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Una generación desencantada: Los poetas de los años setenta En mil novecientos setenta y cuatro, el Banco de Colombia publicó dos volúmenes titulados Antología crítica de la poesía colombiana (1987-1 974>, de Andrés Holguín. Banco y antología celebraron cien años de capitalismo canonizando sesenta y cinco poetas, dieciocho de los cuales fueron agrupados bajo el lema: Los últimos poetas. La publicación de la antología fue un exacta coincidencia: 1974 no es sólo el año que marca el monopolio del capital financiero y el co- mienzo de su ruina como fórmula redentora de nuestra secular pobre- za, sino también el que promedia la aparición de los libros de algunos de los poetas que dejarán huella en la poesía colombiana de esa década que quizás llegue a conocerse como una Generación Desencantada. Esta nota quiere celebrar los primeros diez años de esa promoción. Contrariando los deseos de algunas buenas almas, la poesía es tam- bién un producto, en el sentido de no formar parte del universo sino ser un objeto agreagado a él, una mercancía que consumen ciertos espí- ritus y que venden los mercados editoriales, financiados por los pro- pios poetas o instituciones filantrópicas o estatales. La poesía es tan inútil como una yarda de tela, un litro de vino, un coche, un avión o un talón de banco. Todo depende de su valor de uso. Pero no habrá al- guien, que alguna vez, no requiera de esos objetos llamados versos, cu- ya demapda a través de los tiempos ha ido exigua pero jamás pasajera. El arquetipo de la rueda ha cambiado de materia con el paso del tiem- po, el poema ha variado sus formas porque sus asuntos lo requerían. Pero ayer como hoy, la lírica es uno de los objetos más perdurables y ha logrado vencer a la rueda. No hay museos para la poesía, sus mu- seos son el lector que repite las frases de Job, Arquiloco, Li Po, Villon, Whitman, Kavafis o Eliot, contemporáneos de quien los revive. El ver- bo, materia y alma del poema, desconoce la usura. En otra ocasiones me he referido al Nadaismo. Baste ahora repetir que poco queda de tanto papel impreso y que muchos de los poetas que considerábamos memorables hace diez años están erosionados por la Anales de literatura hispanoamericana, núm. ¡4. Ed. Univ. Complutense, Madrid, 1985.

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Una generacióndesencantada:Los poetasde los añossetenta

En mil novecientossetentay cuatro, el Banco de Colombia publicódos volúmenes titulados Antología crítica de la poesía colombiana(1987-1974>, de AndrésHolguín. Banco y antologíacelebraroncien añosde capitalismo canonizandosesentay cinco poetas, dieciocho de loscualesfueron agrupadosbajo el lema: Los últimos poetas.

La publicación de la antología fue un exactacoincidencia: 1974 noes sólo el año que marcael monopolio del capital financiero y el co-mienzo de su ruina como fórmula redentorade nuestrasecularpobre-za, sino también el que promediala aparición de los libros de algunosde los poetasque dejaránhuella en la poesíacolombianade esadécadaque quizásllegue a conocersecomo una GeneraciónDesencantada.Estanota quierecelebrar los primeros diez años de esa promoción.

Contrariandolos deseosde algunasbuenasalmas,la poesíaes tam-bién un producto, en el sentidode no formar partedel universo sinoserun objeto agreagadoaél, unamercancíaqueconsumenciertosespí-ritus y que venden los mercadoseditoriales, financiados por los pro-pios poetaso instituciones filantrópicas o estatales.La poesíaes taninútil como unayardade tela, un litro de vino, un coche,un avión o untalón de banco. Todo dependede su valor de uso. Pero no habrá al-guien, que algunavez, no requierade esosobjetosllamados versos,cu-ya demapdaa través de los tiemposha ido exigua perojamáspasajera.El arquetipode la ruedaha cambiadode materiacon el pasodel tiem-po, el poemaha variado sus formas porquesus asuntoslo requerían.Pero ayer como hoy, la lírica es uno de los objetosmás perdurablesyha logrado vencera la rueda. No hay museospara la poesía, susmu-seosson el lector que repite las frasesde Job, Arquiloco, Li Po, Villon,Whitman, Kavafis o Eliot, contemporáneosde quien los revive. El ver-bo, materiay alma del poema, desconocela usura.

