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ii

Dedicatoria

A mis Padres

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iii

“La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”

LEONARDO DA VINCI

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viii

ÍNDICE DE CONTENIDOS Páginas preliminares Pág.

Dedicatoria

viii

Autorización de la Autoría Intelectual iv

Aprobación del Tutor v

Aprobación del Jurado vi

Índice de Contenidos viii

Índice de Fotos ix

Resumen xi

Abstract xii

INTRODUCCIÓN 1

CAPÍTULO I: RELIGIOSIDAD POPULAR Y PRACTICA ESTÉTICA

1.1. De las cruzadas a lo religioso popular latinoamericano 4

1.2. Lo sagrado y lo pagano en las creencias religiosas y sus iconografías 10 1.3. Características del espacio público y privado en la práctica religiosa 13

1.4. Conflictos sociales y estéticos en la práctica religiosa 20

CAPÍTULO II: RELIGIÓN, CULTURA POPULAR Y

DIMENSIÓN ECONÓMICA

2.1. Religión, ideología, política y clases sociales 27

2.2. ¿Existe una industria de la religión? 37

2.3. La economía de la peregrinación, caridad y diezmos 42

CAPÍTULO III: RELIGIOSIDAD SINCRÉTICA E

HIBRIDACIÓN ESTÉTICA

3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54

3.2. Hibridación popular y religiosidad

(Convento Máximo Santo Domingo de Guzmán) 57

3.3. La conciliación sincrética religiosa

(Iglesia de Santa Catalina de Siena) 62

3.4. ¿Qué es un altar? 67

3.5. Los mercados, espacio público y religiosidad 85

CAPITULO IV: CONCLUSIONES

4. 1. Conclusiones 92

BIBLIOGRAFIA 98

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ix

ÍNDICE DE FOTOS

FOTO: Pág.

1. Nuestra Señora de la Peña de Oyacachi, Manuel Zambrano, oleo 22

sobre lienzo, 100x78 cm, 1888, Museo Nacional del Banco

Central de Ecuador-Quito

2. Trinidad Trifacial, anónimo. Iglesia parroquial de los Santos Justo 23

y Pastor. Cuenca de Campos (Valladolid).

3. Cuadro del Juicio Final, Alfredo Salas, 1879, óleo. 25

4. Baltasar Gavilán, escultura en madera. 25

5. Banca de la fertilidad, Convento Santa Catalina de Siena, Quito. 34

6. Divina Pastora. 34

7. Virgen Alada de Legarda. . 34

8. Virgen del Quinche. 35

9. Convento Máximo de San Domingo 59

10. Fraile Misionero de los Indígenas, Óleo sobre lienzo, siglo XX;

autor Anónimo; Convento Santo Domingo-Quito. 61

11. Retrato Fray Pedro Bedón. 62

12. Monasterio de Santa Catalina de Siena. 64

13. Detalle del altar de la familia Cristina Suárez; foto tomada por

María Teresa Dávalos Cruz. 78

14. Vista general del altar de la familia Cristina Suárez; foto tomada

por María Teresa Dávalos Cruz. 80

15. Altar de la familia Guerrero-Endara; foto tomada por

María Teresa Dávalos Cruz. 82

16. Altar Familia Recalde; foto tomada por

María Teresa Dávalos Cruz. 82

17. Altar del Mercado de Santa Clara. 85

18. 1. Altar Mercado de Iñaquito; foto tomada por

María Teresa Dávalos Cruz. 86

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x

19 2. Altar mercado Iñaquito; foto tomada por

María Teresa Dávalos. 86

20 3. Altar mercado Iñaquito; foto tomada por

María Teresa Dávalos Cruz. 87

21. Altar Mercado la Floresta; foto tomada por

María Teresa Dávalos Cruz. 89

22. Altar del mercado Santa Clara; foto tomada por

María Teresa Dávalos Cruz. 89

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xi

RESUMEN

CONSIDERACIONES CULTURALES Y ESTETICAS DE LA

PEREGRINACION POPULAR: ANALISIS DE UNA MUESTRA DE

ALTARES EN MERCADOS, RESIDENCIAS E IGLESIAS EN QUITO

Este trabajo resume un marco teórico particular para aportar en la

compresión de la religiosidad popular en América Latina, un escenario

que pone en evidencia una de las maneras de observar las desigualdades

sociales que persisten en la sociedad ecuatoriana con respecto a las

prácticas estéticas, escenario que configura posiciones controversiales

entre los altares de la oficialidad eclesiástica y los altares populares. El

análisis de este fenómeno evidencia diferencias sociales en los modos de

apropiación cultural cuya especificidad se traduce en formas de uso del

espacio público y privado en la práctica religiosa y sus conflictos estéticos

que se traducen en comportamientos sociales, cuyos resultados, conllevan

a lo que se puede denominar “industria religiosa” dentro de lo que

conocemos como sincretismo religioso e hibridación cultural.

PALABRAS CLAVES

<ALTARES RELIGIOSOS POPULARES DE QUITO> <RELIGIÓN Y

RELIGIOSIDAD> <SIMBOLOGÍAS RELIGIOSA Y POPULAR DE

LOS ALTARES> <ANÁLISIS ESTÉTICO SOBRE LOS ALTARES>

<LO SAGRADO Y PAGANO> <ESPACIO PÚBLICO Y PRIVADO>

<HIBRIDACIÓN CULTURAL Y RELIGIOSA>

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xii

ABSTRACT

CULTURAL CONSIDERATIONS AND ESTHETIC OF THE

POPULAR PILGRIMAGE: ANALYSIS OF A SAMPLE OF ALTARS

IN MARKETS, RESIDENCES AND CHURCHES IN QUITO

This paper summarizes a particular theoretical framework to provide

compression of popular religiosity in Latin America, a scenario that

shows one of the ways to observe the social inequalities that persist in

Ecuadorian society regarding aesthetic practices, scenario that configures

controversial positions between the altars of the church official and

popular altars. The analysis of this phenomenon shows social differences

in modes of cultural appropriation whose specificity is translated into

forms of use of public and private space in religious practice and its

aesthetic conflicts resulting in social behaviors, whose results, lead to

what can be called "religious industry" in what we know as religious

syncretism and cultural hybridization.

KEYWORDS

<POPULAR RELIGIOUS ALTARS OF QUITO> <RELIGION AND

RELIGIOSITY> <RELIGIOUS AND POPULAR SYMBOLOGIES OF

THE ALTARS> <ESTHETIC ANALYSIS ON THE ALTARS> <THE

SACRED AND PAGAN> <PUBLIC AND PRIVATE SPACE>

<CULTURAL HYBRIDIZATION AND RELIGIOUS HYBRIDITY>

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1

INTRODUCCIÓN

En un trabajo anterior se pudo realizar una indagación sobre varios altares

en el sector de la Pradera en Quito lo que permitió comprender una parte

del proceso que permite revelar aspectos referidos a los altares religiosos

populares. Específicamente se pudo identificar el problema que

proponemos en esta tesis, que alude a los diversos envolvimientos de las

prácticas religiosas entre el sector popular y el sector dominante, cuya

especificidad puede ser observada en la forma y contenido estético de los

altares. (Dávalos Cruz, María Teresa; Tesis de especialización TEMA: LOS ALTARES

RELIGIOSOS POPULARES EN EL BARRIO LA PRADERA, EN QUITO; Universidad Central

Del Ecuador; 2007.)

Siendo lo dicho lo fundamental de nuestro tema de tesis, no es menos

cierto que en el transcurso investigativo y de confrontación de

argumentos, se haya topado aspectos que se desprenden de las prácticas

religiosas desde las cuales se han creado una verdadera industria religiosa

desde donde se mueven ingentes capitales y se instruye sobre ciertos

comportamientos religiosos y estéticos, así como ocupado del espacio

público y privado a semejanza de las denominadas industrias culturales.

Como soporte de nuestra investigación analizaremos varios ejemplos de

altares existentes en Quito: el del Convento de Santo Domingo y el del

Monasterio de Santa Catalina de Siena; igualmente tres altares populares,

correspondientes a la familia Guerrero Endara y a la familia Recalde. Así

mismo tomaremos como objeto de análisis los altares populares de los

mercados de Iñaquito, Santa Clara y la Floresta.

Nuestro objetivo general se sintetiza en hacer un análisis simbólico y

estético sobre los altares religiosos populares comparando los existentes

en el convento, monasterio y mercados señalados. Para ello se plantean

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dos objetivos particulares: analizar cuáles serían los usos sociales en la

ocupación del espacio público y privado en el contexto de lo que podría

denominarse “industria religiosa”, que tendría características análogas a

las que refieren a la industria cultural; y, evidenciar las desigualdades

sociales y las diferencias estéticas en la apropiación cultural, que se

producen ante la presencia de los altares populares los mismos que

configuran posiciones antagónicas frente a los altares de la oficialidad

eclesiástica, observando cuáles son los contenidos estéticos de los altares

como manifestación simbólica, así como representación social y

económica.

Se pretende que la presente investigación sea un aporte académico y

científico en virtud de que se trata de un tema poco estudiado; además, se

intenta contribuir desde el estudio de las simbologías religiosa y popular

de los altares, determinar las características estéticas de los mismos y

conocer sobre las complejas contradicciones que se presentan en los

ámbitos social y cultural. Se ha hecho uso de bibliografía desde varias

fuentes, sobre todo, se examinará aquellos textos que tengan una

comprensión sobre el tema de estudio desde la experiencia local. Del

mismo modo la observación e investigación de campo han sido

fundamentales en este proceso de reflexión. La aportación que este

estudio aspira a lograr es: a) comparar diferencias y similitudes entre los

altares populares y los altares oficiales; b) confrontar una posible relación

entre industria religiosa e industria cultural; y, 3) incursionar en el análisis

simbólico y estético de los altares religiosos desde las perspectivas

cultural y estética.

El tema propuesto es polémico en vista que se presenta como una

reflexión crítica frente a la cuestión de la religiosidad, esto implicará

examinar rigurosamente aquellos elementos que tomaremos en nuestra

investigación sobre los usos sociales del espacio público en relación a

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3

nuestra hipótesis referente a la industria cultural, y los efectos que estos

tienen en la configuración estética de los altares populares, puntos críticos

que merecen un tratamiento profundo por su injerencia social y en razón

que estas manifestaciones socio-espaciales y sensibles no son

ampliamente conocidas. El estudio de campo sirvió para obtener de

primera mano la información necesaria mediante: a) Registro fotográfico

b) Análisis iconográfico y simbólico de los altares; c) Observación de las

prácticas religiosas; d) Expectación sobre los flujos de insumos religiosos

para los altares religiosos y oficiales; e) Observar cuáles son los usos

sociales de los rituales; f) Reconocimiento de las frecuencias y movilidad

de los usuarios a las jornadas religiosas; y, g) Entrevistas a practicantes de

las iglesias oficiales, usuarios y propietarios de altares populares.

Para cumplir con sus objetivos la investigación partió de un recuento

general sobre el contexto histórico y la propuesta de un marco teórico,

para entender la religión popular en América Latina, la revisión de lo

místico y pagano en las creencias religiosas, las características del espacio

público y privado en la práctica religiosa y los conflictos sociales y

estéticos de esta práctica. En el segundo capítulo se aborda una reflexión

sobre la religión, ideología, política y clases sociales; lo que conduce a

revisar nuevamente la religiosidad y la perspectiva cultural para

preguntarnos si es que existe una industria de la religión; lo enunciado se

complementa con un extenso análisis sobre la dimensión económica de la

peregrinación, la caridad y los diezmos. En el capítulo tercero se

emprende en aspectos puntuales sobre qué es un altar, sobre el

sincretismo religioso y la hibridación cultural, para finalmente concluir

con un análisis socio económico y estético de los altares populares en

varios mercados de Quito. Finalmente, algunas conclusiones que

configuran una síntesis argumentativa de la cual se podrá extraer premisas

válidas para trabajos investigativos similares.

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CAPÍTULO I

RELIGIOSIDAD POPULAR Y PRÁCTICA ESTETICA

1.1. DE LAS CRUZADAS A LO RELIGIOSO POPULAR

LATINOAMERICANO

Referirse históricamente al proceso social y económico de la religión

implica hacer una rápida retrospectiva sobre lo acontecido con las

Cruzadas de la Edad Media y las prácticas religiosas en América Latina,

tratando de buscar un hilo conductor entre las formas dominantes de las

prácticas religiosas del pasado con las del presente que permita visualizar

aquellas claves que se encuentran en el trasfondo de la creencia religiosa

y los mecanismos que se llevan a cabo a través del dogma, y que

configuran modos subyacentes y subliminales del misticismo junto a

maneras de sumisión y dominación social, política y económica, que

conllevan a la imposición de formas estéticas.

La Edad Media pone fin al Imperio romano y con esta transformación se

da inicio a las guerras religiosas, que serán conocidas como las guerras en

“nombre de Dios”. Fue Constantino (de quien se dice que tuvo un sueño

con un mensaje divino que lo impulsaría a las primeras guerras teniendo

como símbolo la cruz) quien a partir de lo que se denominó la ideología

providencialista de la iglesia auspiciada por el agustinismo, dio paso a las

cruzadas. De esta manera el concepto de “guerra santa” y “ordenada por

Dios” se convirtió en una prioridad y la muerte en combate se vuelve

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honrosa ya que implica un gran honor, el perdón de los pecados se

convierte en la entrada segura al paraíso, en vista que se trata de la lucha

contra los herejes; sin embargo, esta circunstancia involucró también la

dominación total y la muerte despiadada del adversario1.

En estas primeras guerras intervinieron masas de gente cuyo destino era el

Asia con el fin de recuperar los “lugares santos”, pero estas no tenían

ninguna instrucción militar y serán derrotados por los musulmanes y

árabes en las fronteras de sus territorios. Ante estos fracasos, los señores

feudales acumularon sus riquezas y ejércitos que fueron entrenados para

la “guerra de Dios”; aunque no obtuvieron mayores éxitos fue un paso

importante en la creación de una conciencia religiosa masiva, que al final

siempre favorecía a la clase dominante y al sector clerical. Frente a esta

forma de organización para la guerra, hubo muchas discrepancias entre

los señores feudales, quienes incluso lucharon unos contra otros y fueron

a la guerra desunidos, por lo que eran fácilmente derrotados por los

musulmanes que estaban apoderados de la ya denominada Tierra Santa

(Jerusalén, Belén, Nazaret, y lugares santos como el Monte del Calvario,

Monte de los Olivos, etc.) quienes no dejaban que los cristianos se

acercaran al Santo Sepulcro de Jesucristo, y si lo hacían eran vejados y

golpeados.

“Un gran clamor se levantó por toda Europa, y tanto los grandes

señores como los siervos acudieron al llamamiento del Papa Urbano II. Los

caballeros aspiraban a combatir para salvar su alma y ganar algún

principado, los menestrales soñaban hacer fortuna en Oriente, país de

riquezas, los siervos deseaban adquirir tierras y libertad. (…) “Si queréis a

vuestras propias almas, libraos de la culpa de vuestros pecados, que así lo

quiere Dios…” “! ¡Dios lo quiere! ¡Dios lo quiere!” –gritaron a una voz

millares de hombres de todas las clases sociales, reunidos en torno al Papa,

1 Durante la historia todas las guerras de religión han tenido un trasfondo de dominación de territorios, pero lo es también económico y político. Si en el pasado se prepara para la guerra a multitudes para aniquilar al adversario, generalmente considerados herejes y pecadores, por el sólo hecho de pertenecer a otra religión y cultura que no sea la cristiana.

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6

para recibir cruces de paño rojo que luego fijaban en el hombro izquierdo

como señal que tomaban parte de la campaña…” (Diccionario en la web

www.portalplanetasedna.com.ar/cruzadas.htm. /descargadomarzo17, 2011).

Entre los siglos X y XIII las guerras de religión tuvieron gran connotación

en la vida eclesiástica, militar y civil de las sociedades europeas de

entonces. Los conflictos bélicos que no solo tenían que ver con la

religiosidad2, sino además con los intereses de la iglesia de extender sus

dominios; los señores feudales de la Edad Media asegurarían su entrada al

reino celestial, al obtener fama y fortuna. Sin embargo, debido a las

continuas derrotas no alcanzaron a hacerse de los lugares santos de

Jerusalén y Belén, únicamente se alcanzan acuerdos transitorios para que

los cristianos accedan a dichos lugares; pero, lo que en realidad aconteció

es una desaparición de los príncipes y señores feudales que morían en las

guerras sagradas auspiciadas por las iglesias tanto católicas como

protestantes. Muchos de los reyes y emperadores que plegaron a las

cruzadas propiciadas por los Papas, con su eliminación y sin saberlo,

contribuyeron a un cambio del esquema social y económico dominante.

Esto significó que de un sistema feudal de grandes terratenientes, de

producción agropecuaria se pase a la institucionalidad mercantil; así nace

el mercado, se diversifica el traslado y venta de productos, se crean

puertos, itinerarios de comercio hacia Oriente, se propicia por primera vez

la idea de ciudad-nación (Génova, Venecia, etc.) y posteriormente la idea

de Estado-nación; etc. Lo fundamental de este gran cambio es que de éste

se desprenden varios acontecimientos: la iglesia pierde poder en lo

político y económico, nace la clase burguesa que toma aquello que pierde

la iglesia y expande su influencia y poder al ocupar el lugar que habían

dejado los señores feudales; a su vez, esta nueva clase social es la que

2 Referida a la conquista de los lugares santos de la cristiandad que se encontraban bajo el dominio islámico.

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auspicia la consolidación de la monarquía europea y se integra a ella

ocupando lugares de privilegio.

Esta circunstancia histórica hace posible el descrédito de las cruzadas, las

cuales desaparecen, al igual que el deseo de conquista de los “lugares

santos” de los cristianos, poco a poco, entre el siglo XIII y fines del siglo

XIV, ese desmerecimiento ocurrido con la iglesia hace que la misma trate

de buscar nuevos espacios de influencia tanto en la monarquía como en la

burguesía, de este modo así como se habían creado las diferentes cruzadas

para las guerras religiosas se presentan con el auspicio de la iglesia las

llamadas cofradías (dominadas por las Órdenes Religiosas) las cuales se

adhieren con la ayuda de miembros de la monarquía, la burguesía y como

caso insólito de parte de personajes predominantes (políticos, sabios,

artistas, etc.) de bajo rango social. Estas cofradías religiosas serían las que

acompañarían a los comerciantes, mercaderes y aventureros a lejanas

tierras de Oriente, y por supuesto a quienes protagonizarían la conquista

de América a partir del siglo XV. Sin embargo, las cruzadas habían sido

un fracaso y las consecuencias en Europa como en Medio Oriente fueron

desastrosas, abriendo los ojos a los europeos para buscar otras maneras de

buscar riquezas, pero esta vez la estrategia tenía que ser cambiada por la

iglesia aprovechando de los viajeros que se trasladaban a otras tierras

lejanas. Es así como con la conquista de América la iglesia vuelve a tener

un papel protagónico a través de la evangelización y el cambio espiritual

de los nativos de esos lejanos territorios e inculcar un nuevo imaginario

religioso que a la postre significaría la recaudación no solo de las almas

de los conquistados sino que, por estos servicios, la obtención de

propiedades y poder que son concedidos por los monarcas europeos a los

clérigos acólitos y a la autoridad romana.

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De esta manera, se inicia un nuevo momento en la historia de la

religiosidad católica, cuyos acomodos en tierras americanas hacen posible

la sumisión de los nativos, especialmente de caciques y señores que son

adoctrinados por el catolicismo, y que a cambio de mantener ciertos

privilegios dinásticos, son bautizados; muchos de ellos se convierten en

clérigos, cambian sus nombres y son plegados a un nuevo imaginario

religioso, social, económico, político y cultural.

“Las primeras esferas atacadas por la occidentalización fueron las

más directamente expuestas, es decir, las de la nobleza indígena. La

conquista española transformó el conjunto de puntos de referencia, de

certidumbres implícitas y explícitas, de identidades que apoyaban la

existencia de esta clase dominante, oponiéndole y esforzándose en

inculcarle su propio enfoque de realidad. Es justamente esto lo que

distingue a la conquista de las que antes se las numerosas empresas

dominadoras que antes se habían emprendido...” (Gruzinski, Serge; La Red

Agujereada. Identidades Étnicas y Occidentalización en el México Colonial. (Siglo

XVI-XIX), Publicado en “América Indígena”, vol. XLVI, núm.3, julio-septiembre,

1986, pp. 434.)

