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2 HERALDODOMINGO 8 de noviembre de 2009 Aurora Lacasa fue cantante de éxito en Alemania Oriental, lloró el 9 de noviembre de 1989 y aún cree que la RDAfue “absorbida” por la RFA UNA ESTRELLA ARAGONESA AL OTRO LADO DEL TELÓN DE ACERO En portada 20 años de la caída del Muro Aurora Lacasa y su familia formaban parte de la pequeña comunidad española residente en la RDA. La expulsión de la cúpula del PCE, or- denada a comienzos de los 50 desde el Go- bierno francés, desperdigó por el Bloque del Este un número aún desconocido de exiliados anti-franquistas. Alemania Oriental acogió a unos 200, a los que luego se sumarían otros tantos procedentes de Checoslovaquia o Hun- gría. A pesar de su reducido tamaño, el colecti- vo español generó figuras de altura para la cul- tura germano-oriental: la pintora Nuria Queve- do, la traductora Mercedes Álvarez, el cartelista Josep Renau, la propia Aurora Lacasa... Todos ellos renovaron el enrarecido ambiente de la RDA, un país encerrado en sí mismo en el que la policía política (la temida Stasi) espiaba a uno de cada tres habitantes. La cantante tenía sus trucos para saber si le estaban siguiendo: “Ponía un pelo en el pomo de la puerta cada vez que salía de casa. Así sa- bía cuando había entrado alguien”, expone. In- cluso trataron de incorporarla como agente ofi- cioso, para delatar a amigos y familiares. “Les mandé a paseo tal y como habían venido. Pero la Stasi captó a muchos de los españoles que vivían en la RDA”, admite. “MANDÉ A LA STASI A PASEO” Aurora, con su familia; a la dcha., en pleno éxito

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Page 1: UNA ESTRELLA ARAGONESA AL OTRO LADO DEL · PDF filesu esposa llora. ... narra como si de una película de ... medecen los ojos, la estrella ara-gonesadelotroladodelTelónde Acero

2 HERALDODOMINGO 8 de noviembre de 2009

Aurora Lacasa fue cantante de éxito en Alemania Oriental, lloró el 9 denoviembre de 1989 y aún cree que la RDA fue “absorbida” por la RFA

UNA ESTRELLAARAGONESA AL OTROLADO DEL TELÓNDE ACERO

En portada 20 años de la caída del Muro

Aurora Lacasa y su familia formaban parte dela pequeña comunidad española residente enla RDA. La expulsión de la cúpula del PCE, or-denada a comienzos de los 50 desde el Go-bierno francés, desperdigó por el Bloque delEste un número aún desconocido de exiliadosanti-franquistas. Alemania Oriental acogió aunos 200, a los que luego se sumarían otrostantos procedentes de Checoslovaquia o Hun-gría. A pesar de su reducido tamaño, el colecti-vo español generó figuras de altura para la cul-tura germano-oriental: la pintora Nuria Queve-do, la traductora Mercedes Álvarez, el cartelistaJosep Renau, la propia Aurora Lacasa... Todosellos renovaron el enrarecido ambiente de laRDA, un país encerrado en sí mismo en el que lapolicía política (la temida Stasi) espiaba a unode cada tres habitantes.

La cantante tenía sus trucos para saber si leestaban siguiendo: “Ponía un pelo en el pomode la puerta cada vez que salía de casa. Así sa-bía cuando había entrado alguien”, expone. In-cluso trataron de incorporarla como agente ofi-cioso, para delatar a amigos y familiares. “Lesmandé a paseo tal y como habían venido. Perola Stasi captó a muchos de los españoles quevivían en la RDA”, admite.

“MANDÉ A LASTASI A PASEO”

Aurora, con su familia; a la dcha., en pleno éxito

Page 2: UNA ESTRELLA ARAGONESA AL OTRO LADO DEL · PDF filesu esposa llora. ... narra como si de una película de ... medecen los ojos, la estrella ara-gonesadelotroladodelTelónde Acero

8 de noviembre de 2009 HERALDODOMINGO 3

de noviembre de 1989. Una mareahumana incontenible y eufóricacruza los puestos fronterizos de laRepública Democrática Alemanahacia Berlín-Occidental. El Muro,esa frontera pensada para durarcien años, no es capaz de contenerlasansiasde libertad,ycede.Algu-nos valientes se encaraman a él ybailan. Otros, armados con picos ycinceles, celebrancadaesquirladehormigón que logran arrebatarlecon la rabia del prisionero que de-rriba las paredes de su celda.

