiento y de la

multiplicidad del ser. (Tomado de: Ferrater Mora, 1950. pág. 39)

Variable dependiente: Las obra Calígula de Albert Camus

Calígula es una obra de teatro en cuatro actos del dramaturgo francés Albert Camus

publicada en 1944. La obra muestra a Calígula, Emperador Romano, destrozado por la muerte de

Drusila, su hermana y amante. En la obra, Calígula finalmente trama su propio asesinato.

(Históricamente estos acontecimientos ocurrieron el 24 de enero del 41). La versión final de

cuatro actos, se publicó en 1944, aunque existe una versión anterior en tres actos, de 1941 (aunque

no publicada hasta 1984), Las diferencias entre ambas registran el efecto de la II Guerra Mundial

sobre el ánimo del autor.

58

CAPÍTULO III

METODOLOGÍA

DISEÑO DE INVESTIGACIÓN

Este trabajo tiene un enfoque cualitativo debido a que es una investigación literaria, que

rescata la interpretación del autor, en el momento de reinventar el sentido del texto. Según Lincoln

y Denzin (1994), el investigador cualitativo se somete a una doble tensión simultáneamente. Por

una parte, es atraído por una amplia sensibilidad, interpretativa, postmoderna, feminista y crítica.

Por otra, puede serlo por unas concepciones más positivistas, postpositivistas, humanistas

y naturalistas de la experiencia humana y su análisis. Por tanto, el objetivo de este enfoque

consiste en la recuperación de la experiencia lectora, como espacio de experimentación directa de

realidad literaria.

La modalidad bibliográfica de este trabajo se debe a que tanto la variable teórica alrededor

de la literatura fantástica como el objeto de estudio de la obra de Albert Camus requieren un

acercamiento documental para la elaboración del marco teórico. Estos documentos son en su

mayoría libros, artículos indexados en revistas científicas y trabajos monográficos publicados por

universidades. Es decir, la fase de recolección de datos se realiza en lugares como bibliotecas,

centros de estudio especializados, ya que estos espacios permiten un acercamiento directo a las

fuentes primarias y secundarias.

El tipo de investigación, a su vez, es descriptiva, ya que tiene como fin describir,

caracterizar, nombrar los elementos e instancias importantes de la variable y del objeto de

investigación. Más que descubrir las causas que provocan la ocurrencia de un fenómeno o de

resolver una problemática, se trata de presentar las formas y los momentos de su frecuencia. Así,

la descripción del absurdo y su representación en el teatro se basa en la posibilidad de precisar su

definición, las peculiaridades, las fases, las tipologías y sus ejemplos; mientras que, la descripción

de la obra literaria de un autor conlleva el acercamiento pormenorizado a su experiencia como

escritor y como ser humano.

59

OPERACIONALIZACIÓN DE VARIABLES

VARIABLES CLASIFICACIÓN CARACTERÍSTICAS

IN

DE

PE

ND

IE

NT

E

El

a

bs

ur

do

Filosófica Filosofía existencialista

Desgarramiento de postguerra

Histórica

El teatro del absurdo

Antecedentes

Contexto

Representantes:

(1) Eugène Ionesco

(2) Harold Pinter

(3) Samuel Beckett

Literaria

Lo cotidiano

La tragedia del lenguaje

El juego

DE

PE

ND

IE

NT

E

Ca

gu

la

d

e

Al

be

rt

C

am

us

Contextual

Contexto económico

Contexto histórico

Contexto político

Contexto cultural

Biografía

Infancia

Estudios

Fuentes de influencia

Trascendencia

Lectura de obras

Novelística

Teatro

Ensayística

La tragedia del poder

Problemática

Personajes

Escenas

CUADRO 1. Operacionalización de variables

Elaborado por Luisa Chacaguasay.

60

CAPÍTULO IV

RESULTADOS

La representación de la tragedia existencial

Para Albert Camus, según se puede apreciar luego de la lectura, análisis e interpretación

de su obra Calígula, el teatro es un arte de carne y hueso, de seres concretos, que sufren tanto la

inclemencia de la naturaleza así como las injusticias de una sociedad que convierte a los seres

humanos en parias. Los cuerpos vivos que viven la experiencia del teatro están por ese motivo

sacudidos constantemente por cuestionamientos metafísicos: al no poder encontrar su lugar en el

mundo, al sentirse extranjeros con respecto a los otros y a sí mismos, encarnan personajes

desgarrados por la incertidumbre y abatidos por la realidad acezante de la muerte, el sufrimiento,

la locura.

Calígula (1945) es una obra de teatro en cuatro actos, que configura una representación

estética del vacío de los valores humanos y de la condición absurda de la existencia humana. En

esta obra, se encuentra representada la rebeldía contra el absurdo del mundo. Este enfrentamiento

es a la vez desesperación, indiferencia, lucha. Hay un ser humano que al conocer la muerte lucha

hasta el final de sus días por ser feliz, por definir su condición humana. Ni siquiera el vacío puede

detener el avance de la elección. Por este motivo, Inmaculada Sánchez Arenas (2017) caracteriza

a Calígula –relacionándola con el total de su producción literaria- de la siguiente forma:

La obra de Albert Camus podría resumirse en tres palabras que constituyen tres ideas

fundamentales de su filosofía, las cuales están además intrínsecamente relacionadas: libertad,

poder y muerte. El autor escribe a partir de la realidad que lo rodea, un presente marcado por los

conflictos bélicos y las políticas totalitaristas, las pestes y enfermedades y, de manera más

particular, la pérdida de los seres queridos y la propia enfermedad. Es a partir de todo ello que

Camus se dará cuenta en primer lugar de que la muerte es una condición existencial básica e

inevitable. Como expresa Javier Ordóñez (2010), “hablar de la muerte es algo delicado y complejo,

y a la vez absolutamente simple, ya que es el final de la vida. Es una experiencia que jamás se

podrá conocer a ciencia cierta, por lo cual genera ansiedad”. (pág. 3)

Camus presenta el absurdo de la condición humana a través de un discurso lúcido,

racional, construido con lógica y lleno de metáforas que representan el vacío existencial que vive

y siente el ser humano en la modernidad. Sin abandonar los lineamientos convencionales del

teatro, heredados de la Poética de Aristóteles, Camus presenta un nuevo contenido ideológico –

su concepción del absurdo y su mirada particular del existencialismo- a través de las formas

escénicas tradicionales. “Si Camus sostiene que en nuestra desilusionada época el mundo ha

61

dejado de tener sentido, lo hace con el estilo racional, elegante y discursivo de un moralista del s.

XVIII, en obras cuidadas y de perfecta estructura”. (Esslin, 1964, pág. 13)

A nivel estructural, por otra parte, Calígula se define como una obra trágica clásica:

unidad de la acción, de carácter y de lugar. Así entre las características de la obra se encuentran

las siguientes: (1) el relato es cronológicamente lineal y se desarrolla según el modelo aristotélico

–introducción, nudo, desenlace-; (2) las condiciones del cronotopo –espacio, tiempo- están

claramente especificadas, en este caso, la época del gobierno de Calígula en el antiguo Imperio

Romano; (3) el personaje está definido con precisión, se sabe su edad, su psicología, su carácter,

así como los fantasmas de sus obsesiones; (4) las relaciones sociales están abiertamente definidas,

una etapa de tránsito de la sociedad esclavista a la sociedad feudal.