Es decir, a la prohibición de idolatrías y la conversión de los herejes

(antes eran los musulmanes ahora los nativos de América) se sumaría el

trabajo de los clérigos para arrancar de la memoria nativa aquello que

podría ser contraproducente a los intereses de los conquistadores y la

Iglesia.

“Se comprenderá fácilmente que la execración y la prohibición de

la “idolatría” por parte de la iglesia constituyeron un fenómeno totalmente

diferente del enfrentamiento de un culto contra otro, situación ante la cual

los indios habían adquirido gran experiencia. La negación española de la

autenticidad de los dioses indígenas –“sus falsos dioses”-, cuestionaba el

reconocimiento mismo de los sacerdotes indígenas, sus “normas de vida”,

la “costumbre de los antepasados” y todo el legado de las culturas

anteriores hasta el punto de restar sentido a su existencia y realidad para

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9

instalarla en la muerte y la nulidad” (Gruzinski, Serge; La Red Agujereada.

Identidades Étnicas y Occidentalización en el México Colonial. (Siglo XVI-XIX),

Publicado en “América Indígena”, vol. XLVI, núm.3, julio-septiembre, 1986, pp.

411-433.)

Ya para el siglo XVI, en América, en las tierras colonizadas, se crea un

modo de nobleza cristiana cuyos miembros, españoles, mestizos e indios,

alcanzan una importancia vital en los espectros social, económico y

político. Estos se convertirían, al igual que en la época de las cruzadas, en

actores importantes de la administración colonial, todos ellos bajo el

amparo de la iglesia. Este fenómeno de cristianización, por supuesto

diferente al ocurrido en Europa, hace posible una estratificación social

que transforma todo el pasado cercano, pero sobre todo, son las masas

indígenas carentes de toda posibilidad de subsistencia, las que tienen que

adecuarse a nuevo modelo que ofrece la corona española. Sin embargo

esta identidad prestada y multifacética, es a la larga una identidad ficticia

de los nativos, la que permite ir configurando un nuevo imaginario

religioso a tal punto de trastocar su propia conciencia para reducirse a la

nueva realidad social y religiosa como la forma de sobrevivir en un

mundo hostil a sus antepasados y la memoria colectiva indígena. Se

podría decir que se trató de un sincretismo religioso, donde si bien

dominan formas de nobleza cristiana, éstas van perdiendo fuerza hasta

encontrarse ya a fines del siglo XVIII con una nueva realidad de la

cristiandad: la creencia religiosa popular3.

Es así que bajo el proceso de la imposición religiosa emerge una forma de

ideología religiosa católica que alcanza matices debido a la “hibridación

cultural”, cuya síntesis se sustenta en la manifestación de grandes masas

de creyentes que son convertidos en nuevos sujeto católicos, pero en

condiciones particulares y diferentes a las prácticas cristianas de otras

3 Este proceso que carece de lógica dentro del esquema católico colonial y tradicional se convierte poco a poco en la actualidad en la base de la creencia religiosa contemporánea en el Ecuador.

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10

esferas de la misma religión. (Ver Néstor García Canclini; “Culturas Híbridas”,

Estrategias para entrar y salir de la modernidad; Ediciones Paidós Ibérica S A, 2010).

En la actualidad, este fenómeno religioso, si bien cuenta con millones de

fieles, estos en su mayoría, son masas populares que han permanecido al

margen de los beneficios sociales y que buscan ubicarse de alguna manera

en espacios que le permitan algún nivel de sobrevivencia, por tanto las

grandes masas que son inscritas en esta ideología religiosa o aquellas

individualidades con la misma doctrina, encuentran en esta creencia un

sustituto a los sistemas de precariedad a que son sometidos. Además, han

logrado inventar un imaginario dinámico que adapta imágenes o

divinidades propias o ajenas o todo aquello que represente una manera de

atenuación de sus pesares cotidianos.

1.2. LO SAGRADO Y PAGANO EN LAS CREENCIAS

RELIGIOSAS Y SUS ICONOGRAFÍAS

Antes de la llegada de los españoles, la vida religiosa de los pueblos

originarios estaban regidas por la creencia en espíritus que se les atribuían

poderes mágicos, que a veces se representaban en diferentes especies de

animales míticos como felinos y pájaros, los cuales tenían una relación

íntima con sacerdotes, curanderos o chamanes, quienes en ceremonias

religiosas muchas veces caían en trace para ponerse en contacto con el

mundo sobrenatural para así solucionar algún problema que tenia la

población en ese momento. Sus templos o viviendas o tumbas eran

montículos o tolas con materiales predecibles como la madera y la paja

las cuales combinaban con la piedra. Además, creían en la vida más allá

de la muerte. Los incas, al llegar a estos territorios, aplicaron sistemas

políticos, religiosos y de represión militar, lo que permitió que su cultura

se expandiera fácilmente sobre las tribus dominadas y surgió la mitología

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de la diosa Pachamama y el dios Viracocha. Los Incas adoraban al sol

fuente de energía natural y hogar de todos los dioses. (Gisbert Carbonell,

Teresa; El Paraíso de los Pájaros Parlantes; La Paz, Plural Editores, 1999, pp39).

A partir de la conquista española, la Iglesia se afincó en el territorio de lo

que es hoy el Ecuador, y con su influencia se fueron erigiendo catedrales,

iglesias y capillas locales y familiares; se difundió el Evangelio de Cristo

y evidentemente curas y seglares se dedicaron a cristianizar a los pueblos

paganos. De manera gradual, las iglesias originarias fueron haciéndose

cada vez más grandes y numerosas, y, por consiguiente, surge el

problema de su organización y administración y los obispos empiezan a

adquirir un papel mucho más institucional. Era muy común la utilización

de imágenes y ritos paganos en actos cristianizados para así acercar a la

religión a las masas, a las que se les debía hacer llegar el mensaje de

salvación de Cristo, pero que bajo ningún concepto querían abandonar su

idolatría (cultos y ritos), es decir, su propia cultura. Para entonces, como

ahora, los templos religiosos estuvieron repletos de imágenes a las cuales

se las adoraba y se les ofrecían ofrendas y sacrificios (caminatas

dolorosas, abstenerse de alimento o flagelarse).

Históricamente sabemos que el origen de estos dioses era diverso, la

mayoría procede de la cultura helenística y a su vez ésta los adoptó de las

culturas babilónica y egipcia. Roma lo que hacía era "latinizar" su

nombre. Así, por ejemplo, El Dios supremo de la mitología romana era

Júpiter, el cual era conocido en Grecia como Zeus, pero respetaba toda su

doctrina y culto; así mismo en América durante y posterior a la colonia

encontramos que el nombre del Dios español es sustituido con diversos

nombres como “gran señor”, “altísimo”, “misericordioso”,

“todopoderoso”, y se los representa a veces de piel morena como los

indígenas o los negros que ya tenían una significativa presencia,

igualmente en el caso de la Virgen María, santos, ángeles y arcángeles.

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(Gisbert Carbonell, Teresa; El Paraíso de los Pájaros Parlantes; La Paz, Plural Editores, 1999,

pp.50) ¿Cómo pudo influir tanto la religión pagana en el cristianismo de

entonces, si las diferencias eran tan claras? La contestación tiene que ver

con la necesidad de introducir a las masas populares e indígenas y

sectores pudientes para inducirlos en la creencia religiosa cristiana que al

final se descubre como de interés económico y de acaparamiento de

tierras y propiedades a su favor, a cambio la iglesia entrega indulgencias,

bendiciones, perdones y salvación de almas, suficientes motivos como

para entregar una parte de las ganancias y posesiones, a más de trabajo

gratuito o voluntario.

Del mismo modo, la creencia arraigada sobre la idolatría hace que la

religiosidad basada en el culto a las imágenes relacione la religión con el

paganismo, el fetichismo y la superstición. Cuando a un incrédulo o

pagano se le hablaba de Nuestro Señor, esta persona lo asociaba en un

principio como al dios ancestral o una deidad de la cultura indígena, y en

el caso de los mestizos y criollos españolizados la explicación tiene que

ver con la creencia de lo anterior más la significación del evangelio (Pablo

Seman; La religiosidad popular. Creencias y vida Cotidiana; 1� ed.- Buenos Aires; Capital

Intelectual, 2004). Pero cuando el predicador les hablaba a las masas de que

debían dejar sus ídolos estos decían que no y entonces se les obligaba a

entender que cometen pecado e irían a los infiernos. Ante semejante

amenaza, todos optaron por salvarse; el problema estuvo en que este

Nuevo Dios, el verdadero Dios, no tenía nombre ni imagen; fue más

tarde que se comprendió que la figura de Cristo reemplazaba a aquel Dios

invisible y que Padre, Hijo y Espíritu Santo son uno solo, una confusión

difícil de superar y por lo tanto la base doctrinal era la fe y el dogma. Hay

que recordar que los denominados “paganos” que vivían en América

tenían el respeto a los demás dioses y las imágenes, pero esto es igual a lo

que ocurrió en las sociedades imperiales antiguas de Grecia y Roma,

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como más tarde en los imperios europeos occidentales, que no fueron

llamados paganos.

Mientras en la época de Las Cruzadas la iglesia incita a la “guerra de Dios

contra los herejes”, es decir los paganos, a partir del siglo XVI hasta el

siglo XVIII durante la colonización, es el mismo sector clerical quien

retoma ciertas prácticas paganas y las adapta a la religión católica para

hacer frente a la disidencia e idolatrías que mantenían algunos caciques

indígenas y ciertos sectores nativos y también de mestizos. Este acomodo

de lo sagrado y pagano de acuerdo a los requerimientos de la iglesia

configuró el nuevo imaginario religioso e hizo que muchas creencias

traídas de España por los colonizadores se mezclen con las creencias

nativas. Por esa razón algunas imágenes de Dios, Jesucristo, Vírgenes,

Santos, etc., se mezclaran, otras se “ennegrecen” y generalmente se

realizan decoraciones religiosas que oscilan entre lo europeo e indígena,

igualmente se cruzan algunos ritos cercanos a la magia y creencias

populares. Este es el inicio de las representaciones religiosas populares

que empezaron a tener gran importancia desde el siglo XIX en el

Ecuador.

1.3. CARACTERÍSTICAS DEL ESPACIO PÚBLICO Y

PRIVADO EN LAS PRÁCTICAS RELIGIOSAS

Desde comienzos del siglo XX se nota un creciente peso del espacio

público por sobre el espacio privado, ampliándose los criterios del

primero y restringiendo al segundo. Esto proviene de la idea de que el

espacio público es participativo y colectivo y que a través de éste se

puede ejercer una acción social de diversa índole; más parece que en el

campo religioso, esta premisa no es funcional en cuanto al ejercicio

crítico de sacramentos, dogmas y creencias que han sido impuestas por la

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iglesia a través de los siglos, sin embargo aunque sabemos que los

modelos políticos pueden cambiar, los religiosos se presentan como

afirmaciones indiscutibles.

Esto lleva a pensar que lo que se produce en la relación público-privado

con respecto a las prácticas religiosas es la gestión de un campo

conflictivo, donde puede advertirse con mayor crudeza el problema

social, ideológico y político, en este sentido el convencimiento o

convicción sobre una religión hoy en día no se abstrae de la práctica

ideológica o política, son parte de ella4; por lo visto, no hay neutralidad,

lo que hay es arbitrariedad en el uso del espacio público, así como una

beligerancia por parte de intereses ideológicos, religiosos o ubicaciones

de poder de quienes asumen posiciones mesiánicas o prácticas

demagógicas (religiosos o políticos).

En la actualidad, lo público y lo privado tienen un nuevo campo de

batalla: las creencias religiosas. Hasta hace un par de años, Habermas no

había respondido explícitamente a la pregunta por el papel de las religiones

en la esfera pública (…) En relación con la desobediencia civil Habermas

suscribió, aunque de pasada, los planteamientos propuestos por el

liberalismo: la neutralidad frente a las convicciones, neutralidad que, en

última instancia, no es ,más que indiferencia. Una postura que, a raíz de

una seria profundización en una conferencia con el entonces Cardenal

Joseph Ratzinger, ha cambiado para admitir, finalmente, una influencia

positiva de las creencias en el ámbito público. (Carabante Muntada, José

María; La Religión, entre lo Público y Lo Privado, Reflexiones en torno a la

Filosofía de la Religión de J. Habermas; Página 2; Facultad de Derecho, U.

Complutense de Madrid)

4 Esto se lo puede observar en la práctica política actual donde la presencia de políticos en actos religiosos o deportivos puede convertirse en tarima discursiva para que la masa vea en él a alguien que se conecta con el pueblo.

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En la vida social, el espacio público y el privado marcan diferencias en la

vida religiosa de cada persona. Del mismo modo como una parte de un

territorio puede ejercer un valor histórico y cultural, el dominio de un

territorio desde la tradición religiosa puede convertirse en un espacio de

decisión que ejerce enorme influencia en la sociedad, tomándose

inclusive espacios de la política y la economía. Entonces el “espacio

sagrado” le da identidad al territorio como parte de la memoria colectiva,

con un acceso permitido y generalmente construido para ese fin. Sin

embargo, por tener que ver con la relación de la gente con lo divino y

sobrenatural es tal su influencia que traspasa estos ámbitos convirtiéndose

en un asunto que tiene que ver con lo material y lo terrenal.

Es por esto que en la ciudad o el campo pueden constituirse espacios

públicos en disputa, donde, al rebasar los ámbitos político, público o

privado se producen acciones antropo-religiosas desde donde se ejercen

formas de organización a favor o en contra en la conformación de los

espacios y los territorios. Al margen de la división territorial que pueda

ejercer el Estado, la iglesia como institución puede concebir otras formas

de territorialidad de acuerdo a sus intereses. Esto es así que se puede

hablar de lugares profanos como pueden ser las calles, las vías, las plazas,

los edificios, y los lugares sagrados que son los recintos dedicados

exclusivamente al culto religioso. Esto último es tan poderoso que su

influencia puede ser ejercida también en los espacios profanos, lo que a

veces éste no puede hacer en el espacio sagrado. Por lo tanto, la

dimensión de lo público y privado entendida desde la mentalidad civil

puede romperse cuando se trata de las demostraciones de la mentalidad

religiosa y cúltica.

Esta forma de identidad religiosa que puede fragmentar los principios de

ordenamiento territorial convencionales, podría clasificarse en dos tipos:

como espacio cerrado (que sin dejar de ser público pertenece a las

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iglesias) y el abierto (que también sin dejar de ser público, se ejercita

como lugar sagrado aunque sea temporalmente). Realmente ¿qué es el

espacio público? Es el espacio profano y esto se lo puede entender ya que

proviene del latín pro que significa delante y fanus que es del templo.5 Al

parecer referiría al espacio exterior implica decir “fuera del templo”

(fuera de la iglesia o del espacio sagrado), que expresaría un sentido de

urbanidad u ordenamiento físico que se caracteriza por el libre acceso

(espacio abierto o público) ya que sería el escenario de una intensa

actividad social o pública.

No obstante, el concepto de espacio como área conciliatoria de una

actividad determinada, ya sea para actividad pública o religiosa se

encuentra atravesada por diversas líneas de movimiento que giran en

torno a lo profano y sagrado, individual y colectivo, que se encuentran

determinados por tres poderes sociales básicos: político, económico y

religioso, a los cuales se debe agregar “un cuarto poder, el ghetto, que

siendo abstracto como los anteriores definen comportamientos y

relaciones materiales que van desde la satisfacción de necesidades básicas

hasta los temas de la ciencia y la tecnología. El ghetto, como debemos

suponer es un simulacro de ciudad, es un entorno donde se vive y se

busca la exclusividad y la seguridad a cambio de perder intimidad y

libertad de movimiento” (Jaque, Claudio. El Ruido del Tiempo. Santiago: Galinost, 1987,

67-96); y, es justamente en este espacio habitable y de conflictos donde se

desarrollan lo político, lo económico y lo religioso, ya que sin el ghetto

aquellos poderes no pueden existir o desarrollarse. De esta manera son las

contradicciones que se generan al interior del ghetto (ciudad, barrio,

colectividad, etc.) las que elevan la posibilidad de creación del espacio

público y del espacio sacro como atenuantes de los vaivenes de los

poderes económico y político.

5 Se puede entender que es la plaza o espacio público frente al espacio sagrado, en este caso bien podría ser el lugar frente a la iglesia, cuyas ubicaciones son el origen de la conformación del espacio urbano o centro de interés social, administrativo y político.

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todo lo contrario se establecen relaciones activas y pasivas según las

circunstancias que el ghetto enfrenta en cuanto a esos poderes.

Al profundizar lo dicho el espacio profano, formado por el espacio

abierto, por lugares de la ordenación moderna del territorio donde se

llevan a cabo actividades de promoción cultural, plazas, parques, avenidas

y calles, que al extenderse por el territorio, varían su configuración y su

extensión y conforman un tejido urbano que conforma la ciudad. Así

mismo, podemos encontrar que ciertas expresiones de lo sagrado se

ubican en el espacio profano y le dan un valor específico,

caracterizándolo y haciéndolo parte de la identidad de la ciudad6 o de vías

entre ciudades.

El espacio privado no sólo se refiere a aquel sobre el cual ejercen dominio

o propiedad un grupo o persona determinada, sino como una espacialidad

que tiene características diferentes que compone el espacio individual el

cual proporciona la intimidad y cuyo acceso es prohibido y limitado; entre

ellos puede ser la vivienda, un terreno con frutales o una hacienda

particular. En este espacio privado se incluyen además todos aquellos que

tienen un acceso limitado por la propiedad del mismo como son lugares

de trabajo, oficinas, fábricas y en general todos aquellos espacios sobre

los cuales existe un estricto control por parte de particulares. En nuestro

medio, al hablar del espacio privado colectivo, se hace referencia a

aquellos controlados y con funciones que expresan la sociedad de

consumo y que en ellos prima el interés particular. Su existencia está

ligada a la posibilidad de acceso que ellos tengan, a partir del espacio

profano, como lugares de servicio a la comunidad que son su razón de ser.

Es una expresión del espacio privado-colectivo todos los espacios abiertos

al público sean lugares de disfrute colectivo como bares, restaurantes y

6 Es común observar en mercados, calles, parques, carreteras, etc., la presencia de imágenes y urnas religiosas.

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cines, lugares de ferias y exposiciones, y en general los destinados a lo

lúdico o a mercados donde se desarrollan actividades de la sociedad de

consumo.

Un fenómeno singular se produce cuando aparecen relaciones dominantes

o espacios desde donde se ejerce presiones entre el espacio público

sagrado y el espacio privado individual, donde las ciudades se

caracterizan por la expresión del poder religioso a través de sus

estructuras espaciales.7 Debemos entender entonces que en ocasiones el

espacio público, y consecuentemente el espacio sagrado, se constituye en

el espacio estructurante de la ciudad o poblaciones pequeñas y rurales, y

el espacio privado en un espacio que puede mutar en ellas.

Es interesante anotar cómo Quito, desde su fundación, expresa las

relaciones entre lo sagrado y lo moderno-laico que comporta al final el

poder religioso, así por ejemplo es usual en la ciudad quiteña decir que

“las autoridades se ocupan de la imagen de la ciudad” y esa imagen no

sólo se refiere a los ámbitos social, administrativo, de conformación del

espacio, sino que se encuentran incorporados todos los valores

espirituales, morales, éticos y religiosos.

En el caso del Ecuador ya en la República se continúa con la

preponderancia de la relación entre lo sagrado y lo profano; esto podría

considerarse como el poder político, en vista de que desde mediados del

siglo XVIII se vislumbra como una representación del poder civil; a la

vez, hoy el mercantilismo también impone relaciones dominantes entre lo

profano y lo colectivo que vendría a ser el poder económico; sin embargo

7 Esto se encuentra en ciudades como La Meca, como puede ser también en poblaciones ecuatorianas del El Cisne y El Quinche y en general en aquellas ciudades de culto donde lo religioso-ceremonial se vuelve dominante. Existen poblaciones donde sus habitantes configuran sus relaciones sociales, económicas, políticas y culturales en función de una hegemonía de la actividad religiosa permanente o temporal, desde la cual se ejerce presiones de tal magnitud que su influencia estructura modos de vida, sistemas espaciales, expresiones estéticas y formas de comercialización particulares.

