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UNA PERSPECTIVA DE LA IDENTIDAD EDMUNDO JAVIER CAMPUSANO SEGUEL SANTIAGO DE CHILE, (ABRIL, 2007)

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Visión actualizada a los tiempos contemporáneos de lo que consideramos por Identidad

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Page 1: Una Perspectiva de La Identidad

UNA PERSPECTIVA DE LA IDENTIDAD

EDMUNDO JAVIER CAMPUSANO SEGUEL

SANTIAGO DE CHILE, (ABRIL, 2007)

Page 2: Una Perspectiva de La Identidad

Título del estudio: Una perspectiva de la identidad y del cambio personal

Nombre autor: Edmundo Campusano Seguel

Institución: Universidad Adolfo Ibañez

Numero teléfono: 09 3183688

e-mail: [email protected]

RESUMEN Y ABSTRACT

La idea de si mismo se ha entendido tradicionalmente desde una postura

donde el yo se encuadra “dentro” del sujeto, separando al observador de lo

observado. Otra perspectiva está centrada en una visión constructivista,

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Page 3: Una Perspectiva de La Identidad

considerando el lenguaje y la construcción social de la realidad, como ejes que

permiten señalar que el yo se construye activamente por el observador, que es un

relato coherente, inserto en la propuesta social, y que el modo de expandir las

fronteras de esa identidad construida, es el cambio en el curso de las

interacciones de los participantes del proceso de lenguajear; esto permite también

cambiar las conversaciones e interacciones que colaboran en contarse “quien

soy”, cuya consecuencia central es la responsabilidad en el ser quien quiero ser.

Palabras Clave: identidad, construcción, lenguaje, responsabilidad.

The idea of itself has been understood traditionally from a position where I it is

fitted “inside” of the subject, separating to the observer of the observed thing.

Another centered perspective in a constructivist vision, considering the language

and the social construction of the reality, like axes that allow to indicate that it is

constructed actively by the observer, who is a coherent, inserted story in the social

proposal, and that the way to expand the borders of that constructed identity, since

this one always takes to a change in the course of the interactions of the

participants of the process of language; it allows to change to the conversations

and interactions that collaborate in counting themselves “who I am”, whose central

consequence is the responsibility in the being the one who I want to be. Key

words: identity, construction, languagee, responsability.

INDICE

1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA……………………………………………….4

2. DESARROLLO DEL TEMA…………………………………………………………..8

2

Page 4: Una Perspectiva de La Identidad

2.1. CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD……………………………………….......8

2.2. CONSTRUCTIVISMO……………………………………………………………….9

2.3. LENGUAJE Y CONSTRUCCION SOCIAL………………………………….......11

2.3.1. Exigencia social de Coherencia personal……………………………….…….15

2.4. LENGUAJE Y NARRACIONES…………………………………………………..16

2.4.1. L a Identidad como construcción Lingüística……………………………..…..17

2.4.2. Narrativas; Construcción de relatos en torno al Sí mismo……………….....18

2.4.3. Construcción de Identidad: posibilidades infinitas?.....................................20

2.5. DISCUSION………………………………………………………………………...22

2.6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………………………………………..24

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La imagen de sí mismo, de algún modo se estructura desde la idea –o

anhelo- de que existe una entidad relativamente estable al interior de los seres

humanos (Rosembaum & Dyckman, 1996).

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Page 5: Una Perspectiva de La Identidad

En tal sentido, diversas teorías han postulado la existencia de un “Self”,

“Sí mismo” o “Identidad” que caracterizaría y, en cierta medida, definiría al sujeto

a lo largo de su vida.

Según Von Glasersfeld estos planteamientos respecto de un “Self” o

“Identidad” relativamente estable a la cual podemos acceder, se estructuran

desde “una forma de realismo ingenuo consistente en la creencia de que

podemos “conocer” las cosas tal como son en sí, como si la actividad del conocer

no tuviera ninguna influencia sobre la consistencia de lo conocido” (Von

Glasersfeld, en Pakman, 1996, p 20).

A fines del siglo XX, gradualmente se da lugar a una concepción en la

que “es imposible que lo que llamamos saber, pueda ser una imagen o una

representación de una “realidad” no tocada por la experiencia” (Von Glasersfeld,

en Pakman, 1996, p 25). De modo que, “la idea de adquirir un conocimiento

“verdadero” acerca de la realidad se desvanece” (Feixas & Villegas, 2000, p 20);

en tal sentido el “si mismo”, correría la misma suerte.

Protágoras, Immanuel Kant, y Giambatista Vico, entre otros, presentan

como punto de encuentro el énfasis en “el carácter proactivo, modelador y ficticio

del ser humano y su papel a la hora de configurar las “realidades” a las que

responde” (Neimeyer & Mahoney, 1998, p 29). Entonces “es el sujeto

(observador) quien activamente construye el conocimiento del mundo exterior”

(Feixas & Villegas, 2000, p 20).