Protagonista

Los personajes de Camus son brillantemente trazados: configuran una dramaturgia de la

contradicción a partir de caracteres capaces de articular imágenes y símbolos complejos. “El

hombre que se refleja en la novela y el teatro de Camus es un hombre insertado de lleno en este

absurdo, un hombre que toma conciencia de ello e intenta rebelarse, cada uno a su forma, en torno

a la concepción vital de cada cual”. (Moje, 2010, pág. 3) Así, Calígula es el personaje principal

de la obra de teatro del mismo nombre. Por eso, Carlos Garduño (2010) afirma que Calígula:

[…] es un tirano inteligente, a pesar de su crueldad patológica, cuyos móviles nunca son evidentes

y siempre parecen remitirnos a un profundo conflicto, donde se pone en cuestión la existencia del

personaje y aquello que le rodea. El poder ostentado por el líder del imperio y sus afecciones

personales se entrelazan en la obra de manera tal que no se puede concebir lo uno sin lo otro. No

se trata, pues, de meramente retratar las posturas políticas y la ideología de un estadista en relación

con los sucesos de su vida personal, sino de mostrar las paradójicas relaciones entre la razón, la

voluntad, los deseos, los afectos, las pasiones, y su exteriorización a través de la actitud ante la

existencia asumida por el personaje, quien, por las circunstancias históricas, cuenta con un poder

ilimitado. (pág. 37) (pág. 37)

Protagonista que encarna una investigación filosófica sobre el absurdo y el nihilismo, y

que re-interpreta la historia del Emperador Romano. Su locura desencadena una serie de acciones

irracionales y discontinuas que llevan a problematizar la relación del individuo con el mundo

cultural que lo rodea. Hecho que se comprueba en el primer diálogo que mantiene el guardián

Helicón con Calígula:

CALÍGULA: Piensas que estoy loco, ¿no?

HELICÓN: Sabes muy bien que nunca pienso. Soy demasiado inteligente para hacerlo.

C: Ya. Bueno. El caso es que no estoy loco, y hasta te diré que nunca he estado tan cuerdo.

Sencillamente, he sentido un anhelo imposible. (Una pausa) No me gusta cómo son las cosas.

62

H: Es una opinión bastante extendida.

C: Cierto. Pero hasta ahora no lo sabía. Ahora lo sé. (Con la misma naturalidad) No soporto este

mundo. No me gusta tal como es. Por lo tanto, necesito la luna, o la felicidad, o la inmortalidad,

algo que, por demencial que parezca, no sea de este mundo.

H: El razonamiento tiene su coherencia. Pero, en términos generales, no puede llevarse hasta sus

últimas consecuencias.

C: (Levantándose, pero con la misma naturalidad) Qué sabrás tú. Precisamente por no llevarlo

hasta sus últimas consecuencias nunca se logra nada. Pero quizá baste con que sea lógico hasta el

final. (Mira a HELICÓN) También ahora sé lo que piensas. ¡Cuánto lío por la muerte de una mujer!

No, no tiene nada que ver con ella. Creo recordar, es cierto, que hace unos días murió una mujer a

la que yo amaba. Pero ¿qué es el amor? Poca cosa. Esta muerte no supone nada para mí, te lo juro;

simplemente me indica una verdad, una verdad que me lleva a desear la luna. Es una verdad

sumamente clara y sencilla, y aunque sea un poco tonta, cuesta descubrirla y también sobrellevarla.

H: ¿Y cuál es esa verdad, Cayo?

C: (Mirando hacia otro lado, con tono neutro) Los hombres mueren y no son felices.

H:(Tras un silencio) Mira, Cayo, la gente se las apaña para vivir sabiendo esa verdad. Observa a

tu alrededor. Nadie ha dejado de comer por eso.

C: (Estallando de repente) ¡Lo cual significa que todo lo que me rodea es pura mentira, y yo quiero

que la gente viva en la verdad! Y precisamente poseo los medios para obligarles a vivir en la

verdad. Porque sé lo que les falta, Helicón. No tienen conocimiento y necesitan un profesor que

sepa de lo que habla. (Camus, 1992, pág. 15)

Tras la pérdida de su amante, Calígula conoce el absurdo de la existencia humana, el

sinsentido del mundo y la terrible e inexorable realidad de la muerte. El error del mundo supera

el poder de Calígula, y él se siente desecho y siente pánico, sabe que nada de lo que tiene le sirve

y su inutilidad afirma su condición humana. ¿Qué hacer en ese momento? ¿Qué medida tomar?

¿O qué estrategia idear para enfrentar la concreta convicción de un destino arrojado al abismo de

la aniquilación?

Entonces, emerge la locura, como último estadio donde el ser humano transita de su

condición de sujeto a la individuo, donde el hombre aprende a ser él mismo a fuerza de sus

elecciones. Porque la locura de Calígula es una elección. Bien podía él no hacer nada, pero él

decidió hacerlo todo con tal de ser feliz. Y saberse desdichado y estar dispuesto a acometer

cualquier locura para alcanzar su felicidad significa abordar la realidad como una realidad vaciada

de significados:

Entonces, debe quedarnos claro que su nihilismo, el nihilismo, equivale a comprender que quienes

son relativistas no son los individuos, ni las doctrinas, ni las épocas, ni las culturas, sino que aquí,

quien de verdad es relativista es ni más ni menos que la propia realidad; pues a la realidad parece

importarle poco eso que los humanos llamamos valor absoluto de la vida humana, o dignidad

inalienable de la persona. La realidad nos da la muerte, he ahí el nihilismo o, como acabamos de

decir, he ahí el verdadero relativismo, el real relativismo, el relativismo de la realidad, para la cual

todo lo humano es relativo. (Iostao Boya & Martínez García, 2001, pág. 226)

Es decir, la desquiciada mirada de Calígula relativiza el mundo. Y luego desea que todos

vean el mundo como él lo ve. Esta vocación pedagógica hace de Calígula un individuo

63

atormentado por su soledad, que a su vez es la soledad de cualquier hombre de la Modernidad.

Su gobierno confunde los límites de la vida y la muerte, del deber y el placer, de la locura y la

razón, de las sombras y la luz. Tal arbitrariedad de acontecimientos hace que Calígula obedezca

una dialéctica del abandono y el desasosiego:

De ahí que, en busca de la felicidad imposible convierta su política en física, es decir, decida dirigir

la polis a riesgo de su destrucción, con los mismos criterios con los que el poder natural gobierna

cuanto sucede. Calígula es consciente de que su misión, como le ha dicho Helicón, debe consistir

en tener la fuerza suficiente para ser consecuente hasta el fin con el planteamiento. A partir de este

instante, Calígula decreta muertas, violaciones, ayunos oficiales y expropiaciones en masa, es

decir, se dedica a producir viudas, pobres y huérfanos, todo según le venga en gana y procurando,

lógicamente, que ésta sea la única razón que intervenga en sus decisiones, las cuales deben reflejar

el modo intempestivo y arbitrario con el que la realidad distribuye entre los hombres la dicha y el

dolor, la vida y la muerte, una cosa y su contraria. (Iostao Boya & Martínez García, 2001, pág.

227)

Estas acciones concretan la libertad individual de Calígula. ¿Cuáles son las coordenadas

de la locura de Calígula, sus umbrales de acción… sus límites? Es algo que él desconoce. Pero

esta incertidumbre desgarradora no lo inquieta. Al contrario, él se rebela a su singularidad e

intenta superarla desde su singularidad. Su locura consiste en desear y decidir vencer la muerte

en la vida, y que el mundo sea su lugar de realización. Así se lo dice Calígula a Cesonia:

CALÍGULA: Tú también crees que estoy loco, ¿no? Y sin embargo, ¿qué es un dios para que yo

desee igualarme a él? Lo que ansío hoy con todas mis fuerzas está más allá de los dioses. Voy a

hacerme cargo de un reino en el que imperará lo imposible.

CESONIA: No puedes hacer que el cielo no sea cielo, que un rostro hermoso se vuelva feo o un

corazón humano, insensible.

CA: (Cada vez más exaltado) Quiero mezclar cielo y tierra, confundir fealdad y belleza, hacer

brotar la risa del sufrimiento.

CE: (Erguida ante él y con voz suplicante) Existe lo bueno y lo malo, lo alto y lo bajo, lo justo y

lo injusto. Te juro que nada de eso cambiará.

