un granito de mostaza

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Loshechosy/opersonajesdeestelibrosonficticios.Cualquierparecidoconlarealidadesmeracoincidencia.

Títulooriginal:MustardSeedPublicadooriginalmenteporLakeUnionPublishing,EstadosUnidos,2017

Ediciónenespañolpublicadapor:AmazonCrossing,AmazonMediaEUSàrl5ruePlaetis,L-2338,LuxembourgNoviembre,2018

Copyright©Ediciónoriginal2017porLailaIbrahimTodoslosderechosestánreservados.

Copyright©Ediciónenespañol2018traducidaporDavidLeónDiseñodecubiertaporlookatcia.comImagendecubierta©DiamondSkyImages/GettyImages©irrenes©ChirawanThaiprasansap©KathySG©KarinaRomanenko/Shutterstock

Primeraedicióndigital2018

ISBN:9782919805662

www.apub.com

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Sobrelaautora

ElamormásalládelasdiferenciasesuntemacomplejosobreelqueLailaIbrahimpuedellamarseunaexperta.SupasiónporelserhumanocomenzóconsusestudiosenPsicologíayDesarrolloInfantil,queluegoevolucionaronhaciaunpostgradoenDesarrolloHumano.Sugrannecesidaddeestarencontactoconniños,lemotivóaabrirsupropiaescuela(laWoolseyChildren’sSchool)yhoydirige el departamento infantil y familiar de la primera iglesia unitaria deOakland(California).

LasvivenciaspersonalesdeLailasonelbagajequenecesitóparaconstruirlahistoriadeMattieyLisbethenLaflordelazafránamarillo(2015),suprimeranovela,yquehoyeslecturarecomendadaenlosEstadosUnidosparaacercarseal tema de la esclavitud desde una perspectiva más humana. Un granito demostazaeslacontinuaciónnaturaldeaquellahistoria,elresultadodesuinterésporloquedebiódeocurrirasusprotagonistastraslaguerra.

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Enagradecimientoatodaslasgentesconocidasydesconocidasquesembraronlassemillasdeamoryjusticiaquehevistogerminarentodamividayala

oportunidadquesemehadadodesembrarlasmíaspropias.AmisqueridasMaya,KalinyRinda.Osquierodelsueloalcieloyosquerrésiempre

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Índice

ComenzaraleerPuesciertamenteos…RelacióndepersonajesPrólogoJORDANCapítulounoLISBETHCapítulodosJORDANCapítulotresLISBETHCapítulocuatroJORDANCapítulocincoLISBETHCapítuloseisJORDANCapítulosieteLISBETHCapítuloochoJORDANCapítulonueveLISBETHCapítulodiezJORDANCapítuloonceLISBETHCapítulodoceJORDANCapítulotreceLISBETHCapítulocatorceJORDANCapítuloquinceLISBETHCapítulodieciséisJORDANCapítulodiecisieteLISBETHCapítulodieciochoJORDANCapítulodiecinueveLISBETHCapítuloveinteJORDANCapítuloveintiunoLISBETHCapítuloveintidósJORDANCapítuloveintitrésLISBETHEpílogoJORDANAgradecimientos

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Sección1.NienlosEstadosUnidosnienningúnlugarsujetoasujurisdicciónhabráesclavitudnitrabajoforzado,exceptocomocastigodeundelitodelqueel

responsablehayaquedadodebidamentecondenado.Sección2.ElCongresotendrálafacultaddehacercumpliresteartículopormediodelalegislación

apropiada.

DECIMOTERCERAENMIENDAALACONSTITUCIÓNDELOSESTADOSUNIDOS

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Puesciertamenteosaseguroquesituviereisfetangrandecomoungranitodemostaza,podréisdeciraesemonte:«Trasládatedeaquíallá»,ysetrasladará.

MATEO17,20

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Relacióndepersonajes

Jordan Freedman: maestra de diecinueve años que vive con sus padres enOberlin(Ohio)

MattieFreedman:madredeJordanEmmanuelFreedman:padredeJordanSamuelFreedman:hermanodeJordanNoraFreedman:cuñadadeJordanOtisFreedman:sobrinodeJordanLisbethJohnson:granjeradetreintaañosresidenteenOberlin(Ohio)MatthewJohnson:maridodeLisbethSadieJohnson:hijadeLisbethdeseisañosSammyJohnson:hijodeLisbethdenueveañosAnnWainwright(laabuelaWainwright):madredeLisbethJonathanWainwright(elabueloWainwright):padredeLisbethJackWainwright:hermanodeLisbethJulianneWainwright:cuñadadeLisbethJohnnyWainwright:sobrinodeLisbethEmilySmith:mediohermanadeLisbethporpartedepadreWilliamSmith:maridodeEmilyWillieSmith:hijodeEmilyAriyWinnieSmith:suegrosdeEmilyMaryBartley:amigadeinfanciadeLisbethDanielBartley:maridodeMaryEmma:niñeradeMaryDanny,Harry,Rose,HannahyFreddy:hijosdeMarySarah:primadeJordanSophiaRebecca:hijadeSarahEllaGeorgia:hijadeSarahEdwardCunningham:antiguoprometidodeLisbeth,propietariodeWhitePines

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AlfieyAliceRichards:nuevospropietariosdeFairOaks,laplantaciónenlaqueMattiecrioaLisbeth

MamáJohnson(laabuela):suegradeLisbethJohnsonpadre(elabuelo):suegrodeLisbethMitchJohnson:cuñadodeLisbethMichaelJohnson:cuñadodeLisbeth,viveconsumujerysushijosenCaliforniaMaggieJohnson:esposadeMichaelAureliayEmmaJohnson:hijosdeMichaelyMaggieSeñoritaGrace:propietariadelahospederíaenlaquesealojanJordan,Mattiey

SamuelSeñoraAvery:encargadadelorfanatodeconfiscadosTessie:niñadelorfanato

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PrólogoJORDAN

Richmond,Virginia,1868

Noestábienquelosmaestrostenganalumnosfavoritos.Yo,sinembargo,tengouna.Elotoñopasado,elprimerdíadeclase,lapequeñaSadieJohnsonmetomóde lamano,memiró a los ojos con los suyos celestes y declaró conunligeroceceo:

—Yotambiénsoynueva.Aquel fue elmomento en que arraigómi aprecio por aquella dulce niña

blanca,unafectoquenohizomásquecreceralolargodelcurso.Mimadredicequesientounaafinidadespecialconellaporserlahijade

Lisbeth,peroyonocreoquesedebaaello,porqueapenasconozcoaesamujer,quevieneavernosunavezalaño,porfiestas,conunacestadedulcesparatodala familia.Lisbeth ymamá se ponen al día de sus novedades y se abrazanunbuen rato con fuerza antesdeque ella vuelva a salir denuestra vidahasta lasNavidadessiguientes.MimadredicequeyollevabaelcariñodeLisbethescritoenelalmaantesdesaberpronunciarmiprimerapalabraopensarsiquiera,peroamímedalaimpresióndequehablaporella,nopormí.

Lisbethyellaeranespecialeslaunaparalaotraenunaépocaqueyosoloconozco por las historias que he escuchado. Las cosas que se cuentan de lascabañas,lacasagrandeyloscampossonparamícomolosmitosgriegos.Yonoera más que una niña de pecho cuandomamáme sacó de la plantación parallevarme con mi padre y Samuel a Oberlin. No me considero una esclavamanumisa, pero mi madre no deja que me olvide de que, en otra época, loscuatrovivíamosen laesclavitud,megusteono.Dehecho,elapellidoquemedieronnodejaráqueniyonielmundoloolvidemosnunca:Freedman,«liberto».

Mispadresestánorgullososdesupasadoyesbuenoqueasísea.Yoestoy

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agradecidaportodoloquemehandado.Deverasqueloestoy,peroellosnomeentiendennicreoquemevayanaentenderjamás.Elabismoqueseparanuestrasvidasesdemasiadoancho.

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CapítulounoLISBETH

Oberlin(Ohio),veranode1868

Lasmanos de Lisbeth estaban amasando los bollos para la cena cuandoentróMatthewenlacocinaconelsobre.Loprimeroquefueallamarsuatencióndesdeelpapelblanco fue lacaligrafíaprecisadesumadre.No interrumpiósuritmonihizocomentarioalguno,perosucuerpodiounrespingoalarmadocomolasacudidaquedaunconejoalsentirlapresenciadelzorro.

Matthew le besó una mejilla alcanzándola desde la espalda y acontinuaciónsaludóaSadie,quedesgranabaguisantessobrelasencillamesademadera, y la levantó de la silla para darle un abrazo colosal dejando así laspiernasdelaniñasuspendidasenelaire.

Lisbethsonrió.Elafectoquedesplegabasumaridoporlospequeñosnuncadejaba de conmoverla. Sumadre no entendería nunca el profundo placer quesentía ante los quehaceres cotidianos de la vida doméstica y el amor de sufamilia.Lacalidezde suacogedorhogardeOhioeramuydiferentede loquehabíaconocidoensuinfancia,laplantaciónvirginianadeFairOaks.

Matthewsostuvoenaltolacartadesumadre.—¿Quieresleerlaahora?Lamujer agitó los dedosmanchados demasa y preguntó sacudiendo la

cabeza:—¿Teimporta…?Mientras su marido abría el sobre, se preparó para oír comentarios

desagradablesdisfrazadosdenoticiasamables.Sumadre,«todaunadama»,noescribiríajamásnadaquepudieraincurrirenlascríticasdelaseñoritaTaylor,lamaestrademodalesquehabíatenidoLisbethensujuventud,peronuncaomitíamencionar todo lo que, en su opinión, faltaba en la vida de su hija: bienestar

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económico,posiciónsocialyrefinamiento.EnlosdiezañostranscurridosdesdequehabíahuidodeVirginia,sumadre

lehabíaescritocasitodoslosmeses,peronohabíaidoaverlaaOhioniunasolavez.Nien1859,cuandonacióSammy,suprimernieto,nicuando,tresañosmástarde,vinoalmundoSadie.Lisbethhabíaabrigadolaesperanzadequeestaríadispuesta a viajar una vez acabada la guerra entre estados, pero sus padres lahabíandecepcionadoalnisiquieracontestaracadaunadelasinvitacionesqueleshabíahecho los tresañosquesiguieronal finaldelconflictoy tampocosumadreleshabíapedidoquefuesenaverla.

Matthewleyóconsuvozpausadadecostumbre:

QueridísimosElizabethyfamilia:Esperoqueestéisbienalrecibodelapresente.Imaginoqueos estaréis preparandopara la cosecha, unode los sencillosplaceresdelavidaquesemehanarrebatado,puesaúnsigollorandolapérdidademihogar.

OsalegrarásaberqueMaryBartleyhadadoaluzaotrovarón.Despuésdehabertenidodoshijasseguidas,lafamiliaestáencantada.NotedejesafligirporelhechodequeDioshaya querido bendecirlos con cinco criaturas. Estoyconvencida de que a ti te ha deparado otra suerte por unmotivoconcreto.

El hijo de Jack estuvo aquejado de fiebres la semanapasada.Johnnysigueencama,peronotardaráenrecobrarsedel todo. Aunque ha perdido muchos días de clase, estoyconvencida de que, al ser tan despierto como su padre, losrecuperaráenseguida.

Tu padre está enfermo y no vivirá para ver el AñoNuevo. Deberías venir a verlo por última vez para pedirleperdónyayudarmecon todo.Te ruegoquemehagas sabercuándodeboesperarte.

Atentamente,Tumadre.

Aturdida, con un torbellino de emociones brotándole del pecho, Lisbeth sedesplomóenlasillaquehabíafrenteaSadie.

Conlosañoshabíaconseguidoenterrareldolorqueleproducíaelrechazode sus padres. Había aceptado que su relación se mantuviera solo por

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correspondenciasinesperarvolveraverlosenpersona.Sinembargo,enlomáshondodesucorazón,anhelabaestarconellosdenuevo,hacerlaspacesyquizáhastacultivarunafectodeverdad.Ladecisiónquehabíatomadoleshabíahechomuchodaño:eltiempoylamadurezselohabíandejadomuyclaro.

La mano morena de Matthew cubrió con dulzura sus dedos pálidospegajososporlamasa.

—Tienesqueir—laapremióconvozsuave.—Estaríaausentesemanas,quizámeses.¿Ylacosecha?—preguntóella.—Puedoarreglármelassinti—repusoél—.Estupadre.Sinoestásconél

susúltimosdías,tearrepentirás.—Pero si paramí ya no significa nada. Ni siquiera se hamolestado en

escribirmenunca.—Lavozse lequebróyse le llenaron losojosde lágrimas:todo su cuerpo dejaba claro que no decía la verdad. Actuaba como si no leafectara eldesinteréspor ellaquemostraba supadre,pero lo cierto eraque lehacíamuchodaño.

Matthewlamiróy,despuésdeelegirconcuidadosuspalabras,dijo:—Si queremos superar nuestras heridas, nuestra guerra, no tenemosmás

remedioqueperdonar.ElNorteyelSurnopuedenseguir tanenfrentados.Daigualquehablemosdefamiliasodeestados.

Si fuese a verlos, podría disculparse y tal vez recibir su perdón y subendición. Con su padre no tendría otra oportunidad y quizá aquella fuesetambiénlaúltimaqueleconcederíasumadre.

—MehabíaresignadoanovolveraponerunpieenVirginia.—Tal vez no consigas la reconciliación que estás buscando, pero, al

menos,asísentirásquehascumplidocontudeberdehija.Lisbethexhalóaireconfuerzayasintióconlacabeza.Sadiereaccionóentoncesysusojosvivosbrillarondeemoción.—¿VasairaveralosabuelosWainwright?¿PodemosircontigoSammyy

yo?¿AVirginia?Lisbeth no se había dado cuenta de que su hija estaba siguiendo la

conversación.Pensóenlapreguntaqueleacababadehacer.—Sadie—respondióMatthew—,atumadreleacabandedarunanoticia

grave.Dejaqueserecompongayluegoharemosplanes.—Sí, papá—convino la niña reclinándose en su silla—, pero yo tengo

unasganastremendasdeconoceralosabuelosWainwright,altíoJack¡yamiprimo Johnny! El abuelo también querrá conocernos a Sammy y a mí. ¿Nocrees?

ALisbethse lehinchóelpecho.Ojaláestuviese tanconvencidacomosuhija de que su familia los recibiría con los brazos abiertos. Sadie tenía

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idealizados a sus abuelosmaternos, a los que imaginaba como la abuela y elabuelopaternos,lospadresdeMatthew,quesíhabíanhechoelesfuerzodeiravisitarlosaOberlin.EsquivólapreguntainocentedeSadie.

—A tu hermano ya lo conoce de una vez que fui a verlos antes de laguerra.

—Pero entonces era bebéy los bebés nohacennada—explicóSadie—.Ahoratienenueveañosylespuedeenseñarajugaralbéisbol.¡Yalascartas!

Matthewseechóareír.—Esverdadquetuhermanoesmuchomásinteresanteahoraquelaúltima

vez que estuvimos allí —respondió su madre—, pero los bebés son unabendiciónapesardequeapenashagannada.

—¿NosodianporquesomosdelaUnión?—preguntósuhijaconungestodepesadumbrequehizoquearrugarasulimpiafrente.

Lisbeth dejó escapar un suspiro ante la pregunta. ¿Cómo explicar a unaniña de seis años la compleja relación que tenía con sus padres? La habíanechadode casa cuando se había fugadopara casarse conMatthew Johnson enlugar de conformarse con el pretendiente que le habían elegido ellos. Habíacometido contra ellos una traición gravísima al contraer matrimonio con unabolicionista ymudarse aOhio en lugar de convertirse en la señora deWhitePines, enormeplantaciónde tabacovirginiana.LisbethmiróaMatthewcon laesperanzadequeéltuvieraunarespuesta,perosumaridoselimitóaencogerseligeramentedehombros.

—Odiar esmucho decir—declaró Lisbeth conmás confianza de la quesentía—.Tusabuelosnonosodian,peroesciertoquenoestánmuycontentosconelresultadodelaguerra.

—¿Vamosaveresclavos?—preguntólapequeñaabriendolosojosdeparenpar.

—Laesclavitudyanoexiste,Sadie.Laesclavitudesunapartevergonzosadelpasadoque,porsuerte,yanoafeanuestropaís.¿Loentiendes?

—Sí, mamá. —La conformidad de su curiosa hija, sin embargo, no leimpidió insistirconvoz intrigada—.Pero túsívisteesclavoscuandovivíasenVirginia,¿no?

Lisbethasintió sinpalabras.Lospequeñossabíanque las familiasde suspadres habían tenido esclavos, pero tanto ella como Matthew habían evitadocontarlesquesufamiliamaternaposeíaunadelasvastasplantacionesdetabacoquesehabíabeneficiadodelsudordecasiuncentenardetrabajadoresprivadosdelibertad.HacerlohabríasupuestocausarlesdolorsinmotivoalgunoyLisbethtemíaqueleperdiesenelrespetosiconocíantodalaverdadsobrelainfanciadesumadreantesdehabercrecidolosuficientecomoparaconsiderarlaconcierta

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perspectiva.—¿Ytú,papá?—Sí,habíaesclavosentodaslascasas—repusoél.—Enmuchascasas—corrigióLisbethcondelicadeza—.Entodas,no.—Losesclavosnoteníanesclavos,¿no?—preguntóSadie.MatthewyLisbethseecharonareír.—No—contestólamadre—,losesclavosnoteníanesclavos.—Perosíhabíanegrosqueteníanesclavos—explicósupadre.Lapequeñalomiróincrédula,conelceñofruncidoylabocaapretada.—Esextraño,peroesverdad—confirmóél.—Tuspapásteníanesclavos—dijolachiquillaaMatthew—,peronoestán

enfadadosporqueyanohayaesclavitud,y los tuyos también tenían—añadióseñalandoaLisbeth—,perosíestánenfadados.

—Exacto—respondióelpadreantesdemirarasumujer.No resultaba fácil hablar de aquello con Sadie, porque habían tenido

siemprelaesperanzadepoderprotegerasushijosdelascrueldadesdelmundo,perotambiénqueríansersincerosconellos.

—EnVirginiasiguehabiendopersonasqueanteseranesclavas,¿verdad?Si al final voy contigo, veré algunas —declaró con la voz cargada deentusiasmo.

ALisbethlasorprendiólaactituddesuhija.—Sadie,lacrueldadhaciaotraspersonasnoconstituyeningunafiesta.La niña hizo un gesto serio de asentimiento. La pequeña se habría

asombradodehabersabidoquelasillamismaenlaqueestabasentadaylamesaenlaqueamasabanhabíansidofabricadasporantiguosesclavos.SadieconocíaaEmmanuelyaSamuelFreedman,loscarpinterosquelashabíanhecho,peronosabía que sumadre y Samuel se habían conocido siendo niños, porque, hastaescaparse de allí, a los diez años, Samuel había tenido que trabajar en laplantacióndelaqueerapropietarioelpadredeLisbeth.

SadieacompañabatodoslosinviernosasumadreallevarunacestaalosFreedman por Navidad, convencida de que se trataba de un obsequio deagradecimientoaMattie,lamadredeSamuel,lacomadronaquehabíatraídoalmundoaSammyyaSadie.Sinembargo,conaquellosregalospretendíadarlasgraciaspormuchomás.

MattiehabíasidoelayadeLisbethdesdesunacimientohastaquelaniñahabíacumplidolosdoce.Depequeña,Lisbethnoqueríasepararseniuninstantedeaquellamujer,conlaquesentíaunaconexiónmásfuertequeconsupropiamadre.Jordan,lahijadeMattie,habíasidoelprimerbebéalquehabíaqueridoLisbeth,quenohabíadudadoencolmarlademimosporlastardes,cadavezque

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podía librarsedesus lecciones.CuandoMattie se llevóa Jordanparahuirconellade laesclavitud,perdióa lasdospersonasquemásquería.Suvidaquedópatasarribaenuninstante.ElquelasdosacabaranenOberlin(Ohio)nofuedeltodo una coincidencia, pues muchas personas de pensamiento liberal habíandecidido asentarse en aquella comunidad progresista antes y después de laguerra. A pesar de no frecuentarse mucho, Lisbeth había estado siempreagradecidaalamoryelconsejoquelehabíaprodigadoMattie,porhaberhechodeellalamujerenquesehabíaconvertido.

Sadienoteníalamenorideadequelaiglesiaalaqueacudíasufamiliayla escuela en la que se estaba educando ella eran bastante especiales por lamezcladerazasyporelpapelqueseasignabaalamujer.Paraellaeranormaltener una maestra de color y compañeros de todos los tonos de piel. JordanFreedmanhabíacomenzadoadarclasesallíelotoñopasado,elmismoañoenque había empezado a estudiar la pequeña.ALisbeth, el extraño capricho deldestinoquehabíaqueridoquesuhijaadmirasetantoalahijadeMattielehabíaresultadotandivertidocomoalegre.

—¿VamosaquedarnostambiénencasadelosabueloscuandovayamosaVirginia?—quisosaberSadie.

—Yo seguro que iré a verlos, pero todavía no hemos acordado que tuhermanoytúvayáisavenirconmigo—respondióLisbeth.

Aunasí,enelfondodesucorazón,sabíaquehabíallegadoelmomentodequesuspadresconocieranasusdoshijos.

Lisbeth necesitó una hora para recuperar el pulso durante el primer viaje enferrocarrilquehacíaensuvida.Elpaisajedesdibujadodelexteriorresultabatanvertiginoso que había acabado por echar la contraventana de madera pese aldesengaño que su cierre había supuesto a sus dos hijos. Necesitaba condesesperaciónundescansofrenteasemejantecaudaldeestímulos.Aunqueenelvagón hacía un calor excesivo, mantuvo cerrada la ventanilla para evitar queentrasenelruidoensordecedorylacarbonilla.Aunapasajeraqueestabaapocosasientosdelossuyoslehabíahechounagujeroenelvestidodeviajeunapavesadelalocomotoraquelehabíacaídoencimaantesdeextinguirseporcompleto.

El interior del tren eramuy alegre.La pintura brillante de color carmesíhacíajuegoconlosbancoscubiertosdeterciopeloycontrastabagraciosamenteconeltecho,revestidodeamarillo,ylospostigos,pintadosdelmismocolor.Enaquel momento, el vagón casi estaba completo, pero el número de viajeroscambiabaencadaparada.Aunquelagranmayoríaeranhombres,Lisbethnoera

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laúnicamujerqueviajabasincompañía.Matthewlehabíaaseguradoqueaqueleraunmediodetransporteseguro,

peroLisbethnoestabadeltodoconvencidadequeavanzarasesentakilómetrosporhorano fuesedañinopara la salud.Aquel inventomilagrosohacíaposiblesalvar en menos de veinte horas los ochocientos kilómetros que separabanColumbus (Ohio) de Washington D. C. gracias a la Baltimore and OhioRailroad.Nuncahabíahechoun trayecto tan largo sinMatthewyesperabanotenerimprevistosquenopudieraafrontarsinayuda.Deseabaparecerconfiadayfelizpor lacompañíadesushijos,peronodejabadepreguntarsesihabíasidoprudentehaberlosllevadoconsigo.

Tenían que llegar a la capital antes de que anocheciera. Una vez enWashingtonD.C., pernoctarían en un hotel antes de proseguir el viaje, al díasiguiente,enlalíneaferroviariaqueuníaRichmond(Virginia)yPotomachastalaprimeradeestasciudades,dondeestabalanuevacasadesuspadres.

Para ellos, en realidad, no era muy nueva, pues llevaban ocho añosviviendoallí,desdequesehabíanvistoobligadosavenderFairOaks.CuandoLisbethhabíadecididohuirdelaplantación,nohabíapensadoenquelafamiliaquedejabaatráspodríasufrireldespreciodesusvecinos,quienes,alrehuirsutrato, lesharíanatravesargravesdificultadeseconómicas.Había sobrevaloradolaposiciónqueocupabansuspadresenlasociedadysubestimadolacrueldaddelosCunningham,lafamiliaconlaquelehabíanconcertadomatrimonio.Aunquenosearrepintiónuncadesuresolución,sentíaremordimientosporeldañoquehabíacausadoasuspadresyasuhermano,Jack.

Sammyestabaleyendo,taninclinadosobreelfolletoimpresoquelehabíandadoenlaestaciónquecasitocabalaspáginasconelpelo.

—¿Sabíais que la Baltimore and Ohio Railroad ofreció transporte a lossoldados de la Unión durante la guerra?—preguntó y, sin esperar respuesta,añadió—:Dehecho, los confederados asaltaron sus líneasunas cuantasveces.Volaron puentes que tuvieron que ser reconstruidos. —Alzó la mirada a lascontraventanascerradas—.¿Estaremospasandoporalgunodelosnuevos?

Lisbethnopudoevitarsonreíranteelentusiasmodesuhijo,paraquienlasbatallasnoeranmásqueunrelatocolosal,entantoqueella,pordesgracia,eramuyconscientedelcostehumanoquehabíatenidoaquellaguerraydeloarduaque había resultado la ausencia de Matthew los meses que había estadocombatiendoporlaUniónmientrasellaseocupabadelamodestagranja.Pesealmiedoconstantequelahabíahostigadoenaquellaépoca,habíahechocuantolehabíasidoposibleporprotegeralosdospequeñosdesuaflicciónyafrontarlasituacióndisfrazándoladeaventura.Sumaridohabíavueltoacasacontodaslasextremidades y sin más lesión que la pesadumbre, pero muchas familias no

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habíantenidotantasuerte.Muchashabíanquedadodestrozadasporelconflictoysushombreshabíanregresadomalheridosdecuerpoyalmaonohabíanvueltodelcampodebatalla.Lomásangustiosoeracuandoalgunodeellosdesaparecíasinmásysusfamiliaresjamásllegabanasaberquéhabíasidodeél.

—SammyySadie,ostengoquepediralgoLasmiradas colormiel del niñoy azulde suhermana se clavaron en su

madre.Lisbethhabía estado lidiando conun asunto complicadoque sabíaqueteníaqueabordarantesdequellegasen.

—No habléis de la guerra mientras estemos en Richmond. Es un temadifícilquepuedeserdolorosoparanuestrafamilia.Porfavor,nohabléisdeeso.

Losdosasintieron.Sammypreguntó:—EltíoJackestuvopresodelaUnión,¿verdad?—Síynodebiódesernadaagradable.YlatíaJulianneperdióasupadrey

a dos de sus hermanos. Como podéis imaginar, no aprecian mucho nuestracausa.

Sadieabriólosojoscomoplatos.—¿Losmatópapá?Lisbethrespiróhondo.—No: el 150º de infantería defendíaWashington D. C. Papá no estaba

destinadocercadelacasadelatíay,porloquetengoentendido,asupadreysushermanoslosmataronenCarolinadelNorte.

—Tienequeestarmuytriste—dijolapequeña.Sumadrehizoungestodeasentimiento.—Una pérdida así no se supera nunca. Lo único que puedes hacer es

aprenderavivirconeldolor.—Vamosaveralatía,¿no?—El tío Jack, la tía Julianne y el primo Johnny viven con los abuelos

Wainwright—lesexplicóLisbeth—.Estaremostodosjuntos.—¿Esgrandesucasa?—preguntóSammy.—Yo no la conozco, así que no puedo decíroslo, pero tienen aposentos

para los criados y unahabitaciónpara nosotros, así que tiene que ser enorme,aunquelaabuelasequejedequevivencomosardinasenlata.

—¿Porquésefuerondelacasaenlaquetútecriaste?Lisbethvolvióaafanarseendarconunarespuestasincera,perodiscreta.

Midiendobiensuspalabras,contestó:—Ya sabéis que no me casé con el hombre que eligieron para mí mis

padres,¿verdad?Al irmeaOhioconpapá, fuecomoelegirestarenunequipodiferente.

—¿ElequipodelaUnión?

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—Cuandomefuinoteníalamenorideadequeestallaríaunaguerra—lesexplicó— ni de que estaríamos en bandos distintos, pero sí: eso fue, a fin decuentas,loqueocurrió.Estánenfadadosportodoloqueperdieronymeechanamílaculpa.Seenfadaronconmigoyempezaronatenermiedo.

—¿Yporquévasatenertúlaculpa?Lisbeth volvió a llenarse los pulmones. No era fácil expresarlo con

palabras.Suhijolamirabadehitoenhitoenesperadeunarespuesta.—Dije que sí a la proposición de matrimonio de un hombre llamado

EdwardCunningham,loquequieredecirquemecomprometíacasarmeconél.Entonces,alromperyoaquellapromesa,todoelmundodiodeladoalafamiliaquedejéatrásenVirginia.

—¿Quéquieredecirquelesdierondelado?—quisosaberSadie.—Los vecinos hicieron como si los abuelos no existiesen. Dejaron de

compraryvendersusproductosydeinvitarlosalasfiestas.EltíoJackperdióatodossusamigos.

Lapequeñabajólascomisurasdeloslabioscongestodesolidaridad.—PobretíoJack.Tuvoqueponersemuytriste.Lisbethasintiósindecirpalabra.Noerafácilreconocerasushijosquesu

elecciónhabíahechodañoasuhermano.—Entonces,¿rompisteunapromesa?¿Tú?—Sammyacababadeconocer

unsecretoimpagablesobresumadre.Sussermonesrelativosalaimportanciadecumplirconlapalabradeunoacababandedesmoronarseantesusojos.

Lisbeth evitaba hablar de la traumática traición de Edward, ni siquieraqueríarecordaraquelepisodioy,porsupuesto,jamásselohabíacontadoasushijos.Sopesandoconmuchocuidadocuantodecía,seexplicó:

—RompíunapromesaporquemeenterédequeEdwardhabíahechoalgohorribleaunapersonaalaqueteníaquehaberprotegido.

—¿Yqué…?—empezóapreguntarSammyantesdequelointerrumpierasumadrediciendo:

—Soismuypequeñosparaconocertodoslosdetalles.Osbastaconsaberquefuetanhorriblequesupeenseguidaquenopodíaconvertirseenmimarido.

—Pero¿quéhizo?—Sadieparecíamuyintrigada.En ese momento se abrió camino en su cabeza la espantosa imagen de

Edwardforzandoaunadelasesclavasquetrabajabanenelcampo.Recordarladesesperación de los ojos castaños de aquella joven le hizo un nudo en elestómagoyleprovocónáuseas.Sesobrepusoinspirandoairelentamente.

—Cuandocumplasquinceaños, te locontaré—dijoconfirmeza—.Eresmuypequeñatodavíaparasaberdeesascosas.Laderompermipalabraresultóunadecisiónmuydifícil,perofuelaacertadadadaslascircunstancias.Cumplir

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unapromesaesalgomuymuyimportante,peroavecesrecibesinformaciónquehacequeromperlasealomejor.

—Yo casi nací en Virginia, ¿no? —preguntó la pequeña, fascinada ynerviosaantetalposibilidad.

Sumadresonrió,aliviadapor laocasióndecambiarde tema.Conscientede que estaba a punto de poner patas arriba lo que su hija sabía de símisma,repusocondulzura:

—Túnoestaríasaquísiyonomehubieracasadocontupadre.Sadie juntó lascejas, lidiandocon la ideade laposibilidaddenoexistir.

Entonces clavó la mirada en la de Lisbeth y fue cambiando de expresión amedidaqueconsiderabalasimplicacionesdetalinformación.

—Meduelelacabezadesolopensarlo—repusoalfin.—Pues amímeduele el corazónde imaginarme sin ti—respondió ella,

queregalóunasonrisaasuhijaantesdevolversehaciaSammyyañadir—:osinti.

—¿Lescontasteesotanmaloquehizoaquelhombre?—preguntóél.—¿Aquién?—Atuspadres.Asumemoriaacudiódeprontolatotalindiferenciadesumadrecuandole

reveló la escenaquehabía presenciadobajo el sauce.Su insistencia enque laaceptación de aquel comportamiento como elemento integral de la vida de unhombreformabapartedelallegadadetodamujeralamadureznohabíahechosinoaumentarsupavor.ElcomportamientodeEdwardylaligerezaconquesumadre había aceptado la brutalidad de su prometido echaron por tierra laconcepción del mundo que tenía Lisbeth y la llevaron a abandonar aquellacomunidadsituadaaorillasdelríoJames.

—Selodijealaabuela,peroaellanolepareciótangravecomoamí.—Vaya—dijoSammycongestopreocupado—.Igualnoentendíaloque

tienedemalolaesclavitud.—Esoes.—¿Yahoraloentienden?—preguntósinabandonarsuexpresiónafligida.—Esperoqueconeltiempohayanaceptadomidecisión—repusoLisbeth

haciendoloposibleporparecermásconfiadadeloqueestaba.—ElprimoJohnnynoestaráenfadadocontigo,¿no?—quisosaberSadie,

anteponiendosuspropiosinteresescomoescostumbreentrelosniños,puesteníaplanesdehacersemuyamigadesuprimo.

—No—repusosumadreconunarisita.—Notieneguantedebéisbol,¿verdad?—preguntóelniño.—ElbéisbolaúnnoestanpopularenVirginia—lotranquilizóLisbeth—.

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Dudo mucho que tenga uno, pero estoy convencida de que le encantará eseregalotanmoderno.

—Prometonohablardelaguerra,pero¿podemosmirarporlaventanilla?¡Porfavor!—suplicólapequeña.

Su entusiasmo resultaba contagioso. Lisbeth accedió a abrir lascontraventanas.Anteellospasaroncamposdemaízborrosos.Losniñosmirabannerviososhaciadelante,allugarhaciaelquesedirigían,mientrasellaobservabaagitadaloslugaresqueibandejandoatrásysepreparabaparaloqueestabaporllegar.

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CapítulodosJORDAN

Oberlin(Ohio)

JordanguardóenelbolsillolacartaabiertaydesplegóelHarper’sWeeklysobrelamesademaderaqueteníadelanteparaleerloocurridoenelmundoqueseextendíamásalládeOhiomientrasMattiepreparabalacena:guisodejudíasybizcocho.AlllegaraunartículoenelquesedetallabaeltratoquerecibíanloslibertosenelSur,loleyóenvozalta.Sumadrenoperdiódetalledeunasoladelaspalabras.

La joven no compartía su interés por la antigua Confederación. Aunquehabíanpasadomuchosañosdesdeelmomentoenquehabíacargadoconsuhijapara llegar auna tierra librey sehabía abolido la esclavitud, sumadre seguíaobsesionadaconlaseguridaddelúnicoparientequelequedabaenVirginia.

Jordanteníalaculturasuficientecomoparaentenderqueelconflictohabíaacabadoyhabíanconseguidolavictoria.Lapazhabíallegadohacíayatresañosy elGobierno Federal estaba enmendando los agravios del pasado. Pese a losúltimosgritosahogadosdeprotestadealgunosblancosretrógrados,enlanaciónimperaba la igualdad.LaDecimoterceraEnmiendahabía abolido la esclavituden todos los Estados Unidos, no solo en los diez estados rebeldes que senombrabanenlaProclamacióndeEmancipación,ylaDecimocuartaEnmiendanotardaríaengarantizar laprotecciónigualitariade todos losestadounidenses.Elpaísestabaavanzando.

A continuación, le leyó una noticia sobre la Agencia de Libertos quedemostrabasuteoríayconcluíaenlossiguientestérminos:

ElCongresohadispuestoquelaAgencia,denaturalezatemporal,deberá cesar su actividad. Ha enseñado a los libertos que son

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ciudadanosdeunGobiernoquereconocesucondiciónhumanaenigualdad.Haenseñadoalaantiguaclasedepropietariosquetodosloshombrestienenderechosquedebenrespetarse. Investidaconla autoridad armada de los Estados Unidos, ha ejercido comoverdadero ministro de paz y, desaparecido el motivo que habíajustificadosu institución, laAgenciadeLibertosdeberápasara lahistoria con lamás insignecoronadealabanza: lagratitudde lospobresylosdesventurados.

—¿VanasuprimirlaAgencia?—preguntósumadreconelpánicoasomandoasus ojos de color caramelo. Corrió desde la hornilla para mirar el periódico,como si supiera juntar una letra con otra, y, señalándolo con un dedo dechocolate,quisosaber—:¿Cuándo?

—Nolodice,pero,mamá,nohayporquépreocuparse.SiemprequesalgaelegidopresidenteGrant,puedesdarporgarantizadalalibertaddelosnegrosdelSur.—Entonces,paradejarclarocuálerasuinterésprincipal,agregó—:Porlomenos,paraloshombres.

NohabíaacabadodehablarcuandoentróenlasalaSamuel.ComoLisbeth,había sido uno de los pocos ciudadanos negros que habían asistido a laUniversidad deOberlin, aunque para estudiarDerecho y noMagisterio. Teníadiezañosmásquesuhermanayalostreintahabíasentadocabezacomopadreymarido. Había contraído matrimonio con Nora poco después de volver de laguerraysubebé,Otis,eraelmiembromásqueridodelafamilia.Dadoqueensuciudadnohabíamuchademandadeabogados,Samuelteníaqueusarlasmanosen igual medida que la cabeza y repartir su tiempo entre su profesión y lacarpinteríadesupadre,dedicadaalafabricacióndemueblesdecalidad.

—¿Otra vez estás con lo del sufragio femenino? —preguntó el reciénllegadoconsuvozgraveentreburlonayprovocadora.

—Hombres: susderechos,nadamás.Mujeres: susderechos,nadamenos—replicó ella citando su consigna favorita de The Revolution, el semanariodedicadoalaliberaciónfemenina.

—¿Para qué quieres votar, hermanita —preguntó Samuel mientras seencogíadehombros—,sivoyavotaryoentunombre?

—Y tu padre, en el mío —intervino su madre—. A mí me pareceestupendo,siemprequepuedanvotarlosvaronesnegrosentodaspartes.

—Peroamímegustaríapoderexpresarmispropiasopiniones—contestóJordanconlasmejillasencendidas.

Eraexasperantequeasufamilialeimportasenmenossuspropiosderechos

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queloslibertosdetierrasremotas.Paraella, laslibertadesdelamujerpesabantantocomolasde losantiguosesclavos.Hastahabíamemorizadoelmagníficodiscurso de Sojourner Truth, «¿No soy mujer?», el original, pronunciado demaneraespontáneaenlaConvenciónporlosDerechosdelaMujercelebradaenAkronen1851,no laversión revisadaypopularizadaporFrancesGagecomoargumentoenfavormásdelaaboliciónquedelosderechosdelasmujeres.Suslíneasfavoritaseranlasdelprincipio:

Enfin,hijasmías,cuandoelcarrorechinatantoesquehayalgunaruedadescentrada.Creoque,entrelosnegrosdelSurylasmujeresdel Norte, hablando todos de derechos, el hombre blanco notardaráenversemetidoenunbuenbrete,pero¿quéesloquenosdicetodoesto?

Su familia apreciaba la elocuencia y la pasión de estas palabras, pero nocompartíaladevociónquebrindabaalsufragiofemenino.SumadrequeríaverlamáspartidariadeHarrietTubmanquedeSojournerTruth.Haciendocasoomisodelcomentariodesuhija,dijoaSamuel:

—TuhermanadicequevanasuprimirlaAgenciadeLibertos.Estosevaaponer feo, quiero decir,más feo todavía. Tenemos que volver aVirginia paratraernosaquíaSarah.

Jordanmeneó la cabeza. Sumadre llevaba años rogando a su «sobrina»SarahquedejaselaplantaciónysemudaraaOhio.Rebecca,lamadredeSarah,habíaentradoaformarpartedelafamiliacuandolacompraronlosWainwrightyMattie la llamabahermanaaunqueno tuvieran lazosdesangre.Rebeccahabíamuerto de manera inesperada hacía unos años y la madre de Jordan estabaresuelta a liberar al último familiar que le quedaba en Virginia, por más queSarahhubiesequedadoredimidaporlaProclamacióndeEmancipaciónhacíayaunlustro.

MattiemiróaJordandehitoenhitoylaamonestó:—TodoloquetienesselodebesaSarah.Tuprimafuelaqueescribióel

salvoconductoquenosdiolalibertad.¡Quenoseteolvidenunca!—Mamá,novendráavivirconnosotros.¿Cuántasvecesmehashechoque

leescribaparaproponerlequesemudeaOhio?—dijoJordanconvozcalmadayrespetuosapormásquehabríadeseadogritar—.Debedeseguir sabiendo leer,pero,cuandoteresponde,nohablanuncadetuinvitación.

—Sivamosconuncarro,seguroquedicequesí.Melodicenloshuesos.La joven miró a su hermano, quien se limitó a encogerse otra vez de

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hombros.Muy propio de Samuel. Fingía estar de acuerdo con sumadre paraluegohacerloquelevinieraenganaydejaraJordancargarcontodo.Conlos«huesos»deMattieeracasiimposiblerazonar,peroJordannopensabarenunciaraintentarlo.

—Podemos tardar semanas, o incluso unmes, en llegar. Virginia está amásdeochocientoskilómetros—recordóasumadre.

Mattie se tensó e inclinó la cabeza hacia delante. Jordan tuvo claro queestabaapuntodecaerleencimaunbuenchaparrón.

—Mira,bonita,puedequenosepacuántoskilómetrosdeesoshaydeaquíalríoJames,perosísémuybienlolejosqueestá—lareconvinoMattieconunacento muymarcado—, porque me hice la mayor parte del camino cargandocontigo,asíquenonecesitoquevengas túadecirme lo largoyduroqueeselviaje.

—Sí,mamá—dijoJordan,molestaaloírque le recordaba,unavezmás,laspenuriasquehabíatenidoquesoportarparasacarlosaambosdelaesclavitudcomo si hubiera transcurrido un año y no diecinueve. Al ver que no pensabacejarensuidea,Jordancambiódeestrategiaafindenotenerqueacompañarla,puesno lehacía lamenorgracia tenerquepasar el restode lasvacacionesdeveranoviajandoaVirginiapararescataraunamujerqueniconocíaniparecíadesearquelasacasendeallí—.Nosotrosnosocuparemosdetodoaquímientrasestáisfuerapapáytú.

Mattiecabeceólentamenteparareplicar:—Iremostodos.Asítendréislaoportunidaddeverellugardelquevenís.A la joven se le encogió el estómago de terror. El gesto resuelto de su

madreledejóclaroquetendríaquebuscarunmotivomuyconvincenteparanoemprenderaquelviaje.Empezóadevanarselossesosenbuscadeargumentos.

—Esquetengomiedodeperdermeelprincipiodelcursositeacompaño.—Nohabíanadaqueimportasemásasumadrequelaeducación.

—Entonces—contestóella—,másnosvaleirponiéndonosencaminoparaquepuedasvolveratiempo.

—¿Todos?—preguntóSamuel—.¿AOtistambiénpretendesllevárteloalSur?

Mattiemoviólacabezacongestonegativo.—¿Cómovoya llevarmea la joyitademinietoaunviaje tan largo?Tu

hijoytumujerpuedenesperaraquí,queporqueesténuntiempecitosintinolespasaránada.

—Peroapapáleacabandehacerunencargodesillasdelosgrandes.Meha pedido que haga horas extras hasta que lo acabemos. No consentirá queestemosfueravariassemanas.

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DabalaimpresióndequeSamuelhabíareparadoalfinenquelosplanesde Mattie podían afectarlo también a él. Jordan se alegró de tener al fin unaliado.Sinembargo,alverelgestoferozdelrostrodesumadre,tuvoclaroquenopensabaceder.

—PueselcarroiráaVirginiaconvosotrososinvosotros.Samuelmeneólacabeza.—Mamá,¿cómovamosadejarquevayassola?—¿No me acabas de decir que tu padre tiene demasiado trabajo para

marcharse?Además,élyaviviósuficientetiempoenVirginia:nonecesitasaberdóndeestánsusorígenes.—Fijólavistaensuhijo—.Olvídalo.—Actoseguidodirigióa Jordanaquellamirada intensasuya—.Puedequenoquieras saberdedóndevienes,peroquesepasqueesonocambialascosas.Teavergüenzasdetupasado,detupadreydemí.

Aquellaspalabrasledolieronenlomáshondoporqueeranciertas:aunquesedesvivíaporocultarlo,eraverdadquesentíabochornodeunospadresquenoquerían entender que el mundo había cambiado, que seguían atascados en elpasado, preocupados todavía por los derechos de los varones negros cuandoaquellabatallasehabíaganadoya. Jordanquería formarpartedelmovimientoqueharíaavanzarlanaciónennombredetodaslasmujeres.

Sumadresuspiróhondoydeclaró:—Eldomingohayque ir a la iglesia, así que saldré el lunes, sola o con

quienquieraacompañarme.—¡Esoesdeaquíatresdías!—exclamóSamuel.—Y ese será el mejor momento—repuso sumadre—.Me lo dicen los

huesos.Samuelsoltóelairedelospulmones.—Está bien, mamá: yo también subiré a ese carro. Papá puede

arreglárselassoloconelpedido.—Estupendo. —Mattie movió lentamente la cabeza con una sonrisita

triunfanteenelrostroantesdevolversehaciaJordanarqueandosusoscurascejasconelgestodequienesperaunarespuestaconcreta.

Lajovensabíabiencuándohabíaperdidounabatallaconsumadre.—Yotambién—serindió.—Notepreocupes,volveremosatiempoparaelprimerdíadeescuela—

aseveróelladándoleunapalmaditaenlamanoparatranquilizarla.AJordanlediounvuelcoelcorazón.Elargumentoquehabíaempleadono

eramásqueunatreta,porquecuandollegaseelotoñonoseguiríaenseñandoalos niños de Oberlin. Tocó con los dedos la carta que tenía en el bolsillo,remitida por Lucy Stone para responder a su petición de trabajar para la

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AsociaciónAmericanaporlaIgualdaddeDerechos.Comosuheroína,SojournerTruth, quería «mantener las cosas en movimiento mientras están agitadas»,mudarseaNuevaYorkparaasegurarsedequeelsufragiofemeninonoquedabaatrás en aquella época de cambios. Solo le faltaba encontrar el modo decomunicarlanoticiaasufamilia.

Los planes de ir a Virginia hicieron que optase por anunciarlo másadelante. No necesitaba aumentar aún más la tensión de aquel viaje con eldesengañodesumadre.

Su familia no comprendía la ira que le producía el que se estuvieranobviandolosderechosdelamujer.Setratabadeunatraiciónterriblealacausade la libertad.«Espedirdemasiadoydemasiadopronto»,oíadecir amenudo,peronopodíaestarmásendesacuerdo.Nopensabaquedarsedebrazoscruzadosobservando cómo avanzaba el mundo solo para los varones negros. Estabaresueltaaconsagrarsuvidaahacerquelasituaciónprosperasetambiénparalasmujeresquelohabitaban.

Lanochedeldomingosereuniótodalafamiliaacenarfrentealacasaafindecombatir el calor y la humedad que cargaban el aire. En el plato de Jordanaguardabanlasacelgasconpancetaytortitasdemaíz.Otis,elhijodeSamuel,sepusoenpiesobreelmuslodesumadrey,sosteniéndosesobresusextremidadesinestables,hizoporalcanzarlamanoqueletendíasuabuelo.Agarrándoseconfuerzaconsusdeditosregordetes,movióprimerounapiernayluegolaotraparasalvarelhuecoquemediabaentrelosdosadultos.

Elabuelolanzóunhurrayelchiquilloabriólabocadeparenparenunasonrisaenormemientrassusojoscastañososcurosrefulgíanorgullosos.

—¡Estáandando!—exclamóNora.Laabuelasoltóunbufidoysunueralamiróentreintrigadayofendida.—No le hagas caso —le explicó su cuñada—. Es una de las

«convicciones»demamá.Dicequeesoesarrastrarlospies,noandar.—Uno anda cuando lo hace solo —argumentó ella—. Nuestro Otie

necesita ayuda y eso no esmalo: todos necesitamos que nos echen unamanocuandoempezamosahaceralgo,peronopodemosdarleelmismonombre.

Mattie tendió losdedoshacia elpequeño,que lamiró sonriente antesdeofrecerleunodesusbrazosmorenosmientrasseguíaaferradoasuabueloconelotro.

—Ven aquí.—Mattiemovió los dedos para atraerlo y sonrió de oreja aoreja.

El niño le tomó un dedo con la mano izquierda y soltó la derecha. Sucuerpecitosetambaleó,primerodemasiadoalaizquierdayluegoaladerecha,

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hastaqueal final recobróel equilibriocon laayudade lamanodeMattie.Suabuelainclinólacabezaparaalentarloconojosbrillantesdeamor.OtisrecorrióelespacioqueloseparabadelosbrazosexpectantesdeMattie,quelotomóensuregazoyselocomióabesosantesdefrotarselacaraconlosricillosnegrosdesunietohastahacerqueseretorcieradealegría.

Peseaestarenfadadaconsumadre,Jordansonrióalverlaescena.«¡Cómoquiereaesacriatura!»,pensóyelestómagoseleencogióalcaerenlacuenta,desúbito, de que apenas le quedaban unos días para disfrutar del pequeño. Almudarse aNuevaYork,no lovería crecerypasar el veranoenVirginia iba aacortareltiempoquepodríaestarconsusobrino.

Alargó la mano para decirle con la voz cantarina que se reserva a losbebés:

—VenconlatitaJordan.Otielesonriódesdelosbrazosdelaabuelayselanzóalsueloparagatear

hasta ella.La joven lo aupóhasta su regazoy lo estrujómientras lebesaba lasien y percibía su calidez. Con el corazón derretido, aspiró su olor y saboreóaquelinstanteconsusobrino.

Mattiecentróentoncessuatenciónensusdoshijos.—Os vais a reír demí—les advirtió—, pero tengo que preveniros para

nuestroviaje.—Mamá,Jordanyyohemospreparadolacomidaylaruta.Elreverendo

Duhart me ha dado una lista de congregaciones a las que podemos acudir sinecesitamosalgo,conquetú,limítatearelajarteenelcarro—anuncióSamuel—.El señor Brown dice que las carreteras son ya tan buenas que quizá en dossemanaslleguemosaFairOaks.

Aunqueparecíaconfiado,JordansabíaqueleangustiabalaideadevolveralSur,ellugardelquehabíahuidosiendoniñoyenelquehabíacombatidodeadulto.Samuelnohabíacompartidoconsuhermanalosdetallesdeningunadeesas difíciles experiencias, pero su hermana sospechaba que todavía no habíasuperadolasheridasnidelahuidanidelaguerra.

