una transformacion
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UNA TRANSFORMACION
2 CORINTIOS 3:18.- Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la
gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu
del Señor.
TRANSFORMACION:
El término que se emplea en este texto es el mismo que se utiliza en la transfiguración del
Señor. Marcos 9:2 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó
aparte solos a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos
Pablo también lo emplea en Romanos 12:2 No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Somos transformados.
Literalmente "estamos siendo transformados". El plan de la redención tiene el propósito
de restaurar la imagen de Dios en el hombre (Rom. 8: 29; 1 Juan 3: 2), transformación que
se produce contemplando a Cristo (Rom. 12: 2; Gál. 4: 19). La contemplación de la imagen
de Cristo actúa sobre la naturaleza moral y espiritual en la misma forma en que la
presencia de Dios actuó sobre el rostro de Moisés. El cristiano más humilde que
constantemente contempla a Cristo como su Redentor, refleja en su propia vida algo de la
gloria de Cristo. Si fielmente continúa haciéndolo, irá "de gloria en gloria" en su
experiencia cristiana personal (ver 2 Ped. 1: 5 vosotros también, poniendo toda diligencia
por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;
6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad;
7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
EL MODELO A SEGUIR:
Esta transformación es progresiva: va de un estado de gloria a otro. Nuestra
semejanza espiritual con Cristo se produce por medio de su gloria, y da como
resultado el reflejo de una gloria semejante a la de él.
Mirando . . . como en un espejo.
Gr. katoptrízomai , "reflejar" o "contemplar un reflejo". Algunos traductores y comentadores están
en favor de la primera posibilidad; otros prefieren la segunda. El contexto se inclina por la
segunda, pues ser "transformados" a la semejanza de Cristo es el resultado lógico de contemplarlo
y no de reflejarlo. Pero también es cierto que nuestras vidas son como espejos que reciben la luz
de Cristo y la reflejan a otros. Así como el rostro de Moisés reflejaba la gloria de Dios en el Sinaí,
así también nuestras vidas siempre deben reflejar la gloría del Señor que brilla en el rostro del
Salvador para un mundo perdido.
A cara descubierta.
A diferencia de los israelitas que todavía llevan un velo sobre la mente y el corazón, el cual les
impide ver la gloria del Señor, los cristianos tienen el privilegio de contemplar la plenitud de esa
gloria. En el monte Sinaí sólo Moisés recibió la revelación procedente de Dios sin tener un velo
sobre su rostro. Ahora todos podemos acercarnos a Dios tan efectivamente como lo hizo Moisés y
mantener una íntima comunión con el Señor Heb. 4: 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al
trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Como por el Espíritu del Señor.
O también "conforme a la acción del Señor, que es Espíritu" (BJ). La transformación espiritual que
proviene de Cristo sólo tiene lugar mediante la acción del Espíritu Santo que, al tener acceso al
corazón, renueva, santifica y glorifica la naturaleza, y la recrea a la semejanza de la perfecta vida
de Cristo.