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20

el"laisseferismo"(Definicióndeltérminoenhttp://www.unalmed.edu.co/~paisaje/doc4/concep.

htm. Conceptualización del espacio Público, 1997) nos encamina aceleradamente a

enfatizar unas relaciones entre lo individual y lo colectivo: "la ciudad

ghetto"(Jaque, Claudio. El ruido del tiempo. 1a ed. - Santiago de Chile : Editorial Galinost,

1987,pp.1-366.), donde los grandes centros comerciales substituyen la

espacialidad pública y el espacio profano es privatizado por el automóvil

particular; y en algunos casos, con desórdenes sociales (inseguridad, etc.)

que están minando las bases de estos espacios.

1.4. CONFLICTOS SOCIALES Y ESTÉTICOS EN LA

PRÁCTICA RELIGIOSA

Entre las prácticas de religiosidad popular que han tenido especial

relevancia están las correspondientes a los diversos nombres y devociones

hacia la Virgen María, ya solo esto procura una idea de conflicto de

creencias y aspectos estéticos dignos de tomarse en cuenta.

Junto a las devociones populares que se desarrollan localmente, se unen

las que periódicamente son traídas por los españoles desde el viejo

continente, de esta manera tuvieron efecto gran arraigo una serie de

celebraciones espirituales con características y fundamentos locales,

como las del Quinche, Guápulo, Cisne y Cicalpa, cuyas primeras

representaciones se deben al escultor toledano Diego de Robles. De ellas

se destacaba siempre su condición de milagrosas, siendo testimonio de

ello las dos series de lienzos sobre la Virgen de Guapulo, una de finales

del siglo XVII, realizada por Miguel de Santiago, y otra de mitad del siglo

XIX. (Estebaranz, Ángel Justo; La Religiosidad; Ecuador, Tradición, Modernidad. Ecuador.

Madrid. Seacex. Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España. Vol. 1. 2007. Pág.

114-119).

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Es bien sabido que en este tipo de representaciones casi siempre se

añaden a la imagen textos explicativos sobre las bondades de la Virgen y

sus milagros. Esto se puede observar en el lienzo de Nuestra Señora de la

Peña de Oyacachi (provincia de Napo, Ecuador) de 1888 y atribuido a

Manuel Zambrano (Ibíd. 21). En esta pintura se representa en el centro una

imagen mayor con la aparición de esta Virgen a los indígenas, en los

cuatro costados o esquinas del lienzo se muestran otras escenas

portentosas que se recuerdan con emoción, devoción y apego religioso.

Lo que más llama la atención en esta pintura, más allá de las

representaciones preciosistas conformadas por las alegorías de la Virgen,

ramas, flores y pájaros, edificios rurales, paisajes y escenas cotidianas, es

la presencia de indígenas en tan maravillosa aparición lo que rompe con

la tradición de ubicar en las pinturas a santos, mecenas, Cristos y

caballeros de la alta sociedad y que por alguna razón especial se volvieron

acólitos religiosos8.

Es más, en la representación pictórica se puede observar que se hacen

sonar instrumentos musicales autóctonos y junto a esta musicalización se

producen alabanzas y muestras de fe religiosa. Debemos suponer que esta

forma de representación no fue realizada para que sea adorada por

sectores dominantes de la sociedad, sino que es expuesta por la clerecía

oficial y persigue acaparar la atención de los fieles indígenas y buscar con

ello la sumisión y el apego populares al catolicismo.

Era el triunfo de la iglesia postridentina, una iglesia liderada en buena

parte por los jesuitas y que validaba las devociones, los cultos y los

milagros de indios, mestizos y criollos en tanto y cuanto fuesen

codificados, canalizados en las celebraciones donde la ceremonia barroca

ocupa un espacio crucial, según Serge Gruzinski (Kennedy Troya, Alexandra;

8 Hemos considerado este ejemplo en virtud de la presencia indígena en esta imagen religiosa, la misma que se contrapone a otras donde aparecen clérigos, santos, devotos o los mecenas que financiaban las pinturas religiosas.

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24

De estas imágenes podemos encontrar muchas otras que también fueron

prohibidas en América por las mismas causas. Incluso es preciso señalar

que hubo imágenes religiosas que no se permitieron reproducir tanto en

Quito y Lima ya que sus características resultaban demasiado

incomprensibles para los citadinos pero sobre todo dentro del sector

indígena, quienes tenían que ser catequizados de manera especial tanto en

la colonia como durante el tiempo que tiene la república. Así, tenemos los

Cristos flagelados en grandes charcos de sangre; en otros casos, con

lapidaciones que son imposibles resistir por parte de un ser humano; claro

el alegato es que es Dios y que su fortaleza es sobrehumana; sin embargo,

ante tan espantosas imágenes la iglesia en ocasiones ha tenido cuidado

que las imágenes causen recogimiento espiritual y no horror y espanto, ya

que esto podría causar un efecto contrario y disminuir la fe religiosa.

Este es el caso de la pintura sobre la Trinidad Trifásica, que permaneció

oculta por mucho tiempo para evitar tergiversaciones; sobre todo, con

respecto a que ciertos sectores de la población pudieran sentir rechazo de

la imagen y que no alcancen a comprender que se trata, tal cual reza una

de las oraciones religiosas, de tres personas distintas y un solo Dios

verdadero compuesto por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, una

abstracción tan profunda donde los tres rostros en una componen una

figura inverosímil y poco agraciada; muy distinta, a las tradicionales que

son las del Padre representada por Dios, Cristo, que siendo también Dios

se lo concibe como Hijo del Padre, y el espíritu Santo con la forma de

paloma blanca. Es por estas razones que en la actualidad la iglesia

católica cristiana ha optado por no exponer al público estas imágenes o en

rara excepciones, como en exposiciones sacras y con públicos formados

que ven únicamente el valor artístico de las obras.

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como un vínculo eficaz de cohesión entre los diversos colectivos de la

población, por lo tanto su disminución podía acarrear un debilitamiento

de la iglesia y su influencia en la sociedad. Por eso la permanente tarea

apostólica transmitió la enseñanza del nuevo credo y la vivencia de lo

sagrado a través de los rituales y de las representaciones visuales que

debían ser vistas por lo devotos para apartarlos de las imágenes de

pinturas, esculturas y dibujos, que aunque podían verse en Europa en unos

casos, en América resultaban contraproducentes. A esto hay que agregar

que a partir del siglo XVII, con motivo de la reforma protestante,

hubieron artistas alejados de estas dos formas de religión en disputa que

empezaron a realizar representaciones satíricas sobre la religiosidad.

Como se ha podido apreciar, siempre han existido contradicciones que

han marcado las diferencias entre el mundo religioso y el mundo laico,

entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte; en unos casos con

representaciones tenebrosas y en otros casos con ironías o temas

similares. Sin embargo, en cuanto a las representaciones artísticas, de una

manera u otra resultan argumentaciones estéticas que dejan ver diferentes

puntos de vista que han generado conflictos sociales y divergencias

estéticas y que definen modos de vida relacionadas con las prácticas

religiosas.

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27

CAPÍTULO II

RELIGIÓN, CULTURA POPULAR Y DIMENSIÓN

ECONÓMICA

2.1. RELIGIÓN, IDEOLOGÍA, POLÍTICA Y CLASES

SOCIALES

Generalmente lo religioso está ligado a la búsqueda de la paz y felicidad

espiritual, un estado del alma que pertenece al reino de lo personal; sin

embargo cuando ésta trasciende lo individual y alcanza ámbitos por fuera

de lo íntimo de la religiosidad y existe un número apreciable de personas

que comparten algún tipo de afirmación, esto se convierte en

manifestación social y puede que esta expresión cambie hacia lo

ideológico y político. Este fenómeno podría caracterizarse como algo que

va desde la conciencia espiritual hacia la conciencia social, esto es pasar

de tener fe sobre la existencia subjetiva del alma a palpar la realidad de la

existencia objetiva y material del mundo. Dicho de otro modo, este paso

correspondería a pasar de una condición alucinada y espontánea acrítica

hacia una condición crítica y artificial (desde la perspectiva religiosa,

aunque no deja de admitirla cuando toca sus intereses).

Dicho así, parecería que estos elementos son cosas distintas y de hecho lo

son, sin embargo si revisamos la historia desde los griegos al presente

unas y otras se han encontrado muy cercanas y podría decirse que son

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inseparables10. En este sentido lo político ha sido predominante en este

tipo de relaciones y generalmente es lo que ha definido a las sociedades,

ha determinado las relaciones sociales y ha configurado la estructura de

las clases sociales. Para Gramsci (1975), todo hombre posee un lenguaje y

esto le conduce a tener una forma de sentido común, por lo tanto, es un

filósofo. Aunque esto último no podría ser una afirmación, lo que nos

interesa es que este autor llega a la conclusión de que “en todo hombre

está presente una conciencia impuesta por el ambiente en que vive y en el

cual, por tanto, concurren influencias diversas y contradictorias”, de esta

manera:

“En la conciencia del hombre, abandonada a la espontaneidad,

todavía no consciente críticamente de sí misma, coexisten influencias

espirituales diferentes, elementos dispares, que se acumulan a través de

estratificaciones sociales y culturales diversas. La conciencia del hombre

no es otra cosa que el resultado de una relación social y ella misma es una

relación social. No tenemos pues, un alma como esencia autónoma, según

Aristóteles, sino la conciencia, como resultado de un proceso social”. (Gramsci, Antonio; El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Juan

Pablo Editor, México 1975, pp121-124).

Si la conciencia es el resultado de un proceso social y el hombre no

cuenta con un alma como esencia autónoma ¿cómo es que la iglesia

pretende separar lo religioso de los componentes sociales? ¿Por qué se

pretende separar la fe religiosa de la condición crítica y de los procesos

sociales queriendo mantener que lo principal es el estado de conciencia

espiritual y que el Reino de Dios no es de este mundo?

“Las clases sociales, dominadas o subordinadas, -como él dice-

participan de una concepción del mundo que les es impuesta por las clases

dominantes. Y la ideología de las clases dominantes corresponde a su

función histórica y no a los intereses y a la función histórica –todavía

10 Como puede comprobarse en los términos enunciados en el capítulo anterior.

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29

inconsciente- de las clases dominadas (…) Pero en este punto se plantea el

problema fundamental de toda concepción del mundo, de toda filosofía que

se haya convertido en una religión, en una fe (…) La hegemonía es esto:

capacidad de unificar a través de la ideología y de mantener unido un

bloque social que, sin embargo, no es homogéneo, sino marcado por

profundas contradicciones de clase”. (Gramsci, Antonio; El materialismo

histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Juan Pablo Editor, México, 1975,

pp.121-124).

¿Cómo la religiosidad se inserta en las condiciones culturales y la

conciencia social? Si la religión no es distante de los procesos sociales.

¿Cómo es que se produce lo que se conoce como la “industria religiosa”?

La dificultad de hacer explícitas algunas respuestas viene dada de la

supuesta independencia de la iglesia de lo político y de la vinculación

estrecha de la iglesia con las clases dominantes. La otra dificultad parte de

cómo las grandes masas cristianas creyentes, que casi siempre son del

lado de las clases dominadas, son seducidas tanto por la religión y

también por lo político.

Esta doble conciencia o este fenómeno que tendría como fundamento una

doble ideología, hace aparecer desde la iglesia y desde la clase dominante

como una separación, como algo diferente y sin conexión alguna, como

algo que se debe entender con el sentido común.

“Se trata pues de elaborar una concepción nueva, que parte del

sentido común, no para quedar estancada en el sentido común, sino para

criticarlo y elevarlo a lo que Gramsci llama buen sentido, que es para él la

visión crítica del mundo. Se percibe claramente que cuando Gramsci habla

de la concepción cultural más elevada como de buen sentido, tiene una

visión no aristocrática de la cultura. Se orienta por una profunda

preocupación sobre las relaciones de la cultura con las grandes masas y

con su manera de sentir”. (Gruppi, Luciano; El concepto de Hegemonía en

Gramsci; México: Ediciones de Cultura Popular, 1978, pp. Págs. 7-24 y 89-111).

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No siendo lo político o lo ideológico el sentido ordinario de la fe

religiosa, sin embargo aquellos no se desprenden de la realidad cotidiana

de la espiritualidad, en este sentido enfrentar el tema de manera crítica, no

queda otra cosa que relacionar las caracterizaciones y desfases entre

clases dominantes y clases subordinadas dentro de un proceso social

disímil y poco coherente con las características culturales; esto es, se trate

de representaciones sociales o de formas propias de fe religiosa. Esto

puede notarse en dos aspectos que parecen relevantes: por una parte,

parece que no siempre existen relaciones dominantes totales y relaciones

de subordinación totales, ya que la masa en este caso las que tienen una fe

religiosa, no es homogénea y en mucho de los casos no se siente

dominada ya que su sentido común o situación acrítica no permite

diferenciar entre fe y condición crítica, entre política e ideología y entre

estas y religión; por otra parte las masas religiosas creyentes persiguen

aquello que no les ha dado por esfuerzo propio sino lo que puede provenir

de la fe y el milagro de alcanzar mejores condiciones de vida, sobre todo

aquello que tienen las clases dominantes, y esto es una gran ventaja para

la religión que sustenta sus mecanismos operativos clericales no sólo en la

salvación de las almas sino también en la consecución de esas

aspiraciones. Este es un juego político donde teoría y práctica social se

vuelven un espejismo y una incapacidad para predecir los

acontecimientos sociales. Por consiguiente, son las actitudes e intereses

coyunturales los que dominan en la fe religiosa, en lo ideológico y en las

determinaciones de las clases sociales11.

Podría pensarse que el sistema colonial o las formas de exclusión que

sufrieron los nativos de América del Sur, fueron lo más destacado; no

siendo así, en vista que el proyecto más sólido que existió fue de la

cristianización que tendía a cambiar la totalidad de la vida, ya que a través

11 El contenido de este párrafo es parte de nuestras reflexiones, sin embargo para ello se parte de algunas ideas de S. Verdi Webster, Las ordenes religiosas, Ecuador, Tradición y Modernidad, que anotaremos más adelante.

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de esta empresa era posible todo lo demás. De esta manera la estrategia

mediadora básica del sistema colonial fue la religión y el conjunto de sus

resultados sería la “occidentalización” de las tierras conquistadas, y por

consiguiente el rompimiento de todo lo existente para cambiarlo por una

manera o modelo que traían los conquistadores. Esta nueva configuración

de la realidad marcó para siempre las individualidades y al ser colectivo

arrastrándolos y obligándolos a ese modelo dominante. A tal punto se da

este fenómeno que los nativos en su mayoría se pensaron diferente a lo

que eran y a la manera de los conquistadores, adquiriendo costumbres,

nombres, conocimientos y religión que perduran en el presente.

Hoy se puede observar cómo aún grandes masas de personas son

arrastradas por la religión tras una imagen (Virgen de Cisne, Virgen del

Quinche, etc.) con el propósito de obtener milagros; la devoción personal

y colectiva es manipulada gracias a las carencias materiales, limitaciones

físicas, la exclusión y la pobreza; la contraparte es el arrepentimiento, la

sumisión, la aceptación de dogmas, las donaciones, las limosnas y los

diezmos. De esta manera, el florecimiento de lo religioso depende de las

restricciones terrenales y mundanas y tras esta situación, el despotismo

político de las clases dominantes como despliegue de representaciones

simbólicas que llegan a constituirse en formas de existencia de la

sociedad y que influyen enormemente en las formas de cultura.

En la actualidad, una de las características más destacadas de la religión

se puede ver entre las áreas urbanas, zonas populares y comunidades

indígenas; en un balance sobre cuáles serían los grupos humanos de

mayor fervor religioso, se puede colegir que “a mayor pobreza y

exclusión, mayor es la exaltación y la mediación religiosa en la vida

cotidiana”. En este sentido, el juego de ideologías (la religiosa o la social

en su sentido más amplio) puede ser identificable en cuanto grupos

sociales determinados, sin embargo no existen diferencias entre unos y

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otros ya que las identificaciones del sujeto social y las relaciones con la

conciencia y alma o en relación al espíritu (en definitiva sobre el rol que

el cuerpo y sus manifestaciones ejercen en la vida pública y en la

privada), no tienen distingos de raza, ideología o estatus social. Quizás la

diferencia fundamental es la que tiene que ver con las relaciones de poder,

donde en cada una de estos estamentos las ejerce en variedad de matices

pero con la misma finalidad; ya que se trate de lo social y religioso el

camino a recorrer es el logro de una identidad discursiva que permite una

identificación colectiva o personal, que aunque podrían ser aparentemente

contradictorias, esa identidad se basa en una ideología, la misma que

define a los sujetos.

La identidad está definida por lo ideológico y se concretiza o se

hace en el discurso (…) es a través de éste que vamos a manifestar nuestra

posición política, religiosa, de clase, de género, y es a partir de estas

posiciones que se nos va a identificar y nos vamos a identificar. Pero estas

posiciones identitarias están definidas por lo ideológico. (Gallegos, Rafael,

Licenciado en Trabajo Social, Antropólogo, Facultad de Ciencias Políticas y

Sociales; Ideología, Identidad y Cultura.)

En este sentido, la religiosidad y la cultura aunque relacionadas

íntimamente, entran en tensión respecto de otros factores ajenos a ellas,

ya que estas distorsiones desvían tanto los conceptos y los contenidos de

cultura y religión lo que conduce a pensar que lo que trasciende

verdaderamente son los intereses económicos y financieros y no sus

fundamentos intrínsecos. Por lo tanto, pensar desde una perspectiva

cultural en torno a la religión, si bien pueden ser complementarios o darse

lo religioso como contenido de la primera, se corre el riesgo de una

situación tal donde la segunda puede tener un rol ajeno a su esencia y

puede pasar a realizar prácticas con características empresariales y

comerciales, que en el caso que nos ocupa, anteriormente la hemos

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33

denominado como “industria religiosa”; que en muchos de los casos, este

“sistema productivo” estratifica tipologías de imágenes y estéticas en

relación a estatus social, nivel económico o etnia.

Dentro de esta perspectiva, bien se puede señalar que llama la atención

aquellas imágenes que de una u otra manera tienen una modalidad

relacionada con lo étnico y cultural, así tenemos que Cristos, vírgenes o

santos que son representaciones (pinturas o esculturas) que van dirigidas

ciertos grupos sociales y culturales. Por ejemplo, hay representaciones

para mestizos, más allegados a éstas por sus rostros blancos relucientes,

ojos azules, cabellos rubios, etc., que dicen de una forma de devoción en

relación a la raza y la posición social y económica. Por otro lado, tenemos

figuras como el Cristo Negro, la Virgen Morena, ángeles negros, etc., que

son representaciones para grupos sociales relacionados con afro-

ecuatorianos e indígenas o en general conectados con lo popular.

Así mismo, estas divinidades también se representan por oficios como la

carpintería, labrador, pastora, remedios, redentora, etc.; o con

características de actividades como la navegación y los viajes; y también

en relación a animales12: San Marcos y el león, San Mateo con el toro,

etc. Así tenemos los casos de San Eloy Patrono de los Plateros, San

Miguel Arcángel Patrono de los Herreros, San Isidro Patrono de los

Labradores o Agricultores, San Lucas Patrono de los Pintores, San José

Patrono de los Carpinteros, San Crispín Patrono de los Zapateros, San

Gonzalo Patrono de los Sastres, San Salvador Patrono de Albañiles, San

Cristóbal/San Pedro/San Juan Patronos de los Viajeros, San Antonio

Patrono de las que buscan Enamorado o Marido. (Mireya Salgado Gómez, SALA

12 Esto tiene como referencia el nacimiento de Jesús, en cuya tradición cristiana en el lugar de este hecho aparecen en el entorno bueyes, burros y ovejas. Igualmente, como en los casos de la religión católica u otras, se ha mantenido fuertes lazos con elementos de la naturaleza, animales y objetos; basta revisar el Antiguo y Nuevo Testamento donde en varios párrafos se los nombra; por lo tanto juegan un rol fundamental en la representación de hechos espirituales y narraciones bíblicas.

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De este modo, es común encontrar en el campo religioso también

“diversas relaciones entre la actividad u oficio”; igualmente la cofradía a

la cual se está inscrito, el lugar de entierro y otras vinculaciones religiosas

que determinan estatus social, afectos, sentimientos y devoción religiosa

entre lo privado y público, lo profano y lo sacro. (Ver Tavera Colona, Jazmín y

Paulo Reis Mourao, Factores de localización de las Cofradías religiosas en actividad: Una

Investigación a Orillas del Atlántico y el Pacifico, folleto sin lugar ni edición, marzo del 2011,

página 13.)

