una república de las letras- miguel dalmaroni

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Una repblica de las letras- Miguel DalmaroniLugones, Payr, Rojas. Escritores Argentinos y EstadoAvisosLa literatura argentina es corta y mala, una combinacin de condiciones que implora por un impulso antolgico magnnimo si pretendemos no quedarnos con las manos vacas.En los dos extremos, la cultura se reduce a una lgica del intercambio, de la comunicacin, de la representacin del mundo o a una pedaggica.Literatura es el engendramiento de un acontecer para el cual, antes de esa configuracin artstica en que nos lo damos, no hay lengua social disponible.Adopto la figura de repblica de letras, para aludir a un proceso histrico particular, durante la modernizacin de la literatura argentina tanto algunos escritores- artistas, como ciertos funcionarios pblicos concedieron, desearon, imaginaron o alcanzaron a creer planificar el Estado era la misin principal de las nuevas letras y a justificacin del escritor moderno y de su lugar en la sociedad.Quisiera subrayar la importancia de los escritores y problemas de que me ocupo podra medirse por la conexin que tuvieron no slo con el estado en general, sino sobre todo con el lugar de la literatura en la educacin pblica.1- Escritores- artistas y Estado durante la modernizacin (1888- 1917)a- La providencia de los literatosUn asunto de estadoCmo podra entonces el escritor vivir de su pluma en un medio dominado por los valores materialistas y escaso tanto de pblico lector como de una actividad editorial slida? Aqu es donde Glvez encuentra que es responsabilidad del Estado asegurar un mnimo de independencia al escritor sin absorberlo enteramente en las funciones tradicionales del poltico letrado, que le impiden escribir con la regularidad que requiere la realizacin de una obra verdadera.Sin sociedad civil no es posible un estado liberal, los intelectuales contribuyen a la consolidacin de la sociedad civil. De esta manera, el estado liberal con su apoyo econmico debe sellar la subordinacin de los intelectuales, por el contrario, debe afirmar su autonoma. Los tentculos de una modernizacin desigualSe ha establecido entre los ltimos aos del siglo XIX y el primer decenio del XX, un proceso de modernizacin cultural y literaria. Se cuenta la emergencia de un mercado editorial y de un pblico lector en proceso de ampliacin creciente y la escisin del universo de lectores en dos circuitos distinguibles: el culto y el masivo.Cuando hablamos de la modernizacin de la literatura argentina estamos, frente a un problema de relaciones de subordinacin respecto a la metrpoli europea.Habra varias maneras de conceptualizar este problema de las conexiones. Una primera frmula sera del intercambio asimtrico y no reversible del campo literario y del campo literario europeo, cuando el segundo funciona como horizonte de paradigmas del primero y como su proveedor de consagracin definitiva para productos y productores culturales y literarios.En pases como la argentina, el ingreso al capitalismo moderno y a sus relaciones genera altos grados de especializacin intelectual y provoca la aparicin de un mercado cultural.En una sociedad an no moderna sino en proceso de modernizacin, la repblica de las letras se suea realizada antes de tiempo porque est intrnsecamente definida por sus vnculos con la metrpoli cultural en la que ya hay un capo literario con autonoma relativa que imitan un modelo de vida literaria. La asimetra tambin afecta la formacin cultural latinoamericana: el desarrollo es desigual frente a Buenos Aires y Pars, sino tambin lo es entre los sueos escritos y sentidos de la cultura, y las divergencias de las condiciones sociales y polticas.Una segunda frmula es la modernizacin desigual de la literatura latinoamericana en el perodo de su emergencia que describi Juan Ramos en 1989. La solucin que ste propona es la figura de un escritor que construye respuestas y formas heterogneas, hbridas, tensionadas o paradjicas.Una tercera frmula pone el acento en la discrona de los procesos de automatizacin literaria europeo y latinoamericana, propuso Mara Teresa Gramuglio con la nocin de destiempos. Ese destiempo o desface se produce porque el vehculo de los escritores latinoamericanos con las metrpolis culturales no es un vnculo homogneo ni simple. Hay destiempos entre el proceso cultural local y el metropolitano, pero en tanto estos son desparejos, tambin hay destiempos internos al proceso local. Los destiempos no afectan slo a la cultura, sino tambin a las prcticas polticas y a sus instituciones. Un estado de letrasEn el contexto de