CA: (Con el mismo tono) Pues yo deseo cambiarlo. Quiero concederle a este siglo la igualdad. Y

cuando todo esté nivelado, cuando lo imposible reine por fin en este mundo, cuando tenga la luna

en mis manos, entonces tal vez yo mismo me transforme, y el mundo conmigo; entonces por fin

los hombres no morirán y serán felices. (Camus, 1992, pág. 25)

Por tanto, Calígula propone una forma de existir en una realidad cuyo poder lo supera: la

capacidad de vivir más allá del bien y del mal. Sin embargo, la lucidez de Calígula está condenada

al fracaso. Ni siquiera la pasión inútil ni el gemido misterioso de su consumación metafísica

pueden sostenerlo. Sobrecogido y enternecido por su soledad, Calígula pretende que todos lleguen

a la conciencia de su absurdo. Sus razonamientos afirman su humanidad. Por eso el dolor, la

agonía, el crimen, la desolación, la belleza que habita el curso de sus acontecimientos:

El Calígula de Camus no es un ser demencial sino extraordinariamente lúcido, así como

radicalmente racional e irracional a la vez. Quizá lo más inquietante de sus inaceptables actos, a

los ojos de personas comunes y corrientes, es el reconocimiento, en cualquiera de nosotros, de los

elementos patológicos que lo motivan. A final de cuentas, Calígula resulta ser tan absurdo como

64

cualquier otro personaje de Camus, y la posible identificación con él habla de la propia absurdidad

del hombre. Pareciera que Camus nunca da respuestas tranquilizadoras a las interrogantes más

profundas planteadas en sus obras, pero siempre deja la impresión de que en ellas ha develado una

importante verdad. (Garduño-Comparán, 2010, pág. 44)

Calígula, entonces, recrea una forma de existencia, a partir de la articulación de una nueva

forma de subjetividad que convierte la muerte en un imposible. Como Emperador, tiene la

libertad para el ejercicio arbitrario del poder desde donde articula un nuevo sistema de valores, a

partir de lo cual configura su identidad. “La búsqueda de lo imposible no es el capricho de un

loco, sino la consecuencia lógica de la equiparación entre el valor y la identidad. Sólo el poder

absoluto puede decirse que vale absolutamente. Por eso Calígula pretende aplicar la lógica del

poder para conseguir una identidad invulnerable y ser capaz de otorgarle un valor a la vida”.

(Iostao Boya & Martínez García, 2001, pág. 229)

Como símbolo del absurdo, Calígula toma decisiones fuera de contexto. Tal cual sucede

con el asesinato que ordena para su amante Cesonia, que en apariencia parece una forma de

afirmar su voluntad de poder. A pesar de su elección, Calígula termina sintiéndose solo frente a

sus enemigos y experimenta tanto miedo como sus víctimas. Por eso, al morir asesinado por la

conjura de los patricios romanos su grito no se apaga y resplandece en medio de la noche de la

humanidad: “Todavía estoy vivo”. (Camus, 1992, pág. 95) Entonces, alrededor de Calígula, se

entreteje el tema principal de la obra: cómo vivir.

En síntesis, Calígula configura una subjetividad en trance, problemática, paradójica,

antitética y contradictoria. Y por lo mismo indefinible. No lo guían razones. En él la causalidad

no existe. Subvierte y pervierte los órdenes de inteligibilidad de los objetos y las cosas.

Singulariza los horizontes de sentido desde una ética particular. Su sistemas de valores es

arbitrario, caótico, irreproducible. “El hecho de ser afectados por la muerte hunde sus raíces en lo

más profundo de nuestro propio ser, pero no porque nuestro ser más profundo sea para la muerte,

como quería Heidegger, sino porque es muy verdad que en lo más profundo de nosotros mismos

estamos afectados por algo que no somos nosotros mismos y que no es la muerte”. (Iostao Boya

& Martínez García, 2001, pág. 229), sino su certidumbre radical. Por su irracionalidad, por su

nihilismo, por su agonía atroz y su desesperación absurda, Calígula representa estéticamente la

realidad concreta de una subjetividad moderna, la del individuo que ha mirado de cara la verdad

de la muerte de Dios y el crepúsculo de los ídolos.

65

Pensamiento Absurdo

El pensamiento absurdo es la verdad del hombre absurdo, y por lo mismo no es un sistema

de pensamiento sino una sensibilidad ante el mundo. “El absurdo es una pasión, la más

desgarradora de todas. Una tensión atraviesa el corazón de aquel hombre que se anima a mirar las

exigencias que forman parte de su misma condición, y que en adelante se juramenta respetar

contra todas las tentaciones deshumanizantes […] El divorcio entre el hombre y su vida, entre el

actor y su decorado es el sentimiento del absurdo”. (Blanco Ilari, Revista de Instituciones, Ideas

y Mercados, pág. 87) Se entiende por absurdo todo lo que está desprovisto de propósito, aquello

que ha disuelto sus raíces metafísicas, religiosas y trascendentales. Cuando una persona es

consciente de esta realidad, siente angustia. La falta de sentido de la vida exige del ser humano

una indagación profunda y detenida sobre su propia existencia:

Por otra parte, el Teatro del Absurdo tiende hacia una radical devaluación del lenguaje, busca una

poesía que ha de surgir de las imágenes concretas y objetivas del escenario. El elemento lenguaje

todavía juega un papel muy importante en su concepción, pero lo que ocurre en la escena

trasciende, y a menudo contradice, el diálogo. (Boulaghzalete, 2010, pág. 3)

De esta forma, el absurdo implica una categoría filosófica que aventura un aspecto

característico de la condición humana: el vacío existencial de su naturaleza. Pero que también

atestigua el carácter contingente de toda vida, pues el ser humano, cuando elige ser un individuo,

es decir, él mismo, asume su cultura como una condición de posibilidad que, en el futuro, definirá

su existencia individual.

Para Albert Camus, el pensamiento absurdo es una pregunta sobre el vacío existencial de

la condición humana, es decir, la falta de sentido de la vida. Sin embargo, el pensamiento absurdo

es un pensamiento de la emoción, en otras palabras, una imagen poética: “lo absurdo de la relación

que el hombre mantiene con el mundo. Para él, lo absurdo de esa relación es una evidencia que

se funda a su vez en otras dos evidencias: la sed de unidad del yo”. (Maldonado Ortega, 2010,

pág. 19) Una reflexión descarnada sobre lo concreto de la vida: lucidez que encandece la imagen

inagotable del hombre en el mundo, en sus múltiples y plurales experiencias:

A continuación extrae Camus su primera regla de moral: el hombre está condenado a pagar sus

verdades, si bien se esforzará por liberarse del universo que él mismo ha creado. Quizá la metáfora

más ilustrativa de esta paradoja corresponde a la escena VI del acto tercero de Calígula, pieza de

teatro que hace parte de la trilogía de obras consagradas por Camus al tema de lo absurdo. Se trata

del diálogo entre Calígula y Quereas, a propósito de una conspiración descubierta. (Artaud, 1964,

pág. 25)

Es decir, cuando Quereas juzga a Calígula como nocivo, vanidoso y cruel, sabe que el

Emperador no es feliz. Quereas no está dispuesto a vivir en un universo extraño; desea y se ha

66

acostumbrado ya a un universo seguro, donde ningún pensamiento descabellado puede entrar en

la realidad. Quereas asesina a Calígula, porque éste representa el caos y la locura, mientras que él

es el representante de la seguridad y la lógica.

El pensamiento absurdo arroja al individuo a su finitud. Y en el caso de la obra de Albert

Camus, se encuentra representada en el sentido de la locura del protagonista: Desear la luna.

Deseo que a su vez se articula en la textualidad de una sombra incandescente y atroz: el abismo

de su búsqueda se supone irrealizable, y por el mismo motivo iluminada por la verdad del absurdo.

Calígula, en este momento, elige la irracionalidad como única forma para expresar la angustia de

estar vivo y como medio coherente de existir con la certidumbre de una muerte imposible de

evadir. Su deseo consiste en derribar los límites de la realidad que le han impuesto:

CALÍGULA (Cada vez más exaltado) Quiero mezclar cielo y tierra, confundir fealdad y belleza,

hacer brotar la risa del sufrimiento.