En otra ocasionesme he referido al Nadaismo.Basteahora repetirque poco quedade tanto papel impresoy que muchosde los poetasqueconsiderábamosmemorableshace diez añosestánerosionadospor la

Analesde literatura hispanoamericana,núm. ¡4. Ed. Univ. Complutense,Madrid, 1985.

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historia. Se puede leer, por ejemplo,de la mismamaneraa X-504 cuan-do se ha convertidoen Jaime Jaramillo Escobar?Creo que JaramilloEscobarenterróa X-504, dejandoal Nadaismoen unaorfandadabsolu-ta. X-504 es un poetaaislado,a pesarde que Jaramillo Escobarinsistaen hacerlo formar parte del grupo que comandabaGonzalo Arango.Leída hoy, en su poesíapocarelación encuentrauno con los principiosy prácticasdel Nadaismo, y puededecirseque es un raro poetaque co-mo un puentelevadizocontinúa la tradición culta de la poesíaanterior,esta vez mirando hacia culturas y visionesdel mundo que vivían ocul-tas en nuestropaís. X-504 viene de las lecturasantropológicasy de losestudiosde culturasque como la africana o la egipciaestán latentesenla memoriade las sociedadesabolidaspor la Conquista.X-504 es la vozde aquellos deambulantescuyo signo es el presagio,perofue, raramen-te, en Los poemasde la ofensa (1969), alguien que dejaraimpresoel to-no de los desclasadosy ciertamente sus textos no permiten que unaideología confusa los habite. Siemprehay en esospoemasun escritorculto, recordandoaWhitman o Cendrars,teñidos de color local. En susúltimos poemas,publicadosa raízde un premio literio, Jaramillo Esco-bar logró dar rostro a los deseosde X-504. Su personaetuvo que espe-rar tres décadaspara que el contertulio de Gonzalo Arango escribieracomo él. Muerto X-504, al hacersu aparición JaimeJaramillo Escobar,cual ave Fénix dio cuerpo,una vez vencido por la carcomade la sole-dad,a esavoz que apareceen los poemasde suúltimo libro: largaspa-rrafadassin sentido,arengasproducidaspor el resentimiento,proyec-tos truncos y cenizasde lo que fue un poeta. Raro destino el de nniery

úúd&en vida ser, llegadala madurez,el satánicopersonajeque habíansido, en sus años mozos, sus camaradas.Por eso Jaramillo Escobarocultabasu nombre: la máscarapermite al actor no ser él. En su casoJamáscaralogró convertirlo en ella a una hora dondeno existen el es-cenario ni los paisajessobrelos cualesse recortaronlas figuras de losNadaistas.La última páginade Los poemasde la ofensareza: ‘<Aquí vi-ve Jaime Jaramillo Escobar>’.Poemascomo éste:

Al día siguiente, cuando la mañana apenas aleteaba en mi ventana,el tren tocaba a mi puerta y yo tenía que prepararme apresuradamente para el regreso.El ángel malogrado, extrañamente bello, palpitaba en el humo del sueño,mientras los perros, en el jardin, trataban de imitar a la sirena, ladrando, agudamente.Quinientos metros másahajo,dondecomenzabala bruma,albeahala plazoletay yo me dirigía hacia ella dejando caer en mi rostro el rocío, que es bueno para los ojos.

(Por nombreRoy)

veníande algún tono de Arturo y presagiabanlas melodíasde JoséMa-nuel Arango,quien inicia el ciclo de poesíacolombianaque llamaremosGeneracióndel Desencanto.En X-504 hay individuos, cuerposcasi iden-tificables. En JoséManuel Arango se inaugura,otra vez, un retorno ha-

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cia la historia, las gentessin rostro dondeel lector se ve y que pa cccser el rasgodefinidor de la poesíade los cuatrocolombianossobrelosque escribo.

¿Qué sucedió en Colombia entre 1930 y 1970, año en el cual inicia-ron suspublicacionesestospoetas?No hay que hacermucha memoriapara recordarcómo de un país patriarcal fuimos pasandoa un capita-lismo sin rostro, a una nación que desaparece.La naturaleza,los cam•pos, los antiguosnúcleosfamiliares se han convertido en esedolorosopaís que fue surgiendoen medio de los cientosde miles de muertosdeLa Violencia. El desplazamientode grandesgruposhumanoshacia lascabecerasde los departamentosnos ha deparadoesascaricaturas deciudadesde hoy que hacinana miles de seressin educaciónni ingresosy por tanto sin un sentido de la nacionalidad.La Generaciónde Mito,mejor, sucreador, vislumbró el fracasoque vivimos. En La revolucióninvisible (1959) Jorge Gaitán Durán, refiriéndosea su revista con oca-sión de un comentariode Hernando Téllez según el cual lo publicadoen Mito resultabaal establecimiento«fastidiosoe intranquilizadoro in-comprensible»,dice algo que resultó ser el retrato del presente:

«No podía esperarseotra cosa de un ambienteen dondeparahacercarrerahay necesidadde cumplir inexorablementeciertosrequisitosde servilismo, adulación e hipocresíay donde ingenua-mente las gentesconfundenestostrámites,estaascenciónexactay previsible, con la política. Sin duda el fenómenodel arribismose produce en todaspartesy no sólo en el ajetreo electoral,sinotambién en la vida económicay en la vida cultural, pero aquí hatomadoen los últimos tiemposcaracterísticasexacerbadasy mór-bidas,cuyo estudiosería interesantey tendríaquizás que empe-zar por la influencia que la agudacrisis de estructuradel país yconsiguientementede los partidos políticos ejerce sobre el tratosocial, sobre la comunicación en la existenciacotidiana. Resultasignificativa la frase que un político de las nueva generacionesusaa menudo: Voy a cometermi acto diario de abyección,fórmulaque exhibe la desición—en otros casosfurtiva— de obtenera to-do tranceun puestode ministro, de parlamentario,de orientadorde la opinión pública, en fin, de ser alguien, de parecenSu humores una coartada;intenta cubrir el desarrollo ético con el conforambiguo y efímero del lenguaje. Se trata de un sorelismociego ysatfi4echo,cuyosobjetivos dependende algún destinoajeno e im-perial. El oportunismode Julián Sorel es lúcido, torturado, solita-rio y más eficaza la larga. En nuestraAmérica el héroeempeñosode Rojo y Negro hubiera llegado a serpresidentede la república.>’

El país ha vivido la más devastadorade las épocasdesdela Guerrade los Mil Días, con el agravantemencionadoantes: la desapariciónde

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la nacionalidad.Paralos poetasde la GeneraciónDesencantadano hu-bo, como podráverse despuésen los textos, un país al cual asirse. Laeducaciónque recibieron(no sólo ellos, sino sugeneración)fue mezqui-na y atrofiante, y viniendo de distintosestratossociales,el hilo que losune es la desolaciónfrente al presentey la nostalgiade un país que,por supuesto,nuncaexistió.

JoséManuel Arango nació en Carmendel Viboral (1937). Haceme-dio siglo era un centroartesanaly agrícola y el caseríoteníaun rostrode casasbajasde baharequey teja rojiza. Hoy es una distorsión visual.Una plaza del más burdo pavimento sirve de marco a una mueca deiglesia de proporcioneshipercontemporáneasmientras los viejos jeepscon que los norteamericanosinvadieron Europaen la segundaguerramundial, cargadosde plátanos,café, cacaoy otras frutas van llegandoel domingo con los campesinosque bajan al mercado.

Extremadamentetímido y absolutamentedesinteresadoen la divul-gaciónde su obra, sería hoy desconocidasi no hubieraformado partede la redacciónde una revista dondemás que publicar susversosser-vía de traductor. Su primer libro, En estelugar de la noche,se publicóen 1973, cuandotenía treinta y seis años.La edición, extremadamentepobrey mal cuidadano impidió que alguno espíritusatentos,comoAn-drés Holguín, vieran en sus poemasla novedadque traían. En estelu-gar de la nochees un libro desigual,desorganizado,tipográficamentemal distribuido y con grandesdescuidossintácticos.Arango queríade-jar impreso el ritmo de su hablay esperoque en la recienteediciónan-tológica de suobrahayacorregidoesospequeñosdescuidos.En esteli-bro maravilla el tono, la visión, pero su rasgodeterminantees el usoque da a metáforasvirgilianas para nombrar las cosas y los hombresque las usan.La ciudad, esasciudadesmiserablesque son nuestrasca-pitales de provincia, hanquedadolevantadaspor estemaestrode obradel verbo.

En la carnicería cuelga el tronco de la res desolladacomo un fuego vegetal.Por ia cara sombríade las vendedoras de floresrebrilla el mio de las rosas.Entre el griterío cantan los pájarosy la cáscara de plátano se tuesta hajn eí sol de la tarde.

