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Un pas enemigo. Franco frente a Francia, 1939-1944

Un pas enemigo: Franco frente a Francia, 1939-1944Juan Avils FarrNo cabe resurgimiento sin una fortaleza militar. No olvidemos que nuestra grandeza duele a poderosas naciones. Muy pocos oyentes dejaran de comprender que con estas palabras Franco aluda, en su mensaje de fin de ao de 1939, a Francia y Gran Bretaa, las dos potencias que en la mitologa de la extrema derecha eran las responsables de que Espaa hubiera perdido su podero internacional de antao. Recuperarlo era para el caudillo vencedor en la guerra civil un objetivo digno de la elevada imagen que se haba hecho de si mismo y para ello la guerra europea, iniciada pocos meses antes, ofreca una oportunidad. Pero a su vez Franco era consciente de que Espaa no estaba en condiciones de enfrentarse a las dos potencias de Europa occidental e incluy en su mensaje un llamamiento a que se pusiera fin al conflicto. No se abstuvo sin embargo de proclamar que la responsabilidad en provocarlo la haban tenido en gran parte los especuladores internacionales, dueos y seores del rgimen liberal y de la injusticia imperante en el mundo, retorcida expresin con la que sin duda aluda a las democracias capitalistas de Occidente 1.Este mensaje es una muestra de que, incluso en el perodo inicial de la guerra en que Espaa fue efectivamente neutral, Franco no ocultaba su desfavorable opinin respecto a Gran Bretaa y Francia. Esta ltima, sobre todo, era vista con gran hostilidad por los vencedores de la guerra civil, en la que, a diferencia de Londres, Pars haba apoyado a los vencidos 2. Durante la visita que unos meses antes el influyente ministro Ramn Serrano Ser haba realizado a Italia, Ciano observ que la bestia negra de este era Francia, la torpe e indecorosa Francia, a la que consideraba la eterna enemiga de la Espaa grande 3.Tal opinin, que tena tras de si toda una interpretacin del pasado espaol elaborada por Menndez Pelayo y otros intelectuales de derechas, era compartida por muchos espaoles en 1939 4. En febrero de aquel ao el capitn Vzquez Sans, un mdico que anteriormente haba escrito sobre temas como los lepidpteros de Catalua o la organogenia del neumogstrico, pero que nunca haba abordado cuestiones de poltica internacional, public en Barcelona un curioso librito que puede considerarse una de las muestras ms representativas de la francofobia hispana. Segn l la poltica francesa se haba guiado desde el siglo XVI por el propsito de empequeecer a Espaa, mientras que el afrancesamiento de costumbres e ideas haba contribuido desde el siglo XVIII a la decadencia de esta. Por tanto Francia era a la vez la potencia enemiga con la que secularmente Espaa haba tenido que enfrentarse y el foco de las peligrosas novedades que haban puesto en peligro1Franco Bahamonde, F. (1940), pgs. 34 y 42-45.2Cf. Avils Farr, J. (1994).las tradiciones espaolas. Se trataba de un pas de catlicos tibios, desde Richelieu hasta Maritain, de estadistas alevosos, desde Francisco I hasta Len Blum, y de falsos pensadores, como Rousseau, cuya doctrina del pacto social haba causado al mundo ms dao que la peste 5.Consciente de lo extendida que estaba la hostilidad hacia Francia en la Espaa de Franco y de los peligros que ello implicaba para su seguridad, el gobierno de Daladier intent en los ltimos das de la guerra civil congraciarse con los vencedores, enviando como embajador al personaje que ms grato poda resultarles, el anciano mariscal Philippe Ptain. A su inmenso prestigio de vencedor de Verdn, sumaba este una vieja relacin con los militares espaoles, que se remontaba a catorce aos antes, cuando el mariscal contribuy al acuerdo para la colaboracin de ambos ejrcitos en la guerra del Rif6. Su presentacin de cartas credenciales, que tuvo lugar el 24 de marzo, estuvo precedida sin embargo por un significativo choque entre el prudente ministro de Asuntos Exteriores Francisco Jordana y el ministro del Interior Ramn Serrano Ser. Deseaba este que se manifestara ante el embajador el repudio popular por las ofensas recibidas de Francia, mediante, una monumental pitada por ejemplo, pero Jordana se opuso terminantemente. Opt entonces Serrano por un recibimiento glacial: prohibi el acceso a las calles por las que pasara Ptain, en las que adems las ventanas permanecieron cerradas 7.En cambio el nuevo embajador espaol Jos Flix de Lequerica tuvo en Pars con una acogida mucho ms cordial, sobre todo en los ambientes de extrema derecha. Procedente de las filas monrquicas de Renovacin Espaola, Lequerica se haba identificado plenamente con el rgimen de Franco y con el fascismo de Roma y Berln. Muchos le tenan por un cnico y segn cuenta en sus memorias Serrano Ser, que le detestaba, l mismo resuma sus convicciones en una sola palabra: era carguista8. Lo cierto es que en Pars intim pronto con varios destacados personajes de la poltica francesa, como Pierre Laval, quien desde el primer contacto le manifest sus deseos de estrecho entendimiento entre ambos pases. Esperaba Laval que en Francia se estableciera pronto un rgimen de autoridad, que hara posible la formacin de un bloque latino con Espaa, Portugal e Italia y la emancipara as del vasallaje a Inglaterra 9.Esta sugerencia de solidaridad latina slo adquirira posibilidades de traducirse en la prctica durante el rgimen de Vichy. De momento la gran cuestin en las relaciones hispano-francesas era la aplicacin del convenio firmado en Burgos el 25 de febrero por el general Jordana y el senador3Ciano, G. (1946), pgs. 146-147.4Cf. Egido, A. (1994).5Vzquez Sans, J. (1939), passim.6Sguela, M. (1992), pgs. 11-18.Len Brard, por el cual Francia reconoci al nuevo rgimen espaol. No haba conseguido Brard que el gobierno espaol se comprometiera a la retirada de tropas extranjeras y a la neutralidad en un eventual conflicto, que pagara indemniza-ciones por daos de guerra a sbditos franceses ni que asumiera los gastos ocasionados por los refugiados espaoles en territorio francs. Por el contrario el gobierno francs se comprometi a facilitar por todos los medios a su alcance la restitucin de todos los bienes del Estado espaol que haban pasado a Francia durante el xodo republicano, incluido el oro del Banco de Espaa depositado como garanta de un emprstito en Mont de Marsan, cuya titularidad se haban disputado ante los tribunales franceses el gobierno republicano y el de Franco, as como los bienes de aquellos particulares que no hubieran dado su consentimiento para que pasaran a Francia. Adems el gobierno de Pars habra de adoptar las medidas necesarias para evitar en la proximidad de la frontera eventuales acciones de los refugiados espaoles 10, Ptain impresionado por el ambiente desfavorable que encontr, inform a Pars que slo el pronto cumplimiento del convenio podra conducir a una mejora en las relaciones 11. Por su parte Franco explic en julio a Ciano que habra de tratar a Francia con miramientos hasta que sta devolviera los bienes que le reclamaba, pero que tras ello intensificara los trabajos de fortificacin que ya haba comenzado en la frontera pirenaica. Su intencin era orientarse cada vez ms netamente haca el Eje Roma-Berln, aunque no crea pudiera estar en condiciones de afrontar una guerra antes de cinco aos 12.Se hallaban por entonces en territorio francs numerosos refugiados espaoles, cuyo nmero ha sido estimado en 442.000 13. Franco no pareca ansioso de que volvieran, ya que unos meses atrs haba declarado que podran hacerlo cuando estuvieran liberados del veneno de sus doctrinas y de sus inclinaciones actuales, lo que obviamente poda llevar bastante tiempo 14. El gobierno francs deseaba en cambio su pronta partida: el 27 de marzo el ministro de Asuntos Exteriores Georges Bonnet amenaz a Lequerica con poner directamente en la frontera a quienes desearan regresar, si el gobierno espaol no se mostraba dispuesto a acogerlos