Esta construcción, según Rafael Echeverría se basa en el Lenguaje, pues

éste “no sólo nos permite describir la realidad, sino que el lenguaje crea

realidades” (Echeverría, 1998, p 33).

4

Page 6: Una Perspectiva de La Identidad

De esta manera, el Lenguaje se caracteriza por su capacidad generativa,

así como recursiva (Echeverría, 1998). Maturana concibe al Lenguaje como “la

distinción que hace el observador de la recursión de las coordinaciones de

acciones consensuales que se han establecido entre los participantes de una

interacción, como consecuencia de sus interacciones recurrentes previas”

(Ibáñez, 2003, p 73). Estas distinciones que generan constructos son algo que, de

acuerdo a Bateson y Kelly, construimos o puntuamos y de lo cual somos

responsables (Feixas & Villegas, 2000, p 23). Del mismo modo, se afirma

entonces que “nuestra identidad personal, como el resto de las descripciones que

hacemos del mundo, son también una construcción lingüística” (Zlachevsky, 1998,

p 44), efectuándose en base a distinciones en el lenguaje, vale decir, posee una

existencia discursiva (Shotter, en Pakman, 1996). Gergen, plantea que “no hay

un yo que se exprese, sino que hay narraciones acerca del yo, prácticas de un

ahora” (Gergen, en Ramos, 2001, p 102).

El conocimiento del mundo, como el de uno mismo evoluciona en los

espacios de interacción, pues ahí los sujetos comparten un sistema de signos,

constituyendo un dominio consensual (Echeverría, 1998), siendo posible realizar

intercambios comunicacionales y distinciones (Zlachevsky, 1998, p 44), a través

de las cuales, de acuerdo a Keeney, somos capaces de conocer (Keeney en

Feixas & Villegas, 2000, p 23). Por tanto, “el conocimiento, incluyendo el

conocimiento o la narrativa sobre uno mismo, también es una construcción

comunal, un producto del intercambio social” (Anderson, 1999, p 77).

Así, los sujetos insertos en un contexto social, en las relaciones, y más

específicamente, en las conversaciones, van generando una definición del

mundo, de sí mismos y de los otros que “ha sido aceptada consensualmente, y

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Page 7: Una Perspectiva de La Identidad

que de una u otra forma calza con la propuesta social” (Zlachevsky, 1998, p 46).

En base a estos planteamientos se enfatiza “la base contextual del significado, y

su continua negociación en el tiempo” (Gergen, 1994, p 66 en Anderson, 1999, p

77), de esta forma, el contexto social o cultural constituye el marco en el cual se

limitan nuestras construcciones personales (Wetzing, 2004), pues “la forma de

ordenar el mundo se estructura sobre la base de la propuesta social en la que el

sujeto vive y según ésta, cobra sentido la forma propia de significar el mundo”

(Wetzing, 2004, p 8).

Sin embargo, los contextos varían, de manera que las personas pueden

retratarse de diferentes formas (Gergen, 1996), dependiendo del medio en el que

se encuentren, puesto que “uno no adquiere un profundo y durable “yo

verdadero”, sino un potencial para comunicar y representar” (Gergen, 1996, p

254), es decir vivimos tantas tramas narrativas como sistemas sociales o

dominios de existencia en los que participamos. En este sentido, “somos el

microcosmos de las historias que somos capaces de contar y contarnos” (Birulés,

1989, en Ramos, 2000, p 103).

Según Maturana, habitamos en múltiples dominios de existencia, con sus

consecuentes relatos en torno al sí mismo, siendo estos “hilados por el

protagonista, como constituyendo un cuento coherente y coordinado que le da

sentido temporal a la existencia” (Zlachevsky, 1998, p 46), mediante un hilo

conductor generado en el lenguaje. Este hecho se debe a que el consenso de

significados construido en conjunto, luego impone una cierta coherencia

conductual que los sujetos se sienten impelidos a cumplir. De manera que, la

definición de sí mismo se encuentra determinada por el espacio interaccional en

el cual se desarrolla, tendiendo a ser continua y, en lo posible, coherente pues “la

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Page 8: Una Perspectiva de La Identidad

capacidad de la gente para identificarse a sí mismos como unidades estables

tiene gran utilidad dentro de una cultura” (Gergen, 1996, p 253).

Con el propósito de responder al requerimiento de coherencia personal

efectuado por el medio, cada individuo desarrolla narrativas para expresar

“Quiénes son”; a partir de su particular interpretación de los hechos que han

experimentado en sus vidas (Villegas, 1995). Finalmente, “ese personaje

construido que de alguna manera pareciera que tiene historia (...), ése soy yo”.