Bachué, señora del agua,Enséñame a tocar la fina pelosa bermeja del zapote,a ver la sal en el oscuro lomo de la trucha.

(Baldío)

Siempre seme ha ocurrido que JoséManuel Arango no sólo lee poesíasino que imagina murales.Viendo los frescosde Rivera,en México, me

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acordabade los textosde Arango. Pero seguroestoy equivocadoy esposible que él no sea conscientede estamanerade agregaral mundounosmurales dondela pobrezaes cantadaen alto tono.

Aunque una buenaparte de la poesíade Arango está dedicadaalerotismo, un erotismo nada expedito, como en algún otro poeta, sustextos son siempreuna mano que toca la piel de la mujer más que ac-tos amorososo simples fornicaciones.Arango se complaceen recrearel ojo sobreel talle de una negra o los labios de una mulata y es rarover en susversosalgunamuchachamestizao blanca. Arango tiene pa-sión por las mujeres de cuerposmacizosy unajovencitabogotanaconel pelo recién lavado creo que nada inspiraría a estepoeta y profesoruniversitario que segúnentiendohablade Platóny Hegelcon la mismafacilidad como —con voz bajay parsimoniosa—va largandodurantelaconversaciónsu sabiduría,sus lecturasy el orgullo de estarmás actua-lizado que cualquieraotro que viaje con una recienteantologíabajo elbrazo.

Arango se ha ocupadotambién de bosquejara los extrañados,losabandonados,los solitarios, pintando la ruina de la vejez:

Sentados en circulo,el rostro cerrado por enigmáticasonrisaos sordoshacen signos exirañoscon los dedosy cuando la oscuridades silencioovencon la sien en el puñosus pensamientos.

Atroz vigilia de los sordosen Sus cráneOslos silenciosos hundimientosde los valles del mar.Los oiosdolorosamenteabiertos.

(4sílo)

Uno de susmejorespoemastiene un título significativo: Una pasadomeridiano. En él recorre no los barrios bajos sino el centro de la ciu-dad. Soldados,notarías, casasde citas, funerarias,pirueteros, mendi-gos,son los habitantesde esemundo. La manerade elegiry colocar lossujetoses eficaz en estospoemasqueaparecieronen Signos(1978)

En la cuneta eí perro envenenadomuestra sus dientes amarillos.

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Un sol de cobreaporrea la nucay las caras aniñadas de los soldados bajo los cascos.Notarías, casas de putas, bancos, funerarias,Los saltimbanquis,con sus ropas ceñidascomo bailarinespiruetean.

Mira a los que miran.Considera estos rostrosatravesadospor una mueca rencorosa.Bajo la suelasentirás el asfaltoquemándote la planta.Respira la aridez del aire,el olor a betún, el polvo.

El viento trae un olor nauseabundo dc los basureros,Mediodías como olas de luego sobre los tejados.Un gallinazo vuela siguiendo a curva del rio.

Párate a oír cantar a las dos ciegas.Sentadas en el borde de concretode la jardinera, remotas,rascarán sus guitarras.Fija el dúo de vocesnasales, agudas;el crotaloteo de las maracas,

En la accra de enfrente,con el barboquejo pegado al mentón,habrá un soldado inmóvil.

La poesíade Arangotiene otro rasgodefinitorio: no sirve de moral.El lector debesacarsusconclusionesde los asuntosqueel poeta,comoun socrático,propone. Pero Arango sabede qué habla. Y sin añorar elpasadouno de sustextossitúa ideológicamenteel tiempo que le ha to-cadovivir.

Pensaba un lenguaje secreto,inventado para asegurarse contra los desvaríos,

De noche, en la vasta sala,con la luz en el rostro,solía releer un grave libro.

La leyenda, no obstante,lo imagina sobre su caballo.Detenido en un gesto de ira.

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Era el Señor,Aún están sus huellasen la mesa, en las leyes,en los pechos de las doncellas,en el vaso que empañé con so respiración.

(El ,Señorj

Parececomo si Arango prefiriera esa figura autoritaria, pero al ca-bo definida, a los símbolosdel poderde hoy. Su significado es poliva-lente y sólo Arango podría decirnos cuál fue en últimas su intención.Arangohabla de leyendacomo si no hubieseconocidoal Señor.El ale-jamiento, que pareceríanosremontasea unaEdad Media, nos acercaanuestro inmediato pasado.La inmediatezde esoscincuentaañosde si-glo veinte que hicieron del Señor un Banquero sin haberle cambiadolos zapatosembarradosde bosta.