Las prácticas de la devoción religiosa, ligadas tanto a lo oficial como a lo

popular, siempre han estado vinculadas con las tradiciones y leyendas

populares y que han llegado a tener gran significado en las prácticas

religiosas, las mismas que traen consigo diversas manifestaciones que van

desde el nombramiento del prioste y su extensa agenda de celebraciones y

gastos o también desde la solemnidad del bautismo y los compadres hasta

la apoteosis y delirio de la celebración de la expiración o día de difuntos.

Así mismo, dentro de estas prácticas se produce el recogimiento espiritual

individual para el pedido de milagros, buena suerte, protección, favores y

curaciones, y en esta misma dimensión, las súplicas por parte de grupos

sociales diversos que realizan sus solicitudes de manera colectiva o

masiva. Hacer la distinción entre religión y religiosidad es imprescindible

cuando se trata de diferenciar entre la formalidad y la devoción, entre lo

institucional y lo espiritual; así como diferenciar entre las prácticas

religiosas, los objetos de culto y la santería. De la misma manera, los

mitos y leyendas populares han incidido sustancialmente en la formación

de mitos religiosos que han tocado hondamente el espíritu de la gente de

los diversos estratos sociales; seguramente, algunos de estos mitos

responden al imaginario popular, otros a la invención de tradiciones y el

que menos a algún acontecimiento natural que a través del tiempo han

creado manifestaciones de culto de manera temporal o permanente y que

contribuyen a crear un estado de sublimidad espiritual y religiosa.

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37

2.2. ¿EXISTE UNA INDUSTRIA DE LA RELIGIÓN?

Empecemos por hacer una relación con respecto a lo que se conoce como

industria cultural; y en segundo lugar, en cuanto estructura funcional y

operativa ¿cuáles serían los componentes que permiten el funcionamiento

de lo que podemos denominar la industria religiosa?

Parece que sí existe una industria de la religión debido a varios factores:

a.) históricamente la religión ha sido un medio de difusión de creencias

que han influenciado en la manera de ser de las personas. b.) la

religiosidad ha sustituido a la realidad y ha creado formas de vida que

contribuyen a mantener situaciones y formas de comprensión de la

existencia humana. c.) la religión cuenta con una matriz administrativa y

sectorizaciones productivas de conformidad a la estructura de una

empresa. d.) a través de la religión de distribuyen productos tangibles

(imágenes, estampas, medallas, libros, etc.) e intangibles (perdón de los

pecados, promesas celestiales, bendiciones, etc.). e.) la religión es una

unidad productiva que promueve diezmos, limosnas, donaciones, etc. f.)

el sistema clerical cuenta con medios de comunicación, infraestructura

física, equipamiento técnico, medios de transporte y personal

especializado y permanente para promover el mercado de bienes y

servicios religiosos. g.) lo religioso no hace distingos de clase pero

históricamente se ha encontrado junto al poder, posee grandes

propiedades, tiene insignes obras de arte, posee ingentes fuentes de

capital y promueve magnas inversiones. h.) como toda empresa que

obtiene ganancias también es altruista y hace obra social. i.) ha

incursionado en el ámbito de la educación a través de instituciones

educativas (escuelas, colegios, universidades, talleres, etc.)

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38

“El concordato de 1862, firmado por el Presidente García Moreno y el

Papa Pio IX, tratado que afianza el programa de Estado confesional, establece una

especie de línea divisoria que define en el Ecuador la separación entre liberales y

conservadores, y respecto a estos últimos, entre extremos y moderados. Al incluir

disposiciones relativas tanto a asuntos eclesiásticos como civiles, este tratado

representaba una intromisión por parte de un Estado extranjero, encabezado

además por un Papa-Rey. La idea monárquica mantenía así presencia en el

ejercicio graciano de gobierno, provocando el enérgico rechazo de grupos

republicanos que, con matices diferentes, promovían la separación de la Iglesia y

Estado. En la misma década, la constitución de 1869, la única en la historia del

Ecuador en exigir la calidad de católico para ser ciudadano, perfecciona el circuito

histórico de legitimidad (el derecho al poder) y de la legalidad (las reglas del

juego).” (Cárdenas Reyes, María Cristina; El progresismo ecuatoriano en el siglo

XIX. La reforma del presidente Antonio Flores (1888-1892) Profesora-investigadora

de la Universidad de Cuenca, Ecuador, Doctora en Historia (Universidad Pablo de

Olavide, Sevilla, 2003), Individuo de Número de la Academia Nacional de Historia

del Ecuador, y Miembro Correspondiente de la Real Academia de la Historia,

España).

Partimos del principio que los seres humanos están provistos de una

configuración espiritual o religiosa tan arraigada como puede ser la

disposición cultural, la pertenencia a un país o ciertas costumbres

familiares. Esta premisa es fundamental para entender cómo las

condiciones individuales y colectivas buscan ajustarse a entornos sociales

e ideológicos como dentro de lo que se considera una realidad religiosa,

ya sea por tradición o por convicción, de esta manera el aparataje que

induce a un convencimiento religioso no es otra cosa que el resultado de

un cúmulo de influencias y experiencias que hace posible la evidencia de

una determinada práctica religiosa. En estos términos, sería conveniente

entender un poco más de cuáles serían las causas de esa práctica y de

cuáles son los mecanismos que inducen a ello; claro está puede haber

múltiples motivos o podría justificarse refugiándose simplemente en una

conducta de la fe o de la espiritualidad innata en los seres humanos.

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39

En el caso de la industria cultural, se refiere a la producción de objetos,

particularmente los que produce el arte13 y sus formas de consumo que

vendría a ser “…la integración deliberada de sus consumidores…” (Ibíd.

38, página 34), cosa que no es tanto así debido a que no hay una convicción

sino una inducción mediante mecanismos de mercado.

La industria cultural tiene en cuenta sin duda el estado de conciencia e

inconsciencia de los millones de personas a quienes se dirige, pero las masas no son

el factor primordial, sino un elemento secundario, un elemento de cálculo; un

accesorio de la maquinaria. El consumidor no es rey, como querría la industria

cultural, no es sujeto, sino el objeto. (Ibíd. 40, página 38)

Al revisar este párrafo de Adorno y trasladarlo al campo religioso

parecería que se trata de lo mismo, más cuando Bernard Stiegler señala

que “las industrias culturales, en las actuales condiciones político-

económicas permiten una progresiva alienación de las conciencias”. Más

difícil resulta si tomamos las palabras de Jorge Michell cuando menciona

que “para Adorno, la industria cultural es un elemento más del universo

totalitario fascista”; evidentemente que Adorno hizo mención a esto

porque en su tiempo (década cuarenta del siglo XX) evolucionaba en

Europa regímenes fascistas y estos coincidían con la cúspide de la

industrialización. (Adorno, Benjamín, El Arte y las Industrias Culturales; En homenaje a

Theodor W. Adorno (1903 -1969), con motivo de los cien años de su nacimiento; Jorge Michell;

Santiago, Mayo de 2003).

Lo que nos interesa retomar para el caso de lo religioso es cómo las

sociedades bajo condiciones delicadas recurren masivamente a una

construcción articulada desde las clases dirigentes o del sector eclesiástico

13 En nuestro caso no entraremos a la controversia entre las posiciones de Adorno y Benjamín con respecto al aura en la obra de arte, pero sí una revisión rápida sobre la investigación actual que lleva a cabo Bernard Stiegler sobre este tema cuyo fuerte es el de que “las industrias culturales, en las actuales condiciones político-económicas permiten una progresiva alienación de las conciencias”. J. Michell; Adorno, Benjamín, el arte y las industrias culturales; página 5.

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hacia la consecución de un bienestar que al final es un espejismo14. Esto

no podría denominarse “industria” por obvias razones pero se trata de

procesos masivos de convencimiento para el consumo de diversidad de

productos tangibles e intangibles, que debido a ciertos males que padecen

las personas (enfermedades, pobreza, etc.) estos son endosados a las

divinidades para que intercedan ante estas indisposiciones; de esta manera

se pone en marcha la “industria de las consagraciones” debido a que hay

tal cantidad de consumidores capaces de hacer lo que sea por alcanzar

bendiciones, milagros, riquezas e indulgencias.

En tal caso, se alcanza estatus (al consumir objetos) como una

consecuente deformación de lo espiritual, en el otro, también se adquiere

estatus más el valor agregado que se consigue con el espejismo del

consumo de las consagraciones que en fin viene hacer también una

deformación de lo espiritual.

Cuando Margarita Romero hace un análisis sobre el concepto de la

industria cultural de Teodoro Adorno, dice:

La Industria Cultural tiene su soporte ideológico en el hecho de que se

cuida minuciosamente de imprimir en sus productos todas las consecuencias de sus

técnicas (…) Pretenden ser guías, orientadores, modelos de un mundo

supuestamente desorientado, y que en tanto que son proveedores de estos elementos

esto resulta suficiente como para aceptarlos y dejarse guiar por todo lo que ellos

muestran, evitando a toda costa la objetivación de la información, estaríamos

hablando de la creación de modelos de personalidad individual, moda y

comportamiento. (Romero, Margarita, L.D.G; Concepto de la Industria Cultural de

Theodor Adorno; página 1).

14 Hay casos en el Ecuador que debido a guerras con el Perú o desastres naturales se ha acudido al patriotismo incorporando a grandes masas ciudadanas a un proceso de conciencia nacional a la cual se le añade las bendiciones y protección espiritual de la iglesia, como si los ciudadanos peruanos no merecieran el mismo trato o la fuerza de la naturaleza se apaciguaría con la religiosidad de las personas.

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Sabemos que para Walter Benjamín el auge de la sociedad de masas es el

síntoma de una era degradada en la que el arte sólo es una fuente de

gratificación para ser consumida ya que la denominada autonomía del arte

siempre ha sido señalada por la búsqueda del efecto que se dio por

abolida con la industria cultural. (Benjamín, W.; La fotografía. La obra de arte en la

época de la reproductividad técnica. Taurus Ediciones. 1973, 17-59 pág.). Buscando un

parecido de ésta con la religiosidad se puede señalar que al estar los seres

humanos provistos de una configuración espiritual implícita, parecería

que existe una contradicción entre lo espiritual-religioso y lo mercantil,

sin embargo cada vez observamos que al interior de las prácticas

religiosas se llevan a cabo mecanismos que establecen lo que hemos

denominado la “industria religiosa” (por ejemplo la reproducción

espiritual de las consagraciones que en un momento determinado llegan a

tener un costo), ya que cada producto que acoge la espiritualidad es

consumida por un sujeto que se quiere individual y es desde su

individualidad donde se consagra la ilusión de cosificar los milagros; el

problema es que este fenómeno se glorifica en la sociedad de masas o en

grandes conglomerados humanos que persiguen el mismo objetivo.

A diferencia de la industria cultural que según Adorno no elucubra con

reglas para una vida feliz, sus propios mecanismos que la activan

exhortan a la conformidad y complacencia que encubren intereses

económicos; en la empresa de la religión (la industria religiosa) ocurre

cosa similar con el valor agregado que promueve una vida radiante y

moral (con un desdoblamiento entre el mundo terrenal y el mundo

celestial) pero igualmente ocultando lo económico.

Se puede concluir diciendo que en el caso de industria religiosa podemos

notar dos temporalidades operativas clericales: 1) la permanente que se

ejerce de manera regular o periódica de acuerdo al calendario litúrgico y

bíblico (Nuevo Testamento), y 2) las celebraciones masivas en fechas

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fijas que no se rigen a lo bíblico sino a las creencias religiosas populares

(Quinche, El Cisne, Cristo del Consuelo, etc.). Estas dos temporalidades

son dispuestas sin que unas y otras se sobrepongan y vuelve eficaces las

celebraciones litúrgicas con una función operativa que transforma

conceptos abstractos (espirituales) en realidades concretas (objetos); se

trata de una reificación programada y dirigida desde una organización

vertical que rige al sistema empresarial religioso.

Dicho de otro modo, la Iglesia, ha optado por “flexibilizar” su apego

doctrinario al Antiguo Testamento bíblico en razón que aporta poco para

la religiosidad contemporánea y sus principios; se prefiere, por una parte,

hacer cumplir dichos dogmas de manera estricta pues sin ellos no es

posible una práctica religiosa que produzca réditos (espirituales y

materiales) y mantener una población incondicional a los mandatos

clericales y misterios de la fe; por otra, el salirse de la norma para

acercarse al “pueblo” es una práctica que históricamente ha dado

resultado; esto es, aceptar creencias, simbologías, mitos, etc. de origen

“popular” y “pagano”, que sin tener nada que ver con los dogmas de fe, se

tornan necesarios para su operatividad.

2.3. LA ECONOMÍA DE LA PEREGRINACIÓN, LA

CARIDAD Y LOS DIEZMOS

A comienzos del capítulo anterior habíamos referido a las guerras santas o

también llamadas Cruzadas. Como advertimos al inicio de estas cruzadas

fueron debido a que los árabes impedían que los cristianos visitaran los

lugares santos de Jerusalén. Se puede decir que las peregrinaciones se

inician en los siglos II y III cuando cristianos se dirigían hacia Roma y

Tierra Santa, o también los islámicos hacia La Meca; particularmente las

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peregrinaciones15 en la iglesia cristiana tuvieron su origen antes de la paz

otorgada por el emperador Constantino en el año 313 y se volvieron más

frecuentes en la segunda parte del Imperio Romano. Igualmente las

primeras peregrinaciones a la Virgen María suceden entre los siglos V y

VII en lugares como Nazaret y Belén. Aunque nada dice la Biblia al

respecto16, en la actualidad las peregrinaciones se hacen en Basílicas o

lugares que la cultura popular los ha hecho público, ya sea por tradición o

porque el momento de esta romería se convierte en una forma de

sacrificio por los pecados cometidos y para el pedido de “milagros” o

“posesiones”.

Antes de concluir este capítulo nos proponemos posibilitar un

discernimiento de lo religioso, místico, la peregrinación y de un tema tan

controversial como puede llegar a ser las prácticas del diezmo y la

limosna como parte de la tradición religiosa.

Aceptar precepto de la iglesia, acerca de la peregrinación posibilita la

práctica individual de valores cristianos y estimula el culto a Dios y por

otra parte recuerda la común subsistencia y la necesidad de la salvación

comunitaria, también tendría un sentido social que se asigna a una forma

de ideologización o evangelización por medio de la cual se hace presente

la pertenecía a una iglesia determinada (católica, evangélica, protestante,

etc.) o también el acercamiento místico y religioso hacia una divinidad

determinada. Es interesante conocer que la peregrinación no termina con

la llegada al lugar de destino, en participar en los actos litúrgicos o

adquirir estampas, medallas, agua bendita, etc., o quizás en la búsqueda

15 Peregrinación proviene del latín peregrinatio y significa viaje al extranjero o estancia en el extranjero. Según los orígenes epistemológicos, el peregrino es el expatriado o exiliado o es al que se le priva de una colectividad. La peregrinación es un fenómeno casi universal de la antropología religiosa; el peregrino encuentra lo sobrenatural en una lugar preciso, en el que se anticipa de una realidad diferente a la realidad profana. 16 En razón que la Biblia no avala nada parecido a la peregrinación hacia santuarios o lugares semejantes donde hay un ídolo, porque según las Sagradas Escrituras quien practique este ritual es un idólatra, por lo tanto no es merecedor de la gracia divina.

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del milagro o para agradecer por lo favores recibidos, se puede decir que

es como un baño de espiritualismo individual y colectivo o de una

recargar energías para cobrar nuevos bríos y volver al lugar de origen.

La peregrinación involucra aspectos económicos, sociales,

políticos, artísticos, geográficos y religiosos (…) implica separarse de la

localidad donde se reside, alejarse de la vida cotidiana, para viajar a un

lugar determinado donde se llevará a cabo actos religiosos. El lugar de

destino final es considerado sagrado en virtud de una hierofania.

(Peregrinaciones y hierofanías en Mesoamérica Antigua y Contemporánea;

http://www.ecumenico.org/imprimir.php/665; párrafo 2, página 1)

Algunos estudiosos de este tema, como Turner y Turner (1978) establece

una taxonomía aplicable a todas las peregrinaciones históricas.

(Peregrinaciones y hierofanías en Mesoamérica Antigua y Contemporánea;

http://www.ecumenico.org/imprimir.php/665; párrafo 2, página 2. Libro referencia: Turner y

Turner… Turner, Bryan Cuerpos liminales, identidades diferidas Éditions du Seúl, París, 1978,

pág. 324). En su estudio sobre la peregrinación cristiana consideran que

existen dos tipos de peregrinación, la prototípica que se deriva de un

personaje histórico considerado su fundador, que es el caso del

cristianismo con Jesucristo, el islamismo con Mahoma y el budismo con

Siddhartha Gautama; la otra la denominan arcaica que es el resultado del

sincretismo religioso donde hay muchos ejemplos como son las prácticas

religiosas de origen prehispánico que se mezclaron con el catolicismo

impuesto por la colonización española. Se puede decir, al tenor del

estudio de la referencia, que el caso de la religiosidad popular

contemporánea tiene que ver con la arcaica por la característica de

sincretismo religioso y las formas de manifestarse.

Ciertas prácticas religiosas de las peregrinaciones

mesoamericanas contemporáneas corresponden a una religiosidad popular

(Shadow y Rodríguez 1990). La convergencia del catolicismo español

popular y las creencias y símbolos de origen prehispánico ha dado lugar a

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un conjunto de creencias y rituales que son una “expresión propia de las

clases y grupos subordinados… independiente de las instituciones

eclesiásticas oficiales (Garma 1987: 16). La peregrinación es también “una

de las expresiones de intercambio cultural que se establece entre tres

instancias asimétricas: los grupos populares, las instituciones sociales y lo

sobrenatural” (Shadow y Rodríguez 1990: 38); que equivalen a las tres

unidades del análisis de Cámara Barbachano (1972: 555): los hombres, los

mundos y los dioses. (Peregrinaciones y hierofanías en Mesoamérica Antigua y Contemporánea;

http://www.ecumenico.org/imprimir.php/665; párrafo 3, página 3; Shadow, Robert y

María Rodríguez 1990 Símbolos que Amarran, Símbolos que Dividen: Hegemonía e

Impugnación en una Peregrinación Campesina a Chalma. Mesoamérica 19: 33-72).

Es interesante observar que los comportamientos sociales en las

peregrinaciones no son uniformes ya que las conductas son muy diversas,

cada individuo o colectivo construye su propia realidad mística o religiosa

sobre el santuario, sobre su forma de espiritualidad y sobre cuál es el

propósito de su peregrinación al lugar sagrado, cada peregrino interpreta

las imágenes y símbolos sagrados de acuerdo a sus propias necesidades.

Igualmente, hay que comprender que las complejidades que se

desprenden de las peregrinaciones han evolucionado de tal modo que si

en el pasado era un asunto estrictamente espiritual donde incluso se

jugaba la vida, no es que en el presente haya perdido esa calidad en

cuanto espiritualidad, sino que hoy en día los lugares de devoción divina

se han estructurado de tal manera que se manejan como verdaderas

empresas.

“Muchos lugres sagrados han evolucionado y se han transformado

en importantes centros de actividad comercial. La sacralidad regula o

permite las transacciones comerciales. Los santuarios garantizan

inviolabilidad y seguridad. Los procesos económicos llevados a cabo dentro

de los límites del santuario son mediatizados por instituciones

esencialmente no económicas, que abren espacios sociales, políticos y

económicos fluidos. Por encima de todo, el espacio es un lugar sagrado

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que integra estos aspectos y alterna las funciones del santuario.” (Peregrinaciones y hierofanías en Mesoamérica antigua y contemporánea; párrafo 3,

pagina4; http://www.ecunemico.org/imprimir.php/665)

En este sentido, la peregrinación no es sólo un trasladarse de un lugar a

otro, tiene otras implicaciones sociales donde las personas acuden varios

días de “vacaciones” utilizando la excusa de la religión para desplazarse

hacia los lugares sagrados, y si se carece de medios económicos muchas

de las veces se recurre a los ahorros o préstamos para financiar dicho

traslado. De esta manera ¿Cuál sería la diferencia entre vender un

electrodoméstico y “vender” una peregrinación? Al parecer ninguno, ya

que en el fondo decir lo contrario sería una ilusión, para quienes hacen

ganancias en las peregrinaciones “vender es vender”, ya que si un

electrodoméstico da cierto estatus ser peregrino también lo es. Pero más

allá de lo comercial bien sabemos que esto no es lo único que sucede;

habría que pensar que la peregrinación es como dice Prado “una mística

de masas”. Esto quiere decir que el peregrino pierde su individualidad y

forma parte de una aglomeración concentrada en cientos de miles de

ruegos y oraciones que se funden en un cuerpo amorfo y heterogéneo.