En síntesis, “un sí mismo permanente es sólo una ilusión a la que nos

aferramos, una narrativa desarrollada en relación con otros a lo largo del tiempo y

que llegamos a identificar como quiénes somos” (Pakman, 1997, p 34), esta

narración o relato “es constitutivo de lo que el individuo es, ya que es, en los

relatos que hacemos de nosotros y de otros, donde generamos lo que somos”

(Echeverría, 1998, p 54), de modo que tales narraciones poseen “efectos

específicos sobre la forma como actuamos, sentimos y nos explicamos los

acontecimientos”, así, “al modificar el relato de quiénes somos, modificamos

nuestra identidad” (Echeverría, 1998, p 53). En definitiva, “los seres humanos no

tienen una esencia fija. Lo que es esencial en ellos (...) es el estar siempre

constituyéndose, estar siempre en un proceso constante de devenir” (Echeverría,

1998, p 166).

Como dice Echeverría, la identidad de los individuos -como las

narraciones- no es estática, no posee características fijas o inmutables. Por el

contrario, la noción del sujeto como una construcción narrativa, le confiere un

sentido de poderío sobre su propia vida, y le permite desempeñar un rol activo en

el diseño de su ser (Echeverría, 1998).

2. DESARROLLO DEL TEMA

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Page 9: Una Perspectiva de La Identidad

2.1. CONSTRUCCION DE LA IDENTIDAD.

Por largo tiempo se ha asumido, de manera natural, que “cada individuo

nace dotado de una particular forma de ser; que cada uno, en consecuencia,

posee una manera de ser permanente, fija o inmutable” (Echeverría, 1998, p 35),

de modo que cada persona durante el transcurso de su vida, daría cuenta de

aquella forma de ser que le caracteriza (Echeverría, 1998).

De algún modo, las distintas teorías clásicas de la personalidad

(Freud, Rogers, Erikson, etc.) (Maier, 1984) comparten un encuadre

epistemológico, un modo de comprender al ser humano y la construcción de la

realidad, que hace referencia más bien a una separación entre sujeto y objeto, así

como a entidades internas de algún modo estables en la persona. “Estos puntos

de vista, se apoyan en la idea cartesiana y lockeana de que la mente es un

espacio cerrado, autosuficiente” (Goolishian y Anderson, en Fried Schnitman,

1998, p 295). De algún modo, según Goolishian y Anderson, “estas concepciones

tradicionales, asumen que las personas constituyen un seceso independiente en

el universo, un sistema motivacional y cognitivo singular, unico, delimitado e

integrado, que es el centro de la conciencia, el juicio y la vida emocional”.

(Goolishian y Anderson, en Fried Schnitman; 1998, p 296)

Por otro lado, para comprender de una manera distinta la construcción de

la identidad, es necesario referirse a una postura epistemológica distinta a las

anteriores visiones, a saber, el constructivismo, donde el observador no esta

separado de las distinciones que realiza; éste, estaría involucrado

constantemente en lo que construye, de modo tal que no puede hacer

construcciones del mundo, de si mimo y de los demás, sin que esté participando

activamente en ellas.

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Page 10: Una Perspectiva de La Identidad

2.2 CONSTRUCTIVISMO

En el marco del Objetivismo, el sujeto cognoscente es considerado un

ente autónomo independiente de aquello que observa, describe y explica, y regido

por reglas inmanentes (Anderson, 1999, p 64; Gaete, et al., 2001). Desde la

mirada constructivista, la posibilidad de acceder a la realidad de manera objetiva

se desvanece, así Ernst von Glasersfeld sostiene que:

“La objetividad es la ilusión de que las observaciones pueden

hacerse sin un observador”. (Von Glasersfeld, en Pakman, 1996, p 19).

A diferencia de lo que se asumía, “ya no es sostenible el supuesto de que

las mentes de los individuos operan como espejos de la realidad externa”

(Gergen, 1992, p 141).

De manera que, como plantea Echeverría, “el cuestionamiento de la

capacidad de los seres humanos de acceder a la verdad (...) implica que el centro

de gravedad en materias del conocimiento se desplaza desde lo observado (el ser

de las cosas) hacia el observador. El conocimiento revela tanto sobre lo

observado como sobre quien lo observa” (Echeverría, 1998, p 41). De esta forma,

se plantea que “la realidad ya no es concebida como independiente de los

supuestos del observador que la organiza” (Demicheli, 1995, p 37).

En suma, toda observación es autorreferencial (Keeney,1987), vale decir,

toda observación se da en función a los puntos de referencia y de los valores del

observador (Sluzki, 1996, p 141).

Asimismo, se advierte que la realidad sólo puede ser “percibida a través

de transformaciones cognitivas (construcciones) determinadas por la estructura

del sujeto cognoscente” (Feixas & Villegas, 2000, p22).