—HastaqueestemosdevueltaenOhionopodrérelajarme—reconociósumadre.

—Entonces, ¿para qué nos metemos en esta misión descabellada? —preguntóJordanentonosuaveconlaesperanzadepoderdeciralgoquepudiesehacer cambiar de opinión a sumadre.Miró a Samuel pensando que quizá seunieraasuprotesta.

—Porquemeserámuchomásfácilmorirmesabiendoqueloheintentado.Tengoquesaberqueloheintentado—respondióellaconvoztensa—.Cuandolleguemos allí, lo entenderéis. Nosotros tenemos de todo y ellos no tienen de

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nada,yesonoesjusto.—Escuchad a vuestra madre—terció acalorado el cabeza de familia—,

quesabedeloqueestáhablando.Pormuchoquedigaelperiódicoqueaquelloyaesseguro,tenéisqueandarconmuchoojo.

Jordanasintióindolente.Supadretampocohabíaacabadodeaceptarqueelmundohabíacambiado.

—ComoOberlinnohaynada.Nada,nisiquieraotraspartesdeOhio—losaleccionóMattie—.Hacedsiemprelomismoqueyo.Siveisquemeapartoparadejarpasaraunapersonablanca,vosotrosmeimitáis.Sidigo:«Sí,señor»,«No,señor»,«Sí,señora»,«No,señora»,vosotrostambién.Nomiréisalacaraalaspersonasblancasyniseosocurratocarlassinoostocanellasprimero.

Samuelmiróasuhermanaylosdospusieronlosojosenblancodeformadisimuladaparaquenolosvieransuspadres.Almenos,esopensóJordan,queenseguidadescubrióqueseequivocabanalverasupadreerguirseymirarlosdehitoenhitogritandoenvoztanaltaqueletemblótodoelcuerpo:

—¡Vuestramadre está intentado salvaros el pellejo! EnVirginia no hayunasolapersonablancaqueosrespete.Vuestraropa,vuestraformadehablar,elvivirenOhio…Loúnicoquevaahacertodoesoesqueosodienmás.¿Quéoscreéis? ¿Que os vais a librar de su odio porque hayáis estudiado en laUniversidaddeOberlin?

Lajovensintióqueseleacelerabaelpulsoconaquellaexplosióndecólerade su padre. No había tenido la intención de herirlo ni de mostrarse pocorespetuosa.

—Perdona,papá—murmuró.—Perdón—dijoSamuel.Noratomóasumaridodelbrazoconlosojoscastañosabiertosdeparen

parporelmiedo.—Tencuidado—lerogó—.Vas,losbuscasytevuelvesacasa.Nadade

hacerseelhéroenidebuscarjusticia.—Teloprometo.Agacharemoslacabeza.Elpadrevolvióareclinarseensuasientoconunsuspiroyasintiócon la

cabeza.Saltabaalavistaque,encuantosushijoshabíanempezadoatomarenseriosusmiedos,selehabíaesfumadolaenergía.

—El reverendo Duhart me ha dado algo especial para nuestro viaje—anuncióemocionadalamadre,quesacódelcorpiñounsaquitodeterciopeloy,colocándoselo en la palmade lamano, lo abrió para enseñarles unpuñadodediminutasbolitasamarillastotalmenteredondas.

—¿Semillas?—Jordanestuvoapuntodelanzarunacarcajadadedesdén,peroseafanóennoalterarlavozymantenerunaactitudrespetuosa.

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SupadreparafraseóelversículodelaBiblia:—Si tu fe es tan grande como un granito de mostaza, podrás mover

montañas.—Acercaosyponedlamano—lesdijosumadre.La familia formóuncírculoa sualrededor.Elpadre llevabaenbrazosa

Otis. Todos tendieron la mano y el pequeño los imitó sin saber qué estabanhaciendo.Mattie fuecolocandoconcuidadounpellizcodeaquellasbolitas enlasdistintaspalmas.

—Quecadaunoguardeunaspocasparaacordarsesiempredeconservarlafeyquizátambiénpararepartiralgunas.Tenemosquesercomoelsembradordelaparábola.

Asupesar,Jordansesintióconmovidaporlaimagendeaquellosgranitosdemostazaquedescansabanensusmanos.Mientrasloshacíagirarenlapalma,sintió todo loque contenían: la bendicióndel reverendoDuhart y el apoyodetodasuiglesia,laconexiónquelesproporcionaríanconsupadre,conNorayconOtismientrasestuvieranausentesyelconvencimientoqueacababadeexpresarsumadredequetodoselloseransembradoresyestabanhaciendo,cadaunoasumanera,algodestinadoahacerdeestemundounlugarmásjustoyamable.

—Gracias,mamá—sonrió—.Lostendrésiemprecercaenelviaje.—Miróa su alrededor y vio reflejadas en los rostros de los demás sus propiasemociones:gratitud,miedoyesperanza.

EntoncesOtis volvió lamano y, desparramando por el suelo los granos,hizoque todosestallasenencarcajadasyasí acabó lamagiadelmomento.Sucírculosagradosedisgregóytodosprosiguieronlaveladafregandolosplatosyacabandodehacerelequipaje.

Ladulcesensaciónquelehabíaproporcionadoelobsequiodelassemillasno había disipado el enfado de Jordan ante la idea de tener que pasar variassemanasconsuhermanoysumadre,acatandolasórdenesdeesta,ydehabersevistoobligadaaemprenderaquelviaje.Noteníaningúninterésensometersealos blancos al llegar a Virginia para rescatar a una mujer que no deseaba enabsolutoabandonarlasituaciónenqueseencontraba.

Jordanqueríaasufamiliayrespetabacuantohabíanhechosuspadrespordarleunavida«mejor»,peronolacomprendíanenabsoluto.Sumadrenohacíanadaporocultarsuesperanzadequeeligieseprontoentresuspretendientesparacasarsey formaruna familiacomohabíahechoSamuel.Ella, sinembargo,noeracomosuhermano.EsperabadelavidamásdeloquepodíaofrecerleOberlin.Jordanharíaunacontribución importante almundo, una contribucióndepeso.PensabasembrarsussemillasenNuevaYork.

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CapítulotresLISBETH

Richmond(Virginia)

—¿Estamos ya en el Sur?—preguntó Sammy a Lisbeth sin atreverse aalzarlavoz.

—Sí—respondióella—,estoesVirginia.No era fácil hacerse a la idea de que la capital de la Unión y la de la

Confederaciónhabíanestadoapocomásdecientocincuentadekilómetrosdedistanciaunadelaotra.Elcielo,lasplantasyelferrocarrileranidénticosenelNorteyenelSur.LacolosalfronteraqueseparabaWashingtonD.C.delestadoquehabíasidosuhogareraemocionalypolítica,nofísica.

Apesardequeel trenatravesabaelbosqueagranvelocidad,Lisbeth seemocionó al ver el paisaje de su infancia. Los árboles, la humedad del aire yaquelhorizonteondulado leeranbienconocidos.Reparócongransorpresaenquesucuerposesentíaencasaenaquellugar.

Sadiellamósuatenciónconeldedoeinterrumpiósuspensamientosparaseñalar unamanchahúmeda en el suelo congesto agriado.Sumadre soltóunbufidomientrassonreía.

—Tabacodemascar—leexplicó—.Aquíloverásportodaspartes.—¡Comolosjugadoresdebéisbol!—apuntóSammy.—Aunquetushéroesnopuedanvivirsinél,esunacostumbremuypoco

saludable—loaleccionóLisbeth.Observóaunoscuantoshombresquearrojabanalpasilloelcontenidode

su boca sin molestarse siquiera en apuntar a las escupideras. El olor acre deaquella sustancia la trasladó a su infancia, por aquel entonces el aire estabasiempreimpregnadodeaquelaroma.

El miedo fue apoderándose de ella mientras atravesaban la campiña.

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Recordólavergüenzaylafrustraciónquehabíanempañadolaúltimavisitaquehabíahechoasufamilia.Estabatanencantadacontodocuantoteníaqueverconsubebéquehabíapecadodeingenuaalpensarquelabendicióndeunnietoseríasu billete al perdón, pero la falta de interés de sus padres respecto de aquellapreciosidad de hijo dio al traste de inmediato con cualquier esperanza deconseguiruna feliz reconciliación.Elmesquehabíapasadoentre los suyossehabíaconvertidoenunamuestraapenasveladadedesengañoyhostilidad.Jackysu madre no habían dejado pasar una sola comida sin despotricar contra lainterferenciadelNorteenlosderechosdelosestadosycontralosataquesasuestilo de vida. Su padre, en cambio, había mantenido una actitud distante ypreocupada, sin apenas abrir la boca sino para decir algúnque otro cumplido.Lisbeth no albergaba ilusión alguna de que el infortunio y las pérdidas en losañosquehabían transcurridoentre tantofuesenasuponermejoraalgunaensuactitud.

Unas horas después estaban entrando en la bulliciosa estación deRichmond.Laciudadhabíaexperimentadouncrecimientoespectaculardesdelaúltima vez que había estado en ella, casi hasta doblar su tamaño. Temiendoperderasushijos, losagarróconfuerzadelamanoal llegaralandénllenodegenteyesperóaquesedespejaralamultitud.Porsuertenotuvoquehacernadamásqueaceptarlaofertadeunservicialmozo,unjovennegrodepielclaraqueseocupódesusmaletasylesbuscóuncarruajeapropiado.

Los tres lo siguieron al exterior bajo la brillante luz del sol. Sammy lallamóyseñalóunedificiograndeyblancoquerelucíasobreunacolinacercana.Lisbethcontuvoelaliento,sobresaltadaanteaquellavisión.

—¿Esaesla…?—preguntóelniño.—Sí,laCasaBlancadelaConfederación,dondevivióytrabajóJefferson

Davis.—¡Vaya!—exclamóél.—¿Qué?—quisosaberSadie.—¡Fue justo aquí donde se hizo la guerra! —Sammy parecía más

entusiasmadoqueintranquiloporaquellarealidad.Con esto, subieron al carruaje que los aguardaba y se dispusieron a

encontrarlacasadelospadresdeLisbeth.SadieySammycontemplaronembobadospor laventanilla laescenaque

transcurría ante ellos. El temor de su madre fue creciendo a medida queatravesabanlascallesenquesesucedíancomerciosyalmacenesendirecciónaloeste.Sushijos señalaban los restos carbonizadosde los edificios incendiadoscuandolosconfederadoshabíanevacuadoRichmond.Aunquebuenapartedelosescombros se había despejado desde aquel mes de abril de 1865, la

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reconstruccióndistabamuchodehabersecompletado.Enelaireondeabamásdeunabanderasudistaimpoluta,últimosuspirodeunacausaperdida.

Lisbethdabalaimpresióndeestartranquila,peroelcorazónparecíaquerersalírseledelpecho.Deprontovolvióaacometerlaeltemordehaberpecadodeingenuaalllevarconsigoasushijosenaquelviaje.Sesintiódemasiadojovenypocopreparadaparaprotegerlosdelodolorosodelahistoriadelanaciónydesupropiopasado.

El barrio comercial dio paso a un barrio residencial de casas señorialesbiencuidadas.Losedificiosdeladrillodedosotresplantas,pegadísimosunosaotros,eranmuydiferentesdelasgranjasdemaderapropiasdelaspraderasqueconocíanenOberlin.Elcarruajesedetuvoanteunaviviendadeladrillodotadadeunapuertalustrosadecolornegro.

Los críos echaron a correr hacia ella por el camino de la entrada, perofrenaron en seco al llegar para aguardar a sumadre. Lisbeth cerró los ojos ytomó aire para calmarse. Entonces dio la mano izquierda a Sadie, llamó tresvecesconladerechaysepreparóparaloquepudieseocurrir.

—¿Emily?—exclamóLisbethalfantasmainesperadodesupasadoqueaparecióenelumbral.Susistemanervioso,yaalerta,sevioinundadoporunaluvióndeemociones en conflicto: vergüenza, alegría y sorpresa se arremolinaron en suinteriorenunacombinaciónmuypocousual.

Su madre le había contado en sus cartas que la sirvienta los habíaacompañadoa sunuevohogar cuando sehabíanvistoobligadosavenderFairOaks,perollevabavariosañossinmencionarlay,alimaginarsureencuentroconla familia, Lisbeth no había pensado en ella, ni en la compleja reacción queprovocaríasurelacióntanpococomún.

Emily estaba tan guapa como siempre, aunque los años le hubiesenrellenadoelrostro,lavioaltayágilaún.Seguíateniendotersasupielcanelaytodavíanohabíanasomadolascanasalcabellonegroquellevabarecogidoenunmoño perfecto. La recién llegada no pudo menos de sorprenderse ante laintensidad de la impresión que le produjo verla. Su impulso inicial fue el deabrazaraaquellamujerquehabíacuidadodeelladiligentementetraslamarchade Mattie, pero nunca habían hecho tal cosa y pensó que parecería extrañoempezaraesasalturas.SurelaciónconEmilyeradistintaatodaslasdemásynolefuefácilconciliaraquellapartedesupasadoconsunuevavida.

Sus padres habían querido regalarle a Emily tras su boda con EdwardCunningham.Entalcaso,lacriadasehabríamudadoconellaaWhitePinesy,en lugar de ser solo parte de su historia, se habría convertido en su fielacompañantediaria.Aunasí,laguerrahabíaacabadotambiénconaquelplan.

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Además,aunquenuncalashabíaconfirmadonireveladoanadie,Lisbethabrigaba sospechas de que Emily y ella podrían estar emparentadas. EramuyconscientedeloextrañodeaquellasituaciónylasonrisaincómodadeEmilylehizopensarquesentíalomismo.

—Hola,señora.Bienvenida.Mealegrodeverlaydeconocerasushijos.Lamujer loshizopasaralvestíbulo.Lisbethobservóel suelodemadera

pulida y la escalera de cerezo que se abría a la derecha para subir a la plantasuperior.Alaizquierdahabíaunapuertacerradaquecabíapresumirseabríaalasaladeestar.

—Emily, yo también me alegro mucho de verte. Te veo estupenda —aseveróconunasonrisa—.Tecasasteytuvisteunhijo,¿verdad?Enhorabuena—dijocuandolaotraasintió—.¿Quéedadtiene?

—Williecumpliósieteañoselmespasado.Másomenos lamismaedadqueusted,creo—añadiódirigiéndoseaSammy.

—Emily, te presento a Sammy. Sammy, ella es la señora Emily —lospresentó Lisbeth. Fue a decir algo más, pues deseaba explicar a su hijo larelaciónque launíaconella,peronoencontróningún términoapropiadoparahacerlo.

—Encantadodeconocerla,señoraEmily—dijoéltendiéndolelamano.La otra, sorprendida, lo miró fijamente y luego dirigió la vista hacia

Lisbethconelceñountantofruncido.Entoncesvolvióacentrarseenelniñoyalargóconlentitudlamanodejandoasomaralrostrounasonrisatriste.Lisbethsintió la conmoción callada delmomento, aunque no rompió el silencio hastaquesuhijalediountiróndelamano.

—YellaesSadie.Tieneseisaños.Emilysalióentoncesdesuensimismamiento.—Perdone,señora—dijo.—¿Cómoestá?—preguntóalegrelaniñaconunamodestareverencia,algo

que había aprendido no hacía mucho y le parecía el modo más eleganteimaginabledesaludar.

LamujerlesonrióconunainclinacióndecabezaantesdevolveramiraraLisbeth.

—Sufamiliaestáencasa.Laestáesperando.Lisbeth sintió que se le aceleraba el pulso. Emily y ella cruzaron una

miradacuandolaprimeraabriólapuerta,antesdequelareciénllegadatomaralamanodesuhijayatravesaseelumbral.

Sumadreestabasentadaenelsofátapizadodeazulquetanbienconocía.Jackyunajovendecabellorubiooscuroocupabansendosasientoscercadeella.Sumadrehabíaenvejecidomuchísimoenochoaños.Latensióndelaguerrase

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hacíapatenteensupelogrisyensurostrodemacrado.MiróaLisbethya losniños sinmoverse y con gesto impenetrable. Lisbeth sintió lamano de Sadiecontraerse,lediounleveapretónyrodeóconunbrazoloshombrosdeSammy.

Jacklosobservabaconexpresióngélida.Teníaelpelocastañosurcadodecanasylosojosazuleshundidosensupielcurtida.Sumiedoaquenolahubieraperdonadonivieseconbuenosojossuvisitanohizomásquecrecer.

Julianne, cuyo semblante resultaba también indescifrable, tenía elmismoaspecto que le había imaginado Lisbeth, con el rostro hermoso en forma decorazónylapielsuave.Llevabaunvestidodebrillantetafetánverdeconribetedeencaje.Sucinturaeradiminutagraciasalcorséceñidoquese leadivinaba.Lisbethseruborizóalrepararenlodesaliñadaquedebíadeparecerellaconsuvestidodeguingaazulysusencillacombinación.Hacíafaltaunaocasiónmuyformalparaqueseavinieraasoportarelsupliciodeuncorséapretadoylociertoes que ni se le había pasado por la cabeza ponerse dicha prenda en aquellaocasión.

Paseó la vista por la estancia y observó la alfombra, los muebles y loscuadrosque la adornaban.Lepareciódesconcertantever aquellaspertenenciasdesuinfanciaenaquelsalóndesconocido.Enaquelmomentoinundósucerebrotodountorrentederecuerdos:lasvecesquehabíacontadolasfloresdeaquellaalfombra, había jugado a dar palmadas en aquel sofá o había visto a su padrediscutirconelperiódicoenaquelsillón.

—Elizabeth,yahasllegado—dijolamadresinlevantarse—.Esperoqueelviajenohayasidomuyagotador.

Al llamarla así la hizo volver a sentirse como una niña insegura. Suspadres, su hermano y Emily eran los únicos que se referían a ella comoElizabeth,nombrequenohabíausadonadiedesdequesefueradeFairOaks.EnsufuerointernohabíasidosiempreLisbeth.Sadiemoviólacabezaaunladoyaotro,probablementedivertidayconfundidaanteaquellanuevadenominación.

—Elviaje,bastantebien.Gracias,madre.Apesardelastensionesquehabíaentreellos,Lisbethhabíaesperadootra

acogida. Su madre ni siquiera estaba siendo educada y con su actitud estabahaciendoquesesintieraincómodaysinsaberbienquédecir.

—Tequedas,¿no?—preguntóconsequedadlaseñoraWainwright.—Claro,loque…—balbucióantesdedejarsecaerenelsofáconSammyy

Sadieasulado—.Madre,Sadie.ASammyyaloconoces.Lamujerlosmiróconlascejasarqueadasyaireexpectante.Alverqueno

entendíanaquelgesto,lespreguntóconvozáspera:—¿Novaisadarleunbesoavuestraabuela?ALisbeth le dio unvuelco el corazón.No tenía ni idea de lo quepodía

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esperarsumadredeellanidesushijos.Diounapalmaditaenlaespaldaaestosdosparaalentarlosahacerloqueleshabíanpedido.

—Muchomejor—dijo laanfitrionadespuésdeque losniñosse turnaranpara besar la mejilla que les ofrecía—. Ahora, dadle un beso a vuestra tía ysaludadavuestrotío.

Lisbeth los observó mientras se acercaban a Julianne lentamente y conciertorecelo.AquellamujermenudayrubiaaceptósusbesosconunasonrisaylesdijoconmarcadoacentodeCarolinadelNorte:

—Johnnynotardaráenvenir.Estálocoporconocerasusúnicosprimos.Lamadredelospequeñosnopasóporaltolaacrituddelcomentarioniel

guardapelonegroquellevabasucuñadaalcuello,unajoyaquesehabíapuestodemodadurantelaguerracomomododedaraconoceralmundounapérdida.Si suhijono teníaprimospor la ramamaternaeraporque loshermanosdesumadrehabíancaídoenelcampodebatallaantesdetenerdescendencia.

JacktendiólamanoaSammyyledijo:—Mealegrodeconocerte,jovencito.Sadiealargólasuyaparadárselatambién,perosutíolediolavueltapara

colocarlaconlapalmahaciaabajoyseinclinóparabesarleelenvés.—En Virginia —le explicó con voz profunda—, un caballero nunca

estrechalamanodeunadama.Laniñasonrióasutíocongestoorgullosoyluegomiróasumadrepara

asegurarse de que no había pasado por alto el detalle. A Lisbeth le resultósorprendentemente adorablever a suhija con Jack,delquehacía tantoque sehabíadistanciado.Todoapuntabaaquesuhermanonoteníaintencióndepagarconsushijoslarabiaquepudiesesentirhaciaella.NodudóenhacerungestodeasentimientoaSadie.

—¿Cómoestápadre?—preguntóLisbeth.Sumadreseaclarólagargantayparpadeóvariasvecesantesderesponder:—Seestáyendo,talcomotedijeporcarta.Elmédicoleharecetadounas

gotasparaquenotengadoloresynosabesloagradecidosqueestamosdequenoestésufriendo.Sepasadormidolamayorpartedeldía.

Lisbethasintiócon lacabeza,peronohabía tenido tiempodedecirnadamás cuando se abrió la puerta y entró un chiquillo de ojos celestes y cabellocastañodoradoidénticoaJackdepequeño.EnelpaisajeemocionaldeLisbeth,yacomplejo,seposóotracapadesedimentoanteaquelrecuerdoantiguodesuhermano.

Habíapasadobuenapartedesuniñezsintiendounamezcladesconcertantede miedo y lástima respecto de Jack. Siendo muy pequeño, había dado laimpresióndeserunniñoconfundidoytristeque,además,seconvertíaamenudo

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enblancodelairadesuabuelaporelsimplehechodetenerlaenergíapropiadesu edad. Lisbeth, pese a compadecerlo, no había podido hacer nada porprotegerlo de la cólera de la anciana. Con el tiempo, el muchacho se habíaencallecido hasta trocarse en un abusón astuto y cruel. Su hermana se habíaacostumbradoaevitarloyhabíahecholoposiblepornoquedarseasolasconél.Hasta elmomento de su partida, habían vivido como extraños bajo elmismotecho.

Ninguno de los dos había hecho esfuerzo alguno por propiciar unacercamientoenlosañostranscurridosdesdeentonces.Lisbethsabíadesuvidapor la correspondencia regular que mantenía con su madre y por las notasperiódicas de Julianne. Le había enviado las felicitaciones de rigor cuando sehabíacasadoycuandohabíanacidosuhijo.Lociertoesquenosentíaelafectofraternoqueparecíanalbergarotrosconrespectoasushermanos.Sierasinceraconsigomisma, teníaquereconocerqueellaera tanresponsablecomoélde ladistancia emocional que los separaba. No había pensado que su decisión deabandonarlaplantaciónloafectaríadeunmodotanespectacular,peroasíhabíasido.Peseatodo,nuncahabíahabladodeelloconél.

ElniñocaminócondecisiónhaciaSammyyanunció:—YosoyJohnny.¡Ytúeresmiprimo!—Yotambiénsoytuprima—declaróSadie.Losadultosseecharonareír.Divertidaantelafranquezaconlaquepodían

conducirse lospequeños,Lisbethagradeció laocasióndedejardepensaren larelacióndeterioradaqueteníaconJack.Johnnysemordióuncarrilloypusolosojos en blanco ante la presentación que había hecho su prima. De pronto, supadreadelantóunamanoy,tomandoentresusgruesosdedoslapieldelbracitodelchiquillo,lopellizcóconfuerza.

—¡Ay!—gritóéldandounrespingo.—SéuncaballeroysaludaatuprimaSadiecomomereceunaseñorita—

loregañóJack.Lisbeth sintió que se le secaba la boca y se le encogía el corazón por

Johnny.Matthewyellanopellizcabannipegabanasushijosparaamonestarlos.ElprocederdeJackleparecióexageradoydeunacrueldadgratuita.Así,desdeluego,noconseguiríaqueelniñosintieramásafectoporsuprima,sinotodolocontrario.

El aprecio momentáneo que había experimentado por su hermano sedesvaneció.Alverlomaltratarasuhijo,tuvolamismasensacióndeimpotenciayconfusiónquelahabíaacometidocuandosuabuelagolpeabaaJack.SadieySammylamiraroncongestosuplicante.Conelcorazónenunpuño,reparóenque acababan de ver una imagenmuy elocuente del hogar en el que se había

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criadosumadre.Johnnypestañeóparacontenerlaslágrimasydijo.—¿Cómoestás?Mealegrodeconocerte,primaSadie.—Actoseguidose

apartó de su padre y se volvió de nuevo hacia Sammy para preguntar—:¿Quieresjugarconmipeonza?

Sammy pidió permiso a sumadre con lamirada. Aunque la tensión delmomentohabíapasado,Lisbethseguíaconelestómagorevuelto.Asintióconunmovimientodecabezay losdosniñossedispusieronasalir.Sadievolvióasuladoysepegóaella.

—¿Noquieresirconellos?—lepreguntóLisbethsinalzarlavoz.La pequeña respondió que no con la cabeza y su madre le dio una

palmaditaenlapierna.—Mientrasellosjuegan,puedoenseñarosvuestrahabitaciónyponerosal

corriente del día a día de la casa—propuso Julianne con una sonrisa—.A lomejormeda tiempodehacerteunas trenzasantesde lahoradecomer,Sadie.Meencantahacerpeinados,perocasinuncapuedo,porquenotengohijas.

Sadieasintióconentusiasmo.—Puesamípuedeshacermelosquequieras,tíaJulianne.Lisbeth sonrió a su cuñada, aliviada al comprobar que en aquella tensa

visita habría algún que otromomento de afabilidad. Sadie podría ayudar a sufamiliaaderretirelhieloquesehabíainstaladoentreellos.

Julianne las llevó primero a la habitación del padre. Lisbeth se detuvo en elumbralyrespiróhondoparacalmarseanteloquepudieseesperarlaalotroladodelajambaantesdedoblarlalentamente.

El enfermo parecía dormir plácidamente, aunque había cambiado demaneradrástica.Surostroenjutosehabíareducidoapocomásqueunacapadepielsobresucalaverayelpelo,blanquísimo,semejabaunaaureoladesemillasdedientedeleóndispuestaentornoasucabeza.

Elcontactoquehabíanmantenidotodosaquellosañostranscurridosdesdesuúltimavisitasehabía limitadoa losescuetossaludosquehabíaescritoélalfinaldelascartasdesumadre.Nuncahabíantenidounarelaciónmuyestrecha,de modo que no resultaba sorprendente que él no hubiera puesto empeño enpropiciar un acercamiento después de que ella semudase a Ohio. Siempre lehabíaninteresadomáselperiódicoylaBibliaquesushijos,pero,aunasí,enelinteriordeLisbethempezóabullirciertaternura.Elhombrequeteníadelantenodejabadesersupadre.

Lisbeth caminó hasta la cama para tomarle la mano, huesuda y cálida,sobre cuyapiel delgada sobresalían lasvenas.La colchaque cubría su cuerpo

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menguado era lamisma con la que su padre se había tapado siendo ella niña.Aunqueenaquellaépocaeranraraslasvecesqueentrabaensudormitorio,nolecostó reconocerla.Recorrió con los dedos un triángulo de color azul oscuro ysintiólahistoriaqueconteníaeltejidodealgodón,conmovidaporloangustiosodeaquellasituación.Habíaregresadoparaocuparsedesuspadres,paraconlosquesesentíaendeudapeseaqueeranpocomenosquedesconocidosparaellaycuyoafectoteníalanecesidaddeganarsealfin.

Indicó con un gesto a su hija que se acercase a ella y la niña obedeciólentamente,conexpresiónseria,aunquenodemasiadoasustada.

—Tuabuelo,Sadie—anunció.—¿Deverdadseestámuriendo?—susurrólacría.ALisbethselehizounnudoenlagarganta.—Sí.Hemosvenidoparareconfortarloensusúltimosdías.—Sí,mamá,claro.—Sadiesepegóaellaenseñaldeapoyoysumadrela

envolvióconunbrazo.—Yopasarécasitodoeltiempoaquí,conél,ytúpuedesecharleunamano

alacocinera.—No tenemos cocinera —la corrigió Julianne—: Emily se encarga de

hacerlacomidaydelimpiarlacasa.—¿Toda la casa? ¿Ella sola?—preguntó Lisbeth, al instante arrepentida

deltonocríticodesuspalabras.—Sí, toda la casa. Ella sola —contestó Julianne—. No corren buenos

tiemposparanosotros.—Claro,losiento.SupadreseremovióenlacamayabriólosojosparaposarlosenSadiey

mirarlacongestomaravillado.Sinmoverse,preguntóconvozrasposa:—¿Elizabeth?¿Erestú?Lisbeth tenía lagargantademasiado tensacomoparapronunciarpalabra.

Selaaclaróytragósalivacondificultad.—Padre,tepresentoamihija,Sadie.El anciano fijó la vista en la niña y luego en la madre y los ojos se le

llenarondelágrimas.—¿Hasvenidoavera tupadreensusúltimosdías?—Tendióunamano

temblorosa para darle una palmadita en el brazo—. Me alivia tanto verte…Graciasporvenir.—Enaquelmomentocruzósurostrounasuavesonrisa.

Cerró losojosy,pocodespués,Lisbethpudooírdenuevosurespiraciónpesada.Laslágrimasacudieronasusojos:supadresealegrabadetenerlaallí.

Juliannemiródehitoenhitoasucuñada.—Llevaba semanas sin hablar tanto —aseveró con la voz preñada de

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rencor.A Lisbeth la confundió semejante hostilidad hasta que la otra volvió a

hablar.—Debedesertodounconsuelopoderestarpresenteparareconfortaratu

padreensuagonía.Muchosnohemostenidoesasuerte.Lisbethalargólamanoylediounapalmaditaenelbrazoconlaintención

debrindarunmínimoapoyoasucuñada.Debíadesermuydolorososaberquesupadreysushermanoshabíanmuertosinelsolazquepodíanproporcionarlesenaquellosinstantessuhogarysufamilia.

—Esunabendiciónpoderestaraquíyteagradezcomuchoquenosacojáisenvuestracasa.

Juliannefruncióloslabiosysoltóunbufido.—Esmuyamableportuparteimaginarqueestacasaesmía,perotumadre

seencargaderecordarmeacadapasoqueaquínosoymásqueunainvitada.Lesorprendierontantolasinceridaddesucuñadacomoelsentimientoque

le expresaba, ya que su madre los había descrito siempre a todos como unafamilia unida que vivía feliz bajo un mismo techo. Saltaba a la vista que larepresentación que hacía de la situación de aquel hogar distaba mucho de larealidad.

Julianne las llevó al modesto dormitorio que compartirían durante suestancia.LajofainaconrepisademármoleralaquehabíatenidoLisbethensucuartosiendoniña.Pasólosdedosporlapiedrasuaveyfría.

—Siquieres,tepeinocuandotelavesytecambiesderopa—explicósutíaaSadie—.Comoesunaocasiónespecial,losniñossesentaránconlosadultosalahoradelacena.

—¿Y dónde comemos normalmente? —preguntó la pequeña con gestoconfundido.

—EnlacocinaconEmily,exceptoparalacenadelosdomingos.Lapequeñamiróasumadreyseencogiódehombros.—Encasatenemosotrascostumbres—repusoLisbeth—,peroseguroque

ospodéisadaptar,¿verdad,Sadie?Laniñaasintiócongranseriedad,deseosadecomplacerla.Juliannemiróentoncesasucuñadaparaanunciar:—Deberíasprepararatushijosparaqueseajustenalgustodetumadre.Yconestodiomediavueltaylasdejósolas.Lisbethsuspiróaliviadapor

unmomento,aunquesabíaquelosdíasqueestabanporvenirmientrasconseguíaquelospequeñosseamoldasenaaquellacasaresultaríanagotadores.Matthewyellapracticabanunestilomodernodecrianzaconformealcualcompartíanmesaconsushijosylespermitíanexpresarsuspensamientosyformularpreguntas,y

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sabíaque ibaa tenerquecambiar loshábitosdeSadieySammysiqueríaqueencajasenallí.

Comosupadreestabademasiadodébilparasentarsea lamesa,eraJackquienpresidía aquel mueble de cerezo desgastado. Frente a él tomaba asiento sumadre.Lisbeth,flanqueadaporsushijos,ocupabaunlateralyJulianneyJohnny,el otro. Lisbeth frotó lamaderamientras recordaba todas las veces que habíacomidoenella,aburridademuyniña,nerviosaantelaposibilidaddequeJackoella hicieran algo que irritase a los adultos siendo un poco más mayor y,finalmente,temerosadedivulgaralgúnsecretoqueresultaradañinoparaMattieoparaellamisma.

PormiedoaqueSadieySammysesintieranperdidosfrentealosritualesdelamesa,antesdequesesentaranleshabíapedidoquesefijaranbienensuprimoparasabercuándopodíanhablaryenellaafindeconocerquécubiertosdebíanusarencadamomento.Lapequeñanodudóenpresumirdesucambiodeimagen,conelpeloechadohaciaatrásporunahermosacintademadreperlaydos tirabuzones a los lados. Antes de empezar, Sammy sacó las manos parabendecir lamesa con el resto, pero volvió a ponerlas en el regazo al ver quenadie lo hacía. Todas aquellas diferencias les recordaban a cada rato que, enrealidad,aquelnoerasuhogar.

Emily apareció entonces por una puerta de vaivén con una fuente depescadoyfuerecorriendolamesaparaserviratodosloscomensales.Sammynotuvodificultadalgunaenpasarasuplatosuración.LisbethseofrecióaserviraSadie, pero la niña declinó su proposición con un movimiento de la manomientras susurraba que podía sola.Y lo cierto es que, salvo por unas cuantasgotasdesalsaquecayeronenelmantel,saliótriunfantedeaquellasituación.

Sumadre sintió unamezcla de familiaridad y turbación al verse servidadurante la comida. Aunque de niña la habían educado para ello, en Ohio noteníanayudaalgunaencasa.DeseabadecirleaEmilyquetodoaquelloleparecíaunabarbaridad,peronosabíacómohacerlosinllamarindebidamentelaatenciónhaciasímismaohacialacriada.

Peseaquenorecordabaniunaocasiónenlaquesushijoshubieranvividolaexperienciadequelossirvierandeesemodo,lociertoesqueseenfrentaronaaquella situación sin alterarse. Los adultos conversaron educadamente sobretemas sin relevanciamientras el resto guardaba silencio. Lisbeth observó conorgulloqueSadieySammyacababansinqueja la lubinaconsalsadeostrasybrotes tiernos, sabores nuevos para ellos.Buscó algo de lo que hablar ante elsilencio incómodo que se impuso mientras tomaban el postre de natillascaramelizadas.

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—Mehadichomadre que ahora eres juez de paz, ¿no?—preguntó a suhermano.

JackasintiósindecirnadamásyfueJuliannequienseencargódeañadir:—Lo nombraron en honor al servicio que prestó a la gran causa. Aquí

hacemosungranesfuerzoporrecompensarelsacrificiodenuestrosprisionerosdeguerra.Cuidamosmuchoanuestroshéroessudistas.

Lisbethnopasóporaltoeltonodedesairenodemasiadosutilqueteñíasuspalabras.

Sammyseanimóentoncesypreguntó:—Túestuvistepresoenlaguerra,¿verdad?Jackhizoungestoafirmativoconlacabezaysusobrinoinsistióconaire

derespetoyfascinación:—¿Tuvistequecomerratas?Sutíotorcióelgestoconexpresiónasqueada.—¡No!¿Dedóndehassacadoesaidea?—ElpadredeTimmydiceque él y sus compañeros tuvieronque comer

ratasenAndersonvilleporquenoteníancomida—explicóelniño.—Nosotrossíteníamoscomida—contestóJackenvozbaja.Entoncesintervinolamadreconlasmejillasylavozacaloradas.—Nuestrossoldadosnoinvadieronvuestrastierrasparaquemarcultivosni

sacrificar animales sin piedad y dejar que todo elmundo, incluidosmujeres yniños,murieradehambre,cosaquenopuededecirsedelosdelaUnión,quenotuvieronpudoralguno.SivuestrossoldadosnoteníanquéllevarsealabocaseríaporqueelseñorLincolneraunhombrecruelysincorazón.

Lisbeth sintió que se le subían los colores y se le tensaba el cuello,consternada ante el giro que había dado la conversación cuando se habíapropuesto evitar toda cuestión controvertida. Había rogado a sus hijos que seabstuvieran de hablar de la guerra y el primer día de su visita había sido ellaquienlosestabametiendoatodosdecabezaenundebatesobrelamisma.

—¿Yenquéconsiste—preguntóconlaesperanzadevolveraencauzarlaconversación—tutrabajodejuezdepaz?

Suhermanovolviólacabezaconlentitudyclavóenellaunamiradaseveracuyaintensidadhizoqueseleencogieraelestómago.

—Puesenvelarporlapaz,talcomoindicaelnombre—repusoarrastrandolaspalabrassinemoción.

—Jackseaseguradequesemantengaelordensocial,hastaenlostiempostandifíciles que corren—explicó Julianne—.Hayunmontóndenegratas quehandesertadodelasplantacionesparacongregarseenlasciudades.

Lisbeth no pudomenos de encogerse ante la expresión.Con gesto sutil,

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miróacadaunodesushijos,quelaobservabanhorrorizadosconlosojoscomoplatos. A ambos les habían enseñado que aquella palabra estaba totalmenteprohibida.

Sutía,sinembargo,pareciónodarsecuentadesureacciónyprosiguióconairedespreocupado:

—Están sobrecargando las ciudades y dejando sin mano de obra lasregiones agrícolas. Parecen convencidos de que no tienen por qué trabajar yesperanquenosotrossatisfagamostodassusnecesidades.Jackseencargadequetenganuntrabajodecente.

SadieseinclinóhaciaLisbethparasusurrarlealoído:—LatíaJuliannehadichounapalabrota.—¡SadieAnn!—gritósuabuela.Laniñadiounrespingoysumadresintióqueseleacelerabaelcorazón.

Lasdosvolvieron lacabezahaciael lugarqueocupaba la señoraWainwright,quienreconvinoalapequeñaenestostérminos:

—En esta casa no nos andamos con secretitos.Lo que tengas que decir,diloenvozalta.

TodosmiraronaSadie,quesepusoamoverlacabecitadearribaabajoconlosojosabiertosdeparenparylabarbillatrémulaporelmiedo.

LaabuelaWainwrightseguíahoradándolaconlamiradamientrasesperabaaquehablase.ALisbethelcorazónlebatíaelpechoconfuerzaalverasuhijaatrapada en un dilema imposible, abocada a incurrir en una falta deconsideracióntantosirepetíasuobservaciónenvozaltacomosidecidíacallar.Nopodíadecircuáldelasdoscosasenfureceríamásasumadre.Optóportomarlapalabraparaprotegerla:

—ASadielehallamadolaatenciónqueaquíhabléisdeformadistintaqueencasa.

Lisbeth sostuvo la mirada de su madre, que al final la apartó sin máscomentarios.

—¿Mepuedoretirar?—preguntólaniñaconvoztemblorosa.—Sí, cariño.—Lisbeth sentía lástima por ella, pero no veía la hora de

ponerpuntofinalaaquelepisodio.Lapequeñasepusoenpieparasalir.—Sadie Ann —la llamó la abuela en tono inflexible—, ¿qué estás

haciendo?LacríamiróasumadreconexpresiónangustiadayLisbeth,quecompartía

laafliccióndesuhija,laalentóconunasonrisasolidariaaexplicarse.—Dejar lamesadespuésdepedir permiso—dijoSadie,más en tonode

preguntaquedeaseveración.

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—¿Quéllevasenlamano?—lareprendióconvozdesdeñosa.—Miplato,señora—contestóellaapuntodeecharseallorar.—Déjalo donde estaba. Ahora mismo—le ordenó la abuela—. En esta

casanotocarásunasolapiezadevajilla.¿Mehasentendido?—Sí, señora —contestó ella casi con un gemido—. Ya no vuelvo a

hacerlo.—«Yanovolveréahacerlo»—corrigiósuabuela.Sadie hizo un gesto de asentimiento leve y convulso. Lisbeth tenía el

corazónenlagarganta,azoradaporlareaccióndesumadreantelosmodosdesuhijayfuriosaconsigomismapornohaberlapreparadomejorparaaquelmundo.Quería disculparse con Sadie y darle un abrazo reconfortante, pero sabía quesoloconseguiríallamarmásaúnlaatenciónhacialasdos.Enlugardeeso,lediounapalmaditaenelbrazoylesusurró:

—Yaestá,yapuedessubirajugaranuestrodormitorio,queyonotardaréenllegar.

—Nome extraña que hablen como criados—espetó aLisbeth la señoraWainwright—.¡Sitúhaceslomismo!

Lisbethse sintióaliviadapor lapazquese instalóal fincuandoseencontróasolas con sus hijos en el cuarto que compartían. Daba la impresión de quehubiese pasado una eternidad desde su salida deOberlin cuando, en realidad,apenas llevaban dos días fuera. Aquella visita resultaría agotadora, llena detrampasqueevitar.

SadieySammyestabanarropadosenlacamayellaestabacompartiendocon Matthew los detalles de aquel día en una carta, agradecida por tener laocasióndedescargarsucorazónenaquelritualnocturno.Sabíaque,graciasalasinnovaciones introducidas en el sistema postal, el Servicio Ferroviario deCorreos, sumarido la recibiría pocosdíasdespuésdeque la enviase.El gastovalíalapenaparasentirelvínculoquelosuníapesealadistanciafísicaysaberdelasnoticiasqueteníanquecontarseambos.

—¿Mamá?—preguntóSadiedesdelacama.Sammy estaba sentado a su lado, leyendoLas aventuras deAlicia en el

PaísdelasMaravillas.—¿Sadie?—repusoellaenelmismotonoenérgico.—¿Tumamiseportababiencontigocuandoeraspequeña?Lisbethtomóaireypensóencómoresponderalapregunta.Sadielamiró

dehitoenhitoenesperadeunacontestación.—Mimadrenopasabamucho tiempoconmigo.Comoya tehedicho, la

quemecuidódeniñafuelaseñoraFreedman.

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—¿Atodashoras?Sammy dejó el libro para atender a la conversación de ambas y Lisbeth

respondióconungestodeasentimiento.—¿Quiéntellevabaalacama?—siguiópreguntandoSadie.—LaseñoraFreedman.—¿Yquiéntehacíadecomer?—intervinoSammy.—Lacocinera.—¿Ytumadrehacíaalgoporti?—Cuando me hice algo mayor empecé a compartir mesa con ellos y

tambiénibaalasaladeestardespuésdecenar.AlaiglesiaíbamossinMattie.—Lisbethfuerebuscandoensumemoria—.Mimadremeenseñóahacerpuntodecruz y seguro que me tuvo que enseñar otras cosas, pero no tengo muchosrecuerdosconella.

—¿Teabrazabacuandoestabastriste?—quisosaberSadie.Lisbethnegóconlacabezalentamente.—No,mimadrenuncafuemuycariñosa.—Losiento,mamá—dijolapequeñaconmiradadepreocupación.—Gracias,Sadie.Laverdadesquetuvemuchasuertedepoderdisfrutarde

loscuidadosdelaseñoraFreedman.—Quisoacabaraquílaconversación,puessesabíaincapazdeexplicarasushijosalgoqueellamismanoentendía.

Sumadreaparecíafríaydistanteencasitodossusrecuerdos.Laúnicavezque tuvo la impresión de haberla complacido fue cuando se interesó por ellaEdwardCunningham.

—Ha sidoundíamuy largo.Eshoradedormir, así que se acabaron laspreguntas.

SadiecerrólosojosySammyvolvióasulectura.Lisbethbesóasuhijaenla frente y le tarareó una nana hasta que supo por su respiración que habíasucumbidoalsueño.

Por lamañana, Lisbeth llevó a sus dos hijos a la cocina, donde Emily estabaremoviendo un cazo sobre un fogoncito negro de hierro forjado. Por el olordesagradable que impregnaba el aire supo que estaba alimentado por carbón.Sobre lamesa, a la que estaban sentados en esquinas opuestas Johnny y otroniño,descansabaunafuentedehuevosfritosygachasdemaíz.

Emilylespresentóaaquelcríodepielclara.—MihijoWillie.Por su tez habría dicho que era blanco. «Su padre, William —pensó

Lisbeth—,debedesermestizo,comoEmily.»Loobservóconmovidapensandoque bien podía ser su sobrino o su primo, aunque nunca sabría la respuesta a

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aquellapreguntarecurrente.Buscandounparecidofamiliar,sedijoqueteníalasmismascejasqueSammy.Aunasí,aquellopodíasersolounacoincidencia,unajugadadesupropiamente.

Suhijoletendiólamano.—Mealegrodeconocerte.YosoySammy.Johnnydejóescaparunbufido.—Noseledalamanoaunnegro.¿Nosabesnadaoqué?Sammymiróasuprimoyluegoasumadrecongestoconfundido,tendido

aúnelbrazocomounaramadesnuda,vulnerableyquebradiza.Sufriendoporél,Lisbethrespiróhondoantesderesponderconfirmeza:

—Johnny,ennuestrafamiliadamoslamanoatodoelmundoySammylosabe.

Williemiróasumadreparasaberquédebíahacery,alverasentiraEmily,estrechó lamano que le ofrecían, brevemente y sin decir palabra. Johnny losobservóymurmuróentredientes:

—Pensabaqueestabaisennuestracasa.Lisbeth,aunqueoyóelcomentario,optóporobviarloynodiscutirconun

chiquillo.—Os voy a dejar aquí desayunando —informó a sus hijos—. Cuando

termine,subiréaestarconmipadre.Sinecesitáisalgo,pedidleayudaaEmily.—Sinosbuscaenlacocinaynonosve—dijolasirvienta—,estaremosen

elparque.Estáaunasmanzanasdeaquíyesmuyagradableparaquecorranlosniños.Pregunteporelparqueacualquierayleindicarádóndeestá.

—Mepareceunaideaexcelente.Gracias,Emily.—Denada,señora.

Lisbethsesentóalladodelacamadesupadre.Aunquesepasabadurmiendolamayor parte del día, permaneció a su ladopor si necesitaba ayuda.Leofrecíaaguacuandoloveíaremoverseylesecabalafrente.Cuandodabalaimpresióndeestarsintiendodolor,leechabalasgotasbajolalenguayesolocalmabadeinmediato.HabíaidoaVirginiaparaesoylociertoesquesesentíaconmovidayagradecida hasta lo indecible por disfrutar de aquella oportunidad.Aunque enOberlin había cuidado demás de un enfermo, nunca había tenido ocasión dehacerlopornadiedesufamilia.

Pesealconflictomoralirreconciliablequehabíaentresupadreyellayapesardeldañoquelehabíacausadolafaltadeinterésquehabíademostradoéldurante todo aquel tiempo, estaba convencida de que brindarle solaz en susúltimos días podía tener cierto efecto reconciliador. Sentada en su dormitorio,sinmáscompañíaqueladesupadre,sesentíaenpaz.

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Tenía abierto sobre el regazo Historia de dos ciudades, de CharlesDickens,yloleíaenvozaltaaunquesupadreparecíanoserconscientedelaspalabrasquebrotabandesuboca.Sumadrehabíadejadoel libroal ladodelacama con aquella intencióny aLisbeth le había parecidode agradecer que sueleccióncoincidieraconsuspropiosgustosliterarios.Dudabaqueellaaprobaseel mensaje de Dickens, pero era más que probable que nunca hubiera leídoaquellanovela.

Sesintióintrigadaporlasfrasesquehabíasubrayadosupadreypensóquetal vez le ofrecieran alguna pista sobre aquel hombre, del que sabía tan poco.Habíacrecidobajosumismotecho,peronorecordabahaberestadoasolasconéldeniñanitampocopodíadecirsiquieraenquéocupabaeltiempoenlaépocaen la que vivieron juntos. A diferencia de algunos padres, no era severo niaterrador,sinoqueparecíacasiinvisible.

LainterrumpióelchasquidodelpomodelapuertaysevolvióparaveraEmily con otra bandeja. Lisbeth tomó la anterior, llena de paños húmedos yvasosmediovacíos,delamesilladenocheyseapartóparaquelareciénllegadapudiesecolocarensulugaraquellapiezadeplatayaabolladaydesgastada.

—Gracias,señora—dijoEmily.Lisbethdejólabandejausadaenelescritorioyregresóalladodesupadre.—Emily, preferiría que no me llamases señora. Entiendo que no tengas

más remediocuandoestemosdelantedemimadre,peroquieroque sepas,porfavor,queamínomeparecenecesario.

AntesdequeEmilypudieseresponder,supadreserevolvióensulechodecaoba.Abrió los párpados con un lento pestañeo y, fijando enEmily sus ojosazulesempañados,losabriósúbitamentedeparenparconunasonrisadeorejaaoreja.Lisbethnosabíacómointerpretaraquellaactitudinsólita.

—¡Lydia! ¡Hasvenido!Herezado tantoporquecambiasesdeopinión…—Tomólamanodelamujerylabesó.

Emily laapartócongestode repugnancia.Élseafanóen incorporarsey,conelrostroencendidodeemoción,exclamó:

—Nopodemossepararnosahora.¿Tienestodoloquenecesitas?—Miróasualrededorcomoquienbuscaunlugarpordondeescapar.

Por la expresión de Emily, Lisbeth supo que estaba tan confundida eincómodacomoella.

—Padre—lointerrumpió—,leestáshablandoaEmily.¿QuiénesLydia?ElancianomiróprimeroaLisbethyluegoaEmilyconelrostrosumidoen

eldesconcierto.Entoncesvolvióaclavarlosojosenlaprimeraypreguntóconvozronca:

—¿Estoysoñando?—Sinaguardarunarespuesta,elmoribundomeneóla

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cabeza ymurmuró como quien ofrece una explicación a su propia persona—:Pero si la estoy viendo aquí mismo, delante de mí. —Parpadeó lentamentemientras reflexionabay,acontinuación,volvióa tomar losdedosdeEmily—.Sientosumanoenlamía.Debedeestarviva—declaróconlavozempañadaenañoranza.

—EsEmily,padre.Claroqueestáviva—explicóLisbethlentamenteyconpaciencia,comosisedirigieraaunniño—.ALydianolaconozco,asíquenotepuedodecirsiviveohamuerto.—Dichoesto,asiólamanodesupadreyliberóaEmilydesuapretóndesesperado.