María MercedesCarranza nació en Bogotá (1945) pero pasó buenaparte de su juventud en Europa, especialmenteen Españay Francia.Su padre fue, durantevarios lustros, agregadocultural en variasciuda-des españolasy tuvo contacto con los más destacadospoetasde la ge-neración posterior a la del veinticinco, la de Panero,Rosales,Ridruejoy Luis Felipe Vivanco, con quienescompartíaaventuraspoéticasy polí-ticas.Maria Mercedesrecibió una educaciónque bien podemosllamaresmeraday consistente,de cortecatólico, peroal fin y al cabouna for-mación de la cual no han gozadomuchosde suscompañerosde genera-ción. Lectoraen francésdesdejoven, en plena adolescenciaquedóatra-padapor las ideasdel existencialismo,en especialCamus,cuyo estilo avecesdeja traslucir en los ensayoscortosy a vecesácidosque publica.Quizásella sea la más desencantadade todoslos del grupo. La vida es-pañola, bajo el franquismo, inculcaba en los jóvenes un sentido degrandezanacional,así fuera un orgullo que descansabasobre los millo-oes de muertosy vejámenesque produjo la GuerraCivil y luego la pos-guerra. Yo me preguntoqué sintió María Mercedesal pasardel mundociertamentefeudalespañola esaColombiade los sesentasde la que ha-bla Gaitán Durán. Creo que debió sentir una depresiva repugnancia.Quien había conocido o tratado al Marquésde Cuevas,Dalí, GerardoDiego, Azorín, JuanRamónJiménez,DámasoAlonso, José María Zubi-rón, Jorge Guillén, Aleixandre, VázquezDíaz, Rosales,Ridruejo, Fer-nándezFlórez y quizás al Generalísimo,con quiénesiba a encontrarseen una Colombia donde la figura egregia, oficialmente, era el doctorLópez de Mesa, que soñabaque el hombreveníade una antigua y gla-cial sardina?

María MercedesCarranzaha publicado dos libros: Vainas (1972) yTengo miedo (1983), dondehizo una selecciónde suspoemas,pero sigopensandoque lo mejor de suobra está,definitivamente, en el númeroXL de Golpe de Dados,trecepoemasque despertaronel entusiasmode

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no pocosde los escasoslectoresde poesía.No hay duda queallí hay unpoeta.

Vainases un librito que se regodeaen impugnar el tonoceremonio-so que habíancontinuadoalgunos escritoresy muchos lectores llega-ron a pensarque teníamosen ella unaespeciede López, perobogotano.María Mercedesdice que viene más bien de NicaranorParra,pero esotambién estápor verse.Yo encuentrotonos muy españolesen sus tex-tos y así lo dije en su hora. La actitud de rasgarla propia vida frente ala luna del poemaes muy castellanay tiene una dilatada tradición. Nicinismo ni amargura:desencantoy valor paradecir las miseriaspor lasqueatraviesaunamujer, queestambiénnosotros.Desolados,los ha ca-lificado la escritora.

Sobranpalabras, ingenuamentederrumba la ideología al uso: todolo quenos han dicho tiene valor es falso y merecesercondenadoadis-tintaspenas.No hay muchasustanciaen estepoemaperoel tono lo ha-ce recordar; es la voz de Maria Mercedes,el poetaque ha ganadounamúsicapara ser reconocido:

Por traidoras decidi hoyasesinar algunas palabras.Amistad queda condenadaa la hoguera,por hereje;la horca convienea Amor por ilegible;no estaría mal el garrote vil,por apóstata, para Solidaridad;la guillotina como el rayo,debe fulminar a Fra ternidad;Libertad morirálentamente y con dolor:la tortura es su destino;Igualdad merecela horcapor ser prostitutadel peor burdel;Esperanzaha muertoya;Fe padecerá la cámarade gas;el suplicio de Tántalo, por inhumana,se lo dejo a la palabra Dios.Fusilaré, sin piedada Civilizaciónpor su barbarie;Queda la palabra Yo. Para esa,por triste, por su atroz soledad,decreto la peor de las penas:vivirá conmigo hasta el final.