“No se trata de ningún paganismo, de ningún naturalismo más o

menos cándido, sino de la desnudez esencial del creyente ante su Señor.

Una desnudez total, un despojamiento que tiene mucho de desgarro, un

viaje hasta la tierra yerma pero bendecida, hacia ese desierto interior que

nos libera de toda idolatría, y donde solo queda la misericordia de Dios.

Por eso, la peregrinación tiene como una de sus cumbres la plegaria,

porque el peregrino es aniquilado, queda solo, se reconoce desvalido y

carencioso ante la infinitud de la misericordia. No queda de nosotros más

que un hilo de voz que se desangra: “Dios mío, dame, ayúdame, sálvame”--

-siempre implorando Su presencia, Su manifestación en nuestras vidas.”

(Prado, Abdemnur; Peregrinación como mística de masas; fuente: webislam;

Conferencia pronunciada el 14 de Octubre en Silleda, Galicia durante el XVIII

Seminario de Turismo Rural, dedicado al Turismo Religioso)

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En estos términos de la misma manera que existe la atracción turística del

espacio público, el lugar sagrado se ha convertido en” atracción turística”

de un espacio mítico con fines específicos como la dimensión de lo

religioso popular; y este espacio mítico no es otra cosa que la

representación genuina del sincretismo religioso y de un cierto paroxismo

espiritual provocado por la masa humana.

Ya desde la época colonial este “sincretismo” se hizo presente mediante

la unión de dos formas de religiosidad, la católica y la religiosidad

indígena, y sin duda éste es el origen de la religiosidad popular en el

Ecuador; en este sentido, y por lo general en aquellas regiones que han

tenido colonialismo, todas las religiones han sido y son sincréticas. Esto

quiere decir que la religiosidad popular es el resultado de un proceso

sincrético que se inició con la llegada de los conquistadores. Hoy en día

se puede mencionar que la religiosidad popular, que incluye las

peregrinaciones, es una reacción social y cultural donde el pueblo puede

“decidir por sí mismo” para llevar a cabo prácticas religiosas, ritos y

comportamientos simbólicos que tendrían su raíz en el trasfondo religioso

ibérico y el paganismo nativo; esto ha hecho muchas de las ocasiones una

recepción variada y creativa de los evangelios al introducirse aspectos que

no están contemplados en las Sagradas Escrituras; esto significa que la

religiosidad popular a través de los siglos ha creado un sistema religioso

sui géneris que da sentido cultural y espiritual a grandes masas de la

población.

Otro tema clave es el relacionado con las limosnas y diezmos. En cuanto

a las primeras existen profusos antecedentes de donativos y ofrendas que

han sido receptadas por parte de iglesias como de sectas; pero pongamos

énfasis en el largo historial que llevan a cuestas los diezmos, ya sea

porque resumen los beneficios “sagrados” que han recibido iglesias y

sectas, porque el conocimiento de este fenómeno permite comprender

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cuáles han sido lo mecanismo que se han aplicado para su cobro y las

razones para utilizar una pequeña parte de las Sagradas Escrituras

(Antiguo Testamento) con la específica intencionalidad de lograr

beneficios en especie y dinero a través de la historia.

En el ámbito latinoamericano se ha estudiado mucho sobre las relaciones

del Estado y la iglesia tomando en cuenta que fueron muy importantes en

la consolidación de la nación. Dentro de este panorama Mary Candelo

hace alusión a los diezmos y en cuanto a cómo funcionaban estos en la

Colonia y primeras décadas de la República, los mecanismos de cobro y

de cuáles fueron los conflictos de los diezmos, la vigencia y la supresión.

“Lo diezmos encuentran sus antecedentes en la colonia. El Papa Alejandro

VI concedió al Rey de España el privilegio especial de manejar los diezmos

desde los primeros días de la conquista de América. Sistema que luego fue

heredado por los estados independientes de América Latina. El diezmo

consiste en el cobo del diez por ciento de los productos agrícolas y

pecuarios, no afectaba a otros de origen manufacturero y bancario. Este

impuesto era cobrado por el estado para el sostenimiento de la iglesia,

cobijaba únicamente a agricultores y ganaderos. Este impuesto no

comprometía al conjunto de la producción existente en el agro. Todo

dependía de los productos dominantes o de mayor comercialización en el

ámbito parroquial o regional”. (Candelo Ramírez, Mary; LOS DIEZMOS EN

COLOMBIA Y ECUADOR: un dilema para el estado, un sustento para la iglesia;

artículo de investigación científica tipo2: de reflexión, según clasificación de

conciencias. Presenta resultados de investigación de la tesis de Maestría: “Iglesia-

Estado en Colombia y Ecuador 1830-1860”, Universidad Andina Simón Bolívar;

fecha recepción: 09/04/06; aceptado por su publicación: 18/05/06)

Este mandato papal se cumple con rigurosidad muy pronto establecida la

Colonia, aunque sufre varias modificaciones debido a la pugna entre la

iglesia y la Real Hacienda por lo que regularmente se dan cambios en

complejas redistribuciones que benefician a éstas. Desde 1540

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aproximadamente, los porcentajes de los diezmos para la iglesia se

distribuían para las autoridades eclesiásticas, los hospitales y una mínima

parte para los curas y sacristanes. Hay que recordar que durante la

Colonia los españoles y criollos españolizados, dueños de grandes

propiedades, no eran sujetos de los diezmos, aunque existían

contribuciones y donaciones voluntarias sustanciosas. Fueron las clases

pobres y, particularmente los indígenas, quienes pagaron este tributo a

los “diezmeros”. Un mecanismo muy usual en esta época fue el remate

de los diezmos cuyos rematistas obtenían el derecho a la recolección o

vendían esos derechos a otras personas creándose todo un sistema de

rematistas y recolectores, que en muchos de los casos causaba desafueros

difíciles de controlar. En 1833 se expide la primera ley de diezmos, pero

la compleja redistribución representaba demasiados abusos por parte de la

autoridad civil. A partir de 1850 esta contribución tiene alzas importantes

debido a que junto a las ideas libertarias y la creación de la nueva

República surgen grupos económicos emergentes que empiezan a exigir

la supresión del diezmo debido a que veían que este tributo era un

obstáculo para el desarrollo de la agricultura.

Ya en la época de la República, no todos los productos eran materia de

los diezmos, esto trajo controversias entre aquellos agricultores y

ganaderos y presionaron para que se realice una extinción gradual del

diezmo debido a que la vigencia de éste causaba el deterioro y

desestimulaba las exportaciones como el cacao, algodón y café, entre

otros productos. Es así como en 1851 se plantea la primera ley que abolía

el diezmo pero tiene absoluta resistencia de la iglesia ya que ésta perdía

muchas de sus rentas. Para 1856 el diezmo se modifica a favor del Estado

a manera de tributo pero con aplicaciones diferenciadas entre los

cobrados en Quito y Guayaquil, siendo esta segunda ciudad, al haberse

transformado en el puerto de mayor importancia para la exportación de

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productos como el cacao, el lugar donde se recauda mayor cantidad de

dinero lo que molesta a los terratenientes costeños.

Hacia 1875, los terratenientes de la costa emprenden una

campaña pública para sustituir el diezmo, a través de la Sociedad de

Agricultores fundada por ellos, propuesta que fue apoyada por otros

sectores del país, como los terratenientes de provincia de la Sierra y los

agricultores medios. Como el diezmo fue un impuesto sobre la producción

agrícola, impactaba especialmente a los productos que Ecuador estaba

exportando en grandes cantidades al mercado mundial, como fue el caso

del cacao; siendo los más afectados los terratenientes costeños, por lo tanto

de ellos nace la iniciativa de sustituir el diezmo. El momento culminante en

la discusión sobre la supresión de los diezmos se dio en la constituyente de

1878, en la cual no se llegó a ninguna firma (…), en 1889 bajo la

presidencia de Flores a pesar de todas las oposiciones por parte del clero,

se suscribió un convenio adicional al concordato, a través del cual se

realizó la sustitución. (Candelo Ramírez, Mary; Los diezmos en Colombia y

Ecuador: un dilema para el estado, un sustento para la iglesia; artículo de

investigación científica tipo2: de reflexión, según clasificación de conciencias.

Presenta resultados de investigación de la tesis de Maestría: “Iglesia-Estado en

Colombia y Ecuador 1830-1860”, Universidad Andina Simón Bolívar; fecha

recepción: 09/04/06; aceptado por su publicación: 18/05/06)

Con los antecedentes anotados, podría pensarse que los diezmos

provenían de la iniciativa civil tanto de la época de la Colonia como de

las primeras décadas de la República. El diezmo fue una empresa iniciada

por la iglesia para su beneficio. Veamos algunos antecedentes históricos.

En primer lugar el diezmo se enseñó en la mayoría de las iglesias

cristianas como el diez por ciento del ingreso que las personas deben

entregar a favor de su congregación religiosa y esto ¡no está exigido en la

Biblia! Y segundo, hay todavía en la actualidad quienes señalan que el

diezmo es una ofrenda exigida por Dios.

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“Quienes señalan que los cristianos están obligados a diezmar se

puede categorizar en dos grupos principales: Los que dicen que estamos

todavía bajo la Ley Mosaica o porciones de la misma; y los que dicen que el

diezmo es parte del Pacto Abrahámico y que es pre-Mosaico. El Pacto

Abrahámico, siendo el pacto de fe, es válido para la iglesia. Ellos dicen,

Abraham fue diezmador, por consiguiente nosotros debemos diezmar”.

(Amirault,Gary;¡ElDiezmoestaabolido!,artículopublicadoenhttp://www.tentmaker.o

rg/spanisharticles/EstudiosBiblicosElDiezmoestaAbolido.htmO Pacto Mosaico, tiene

que ver con la fe en Dios y se refiere al cumplimiento de los Diez Mandamientos,

esto es con el Nuevo Pacto que es la Ley del Espíritu de vida en Cristo)

Por lo general desde su origen las iglesias cristianas han hecho referencia

sólo a una parte del Pacto de Moisés17, sin embargo el Antiguo

Testamento señala que el Pacto de Abraham con Dios se refiere a que hay

que “entregarle todo a Dios” pero no se refiere a especies o dinero sino la

entrega del espíritu; inclusive el Pacto Mosaico exige el cumplimiento de

los Diez Mandamientos(Corintios 3:4-18, sobre la piedra angular del Pacto Mosaico: Los

Diez Mandamientos), pero si observamos en Santiago 2:10 se dice que:

“Porque cualquiera que guarda toda ley pero ofende en un sólo punto se

ha hecho culpable de todo”. (Amirault, Gary; ¡E Diezmo esta abolido!; artículo

publicadoenhttp://www.tentmaker.org/spanisharticles/EstudiosBiblicosElDiezmoestaAbolido.htm)

Esto es que en ninguna parte de los Diez Mandamientos se exige el

diezmo material y su mala práctica es sinónimo de castigo, esto significa

que la iglesia ha incumplido lo señalado en el Pacto de Moisés. El

problema se origina en Caín y Abel quienes entregan una ofrenda a Dios

y Dios supuestamente rechaza el tributo de Caín, igualmente cuando

Abraham entrega la ofrenda al Señor (ofrenda de Melquisedec, Rey de

Salem) que en resumen Abraham se pronuncia diciendo “nada para mí,

todo para el Señor”, pero este señor no es Dios es el Melquicedec Rey de

Salem; este es el origen del diezmo (ver pie de página 61) “Pero el

17 O Pacto Mosaico, tiene que ver con la fe en Dios y se refiere al cumplimiento de los Diez Mandamientos, esto es con el Nuevo Pacto que es la Ley del Espíritu de vida en Cristo.

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hombre natural no acepta las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le

son locura; y no las puede comprender, porque se han de discernir

espiritualmente” (1 Corintios 2:14). Por otra parte el problema se genera

cuando la iglesia considera que la mayoría de los cristianos son culpables

del Pacto de Moisés (menos la iglesia) porque nadie o casi nadie puede

cumplir la totalidad de los Mandamientos, lo funesto es que la mayoría de

los cristianos no son conscientes de su culpabilidad frente al Pacto

Mosaico y esta caída en (des)gracia ha provocado un sinnúmero de

posibilidades para que los cristianos puedan someterse a otro igual

número de exigencias como es el diezmo como puede notarse a través de

la historia de la religión. (Amirault, Gary; ¡El Diezmo esta abolido!, artículo publicado en

http://www.tentmaker.org/spanish-articles/EstudiosBiblicosElDiez)

La mayoría de los cristianos que enseñan a diezmar, se consideran

literales a la interpretación Bíblica, es decir no espiritualizan las

Escrituras. Sin embargo cuando tiene que ver con algunos de sus versículos

doctrinales, rápidamente abandonan el liberalismo y espiritualizan (…) En

Génesis 4:3, el pasaje arriba mencionado, no hay indicio con respecto a la

cantidad ofrecida. Ambos, fruto de la tierra y parte del rebaño son ofendas

aceptables. Uno podría indicar que Abel trajo sangre y Caín no. Podríamos

intentar “espiritualizar”, pero si dejamos la Escritura permanecer como

esta con una interpretación “literal”, no tenemos aquí un “Diezmo

Bíblico”. Tenemos dos ofrendas; una aceptada y la otra no. (Ibíd. 61)

Existe una gran contradicción por parte de la iglesia o las sectas con

respecto a la ofrenda de Abraham, él no entregó el diez por ciento de lo

sustraído en la guerra a Melquisedec, ¡le entregó todo el botín! ¡Como

diezmo! ante el gesto generoso de Melquisedec al entregarle pan y vino y

bendecirlo; por lo tanto, “Nada hay en la Biblia que indique que Dios

quisiera un décimo de todo lo que uno poseyera”.

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De esta manera, si las peregrinaciones tienen fundamentos históricos

desde el siglo II debido a las romerías individuales y colectivas a través

de grandes distancias para llegar a los lugares sagrados, que a su vez

tienen su origen en las grandes caravanas realizadas por los primeros

cristianos hacia la tierra prometida de los Semitas (Palestina, Israel); para

el caso del diezmo, la limosna o cualquier otro tributo religioso no tienen

fundamento como si lo tiene lo esencial de la caridad que más que un

requerimiento material se trata de una consideración que tiene que ver con

la espiritualidad y la conciencia. Dicho de este modo, en unos casos ha

sido el interés de ganancias por parte de la iglesia o las sectas las que han

patrocinado la consecución de diezmos, en otros en complicidad con los

gobiernos y los Estados; pero en la actualidad ya se trate de las

peregrinaciones o cualquier mecanismo de recaudar fondos y bienes todos

ellos tienen en común el interés económico.

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54

CAPÍTULO III

RELIGIOSIDAD SINCRÉTICA E HIBRIDACIÓN

ESTÉTICA

3.1. DEL SINCRETISMO RELIGIOSO A LAS

PRÁCTICAS DE LA RELIGIOSIDAD POPULAR

Hasta ahora hemos revisado en varios aspectos la religiosidad popular y

los antecedentes históricos que influenciaron en América Latina en lo

relacionado a la conformación de los espacios públicos y privados en las

prácticas religiosas, así como respecto a los conflictos sociales, estéticos y

las contribuciones socio-culturales en la religión. A continuación se

realizará una revisión de la singularidad de los altares en varios lugares de

Quito, para visualizar el desarrollo del sincretismo, la hibridación

religiosa y cultural y algunos aspectos de su dimensión social y

económica.

Interesa analizar cómo las diversas influencias externas y las aportaciones

locales han configurado diversos grados de conciliación estética y se han

colado en el imaginario y en la construcción del altar, elementos desde los

cuales partimos para una interpretación sobre la religiosidad. Y es

justamente el fenómeno de lo religioso como tal en su estado de mezcla o

combinación, lo que implica una apertura hacia una forma de conocer

cómo se han consolidado formas estéticas en la elaboración de los altares

populares. De igual manera, sus tipologías, carácter, formas simbólicas,

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55

decorados, etc., señalan aspectos sociales, económicos, políticos y étnicos

de los grupos o personas que promocionan o producen estas formas de

manifestaciones estéticas dentro de las diversas expresiones de la

religiosidad. Por lo tanto, las actuales prácticas religiosas responden al

sincretismo religioso como fenómeno social y son un resultado de la

influencia de formas hegemónicas de religiosidad y “apropiaciones”

profanas posteriores que a veces resultan controversiales con respecto a

sus orígenes.

Estas “nuevas” prácticas, producto del sincretismo cultural y religioso son

las que han marcado gran parte de la cotidianidad social en el Ecuador, y

particularmente, en Quito. De esta manera resulta interesante indagar

casos puntuales que permitan observar las características esenciales de la

religiosidad popular, analizando aspectos culturales y estéticos de los

altares populares.

Hibridación, sincretismo religioso o mestizaje cultural tienen en común el

mismo fundamento religioso. En primer término, los indígenas

americanos tenían que enfrentar una naturaleza regida por fenómenos los

cuales no se podían controlar pero de los que dependía su supervivencia y

subsistencia; estos consolidar en ciclos con efectos beneficiosos o

destructores; de este modo la visión de tiempo y espacio sacralizaba la

tierra y la vida, ellas eran sus divinidades. Así crearon un mundo

simbólico definido con mitos y ritos colectivos que se resistieron a las

imposiciones de la religión que traían consigo los conquistadores, a más

de todo el nuevo orden político y administrativo. En segundo lugar,

seguramente para los conquistadores no resultó nada difícil “entender” la

sacralización de la naturaleza de los nativos, tanto así que la “respetaron”

mediante acciones políticas y con matrimonios arreglados hasta lograr

interesadamente no sólo una hibridación cultural sino también un

sincretismo religioso. Sin embargo, es evidente que la religión cristiana

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56

implicó una profunda alteración de la cosmovisión local de origen

ancestral.

Cuando el proceso de evangelización se inició como un proyecto

político, y se llevó a cabo de acuerdo a un programa diseñado por las

instituciones eclesiásticas, el hombre de los antiguos “ayllus” vio realmente

modificadas sus condiciones de vida. No sólo porque la religión cristiana

suponía una profunda alteración de sus creencias, una difícil asimilación

del paso del politeísmo complejo a un monoteísmo abstracto, una total

incomprensión de la necesidad de destruir y eliminar sus viejos dioses y sus

antiguos sacerdotes, en los que descansaba la seguridad de su subsistencia. (Ramos, Vicente J.; Convento Máximo Santo Domingo de Guzmán Frailes

Dominicos, Comunidad en el Ecuador y el Museo de Arte Cultural “FRAY PEDRO

BEDON”; Monografía Histórica, Quito-Ecuador; 2011, pp. 21-126)

Bajo este régimen de dominación, el indígena tuvo que modificar su

cosmovisión y su mundo simbólico: la cruz sustituyó a las “huacas” y de

esta manera la evangelización “facilitó la asimilación-yuxtaposición de

creencias”. Hay que entender que esta forma de asimilación, base del

sincretismo y la hibridez cultural y religiosa, no era extraña para ambas

partes, indígenas y conquistadores, debido a que por una parte, las

creencias de los pueblos ancestrales de América del Sur fueron

mezclándose y asimilando dioses y rituales lo que permitió la

coexistencia de estructuras religiosas a nivel local y regional, como fue el

caso del imperio Inca. Por otro lado, la religión cristiana al llegar a

América ya había sufrido grandes cambios e incluso asimilaciones de

otras religiones; así, cuando los conquistadores empezaron su empresa

colonizadora tenían suficiente experiencia en este campo y por lo tanto no

fue difícil la eclesialización de las tierras conquistadas y la derrota del

anterior ordenamiento religioso nativo. (Ramos, Vicente J.; Convento Máximo Santo

Domingo de Guzmán Frailes Dominicos, Comunidad en el Ecuador y el Museo de Arte Cultural

“FRAY PEDRO BEDON”; Monografía Histórica, Quito-Ecuador; 2011. Pp.21-126)

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57

Este es uno de los orígenes de la hibridación cultural y de hecho de la

hibridación religiosa; pero lo interesante es que tanto la hibridación como

el sincretismo no son entes estáticos; son dinámicos y están cambiando

constantemente según las circunstancias históricas, sociales y culturales y

de cómo se suscitan los movimientos humanos; pero en el fondo

mantienen pocos aspectos que permanecen inalterables, como puede ser

en el caso de los indígenas la presencia permanente de la Pachamama.