Alemanes de uno y otro lado seabrazan después de crecer dividi-dos durante 45 años. La GuerraFría está tocando a su fin sin quese derrame una gota de sangre; so-lo lágrimas y cerveza.

La corriente empuja a cientosde miles de germano-orientaleshacia el Oeste. De repente, apare-ce un coche en sentido contrario.Entre la multitud, alguien recono-ce a su conductor: es FrankSchöbel, el cantante pop más po-pular de la RDA, miembro de esaminoría a la que las autoridadescomunistas sí permitían viajar alextranjero. “¡Se te acabaron losprivilegios!”, le espetan mientrasSchöbel trata de sortear a la mul-titud. En el asiento del copiloto,su esposa llora.

Ella también goza de una exito-sa carrera musical y tiene uno delos nombres más exóticos de lagris Alemania Oriental: es Auro-ra Lacasa, hija de un comunistaaragonés y una anarquista catala-na. “Aquella noche, algunos llora-ban de alegría; yo, en cambio, llo-ré de susto” recuerda, en perfec-to castellano, dos décadas des-pués de aquellos acontecimientosque cambiaron el mundo. “Sabíaque no todo iba a ser tan bonitocomo parecía en ese momento,que la anexión también traería al-gunos problemas, como el paro”.No habla de reunificación porque,para ella, lo que ocurrió tras el de-rrumbe del Muro “fue una absor-ción del país pequeño por partedel grande“.

LOS REVESES DE LA VIDA

A sus 62 años, Aurora disfruta deuna madurez envidiable. Ha recu-perado su carrera como intérpre-te, después de un periodo de reti-rada de los escenarios. Acaba demudarse junto con su pareja, Jür-gen, a una casa encantadora de lacampiña berlinesa, en donde hizocolocar una escalera de aire me-diterráneo embaldosada con azu-lejos españoles. Y ha superado sudivorcio con Frank y la desapari-ción de sus progenitores, tres re-veses casi seguidos. “Mi padresiempre antepuso sus ideales a supropia existencia; cuando el Mu-ro cayó, todas sus convicciones se

Su padre, natural deBadules (campo deDaroca) huyó en 1939al exilio, a Francia,Hungría y Berlín Este

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Vendió millones dediscos, cantó paraArafat y Castro y secasó con el iconomusical de la RDA

Aurora tiene hoy 62 años y ha retomado su carrerra de cantante

le vinieron abajo y enfermó”, re-vela con un hilo de voz.

En boca de Aurora, la biografíade sus padres adquiere caracteresde una odisea que ella motea conadmiración y amor agradecido.Según cuenta, Ernesto Lacasa na-ció en 1921 en Badules (Campo deDaroca), en el seno de una fami-lia prototípica de aquella Españarural: numerosa y muy humilde.Con quince años y unas firmesconvicciones comunistas, el esta-llido de la Guerra Civil le sorpren-de en Zaragoza. Combate, a pesarde su juventud, el levantamientode Franco y en 1939 la derrota re-publicana lo empuja hacia Fran-cia. Dos años después, enroladoen la Resistencia francesa, pideauxilio en una casa de la Proven-za en la que, casualmente, una jo-ven catalana sirve como criada.Enamorados, se prometen amoreterno si sobreviven a la guerra.Efectivamente, tras expulsar a losnazis, se casan en París. Allí nace-rá Aurora en 1947, que apenasguarda recuerdos de Francia: tie-ne cuatro años cuando las autori-dades galas destierran a los comu-nistas españoles, los mismos quehabían luchado contra los alema-nes. La familia se asienta en Hun-gría. “Mis padres encontraron tra-bajo en la Federacion Mundial dela Juventud Democrática (FMJD),una organización internacionalcon sede en Budapest”, rememo-ra Aurora. La pequeña va al cole-gio y aprende húngaro, como an-tes aprendió francés, aunque en

casa solo se habla un idioma: “Mimadre decía que de puertas aden-tro estábamos en España”.

