una visita al mundo de los documentos y la escritura

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Enrique Pérez Herrero Isabel Rua-Figueroa Rodríguez Dibujos de Kevin Lobato Morales cuaderno didáctico 2 En busca del pasado: Una visita al mundo de los documentos y de la escritura

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Enrique Pérez HerreroIsabel Rua-Figueroa Rodríguez

Dibujos de

Kevin Lobato Morales

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En busca del pasado: Una visita al mundo de los documentos y de la escritura

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unque sé que muchos ya me conocen, me presentaré de nuevo. Mi nom-bre es Doco, y esta vez vengo acompañado de Doca, mi compañera de tantos y tantos años en el Archivo. Quizás, algunos me recuerden de cuan-

do les presenté mi archivo y les conté las cosas que se hacían en él. Ahora quiero contarles algo más… quiero que profundicemos juntos en mi mundo, en el mun-do de los documentos; quiero enseñarles cómo nos escribían en épocas pasadas, cómo surgió la escritura que nos hizo posible, qué soportes se emplearon a lo largo del tiempo para construirnos, y con qué instrumentos nos escribieron y plasmaron en nosotros los mensajes que hemos ido transmitido a lo largo de to-dos estos siglos. ué te parece, Doca, si empezamos por recordarles lo que es un documento: El documento escrito es el almacén de la memoria, el depósito de los recuerdos de una persona, y lo único que hay que hacer es leerlo para recordar las cosas olvidadas. Podemos definirlo como el testimonio de la actividad del hombre, pues casi todo lo que hace lo pone por escrito. Se puede considerar, sin duda alguna, como una de las supremas creaciones del hombre, equiparable al in-vento de la rueda y al dominio del fuego.

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s más, nosotros nunca habríamos existido sin la aparición de la escritura La escritura se convierte poco a poco en eficiente ayuda para la memoria, y en una fórmula de retener la expresión oral, efímera y temporal. La sociedad que no conserva sus documentos, perderá parte o la totalidad de su retentiva, y merecerá el calificativo de desmemoriada, por lo que su recuerdo en el futuro será incierto. Pero también el documento se emplea para comunicar algo. Hoy tenemos telé-fonos, correo electrónico, SMS y otros sistemas de comunicación instantánea, pero durante siglos escribir una carta era la única solución para decir algo a un amigo que se encontraba lejos. Nada escapa a la pluma. Todo queda recogido en un documento. Los compro- misos se escrituran, las calificaciones de los exámenes se exponen en los tablones para alegría de algunos alumnos (claro, que no de todos), los productos a la venta portan sus componentes y precio, los coches llevan sus marcas escritas en la carrocería, las últimas voluntades se escriben para su cons- tancia y registro, los nacimientos también, etc. Pero no todas las culturas alcanzaron este medio para la transmisión de la infor- mación. En las sociedades ágrafas, es decir, que desconocen la escritura, la necesidad de una conciencia

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del pasado se satisfacía por vía oral, que terminaba por desaparecer, porque las palabras solo viven por poco tiempo en la memoria de las personas, o se modi-fican según se van transmitiendo. ero sigamos, Doca, que todavía tenemos mucho que contar…. La necesidad es lo que hace que la imaginación del hombre se ponga en mar-cha, piense y diseñe herramientas y soluciones para resolver sus problemas. Así fue como hace unos 5500 años aproximadamente, la necesidad de llevar las cuentas de los templos hizo que se ideara una solución para anotar los impuestos y los pagos. El documento se produce por necesidad, por ser útil para ordenar el gobierno y ser conveniente para la contabilidad y las relaciones de los pueblos. Los documentos más antiguos conocidos fueron escritos en barro y relatan hechos burocráticos y administrativos. La escritura fue un invento motivado por la necesidad y no por el solaz y la diversión (teatro, novela, poesía). hora les hablaremos de las letras y del alfabeto o alfabetos, pues no solo hay uno, sino muchos. Las primeras letras fueron cuneiformes, pictográficas, ideográficas, silábicas, lo-gográficas, pero poco a poco fueron evolucionando hasta la forma alfabética o fonética, la que nosotros conocemos y usamos a diario. En este camino evolutivo las letras que han surgido han sido muy diferentes según lugares y épocas. Pero, ¿qué es una letra? Es un signo gráfico o dibujo indivisible (grafema) que representa un sonido (fonema), aunque hay sonidos que se tienen que represen-

