Una buena amiga

Un cuento solidario a beneficio de los niños y niñas con TDAH

Una buena amiga

Autora: Mª Carmen TudelaColaboradora: Miriam EscofetIlustrador: Josep G. MarsalDirección de Arte: Frank StephenImpresión: Creapress Edición: Fundación CADAHEdición: Fundación CADAHIdea Original y Edición: Agencia IDSMadrid - Octubre 2012

Enlace del “contracuento”.http://maricarmentudela.wordpress.com/2012/08/27/contracuento-tdah-cuentos/

Introducción

El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) es un trastorno en el que intervienen tanto factores genéticos como ambientales.

El TDAH es un trastorno de conducta que aparece en la infancia, y que se suele empezar a diagnosticar en torno a los 7 años de edad aunque en al se suele empezar a diagnosticar en torno a los 7 años de edad aunque en al-gunos casos este diagnóstico se puede realizar de una manera más precoz. Se manifiesta como un aumento de la actividad física, impulsividad y dificultad para mantener la atención en una actividad durante un periodo de tiempo con-tinuado.

Además de esto, hay niños en los que se observan al mismo tiempo problemas de autoestima debidos a los síntomas propios del TDAH y que los padres no suelen asociar a dicho trastorno. A su vez, el TDAH se puede asociar con frecuencia a otros problemas, y sus consecuencias se aprecian en distin- tos ambientes de la vida del niño, no sólo el escolar. También afecta en gran medida a las relaciones interpersonales ,tanto con la familia, como con otros niños y con sus educadores, interrelaciones clave en el desarrollo del niño.

Hola soy Maria. Hoy quiero explicaros algo de mi amigo Carlos.

Carlos es un niño especial al que siempre se le están ocurriendo cosas muy divertidas, que nos hacen reír a todos.

Cuando estábamos en P3, nos enseñaron a abrochar los botones de la bata. Como le costaba tanto, porque los boto-nes eran muy pequeños, Carlos

se inventaba formas diferen-tes de abrochársela. Era muy divertido y todos nos reíamos mucho.

Parece que no le importa nada, pero cuando hablas con él y le escu-chas te das cuenta de que siempre está enfadado y triste.

Un día, a la hora del patio, mientras tomábamos el bocadillo le pregunté:

– ¿Por qué estás enfadado, Carlos?

Carlos me miró un poco soCarlos me miró un poco sorprendido, como si nunca le hubieran pre-guntado algo así. Él siempre intenta hablar mucho para explicar las cosas, pero se pone nervioso y entonces ya no le hacen caso. A veces arece que se está quejando y acaba diciendo las cosas llorando.

– Es que no he podido hacer las sumas que me ha pedido la profesora.

– ¿Por qué no? Si tú sabes hacer muy bien las sumas.

– Sí, pero cuando lo estaba intentando, se le ha acabado la punta al lápiz. –Dijo, como si aquello fuera lo más importante–.

– ¿Y no le has sacado punta? –Pregunté, sin entender el problema–.

– Sí, pero no encontraba el sacapuntas. He tenido que sacar todo lo que había en el estuche. Y después no encontraba la goma de borrar. –Continuó explicando cada vez más nervioso– .Y cuando he encontrado la goma, ya había pasado mucho tiempo. Y yo quería acabar el primero, para demostrar que sé hacer las sumas muy bien, y que no soy tonto.

– Tú no e– Tú no eres tonto. –Le dije–.

– No, pero todos piensan que sí. –Dijo muy triste–. Como quería acabar deprisa he apartado todo lo que había sobre la mesa, para poder escribir en el papel. Y se han caído todas las pinturas al suelo. Todos los niños se han reído de mí y la profe me ha reñido.

– Sí, ya lo he visto –le dije–. No te pongas triste. Eso le puede pasar a cualquiera.

– Nadie me cree. –Dijo, empezando a enfadarse–. Se enfadan conmigo y no me creen.

– Yo te creo, Carlos. –Le dije, poniéndole una mano en el brazo–.