El enfermo soltó un suspiro y se dejó caer antes de darse la vuelta ycolocarse en posición fetal. Lisbeth lo observó con el corazón en un puñomientras al ojo de su padre acudía una lágrima que cruzó con lentitud elcaballetedesunarizantesdecaersobrelassábanas.

—Puedeserquevengatodavía—mascullóparasí—.Todavíahaytiempo.Elhombrecerró losojosy,momentosdespués,Lisbethpudorelajarseal

oírlossuavesronquidosquesalíandesuboca.—Sientomuchoestearrebato—dijoaEmily—.Parecequeseacercaelfin

yestáagitadoyconfundido.—Lydia era mi madre —declaró la otra sin rodeos y con rostro

inexpresivo.Alprincipio,Lisbethnoentendióloqueleestabadiciendolacriada,pero,

instantes después, se hizo cargo de lo que aquello significaba y sintió que lainvadíaunaoleadaardientedeemoción.

—¿Lydia?—preguntó.Alver asentir aEmily, tuvo la impresióndeque se lenublaba lamente.

Buscóensuinteriorlaspalabrasprecisas.—O sea, que mi padre también es tu… —Guardó silencio ante la

imposibilidaddepronunciarlapalabraenvozalta.—Esocreoyo—leconfirmólacriada.Lisbethsoltóaireynotóelescalofríoquelerecorríalacolumnavertebral.

Había sospechado que aquella mujer podía ser su hermana o su prima aldescubrir un árbol genealógico de trazado ambiguo en el que el nombre deEmilyaparecíaconunsignodeinterrogacióndelquepartíansendaslíneashacialosnombresdesupadreyeldesudifuntotío.Lacorroboraciónleprodujounasensaciónagridulce.Hablarde ello con franqueza le resultabamuy incómodo.Nunca había revelado a nadie aquel descubrimiento vergonzoso, ni siquiera aMatthew,peroconocerlacrudaverdadlereportabaciertoconsuelo.

—¿Estámimadrealcorrientedelasituación?—quisosaberLisbeth.—Nuncahasidomuyamableconmigo,conqueimaginoquesí.

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—¿Yél?¿Tetrataba…concariño?—Medabamáscomidayropaquealosotros—repusoEmilysinemoción

—.Algunaqueotrapalmaditaenlamano.Mepusieronatrabajarenlacasaenvez de enviarme a los campos y él insistió en que nome vendieran con FairOaks.La señoraWainwright se enfadómuchísimo.Es la únicavezque losoídiscutir.

La ira de su madre adquirió un significado totalmente distinto. CuandoLisbethlehabíareveladoquehabíavistoasuprometidoconunacampesina,ellale había restado importancia de inmediato, pues esperaba que su hija tolerasesemejantecomportamientodelmismomodoquelohabíaaceptadoella.

Miróasupadre.¿Cómopodíahabervividoconsemejantecontradicción?Nosabíacómotomarseaquellanoticia,unainformaciónqueconvertíaaEmilyen algo semejante a una hermana, pero tampoco creía albergar sentimientosfraternaleshaciaella.CreíaquelashermanasdebíandesentirconfianzaycariñoyLisbethsesentíacohibida,retraídaeinseguraalladodeEmily.

—Noséquédecir—dijoruborizándose—.Estasituaciónestaninsólita…Emilyapretóloslabiosenunasonrisaleveytensa.—Nohaynadaquedecir.Noesmásextrañaquelaqueconocemuchade

migente.—¿Creesquesequerían?—preguntóenvozalta.Emily arrugó el entrecejo tratando de dar con una respuesta. Lisbeth

regresómentalmentealaescenaocurridadebajodelsaucequelahabíallevadoahuirdelhogardesuinfanciatrasaprenderdeformademasiadográficalocomúnque era que los señores de las plantaciones forzaran sexualmente a lascampesinasquetrabajabanparaellos.Recordólahorriblevisióndelasviolentasarremetidas deEdwardy del dolor y la vergüenzaque se leían en los ojos decolor caramelo de la joven víctima. Sumadre ni siquiera pensaba que aquellachiquillahubiesesufridodañoalgunoeinsistíaenque,dehecho,debíasentirseafortunadaporhaberllamadolaatencióndelmuchacho.

Lisbethretirólapregunta.—Daigual,Emily.Detodosmodos,novamosapoderrevelarlaverdad,

¿noesasí?Emilyhizounaseñaldeasentimientoantesdepedirle:—Porfavor,nolediganadadeestoasumadre.Loúnicoqueconseguirá

esqueseamáscrueltodavíaconmigo.Yaestoytemiendoquenosechendeaquícuandomueraelseñor.

—¿Ynoseríamejor?¿Noespreferibletrabajarenotrositio?—No tenemos más opciones. Ya hemos estado buscando y hay tantos

libertosqueescasi imposibleencontraralojamientoy trabajo.Enlacasadela

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familiadeWilliamnocabeyaniunalfiler.¿Cómovanaacogernostambiénanosotros?El puestoque tieneWilliamen laTredegar IronWorksnosdaparapagar la ropa y la escuela de Willie y dar nuestra aportación a la iglesia y,graciasalmío,tenemosunsitioenelquedormirycomer.Esverdadquenonosfaltancomplicaciones,peroestamosmejorquemuchos.

—¿Notepagannadamispadres?—preguntóLisbeth,asombradaante laposibilidaddequeasífuera.

Emilysoltóunbufidomirándoladehitoenhitocongestoincrédulo.Trasunosinstantes,preguntó:

—¿Pagarme por hacer las tareas de casa? ¿Con dinero?—Negó con lacabeza—.¿DeverdadsontandiferenteslascosasenOhio?

—Nosotros pagamos el trabajoquenoshacen, condineroy, a veces, enespecie.Conanimalesuotrosgéneros,aunquecasisiemprecondinero.

—¡Quémaravilla,Ohio!—repusoEmilyconvozdeañoranza.—Nosotros somos felices allí —convino Lisbeth. Pensó añadir que, en

Oberlin,losniñosblancosynegrosasistíanjuntosaunaescuelafinanciadaconfondos públicos, pero reparó en que contárselo sería una crueldad. ¿QuénecesidadhabíadehacermayorlapenadeEmily?

Unos días después, entró Sammy en el cuarto que compartían los tres paradecirleasumadre:

—Ojaláhubiesetraídodosguantesderegalo.—¿Porqué?¿Johnnyquieretenerunoencadamano?—bromeóLisbeth.—No.—Elniñopusoenblancolosojosdecolormielyexplicó—:Willie

quiereusarloyJohnnynoselopresta.—Esperoquelehayasdejadoeltuyo.—Claro,peroesmásbuenotenerunopropio.—Síqueesmejor—convinoLisbethcorrigiendosutilmente lagramática

desuhijo.—Willie hace todo lo que le dice Johnny. Tú dices que ya no hay

esclavitud,peroyocreoquelaabuelaWainwright,eltíoJackyJohnnytodavíanosehanenterado.—Lavozdelcríoestabahenchidadefrustración—.Ayer,laabuelaWainwrightledijoaWilliequenopodíairalparqueconnosotrosporqueteníaquelimpiarlahornilladelacocina.¡Comosifuerasucriado!AsíquesequedómientrasEmilynosllevabaaSadie,aJohnnyyamíalparque.

Lamadresoltóunsuspiro.—Hoysíquehavenido,peroJohnnynisiquieralehadirigidolapalabrani

lehadejadosuguante.—Sammy,quenoparecíadispuestoadejarsenadaeneltintero,siguiódandoriendasueltaasuindignación—.Estandoenelparque,una

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mujerblancaledijoalaseñoraEmilyquenopodíaestarallíy,cuandoellalecontestóqueestabacuidándonos,lamujerledijoqueentoncesnopasabanada.A estas alturas, ya deberían haberse dado cuenta de que la esclavitud no estábien,¿no?

—Sí.—Puestodavíanosehanenterado—concluyóalicaído.Lisbeth lo sintió por su hijo, el pequeño estaba perdiendo la fe en la

humanidad y en su familia. Tal como había temido, aquel viaje le estabacostandobuenapartedesuinocencia.

—Y, además —siguió diciendo él—, no creo que tu familia te hayaperdonadoquetecasasesconpapá.Todosnosodian.

—Odiaresunapalabrademasiadofuerte—lerecordósumadre.—Puesnolescaemosmuybien.Lisbethnopudomenosdeasentirconunnudoenlagarganta.—Sammy,metemoquetienesrazón.—MenosaSadie—aclaróél.Lisbethfruncióelceñoeinclinólacabezahaciaunladocongestocurioso.Elniñoseencogiódehombros.—AltíoJackyalatíaJuliannelesgustaSadie.—Sí,parecehaberconseguidosuaprobación—convinoella—.Losiento,

Sammy.Tendremosque sobrellevarlo lomejor posiblemientras estemos aquí.SéamableconWillieyconJohnny.Alomejornuestraactitudayudaaabrirlelosojosatuprimo.

Samuelseencogiódehombros.—ElseñorWilliamdiceque,siatiteparecebien,puedellevarnosaWillie

yamíalaTredegar.—¿Lafábricaenlaquetrabaja?¿Noserápeligroso?Elniñovolvióasubirloshombrosyrepuso:—LaseñoraEmilydicequeno.—Lamirófijamenteconlosojoscargados

deesperanza.—Estábien,vesiquieres.—¡Gracias,mamá!En ese momento entró corriendo en el dormitorio Sadie con cara de

entusiasmo.—¡Mira,mamá!¡LatíaJuliannemehadadounguardapelodeverdad!—

anunció tendiendo a Lisbeth su tesoro, un relicario de plata con espiralesgrabadasentornoaundiamantemenudo.

Su madre lo abrió haciendo palanca con la uña y a punto estuvo deatragantarsefuriosaalverunabanderaconfederadadiminutaenunadelascaras

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interiores. Desde la otra la miraba la fotografía de un bebé. Sadie siguióhablando,ajenaalaindignacióndeLisbeth.

—DicelatíaJulianneque,comosomossusúnicosparientesvivos,quierequeyolohe…lohedere…—Lapequeñaoptóporcambiardetáctica—:Quiereque me lo quede yo. —Giró sobre sus talones y se levantó el pelo, reciéntrenzado según la moda francesa que estaba causando furor aquellos días—.Pónmelo—pidióasumadre.

Lisbethvaciló.Noqueríaquesuhijallevaraaquelsímboloalcuello.Sadiesediolavueltaylamiróparatelegrafiarlesinpalabraselruegodequesedieraprisa.Lisbethdejóescaparunaexhalación,suhijaerademasiadopequeñaparamantener con ella una conversación política.Al fin y al cabo, le bastaría concambiaraquellaimagenporotramásadelante.

Sammyrepitióconungruñido:—¿VescomoSadiesí lescaebien?Yparamíqueellos también lecaen

bienaella.—¡Claroquesí!—respondiólaniña—.Sonmifamiliaylosquiero.Si antes del viaje Lisbeth habría estado encantada de oír de su hija que

albergabatalsentimiento,enaquelinstantelaincomodólainfluenciaqueteníansobreSadieyelafectoquelesprofesabaella.Habríapreferidodesushijosunapostura más neutra hacia los Wainwright. La adoración de la pequeña leresultabataninquietantecomoeldesdéndeSammy.

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CapítulocuatroJORDAN

Ohio

Pesealostemoresdesumadre,elviajedesdeOhiohastaVirginiafuemástedioso que temible.Aunque las carreteras estaban tan embarradas que habíantenidoquesacarelcarrodevarioscharcos,nohabíansidovíctimasdeningúngestohostilduranteelcamino.Porotraparte,lasgalletas,lacecinaylosfrutossecos, de los que habían llegado a cansarse, bastaron, sin embargo, paramantenerarayaelhambre.Sumadrelesenseñóaestaratentosalapresenciadeplantas comestibles con las que alegrar un tanto sus comidas. Los brotes demostazasilvestreeranlaguarniciónmásfrecuente.

Noresultabafácildejarelvehículoenelbosque,aunadistanciaprudentedelcamino,alfinaldecadajornada.Undíasedetuvierontantardequeyaeranochecerradacuandolograroninternarseenlaarboleda.Despuésdeaquelloseasegurarondenoapurar tanto.Necesitaronun tiempoparahabituarseadormirapiñados en la parte trasera del carro, pero, tras las primeras noches, Jordanaprendióadescansaralairelibreyhastaempezóagustarleunpoco.

Tanto su madre como Samuel empezaron a mostrarse visiblementeagitadoscuandocruzaronelríoOhioyentraronenVirginiaOccidental.Aquellaparte de la nación no se había constituido en estado hasta 1863, cuando semantuvoalladodelaUniónenlugardesumarsealasecesióndelastierrasquelindabanconellaaleste.LaexpresióntensadelrostrodesuhermanolallevaronapensarquequizáVirginiasuscitabaensuinterioremocionesmásmarcadasdeloquesolíareconocer.Aunqueenlamargenopuestanopercibióningúncambioespectacular,saltabaa lavistaqueaquelhitogeográficoteníaparasumadreySamuelunsignificadoqueaJordanseleescapaba.

UnavezenVirginia,sinembargo, lacarreteracambiómuchísimo.Había

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partesqueestabaninclusopavimentadasyenocasioneshastatuvieronquepagarparapasarporunpuestodepeajeprotegidoporpicas.Desdeelpuestodepeajese veían ya vestigios de la guerra. Samuel señaló los campos talados quemarcabanclaramenteellugarenquehabíanmontadoelcampamentolastropas.El camino estaba salpicado de cañones, planchas de carromatos destrozados yjirones de prendas en descomposición, en tanto que por la tierra y entre losmatorrales se veían balas de cañón medio enterradas. A Jordan le afectóespecialmente laosamentadeuncaballoqueseguíaunidaporelcorreajeauncarro ya podrido.Miró a su hermano para comprobar si la escena también loinquietaba.

—¿Estáestocercadedondetúcombatiste?—Nosotros estábamosmás al sudoeste, pero tenía elmismoaspectoque

todoestoyelcalorylahumedaderanidénticos.Al regresar a Virginia, Samuel se estaba enfrentando a dos capítulos

dolorosos de su pasado. Aunque, como la mayoría de los soldados quesobrevivieron al conflicto armado, había enterrado en lomás hondo de sí losdetalles de aquella experiencia, Jordan sabía que seguían afectándole.Todavíatenía pesadillas de cuando en cuando, si bien, con el tiempo, se habían idoespaciando, y ninguno de ellos hablaba nunca de los sonidos que se oían porentrelastablasqueseparabanlasestanciasdesuvivienda.

Enlugardeseguirhaciaeleste,endirecciónalacapital,tomaronlarutameridionalyllegarondesdeponientealríoJames.NotardaríanenveralaprimaSarah, cuya casa formabapartede la plantacióndeFairOaks.La carreteradetierra que llevaba al antiguo hogar de sumadre atravesaba un bosque espeso.Másalládelosolmos,Jordandistinguióalospeonesdelostabacales.Elpaisajeseveía interrumpidopor camposcarbonizadosy árbolesquedemostrabanquelosunionistasnosehabíanlimitadoapasarporallí,sinoquesehabíanbatidonoyaconescopetasycañones,sinotambiénconfuego.

—Este fueunode losprimerosyúltimos lugaresen losquese luchó—anunciólamadrechasqueandolalenguacongestodedesaprobación.

—Ysenota—convinoSamuel.—¡Poraquí!—indicóMattieasuhijo—.Esporestecamino.Giraantesde

llegaralacasagrande.Salierondelacarreteraprincipalparatomarunapistallenadebaches.Alo

lejos,Jordanviounaviviendacolosaldotadadecolumnasysintiódeprontoqueseleacelerabaelcorazónaltomarconcienciadelainmensidaddellugarenelqueseencontrabanydelaempresaqueloshabíallevadohastaallí.Anteellosseerigíaunadelascasasdelosbraceros,trabajadoresquehabíansidoesclavosyquehabíanderramadosusangreallímismo.

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Sumadre tenía los ojos abiertos de par en par por elmiedo y se estabamordiendoellabio.

—Para—susurró—.Nodoblesporestecamino.Estámuyalavistaysedaríancuentadequeestamosaquí.Siguehastapasarlacasagrandeyescondeelcarroenelbosque;volveremosandando.

Jordanadvirtióquelasmanosdesuhermanohabíanempezadoatemblarmientrasguiabaaloscaballosporelcaminolodoso.

—¿Teacuerdasdeestelugar?—lepreguntóenvozbaja.Samuel asintió con una simple inclinación de cabeza. La tensión de su

rostrodejabaclaroquenoqueríahablardeello.

Samueldejóescaparunsonorosuspirodespuésdedetenereltiroenunolmedo.Jordanlomirócongestosolidario.

—Nopensabaquefueraasertandurovolver—susurróél.Todavía no le habían dejado de temblar las manos. Jordan le dio una

palmaditaenelbrazo,perofueincapazdearticularniunapalabradeconsuelo.Aquel lugar había removido con violencia las emociones de su madre y suhermano.Noqueríahacernidecirnadaquepudieraagravarsudesasosiego.

Mattieseapeódeunsalto.—JordanyyoiremosporSarah.Tú,quédatecuidandoelcarro,Samuel.Aunaliviadoatodasluces,Samuelnodudóenpreguntar:—¿Seguroquenocorréispeligro,mamá?—Corremosmenospeligrosinunhombre—declaró—.Asínoparecemos

unaamenazatangrande.Tú,quédateaquí.—Dichoesto,miróaJordandepiesacabeza y la sorprendió al tomar un puñado de tierra y restregársela por elvestido, por delante y por detrás—. Ensúciate el pañuelo de la cabeza y loszapatos—ordenóasuhija—y,luego,pontederodillasygateaunpoco.

—Mamá,yaestoysuciadelviaje.¿Deverdadtengoquemancharmemás?Loquenecesitoahoracomoelcomeresunbaño.

Sumadresoltóunbufido.—Túnosabesloqueesnecesitardeverdadunbaño.Además,lasuciedad

deunviajenoesigualqueladeltrabajoduro.La joven exhaló ymiró alternativamente a sumadre y su hermano, que

tenían losojosclavadosenellamientrasaguardabanaquehiciese loquese lehabíapedido.

—¿Queréisquedestroceelvestido?—lespreguntó.—Tedijequetrajeseselmásviejoquetuvieras—lerecordósumadre.—Seráviejo,peromesiguegustando—replicóJordan.—Puesmástevaagustarpoderponerteotrovestidoalgúndía.

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Jordan tomó aire y se recordó que estaría una temporadamuy larga sintenerquecumplirsusórdenes.Sesentíaridículaderodillasyledabaascotenerque revolcarse por el suelo. A su entender, su madre estaba extremandodemasiadolasprecauciones.Seguroqueaquelviajenoduraríamucho.

Cuandosevolvióaponerenpie,Mattielaobservó,lemanchóalgomáslacaraydiosuaprobaciónconlacabezaantesdeensuciarseellamisma.Alverasu madre gateando por el suelo, sintió muchísima vergüenza. Los ojos se lehumedecieron.¿DeverdadvalíaesatalSarahsemejantevejación?

—Quítate los zapatos y déjalos en el carro —dijo Mattie mientras seagachabaparadesabrocharselossuyos.

—¡Esosíqueno,mamá!—Lajoventeníalosojosanegadosenlágrimas.Aquelloeraexcesivo—.Nopiensoirdescalza.¡Porfavor!—suplicó.

Sumadreexhalóunsuspiro.—Estábien:nosdejaremosloszapatos.Jordansoltóairecongestoaliviado.—Gracias,mamá.MattiecentróentoncessuatenciónenSamuel.—EsperoqueencontremosprontoaSarahypodamossalirdeahíconella

enseguida,aunquenocreoquevayaasertanfácil.Notepreocupessitardamos.Samuelmiróalcieloyvolvióabajarlavista.Dabalaimpresióndeestara

puntodedeciralgocuandosumadrevolvióahablar:—Claro que te preocuparás—se corrigió ella—, pero no te muevas de

aquí.Espéranos,queyosésalirdeestesitio.Lomásseguroesquepasemosaquílanocheypuedequetambiénlademañana.Sipasadomañananohemosvuelto,veaRichmondabuscarayuda.

Samuelclavóenella lamiraday,abrumadoporel temory laconfusión,quisosaber:

—¿YquiénquerráayudarmeenRichmond?—Laiglesia—respondióella.Sacódesubolsounahojadepapelysela

dio—.Elreverendodicequesocorreagentecomonosotros.—¿Seguroquequieresquemequedeaquí?—Contigo se haríanmás preguntas que yendo solo nosotras. Conque sí,

paratodosesmejorquetequedes.Samuel se abrazó a ella un buen rato y, a continuación, abrió más los

brazosparaabarcartambiénaJordan.Despuésdesoltarlas,mirófijamenteasuhermanaylerecordó:

—Sives a unapersonablanca, hazte la estúpida.Queno sospechenquesabesleer.Aquílasreglassonmuydiferentes.

Samuelseenjugólafrenteconlarespiraciónagitada.Sumiedocalóenella

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másquelaprudenciadesumadre.Jordanasintiósinpalabrasylesonrióconloslabiosapretadosantesdealejarsedeéltraslospasosdesumadre.

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CapítulocincoLISBETH

Richmond(Virginia)

Lisbethoyóunruidosecoprocedentedelasaladeestar.Entrócorriendoyvio a su madre de pie ante un vaso, observando horrorizada el líquido queimpregnabalaalfombra.

—Voyabuscarunpaño—latranquilizósuhija.—¡Hederramadomimedicina!—chillóellaantesdeespetaraLisbeth—:

Tráememásdelamesilladenochedetupadre.Estaba tiritando de la cabeza a los pies. Haciendo caso omiso de sus

órdenes,lareciénllegadaseacercóaellaylerodeóloshombrosconunbrazoesperandocalmarla,perosumadresiguiódandoconvulsionesyresollando.

—VoyamandaraEmilyquehagaveniralmédico.—Intentócalmarlayocultólapreocupaciónqueleproducíaelcomportamientodesumadre.

—No quiero unmédico—gruñó ella—. Lo que quiero esmimedicina.¡Tráela ahora mismo! —Lisbeth miró a aquella mujer frenética con el almaembargadaporlaincertidumbre—.¡Yosémuybienloquenecesito,Elizabeth!—Sumadrelaagarródelamuñecacontantafuerzaquelehizodaño—.Sinoquieres que te eche de esta casa y no te deje poner un pie aquí nunca más,¡tráememimedicinadeinmediato!—Losojosleardíandeodio.

Su hija empezó a sentir pánico ante tamaña vehemencia, pero respiróhondoydecidióirabuscarlasgotasy,después,llamaralmédicoencasodesernecesario. Retirando con brusquedad el brazo, obedeció con una ligerainclinacióndecabeza.

—Porfavor,siéntesemientrasmeespera,novayaacaerse.Sumadreapretólamandíbula,dispuestaacontraatacar,perosedejóllevar

al sofá. Ya se dirigía a las escaleras, frotándose lamuñeca, cuando sumadre

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exclamó:—¡Elcuentagotasconellíquidomarrón!Lisbethsabíabienloqueestabapidiendosumadre:el láudanoquehabía

llevadoelmédicoparaaliviar losdoloresdesupadre.Volvióconel frascodecristaly fueadárselocuandovioque seguía temblandodemasiadocomoparatomárselosola.

—¡Dámelo!—implorólaseñoraWainwright.—¿Quiereunvasodeagua?—preguntósuhija.Por toda respuesta, su madre se inclinó hacia delante abriendo la boca

como un polluelo desesperado. Lisbeth se sentó en el sofá, destapó el frasco,llenóel tubode líquidopardoy lovacióbajo la lenguaconvulsadesumadre,quecerrólosojosy,porfin,inspiróconfuerzayasintióconungestosatisfecho.Latensiónabandonópocoapocoelcuerpodelasdos.

—Otra—laurgiólaanfitriona.Lisbethhizoloquelepedía.—Normalmentemebasta conuna—le explicó lamadre—,perovuestra

visitameestáafectandolosnervios.ALisbethselecayóelalmaalospies.Llevabaunasemanadesviviéndose

porserledeutilidad,alentandoasushijosaquefueranencantadoresconellaycallando sus diferencias de opinión, pero, hiciera lo que hiciese, sumadre sesentíasiempretandecepcionadaconellacomocuandoeraniña.

—¿Quéesestamedicina?—quisosaber.—Esparalosnervios.—Lavozdelamadreadoptóuntonodesafiante.Nopasóporaltoquenohabíarespondidoasupregunta.—¿Eldoctorselahaprescritoigualqueapadre?Lamujerasintióconungestolento.—Comoél,últimamentenecesitoalgoquemecalme.Los ojos de su madre tomaron un cariz soñoliento. Los hombros se le

hundieron y se dejó caer en el respaldo del sofá. Dejó de tiritar y empezó arespirarconmássosiego.Lisbethnopudosinocompartirsualivio.

LaseñoraWainwrightestudióduranteunbuenratoelrostrodesuhija.—Pensaba que no vendrías —reconoció rompiendo aquel silencio

incómodo—, que ya no sentirías ninguna obligación para con nosotros pese atodoloquetehemosdado.

—Me alegró que me lo pidiese —repuso Lisbeth, advirtiendo en eseinstantequeeracierto—.Ojaláhubieseentrenosotrosalgodecariño.

—¿Porquénovinisteantes?—ladesafiósumadre.Lisbethsesintióacalorada.—Vine a visitarlos cuando Sammy era pequeño, pero no volvieron a

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invitarme.—Unamadrenodeberíasuplicarlacompañíadesuhija.Lisbethrecibióaquellaspalabrascomounacozenelpecho.Semordióel

labio.Noqueríaenzarzarseenunadiscusión.—Tieneustedrazón,madre:deberíahabervenidoantesaverlos—admitió

conlaesperanzadeapaciguarla—,perola…elconflictomeloimpidió:noeraseguroviajar.

—¡Elconflicto!—exclamósumadreconunarisita—.¡Quéinocentesuenadetuboca!Notieneslamenorideadeloshorrores,losverdaderoshorroresquehetenidoquepasar.

—Losiento,madre.Deverasquelosiento—dijoelladecorazón.Jamáshabíadeseadomalalgunoalafamiliaquehabíadejadoatrás.

—CuandoseescaparonlospresosdelacárceldeLibby,pasétantomiedoquenopudedormirenvariosdías.¿Túsabesloquehesufrido?

Lisbethnegóconlacabeza.Noconocíalaexperienciadesumadre,perosísabíaquelascondicionesdeaquellaprisiónhabíansidoterribles.LaúnicaquesuperabasuexecrablefamaeralageorgianadeAndersonville.Setratabadeunantiguoalmacénenelquehabíanestadoencerrados los soldadosde laUnión.Las ventanas de algunas de sus plantas tenían rejas, pero no contaban concristales que protegieran a los reclusos de las inclemencias del tiempo. Losprisionerosdeguerrahubierondesoportarbrotesconstantesdeenfermedadesyfueronvíctimasdeladesnutrición.Laprensanordistacelebrólafugade109deellosen1864.

—Noqueríaquenosasesinasenennuestroslechos—explicósumadreconlavozcargadadeponzoña.Señalóasuhijaconunodesusdedoshuesudos—.En esemismo asiento…me pasaba la noche en vela… con la escopeta en elregazoparamataracualquiersoldadodelaUniónqueintentarahacernosdaño.

La joven la tomóde lamano en un acto espontáneo de consuelo. JamáshabíapensadoenquelosfugadosdeLibbypudieranconstituirunaamenazaparasufamilia,peroenesemomentolepareciócomprensible.

LaseñoraWainwrightprosiguiósindescansodespuésdeapartarlamano:—Amihijo,miqueridísimohijo,quesemantuvosiempreanuestrolado,

lo metieron preso y tuvimos que resignarnos. ¿Por qué delito? Por protegernuestraformadevidadelosinvasores.Supongoquetealegraríasaloírquetuhermano estaba entre rejas —le espetó—. Desde luego, ni demostrasteindignaciónnimovisteunsolodedo,¡niundedo!,parahacerquelosoltaran.

La rabia de su madre tenía casi la fuerza de un golpe físico. Lisbethreprimióel impulsodedefenderse.Pormásquesumadre laacusara,nohabíacelebradoelencarcelamientodeJack.Enrealidad,habíapasado toda laguerra

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preocupadaporél,aunquetambiénhabíatenidolaseguridaddequelaprisiónenlaquehabíanconfinadoalosoficialesconfederados,enlaqueseencontrabasuhermano, contaba con calefacción, víveres y atención médica. De hecho, encuanto lo habían hecho prisionero, había dejado de preocuparle tanto suseguridad.Además,Matthewy ella nopodíanhaber hechonadapor lograr suliberación.

Con todo, como no deseaba discutir con su madre ni provocarla,permaneció en silencio ante su furia. La mujer miró a su hija con el labiosuperiorlevantadoy,trasunsilenciolargoeincómodo,serelajóapoyándoseenel sofá con la cabeza inclinada hacia atrás y el rostro dulcificado con lospárpadoscerrados.Talveznovolvieseahablardelaguerra.

Sinabrirlosojos,murmuróenuntonototalmentedistinto:—Enelfondodemiconcienciasigoviendolasllamas.Elmédicodiceque

deberíaolvidartodoaquello,peroescasiimposible.Lasgotassonloúnicoqueloconsigue.

Lisbeth,confundida,esperóaqueloaclarasey,alverquenodecíanada,tanteóconcuidado:

—¿Lasllamas?La madre incorporó la cabeza, abrió los ojos de súbito y se mostró

sorprendida,comoextrañadadeverlaenlasaladeestar.Arrugóelentrecejoydijoarrastrandolaspalabras:

—3deabrilde1865,cuandoacabótodo.Richmondyanoera lacapital,sinounaciudadocupada.

Suhijaloentendiótodo:sereferíaalincendioposterioralaevacuacióndelaciudadporpartedelastropassudistas.Lisbethloconocíaporlasnoticiasdelperiódico,porquesumadreno lohabíamencionadonuncaensuscartas.O talvez sí y la correspondencia no hubiera llegado. Hacia el fin de la guerra, elcorreosevolviócadavezmásirregular.

—Losiento,madre.Debiódesermuyalarmante.LamujersiguióhablandosinhacercasoalascondolenciasdeLisbeth.—DesdeluegonopuedeculparsedeladestrucciónalpresidenteDavis:el

incendiofuenecesarioparaevitarquelossiguieranlossoldadosdelaUnión.—Parpadeómirándola—.Tútealegrarías,peroyotemípormivida.

La indignación ahogó la compasión que sentía Lisbeth. ¿Cómo podíasuponerlatanindiferenteasusufrimiento?Hizoademándedefenderse,perosumadrelainterrumpió.

—Entonces—dijoconlavozcargadadedesdén—,tuvoladesfachatezdepresentarse aquí con su hijo vuestro Lincoln. ¡A jactarse de su crueldad! ¡Acelebrarlo!

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LisbethteníaentendidoquelavisitadelpresidenteaRichmondhabíasidounviajedepazdestinadoamostrarsurespeto.

—A los diez días tuvo sumerecido—soltó lamadre con un gruñido—.Aunquelocelebramosenprivado,ningunodeloslealesalSurlloróeldíaqueelseñorBoothnostrajojusticia.

Lisbethsesintiócomounaembarcaciónazotadaporlaferoztempestaddelasemocionesylasacusacionesdesumadre.ElasesinatodelpresidenteLincolnhabíasidotandolorosocomolapérdidadelmásqueridodelosparientes.HabíaoídoquehabíamuchaspersonasquesimpatizabanconJohnWilkesBooth,peronohabíaqueridocreerquesupropiamadrepudieraserunadeellas.

LaseñoraWainwrightlamiródesafianteesperandounareacción.Lisbethno pensaba darle la satisfacción de mostrarse ofendida ni de defender elresultadodelaguerra.Esperóconpacienciaalsiguientearranque,perolamujerdejócaerloshombros,apartólamiraday,cambiandodetemaydetono,dijo:

—Elizabeth, por favor, ayúdame a subir las escaleras, que tengo quedescansarantesdelacena.

La hija suspiró aliviada. Aquella había sido una conversación confusa,aunque esclarecedora. Pormás que agradeciese la franqueza con que le habíareferidosuexperienciabélica,lehabíaresultadoagotadorverseacosadaporlosintensos estados emocionales de su madre, quien había oscilado con talvelocidadentreelpatetismo,lacortesíaylacrueldadquelahabíahechosentirsecomounaliebreobligadaasaltarentodasdirecciones.

DespuésdequeLisbethlallevasehastalacama,laseñoraWainwrightaseveróentonomeloso:

—Nosabescuánto tiempoheañoradoestonadamás,Elizabeth:unahijaquemedéconsueloenmomentosdenecesidad.

—Espero que Julianne haya sido buena sustituta —se aventuró aresponder.

—Esdemasiadonerviosa.Noes lomismo—repuso laotrasonriendo, laverdad,conternura.

Aunque recelosa de aquel cambio de actitud, Lisbeth pensó que tal vezsemejanteliberaciónsirvieraparallevarlapazasurelación.Concautela,dijoasuvez:

—Yotambiénhedeseadosiempreunacercamiento.—Elizabeth,yo siemprehe sentidopor ti amordemadre,peronuncahe

sabidoexpresarlo.Elcorazónselealegróaloíraquello.—Túesperabasbesosypalmaditasyyonosoytanexpresivacomotú.Tu

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deseo resultaba confuso y abrumador.—Sumadre dejó escapar un suspiro—.Perosiemprehequerido lomejorpara ti.Poresomeafané tantoenconseguirquetecasarasconEdward.

Lisbethsepreparópararecibirsuscríticas.—Todosnosdieronlaespalda.Nuestrosqueridosvecinosnoshicieronel

vacío. Tu padre nunca llegó a recuperarse. Cuando él pase a mejor vida, losacreedoresseapoderarándetodo.Volveréaperdermicasa.Deaquíapocoseréunaindigentesinhogar.

Sinpensarlo,suhijaquisotranquilizarladiciendo:—Madre,siemprepuedevenirseavivirconnosotrosenOhio.Searrepintiódehaberpronunciadoaquellaspalabrastanprontosalieronde

suboca,perolosojosdesumadresehabíananegadoyaenlágrimasqueselederramabanporlascomisuras.Norecordabahaberlavistollorarnunca.

—Eresuncielo.Graciasportraerconsueloalcorazóndeestamadre.Cediendoalanhelodeabrazarla,Lisbethse inclinóhaciadelantecon los

brazos tendidos en una invitación callada. Aguardó expectante a que ellaaceptara o rechazase el ofrecimiento. La señoraWainwright miró un brazo yluego el otro con expresión perpleja y, al final, se echó adelante y apoyó lacabeza en el hombro de su hija, que, con un suspiro de alivio, envolvió losdelgados hombros de la madre. La mujer levantó una mano para darle unaspalmaditas en el brazo y Lisbeth se vio invadida por una oleada de cariño yternura. Se le humedecieron los ojos y respiró hondo agradecida. Después detantotiempo,talvezhabíahecho,dealgunamanera,laspacesconquienlehabíadadolavida.

Trasunos instantes,sintió relajadoelcuerpodesumadre.La tendióy laarropóconlasmantas.Hastaseaventuróadarleunbesodelicadoyapartarleelcabellogrisdelamejilla.Alsalirdeldormitorio,recordóquellevabaelfrascoenelbolsillo.Abriólapuertadelcuartodesupadreparadevolverelláudanoalamesilladenoche.Elhombreestabasoloydormíabajolacolcha,peroenesemomentosevolvióparaquedarbocaarribaconlospárpadosabiertos.

—¿Elizabeth?¿Eres túdeverdad?—Tenía lavozáspera,pero lamirabaconojosdespejados.

—Sí,padre.El señor Wainwright parecía haber olvidado que su hija estaba en

Richmond.Siguióhablandosinincorporarse.—Hassidomuyvaliente…viniendoyenfrentándotealrencordetumadre.

Aunquetúsiemprehassido…muyvaliente.Sonaba al hombre que había conocido de niña. Desde su llegada no le

habíaoídolavoztanfuertenicoherente,pero,comoduranteeltiempoquehabía

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estadoacompañandoalmoribundohabíatenidoocasióndeconocersuscambiosdehumorydeenergía,nosesorprendió.

—Hevenidoaayudarlosaustedyamadre.—Ynotearrepientesdetuelección,¿verdad?Lisbeth se sentó en el borde de la cama. Nunca había tenido mucha

familiaridad con él y le resultaba extraño estar tan cerca físicamente, perodeseabamanteneraquellaconversacióny saberalgomásde supadremientrastodavíafueraposible.

—Mealegrodeestarconustedesdespuésdetodosestosaños—repuso.Supadrenegóconlacabezaysecorrigió:—Merefieroalaeleccióndeabandonarestavida.¿Notearrepientes?Sintióunhormigueoenelcuello.Sabíaqueelagonizantehablabaconel

corazónenlamano,perolapreguntaresultabasorprendentementefrancaymuydifícilderesponder.

Sopesósuspalabrasehizoloposibleporseramable,perohonrada.—No me arrepiento de haber dejado Virginia, aunque siento mucho el

dañoqueleshacausadomidecisión,padre.Elrespondió:—Yonohe sidovaliente en estaviday ahora arderé en el infiernopara

todalaeternidad.—¿Qué? ¡Esono es cierto!—lo contradijo ella, triste ante elmiedoque

empañabalavozdesupadre—.¿Porquédiceeso?—LoúnicoqueyodeseabaeraserministrodeDiosypredicarlaverdad.

Eltiempoquepaséenelseminariofueelmásfelizdemivida.—¿Estuvoustedestudiandoparareverendo?—preguntóella,atónitaante

aquellarevelación.—Nuncame preocupó no heredar nada, tampoco tuve envidia de nadie.

AgradecíaelpapelquemehabíaasignadoelSeñorencalidaddesegundogénito,peroentoncesÉltuvoabienponermeapruebaconlamuertedeAlistair.—Supadrehablaba comounhombrederrotado—.No fui valientepara renunciar almaldemiherenciaypagaréparasiempreelpreciodemicobardía.Por favor,aunqueyaserámuytardepararepararnada,rezapormícuandomehayaido.

Lisbethquisobuscarpalabrasdeconsueloquededicarasupadreantesdesumuerte.

—Padre,seguroqueDiosconocelaverdaddesucorazón—ledijo.—Son los hechos, no los dichos, lo que cuenta—contestó resignado su

padre. Con la mirada perdida, se sumió en sus pensamientos frunciendo elentrecejo.

Lisbeth lediounapalmaditaenelbrazodeseandopoderhaceralgomás.

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Sintiócompasióny lástimapor él, peronopodía tratardeconvencerlodequeobtendría la salvación cuando ella misma lo dudaba. Pensó en los más denoventaesclavosdelosquehabíasidodueño.Supadresepresentabacomounamobenevolente,peroensufuerointernoentendíaquesetratabadeunpecado.Habíamentido a su hija, y también a símismo, al hacer ver que los esclavosformabanpartedeunarazainferiorquenecesitabasuscuidados.Lisbethhabíacreído aquella patraña durante años, hasta elmomento de descubrir que habíahombrescomoélqueforzabanamuchachasparaobtenerplaceryreafirmarsupoder.PensóenEmilyyenlasmentirassobrementirasqueseocultabanenelhogardesuinfancia.

Alrostrodesupadreasomóunasonrisa.Suestadodeánimocambióporcompletocuandoexclamó:

—¡Ya sé! Liberaré a todosmis esclavos cuandome llegue elmomento.¡SeguroqueesodarámotivosalSeñorparallevarmealcielo!—Volvióasonreírconairesoñador.

Lisbeth pensó en revelarle que ya no tenía ese poder, pero él parecíaencantado con la soluciónque acababade encontrar. ¿Qué sentido tenía hacersaber a unmoribundo que no existía el camino que pensaba tomar para ir alcielo?Detodosmodos,notardaríaencomprobarloporsímismo.

Supadreapuntódesúbitocongestodeurgencia:—Lisbeth, no se lo cuentes a tumadre, porque se pondría furiosa. ¡Trae

papel,rápido!¡Lotengoquehacerhoymismo!EldesdénfueasumarsealapiedadenelcorazóndeLisbeth.Nisiquieraa

laspuertasdelamuertehabíadejadosupadredeseruncobardequesenegabaahacerlocorrectoalosojosdeDios.

—Pero primero tengo que descansar, porque estoy agotado.—Volvió aecharsesobreunodesuscostados.

Lisbethsepreguntósidiríaalgomás,peroaloír salirdesugarganta lossuavessusurrosdeunsueñoprofundo,perdiólaesperanza.

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CapítuloseisJORDAN

PlantacióndeFairOaks(Virginia)

Jordan y su madre atajaron entre la maleza para regresar a la carreteraprincipaldeFairOaks.Lajovensintióreguerosdesudorcaerleporlaespaldaamedida que avanzaban y con cada paso se lamentaba de que el carro hubieraquedado tan lejos de su destino. Las precauciones de Mattie seguíanpareciéndoleexageradas,puesenaquelcaminodetierraazotadoporelcalornoseveíaunalma.

—Manténlabocacerradaylamiradabaja—lerecordósumadre—.DejaqueseayolaquehablesinostopamosconalguienquenoseaSarah.Yquenote vean los zapatos. Pormucho que los hayamos ensuciado, nos delatarán deinmediato.

Jordanasintiócongestodistraídomientrascontemplabaelpaisaje.Habíaimaginadounlugarhorrible,peroaquelloleparecióprecioso.Elcaminoestababordeadoporolmosynogalesyelsueloestabasembradodehermososarbustosconfloresamarillasquecontrastabanconelmoradodelamanzanilladepastor.Por los huecos que se abrían de cuando en cuando entre los árboles se veíantabacales con plantas de casi dos metros de altura. Las hojas, gigantescas,llamabanlaatenciónpuestasalsol.

—¡Québonitoesesto,mamá!No teníani ideadequeel tabacocrecieratanalto.

—Síqueloes.—Mattietratabadeasimilarlotodoconlamiradacargadadenostalgia—.Tantabellezay tanta fealdadmezcladas…Micorazónnosabequésentir.

Su hija la tomó del brazo. También ella se sentía profundamenteconfundida.Caminar por aquel camino, junto a aquellas plantas, la llenaba de

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paz. Su madre había vivido allí casi treinta años. Aquel era el hogar de lainfanciadeSamuel.Nunca, cuando lehabíancontadoalgunahistoriadeaquellugar, se había imaginado la plantación como un sitio atractivo en ningúnsentido,sinomásbienpavoroso,peroaquelloeraidílico.

Tomaronelampliosenderodetierraquellevabaalascabañas.Lasrodadasque habían dejado las carretas estaban llenas de barro y las hileras de plantasaltísimas impedían ver la casa grande. Tras las hojas de tabaco asomaban ydesaparecían cabezas.A lo lejosviounasdoce chozasdispuestas endos filas,traslascualessedistinguíaunamanchaoscuraquedebíadeserelríoJamesdelquetantohabíaoídohablar.

Al rebasarunvacíoabiertoentredoshilerasdeplantasvioaunhombreblancosubidoauncaballodecolorcastañooscuro.Corrióaapartarlamiradaysusurróasumadre:

—¡Ahíhayuncapataz!Ahímismo.Elmiedoque fuea sustituirelplacerquesentíaporelpaisaje le secó la

boca.—Yamehabíadadocuenta—repusoMattie—.Quizánonoshayavisto.—¡Vosotras! ¡Daos la vuelta! —les gritó entonces una voz profunda

situadaasusespaldas.Lamadrelediounapalmaditaenlamanoymusitó:—Tú, ni una palabra. Sí, señor—añadió con la cabeza gacha y los ojos

clavadosenelsuelo.Jordanimitósuactitud.Elhombregruñódesdesucaballo:—¿Adóndecreéisquevais?—Hemos venido a ver a Sarah, señor—respondió sumadre en un tono

obsequioso que enfureció a su hija por más que entendiera perfectamente elmotivo—.Esunaprimademimarido.

—¿Ydedóndevenísaverla?—preguntóentonodesafiantemientras lasmirabalentamentedearribaabajo.

—DeShirley,señor.La joven temía que el corazón se le saliera del pecho. Se le agitó la

respiración y, de pronto, sintió que lasmanchas de su vestido no le bastabancomodisfraz.Lacalidaddel tejidoyelestilode loszapatos lasdelatabana lalegua.En aquelmomento resonó en su interior la advertencia de su padre.Subonitovestidolaconvertiríaenblancodenopocasmiradas.Afindenoatraerlaatenciónhaciasí, tirómuylentamentehaciaabajodesufaldagrisparataparselospiesy asíocultar el indiciomásmanifiestodequenopertenecía a aquellatierra.

Elhombresoltóunbufido.

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—EnShirleypodrándejarquesusnegratassepaseencomolesdélagana,peroaquí,enFairOaks,losnuestrostrabajanparaganarseelsustento.

—Sí,señor.—Volvedalacarreterahastaquesepongaelsol—sonrióconsuperioridad

—yentoncespodréishacertodaslasvisitasquequeráis.—Sí,señor.Caminaronensilenciohastallegaralainterseccióndelcaminoprincipal.—¿Volvemos al carro—quiso saber Jordan—para esperar conSamuel?

—Noveíalahoradealejarsedeaquelhombre,puesestabaconvencidadeque,sivolvíaparainterrogarlas,descubriríaquenoeranquienesdecíanser.

—No,porqueestehombrevaaestarvigilándonos.Haremosloquenoshadichoyesperaremosaquísentadashastaquecaigalatarde.

—Tenírasrazón,mamá:estoeshorrible.Sumadrelamirócongestoagridulce.—Cariño,todavíanohasvistonadahorrible.

Jordannohabía tenidonunca tantocalorni tantased,peronosequejóenvozalta por considerar que no tenía ningún sentido lamentarse de aquello. Losminutos fueronpasando lentos.Si el simplehechodeesperar allí sentadas eradeprimente, no quería imaginar cómo debían de estar los braceros de laplantación,entrequienesseencontrabalaprimaSarah.Miróasumadre.

—¿Esohacíastú?¿Trabajarasíenloscampos?Mattieasintió.—Hastaquemellevaronalacasa.Echabademenosvivirenlascabañas,

pero no trabajar en la plantación.Hacíamucho calor y era horrible.—Miró aJordanalosojos,comosifueracapazdeleerleelalma,ydijo—:Poresoestoytanagradecidapormilibertad.Nunca, jamás,hasidoalgoquepudieradarporsentado.

Desde ladistancia,vierona lospeonesmoviéndosepor laplantaciónyalos dos hombresmontados que vigilaban el terreno. Jordan sintió repugnanciaanteloslargoslátigosdecueroquellevabansujetosalassillasyagradecióquenoestuvieranusandoningunodelosdos.Habíaleídosuficientestestimoniosdeesclavosparasentirescalofríosalvercapatacesconazotes.Dadalahistoriadeaquellos campos y aquellas gentes, aquella escena resultaba tranquila, hastaextremosperversos.

—¿Porquésiguenaquíestospeones?—preguntó.—No es fácil desarraigarse. La mayoría lleva aquí toda su vida y no

conocenadamás.Creenquenotienenmásremedio.Alfinal,elsolsepusoyelencargadodioagritoslaseñalqueanunciabael

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findelajornada.Losbracerosecharonaandarentrelashilerasdetabacohacialascabañas.Jordanfueaponerseenpie,perosumadrelaasiódelbrazoynegóconlacabezasinhacerademánalgunodelevantarse.Lajovenvolvióasentarseen el tronco.Mattie no hizo ningúnmovimiento hasta que fue noche cerrada,mucho después de que los peones hubieran desaparecido con paso cansado.Solas, volvieron a recorrer el camino que atravesaba los campos vacíos ytomaronlasendaquellevabaaaquellasviviendas.Aunoyotroladodelcaminoseveíanfilasdechozaspequeñasydesvencijadas.Decaminoa lachozadelaprima Sarah no se cruzaron con nadie. De hecho, de no haber sido por losdiversosfuegosenlosquesecalentabancalderossostenidosportrébedes,Jordanhabría pensado que estaban abandonadas. El lugar resultaba deprimente yperturbador,tristeyatractivoalmismotiempo.

—Estádemasiadotranquilo—apuntóMattieconpocomásqueunsusurro—.Antesestoestaballenodegentequehacíalacenadespuésdetodoundíadetrabajo.

Jordansintióaumentarlosnerviosdesumadreamedidaquellegabanalaquinta cabañade laderecha,unaconstrucción torcidaqueaduraspenas cabíaconsiderarunacasa,denomásdetresmetrosporcuatroymedio,fabricadacontablonesquelaintemperiehabíavueltogrisyquemostrabannumerosasgrietasyagujerosdondeanteshabíahabidonudosenlamadera.Porcerrojoteníauntrozodeshilachadodecuerda inserta enunorificio.Sehabía abolido la esclavitudyaquellasgentesseguíanviviendoenchabolas.Aunentendiendoquedebíadeserdifícilempezardecero,Jordannoacababadehacersea la ideade losmotivosquepodíanllevaranadieaquererquedarseenaquellugar.

Sumadrellamóconsuavidadynotuvieronqueesperarmuchoparaqueseabrieralapuerta.

—¿Hola?—preguntóunaancianaconelrostrooscuroyarrugadomarcadoporlaansiedadylaincertidumbre.

Mattielamirófijamenteehizoloposibleporahogarungrito.—¿Sarah?Sarah asintió con gesto escéptico. Jordanmantuvo una expresión neutra

pordisimularlaestupefacciónylaligerarepugnanciaqueleprovocabanaquellamujermugrosa de piel amarillenta y avejentada y ojos hundidos y legañosos.Teníaelcuerpocubiertodesuciedad,cicatricesyllagas.¿Aquelloeralaprimadesumadre?

Sarahsellevólamanoalpechoparaanunciarconunsusurrotembloroso:—Soyyo,Mattie.Lamujersellevóunamanocochambrosaalaboca.—¿Qué?No…—dijoechándoseatrástambaleante.

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MattietomóaJordandelamanoylallevóalinteriorenpenumbra.Sarahmiróaunayluegoalaotraconelrostrodemudadoporlaestupefacción.

—¿Quéestáishaciendoaquí?—preguntóenseñandoalgunamellaensusencíashinchadas.