voluntariamente 15. Pero Jordana observ que este deseo francs poda constituir una baza espaola en las negociaciones entre ambos pases, pues era posible graduar el ritmo de la repatriacin de acuerdo con la medida en que se fuera cumpliendo lo pactado en Burgos. Jordana no deseaba que los refugiados, a los que consideraba en su mayora indeseables, regresaran en un momento en que ya haba en Espaa 400.0007 Serrano Ser, R. (1947), pgs. 81-83.8 Serrano Ser, R. (1977), pg. 36. Sobre la misin de Lequerica en Pars cf. Avils Farr, J. (1989 a).9Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE), Madrid, R 833/7, Lequerica, 28/3/1939.excombatientes republicanos a los que asimilar, se haban incoado millones de expedientes de depuracin y existan problemas de abastecimiento alimenticio; pero haba asegurado verbalmente a Brard que Espaa los readmitira 16.En un ambiente internacional extremadamente tenso y en medio de rumores acerca de supuestos proyectos ofensivos espaoles, que Ptain se esforzaba en desmentir, no todos los dirigentes franceses eran partidarios de cumplir lo pactado. El ministro de comercio Pomaret consideraba qu sera una imprudencia devolver material de guerra a Espaa, que del oro de Mont de Marsan se debera restar lo necesario para pagar los gastos ocasionados por los refugiados y que Ptain habra de ser sustituido por un embajador ms hbil 17. Tambin se opona a devolver material blico el general Gamelin, quien estaba convencido de que Espaa atacara a Francia en caso de que estallara la guerra europea 18. Pero la percepcin del peligro espaol poda llevar tambin a defender una poltica de acercamiento a Franco, como lo haca el residente general en Rabat, general Nogus, al que preocupaba el hecho de que, incluso si Espaa se declaraba neutral al comienzo de un conflicto europeo, su actitud obligara a inmobilizar fuerzas importantes para guarnecer la frontera con el Marruecos espaol 19.Ante las dilaciones francesas en cumplir lo pactado, Jordana se indign: esa gente nos est toreando con su clsico estilo rufianesco. Di instrucciones a Lequerica para que apremiara y amenazara incluso con retirarse, dejando en Pars un encargado de negocios, pero no se lleg a ello, porque desde mediados de mayo el gobierno francs adopt una actitud ms positiva, despus de que Bonnet lograra convencer al presidente Daladier de la necesidad de asegurar la neutralidad espaola 20. Sin embargo, a comienzos de junio Jordana estimaba que de los siete apartados del convenio Francia slo haba cumplido uno enteramente, la devolucin de la flota, y otro de manera burda e incompleta, la devolucin del material de guerra, por lo que orden a Lequerica que se mantuviera firmsimo e insinuara que eran momentos crticos en los que una poltica equivocada de Francia e Inglaterra podra empujar a Espaa en un sentido poco favorable hacia ellas 21.El problema principal, que era el de la devolucin del oro10Aviles Farre, J. (1994), pgs. 186-189." Documents diplomatiques frangais (DDF) XV 34, Ptain 17/3/1939. Sobre la misin dePtain en Espaa ct. Lottman, H.R. (1984). pgs. 214-22 y Seguela. M. (1992), pgs. 32-45. Ciano (1949), pgs. 236-237.11Rubio, J. (1977), pgs. 109 y 124.14 Franco Bahamonde, F. (1939), pgs. 308-309.15 MAE. Madrid, R 2295/1. Lequerica 28j3/1939.16MAE, Madrid, R 833/7, Jordana 3/4/1939; R 1065/20. Assurances verbales donnes par le general Jordana sur le probleme des rfugis, 19/2/39.de Mont de Marsan, qued resuelto en julio, tras una sentencia judicial favorable. Con ello Bonnet crey llegado el momento de abordar las cuestiones que ms interesaban a Francia, como el relanzamiento de las relaciones econmicas y la aceleracin del retorno de los refugiados, de los que a mediados de junio permanecan en Francia unos 260.000. Efectivamente, el gobierno espaol se mostr entonces dispuesto a repatriar a buen ritmo incluso a los excombatientes, de tal manera que Ptain empez a temer que el principal obstculo fuera en adelante la falta de voluntad de estos de regresar a su patria, donde se exponan a verdaderas venganzas, a pesar de lo cual era partidario de que se hiciera optar a los que permanecan en los campos de concentracin franceses entre la repatriacin y la incorporacin a batallones de trabajo 22.La mejora de las relaciones se tradujo en que el 2 de agosto Franco concedi audiencia al embajador, que no haba logrado entrevistarse con l desde la protocolaria presentacin de credenciales cuatro meses antes. La entrevista no result sin embargo del todo grata para Ptain. No le satisfizo la explicacin de que los trabajos de fortificacin emprendidos en los Pirineos eran puramente defensivos y le choc la altanera de Franco, que al despedirse no le acompa hasta la puerta 23. El tono de los discursos oficiales y el hecho de que las supuestas aspiraciones espaolas respecto a Gibraltar y Tnger no fueran desmentidas, preocupaban incluso a aquellos polticos franceses que eran favorables al entendimiento con el rgimen espaol. Algunos de ellos, como el ex ministro y futuro embajador en Madrid Frangois Pitri, plantearon directamente la cuestin a Lequerica, quien les hizo notar que, en la eventualidad de una guerra europea, Espaa no se mantendra en la pasividad de 1914, sino que pedira aquello a que tuviera derecho y le correspondiera por su historia y sus medios actuales 24.Ptain crea que Espaa se vera forzada a !a neutralidad tanto por el agotamiento del pas a consecuencia de la guerra, como por su profunda divisin, pues subsista todo el odio entre vencedores y vencidos y adems falangistas y requets no tenan nada en comn; pero, debido a las inquietantes noticias que le proporcionaban los agregados militar y areo, no exclua que, bajo la presin del Eje y ante ciertas promesas respecto a Gibraltar y Tnger, adoptara una neutralidad benvola hacia Italia y Alemania, o incluso interviniera a su lado si la balanza se inclinaba a su favor25. Por su parte el almirante Daran, comandante en jefe de la marina y futuro17MAE, Madrid, R 2295/11, Lequerica 10/4/1939 y 14/4/1939. DDF XV 390, 451, 471 y 506.18Citado por Martnez Parrilla, J. (1987), pg. 369.19DDF XV 492, Nogus 26/4/1939.20MAE, Madrid, R 833/7, Jordana 1/5/1939; R 2295/1, Lequerica 10/5/1939.MAE, Madrid, R 833/7, Jordana 12/6/1939.jefe de gobierno de Vichy, opinaba que una intervencin espaola abierta, que permitira a Francia contraatacar en Marruecos, sera preferible a una neutralidad malvola 26..En realidad Franco no prevea entrar en guerra con el vecino pas, pero quera mantener movilizadas fuerzas suficientes, no slo para evitar eventuales imposiciones francobritnicas, sino para conseguir provecho de las circunstancias. Ello supona, como le dijo el propio caudillo al embajador italiano, que Francia nunca podra sentirse tranquila respecto a Espaa 27. Por otra parte senta un elevado respeto por el podero militar francs, que los informes del agregado militar en Pars tendan a confirmar. Segn el teniente coronel Barroso, el ejrcito francs era un adversario peligroso, capaz de forzar al Eje a una guerra larga que sera fatal para ste por su escasez de recursos, mientras que Espaa careca tanto de un ejrcito que estuviera a la altura requerida como de las materias primas indispensables en la eventualidad de un conflicto 2a.Deseoso de evitar que la guerra europea estallara antes de que Espaa estuviera en condiciones de beneficiarse de ella, Franco quiso actuar de mediador en vsperas de la invasin alemana de Polonia. Era un papel que el sector del gobierno francs partidario de continuar la poltica de apaciguamiento deseaba que el dictador espaol jugara. Sin embargo, cuando el 30 de agosto el ministro Bonnet solicit a travs de Lequerica su mediacin, el prudente caudillo opt por consultar previamente con Mussolini, que se opuso 29.Invadida ya Polonia, el embajador espaol en Pars colabor en otra gestin para evitar que el conflicto se extendiera a Occidente. La propuesta, que parti de