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tar por dos letras (dos grafemas), conjunto que se llama dígrafo (ch, ll, qu), co-mo los sonidos de chocolate, lluvia y queso. Hace tiempo los dígrafos se consi-deraban como signos propios, pero desde hace poco se han excluido del abe-cedario y se consideran como dos letras independientes que simplemente se jun-tan para representar un sonido. Y el alfabeto? Es el conjunto ordenado de letras o símbolos de un sis- tema de escritura, lengua o idioma (A, B, C, D, E,... X, Y, Z). El término alfabeto procede del griego, deriva- do de las dos primeras le- tras del alfabeto griego alfa y beta, es decir, alfa- beto. El término abecedario proviene de la palabra latina abecedarium, también derivado de las primeras letras, en este caso de las cuatro primeras del alfabeto latino (a, b, c, d), es decir, abecedario. Pero no hay un único alfabeto, sino varios: semita, fenicio, cirílico, arábigo, griego, hebreo y lati- no, por citar algunos. Tratar todos los alfabetos existentes es una tarea difícil por su extensión, y por ello nos vamos a dedicar a los princi- pales de las culturas occiden- tales y la cuenca del Mediterráneo. Pero cómo empezó la escritura? El arranque de la escritura no es otro que el dibujo. Combinando figuras se de-terminaron conceptos y así se hicieron relatos gráficos. Recordemos las pinturas del arte rupestre levantino que representan escenas de caza, bailes, cosechas, etc. El dibujo-escritura existe aún hoy en algunas tribus norteamericanas. La primera forma de escritura fue la pictográfica, que consiste en signos o dibu-jos simples que representan objetos. Así, el dibujo de un búfalo representa a este animal y no otra cosa. La ventaja de este tipo de comunicación es que todas las

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personas lo podían entender sin compartir la misma lengua o cultura. Hoy se sigue empleando como señal o instrucción: una silueta de un hombre en el cen-tro de una puerta indica lavabo masculino; un libro significa biblioteca; o un perfil de avión indica que hay un aeropuerto cercano. Pero tiene este sistema su limitación, ya que no permite representar nociones abs-tractas complejas, aunque sí simples, denominándose, en este caso, ideograma. El ideograma puede representar estados de ánimo; por ejemplo, un hombre tum-bado con una flecha clavada significa guerrero herido o muerto; unas cabañas hablan de la idea de un poblado; varios pies pueden dar la idea de caminar. Esto nos recuerda a los modernos emoticonos, por cuanto una cara con la boca hacia abajo significa tristeza o enfado, y con los labios hacia arriba, significa alegría. Por simplificación de los pictogramas, estos se convirtieron en varios trazos que recordaban la forma del dibujo inicial. En Mesopotamia, de esta evolución o síntesis gráfica, surgió la escritura cuneiforme y en Egipto, los jeroglíficos. Llega-dos a este punto, los pictogramas primitivos dejaron de usarse y se olvidaron. La solución de usar un signo para cada cosa era insuficiente. El hombre tuvo que buscar una solución que estuvo en atribuir a cada signo no la representación del objeto, sino el sonido que dicho objeto tenía en el idioma hablado, y creo el fo-nograma, que consistía en representar el sonido con dibujos. Así, la palabra e idea de “soltero” se puede representar con la suma de varios dibujitos: sol, flor del té, rosa. Es decir, sol-te-ro.

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Con el tiempo los símbolos fueron estilizándose y alejándose del dibujo origina-rio, pasando de la sílaba (sol-te-ro) a la letra (s-t-r). Otro ejemplo sería el de la palabra “pantalón”, que se representaría por el fonograma consistente en los dibujos de un “pan” y de un “talón o pie”, es decir, pantalón. Más tarde, se produjo la fonetización de la escritura, que consiste en que los sig-nos ya no representan un objeto, sino que reproducen los sonidos que se produ-cen al hablar. Es un gran avance que se mantiene hoy. La escritura cuneiforme se considera como la forma más arcaica de escritura. Las tablillas de arcilla más antiguas se han fechado entre los años 3500-3200 a.C., es decir, de hace 5400-5200 años desde hoy. Por ello se con-sideran como los testimonios de la escritura más antigua conocida. Gracias al barro co-cido, que ni se pudre ni se deteriora, salvo por un golpe, se han conservado en buen estado y se han descubierto infinidad de do-cumentos cuneiformes, que han permitido conocer la historia de Mesopotamia. En las tablillas encontradas un Uruk (Me-sopotamia, junto al río Éufrates) se ha localizado unos 2.000 signos cuneifor-mes, aunque con el paso del tiempo so-lamente se llegaron a utilizar unos 600 signos. Como punto de comparación, baste recordar que el alfabeto español se compone de 27 signos únicamente. En el antiguo Egipto hay que distinguir tres tipos de escrituras: jeroglífica, hieráti-ca y demótica. No fueron pocos los intentos para descifrar la escritura del anti-guo Egipto. Fue el azar lo que ofreció la clave del enigma. Un oficial francés del ejército napoleónico encontró una piedra cubierta de inscripciones en tres escri-turas diferentes de un mismo texto: jeroglífico, demótico y griego, éste último perfectamente conocido (piedra Rosetta). Champolión tardó más de veinte años en descifrar la escritura egipcia partiendo del texto griego. El nombre de escritura jeroglífica significa "palabras divinas". Se piensa que se inventó hacia el año 3300 a.C., casi al mismo tiempo que la escritura cuneifor-me, y se utilizó hasta el año 394 d.C., último documento en jeroglífico conocido hasta el momento; es decir, duró unos 3694 años aproximadamente.