esos problemas, es posible entonces reconsiderar el proceso de modernizacin de la literatura argentina culta, durante la tradicin nacional de Joaqun V. Gonzlez (1888) y el inicio de la edicin de la Historia de la literatura argentina de Ricardo Rojas (1917).Durante las dos ltimas dcadas del siglo XIX se inicia un proceso por el cual, textos, poticas y escritores que desempean en buenos aires el papel principal de la discusin cultural, reclaman su propia justificacin social en trminos de la funcionalidad que representan para el estado modernizador a cuyas demandas responden mientras imaginan que las disean: ciertos literatos se hacen pedagogos del nacionalismo del estado para convertirse en escritores que demandan el arte y que el mercado debera promover.Si en el siglo XIX las letras haban sido una funcin de la poltica, ahora la relacin se invierte y se empareja, porque para algunos el diseo, la justificacin y la transmisin de polticas de estado resulta funcional al nacimiento de una cultura moderna.Desde 1880, se despliega en la argentina un conjunto de iniciativas de organizacin de un estado moderno, cuyas relaciones con la vida literaria se intensifican a partir de 1900. Dos semiticas sociales complementarias: 1- un conjunto de saberes tiles vinculados con la experiencia, con la prctica y con la aplicacin.2- Discursos y representaciones identitarias capaces de aglutinar al nuevo sujeto social, esas polticas de estado impulsan la invencin de representaciones que aglutinen a la poblacin en torno de una nocin de ciudadana, cuya representacin naturalizada y cuya garanta es precisamente el estado.Se trata de un proceso particular de autonomizacin literaria y cultural, diferente de la situacin predominante hasta 1880 en la argentina, no slo por la decisiva emergencia del mercado cultural.Una tradicin crtica contra el EstadoAlgunas de las perspectivas crticas apenas toman en cuenta que por lo menos en la argentina, el proceso de modernizacin del Estado de acuerdo al modelo del Estado liberal estuvo indisolublemente vinculado con la modernizacin literaria y cultural, no slo por diferenciacin, sino adems por una alianza mutuamente funcional. En cambio, la modernizacin literaria de 1890 a 1920, aparece ms bien razonada como el trnsito entre un sistema ya residual y otro emergente: el primero caracterizado por la figura del poltico letrado del siglo XIX, es decir, por una dependencia funcional de la literatura respecto de la poltica; el segundo correspondiente a la literatura y al escritor moderno, ya constituido hacia los aos 20 y caracterizado por la negacin, la oposicin y finalmente la separacin entre literatura y Estado.Alrededor de 1880 se produce una discontinuidad en la historia de la literatura a partir de la cual, las prcticas literarias comienzan a afirmar su especificidad y se separan de las prcticas polticas.En el 900 en Buenos Aires, Rubn Daro compone una situacin de especial autonoma respecto de la poltica y del Estado, seguramente derivada de su particular pero sustantiva condicin de extranjero o errante. Daro no est sujeto a determinaciones que s afectan directamente a mucho de sus pares y seguidores porteos. Los escritores del circuito culto del 900 en vas de profesionalizacin mercantil, se encuentra con un Estado con el cual pueden establecer un pacto imaginariamente estable pero tambin profesional y econmico, porque se trata de un Estado educador. Hay un momento histricamente clave en que un sector del estado parece estar reconociendo a los intelectuales como portadores de cierta verdad cultural de la nacin y parece pedirles que den letra a los polticos que hablan. La tarea que la crtica literaria suele atribuir a los intelectuales de crear un nuevo tipo de literatura, negociadora con las nuevas prcticas culturales de las sociedades finiseculares ocupa no slo a los intelectuales sino adems a un sector del estado liberal modernizador, interesado como los liberatos en que cierta poesa no desaparezca.Hacia una historia literaria del Estado ilustradoDevoto ubica a Glvez, Lugones y Rojas como los representantes de una nueva generacin, la del Centenario; y destaca una combinacin variable de aficiones literarias, tareas periodsticas y comisiones pblicas.Por otra parte, Prislei tambin seala la cuestin del cambio generacional. En 1999 Prislei ya advierte la relacin que ms nos interesa entre otras razones porque se ocupa de la figura de Joaqun V. Gonzlez, el ministro poltico de Roca, junto con la de Lugones e Ingenieros. En un gesto de mano tendida hacia los intelectuales.Marcos Mayer define a Lugones como el razonador del