Pitri y cont con la aprobacin de Bonnet, prevea un armisticio en el frente polaco que no implicara la retirada de las tropas alemanas. Lequerica la trasmiti al embajador italiano, pero la maniobra se vi truncada por el ultimtum britnico y francs. Sin embargo an despus de que estallara la guerra conserv el embajador alguna esperanza de que las hostilidades cesaran rpidamente. Crea que se trataba de un trgico y enorme embrollo, del que eran responsables el furor ideolgico que haca de la guerra una cruzada masnica por parte de los aliados, y quizs ciertas precipitaciones por parte de Hitler. Bonnet, con quien se entrevist el 8 de septiembre, coincidi con l en cuanto a las consecuencias literalmente catastrficas del conflicto y en la conveniencia de una mediacin. Ms tarde Lequerica plante al propio presidente Daladier, el 2 de octubre, la tesis de que una guerra larga ofreca22 DDF XVI 372 y 418; XVII 259 y 349.73 DDF XVII 415.24MAE, Madrid, R 833/7, Lequerica 22/4/1939.25DDF XVII 222 y 317, Ptain 17/7/1939 y 26/7/1939.una baza decisiva para el triunfo del comunismo, y le sugiri que los pases catlicos podran buscar una frmula decorosa para Polonia, cuya reconstitucin completa era imposible 30. Debe recordarse que esta propuesta de paz blanca coincida con los que eran entonces los deseos de Hitler, expuestos por este en el discurso de la paz del 6 de octubre.Durante los meses iniciales de la guerra, la diplomacia espaola presion repetidamente a Francia para que limitara las posibilidades de actuacin de los refugiados republicanos. Ya el 30 de agosto el nuevo ministro espaol de Asuntos Exteriores Juan Beigbeder protest ante Ptain por las actividades de los dirigentes exiliados. Denunci el apoyo que el ministro del Interior Albert Sarraut daba a Indalecio Prieto, argument que los fondos de las asociaciones republicanas de ayuda a los refugiados JARE Y SERE se hallaban entre los bienes restituibles segn el convenio Jordana-Brard, porque provenan del expolio de sus legtimos propietarios, y pidi que se alejara al norte del Loira a todos los espaoles hostiles al rgimen 31.En enero de 1940 se firm un acuerdo comercial entre ambos pases, que el gobierno francs vena tratando de conseguir desde muchos meses atrs. Pero Lequerica procur evitar que ello pudiera entenderse como una prueba de que se haban satisfecho las reclamaciones espaolas, ya que en su opinin no podra haber sinceridad ni cordialidad de relaciones mientras los republicanos espaoles mantuvieran su libertad de accin en Francia. Al embajador le preocupaba en particular el apoyo francs a los nacionalistas vascos y catalanes, del cual deduca que Francia trataba de debilitar a Espaa mediante el fomento del separatismo. Y despus de que en el mes de marzo Paul Reynaud reemplazara a Daladier a la cabeza del gobierno, observ que los rojos y separatistas espaoles reciban un trato an ms favorable por parte del nuevo ministro del Interior Roy, que trataba de apoyar a los dirigentes moderados del exilio. Para entonces, la masa de los refugiados ya no era considerada como un estorbo para Francia: dada la escasez de mano de obra originada por la movilizacin, el ministro de trabajo Pomaret poda felicitarse ante Lequerica de que hubiera 150.000 espaoles empleados en las fbricas y los campos 32.26 Citado por Martnez Parrilla, J. (1987), pg. 37727 Tusell. J. y Garca Queipo de Llano, G. (1985), pg. 37.28 MAE, Madrid, R 833/7, Barroso 17/7/1939. Cf. Preston, P. (1993), pg. 341.29MAE, Madrid, R 1460/3, Franco, 30/8/1939. Cf. Tusell, J. y Garca Queipo de Llano, G. (1985), pg. 48.

30MAE, Madrid, R 833/7, Lequerica 6/9/1939 y 8/9/1939; R 2295/2, Lequerica 2/10/1939.31MAE, Madrid R 833/7, Apunte sobre asuntos para comunicar al Sr. Embajador de Francia, 29/8/1939. DDF XIX 291, Ptain 31/8/1939.32MAE, Madrid, R 2295/3, Lequerica 16/1/1940; R 2295/2, Lequerica 9/11/1939 y 23/11/1939; R 2295/4, Lequerica 17/4/1940 y 24/4/1940.El 18 de mayo, en plena ofensiva alemana, Reynaud realiz un reajuste ministerial que llev a la vicepresidencia del gobierno al mariscal Ptain. Un da despus el ministro Jean Ibarnegaray solicit oficialmente a Lequerica que se le autorizara viajar inmediatamente a Espaa, para solicitar que el gobierno de Madrid actuara como intermediario entre Pars y Roma. A pesar de que dos personalidades francesas le haban sugerido das antes que si Espaa contribua a evitar la entrada en guerra de Italia, desempeara un gran papel poltico, alejara la guerra en su vecindad y obtendra ventajas concretas, Lequerica interpret que la gestin supona pedir a Italia que no aprovechara un momento crtico para Francia y Gran Bretaa, pasado el cual estas podran aplastar a Alemania. Beigbeder se mostr moderadamente favorable a recibir a Ybanegaray, aunque comunicndoselo a Italia, pero finalmente la respuesta fue negativa33. Ante el xito de los ejrcitos alemanes, se abran para el gobierno espaol perspectivas ms atractivas que prestar servicios a Francia. Al poco de capitular Blgica, Lequerica le espet a un diputado francs amigo suyo: No olvide usted que si, segn el proverbio francs, el apetito viene comiendo, tambin puede presentarse cuando se ve comer a los dems 34.En los das en que se produjo el hundimiento de Francia, los informes del embajador espaol rebosaban antisemitismo. En su opinin Reynaud y Mandel representaban al clan belicista y judio ingls, que no quera en modo alguno la paz. Tema que llegaran a desencadenar, en unin de la judera americana, una contienda de continente a continente y con ello hecatombes gratas al genio catastrfico de las gentes del pueblo elegido 35. Caba en realidad que el gobierno francs continuara la lucha incluso despus de que cayera el territorio metropolitano, valindose de las colonias y de la flota, pero a ello se opuso un importante nmero de dirigentes polticos y militares franceses, con quienes colabor estrechamente Lequerica, que tena buenas relaciones con varios de ellos. Ptain en particular le haba explicado das antes sus puntos de vista con una sinceridad que resulta sorprendente, ya que no poda ignorar la posibilidad de que a travs de Madrid sus palabras llegaran a odos alemanes, como en efecto ocurri 36.El embajador espaol jug un papel importante en !a gestacin del armisticio. En la noche del da 16 de junio, nada ms constituirse el gobierno33Documentos inditos para la historia del Generalsimo Franco (DIHGF), 11-1, pgs. 188192.34MAE, Madrid, R 2295, Lequerica 29/5/1940.35MAE, Madrid R 2295/4, Lequerica 5/6/1940 y 12/6/1940.36Ferro, M. (1987), pgs. 51-52.Ptain, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores Paul Baudouin le solicit que el gobierno espaol trasmitiera urgentemente al alemn una peticin de cese el fuego y le informara de las condiciones de paz de los alemanes. Y fue tambin el gobierno espaol el encargado de trasmitir una peticin de armisticio al italiano, en vez del Vaticano como haba sido la intencin inicial francesa. Ello para Lequerica era una prueba de la disminucin de la autoridad de la Santa Sede en el orden internacional por comparacin con la de Espaa y su Excelencia el Jefe del Estado, lo que atribua a que su actitud antitotalitaria haba restado imparcialidad al Vaticano 37. Por lo dems no cabe tampoco exagerar la importancia de la mediacin espaola, como a veces se ha hecho: Hitler acept la propuesta porque implicaba neutralizar, de cara a la guerra con Gran Bretaa, el podero naval y colonial francs, y frente a ello el hecho de que la mediacin corriera a cargo de Espaa y no del Vaticano, Suiza o los Estados Unidos resultaba muy secundario.En los escasos das que trascurrieron hasta la firma del armisticio, que tuvo lugar el 22 de junio, Lequerica hizo todo lo posible por evitar que continuara la resistencia francesa. El da 20 ante los rumores de que el gobierno iba abandonar Burdeos convenci al nuncio y al embajador de Rumania para realizar una gestin conjunta ante