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Cada jeroglífico representaba algo conocido que se encontraba en el cercano entorno: objetos cotidia-nos, animales, plantas, partes del cuerpo humano, olas de agua, etc. El dibujo de una lechuza repre-sentaba el sonido de nuestra M; las ondulaciones de agua, el de la N española; una jarra, el de la G; una mano, el de la D; una víbora con cuernecitos, el sonido de la F, etc. Lo peor de la escritura jeroglífica era que había que aprender cientos de símbolos. Se grababan en piedra y se empleaban para los tex-tos mágicos, como en las fórmulas de ofrendas a los dioses, en textos financieros, textos religiosos, inscrip-ciones oficiales, etc. Este tipo de escritura se empleó en edificios monumentales como templos, palacios, tumbas, pilonos; aunque no falta su uso en joyas, mobiliarios de personas importantes, amuletos, etc. Estos textos no solo requerían una estética, sino tam-bién perseguían un carácter simbólico y mágico.

Era una escritura lenta y no idónea para el uso diario. Por eso, inventaron una escritura muy rápida, cursiva, que se llamó hierática, que presenta los mismos caracteres que la escritura jeroglífica, pero ligados entre sí, alejándose del dibujo primitivo. Es decir, la escritura hierática utilizaba dibujos más sencillos de realizar que los jeroglíficos anteriores, por lo que era más rápida y ágil. Se utilizó en documentos administrativos y privados y se escribía con tinta sobre papiro, sobre tablitas de

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madera o sobre fragmentos cerámicos en los que los aprendices aprendían a escribir, ya que el papiro era caro y se reservaba para los documentos oficiales. También la encontramos en los sarcófagos de madera y en los textos del Libro de los Muertos. Por emplearse fundamentalmente en textos religiosos se le de-nominó escritura sacerdotal, que es lo que significa la palabra hierático (sa-cerdótico), aunque también en textos científicos, literarios, medicinales, quirúrgi-cos, legislativos, etc. La escritura hierática al principio se escribió tanto en columna como en línea, pero con el tiempo la escritura horizontal se convirtió en la norma. Era una escritura cursiva, para sí lograr mayor rapidez, junto con el uso de ligaduras y abreviaturas para resumir frases y palabras muy repetidas en la literatura administrativa.

La influencia de la escritura hierática fue grande en otras escrituras. La escritura hierática fue parcialmente sustituida por la llamada escritura demótica a partir de la segunda mitad del siglo VII a.C. Se considera como la simplificación ex-trema de la hierática. Se utilizaba en la redacción de los documentos administra-tivos y en los escritos por el pueblo; y de ahí el nombre de escritura popular, que es el significado del término demótico, que en griego significa “popular”.

La escritura demótica desaparece al emplearse el griego como lengua adminis-trativa. La escritura en el Antiguo Egipto estaba en manos de los sacerdotes, pero tam-bién en una institución laica fuertemente arraigada formada por los escribas. Los escribas se encargaban de escriturar temas no solamente religiosos, sino tam-bién civiles, como anotar los niveles de las crecidas del Nilo, apuntar el estado de los canales y diques, el suministro de los silos o graneros, el estado de las co-sechas y trabajos agropecuarios, etc. El fenicio y la escritura fenicia se desarrollaron en lo que hoy es Siria y Líbano. Como el pueblo fenicio tuvo como actividad económica principal el comercio, propagaron su escritura a lo largo de sus navegaciones comerciales, difundién-dola por toda la cuenca del Mediterráneo: Chipre, Sicilia, Cerdeña, norte de África, Península Ibérica, Islas Baleares y Canarias. Al fenicio de las cuatro últi-mas zonas nombradas se le suele llamar púnico, como una variación del fenicio. No obstante, el término fenicio-púnico es frecuente.

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Dos de las principales características de la escritura fenicia es la de ser fonética (reproducir sonidos) y la de no emplear vocales sino exclusivamente consonan-tes, lo que fue frecuente en las escrituras y alfabetos antiguos. Solo al final de su historia, se intentó resolver la ausencia de representación de los sonidos vocáli-cos mediante la notación vocálica, que consiste en añadir las vocales faltantes a un escrito en alfabeto consonántico. El éxito logrado por la escritura fenicia se debió a que era una escritura fonética, en la que cada sonido representaba un único signo gráfico y a su gran difusión gracias a los mercaderes. Era una escritura fácil de aprender; por lo que consi-guió que se popularizase, dando fin al estatus social de las jerarquías real y reli-giosa, que tenían en la escritura una herramienta perfecta de poder social y económico.

El alfabeto griego se desarrolló a partir del siglo IX a. C., y tuvo como base el alfabeto fenicio, al cual añadieron algunas letras, alcanzando un alfabeto com-puesto por 24 letras. Se puede considerar este alfabeto como el primero comple-to de la historia, pues reproduce cada sonido individual de la lengua represen-tado por consonantes y vocales. Su uso dura hasta nuestros días como alfabeto propio de Grecia. Además, se utiliza en la terminología técnica de las ciencias modernas, como en las matemáticas (el número Pi: π = 3.141592…), física, in-formática, etc.