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Page 11: Una Perspectiva de La Identidad

“La legalidad y certeza de todos los fenómenos naturales son

propiedades del que las describe y no de lo que se describe” (Segal, 1994, p 25,

en Romero, 1999, p 34), entendiendo a los individuos como “organismos

proactivos, planificadores, y orientados hacia fines” (Feixas & Villegas, 2000, p

21). De esta forma, el mundo es concebido como una construcción, basada en las

experiencias de cada sujeto, la cual, no exige correspondencia con una realidad

ontológica objetiva, ni siquiera con un supuesto ser o yo interno (Feixas &

Villegas, 2000). Por lo tanto, el criterio de validación depende de la “consistencia

interna con las estructuras existentes de conocimiento y el consenso social entre

observadores” (Feixas & Villegas, 2000, p 21), dando cuenta de la existencia de

interpretaciones alternativas y múltiples significados posibles (Feixas & Villegas,

2000).

En síntesis, cómo conocemos y cómo llegamos a conocer?. La respuesta

(...) es que nuestro conocimiento es una construcción de la realidad, y que esta

construcción es, a su vez, construida” (Feixas & Villegas, 2000, p 32), en cuyo

centro se encuentra el lenguaje.

La construcción de la identidad además es parte de las construcciones

socialmente aceptadas en una cultura y en un momento determinado, son

construidas en el lenguaje, en un contexto social y cultural del cual cada

observador es parte. En este sentido, la perspectiva desde el lenguaje y de la

construcción social puede colaborar en esta comprensión.

2.3. LENGUAJE Y CONSTRUCCION SOCIAL

Maturana (1995) propone que el mecanismo fundamental de interacción en

el operar de los sistemas sociales humanos es el lenguaje, el lenguaje es la

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Page 12: Una Perspectiva de La Identidad

característica del ser humano, que surge con lo humano en el devenir social que

le da origen.

Maturana plantea que los seres humanos, por existir en el lenguaje, viven

en el “fluir recursivo del convivir en coordinaciones de coordinaciones

consensuales, y configuramos el mundo que vivimos como un convivir que surge

en la convivencia en cada instante según como somos en ese instante”

(Maturana, 1994. p. 34)

La individualidad como seres humanos sería social “y al ser humanamente

social es lingüísticamente lingüística, es decir esta inmersa en nuestro ser en el

lenguaje.” (Maturana, 1995. p. 80) Maturana señala que eso es lo constitutivo de

lo humano, se es concebido, se crece, se vive y muere inmerso en coordinaciones

conductuales que involucran las palabras y la reflexión.

H. Maturana plantea que, si bien “el lenguaje es un fenómeno biológico

puesto que resulta de la operación de los seres humanos como sistemas

vivientes” (Maturana, 1997, p 50, en Ibáñez, 2003, p 75), éste ocurre “en el

dominio de las coordinaciones de acciones de los participantes y no en su

fisiología o neurofisiología” (Maturana, 1997, p 50, en Ibáñez, 2003, p 75). De esta

forma, se plantea que el lenguaje, en tanto construcción social, precede a la

construcción del individuo (Echeverría, 1998) pues, de otro modo, si

consideramos “al individuo como ya constituido, para derivar de él el lenguaje, se

nos cierra precisamente la posibilidad de comprender su propio proceso de

constitución en cuanto individuo” (Echeverría, 1998, p 47).

Es en esta comunidad interpretativa, en la que interactuamos, en donde

le atribuimos significado a los objetos, acontecimientos e incluso a nosotros

mismos, a través del diálogo social, el intercambio y la interacción (Anderson,

11

Page 13: Una Perspectiva de La Identidad

1999), pues “el sentido sólo se extrae de un empeño coordinado entre las

personas. Las palabras de cada uno carecen de sentido hasta que otro les da su

consentimiento. Y también ese consentimiento permanece mudo hasta que otro u

otros le confieren sentido” (Gergen, 1992, p 203). En base a este hecho,

Wittgenstein “propuso que nuestras palabras (...) cobran significado a través de su

uso en el intercambio social, en los “juegos de lenguaje” de una cultura.” (Gergen,

1992, p 139).

Es así como, la relación se instaura como el locus del conocimiento

(Anderson, 1999), pues los seres humanos podemos conocer, conocernos y

constituirnos “desde el sistema de relaciones que mantenemos con los demás”

(Echeverría, 1998, p 60).

Por tanto, el individuo se constituye en el lenguaje, el cual a su vez es

generado en un sistema social (en un determinado dominio consensual), de modo

que se plantea finalmente que “el individuo, no sólo es construcción lingüística, es

también una construcción social” (Echeverría, 1998).

Como individuos, “somos lo que somos (o nos contamos lo que somos)

debido a la cultura lingüística en la que crecemos y a nuestra posición en el

sistema de coordinación de la coordinación del comportamiento (esto es, del

lenguaje) al que pertenecemos.” (Echeverría, 1998, p 54), de manera que “el

sentido de sí mismo o el cuento que nos contamos sobre quiénes somos, surge

en la interacción con otros, en la danza de intercambios comunicacionales que

ocurre en los distintos dominios de existencia en los que nos desenvolvemos.