CESONIA (Erguida ante él y con voz suplicante) Existe lo bueno y lo malo, lo alto y lo bajo, lo

justo y lo injusto. Te juro que nada de eso cambiará.

CA: (Con el mismo tono) Pues yo deseo cambiarlo. Quiero concederle a este siglo la igualdad. Y

cuando todo esté nivelado, cuando lo imposible reine por fin en este mundo, cuando tenga la luna

en mis manos, entonces tal vez yo mismo me transforme, y el mundo conmigo; entonces por fin

los hombres no morirán y serán felices.

CE: (Gritando) ¡No podrás negar el amor!

CA: (Estallando y con voz llena de rabia) ¡El amor, Cesonia! (Asiéndola por los hombros y

zarandeándola). Me he enterado de que no es nada. La razón la tiene el otro: ¡el Tesoro público!

Acabas de oírlo, ¿no? Es la base de todo. ¡Ah! ¡Ahora sí que voy a vivir! Vivir, Cesonia, vivir, es

lo contrario de morir. Te lo digo yo, y voy a invitarte a una fiesta inconmensurable, a un proceso

general, a un espectáculo hermosísimo. Necesito gente, espectadores, víctimas y culpables.

(Camus, 1992, pág. 25)

Si Calígula desea para sí la luna, aquello supone una metáfora brutal, ya que en esta obra

de teatro “cada palabra es una sentencia y cada sentencia va dirigida al que está sentado en el

banquillo de los acusados: el hombre”. (Tloupakis, 2012, pág. 18) Locura que a su vez se

encuentra precedida por otra locura –aceptada en aquella época-: el incesto (el amor de Calígula

por su hermana-amante, Drusila). La amargura que le produce la fugacidad del dolor, luego de

comprobar la realidad de la muerte, encarnece y provoca; suscita una revelación en el Emperador.

La singularidad del absurdo: los seres humanos mueren y no son felices, y quizá no lo han sido.

Sin Dios que cree un sentido para la existencia del mundo, Calígula vive el absurdo como

prueba irremediable de su estadía en él. Calígula ha decido. Pero su elección está íntimamente

ligada a la libertad, a la razón, a los deseos, a los afectos. El pensamiento absurdo, por tanto, es

una imagen poética que ha recreado el vacío de la condición existencial del individuo moderno:

Calígula se autoproclamó el orden que de otra manera no existiría; y por ser él mismo el orden, no

es necesario dar cuentas o seguir algún mandato. Él es la única ley y por ello, lógicamente, todos

han de existir de acuerdo con la voluntad del emperador. Calígula resulta ser una perturbadora

posibilidad de la aceptación de una condición: la irracional. Parece ser la misma que el mismo

67

Camus adoptó para sí al rechazar la existencia de un orden trascendente. Lo aceptado aquí por

Camus, es la ausencia de Dios como apertura a la posibilidad, aunque no necesariamente, de la

instauración de las dictaduras totalitarias más radicales. Todo parece poder equipararse, de una

manera inquietantemente lógica, ante la ausencia de principio. (Garduño-Comparán, 2010, pág.

39)

Camus, de esta forma, ha representado la condición irracional del ser humano,

exactamente los aspectos que están fuera de cualquier afirmación explicativa. Pero Calígula

simboliza una doble condición: es el asidero donde confluyen dos racionalidades y dos

sensibilidades en pugna, ambas antagónicas. Por eso Calígula va mucho más allá de los conceptos

acostumbrados en su época, y por eso es incomprendido. Nada lo sacia, nadie merma su voluntad.

Ni el silencio ni el temblor acometen su soledad: rechaza el mundo para engendrar otro nuevo.

“El desprecio de Calígula ante la vida y su preferencia a entablar diálogos con sus muertos –lo

cual únicamente puede ser llevado a cabo en sus recuerdos y en su fantasía-, está manifestando

un rechazo del orden mundano en el cual las cosas no duran, pues envejecen y mueren”. (Garduño-

Comparán, 2010, pág. 40)

El absurdo ha articulado un nuevo orden del mundo, acorde a la experiencia del vacío que

experimenta Calígula. Su capacidad de destrucción acaba con las ideas de unidad, totalidad e

inmortalidad. Para el emperador sólo existe el instante, y en función de esta fugaz temporalidad

acontece una pulsión de lo irracional. “Satisfacción, placer y destrucción parecen compartir un

vínculo común” (Garduño-Comparán, 2010, pág. 41) componen las formas del absurdo. Ya que

todo pensamiento absurdo involucra un rechazo a la moral y a cualquier sistema de interpretación.

“La locura de Calígula para Camus implica un arrebato de sentimientos que se originan en nuestro

ser y, al mismo tiempo, expresa una voluntad inquebrantable: los derechos de la moral individual,

la moral colectiva, el derecho de matar, el derecho de revelar a los hombres su condición”.

(Laurence, 2011, pág. 5)

La rebeldía

La rebelión, para Camus, es una manera de vivir el absurdo: crear un sentido singular para

una existencia efímera. Así, vivir en este mundo es un ejercicio permanente de rebelión y

clarividencia. Esta rebelión no es sino la seguridad de un destino aplastante, sin la resignación

que debería acompañarla. Para Camus, la rebeldía “no se trata de ninguna manera de volver a

plegarnos en torno a un fundamento sino de sostener el absurdo, de mantener la tensión que éste

me revela en pos de transformarnos en una conciencia lúcida que naufragará en metáfora, en

68

incertidumbre, y que se resolverá en obra de arte, renovándose constantemente, consiente de su

contingencia”. (Benamo, 2015, pág. 68)

Para Camus, entonces, una de las formas de concretar la rebeldía es el arte. “El arte nos

lleva así a los orígenes de la rebelión, en la medida en que trata de dar su forma a un valor que

huye en el devenir perpetuo, pero que el artista presiente y quiere arrebatar a la historia”. (Camus,

1978, pág. 289) La rebeldía, de esta forma, vivida a través de la creación es una forma de

superación del absurdo, pero también del nihilismo de las sociedades contemporáneas:

La superación del nihilismo, según Camus, concierne tanto a la revolución como al arte, para lo

cual será necesario encontrar el camino de una síntesis creadora, donde lo singular y lo universal

se equilibren en una dura tensión. En últimas, volver a encontrar la fuente de la rebelión para

iluminar el drama de nuestra época contemporánea, donde el trabajo ha dejado de ser creador. “Las

dos preguntas que plantea en adelante nuestra época a una sociedad que se halla en un callejón sin

salida: ¿es posible la creación?, ¿es posible la revolución?, no son más que una, que con cierne al

renacimiento de una civilización”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 94)

El arte vivido como rebeldía entreteje una posibilidad de existir para el individuo

concreto. De ahí que, en este punto se encuentren “los principios existencialistas que han marcado

toda su obra: interés por el ser individual y por el devenir de éste en el tiempo, tomando a la

muerte como límite físico y punto de referencia en la toma de decisiones”. (Puigdoménech, 2007,

pág. 124) En este sentido, el hombre rebelde es quien dice “no”, el hombre que se opone y rebela

contra el absurdo de su existencia para sobrellevar la realidad de la muerte, la soledad, la

desesperanza y la ausencia de Dios. Así, sucede en la obra de teatro de Albert Camus, Calígula:

Calígula no acepta los límites de la condición humana, y su sed de absoluto adopta la forma de la

rebelión. ¿De qué me sirve este asombroso poder si no puedo cambiar el orden de las cosas, si no

puedo hacer que el sol se ponga por el Este, que el sufrimiento decrezca y que los que nacen no

mueran? Como el Iván Karamázov de Dostoievski, Calígula se pronuncia contra la verdad en

nombre de la justicia. La rebelión propugna una revolución metafísica. Lo que deseo hoy con todas

mis fuerzas está por encima de los dioses. Tomo a mi cargo un reino donde lo imposible es rey.

(Tloupakis, 2012, pág. 19)

En este punto, la rebelión de Calígula se traduce en una elección de aniquilación y caos.