Ptain, a quien trataron de tranquilizar respecto al retraso de la respuesta alemana y rogaron que esperara los acontecimientos. El mariscal pidi a su vez a Lequerica que trasmitiera a los alemanes la peticin de que mantuvieran una zona de Francia no ocupada, para que en ella pudiera ejercer libremente su autoridad el gobierno francs. El embajador tena una buena opinin de Ptain y sus ministros, de quienes esperaba que adoptaran una orientacin poltica similar a la de los vencedores, al tiempo que representaban un poder libre y autntico con el que hacer la paz sera mucho ms beneficioso para Alemania e Italia que con un gobierno de quintacolumnistas. Coment sin embargo que resultara difcil conciliar la benevolencia necesaria para que se consolidara esa orientacin francesa, que era la conveniente para Europa, con la revisin territorial que habra de poner fin a la injusta distribucin colonial que Francia e Inglaterra haban impuesto en su favor38.Esta observacin de Lequerica responda al dilema con que se encontr la poltica espaola respecto a Francia despus de la derrota de sta. Una lnea posible, que habra sido la deseada por el rgimen de Vichy, era37MAE, Madrid, R 1065/10, Lequerica 17/6/1940; 2295/4, Lequerica 18/6/1940 y 23/6/1940. Cf. Sgula. M. (1992), pgs. 51-54.38MAE, Madrid, R 2295/4, Lequerica 24/6/1940.la de un entendimiento mutuo que reforzara la posicin de Francia frente a la victoriosa Alemania y limitara la hegemona europea de sta. Otra consista en aprovechar la derrota de Francia para ampliar a su costa las posesiones espaolas en Africa. Franco opt por la segunda, que implicaba un acercamiento a Alemania. Serrano Ser cuenta en uno de sus libros que, cuando en septiembre de 1940 se detuvo en Pars camino de Berln, aconsej a Lequerica que no sacrificara a su presunta tutela de Vichy los intereses ms positivos de una frecuente comunicacin con los alemanes, cuyas actitudes respecto a Francia les interesaba conocer, y malvolamente aade que Lequerica cumpli con tal celo el encargo que pronto fue tenido por los alemanes como el amigo modelo 39. No prest en cambio el embajador excesiva atencin a los argumentos en favor de la unin latina que le exponan Pierre Laval y otros dignatarios de Vichy. Lequerica estaba convencido de que Espaa era un pueblo insatisfecho, frustrado en su natural ambicin en el Estrecho y todo el norte de Africa, y si no se le satisfaca en tales ambiciones, no estaba dispuesto a perderse en fraternidades, ms o menos raciales 40.El primer paso en Africa lo dio Franco el 14 de junio, cuatro das despus de que Italia declarara la guerra a Francia. Con el pretexto de que las otras dos potencias que aseguraban la administracin internacional de Tnger haban entrado en guerra entre s, Espaa asumi temporalmente en exclusiva el control de la ciudad, con el previo consentimiento del gobierno francs. Y el 16 de junio, es decir el da en que Francia solicit el armisticio, el general Juan Vign, enviado por Franco, plante a Hitler las reivindicaciones espaolas en Africa. La posicin espaola era que, si la derrota de Francia tena la natural consecuencia de una justa redistribucin de territorios africanos, Espaa reivindicara el protectorado de todo Marruecos, una parte de Argelia (la regin de Orn) y la ampliacin de sus territorios en el Sahara y en Guinea Ecuatorial. Ni Hitler ni su ministro de Asuntos Exteriores Ribbentrop dieron una respuesta precisa ante tales aspiraciones 41.Hubo por aquellos das un proyecto de intervenir militarmente en el Marruecos francs, con el pretexto de hacer frente a posibles agitaciones39Serrano Suner, R. (1947), pg. 167.40MAE, Madrid, R 2295/3, Lequerica 10/2/1940 y 6/3/1940.41Tussel, J. y Garca Queipo de Llano, G. (1985), pgs. 84-85. Un historiador ha sostenido que la desmesura de estas reivindicaciones territoriales tena el propsito de que fueran rechazadas por Italia y Alemania y evitar as la entrada en guerra, pero, a pesar de haber tenido la posibilidad de consultar el archivo de Franco, no aporta prueba documental alguna que apoye tan peculiar interpretacin: Surez Fernndez, L. (1984), pgs. 122-123.que all se produjeran y de evitar la posible intromisin de Gran Bretaa. El 25 de junio Lequerica expuso al ministro francs de Asuntos Exteriores Paul Baudouin el propsito espaol de intervenir militarmente si los acontecimientos en la zona francesa implicaban un peligro para la espaola, al tiempo que le planteaba la necesidad de rectificaciones fronterizas que satisfacieran los legtimos derechos de Espaa 42. Todo indica que el deseo de Franco habra sido ocupar el Marruecos francs como se haba ocupado Tnger: sin disparar un tiro. Ello habra sido factible si, como consecuencia del armisticio, hubieran sido desarmadas las tropas francesas del Africa del Norte. De hecho el gobierno espaol transmiti al italiano un ruego francs de que tales tropas no fueran desmovilizadas, pero al hacerlo especific que por su parte no vea inconveniente en que s lo fueran en el caso de Marruecos, donde la propia Espaa estaba dispuesta a intervenir con su ejrcito, a fin de garantizar el orden y la neutralidad. La desmovilizacin no se produjo, pero a comienzos de julio el ministro Beigbeder, temeroso de que se perdiera la oportunidad, sugiri a Franco que se buscara el apoyo de Alemania para plantear a Francia un ultimtum que llevara la frontera en el Marruecos central hasta el ro Ouarga, en el territorio de los Beni Zerual (lo que habra supuesto una rectificacin muy limitada)43. Sin embargo poco despus la actuacin militar qued descartada, al menos por el momento: el 25 de julio Beigbeder explic al Alto Comisario espaol en Marruecos que se haba optado por esperar a que se produjera la descomposicin de la zona francesa y a comprobar cual era el resultado del ataque alemn contra Inglaterra, del que dependera la lnea a seguir44.En los meses sucesivos el tema de las rectificaciones fronterizas en Marruecos fue abordado bilateralmente por los gobiernos de Francia y Espaa. Pero para este ltimo la esperanza fundamental sigui siendo lograr el apoyo alemn a sus reivindicaciones africanas, que fue planteado como objetivo fundamental de su entrada en guerra. A mediados de septiembre de 1940, Serrano Ser expuso a Hitler y Ribbentrop las aspiraciones espaolas, pero su actitud ante ellas le decepcion profundamente. Los alemanes no queran soltar prenda coment ms tarde ya fuera por sus compromisos con Ptain o por sus propias ambiciones africanas 45.42DIHGF, 11-1, pgs. 219-220.43Documentos del Archivo Francisco Franco (AFF), citados por Suarez Fernandez, L. (1984), pgs. 136-7 y 156.44DIHGF, 11-1, pgs. 273-275.45Serrano SONerz, R. (1947), pg. 170. Cf. Tusell, J. y Garca Queipo de Llano, G. (1985), pgs. 103-105.Cuando poco despus Serrano visit Italia, Ciano qued sorprendido por las coloridas invectivas de ste contra los alemanes y anot que, aunque estos haban dado prueba de falta de tacto, los espaoles llevaban aos pidiendo mucho sin dar nada a cambio 46. Este punto es esencial: era dudoso que incluso la intervencin espaola en la guerra contra Gran Bretaa valiera el precio pedido por Franco. Desde el punto de vista del Eje, las posesiones de Francia en el norte de Africa, respetadas en el armisticio, planteaba un doble peligro: que los britnicos, que no haban dudado en atacar a la flota francesa en Mers el Kbir el 3 de julio, se apoderaran de ellas, y que las propias autoridades locales francesas se decantaran por De Gaulle, como haba ocurrido en el Chad y el Camern el 27 de agosto 47. Cuando Hitler se reuni con Mussolini el 4 de octubre adems de aludir a la escasa utilidad militar que pudiera tener la entrada de Espaa en la guerra, le expres su temor de que las autoridades coloniales francesas renunciaran a defender su imperio o incluso rompieran con Vichy si saban que parte del mismo iba a ser entregado a Espaa. Ante lo cual el duce, que tambin tena aspiraciones respecto