(Zlachevsky, 1998, p 46).

La influencia que ejerce un otro sobre la construcción del sí mismo, se

manifiesta al efectuar el relato de quién se es, pues, “las propias posibilidades

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Page 14: Una Perspectiva de La Identidad

sólo se materializan gracias a que otros las sustentan o las apoyan; si uno tiene

una identidad, sólo se debe a que se lo permiten los rituales sociales en que

participa; es capaz de ser esa persona porque esa persona es esencial para los

juegos generales de la sociedad” (Gergen, 1992, p 203).

Como afirma Lax, “los límites de nuestras narraciones son construidos a

través de restricciones y potencialidades (...), nuestra posibilidad de elegir

narrativas no es ilimitada, sino que existe dentro de contextos determinados” (Lax

1997, en Zlachevsky, 1998, p 46), pues “los contenidos asignados a nuestras

narraciones o explicaciones surgen en una cultura dominante, que le impone

ciertos límites” (Zlachevsky, 1998, p 46) a tales relatos.

Por lo tanto, los individuos no sólo construyen su identidad en un medio

social, sino que asimismo, tal identidad se forja de determinada manera en base

al contexto en el cual está inmerso y a los sujetos con los cuales se relaciona, así

como también desde la particular forma de ver, y de construir la realidad.

En síntesis, “no podemos olvidar que, mientras que el sistema condiciona

lo que somos en tanto individuos, no es menos válido que somos nosotros, en

tanto individuos, los creadores de ese mismo sistema” (Echeverría, 1998, p 58).

Esta aseveración, así como el énfasis en la construcción del sí mismo en

un contexto social, da cuenta de algún modo de la “integración de la mutua

influencia y reciprocidad entre los aspectos individuales-particulares y los

aspectos socioculturales” (Donoso, 2004, p 10) centrándose en “la relación que

existe entre los sujetos que participan de una cultura común, y que desde su

propia experiencia van construyendo realidades en el lenguaje social” (Donoso,

2004, p 10).

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Page 15: Una Perspectiva de La Identidad

La realidad es entendida como acuerdos narrativos co-organizados que

se desarrollan en las conversaciones, de manera que la realidad que vive cada

individuo en particular, se estructura a partir de tales acuerdos consensuales

(Sluzki, 1996, p 145).

Asimismo, es en el contexto interaccional y comunal en donde se genera

significación, de manera que es esencialmente discursivo (Anderson, 1999). A

partir de esta proposición, K. Gergen afirma que “el significado, pues, es hijo de la

interdependencia. Y como no hay yo fuera de un sistema de significados, puede

afirmarse que las relaciones preceden al yo” (Gergen, 1992, p 203 – 204), y

agrega que: “sin relación no hay lenguaje que conceptualice las emociones,

pensamientos o intenciones del yo” (Gergen, 1992, p 204), pues éste, como se

señaló anteriormente, es un fenómeno social.

Desde esta perspectiva, el contexto social es entendido como “un

dominio multirrelacional y lingüístico, donde las conductas, los sentimientos, las

emociones y las comprensiones son comunales” (Anderson, 1999: 80), los cuales

se dan al interior de redes de relaciones en constante cambio. Estas relaciones, a

su vez, se encuentran dentro de dominios locales o generales (Anderson, 1999).

En cada dominio de significados compartidos, vale decir, “en cada uno de

estos sistemas sociales, nos comportamos de forma distinta y esperamos que los

otros se comporten también de una cierta manera que por supuesto también es

diferente de otros sistemas sociales” (Zlachevsky, 1998, p 46).

La existencia de estos diversos dominios en los que cada individuo se

mueve, lleva a que éstos, al enfrentarse al cuestionamiento de quiénes son, a

organizar ciertos acontecimientos de su vida -considerados relevantes dentro de

ese determinado dominio social- en secuencias temporales (Zlachevsky, 2003, p

14

Page 16: Una Perspectiva de La Identidad

1) con el propósito de dar respuesta a tal interrogante. De modo que “tenemos

narraciones distintas para los distintos dominios de existencia o ámbitos de la vida

que forman nuestro vivir” (Zlachevsky, 2003, p 5).

2.3.1. Exigencia social de Coherencia personal.

Si bien cada individuo habita en diversos dominios de existencia, éste se

siente impelido por el contexto social a entregar un relato referente a sí mismo,

destacando determinados acontecimientos de su historia de vida, de manera que

es el contexto social el cual requiere e “impone la idea de identidad, de

coherencia. De un saber quien soy yo” (Zlachevsky, 1998, p 47).

De esta forma, “el problema de la identidad pasa a ser el problema de

mantener la coherencia y continuidad de las historias que relatamos sobre

nosotros mismos. Que le dé continuidad a las múltiples historias que contamos,

en los distintos dominios de existencia en los que participamos” (Zlachevsky,

1998, p 47; Maturana, 1997).