“Calígula codifica en Roma la maldad del ser humano y los peores instintos, como Sade en sus

castillos infames”. (Tloupakis, 2012, pág. 19) Por eso, instaura un orden de justicia absurdo. No

importa ser culpable o inocente, víctima o verdugo, existen las horcas suficientes para colgar a

todo el mundo:

Calígula es el hombre rebelde que se levanta contra el mal y la muerte, pero que al cortar los lazos

con lo sagrado se vuelve ciego para ver el límite de la rebelión misma. Ese límite es precisamente

el que marca el grito del rebelde; cuando dice “basta, esto no va más”, está intentando demostrar

que hay en él algo que vale la pena, un valor que es necesario defender, y que le es común con

todos los hombres. En toda rebelión, según Camus, está implícita la sospecha de una naturaleza

humana, de algo permanente que es preciso defender contra la mentira o la opresión. Por eso,

asesinato y rebelión se excluyen. (Tloupakis, 2012, pág. 20)

69

De ahí que, Calígula configure una personalidad absurda en sí misma. Atravesado por

contradicciones y aporías irresolubles, Calígula-protagonista agota el destino que Camus-escritor

le ha impuesto. Es la metáfora del hombre. Pulveriza la lógica del discurso dominante porque

sabotea sus formas de expresión particulares. Oficia una liturgia de acabamiento que desmorona

las relaciones que mantiene con los otros personajes. Ni el amor, ni el miedo, ni el egoísmo, ni la

vanidad, ni el perjuro, ceden a su posibilidad. Motivo por el cual, su lenguaje esté estructurado

por imágenes poéticas deslumbrantes. Tal cual puede verse en el diálogo que se establece entre

Calígula y Escipión:

CALÍGULA: (Interesado) ¿O sea que crees en los dioses, Escipión?

ESCIPIÓN: No.

C: Pues entonces no entiendo cómo es que detectas tan rápidamente las blasfemias.

E: Puedo negar una cosa sin tener por qué ensuciarla o privar a los demás del derecho de creer en

ella.

C: ¡Pero si eso es modestia, sí, auténtica modestia! ¡Ah, querido Escipión, cuánto me alegro por

ti! ¡Y cómo te envidio también! Porque ese es el único sentimiento que tal vez no llegue nunca a

experimentar.

E: No me envidias a mí, envidias a los mismos dioses.

C: Si te parece, eso constituirá el gran secreto de mi reinado. Cuanto se me puede reprochar en

este momento es haber progresado un poco en el terreno del poder y de la libertad. Para un hombre

que ama el poder, la rivalidad de los dioses resulta un tanto irritante. Yo la he eliminado. He

demostrado a esos dioses ilusorios que un hombre, con solo proponérselo, puede ejercer, sin

aprendizaje previo, su ridículo oficio.

E: Esa es la blasfemia, Cayo.

C: No, Escipión, eso es clarividencia. Sencillamente, he comprendido que la única manera de

igualarse a los dioses es ser tan cruel como ellos.

E: Basta con ser un tirano.

C: ¿Qué es un tirano?

E: Un alma ciega.

C: No es tan seguro, Escipión. Un tirano, sí, es un hombre que sacrifica pueblos a sus ideas o a su

ambición. Pero yo no tengo ideas ni nada a que aspirar ya en lo que hace a honores o poder. Solo

ejerzo ese poder para compensar. (Camus, 1992, pág. 59)

La imagen de la deidad es una imagen humana de la imposibilidad. Por eso se compensa

con la imagen del sacrificio. Como mano derecha del poder, Escipión, en cambio, representa un

sentimiento de obsecuencia y cobardía, pero también de traición y delirante inocuidad. El

tormento de Calígula lo lleva a desentrañar la moralidad sin límites de un dios derrotado pero

inclemente, con capacidad para acometer los crímenes más deleznables e inhumanos. No obstante,

en este umbral del mal, la imagen de lo humano surge como un contraluz necesario de la

vulnerabilidad del individuo.

70

Por otro lado, la rebeldía de Calígula, subterránea e inmanente, supone a su vez una crítica

al Poder. De ahí que la filosofía de Camus pueda definirse como una filosofía de los límites.

Asegura que el individuo tiene que decidirse por responsabilizarse por sus libertades individuales

para enfrentar el terror de las sociedades totalitarias contemporáneas:

CALÍGULA (Arrellanándose en el triclinio, radiante, presa de una risa irrefrenable) Ahí los

tienes, Cesonia. Él no va más. Honestidad, respetabilidad, preocupación por el qué dirán, sabiduría

popular, ya nada significa nada. El miedo lo anula todo. El miedo, Cesonia, ese hermoso

sentimiento absoluto, puro y desinteresado, de los pocos cuya nobleza proviene del vientre. (Se

pasa la mano por la frente y bebe. Con tono amistoso) Ahora hablemos de otra cosa. Muy

silencioso te veo, Quereas. (Camus, 1992, pág. 37)

Esta contradicción individual ubica a Calígula a la par de los sistemas totalitarios del siglo

XX, tales como el nazismo o el estalinismo. Calígula se ha erigido como Dios. De esta forma,

Camus realiza “una profunda reflexión sobre la pena de muerte. ¿Cómo la libertad de un hombre

acaba con la vida y, por tanto, la libertad de otros tantos? ¿Dónde está el límite?”. (Sánchez Arena,

2017, pág. 7) Por tanto, Camus pasa de la reflexión existencial a la problemática de lo lógica del

poder, transición en la que se construye y manifiesta su actualidad.

Puesta en evidencia la relación del individuo con el poder en la Modernidad, la obra de

Albert Camus configura un sujeto lleno de padecimientos, sentimientos contrarios y sufrimientos

disímiles. Al menos de esta forma, lo interpreta Raúl Courel (1997), quien ve en Calígula la

imagen evanescente del individuo alienado por los procedimientos de poder y enajenado por los

sistemas morales de una época. “Tal forma de locura no es falta de razón, lo reconoce Quereas en

el segundo acto cuando afirma de Calígula que "transforma su filosofía en cadáveres y para

desgracia nuestra es una filosofía sin objeciones", para agregar: "no queda otro remedio que

golpear cuando la refutación no es posible". (pág. 42)

La lógica de Calígula subraya una crisis de la racionalidad de Occidente que se evidencia

en el Poder que circunscribe la realidad a una cifra del consumo y la necesidad. Calígula “quiere

poder sostener la honradez frente a las certidumbres, mirándolas de frente sin querer encontrar

ninguna voluntad por detrás o por encima de las cosas”. (Benamo, 2015, pág. 68) A pesar que

Calígula se equivoca y que su muerte no lo redime, su crítica al poder es una crítica que se encarna

en su propio cuerpo. Esta inclinación por la destrucción se encuentra representada en la última

escena de la obra, cuando Calígula ha entendido que la luna no será suya:

CALÍGULA: Todo parece tan complicado. Y sin embargo es tan sencillo. Si hubiera conseguido

la luna, nada habría sido igual. Pero ¿dónde aplacar esta sed? ¿Qué corazón, qué dios tendrían para

mí la profundidad de un lago? (Se arrodilla y llora). Nada hay, ni en este mundo ni en el otro,

hecho a mi medida. Y eso que sé, y tú también lo sabes (Alarga la mano hacia el espejo, llorando.),

que bastaría con que lo imposible existiera. ¡Lo imposible! En los límites del mundo lo he buscado,

en los confines de mí mismo. He tendido las manos (Gritando.), tiendo las manos y te encuentro a

ti, siempre a ti frente a mí, y me inspiras un inmenso odio. No he seguido el camino adecuado, no

me conduce a nada. Mi libertad no es la buena. ¡Helicón! ¡Helicón! ¡Nada! ¡Nada de nada! ¡Ah,

71

cómo pesa esta noche! Helicón no vendrá: ¡seremos culpables para siempre! Esta noche pesa como

el dolor humano. (Camus, 1992, pág. 94)

Está hecho. La locura del poder, entonces, acontece: “el absurdo, o la voluntad de poder

que como fuerza encarna nuestras acciones, es tanto las valencias positivas, afirmadoras de la

vida, como las negativas, detractoras de la misma. Es tanto la potencia destructora de ideales

nihilistas y cansados como la potencia activa de la creación y producción de sentido, de la vida

como obra de arte”. (Benamo, 2015, pág. 71) Al ser la obra de su propio poder, Calígula

desentraña la voluntad de la soledad eterna, que es a la vez la soledad del individuo que se opone

a los dispositivos de control de las sociedades contemporáneas.