—Hemosvenidoporti,comoteprometí.Lamujerestudióalajoven,queaguardabadepieincómoda.—¿Jordan?—preguntóincrédula.Lajovenconfirmósusuposiciónconunmovimientodecabeza.—¡Ay,Dios!—LosojosdeSarahsellenarondelágrimas—.Laúltimavez

quetevierasunaniñadetetay¡mírateahora!¡Cómohascrecidoyquéguapaestás!—Acarició lapielmorenaysuavedeJordanconsusdedoshinchadosycallosos.

Jordan se resistió al instinto de apartarse de aquel roce áspero que learañabalamejilla.

—¡Oh,Mattie!—LavozroncadeSarahsecargóconuntemorreverencial—.¡Lohasconseguido!Tehasprocuradounavidamejor.

Elgestomaravilladodeaquellamujerresultabaconmovedor.—¡Yesoesloqueteesperatambiénati!—exclamóMattie—.Hetraído

uncarro.VamosallevarteaOhio.Samuelnosestáesperandoenlaarboleda.El terror invadió entonces la expresión de Sarah, que preguntó con aire

suspicaz:—¿Oshavistoalguien?Laotranotuvomásremedioqueasentirconunsuspiro.—Elcapataz.—¿Yoshadichoalgo?Mattieseencogiódehombrosantesdeafirmarconlacabeza.—¿Quélehabéiscontestado?—QueereslaprimademimaridoyhemosvenidoavertedesdeShirley.Sarahapretóloslabioscongestoenojado.—Sabesqueesimposiblequeselohayacreído,¿verdad?—laregañó—.

Miraquéropalleváis.¿Cómovaisaserbraceras?Jordanobservabalaescenaensilencio.Lamujerqueestabareprendiendoa

sumadrehabía nacidounosmeses antes queSamuel, peroparecíamayor queMattie.

—No podéis venir aquí y llevarme con vosotras como si nada—siguiórefunfuñando—.¡Lascosasnofuncionanasí!

—Pero ¡si eres libre! —saltó Jordan—. ¿No has oído hablar de laDecimoterceraEnmienda?

—Puesclaroqueheoídoquesoylibre—repusoellaconvozacaloraday

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cargadadeindignación—,peronoséamíquébienmehaceeso.—Puedeshacerloquequieraseiradondequieras—respondióJordancon

másdulzura.—Lalibertadnovieneconunacasa.Lalibertadnovieneconuncaballo.

Lalibertadnovienecontierras.Lalibertadnovieneconcomida—espetóSarah.Alajovenselerevolvióelestómagoanteaquellasverdadescomopuños:

elderechoqueseleshabíareconocidonosignificabagrancosasinoseteníanlosmediosnecesariosparaejercerlo.

—¿Hasconseguidoahorraralgodetusueldo?—preguntócontodoeltactoquesuporeunir,puesnoqueríasonarcrítica.

Sumadrelelanzóunamiradatanfugazcomoseverayseapresuróadecir:—Paravenirteconnosotrosnonecesitasdinero,porquenosencargaremos

detihastaquepuedasvalerteportimisma.Sarahnegóconunmovimientodecabezayunbufidoantesdechasquear

lalengua.—¿Tecreesquehancambiadomucholascosasaquí?Laúnicadiferencia

esqueahorasomosmuchosmenosparahacertodoeltrabajo.Elamononosdadinero.Nosdacomida,ropay…—abarcóelinteriordelacabañaconungesto—estesitioparavivir.Perosueldononosdan.

«El amo.» Aquella expresión hizo que Jordan se encogiera de dolor.¿Sarahseguíateniendounamoynorecibíasalario?

—Elamonollevanadabienquenadieledigaquequierealgodistintodelo que él dice que nos corresponde. —Sarah meneó la cabeza con gestoresignado—.En fin, el caso esquehabéisvenido, conquedisfrutemosde estanoche,mañanaporlamañanaharéloposibleporarreglarlaquehabéisliadoalpresentarosaquí;esteyanoesvuestrositio.Puedequealamonoleimportequevengáis de visita, pero yo no me iré con vosotras. Os agradezco que ospreocupéispormí,peroyatedijeenaquellacartaquenomemudaréaOhio—declaró—.Voyporlacena,queseguroqueelestofadoquetengoenelfuegodaparatres—concluyódandounapalmaditaenlamanodeMattie.

AJordanselecayóelalmaalospies.¿Habíanhechotodoaquelcaminoparanada?Miróasumadretemiendoquesesintieradolidaporaquellanoticia,perolamujerqueobservabaaSarahsalirporaquellapuertadesgastadaparecíamásresueltaqueafligida.

Cuandosequedaronsolas,susurróasuhija:—Hazcomosisucomidafueselomejorquehasprobadoensuvida.¿Me

entiendes?—Claro que sí,mamá.No pensaba ser unamaleducada.—Le indignaba

quesumadrepudieracreerqueibaaconducirsedeunmodopocorespetuoso—.

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Siento que Sarah no quiera aceptar tu proposición demudarse aOhio. Comodijiste,hayaquieneslesaterradejarlomaloconocido.

—Estotodavíanohaacabado—insistiósumadre.Sarahvolvióconunaollapesadademetaldelaquesirvióconuncucharón

un líquido pardo y grasiento en tres sencillas escudillas de madera quedescansaban en lamesa a la luz de una lamparilla de aceite.A la joven se lerevolvióelestómagoalimaginarsellevándosealabocaaquelrevoltijoviscoso.

—Gracias, prima Sarah —sonrió mientras hacía cuanto estaba en susmanospornomanifestarlaturbaciónquelaembargaba.

Laanfitrionaextendiólasmanosaunoyotroladoparabendecirlamesa.—Gracias,Dios,por traermesanasysalvasaMattieyaJordan.Cuidaa

Samuel,queestáenelbosque.Tedamos lasgraciasporestacomidaypor tumisericordia.Amén.

Madre e hija repitieron el amén y Jordan se armó de valor para comer.Contuvoelalientomientras se llevabaa laboca lacucharacargadade líquidomarrón para tragar rápido el contenido con la esperanza de que pasarainadvertidoasuspapilasgustativas.Hizoloposiblepormantenerunaexpresiónneutraanteelsaborquefueaasaltarlaapesardesusprecauciones.Elestofadoteníaungustotandesagradablecomohabíatemido.

Forzóunasonrisa.—Graciasporlacena,primaSarah.—Noes nadadel otromundo, perome alegra compartir convosotras lo

quetengo.—Después de tantos días de carretera, esto es una gloria —aseveró la

madre.Jordansemoríaporunvasodeaguaquelaayudaseabajaraquello,pero

enlamesanohabíaningunoydescartólaideadepedirlaalrepararenqueseríaunafaltadeconsideración.Notendríamásremedioquedarcuentadelplatoqueteníadelantesinaquelauxilio.

—A ti se te nota que no eres de aquí por el habla—aseveró Sarah a lajoven—.¿Allíhablandistintotodaslasgentesdecolor?

Jordan consideró la pregunta. ¿Sabría Sarah que había ido a launiversidad… o siquiera que había estudiado en un instituto? No queríaofenderlaofreciendodemasiadasexplicacionesodandodemasiadoporsupuesto.Contodo,sumadrenoledejótiempoparaformularunarespuesta.

—Losdos,JordanySamuel,hanidoalauniversidad.Eslomáximoquesepuedeestudiar.Emmanuelyyoestamosorgullosísimosdeellos.—Dicholocualsonrióasuhija.

Sarahagitólacabezacongestomaravillado.

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—¡Pues sí que os habéis montado una vida de primera! —Levantó lascomisurasdesuslabiosagrietados,respiróhondoyJordanadvirtióquelosojosselellenabandelágrimas.

La jovenvioquecruzabanpor su rostrodiversas emociones.Aunquenoresultaba nada fácil adivinar con exactitud lo que podía estar pensando osintiendo, sediríaque en su corazóny en su cerebroestabanenfrentándose eldolorylaadmiración,compañerospococomunes.

Alfinal,hizoungestoconlacabezayledijo:—Túnacisteahímismo.AJordanse leencogióelestómago.Habíaoídomuchasvecesquehabía

venidoalmundoenuna cabañade esclavos, pero ¿allí? Jamáshabría siquieraimaginado algo tan terrible y primitivo como aquello. Miró a su madre, queconfirmólanoticiaconunmovimientodecabeza.Jordancontemplóelsuelodetierraylasbastasparedesdemadera.Aunquelaluztenuedelalámparaapenaspermitíavernada,dudabaqueelsoldelamañanafueseaconvertiraquellugarenalgomuydistintodeunacuevainmunda.

—Ahí,enesacama.—Mattieempezóaponersenostálgica—.TetoméenbrazosdespuésdeunanocheenteradepartoyjuréaDiosquenosreuniríamoscontupadreytuhermano.¡Yloconseguí!

Jordan sintió bajar un escalofrío por su espalda ante la magnitud de lahazañadesumadre.Habíaestadomuycerca, tantoquealarmaba,devivirunaexistencia totalmentedistinta,en laquesusdedoshabrían tenidoqueexpurgardegusanoslasplantasdetabacoenlugardepasarpáginasdelibros.Semareósolodepensarlo.ObservósusmanossuavesyacontinuaciónestudiólosdedoshinchadosydeformadosdelaprimaSarah.Sisumadresehubieraquedadoallí,ella habría tenido que consagrarse en cuerpo y alma a subsistir en lugar depreocuparseporlaemancipaciónylosderechosdelasmujeres.

—¿Vivesaquísola?—preguntósumadre.Sarahasintióconungestolento.—Desde que se fueron las niñas —respondió con la voz quebrada y,

aclarándoselagarganta,añadió—:ymuriómamá.Mattie se inclinó para posar su mano sobre la de su anfitriona y dijo

sintiendoqueaellaseletensabatambiénlavoz:—Nuncamehascontadodequémuriómihermana.Sarahrespiróhondoysuspiróantesdeexplicar:—Hace cuatro veranos, el amo les dijo a Sophia y a Ella, mis hijas—

aclarómirandoaJordan—,queteníanqueirsealSur,quelashabíavendido…¡parapagarunaboda!—exclamóindignada—.¿Tepuedescreerqueunabodade señoritingos le pareciera más importante que mi familia? Mamá le dijo:

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«¡No!».Entodasucaraledijoalamoqueéramosgentelibre.SabíamosquelodecíalaProclamacióndeEmancipaciónyquenopodíaobligarlasairsesinmás.Como un rayo, el amo levantó el bastón y le dio un golpe tremendo con esepajarracodemetal.

Jordanseencogiódedolor.—Como os he dicho, nuestra «libertad» les importa muy poco. Al día

siguiente, agarró amis niñas, las subió a un carro y se las llevó. Tampoco leimportaron un bledo sus lágrimas, ni los gritos de mamá. Tenía la cabezahinchadísimaynohubomaneradehacerqueselebajara.

Sarah guardó silencio, perdida en sus pensamientos. Jordan aguardabaansiosaelfinaldelahistoria,aunquesabíacuálseríaelatrozdesenlace.

—Muriótresdíasdespués.—Lanarradoratragósalivacondificultad.Aunqueteníaelgestoglacial, la jovensentíaqueestabaabrumadapor la

intensaemoción.—¡Ay,Sarah!—exclamóMattie—.Eshorrible,lomástristequeheoído

nunca.—¿QuéedadteníanSophiayElla?—Jordanteníaquesaberlo.Laanfitrionasemordióellabio.—Sophia acababa de cumplir ocho años yElla tenía todavía cinco.Una

cría,vaya.Lajovenseimaginóalasdoschiquillasllorandomientrasselasllevaban

ante la mirada impotente de la prima Sarah. Sintió que le ardían los ojos alpensarenaquellasniñasalasquehabíanarrancadoalafuerzadesucasaysufamiliayhabíandejadosinnadiequevelaseporellas.

Sarahlamirófijamenteyledijo:—Nisiquierasésilassepararonolasllevaronalmismositio.El dolor que impregnaba su voz se clavó en el corazón de Jordan. Las

lágrimas corrían por susmejillas. La garganta de la joven se tensó tanto quehasta le costaba respirar.Temblando, tomó todoel airequepudopor lanariz.Nuncasehabíasentidoasíal leerartículosyensayossobre lascondicionesdelos esclavos del Sur. Ni siquiera los detallesmás intensos y dolorosos de lasnarracionesdequieneshabíanvividoencautiveriopodíancompararsealhechodeescucharaquellahistoriadebocadesuprima.

Sarahlanzóunsuspiroahogado.—NopuedoirmedeFairOakshastaquenohayanvuelto.Esaeslaúnica

esperanzaquemehamantenidoconvidaestosúltimosaños.¿Ysilasliberandeverdadenelsitioalquelasmandaronyvienenundíaabuscarme?

Jordan trató de dar con algo apropiado que decirle, pero ante semejantehorroreraimposibleencontrarpalabrasremotamenteoportunas.Sumadretenía

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razón:habíaquesacaraSarahdeaquellugarespantoso.Pusosumanosobreladesuprima,sesecólasmejillasydeclaróconlascuerdasvocalestensas:

—EncontraremosatushijasynosreuniremostodosenOberlin.BuscóconlavistaelasentimientodeMattieylesostuvolamiradaconsus

ojos intensos y amables color caramelo al tiempoque inclinaba la cabeza congestoafirmativo.Jordan,llorosa,respondióasumadreconunasonrisatierna.

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CapítulosieteLISBETH

CondadodeCharlesCity(Virginia)

Lisbeth había tomado con sus hijos una carretera de tierra bordeada deárboles que corría a poca distancia del río James. Pasarían unos días fuera deRichmondparavisitaraunosamigosdelainfancia.

SehabíaidodeVirginiaantesdelabodadeMaryBartleyyDaniely,enlosdiezañosquehabíantranscurridodesdeentonces,Maryhabíadadoa luzasietehijos.Cinco seguían aún conviday ella era la señoradeuna importanteplantaciónsituadacercadelrío.Todoapuntabaaque,deunmodouotro,Danielse las había ingeniado para adquirir más tierras durante el conflicto entreestados.

A medida que avanzaban la fue embargando la emoción: entusiasmo ytemor, quizá una mezcla de ambos. Mary y ella se habían carteado conregularidad, pero siempre evitaban abordar asuntos poco agradables, como laguerra.Lisbethtemíaquesuamigalatuviera,comosufamilia,porunatraidoraa su causa, y la ilusión con laqueMary lahabía invitado a ir a verla con losniños—dehecho,habíainsistidohastalasaciedadenquedebíanreservarleunosdías—nohabíadespejadodeltodosurecelo.

—YaoshedichoqueMaryyyoéramosamigas íntimasdepequeñas—recordóasushijos.

—¿Eraiscompañerasdepupitreenelcole?—preguntóSadie.—Nosotrasnofuimosalcolegio:teníamosprofesoresparticularesquenos

enseñaban en casa.Sí fuimos juntas a clasesdemodales, con todas las demásniñasdelaregión.

—¿Demodales?—repitióSammy.Lisbethseencogiódehombros.

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—Clases de urbanidad y de baile con las que nos preparaban para serseñoritas.

—¿Amímevasallevaraclasesdemorales?—quisosabersuhija.Lamadreseechóareír.—Demodales.No, por suerte enOhio tenemos un sistemadistinto. ¡Ya

estamosaquí!—exclamóentoncesseñalandounaresidenciamajestuosa.Sammy abrió la boca de par en par ante la impresionante fachada de

ladrilloysusgigantescascolumnasblancas.Aquellaeralaviviendamáscolosalquehabíavistoensuvidaysuexpresiónnodejabalugaradudasalrespecto.

—¡Vaya! Y yo que pensaba que la casa de la abuela Wainwright eragrande…

Lapuerta principal, pintada de reluciente color blanco, se abrió para darpasoaMary,quesaliócorriendoasaludarlos.

—¡Lisbeth,cariño!—exclamó.Sí, aquellamujer era lamismaniña quehabía dejado atrás hacía ya una

década,ysinembargoeratandistinta…Lossieteembarazoslehabíandejadoelcabellosurcadodecanasyelbrillodesusojoshabíaquedadoempañadoporunatisbo de tristeza. Estaba tan delgada que daba la impresión de que lamenorbrisa bastaría para tumbarla, pero la recibió con tanta alegría que hizo que sedisiparan de inmediato todos los temores que había albergado Lisbeth sobreaquelreencuentro.

Las dos se dieron un largo abrazo y el corazón de la recién llegada seensanchómásaúncuandoMaryhizootrotantoconSadieyconSammy.

—¡Entrad!—pidióalostresviajeros—,quehehechopreparareltéeneljardín.Misniñosestándeseandoconoceramimejoramigadelainfanciayasushijos.Podemoscontemplarelríomientrasellosjuegan.

—¿Voypormimaleta?—preguntóSammyasumadresinalzarlavoz.—¡Niseteocurra!—respondióMary—.Dejadlotodo,queyomeencargo

dequelobajen.Alentraralgranvestíbulodelacasa,Lisbethmiróatrásyvioauncriado

de piel oscura que retiraba su vehículo.Mary entrelazó su brazo con el de suamigaylosllevóatodosaljardínqueseextendíaenlapartetraseradeledificio.Sadie ibade lamanoizquierdadeLisbethySammylasseguíaunospasospordetrás.

—Mi hermano Robert vive con nosotros desde que acabó la guerra—susurrólaanfitrionaunavezllegadosalampliosenderodegravilla—.Seuniráala merienda hasta que se canse. Por favor, no digas nada de su aspecto nimencioneselconflicto.Estamoshaciendotodoloquepodemosporlevantarleelánimo.

Page 82: Un granito de mostaza

Lisbethasintiócon lacabeza, agradecidapor laadvertencia.Se llenó lospulmonesconaquel airehúmedoqueconocía tanbienmientras caminabanensilencio hacia el río. Contempló los árboles y la hierba y sintió un escalofríocuandoasomaronanteelloslasaguaslentasdelríoJames.Aquelerasuhogarynohabíaadvertidocuántolohabíaechadodemenoshastaeseinstante.

Robertestabasentadoaunamesitasituadaenlaorilla.Lisbethhabíavistoamuchosjóvenessupervivientesdelcampodebatalla,peroaningunolohabíaconocido de niño, y enseguida pudo comprobar hasta qué extremo habíatransformadolaguerraaaqueljoventraviesoquesiemprehabíahechoreíralosdemás.Estabatanencorvadoqueloshombroslellegabanalasorejas.Moviólosojos de inmediato hacia un lado al verlas llegar, pero al instante volvió aclavarlosenelsuelocuandoseacercaron.

—Mis hijos —anunció Mary con aire alegre—: Danny, Harry, Rose,HannahyFreddy,elbebé.

Todosformaronunahileraparadarlamanoalosreciénllegados,incluidaHannah,quenodebíadehabercumplidolosdosaños.

—¡Mary, son preciosos! —exclamó Lisbeth—. ¿Puedo? —añadióseñalandoalmáspequeño,queestabaenbrazosdeunacriada.

—Claroquesí.—Marylotomóyselotendió.Lisbeth acurrucó a Freddy y disfrutó de la sensación que le producía el

calordelacriaturayeltactodesucabecitacontraelpecho.—¿Puedotocarlo?—preguntóSadie.—Sololosdeditosdelospies—leindicóLisbeth.—¡Qué tontería!—lacorrigióMary—.¿Novesque, siendoelmenorde

cincohermanos,nopuedeesperaresasdelicadezas?Siquieres,lopuedestomarenbrazos.

—¿Deverdad?—exclamólapequeñacongestoentusiasta.—Perotenmuchocuidado—advirtiósumadre—,quenoesunjuguete.—Lotendré.¡Loprometo!Laanfitrionaseñalóunamantaextendidaapocospasos.—Veallí,queLouisa teenseñaráa sostenerlo.Adecirverdad,mishijos

están tan a gusto con ella como conmigo.Ha sido su aya desde que nació elprimero.

—IgualquemepasabaamíconMattie—aseveróLisbeth.Suamigadelainfanciaasintióconunasonrisaleve.Lisbeth entregó el bebé a aquellamujer alta de piel canela y la observó

mientras reuníaa losniñosdeMaryy los llevabahasta lasmantas.ComoconEmily,nolechocótantoverladecriadacomoverqueelfinaldelaesclavitudnohubieseafectadodeformamásmarcadaalserviciodesusfamilias.Sepreguntó

Page 83: Un granito de mostaza

siLouisarecibiríaunsalariootrabajaríaacambiodemanutenciónyalojamientocomoEmilyenlacasadesuspadres.

—Vosotros también—dijoMaryaSadieySammy—.Sinecesitáisalgo,vuestramadreestaráaquímismo.¡Venga!

Lisbethhizoungestodeasentimientoysushijoscorrieronaunirsealrestodeniñosajugaralpillapilla.

—Louisaesunencanto.Mividaseríauninfiernosinella.¿Túhasvenidosintuaya?

—Esquenotenemos.Maryabriólosojosazulesdeparenpary,acontinuación,pestañeópara

sobreponersealasorpresa.—¡PuessíqueesdiferentelavidaenOhio!¡Cuéntamelotodo!—Notanto.Tenemosunacasamuybonitaconsugranja.Desdequeacabó

laguerra,hemoscultivadolino,ahorahaymuchademanda,ytambiénavenaenrotación.—Nobienhabíapronunciado lapalabraguerra,Lisbethsearrepintiódehabermencionadoelconflicto.Nodudóenseguirhablandoconlaesperanzadequelamismapasarainadvertida—.Comotedijeporcarta,Sadieempezóenotoño el primer curso, así que la casa está muy tranquila durante el día. EnOberlintenemosunsistemadeescuelapúblicadivididoencursos.Losdomingosvamosalaiglesiaenfamilia.

Robert alzó la mirada de pronto. Había guardado un silencio sepulcraldesdesullegadaycasisehabíaolvidadodeél.LamiródehitoenhitoyLisbethpudocontemplarsu rostro.Tenía lamiradaasustada, furiosayconfundidaquehabía visto en tantos veteranos.Una vezmás, sintió el coste terrible de aquelenfrentamientobélico.

—Pero¿huboguerraallí?¿HabéisconocidolaguerraenOhio?—preguntódesafiante.

—Cerca de casa no se combatió —respondió ella con dulzura—, perohabíatantoshombresausentesquesísentimoslosefectosdelaguerra.

—Que sentisteis los efectos de la guerra…—susurró él—. Sentisteis…los… efectos—prosiguió lentamente antes demover la cabeza hacia arriba yhaciaabajo—.Yotambién.¿Ytumaridofuealaguerra?—ClavósusojosenlosdeLisbethcomosisuvidadependiesedelarespuesta.

Lisbethasintióensilencio.—¿Conlosazulesoconlosgrises?—quisosaberélconlavozcargadade

emoción.ALisbethlediounvuelcoelcorazónalverseatrapadaentreelmaldeuna

mentirayeldolorqueprovocaríalaverdad.EnOhio,habersidodelaUniónseconsiderabaalgohonorable.Nuncahabríaimaginadoquellegaríaasentirrubor

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porlaparticipacióndeMatthewenlaguerra,peroallí,enlasmárgenesdelríoJames,revelarlaverdadaRobertplanteabaseriosproblemas.

Miróasuamigadelainfanciaparaqueleleyeraloslabiosmientrasdecía:—Losiento.Maryseencogiódehombroscondiscreción.—¿Conlosazulesoconlosgrises?—insistióRobertcongestoferoz.Porsuerte,enesemomento,intervinolaanfitrionaparaquesuinvitadano

tuvieraqueelegirquésendatomar.—Robert, creo que ya conoces la respuesta a esa pregunta. —Acto

seguido,lediounapalmaditaenlamano—.Yasehaacabado,cariño.—¿Sí?—preguntóélconlamiradaperdidaenladistancia,fijaenalgoque

soloélpodíaver.Entoncesagitólacabezaantesdevolverlalentamentehaciasuhermana—.Parati,puedeser.Pero,paramí,no.Paramínoacabaránunca.

Dichoesto,sepusoenpieparasumarsealosniñosquejugabansobrelasmantas.

—Nosabescuántolosiento,Mary.—Laverdad,hoy tieneundíamuybueno.Avecesestá tanalteradoque

hastaasustaalosniñosyotrasvecesnodiceunapalabra.—¿Cuántotiempollevaasí?—preguntósuamigaentonosuave.Marylamiró.Susdedosretorcíanlaservilletadetelablancaqueteníaen

elregazocomosiluchaseconsigomisma.—Puedesdesahogarteconmigosilodeseas—ledijoLisbeth—opodemos

cambiardetema.Loqueprefieras.Maryrespiróhondoantesdeexplicarenvozbaja:—Robert fue testigo de la muerte de nuestro hermano Albert. Aunque

nunca ha revelado los detalles, sospecho que no fue precisamente rápida niindolora.

ALisbethselehizounnudoenelestómago.Tomólamanodesuamiga.MarylehabíaescritoparacomunicarlelamuertedeAlbert,peronohabíadichonada de las circunstancias en que se había producido.Albert yRobert habíansidopocomenosquegemelos:costabaimaginaradoshermanosmásunidos.

Maryclavólamiradaenelríomientrasproseguía:—ARobertlomandaronacasaarecobrarse,perosuestadonohizosino

empeorar después de que las tropas unionistas apostadas en nuestras tierrasquemasentodosnuestrosgranerosynuestroscultivos.—Lamiróa losojos—.Puedequelaguerrahayaacabado,peroyometemoqueviviráparasiempreensuinterior.

EnesemomentollegócorriendoSammyeinterrumpiólaconversación.—¿Medaslascartas?

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Lisbethlassacódelbolso.—¿Conquiénvasajugar?—EltíoRobertyyovamosaenseñaraDannyyaHarryajugara¡Pesca!Lisbeth sonrió a suhijo, le tendió labarajay loobservómientrasvolvía

corriendoalamanta.EnaquelcontextolerecordabaaJackdeniño.Sihubierarecibido más afecto, quizá su hermano habría sido tan atento con los demáscomosuqueridoSammy.

—Meresultatodotanfamiliar,tanfácil,quemecuestacreerquellevediezañossinverelríoJamesysinverteati.

—Nosabeslodesoladaquemequedécuandotefuiste—recordóMary—.Temí que estuvieras arruinándote la vida, pero ahora creo queMatthew y túhicisteismuybienenmarcharos.

Lisbeth, sorprendida, aunque curiosa y deseosa de hablar con franqueza,respondió:

—Perotucasaytushijossonunamaravilla.—Nuestravidapuedeparecerenvidiable,perolaverdadesqueDanielno

duerme casi por culpa de las preocupaciones.No tenemos semillas suficientespara plantar todas nuestras tierras y ya no podemos pedirmás préstamos paracomprarmás.Además,aunquelastuviésemos,nonosquedanpeones.Algunoshansidofielesalafamilia,perolamayoríanoshaabandonado.Sinellosvamosdirectosalaruina.Mimaridotemequeloperdamostodoencuantoaparezcaelprimeroportunista.

Lisbethnocabíaensídeasombro.SumadrelehabíadadoaentenderqueDanielBartleyhabíasacadoprovechodelconflicto.Nodescartóquelahubieseengañadodeliberadamente.

—En fin, basta de lamentos —dijo Mary—. Te tengo preparada unasorpresa. ¡Mañana visitaremos Fair Oaks! Alice y Alfie Richards, lospropietarios,estánencantadosdeinvitarnosacenar.

A Lisbeth le palpitó el corazón. El regreso al hogar de su infancia lesupondríauna sensaciónagridulceydifícil de explicar aSammyySadie.Loshabía criado para que entendiesen que la esclavitud era algo execrable y lavergüenza que sentía por la relación de su familia con aquella farsa le habíaimpedido ser del todo sincera con sus hijos. Sus pequeños no se cansaban depedirlequelescontaracosasdesuinfanciay,aunquehabíanoídohistoriassobreel sauce, sobre la búsqueda de flores de azafrán amarillo y sobre meriendascampestres en la ribera del río, no podían hacerse una idea real del que habíasidosuhogarenaquellaépoca.

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CapítuloochoJORDAN

PlantacióndeFairOaks(Virginia)

Mattie,SarahyJordanseapretujaronenlaúnicacamadelacabaña,másestrecha que el carro. Además, la paja del jergón había atravesado el cutí endiversos puntos, lo que hizo de aquella una noche larga e incómoda. Jordanagradecióquesumadreseacostaraenmedio.Durmióaratos,puesnodejabadepreocuparseporSamuel,queaguardaba soloenelbosque,mientras tratabadediscurrir cómo podían dar con Ella y Sophia. La única información que teníaSaraheraquelashabíanllevadoalaplantaciónOjaládeCarolinadelNorte,loquenoeragrancosa.

Cuando se despertó, estaba sola con su madre. Sarah había salido ya atrabajarenelcampotrasdejarlesdichoquenodejaranlachozasinoeraporquetuviesennecesidaddeusarlasinstalaciones.Queríademostraralcapatazquenosuponían ninguna amenaza ni tardarían en irse. De hecho, las visitantespretendíandespedirse de ella tras la cenapara volver conSamuel y ponerse abuscarasusdoshijas.Jordan,sinembargo,noteníalamenorideadepordóndeempezar.

Alaluzdeldía,aquellugarresultabaaúnmásdeprimente.Apenasparecíaadecuado no ya para personas, sino aun para animales. Por las grietas de lasparedesentrabanhacesdeluzquehacíanresaltarelpolvoquebailabaenelaire.

—¡Sinisiquierahaysuelo!—señalólajoven—.¿Deverdadvivíaisaquípapáytú?

—Sabes que tu padre estaba en otra plantación—la corrigió Mattie—.Aquí solo vivíamosmi abuelo, Samuel y yo, hasta queme llevaron a la casagrandeparaquecuidaraaLisbeth.

AunqueJordanllevabatodasuvidaoyendoaquellashistorias,lociertoes

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queadquirieronunsignificadototalmentedistintodespuésdeconocerellugarenquehabíanocurrido.

—Ytú—le recordósumadrecongesto inflexible—.Tú tambiénvivisteaquí, aunque nomucho tiempo. Nos fuimos antes de que cumplieses un año.¡Esotambiénlosabes!

—Ya,mamá,séquemelohascontado,pero…peroyaveoquenoteníaniideadecómoeraenrealidad.Noséquédecir,apartedegracias.Muchasgraciasporsacarmedeaquí.

Sumadrerepusoconunasonrisa:—Eslomásduroylomejorquehehechoentodamivida.Tuvequevagar

por el bosque contigo a la espalda.—Sacudió la cabeza al hacermemoria—.Estuvisteapuntodemorir.Esefueelpeormomentodemivida,cuandopenséquetehabíaperdido.

Los recuerdos lehabían llenado losojosde lágrimasyJordan,abrumadapor una sensación de ternura y sobrecogimiento, la miró con un respetorenovado.

—¿Estuvistemuchotiempoplaneándolo?—preguntólahija,interesadadeprontoentodoslosdestalles.

—Ajá—confirmó Mattie—. Pasé meses ahorrando solo para conseguirpapel.TenemosqueagradeceraSarahqueescribieraelsalvoconductoquenosliberó.

—Lisbeth enseñó a leer y escribir a Samuel y Samuel, luego, enseñó aSarah.¿SabíaLisbethloqueestabahaciendo?

—No—dijo lamadrenegandocon lacabeza—.Lacriaturitasoloqueríaalegrarme.Siemprenosmetíamosdebajodel sauceadormir la siestaya leer.Creo que ni siquiera se paró a pensar lo que suponía que viniera Samuel connosotras.—Sedetuvoconlosojosfijosenalgúnlugardistanteyacontinuaciónseñaló—:Yonoeramuchomayorquetúcuandomellevaronparaquefuesesuaya.

—Yopensabaquetenerveinteañoseraseryamayor—aseveróJordan—,perotúaúnerascasiunaniña.

—Aquísecrecemuyrápido—coincidióMattie.Jordanbuscóbajolacamaelpañueloconquesecubríalacabeza,quese

habíacaídodurante lanoche.Levantóel jergónyquedópetrificadapor loquevioenlapared.

—¡Mira!—exclamóapuntandoaltablóndemaderasincepillar.—Mmm…—dijo maravillada la madre—. Hasta yo sé leer eso: pone

Samuel. Supongo que quería dejar una señal propia, recordar a Dios suexistencia.Noteníaniideadequehubieraescritonada.

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Lajovenrecorriócon losdedoselnombredesuhermano,grabadoen lamaderayocultotraslacamaenlaquehabíanacidoella.

—¿Dónde están el sauce y la ventana desde la que veías a Samuelsaludarteagitandoelbrazoylevantandolosdedosdelamano?

Mattiefruncióelceño.—Esmejorquenonosdejemosvercercadelacasagrande.Tampocohace

faltaqueanunciemosqueestamosaquí.—Soloasomarnos—rogóJordan.—Deacuerdo.—Lamadreabriólapuertayescudriñóladistanciaantesde

señalarconexpresiónnostálgica—:Allíestáelcementerio.Desdeaquínoseve,perodesdemásarribasí.Allíesdondeestánlospostesquemarcanlatumbademi madre y de mi abuela. Siento que no puedas verlo, pero eso sería llamarmucholaatención.—Volvióaapuntar—.Yallí,enaquellaloma,estáelsauce.

Jordan contuvo el aliento.Era precioso.La copa de color verde claro serecortaba contra un hermoso cielo azul y caía hasta el suelo. El río Jamesresplandecía a lo lejos y en las ramas se veían pájaros que llegaban y partíanvolando.

—¿Esteeratodotumundo,mamá?—¿Quéquieresdecir?—Estacabaña,aquelárbol,loscampos.¿Noconocíasnadamás?Mattiearrugóloslabiosysemordióeldeabajomientraspensaba.—Tenía también las historias de laBiblia, uno o dos bailes al año y, al

final,lacasagrande,peronadacomocuantohasconocidotú.—Volvióadejarperdidalamirada.

—¿Qué?—Nada.Estabaacordándomedequenisiquierasabíaloqueeraunespejo

hastaquemellevaronalacasa—aseveróconunamuecaburlona.—¿Unespejo?—LajovenpensóenlachozadeSarahyentendióque,por

supuesto,sumadrenopodíahabervistonuncanadasemejante.—¡Quésustomedialvermipropioreflejo!—exclamósumadreconuna

carcajada—.¡Diunrespingo…!Jordansonrióantelaanécdota,aunquetambiénsintióunagrantristeza.—¿DóndeestálaventanadelahabitaciónquecompartíasconLisbeth?—Esaquella,ladelaesquina.Diezañospaséenjauladaenaquelcuartito,

cuidándolaylavandolaropadelacasagrande.Jordan miró el edificio. El sol se reflejaba en la ventana que le había

señalado.Volviólavistahaciasumadreconelrostrocontraídoporlapena.—Nohaydolormáshorroroso—dijoesta—queeldeverteseparadadetu

propiohijo.Mirarporaquelcristalmeayudabaunpoco.Samuelsabíaqueme

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asomabadosvecesaldíaparaverlo,peronoeslomismoqueabrazarloyestarconélatodashoras.

DespuésdehablarconSarahaquellanoche,Jordanentendíalaangustiadesumadredeunmodo totalmentenuevo.Lashistoriasdesu infancia teníanunfinalfelizenelqueloscuatrovolvíanaencontrarsejuntos.Suspadressiempreles recordaban que tenían que aferrarse a las alegrías y no a las penas. Sinembargo, sumadre había tenido que soportar años de soledad, separada de supadre y de Samuel. Jamás Jordan demostraría tanta fortaleza comomostró sumadre y jamás viviría pérdidas de las que Jordan solo tenía noticia por suslecturas.Larodeóconelbrazo.Aquelgestoreconfortante,apenasnada,era loúnicoquepodíahacerporlapersonaquehabíatenidolavalentíadedarletantascosas.

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CapítulonueveLISBETH

PlantacióndeFairOaks(Virginia)

—¿Aquívivías tú?¿Con laabuelaWainwrightyel tíoJack?—preguntóSadie cuando el cochero detuvo el vehículo ante la fachada blanca de altascolumnasblancas.

—Conrazónestántanenfadados—declaróSammy—.Siperdieronesto…—El dinero es muchísimomenos importante que la bondad humana—

recordóasushijosLisbeth,incómodaantesuactitud.Noqueríaqueidealizasensuinfancia,perotampocolocontrario.

Losdosasintieronconmovimientosrápidosdecabeza,perosindespegarlosojosdeledificio.Lisbethestudiólafachadaenbuscadecambios.Losárboleseran losmismos, aunquemás grandes. La pintura de la puerta principal teníaotro tono, azul marino, y habían echado grava en el sendero para que no seembarraratanto.

Nerviosayentusiasmadaantelosrecuerdosylaspreguntasquesuscitaríaaquellacasa,siguióaMaryhastalaentradaquetantoconocía.Suamigallamóyesperó.Resultabaextrañoversecomoinvitadaensuprimerhogar.Suinstintolepedíaqueselimitaraaentrarcomohabíahechosiempre.

Una mujer negra a la que no había visto nunca y que llevaba el pelorecogidoenunmoñoapretado lesdio labienveniday los llevóante la familiaRichards, que aguardaba en la sala de estar. El lugar le pareció enseguidaconocidoyextrañoaun tiempo.Loscortinajesy lasparedeseran losmismos,perolosmuebleserandistintos,parecíandemasiadomodernosparaaquellugar.Los daguerrotipos que descansaban sobre la repisa de la chimeneamostrabanrostrosdepersonasajenasaella.

—Elizabeth —la llamó Mary, interrumpiendo sus pensamientos—, te

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presentoal señorAlfieRichardsy suesposa.SeñoresRichards, lespresentoaElizabethJohnsonyasushijos,SadieySammy.

—Graciasporabrirnoslaspuertasdesuhogar—dijoLisbeth—.SonmuyamablesaldejarmevolveraFairOaks.

—¡Qué tontería!—repuso el señor Richards—. Somos nosotros quienesestamos encantados de conocerla.Nuestra cocinera habla de usted conmuchocariño.

—¿Todavía está aquí?—Lisbeth recordaba a aquella mujer alta de pieloscuraconunamezclademiedoyadmiración.Durantesuinfancia,habíasidounapiezamásde lacasa.Siempre lehabíadado la impresióndenoresponderantenadiemásqueantesímisma,aunque,sisedeteníaapensarlo,noteníamásremedioquereconocerquesusituacióndebíadehabersidomáscomplicadaqueeso.

—Porsupuesto—contestóelanfitrión—.Valeuntesoro.¿Cómovamosaprescindirdeella?Porfavor,siéntense.Póngansecómodas.

Unavezquetomaronasiento,Sadietiródelamanodesumadreyseñalóunadelasimágenesdispuestassobrelachimenea.ElseñorRichardscontestóasugestodiciendo:

—Esnuestrahija,Cora,vestidadenovia.—Pareceunaprincesa—dijoimpresionadalachiquilla.—Aquel día supuso un respiro muy de agradecer en medio de las

dificultades.Elsacrificioque tuvimosquehacerparacubrir loscostesvalió lapenadesobra.Esperoquehayantenidounviajeagradable.

—Desde luego. El carruaje deMary esmuy cómodo y los caminos hanmejoradomuchodesdequememarchédeaquí.

—Odioalosinvasoresyanquis,peroagradezcoquehayanpavimentadolascarreterasquelleganhastaaquí—aseveróelseñorRichardsconunarisitaantesdedecirsinpausa—:Veoquetieneustedbuengusto,jovencito.

Sammyllevabaunratoestudiandoelbastóndesuanfitrión.—Toma,míralo de cerca.—El jovial dueño de la casa tendió al hijo de

Lisbeth el objeto que tanto había llamado su atención—.Mi abuelo lomandóhacerhaceyaochentaaños,en1788.¿Sabesporquéesimportanteesafecha?

Elniñonegóconlacabeza.—Fue el año que se ratificó la Constitución—proclamó el hombre con

orgullo—.EltatarabuelodemiabueloparticipóenelasentamientooriginaldelfuertedeJamestown.Sabesdeloquetehablo,¿no?

Elpequeñoasintió.—ElañopasadoestudiamoshistoriadelosEstadosUnidos.—MealegraoírquehastaenOhioseenseñalafundacióndeestegranpaís

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nuestro. Mi abuelo sirvió de oficial durante la Guerra de Independencia yencargó este bastón para recordar los sacrificios que hay que hacer por lalibertad.Supongoquesabesqueeláguilaeselsímbolodenuestragrannación.Mipadreloheredódeélyyo,demipadre.—ElseñorRichards,resueltoaojosvistas a transmitirle aquellas sabiaspalabras,miró fijamenteaSammy—.Hijomío,noolvidesnuncaquelalibertadesunodelosdonesmásvaliososquenosha concedido Dios. Nadie tiene derecho a arrebatártela, aunque muchos lointentarán. Como escribieron nuestros hombres más ilustres en el documentomásgloriosoquehayaconocidoelmundo:«Sostenemoscomoevidentesensímismas estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que sondotadosporsuCreadordeciertosderechosinalienables;queentreestosestánlavida, la libertad y la búsqueda de la felicidad». Sabes de dónde son estaspalabras,¿verdad?

—DelaDeclaracióndeIndependencia,señor.—¿Yestásdeacuerdoconellas?—preguntóelseñorRichardsdeunmodo

quenodabalugaraoposición.Sammyafirmóconlacabeza.—¿CuáleseldonmásvaliosodecuantosnoshadadoDios?—lopusoa

prueba.—Lalibertad,señor—repitióSammy.—Esoes,hijomío—loelogióelanfitrión.Lisbeth tuvoquemorderse la lenguaparanopreguntarledequién era la

libertad por cuya salvaguarda estaba tan dispuesto a combatir él. No le hacíaningunagraciadejarpasarsincríticaalguna las ideasdeaquelhombredelantedesushijos,peromenosaúndeseabaserdescortésdiscutiendodepolíticaconquienlehabíaabiertolaspuertasdesucasa.YaseencargaríadevolverasacaraquellaconversacióncuandoestuvieseasolasconsushijosafindeexplicarlesloqueopinabanMatthewyellaalrespecto.

—Cuando vuelvas aOhio—siguió diciendo el señor Richards— podráscontarlesatusamigosquehastenidoentusmanosunpedazodelahistoriadelosEstadosUnidos:¡elbastóndeunhéroedelaGuerradeIndependencia!

Dichoesto,tendiólamanopararecuperarloySammyselodevolvió.—¿Puedosostenerlo?—preguntóSadie.Sorprendido,elseñorRichardslamirófrunciendoelceño.—Supongoquenotienenadademalo.Laniñarecorrióconlosdedoslasintrincadasplumasdeláguila.—¿Tambiénespormilibertad?—preguntó.ElseñorRichardssoltóunarisotadayanunciómirandoaLisbeth:—¡Tiene usted una verdadera fierecilla en casa! Cielo, tú no tienes

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necesidad alguna de libertad—repuso en ademán condescendiente—.Aunqueahora eres jovenpara comprenderlo, tumarido se encargará de ti cuando seasmayor.—Yconestovolvióarecuperarelbastón.

Lisbethdiounapalmaditaasuhijaenelbrazoparaordenarlesinpalabrasque se comportara. No pudo menos de sentirse agradecida cuando la viodevolvereláguilasindecirnadamás.Elseñordelacasasereclinósatisfechoensuasientoycambióeltemadeconversación.

—Lacenaestarálistaenbreve,perohemosimaginadoquelegustaríadarunpaseoporlahaciendaantesdequenossentemosacomer.

Lisbeth sintió que un escalofrío le recorría la columna vertebral, y loatribuyóalaemoción.Sonriendo,respondió:

—Meencantaría,sinoesmolestia.—Noesmolestiaenabsoluto.Yosoyunsentimentaly,siestuvieraensu

lugar,esoesloquemegustaríahacer.LucielespuedeenseñarlacasamientrasMaryynosotrosnosponemosaldía.

Sadieapretólamanodesumadre.—¿Yotambiénpuedoir?—Puesclaroquesí—respondióelseñorRichards—:tienesqueaprender

de tu historia. Pero, antes de eso… toma una golosina. —Abrió una cajitahaciendo una floritura y reveló caramelos de vivos colores—. Hay de limón,mentaysasafrás—anunció.

LosniñosmiraronaLisbeth,quelesdiopermisoinclinandolacabeza.—¡Gracias!—exclamaronantesdeelegiruno.—Ustedtambién,porfavor—instóaLisbethelanfitrión.Ella, sintiendo que no podía declinar, tomó uno de limón y expresó

tambiénsugratitud.Desdelapuerta,Lucie,lamujernegraymenudaqueloshabíarecibido,los

invitóaacompañarlaylostressiguieronsufaldagrisescalerasarriba.ALisbethlepalpitabaelpechoporlaexpectación.

—ElseñorRichardsesmuyamable—declaróSadie.—Sí, parece encantador—repuso lamadre, aunque sabíamuy bien que

unafachadaeducadanosiemprecorrespondíanaunbueninterior.—LaseñoraRichardsesunpocotímida—opinólapequeña—.Nolegusta

hablarconnosotros.Sumadre,quetampocohabíapasadoporaltoquelaanfitrionanoleshabía

dirigido la palabra, no tenía claro si la reserva de aquellamujer se debía a supropio temperamentooa laactituddesumarido.ALisbeth también lahabíancriadoentrehombresasí,jovialesyafableshastaqueselesllevabalacontraria,

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ysabíaquemuchasesposaspreferíanguardarsilencioaarriesgarseadesatarunaverdaderatormentaconuncomentarioequivocado.

Alllegaraloaltodelaescalera,lacriadapreguntó:—¿Enquéhabitaciónvivíausted?Lisbethseñalóaladerechaydijo:—Enlaúltima.Lucieasintióyempezóacaminarporelpasilloalfombrado,queaellale

pareciómásangostoqueelqueguardabaenlamemoria.AbriólapuertaydejóqueLisbethentraseensuinfancia.Lisbethmiróasualrededoryexaminóloquehabíacambiadoyloquecontinuabaigualqueantaño.Elespejo,lasventanasyelpapelpintadoestaban talcomo los recordaba.Recorrióel interioryabrió lapuertadela trasalcobadeMattie,pocomásampliaqueunarmarioempotrado.Dandomediavuelta,atravesólaestanciaparaabrirlapuertaqueseencontrabaenlaparedopuestaymirarabajo.SushijosmetieronlacabezapordebajodelosbrazosdeLisbethparaescudriñarlaoscuridad.

—¿Quéhayahíabajo?—quisosaberlaniña.—Estosonlasescalerasdeatrás,quedanafuera,alacocina—explicó—.

Porlomenosantes.¿Sigueestandolacocinaenunedificioaparte?—preguntó.Lucierespondióconungestodeasentimiento.—¡Quéraro!—aseveróSammy.—Raro, no: diferente—corrigió su madre. Con esto, regresó a la pieza

principalyseñaló—:Micamaestabaahíymitocador,ahí,ytodoslosdías,porlamañanayporlanoche,measomabaaesaventanaconmiaya.

—¿Paraqué?—preguntóelcrío.Lisbeth recordó su ritual diario después de salir el sol y poco antes del

anochecer, cuando los trabajadores salían de sus cabañas o regresaban de loscampos.MattieyellabuscabanaSamuelentrelosbraceros,convertidosenpocomás que puntos en la distancia. Cuando lo veían acercarse, las dos seemocionaban. Cada noche levantaba un número distinto de dedos y a ella legustabatratardeadivinarcuántosseríancadavez.Losapuntabaundíatrasotroen un papel para que Mattie pudiese repetirlos cuando iba a visitarlo losdomingos.

Loquedeniñanoleparecíamásqueunjuegodivertidoselepresentabacomo algo cruel hasta extremos inenarrables desde la perspectiva que habíaadquirido siendo adulta. Su aya debía de haber pasado los días presa de lapreocupaciónporSamuel.

Lisbeth no había referido nunca a sus pequeños aquellos detalles de supasado, pues la embargaban la vergüenza y la lástima de saber queMattie sehabíavistoobligadaasepararsedesupropiohijoporella.Ahoracomomadre,

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apenaspodíaimaginarelcalvarioquehabíatenidoquevivirdurantediezaños.AunqueMatthewyellahabíandejadosiempreclaroaSammyySadiequeerancontrarios a la esclavitud, Lisbeth no había querido revelarles detalles tandespreciablesdesuhistoria.

RespondióenvozaltalapreguntadeSammy.—Veíamos muchas cosas: la puesta del sol, el alba, los braceros en el

campo,lagentedelascabañas…—Ahí era donde vivían los esclavos, ¿no? —quiso saber el niño,

interesadísimodepronto.Lisbeth asintió. Sadie y Sammy caminaron hasta el cristal y miraron al

exterior.—Nopareceunlugarmuyagradable—dijoél.—En algún lado tendrían que vivir los peones —justificó Lisbeth sin

pensarlo y, a renglón seguido, reflexionó y convino—: No, no era muyagradable.

—Tú tenías muchos esclavos, ¿verdad, mamá? —preguntó Sammy conunahondaexpresióndedesengaño.

Lisbethsellenódeairelospulmonesantesdemoverlacabezacongestoafirmativo.

—¿Ycómofuistecapaz?¿Nosabíasqueestabamal?—añadióélconvozdolorida.

—Noloelegíyo.Erandelosabuelos,nomíos—respondiósumadremásaladefensivadeloquehubieradeseado.

—¡Mamá,mira!¡EslaseñoritaJordan!—exclamóentoncesSadie.—¿Perdona?—QueestoyviendoalaseñoritaJordan.Estáahífuera.—Sadie, eso es imposible. Habrás visto a alguien que se parece a tu

maestra—leexplicóLisbeth—.LaseñoritaJordanestáenOhio,noenVirginia.—Ven a verlo.De verdad que es la señorita Jordan. ¡Te lo prometo!—

exclamóellaseñalandoalcristal.Los pequeños se separaron para hacerle un hueco y su madre siguió el

dedodeSadie.Nocabíaduda:depieenlapuertadelaantiguacabañadeMattieestaba la señorita Jordan, con la vista levantada hacia ellos. Y a su lado sehallabasumadre.Elcorazónseleencogiócomoocurríasiemprequeveíaasuantiguaaya.