Una comunidad, con un lenguaje particular, considera coherente algo que

puede distar de serlo en otro contexto social (Echeverría, 1998, p 345), de modo

que cuando se afirma que un determinado relato es coherente, se está realizando

un juicio, y al hacerlo, se utilizan los diferentes estándares que posee la

comunidad (Echeverría, 1998, p 345).

Así, la coherencia exigida por la comunidad, se relaciona con la

perspectiva que asegura que cada individuo posee una particular identidad, la

cual se sustenta en la recursividad del lenguaje, pues ésta, “nos hace vivir como

una unidad de experiencia con continuidad en el tiempo. Esta misma recursividad

nos permite conectar una experiencia con otra, como flujo de acciones y

acontecimientos interdependientes” (Echeverría, 1998, p 341). No obstante, el

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Page 17: Una Perspectiva de La Identidad

que una persona actúe o haya actuado de una forma, no conlleva necesariamente

la descripción de alguna propiedad permanente o fija de la persona que está

actuando” (Echeverría, 1998, p 332).

Al asumir el enfoque que sostiene la existencia de características fijas en

los individuos, los mismos sujetos se aferran a los relatos que construyeron en

torno a sí mismos, “sin siquiera cuestionar la idea, y por supuesto sin ver caminos

alternativos posibles, aunque estemos sufriendo producto de no lograr lo que

pensábamos deberíamos lograr” (Zlachevsky, 1998, p 46)

Estos relatos construidos por los individuos, enfatizando la coherencia

exigida por el contexto, se forjan mediante una trama invisible, haciendo posible

que los sujetos narren quiénes son.

2.4. LENGUAJE Y NARRACIONES

Humberto Maturana sostiene que el Lenguaje “no es un instrumento, es

la distinción que hace el observador de la recursión de las coordinaciones de

acciones consensuales que se han establecido entre los participantes de una

interacción como consecuencia de sus interacciones recurrentes previas” (Ibáñez,

2003, p 73). A partir de este planteamiento se descarta la separación entre

pensamiento y lenguaje, y se postula su capacidad recursiva, aludiendo a que “los

seres humanos, podemos hacer girar el lenguaje sobre sí mismo. Podemos hablar

sobre nuestra habla, sobre nuestras distinciones lingüísticas, sobre nuestro

lenguaje, sobre la forma en la que coordinamos nuestra coordinación de

acciones” (Echeverría, 1998, p 51).

El Lenguaje, desde una nueva posición epistemológica, participa de la

construcción del conocimiento, pues se postula que para conocer primero es

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Page 18: Una Perspectiva de La Identidad

necesario realizar distinciones, y éstas se dan únicamente en el Lenguaje

(Ibáñez, 2003).

Adicionalmente, el lenguaje es considerado una acción “y, en tanto tal,

como una fuerza poderosa que genera nuestro mundo humano” (Echeverría,

1998, p 98 - 99). Se explicita así, el carácter generativo del lenguaje, se sostiene

además que la realidad no precede necesariamente al lenguaje, pues éste

también precede a la realidad (Echeverría, 1998). Así, se esclarece que “a través

del lenguaje, no sólo hablamos de las cosas, sino que alteramos el curso

espontáneo de los acontecimientos: hacemos que las cosas ocurran” (Echeverría,

1998, p 34) incluso nuestro “yo”.

2.4.1. La Identidad como construcción Lingüística.

Se podría decir que cada ser humano se crea a sí mismo en el lenguaje y

a través de él, así según Echeverría “lo que somos, nuestra identidad personal, es

una construcción lingüística, una historia que fabricamos sobre nosotros mismos,

sobre la dirección de nuestras vidas en el futuro, y sobre nuestro lugar en una

comunidad y en el mundo” (Echeverría, 1998, p 44).

De esta forma, resulta imposible separar al individuo de su relato

constituyente (Echeverría, 1998), pues “somos el relato que nosotros y los demás

contamos de nosotros mismos” (Echeverría, 1998, p 54). Lo anterior, implica que

al modificar en algún grado este relato de sí mismo, se modifica –

consecuentemente- aquello que somos (Echeverría, 1998).

John Shotter plantea que “lo que describimos como nuestro “sí mismo”,

nuestra “psiquis” o nuestra “mente” solamente adquiere existencia a través de la

mediación semiótica de los signos dentro de un proceso conversacional interior”

(Pakman, 1996, p 215).

17

Page 19: Una Perspectiva de La Identidad

El problema que conlleva esta perspectiva, de acuerdo a R. Echeverría, es

que “sigue siendo una comprensión individual del individuo y, como tal, no toma

suficientemente en cuenta el carácter social del lenguaje” (Echeverría, 1998, p

54).