Conclusión

La problemática del absurdo es el fondo filosófico de Calígula. No sólo por formar parte

de la trilogía absurda junto a El extranjero y El mito de Sísifo; su poética recrea la conciencia del

hombre absurdo entendida como la lucidez de “un ciego que desea ver y sabe que la noche no

tiene fin”. (Camus, 1982, pág. 162) Calígula vive las palpitaciones de la carne, ha escapado del

engranaje implacable de la lógica y el deber. Al descubrir la realidad de la muerte, su “cuerpo

retrocede ante el aniquilamiento” pues había adquirido “primero la costumbre de vivir que la de

pensar”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 108) Ha decidido forjar su destino. Al igual que el

desprecio de Sísifo, la locura de Calígula intima a los dioses a retirarse.

Su clímax terrenal es sin duda un clímax absurdo. Calígula desea la luna para enfrentar la

terrible realidad de la muerte, aun sabiendo que el asesinato se aproxima. Todo en él es anarquía,

caos, desequilibrio. Calígula es un hombre concreto perdido en los anales de la historia: “un

hombre incapaz de experimentar la realidad como unidades abstractas enlazando el material

disperso de la experiencia […] experimenta la realidad de otro modo, a saber, como un flujo

amorfo de presentes”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 114) Su interés es el presente; y el presente

su certidumbre de no ser feliz, un hombre que ha sido arrojado al mundo sin un destino de

antemano.

El aparente sinsentido de su deseo lo ha vaciado de esperanzas. Destrozado por la muerte

de Drusila, Calígula arriba al infierno del presente. “Sabe que debe morir, pero al oír latir

aceleradamente su corazón, no puede imaginar que aquel leve ruido que le acompañaba desde

hacía tanto tiempo pudiese cesar nunca”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 132) Su gozo supone ir

contra la corriente de su tiempo. Es emperador pero su locura no es mayor ni menos con la de

otros emperadores, su locura es suya y con ella da forma al barro de su destino. Con eso, Calígula

72

ha destruido el equilibrio del día. Los suyos le temen porque se niega a ser feliz. El juicio contra

Calígula acontece en silencio, tras bastidores; los patricios saben que Calígula es un criminal pero

ellos son tan criminales como él, pero el crimen del emperador los ataca directamente a ellos, a

su forma de vida. Calígula ha caído y su abismo está apunto de tragarse a los suyos.

Gritando y mezclando la cólera con el gozo, Calígula se ha rebelado a su condición. Como

hombre absurdo está dispuesto a llevar su absurdo hasta las últimas consecuencias. Vuelto sobre

su vida, Calígula se adueña de sus días, pues se apropió de su destino cuando contempló su

tormento. “En ese instante sutil en que el hombre vuelve sobre su vida, como Sísifo vuelve hacia

su roca, en ese ligero giro, contempla esa serie de actos desvinculados que se convierte en su

destino, creado por él, unido bajo la mirada de su memoria y pronto sellado por su muerte”.

(Camus, El mito de Sísifo, 1982, pág. 162) Su lucidez es su sombra. Cabalga hacia la nada. Su

sentido demencial es su iluminación condenada al silencio de los siglos. Y pese a ello… está ahí.

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CAPÍTULO V

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

CONCLUSIONES

El absurdo es una condición de la existencia que, según la filosofía existencialista,

materializa el vacío de la condición humana y su sinsentido. Fue desarrollado por Albert

Camus en la obra El mito de Sísifo, en la cual se articuló un ejemplo estético del absurdo

entendido como condición del individuo que se ha preguntado por su razón en el mundo

y descubre que no hay ninguna razón. El absurdo sólo puede ser superado a través de la

rebeldía que, de acuerdo al autor francés, consiste en la elección de un destino individual

hecho a medida de las decisiones humanas.

La representación del absurdo en la narrativa y en el teatro tiene como semejanza la

interrogación a la condición humana, que desarrolla un cuestionamiento metafísico y

ético de la existencia. En cambio, la principal diferencia es el modo de representación;

mientras la narrativa expone la estética a través de un discurso lógico-racional, el teatro

explora el vacío a través de la crítica del lenguaje que desencadena un discurso lúdico,

irracional, polisémico.

La estética del absurdo, al expresar una condición metafísica de la existencia sociocultural

característica del siglo XX, se desarrolló en el campo cultural europeo luego de la I Guerra

Mundial. Es decir, decodificó las propuestas de la Vanguardia histórica, a partir de la

crítica a la radicalidad política. Esbozó, además, un desplazamiento metacrítico de la

filosofía occidental, pues puse en duda la tradición racionalista de la filosofía así como el

positivismo científico o la dimensión instrumental de la técnica. En este sentido, el arte

absurdo reconstruye la visión de una estética integral que pone en evidencia el carácter

inmanente de la realidad humana. Así, la estética del absurdo, alimenta tanto la filosofía

del absurdo como el teatro del absurdo; debido a que enfatiza la dimensión existencial

del ser humano.

A pesar que Albert Camus no se consideró a sí mismo un filósofo existencialista, su

filosofía estuvo muy cerca del existencialismo debido a que participó de los mismos

elementos históricos que desgarraron y desasosegaron la vida individual de las sociedades

de posguerra. Además, Camus tomó del existencialismo la visión nihilista de la historia,

74

así como la fenomenología para la comprensión de las problemáticas metafísicas del ser

humano de la Modernidad.

Entre los principales elementos vitales presentes en la obra de Albert Camus se

encuentran la radicalidad de la crítica al discurso de la filosofía Occidental a partir de las

lecturas de juventud, principalmente Nietzsche. Además, la enfermedad que Camus

sufrió en su juventud (la tuberculosis) fue el punto de partida para un cuestionamiento

íntimo de la condición humana en la cual se expresa el escepticismo hacia cualquier

sistema de verdad y poder. Por último, la experiencia mediterránea –el contacto con el

mar, el sol, el desierto, junto a la pobreza de su familia y al subdesarrollo de su sociedad-

conjuga una obra donde coexisten elementos dolorosos impregnados de poesía y un alto

sentimiento a favor de la vida cotidiana, que trasluce la vocación humanista del autor.

La principal semejanza de la obra Calígula y el teatro del absurdo es la latencia de los

elementos metafísicos donde se exhorta la vida del individuo arrojado a sus

circunstancias. La diferencia fundamental entre ambos consiste en que la obra de Camus

continúa con la tradición de la tragedia griega a partir de la unidad aristotélica, mientras

que el teatro del absurdo se realiza en un discurso ilógico, impregnado de silencios y

juegos de lenguaje que representan los conflictos metafísicos del hombre contemporáneo.

75

RECOMENDACIONES

Investigar la relación de la estética del absurdo con la Vanguardia histórica y el arte

posmoderno.

Dilucidar y problematizar la relación filosofía – teatro a partir de un trabajo de

investigación sobre autores que participen de ambas ramas de la cultura.

Particularizar la distancia estética entre la obra de Albert Camus y la de Jean-Paul Sartre.

Comparar el teatro de Camus con el teatro de un autor del absurdo como Samuel Beckett.

Concretar la investigación sobre el teatro del absurdo en obras de teatro latinoamericanas

(Virgilio Piñera) y ecuatorianas (Arístides Vargas).

Realizar una puesta en escena de la obra de teatro Calígula de Albert Camus.

76

CAPÍTULO VI

LA PROPUESTA

ENSAYO ACADÉMICO

Camus: convergencias y divergencias con el teatro del absurdo

El arte y nada más que el arte. Tenemos el

arte para no morir de la verdad

Friedrich Nietzsche

El extranjero había sido mi héroe desde siempre

porque pensaba que había visto más allá de intentarlo

o interesarse

porque todo era un tremendo aburrimiento

carente de sentido…

como un enorme agujero mirando desde el suelo,

y otra vez me había equivocado:

joder, El extranjero era yo y el libro sencillamente no había

salido

como

debiera.