—¿Puedoiraverla?—preguntóSadieentusiasmada.A Lisbeth le daba vueltas la cabeza. Parecía irreal encontrarse en su

dormitoriodeinfanciaviendoaMattieabajo,enlascabañas.Eltiempoadoptóunacondiciónpeculiarylahizosentirsealmismotiempounaniñayunamujer

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adulta. ¿Qué extraña circunstancia podía haber hecho que ambas volvieran acoincidir en Fair Oaks después de todos aquellos años? Se sentía desgarrada.Quería dejar que Sadie bajase corriendo por las escaleras traseras para ir asaludarlas,perosucabezaledecíaquetalcosaseríapocoprudente…paratodosellos.

—¿Mamá?—Laniñainterrumpiósusreflexiones—.¿Puedoir?Lisbeth miró a Lucie y vio su joven rostro horrorizado ante la idea.

Entoncessacudiólacabezayserecompuso.—No,Sadie.Seríademuymalaeducaciónpresentarseenlascabañassin

unainvitación.Lapequeñatiródelamanodesumadre.—Porfavooor…Lisbethlelanzóunamiradaseveraylaniñacallóenseguida.—Vamosacomer.Yahemosvistosuficiente—sentenciósumadre.

En elmomento de sentarse a lamesa, Lisbeth reparó en que tenía que haberhechoun aparte conSammyySadiepara advertirlesquenomencionaranquehabían visto a Mattie y a Jordan. Como ya era tarde para ello, trató detransmitirleselmensajeconunamirada.

—¿Estaeslamesadelpurédepatatas,mamá?—preguntólaniña.—¿Quéestásdiciendo,quenuestramesaestáhechadepurédepatatas?—

bromeóelseñorRichardsfingiéndoseindignado.Sadieseechóareír.—¡No!Esquemimadrederramóaguaenel purédapatatas cuandoera

niña,perolaculpaselallevósuhermanoyellasiemprediceque,sinodiceslaverdad,quizátearrepientaselrestodetuvida.

Marydijoentonces:—Yanomeacordabadeaquellaanécdota,perosí,yoestabacenandoaquí

aquella noche. Fue cuandome enseñaste aquel juego de dar palmadas. ¡El deSallyWalker!

—Esopasóenestesalón,peronoenestamesa—respondióLisbeth—.EsamesaestáenRichmond,encasadelosabuelosWainwright.

—Sellevaronmuchasdesuspertenencias.Solodejaronloquenolescabíaensucasanueva.Anosotrosnospareciómuybien—aseveróelseñorRichards—.¿Verdad,mamá?

A Lisbeth le resultó desconcertante oír a un hombre hecho y derechollamarasíasuesposa.LaseñoraRichardsasintiósinpalabras.Enesemomento,preguntóMarydeimproviso:

—¿Conocéislasreglasdelbéisbol?

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—Sammyesunexperto—proclamósuhermana.—Puesnoslastienesqueexplicar,porfavor.Todoslossoldadosvolvieron

entusiasmadosconesejuegoymishijosmehanpreguntadocómosejuega,peronotengoniideayquieroseguirleselritmo.

El niño se sumergió en una descripción detallada que hizo que, por unavez, el señorRichards sededicaramásaescucharqueahablar, cosaque solohizoparaformularalgunaqueotrapregunta.Porsuerte,selascompusieronparadedicarelrestodelacomidaaaqueltemasinqueloschiquilloshicieranningúncomentarioincómodo.

Mientras Sammy hablaba, Lisbeth pensó enMattie y en Jordan y en locercaqueseencontrabanenaquel instante.Temióqueelhabercoincididoconellas pudiera suponerles algún peligro.Aunque no había nadamalo en que seconocieran de Oberlin, dudaba que al señor Richards le pareciese una felizcoincidenciaquehubieranidoalavezavisitarsuhacienda.

Cuandoacabólacena,elseñorRichardslosacompañóalexteriorparavisitarlacocina.Alllegar,elancianogritódesdelapuerta:

—¡Cocinera!Hanvenidoaverte.—¡Señorita Elizabeth! —exclamó la mujer—. ¡Si está hecha toda una

mujer!—Avanzó hacia Lisbeth y la envolvió en un enorme abrazo antes desepararsedeellaypreguntar—:¿Sonsushijos?

Lisbethasintiósinpalabras,demasiadoemocionadacomoparaarticularlas.No se había dado cuenta de lo que significaba la cocinera para ella, pero sealegrabamuchísimode verla.De niña se había sentido intimidada por aquellamujer, que dominaba firmemente su propio territorio. Las rodillas siempre lehabíantembladounpocolasrarasvecesquehabíatenidoquehablarconella.

—¡Siesclavaditaausted!¡EsustedcomounaElizabethchiquita!—dijoaSadieantesdevolversehaciaSammy—.Yustedtienelosojosdesupadre.Sumamáeraunaniñapreciosa,siempremáspendientedelosdemásquedeella.Deverdad,peroseguroqueesmuymodestaparadecírseloasushijos.

Lisbethseaclarólagarganta,sonrióydijo:—Graciasporlacena.Estabatododelicioso,perosobretodohedisfrutado

delasopadeostrasylosbrotestiernosquemehacíasdepequeña.EnOhionotenemosostras.

—Ha sido un placer. ¡Un auténtico placer! Me acuerdo de lo que legustabanesosbrotesdemostaza—declaró lacocineraconunasonrisa—.¿Haidoadarunavueltaporahífuera?

Lisbethnegóconlacabeza.—Puesdebería.¿Nocree,amo?

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Aquellapalabrafuecomounabofetadaenlamejilla.Lacocineraparecíamuyfelizy,aunqueLisbethqueríapensarquehabríasidoigualdeamableconellaenausenciadel señorRichards, lociertoesquenohabíamaneradesabercómosehabríaconducidoencasodenoestaréldelante.

—Por favor, dé un paseo hasta el río y disfrute de las vistas. Yo tengocorrespondenciaqueatender,conquetómesetodoeltiempoquequiera—dijoelanfitrión.

Mary se sumó a la excursión. Lisbeth los llevó al río James y se alejócuantopudodelascabañasporevitarlaocasióndetoparseconMattie,nofuesea suscitar una tensión inoportuna o algún otro conflicto. Confiaba en que sushijoshubieranolvidadoquehabíanvistoalaseñoritaJordan.

Caminaronhastaelbancodelaribera.Lisbethobservólasaguasdecolorbarro que corrían con prisa hacia el este y se vio inmersa una vezmás en elsentimentalismo.Asumenteacudiótodounaluviónderecuerdosfelices,ensumayorparterelacionadosconMattie:labúsquedadelaprimeraflordeazafránamarillodelaprimavera,lasmeriendascampestresjuntoalaguaenotoño…

—¿Dóndenaceesterío?¿Teacuerdas?—preguntóaSammy.—¿EnlosApalaches?—dijorespondiendoconotrapregunta.Sumadreasintió.—¿Ydóndedesemboca?—¿EnJamestown,enelAtlántico?—imaginó.—Casi—repusoellasonriente—:vaapararalabahíadeChesapeake,que

estáunidaalocéanoAtlántico.—¿Podemosiraverelmar?—quisosaberlapequeña.—Losiento,Sadie,peroestámuylejos.—Lisbethsacudiólacabeza—.Ni

yolohevistoenmivida.—Este es el mismo río que pasa por Richmond, ¿verdad? —preguntó

Sammy.—Sí, las gabarras que vemos allí pasan por aquí de camino alAtlántico

parallevarsucargaalrestodenuestranaciónydelmundo.—Sinosquedamosaquíunrato,¿veremosalguna?—dijoSadie.Maryseechóareír.—¡PorDiosbendito!¡Síquesoncuriosostushijos!Losmíosnopreguntan

tanto.Porsuerte,porquenosabríaquéresponderleslamitaddelasveces.—Mira,mamá.—Lapequeñaseñalóalsuelo.Sumadreobservóellugaralqueestabaapuntando,peronovionadadigno

deatención.Entonceslamiróconaireperplejo.Sadieleindicóconungestoqueseacercaramássindejardeseñalarconelíndice.

Sammysoltóentoncesunacarcajadatriunfal.

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—¡Floresdeazafrán!Lisbethnolasviohastaque,depronto,saltócasiasusojosunconjuntode

briznasdelgadasconunalistablancaqueasomabanlaciassobrelatierravisibleentrelahierba.Sonrióasushijosasintiendosinpalabras.

—¿Dequécolorserá?—dijoSammy.—¡Amarillo,seguro!—aseveróSadie—.Melodicenloshuesos.Sumadre sonrió ante la fe de su hija en lamagia delmundo y ante su

propiacertidumbre.—¿Esesetuárbol,mamá?—preguntóelniñoseñalandounsauceenorme

situadosobreunaloma.Lisbeth miró aquel ser majestuoso que se alzaba a lo lejos y sintió el

colosalimpactodeotraoleadadenostalgia.—Sí—dijoenvozbaja.—¿Elárbolenelquedormíaslasiestadepequeñayestudiabassiendoun

pocomayor?—preguntóSadie.—Esemismo.«Ydondeenseñéa leeraSamuel,elhijodeMattie»,pensó.Enaquellos

tiemposnoteníalamenorideadequeestabacometiendounactoderebeldía.Amenudo se había preguntado si lo habría hecho de haber sabido que estabatraicionandoasuspadres…einfringiendolaley,perolegustabapensarquesíhabríatenidolavalentíanecesariaparatomaraquelladecisión.Cuandoentendiótodas las implicaciones de aquello, no había albergado otro deseo que el demantenerloensecreto.

—¿Podemosmeternosdebajo?—implorólaniña.Lisbethmiróasuamiga,quesemostródeacuerdo.—Llévanostú—pidióentoncesasuhija.Retirarlaslargasramasverdesfuecomodarunpasomáshaciasuinfancia.

Elolor,lasombraylasensacióndelairelatransportaronalasnumerosastardesquehabíapasadobajoaquelárbol.Allísesentíasegurayenpaz.Caminóconpasos decididos hacia el centro y sintió bajo los pies la tierra húmeda que lehablaba de la primavera. Frotó con la palma de lamano el tronco robusto y,apoyandolamejillaenlabastacorteza,diounabrazoalsauce.

—Lamismasentimentaldesiempre—apuntóMary.—Heechadodemenosestelugar.Lapróximaveznodejaréquepasetanto

tiempo.—Yo, desde luego, estaré encantada de disfrutar de tu compañía cuando

quieras—dijolaotraconentusiasmo—.Porcartanoeslomismo.—Tienesmucharazón.—Tomólamanodesuqueridaamiga,laestrechóy

sonrió.Resultabatranquilizadorconfirmarquelasituaciónpolíticadelmomento

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nointerferiríaconelcariñoquesetenían.Lisbeth se volvió al oír risas. Sammy y Sadie estaban jugando a

perseguirse alrededor del tronco, desapareciendo bajo las ramas y volviendo aemerger mientras corrían en círculo bajo la amplia bóveda verde. Al verlosdisfrutardelsantuarioquetantohabíasignificadoparaella,tuvounasensaciónagridulce.Sihubieseadoptadounadecisióndiferente,sushijoshabríancrecidotambiénjugandobajoaquelmismoárbol,peronohabríansidoSadieySammy,aquellascriaturasalasquetantoamaba.

La pequeña se agachó para colarse bajo las ramas mientras huía de suhermano. Los ojos de Lisbeth siguieron su trayectoria a fin de figurarse pordóndereaparecería.Sadie,sinembargo,noacababadeasomar.Suhermanodejódecorrer,miróasumadreyseencogiódehombros.

Lisbethcaminóhastaelpuntoenelquehabíadejadodeverla.Separólasramasysaliódelacopa.NirastrodeSadie.Conelpulsoacelerado,girósobresímismabuscandoasuhija.Noestaba.Volvióamirarbajolasramasytampocolaencontró.EntoncesescrutófrenéticaelhorizonteylaviocorriendopendienteabajoendirecciónalascabañasparaencontrarseconJordanyconMattie.

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CapítulodiezJORDAN

PlantacióndeFairOaks(Virginia)

—¡SeñoritaJordan!—exclamóunavozaguda.La jovengiró sobre sus talones.Asucabezay sucorazónno les resultó

nada fácil reconciliar lo que vieron sus ojos. Sadie Johnson corría hacia elladandosaltitosconuna sonrisadeorejaaoreja.Antesdequepudieraentenderplenamentelasituación,teníalosbracitosdelaniñaenvolviéndolelacinturaconelmismoabrazodulceconelquelasaludabaenlaescuela.

Sadiealzólavistaparamirarlacongestofeliz.—¡Nomepuedocreerqueestéustedaquí,dondevivíamimamá!La joven levantó lamirada y, en efecto, vio a Lisbeth Johnson caminar

haciaellasconotramujerblanca.ElbebéporelquehabíanllevadoasumadrealacasagrandeparaqueloamamantaseylocuidarahabíaidotambiénavisitarFair Oaks en aquel preciso instante. Aquel giro tan improbable de losacontecimientosladejóaturdida.

—¡Mamá! ¿Ves como tenía razón? Son la señorita Jordan y la señoraFreedman—dijoSadieexplicandoloqueresultabaobvio.

El rostro deMattie tenía aquellamirada agridulce que adoptaba siemprecuando veía a Lisbeth Johnson, alegre y triste a la vez, aunque en aquelmomentotambiénestabateñidademiedo.

—Hola.—Lisbethselimitóasaludarlasinclinandolacabeza,atodaslucesnerviosatambiénantesupresencia.

—¿Conocesaestagente?—preguntóconairedesdeñosounamujerblancamenuda.

—SeñoraBartley,lepresentoamimaestra,laseñoritaJordan—anunciólaniñacontantainocenciacomoentusiasmo,ajenaalatensiónqueexistíaentrelas

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adultas.Eldesasosiegodesumadresehizomásvisible.—¡Vaya!—exclamóMary—.UnadiferenciamásentreVirginiayOhio.—Esmimaestrafavorita.—Laniñahizohincapiéenestoúltimo.Jordanmirósonrienteaaquellacriaturadeseisaños.—Gracias, Sadie. Que sepas que tú eres también una de mis alumnas

preferidas.Lamujerbajitapusogestoperplejoydijo:—¿Jordan?—Entonces miró a la otra mujer y, al reparar en quién era,

añadió lentamente—: ¡Mattie! ¡Oh, Dios! ¡Menuda coincidencia! —Agitó lacabezacomosiquisieradespejarla.

—Sí, señora —repuso Mattie bajando la barbilla—. Encantada deconocerla,señora.

Ella,cuyotonohabíacambiadoporcompleto,respondió:—Mattie,porDios,tutéame,queteconozcodesdequeeraniña.SoyMary.Sus ojos, hasta entonces sumisos, se abrieron de par en par con gesto

maravillado.—¡Santo cielo! —exclamó—. ¿Cómo iba a olvidar yo a la niña más

educadaqueheconocidoenmivida?¡Mírateahora!¡Sierestodaunamujer!—Gracias,Mattie. Sí, soy toda una mujer con hijos—dijo como quien

hablaconunmenor—.Teveomuybien.¿QuétehatraídoaFairOaks?Jordan no pudomenos de indignarse de parte de sumadre ante aquella

transformaciónrepentinadeldesprecioalacondescendencia.—Hemosvenidoaveraun familiar.Unavisita rápida.Mihijo,Samuel,

¿lo recuerdas?, ha venido a hacer un trabajo en Richmond —mintió— y heaprovechadoparavisitaralosfamiliaresquetenemostodavíaporaquí.

—Entonces, mejor no os robamos más tiempo —intervino Lisbeth—.Sadie,diadiósalaseñoritaJordan,quelaverásdeaquíapoco.

Lamaestradelapequeñasabíaquedebíapermanecerensilencio,peronopudoevitardesafiarlaactituddeaquellamujerblancadiciendo:

—Adiós,Sadie.Nosvemosen laescuela.Acuérdatedepracticarbien tucaligrafía.

—Sí,loprometo.—Ytútambién,Sammy—añadióalzandolavoz.—Sí,señorita—repusoél.La jovensealegróalhacerqueaquellamujerblancaoyesealhijode su

amiga llamarla señorita. Eso le recordó que lo que pudiese pensar aquella talMaryno afectaba a sus logros.Sumadreobservó alejarse a aquellas personasblancasy,alverlasdesaparecer,exhalóunhondosuspiro.

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—Esto no es bueno para Sarah. Solo le traerá problemas. ¿Por qué hastenidoquerestregarlequeeressumaestra?

—¿TepreocupaLisbeth?—Ellano,porqueeslistaydiscreta,perolasblanquitasnosabencerrarel

picoyesatalMarysiemprehasidomuylegalista.—Mattiesoltóelairedelospulmones.

Jordan sintió que se le apretaba el nudo que se le había hecho en elestómago.Noentendíamuybienporqué,perosumadrecreíaquehabíapuestoaSarahenunasituacióncomplicada.Rezóporqueseequivocara,aunque temíaquenoseríaasí.

Lasdoscocieronverdurasconjudíasenuncazopuestoalfuegoy,cuandoSarahvolvió de los campos, tenían ya lista la cena. Aunque, a diferencia de la quehabíantomadolanocheanterior,estabareciénhecha,resultabauntantoinsulsapor la faltadesalodecarneconquedarlesabor.Jordan,conelalmaenvilo,aguardaba el momento en que su madre referiría a Sarah su encuentro conLisbethJohnson.

—Parecequeyanovivemuchagenteenlascabañas—observóMattie—.¿Poresoestástúsolaenesta?

Sarahasintiódiciendo:—Traenpeonesparaplantary cuando llega la épocade la cosecha.Hay

muypocosquepasenaquítodoelaño.—¿Desdecuándo?Laotraseencogiódehombros.—Desdehaceunosaños.—Nosuenamuybien—aseveróMattie.—Cosasdelaguerra.Loshombressevanyyanovuelvennidevisita.No

escomoantes.—¿Yadóndevan?Deprontoseabrióconviolencialapuertadelachozaylastresdieronun

brinco.En el umbral se recortó la figura de un hombre blanco grande con unbastónconpuñodeplata.

—Heoídoquehabíaintrusasenmicasa—gritó—yhevenidoaverloconmispropiosojos.

Jordan, con el corazón agitado, hizo ademán de ponerse en pie parapresentarse.

—Hol…Su madre la calló con un violento puntapié por debajo de la mesa.

EntoncesselevantóconSarahmanteniendolamiradabajayellalasimitócon

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todoelcuerpoinvadidoporlaadrenalina.—Buenasnoches,amoRichards—dijoSarah.—¿Y,vosotras,quiénessoisyquéestáishaciendoenmistierras?—espetó

alasotrasdos—.¡YnomevengáisconcuentosdequevenísdeShirley!—Solo hemos venido a ver a Sarah, señor—aseveróMattie—.Mi hijo,

señor,teníaqueiraWashingtonyhemosaprovechadoelviaje.El hombre se acercó a Jordan, tanto que le cubrió la cara con su aliento

caliente.Lajovensintióqueselesecabalabocayselehumedecíanlaspalmasdelasmanos.Aterrada,tuvoquecontenersecontodassusfuerzasparanodarunpaso atrás.Sintió lamiradadel hombre recorriendo su cuerpode arriba abajo.Habíaapartadolavistaylafijóenelbastónquellevabaenlamano,rematadoconlafiguradeunáguila,aunquenodejódemirardesoslayocadaunodesusmovimientos.

—¿Dóndevivís?—masculló.Jordan dio un respingo al notar en la mejilla gotas de saliva salidas de

aquellaboca.Sinalzarlavista,miródereojoasumadreconlaesperanzadequelarescatase.Temíaempeoraraúnmáslasituaciónsihablaba.

—¡Nolamiresyresponde!—gritóél.—De Ohio —repuso con voz temblorosa antes de recordar que debía

añadir—:señor.—Asíqueseñor,¿no?Sevequetecuestadecirlo.Poseídoporlaira,tensótodosucuerpoylaasustóaúnmásconsuactitud.

Diovariosgolpes con el bastón en el suelomientras asfixiaba con lamanoeláguila de metal de la empuñadura. Jordan observó el pico afilado de aquelanimal, consciente de que tuvo que ser una vara como aquella, si no aquellamisma,laquehabíagolpeadoymatadoaRebecca,lahermanadesumadre.

—Que sepáis que no sois bienvenidas aquí. ¡Habéis venido a perturbarnuestro modo de vida!—dijo sin dejar de cernerse amenazante sobre la másjoven—.Sarah,¿cómoseteocurreinvitaraestagenteamicasa?Pensabaqueseríasmásinteligente.

—Perdón, señor. Yo no les he pedido que vinieran. Se presentaron sinavisar.

—¿Eresfelizaquí,Sarah?—exigiósaberélsinapartarlavistadeJordan.—¡Claroquesí,señor!Muyfeliz.—¿Tegustaríaquedarte?—Claro,señor.Nuncahequeridovivirenningúnotrositio,señor.—¿Tetratamosbien,Sarah?¿Somosjustos?—Sí, sí, señor —respondió ella con tono entusiasta, aunque Jordan

percibióelmiedoenelqueseapoyabansuspalabras.

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ÉlseinclinómásaúnsobreJordanydijoentredientes:—VolvedaOhioydecidlesatodosqueaquíesfeliztodoelmundoyque

yapuedendejardemeterlasnaricesennuestraslibertades.Jordan asintió con gesto rápido, la boca seca y el corazón a punto de

estallarleenelpecho.—Sí,señor—dijosumadre.Elhombreclavólamiradaconmásintensidadenlajoven.Elcorazónde

Jordanpalpitabacon tanta fuerzaque looíabatir en lacabezay laspiernas letemblabantantoquetemíacaeralsuelo.Estabapetrificada,conlosojospuestosenelbastónyesperandorecibirunaseñaldesumadre.

—¡Ya!—rugióélyelladiounrespingo.—¿Perdone,señor?—preguntóMattie.—¡Queosvayáisya!—ordenóél.Jordansintióasumadredarunbrincopararesponder:—Sí,señor.Conesto,recogiólabolsadetejidodealfombraconlaqueviajabanyse

dirigióalapuerta.Desumanocayóentoncesungranodemostazaque,aldarenelsuelo,sacóaJordandesuinmovilidadyleinfundióunápicedevalor.Alverqueelhombreseguíaestorbándoleelpasocon firmeza, seapartópocoapocohacialaizquierda,conscienteentodomomentodelapresenciadelbastón.Élnosemovió.JordanlorebasócorriendoparasaliralanocheoscurayabandonóaSarahanteeldepravadoquehabíamatadoalatíaRebecca.

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CapítuloonceLISBETH

CondadodeCharlesCity(Virginia)

—Mamá,¿quéesunscalawag?—preguntóSammy.Estaban los tres solos, en el viajedevuelta aRichmond,dondepasarían

dos noches en casa de sus abuelos paternos, los padres deMatthew. Lisbethsintióelinsultocomounpuñetazoenelestómago.

—¿Dóndehasoídoesapalabra?—Johnnydicequelosabuelossonunpardescalawags.—En nuestra familia no usamos ese lenguaje—le recriminó—. Para los

sureñosqueapoyanlacausadelaUnión,esapalabraesmuyirrespetuosa.—¿Y lo son? ¿Son scal…?—Semordió la lengua—. ¿Están de nuestro

lado?—Sí,ynohasidofácilniparaellosniparavuestrostíos.Algunosdesus

vecinoslostratanmal.—¿Quéleshacen?—CuandovuestrotíoMitchsealistóenelejércitounionistametieronenla

cárcelaltíoMichael.—¡Esonoesjusto!—Lagentenoesjustaniamable,durantelaguerra.Unadelastácticasde

laUniónconsistíaenquemarloscampos.Losunionistasrespetaronloscultivosdelabuelo,perootros los incendiarondespuésdequese retirasen lossoldadosdelnorte.

Sammyapoyólacabezaenlasmanosyreflexionóunossegundosantesdedecir:

—Nuncahabíapensadoencómotuvoquepasarlonuestrafamiliadeaquí.—Cuandohayunconflictoresultadifícilpensardemasiadoenlosdelotro

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bando,esmásfácilnosentircompasiónporsusufrimiento.—¿PoresosemudaronaCaliforniaeltíoMichaelysufamilia?—Sí,estabanconvencidosdequeaquínotendríanfuturo.—¿Yporquésequedaronlosabuelos?Sumadre eligió con cuidado las palabras con que transmitirle lo que le

habíandichoellosmismos.—Esteessuhogar,elúnicolugarenelquehanvividoyenelquetienen

también a sus hermanos. Se sienten orgullosos de ser virginianos y de formarpartedelosEstadosUnidos.Comonosotros,tienenlaesperanzadequedejemosatrásesteconflictoysigamosavanzandojuntoscomounanación.

—Nodejasdedecirqueganamoslaguerra,peronoloparece—observóelniño.

—¿Porquélodices?—LaseñoraBartleyfuemuygroseraconlaseñoraFreedmanhastaquese

diocuentadequeeratuqueridaMattie.Entonces,hizocomoquesealegrabadeverla, pero senotabamuchoquenoeraverdad.Además, el señorRichards sepusofuriosocuandoSadie ledijoquehabíavistoa laseñoritaJordan.Quiereshacernosverquelagentenegraeslibrecuandonoloes.

—Sammy…—Lisbethmiróasuhijoysesintióorgullosadesucapacidaddeobservaciónysuperspicacia,aunqueangustiadapornosabercómoexplicarlealgoquenohabíadejadodedesconcertarlaaellamisma.

—Saliódelasaladeestar—siguiódiciendoél—,perolooímoshablaragritosdelos…—pensóenunsinónimoconelquesustituirlapalabraprohibida—losagitadoresquesehabíanpropuestodestruirsuestilodevida.Measustétantoquenisiquieraquiseverlo.

—Amíme pasó lomismo—coincidió Sadie—.Quiere parecer amable,peroesmuymalo.

ALisbethselehizounnudoenelestómago.Nohabíareparadoenquesuhija había oído el ataque de cólera del señor Richards ni, de hecho, en queestuvieraescuchandolaconversaciónquemanteníaconSammyeneseinstante.

—LavisitaaFairOakshasidodesconcertanteyunpocoestremecedora.Estábamostanentusiasmadosconlaideadeiraverlacasaenlaquemecrie…Además,elseñorRichardshasidomuyamable…connosotros.—Seafanóenbuscar laspalabrasmásadecuadas—.AhoraentenderéismejorporquépapáyyodecidimosiraviviraOhio,dondehacemosloposibleporrespetaratodoelmundo. Aquí se enseña a los niños a ser atentos y respetuosos con ciertaspersonasyconotrasno.

—Conlagentedecolor,quieresdecir—repusoSammy.—¿Cuándovamosavolveracasa?—preguntólaniña—.Echodemenosa

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papá.—Yo también—convinoLisbeth—, pero vinimos aVirginia a cuidar al

abuelo en sus últimos días y es imposible saber cuánto tiempo nos necesitanaquí. La muerte viene cuando viene. Después de ir a ver a los abuelos,volveremos a Richmond y ya no tendremos que volver a visitar ninguna otraplantación.

Lisbeth no pudo menos de entristecerse al comprobar la huella que habíandejado los años y la guerra en la vivienda de los Johnson. Si el coste delconflictobélicoeraevidenteencadarincóndeVirginia,elhogardelainfanciadesumaridohabíaempeoradoespecialmente.Lapropiedad,antañoimpecable,teníadescascarilladalapinturaverdedelapuertaprincipalyhabíadichoadiósdemaneradefinitivaalascaléndulasquerodeabanenotraépocaunosrosalesyamarchitos.Enloscamposdelosalrededorescrecíamaíz,cultivodesubsistencia,enlugardetabaco,quehabríasupuestounosingresosmássustanciosos.

NobiendetuvoLisbethelcaballo,seabrióladeslucidapuertadelacasaysalieron a recibirlos los abuelos. Aunque hacía ya más de un año que aquelmatrimonioancianohabíavisitadoOhio,SammyySadienodudaronencorreraabrazarlos.

—¡Habéis crecido los dos casi dos palmos desde la última vez que osvimos!—exagerómamáJohnson.

—¡Aquí hay un abuelo falto de cariño!—Johnson padre se inclinó paraqueSadielepudierabesarlamejilla.

Lisbeth sonrió ante aquella escena.Después de la tensión vivida enFairOaksyRichmond,pasar ahí unosdíasparecíaunabuenísima idea.Su familiapolíticavolveríaasersurefugiosagrado.

—OspresentoavuestrotíoMitch—dijoJohnsonpadreparapresentarlesalhermanodeMatthew.

Lisbethllevabaañossinverloynuncahabíatenidodemasiadotratoconél.Contodo,elparecidoqueguardabaconsuesposohabíahechoquelereservaseunlugarespecialensucorazón.MitchestrechólamanoaSammyydioaSadieunabrazotierno,aunquetorpe,demediolado.

—Mealegrodeverte, hermana—dijo aLisbeth.Cuando se inclinóparabesarlaenlamejilla,lepisólapuntadelzapatoy,ruborizándose,sedisculpóenvozquizádemasiadoalta.

—¡Québienque losniñoshayan tenidoocasióndeconocerte!Seguimosesperando que vengas a visitarnos pronto —contestó Lisbeth sonriendo a sucuñado.

Tras saludarla e interesarse por la salud de su padre, su familia política

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subióconellalasescalerasdemaderadesvencijadasdelporcheparaentrarenlacasa.En la entrada de la sala de estar recordó el instante quehabía cambiadopara siempre su vida.A los veintiún años, cuando apenas había salido de unainfanciaregalada,supoque,enconciencia,nopodíacasarseconEdwarddespuésdecomprenderquéclasedepersonaera.Dioaltrasteconlatradiciónycontodolo que habían planeado sus padres cuando propusomatrimonio aMatthew enaquellamisma casa, sumida en un estado tal de nerviosismo que hasta temiódesmayarse. Él aceptó su valiente proposición y juntos comenzaron una vidanuevaenOhio.Alrecordarlo,seestremeciópensandolocercaquehabíaestadodeconvertirseenesposadeEdwardCunningham.Entalcaso,nohabríatenidoaMatthew, ni tampoco aSammyni aSadie.Aquello habría sidounaverdaderatragedia.

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CapítulodoceJORDAN

PlantacióndeFairOaks(Virginia)

—Mamá,noiráamataraSarah,¿verdad?¿Volvemos?—Jordanapretóelpaso para mantenerse al lado de su madre mientras volvían con premura albosqueparareunirseconSamuel.

—YodiríaqueestaráasalvomientrasnosotrasnosmantengamosalejadasdeaquíyesoesprecisamenteloquevamosahacerhastaqueencontremosaEllayaSophia.Cuando loconsigamos, sevendráconnosotras—repusosumadresindisminuirelritmo.

—¿Ycómodaremosconellas?—Todavía no han suprimido laAgencia de Libertos, ¿verdad?—Mattie

volviólacabezaparahacerseoírmientrascaminaba.Suhijaleindicóconunmovimientodecabezaqueestabaenlocierto.—Puesasílasencontraremos.IremosaRichmondapediralaagenciade

allí quepregunten a lasdemás agenciashastaque averigüemosquéhapasadocon esas niñas. Tu hermano pondrá en práctica sus estudios de Derecho —declarólamadre.

—¡Claroquesí!¿Cómonosemehabíaocurrido?—Lajovenlacontemplóconadmiración—.Poresoqueríasvenirahora,antesdequeladisolvieran.

—Jordan, Samuel y tú sabéismás de libros que lamayoría de la gente,peroesonoquieredecirquesepáismásdelavidaquelosdemás.Noloolvidesnunca.

—¡Tienesrazón,mamá!Enesemomentooyóamartillar un armaentre losmatorralesy sequedó

paralizada.Elcorazónseleibaasalirdelpechoylabocaselellenódeunsabormetálico.

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—¡Samuel!—gritósumadre—.Somosnosotras.SedirigióhaciaellugardelqueproveníaelsonidoyJordanlasiguiócon

cautela. Al abrirse paso entre la maleza vio a su hermano solo, de pie ysosteniendounaescopetaconmanostemblorosas.

—¡Gracias aDios!—exclamó él echando atrás la cabeza y soltando unsuspiro sonoro. La voz le temblaba de emoción—. Ha sido la espera máshorribledemivida. ¡Pensabaquenopodíahabernada tanangustiosocomolanochequenacióOtis,peromeequivocaba!

Abrazóconfuerzaalasreciénllegadasunbuenrato.—¿Tenías en la mano los granos de mostaza? —preguntó su madre a

continuación.Samuelsonrió.—Sí,mamá.—¿Ytehandadounpoquitomásdefe?Samuelseencogiódehombrosmientrashacíaungestoafirmativoconun

movimientodecabezaytorcíalasonrisa.—Sí.Nosécómoniporqué,perosí.—Esquenohayquesabercómoniporquéfuncionalafe.Loúnicoque

necesitasesasegurartedequenotefaltacuandotesientasperdido.Losdoshermanossemiraronconlaexpresiónqueusabanparasignificar

queambossabíanquetodoaquelloeransupersticionesdesumadre,alaque,sinembargo, querían con toda el alma.Mattie se inclinóhacia ellos para susurrarcomosihubieraalguienporallíresueltoaescucharloquedecían:

—He dejado un grano en la cabaña para darle a Sarah parte de mi fecuandopierdalasuya.

Aquella mañana, temprano, partieron hacia Richmond, a medio día de viaje.Pese a los deseos de Jordan de ponerse en marcha enseguida, Mattie habíainsistidoenqueeramásseguroviajardedía.Lajoven,tantensacomosumadre,hizoeltrayectomirandohaciaatrásafindeavisarencasonecesario.Amitaddecaminosealarmócuandoelcarrosedetuvosinmotivoaparente.Sediolavueltaenseguidaafindesabercuálhabíasidolacausaynovionadaquelesestorbaraelpaso.MiróasumadreyluegoaSamuel.Suhermanoteníalacabezagacha.Empezóapreocuparse,peroacontinuaciónoyóun leve ronquidoquesalíadesuslabios.

Sehabíaquedadodormidoconlasriendasenlamano.Lafaltadesueñodeaquellas noches había hecho mella en él. Su madre lo despertó y aunque él,avergonzado, insistióenquepodía seguir adelante, acabóporavenirseaecharunasiestatumbadoenlacajadelcarro.Mattiesepasóalladodelconductor,su

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hijasesentóconelladelanteyreemprendieronlamarchahaciaRichmond.Poco antes de llegar al puesto de peaje de Mánchester, situado en las

afueras de la ciudad, despertaron a Samuel, pues, según sumadre, él llamaríamenos la atención que una anciana negra manejando el carro. Jordan respiróhondoparamantener lacalmamientrasesperabanparapagar,pero losdejaronpasarencuantoSamueldioeldinero.

Richmond no era tan grande como Cincinnati, sino más bien comoCleveland,perotodoestabamuyapiñado.Samuelhabíaleídoqueenelúltimocenso, llevado a cabo en 1860, se habían contado casi treinta y ocho milpersonas,unterciodelascualeserandecolor.Comolamayoríadelasciudades,había crecido de forma significativa durante la guerra, sobre todo gracias a lapoblaciónliberta.

Lacarreteraerauncaminodegravillaamplioyllanoquenoseparecíaennada a cuanto habían conocido hasta entonces.Aunque hizo falta persuadirloscon mimos, los caballos aceptaron al fin que podían avanzar con la mismarapidezqueelrestodevehículos.Jordanestabademasiadodistraídaconeltrajínque los rodeaba comopara sentirse preocupada.Abordo de los vapores y lasbarcazas que surcaban el James hacia el sur, trabajaban hombres negros yblancos. De la ciudad entraban y salían carros llenos demercancías. AlgunosllevabancargamentostanvoluminososqueSamuelteníaquehacerseaunladoyparar la marcha para dejarlos pasar. En uno y otro sentido pasaban jinetessolitariosalgalope.

—¡Noteníaniideadequeestoestaríatanconcurrido!—exclamó.—¿Cómo vamos a encontrar la oficina de la Agencia de Libertos? —

preguntólahermana—.¿Dóndevamosadormir?—Acuérdate:hayqueencontrarestaiglesia—dijolamadretendiéndoleel

papeldelpastorDuhart—.El reverendodicequenosayudaránen todocuantonecesitemos.

—EstáenelcrucedeClayconAdams—leyóJordanantesdemirarasualrededoryverquenohabíanadaqueindicaseelnombredelasdistintasvías—.¿CómovamosasaberquécalleesClayycuálesAdams?

—Cuandodejemoslacarreteradepeaje,podremospreguntaralaprimerapersonadecolorqueparezcaamable—respondióSamuel.

—La bondad de los extranjeros —razonó Mattie— suele ser un granaliado.

—¡Ay, Dios! —exclamó Jordan cuando, de pronto, se encontraron enmedioderuinascarbonizadas.

A un lado y otro de la calzada se veían edificios incendiados a cuyoalrededoryacíandispersoslosescombros.Elfuegoquehabíacausadoestragos

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enaquellasviviendasdebíadehabersidocolosalparaalcanzartantasmanzanas.Laconstruccióndecolumnasblancasquebrillabarelucientealsolenlacolinaque se alzaba a su derecha ofrecía un marcado contraste. La joven sintió unescalofrío al darse cuenta de que se trataba del capitolio de laConfederación.Jefferson Davis había trabajado entre sus muros y a escasa distancia seencontrabasuCasaBlanca.Estabanenelcorazónmismodelbandoenemigo.AlsurasomabandelasagitadasaguasdelJamesvestigiosdepilaresdepiedraquemarcaban el lugar en que había habido un puente. Aunque en algunos de losedificiosenruinashabíatrabajadoresretirandocascotesohaciendoreparaciones,los restos se hallaban desiertos y en silencio como un fantasmagóricorecordatoriodeladevastaciónquehabíavividolaciudadafinalesdelaguerra.

JordanquedóprendadadelahospederíadelaseñoritaGrace.Nell,laesposadelreverendo,loshabíallevadohastaaquellacalledecasasreciénconstruidas.Lasviviendas estaban tan cerca unas de otras que compartían pared. La joven nohabíavistounasolacarablancadesdequehabíanllegadoaaquelbarrio,JacksonWard. La señorita Grace, que había nacido libre en Richmond, alquilaba tresdormitoriosbienamuebladosagentesdecolorqueseencontrabandepasoenlaciudado sealojabanallíhastaquedabanconundomiciliodefinitivo.Aunquehabía imaginadoque le costaría sentirse a gusto en la casa de una extraña, suanfitrionahizoquesesintierancomoenlasuyapropia.

Despuésdevariassemanasdependiendodeunabolsadeviaje,fuetodounalivio poder deshacer el equipaje y colocar la ropa en un armario. Mattie yJordan se ocuparon de convertir aquel cuarto en un hogar. Sumadremetió lamanobajo lacamisolaysacóun fajogruesodebilletes. Jordan lanzóungritoapenasahogadoylaviolevantarelbrazoparacolocarlosenlapartetraseradelabaldadelarmario.Sumadre,alversugestodeindignación,explicó:

—Habráquecubrirlosgastos,¿no?—¿Dedóndelohassacado?—preguntóJordantratandodecontenerse.—Heestadoahorrando—fuelapocosatisfactoriarespuestadeMattie.Suhijasedirigióalanaquelyalargólamanoparahacerseconeldinero.

Daba por sentado que sumadre protestaría, pero lamujer se limitó amirarlamientrascontaba.¡Sesentadólares!Debíadehaberestadoahorrandovariosañosparareunirsemejantecantidad.

—¿Teníaistodoestocuandotantafaltamehizoparapagarmelamatrícula?—Jordanfueconscientedelacaloramientoquehacíapatentesuvoz.

—Sabíamosqueconseguiríastúsolaeldineronecesarioparaelloyasífue.Jordan la traspasó con la mirada, expresando en silencio su dolor y su

confusión.

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—Notodostienenlasuertedequelesregalenunavidaporquesí—dijosumadre.

La jovensintióque la rabia le revolvía lasentrañas.Durantesu infancia,suspadresnohabíandejadodereprocharlequenovalorabatodoloquehabíanhechoparaquepudiesevivirenlibertad.Nadadeloquepudieralograrsuperaríajamáslahazañadeescapardelaesclavitudconunbebéatadoalaespalda.

—Yohe trabajadomucho,muchísimo,para serunaalumnaexcelente—declaróJordanhaciendoloposiblepornoalzarlavoz—.Notenéisniideadeloque supone ser una de las pocas estudiantes negras, y mujer además, de launiversidad.NohabíaunsolodíaquenotuviesequedemostrarqueeracomolosdemásalumnosdeOberlin.Encima,meviobligadaapordiosearparaconseguireldinerodelamatrícula.

—Los feligreses de nuestra iglesia te ayudaron a mucha honra con unacolecta.Además,recibisteunabecamuygenerosadelaUniversidaddeOberlin.Papáyyoteníamosfeenquetelasingeniaríasylohiciste,¿verdad?

Lajovennodudóencontraatacar:—Papá y tú podríais haberme ahorrado mucha vergüenza y mucha

humillación.¿Yporquénolohicisteis?¿Por«parientesdeotroestado»?Mattienocedió.—Paramínoson«parientesdeotroestado».¿Oesquetúteolvidarásde

nosotros cuando vivas enNuevaYork? SiOtis necesita algo de aquí a veinteaños,¿noleharáscaso?

Jordan aspiró sobresaltada y sintió que se diluía su indignación. ¿CómohabíasabidosumadrequeteníaintencionesdemudarseaNuevaYork?Lamirófijamentesinsabermuybienquédecir.

—Nosoytonta:séquehashechoplanesparadejarnoseirtealaciudad—dijoMattie.

La joven sintió el corazón desbocado y lasmanos sudorosas.No era asícomohabríadeseadomanteneraquellaconversación.Alfinal,relajólamiradaydijo:

—Supongoquelasdoshemostenidonuestrossecretos.—Mequedabalaesperanzadequecambiarasdeopinióndespuésdeeste

viaje.—Los ojos de sumadre se enternecieron también—.De que vieras queaquíseguíamosteniendomuchoporloqueluchar.

Oyéndola hablar, Jordan la sintió pequeña y vulnerable. A pesar de suenfado, sintió lástima por ella. Toda aquella excursión podría haber sido unaestratagemaparatenerlaasulado.Sumadreeracapazdetamañamanipulación.Noqueríaentenderquesuhija teníaunaexistenciapropiaquevivir,que teníaqueserlibreasumanera,independientedesuspadres.

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—Mamá, para mí, el derecho al voto constituye una causa por la queluchar.¿No tedascuentadequemis libertades también importan?—preguntóimplorante.

Entonces llamaron a la puerta y entró Samuel para comunicarles que laseñoritaGracey laseñoraWashington losesperabanparacharlarenelporcheprincipal.Jordansiguióasuhermanoyasumadrealaplantabajasindejardedar vueltas a la conversación que acababan de interrumpir. Se preguntaba siSamuel estaría también al tanto de su proyecto. ¿Y su padre? ¿No se habríanpropuestotodoshacerqueseocuparamásdelsufrimientodeloslibertosquedela causa del sufragio femenino? Aunque enfadada con su madre por haberaveriguadocuáleseransuspropósitos,habíasentidociertoalivioalsaberquenoerayaningúnsecretoyquenotendríaquepasareltragodedarlanoticiaasufamilia.

—La señora Washington dice que están buscando ustedes a unas niñas quevendieronaunaplantacióndelSur—dijolaseñoritaGraceporromperelhielo.

Jordanasintió.—AunadeCarolinadelNorte,creemos.—¿Dedóndevenían?—DeFairOaks,enCharlesCity—respondióMattie.—¿DeFairOaks?—LaseñoritaGraceechóhaciaatráslacabezacongesto

pensativoantesdemiraralaseñoraWashingtonypreguntar—:¿NoeradeallíEmily?

—¿Quién?—dijolaseñoraWashington.LaseñoritaGraceseexplicó:—William,elhijodeAriyWinnieSmith,secasóconunatalEmilyque

creoqueeradeFairOaks.LaseñoraWashingtonasintióconlacabeza.—Mesuena.—¿Emily laFlacucha?—preguntóMattie—.¿Unaaltaycafécon leche,

deunoscuarentaaños?—Sí—repusolahospedera—.LafamiliadesumaridoviveenlaSegunda,

alavueltadelaesquina.—Vaya,vaya,vaya.¡Quépequeñoeselmundo!Primeronosencontramos

alaseñoraLisbethyahorarecibonoticiasdeEmilylaFlacucha.—¿QuiénesEmilylaFlacucha?—Cuandoamímesacarondelacasa,ellafueladoncelladeLisbeth.No

creo que ahora esté tan flaca—añadió con una carcajada antes de adoptar ungestotristeconlamirada—.Nuncafuimosmuyamablesconella.

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—Yameacuerdo—tercióSamuel—.Todaslaevitabaiscomosifueseunfantasmayyonolleguéaentendernuncaporquéossacabadequicio.

Suhermanalepreguntósorprendida:—¿Tútambiénlaconoces?—No.Emilyvivíaenlacasaymamáeralaúnicaquecruzabalafrontera

entreesosdosmundos.MamáyLisbeth.—¿Noentrastenunca?—Nunca, pero todos la teníamos siempremuypresente.—Trasperderse

unosinstantesensuspensamientos,Samuelsacudiólacabeza—.Tengoaquellavidaenlamemoriacomounsueñoo,másbien,unapesadilla.

—Emilyerahijadelamo—revelóMattiesinaspavientos—ylallevaronalacasacuandomuriósumadre,poresonolatratabanadiemuybien.

AJordanseleencogióelcorazón.Sintiódenuevoquelacrudarealidaddela esclavitud la afectaba comoun golpe físico, comouna coz en el estómago.Nuncahabíavistoasumadresercruelconnadie.¡Sihastarezabaporlagentealaquenosoportaba!¿Cómoeraposiblequetratasecondesdénaunahuérfana?

—Semudóaquíconellos—anunciólaseñoraWashington.—¿Conquién?—preguntólajoventemiendolarespuesta.—Conlafamiliadesuamo—contestólaseñoritaGrace.Jordansintiórepugnanciaantelapalabraamoyantelaideadequeaquel

hombrehubieraengendradoaesatalEmilyylahubieseobligadoluegoavivirconél.

—¿Cómopuedencontarunacosaasícomosinada?¡Eshorrible!—Sintió,rabiosa,queselesaltabanlaslágrimas.

Sumadreladeólacabeza.—Nohacefaltaquemedigasqueeshorrible,Jordan:yolohevivido.—Lo siento, mamá, es solo que… —Al verse sin palabras, optó por

respirar hondo—. Lamaldad tienemuchas caras.Demasiadas para que puedaentenderlas.

—Tienes razón—convinoMattie y todos afirmaron con la cabeza paradecirquetambiénestabandeacuerdo.

—Hayunascuantasformasdeencontraraesasniñas—aseverólaseñoraWashington tendiéndole un periódico—. Pueden ustedes publicar un anunciocomoestoseneldiarioacolordeCarolinadelNorte.

MattieentregóeldocumentoasuhijoySamuelloleyóparatodos:

EvansGreendeseaencontrarasumadre,laseñoraPhillisGreen,alaquedejóenVirginiahaceunosaños.Pertenecíaaldifuntoseñor

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Cook,deWinchester,cuyohijosiguiósuspasosenlaabogacía.Seagradecerá cualquier información al respectoquepuedan remitiraldiario.

De este anuncio, pasó al siguiente para transmitir el contenido con voztemblorosa:

BUSCOINFORMACIÓNsobremishijos,Lewis,LizzieyKateMason,alosqueviporúltimavez enOwensboro (Kentucky), siendo lasniñas«propiedad»deDavidyJohnHartyelniñodeThomasPointer.Suafligidamadre,CatherineMason,agradecerátodainformaciónquepuedan hacer llegar al número 1.818 de la calle Hancock deFiladelfia,entreMasteryThompson.

Jordan sintióque semareaba. Imaginó rostrosdeniños.Miróelperiódicoqueleíasuhermanoyvioquelapáginaestaballenadeaquellosanuncios.

—¿Yfunciona?—preguntó.LaseñoritaGraceseencogiódehombros.—Por lo menos sirve para que la gente tenga la sensación de estar

haciendoalgoporencontraralossuyos.—¿Cuántocuestaponerunanuncioasí?—quisosaberSamuel.—Dosdólaresymedioportenerlounmesenelperiódico.Su hermana, sumadre y él ahogaron un grito al unísono ante semejante

cantidaddedinero,excesivainclusoparaellos.—Unaapuestamuycara—apuntóeljoven.—EnelChristianRecorder salemásbarato: cincuenta centavospormes

—dijo la señoraWashingtonantesde facilitarle aSamuel algunosnúmeros—.Los domingos los leen los reverendos ante su parroquia. Varias familias denuestraparroquiahanlogradoreunirse.

Samuel pasó las hojas en silencio antes de compartir los diarios conJordan.

—Leédmelos,porfavor—pidiósumadre.Lajovenseaclarólagargantaysecentróenelqueencabezabalapágina:

BUSCO INFORMACIÓN sobre mi madre, Virginia Sheperd, y sobre mishermanas,Mary, Louisa,Mandy y Caroline Sheperd;mi hermano,WilliamH.Sheperd;mitíoPatenSheperd,ymitíaDibsyMadison,propiedad todos ellos de Ben Sheperd, así como sobre mi tía

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Martha Young, propiedad de Henry Young. Todos vivían en elcondadodePrinceEdwarddeVirginia.MimadreysuscuatrohijosfueronvendidoseneltribunaldelcondadodePrinceEdwardauntratante llamado Sam Jenkins. Martha Sheperd agradecerácualquierinformaciónrelativaalassusodichaspersonas.Dirección:MarthaParis, Lebanon (condadodeSaintClair, Illinois). Por favor,señoresministrosdeDios,leanesteanuncioasuscongregaciones.

Trasojear lascuatroplanas llenasdeavisos semejantes,quedóconel corazóndoloridoyalbordedelllanto.Miróasumadreyresumió:

—Todosdicen lomismoenesencia: cambian losnombresy los lugares,pero todos son de gente que busca a sus familiares. ¿Los leen —preguntóentoncesalasdosmujeres—envozaltaenelculto?

—Todaslassemanas—confirmólaseñoraWashington—.Esunmomentosagrado, porque el templo entero esperaque sedé alguna coincidencia.Todosafinamos el oído y escuchamos muy atentamente. Solo ha pasado dos veces,pero,¡ay,Dios!,¡quéalegríamásgrande,oíraalguiengritarenlaiglesiaporqueconoce a la persona que ha puesto el anuncio!—Su rostro parecía lleno deljúbiloqueemanaelEspírituSanto.