a las posesiones francesas del norte de Africa, se mostr partidario de esperar al fin de la guerra antes de concretar el destino de Marruecos 48.Por su parte el gobierno de Vichy precis en septiembre las concesiones que estaba dispuesto a hacer a Espaa, que se reducan a los derechos franceses sobre Tnger, ya suspendidos de hecho, y al territorio de los Beni Zerual, que se hallaba en un sector de la frontera mal delimitado por el tratado de 1912 y haba sido ocupado por Francia en 1925. Lequerica consider que la oferta era mnima y que la actitud francesa ante las reivindicaciones marroques de Espaa segua siendo el principal obstculo a la amistad entre ambos pases, que Vichy buscaba como baza frente a Alemania. El 15 de octubre Beigbeder, en vsperas de ser reemplazado por Serrano Ser, comunic al embajador francs George Renom de La Baume que la negociacin sobre el tema quedaba de momento suspendida 49. Y a primeros de noviembre el nuevo ministro espaol de Asuntos Exteriores le explic al embajador que una negociacin con Francia sobre Marruecos, sin la participacin de Alemania, resultaba imposible para Espaa 5D.Ciano, G. (1946), pg. 347.47Lavisse-Touze, Ch. ( 1994 ), pgs. 10-11.48Ciano, G. (1949).49MAE, Madrid, R 2295/5, Lequerica 30/9/1940. Cf. Sgula (1992), pgs. 98-99.50Seguela, M. (1992), pg. 114.Entre tanto, el 23 de octubre Franco y Hitler se haban encontrado por primera vez, en la localidad francesa de Hendaya. En la entrevista, sobre la que posteriormente se ha especulado mucho, la cuestin de las ganancias a expensas de Francia que Espaa iba a obtener de su entrada en guerra jug un papel fundamental. El fhrer explic, para decepcin del caudillo, que deseaba contar con la colaboracin de Francia, que facilitara la victoria final, aunque ello significara que las ganancias territoriales fueran menores. La rplica de Franco acerca de los derechos histricos de Espaa en Africa no hizo ms que irritar a Hitler, quien haba comentado a Ribbentrop que no poda hacer a los espaoles promesas en firme sobre territorio francs porque, con esos latinos tan charlatanes, estaba seguro de que los franceses acabaran enterndose. A su vez a Franco le pareci indignante que los alemanes pretendieran que entrara en guerra a cambio de casi nada, pero a pesar de ello suscribi aquella misma noche un protocolo en que se comprometa a hacerlo, aunque no en fecha precisa 51. Al da siguiente se produjo la entrevista de Montoire entre Hitler y Ptain y tras ella se impuso en Francia la lnea colaboracionista auspiciada por Pierre Laval, quien sustituy a Paul Baudouin en Asuntos Exteriores.Franco no renunci sin embargo a convencer a Hitler y el 30 de octubre le escribi una carta, dada a conocer por Serrano Ser aos despus, que nos permite conocer cual era su posicin respecto a Francia en aquel momento. Admita el caudillo que, como Hitler le haba expuesto en Hendaya, fuera necesario para acelerar la victoria llegar a una inteligencia con Francia y eliminar as los peligros resultantes de la dudosa fidelidad del ejrcito francs de Africa al mariscal Petain, fidelidad que con toda certeza desaparecera si de cualquier modo fuera conocido que exista un compromiso o promesa de cesin de aquellos territorios. Debido a ello no figuraban en el pacto hispano-alemn las aspiraciones territoriales espaolas. Pero, con arreglo a lo convenido, Franco reiteraba ahora por escrito las legtimas y naturales aspiraciones de Espaa sobre territorios norteafricanos que haban sido hasta entonces de Francia, pero que correspondan a Espaa por un derecho natural, derivado de que era el pas europeo ms prximo, con mayores afinidades geogrficas y con mayores razones histricas. Su ocupacin por Francia51Una buena sntesis de las fuentes disponibles sobre la entrevista de Hendaya se encuentra en Preston, P. (1993 ), pgs. 393-400. Un historiador al que se concedi el privilegio de consultar el Archivo Francisco Franco sostiene que el protocolo entonces suscrito ha desaparecido y sorprendentemente aade que en dicha desaparicin no hay nada anormal: Surez Fernndez, L. (1984), pg. 197.haba sido una intromisin, favorecida por un ambiente mundial democrtico y plutocrtico. Hitler, que haba sabido levantar la ira y el orgullo del pueblo alemn contra los que le acorralaban y negaban el derecho a vivir, haba de comprender el afn espaol de librarse de las renuncias impuestas por Francia a los gobiernos liberales de Madrid en una poca de injusticias, que regal el mundo entero a la codicia de dos o tres potencias ms afortunadas y neg a Espaa, como a Alemania y a Italia, toda posibilidad de expansin. Por ello, aunque aprobaba que el establecimiento de un orden nuevo estuviera presidido por una idea de justicia, Franco se negaba a admitir que la justicia que se hiciera a Francia, pas enemigo de siempre para Alemania como para Espaa, fuese a expensas del derecho de Espaa. Reiteraba pues, la aspiracin de Espaa al Oranesado y al Marruecos francs 52.En resumen: Franco deseaba entrar en guerra, pero no estaba dispuesto a hacerlo puramente por solidaridad con el Eje o por gratitud hacia el apoyo de Alemania e Italia en la guerra civil, sino de manera que Espaa saliera beneficiada. Y como buen militar africanista entenda que ello implicaba un engrandecimiento territorial en Africa, a expensas de Francia, pas enemigo de siempre. Pero Hitler no quiso poner en peligro la colaboracin francesa por asegurarse la intervencin espaola, que habra permitido la fcil ocupacin de Gibraltar pero habra implicado un contraataque de los britnicos en Canarias y habra dificultado la defensa frente a stos del Africa del Norte. Hitler explic poco despus a Mussolini que era conveniente para el Eje que Vichy conservara sus dominios en Africa del norte, cuya conquista en caso de pasaran a manos de De Gaulle exigira una difcil operacin. En vista de ello no se podan aceptar las desmesuradas reivindicaciones espaolas sobre el Oranesado y el conjunto de Marruecos, al margen de la Catalua francesa, a la que tambin haba aludido Serrano Ser. Con todo ello Mussolini se mostr de acuerdo 53. Pero a su vez esa actitud del Eje hizo que Franco y Serrano Ser perdieran inters por una entrada en guerra a la que adems las crecientes dificultades alimenticias de Espaa situaban en una perspectiva inquietante.Hitler por su parte comenz a perder la paciencia y eM9 de noviembre presion seriamente a Serrano Ser, que le visit en Berchtesgaden, para un pronto ataque sobre Gibraltar. Ante ello el ministro espaol, adems de52Serrano Ser, R. (1977), pg. 304.53Ciano, G. (1949), pgs. 317-321.requerir suministros de comida y armamento, insisti en que Alemania pareca estar sacrificando las reivindicaciones espaolas en beneficio de Vichy. Ciano, que tambin acudi a Berchtesgaden, observ que en un almuerzo que tuvo con Ribbentrop y Serrano, ste se mostr muy crtico haca los esfuerzos alemanes de acercamiento a Francia, empresa que el espaol consideraba muy difcil y para cuyo xito no pensaba que Laval resultara adecuado 54.Entre tanto Laval haba nombrado un nuevo embajador en Espaa, Frangois Pitri, que haba sido ministro en el primer gobierno de Ptain. Lequerica inform a Madrid que Pitri haba tenido una actitud constantemente anti-inglesa y favorable al entendimiento con Alemania, haba apoyado la causa nacional en la guerra civil espaola y se hallaba en ntimo desacuerdo con el rgimen republicano desde tiempo atrs 55. Por su parte el embajador ha explicado en sus memorias que el gobierno espaol se mostr reticente haca l, en parte por su condicin de prohombre de la III Repblica, y que si obtuvo el placet fue por la insistencia de Lequerica. Serrano Ser le plante de entrada la necesidad de una revisin amigable de la cuestin marroqu, mientras que Franco, en la presentacin de credenciales, lanz una dura filpica contra Francia. Su afirmacin de que sus aos de embajador en Madrid fueron difciles resulta del todo creble56.El