Charles Bukowski

Es una verdad del todo sencilla y clara, un poco

brutal, pero difícil de descubrir y pesada de llevar:

los hombres mueren y no son felices

Albert Camus

Albert Camus utilizó el teatro como una forma de reflexión filosófica; más que ilustrar

sus ideas, sus obras teatrales estructuran las imágenes poéticas de una duda. No ofrece respuesta

alguna, apenas indaga en el proceso que obliga a los seres humanos a cuestionar su propia

condición existencial. Si en el camino, topan con el vacío, el abismo, la angustia o el absurdo, la

obra de arte no tiene que servir como paliativo para superar el desgarramiento de su conciencia.

Imagina el devenir del individuo, llevándolo hasta sus últimas consecuencias. Así, la rebeldía

nace del absurdo pero no lo contiene: la obra camusiana se mueve entre los límites de la reflexión,

la imaginería de la época y la mitología de la violencia de la sociedad moderna. Por tanto, Camus

no participó del movimiento del Teatro del Absurdo; a pesar de las mismas preocupaciones

existenciales, entre uno y otro se asumieron estéticas distintas. Camus continuó con la tradición

aristotélica, debido a que no cuestionó los conceptos de unidad y representación; mientras que el

Teatro del Absurdo planteó la ruptura del discurso para acentuar la ilógica de la dramaturgia.

77

Desarrollo

El arte es una realidad compleja que da cuenta de la complejidad de la vida de los seres

humanos; no explica, muestra: “el arte es una rebelión contra el mundo, pues quiere dar otra forma

a la realidad; es negación y consentimiento, perpetuo desgarramiento renovado”. (Maldonado

Ortega, 2010, pág. 101) Es la materialidad encarnada de un individuo: el artista. Quien vive la

tensión irresoluble belleza-dolor-amor, que es la base de la locura creadora. Por eso el arte supone

un riesgo. La libertad de creación obliga al artista a profundizar en los abismos de sus deseos y

en las crisis de su tiempo:

Curiosamente, en medio del ruido y el furor de la historia, el mensaje final de Camus es una

convocatoria a la alegría y al canto de los millones de Zaratustras que, a sabiendas de que todos

los barrotes y los campos de concentración del mundo no borrarán el testimonio conmovedor de

dignidad que es la obra de arte, se han lanzado a buscar el descanso allí donde se encuentra: en

medio mismo de la batalla. Desde el centro de la tempestad, puesto que se sabe que las grandes

ideas vienen al mundo sobre patas de paloma, puede escucharse, nos dirá Camus, el suave bullicio

de la vida y de la esperanza. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 103)

Para Camus, entonces, el arte constituye el campo de posibilidades para hacer frente a la

tiranía de la Razón, la Historia y el Poder. Fugitivo de su tiempo, el arte pertenece a toda una

cultura y afirma la condición humana del hombre. Ante las amenazas de la verdad, conmueve y

sobrecoge con su ráfaga de sufrimientos y alegrías. “El arte es el agente compensatorio, la

terapéutica que salva al hombre de la situación trágica”. (Puigdoménech, 2007, pág. 67) Para

Camus, el arte, entonces, fabrica la sensación del absurdo desde una lógica discursiva concreta.

De ahí su vindicación creativa en el ensayo, la novela y el teatro.

De esta forma, la estética del absurdo de Albert Camus entiende los naufragios (derrotas

/ fracasos) individuales como los naufragios de una época. El artista absurdo, entonces,

comprende la existencia de los hombres como una tragedia humana. Así, la vida aparece

representada como una serie de experiencias de pequeños naufragios que llegan inexorablemente

hasta el naufragio final: la muerte. Esta estética crea un sentido para el individuo, debido a que

alejándose de las revoluciones históricas asume la rebelión de las formas y la libertad de la

expresión artística como una corrección singular a la injustica del mundo.

Ante la irracionalidad del mundo, la estética del absurdo de Albert Camus propone situar

al artista en sus límites. “Además debe arrojarse a la acción sin desmoronamiento, a pesar de su

inutilidad en sí misma. Ahora bien, la falta total de esperanza no debe llevarnos a la desesperación,

ya que una vez reconociendo nuestros límites y no optando por el suicidio, se le otorgará a la vida

cierto valor. Debemos reconocer la grandeza del hombre en la miseria”. (Monje Justo, 2010, pág.

5) Así, el placer que nace de una actividad inútil como el arte, es igual a la alegría silenciosa que

alguna vez Sísifo vivió cuando hizo de la roca su destino.

78

“Para Camus, la obra de arte es la única probabilidad de mantener la tensión frente al

mundo, lo cual viene a significar al mismo tiempo mantener despierta la conciencia y afirmar la

rebelión como fidelidad a lo absurdo”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 84) Como fenómeno

absurdo la obra de arte muestra el camino sin salida que es la vida humana. Así, el artista sólo se

crea a sí mismo en la obra que ha creado. Camus aclara, además, que la realidad de la obra no

cambia nada, y tampoco es el fin, el sentido o el consuelo de una vida. En otras palabras, la obra

absurda es la visión encarnada de la tragedia de una época.

Por otra parte, la obra de arte se estructura no por conceptos o argumentos sino a partir

de imágenes que configuran la materialidad de lo absurdo. Imágenes que generan un mundo

irracional, cuyas únicas leyes se atisban a través de los deseos, intuiciones y obsesiones del

creador. “Con la renuncia del pensamiento a la universalidad, el sistema ya no se separa de su

autor, lo cual facilita expresar las ideas filosóficas por medio de la creación novelesca. Balzac,

Sade, Melville, Stendhal, Dostoievski, Proust, Malraux, y Kafka no escriben tesis. No cuentan

historias sino que crean universos”. (Maldonado Ortega, 2010, pág. 87) Por tanto, la obra absurda

es un ejercicio de desapego y de pasión:

En conclusión, la fabricación de universos es el goce de “el absurdo” por excelencia, ya que

consigue la coherencia interna que no posee la realidad en un universo propio, a través de la

adaptación de algunos aspectos del mundo real al mundo de la obra, que se convierten en medidas

propias, comprensibles solo en la ella misma. Por esta razón, una obra que refleja la sensación

absurda crea una medida para sí en la que la incoherencia puede ser la regla, sin que por ello la

obra en sí tienda hacia lo incoherente. (Delgadillo Peña, El teatro del absurdo en Europa y

Latinoamérica: Convergencias y divergencias, pág. 15)

Como proyecto realizado de una sensibilidad absurda, la obra de arte no concluye nada:

ha renunciado a la esperanza, ahora su espacio es el abandono, la angustia, la paradoja, la soledad,

los extremos. El artista encara las encrucijadas metafísicas con lucidez, pero su lúcida

premonición ha sido procreada en la locura. Lo único que importa es la fidelidad con el rigor e

inclemencia de la vida. Por eso la obra de arte no exalta ni evoca la unidad, su proyección es la

pluralidad y la diversidad; pues no ha nacido de ninguna doctrina, aunque todas se disputen su

génesis:

Camus hace a la obra de arte la misma exigencia que al pensamiento: el rechazo de la esperanza y

la afirmación de la rebelión, la libertad y la diversidad. A este propósito, asevera: “Trabajar y crear

para ‘nada’, esculpir en la arcilla, saber que la propia creación no tiene porvenir, ver la propia obra

destruida en un día teniendo conciencia de que, profundamente, eso no tiene más importancia que

construir para los siglos, es la sabiduría difícil que autoriza el pensamiento absurdo”. La creación

así concebida, se convertirá entonces en “[...] el testimonio trastornador de la única dignidad del

hombre: la rebelión tenaz contra su condición, la perseverancia en un esfuerzo considerado estéril”.