2.4.2. Narrativas; Construcción de relatos en torno al Sí mismo.

Las narraciones, de acuerdo a Ricoeur, corresponden a “una innovación

discursiva que estructura semánticamente los eventos, aglutinando

circunstancias, causas, efectos, fines y objetivos en una unidad coherente no

heterogénea sino homogénea, en la que todos los acontecimientos se relacionan

entre sí.” (Villegas, 1995, p7).

Cada individuo, con el propósito de comunicar quién es, construye relatos

o narraciones que aluden a ello, las cuales se sustentan en juicios que son

resultado de acciones pasadas, de modo que los sujetos integran estas acciones,

junto con las presentes, a las cuales les han conferido un significado especial

(Echeverría, 1998, p 333).

De alguna manera, como dice Pakman, “lo que nos complace llamar

nuestro si mismo, es un fenómeno de frontera (…) es menos una entidad y más

un conjunto de estrategias, un conjunto característico de modos de responder a lo

otros alrededor nuestro” (Pakman, 1996)

Sin embargo, la recursividad del lenguaje “nos hace vivir como una

unidad de experiencia con continuidad en el tiempo (...) nos permite conectar una

experiencia con otra, como flujo de acciones y acontecimientos interdependientes”

(Echeverría, 1998, p 341).

La narrativa resultante, “o sentido del sí mismo”, no sólo surge a través

del discurso con los otros, sino que es nuestro discurso con los otros. No hay un

18

Page 20: Una Perspectiva de La Identidad

sí mismo oculto a ser interpretado. Nosotros nos “revelamos” en cada momento

de la interacción a través de la continua narrativa que mantenemos con otros

(Pakman, 1996, p 152).

Goolishian y Anderson, señalan que según Schaefer, R. (1978), estamos

contándonos permanentemente a nosotros mismos y a los demás, quienes

somos, incorporando esta historias unas dentro de otras. Desde esta perspectiva

el si mismo se convierte en la maneras , mas o menos estables y emocionales, de

contarnos a nosotros mismo y a los otros a cerca de uno mismo y la propia

continuidad, a través del cambio azaroso y continuo del vivir. (Goolishian y

Anderson, en Fried Schnitman; 1998)

Por tanto, desde esta perspectiva narrativa, la construcción de un relato

de la propia vida se constituye en la base de toda identidad, siendo cuestionados

aquellos conceptos que dan cuenta de un yo unificado subyacente. Del mismo

modo, Goolishan afirma que: “somos el relato que nosotros y los demás contamos

sobre nosotros mismos” (Goolishan; Anderson, 1994 en Zlachevsky, 1998, 45).

En síntesis, de acuerdo a Goolishan y Anderson, “la concepción narrativa

se funda en gran medida en la observación de que la actividad humana que se

lleva a cabo de manera mas inexorable, en publico y en privado, despiertos y

dormidos, es la del lenguaje; y, en el lenguaje, crear significados implica narrar

historias. El self, en una perspectiva post moderna, puede considerarse una

expresión de ésta capacidad para el lenguaje y la narración”. (Goolishian y

Anderson, en Fried Schnitman; 1998, p 296).

Gergen en este sentido propone un enfoque relacional que considera la

autoconcepción no como una estructura cognitiva privada y personal, sino como

un discurso acerca del yo: la representación de los lenguajes disponible en la

19

Page 21: Una Perspectiva de La Identidad

esfera publica……un relato acerca de relatos, y mas aún, acerca de relatos del yo

(Gergen, 1996).

2.4.3. Construcción de Identidad: posibilidades infinitas?

La identidad de los individuos -como las narraciones- no es estática. Por

el contrario, la noción del sujeto como una construcción narrativa, le confiere un

sentido de poderío sobre su propia vida, y le permite desempeñar un rol activo en

el diseño de su ser (Echeverría, 1998).

De modo que, cada individuo genera relatos de sí mismo dentro de un

contexto social, en el que los demás son coautores de los guiones de sus vidas,

siempre en un marco de procesos idiosincráticos de ordenación (Feixas &

Villegas, 2000).

La posibilidad de cada sujeto de participar en su propia creación, se debe

a la capacidad generativa del lenguaje. El lenguaje además, entendido como

acción, nos permiten transformarnos, devenir (Echeverría, 1998). Las acciones

son una manifestación de nuestro ser, así como también, la forma en que éste se

construye. (Echeverría, 1998).

Así, en un proceso de transformación constante, la acción genera ser, de

manera que la identidad de los individuos depende de las narraciones que

construyan, es decir, de las acciones que ejecuten (Echeverría, 1998).

“Ser humano, es estar vivo, es estar siempre en una situación, en un

contexto, un mundo. No hay en nosotros nada que sea objeto de la experiencia y

permanezca constante e independiente de las situaciones. Pero la mayoría de

nosotros estamos convencidos de nuestra identidad” (Varela, 1992, p 83)

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Page 22: Una Perspectiva de La Identidad

Es así como, nos trasladamos del ser a la acción, y con ello, evitamos

estar inmersos en el supuesto metafísico que sostiene que el ser es inmutable

(Echeverría, 1998).