establecimiento de un rgimen autoritario en Francia haba conducido a que el gobierno de Franco intentara que la dura represin que estaba ejerciendo en Espaa recayera tambin sobre determinados dirigentes y militantes que haban huido al vecino pas. Desde el primer momento el gobierno de Ptain se esforz en evitar, a peticin espaola, que numerosos dirigentes republicanos pudieran salir de Francia, pero en cambio las peticiones de extradicin presentadas por el gobierno espaol obtuvieron muy poco xito, por el doble motivo de que su fundamento jurdico era escaso y de que el rgimen de Vichy se atuvo estrictamente al convenio de extradicin firmado por los dos pases en 1877. De acuerdo con ste, 47 peticiones espaolas, que afectaban a figuras como Francisco Largo Caballero, Manuel Prtela Valladares, Federica Montseny, Mariano Ans, Josep Tarradellas o Eduardo Ragasol, fueron sometidas a los tribunales franceses pero, a pesar de la insistencia de Serrano Ser, pocas de ellas se concedieron. Ello fue en parte mrito del ministro de Justicia Joseph Barthlemy, quien aseguraba a Lequerica que las agilizara pero de hecho54Preston, P. (1993), pgs. 406-407. Ciano, G. (1948), pg. 360.55MAE, Madrid, R 2295/5, Lequerica 7/10/194056Pietri, F. (1954), pgs. 83-87.procuraba que se respetaran las garantas previstas en el convenio. Hubo once extradiciones por delitos menores y de derecho comn pero slo una de carcter poltico, la del dirigente militar anarcosindicalista Cipriano Mera, que fue entregado el 20 de febrero de 1942 y condenado a muerte en Espaa, aunque ms tarde logr escapar. El rgimen de Vichy no fue en cambio responsable en los tristemente clebres casos de Zugazagoitia, Cruz Salido y Companys, entregados por las autoridades alemanas de ocupacin y fusilados en el otoo de 1940. Luego, a partir de 1943, bastantes refugiados espaoles fueron entregados por las autoridades francesas, no a Franco, sino a la Gestapo. El gobierno espaol no solicit, en la etapa final de la guerra, nuevas entregas de refugiados 57.Desde muy pronto, Lequerica se haba convertido en un observador privilegiado de cuanto aconteca en Vichy, por su intimidad con Ptain, Laval y otros dirigentes del nuevo rgimen francs 58. Su actitud inicial fue de innegable simpata hacia la experiencia que se iniciaba, pero no estuvo exenta de dudas en cuanto a su futuro. Le llam la atencin la tranquilidad de la poblacin, a pesar de la derrota sufrida, pero observ que en muchos sectores perviva la esperanza en un triunfo anglosajn. Crea adems que la gran mayora del pueblo francs tena un profundo apego al sistema democrtico, lo que supondra un obstculo para una revolucin nacional, que careca adems de una escuela de pensamiento poltico propio en la que apoyarse. En su opinin Ptain y sus colaboradores podran crear un estado autoritario correcto, pero no darle el mpetu que tenan las revoluciones nacionales europeas (lase las de Mussolini, Hitler y Franco). Si acaso sera Laval quien, con su instinto popular, pudiera encabezar un movimiento de esa orientacin 59.Le sorprenda adems que algunos dirigentes de Vichy creyeran que bastaba adoptar las ideas totalitarias del vencedor para eludir las consecuencias de la derrota y que pretendieran lograr el apoyo de Italia y Espaa en tal empresa. Estimaba que la revolucin nacional francesa se encontraba ante un gran obstculo por la necesidad de conjugar la exaltacin patritica con la aceptacin de la victoria alemana, lo que vena a representar un fascismo de derrota. Esperaba sin embargo un propsito des7 Esta cuestin ha sido detenidamente analizada, basndose en documentacin francesa, por Segula, M. (1992), pgs. 253-292. Hay documentacin relativa a las gestiones de Lequerica al respecto en: MAE, Madrid, R 1102/36. Sobre la suerte de los refugiados cf. Pike, D. W. (1969), Stein, L. (1979), Fabrguet, M. (1986) y Soriano, A. (1989).58Cf. Avils Farre, J. (1989 b).59MAE, Madrid, R 2295/4, Lequerica 2/7/1940 y 10/7/1940. El embajador infravaloraba la aportacin francesa al pensamiento fascista: cf. Sternhell, Z. (1978 y 1983) y Milza, P. (1987).moderacin en la victoria, digno del genio de Hitler y Mussolini, que hiciera posible la comunidad espiritual de los distintos pueblos europeos, a lo cual podra contribuir un gobierno francs como el de Ptain, pero no uno impuesto por los alemanes. En cuanto a la idea, alentada por algunos, de que Espaa hubiera de colaborar en la defensa del catolicismo francs, supuestamente amenazado por Alemania, la rechazaba de plano. No perdonaba a catlicos como Mauriac o Maritain su actitud durante la guerra espaola y en cambio, estaba dispuesto a destacar cualquier gesto de Hitler que pudiera considerarse favorable al catolicismo 60.La fundamental desconfianza del embajador espaol hacia los franceses se manifest tras la destitucin de Laval el 13 de diciembre de 1940. Fue el nico diplomtico extranjero con quien se puso en contacto el embajador alemn Otto Abetz cuando acudi este a Vichy, indignado por la medida que se haba tomado contra el principal exponente de la colaboracin, y aprovech para ponerle en guardia contra una poltica como la realizada por los vencedores de 1815, que haba permitido a Francia recuperar rpidamente su podero, al tiempo que le mostraba la conveniencia de fortalecer a Espaa como potencia de equilibrio. Este sera un argumento constante de Lequerica en sus contactos con los alemanes. Por ello, aunque considerara lamentable lo ocurrido desde un punto de vista francs, Lequerica estim que la crisis del 13 de diciembre podra beneficiar a Espaa, en la medida en que haba abierto los ojos incluso a los alemanes ms partidarios de la colaboracin francesa 61.El 13 de febrero de 1941 Franco y Ptain se encontraron en Montpellier: fue la nica vez que lo hicieron como jefes de Estado. El motivo del encuentro fue un tanto casual. Franco y Serrano Ser haban viajado a Italia para encontrarse con Mussolini y haban preferido hacerlo por carretera, a travs de territorio francs. En su entrevista con Mussolini, Franco sostuvo que Francia nunca colaborara con el Eje, que era enemiga secular de Espaa y de Alemania y que, junto a Inglaterra, era el pas que ms haba contribuido a la decadencia espaola 62. Pero en el viaje de regreso Franco y Serrano, por pura cortesa segn explicara ms tarde el segundo, accedieron a tener un contacto con el pobre Estado de Vichy. Segn el ministro espaol, las conversaciones se centraron en la conveniencia de no irritar a los alemanes y de evitar60MAE, Madrid, R 2295/4, Lequerica 10/7/1940, 18/7/1940, 24/7/1940, 31/7/1940, 8/8/1940 y 2/9/1940.61MAE, Madrid, R 2295/6, Lequerica 16/12/1940 y 18/12/1940.62Ciano, G. (1949), pg. 336.un nuevo desplazamiento hacia Occidente del centro de gravedad de la guerra 63. De ello parece deducirse que Ptain y Franco estaban de acuerdo en que Espaa no deba intervenir en la guerra, pero sera exagerado suponer que se estaba gestando un entendimiento hispano-fran- cs. El propio Serrano escribi ms tarde que las conversaciones carecieron de inters, mientras que segn las memorias de Pitri, tambin presente en Montpellier, no se trat de gran cosa, aunque Franco explic que no entrara en guerra 64. Lequerica escribi por entonces que quienes soaban en amistades latinas separadas haban podido comprobar a raz de aquello que el camino de Madrid pasaba por Roma y Berln 65.Hitler, decepcionado al comprobar que Espaa no entrara finalmente en guerra, coment en aquellos das que lo lamentaba no slo por la cuestin de Gibraltar, sino porque perda una carta fundamental para poner fin a las vacilaciones de los franceses: la amenaza de premiar a Espaa a su costa. Por otra parte los regmenes de Ptain y Franco le parecan al dictador nazi muy similares, pues consideraba que ambos estaban dominados por los reaccionarios y el clero 66 De hecho esta observacin no careca de fundamento, aunque el propio Ptain senta mayor inters por el ejemplo