(Maldonado Ortega, 2010, pág. 91)

Es decir, a través de la obra absurda, el hombre contemporáneo mira de frente la realidad

desnuda. Además, ya que el fin de la obra de arte no es la verdad, sino su inútil presencia en la

materia de la cultura humana, posee la capacidad de ser rebelión, libertad y diversidad en

79

simultáneo. Ya que al crear, el artista da forma al barro de su destino que, aunque trágico, es suyo,

le pertenece únicamente a él, y es intransferible. “Fuera de esa única fatalidad de la muerte, todo

lo demás, goce o dicha, es libertad. Queda un mundo cuyo único amo es el hombre. Lo que le

ligaba era la ilusión de otro mundo. El sino de su pensamiento no es ya negarse a sí mismo, sino

repercutir en imágenes. Se representa en mitos, sin duda, pero en mitos sin otra profundidad que

la del dolor humano, e inagotables como él […] una pasión sin mañana”. (Camus, 1982, pág. 153)

El absurdo no es sólo una estética, para Camus configura la condición existencial del ser

humano. El sentimiento de divorcio entre una situación de hecho individual y el mundo, así

entendido, supone una confrontación de la presencia de la cultura en la realidad histórica. En fin,

Camus reconoce el absurdo en eventos cotidianos tales como: el reconocimiento del paso del

tiempo, la conciencia concreta del horror a la muerte, la existencia de un vacío en la subjetividad

del individuo, y la enajenación del Yo singular, en la contemporaneidad. De esta forma, el absurdo

supone lo inadmisible, aquello que una persona no puede comprender sobre su situación en el

mundo y sobre su papel en éste.

En cuanto al Teatro del Absurdo, vale destacar que su singularidad se encuentra en su

infraestructura teatral. Rafael Núñez Ramos (1982) asegura que la construcción de los personajes,

la acción y el espectáculo se diferencian del teatro aristotélico. De ahí que, pueda considerarse un

antiteatro: “un género anti-convencional y anti-tradicional, que se plantea de entrada la subversión

de las categorías dramáticas aristotélicas”. (pág. 632) Esta transformación radical es lo que

permite situar este subgénero teatral como parte de la dramaturgia del siglo XX.

En cuanto a la acción, la lógica de causalidad se ha roto. Ante la unidad de la acción, el

Teatro del Absurdo proyecta la diversidad y la pluralidad. Lo cual abre el sentido cerrado a

múltiples e inagotables interpretaciones. Esta acción dramática no tiene propósito o finalidad: la

estructura tradicional (planteamiento, nudo, desenlace) se deconstruye, al punto de hacerla

inoperante. “Fuera del orden lógico, la acción se convierte en movimiento, en progresión o

evolución inmotivada”. (Núñez Ramos, 1982, pág. 633) La acción se construye en la fábula, en

las acotaciones, los ruidos, los gestos, la luz. Además, es el espectador quien organiza el conjunto

de estímulos de la representación. Y, en última instancia, es él quien al interpretarla la dota de

sentido, es decir, da unidad a la acción dramática.

En cambio, los personajes se mueven y realizan en actos incomprensivos e ilógicos, razón

por la cual no son caracteres, propiamente dicho. Su individualidad y psicología se ha disuelto:

participa de un juego cuyas reglas varían segundo a segundo y cuya movilidad atomatiza la

referencia posible, a punto de hacerse indistinguible:

La noción de identidad individual se pierde para dejar su sitio a una pluralidad indeterminada, a

diferenciaciones no alternativas. El individuo carece de integridad, de unidad, de estabilidad. Es

indiferenciado. Es simplemente fuerza en acción e intensidad pura, variación cualitativa constante

80

y poder de metamorfosis. El carácter, manifestado a través de los actos y las palabras del personaje,

cambia constantemente, como si el mismo cuerpo soportara sucesivamente a distintos personajes

o viceversa, todos los personajes parecen el mismo, se comportan y hablan de la misma manera,

como ocurre en Beckett. (Núñez Ramos, 1982, pág. 638)

Así, la heterogeneidad del personaje se realiza en el caos del lenguaje: es dispersión,

pluralidad, deconstrucción de la identidad. En el cuerpo del actor, se descubren ambigüedades,

rupturas, significaciones sin sentido. De ahí que, el personaje del Teatro del Absurdo no posee

identidad psicológica, cultural o histórica. Es un síntoma, un símbolo en devenir cuyos límites se

dispersan y cuya crisis del yo se resquebraja y deshumaniza como acumulación de situaciones sin

sentido e inorganicidad.

Y por último, el espectáculo se realiza de forma panorámica, prácticamente minimalista.

La representación del Teatro del Absurdo no sitúa, descontextualiza: “la casi imperceptible

acción, o mejor aún la tensión dramática de las distintas situaciones descansa en su manera de

interpretar esa indicación de una manera continuada”. (Núñez Ramos, 1982, pág. 640) El

espectáculo desorganiza diferentes partes de un todo inexistente, haciéndolas inteligibles al

espectador.

Por tanto, la estructura global de una obra del Teatro del Absurdo comprende la vida

como una circularidad, una espiral que cae y se reinventa en cada curso. La condición humana

aparece representada sin lógica alguna. Arrojada al vacío del sinsentido. Es el espectador quien

construye en última instancia un horizonte de sentido: la obra comunica un conjunto de imágenes

poéticas, que son a su vez las imágenes de una sensibilidad. “El Teatro del Absurdo supone una

nueva posibilidad dramática en la que una imagen estática cargada de tensiones se configura a

través del dinamismo de los actores, característico del teatro”. (Núñez Ramos, 1982, pág. 643)

De ahí que, este teatro sea por definición el teatro de una imagen trágica en devenir, que precisa

de la participación dinámica del espectador para su resignificación. En síntesis, “el Teatro del

Absurdo tiende hacia una radical devaluación del lenguaje, busca una poesía que ha de surgir de

las imágenes concretas y objetivas del escenario. El elemento lenguaje todavía juega un papel

muy importante en su concepción, pero lo que ocurre en la escena trasciende, y a menudo

contradice, el diálogo”. (Esslin, 1964, pág. 94)

Conclusión

El teatro de Camus, que participa del Teatro de la Existencia, es un teatro filosófico-

racional. Para Camus, el absurdo no es un concepto sino una forma de sensibilidad del hombre

contemporáneo. Sensibilidad que se articula en la sociedad europea de entreguerras y postguerra,

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caracterizada por los cambios forzados de la lógica política e ideológica, donde el individuo

concreto sufre múltiples confrontaciones:

“El absurdo” entonces para Camus es el divorcio entre la necesidad del hombre por aprehender su

realidad y la misma realidad que es inaprehensible en esencia. La vida como tal se presenta

problemática, ya que la evidencia de “el absurdo” la limita a una búsqueda infructuosa de unidad

con un todo que se halla a su vez fragmentado; por lo mismo, aquella búsqueda solo puede

culminar con la muerte, el preciso instante en que la vida culmina. “La contradicción es esta: el

hombre rechaza al mundo tal como es, sin aceptar abandonarlo” (1996, 305), lo que indica que el

hombre absurdo se decide entonces a vivir con el conocimiento de su impotencia frente a la vida

sin resolverse al suicidio, que es en sí la renuncia a la búsqueda. (Delgadillo Peña, El teatro del

absurdo en Europa y Latinoamérica: Convergencias y divergencias)

No obstante, el punto común entre Camus y el Teatro del Absurdo radica en la idea del

absurdo que se articula en ambos conjuntos de obras. Sensación de divorcio entre el ser humano

y la realidad: escritura de un desgarramiento contextual que obliga a los artistas a materializar su

circunstancia en crisis. Sin embargo, Camus vence el absurdo con la unidad de la diversidad en

la rebeldía de la creación (el arte), mientras que el Teatro del Absurdo pone en escena la

fragmentariedad metafísica que hace de la angustia, la desesperación, la irracionalidad de la

muerte la evidencia material de la discontinuidad de la cultura Occidental. El primero articula un

discurso; el segundo, una imagen poética en movimiento.

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