Lo mejor de supoesíase centra,como he dicho, en el desnudamien-to de sí misma. Nos entrega,con naturalidad, sin alardesde martirio,la decepciónde su vida. Por primera vez sucedealgo así en la poesíacolombianay viniendo de un poetae intelectual que es madre, herma-na, hija y amante—en sociedadestradicionalistas—esextremadamen-

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te penosa.Hay que tener mucho coraje para ponerseen escenade lamaneracomo lo haceMaria MercedesCarranza,sin temor al ridículo,afrontándolocon la calidad de tus textos.

Moriré mortal,es decir habiendo pasadopor este mundosin romperlo ni mancharlo.No inventé ningún vicio,pero gocé de todas las virtudes:arrendé mi almaa la hipocresía: he trafleadocon las paiabi-as,con los gestos, con el silenciocedí a a mentira:he esperado la esperanza,lic amado eí amor,y hasta algún díapronuncié la palabra Patria,

Este fragmento de Patasarriba con la vida es sintomáticodel mun-do quetuvo que enfrentar la joven casi españolaque terminó subachi-llerato en Bogotá, en el NuevoGimnasio,bajo el influjo de la MargaritaGautier de Rubén Darío. La joven que se paseabapor Paris recreandolas modasde la Marlene Dietrich de los veinte; que cantaba—ayer co-mo hoy— las letrasde Piaff o se tranforma,en las nochesde tertulia enunacortesanao una violetera sabeque todo forma parte de un dramaque hay que seguir padeciendocadamañana,vistiéndosede esaotraque vende un rostro y un comportamientopara sobrevivir.

De repentecuando mc despierto en la mañaname acuerdo de mi,con sigilo abrolos ojosy procedo a vestirme.Lo primero es colocarme mí gestode persoha decente.En seguida me pongo las buenascostumbres, eí amorfilial, el decoro, la moral,la fidelidad conyugal:parael final dejo los recuerdos.Lavo con primormi cara de buena ciudadanavisto mí tan deteriorada esperanza,me meto entre la boca las palabrascepillo la bondady me la pongo de sombreroy en los ojosesa mirada tan amable.

(El oficio de vestirse, fragmento)

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No habiendologrado una obra de esasque los críticos llaman sus-tantiva, Maria MercedesCarranzaes una buenamuestra,por el tono ylas aguasque arrastra,del rumbo queha tomado la poesíacolombianaa partir de los setentas,y en ella hay la particularidad de que nadaeselegíacosino tristementedesganado.Se me ocurre que su poesíahacependant con los cuentosde Policarpo Varón publicadosen El ¡aso sue-no: hay un desganomayúsculoen Lodos los actos, un desganoqueanuncia siempreel fracaso.¿Paraqué? y un alzar los hombrosson laslumbres de esos textosque en Varón son los fracasosamorososy enMaría Mercedeslos fracasosde las ilusiones.

Con Juan Manuel Roca (1946) pisamosotros terrenos.Nacido en laotra capital del país,Medellín, Rocapasósu niñez en París y su puber-tad en México. Sin padre poeta, Roca tiene tío, el gran Vidales, que sindudaha influido en la formacióndel sobrino. Al menosambos son irra-cionalesen poesía,no respetanley algunay han sido arbitrarios y pen-dencieros,es decir, vanguardistas.

Roca ha publicado varios libros, todos reunidosahora en Antologíapoéíica (1984). En Roca hay dos manantiales:la demenciade la escritu-ra automáticay el aciertopara criticar con sañalos actosdel establecí-miento y esejemplaren esteoficio, Rocaes la encarnaciónde un profe-ta que despreciael trabajo como lo entiendeel mundo burgués,así nodesdeñelos placeresque ofrece estemundo ni hayavendido sualma aldiablo en una nochede Walpurgis. Creo que los poemasde Roca quevoy a glosar han sido, entreotros, los mejoresversosescritos durantelas administracionesde López y Turbay para denunciar un sistemaopresivo que trasciendela geografíapero hiere al ciudadanocotidianoque lee en el poemael horror que lo cerca. Es mucha la poesíaque des-tilan estos textos.

1-lay un cambio dc guardia en la noche.Algún ciego tañe cl viento.¿Pero qué hace que los muertosDestíendan la cama,crucen a nado cl aíre de la casaO nos hagan pronunciar extrañas palabras?¿Quién tira del mantelY tumba las cebollasQué mano invisible nos toca la cspalda?Podemos acusar al vientoDe trizar otra orilla dcl sueño,De tropezar, con seres ausentes,Dc descolgar los retratos de los suenos.¿Pero quién asegura que los puentesNo caminan sobre el ríoEntrando en la noche?