de Salazar que por el de Franco 67. Respecto al rgimen de Vichy, diferentes estudios han subrayado su carcter de dictadura pluralista (S. Hoffmann), el hecho de que en torno a Ptain se agruparan partidarios del orden moral catlico y del orden nacionalista pagano, del Estado federal y del Estado centralizado, de la economa comunitaria y del capitalismo, de la persuasin y de la coercin (R. O. Paxton) 68. Mientras que el rgimen de Franco ha sido definido como autoritario, derechista y sempluralista (J. J. Linz) y se ha destacado que en su etapa inicial poda ser considerado semifascista y presentaba bastantes coincidencias con el de Mussolini, que a su vez no estaba exento de una componente conservador (S. Payne). Se puede afirmar pues que tanto Ptain como Franco presidan regmenes en que las nuevas influencias fascistas se combinaban con las de la derecha tradicional,loque implicaba una sntesis entre el antiliberalismo esencialmente63Serrano Suner, R. (1947), pgs. 265-267. Estas palabras de Serrano calcan las escritas aos antes por Maurras, Ch. (1943), pg. 205. Cf. Sgula, M. (1992), pgs. 147-160.64Pitri, F. (1954), pgs. 55-56.65MAE, Madrid, R 2295/6, Lequerica 12/3/1941.66Citado por Tusell, J. y Garca Queipo de Llano, G. (1985), pg. 122; Hillgruber, A. (1969).67Ferro, M. (I987), pgs. 215-217.68Cf. Paxton, R. O. (1973), pgs. 137-224; Milza, P. (1987), pgs. 221-275; Azma, J.P. y Bdarida, F. (1992), pgs. 23-44.conservador heredado del siglo XIX y el antiliberalismo sedicente revolucionario del siglo XX (C. Serrano) 69.La similitud entre ambos regmenes no supona que forzosamente hubieran de entenderse. Durante el perodo en que Franco pens en participar en la guerra, lo que ms le interes respecto a Francia fue, como hemos visto, arrebatarle territorios en Africa. Pero cuando descart esa posibilidad, es decir a comienzos de 1941, cupo la posibilidad real de que Ptain y l cooperaran para hacer frente a las presiones de Hitler. Tal era el sentido de poltica de unin latina. En sus memorias de 1977, Serrano Ser presenta la versin de que l buscaba una especial aproximacin a Italia y, a ser posible, a la Francia que pudiera salvarse a travs de Vichy, porque constitua la nica esperanza de que pudiera templarse o moderarse aquel temido exceso de victoria alemana 70. No hay sin embargo en la documentacin datos que permitan probar tal aserto. Es ms, recientemente se ha dado la curiosa paradoja de que un libro de Matthieu Sguela, que en su ttulo promete revelar los secretos de la alianza entre Franco y Ptain, demuestre en realidad que no hubo tal alianza y que la unin latina fue imposible, aunque la actitud oficial espaola respecto a Francia mejor desde 1941 71.Particularmente favorable a un acercamiento a Francia se mostr el general Juan Vign, muy hostil a Serrano Ser, mientras que el embajador Lequerica, que proceda de la derecha conservadora pero se haba convertido en un entusiasta del fascismo, vea con disgusto todo lo referente a la unin latina. En mayo de 1941 Lequerica desminti ante dos diplomticos alemanes la supuesta amistad latina y cristiana entre Espaa y Francia, insisti una vez ms en las reivindicaciones espaoles sobre Marruecos y Orn y argument incluso que si las modificaciones territoriales creaban una moderada tensin franco-espaola y franco-italiana, ello no sera desventajoso para la direccin germnica de la futura Euro-Africa. Comparando la situacin del momento con la del siglo XVI, glorioso para Espaa, Lequerica vea en Hitler a un nuevo Felipe II y en Ptain a una nueva Catalina de Medid, lo que equivala a contraponer la rectitud espaola y alemana a la doblez francesa 72.Por parte del mariscal el ltimo intento de potenciar la solidaridad entre los dos pases fue el viaje a Espaa que en febrero de 1942 hizo a Madrid su propia esposa, acompaada por Henri Du Moulin de Labarthte, que69Cf. Payne, S. (1987), pgs. 651-664; Tusell, J. (1988), pgs. 19-106 y 161-167; Molinero, C. e Ysas, P. (1992), pgs. 25-36; Azma, J.P. y Bedarida, F. (1992), pg. 672. Serrano Suner, R. (1977), pg. 288.71 Sgula, M. (1992), pgs. 225-252.7? MAE, Madrid, R 2295/7, Lequerica 29/5/1941 y 13/8/1941.era el jefe de su gabinete civil y pasaba por enemigo de los colaboracionistas. El resultado poltico de la visita fue sin embargo nulo. Lequerica coment que el intento de unin latina responda al deseo de Vichy de reforzar su influencia de cara a una eventual mediacin entre los contendientes y que Espaa deba oponerse a que se redujera el significado de su revolucin nacional, precursora de la gran guerra revolucionaria actual dirigida por los pases del Eje, a los modestos lmites del Portugal salazarista y de la Francia de Vichy, para que actuara como honorable segundona de esta... y la ayudara a conservar su imperio africano 73.La orientacin pronazi del embajador espaol se tradujo en la simpata con que acogi la poltica antisemita de Vichy 74. Es ms, le preocupaba la desfavorable actitud al respecto de ciertos medios vaticanos, que atribua al empeo de no desagradar a Norteamrica y a la hostilidad hacia Alemania, el pas iniciador de las reacciones frente al peligro semita 75. Sin embargo la actitud del rgimen de Franco al respecto era ambigua, pues a pesar de que la retrica antisemita no estaba ausente de los discursos oficiales, de hecho se concedieron visados de trnsito gracias a los cuales algunos judos pudieron abandonar Francia y se protegi especialmente a los sefarditas, a los que Primo de Rivera haba concedido la nacionalidad espaola. Tampoco fue unnime la actitud de los diplomticos espaoles: el cnsul general en Pars, Bernardo Rolland, actu con dedicacin en la defensa de los sefarditas, mientras que Lequerica fue mucho ms reticente 76. En marzo de 1942 el embajador informaba a Madrid que, de acuerdo con las instrucciones recibidas, se ocupaba de defender los derechos de los sefarditas sbditos de Espaa, pero procuraba no olvidar por ello los principios fundamentales de la Revolucin espaola ni la internacionalidad del problema semita 77.La vuelta al ministerio de Asuntos Exteriores de Jordana, que sustituy a Serrano en septiembre de 1942, fue muy bien acogida en los medios de Vichy menos favorables al colaboracionismo, que la consideraron anunciadora de un viraje de Espaa hacia el neutralismo. Lequerica rechaz sin73MAE, Madrid, R 2295/8, Lequerica 9/2/1942.74Cf. Marrus, M.R. y Paxton, R. O. (1981) y Webster, P. (1990).75MAE, Madrid R 2295/7, Lequerica 17/5/1941 y 15/9/1941. Los informes de Lequerica conservados en el Ministerio de Asuntos Exteriores no dejan lugar a duda acerca de su antisemitismo, aunque la autora de una mediocre biografa del embajador haya tratado de ocultarlo: Cava Mesa, M.J. (1989), pgs. 189-193.76Cf. Avni, H. (1974), pgs. 77-87, 157-158 y 173-180: y Marquina, A. y Ospina, G. I. (1987), pgs. 145-156 y 164-197.77MAE, Madrid R 2295/8, Lequerica 16/3/1942.embargo esta interpretacin, que se debilit al comprobar el tono que mantena la prensa espaola 78. El propio Jordana le explic al embajador Pitri que la orientacin exterior espaola no iba a cambiar y que l sera el ejecutor dcil de la poltica de Franco. Le prometi que frenara los ataques de la prensa espaola a Francia, que venan siendo continuos a causa de las reivindicaciones africanas, pero tard en conseguirlo 79. Esas campaas antifrancesas de la prensa espaola, como las de la italiana, le parecan inoportunas al embajador alemn Abetz, porque dificultaban la accin de los gobiernos colaboracionistas de Vichy. Para Lequerica esto era una prueba ms de como la poltica de colaboracin con Francia que defenda Abetz, con el apoyo de su ministro Ribbentrop, se interpona frente a las aspiraciones espaolas 80.Poco despus la posicin de ambos pases qued radicalmente modificada por el desembarco aliado en el Africa del Norte francesa, que tuvo lugar el 8 de noviembre de 1942. Espaa no slo vi disiparse del todo sus sueos marroques, sino