Α α alfa Β α beta Γ γ gamma Δ δ delta Ε ε épsilon Ζ ζ dseta

Η η eta Θ θ zeta Ι ι iota Κ κ kappa Λ λ lambda Μ μ mi

Ν ν ni Ξ ξ xi Ο ο ómicron Π π pi Ρ ρ ro Σ σ sigma

Τ τ tau Υ υ ípsilon Φ φ fi Χ χ ji Ψ ψ psi Ω ω omega

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Los griegos, al igual que los fenicios, escri- bieron en un principio de derecha a izquierda, como aún se hace en la escritura hebrea y árabe. Con el tiempo, optaron por escribir de izquierda a derecha, tal y como nosotros lo hacemos. Pero tuvieron una forma singular de escribir llamada bustrófedon, que consistía en escribir la primera línea de izquierda a derecha, la segunda de derecha a izquierda, y así sucesivamente. Esta alternancia de la dirección del renglón, serpenteante, simulaba los surcos que hacen los bueyes cuando aran, y de aquí el nombre de bustrófedon, que en griego significa “dar la vuelta el buey”. El alfabeto hebreo (alefato) solo tiene carac- teres consonánticos y está compuesto por 22 letras que se utilizan no solo para el idioma hebreo, sino también para el idish y el judeo- español. Probablemente los hebreos tomaron, al igual que otros muchos alfabetos, el alfabeto fenicio como base para su peculiaridad. Al ser un alfabeto consonántico (con consonantes y sin vocales), el escribiente solo utiliza las consonantes y es el lector el que mentalmente ha de intuir y colocar las vocales. Pero también se utilizó la puntuación diacrí- tica (añadir las vocales) para determinadas situa- ciones, como para ayudar al aprendizaje del idioma. No posee ni minúsculas ni mayúsculas, sino un solo un tipo de signo; se escribe de derecha a izquierda, se separan las diferentes palabras y no se cortan las palabras al final del renglón. Muy conocidos son los rollos del Mar Muerto. El idish es el idioma utilizado por las comunidades judías del centro de Europa, los llamados asquenazies, que tras el Holocausto fueron masacrados llegando al punto de casi desaparecer y con ello la lengua idish. El judeoespañol fue el idioma utilizado por los judíos habitantes en la Península Ibérica, denominados sefardíes, hasta su expulsión de España por los Reyes Cató-licos. En su diáspora se repartieron por tierras del imperio turco, por el norte de África, Portugal, Italia, etc., conservando sus costumbres, idioma y escritura.

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El alfabeto latino es el sistema de escritura alfabética más usado en la actuali-dad. Consta de 26 letras, pero algunos idiomas añaden alguna propia, como el español que añade la eñe (Ñ) o el francés la cedilla (Ç). Por otro lado, hay letras compuestas que recientemente han perdido ese carác-ter. Es el caso de las letras españolas CH (chocolate) y LL (lluvia), que han perdi-do el carácter de letras independientes pasando a ser dígrafos de C, H, L, L res-pectivamente. Esto ocurrió en España en el año 2010. Además hay que citar los llamados signos diacríticos, que son signos muy sencillos, como el acento, que se añaden a determinadas letras para alterar su pronunciación.

Aa - Bb - Cc - Dd – Ee - Ff …………….. Xx – Yy - Zz Existen muchos signos diacríticos. Los más corrientes son la cedilla (ç) que la utili-zan los portugueses, los franceses, los catalanes; la tilde o virgulilla (~), que es como un sombrerito que cubre las vocales A y O (ã, õ) en el alfabeto portugués; y también aparece en el español en la eñe (Ñ); el acento agudo, que es como una barrita o trazo inclinado que se ponen en algunas vocales (á, é, í, ó, ú) para darles una entonación más fuerte, y se utiliza mucho en el español, irlandés, portugués, italiano, etc.; el acento grave (à, è, ì, ò, ù), que es como el agudo aunque al revés, y es menos utilizado (francés, italiano, portugués), pero no se usa en español. ero, en concreto, ¿saben de dónde procede el alfabeto latino, es decir, el nuestro? Tiene su origen en el alfabeto etrusco, del que tomó 21 letras (A, B, C, D, E, F, G, H, I, K, L, M, N, O, P, Q, R, S, T, V, X), al que aumentó con dos letras más (Y, Z), y con el paso del tiempo tres más (W, U, J), alcanzando el alfabeto latino in-ternacional (el actual) el número de 26 letras, y a éste se fueron sumando algu-na que otra según las necesidades de las diferentes lenguas (el caso de la Ñ del español) o perdiendo letras. Por qué todas las letras eran mayúsculas? Todo tiene su explicación. La Edad Media fue época muy importante para el de-sarrollo de este alfabeto. Fue en estos siglos cuando se añadieron la J, U W y cuando se desarrollaron las letras minúsculas, ya que los romanos solo escribían con mayúsculas. Con el nacimiento y empleo de las minúsculas, las mayúsculas entraron en retroceso reservándose para el comienzo de párrafos, frases y nom-bres propios, y para las inscripciones en monumentos.