Jordanvolvióaquedarseestupefacta.Laesperanzaylaresistenciaconqueaquellas personas hacían frente a un dolor y una pérdida abrumadores leresultaban sorprendentes…y la conmovían.Respiró hondo y se reclinó en suasiento.

—¿YlaAgenciadeLibertos?—preguntósumadre.La señoraWashington levantó loshombrosa lavezqueasentía conuna

extrañacombinacióndegestos.—En realidad—dijo la señoritaGrace—, no tenemosmucha fe en esos

avisos,perolociertoesqueavecessíconsiguenalgo.Comoesgratis,notienennada que perder por acudir a ellos con los nombres de las personas que estánbuscando.Dañonolesvaahacerypodríaserlesdeayuda.

—Yelorfanato—añadiólaseñoraWashington—.Tambiéntendríanqueiravisitarlo,porqueesascriaturitaspodríanhaberacabadoenlacalle.Unavezencontramosallíaunchiquilloalqueestabanbuscando,graciasaDios.

PensandoqueaMattieyaEmily lesgustaríaponersealdíadespuésde tantosaños,laseñoritaGraceinvitóaJordan,aSamuelyasumadreairdevisitaalacasa de los padres deWilliam.Mattie, pormás que hubiera dejado claro quenuncatuvieronunarelaciónestrecha,síaceptóconentusiasmo.

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—Hola,Mattie—dijolamujerdepielcanelaconunasonrisatímidatrashacerlosentrar—.¡NomedigasqueesSamuel!¿YJordan?—Meneólacabezaconaireincrédulomientraslestendíalamano.

—¡Cuéntame!¿Cómotevatodo?—dijolareciénllegadacuandotodossehubieron sentado—. ¡Toda unamujer, una señora casada y con un retoño! ¡Ylibre!

Emilysoltóunbufido.—YodiríaquelaseñoraAnnnoopinalomismo.Mattiedejóescaparunarisita.—¿Cómo lesva a losWainwright? ¿Sigueel amo Jack tandesagradable

comosiempre?—Puesacabandenombrarlojuezdepaz.Tratadeserpoderoso.Mattie chasqueó la lengua ymeneó la cabeza ante tal noticia. Jordan no

entendióbiendel todo loque estabaocurriendo,peronoquería interrumpir laconversación con una pregunta.Aun cuando le costara avenirse a oírla llamaramoaunhombreblanco,resultabaencantadorverasumadreconvertidacasienunacolegialachismeandoconunacompañera.

—ElseñorWainwrightnotardaráenpasaramejorvidayporesarazónlaseñoraLisbethhavenidodevisitaparacuidarlo.

Mattiemiróasuhija.—Loqueexplicaquelaviésemos.—¿Oshabéiscruzadoconellaporlacalle?—No,enFairOaks.FuimosaveraSarah.Emilyarrugóelentrecejo.—EsperoquenoosvieraelseñorRichards.Dicenquesehatomadoelfin

de la guerra peor que nadie.Hay hacendados que se han adaptado a la nuevasituación,perootros…siguenpeleandoporlacausaperdida.

—¡Nosechódeallí!Nohepasadomásmiedoenmivida.Enesemomentoentrócorriendouncríoblancoseguidodeunhombrealto

decolor.Elniñollegóagitandounguantedebéisbolyexclamando:—¡Mamá,Sammydicequemeloquede!—Willie,noseasmaleducado.—Emilyseñalóconungestoasusinvitados

antesdepresentarlesasuhijoysumarido.Jordansediocuentaentoncesdequeelpequeñonoerablanco,sinoquelo

parecía,loquenolesorprendió,dadoquetantosumadrecomoWilliamteníanlapielbastanteclara.Loshombresseestrecharonlamano.

—Ese guante… ¿no te lo habrá dado Sammy Johnson? —preguntó lajoven.

Willieasintiócongestoperplejo.

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—Sammyestodounfanáticodelbéisboly,además,estácomolococonsuguante—siguiódiciendoJordan—.Tienesquehaberlecaídomuybien.

—¿ConoceustedaSammy?—preguntóélconvozmaravillada.—Esunodemisalumnos.El chiquillo lamiró boquiabierto y con una expresión amedias entre la

incomprensiónyelrecelo.—Trabajo demaestra enOberlin—le explicó ella—, lamayor parte del

tiempolesdoyclasealosmáspequeños.—Nosabíaquehubieseseñoritasnegras—repusoWillie.—Puesyalosabes—dijoellaconunasonrisa.—¿Ustedtambiénesmaestro?—preguntóelniñomirandoaSamuel.Samuelnegóconlacabeza.—Yo estudié Derecho, no Magisterio, y además hago muebles con mi

padre.Williamreaccionóenseguidaanteaquellainformación.—¿Haoídohablardelanuevaenmienda,laDecimocuarta?—Claroquesí.—¿Yesverdadquedicequepuedovotar?—Eso pensamos—repuso Samuel antes de añadir—: No hay nada que

garantice que los estados vayan a respetar esa intención, pero la Unión noreadmitiráaVirginiahastaqueseapruebeunanuevaConstituciónestatal,loqueexigelaconcesióndelderechoalvotoparatodos.Sinembargo,haysenadoresque defienden la necesidad de una Decimoquinta Enmienda que conceda demaneraexplícitaalosnegroselderechoalsufragio.

—Alosnegrosvarones—corrigióEmily.Jordan lamiró conun respetoqueno le había profesadohasta entonces,

sintiendoquetalvezteníaunalmagemelaenaquellaEmilylaFlacucha.Sumarido,encambio,hizocasoomisodeaquelcomentarioypreguntóa

Samuel:—¿Esverdadquedicequelosoficialesconfederadosnopodránvotar?—No, eso es un rumor falso —aclaró el jurista—. Pueden votar, pero

quienes hayan cometido actos de insurrección o rebelión contra los EstadosUnidos no podrán ocupar ningún cargo estatal ni federal ni recibirán pensiónalgunaporhaberparticipadoenlaguerra.

—¿Y qué pasa con los salarios? ¿Exige esa enmienda que se pague lomismoalasdistintasrazas?

—Enmiopinión,sí.Laigualdaddeberíadarsetambiénenlasretribucioneslaborales,aunquemetemoqueelGobiernoFederalnolaharácumpliramenosquecuenteconunaampliamayoríarepublicana.¿Tieneustedtrabajo?

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—Sí,enlaTredegar.—¿Lafábricademuniciones?Williamasintióconunmovimientodecabeza.—Demaneraqueabasteciódearmasalosconfederados—señalóSamuel

con la misma incredulidad que se había apoderado de Jordan. ¿Cómo podíaapoyarunhombredecolorlacampañabélicadelossudistas?

—Sí.Intenténopensardemasiadoenelusoquelesdarían.Siempretratabadeprovocaralgunataraparaquenofuncionasenbien:unauniónmalhechaparaquelessalieseeltiroporlaculataycosasasí.

Mattiepreguntóentonces:—¿Nolahancerradoahoraqueyanohayguerra?Elhombresoltóunacarcajadamientrasnegabaconungesto.—Ahorafabricamosmaterialesparaelferrocarril.Estamostrabajandomás

quenunca.Estoycontentodetenertrabajo,peronomehaceningunagraciaquea los blancos les paguen mucho más por hacer lo mismo y menos si soninmigrantes.

Jordanseguíaconinteréslaconversación,peronoteníamuchoqueañadir.El talWilliam parecía un buen hombre, pero no acababa de entender por quéseguían Emily y él en un lugar que ofrecía un número tan reducido deoportunidadesasufamilia.

En lugar de las oficinas amplias y bien equipadas que había esperado, Jordandescubrió que la Agencia de Libertos no era más que una sala deslucida sinmuchomásmobiliarioqueunescritorio.SeencontrabaalasombradelCapitoliovirginiano, el edificio que había ejercido hacía no mucho de sede de laConfederación. Caminando hacia aquel lugar ominoso, Jordan se tuvo querecordarquelosEstadosUnidoshabíanganadolaguerra.

Cuandoentraron,alzólavistadesuspapelesunhombreblanco.Enlasalano había nadie más. Una de las paredes del despacho estaba cubierta concomunicaciones que exponían el derecho recién concedido a todos losestadounidenseso,almenos,atodoslosestadounidensesvarones.

—¿Enquépuedoayudarlos?—preguntó.Samuelcaminóhaciaélconlamanotendida.—SoySamuelFreedman.Elhombresepusoenpieyselaestrechó.—JamesBrooke.Encantado.—Estamostratandodelocalizaraunfamiliarytenemosentendidoquehay

unregistroenelquepodríaaparecersunombre.ElseñorBrookeloinvitóatomarasiento,rebuscóentresuscajonesysacó

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un volumen. En todo momento actuó como si estuvieran solos Samuel y él,agraviandoasíaJordanyasumadre.Lamásjovenserecordóqueaquelnoeraelmomentomásindicadoparaexigirrespeto.

—Enfin,señor…—Freedman,«liberto».Nodeberíaserdifícilderecordar—bromeóél.ElseñorBrookefruncióelceñoysoltóunarisotadaalentenderelchiste.—¡Ah,claro!Enfin,señorFreedman,haréloquepuedaporreunirlocon

su familiar antes del cierre de la agencia, pero debo advertirle que no deberíaesperargrancosadeestedespacho.

Samuelasintiósinpalabras.—Nos han notificado que cerramos de aquí a dos meses. Según el

GobiernoFederal, hemos«concluidonuestra labor». ¿Sabe cuántos empleadostiene en Virginia la Agencia de Libertos?—preguntó el funcionario con vozcargadadeemociónmientrasmirabaexpectanteasuinterlocutor.

Samuel negó con la cabeza. Sumadre y su hermana hicieron otro tanto,aunqueélnolesestabaprestandolamenoratención.

—Son143—manifestó—.¿SabecuáleslapoblacióndeVirginia?—Ysinesperar respuesta, contestó—: Pues sepa que en este hermoso estado residenpocomenosde ciento cincuentamil almas.Una terceraparte está conformadapor libertos y la mayoría del resto, por confederados resueltos a mantener lasituaciónporlaquecombatieronenlaguerra.—Elhombreexhalóunsuspiro—.Hemos aportado nuestro granito de arena, pero lamayor parte del tiempo noparecequeesoseagrancosa.—Tomólaplumaypreguntó—:¿Nombre?

—Samuel Freedman—respondió el otro, frustrado a todas luces por lafaltadeatencióndelseñorBrooke.

—Elsuyono,eldesufamiliar.—Enrealidadsondos:SophiayElla.—¿Apellido?—añadióelotrosinlevantarlacabeza.—TenemosmotivosparacreerquepuedenestarusandoeldeBrown.—¿Últimaresidenciaconocida?—CarolinadelNorte.—¿Puedesermásconcreto?—Ojalá.—¿Ojalápudierasermásconcreto?—No,señor—seexplicóSamuel—.VivíanenFairOaks,cercadeCharles

City, cuando las vendieron a la plantación Ojalá, de Carolina del Norte. ElpropietarioeraentonceselsenadorStone.

—¿Edad?—Nueveydoceaños.

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Elhombrevolvióasoltarunsuspiro.—¿Ahoraoentonces?—Ahora.—¿Cuándolasvendieron?—En1864.Elhombre levantó lavistadeldocumentoarrugando los labioscongesto

preocupadoy,vaciandodenuevolospulmones,dijo:—Despuésdelaemancipación.—Meneólentamentelacabeza—.Yovine

aquípara contribuir aun finnoble,perome temoqueesnuestra causa laqueestá perdida.—Dejó lamirada extraviada en el espacio antes de preguntar—:¿Dedóndesonustedes?

—DeOhio.—¡Nomediga!—exclamóconunasonrisairónica—.Yotambién.Serví

enla16ªdivisión.—EntoncesparticipóenlabatalladeShiloh.—LodeSamuelfuemásun

asertoqueunapregunta.—Sí,yfuetanterriblecomosecuenta.¿Yusted?—Enel5ºregimientodelastropasdecolordelosEstadosUnidos.—EntoncesyaconocíaVirginia—dijoelotro.Todoapuntabaaquedebía

dellevarlacuentadeloslugaresenquehabíancombatidolasdistintasunidades.—Sí—respondióSamuel.Jordannopasóporaltoquehabíapreferidoomitirquehabíanacidoallíy

loentendió,pueslagentenosolíatratardelmismomodoaquieneshabíansidoesclavosyél,porlotanto,nolorevelabasinunmotivodepeso,sobretodoanteblancos.

ElseñorBrookeintensificósumiradaydijo:—Traslaguerraquiseasegurarmedequenuestralucha,yconellanuestros

muertos,nohabíasidoenvanoyporesomeinscribíenlaagencia.Novayanacometer el mismo error que yo pensando que es posible mejorar de veras lasituación desde aquí. No hay nada que podamos hacer para garantizar losderechos de los libertos, conque vuélvanse a Ohio. Yo, cuando cierren esto,pienso volver con los míos para ayudarlos. Mi madre ya se ha sacrificadobastante.Mihermanoperdióunapiernaymipadretienelosnerviosdestrozados.Menecesitan.—ClavólamiradaenSamuelenesperadeunarespuesta.

—Loentiendo,señor.Tendréencuentasuconsejo,pero,enestemomento,mientrastodavíaestamosaquíustedyyo,leagradeceríamosmuchísimocuantopudiesehacerporreunirnosconnuestrassobrinas.

—Descripción—siguiódiciendoelotro.Samuel respondió tan bien como le fue posible. La información de que

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disponían era tan exigua que Jordan apenas abrigaba esperanzas de que fueraposibledarconSophiayElla.

—¿No tiene una lista que puedamirar para ver si ya cuentan con algúndatodeellas?—preguntósumadre.

ElseñorBrookelamirócomosorprendidodequesupiesesiquierahablarychasqueólalenguaantesdesacarunahojadepapelimpreso.

—¿Debosuponerquenosabenleer…?—dijo.—Mi hermana y yo hemos recibido una buena formación académica—

respondióSamuel—.Ellaesmaestrayyosoyabogado.—Mmm…—gruñóel señorBrookeantesdedar lavueltaaldocumento

paraquepudieraconsultarlo—.Enesecaso,mirenaversiestánaquí.Asílohicieron,peronodieronconnadaquepudierallevarlosaEllania

Sophia. Antes de salir del despacho, aquel hombre entregó a Mattie uncuadernillo titulado «Consejos sencillos para libertos», escrito por ClintonB.Fisk,subcomisariodelaagencia.MattieselotendióaJordan,queloojeódecamino a casa de la señorita Grace. Aún no había acabado cuando seacomodaronenelsalóndelahospedería.Amedidaqueavanzabaensulectura,ibaaumentandosuindignación,hastaquealfinalestalló:

—¡Escuchadesto!

Dejenquelesdigaalgoacercadesuantiguoamo.Puedequefueseunamoexcelenteoquenolofueratantocomoerasuobligación,pero todo eso es agua pasada: él ya no es su amo y deborecomendarlesencarecidamentequeseavenganconél.

Éltambiénhasufrido,igualqueustedes,enlaguerra.Havistoquesu riqueza sedisolvía comosederrite la cerapuestaal fuego.Havisto a parientes cercanos, en muchos casos sus propios hijos,morirenelcampodebatallaoquedarlisiadosdeporvidasinqueelGobiernovayaaotorgarlespensiónalgunaporelhechodenohabercombatidobajosubandera.Ustedeshanrecibidolalibertadencontradelavoluntaddeélytodoeldineroquehabíapagadoparaadquirirlossirvedetantocomosilohubieraarrojadoalmar.

Lajovenalzólamiradadelpanfletoysepreguntó:—¿Qué esperan, que los libertos se compadezcan de sus antiguos

propietariosporquehanperdidopartedesudinero?Agitólacabezaysiguióleyendo:

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Estotalmentenormalquesesientaresentido,quelloresupérdida,quenecesitetiempoparaadaptarsealnuevoordendecosasyquetarde unos años en renunciar a sus modales de amo, como austedes les resultará difícil desprenderse de sus hábitos deesclavos.

También esnatural que semuestre severo conustedes. Es ciertoqueustedes,ensuservidumbre,nohanhechonadaporagitar lasituación, no se mezclaron en política, no eran republicanos nidemócratasynopropiciaronlaguerra,yélreconocequedurantetodoelconflictosecondujeronconcorrección.Sinembargo,cadavezquelosve, leresulta imposiblepensarenelgrancambioquese ha producido sin culparlos por ello, a pesar de que suentendimiento le diga que debería elogiarlos en lugar decensurarlos.

Debenpensar en estas cosas ymirar con clemencia a su antiguoamo.Puedeserquehayancrecidoconélenlamismaplantación.No se malquisten ahora: si pueden, aúnen intereses para vivir ymorirjuntos.

Mattiechasqueólalenguavariasveces.—¡«Aúnen intereses»! Este hombre no tiene ni idea de lo que está

diciendo.

Ustedes desean su dinero, o sus tierras, y él quiere su mano deobra.Sinustedesnopuedeseguiradelantey,enlamayoríadeloscasos, verán que se trata de un hombre tan amable, honrado yliberal comoelquemás.Dehecho, lesprofesaalgo semejantealafecto que se tiene por un familiar y, pese al rencor, he podidocomprobarque lesdeseaun futuropróspero.Sean francos,pues,conélytrátenloconrespeto.

No piensen que, para ser libres, tienen que indisponerse con suantiguoamo,hacerlasmaletasymudarseaunaciudadextraña.Esungranerror.Comonormageneral,porelmomento,puedenserigual de libres yde felices en su antiguohogarque en cualquier

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otrapartedelmundo.

Jordanalzólavistadeltextoconexpresiónincrédula.—¡Y esto lo dice la Agencia de Libertos! ¿Cómo pueden animar a los

antiguosesclavosaserclementesconsusamosy«vivirymorir»conellos?LaseñoritaGraceseechóareír.—¡Ay, estos norteños!Creen que saben algo y no tienen lamenor idea.

Fingenqueelconflictosehaacabadoparapodersalirdeaquíconlaconcienciatranquila. Puede que los hacendados se hayan rendido al Gobierno de losEstadosUnidos,pero¡niensueñosnosrespetaránnicompartiránconningunodenosotrossusriquezas!Paraesotodavíaquedamuchoporluchar…

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CapítulotreceLISBETH

CondadodeCharlesCity(Virginia)

LisbethymamáJohnsonestabanpreparandoelalmuerzomientrasSammyy Sadie atendían a los animales con el tío Mitch y el abuelo. La cocina deaquellaviejagranjaestabatananticuadaqueLisbethvalorósupropiahornillaysus cacharros. No se había detenido a pensar en lo que echaba de menos elsencilloplacerdecocinar.

—¿Aquéhoralleganuestrainvitada?—preguntó.—Amediodía,másomenos.Nosabesloqueteagradezcoquenotengas

inconvenienteenquerecibamosalaseñoritaThorpemientrasestáisdevisita.Siesraroquetengamosuninvitado,¡imagínatedos!No,desdeluego,vosotrosnosois una visita. ¡Menuda sorpresa, cuando nos pidió el reverendo que laacogiéramosanuestramesadurantesusviajes!

—Creo que me parecerá interesante —respondió su nuera—. Tengocuriosidad por saber más sobre las escuelas de libertos. Además, estoyconvencidadequeaSammylevendrábienverquehaygenteblancaayudandoalosesclavosemancipados.

—¿Cómotehaidocontuspadres?Laancianasesorprendióalverquesunuerasedesmoronabaanteaquella

pregunta.Lisbethmiróasusuegraydijo:—Hasido…—buscó ladefinicióncorrecta—todoundesafío.Mehonra

cuidardemipadreensusúltimosdías,peroresultatodotanpocoprometedor…Laactituddemimadrenodejadeconfundirme.Undíaesamableconmigoyalsiguientesemuestrahostil.Nohademostradoningúninterésenconoceramishijosyesomeduele. Julianney Jack sehanencariñadoconSadie,pero temoquesuinfluenciainterfieraenlosvaloresquelesestamosinculcando.—Lefalló

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la voz—. Y, por si fuera poco, tengo la impresión de que Sammy se sientedefraudadodespuésdeconocermisorígenes.

Suanfitrionalediounaspalmaditasenlamano.—Melasestoyarreglando,peroechodemenosaMatthewynosécuánto

tiempomás tendré que estar lejos de él.En fin, ya está bien de hablar demí.¿TienenoticiasdeMichaelodeMaggie?¿CómolesvaenCalifornia?

—Por loquecuentanen lacartadeestasemana,han tenidounacosechamagnífica de albaricoques que ha alcanzado un precio excelente en SanFrancisco.Alparecer,elclimadeOaklandesestupendoparatodoslosfrutalesque están cultivando.Dicenque su comunidadha cambiadomuchodesdequellegaronallí,haceyadosaños.Enbrevelapoblaciónserádediezmilpersonas.

—Debedeecharlosdemenos.—AureliayEmmahancrecidomucho.Suscartassonunabendición,pero

noeslomismoqueestarconellos.—Siento mucho que todos sus nietos vivan lejos —dijo Lisbeth, que

imaginabaloquedebíadeserverseseparadadesuspropioshijos.—AOhiopodemosviajar,pero…—lavozse le tensó—me temoquea

AureliayaEmmanolasvolveremosavernunca.Asunueraselehizounnudoenelestómagoantetalaseveración.LosojosdemamáJohnsonsellenarondelágrimas.—Californiaestálejísimos.Noshananimadoaquenosmudemosallí,pero

nonoshacemosalaideadedejarestehogar,anuestroshermanos,aMitch,lasvisitasqueoshacemosavosotros…

—Loscambiosqueseestándandoennuestranaciónestándesgarrandoalasfamilias.

Su suegra asintió sin palabras antes de ponerse a mezclar la masa delbizcochocongestoapesadumbrado.

Cuando mamá Johnson dio gracias al Señor por los alimentos y por loscomensalesreunidosentornoaellos,Lisbethsintióconintensidadlamezcladedicha y pena de aquelmomento. Estar con aquella parte de la familia era unplacerdelquenopodíadisfrutaramenudo.Queríasaborearloporellayporsushijos,peroeramuyconscientedequeaquellaseríaunavisitademasiadobreve.

SadielahabíatomadodelamanoizquierdaySammydeladerecha.Frenteaellateníaunmontónenormedemaízhervidoyunafuentedegalletasdesuerode mantequilla flanqueados por dos pollos asados. Los anfitriones estabansentadosalosdosextremosdelamesa.MitchyMargaretNewboldThorpe,lamaestradelaescueladelibertosdeWilliamsburg,seencontrabanfrenteaellaysushijos.Lisbethnoveía lahoradeconocerdebocade laseñoritaThorpesu

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propiaexperiencia.Laconversación,sinembargo,prontosetornódifícil.—Estoy orgullosa del trabajo que desempeño aquí—dijo la invitada—.

Considero mi deber de cristiana educar a los negros tanto como sea posible.Aunque desde el punto de vista intelectual no serán nunca iguales que losblancos,susganasdetrabajarysuactitudalegrelosconviertenenalumnosmuycomprometidos. Hay que agradecer que no estén en posición de versedesmoralizados por la comparación con los niños blancos, ya que sus logrosjamásestaránalapardelosquepuedanalcanzarlosniñosdenuestraraza.

Sammymiróasumadrecongestoindignado.—Parece que tienes algo que decir al respecto, Sammy—dijo Johnson

padre.Elniñoconfirmólaimpresióndesuabueloconunmovimientorápidode

cabeza.—Pues adelante —lo instó—. En esta mesa se agradecen todas las

opiniones,hastalasdelosniños.Elpequeño,alentadoporsuspalabras,declaróentonces:—Henryeselmejordemiclaseyesnegropuro.—Te habrás equivocado —replicó la maestra—. Muchas veces, los

mulatosparecennegros.Seguroquetucompañerotienesangreblanca.Sadieintervinoentoncessinvacilar.—LaseñoritaJordanesnegrayestanlistaqueestudióenlaUniversidad

deOberlin.—Siento que me hayáis interpretado mal. Valoro vuestra opinión y el

apoyoentusiastaqueofrecéisalarazanegra—seexplicólaseñoritaThorpe—.Yotambiénlleguéalcargoqueocupoconlamismainocenciainfantil.

Lisbethnopudosinocrisparsepordefenderasushijosysentirseobligadaaparticiparenladiscusiónconaquellamujercondescendiente.

—¿Creeustedenelsufragionegro?—preguntó.Lainvitadamoviólentamentelacabezaenseñaldenegación.—Ya no.Mi experiencia docente en la escuela de libertosme ha hecho

entender con claridad las capacidades de los negros y abandonar el idealismociegoquemenublaba larazón.Misconviccionessefundanen laverdadde laexperiencia, que me permite aseverar que los negros no nacen con elentendimiento necesario para penetrar las complejidades de nuestro sistemaelectoral.

»Es una crueldad animarlos a perseguir oportunidades que no están alalcancede sus competenciasnaturales.Lasvacasnovuelanni las águilasdanleche—proclamó.

—¿Ylosmulatos?—quisosaberMitch.

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—Como esta es una conversación entre amigos y puedo hablar confranqueza,diréque,enmiopinión,lomejorquepuedenhacerescrearsupropianación donde alcanzar sus propias cotas de prosperidad sin el estorbo de losnegros.AlgoparecidoaLiberia,aunquequizáenelCaribemásqueenÁfrica.

—Puesmimadrepiensaquetendríaquepodervotartodoelmundo,hastalasmujeres—aseveróSadie.

TodosmiraronentoncesaLisbeth,quesintióqueseleacelerabaelpulsoanteeltemordegranjearseeldesdéndelosdemáscomensales.Sellenódeairelospulmonesconlaesperanzadesonarasícalmada.

—TantoMatthewcomoyoabogamosporelsufragiouniversal.—¿Y también estáis a favor de la igualdad de los sexos?—preguntó su

cuñado—.TúteencargasdelagranjamientrasMatthewtienehijos.Todalamesaprorrumpióenunasonoracarcajada.—EsqueyotrabajoenlagranjayMatthewayudaconlosniños.Tenemos

funciones diferentes, pero complementarias.Mi deseo ymi derecho de podervotarnomeharánmenosmujerniaélmenoshombre.

—Era broma, hermana. No te pongas tan seria—repusoMitch—. A lomejor no somos tan radicales como Matthew y tú, pero somos republicanosleales.

—El juez Underwood comparte vuestro pensamiento, y yo también —declaró mamá Johnson—. Él ha defendido con vehemencia tanto el sufragiofemeninocomoelsufragionegro.

—¿Quién?—preguntóSammy.—John Underwood, el magistrado federal que presidió la Convención

ConstitucionaldeVirginiaestemismoaño—explicóJohnsonpadre.—De todos modos —apuntó su tío—, en las próximas elecciones

presidenciales no votarán los virginianos, sean hombres, mujeres, blancos onegros.

—¿Porquéno?—quisosaberelniño.—Porque vuestro Congreso no nos dejará volver a la Unión hasta que

VirginiatengaunanuevaConstitución—dijomamáJohnson—.EstaprimaveraseredactóunborradorenlaConvenciónConstitucional,perotodavíanolohanratificado. El texto, la Constitución Underwood, como la llamamos nosotros,concedeelderechoalosnegros,peronoalasmujeres.

—¿Setemequenoseratifique?—preguntóLisbeth.—Hay controversia, por supuesto. Parece que no podemos dejar de

pelearnos.—Mitchmeneó la cabeza—. Los reconstruccionistas más radicalesquiereneducaciónpúblicayderechoalvotoparatodoslosmayoresdeveintiúnaños, incluidas mujeres, excepto para quienes combatieron en el bando

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confederado, pero los veteranos sudistas no renunciarán tan fácilmente a susfacultades.

—El borrador intenta alcanzar un término medio —señaló el padre—.Incluyeelderechoalaeducaciónpúblicayalsufragiouniversalmasculino,delqueexcluyesoloalosoficialesconfederados.

—Nosabeslodefraudadaquemesentícuandosupequeeramiderechoalvoto a lo que estaban renunciando para sacarlo adelante—aseveró la señoraJohnson.

—Entonces, abuela, han estado a punto de dejarte que votes—comentóSadie,peseaqueLisbethhabíapensadoqueestabasumidaensumundoyajenaalaconversación.

—¿Quiénesquiendecide?—preguntóSammy.—¿Quiendecidequé?—dijosutío.—CómoserálaConstitución.—Deaquíapocolovotaremos.—¿Ylasmujeresvotaránquenovanavotar?Losadultosseecharonareíryelniñosemostróofendido.Lisbethreparó

enqueestabaplanteandounargumentoválido.Nohabíasidoajenaalasnoticiasrelativas al lento regreso de los estados confederados a la Unión. El proceso,confuso,erareflejodelaslimitacionesdelaConstituciónestadounidense.

—Sammy, tehasdadocuentadeunaparadojadesconcertantedenuestrademocracia —aseveró poniéndose de parte de su hijo—. Te preguntas quiéntienederechoavotarsobrequiéntienederechoavotar.

—Sí.¿Porquénodejanquevotentodos?—preguntóperplejoelniño.Johnsonpadredijoentonces:—EnelSurmuchospiensanquedebedecidirlocadaestado.Elpequeñoconocíaelargumentoenlateoría,aunqueenOberlinnohabía

oídonuncaanadieabogardirectamenteporlaprimacíadelosderechosestatalesfrentealosfederales.

—Meparece,Sammy,queloqueestásproponiendoesquelaConstituciónfederalseapliqueatodoslosresidentesenlosEstadosUnidos,peronotodoelmundo está de acuerdo con eso—le explicóMitch—.Muchos defienden quecadaestadotengaelpoderdedecirquiénpuedeconsiderarseciudadano.

—¿Qué?—preguntósusobrino.Suabuelalerespondió:—No te preocupes si te sientes desorientado, Sammy. Piensa que los

hombresdenuestranaciónestántanconfundidosporestascuestionesquehastahemostenidoquevivirunaguerraparaintentarresolverlas.

—Que sepas —dijo el cabeza de familia en tono tranquilizador— que

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nosotros creemos, como tú, que habría que darles el derecho de ciudadanía atodoslosadultos.Loquepasaesqueporestaregiónestamosenminoría.

Elniño se sintió aliviadopor ladeclaraciónde suabuelo, aunque seguíaperplejoconlaconversación.Sadiedabalaimpresióndehaberdejadodeprestaratenciónhacíaunratoysehabíapuestoatararearunacanciónparasí,envoztanbajaquesololaoíaLisbeth.

—Esteañohetopadoconunaporciónmuyirrespetuosaeiracundadeestacomunidad.—La señoritaThorpevolvió a atraer hacia sí la atención.Cuandotenía puesta en ella lamirada de todos, prosiguió—:Uno demis compañerosrecibiólavisitadelKuKluxKlan.

—¿Estáseguradequeeranellos?—preguntóMitch.—Llevabanlassábanasesasquetantolesgustanydijeronserelverdadero

Ku Klux Klan. Al principio pensamos que no harían daño a nadie, que soloquerían divertirse y asustar a los negros para que no votasen el programarepublicano,peropudimoscomprobarquenoeraasí.

LisbethmiróasushijosysealegródequeSadiesiguierasumidaensuspensamientos. Sammy, sin embargo, estaba pendiente de cada palabra. ComohabíaleídounartículosobreaquelKKK,explicóalpequeño:

—Se trata de una organización nueva de hombres blancos que se hanpropuestoacabarcon losderechosde losnegrosypareceserquenodudanenusarlaviolenciaparaalcanzarsuspropósitos.

—¡Yo he visto sus tácticas conmis propios ojos!—exclamó la señoritaThorpe—.Sacaronaunpobremisionerodelacamaenpijamayledieronunapaliza. Su mujer estuvo con él en todo momento y lo trajo después mediomuerto.Yofuiunadelasmujeresquelocuidaron,asíquepuedodarfedeello.

ElgestoaterradodeSammyseclavócomounasaetaenelcorazóndesumadre. Aquel viaje lo estaba exponiendo antes de tiempo a los aspectos másbrutales de la vida. Miró a Sadie y comprobó que su inocencia, en cambio,seguía inalterada. Entonces volvió a centrar la atención en el niño para darleunaspalmaditasenelbrazomientraslesusurrabaaloído:

—Tranquilo,queanosotroseseKuKluxKlannonosharánada.—¿YalaseñoritaJordanylaseñoraFreedman?—repusoconexpresión

imploranteyojosdepánico—.¿Nolesharánnada?—Yo creo que están a salvo, Sammy. —Lisbeth trató de calmar al

chiquillocuando,enrealidad,leangustiabapensarenlasprobabilidadesdequeelKKKfueseacomplicaraúnmáslasituacióndeMattieydesuhija.

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CapítulocatorceJORDAN

Richmond(Virginia)

—Esmejorquenosehagan ilusiones—lesadvirtiósin rodeos laseñoraAvery,metodistablancaalcargodelorfanato—.Detodosquienesvienenaquídeseosos de encontrar a sus familiares, que no son pocos, la mayoría se vadesengañada.

—Pero ¿hay alguna probabilidad de que las encontremos? —preguntóSamuel.

—Claroquesí.Hayfamiliasquehanvueltoareunirse,almenosenparte.Yo todavíanoconozcoaningunaquehayaencontradoa todos susmiembros,pero supongo que deben de existir. A nosotros nos da una alegría tremendaconseguirque losconfiscados, tengan la edadque tengan, acabenencontrandounhogarpermanente.

—«Confiscados»—repitió Jordan indignada—. ¡Qué forma tan cruel dehablardechiquillos!

LaseñoraAveryasintióconunasonrisaapretadaytriste.—No es ningún halago, ¿verdad? Primero los llaman esclavos y, luego,

confiscados.—Pero¿cómopuedenconsiderarlosunbotíndeguerra?Samuelrespondió:—EstosniñostrabajabancomomulosyelGobiernodelosEstadosUnidos

noquisoquesuenergíapudieseserdeayudaalacausadelosconfederados,demodoquelosanimaronaveniraquí.

—Ojaládeaquíapocoseamostodosgentenadamás—dijoMattie.—Diosteoiga,mamá—repusoJordan.LaseñoraAveryanunciódecaminoalpatiotrasero:

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—Voyareuniratodaslasniñasparaquepuedanhablarconellas.—Tienennueveydoceaños,asíquenosbastaráconveralasniñasdeesa

edad—aseveróJordan.Sumadrenegóconlacabeza.—Estosniñosnosabenquéedadtienen—sentenció.—¿Deverdad?—preguntólajoven.—Nohantenidoanadiequefuerallevándoleslacuenta.Enloscamposno

haycalendarios.Puedequelesdiganquehallegadounnuevoaño,peronoquéañoes.

Aunquelasituacióncobrósentidounavezexplicada,resultabamuytristeimaginar que aquellas criaturas no supiesen siquiera la edad que habíancumplido.

—Creoquelomejorserádejarqueseamamálaquehableconellas—dijoSamuel.

—Deacuerdo—convinoJordan,másporpensarqueaqueldetallenoteníagranimportanciaqueporentenderlaposturadesuhermano.

El patio no podía calificarse de deprimente, pero tampoco era nadaagradable.Elsuelodetierraapisonadaestabasembradodecharcosydebarro,rodeadodealgúnqueotrobancoyexentoporcompletodevegetación.Losniñosdaban patadas a un balón o hacían girar una cuerda para que sus compañerossaltaranalritmomientrascantaban.Jordansonrióalveralosquejugabanadarpalmadas. Los críos encontraban algo con lo que divertirse hasta en lascircunstanciasmásdesmoralizadoras.

Aunquealgunosdabanlaimpresióndehaberdejadohacíapocoelpañal,laseñora Avery los informó de que la desnutrición había hecho mella en elcrecimientodemásdeunodeaquellospequeños,quepodíantenernueveañosyaparentarcinco,porloqueeraimposibledeterminarlaedaddeningunodeellosporelaspectooporcómohablaba.

Todos dejaron de jugar para arracimarse en torno a la señoraAvery sindejar de mirar boquiabiertos a los recién llegados. Estaban escuálidos, peroparecíanencontrarseenbuenestadodesalud.Lasniñasteníanelpelocortadoadistintas alturas y con estilos diferentes: algunas lucían trenzas gruesas, otrasllevabanelcabellorecogidohaciaatrásylashabíatambiénqueloteníansueltocomounhaloalrededordelacabeza.

—La señora Mattie está buscando a su familia —les explicó la señoraAvery—.Tenéisqueresponderconsinceridad.Sinosabéisalgoconseguridad,podéisdecirlo.Querespondansololasniñas.

—¿A alguna de vosotras la llamaban Sophia o Ella de pequeña? —preguntóMattie.

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Sietedeellaslevantaronlamano.Unadijo:—YocreoqueeraSophia,señora.Mattiepidióatodasellasqueformaranungrupitoaladerechadelresto.—¿Alguien tiene una mamá que se llama Sarah?—preguntó a las que

quedabandelconjuntooriginal.Entoncesselevantaronalgunasmanosmás.—Yo—seoyódeciralunísono.Lespidióqueseunierana lasquehabíaelegidoantesy,acontinuación,

hizoalgunaspreguntasmásparadirigirsedespuésalgrupitonuevoyestrecharlasprobabilidades.Unade lasquehabíanquedadoalmargende este segundointerrogatoriotiródelafaldadeJordanconsubrazoflacuchoparaanunciarle:

—Simeelegís,noosarrepentiréis.Soymásrápidaquenadierecogiendoysélimpiar.

A la joven, la confianza que rebosaba aquella cría le resultó divertida ytriste,auntiempo,larapidezconquesehabíaofrecidoparatrabajar.

—Noestamosbuscandopeones—leexplicó—,sinoanuestrassobrinas.—Hablascomounaseñorablanca—declarólaniña.Jordanseechóareír.—Puedeser.Dondeyovivo,haymuchagentedecolorquehablaasí.—¡Tú no eres de color! Tú eres una negrata, como yo —dictaminó la

chiquilla.A Jordan le resultó descorazonador oír usar aquel término con tanta

soltura, sobre todo en boca de una niña negra. Aprovechó la ocasión parailustrarlaalrespecto.

—Además,dondeyovivonousamosesapalabra—leexplicóconfirmeza.Haciendocasoomisodelareprimenda,laniñapreguntó:—¿Ycómoesquehablasasí?—Porqueheidoalaescuela.La pequeña abrió los ojos de par en par y se llevó una de sus manos

magulladasalabocaparatapársela.—Los negros no pueden aprender. ¡Es pecado! Jesús te mandará al

infierno.—Eso es mentira —corrigió Jordan con la esperanza de que los que

estabanasualrededorlaestuvieranescuchandotambién—.Diosquierevernosfloreceratodosparadarelmáximodenosotrosmismos.Quientehayacontadoesosoloqueríaoprimirteensupropioprovecho.Tenporseguroquenoestabapersiguiendoningúnfindivino.

Laniñaentornólosojosypreguntó:—¿Sabesleeryescribir?

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Jordanasintiósinpalabras.—¡Aver,demuéstramelo!—exclamólapequeña.Jordanseechóareír.Buscóasualrededorunpaloconelquehacertrazos

enlatierra.—Normalmente escribo con tiza en la pizarra o con pluma en un papel,

peroconestomelasarreglaré.¿Cómotellamas?—Tessie—proclamóorgullosalapequeña—,comomibisabuela.—Pues mira, Tessie: así queda tu nombre escrito —anunció antes de

grabarlasletrasenmayúsculaenelsuelo.—¿Ycómoséquenoteloestásinventando?—laretólaniña.Jordan sonrió al entender que estaba ante una personitamuy inteligente.

SeñalóaSamuelyrepuso:—Pídeleamihermanoquetelolea,yveráscómoleetunombre.Tessiepusogesto recelosoy Jordan levantó las cejas ehizoun enérgico

movimientodeafirmaciónconlacabeza.—SellamaSamuelyesmuyamable.Veapreguntarle.—¡Oye,Samuel!¿Quédiceaquí?Eljovenseacercóyleyóenvozalta:—«Tessie.»La cría lanzó un chillido y se puso a dar saltos. Entonces se echó a dar

vueltas sobre sí misma agitando los brazos mientras decía a las niñas que larodeaban:

—¿Lohabéisoído?¡Hadichominombre!Suscompañeros sonrieronyasintieroncon la cabeza.Cuando recobró la

compostura,pidió:—¡Otravez!Jordanseavinoahacerloquelepedía.—Estábien,pero,ahora,dileaSamuelloquequieresqueescribayyolo

leeré.La joven se apartó unos pasos y observó a su madre, quien, agachada,

hablabaconungrupitodeniñasmirandofijamentea losojosdecolorcastañooscurodeunaniñamuypequeñaquemovíalacabezacongestoafirmativoanteunapreguntaquenoalcanzóadistinguir.

Tessie le tiró entoncesdelbrazopara recuperar suatención.ElgrupodeniñasquesehabíacongregadoalrededordeSamueldejóunhuecoparalasdos.CuandoJordanleyóparasílaspalabrasquehabíaescritasenlatierra,elcorazónlediounvuelcoylaslágrimasempujaronparabrotarle.Seaclarólagargantaydijo:

—«Llévamecontigo.»

Page 137: Un granito de mostaza

—¡Esoes!—exclamóellaconlavozllenadeemoción—.¡Esoesloquelehesusurradoaloído!

—Yoséhacerunadeesas—aseveróunadelasniñassinalzarlavoz.—¡Mentirosa!—leespetóotra.Jordanlamirócondetenimiento.Llevabalamismabatademuselinaparda

queel restoy teníaelcabello recogidoenunasola trenzadesaliñadadecuyosladosescapabanmechonesdepelo.

—Mamá—dijoparahacerseoíralotroladodelpatioy,alverqueMattienorespondía,repitióenvozmásalta—:¡Mamá!

Sumadrealzólavistayellaagitóelbrazoparaindicarlequeseacercara.Cuandolatuvoallado,Jordanseñalóalaniñaydijo:

—Miraelcollarquelleva.Mattieseacercóalacriatura.Teníalosojososcurosyredondosylapiel

del mismo tono que ella. Era tan pequeña que parecía imposible que tuviesenueveañosy,menosaún,doce.

—¿Sabesdedóndehassacadoesaconchamarinaquellevasalcuello?Lachiquillatomóelcolganteconsumanomanchadadetierraymovióla

cabezahaciaarribayhaciaabajo,haciendobotarlatrenza.—Esmía.Selojuro.Noselahequitadoanadie.—Losojosselellenaron

delágrimas.Mattiemetióunamanodebajodesucamisolaysacóunaconchaidénticaa

lasuya.—Mira—dijocondulzura—,yotambiéntengouna.Lapequeñaabriódosojos comoplatos. Jordan sintióque la invadíauna

oleadadeemoción.¿PodíatratarsedeEllaodeSophia?—Lamíameladiomimadre—anuncióMattieconvoztranquila,aunque

Jordansupusoquedebíadeestar tanentusiasmadacomoella—.¿Latuyateladiotambiéntumamá?

Laniñaseencogiódehombrosantesdebajarlabarbillaydecir:—Alomejor.Jordanseagachóparapreguntarle:—¿Cómotellamas,cielo?Lacríavolvióalevantarloshombros.—¿Notienesnombre?—Jordansonrió.Aunquetransmitíacalma,ardíaen

deseosdeoírlarespuesta.—Sallie.Los soldadosme llamanSallie—dijo ella, envoz tanbajaque

Jordan tuvo que inclinarse aúnmás hacia ella para oírla—, pero antes de quellegaranlossoldadosmellamabaMay.

—¿Teacuerdasdecómotellamabatumamá?—preguntóMattie.

Page 138: Un granito de mostaza

Lapequeñameneólacabezadeunladoaotroconsuavidad.—¿Ysabesescribir?—preguntólajovendulcemente,haciendoloposible

poralentaralachiquillasinasustarla.—Séuna—repusoSallieoMay.—¿Unapalabra?—laanimóJordan.Laniñaseencogiódehombros.—Enséñamela—pidióJordansonriente.Samuel le tendió el palo y la cría lo asió por arriba. Cuando lo apretó

contraelsuelo,separtióporlamitad.Lapequeñaquedópetrificadayabriólosojosdeparenparcongestoalarmado.

—Nopasanada—la tranquilizó la joven—.Usa solo ese trocito.Así esmásfácil.

Sinprisa,lacríatrazóunalíneadearribaabajoy,acontinuación,leuniósendashorizontalesenlapartealta,elcentroyelextremoinferior.Jordansintióunescalofríoporlaespalda.

—¿EsoesunaE?—quisosaberMattie—.¿UnaEdeEmmanuel?—Sí—repusoSamuel—,ytambiéndeElla.—Meloenseñómimamá—dijolaniña—.Esosílorecuerdodeantes.—¿Tienes una hermana? —preguntó Mattie sin poder disimular cierta

emociónenlavoz—.¿Yunaabuela?La pequeña asintió. El patio se había sumido en el silencio. Todos se

habían arremolinado a su alrededor y escuchaban con atención sin atreverse apronunciarpalabra.

—¿Yosseparasteislasdosalavezdevuestramadre?—preguntóSamuel.Surespuestavolvióaserafirmativa.—¿Tuhermanaeramayorquetú?—¿Quieredecirquesieramásgrande?Sí.—¿Teacuerdasdeunrío?—quisosaberMattie.Laniñanegóconlacabeza.—No,señora.Mattie lamirófijamente.AJordan leparecióqueSallieoMayguardaba

ciertasemejanzaconSarah,pero,alestarlaprimatanavejentada,eraimposibleafirmarlo con seguridad. Estudió a su madre para tratar de averiguar lo queestabapensando,peronoresultabafácilleersurostro.

—Habíaunsauce—añadiólacría—.Deesosímeacuerdo.Mattiedejócaer loshombrosaliviadaydibujóunasonrisaagridulcecon

loslabiosmientrasasentíaconlacabeza.Habíatomadounadecisión.—Yo también me acuerdo del sauce. —Abrió los brazos, dispuesta a

envolver a la pequeñina, pero esta no hizo ademán de querer aceptar aquella

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muestra de cariño. Entonces frotó los brazos de la niña, agarrotados a loscostados,ydijo:

—Creo que tú eresmi sobrina nieta.Vamos a ayudarte a encontrar a tumamá.

SallieoMayoEllaabriómucholosojosydijo:—Gracias,señora.—¿Estátuhermanaaquítambién?—quisosaberJordan.SallieoMayoEllalevantóloshombros.—Yopuedosersuhermana—declaróTessie.EntoncesintervinolaseñoraAvery.—ASallienoslatrajerondeCarolinadelNorteyaTessie,deTennessee.—¡DeCarolinadelNorte!—repitióMattie.Samuelasintióantesdedecir:—SeñoraAvery,esoconfirmanuestrassospechas,porquenuestrasobrina

vivíaenCarolinadelNorte.—¿Oslavaisallevaraellaenvezdeamí?—losdesafióTessie.A Jordan se lehizounnudoen el estómago.Sehabía centrado tanto en

SallieoMayoEllaquesehabíaolvidadoporcompletodeTessie.—Losientomucho,deverdad,perocreemosqueesfamilianuestra.—Sime lleváisamí tambiénconvosotros, serébuena. ¡Loprometo!—

dijoellasuplicandotantoconlamiradacomoconlaspalabras.Lajovensesintióenfermar.Aquellaniñaprecozyentusiasta,a laquele

bastaría disfrutar de los cuidados necesarios para florecer, estaba condenada amarchitarse sin ellos. Miró a su madre con la esperanza de que tuviese unarespuestaapropiada.

—Tufamiliateencontrará,seguro—aseveróMattie.Tessienegóconlacabeza.—Estántodosmuertos—explicóy,depronto,adoptóunaexpresiónalegre

paraañadirenuntonodesenfadado,casidesafiante—:Noospreocupéis.Aquíme quierenmucho. ¿Verdad que sí, señoraAvery?Dice usted que soy la quemásayuda.

LaseñoraAveryloconfirmóconunainclinacióndecabezayofrecióunasonrisadulceaaquellasupervivienteantesdedecir:

—Sí, señorita. No sé cómome las ingeniaría sin ti.—Entonces miró aMattiepara comunicarle—:Pueden llevarse aSallie.Loúnicoquenecesito esunadireccióndecontactoylapromesadequenolausaráncomocriada.

Jordanquedóanonadada.—¿Connuestrapalabralesbasta?—No tenemos los medios necesarios para investigar a las familias —

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explicó la señora Avery—. Hay días que hasta nos maravilla tener suficientecomidaparaalimentaratodosestoscríos.

Rellenaronunpapelenelqueconsignaronsusdirecciones,laprovisionalylapermanente,ypudieronirse.

—¿Tiene alguna pertenencia que debamos recoger antes demarchar?—preguntóJordan.

—Puedenquedarseconlabatayloszapatosquellevapuestos—respondiólaseñoraAvery.

—¿Esoestodo?—Lajovenmiróalamujeryalaniña.LasdosasintieronsinpalabrasyaJordanseleencogióelcorazón.Nada

más. ¿Cómo no iba a tener aquella chiquillamás posesión que la ropa que lacubríayuncollar?

Miró a Sallie esperando verla emocionada al dejar el orfanato, pero elrostrodelaniñanorevelabaagitaciónalguna.Entonces,volviólavistayvioaTessiemirándolosdesdeunaventanaconlanarizdecolorchocolatepegadaconfuerzaalcristal.AJordanselecayóelalmaalospies.Seprometióregresarconunobsequioparaaquellaniñaantesdevolveracasa,seprometióllevaralgoaaquelloshuérfanosquenadatenían.

—¿Cómo quieres que te llamemos? —preguntó a la niña mientrasregresabanalahospederíadelaseñoritaGrace.