Carlos es un niño muy Carlos es un niño muy bueno, pero siempre le pasan cosas, y todos creen que no quiere hacer lo que le dicen. Yo le conozco muy bien y sé que cuando le hablas, tienes que mirarle a los ojos y tocarle el brazo para que no se distraiga.

– Y mamá también se ha enfadado conmigo, esta mañana. –Dijo–.

– ¿Y por qué se ha enfadado tu mamá?

– Hoy me levantado antes de que se despertasen mamá y papá. Era tan pronto que la calle todavía estaba oscura. He hecho todas las cosas que me pide mamá cada día y las he podido hacer más deprisa que nunca. Pero cuando he acabado todavía era muy pronto y he empezado a aburrirme.

– ¿Y qué has hecho? –Le pregunté para que supiera que le escuchaba–.

A Carlos le gusta que le escuchen y le dejen hablar sin prisa.

– He pensado que como mamá siemp– He pensado que como mamá siempre está cansada y tiene mucha prisa, yo podría preparar la leche para todos. Para darles una sorpresa. Así que he ido a cocina sin hacer ruido, he cogido cuatro vasos, y he conseguido poner la leche sin que se derramara ni una gota. Me ha costado mucho, pero lo he hecho muy bien. –Dijo con satisfacción–.

– Muy bien Ca– Muy bien Carlos. –Le dije orgullosa– ¿Y con lo que te ha costado, tu mamá no se ha puesto contenta?

– Es que no ha terminado todo ahí. –Se quejó Carlos–.

– De acuerdo, no te enfades. Continúa hablando, te escucho.

– Entonces he querido poner el cacao en la leche, pero el bote está en un ar-mario muy alto. Así que he cogido una silla y la he llevado hasta la cocina, sin hacer ruido. Pesaba mucho. Me ha costado un poco, pero lo he conseguido.

– Sí que es difícil mover una silla sin hacer ruido. –Dije con admiración–.

Carlos me miró Carlos me miró agradecido, contento de que me diera cuenta de su esfuerzo.

– He subido a la silla y he abierto el armario. Pero la tapa del cacao estaba muy apretada y cuando he conseguido abrirla, se me ha caído todo al suelo.

– ¡Oh, que pena! Con lo bien que lo habías hecho…

– – Todo al suelo, la tapa, el bote de cacao, los vasos de leche… un poco más y me caigo yo también. Me he quedado en la silla, mis papás siempre me dicen que si se rompe un vaso me quede quieto sin tocar nada.

– Sí, mi madre también me lo dice. –Dije yo, dándole la razón–. Pero mi mamá dice que si se rompe un vaso, lo más importante es que nadie se haga daño. Se coge otro y ya está.

Carlos tiene mucha facilidad para romper cosas, porque quiere hacer-lo todo deprisa y se le caen las cosas de las manos.

– Pues mi mamá se ha enfadado mucho. Y mi papá también. –Dijo Carlos–. Me he manchado todo de cacao y leche, papá me ha metido en la ducha, mientras que mamá recogía todo lo que se había caído y le iba dicien-do a papá… ”¿Lo ves? Es que no hace una buena. Yo ya no sé que voy a hacer con este niño” Y nadie me ha dejado explicar que yo sólo quería ayudar a mamá, para que no estuviera enfadada.

Carlos estaba muy triste. Y no me extraña, con todo el esfuerzo que había hecho, y no le habían dejado ni siquiera hablar.

Lo peor es que a Carlos siempre le pasan cosas parecidas, porque a menudo intenta hacer cosas para que la gente esté contenta, pero se le ocurren ideas que suelen acaban mal y todos se enfadan más.

– ¿Sabes que haré? –Me dijo Carlos, después de pensar un rato–.

– – Yo no creo que tengas que hacer nada más. –Le dije un poco preocupa-da, porque cuando Carlos quiere arreglar una cosa que ha salido mal, siempre se lo ocurre algo que acaba saliendo peor–. No vaya a ser que se enfaden más.