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i este alfabeto tiene su origen en la antigua cultura romana, ¿sabes por qué está usado en casi todo el mundo actual? El imperio romano era muy aguerrido, ambi- cioso y poderoso, y según se iba expandiendo por los alrededores del mar Mediterráneo, al que llamaban Mare Nostrum, iban propagando su cultura y costumbres, como el latín y el alfabeto. El latín dio lugar a las lenguas romances, entre las que te destaco por su proximidad las siguientes: español, francés, catalán, gallego, portugués, italiano, y algunas otras. Con el cristianismo, el alfabeto latino continuó en expansión, llegando hasta los pueblos del norte de Europa. No hay que olvidar otras donde el alfabeto de los romanos no llegó a imponerse, como en los territorios dominados por el Islam, que usaban el alfabeto árabe, o en gran parte de Asia que se utilizaba el chino. Pero este alfabeto llegó aun más lejos ya que en los últimos cinco siglos, el alfa-beto latino continuó su expansión llegando en 1492 a América, y más tarde a Australia y zonas de Asia, África y al Pacífico, al convertirse estas tierras o parte de ellas en colonias europeas. oca, que no se nos olvide comentarles lo de la ortografía del español, que a más de uno le habrá costado un suspenso en lengua. Les cuento. La ortografía del español es particular, ya que tiene reglas persona-les que no se dan en otros idiomas que usan el alfabeto latino. Y esto se debe a que en un primer momento, el español carecía de normas ortográficas claras, lo que permitía que cada uno escribiera un poco a su antojo, con o sin comas, uso indebido de las mayúsculas, separación incorrecta de las palabras, sin acentos y cosas parecidas. Era necesario que se hiciera una codificación de la grafía para resolver tanto desorden. Intentos ha habido muchos, aunque hasta el siglo XVIII no se logró lo que se pretendía.

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El primer intento de redactar unas reglas ortográficas se debe a Alfonso X el Sa-bio (siglo XIII). Mas tarde Antonio de Nebrija (1441-1522) publicó la primera Gramática caste-llana, en agosto de 1492, cuando Cristóbal Colón se encontraba navegando aún por el océano Atlántico y a punto de descubrir el Nuevo Continente. Siguie-ron otras, pero hasta el siglo XVIII no se empezó a resolver este tema, aunque te puedo adelantar que las normas ortográficas actuales podrán verse modificadas en un futuro. Las actuales normas de la ortografía española nacieron tras la creación de la Real Academia Española en el año 1714. Con la escritura latina en España convivió la escritura árabe, ya que en España en la Edad Media existieron dos culturas, dos religiones y dos tipos de escritura: la latina (que ya hemos visto) y la árabe, conocido con el nombre de alifato.

La escritura árabe, como la hebrea, se escribe de derecha a izquierda; se com-pone de 28 letras con la particularidad que cada una de ellas puede tener cua-tro formas diferentes dependiendo del lugar que ocupa en la palabra (inicio, medio o final); no existen las mayúsculas; no está permitido dividir las palabras al final de la línea o renglón; las vocales no se escriben, pero pueden marcarse con diacríticos colocados encima o debajo de las consonantes, salvo en los tex-tos que requieran una lectura cuidada y segura y en los escritos de aprendizaje; es escritura ligada y cursiva y huye de trazar letras individuales. Uno de los atractivos de esta escritura es la belleza de su caligrafía, que la con-vierte en auténtica decoración. Esto lo vemos en las paredes de los edificios cuya pobreza de materiales constructivos se cubren de yeserías de estuco con textos caligráficos de gran belleza.

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También existen alfabetos especiales como el Braille y el Morse, empleados en circunstancias muy concretas.

El Braille es un alfabeto o sistema de lectura y escritura táctil, que está pensado para personas ciegas. Consiste en puntos en relieve que representan las letras, y al pasar la yema del dedo por ellas se identifican y se lee el texto escrito. El Morse representa cada letra o número mediante un código sonoro consistente en rayas y puntos, es decir, el punto un sonido breve y rápido, la raya un sonido más largo (tres veces más que el punto). En sus comienzos, el alfabeto Morse se empleó en las líneas telegráficas mediante los tendidos de cable que se fueron instalando. oco, no te enrolles tanto con los alfabetos, que también quiero que les hablemos de los diferentes soportes que nos han sustentado a lo largo del tiempo y de los instrumentos con los que nos han escrito, hasta llegar a los soportes digitales ac-tuales. Los soportes en los que escribir y los instrumentos de escritura han sido muy dife-rentes a lo largo del tiempo. Cada soporte requería de un instrumento de escri-bir propio. El barro necesitaba de una cañita para marcar los signos, el papiro de un cálamo y tinta para dibujar las letras, el papel de una pluma, un lápiz o