estado:Lugones formula un espacio para el intelectual que ya no es el de la poltica, sino el del estado; y focaliza a la educacin como lugar de formacin de esos ciudadanos que han de realizar la simbiosis entre la Patria y el Estado.Poticas de Estado. La tradicin nacional en El imperio jesutico.En 1904 Leopoldo Lugones public El imperio jesutico por encargo de Joaqun V. Gonzlez. ste deca que el libro de Lugones sobre las misiones de los jesuitas es una respuesta de las ms notorias y directas que produce el poeta hasta ese momento, al programa literario que su protector, ahora miembro principal del gabinete de Roca, haba diseado en su libro La Tradicin nacional de 1888.El sentimiento nacional es el alma de las revoluciones y l es el resultado de largos perodos de evolucin uniforme en que la sociedad ha vivido, luchado, gozado y sufrido al abrigo de un mismo cielo.Gonzlez llama tradicin nacional a la narrativa cuyo tema es ese sentimiento duradero, y pone la tarea de escribirla a manos de un sujeto tambin nuevo: una mezcla de genio artstico y arquelogo fillogo que apunta claramente a la subjetividad del escritor moderno.As, cierta polticas educativas, laborales y electorales del Estado le han dado a Lugones motivos para creerse l mismo, en tanto poeta, una razn de estado y sostener entonces, que la literatura lo era. Esa operacin se crispar y alcanzar sus momentos ms audaces entre el prlogo al Lunario Sentimental de 1909 y las conferencias de 1913.DesvoEl exornado estilo: Borges y el paisaje de LugonesSe sabe que Borges transmiti a su manea la invencin de un Lugones paradojal: cuando l no era nada y el otro casi todo, pretendi contraerlo de la nada. Menos de dos dcadas despus, cuando Lugones estaba casi muerto y Borges ya sospechaba quien alcanzara a ser, se redujo a s mismo y a su generacin en el acn de la imitacin inadvertida, todo para ocupar ahora el lugar vacante del maestro. Eso aprendi de Lugones: hablar de Sarmiento, de Daro, de Ameghino, de Lugones, para escribir por aos un autoelogio desviado.Borges advierte que si por algo nos inquieta an Leopoldo Lugones, es porque en un punto invisti su firma con la condicin sacrificial del poeta moderno y la dramatiz en s propia subjetividad. Porque hizo de s mismo el escenario crispado de la alineacin.El arte de los indoctos y el Estado educador: Lugones y Rojas ante el Martn FierroEste relato fue incluido en Las Fuerza extraas, publicadas en 1906. En Yzur, un hombre de negocios que ha recorrido el mundo y que es a la vez, un cientfico ms o menos independiente y heterodoxo, intenta probar la teora segn la cual los monos son capaces de hablar pero se has abstenido de hacerlo para que no los hagan trabajar.Entre el 8 y el 24 de marzo de 1913, Leopoldo Lugones dict seis conferencias sobre el Martn Fierro de Jos Hernndez en el teatro Oden de Buenos Aires. Tres aos despus las publicara con correcciones y ampliaciones bajo el ttulo de El payador, con la pretensin de celebrar mediante el libro el centenario de la declaracin de la independencia.Algunas pginas ms adelante, Lugones explicar que el Martn Fierro es un poema pico, porque a diferencia de la devocin inmediata que le propiciaron los iletrados de la campaa, los vigilantes de la perceptiva y los dogmaticos de la retorica no podan entender aquella libertad del jinete pampeano, rimada en octoslabos como el trote dos veces cudruple del corcel.Lugones y el gobierno del arteLa ilusin monarca.El arte de injuriarLeopoldo Lugones se hizo un lugar desproporcionado en la historia literaria, quiso encarnar al poeta moderno. Lugones quiso ser un escritor-artista moderno, su objetivo era corporizar la voz inapelable del arte poltica, de la poltica como aadidura de un ejrcito superior del arte, que el poeta crey ver en la versin roquista del Estado-nacin, como si hubiese descubierto el barro para amasar su versin pagana.Lugones no pudo nunca dejar de ser joven porque la lengua culta de su poesa de la placidez o la escritura superada, se dejaban carcomer siempre por la crispacin irreparable de una turbulencia hormonal, insatisfecha, la versin cataclsmica de un sueo que siempre genera en pesadilla: el de un mundo que le perteneciese sin pertenencias, regido por el poder auto instituido de las letras ms modernas y garantizado en el orden de una repblica de los mejores. Lugones trgico y cmico, metaforista hper-hermtico, maestro de los jefes y primer ciudadano del arte, letrista poltico y poeta de un mundillo literario inexistente pero poderoso, imaginado sin pares.Usar la vos, es para Lugones salirse de la vaina y dejar que el desequilibrio lo tome. El