Al participar de la construcción del relato que genera su identidad, los

individuos son capaces de modificarlo. Al transformar la narración que los

constituye, los sujetos se transforman a sí mismos, modifican su identidad

(Echeverría, 1998).

Según Goolishian y Anderson “en el mejor de los casos, no somos mas

que coautores de una narración en permanente cambio que se transforma en

nuestro si mismo, en nuestra mismidad. Y como coautores de esta narraciones de

identidad hemos estado inmersos desde siempre en la historia de nuestro pasado

narrado y en los múltiples contextos de nuestras construcciones narrativas”

(Goolishian y Anderson, en Fried Schnitman; 1998, 297). Según Ricardo Ramos

“se hace camino al andar, y (…) sujeto al contarse” (Ramos, 2001, p 100).

En síntesis, la identidad de cada ser humano, “sólo existe en nuestra

construcción” (Zlachevsky, 1998, p 47).

El self no es, entonces la simple acumulación de experiencias, ni de

características neurofisiológicas. Es más una expresión, un devenir a través del

lenguaje y de la narración. Las narraciones del si mismo, siempre cambiantes,

son los procesos por los que dotamos de sentido al mundo y a nosotros mismos.

(Goolishian y Anderson, en Fried Schnitman; 1998).

DISCUSIÓN

El sujeto se constituye y construye en el lenguaje, en un marco

referencial social, desde la particular forma que cada cual tiene de construir y

narrar la realidad. Este construye una identidad de relatos coherentes, articulados

21

Page 23: Una Perspectiva de La Identidad

históricamente de modo de dar coherencia a su relato (de algún modo exigido por

la propuesta social). Así, se “es” en la interacciones y en las conversaciones, y

ésta manera de contarse quien se es, tiene implicancias trascendentales en las

decisiones y en consecuencia, en la vida de las personas. Si se desarrollara la

capacidad, o el entrenamiento en “verse” momento a momento, en distinguir las

perturbaciones, en cómo y desde donde se hacen las distinciones, de mirar la

propia cosmovisión, las posibilidades de cambio, de ampliar las posibilidades de

elección para “ser” de un modo que permita mayor libertad de elección y

flexibilidad en la construcción personal, son cada vez mayores. Esto hace

referencia a ampliar la capacidad conocerse, pero no en el sentido clásico

(descubrir quien está dentro), sino de hacerse cada vez más “experto” en ver

como se está siendo. Como señala Francisco Varela (1992), “….así, es necesario

introducir una percepción e interrogación fuerte y estable en el afloramiento de lo

que llamamos “mente”, que es momento a momento” (Varela, 1992, pg; 85)

Esta postura lleva implícita una enorme responsabilidad en el operar

y en las distinciones que el sujeto realiza, ya que no se puede “culpar” de lo que

se dice o hace, ni si quiera a una supuesta entidad interna, estable dentro de la

persona (personalidad, carácter, yo, self, etc.), que la hace actuar como tal.

Desde aquí, solo cabe asumir la responsabilidad de elegir quien se está siendo, lo

que se hace y se dice.

Varela y Maturana (Maturana y Varela 1990, 1998; Varela y otros

1997, en Jilberto, R. 2003) dirían que el ser humano enactúa (trae a la mano) un

mundo. Es decir, que la cognición es un proceso de percepción guiada

sensorialmente en la cual el individuo crea un mundo en la medida que actúa. No

obstante esas formas a las que el hombre se ve abocado, porque es lo que

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Page 24: Una Perspectiva de La Identidad

enactúa de mundo, es su mundo, no son de naturaleza definitivas, no son reales,

en el sentido que exista una correspondencia entre la imagen de esa forma en el

hombre y lo que está allí afuera de él.

Aferrarse a la idea de un yo permanente puede ser sólo una

explicación para darle sentido a lo que ocurre ahora, las distinciones que hago y

las decisiones que tomo, versus un yo centrado en el movimiento, en el

acontecer, donde se distinga un sujeto integrado a un macro sistema, de

relaciones y relatos, que sea capaz de ver como está viendo, desde donde está

mirando, como está siendo, y así poder re-comprender y re-describir

constantemente quién es (Varela, 1999)

En esta perspectiva el papel atribuido al observador cambia

profundamente la concepción clásica de que la vida “es la que a cada uno le

toca”, ya que incluye así la capacidad de elección del observador, así como el

diseño de su “ser”.

Siguiendo a Gergen, se podría plantear como él señala…. “Nuestra

identidad presente es, por consiguiente, no un acontecimiento repentino y

misterioso, sino un resultado sensible de un relato vital”, y cuanto mas capaces de

construir y reconstruir nuestra auto narración, seremos mas capaces en nuestras

relaciones efectivas (Gergen, 1996)

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