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un bolígrafo. Esta diversidad está originada por el entorno en el que se vive y por el nivel técnico que se posee. Es decir, se han aprove- chado los recursos que la naturaleza ha puesto a su alcance. Así tenemos que en zonas desérticas el barro era una buen auxiliar; en zonas de riego por grandes ríos como el Nilo, el papiro; en cultura de tradición ganadera, el pergamino; en culturas de avance técnico, el papel; sin olvidar el empleo de grandes hojas y corte- zas de árboles, de la placas de pizarra fácil- mente esgrafiables, de la piedra con letras cinceladas con buril y martillo, y un sinfín de otras materias. La escritura más antigua conocida (la cuneiforme) se escribía en tablillas de arcilla. Cuando la arcilla estaba blanda, se incidían sobre ella las letras con una cuña de metal, marfil, hueso o madera. Una vez grabadas, se secaban al sol o se cocían en un horno. Eran lisas por la parte en la que se escribía y algo convexas por el reverso. Se almacenaban en unos huecos o nichos en la pared. Los cantos de las tablillas llevaban consig-nados los datos indicativos de su contenido. Sobre la arcilla se escribía muy mal. No se puede escribir con pluma ni con pin-cel y menos se puede utilizar el color. Solamente permite, mientras la arcilla permanece blanda, hacer incisiones rectas con un instrumento punzante, siendo los trazos curvos imposibles de realizar. El uso de la piedra no quedó limitado a las primeras edades del hombre escritor, sino que su uso ha perdurado hasta nuestro tiempo, todo ello justificado por la perdurabilidad del soporte. En piedra se grabaron los Diez Mandamientos, los textos sagrados y decoraciones de los pilonos y templos egipcios, la famosa pie-dra de Rosetta, las lápidas de los cementerios antiguos y modernos, las leyendas de los monumentos conmemorativos en las actuales ciudades, etc. El bronce alternó muchas veces con la piedra a la hora de hacer inscripciones. Se empleó para grabar las leyes romanas, contratos y códigos. En bronce se es-cribían las cartillas militares de los soldados romanos en las que se acreditaban los méritos castrenses y se llamaban diplomas. La madera también se utilizó, aunque se conservan menos ejemplares por la propia naturaleza de la materia. Nuestra palabra “libro” tiene su origen en el término latino liber, que designa el tejido libérico, que no es otra cosa que una película entre la corteza y la madera del árbol, sobre la que se escribía en tiem-

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pos de los romanos. Este soporte se guardaba enrollado, como se hacía tam-bién con el papiro, y se llamaba volumen, que en latín significa “enrollar”. Los documentos en madera se llamaron en latín codex, que significa tronco de árbol, de donde derivan nuestros vocablos de “código” y “códice”. En el antiguo Egipto se utilizó el soporte vegetal hecho de papiro. El papiro es una planta que crece al borde del Nilo y en ciertas zonas del Mediterráneo del que se obtenía una espléndida lámina sobre la que escribir. Para ello se em-pleaba la parte central del tallo, que se cortaba en tiras, se colocaban super-puestas y entrecruzadas sobre una tabla húmeda, formando una especie de hoja; luego se golpeaba, prensaba, se secaba al sol y se pulimentaba. Las hojas así fabricadas de forma individual se unían con pegamento formado con agua, harina y vinagre, hasta formar una tira sobre la que escribir. Los documentos o papiros se guardaban enrollados dentro de estuches de madera o de arcilla, de los que pendía un letrero o cartela con el nombre del autor y el título del documento. Sobre el papiro se escribía con una fina brocha o pin-cel o con una caña de punta afila-da, el cálamo. El papiro fue utilizado también por los romanos, así como la tablilla de cera que se componía de una base de madera con los bordes más elevados recubierta de cera sobre la que se escribía con un punzón o stilus, que terminaba en forma de espátula para el borrado. Varias ta-blillas de cera podían unirse formando libros o colgarse de un asa. Era un soporte muy barato que se podían borrar y volver a utilizar. Se utili-zaba para documentos poco importantes, co-mo anotaciones, borradores, cartas y similares. También se empleó como material de escuela para enseñar a escribir y las operaciones ma-temáticas. Es el precursor del pizarrín de las escuelas de primera mitad del siglo XX.

Más conocido es el documento escrito en per-gamino, que no es otra cosa que la piel de un animal tratada para poderse utilizar como so-porte de escritura. Una vez despellejado el animal, la piel se ponía en remojo; se

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le echaba una lechada de cal para eliminar la epidermis, evitar que se pudriera y facilitar la eliminación del vello; se raspaba hasta reducir la piel a una capa fina y limpia; se estiraba y tensaba sobre un bastidor; se raspaba con cuchillas de acero para hacerla más fina y suave; finalmente se pulía con piedra pómez. El pergamino presenta varias ventajas sobre los anteriores soportes: permite es-cribir por ambas caras, permite ser encuadernadas las hojas, se pueden raspar las equivocaciones para ser corregidas. Era un soporte caro, y se ha calculado que para escribir un libro de 500 hojas había que utilizar unas 120 reses, según su tamaño.