Igualmente, en la época contemporánea en el culto religioso popular aún

se persiste la costumbre de rezar para que calmen los movimientos

telúricos, las erupciones volcánicas, o también, para que vayan bien las

siembras y las cosechas, etc.

3.2. HIBRIDACIÓN CULTURAL Y RELIGIOSIDAD

(CONVENTO MÁXIMO SANTO DOMINGO DE

GUZMÁN)

Con distintos grados de desarrollo, los pueblos originarios de América

tuvieron una religiosidad y un conjunto de creencias (politeístas o

panteístas), su identificación sagrada con la divinidad la identificaba con

las fuerzas de la naturaleza. Esto significa que había una forma de

religiosidad sin parecerse a las existentes en la Edad Media, el

Renacimiento y las postrimerías de la Modernidad. Esta incompatibilidad

hizo que la conquista española y su empresa evangelizadora se empeñe en

ocultar y destruir las formas de religiosidad nativas, por una parte

imponiendo el catolicismo y por otra parte, asumiendo formas sincréticas

de religiosidad y como no existía una religión oficial no tuvo que echar

abajo ninguna institucionalidad sino la fuerza espiritual de los indígenas.

De esta manera, el sincretismo religioso no fue jamás la confrontación de

dos religiones sino la confrontación de “dos modos de religiosidad” y

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58

fueron éstas las que se condensaron; la institucionalidad de la religión, la

iglesia, obviamente del lado de los colonizadores quedó casi intacta y

permanece hasta la actualidad.

Por las razones anotadas no es de admirarse que la actual iglesia y

monasterio de San Francisco se encuentre ubicado en los cimientos del

antiguo y prehispánico Templo del Sol. Existían motivos suficientes para

este fin, dentro del proceso de sincretismo cultural y religioso como

proyecto político colonial. Es el mismo caso del ejemplo anterior sobre el

monasterio de Santa Catalina de Siena edificado precisamente sobre el

Templo de las Vírgenes del Sol. Es interesante también anotar que la

llamada Plaza de la Independencia no se construyó en lo que ahora es la

Plaza de San Francisco, pues había que destruir la idea de “centro del

mundo”, el Templo del Sol, por la idea de “centro colonial” (ubicación

del Cabildo, la Catedral Mayor, el Obispado, etc.). Esto no sólo que

cambió la estructura física de la ciudad desde las creencias del antiguo

régimen nativo, sino que cambió su estructura mental, espiritual y

religiosa.

De esta manera la hibridación cultural y el sincretismo religioso no son

procesos carentes de conflictividad sino incluyen la destrucción y

reconstrucción de las estructuras de poder que definen formas de

actuación política, ideológica, social, cultural y religiosa. Por

consiguiente, parece que lo que se instituye a través del poder, en este

caso no es la religión como tal, en realidad lo que se instaura son modos

de religiosidad a partir de prácticas de poder. Así, la religiosidad puede

mantener componentes insospechados o imprevistos que van

debilitándose o robusteciéndose de acuerdo no solo al poder institucional

de la religión sino porque son también producto de las creencias

populares y sus procesos de asimilación, de conformidad al mayor o

menor interés por acudir a las fuentes primigenias de la espiritualidad.

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60

La obra física la iglesia se completó en la primera mitad del siglo XVII,

en 1650. Pero resulta interesante saber que antes que llegara Becerra,

cuarenta años antes, Fray Gregorio Zarazo había construido el primer

convento dominicano en 1541 en el mismo lugar, pero su acercamiento a

los nativos y la magnificencia de su estructura inicial no fueron del

agrado de las autoridades eclesiásticas y el Cabildo18 por lo que incluso

no existen las actas respectivas que puedan dar fe de estos

acontecimientos. Un hecho importante es que el Fray Pedro Bedón (1556-

1621) misionero y sacerdote de la orden dominica adicionalmente

instruyera en Artes, Teología, Gramática y la Lengua del Inga (quichua)

quizás conoció a Fray Zarazo, con quien compartió una especial

predilección en instruir a los indígenas y seguramente formó parte de los

“protectores de los indios” que entraron en litigio con los terratenientes de

las haciendas. Existen varias pinturas en este convento que dan un

testimonio sobre lo mencionado, aunque se las realizó a comienzos del

siglo XX. Es fácil colegir en el óleo sobre lienzo “Fraile Misionero de los

Indígenas” de autor anónimo, entre otros, representa a un dominico junto

a dos indígenas. Otro hecho importante es que el Convento planificado

por Becerra incluyera no sólo la iglesia, la Capilla del Rosario y otros,

sino también lo que hoy se conoce como la antigua Universidad Santo

Tomás de Aquino y el Colegio San Fernando, ideas que ya había tenido

anteriormente Fray Zarazo y que compartía Fray Bedón, ya que esto

representaba para este último una gran oportunidad para instruir tanto a

mestizos e indígenas en sus cátedras.

18 “Finalmente, el nombre del Padre Gregorio de Zarazo, que consta en las actas del Cabildo, se esfuma sin dejar constancia de su posterior acción”

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63

propio y extraño cuyo resultado es la convivencia de lo semejante y lo no-

semejante.

Bastaría observar lo sucedido en varias comunidades indígenas y espacios

de predominancia mestiza donde la penetración de diversas religiones han

causado no solamente el fenómeno del sincretismo religioso, sino que

también se ha extendido a las formas de organización social,

administrativa y política, configurando cambios que en la mayoría de los

casos han sido devastadores para las comunidades originarias, a veces

creándose resistencias, tensiones y conflictos. De este modo el

cuestionamiento sobre las diversidades religiosas se entienden a partir de

los procesos sociales de esas comunidades; así, la diversidad religiosa es

parte fundamental de las diferencias socioculturales, por lo tanto se asocia

a la forma de la estructura sociocultural lo religioso y a una forma

determinada de conformidad social, inclusive y en ciertos casos por

encima del real conocimiento de los derechos humanos.

Para Bourdieu la distinción de las clases sociales está dada por la posición

que ocupan sus miembros en la estructura productiva. Por ello se puede

decir que la distinción y distribución de bienes simbólicos y religiosos se

vinculan con los procesos de colonización y de sincretismo cultural, y

justamente los grupos más vulnerables son aquellos que se encuentran en

la base social supeditada a una cúspide hegemónica que es la que realiza

los dictados para el funcionamiento social, económico, político y

religioso. Dentro de esta estructura desigual y compleja, la vulnerabilidad

de la cultura popular arraigada históricamente a formas de religiosidad

impuesta se ha vuelto contra sí misma al adaptar y adaptarse a

manifestaciones religiosas hegemónicas que al final se han acomodado

como propias. Pero más allá de este matiz social y religioso que pudiera

considerarse como de carácter abstracto, tenemos hechos tangibles que

hacen notar tanto la imposición de un poder hegemónico a través de la

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65

(Monasterio Santa Catalina de Siena, 1592-2009, Quito, Breve historia del

monasterio Santa Catalina de Siena, página 6).

Por su complejidad es difícil explicar cómo las estructuras de poder

ejercen su hegemonía ya que solo vemos siempre sistemas de objetos e

interacciones sociales y ciertos cambios luego de periodos relativos de

tiempo. Pero dentro de esto se puede evidenciar cómo más allá de lo

ideológico o lo estrictamente religioso se construye una estructura mental

y física que genera el fenómeno de la “feminidad” del espacio19, esto

significa que sobre las ruinas del Templo de las Vírgenes del Sol se

edifica el Monasterio de Santa Catalina de Siena (madres catalinas).

Como puede notarse, en el proceso de sincretismo religioso aparecen

otras características como pueden ser connotaciones de género dentro de

un sistema de correspondencias de mujer-mujer, hombre-hombre y

hombre-mujer que llevan consigo significados y mensajes subliminales

que se han incorporado a las relaciones de poder, a lo social, y lo religioso

e histórico. Hasta se puede especular que este sistema de relaciones tiene

que ver con el concepto vertical de la iglesia y el carácter machista de la

religión, donde algunas divinidades, monasterios o claustros pueden tener

sus correspondientes contrapartes más no la divinidad suprema, o las

autoridades eclesiásticas de alta jerarquía que casi en todas las religiones

están representadas por varones como la imagen masculinizada de Dios y

autoridades terrenales de esa representación.

19 En entera contradicción en la aparición de dos mundos, la visión materializada del poder a través de un espacio que tiene una función pública al estar expuesta públicamente su exterior, y la visión espiritual negada a la vista pública a través del claustro de las madres catalinas. En el caso de otros monasterios se da el caso de la “masculinidad” del espacio religioso que lo veremos más adelante. Cada orden religiosa o monasterio tiene una contraparte, por ejemplo, el Convento de Santo domingo de Guzmán en relación a la Capilla de Nuestra Señora del Rosario. El Monasterio de Santa Catalina de Siena situado en Quito, que data del siglo XVI, es uno de los cuatro monasterios con que hace presencia la comunidad dominica en el Ecuador y es uno de los cinco monasterios femeninos de clausura más antiguos de la ciudad.

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Indudablemente, tanto el sincretismo cultural como el sincretismo

religioso se encuentran inmersos en los condicionantes sociales,

económicos y políticos. En cuanto al análisis estético de los altares

populares esto significaría llevar a cabo exploraciones de las diversas

manifestaciones artísticas, decorativas y ornamentales cuyas

particularidades debemos enunciar con el propósito de observar el

proceso de edificación de ideas, conceptos y realizaciones materiales

tanto de los altares oficiales y los altares populares que dan cuenta de las

referencias sociales y culturales a los que pertenecen.

En lo referente a las características de los altares ubicados en iglesias,

capillas y santuarios se los puede denominar “oficiales”, ya sea por

representar oficialmente a la iglesia o porque son espacios exclusivos

para la religiosidad. Sin embargo, por la gran amalgama social que se

entremezcla con la clase clerical en los ritos espirituales, no se podría

enmarcar de exclusividad para cierto grupo social en particular como las

denominadas clases medias y clases altas en vista que en estos espacios

también acuden sectores populares, pero no es menos cierto que

existiendo una permisividad de acceso general, existen casos donde son

evidentes ciertas restricciones sociales. Así, tenemos no solo el acceso a

iglesias o capillas con cierto valor histórico y arquitectónico que han sido

declarados patrimonio, al cual hay que acceder mediante el pago o

contribución para la entrada, sino también en monasterios y claustros de

exclusivo uso y dominio de las órdenes religiosas. Han tenido que

transcurrir varios siglos para que ciertos monasterios abran las puertas al

público pero aun así, se mantienen restricciones.

El tema de “lo popular” lo forjaron muchas artistas, en razón que las

condiciones socio-económicas han cambiado sustancialmente. Lo popular

no siempre tiene un significado de limitación económica o discriminación

social, debido a que hay casos, en que personas pertenecientes a grupos

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67

populares han adquirido posesiones y cierta riqueza que incluso sobrepasa

a los denominados estratos medios y altos, fruto de pequeñas empresas y

negocios que van desde puestos de mercado hasta una tienda de abarrotes,

calzado, etc.20. Es interesante cómo este fenómeno se refleja en los altares

populares ubicados en barrios, vías públicas pero sobretodo en los

mercados de la ciudad.

3.4. ¿QUÉ ES UN ALTAR?

Históricamente, la religión, ha tenido un papel fundamental en todas las

sociedades. Uno de los elementos más conflictivos de ésta es aquel que se

refiere al comportamiento humano con respecto a la construcción de los

altares desde las diversas miradas sociales y significados simbólicos de lo

religioso. En este contexto puede detectarse profundas desigualdades

sociales que determinan procesos estéticos particulares. Virtualmente,

estos aspectos relacionados con lo religioso, parece que inscriben modos

de vida y creación de imaginarios cuyas representaciones pueden

detectarse a través de complejos y monumentales recintos eclesiásticos

hasta los ininteligibles y sincréticos altares populares. Unos y otros son

claras muestras de los requerimientos que exige la religiosidad para

desarrollar formas de consumo que tergiversan el carácter espiritual o

místico e influyen en la conciencia y la conciencia colectiva; por otra

parte, crean espacios materializados donde se desenvuelven creencias y

ritos que requieren de insumos para las prácticas estéticas y simbólicas

fundamentales para la vida social y familiar, como también con respecto

su proyección espiritual y material.

20 Existen datos estadísticos actualizados del INEN, donde por ejemplo se puede mostrar claramente que en promedio de circulación de capitales es mayor en el sur de la ciudad que en el norte, igualmente algunos propietarios de espacios de comercio en mercados populares tienen varios negocios y puestos en otros mercados de la ciudad.

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El altar religioso ha sido parte de las experiencias humanas en todos los

tiempos; los altares “no oficiales” son muestras vivas del sentimiento y la

expresión popular, pues ponen de manifiesto no sólo los saberes del alma

popular, sino que permiten evidenciar profundas desigualdades sociales,

económicas y estéticas. Este problema que se presenta interesante como

fenómeno cultural, poco estudiado, y podría revelarlos conflictos entre las

configuraciones sociales y los antagonismos en los modos de expresión

cultural que han creado serias contradicciones, desde lo económico y

político, que se manifiestan socialmente a través de consideraciones

simbólicas, espaciales y estéticas, de los altares de cada uno de los grupos

sociales intervinientes.

La mezcla de culturas y religiones, con sus respectivas costumbres,

creencias y prácticas, es un aspecto inevitable en la historia del hombre.

Este sincretismo ha ido forjando las más curiosas combinaciones dentro

de las tradiciones socio-culturales, fue desde el sistema colonial hasta

nuestros días y, a través del catolicismo una transferencia de cultos entre

todos los niveles sociales y culturales que se fundieron con idolatrías; sin

embargo, que en algunos casos, mantienen un trasfondo pagano que

aflora con señales cristianas.

"Es evidente que tanto en lo religioso como en lo cultural, la

doctrina cristiana ha ejercido una enorme influencia en los nativos, a través

de las sucesivas misiones franciscanas y jesuíticas (...) Pero también es

cierto que después de la conquista prevaleció un poder efectivo subyacente,

basado en antiguas creencias revestidas de magia, ‘payé’ o hechizos,

anteriores a la fe cristiana, que se infiltraron en el cristianismo, para

subsistir en las costumbres y ritos de los grupos humanos, especialmente en

el ámbito rural" (Cocimano, Gabriel. El lugar de las devociones, Taumaturgos p.

3; monografía.com/religión, 2008, página 2).

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Para G. Cocinamo “La lógica indica que es en ese ámbito rural en donde

la religión institucional carece del alcance y la llegada de los centros

urbanos, en los que se ha difundido más y mejor. De manera que ese

trasfondo pagano, supérstite, se refleja más puramente en las zonas de

menor influencia evangelizadora” (Igual a 1). Estos signos de paganismo

incrustados en la religiosidad se encuentran en todas las religiones, a la

vez éstas han incorporado elementos que sobreviven a su pasado y a otras

religiones en un reciclamiento permanente; tenemos ejemplos como los

que se refieren a los Libros Sagrados donde podemos encontrar

numerosos elementos mágicos (el uso de las joyas como amuleto,

figurillas de estaño con manos y pies atados, palabras mágicas utilizadas

en tatuajes y amuletos) que el judaísmo había adaptado de los pueblos

paganos; del mismo modo numerosos elementos de la religión popular

anterior al monoteísmo. Los querubines alados de fuego que servían de

marco a Dios serán también guardianes de las cosas santas; los serafines

se convertirían en los servidores del nuevo Dios cristiano.

En el Ecuador hay numerosos ejemplos de mezcla entre la religiosidad y

las costumbres paganas que aparecen con innumerables actitudes de

carácter espiritual y que determinan normas de conducta social y mística.

Es así que las creencias populares constituyen un complejo mundo en el

que se entrelazan elementos paganos, mágicos y religiosos donde afloran

originales formas rituales que se entremezclan a veces en actitudes

inverosímiles que sólo son acogidas y practicadas únicamente por ciertas

culturas y traducidas como costumbres simbólicas de lo espiritual. El

culto a ciertos talismanes constituyen uno de los ejemplos más claros,

algunos realizados en madera o metal, por lo regular son imágenes

pequeñas alcanzando las más grandes unos quince centímetros y las más

pequeñas entre tres o cuatro centímetros. Generalmente su confección,

que puede estar a cargo de los santeros o por personas no necesariamente,

dar valor espiritual a la formación. Se utiliza todo tipo de materia, pero

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pueden fabricarse con huesos humanos (por ejemplo una falange de niño

varón) o arcilla roja común que es moldeada sencillamente o de manera

profusa y que debe cocerse los días de viernes santo. (Cano, Jesús Fernando;

Tesis Doctoral: Los retos de una religión afrocubana en el sur de la Florida; Editorial de la

Universidad de Granada, Diciembre, 2008). Otro ejemplo es la costumbre mejicana

de la Santa Muerte o la costumbre quiteña de la Iglesia de Santa Catalina

donde se ha ubicado la banca milagrosa, sobre ella las mujeres rezan

durante nueve días con la esperanza de quedar embarazadas.

En muchísimos casos, todas estas devociones tienen, el mismo alcance

que el resto de las imágenes del culto oficial, en un entrecruzamiento

religioso-pagano que muchas veces puede resultar curioso o insólito, pero

que muestran todo el vigor de la creencia espiritual y milagrosa, en este

caso la fe católica, que se entrelaza con fuentes paganas. Como

consecuencia, la religiosidad popular genera ciertas devociones con la

esperanza de que sus necesidades y ruegos sean satisfechos, pero estas

mismas creencias también son practicadas por las clases económicas

medias y altas y en ocasiones con mayor fervor. Así como estas

costumbres pueden perdurar ciertas épocas también estas devociones

pueden ser efímeras e instalarse de manera transitoria en el colectivo

popular; dependiendo de la mayor o menor cantidad de muestras

milagrosas, se transmiten por vía generacional y si estos prodigios no

aparecen más pasan al olvido; es así como cuando éstas devociones gozan

de popularidad pueden expandir el área de influencia a territorios o

continentes lejanos.

Es significativo en esta ‘expansión geográfica’ del culto, el grado de

difusión y el éxito logrado que puede fácilmente convertirse en símbolo

religioso “oficial”; a tal punto, que sumado a esta institucionalización de

la devoción a ciertas imágenes que se convierten en divinas y portentosas,

muchas de ellas son llevadas al cine, teatro, literatura, etc., en términos

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comerciales a la industria cultural misma. Los devotos de estos cultos

utilizan rituales, imágenes, talismanes y gestos; ofrendas, oraciones,

promesas y peregrinaciones, lo que confirma la filiación a una devoción

(cristiana o de cualquier otra religión) que además del carácter espiritual

de la creencia crea toda una estructura comercial, y en ocasiones,

verdaderas industrias religiosas y sectas financieras. Conocido este

fenómeno de la religiosidad, podemos comprender el motivo de que su

expansión puede alcanzar una proyección tan amplia que su eficacia logra

copar mucho del imaginario social, cultural, político, económico, y hasta

deportivo.

Hay veces que las devociones ajenas a la religiosidad oficial se

construyen a través de gestos espontáneos de la cultura popular, su

supervivencia estará determinada por el tamaño de la tradición, el arraigo

cultural y la representatividad que alcance la devoción en la población.

Tal vez alguna de ellas adquiera una cierta estatura mítica, aunque para

eso se vuelve imprescindible que la espontaneidad popular cuente con

líderes espirituales o sociales, el aporte mediático y de la maquinaria

cultural oficial. Ya desde el pasado se vienen practicando formas de

devoción y de difusión de la religiosidad, en Quito, a la llegada de los

españoles, éstos echaron abajo muchos ídolos, destruyeron altares y

templos religiosos y sobre éstos sobrepusieron Cristos, vírgenes, santas,

santos e iglesias católicas. En el siglo XIX; en la época republicana, se

torna una costumbre entre la clase social dominante dotar a sus

residencias de altares, costumbre que se mantiene en todo el recorrido del

siglo XX extendiéndose, inclusive, en los sectores marginales de la

sociedad, en mercados y calles. Es evidente que esta manera de levantar

altares, que proviene de la costumbre religiosa europea, en las culturas

ancestrales del Ecuador se la practican hasta el día de hoy.