(Cambio dc gua rda)

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Roca recurre aquí al distanciamiento.Puededecirseque estees unpoemamedieval>que estáescrito antesde unapestey queel monje quelo redactapresientela sustanciaciónde la vieja tesisde que al mal an-tecedenvisionesdel mundo al revés:el siervo castiga al amo, el bueyarrastraal agricultor, el ciervo mata al león, etc. El encanto del textode Rocaes también supicantesaborexpresionistay me recuerdaalgu-nos de los versosde Wilhelm Klemm en Poemasdel campo de batalla.Rocaha leído aTralk y a Kafka: en aquel retumba,muchasveces,unamelodía apocalíptica;en este, el mundo al revés es doctrina. Al estilode Tralk lo llamó Walter Falk «desconsolado».En Roca no hay sólodesconsolaciónsino ira. Es un iracundo,uno de los furiosos queen lasNavesde los Locosbogabansin puerto en los ríos de Europabajo no-chesllenas de cuervos,cantossin estrellasy días ciegospor el hambrey el impedimientode tocar tierra. Esafuria, pausada,bien dosificada,está en esta carta:

Me preguntausted dulce señoraQué veo en estos días a este lado del mar.Me habitan las calles de este paísPara usted desconocido.Estas calles donde pasear es hacer unLargo viaje por la llaga,Donde ir a limpia luzEs llenarse los ojos de vendas y murmullos.

Me preguntaQué sientoen estosdíasa estelado del mar,Un alfileteo en el cuerpo,La luz de un frenocomioQue llega serena a entibiarLas más profundas heridasNacidas de un poblado de días incoloros.

¿Y el sol?El sol, un viejo drogoqueha lamido esasheridas.Porquesabeusted,dulce señora,Es este país una confusiónde calles y de heridas.La entero a usted:Aquí hay palmeras canto,-as

Perotambiénhay torturados.Aquí hay cielos absolutamentedesnudosY mujeresencorvadasal pedalde la SingerQuehubieranpodido llegar en su loco pedaleoHastaJavay Burdeos,HastaNepal y su pueblito de Gales,Donde supongoquebebía sombras su queridoDylan Thomas.Las mujeres de este país son capacesDe coserleun botón al viento,De vestirlo de organista.

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Aquí crecenla rabia y las orquídeas por parejo.No sospecha ustedlo quees un paísComo un viejo animal conservadoEn los másvariadosalcoholes,No sospechaustedlo quees vivirEntre lunas de ayer, muertosy despojos.

(Una carta rumbo a Ga¡es~

En Cart& en el buzóndel viento no hay mensajeroya y quizásdesti-natarioy quien escribeestáatrapado,sin salida.Los colombianos,y to-do mundo, sabenque no es necesariocomentarun texto como este. To-do estámuy fresco a nuestroalrededor,la sangreno ha terminado desecarseni en las paredes,ni en los andenes,ni en las caballerizas,nisobrelas aguasde los ríos.

Sin saber para quién,Envío esta carta puestaen el buzóndel viento.Oscuroshombreshan merodeadoa mí puertaCon gabanesabultadospor la escuadrade una lugger,Y en la noche, mientras leia a mis viejos poetasenlonados,Una legión de sombrasha roto mi ventana.No son duendes.No son fantasmaslos habitantesde esteebrio rincón del mundo.Y sin embargo,Nos hemosvisto dandonombrespropios a un vacto:Hay un pobladode hombresdesaparecidosY es frecuenteescucharen las callesy en los baresA gentesquehablande abandonarun paíscomoun barcoque naufraga.Sin saberparaquién,Escribo esta carta puestaen cl bt,on del viento,Desde una nación donde alguien proscribe eí sueño,Donde gotea el tiempo comolluvia envilecidaY la risa es condenada por traición a los espejos.

No sé aquién pedirle queabrasu ventanaParaqueentreestacarta en el buzóndel viento.

i. O. CoboBorda (Bogotá, 1948) es el último de los poetasde estage-neraciónqueexaminaré.Alguien dirá quehay otros, y estáen ló cierto,perono se trata de olvidar nombres,sino de mostrarlas tendenciasporlas queatraviesala escritura de estapromocton.