El pergamino no abundaba, era caro y su preparación es compli-cada. De aquí que se quisiera aprovechar pergaminos ya escri-tos para hacer documentos nue-vos. Para ello había que borrarlo para poder escribir de nuevo. Esta mecánica de reutilización causó la pérdida de importantes documentos. Son los llamados palimpsestos, palabra griega que significa “escrito de nuevo”. Por fortuna muchos palimpsestos no fueron borrados totalmente, sino que dejaron huella, y han sido recuperados.

Y así llegamos al papel, nuestro soporte. Doca y yo estamos escritos en papel y no nos ha ido mal, ya que quitando alguna que otra arruga, nos encontramos estupendamente. El papel es un invento chino del siglo II d.C, pero que no llegó a España y a Eu-ropa hasta diez siglos después. La invención del papel se atribuye a Ts'ai Lun, jefe de los eunucos del Emperador y de los suministros de la Casa Real. China en ese tiempo era ya una sociedad burocrática que requería documentos en abundancia para llevar sus registros por escrito. Entre los años 265 y 316 fue difundida la artesanía papelera al Vietnam, y en el 751 llegó a Arabia (Samarcanda) desde donde las fábricas se difundieron por el mundo árabe, llegando a Bagdad en el 795, a El Cairo en el 900 y a España tras su conquista por los árabes. Se conoce la existencia de molinos papeleros en Játi-va, Toledo y Cataluña. Pero fue Játiva el primer gran complejo manufacturero, fundado en 1074 por Alkadir. En definitiva, el primer papel español fue árabe.

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El papel se fabricaba con lienzos viejos de lino y cáñamo. Primero había que se-leccionar, clasificar y cortar los trapos que se dejaban fermentar en agua. Luego se trituraban en agua hasta convertirlos en una pasta. La pasta resultante se co-laba en la “forma”, que venía a ser como un tamiz con hilos de metal entrecru-zados que retenían la pasta del papel y dejaban discurrir el agua para formar una lámina de pasta de papel que se dejaba secar. Pero había que encolar las hojas de papel mediante una gelatina hidrófoba diluida para que el papel no fuese muy adsorbente, y así impedir que se corriese la tinta y se desfigurase la letra. Por último, se planchaban y cortaban los pliegos de papel. Frente al pergamino, al que acaba desplazando como soporte masivo de escri-tura, el papel presenta grandes ventajas: fabricación más barata, agilidad y ra-pidez en la escritura, la escritura por ambas caras, el formato de libro, la expedi-ción de más número de documentos y sencillo transporte y almacenamiento. A partir del siglo XVIII, la escasez de trapos para fabricar papel obligó al uso de otras materias primas, como la madera, pero produce un papel de peor calidad. En el siglo XX, para abaratar costes y proteger el medio ambiente, se introduce el uso del papel reciclado. En el papiro, pergamino y papel se escribía con el cálamo, que viene a ser una cañita hueca cortada a bisel en uno de los extremos, que impregnado de tinta se utilizaba para escribir. Pero con el papel se generaliza la pluma de ave que des-plazará definitivamente al cálamo. En el siglo XVIII aparece el plumín de acero cuya punta imita a la anterior de ave.

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Cálamo

Pluma

Plumín de acero

Lápiz

Pluma estilográfica

Máquina de escribir Bolígrafo

Rotulador

De la pluma de ave se utilizaba su tubo o cañón que, una vez preparado y cargado de tinta, se utiliza para escribir. La pluma de ave debía prepa-rarse para convertirla en instru-mento de escritura. Había que secarla y desproveerla de la grasa que impermeabiliza su superficie y obstaculiza el fluir de la tinta; luego templarla, es decir, tallar la punta de la pluma con una afilada cuchilla llamada cortaplumas, en forma de bisel. Según se cortase la punta, así era el trazo de la letra. En el siglo XIX y XX se producen grandes mejoras en los instrumentos de escritu-ra, como la pluma estilográfica, el bolígrafo, el rotulador, la máquina de escribir y el ordenador.