—Comoprefieran—respondióella.Mattieintervinocongestoindignado.—Tunombreesunacosaimportante.Esloprimeroqueconocelagentede

ti.Laniñaseencogiódehombros,comoabrumadaanteaquelofrecimiento,y

Jordanpensóquelomejoreraplanteárselodelaformamássencillaposible.—Yo creo que, de entrada, tienes tres opciones preciosas: Ella, May o

Sallie.—¿DicenquemimadremepusoElla?—preguntó.—Eso creemos—repuso Samuel—.No estamos seguros de que nuestra

primaseatumadre,perosítenemosrazonesdepesoparapensarquesí.—Entonces,sinoestánconvencidosdeltodo—dijoellaconnostalgia—,

elnombrequeescojapodríadurarmemuypoquito.Jordansesintiómalporlapequeña.Queríapodergarantizarlequeeransu

familia,peronoteníanmodoalgunodecomprobarlohastaquelavieseSarah.Nise atrevía a pensar en lo que sería de la niña si resultaba que se habíanequivocado.Llevarladenuevoalhogardeacogidaseríaunacrueldadespantosa.Apartó aquel pensamiento de su cabeza, convencida de que no tenía sentidoreflexionaralrespectohastaquellegaselaocasión.

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—Hazunacosa—propusoMattie—:eligeunnombrequetegusteypodrásertuyoparasiempresinimportarcómotellamenlosdemás.

Estuvieron un rato andando en silencio. Jordan ofreció la mano a lachiquillaalirapasardeunaaceraaotra,peroellalamirócongestoconfundido.

—Cuandopaseoconniños—seexplicólajoven—,lostomodelamanoalcruzarlacalleporsuseguridad.

Lapequeña le tendió lamanomagulladayJordanse laenvolviócon losdedos.Laniña,sinembargo,ladejólaciamientrasalzabalamiradahacialaotraconunasonrisadulceydiscreta.Alllegaralladoopuesto,Jordannolasoltónila niña hizo nada por apartarla. Siguieron caminando, muy juntas y sin decirpalabra.

—Ella—anunciódeprontolacría—.Aunquenoseaquiencreenquesoy,mellamaréElla,queesunnombrequepusounamadre.Lomismonoeslamía,peroloeligióunamadreparaalguien.

—Esosuenamuybien,Ella—sentencióMattie inclinando lacabezaconunasonrisaamable.

Jordanrezóparasusadentros:«Porfavor,Diosmío,porelbiendelasdos,queestapequeñinasealahijaperdidadelaprimaSarah».

Enaquelmomentopasóaltroteuncaballocastañoconunhombreblancoquesosteníalasriendasmientrascontemplabalaescena.AJordanseleaceleróelcorazón.Resultabaextrañoveraunblancoenaquellapartedelaciudad.Nohabía tardadoencomprenderquehabíabarriosparablancos,otrosparagentesde color y otros, los menos, mixtos. Sabía que era mejor evitar los primerosdurante su estancia allí. El jinete se detuvo de improviso unos pasos másadelantey,aunqueelinstintolaimpulsóadarmediavueltayapretarelpasoenelsentidocontrario,supocontenerse.

—Mamá,¿nosvolvemos?—susurró.Antes de que pudiese responderMattie, el hombre se dio la vuelta para

mirarlosy,desdesumontura,preguntóavozencuello:—¡Eh,tú,chaval!¿Quéhaces,quenoestástrabajando?—Hemosvenido a visitar a unos familiares, señor—repuso lamadre—.

Tenemosnuestrotrabajoencasa.Elhombreseapeódelcaballoyseacercóapiehastaellossinapartar la

mirada de Samuel. Jordan rodeó a Ella con un brazo protector y se acercó aMattie.

Eldesconocidoclavóentoncessusojosazulesenestaúltima.—¿Estoyhablandocontigo?—No,señor—dijoellahumillandolacabeza—.Perdóneme,señor.—Averesasmanos—ordenóaSamuel.

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El joven miró a su madre con ojos temerosos y ella le indicó queobedecierainclinandolacabezaylevantandolascejas.JordaneraconscientedelatensiónquesehabíaapoderadodelcuerpodeMattie.Suhermanotendiólasmanoscondedostemblorosos.

El hombre blanco soltó un bufido burlón antes de estudiarlas condetenimiento.AJordanletemblabanlaspiernasylecostabarespirar.ElhombreblancodijoaSamuel:

—Voyahacerqueteencierrenporvagoyporladrón.—¿Qué?—exclamólahermanasinpensar—.¡Nopuedehacereso!Elhombreblancolamiró.—Claroquepuedo.—Enesecaso,iremosaljuezdepaz—replicóella.—¡Chist!—laacallósumadre.—Escuchaatumami,ellasabeloqueesrespetarlaley.—Elhombremiró

aMattie de pies a cabeza sin prisa alguna y con una sonrisa desafiante en elrostro. A continuación, se inclinó hacia Jordan sin cambiar de gesto, aunquesumandoasuexpresiónciertoairesatisfechoantesdeagregarlentamente—:Eljuezdepazsoyyo,asíquenopuedesimpedírmelo.

La joven sintió que le latía el corazón en la garganta.El hombre blancoasió a Samuel y lo hizo girar sobre sus talones para ponerle los brazos a laespaldaconfuerza.Jordanloobservóimpotenteyapretóelbrazodesumadrehundiendoenéllosdedos.Mientraselhombreblancoleatabalasmuñecassinmiramientos,Samuelseinclinóhaciaellaylesusurróaloído:

—BuscadaLisbethycontadleloquemehapasado.Suhermana,confundida,peroconscientedequenodebíahablar,selimitó

aasentirconungesto.Samuellamiróconungestodedesesperaciónimpresoensusojoscastaños

ymusitó:—DilesaNorayaOtisquelosquiero.Quelosquerrésiempre.—Tranquilo,queselodirástú—respondióJordan.—¡Calla—le espetó el juez de paz— si no quieres que te detenga a ti

también!—Yladejósinalientodeunempellónsúbitoenelesternón.La joven soltó un gruñido y cayó hacia atrás golpeando a sumadre y a

Ella,aquieneshabríatiradoalsuelosinohubieserecobradoanteselequilibrio.Mientrasresollabapararecuperarlarespiración,vioqueMattiemetíaunamanoen el bolsillo, sacaba algo y lo posaba con fuerza en la palma de lamano deSamuel,quecerróelpuñoenseguidasinpoderevitar,noobstante,quecayeraalsuelounodelosgranosdemostaza.

Jordan levantó lamirada y observó aterrada a aquel ser cruel tirar de la

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cuerdaparallevarseatadoasuhermano.Samuelseresistió,perosoloconsiguióempeorarlascosas.Elhombreblancovolvióamontaryatólasogaalpomodela silla. Samuel se volvió para mirarlas con los ojos cargados de angustia ydesesperación.Jordanreprimióungritodeprotesta.

Samuelnodejódemirarlashastaqueelmovimientodelcaballoloobligóadarse la vuelta. Su hermana contempló su figura desmañada hacerse cada vezmáspequeñahastadesaparecerdesuvistaaldoblarunaesquina.

Soltóaireymiróasualrededorcongestoincrédulo.Acababadehacerserealidad su peor pesadilla: habían apresado a Samuel. Confundida ydesorientada,notóqueempezabaaapoderarsedeellaelpánico.Buscólamiradadesumadre,tanaterradacomoella.HabíanperdidoaSamuel.Asídesencillo.Yaquel horrible hombre blanco había dicho que no podrían hacer nada pararecuperarlo.

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CapítuloquinceLISBETH

Richmond(Virginia)

—Mamá,¿puedocenarenlacocina?—imploróSammyconlosojoscolormielabiertosdeparenpar.

Lisbethnegóconlacabeza.Despuésdepasarmediodíadecarreterapararegresar a Richmond, los pequeños estaban cansados. Lisbeth también habríapreferido una comida más informal, pero su madre había dejado claro quecenaríanenfamilia.

—¿Siempre tiene que decidir la abuelaWainwright cuándo comemos ydónde?—preguntó.

Sumadreasintióconfirmeza.—Estamosensucasayharemosloquenospida—dijomirandoasuhijo

conairesevero—.Esperoquesepasdarleejemploatuhermana.Sammycedió.—Estábien.—Guardaelguanteylávatelasmanos—ordenósumadre.—Notengoelguante—repusoélcariacontecido.Lisbethsoltóunsuspiroyloreprendió.—¿Yalohasperdido?—No—contestóelniñomoviendolentamentelacabezadeunladoaotro

antesdedecir—:selohedadoaWillie.MiróasumadreesperandounareacciónyLisbethrespondióconunaleve

sonrisa.—Notehasenfadado,¿verdad?—preguntóelcrío.—No.Hastenidoundetallemuybonito.Estuguanteypuedeshacercon

élloquequieras.

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—Cuandome locompré, el señorEvansmedijoquepodíaenseñarmeahacerlos si quería. Si le echo unamano, seguro quemedeja trabajar con él acambiodeunonuevo.

—Puesyocreoquetienesrazón.—No sabes la ilusión que le ha hecho a Willie, mamá —dijo Sammy

sonriente—.¡Siparecíaquelehubiesedadociendólares!Lisbeth se sintióhenchidadecariñopor suhijo. ¡Quéhermosoverlo tan

ilusionadoantelafelicidaddeunsemejante!Ledespeinóelcabelloylediounachuchóndecostadoantesdeconcluirlaconversaciónconun:

—¡Lávate,quenosestánesperando!

Jacksepresentócuandohabíanservidoyalacena.—SeñoritaSadie—declaró—,estáustedhermosísimaestanoche.—Gracias,tíoJack—repusoellaconunasonrisadeorejaaoreja.—Llegastarde—loreconvinosumadre.—Hemostenidoundíacomplicado.Hahabidoquearrestaramuchagente

enlaTredegar.—¿Quéhapasado?—quisosaberSammy.—Vagos.—Cadavezhaymásydanmásproblemas—tercióJulianne—.Lasemana

pasadaestuvimoshablandodeelloen laAsociacióndeDamasenMemoriadelosCombatientes.

—¿Vagos? —preguntó Lisbeth, preocupada por el cariz que estabatomando la conversación.Había tenido la esperanza de poder disfrutar de unacenabreveysinenfrentamientosyunaveladatranquila.

—Losquevivensinhacernadaosenieganatrabajarporlossalariosqueseofrecen—repusoJack—.SientodecirqueWilliamestabaentrelosnegratasagitadores detenidos. Por más que pese a Emily, no puedo darle un tratopreferente.

Lisbeth estuvo a punto de dejar escapar un grito de sorpresa.Metió lasmanosbajolamesaparatomarlasdesushijos.Aquellacenanopodíasermásdesagradable.

—La leyes la ley—lo tranquilizó Julianne—y tú tienesquedefenderlapordolorosoqueresulte.

—Noloentiendo—dijoelniñoconvozafligida.—Nuestras leyes son muy sencillas —respondió Jack—: Con

independencia de su raza, los hombres que no trabajan para mantenerse ymantenera sus familias tienenqueserarrestadosyarrendadosalmejorprecioquepodamosconseguir.Midebereshacercumplirlaley.

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—PeroWilliamtienetrabajo.—Estabahaciendocampañaparaquelossuyosrecibanlamismapagaque

losblancos.Enlapráctica,esonoesenabsolutoposibleyéllosabe.Novolvióasupuestocuandoseloordenaronysabíacuálesseríanlasconsecuenciasdesusactos.

—¿Y tiene que ir a la cárcel? —preguntó Lisbeth, a quien preocupabatantolasituacióndeEmilyyWilliecomoladeWilliam—.¿Cuántotiempo?

—Tresmeses—contestóJack.No,noeratantotiempo.—Perosufamilialonecesita—declarósusobrino.—Lopondremosenundestacamentodetrabajoysupagaseharállegara

sufamiliadespuésdedescontarlosgastosdesumanutención.—Asíescomonosocupamosde los libertosque secreenconderechoa

que los mantengan sin trabajar—explicó Julianne—. Cada vez son más y lasituaciónnoparecetenerremedio.Nohadejadodeempeorardesdequeacabóelconflicto.Esterrible.

—Sonunapandadeindolentesquenorespetanada—agrególamadre—.Esasleyeslosayudanacumplirconsucometidoenlasociedadycontribuyenasupropiobienestar.

—Pero…—empezóareplicarSammy.—Yaestábien,Samuel—ordenólaabuela—.Seacabaronlaspreguntas.

Julianne,porfavor,háblanosdelareunióndetuasociación.Lisbethmiródemanera subrepticiaa suhijoy, alverque seafanabaen

contenerlaslágrimas,respiróhondoparareprimirlasensacióndeterrorqueseleempezabaaacumularenelestómago.

—Alfinal—expusoJulianne—hemosaprobadounproyectocomún.NoscentraremosenGettysburg.NuestracampañaderecaudaciónseráparadarnuevasepulturaanuestroshéroescaídosenelcementeriodeHollywoodyparaerigirenlaplazapúblicaunmonumentoenhonordesusacrificio.

Lisbethapenasoíalaspalabrasdesucuñada.Habíadeseadoquesushijossupieranalgomásdelmundoenquesehabíacriadoella,peronohabíacontadocon que Sammy acabaría por tomar cariño a un chiquillo al que afectaba deformatandirectatodaaquellamaldad.Nohabíaimaginadoquesuestanciaharíatantodañoasuspequeñossinqueellapudiesehacernadaporprotegerlos.Diounapalmaditaenlapiernaalniñoconlaintencióndeserledeconsuelo,perosuhijo apartó elmusloy lamiró condesdénydesengaño.Lisbeth sospechóquepretendíaquesumadrefuesedealgúnmodoalrescatedeWilliam,perolociertoesquecarecíadelpoderylaexperiencianecesariosparahacerfrentealsistemalegal de Virginia. El permanecer allí hasta el final de la vida de su padre le

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suponíaunretomonumental.

Aquellamismanoche,estandoyalosniñosdormidosensucama,sesorprendióal oír que llamaban discretamente a su puerta. La abrió y vio a Emily en elumbral.Saltabaalavistaquehabíaestadollorando.Lisbethlatomódelamanoylametióenelcuarto.

—Emily,sientomucholodeWilliam—susurró.—Gracias, señora —respondió la otra—. Ha sido un golpe durísimo y

estamosrezandoporél.—Al menos, puedes consolarte pensando que será libre dentro de tres

meses.La criada lamiró con gesto severo antes de cerrar los ojos y sacudir la

cabeza.—No quiero restarle importancia a vuestra situación, Emily, pero, en el

fondo, siendo optimistas, tres meses no son tanto tiempo—dijo Lisbeth concalmayentonotanalentadoryamablecomolefueposible.

—Novuelvennunca—susurrólaotraconlagargantatensa.Lamásjoven,alarmadadeinmediatoporeltonodesuvoz,preguntó:—¿Quéquieresdecirconeso?—Llevancasidosañosyaarrestandogenteconesaley.Casianingunode

loshombrescastigadosatrabajarenesascuadrillaslosueltanalostresmeses.Después de tenerlos plantando o cosechando por aquí, los llevan al sur paraponerlosahacercarreteras…ynuncavolvemosasabernadamásdeellos.

ALisbethlaasaltóunaoleadadeira.—Pero,Emily,¡esonopuedeserasí!Tienesquehablarconunjuez.Yote

ayudaré.Emilynegóconlacabeza.—SeñoraLisbeth,yoséquesus intencionessonbuenas,perono tiene la

menor idea de lo que está diciendo. Son los jueces los que dan la orden demandarlosatrabajaralsur,porun«intentodefuga»oporcualquierotrarazónquepuedaninventarse.

Aunque las palabras de Emily llegaban a sus oídos, no conseguíaencontrarlessentido.Lamirótratandodeformularunapreguntaounarespuesta.

—No he venido aquí a pedirle ayuda paraWilliam—siguió diciendo lacriada—,sinoparaWillie.

—¿ParaWillie?—¿PodríallevárseloconustedcuandovuelvaaOhio?—lepidióconvoz

agudaytensa.—Meencantaríaquepudieravenirseconnosotrosavisitarnuestracasa—

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repuso Lisbeth de corazón, convencida de que los dos pequeños estaríanencantados—,peronotengointencióndevolverprontoaquíy,portanto,nosécómoloharíamosparatraerlodenuevo.

Emilynegóconunmovimientodecabeza.—No,quierodecir…—Seaclarólagargantaydijoconvozronca—:para

siempre.—¿Qué?—exclamóella.—Nomerespondaahora—seapresuróadecirlaotra—,peropiénselo,por

favor.MiWillietienelapieltanclaraquepodríapasarporblanco.LasangreselehelóalrepararenloqueleestabapidiendoEmily.¿Cómo

era posible que quisiera separarse para siempre de su pequeño? A Willie lodestrozaríaperdertodoloqueconocía.

Entonces se revolvió en la camaunode sus hijos e hizo que apartase laatencióndeEmily.ObservóaSammydarselavueltabajolascolchasyesperóconlacriadaensilenciohastaqueseestuvoquietodenuevo.SoloentoncesmiróaEmilyysellenólospulmonesdeaire.

—Por favor, piense en llevárselo con usted y criarlo con su familia—susurró laotra—.Esdesusangre,mediosobrinosuyo.Puedeserquesehayaacabado laesclavitud,perominiño tendráunavidamejorenelmundode losblancos.

—Nopuedesestarhablandoenserio—dijoLisbetholvidándosedebajarlavoz—.Loquieresdemasiadocomoparaseparartedeél.

—Loquierotantoquenopiensomásqueensubien,pormuchoquepuedadolerme—repusoEmilyconlosojoshúmedos.

Alamásjovenledabavueltaslacabezaporlasimplicacionesdeloqueleestabanpidiendo.

—Osvendréislosdosconnosotros—dispusoconunsusurroferoz—,queyanosarreglaremosparaqueospodáisasentarenOhio.

Emilynegóconlacabeza.—Lohepensadomucho.Siyofueseconustedes,él…—lefallólavoz—

seguiríasiendodecolor.Lisbethsesintiómareada.Lagargantaseletensóyselellenódebilisacre

yardiente.Tragósalivaconfuerza.—Esmuybuenniño—suplicólacriada—,yalosabe,ySammyseríaun

hermanomayorexcelenteparaél.—Emily, por Dios, yo… —Los ojos se le llenaron de lágrimas que

amenazabancondesbordarlos.Pestañeóconfuerza,tratandodenodejarsellevarporlaemociónmásquelapropiamadredelmuchacho,quelainterrumpióparadecir:

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—Noquieroquemerespondaahora,soloquelopiense.Hemosahorradodineroypuedodárselotodoconél…yseguirenviándolemásadelante.

Con esto, se volvió sin más. A Lisbeth le daba vueltas todo. Se sentíaatrapada.LeparecíataninconcebibleabandonaraWilliecomollevarloconsigo.Hacíanfaltaunascondicionesdeveraspavorosasparaobligarlaavivirseparadade sus hijos y el que Emily estuviera dispuesta a hacerlo daba fe de lodesesperadodesusituación.

Lamujersedetuvoenelumbralantesdesalirdelcuarto.—TambiénsehanllevadoaSamuel.Confundida,miróaSammy,queseguíadormido.—¿Amihijo?—No—dijolaotrameneandolacabeza—,alhijodeMattie.Tambiénlo

handetenidohoy.Lisbethsintióquelasrodillasdejabandesostenerlaysederrumbósobrela

cama.AlrostrodeEmilyasomóunasonrisafugazquenoteníanadadealegre.—Como ya le he dicho, esto no se ha acabado—insistió—. Mattie ha

venido esta tarde para pedirmeque le diga que se reúna con ella en la iglesiabaptistadeEbenezer,queestáen la calleLeigh, entre JudahySaintPeter.Laestáesperandoallíahora.

Y,dichoesto,desapareció.Lisbethsequedóconlamiradafijaenlapuertablanca, incapazdemoversesiquierade tanabrumadaqueestaba.Losbrazosylaspiernaslepesabandemasiado,peroelcorazónle latíaconurgencia.Estabadesgarrada,divididaentreeldeseodeiraverdeinmediatoasuantiguaayayelmiedo.SiJackllegabaaenterarsedequehabíaidoauntemplodenegrosodequeseguíaestandoencontactoconMattie,nodudaríaendescargarsuiracontraella y hacermás tensa aún la situación en aquella casa, ni dudaría, quizá, enempeoraraúnmásladeMattie.

Estaúltima,sinembargo,jamáslehabíapedidoayuda.LisbethselodebíatodoysabíaquepodíaservirdeauxilioaSamuel.

—¿Mamá?LavozsoñolientadeSammyinterrumpióaquellospensamientosconfusos

yaterrados.Lamadreemergiódelatempestadquehabíaestalladoensuinteriory,acercándoseasuhijo,sesentóenelbordedelacama.

—¿Sí, Sammy?—preguntó con la esperanza de que no hubiera oído laconversaciónqueacababademantenerconEmily.

—¿VasaayudaralaseñoraFreedman?¡Estabadespierto!Lisbethsintióqueseletensabaelpechoylacabezale

amenazabaconestallar.Supequeñoleestabapidiendoqueactuase.Lomiróyviolasansiasquelecubríanelrostro.Eldeseodehacerquesesintieraorgulloso

Page 150: Un granito de mostaza

deellaseapoderóentoncesdesualma.Teníaantesílaocasióndeenseñarleallevarunavidarectaconactosynosoloconpalabras.

Asintió.—Voyaversipuedohaceralgoporella,aunquenosésiserédealguna

ayuda.¿TeencargastúdeSadiesisedespierta?Sammydijoquesíconunmovimientodecabeza.—Sinecesitáisalgo,buscadalaseñoraEmily—leordenó.Despuésderepetirelgestodeasentimiento,elcríopreguntó:—¿YWillieserámihermanoapartirdeahora?Sumadre sintió un escalofrío recorriéndole la columna vertebral. Tomó

aireyloexhalólentamenteantesderesponder:—Nolosé,Sammy.Tendremosquemeditarloconmuchodetenimiento.—LaseñoraEmilydicequeaquínoestáasalvo.Tenemosquellevárnoslo

—suplicóelniño.Lisbethsesintiódivididayabrumada.—Esunadecisiónmuydifícilquenoestoydispuestaa tomara la ligera.

Papá…Elniñolainterrumpió.—Apapáleparecerábiensitúdicesqueeslocorrecto.Escríbele.—Sammy,séquequieresmuchoaWillie.Yotambién,pero¿otrochiquillo

encasa…?Noesunadecisiónnadasencilla.—Mamá,teprometoquelocuidaré.Lollevaréalcolegioyloayudarécon

lastareasdelacasaylosdeberesdeclase.—Sammy—lo atajó ella—, prometo pensarlo, pero hoy tengo que ir a

hablarconlaseñoraFreedmanytútienesquevolveradormirte.Buenasnoches.—Buenas noches, mamá —repitió el niño, aunque no parecía tener

intenciónalgunadevolveraconciliarelsueñoenunbuenrato.

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CapítulodieciséisJORDAN

Richmond(Virginia)

—¡Mamá,nopodemosquedarnosdebrazoscruzadosmientrassellevanaSamuel!—gritóJordan.

—¡Calla!—ordenó lamadre—.Volveremos tranquilamente a casa de laseñoritaGraceparanoempeorarlascosasmástodavía.

Suhija temblóal inspiraryseafanóencalmar los latidosdesucorazón.Miróalapequeñaqueteníaasuladoyquesehabíaquedadopetrificada,conlamiradaperdidaycomoindiferenteacuantoacababadeocurrir.Jordansiguióasumadrecallearriba.Lairaylafrustraciónquelainvadíanseibanagrandandoacadapaso,peronoalzólavozhastaqueseencontraronenlahospedería.

En cuanto se cerró la puerta de la sala de estar, se deshizo en lágrimasexclamando:

—¿Quévamosahacer,mamá?—Tú,quédateaquíconElla—leordenóMattie—,queyovoyabuscara

laseñoritaGrace.—No teníamos que haber venido—reprendió a su madre—. Todo este

viaje ha sido un error. Sabías que podía pasarnos algo así ¡y ahora hemosperdidoaSamuel!

La expresión de Mattie se endureció y sus ojos de color caramelo leindicaronconungestoquedebíamoderarsedelantedeElla.Jordanentendióelmensajemudodequeteníaqueactuarconcalmay,cambiandodetono,dijosinalterarse:

—Mamá,tengomuchomiedo.—Yotambién,pequeñina.—Y,frotandoelbrazodesuhija,salióabuscar

ayuda.

Page 152: Un granito de mostaza

RegresóalasaladeestarconlaseñoritaGrace,quelesexplicó:—Hoyhandetenidoaunmontóndehombres.Es temporadadecosecha,

asíquenecesitanbracerosenlostabacales.—Pero ¡si Samuel es abogado! No sabe trabajar los campos —señaló

Jordanconsumidaporlaindignación—.Terminarámuerto.Sumadrevolviólacabezayclavóenellasumiradaparadeclararconaire

incrédulo:—Jordan, la situación es desesperada, pero tus gritos no harán nada por

ayudar.Tuhermanotrabajóenloscampossiendoniñoy,sisobrevivióporaquelentonces, lo superará también ahora. No tenemos que preocuparnos por unoscuantosdías,sinoporlosaños.

Lahijaseruborizóalrepararenquehabíavueltoaolvidarladistanciaqueseparabasupropiainfanciadeladesuhermanomayor.SumadrevolvióamiraralaseñoritaGrace.

—¿Dóndetienenaminiño?—Losretienenenlacasadesubastashastaelmomentodearrendarlos—la

informólahospedera.—¿Enlacasadesubastas?—preguntóJordanperpleja.—Desubastasdeesclavos—lailustrólaseñoritaGrace—.Ellugarenque

los encerraban antes de venderlos. Ahora la usan para retener a los presosmientraslosarriendan.Daigualcómolollamen.

¿Casa de subastas? ¿Arrendarlos?La joven no podía creer lo que estabaoyendo.

—¿Cómololiberamos?—preguntóMattie.Liberarlo.AquellaideaquemóelalmadeJordan.¡SiSamueleralibre!La

guerra había acabado y la esclavitud también, pero a su hermano lo teníanretenidoenunacasadesubastasesperandoaqueloarrendasenparatrabajarenloscamposdeunaplantaciónsudista.

La señorita Grace meneó la cabeza mientras chasqueaba la lengua yrespondió:

—Nohaymuchas esperanzasdeque lo sueltenpronto.Tengo entendidoqueunhombreblancopuedehacerquesueltenaalguiensidicequetrabajaparaél. LaAgencia de Libertos debería tener poder para enmendar estos agravios,peronoesasí.Haydemasiadagentehaciendocosasmalasparaquepuedancontodo.Además,estánhaciendolasmaletasparalargarse,demaneraqueyanadielostomaenserio.

—Tenemosqueavisaratupadrecuantoantes—dijosumadreaJordan.—¿Tambiénquieresponerenpeligroapapá?—laprovocólahija.Lahospederaintervinohaciendocasoomisodelarrebatodelajoven:

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—Envíeleuntelegrama.Soncaros,peroasítendrálaseguridaddequelorecibirámañanaporlamañana.

Mattieasintiósinpalabras.—Cuantas menos palabras use, menos le costará —explicó la señorita

Grace.—¿Quétal:«Samueldetenido.Venahoramismo»?Jordan entendió elmensaje de que tenía que actuar conmásmadurez y

respiró hondo para calmarse. En aquel momento, tocaba ayudar y no dejarsellevarporlasemociones.

—Perfecto, mamá —dijo—. ¿Quieres que vaya yo a la oficina detelégrafos?

Sumadrereflexionóunosinstantesyrepusoacontinuación:—Iremosjuntasallíy,luego,alaAgenciadeLibertos.—Deacuerdo.—DespuésiremosabuscaraLisbethJohnsoncomohadichotuhermano

—añadiólamadre.Alajovenselerevolvióelestómago.—¿Quieresquevayamosalazonablancadelaciudad?Sumadreasintió.—¿YquévaahacerellaparaayudaraSamuel?—Jordanhizoloposible

pornoperderlacalmanielrespeto.—Quienselohallevadoerasuhermano.Jordanaspiróconfuerza.—¿Estássegura?—Encuantolovimedicuentadequeesosojoslosconocíayodeantes,

perohastaquetuhermanonosdijoquebuscásemosaLisbethnorecordéquiénera.

—¿YsuhermanopodráliberaraSamuel?—preguntóJordansintiendoquesedespertabaensuinteriorlaesperanza.

—Siquiere, sí—contestó sumadre inclinando labarbilla.Acto seguido,centró su atención en la otramujer para anunciar—: SeñoritaGrace, creemosque hemos encontrado a una de las niñas que estábamos buscando. ¿Puedecuidardeellamientrasestamosfuera?

—Estaréencantadadetenerlacompañíadelapequeñina.Enmivida,noabundanlosniños.

JordanbuscóaElla,a laquehabíanolvidadoporcompletoenmediodeaquelcaos.Laniñaestabasentadaenelsuelo,hechaunovilloentreelsofáylapared.Lapobrecriaturaparecíatenerlamenteperdidaenotromundo.Lajovenseacercóalextremodelasientoylediounapalmaditaenelhombro.Laniñadio

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un respingoy levantó lavista. Jordan la tomóde lamanoy, levantándolaconsuavidad,lallevóhaciaelsofá.Lapequeña,aunquerecelosa,tomóasientoconcautela.

—¿Nuncatehassentadoenunsofá?—lepreguntóJordan,conscientedenuevodelabismoqueseabríaentresupropiavidaylasexperienciasdeaquellacría.

Ella negó con unmovimiento de cabeza y frotó con susmanos secas eltejidodecolorverdeoscuro.Unalevesonrisatiródelascomisurasdesuslabios.

—Estoesterciopelo,eltejidomásbonitoconquelostapizan.Hayquiensehace vestidos con esto —le explicó moviendo la cabeza de arriba abajo yabriendobienlosojosparaconfirmaralapequeñaaquellanoticiasorprendente.

»LatíaabuelaMattieyyovamosasalir—prosiguió—.Tepresentoa laseñoritaGrace,ellatecuidarámuybienhastaqueregresemos.

Laniñabajólacabeza,hundióloshombrosydeclaróconairederrotado:—Vanadejarmeaquí.—Peroserásolounmomento.Volveremos,teloprometo.—¿Puedeniradondequieran?—quisosaberElla.Jordan suspiróymeditó lapregunta,un recordatorio lacerantemásde lo

que separaba su existenciade la quepodría haber conocido.Si antes de aquelviajehabríacontestadoquesísindudarlo,enesemomentorepusoencambio:

—No,perosíamuchossitios.Lapequeñahizoungestodeasentimientocon la cabeza,pero fruncióel

ceñoalmismotiempoconairedubitativo.—VamosaliberaralseñorSamuel—leexplicóJordan.La niñameneó la cabeza con lamirada perdida. Sus ojos parecían estar

ausentes,comosisumentesehubieramarchadoyadeaquellasala.AJordanleparecióperturbador.

—Nos vemos de aquí a unas horas —dijo con dulzura, pero Ella norespondió.

Fueronprimeroalaoficinadecorreosytelégrafos.Mattieysuhijaobservaronde pie desde la ventanilla de madera al funcionario que trabajaba en suescritorio. Como no había nadie más aguardando, las estaba obviandodeliberadamente.LarabiadeJordanfuecreciendoamedidaqueleshacíaperderel poco tiempo del que disponían. Clavó la mirada en aquel hombre blanco,inclinadosobresumesa,conlaesperanzadequepudierasentirsuenergía.

Alfinal,sepusoenpieyseacercóalaventanillasinmirarlassiquiera.—Buenastardes,señor—dijolamayorconsuvozmásobsequiosa.Jordansintióquelabilisserevolvíaensuinterior.Aquelhombremerecía

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quelegritasenporsugrosería,perosumadreseestabadirigiendoaélcomosifueseunrey.

Elhombrerespondióconungruñido.—Queríamos mandar una telegrafía, señor —dijo Mattie haciendo por

parecer más iletrada que de costumbre—. Si no es molestia. Tengo aquí losdineros.—SacóunfajitodebilletesdelTesoroestadounidense.

Laexpresióndelhombrecambiódemanerasutil,perosiguiósindecirlesnada.Entonces,sacandounlibroqueparecíadecontabilidad,anunció:

—Seránveintecentavosporpalabra.Elmínimosondiezpalabras.—Lo’ntiendo,señor—repusoella.AJordanselesubieronloscoloresalrostrodevergüenzaajena.Tuvoque

recurriratodasufuerzadevoluntadparaabstenersedereprenderlosaambos.—¿Puededecir:«Samueldetenido.Venahoramismo»?Lavozdelfuncionariorebosabadesdéncuandocontestó:—Esosonsolocincopalabras.—Sí,señor.Vamosapagardiezmanquemandemossoloesascinco.Lajovenestuvoapuntodeestallarysintiódeseosdesaliralacalleantes

de decir nada de lo que pudiera arrepentirse después, pero no permitiría queaquelhombreysusmodaleslaobligasenaapartarsedesumadre.Sedistancióligeramente de la ventanilla y cerró los ojos.Entonces, respirandohondoparacalmarse,recitóparasípartedeunversículodelSalmo23:«Aunquecaminaseyo por la sombra de la muerte, no temeré ningún desastre, porque tú estásconmigo».

Abriólosojosyvioalhombretomartodoeldineroqueteníasumadreenla mano. Se aclaró la garganta y él la miró de soslayo. Contó tres billetes ydevolvióelrestoaMattie,quiensonrióconeducacióneinclinólacabeza.Asuhija se le iba a salir el corazón por la garganta. Debería haber hecho la vistagorda, pero estaba demasiado indignada como para dejar correr semejantefraude.

—Disculpe,señor—dijoJordanconsupronunciaciónuniversitaria—.¿Lohe entendidomal? ¿El precio no debería ser de dos dólares?—Y sonrió conrecato.

El hombre dejó un billete sobre el mostrador con un gruñido. Desde elpapellamirabaSalmonChase,antiguosecretariodelTesoro.Elhombresediolavueltayvolvióasumesa,entantoqueMattiehizoademándemarcharse.

—Porfavor,dirijael telegramaaEmmanuelFreedman,deOberlin,Ohio—dijoJordanconlaesperanzadenodelatarlaagitaciónquesentíapordentro.

Elhombrelamiródehitoenhitoconlosojoscargadosdeira.—¿Meestásdiciendocómotengoquehacermitrabajo?

Page 156: Un granito de mostaza

Jordantomóaireconunmovimientotembloroso.—No,señor.Esquemimadrehaolvidadodecirleadóndedebíaremitirlo

—dijo antes de añadir—:No es lo bastante lista como para saber de algo tancomplicadocomountelegrama.

—¿Ytú,sí?—ladesafióél.—Claro que no, señor. Nunca podré saber tanto como usted, señor.—

Apenashacíaunosdíasnosehabríacreídocapazdehumillarse tanto,peroenesemomentohabía comprendido loque estabadispuesta ahacerpor ayudar aliberaraSamuel.

El hombre volvió a gruñir y regresó a su mesa. Jordan habría queridoquedarsehastaverloenviareltelegrama,peronoteníasentidopermanecerallí.No había modo alguno de comprobar que hacía lo que le habían encargado.Acababandedesprendersedeunmesdel salariodesupadreynosabíansi lohabíanhechoacambiodenada.

El señorBrooke las reconocióde inmediatocuandoentraronen laAgencia deLibertos, lo que hizo que Jordan sintiera cierta esperanza de que querríaauxiliarlas.Eldespachoestabatandesiertocomocuandolohabíavisitadohacíaunpardedías.

—¿Dóndeestáeljoven…mmm…señorFreedman?—preguntó,orgullosodehaberrecordadoelapellido.

MattiemiróaJordanalentándolasinpalabrasaserquienhablase.—Mihermanohasidoapresadoerróneamenteporeljuezdepazsinhaber

infringidoningunaley.—¡Vaya, qué lástima! —dijo él cariacontecido—. Un hombre tan

agradable…PaisanomíodeOhio,encima.—¿Puedeofrecernosalgunaayudaparaconseguirqueloliberen?—Pues,laverdad,pormásquemeduela,haypocacosaquepuedahacer

yo.Jordan, molesta ante la impotencia que proclamaba el señor Brooke, se

limitóaclavarlelamirada.—¿SigueaúnenRichmond?—preguntóél.Vislumbrandociertaesperanzadequetuviesealgunajurisdicción,lajoven

explicó:—Creemosqueestáenlacasadesubastas.—¡Quévergüenza!—exclamóincrédulo—.Enlacasadesubastas.Como

sinofuerayabastanteofensivalasituaciónenlaquelohanpuesto.Jordansiguiómirándoloenesperadequetomasealgunamediday,cuando

vioquenohacíamásquedevolverlelamirada,preguntó:

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—¿Puedehaceralgoporlibraramihermanodeestainjusticia?—Puedosolicitarunainvestigaciónporpartedeunagentefederal.—¡Gracias!—exclamóellaconunamezcladegratitudyenojo.Anoserquehicieraalgo,laindignación,amableaunqueineficaz,deaquel

hombrenoleseríadeayudaalgunaaSamuel.ElseñorBrookesacóuncuadernoyañadióaSamuelFreedmanalfinalde

unalargalistadenombres.Jordanobservóquerecordabatambiénelnombredepiladesuhermano.

—¿Dequéseloacusa?—preguntó.—Devagancia.—¡Qué lástima! No le será fácil desmentirlo, ya que no tiene empleo

algunoenelestadodeVirginia,¿noesverdad?—No,señor:aquínotieneempleo.—Unaverdaderalástima—repitióélconsinceraaflicción.Jordansintióquelainvadíalaira.Jamássehabíasentidotanimpotentey

furiosa.Ensuinterioribacobrandofuerzaalgoquenohabíaexperimentadoenlavida:eldeseoimperiosodeasestarungolpeaaquelhombreblanco.Cerrólospuñosconviolenciaylosagitó,perosumadrelaasiódelantebrazoylaapartódelseñorBrooke.

—LeagradeceremosquehagaloquepuedapornuestroqueridoSamuel—dijo—.Volveremosmañanaparaverquéhaaveriguado.

Despuésdecruzarelumbral,lajovendijo:—Mamá,nosécomopuedesconservarlacalmaconhombresasí.—Esquetengomuchosañosdepráctica,Jordan.Muchosaños.Suhijasoltóunsuspiroperoloquedeverasdeseabaeragritar.—Reza, cielo—dijo sumadre—.Cuéntale aDios cómo te sientes, pero

queningunodeesoshombressedécuentadequeestáconsiguiendoirritarte.

Despuésde la tensiónquehabían sufrido en aquellas dosoficinas, la pazy laoscuridad que reinaban en la iglesia la convirtieron en un refugio impagable.MattiesedirigióalúltimobancoysesentóaesperaraLisbeth.Jordan,aunquenoteníatantaconfianzacomosumadreenquesepresentaralamujerblanca,lasiguiósinrechistar.¿QuiénsabíasiEmilyhabíapodidosiquieratransmitirleelmensaje?Mattieorabaen silenciomientras ellamiraba lasparedesdel templohaciendoloposibleporapaciguarsucorazón.Intentórezartambién,peronoeracapazdetenerlosojoscerrados.

—¿Mattie?—Lavozquerompióelsilenciosonabavacilante.Anteellasseencontraba,depie,LisbethJohnson.

Enelrostrodelamujerseextendiólentamenteunasonrisa.Sepusoenpie

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yabrazóconfuerzaalamujerblancaunbuenrato.—Graciasporvenir,Lisbeth.—¿Cómono iba a venir,Mattie?—repuso ella, asustada y joven—.Me

alegraquemehayaspedidoayuda.—Venysiéntate.—SeñalóelbancoyJordansehizoaunladoparadejarle

espacio.LisbethtomólamanosuaveyfríadeJordanyledijo:—SientomucholodeSamuel.Alajovenletemblólabarbillaysintiólosojoshenchidosdelágrimas.No

quería llorar y, para evitarlo, semordió el labio. La recién llegada le hizo ungestodeasentimientoapretandoloslabiosenunasonrisa,peronodijonadamás.SevolvióhaciaMattieyseinclinóhastaquedarconloshombrosjuntoalosdeella.

—Selohallevadotuhermano—dijoMattieconlavozagudaytensa—.¿Puedeshablarconél?

Lisbeth dejó caer los hombros y se mordió el labio. Jordan pensó queestabaaterrada,pero,alfinal,vioasentiralamujer.

—Sí,Mattie,perodudomuchoquequieraescucharme.—Corrióabuscaruna excusa—. Sigue furioso conmigo por mi boda con Matthew, pero, porsupuesto, hablaré con él.Apelaré a su vanidad. Puede que eso libre aSamuelde…

Sedetuvo.Del rabillo del ojo se le escapóuna lágrima. Jordan se sintióconmovida por cómo le había afectado su situación, aunque, como decía sumadre,lossentimientos,porsincerosquefuesen,noseríandeningunaayudaaSamuel.Sí estabadispuesta a hablar con el juezdepaz, pero no parecía nadaseguradepoderdoblegarlosdesigniosdesupropiohermano.

Mattietendiólasmanos.—Pidamoslabendicióndenuestroseñor.LisbethofreciósumanoaJordan,quientomólasdeambasparacompletar

elcírculo.LadesumadreeracálidayacogedorayladeLisbeth,fríacomolanieve.

—Diosmío—oró sumadre—, somos tus humildes siervos.Gracias porescucharnos.Tepedimosquenosdes fuerzas,quecuidesdenuestroSamuelyque nos lo devuelvas.Haz quemi Emmanuel, que viene hacia aquí, tenga unbuenviaje.Y,porfavor,Diosmío,abreelcorazóndelseñoritoJackatuamor,porquesabemosquelonecesita.

ElEspírituSantollegóalalmadeJordancomounacentellaatravésdelasmanosde sumadreydeLisbeth.Duranteun instante fugaz, se sintió llenadeesperanza,deamorydepaz.Nohabíavividounsegundodetranquilidaddesde

Page 159: Un granito de mostaza

queaquelhombre,elhermanodeLisbeth,detuvierasucaballo.Desdeentonces,habíapasadounahoratrasotra,minutoaminuto,reprimiendoelpánico.Aunquefuesolounmomento,sintiólafedelaquehablabasiempresumadreyqueellano había llegado a vislumbrar salvo en contadas ocasiones. La sensacióndesaparecióenseguida,peroelecoqueledejóleinfundiócorajeyfuerza.Deunmodouotro,superaríanjuntasaquello.

Miró a su madre y luego a Lisbeth, que le sonrieron y asintieron sinpalabras, tal vez por haber percibido asimismo el Espíritu Santo. Sus ojosbrillabantambiénporlaslágrimasqueestabanconteniendo.

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CapítulodiecisieteLISBETH

Richmond(Virginia)

Lisbethsepasólanochedandovueltasenlacamaensayandoloqueibaadecir a Jack por lamañana e imaginando la alegría que invadiría el rostro deMattie si llegaba con buenas noticias. No quiso pensar demasiado en laprobabilidadquehabíadedecepcionarla.Sabíaque,siqueríaobtenerelobjetivodeseado,teníaqueabordarasuhermanodeunmodoquenoresultarainsultanteniacusadoryqueinvocarasuvanidadseríaelcaminomásseguroaléxito.

Duranteeldesayunotanteóelhumordesuhermano.Jackestabaleyendoel periódico, pero la había saludado con tanta jovialidad que decidió no dejarpasarlamañana.Despuésdeverloabandonarlamesa,aguardóquinceminutosyfueasudespacho.Searmódevalorantesdellamaralapuerta.

—Adelante—dijoconsuvozresonante.Laspiernas le temblabancuando se acercóa suhermano,que sehallaba

sentado tras el mismo escritorio que había usado su padre en Fair Oaks, unapiezaqueleprodujounamezcladetemorydeañoranzaporsuinfancia.

—¿Cómo estás, Jack? —preguntó Lisbeth en un tono quizá demasiadosuave.

—¿Quéquieres?—repusoélconenergía.Lisbethusósuvozmáshalagüeña,dejandoaunladosuorgulloporMattie.—Supongoque,comojuezdepaz,debesdetenermuchaautoridadsobre

lospresos,¿no?—¿Cómolohassabido?—Mamámehahabladodetutrabajo.Estámuyorgullosadeloquehaces

porRichmond—aseveróentonoadulador.Éllamiróimpertérritoyellalededicóunasonrisaforzada.

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—¿Quéquieresdemí,Elizabeth?—gruñóél.—EstasemanahanarrestadoaunodemisconocidosdeOhio.Jack le sostuvo lamirada, desafiándola sin palabras a seguir. Lisbeth se

aclarólagarganta.—Ymepreguntabasitendríaselpodersuficientecomoparalograrquelo

liberen.—Claro que sí —repuso su hermano—. Tengo poder sobre todos los

presosdeRichmond.Lisbeth asintió con un leve movimiento de cabeza y tragó saliva. El

corazónparecíaquerersalírseledelpecho.—Entiendoqueesunfavormuygrande…Jackfruncióelentrecejo.—¿Ytúmevasapediramíunfavor?—Noloharíasinofueseimportante.—Lisbethteníalaesperanzadeestar

dandoimpresióndetranquilidad.—¡Importante para ti!—se burló—. Tú, que traicionaste a toda nuestra

familia,quenosarruinastelavida,ahoramepidesqueresuelvatusproblemas.—Notengoningúnderechoaesperarnadadeti,perotelosuplico.—Se

afanóennoalterarlavoz—.Harécuantomepidasporti.Porfavor.AlrostrodeJackasomóunafinasonrisa.Tantoledabasisecomplacíaen

verla implorar: estaba dispuesta a mostrarse débil si con eso conseguía quesoltaranaSamuel.

—¿Aquién?—pidiósuhermano.—¿Cómo?—preguntóella.—¿Aquiénquieresquelibere?Lisbethsoltóunsuspiroaliviadoysintióunhormigueodeesperanzaenla

piel.—¡Gracias,Jack!—exclamó—.Nosabesloqueagradezcotugenerosidad.—Escríbemesunombreyestudiarétupetición—gruñóéldeslizandouna

hojadepapelporlasuperficiedelamesa—.Noteprometonada.Feliz al advertir aquel cambio de actitud, escribió el nombre de Samuel

Freedmanydevolvióelpapelasuhermano,queloabriólentamenteyexhalóunbufidoalleerlo.

—Sabía lo que querías de mí desde que has entrado por esa puerta—aseveró—.¿Quécrees,quelohearrestadoaccidentalmente?¿Quesoyidiota?

LosojosdeJackardíandefuriayaLisbethelcorazónlelatíaconfuerza.—Sé perfectamente quién es y lo sé desde el momento en que llegó a

Richmond.Si la fugadeSamuelnohubiese tenidoéxito, a tino se tehubierapasado nunca por la cabeza la idea de abandonarnos sinmás. Esa familiame

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arruinólavidayyoahorateloestoycobrando,Elizabeth.—Jackseregodeóencadaunadelaspalabras.

ALisbeth se le tensó la garganta. La boca le sabía a hierro y empezó asudarportodoslosporosdesupiel.

—Tú fuiste quien le enseñó a leer.—Jack clavó en ella sus ojos azulescargados de veneno—.Tardé en averiguarlo, pero, cuando al fin lo hice, todocobrósentidoparamí.Aquelfueelprincipiodenuestrofin.Yahorasepresentaaquí, en Richmond, diciendo que es un puñetero abogado. —Tenía el rostroencendido y escupió saliva al exclamar—: ¿Un negrata, abogado? ¡En miciudad,nipensarlo!

ALisbethlezumbabanlosoídosdelaviolenciaconquelelatíaelcorazón.—Eshombremuerto—sentencióelhermanoconcalma—ynohaynada,

nadaenabsoluto,quetúpuedashacerparasalvarlo.Tendrásquevivirconesoelrestodetuvida.

—Jack, por favor —imploró Lisbeth con lágrimas en los ojos, sinimportarlesuaspectolastimoso—.Fueculpamía,nosuya.Élnotuvonadaquever,nada,enmidecisióndecasarmeconMatthew.

—Se han vuelto las tornas —dijo él entre dientes con una sonrisa desuficiencia—.Ahorasoyyoquientienelasriendasypuedetomarunadecisiónquevaaafectarteatisinquetúpuedashacernadaporevitarlo.

Lisbethsemordióellabiodispuestaanollorar.—¡Fuera! —gritó Jack—. ¡Sal de mi vista si no quieres que arreste

también a tu querida Mattie! Ya lo habría hecho si no fuese porque no haymercadoparalasviejas.

Antesdequellegasealapuerta,añadióconvozcargadadeescarnio:—Hermana,¿quieressaberaquiénselovoyaarrendar?Lisbethse quedó petrificada. El corazón le latía con tanta fuerza que su

sonidolellenabalosoídosyapenasledejabaoírlaspalabrasdesuhermano.—¡A Edward Cunningham! —Jack se refociló triunfal—. Dios me ha

brindadolavenganzamásdulcequepudieraimaginar.Lisbeth salió corriendo del despacho. Subió las escaleras con piernas

temblorosasrezandopornocruzarseconnadie.Cerróenseguidalapuertadesudormitorio y echó el pestillo. La vergüenza le recorrió el cuerpo como sihubiesenderramadopeznegrasobreella.¡Quéingenuahabíasido!Lasituaciónde Samuel era muchomás lamentable de lo que había supuesto y ella era laúnicaresponsabledesusuerte.Suarrestohabíasidointencionado.

Sehundióenlacamaconelrostrosurcadodelágrimasyelremordimientocubriendocadaporodesupiel.Sesentíadesesperadaysola.AnhelabaestaralladodeMatthew.Eldeseoapremiantedecontarconelconsejoyelconsuelode

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sumarido semanifestó comouna presión física. Imaginó su rostro, su abrazoreconfortanteysedijoquenotardaríanenestarjuntos.

Las lágrimasde frustraciónyde rabiaacabaronporverse sustituidasporunas ansias imperiosas de liberar a Samuel. Se negó a rendirse ante Jack,tampoco estaba dispuesta a presentarse delante de Mattie sin una mínimaesperanza.Sedevanó lossesosenbuscade ideashastaquediopor finconunposibleplan.Antes,sinembargo,teníaqueconsultarconsumarido.

AmadoMatthew:Como siempre, los niños y yo te echamos muchísimo demenosynosmorimosdeganasporvolveracasa.Novemoslahoradeestartodosjuntosdenuevo.

Tengomalasnoticiasque,dehecho,sonelmotivoqueme ha llevado a escribirte para pedirte algo.Apenas puedohacermea la idea,perohancondenadoaSamuelFreedmanporundelitodevagancia¡porordendemipropiohermano!Lehanimpuestounapenadetresmesesdetrabajosforzados,perotememosqueseincrementeoquemuerareventado,quees el trágico destino que sufren demasiados libertos en lostiemposquecorren.