Carlos me miró un poco sorprendido, mirando mi cara de susto. Y de pronto se puso a reír. Yo también me reía y en ese momento sonó el timbre para volver a clase.

Esa noche, en mi cama, estuve pensando un buen rato en cómo podría ayudar a Carlos.

Antes de dormirme ya tenía una idea.

Al día siguiente, al salir del colegio busqué a la mamá de Carlos.

– Mamá de Carlos, ¿Puedo hablar contigo? –Le pregunté–.

– Claro María, dime. –Me respondió–.

A mí no me pareció que la mamá de Carlos gritara mucho.

– – Ayer Carlos me contó lo que había pasado con la leche y el bote de cacao. –le dije un poco avergonzada–. Está muy triste, porque él solo quería ayudar-te, para que estuvieras con-tenta. Pero no le salió bien.

La mamá de Carlos me miró un poco triste.

– Carlos no quiere que estés enfadada con él. Por eso hace cosas muy difíci-les, para que estés contenta. Pero cuando no le salen bien, no le dejas hablar. A lo mejor si le pidieses las cosas de una en una, y cuando haga alguna cosa bien le digas que estás contenta, él estaría menos enfadado y menos triste.

– Yo no quiero estar enfadada con Carlos. –Me dijo, poniéndome la mano en la cabeza–. Yo le quiero mucho, pero reconozco que tengo poca paciencia con él. A lo mejor tienes razón María. Pensaré en lo que me has dicho. Muchas gracias.

Como la mamá de Carlos me cayó tan bien, aproveché para decirle:

– Mamá de Carlos, a Carlos también le gusta que le toquen y que le den besos. Cuando está triste se siente más tranquilo si le tocan. –Y continué–. A lo mejor también podrías hA lo mejor también podrías hablar con la profesora, para que le de tiempo a Carlos a preparar las cosas antes de pedirle que haga algo. Eso también haría que se sintiera más tranquilo. Es tan capaz como los demás. Sólo nece-sita que le ayudemos un poquito.

Querido Lector: ¿Crees que tú puedes hacer algo para ayudar a los niños y niñas que son como Carlos?

Declaración de los derechos del niño/a con TDAH

"Ayúdame a concentrarme"Por favor, ayúdame a través del sentido del "tacto". Necesito "contacto" y movi-miento corporal.

"Necesito saber qué viene después"Por favor, dame un ambiente estructurado donde haya una rutina establecida. Avísame con anticipación si va a haber algún cambio.

"Espera, todavía estoy pensando"Por favor, déjame ir a mi ritmo. Si me apuras me confundo y me trastorno.

"Estoy atascado, no puedo hacerlo"Por favor, ofréceme opciones para la solución de los problemas. Por favor, ofréceme opciones para la solución de los problemas. Necesito conocer las desviaciones cuando el camino está obstruido.

"¿Está bien? ¡Necesito saberlo ahora!"Por favor, dame información abundante e inmediata sobre cómo lo hago.

"No lo olvidé, en primer lugar, no lo oí "Por favor, dame instrucciones, una a una y pídeme que te repita lo que creo que Por favor, dame instrucciones, una a una y pídeme que te repita lo que creo que me dijiste.

"¿Terminé ya?"Por favor, asígname periodos de trabajo cortos, con metas a corto plazo.

"¿Qué?"Por favor, no me digas "ya te lo he dicho". Dímelo otra vez, con otras palabras. Por favor, no me digas "ya te lo he dicho". Dímelo otra vez, con otras palabras. Dame una señal. Dibújame un símbolo.

"Ya lo sé, seguro que lo he hecho mal, ¿verdad?"Por favor, felicítame por las pequeñas aproximaciones al éxito. Prémiame por el auto-mejoramiento y no sólo por la perfección.

"Pero, ¿Por qué me gritas siempre?""Pero, ¿Por qué me gritas siempre?"Por favor, "píllame" haciendo algo bueno y felicítame por mi conducta positiva. Recuérdame (y acuérdate) de mis cualidades cuando tenga un mal día.

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