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oco, aún no les hemos hablado de las tintas y los tinteros, sin ellos hubiese sido imposible la evolución de la escritura, y probablemente nosotros no existiríamos. La tinta se hacía con negro de humo o carbón tri-turado con aglutinante de agua y goma. Al ser de carbón, la tinta no se degrada y permanece du-rante siglos. Las tintas de colores se obtenían de pigmentos minerales, rojo (minio), azul (lapislázu-li), verde (malaquita), amarillo (oropimente). A par-tir del siglo XIV, empiezan a emplearse tintas com-puestas de un metal por hierro y un ácido que actúa de fijador. Éstas son tintas muy corrosivas para el papel por ser oxidables. Es curioso también el uso de las llamadas tintas simpáticas o invisi- bles. La utilización de estas tintas siempre viene acompañada de cierto misterio, pues lo que se oculta siempre se conceptúa como secreto y prohibido. Incluso ha servido en los juegos infantiles, cuando se escribía con zumo de limón para hacer invisible el texto, y al pasar una plancha caliente por el papel se hace visible. Y como no, no podía faltar el tintero. Cualquier pequeño recipiente podía servir de tintero, siempre que no fuera de metal, ya que éste corrompe la tinta haciéndola inservible. Se hicieron de punta de cuerno, en madera, piedra, vidrio y principalmente de cerámica vidriada. La tinta debía estar líquida en el tintero, y al introducir la pluma por capilaridad se carga el raquis o cañón de la pluma. Pero también era práctica común intro-ducir en el tintero un ovillo de algodón empapado en tinta, sobre el que se pul-saba ligeramente la pluma para chupar la tinta por absorción. Acompañante del tintero fue la salvadera, que se empleaba para secar la tinta reciente y evitar que se corriese y formase borrón. La salvadera es un vaso ce-rrado provisto de unos pequeños orificios en su parte superior (recuerda a un salero) por los que se vierte el polvo secante sobre lo escrito a fin de enjugar la tinta. Una vez seca la tinta, se soplaba o se sacudía simplemente el documento para retirar el polvillo impregnado de tinta. Los polvos secantes se obtenían de diversas materias: salvado (cáscara molida de trigo), arenilla de piedra pómez y cualquier otra cosa polvorosa, como cal o yeso raído de la pared. El papel se-cante, que sustituyó a la salvadera, comenzó a usarse a mediados del siglo XIX.

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Luego se descubrió el lápiz, gran invento, ¿no les parece? Antes de llegar a la idea de introducir el grafito en una funda de madera, su uso tenía ciertos incon-venientes. El grafito puro o plombagina se utilizó en el siglo XVII para marcar mercancías, pero se presentaba en barritas débiles que manchaban los dedos. En 1761, Kaspar Faber ideó mezclar grafito en polvo con azufre, antimonio y resinas y así obtener unas barritas duras de fácil manejo. Y en 1812, William Monroe, ebanista inglés, concibió la idea de unir dos tablillas iguales acanala-das que aprisionaban la barrita de grafito al pegarse. Había nacido el lápiz en plena época industrial. El sacapuntas siguió de inmediato. Con el paso del tiempo aparecen nuevos instrumentos de escribir: el bolígrafo, el rotulador, la pluma estilográfica, etc., y posteriormente, dos nuevos inventos van a revolucionar el mundo de la escritura: la máquina de escribir y el ordenador. ueno, amigos, aquí termina nuestro viaje a través del mundo de la escritura. Sin ella no hubiera sido posible dar a conocer los mensajes que a lo largo de la His-toria les hemos ido transmitiendo. Esperamos que todo les haya quedado claro y que ahora, cuando nos tengan entre sus manos, sepan un poquito más de nuestras vidas.

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Actividades

Sopa de letras A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T 1 J E R O G L I F I C O V E I G E G L O H 2 I F I R S A G E D A K O C U N P U N L G 3 P U Ñ T E Z I P A L U C U S R T N O P E 4 O K J O B V N M F A Ñ I K E P L U M A S 5 J U N G O R R I S M O N T A E E D E B I 6 U X O R R E Y S F O B R P O R N O S A S 7 N E Q A N U N O J R I E R N G R A G E A 8 G R A F E M A M Ñ S L A E I A T R O D S 9 R E G I G S T A K E M V N S M I O N R O 10 U D H A L F A B E T O E G R I O R A E N 11 S O N S U O B E P A R B C O N C I L U O 12 C U N E I F O R M E A R O G O N P L N D 13 B R A I L L E A V N E N D E S L A V O E 14 R T O L E U R O B O G R I F T E P E N F 15 E R E N G G F B W T U N C U H I L L I O 16 V A C A O E M I T A Q U E B E Q U E A R 17 D T I T O C Ñ L I F W I G H Q A T N I T 18 X O C H A M P O L I O N E W G R I S D S 19 R I N U H N S G Ñ L A G R A N D I L O U 20 P N A T U R E L M A N R I N E O R A S B

Encuentra 19 palabras relacionadas con el texto de este cuaderno.

Pictogramas

+Cartel

+D

Medida

+No

¿Trabajas el lunes?

+Fanático del fuego

+Este país está en América

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Consejera de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda

Inés Nieves Rojas de León

Viceconsejero de Cultura y Deportes Alberto Delgado Prieto

Director General de Cooperación

y Patrimonio Cultural Aurelio González González

Director del Archivo Histórico

Provincial de Las Palmas Enrique Pérez Herrero

Autores de los textos Enrique Pérez Herrero

Isabel Rua-Figueroa Rodríguez

Autor de los dibujos Kevin Lobato Morales

Diseño y maquetación

Jorge A. Liria

D.L. GC 1169-2012

Impreso en España

El documento escrito es el almacén de la memoria, el depósito de los recuerdos de una persona, y lo único que hay que hacer es leerlo para recordar las cosas olvidadas. Pode-mos definirlo como el testimonio de la actividad del hombre, pues casi todo lo que hace lo pone por escrito. Se puede considerar, sin duda algu-na, como una de las supremas crea-ciones del hombre, equiparable al invento de la rueda y al dominio del fuego.