Nadie en Colombia, con excepciónde GarcíaMárquez, ha recibidotantoselogioscomo Cobo Borda. Los más importantescríticos latinoa-mericanos,desdeOctavio PazhastaJoséMiguel Oviedo han escritoso-bre suspoemasy sus libros de ensayosencomiosamente.Y en el país,son docenasde periódicoslos queguardanentrevistas,reseñas,comen-tarios, etc., y podría darse una gruesa lista de notablesque han hechootro tanto. Hay quienescreen que todo viene del hecho de ser JuanGustavoel redactor de Eco y por cerca de una décadaun importantefuncionario de la empresaestatal de cultura. Puede que seaen parte

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Una generacióndesencantada:Lospoetasdelos añossetenta 45

cierto, perono sepuedepasarpor alto que en suspoemastieneasideroun tono contestatario que viniendo de tan encumbradopersonajeessignificativo. También sutono es único, peculiar.

Poco sé de la vida de Cobo Borda. Creoque estudióen la universi-dad de los Andes y que ha viajado abundantemente.Lo que sí puedoafirmar es que al leer susescritosuno siente las minadas de lecturasquehabráhechoy la extraordinariamemoriapara citar y citar hastaelcansancio.Su poesíaha sufrido por esavirtud de lector hedónicoperosu persistenciay voluntad de estilo nos ha entregadoen Todoslos poe-tas son santose irán al cielo (1984), como he dicho recientemente,lomejor de su obra. Cobo ha ordenadouna y otra vez sustextos y los hacorregido insistentementehastalograr un buen producto. Es su tonobastanteseco,de corrector de estilo, peroen algunospoemasrecientesha ido adquiriendoun tono elegíacoque satisface.Ahora que ha pasa-do de los treinta creo que supoesíatomaráotros rumbos,menosestre-chos y tortuosos,como los queencuentrael lector en los libros anterio-res.Pero esallí, en esospoemasy en esoslibrosescritosdurantelos se-tentas,dondeestá el poeta que quiero ilustran

CoboBorda tiene un buen númerode textosdondecritica y fustiganuestra historia y nuestro presente.A Cobo le produce asco el país.Mientras en Arango hay frescos,en María Mercedesdesgano,en Rocatra, en CoboBorda hay una repugnanciaque se acercaa las náuseasdeAntoine Roquentin.

Fechas sangrientas, de largasy meticulosastorturas.Caminamossobre aquellosque fueron nuestrosamigos.Rostrosconocidos,vistos una y otra vez en los mitines.Obligados, luego, a limpiar la gasolinadel piso:lenguaheridaentrevidrio y mugre.Todo estoparecetremendismoperola violenciaes el pan nuestrode cada día.Y nuestro recuerdoobsesivoaquelladanzaen tornoa la hoguera.El 15 defebrerode 1966 murió Camilo Torres.En eseentoncestodos teníamosi8 años;hoy coronana la Reinade la Cocay los muertosseacumulan.Sopla, sopla sobreestascenizas.

(Estos tiempos)

Este es un buen ejemplo del estilo y repulsión que produceen Co-bo Borda la cotidianidadcolombiana.Me gustanesospoemas,esasma-nerasde sercapazde un cinismo lúcido y transparentesabiéndosejuezy parte.

Me entiendo biencon esosancianosexigentesy ruines.Tardes ganadas en compañíasuya

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escuchando el rosario de anécdotasacercade un paísque lo redujo al desvarío.Son generosos: brindan so ceguera.

(Viejos maestros)

Podría citar algún otro texto pero creo que con estos basta. CoboHorda tambiénestádesencantadoy se me ocurrequees unaespeciedeLópez: un aristócrataque despreciala plebe que le rodeapero que re-trata —como en Balzac— lo que éstaquiere derrocar.

Cualquieraque visite hoy nuestrascapitalesde provincia o la mis-ma Bogotá no dejaráde quedarseasombradopor la deambulantemise-ria que vivimos: cantantescallejeros, locos, leprosos,travestis,recoge-dores de colillas, drogadictos,borrachos,gamines,carteristas,desem-pleados,vagos,emboladores,loteros, falsificadores, vendedoresambu-lantes, pordioseros, revendores, timadores, rateros, husmeadoresdedesperdicios,etc., etc. He ahí la Colombiaqueprodujo el FrenteNacio-nal. Ese paísestá, de muchasmaneras,en los poetasque he comenta-do.

HAROLD ALVARADO TENORIO

Marymount ManhattanCollegeNew York (EE.UU.)