que qued expuesta a una creciente presin aliada, mientras que para el rgimen de Vichy el paso de las tropas africanas a la disidencia, el sabotaje de la flota por los propios marinos y la ocupacin de las zona libre por los alemanes, supusieron la desaparicin de todas las bazas que hasta entonces le haban consentido al menos una apariencia de autonoma. Desde ese momento las relaciones entre Madrid y Vichy perdieron toda importancia y el papel de Lequerica qued reducido a poco ms que el de simple testigo de la agona de un rgimen 81.La presin aliada contribuy a que el rgimen de Franco, aunque mantuvo a su embajador en Vichy, estableciera relaciones oficiosas con el Alto Comisariado francs de Africa del Norte, que desde Argel haba reemprendido la guerra con Alemania. La urgencia de que as se hiciera le fue planteada a Jordana por el embajador de Estados Unidos Carlton Hayes el 14 de enero de 1943 82. Por entonces ya funcionaba en la propia embajada de los Estados Unidos en Madrid una misin francesa de enlace, encabezada por el antiguo agregado areo de la embajada francesa, teniente coronel Malaise, que tras haber abandonado en noviembre su puesto regres para actuar como agente de la Francia libre en la capital espaola, lo que di lugar a protestas diplomticas por parte de la embajada de78MAE, Madrid, R 2295, Lequerica 9/9/1942.79Pitri, F. (1954), pg. 65.80MAE, Madrid, R 2295/9, Lequerica 2/11/1942.81Cf. Aviles Farr, J. (1989 c).8?Hayes, C. (1946), pgs. 135-143.Vichy y de la embajada alemana 83. Esta ltima argument que Malaise estaba organizando el paso a Africa desde Espaa de militares y civiles franceses, cuyo propsito era incorporarse a las fuerzas hostiles al Eje.A finales de febrero el cnsul general de Francia en Tetun, Clarac, plante al subsecretario espaol de Asuntos Exteriores, Pan de Soraluce, las propuestas del general Giraud, que encabezaba las fuerzas francesas de Africa. Solicit el reconocimiento oficioso de los pasaportes librados por el Alto Comisariado, el establecimiento de relaciones comerciales y el reconocimiento, si no de derecho al menos de hecho, de inmunidad diplomtica para sus agentes oficiosos. A cambio el Alto Comisariado ofreci mantener su representacin oficiosa a un nivel de mxima discrecin, continuar la lnea de conducta amistosa que haba manifestado al negarse a la constitucin de una Legin espaola republicana y al enviar a Mxico a refugiados rojos, y mostrarse favorable a los intereses comerciales espaoles 84. Estos ltimos se centraban en las exportaciones de fosfatos marroques, fundamentales para la agricultura espaola 85.Sobre tales bases Madrid pudo establecer contacto con Argel sin romper relaciones con Vichy, circunstancia que Franco aprovech para hacer saber en mayo a Giraud que Espaa deseaba rectificaciones fronterizas en Marruecos, dando con ello una prueba del optimismo con que segua viendo su posicin internacional 86. Como representante en Argel, con el cargo de cnsul general, el gobierno espaol envi en el verano de 1943 a Jos Antonio Sangrniz, un diplomtico de orientacin moderada que en los primeros tiempos de la guerra civil haba sido jefe del Gabinete Diplomtico de Franco. Sangrniz logr pronto establecer relaciones amistosas con las autoridades de Argel, incluidos los generales Giraud y De Gaulle, copresidentes del recin creado Comit Francs de Liberacin Nacional, cuyas respectivas significaciones polticas no tard en captar. De Gaulle era por su origen y formacin un hombre de derechas, pero desde su huida a Londres en junio de 1940 se vea rodeado de comunistas, judos y gente de izquierda, mientras que Giraud estaba rodeado de colaboracionistas desilusionados, lo que permita a los gaullistas cuestionar la pureza de sus sentimientos antialemanes. Observaba83MAE, Madrid, R 2167/140, Ambassade de France 5/1/1942 (s/c por 1943); R 2183/3, Deutsche Botschaft 27/2/1943.84MAE, Madrid, R 1775/15, nota de 27/2/1943.85Cf. Sgula, M. (1992), pgs. 296-297.86Ministre des Affaires trangres, Pars, CFLN-Espagne 1275, Sangrniz 27/5/1943, ct. por Sgula, M. (1992), pg. 298.Sangrniz que haban sido las izquierdas francesas las que haban adoptado una posicin de gallarda nacionalista, que posiblemente fuera a resultar adems clarividente 87. No parece pues que el diplomtico espaol se llamara a engao sobre la marcha de la guerra ni sobre la futura orientacin de Francia.Un problema que desde finales de 1942 se le plante al rgimen de Franco fue el de la entrada en Espaa de fugitivos de la Europa ocupada, que cruzaban clandestinamente los Pirineos, incluidos bastantes franceses en edad militar. Muchos de ellos fueron internados en diversas crceles y reagrupados luego en un campo de concentracin, pero slo en rarsimos casos fueron entregados a la Gestapo o a la milicia de Vichy. Por el contrario, la presin norteamericana condujo a que en su mayora pudieran pasar a Portugal o incluso, a partir de octubre, a Africa del norte. El embajador Hayes afirm en sus memorias que un total de diecisis mil franceses pas durante 1943 de Espaa a Africa para incorporarse a las fuerzas aliadas, gracias a la actitud favorable del ministro Jordana 88.En octubre de 1943 el Consejo Francs de Liberacin Nacional envi como representante a Madrid a Jacques Truelle. Por su parte el rgimen de Vichy sigui representado por el embajador Pitri, que haba sido abandonado por gran parte del personal diplomtico, trataba de evitar los enfrentamientos en el seno de la colonia francesa y mostraba una escasa energa frente a los partidarios de Argel, lo que irritaba a Ptain y Laval 89. Por su parte Lequerica senta cada vez menos admiracin por ambos dirigentes del Estado francs. Siempre amigo de las comparaciones histricas, observ que Ptain haba quedado anulado, era un Luis XVI despus de Varennes, mientras que Laval no mostraba suficiente energa en la represin, era un Enrique IV sin penacho aun cuando tambin precedido de varias conversiones. Slo los elementos ms colaboracionistas con Alemania reciban la plena aprobacin del embajador espaol90.El desembarco aliado en Normanda y el fin del rgimen de Vichy marcaron en el verano de 1944 el fin de una etapa en las relaciones hispanofrancesas. Lequerica dej su puesto de embajador para convertirse, el11de agosto, en ministro de Asuntos exteriores, a pesar de que sus simpatas por el Eje eran sobradamente conocidas en medios aliados. El 2487MAE, Madrid, R 2193/19, Sangrniz 31/8/1943.88Hayes, C. (1946), pgs. 143-155 y 225. Cf. Sgula, M. (1992), pgs. 296-298.89Pitri, F. (1954), pgs. 66-70. MAE, Madrid R 1179/1, Lequerica 22/4/1943.90MAE, Madrid, R 1179/2, Lequerica 16/3/1944; R 1179/1, 7/10/1943.de agosto, desaparecido ya el rgimen de Vichy, Pitri dio por terminada su misin y entreg la embajada a Truelle, aunque permaneci en Espaa, donde se refugiaron algunos miles de responsables de Vichy. Entre ellos Pierre Laval, que lleg a Barcelona en mayo de 1945. El viejo hombre fuerte de Vichy, cuya extradicin reclamaban las nuevas autoridades franceses, resultaba sin embargo un husped embarazoso y no encontr la acogida que quiz esperaba. Dej Espaa en agosto de 1945 y, tras un apresurado juicio, fue fusilado en Pars dos meses despus 91.Ese fue el cruel eplogo de las relaciones entre los regmenes de Franco y Ptain.FUENTESDDF: Documents diplomatiques frangais, 1932-1939. Vols. XV a XIX. Imprimerie Nationale, Pars.DIHGF: Documentos inditos para la historia del Generalsimo Franco. Vol. 11-1. Fundacin Nacional Francisco Franco, Madrid 1992.MAE: Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid.BIBLIOGRAFAAvils Farr, Juan (1989 a): Lequerica, embajador franquista en Pars. Historia 16, 160, pgs. 12-19.Avils Farr, J. (1989 b): Vichy y Madrid: las relaciones hispano-francesas de junio de 1940 a noviembre de 1942. Espacio, tiempo y forma, V, 2, pgs. 227-239.Aviles Farr, Juan (1989 c): El ocaso de un rgimen. 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