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La instalación de altares populares tiene como fin de sentir una cercanía a

Dios, vivir en la cotidianidad con más intensidad la religiosidad y en

fechas importantes como las jornadas de la Semana Santa, la Pasión y

Muerte del Jesús, el mes de María o el mes del Niño Jesús. Los creyentes

suelen adornar los retablos o altares populares con imágenes e

innumerables elementos decorativos (de plástico o tela, animales de

plástico o cerámica, estampas de santos, fotos de seres queridos,

guirnaldas, luces, velas de todos los tamaños y colores, y se congregaban

ante ellos para demostrar su devoción y fervor), y hasta realizan

representaciones en vivo donde se visibilizan escenas teatrales y dramas,

para realizar los acontecimientos y celebraciones religiosas.

“Los pequeños altares familiares se exponían en la mejor

habitación de la casa, normalmente en la planta baja, de forma que en los

casos donde no se podía acceder a ella tuviera una ventana que diera a la

calle para así poder ser vistos. El montaje era laborioso en muchos casos,

pues, se revestía un entramado o andamiaje en forma de escalerilla con

sábanas adornadas de finos encajes, se incorporaban todas las imágenes

que podían los vecinos aportar, más cuantos utensilios estimaban

necesarios para darle el mejor realce posible. Los adornos se conseguían

con plantas y flores propias de los patios vecinales estando iluminados con

velas, de esta forma conseguían dar al conjunto una gran vistosidad,

guirnaldas, luces de colores. A veces, lo presentado no estaba exento de

vulgaridad, debido a cierta ingenuidad, pero eran disculpados por su buena

disposición e intensión. El pueblo contempla y adora a esos seres

convertidos en mitos aunque, a diferencia de lo que ocurre con las

devociones, su ritual no involucra necesariamente gestos de la liturgia

religiosa”. (Del Pino Martínez, Inés; La casa popular en Quito: una obra de

'bricolaje' cultural; 2005; 98 p. ilus.; grafs Magíster en Estudios de la Cultura -

Universidad Andina Simón Bolívar. Sede Ecuador)

Gran variedad se da en la disposición de los elementos en los altares

populares. En el caso ecuatoriano, como en la mayoría de los países

latinoamericanos, puede contarse con altares que comportan verdaderos

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universos estéticos con sus propios códigos que rigen, como ya hemos

mencionado, a partir de estratos sociales y niveles económicos donde

cada naturaleza de “belleza” responde a interpretaciones tan heterogéneas

que podría pensarse que, en términos barroco o sincrético, sus conceptos

han sido rebasados por prácticas tan condensadas o acumulativas que ya

debería pensarse en otras categorías de identificación más acordes a las

cualidades de esos modos tan singulares de identificación estética;

inclusive, nuevas y posibles categorías deberán considerar no sólo los

géneros de belleza, sino que éstos están ligadas a la ubicación (calles,

avenidas, mercados, comercios, campos deportivos, etc.), entorno,

socialización, improvisación, conmemoración, festividad, en un

sinnúmero de variables; todo ello, en pos de un carácter religioso que

sobrepasa su propia condición hasta llegar a los linderos de la magia y la

superstición.

En efecto, "las sociedades modernas –apunta Mircea Eliade-, se definen

como tales justamente por el hecho de que han llevado bastante lejos la

desacralización de la vida y del Cosmos; la novedad del mundo moderno

se traduce por una revalorización al nivel profano de los antiguos valores

sagrados (...) La simpatía mágico-religiosa ha sido sustituida por la

emoción estética o simplemente sentimental, (...), la contemplación ha

sido suplantada por la observación, la experiencia, el cálculo". (El lugar de

las devociones; Gabriel Cocimano; ELIADE, Mircea: "Mitos, Sueños y Misterios", Buenos Aires,

Compañía General Fabril Editora, 1961. Traducción de Lisandro Z. D. Galtier).

Con lo mencionado se puede afirmar que si bien la construcción de

“belleza” del lugar sagrado se relaciona íntimamente con la forma de las

prácticas religiosas, el “acto” que conlleva a que el lugar de devoción se

convierta en un medio de trascender entre lo terrenal y lo celestial,

configura beneficios espirituales que a través del rito litúrgico o la oración

privada crea conexiones síquicas y anímicas donde la “esperanza”

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(milagros, curaciones, solicitudes, etc.) establece un horizonte privado o

colectivo que conduce a una revalorización de la vida, ya sea en términos

de salud, riqueza hasta peticiones de salir bien librados de un aprieto o

circunstancia, y a una necesidad de evitar desgracias o conseguir trabajo.

Así la dialéctica entre lo bueno o lo malo, la felicidad o infelicidad, la

vida y la muerte, etc., tienen una connotación que alcanza lo religioso y

que puede alterar la vida cotidiana; para ello, los altares y sus elementos

(adornos, imágenes, postales, fotos, floreros, manteles, cortinas, posters,

etc.) se convierten en medios eficaces para la consecución de lo moral,

espiritual y material; es decir, un medio para obtener resultados de una

manera misteriosa o inverosímil.

“Las expresiones religiosas (ritos, plegarias) sirven para obtener

los resultados y beneficios gestionados por aquellos creyentes que se

acercan a aquellos lugares de devoción. Con lo que se altera el mismo

sentido de ‘acto religioso’, basado en una actitud profunda y desinteresada

al servicio de Dios y a la comunidad. Devociones populares como la Virgen

o santos que se ofrecen como fuerzas para manipular, y no tanto como

modelos para imitar (…) Los ritos litúrgicos, en este tipo de posturas, no

tienen un significado trascendente para el devoto: los ejecuta,

sencillamente, pero su acción no deja de ser misteriosa”.(Cocimano, Gabriel.

El lugar de las devociones, Taumaturgos p. 3; monografía.com/religión).

Lo manifestado por Eliade coincide con lo que hemos señalado

anteriormente; las versiones originales de religiosidad, ya sean las

provenientes de la institucionalidad religiosa como aquellas “otras”, están

en concordancia con los “favores recibidos” o los “milagros obtenidos”;

entonces, se trata de una forma de materialización interesada de la fe que

lleva a pequeños y grandes grupos sociales a adquirir modos de devoción

profana, a sentimentalismos o se dejan llevar por emociones o

satisfacciones estéticas. Desde aquí podemos comprender lo que ocurre

en muchas ocasiones, cuando un devoto “cambia” a su santo o divinidad

por otros que aparecen mucho más milagrosos o porque se han hecho más

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populares, o simplemente, porque tal o cual santo o divinidad tiene ciertas

características acordes a su condición social o lugar de estancia

(residencia, negocio, etc.).

A diario se pueden observar características muy particulares de la

devoción religiosa popular, que frecuentemente imita a la practicada por

el fervor oficial, y viceversa. Sin embargo, basta prestar atención a los

elementos que conforman este tipo de altar para que resalten fotografías

de los propios devotos y de familiares próximos y lejanos, decoraciones

con juguetes de niños y, prendas de vestir, envolturas de baratijas y de

electrodomésticos que deben ser bendecidos por ciertos personajes a los

que se le atribuye milagros, etc., que a partir de un criterio de intimidad

religiosa y estética, se confunden entre las imágenes religiosas

tradicionales recreando un escenario irrepetible que no se da entre uno y

otro altar. Lo mismo ocurre con los altares populares ubicados en lugares

públicos como mercados, vías públicas, etc., los mismos que identifican

cualidades y costumbres propias del grupo social o comunitario; pero eso

sí, cada vez que el altar está destinado a un mayor número de personas

como a un barrio, sector o parroquia, ya no se toma en cuenta la

condición social o particularidad estética, éste va adquiriendo una

sofisticación y monumentalidad hasta llegar a una forma de

representación que tenga impacto masivo en una capilla, una iglesia y

hasta una catedral. Es común en estos últimos que a cada uno de estos

lugares religiosos se los nombra con alguna divinidad, santo o santa, de

cuyo nombre se puede desprender el de lugares o espacios urbanos y

rurales.

Revisemos, a continuación, varios altares desde donde se puede llevar a

cabo un análisis comparativo de tipo iconográfico y semiótico desde los

cuales se pueden observar ciertas características estéticas y de devoción

en las prácticas religiosas. En primer lugar se analizará el relacionado a

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una iglesia, el segundo a una vivienda de una familia de clase media alta,

y en tercer lugar de una familia perteneciente al estrato popular.

Por lo general, en los altares “oficiales” de las iglesias se exhiben

imágenes de Cristos, Vírgenes, santos en una procesión de niveles y

jerarquía celestial, ubicados cada uno de ellos en sendos nichos decorados

y de manera saturada sin que exista un sólo espacio libre y que no esté

dirigido a la contemplación y el sobrecogimiento espiritual. La

característica de estos altares es su forma, a la manera de fachadas

verticales o en sentido piramidal; obviamente, complementados con el

reducido altar horizontal que casi siempre se encuentra al frente de aquel

y desde donde el oficiante o sacerdote ofrece la misa y la consagración de

la fe católica. Este escenario religioso y simbólico se complementa con

altares secundarios con características similares ubicados a cada costado

del Altar Mayor y a lo largo y ancho de la nave del recinto de la iglesia,

casi siempre dedicados a una deidad en particular; igualmente, con

cantidad de pinturas, criptas, velatorios, placas etc. que hacen un conjunto

abrumador y revelan amontonamiento de elementos, que con las

respectivas proporciones y distancias, se diferencian en poco del

abarrotamiento de los altares populares.

Dentro de esta clasificación, como manifestación oficial y pública de

altar, en Quito existe la calle denominada de “las siete cruces” que

podrían considerarse siete altares ubicados a lo largo de la calle donde el

elemente es la cruz tallada en piedra sobre un soporte del mismo material.

Esto tendría un carácter extensivo del significado de cristiandad que se

complementa con la proliferación de iglesias en un reducido espacio

como es el centro histórico de la ciudad que forma un conjunto

complementario y abrumador con respecto a espacios relacionados con la

religión católica. Igual cosa ocurre con un alto número de iglesias

ubicadas a lo largo de la ciudad, que a manera de cadena de espacios

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religiosos, que con propias características arquitectónicas y devocionales

hacia una divinidad en particular, se convierten en centros rituales y

espirituales masivos de gran influencia en la vida social, económica y

política de la ciudad.

Respecto a las diferencias entre el altar público y el altar privado, su

distinción permite observar posiciones diferenciadas en cuanto a

construcción de espacio y estéticas, que están definidas según nivel social

y situaciones de orden económico y de producción. En este sentido, el

altar público por lo general se encuentra en el espacio público conocido

también como el espacio profano (plazas, mercados, vías, etc.) por su

diferenciación con el espacio sagrado (iglesia, capilla, etc.). Este altar por

lo general es de iniciativa ciudadana, de gremios o asociaciones que

validos de una devoción en particular generan un espacio para el ejercicio

religioso permanente o eventual sin que por ello se precise de la

ceremonia de la eucaristía de manera regular.

En cuanto a los altares privados que vendrían a constituirse en oratorios

en un espacio profano, éstos podrían tener dos o más denotaciones. Entre

ellas, el altar que se ubica al interior de las residencias y hogares en los

cuales se ubica un espacio de oración donde figuran las divinidades que

corresponden a la creencia familiar; a su vez, dentro de estos altares se

puede divisar en una serie de tipologías que corresponden, igualmente, al

nivel social familiar, comúnmente, podrían dividirse aquellos que son

dispuestos por familias de escasos recursos y los otros por familias de

mediano y altos ingresos económicos, lo cual, define la suntuosidad del

altar, por lo tanto un modo de estética. Dentro de este grupo, pero en

lugares de combinación de espacio sagrado-profano, aparece el altar

privado ubicado al interior de los monasterios, capillas o iglesias que son

de uso exclusivo de religiosos pertenecientes a una orden en particular o

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donde éstas permiten el acceso a ciertas personas ya sea por su rango

eclesiástico o político.

Para el presente estudio, tomamos inicialmente como ejemplo los altares

de la clase alta del barrio la Pradera ubicados por lo general en residencia

de personas y familias de gran solvencia económica. Éstos hacen sus

prácticas religiosas, en unos casos, en la iglesia de la Virgen de

Schoenstatt21 y en los altares particulares en los cuales miembros de las

familias hacen romería entre residencias, esto es, como visitas sociales y

donde se come, se bebe y se baila, tanto como devoción a esta virgen

como por motivos de onomástico o enfermedad, un milagro o favores

recibidos o por protección, que curiosamente, éste último es uno de los

pocos que son solicitados por la clase baja que vive en dicho barrio. En

este sentido, los altares de la clase alta del barrio la Pradera son lujosos,

ordenados, limpios y ubicados en la sala de estar y otro similar pero muy

sobrio en la entrada principal de la residencia. A diferencia de los

recorridos de la clase popular que son en bus y presentan un sistema

diverso, múltiple y complejo, la frecuencia o recorrido hacia el lugar de

celebración eclesiástica de la clase alta es en auto propio y siempre con el

mismo destino.

21 No se trata de una virgen criolla o de procedencia española, sino una de origen alemán. Aunque puede considerarse una situación de estatus el ser devoto de una virgen anglosajona, esto configura una manera de diferenciarse de aquellos devotos de las clases populares, por ejemplo, con respecto a la Virgen del Quinche o de Guapulo. No obstante, en cualquier caso, debe considerarse tanto una práctica como la otra como un signo de distinción.

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existencia de un altar de los masones con sus propias insignias, símbolos

y ceremonias que lo harían muy particular con respecto a los altares de la

clase alta y la clase baja.

Dentro de esta misma tipología caso, tenemos el altar en la vivienda22 de

la familia Guerrero-Endara se encuentra en la parte posterior de una

residencia existe en el barrio La Pradera del sector la Mariscal, zona

centro norte de la ciudad de Quito en la provincia de Pichincha. El altar

de esta familia, se encuentra en el dormitorio en lo que podría haber sido

el closet; la habitación es de una dimensión de dos por tres metros donde

además se ubica la cama, el ropero, una mesa y se alumbra con un foco.

Este espacio tiene una división de madera que separa esta habitación con

la sala-comedor de reducido tamaño; esto significa que el espacio del altar

representaría un buen porcentaje del espacio disponible en el dormitorio;

es decir, la importancia que tiene el altar es significativa no sólo como

ocupación física sino también que su presencia es la representación de la

magnitud de la creencia religiosa que se concreta en las dimensiones del

altar y la cantidad de imágenes, objetos y fotografías que se encuentran en

él.

En la entrevista con la señora Carmen Endara de Guerrero se obtuvo el

siguiente testimonio:

“Lo que tengo en mi altar en la parte de arriba, una bella foto de la

Virgen del Quinche, la cual todos me la piden que les regale; a la izquierda está el

Jesús de la Divina Misericordia, el cual tiene una linda luz; a la derecha la Virgen

del Carmen que la traje de la peregrinación y misa. Más debajo se encuentra la

Virgen del Quinche, el Señor de la Santa Faz que tiene una anécdota: Siempre me

gustó el cuadro pero mi marido se lo regaló a un abogado, después el abogado me

devolvió. Al lado izquierdo está la Virgen de Agua Santa de Baños y al extremo San

Miguel Arcángel que estoy feliz por el marco dorado que tiene que me quedó muy

bonito que le había dado un toquecito de dorado al marco, el cual le quedo bien

22 La casa está construida de bloque con cubierta de asbesto.

Page 94: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

82

bonito; al otro lado está el Sagrado Corazón de Jesús. Más debajo la Virgen de La

Lajas que está junto a unas flores de plástico que me gustan mucho, hay pájaros de

metal y algunas cosas que he agregado como alambres eléctricos, telas, tubo dorado

y hasta un reloj de Mickey y Minie Mouse. Lo demás usted mismo puede ver lo que

está en la urna…”

El altar se encuentra atravesado por un tubo metálico que sirve para

colgar la ropa, el cual lo divide en dos partes, siendo la parte de arriba lo

descrito en el testimonio. En la sección inferior del altar, se encuentra la

urna de manera profusamente tallada, con puerta de cristal y con

iluminación interior. En primer lugar lo que más salta a la vista es el

amontonamiento de lo que contiene la urna, en la cual se puede distinguir

guirnaldas azules, angelitos blancos volando, adornos pequeños alusivos

al tema de ángeles, bombillos de navidad rojos y verdes; un nacimiento

con tres niños dioses. En su parte inferior está ubicada una estampa de

Cristo y junto palomas colgada a manera de vuelo. El nacimiento muestra

figuras de borregos, reyes magos, chivos, venados, burros cargando cosas;

coral negro de Galápagos; una virgen de Fátima y otra de Lourdes que

tiene un recipiente de agua bendita. Variadas fotos y de todo tamaño de

los integrantes de la familia, parientes lejanos, amigos y de los

“patrones”. Muñecas, adornos de cerámica, bombillos de árbol de

navidad, adornos de cristal, etc. En el contorno de la urna se ubican

radios, velas, cajas de juguetes, medicinas, dispersores de olores, jarrones,

estanterías de alambre, plásticos varios, correas, recipientes, tarjetas, cajas

de incienso, etc. La urna está sobre un mueble o cómoda de ropa de

madera sencilla que sirve de soporte y para lograr la altura conveniente de

una persona.

Page 95: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

Com

de la

elem

huma

trans

el “a

mom

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por s

ya se

en s

divin

hace

imág

senti

expre

unifi

solid

Refere

dond

mo puede no

a religiosid

mentos y cos

ana una sig

sformándolo

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mento espiri

er. Podemos

siempre en

ean de Europ

sí, es la re

nidades, los

r frente al

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irse seguros

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daridad de s

encia a Emilie D

de trabajan t

Foto 15.

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sas cotidiana

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os en objeto

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tual de su a

s advertir, e

la mentalida

pa o Améric

eligiosidad

símbolos, l

destino, lo

jetos asume

y protegido

religiosidad

ntegrantes d

sus miembro

Durkheim, s. f.,

todos sus m

83

Altar de la fami

conjunto de

cultura pop

as adquieren

inigualable,

os de culto y

poseedor de

adoración r

entonces, qu

ad de todos

ca y convoc

y el diálo

las imágene

o misterioso

en lo que

os y alcanza

“juegan un

de una soci

os”. (Malo G.

p. 2). En el c

miembros en

ilia Guerrero-En

elementos

pular. Es im

n de manera

, alterando

y religiosida

el altar o de

religiosa do

ue este senti

s los pueblo

can a pensar

ogo que el

es y los obje

o y la mue

los humano

ar bendicion

n papel impo

iedad y para

., Claudio, “Re

caso de la fa

actividades

ndara

es la fiel re

mportante a

a mágica y

su condició

ad. Se introd

e quienes c

tándoles de

imiento ha p

os a través d

r que más qu

hombre c

etos como l

erte. Así n

os buscan,

nes. De esta

ortante fund

a reforzar e

eligiosidad y fie

familia Guer

s salariales y

epresentació

anotar com

por volunta

ón original

duce en ello

comparten e

e divinidad

permanecid

de la historia

ue la religió

crea con la

la manera d

notamos, qu

maneras d

a manera, la

damental par

el sentido d

estas populares

rrero-Endara

y doméstica

ón

mo

ad

y

os

el

y

do

a,

ón

as

de

ue

de

as

ra

de

”.

a,

as

Page 96: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

fuera

ecua

del s

fami

a la f

el ho

que

dotac

recue

De e

evide

perci

cons

relig

mani

comp

relig

23 Es madreimágese les

a del hogar

torianos, es

sentido de a

lia y parient

familia. Est

ogar de los

sólo puede

ción a cad

erdos23 que

esta forma,

enciar que,

ibirse que

tatar, inclus

ión como

ifestación r

positivos p

ión, religio

muy frecuent

e o hijos queenes tradiciona reza o se les p

y con una d

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afectividad f

tes y, por ot

to dice muc

miembros d

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da uno de

les permite

Foto

al observar

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así como

so en el cas

tal lo qu

religiosa co

particulares;

sidad, situa

te en la culturae han muerto ales de Cristopide por el bie

84

de las hijas e

or una parte

familiar pue

tra, es el laz

ho en cuant

de la famili

o por interm

sus elemen

paliar las a

16. Altar de la

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ienen aspect

contienen

so de las ig

que aparece

on concepto

; es decir,

ación económ

a popular que o se encuent, la Virgen o lenestar familia

emigrante c

e, es en sí m

es allí se en

zo o la forta

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ia como un

medio de la

ntos de un

angustias y a

familia Recald

ipos genera

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un mismo

glesias, más

e en reali

os parecido

por carac

mica y gust

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como una bu

mismo la re

ncuentran la

leza que ma

la presencia

n hecho real

presencia d

na calidad

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e

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o criterio

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cterísticas

tos estético

de un familiar adquieren, a

a forma divinanfermedades.