regodeo modernista en lo banal es tal vez ms disonante en Lugones que en otros. La mayora de las veces, el exceso de responsabilidad est en su apndice y lo dramatiza entero.Una Patria cincelada por la luna (del Lunario Sentimental a las Odas seculares)Lugones no habr querido enterarse del todo, pero lo deja escrito en ciertas advertencias. Una es la que se dibuja en el prefacio de Los crepsculos del Jardn (1905) y en las primeras pginas de Odas Seculares (1909). Con una retrica que respira la destilacin en sorna de una decepcin: Hay entre las clases altas de Buenos Aires, otra cosa que los despreciados burgueses? Dicho en otros trminos, ms, Quin podr leerme? Los crepsculos del jardn, un libro que prodiga con xtasis impuro la lujuria morbosa de la degeneracin artstica finisecular, est dedicado a los matrimonios burgueses, a la ornamentacin cultural de los negocios del marido o al esparcimiento social de las seoras:Lector, este ramilleteQue mi candor te destinaCon permiso de tu usinaY perdn de tu bufete:

No significa en ningunaForma, un anrquico juego,O un desordenado apegoPor las cosas de la luna

Pasatiempo singular,Tal vez, aunque harto inocente,Como escupir desde un puenteO hacerse crucificar

Epopeya baladQue, por lgico resorteQuiz sirva a tu consortePara su five oclock teaLa provocacin se repite en el prlogo al Lunario sentimental, donde Lugones aconseja a la gente prctica, dedicada a refinar los ganados o administrar la renta pblica, comprar libros de versos del mismo modo que costean un hermoso sepulcro. Despus de los primeros poemas del lunario sentimental que son dedicatorias, Lugones se grada de maestro de la discordia: su pulsin polmica toca all uno de sus puntos de mayor eficacia, porque sienta las bases tanto de sus choques con el pasado como, con el futuro de la literatura argentina. Se divierte en extenuar, para unos, el esoterismo festa del acople metafrico indescifrable (esponja/monja), anticipa, para otros, la doctrina de la rima como garanta de sujecin del poema a un Sujeto que sabe.A mis cretinos tiene contracara en el poema que le sigue, A Rubn Daro y otros cmplices, entre uno y otro, la pena pasa de significar condena judicial a referir el mal de amores a travs del motivo tradicional de la hermosa carcelera, y el potico exceso es reemplazado por un texto de ritmo y figuras casi convencionales.En la oda A la patria, la primera persona o slo se suma a la celebracin oficial, sino que adems la encabeza como vos integradora de una colectividad que entonces s puede ser nombrada y engendrada como mis hermanos, destinatarios de la labor amorosa de un artista pblico y ritual, literalmente escultor de la Patria.En su transitada reivindicacin del Lunario, Borges escribi: Yo afirmo que la obra de los poetas de Martn Fierro y Proa est prefigurada, absolutamente, en algunas pginas del Lunario. Lugones estuvo entre quienes ya antes de 1909 podan ver que el buen gusto de los cretinos a quienes se dirige el Lunario estaba siendo modelado por las audacias, las chineras y las princesas de Daro.Lunario quera ratificar y renovar el derrape fatal del arte modernista en el nuevo mercado de cultura. Diferencia sin recato y distincin sin freno, en el ritmo y en las rimas, en el diccionario, en la lectura imposible que el verso peda por la insuficiencia exhibicionista de la metfora.ANEXONotas sobre el ritmo y la rima en Lunario SentimentalComo se lee en el prlogo del Lunario Sentimental, la denominacin verso libre usada por Lugones difiere del uso que da a esa expresin la retrica castellana. Para Lugones, libre es el verso que, mientras conserva la rima (esencial para el verso moderno), se combina con otros de diversas medidas o metros diversos rimados.Luego Lugones llama verso libre a lo que se conoce tradicionalmente como verso amtrico, asilbico o irregular.Bajo la forma de Silva aconsonantada, el 2himno a la Luna de Lugones mezcla versos de todas las medidas entre cuatro y quince slabas, con predominio de las de 7, 9, 10, 11 y 12. Entre el primer centenar de la composicin 20 son endecaslabos comunes, 3 endecaslabos dactlicos; 16, heptaslabos; 9 eneaslabos; 8 octoslabos, y 6 alejandrinos.Le Corre subraya que la rima muestra otra vez el inters puramente formal de Lugones por el material lingstico. Ese inters participa de la independizacin del significante, una anti mmesis intuida ya en el prlogo a Castalia brbara: La naturalidad no resulta de la objetivacin: est en la obra misma del poeta de tal modo, que si un hombre llegara a producir una obra, en el hecho de haberse producido, sera ya natural; no constituira ms que un nuevo fenmeno.