LA MALETA DEL MIEDO

Por fin parece que la familia Laca-sa ha encontrado su sitio en elmundo cuando, en 1956, estalla ellevantamiento húngaro contra lossoviéticos. “Fue horroroso, pasa-mos tres semanas escondidos enel sótano. Al final conseguimosescapar, de noche, a través del Da-nubio, y llegar a Checoslovaquia”,narra como si de una película deaventuras se tratara. “A los niñosnos parecía un juego, pero mis pa-dres sufrieron muchísimo”. Portercera vez en 20 años, la políticales obliga a huir de un día paraotro y empezar de cero en un nue-vo país. “Estaban hartos de tenersiempre la maleta del miedo pre-parada, por si acaso”, confiesa Au-rora. Por eso cuando, después deser acogidos en Berlín-Este, lesofrecen regresar a Hungría, losLacasa se niegan: “En la RDA en-contramos estabilidad, y eso mispadres se lo agradecerían a ese pa-ís toda su vida”.

Ahora sí, la familia echa raíces.Aurora y su hermano aprenden sucuarto idioma, el alemán, mien-tras los adultos comienzan a tra-bajar como periodistas. El 13 deagosto de 1961, las autoridadesgermano-orientales levantan elMuro para evitar que los disiden-tes escapen hacia Occidente, y eso

permite que la RDA se consolidey experimente un milagro econó-mico similar al de su vecina deloeste. Es entonces cuando una jo-ven Aurora comienza a cantar.Primero en el grupo ‘Okto-berklub’ y después en solitario, rá-pidamente goza del favor del pú-blico. “Mi nombre, mi aspecto ymi repertorio, con poemas deGarcía-Lorca o Alberti, me dabanun aire cosmopolita que tenía mu-cho éxito”, reconoce. En Alema-nia Oriental, un país del que mu-chos quieren huir y al que casi na-die emigra, la singular biografíade Aurora ejerce un magnetismoirresistible.

LA FAMA

Tanta fama alcanza que las auto-ridades le obligan a actuar en ac-tos protocolarios ante Yasir Ara-fat (“muy besucón”), Fidel Castro(“siempre con el puro”) o el pro-pio líder germano-oriental, ErichHonecker (“¡qué hombre másaburrido!”). Canta en Francia,Portugal, Cuba, el golfo Pérsico ola URSS y vende más de dos mi-llones y medio de discos. Su ma-trimonio con Frank Schöbel, elgran icono de la música ligera enla RDA, proyecta aún más su ca-rrera. “Juntos grabamos un discode canciones navideñas que estáen todas las casas de Alemaniadel Este”, explica sin asomo devanidad.

Pero todo cambiará tras aque-lla noche del 9 de noviembre de1989. La reunificación, firmada unaño después, convierte a los ale-manes del Este “en extranjeros ensu propio país”. Han de aclimatar-se a un nuevo mundo, el capitalis-mo, que muchos ansiaban perocasi nadie conocía. “Formamosparte de esa minoría de la huma-nidad que ha vivido en los dos sis-temas y eso exige una adapta-ción”, apunta. No añora el pasadopero entiende que algunos germa-no-orientales sientan ’Ostalgie’,nostalgia del este, un sentimientoque percibe desde lo alto del es-cenario. Sus fans, ya entrados enaños y procedentes exclusiva-mente de la extinta RDA (“en laRFA no me conocía nadie”) agra-decen su regreso después de unaretirada temporal para cuidar asus padres. A mediados de los 90,compró una casa en Cambrils y semudó allí con ellos, hasta que fa-llecieron. “Una de las cosas quemás me alegró cuando cayó elMuro fue saber que mis padrespodrían cumplir su deseo: moriren su tierra. Adoraban la RDA pe-ro les preocupaba fallecer lejos deEspaña”, evoca, mientras se le hu-medecen los ojos, la estrella ara-gonesa del otro lado del Telón deAcero.

TextoAITOR LAGUNAS

FotosÁLBUM FAMILIAR

DE AURORA LACASA