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epresentació

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antiene unid

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l e inevitabl

del altar y l

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cotidianas.

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mbién pued

que permit

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n elemento

oficiales d

s; que hace

cercano, padral igual que laa donde inclus

de

ón

la

da

en

le

la

de

de

de

te

la

de

os

de

en

re, as so

Page 97: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

que

ser e

son u

tanto

econ

En e

con

aspec

opcio

adem

posib

tamb

“esta

toma

la F

conti

los altares a

evidentes la

un reflejo f

o, de sus p

nómica, espi

3.5. LO

sta última p

respecto a

ctos cuyo si

ones constr

más de un

bilidades es

bién una m

atus” dentro

aremos de e

Floresta y

ienen eleme

aparezcan c

s diversas c

fiel de la di

prácticas, fr

iritual, ritual

OS MERC

R

parte nos int

los altares

incretismo c

ructivas y

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stéticas, que

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ejemplo los

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entos estétic

Foto17.

85

con marcada

característic

iferenciación

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l y estética.

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RELIGIO

teresa adentr

religiosos

cultural se h

estéticas y

devoción r

e si bien está

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mismos sec

altares ubic

ra, los mi

cos que resp

Altar del Merc

as diferenci

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n entre reli

y modos d

ESPACIO

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rarnos en el

populares;

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y donde est

religiosa, u

án relaciona

del grupo

ctores popu

cados en lo

smos que

onden a lo a

cado de Santa C

ias. Por con

mponen los a

gión y relig

de identifica

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l uso del esp

de ellos se

n una comp

tos altares

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s mercados

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nsiguiente, a

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e desprende

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presentativo

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al,

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de

n,

o,

os

Page 98: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

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a) C

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d) En

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ncistas (casi

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El altar tien

erencia del

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l altar casi

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sus propias

8. 1. Altar Mer

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grupo prom

eles o incorp

i siempre t

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asos se trat

parecida a

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patrocinad

lladores, car

s observacio

rcado de Iñaqu

86

esentar el g

pertenecen a

de activida

vinidad pre

motor, adicio

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ntes a la aso

ta de hacer

un altar pe

mentos del

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rpinteros, v

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uito; Foto

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a una asocia

ad comercial

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es principa

ociación) y

r una imita

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ría, etc. o c

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19. 2. Altar m

co de sus p

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l que se real

de confor

otras divinid

jas, etc.)

les o los p

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a una igle

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cuando exis

c., o a su ve

s).

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te relacione

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ito

y

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co

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es

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Page 99: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

87

En el caso del mercado de Iñaquito sus tres ejemplos son interesantes. En

las fotos 1 y 2 podemos observar cómo se ha fusionado tres elementos

predominantes de una iglesia: el frontispicio, el altar y el piso, en una

síntesis donde se hace gala del gusto popular. El lugar es sitio sagrado

pero a la vez se convierte en orgullo del grupo promotor, donde varios

miembros de la asociación se turnan para el mantenimiento del altar. En

el altar 1 observamos un gran semicírculo de piedra con un remate de

vidrios a manera de vitral de color con varios personajes (Cristo, reyes

magos) y elementos como estrellas y rayos de luz; al centro una cripta con

la divinidad, Cristo del Consuelo, bordeada de varias pilastras donde

están asentados jarrones con flores y grandes cirios. El elemento del piso,

que es de mármol, es de igual tamaño del total del altar, representa una

gran estrella dentro de un cuadrado.

El altar 2, hace referencia al frontispicio de una catedral con pilastras

cercadas por vidrios a manera de ventanas rematadas con flores de

plástico. En su interior que parece una gran urna se encuentran una serie

de divinidades, floreros con sus respectivos soportes y al centro otra urna

con la divinidad principal de conformidad a la creencia del grupo

promotor; es curioso que en frontispicio se ubican de manera periódica y

temporal diversas divinidades las cuales “se santifican” al pernoctar en el

lugar y que luego son llevadas a la casa de uno o varios miembros del

grupo Como se puede observar se trata de un sincretismo estético,

arquitectónico. Para la seguridad, al igual que el altar anterior, existe una

cerca de hierro que sirve de protección y fuera de este recinto una pilastra

y mesa de cemento donde los creyentes (propios o visitantes del mercado

depositan cirios encendidos). Sin duda estos dos altares responden al

gusto popular, a su creencia religiosa, y su forma y decorado manifiestan

características propias del altar público y acorde a la tipología del altar

popular en los mercados de Quito.

Page 100: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

El al

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Cisn

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catól

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Estos

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merc

por q

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ltar del merc

la abundanc

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terciopelo

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experiencias

ue más dest

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nidades qued

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s altares n

esentan una

nómicas del

cado o de ot

quienes tien

a la vez, es

unicación d

Foto 20

cado de Iñaq

cia del deco

el Gran Pod

y demás, co

con abund

uces de neón

que se comp

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s de conatos

taca es la ab

s predomin

dan reducid

es, soportes,

no solo per

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grupo el cu

tros mercado

nen el altar

stos altares

de esas rela

88

0. 3. Altar m

quito quizás

orado que v

der, y varios

on telas bor

dantes bord

n con letras

plementan c

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s de incendi

bundancia d

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das ante tant

piso, etc.

rsiguen sus

opular de e

ual ejerce pr

os de la ciud

“más bonit

populares s

aciones soc

mercado Iñaqui

s sea el más

van desde u

s altares peq

rdadas y bro

dados con

y figuras d

con lámpara

de que se d

io no se dep

de flores, tan

te altar, incl

to adorno flo

stentar una

estatus y d

esión sobre

dad, en una

to” y deslum

se han conv

ciales, econ

ito

barroco, no

un altar may

queños con

ocados, una

simbología

e ángeles so

as fluoresce

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positan en el

nto así, que

luso las imá

oral que se u

fe religios

de relacione

otros grupo

especie de

mbrantemen

vertido en u

nómicas y e

o únicament

yor donde s

la virgen de

a gran cenef

as religiosa

on elemento

entes que da

de cirios, qu

l lugar. Per

se conviert

ágenes de la

ubican en la

sa, sino qu

es sociales

os del mism

competenci

nte decorado

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te

se

el

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ue

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te

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as

ue

y

mo

ia

o;

de

ue

Page 101: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

mues

solo

grup

Evid

inter

práct

tanto

y re

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Lo e

merc

difer

deco

prom

predo

pequ

stran a prop

se comparte

o que se con

dentemente,

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ticas que las

o, esto demu

eligión no

mamente liga

enunciado s

cados de la

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motor; ya qu

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ueños espaci

pios y extrañ

e sino que m

nvierte en e

, esta es un

clases popul

s clases heg

uestra que la

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Foto 21. A

se evidencia

Floresta y S

enunciados

nden a una e

ue cuando l

y contienen

ios improvis

89

ños un señal

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el dominante

na clara mu

lares y una

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as relacione

ntos indepe

inseparables

Altar MERCAD

a cuando o

Santa Clara

s anteriorme

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los anteriore

n decorado

sados y en r

lamiento de

rritorio que

e.

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ejercen en e

s entre socie

endientes y

s.

DO LA FLORE

observamos

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ente; esto es

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es se ubican

s prominen

rincones de

e espacio pú

es poseído p

s relaciones

eproducción

l conjunto s

edad, polític

ya que se

ESTA

altares com

presentan ca

s, que su co

nterés relati

n en lugare

ntes, éstos

los mercado

úblico que n

por tal o cua

s de poder a

n de aquella

social. Por l

ca, economí

encuentra

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es expresos

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os.

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al

al

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lo

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an

os

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y

an

Page 102: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

Por o

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deco

ubica

la zo

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ámbi

relig

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altare

otra parte, s

eón y flores

motor marc

orados que n

ados en los

ona de la ciu

u quo del us

a “categoría

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tica, sin emb

do supervive

ritualidad re

es no son u

itos señalad

iosa y a la

toriano, un

es de gran v

Foto 22. A

si bien se im

s), éstos es i

a su territ

no llegan a c

mercados d

udad influy

suario del in

a” a los expe

mo sabemos,

bargo no de

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un resultado

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as prácticas

cúmulo de

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90

Altar MERCAD

mitan algun

insignificant

orio, éste

constituirse

de Iñaquito.

ye también e

nfluye en la

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as de unas

or esta razó

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artísticas p

e estéticas e

y versatilid

DO SANTA CL

nos elemento

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es ambigu

con la impo

. Dicho sea

en la catego

a estética de

del mercado

mente se ha m

fundirlas co

y otras por

ón las cual

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zcla de ellos

populares h

en las técni

dad.

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os de los an

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ortancia de l

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el altar, incl

.

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lidades esté

xisten influe

s sumadas a

han forjado

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nteriores (lu

nque el grup

ubicación

los que está

s notorio qu

ar, esto es, e

lusive eso d

on el arte y l

aunque en e

lejados de l

éticas de lo

encias de lo

a la tradició

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po

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el

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la

el

la

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ón

so

os

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91

Recordemos que Gramsci (García Canclini, Néstor; Ensayo, Gramsci y Las culturas

populares en el capitalismo, c’it-.caps. V y VI), entre otras cosas señala que las

personas están supeditadas a una conciencia impuesta por el ambiente en

que vive en el cual se dan un sinnúmero de contradicciones, y esto es

resultado de las formas de relación social. La religión no escapa a este

fenómeno ya que su pretendida independencia de lo social, político y

económico no deja de ser una falacia, así como no se puede negar la

indudable relación de la iglesia con las clases dominantes. En este sentido

tanto las expresiones simbólicas populares, tanto como la pobreza y la

marginalidad, son caldo de cultivo para las relaciones de poder que

pueden llegar a constituirse en formas de relación social, muestras de

cultura y formas de manifestación estética.

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92

CAPÍTULO IV

4.1. CONCLUSIONES

Haber llegado a indagar de manera general sobre las manifestaciones

simbólicas y estéticas de algunos altares religiosos de carácter oficial y de

carácter popular, permitió observar una parte del proceso socio-religioso

ligado a intereses económicos y políticos, y como éstos se desenvuelven

en los espacios público y privado como en aquellos de connotación

pagana y sagrada. Esta apertura permito dilucidar sobre cuáles son los

usos sociales en la ocupación del espacio público y privado en el contexto

de lo religioso y lo que podría denominarse industria religiosa en analogía

a las que se refieren a la industria cultural. Este escenario pone en

evidencia otra manera de observar las desigualdades sociales que

persisten en la sociedad ecuatoriana con respecto a propuestas estéticas,

que, como fenómeno cultural controversial, configuran posiciones

antagónicas ya sea entre los altares de la oficialidad eclesiástica con

respecto a los altares populares, y estos últimos con respecto a los altares

privados ubicados en residencias particulares.

En la investigación se observó una parte del proceso histórico que tienen

que ver con la religiosidad dentro de los cuales se hacen presente

momentos dinámicos de sincretismo que, por sus características, han

configurado gran parte de los acontecimientos sociales, económicos y

políticos. Es así como el fenómeno de cristianización y el nuevo

imaginario religioso, por supuesto diferente a los ocurridos en Europa,

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93

hizo posible una estratificación social que transformó no sólo las

condiciones culturales, sino que modificó gran parte de los modos de

vida; que en muchos de los casos, proporcionó identidades prestadas que

configuró un mundo social ficticio con respecto a las culturas locales,

trastocando la conciencia a tal punto de inventarse una realidad social y

religiosa acorde a los intereses coloniales y de las clases dominantes

durante todo el periodo de vida republicana.

De manera particular, también cambió el concepto de “espacio” como

área conciliatoria de una actividad determinada, ya sea para actividad

pública o religiosa las mismas que se encuentran atravesadas por

fenómenos transculturales que giran en torno a lo profano y sagrado. Esta

forma de imaginario social sobre la religión, ha creado espacios

institucionales y sentidos entre trascendencia e inmanencia a través de

espacios oficiales, como la iglesia, promotora de esos sentidos para

definir cuantías absolutas entre la relación del mundo terrenal y el mundo

espiritual con desvaríos y contradicciones que han marcado las

diferencias entre el mundo religioso y el mundo laico, el espacio público

y el espacio privado. Esta configuración de la realidad marcó las

individualidades y al ser colectivo arrastrándolos y obligándolos a

modelos dominantes tanto sociales como religiosos.

En este sentido, las argumentaciones y representaciones simbólicas de la

religión, sean del sector dominante o del sector dominado, no son otra

cosa que espacios de disputa al interior de los espacios públicos y privado

y las relaciones entre estos, ya sea porque en la mayoría de los casos se

entremezclan unas veces guiada por intereses y otras por la espontaneidad

social y cultural, pero casi siempre con un destino indiscutible: la lucha

por el poder. Por esta razón se puede colegir que sí existe una “industria

de la religión” que cuenta con un estructura conformada por unidades

productivas como las que tendría cualquier empresa o industria; la única

Page 106: UNIVERSIDAD CENTR AL DEL ECUADOR FACU LTAD DE ARTES · 3.1. Del sincretismo religioso a las prácticas de la religiosidad popular 54 3.2. Hibridación popular y religiosidad (Convento

94

diferencia es que el producto industrial es la espiritualidad religiosa, y lo

que se desprende de ella, que al final son productos materiales que se

cotizan según la creencia o el servicio que se solicita. A diferencia de la

industria cultural que según Adorno no elucubra con reglas para una vida

feliz ni tampoco plantea un poema moral debido a que exhorta a la

conformidad desde el encubrimiento de los intereses económicos, la

empresa de la religión promueve una vida espiritual radiante y moral a

través de la iglesia como intermediaria entre el mundo terrenal y el

mundo celestial. Este desdoblamiento, permite el cumplimiento de

dogmas ya que sin ellos no es posible una práctica religiosa que produzca

réditos espirituales y materiales y para mantener una población

incondicional a los mandatos clericales; evidentemente, dirigidos a

ocultar intereses que nada tienen que ver con Dios y el carácter religioso y

espiritual de la población.

Por otra parte, las prácticas de la religión responden al sincretismo

religioso como fenómeno social y como un resultado de la influencia de

formas hegemónicas de religiosidad que en un momento determinado

dejan de serlo para alojarse en instancias particulares con características

específicas y a veces hasta controversiales con respecto a sus orígenes. Lo

interesante es que tanto la hibridación como el sincretismo no son

procesos o situaciones estáticos; son dinámicos y están cambiando

constantemente según las circunstancias históricas, sociales y culturales.

Así la religiosidad puede tener componentes insospechados o imprevistos

que se debilitan o robustecen de conformidad al poder institucional de la

religión y a la injerencia de las creencias populares y sus procesos de

asimilación. Por tanto, no es gratuito que muchas de las muestras de

altares populares, creencias religiosas y peregrinaciones son hechos que

pueden ser observados hoy en día como el resultado del sincretismo

religioso y de formas de ejercer poder.

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Pero ¿cómo se produce un altar?, ¿es una casualidad la reproducción

estética de los altares? Como hemos visto en la práctica religiosa las

intenciones espirituales llegan a convertirse en obras materiales con

características estético-religiosas; esto es, como en las culturas de todas

las épocas, las religiones requieren de objetos “reales” (iglesias, templos,

altares, imágenes, medallas, etc.) que se ubican como soporte físico que

dan sustento a las prácticas de la “espiritualidad”. De este modo, la

religión se ve acontecida por medio de objetos de ayuda ritual, mientras

más ostentosos o barrocos mejor, que permite el desenvolvimiento de la

religiosidad para la obtención de un paraíso que no es de este mundo. Así

el “mundo” (ya indistinguible) se convierte en una metáfora de la

realidad, es decir, en una fantasía donde ya no se puede distinguir entre el

mundo real y el mundo espiritual. Y esto no es que sea del todo

inconveniente, el problema radica en que el mundo se torna sólo en un

deseo, un imaginario inalcanzable; “La comida imaginaria nunca satisfará

el hambre real”. (Dutton, D.; El instinto del arte, Belleza, placer y evolución humana;

Madrid, Editorial Paidós; 2007, pp249)

Es notorio que la habilidad para imaginar es una manera de “creer”, y en

el caso de la construcción de los altares, si bien existen causas suficientes

para su elaboración, no existe una conciencia directa pero sí un

sentimiento o sensibilidad para inventar y concretar en un objeto las

causas de la espiritualidad y esto es inherente al ser humano. Sin embargo

el activo de la imaginación, en el caso la religión, no distingue entre lo

verdadero y falso y la verdad de la religiosidad entre el mundo real y el

mundo espiritual pasa a considerar la realidad como una suerte de

“mundo imaginado”. En consecuencia la religión como práctica en el

“mundo real” se constituye en un juego de ficciones donde se da un modo

de expresar el acontecimiento de la religiosidad, el altar es uno de ellos, y

es en este campo donde se producen formas de conducta social y estética

animadas por la espiritualidad religiosa.

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Así vemos que la costumbre de instalar altares populares tiene el fin de

sentir la cercanía a Dios, vivir en la cotidianidad con más intensidad la

religiosidad con la celebración de las fechas religiosas o sociales

importantes; no obstante, este deseo espiritual cuenta con un proceso de

adoctrinamiento previo y una carga subliminal de varios siglos que tiene

que ver con las luchas de poder, y sobre todo, con aquel imaginario

inalcanzable. Una muestra es el altar público que por lo general se

encuentra en el espacio público que vendría a convertirse en una

imbricación en el espacio profano (plazas, mercados, vías, etc.) por su

diferenciación con el espacio sagrado (iglesia, capilla, etc.). De estos

altares se distinguen tipologías que corresponden al nivel social y

económico que determinan un modo de estatus y a su vez definen modos

de estética.

En la actualidad, en el Ecuador la representación iconográfica utilizada en

los altares populares y oficiales es muy diversas, se usan diferentes

nombres; ese es el caso de la Virgen María como un personaje mediador

(la madre de nuestro Señor) que tiene una gran importancia dentro de la

simbología católica. De la misma manera, la presencia de Satán que

representa el pecado, denominado también Diablo, Satanás, Lucifer,

Ángel Caído (del cual se nos ha formado una imagen en nuestra mente de

un ser horrible, medio hombre medio animal, vestido de rojo y que

representa el castigo y el fuego eterno). Las imágenes de violencia

religiosa o divina han sido pan de cada día, ya que resulta más interesante

cuando la Imagen de Dios Cristo, que a la vez representa al Dios Padre y

al Espíritu Santo, se la venera en la Cruz como símbolo de su sacrificio

por todos, cuando resulta que la Cruz como objeto de adoración y que

convertido en el símbolo cristiano por excelencia, tiene un origen

claramente pagano e idólatra, inclusive de desprestigio popular al ser

crucificados los ladrones y los que atentaban contra el poder establecido.

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“Existen pruebas de esta violencia divina no sólo en la tradición

religiosa, sino también en la vida cotidiana bajo la forma de alguna

manifestación sagrada (…) Tales formas de aparición tampoco se definen

porque Dios ejerza la violencia de manera inmediata en eventos de carácter

milagroso, sino porque en todo momento hace uso de ella sin derramar

sangre, de un golpe y absolviendo...” (Benjamín, Walter; Estética y Política,

pagina59).

Es así que la iconografía y las prácticas religiosas como el caso del

cristianismo al cual nos hemos referido, tanto en su origen como en sus

prácticas durante la colonia y contemporáneamente se fundamenta en los

dogmas, la idolatría, la confesión y el arrepentimiento de los pecados.

Así, llama la atención que en las prácticas religiosas tanto populares como

oficiales aparezcan innumerables imágenes y objetos de culto que sirven

de soporte para la creencia religiosa, pues sin ellos puede perderse la

devoción, razonamiento lógico lejano supuestamente de la fe cristiana que

emula a lo que dijera Santo Tomás con mucha entereza: ver para creer.

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