Mis empeños en convencer a Jack para que libere aSamuelnohanservidodenada.LaAgenciadeLibertosnoescapazdeprestarnosmásayudaqueladeasegurarnosqueestudiará la situación. He llegado a la conclusión de quecarecen del personal necesario para resolver debidamenteestainjusticia.Nopodrénimirarmealacarasimequedodebrazoscruzados.

No deseo poner en peligro a tu familia, pero megustaríapedirleatuhermanoMitchqueintervengaenfavordeSamuel.Porfavor,dimecuantoantessihagomal.

Tuesposa,quetequiere,Lisbeth

Sesecólaslágrimasyestudiósuimagencombadaenelespejoparadeterminarquenosenotabamuchoquehabíaestadollorando.Encontróasushijosjugandoenelpatioylosinvitóaescribirunaslíneasasupadre.LacartadeSadieeratantiernacomohabíaesperado:

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Papá:Teechomuchodemenosyestoydeseandovolverprontoacasa. Por favor, saluda demi parte a todos los animales ysobretodoaBrownie.Dilequeesmivacafavorita(peroquenoteoiganlasdemás,porqueseríademalaeducación).

Tuhija,Sadie

Sammyescribiócondecisióny,cuandohuboacabado,tendiósucartaaLisbethylepreguntó:

—¿Estábien?Sumadrepudosentirqueseclavabaenellalamiradadesuhijomientras

laleía.Susemocionesvolvieronaalzarseporlasnubes.

Papá:Estaríasorgullosodelomuchoqueestoyayudandoamamá.Cuido de Sadie cada vez que me lo pide y siempre estoydispuestoaecharleunamano.AJohnnylehaencantadosuguante.Porfavor,noteenfadesconmigoporhaberledadoelmíoaWillie,minuevoamigo.Mamádicequepuedotrabajarpara conseguir uno nuevo. Él no tiene muchas cosas y sealegró mucho. A su padre lo han detenido por nada. Noentiendo cómo pueden pasar estas cosas en los EstadosUnidos. No es justo, pero aquí parece que no le importe anadiemásqueanosotros.

LamadredeWilliequierequenoslollevemosavivirconnosotrosaOhioparaquepuedaestarasalvo.Amamáyamínosparecebuena idea.A ti también tegustarámuchoWillie.Porfavor,escribeprontoconturespuesta.

Esperovertepronto.Tuhijo,Sammy

Cuandoacabódeleer,miróasuhijoeinclinólacabezaparaindicarlequeestababien.Tanto se había centrado en el calvario deMattie y deSamuel quehabíaolvidadoelruegodeEmily.Elpequeño,porsupuesto,estabapreocupadosobretodoporWillie.Lisbethañadiólasiguienteposdataasucarta:

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Emily me ha pedido que acojamos a Willie para siempre.Estáconvencidadequesusoportunidadessevanavermuylimitadas viviendo con ella. Tengo que tomar una decisiónantesdevolver.Porfavor,dimequéopinasalrespecto.

Metió las tres hojas en un sobre y lo cerró.No sería nada fácil aguardar a surespuesta,peroeraloúnicoquepodíahacerporelmomento.

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CapítulodieciochoJORDAN

Richmond(Virginia)

Jordan estaba extenuada, pero era incapaz de conciliar el sueño. HabíanacostadoaEllaentreellasdosenlahabitacióndelaplantaalta,perolapequeñanohabíalogradoacomodarsehastaquehabíabajadodelacamaysehabíahechoun ovillo en el suelo sobre una simple manta. La joven no pudo menos deenvidiarla al verla dormida. Cada vez que cerraba los ojos, se le aparecía elmomento en que se habían llevado a Samuel y sentía que la invadía ladesesperación, anegándola de rabia y de pena a partes iguales. Era imposibledormirconelcorazónacelerado.

Nodejabadeimaginarlamiradadeterrorqueseadueñaríadelrostrodesupadrecuandorecibieseeltelegrama,nilaslágrimasdeNoracuandosusuegrolainformase de que habían apresado a sumarido.Aunque le preocupaba pensarquesupadrehabríadehacersincompañíaalgunaaquelviaje,eramayoraúneldeseodequenofuesetaninsensatodehacerloconNorayconOtis.

Cuanto más pensaba en la familia que había dejado en Ohio, más seexasperaba.Alfinal,latensióndesupechofuetalquesintióqueseahogaba.Seincorporó aterrada. Su errática respiración le impedía tomar aire. Sumadre sesentó a su lado.Al parecer, también estaba en vela. Le puso unamano en laespaldayasióconlaotraunadelasdeJordan.

—Inspirahondolentamente,cariño.Jordanlointentó,perosentíalospulmonescontraídos.—Nohayprisa—laalentósumadre.Suhijalamiró.¿Cómopodíaestartantranquila?—Concéntrateen tu respiración—la instóMattie—.Esoes loúnicoque

puedeshacerahoramismoparaayudaratuhermano.

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Jordancerrólosojosparacentrarseensupropiocuerpo.Sintiólamanodesu madre en la espalda. Relajó los hombros y, de pronto, sintió que se leensanchaban los pulmones. Inhaló una porción modesta de aire y, al ver quecabíamás,siguióinspirandoyllenandolentamentelospulmones.Alexhalarsereclinó.Sintióquelarecorríaunhormigueoamedidaqueselellenabaelcuerpodeloxígenoquetantonecesitaba.

—Asímegusta—lacalmólamadre—.Loestásconsiguiendo.Trasunascuantasrespiraciones,lahijaabriólospárpados.—Cuandoveascreceresemiedoentuinterior,tienesquedárseloaDios,

sobretodositepasaporlanoche.Cuandonopuedas,reza.La joven asintió con un ligeromovimiento de cabeza, agradecida por la

actitud sosegada de su madre. Hacía años que no la necesitaba para queespantasesustemores,peroenaquelmomentoleresultótanreconfortantecomocuandoeraunaniña.

—¿Quieresquerecemos?—preguntóMattie.Como seguía sin poder hablar, se limitó a inclinar la cabeza. Tal vez el

EspírituSanto la llenaría otra vez de paz comohabía hecho cuando se habíanreunidoconLisbethenlaiglesia.

—Diosmío,soyyo,Mattie.Jordantambiénestáconmigo.Porfavor,cuidaanuestroSamuel.Hazqueno sufra dañospermanentes en su cuerponi en sualmay guíanos para que podamos ayudarlo. Por favor, Señor—continuó y lavoz se le quebró en medio de la plegaria—, concédele otra vez la libertad.Amén.

—Amén—repitiólahija.—¿Notesientesmejor?Jordanasintió.Estabamáscalmada,aunquesusosiegoeramásbiendébil

yelterrorseguíarondandosucorazón.—YonodejodepedirleaDiosquenolepasenadayquelo liberen.En

ningúnmomentomequitodelacabezaesasdossúplicasytúdeberíashacerlomismo—le pidió sumadre—.Y acuérdate de hacer girar entre los dedos losgranosdemostaza,asítesentirásmejoryayudarásatuhermano.

La joven hizo lo que le pedía mientras rogaba para sí: «Dios, cuida deSamuelylíbralodelacárcel.Cuídalo.Libéralo.Porfavor,cuídaloylibéralo».Exhaló un suspiro, inclinó la cabeza y sonrió a su madre. El miedo que laatenazabasealejóunpocomásycediódeprontoanteelcansancio.Lajovenseacurrucóbajo lasmantasydejóquela tensióndesucuerposefundieraconelcolchón.Sepusodecostadoycerrólosojos.Sumadrelefrotólaespaldaysepusoacantar.Apesardenohabercambiadonada,laplegariacalladaqueentonópor su hermano semezcló con los versos de aquella nana de su infancia para

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consolarlahastaquesequedódormida.

Porlamañana,Jordanestabaansiosaporempezarlarondaporlasoficinasquehabíanvisitadolavíspera,perosumadreinsistióenqueerademasiadoprontoyenque,antes,debíanhaceralgúnbienalmundo,empezandoporElla.

La señorita Grace sacó la tina que había en el lavadero. Jordan solonecesitóherviruncazodeaguaparaponerelaguaaunatemperaturaagradable.Laniñaobservólospreparativosconunamezclademiedoeinterésenelrostro.

—Listo—anunciólajoven.Lacríanomovióundedo.—Yapuedesmeterte—indicóJordan.Laniñaparecíaconfundida.¿Eraposiblequenosehubieradadonuncaun

baño?Jordannocreíaqueasífuera,sumadrenodejabadehablarmaravillasdelosbañosdeaguatibiaencontrasteconlosgélidosdeantaño.

—Es solo una tina con agua—le explicó—para lavarte.Te has bañadoantes,¿verdad?

Ellaasintió.Actoseguido,se llevóundedoalpechoypreguntóconvozmaravillada:

—¿Yoprimero?—Sí.—Jordansonrió,divertidaporelgestosorprendidodeElla—.¿Esla

primeravezquetebañasconagualimpia?Laniñasemordióunlabioyasintiósinpalabras.—Entonces,hoyesundíaespecialparati.Vamos,¡adentro!—laalentó.Ella meneó levemente la cabeza. El miedo era más poderoso que la

fascinación.—¿Quépasa?—preguntólajoven.Laniñaseñalóeljabón.—¿Tedamiedoeljabón?Lachiquillaasintiótiritandodelantedelatina.—¿Porsitequemalapiel?—Sí,señora—respondióElla.Jordan tomó la pastilla y la frotó entre susmanos dentro del agua para

restregarse después el líquido cremoso sobre su piel suave a la altura de lamuñecayaguardóunosinstantesporversiescocía.

—Estejabónnotienesosacáustica—anunció—.Siamínomehacedaño,atitampoco.

—¿Seguro?—quisosaberlaniña.—Compruébalo tú misma —repuso Jordan poniéndole una pizca en el

brazo—.Detodosmodos,sinotegusta,podemosusarunamanoplasolamente.

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Laniñasemiróelbrazo,pendientedeunaquemazónque,alcabo,noseprodujo.Entoncessemetióenelagua,aferrándoseconcuidadoalbordede latinamientrassesentaba.Dejócaerloshombrosalverserodeadadeaquellíquidoreconfortante.UnasonrisadiscretalelevantólacomisuradeloslabiosyJordandisfrutódesualegría.

—¿Te ha resultado grato el jabón? —le preguntó y, al ver la miradaconfundidadeElla,loaclaródiciendo—:¿Tehagustadocomoparausarlo?

Ellaasintió,tomólapastillaquesosteníaJordanyempezóalavarse.Alajovenselecayóelalmaalospiesalvertodosloscortesylasmagulladurasquesurcabanlosbrazosylaspiernasdelacría.Algunosteníancostraaúny,deentrelosquehabíansanado,algunosdabanlaimpresióndequedejaríanmarcadeporvida.

—¿Quétrabajohacíasantesdequetetrajesenaquílossoldados?—Recogíaalgodón.Nosoymuyrápida,perotampocosoylenta.Jordan movió la cabeza hacia delante, aunque tampoco fue capaz de

responder. Deseaba asegurarle que sus días de cosechar algodón se habíanterminado,peronoqueríadecirlenadaquenofueseverdad.Pormuybienqueatendiesenaaquellachiquilla,teníaquereconocerquesufuturoeraincierto.

LaseñoritaGraceaparecióentoncesconuntarroenunamanoydijo:—Cuandoacabesdelavártelo,échateunpocoenelpelo.Yaveráscomote

lodejamássuaveyfácildepeinar.—¿Quées?—preguntóJordan.—ElelixirmágicoquevendelaseñoraJefferson,denuestraparroquia.No

quieredecirnosquélleva,peronosencantaatodas.NiJordanniEllahabíanvistonuncanadaigual.Laprimeramolíaconsu

madresemillasdelinoparaobteneraceiteconelquesuavizarseelcabello,peronuncahabíavistounacremacapilaralaventa.

—Yestoesunvestidoparati,Ella—anunciólahospederarefiriéndosealaperchaquellevabaenlamanoderecha.

Delaemoción,alveraquellaprendaderayasmarronesconcuelloaltoyfaldaplisada,lapequeñaabriócomoplatossusojoscastaños.

—¡Es precioso, Ella!—dijo Jordan—. Cuando acabemos, parecerás unareina.

Despuésdel baño, peinó el cabellodeEllahaciéndoledoce trencitas.Leungieronlapielconaceiteparadejarlasuaveyconunlevebrillo.Jordanlapusodelantedelespejoquehabíaenlaplantaaltaparaquecontemplaseelresultadode su transformación. De pie frente a su propio reflejo y con la joven a suespalda, Ella miró la imagen que tenía ante sí y, tras volver la mirada haciaJordan,observódenuevoelcristal.

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—¿Nohabíasvistonuncaunespejo?EllasemordióellabiomientrasnegabaconlacabezayJordanleestrujó

losbrazosconsuavidad.Eran tantos lospequeñosplaceresde lavidaqueellaconsiderabacotidianosyqueaquellacriaturanohabíaconocidoaún…

—Prontoteacostumbrarásatodosestoscambios.—Lajovenlatranquilizócon una sonrisa, aunque apenas había pronunciado aquellas palabras, searrepintió. Podía ser que aquella niña no fuese su prima y, en caso de que lofuera,cabíatambiénlaposibilidaddequeSarahlallevaseavivirconellaalascabañasdeFairOaks.Yaquellachozano teníaunespejodecuerpoenteronicremaparaelcabello.Eldestinodelachiquillaerainciertoynoestabaensusmanos.Talvez fuesehasta cruel exponerla a aquellos lujosde lavida cuandopodíaperderlosenapenasunosdías.

Cuando entraron en la sala de estar, su madre y la señorita GraceaplaudieronelcambiodeimagendeElla.

—Parecesunaprincesa—declarólaprimera.—¡Gracias,tía!—exclamólapequeñaconunasonrisadeorejaaoreja.Parecíaorgullosayconfiada,tantoqueJordannopudomenosdepasmarse

ante semejante transformación. ¡Qué felicidad poder demostrar a aquellachiquilla que merecía que la colmasen de halagos y la tratasen con respeto!Quizá fueraprovisional,pero tenía laesperanzadeque,almenos,dieseaEllaalgoaloqueaspirarparasiempre.

—¿Quieres venir con nosotras hoy? —preguntó Jordan. Puso voz dulce, noqueríaquelacongojaquesentíaporSamuelempañaseeldíaalapequeña.

EnprimerlugariríanalaAgenciadeLibertosparaversielseñorBrookehabíahechoalgúnavanceenelasuntodesuhermano.LuegotrataríandellevarcomidaparaSamuelalacasadesubastas.LaseñoritaGraceleshabíadichoquelos presos pasaban hambre, lo que no había hecho sino aumentar supreocupación.

Ella asintió ilusionada.Pormásque lahospedera estuviese encantadadequedarse con la pequeña, aMattie y Jordan no les pareció adecuado volver adejarlaallíy,pormásqueavecespudieraresultarlesincómodo,sedijeronqueElla debía empezar a conocer más mundo, aunque, en realidad, en su cortaexistencia, aquella niña había vivido mucha más crueldad e indiferencia queJordan.

El señorBrooke les resultó tan poco útil como el día anterior.No teníanoticias ni había trazado plan alguno, pero seguía «sintiéndolo mucho». ParaJordannoteníaningúnsentidovolveraaquellaoficina,pero,cuandosalieron,sumadresedespidióhastaeldíasiguiente.

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Notardaronnidiezminutosensalvarapielosochocientosmetrosquelasseparabande lacasadesubastas.Amedidaqueseacercabanaaquelominosoedificio, Jordan sintió la necesidad de proteger a Ella. Aunque se habíapreparadoparahacer frenteaunaescenahorrible,nada lahabíaprevenidodelespantosoolorque la asaltó al llegar.Aunosmetrosde la entrada, el hedor aexcrementoshacíadifícil respirar.Sintiónáuseas ante las terribles condicionesenlasqueteníanretenidoasuhermano.

Sumadre secolocóen la filademujeresque sehabía formadoanteunaventanaaltaconbarrotesysincristal.Jordanapenasalcanzóaverunacoronillaatravésdelaaberturayunamanomorenaqueseasomabaporella.Laancianaqueencabezaba lacolaestirabaelbrazocuantopodíapara tocar losdedosdelprisionero. Tras unosminutos, los dos se apartaron de la ventana para que lasiguientemujer,flacacomounfideoyconunbebéapoyadoenlacadera,dieraunpasoadelanteygritaraunnombrealinteriordeledificio.Momentosdespués,sealejócongestoimperturbablesinhaberhabladoconnadie.

—Debendehabérselollevado—supusosindirigirseanadieenparticularlamujerqueteníanellasdelantemientrasmeneabalacabeza.

Tuvieron que esperar a que llegasen seis más al principio de la fila ygritaranunnombreafindedisfrutardelconsuelodeunabrevevisitaotenerqueirsedesengañadaspordondehabíanvenido.

—¡Dameunodetusgranosdemostaza,rápido!—instóMattieasuhija.Jordanseencogiódehombros.—¿Nolostienes?—preguntósumadreconairedecepcionado.—Losiento,mamá.MeloshedejadoencasadelaseñoritaGrace.Sumadrepusounadelassuyasenlamanodelajoven.—Pues dale a este granito un poco de tu amor y de tu fe. ¡Corre! Tu

hermanolosnecesitaparasalirdeesta.Su hija obedeció. Con la semillita en la mano, inspiró amor y fe y los

espirósobreellaconlaesperanzadequeSamuelpudierallevarconsigoalgodelapazquehabíasentidoellaenlaiglesia.

Cuandollegósuturnoantelaventana,sumadregritó:—SamuelFreedman.Entonces levantó las manos por encima de su cabeza sosteniendo los

granosentreelpulgaryelíndice.AJordanlelatíaconfuerzaelcorazón.«Porfavor, que esté ahí dentro.»La espera fue interminable.Miró a sumadre, queteníalavistaclavadafrenteaella,elrostrotensoylosdedosjustoporencimadelaabertura.DeprontoaparecieronlosdeSamuel,aquellosdedosqueconocíantan bien, aunque llenos de suciedad. Su madre puso en su mano el modestoobsequioquelehabíanllevado.

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—Graciasporvenir,mamá—dijoélconvozabatida.—TambiénestáconmigoJordan.YElla.Suhermanasintióelestómagorevuelto.La frentebrillantedeSamuelse

veía apenas sobre el repulsivo muro de ladrillos. Deseaba con desesperaciónpoderofrecerlealgúnconsuelo,peronoteníaconfianzaalgunaenquefuesenalograr su liberación, de manera que, en lugar de falsas promesas, decidiósaludarlosinmás.

—Hola,Samuel.—Lavozlesalióronca—.Tevasareír,peroheestadorezandoporti.

—Tehemostraídocomida.—Sumadretomóelpaqueteconlosvíveresyloestrujóentrelosbarrotes.

Habían metido más de lo que él iba a necesitar para que pudieracompartirlo, aunque Jordan no pudo sino preguntarse si aquello no lecomplicaríaaúnmáslasituación.Lamujerqueibadetrásdeellasenlacolanotardóeninquietarseeindicarlesconseñasquenoseentretuvieran.

—Tenemosqueirnos,Samuel—dijolamadre—,perovendremosaverteadiarioyharemoscuantoestéennuestrasmanosporquetesuelten.

—Estábien,mamá—fuesuúnicarespuesta—.Tequiero.—Adiós—dijoJordanantesdequeselequebraralavoz.Noquisodecir

nada más por miedo a echarse a llorar desconsoladamente por no saber sivolveríaaverasuhermano.Sedominóhastaquesehubieronalejadodelafilademujeres.¿Eralaúnicaalaqueledolíatantoaquellasituación?

Conlaslágrimascorriéndoleporlasmejillas,miróaElla,quevolvíaadarlaimpresióndehaberseausentadodelmundo,yacontinuaciónasumadre.Porelbrillodesusojossupoquelamujertambiénestabatriste,perolamandíbulaapretada le dijo queno tenía intención algunade revelárselo almundo.Comotodas aquellas mujeres, se conducía con un estoicismo que Jordan no habíaaprendidoaún.

Volvieronandandoalacalleprincipal,cruzándosecongentequeabordabasusquehacerescotidianoscomosielmundotuviesealgúnsentido.Lajovenseobligóarezarsuplegaria:«Dios,cuidadeél.Hazquelosuelten».Larepitióunayotravezhastaquedejarondecorrerlaslágrimas.Entonces,sesecólacaraysiguiócaminando.

Unasmanzanasmásallá,sumadresedetuvoensecoydeclaró:—Vamosasembraramorpararecogeresperanza.—Desdeluego,unpocodeesperanzanonosvendríamal,peromecuesta

soñarsiquieraconella.—Ahoravamosacomprarunascosas,después irásalorfanatoaenseñar

paraelfuturo.—Miróasuhijacongestoexpectante.

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Jordan no se sentía en condiciones de estar con niños después de unaexperiencia tan deprimente. En realidad, lo único que deseaba era echarse unratoadormir.Sumadre,sinembargo,teníarazón:necesitabacomoelaguaunpoco de esperanza de inmediato. Entendió que su madre depositara su fe enpequeñosactos.Estabanenfrentándoseaalgo tangrandey tanhorribleque sesentíaimpotente.Sinembargo,todaaquellafealdadnoibaaimpedirquedieraclasesaunniño.

—Ella,¿tegustaríaaprendertodaslasletrasdetunombre?Lacríaasintióconenergía.Siguieroncaminandohastaque,superadosloscomercios,llegaronalbarrio

negrodelaciudad.EnClay,bastantecercadelorfanato,encontraronunatiendaenlaqueteníanvariaspizarrasytiza.

LaseñoraAverylasrecibióconlosbrazosabiertosylashizopasaralpatiotrasero.JordanencontródeinmediatoaTessiedirigiendouncorrodeniños.Lapequeña levantó los hombros y abrió los ojos de la sorpresa y la emoción alverla, pero a continuación adoptó un gesto indiferente y se dirigió a ella conandarafectado.

—Asíquehasvuelto.—Sí—respondióJordan.—¿Teacuerdasdemí?—preguntóaquellacríalarguirucha.—Claroquesí.—¿Ycómomellamo?—Tessie—repusolajoven—.Te,e,ese,ese,i,e.Hetraídopizarrasytiza

paraenseñaroslasletrasdevuestronombre.Lapequeñalamirócondesconfianza.—¿TehadadopermisolaseñoraAvery?Jordanvolvióaasentir.—¿YestásseguradequeJesúsnovaamandarmealinfiernoporescribir

minombre?—«El sabio que escuchare estas parábolas se hará más sabio» —citó

Jordanportodoargumento.—¿EsoesdelaBiblia?—Sí,ycuandoaprendasmás,podrásleerlatúmisma.Tessie,convencida,echóacorrerhaciaelgrupodelosniñosparallevarlos

adonde estaba Jordan y hacer que se sentaran en hileras en el suelo para suprimeraclase.

Jordan sonrió a sumadre.Ya había empezado a sentirsemejor. Tomó aEllade lamanoy lebuscóun lugarentresuscompañerosantesdeponersedenuevo delante del grupo y empezó a enseñarles el alfabeto.Aunque no había

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ejercidonuncaenunaulaalairelibre,aceptóelretoconentusiasmo.

—Te,e,ese,ese,i,e—deletreólaniña—.¡Tessie!—Muy bien—respondió Jordan—. Eres una niñamuy lista. ¡Te lo has

aprendido en tu primera clase!Mañanaveremos cómoescribir las letras de tunombre.

Tessieasintióconunmovimientodecabezaycorrióalavarseparalacena.LaseñoraAveryseacercóaellaparapreguntarle:—¿Tienepensadovolvermañana?Lajovenlohabíadichosinpensarlo,dejándosellevarporlaemocióndel

momento.Miróasumadrecongestodeinterrogación.Mattiedijoquesíconunmovimientodecabezaalavezqueexplicaba:—Me parece a mí que enseñar a estos niños es una buena forma de

emplearnuestrotiempo,¿no?Jordanestabadeacuerdo.—Aprendenconmuchasganas.—Han respondidomuy bien con usted. Puede que sea por ser negra—

conjeturó laseñoraAvery—.Quizá lesda la inspiraciónquenoencuentranennuestrasmaestrasblancas.

La joven sintióque se le encogía el corazónante loque teníande ciertoaquellaspalabras.Jordanlesestabaofreciendoaaquelloschiquillosalgoquenopodíanhacer lasdocentesblancas:unapruebade loqueeracapazdehacersuraza.Contodo,porsatisfechaqueestuviesedeltrabajoquehabíahechoaquellatarde,noqueríatenersemejanteresponsabilidad.

—MientrasestemosenRichmond,estaréencantadadedarlesclase todoslosdías—repuso.

LaseñoraAveryrespondióconunafinasonrisa:—Cualquiercosaquepuedanofreceraestascriaturasseráunregalocaído

delcielo.

Mattie, Ella y Jordan regresaron a pie a la casa de la señoritaGrace desde elorfanato.Acadapaso,lajovensesentíamásagitada.

—Vamosadoblarporaquí—propusoafindeevitarlaesquinaenlaquesehabíanllevadoasuhermano.

Sumadrehizoloquepedíasindecirpalabra.LamujersabíaquetambiénestabapensandoenSamuelylatomódelamanoyselaestrujó.

—Podránllevarseamihijo,peronosellevaránmife—anuncióMattie.Jordan,apuntodeecharseallorar,apuntó:

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—Mesientotanimpotente…—Esoesloquequierenquepienses.Suhijalamirócongestoperplejo.—La mayor arma que tienen es precisamente hacer que pierdas la

esperanza, demodoquenuestra armamáspoderosa es aferrarnos a ella comopodamos.

Estaban viendo desmoronarse sus vidas y Jordan temía ser incapaz deevitarlo…Ytodoello¡apesardequehabíanganadolaguerra!Dudabaqueensucorazón,henchidoderabia,quedaseunhuecoparalaesperanza.

—Lodicescomosi fuera fácil—aseverósintiendoquese leagolpaba laemociónenelpecho.

—Esoesporquetengomuchamásprácticaquetúviviendoconesperanzafrentealmal.Nodigoqueseafácil.Solodigoqueeselarmamáspoderosaquetenemos. Así que no dejes de ir a ese orfanato. Ya verás que hacerle bien almundotedaesperanza.

—Enseñar a leer a los niños no es nada, solo una gotita de agua en undesiertocolosaldemaldad.

—Esoeslomáximoqueconsiguelamayoríadenosotros:serunagotitadeagua. Muy poca gente hace algo grande como el señor Lincoln con laProclamacióndeEmancipación.Dios teestádandolaoportunidaddeayudaraunniñoareconocersupropionombre.Espoquito,peroparaesacriaturaesunmundo. Nosotros no elegimos lo grande que será nuestra aportación, pero sídecidimoshaceralgúnbiendondeestamos.

Jordan semordióel labiomientrasasentía sinpalabras,pero sugestonodebióderesultarmuyconvincente,porquesumadresiguiódiciendo:

—Sisonbastantes losqueponensuchorritodeaguaenelmismo lugar,entretodosharánquecrezcaunaflor,aunqueseaenmediodeldesierto.

La hija soltó un suspiro. Quería creerla, pero seguía teniendo muchasdudas.LosojosdeMattiesehumedecieroncuandoaseveró:

—Nunca,nienunmillóndeaños,sehabríaimaginadomimadreleyendolapalabradelSeñorsinayuda.Y, fíjate,ahora tú, sunieta,eresmaestra. ¡Hasidoalauniversidad!

AJordanseleerizólapielanteelasombrodesumadre.—¿Y sabes por qué? —preguntó esta—. ¿Sabes a quién tenemos que

agradecertantasuerte?—¿AlaprimaSarah?—musitólajovenconlagargantatensa.—Ajá.Aellayamuchosotros.Lajovenlaescuchóconatención.—Tuabuelopaternolellenólacabezadehistoriasdelibertad.Tuabuelo

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no la alcanzó en su vida, pero plantó la semilla en tu padre. Yo no habríapensadonuncaenescapar,pero,cuandomecaséconélycuandoSamuelyélnos allanaron el camino para vivir como está mandado, después de que túnacieras,notuvemásremedioquehacerlo,pormuyasustadaqueestuviese.

»Ytambiénatodaesagentealaquenohemosconocidoniconoceremosnunca,alosqueDiosllamóparaquehicieranalgoquenohabíaexistidoantes:unauniversidadparatodosenlaquepodíanestudiarmujeresnegras.Esosíqueesunmilagro,hijamía.¡Unmilagroquefueabendecirtelavida!

Jordan sintió un enorme escalofrío recorriéndole el cuerpo ante lo queteníandeciertolaspalabrasdesumadre.

—Elsembradorlanzasussemillasallíadondeva.Lamayoríanoarraigaráni brotará, pero habrá algunas que sí. Tú eres hoy el sembrador, cielo. Estáslanzandolosgranosdelconocimientoaesoschiquillos.Nosabescómonidóndeflorecerán,perohoyhashechoeltrabajoqueDiostehaencomendado:sembrarunascuantassemillas.

La admiración y la gratitud acabaron con el último ápice de duda queguardabaaúnsucorazónyfueronaunirsealtemoryeldolorsiemprepresentesquesentíaporSamuel.Sumadreteníarazón:suvidaeraunmilagroquedebíaaDios y a muchas personas, pero, al mismo tiempo, la invadía la furia por elarrestodeSamuel.Deunmodouotro,teníaqueconjugaraquellasdosverdadescomplejasycontradictorias.Abrazóconfuerzaasumadre.

—Gracias—lesusurróaloídocuando,unbuenratodespués,sesoltaron.A continuación, tomó lamano deMattie con su izquierda y la deElla con laderechaysiguieronavanzandojuntas.

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CapítulodiecinueveLISBETH

Richmond(Virginia)

Seguir adelante con sus quehaceres cotidianos resultaba atroz, peronecesario.Lisbethpasabalosdíasaturdida,evitandoaJackenlamedidadeloposible,aunquenoteníamásremedioquecoincidirconéldurantelascomidas.Cadavezquelomirabateníalaimpresióndequeseestababurlandodeella.

Supadreavanzabalentamentehaciaelúltimotránsitoypasabadurmiendocasi todoeldíay lanoche.Lisbeth,aunqueseguíadedicandomucho tiempoasentarseasulado,habíaempezadoaencontraragotadorvertranscurrirlashorasancladaasulecho.Habíaabrigadolaesperanzadequelaconversaciónsinceraquehabíatenidoconsumadreiniciaseentreambasunafectoduradero,peronohabíasidoasí.Ningunadelasdoshabíavueltoahablardesurelación.Lasgotasparecían tenermás efecto sobre la señoraWainwright que cualquier cosa quepudieradecirohacerella.

Le chocaban las atenciones que prodigaba Julianne a Sadie. La niñaaparecía cada tarde con un peinado nuevo por cortesía de su tía y Lisbeth sepreguntabadequéhablaríanlasdosduranteeltiempoquepasabanjuntasysisucuñada no ejercería sobre su hija una influencia poco recomendable.Aun así,comonoquería suscitar curiosidad algunani problemas, no se atrevió ahacernadaporponerfinaaquellacostumbre.

Aunque revisaba el correo en cuanto llegaba a la casa, seguía sin tenernoticias de Matthew. Había pasado ya más de una semana desde que habíaescritoasumaridoyempezabaatemerquenohubierarecibidosucarta.Noerafácilsaberquéhacersincontarconinformación.Alfinal,habíadecididoque,sinorecibíasurespuestaaldíasiguiente,leenviaríauntelegrama.

Eltimbredelapuertalasacódesuspensamientos.

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—¿Esperaaalguien?—preguntóasumadre,sentadaconellaenelsalón.Laanfitrionanegóconunmovimientodecabeza.Lamujerdisfrutabade

unodesusmomentosplácidos.InstantesdespuésabrióEmilylapuertaydijo:—Señoras,elseñorMatthew.Lisbethsemostróconfundida,peroalinstantevioasumaridoyelcorazón

lediounbrincocomounaliebreenloquecida.Corrióasuencuentrosinpensarsiquieraensumadre.

—¡Nopuedocreerqueestésaquí!—exclamó.—Hedecididodarosunasorpresaalosniñosyati.Matthew la envolvió con sus brazos para levantarla del suelo y volver a

dejarlaentierraantesdedarleunlargoabrazo.Lisbethserelajósobreelcuerpode él, apoyó la mejilla en su pecho y disfrutó del solaz que solo él sabíaofrecerle.Lohabíaechadomuchísimodemenos.

Laseñoradelacasainterrumpióaquelreencuentroentonodereprobación.—¡Nonoshasavisadodetullegada!Matthew y Lisbeth se separaron, aunque semantuvieron con los brazos

entrelazados.—Mildisculpas,madreWainwright—dijoélconcortesía—.Meenteréde

queveníaparaacáunamigoymeuníaél sinpensarlo.Ni siquierahe tenidotiempodeescribirparaanunciarmillegada.

—¿Tienes intención de quedarte aquí? —preguntó su suegra con aireincrédulo.

ALisbethselecayóelalmaalospies.Sumadreteníaquesermuycruelparanegaruntechoasupropioyerno.

—Soloapasarlanoche,sinoesmolestia—respondióélconvoztranquilayencantadora—.Mañanapor lamañanamegustaría iraveramispadresconLisbethylosniños,sinoleimportaqueselarobeunosdías.

—NocreoqueaElizabeth leimporteloqueyopuedaopinaralrespecto.Detodosmodos,aunquemiespososeacercaalfinaldesuvida,nohaymotivosparacreerqueseaencuestióndedías.

Y con esto salió de la sala sin dar aLisbeth ocasión de responder a susásperoscomentarios.Ledaba igual:Matthewestabaallí, conella.Lovolvióaabrazar.

—¿De verdad eres tú? —dijo sonriendo a su marido—. No sabes loaliviadaquemesiento.¿Conquiénhasviajado?

Matthewlallevóalsofáysusurró:—Con Emmanuel, que ha venido a liberar a Samuel. Yo me ofrecí a

acompañarloporsipodíaserdeayuda.VengodispuestoatestificarqueSamuel

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esmiempleadoy,porlotanto,nohacometidodelitodevagancia.—Entonces,¿tellegómicarta?—No.Élrecibióuntelegrama.ElreverendoDuhartsediocuentadequela

presencia de un hombre blanco podía ser de vital importancia para salirvictoriosos y, conociendo la relación de las dos familias, me pidió que loacompañase.

Lisbethsintióunescalofrío.—¡Vaya!¡Muchasgracias,Matthew!—Sabesqueestosupondráelfinaldefinitivodeturelacióncontufamilia,

¿no?—Matthewlamirófijamenteconsusojosdelcolordelamiel.Lisbeth dejó escapar un suspiro. Aunque se le humedecieron los ojos,

asintió.—Teníamuchasesperanzasdequehubieseunareconciliación,peroyame

haquedadoclaroqueaquínoencontrarénadasemejante.Esteviajesolomehaservidoparaentenderquetoméladecisióncorrectacuandomefui.—Sonrióasumarido—.Noesquelohubieradudado,desdeluego.Pedirtematrimoniofuelamejordecisiónquehetomadoenlavida.—Apretólamanodesumarido,quele devolvió la sonrisa—. Sin embargo, antes de esta visita nome había dadocuentadequemimadre,mipadreymihermanoJackyanosonmifamilia.Portristequemeresultesaberlo,notenemoslazosdeafectonideconfianza.

—¿Estásdeacuerdoentoncesconestadecisión?Lisbethinclinólacabeza.—Vale más una verdad desagradable que una mentira hermosa. Tengo

muy claro que quiero ayudar aMattie y a Samuel en lo que nos sea posible.¿Tenemosalgúnplan?

—Porlamañanairemosacasademispadres.EmmanueliráareunirseallíconnosotrosacompañadoporMattieyJordan.EsperoquepodamosaveriguaraquiénhanarrendadoaSamuel.

—Yosédondeestá.—¿Dónde?—EnWhite Pines. Lo tiene cosechando sus campos de tabaco Edward

Cunningham.

—¿Volveremos a ver a los abuelos Wainwright antes de irnos a casa? —preguntóSadiemientrashacíanlasmaletasensucuarto.

Lisbethnosabíaquédecirle.Deseabaquesuhijaentendiesequeaquellaseríaunadespedidadefinitiva,peronodeseabaquesusseisañitoslallevaranaarruinarles los planes. Al final, decidió revelárselo y no apartarla de su ladohastaelmomentodesalir.

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—¿Sabesguardarunsecreto?—lepreguntó—.Unomuyimportante.Lapequeñaasintióconentusiasmo.—Vamosairaayudaraqueponganenlibertadalhermanodelaseñorita

Jordan.Después no volveremos aquí, así que no volverás a ver a los abuelosWainwright, pero no podemos decirles nada, porque nadie puede saber quevamosaayudaralseñorFreedman.Cuandotedespidasdeellos,enelfondodetucorazónsabrásqueesparasiempre,peronopodrásdecírselo.

—¿Parasiempre?LosojosdeLisbethsellenarondelágrimasmientrasleconfirmaba:—Parasiempre.Nolosvisitaremosnuncamás,niaellosnialtíoJack,la

tíaJuliannenialprimoJohnny.—¿Niellosanosotros?—No.La pequeña asimiló la información y la leve contracción de su ojo

izquierdorevelóaLisbethque,comoella,estabaconteniendolaemoción.—MedapenanovolveraveraltíoJacknialatíaJulianne,peronoala

abuelaWainwrightnialprimoJohnny.¿Esoesmalo?Enelinteriordesumadreseagitabantambiénemocionesencontradas.—No,noesmaloquelosientas.Tustíostehantratadoconmuchocariño

yentiendoquelosechesdemenos,peroJohnnyylaabuelanohansidocapacesdeganarsetuafecto.Loquenopodemosesdecírseloaningunodeellos.

—¡Esoyalosé,mamá!—asegurólaniñaantesdeguardarsilencioyllevarunamanoalguardapeloquellevabaalcuello.Actoseguido,mirandoasumadrecon ojos llorosos, dijo—:No sería justo queme lo quedara, ¿verdad? ¿Me loquitas?

ALisbethselepartióelalma.Teníarazón.LapequeñasediolavueltayLisbeth le desabrochó el collar. Sadie besó elmetal, se despidió de él con unsusurroylodejóenelescritorio.

—¿LosabeSammy?—preguntó.—¿Quenosvamosparasiempre?Lapequeñaasintióabriendodeparenpar losojosazulesyformandoun

arco con las cejas. La seriedad que transmitía inquietó a Lisbeth.Aquel viajeestabasiendomáscomplicadoaúndeloquehabíasupuesto.

—Levoyadecirlomismoqueteacabodedecirati.Ypapá,porsupuesto,conocenuestroplan—respondióLisbeth—.Ennuestrafamilianohaysecretos.

—¿Para eso ha venido? —preguntó la hija—. ¿Para ayudar al señorFreedman?

—Sí—dijoLisbeth—.Eresunacríamuylista.—Nosoyunacría—declaróella—.¡Tengoseisaños!

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CapítuloveinteJORDAN

CondadodeCharlesCity(Virginia)

Jordan sintió náuseas cuando dejaronRichmond para tomar de nuevo ladireccióndeFairOaks.Sentadaenlacajadelcarro,notabaqueselerevolvíaelestómago con cada piedra y cada bache del camino. La falta de sueño noayudabaamejorarlasituación.Habíapasadolanochedandovueltasenlacamaconlamenteinquietacadavezqueparecíaqueibaaquedarsedormida.Sehabíaalegradoalver a supadre, aunque también sentíaunmiedoatrozpor él, puestemía que se lo llevasen como a Samuel. «Sé valiente. Tienes que ser tanvalientecomomamá»,sedecía,perosucorazónnoleobedecía.

Iban de camino a casa de los abuelos de Sadie. Los Johnson, no losWainwright.Alparecer,elpadredeMatthewJohnsonsimpatizabaconsucausa.Su padre decía que aquella familia los ayudaría a conseguir que liberasen aSamuel o, por lomenos, les ofrecería una casa desde la que poder actuar conciertaseguridad.LisbethysufamiliasereuniríanallíconellosyjuntostrazaríanunplanpararecuperaraSarahyaSamuel.

Aunqueleapetecíahaceraquelviaje,sumiedonohacíamásqueaumentara medida que avanzaban. Hizo cuanto le fue posible por ocultar su angustia,sobre todo ante la pequeña Ella, quien, perdida en su propiomundo, tenía lamirada puesta en la arboleda mientras el carro rodaba entre traqueteos. Suspadresibansentadosenelpescante.Elsimplehechodetenerasupadredeberíahaberleresultadoconsolador,perosupresencianohacíamásquepreocuparmástodavíaaJordan.SienOhionolehabíaparecidofrágilningunodelosdos,allílaabrumabanlasensacióndequedebíaprotegerlosaambosylaimpotenciaquesentíaparagarantizarsuseguridad.Metiólamanoenelbolsilloconlaesperanzade que los diminutos granos de mostaza fuesen capaces de transmitirle un

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mínimodefe.

Unas horas más tarde llegaron a una granja cuya fachada necesitaba a todaslucesunabuenamanodepintura.JordanesperóconEllaenelcarromientrassuspadresseacercabanalostresblancosquesalieronarecibirlos.Losdosmayoresteníanelcabelloblancoylasarrugasdequienhatrabajadolamayorpartedesuvidaalaintemperie.Debíandeser,casiconseguridad,lospadresdeMatthew.Por otra parte, el parecido que guardaba el más joven con Matthew hacíasuponerquesetratabadesuhermano,aunquetambiénpodíaserunpeón.

—¿Enquépuedoayudarlos?—preguntóelancianocongestoprecavido.Jordanseesforzóenoírlaconversaciónsinmirar.Supadrerespondiócon

vozsuaveyrespetuosa:—NoshainvitadoelseñorMatthew,señor.—Debedehaberseconfundido—dijoelhombre—.Élyanoviveaquí.—LoconocemosdeOberlin—intervinonerviosasumadre.Asintieronconlacabeza,aunquesuexpresiónseguíasiendoperpleja.—Matthew y yo hemos venido juntos de Ohio a Virginia—expuso su

padre.—¡Oh! —exclamó emocionada la mujer y, después de mirar a su

alrededor,añadió—:¿Dóndeestá?—VienehaciaaquíconLisbethylosniñosenotrocarro—dijoelrecién

llegado—.Pensábamosqueyahabríanllegado.Sehabránretrasado.—Nos encantará verlos —repuso sonriendo el padre de Matthew—. Y

ustedes pueden considerarse en su casa. —Le tendió la mano anunciando—:MitchelJohnson.

Selaestrechómientrassepresentaba.—Mi mujer, Mary Alice, y mi hijo mayor, Mitch —señaló después el

anfitrión.—Ymiesposa,MattieFreedman.—¿LaMattiedeLisbeth?—exclamólaseñoraJohnson.Laaludidaasintiósinpalabras.—¡Ay, Dios mío! ¡Qué placer tan grande conocerla! —La madre de

Matthew sonrió y dijo con voz amable—.Mi nuera habla de usted con tantocariño…Porfavor,entrenyesperendentro.

LaancianamiróaJordany,conunasonrisa,laanimóaseguirlos.LajovenseapeódelcarroconEllayseunióalgrupo.LaseñoraJohnsonlasacogiócongran afabilidad, pero la niña se encogió cuando le tendió la mano parapresentarse.

—Losientomucho—dijoJordan,azoradaante la faltademodalesde la

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pequeña.—No tepreocupes,deveras.Yo tambiéneramuy reservadadeniña, así

que lo entiendo perfectamente. ¿Queréis limonada? Está fresquita y ha salidobuenísima—lesofrecióaEllayaJordancuandosesentaronenlasaladeestar.

La chiquilla clavó lamirada en la alfombra desgastada, sin que la jovenpudiesedeterminarsiporterquedadomiedo.Jordanrespondióporlasdos:

—Perfecto,muchasgracias.CuandoseausentólaseñoraJohnson,susurróalaniña:—Digraciascuandotetraigaelvaso.—Tengomuchomiedo—musitólaniña.—¿Dequé?—Delaseñorablanca.—¿Yporqué?—Sonmalos.—Todosno—leexplicólajoven.Lacríalamirócongestoincrédulo.—Todoslosqueyoheconocido.Volvió a agachar la cabeza. La señora Johnson había vuelto. El primer

impulso de Jordan fue el de regañar a Ella, decirle que estaba equivocada yenseñarle a pensar de otramanera, pero decidió que seríamejor para las dosarmarse de paciencia: la pequeña comprobaría que había blancos buenos conhechos,noconpalabras.

—¿Hasestadoalgunavezenlacasadeunapersonablanca?—lepreguntó.Ellanegóconunmovimientorápidodecabezaylajovensediocuentade

que,dehecho,letemblabalamanotantoquenopudosinosentirunaoleadadecompasiónporaquellacriaturaaterrada.

—Tranquila,Ella,estarásbien.Noteseparesdemíyyaestá.Yaséqueesungrancambioparati,peroteacostumbrarás.Ycréeme:notodaslaspersonasblancassonmalas.

No tardaron mucho en oír llegar otro carro. Los señores Johnson corrieron arecibiraLisbeth,aMatthewyalosniños.JordanobservóelreencuentrodesdeelporcheconEllaasulado.

—¿Ves que el señor Johnson no deja de secarse los ojos? —preguntóinclinándosehacialapequeña—.¡Estátanfelizquesehaechadoallorar!

EllamiróalpadredeMatthewyluegoaJordancongestomaravillado.—¿Quiénesesaniñablanca?—quisosaber.—Sadie.Tieneseisaños,loquequieredecirquetienesqueseramablecon

ella, porque esmenor que tú. Su hermano, Sammy, tiene nueve como tú. Sus

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padres son los señores Johnson.No losconfundascon lospadresdeMatthew,ellostambiénsonJohnson.

—¿Cómoesquetienendosnombres?Jordan sequedódesconcertadapor lapregunta,hastaque recordóque la

mayoríadelosesclavosnoteníaapellido.Acontinuación,explicóalaniñacuáleralatradición.

—Todostenemosunnombrefamiliar,elapellido,yunoindividual.EldemifamiliaesFreedman.MispadresloeligieroncuandoescaparondeVirginia.SomosEmmanuel,Mattie,SamuelyJordanFreedman.

Lapequeñaafirmóconlacabezaenseñaldeentendimiento.—¿Ymimadre?¿Tieneapellido?Jordanconsiderólarespuesta.—No estamos seguros. Creemos que podría ser Brown, pero eso se lo

podráspreguntartúmisma.—AsíqueyoseríatambiénBrown.Siesmimadre.—Sí.—Ledolíaveraaquellacriaturaesperandoaaveriguarcuál era su

lugarenelmundo.—Pero¿lavamosaencontrar?—Eseesunode losmotivospor losquehemosviajadohasta aquí: para

queteconozcalaprimaSarah.—¿Tambiéntengopadre?Alajovenselecayóelalmaalospiescomounsacodegrano.Hablarcon

aquellachiquillaeracomocaminarporelbordedeunafosavacía.Seencogiódehombrosmientrasmeneabalacabeza.LapequeñasemordióunlabiocontantafuerzaqueJordantemióquesehicierasangre.Paradistraerla,lepreguntó:

—¿QuieresiraconoceraSadie?Ella dejó de morderse el labio, pero solo para adoptar un gesto más

alarmadoqueentusiasta.—Ya verás: es un encanto —dijo para tranquilizarla—. Es una de mis

alumnasmássimpáticasydelasquemásayudan.Laniñaaccedióconunmovimientode cabeza, aunque sin abandonar su

expresiónpreocupada.LasdosseunieronalgrupocuandolospadresdeJordansaludabanaLisbethyMatthew.Emmanuelestrechólamanodelhombreylediounapalmaditaenlaespalda.

—Que Dios te bendiga por haber querido venir con Emmanuel —dijoMattie.

—Mealegraestaraquí,Mattie—repusoMatthewconunasonrisa.Lisbethlaabrazóconfuerzayaseveró:—Siento que tengamos que hacer todo esto, Mattie. Haremos cuanto

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podamosparaayudarosaliberaraSamuel.Mattieasintióconlos labiosapretados.Liberar.Aquellapalabraseclavó

como una lanza en el corazón de Jordan. Su hermano no era libre. Antes deaquel viaje, había creído que la justicia no podía sino avanzar, pero allí habíatenido ocasión de conocer otra realidad. Había aprendido que había personasterriblesresueltasareprimirasugente.Noteníamásremedioquecoincidirconsuspadres:laluchaporlosderechosdelaspersonasdecolornohabíaacabadoyeratanimportantecomoladelassufragistas.

Sadiellegócorriendoygritando:—¡Hola,señoritaJordan!—Mealegrodeverte,Sadie—dijolajoven—.Mira,tepresentoElla.Ella,

tepresentoaSadie.—Yotengoseisaños—lainformóSadie—.¿Ytú?—Nueve—indicó Jordan a Ella gesticulando con la boca y levantando

nuevededos,apesardenosabercontar.LajovenhablabacomosiEllafueselahijadeSarah,aunque,porloquesabíadelapequeña,eraunaniñadesieteañosnacidaenCarolinadelNortemásqueunadenuevequehubieravistolaluzenVirginia.

—Nueve—dijoEllaenvozaltaaSadie,aunquesonómásapreguntaqueaaserto.

Sadie miró hacia arriba con gesto pensativo y desplegó uno, dos y tresdedos.

—¡Tienestresañosmásqueyo!—sentenció.Ella hizo un gesto de afirmación que Jordan no supo determinar si iba

destinadoaellamismamásqueaSadie.Todosseapretujaronenlasaladeestar.JordanyEllapermanecieronalgo

apartadasconlaintencióndeobservarlaconversaciónmásquedeparticiparenlamisma.Sadienoseapartabadeningunadelasdos,puessaltabaalavistaquehabíadecididoqueEllaseríasumejoramigadesdeaquelinstante.Ellaparecíahalagadayaterradaapartesigualesportantaatención.

—Unaoración.Vamosaempezarconunaoración.—MattiehizoungestoparaqueseacercasenJordanylasniñas—.¡Acérquensetodosytómensedelasmanos!—Entonces,miróaEmmanuelylehizounaseñalconlacabeza.

Lahijade ambos se adelantóy tomó lamanodeLisbeth.Esta tendió laderechaparaofrecérselaaElla,quien,apesardemirarlacongestoconfundido,envolviósupalmaconlosdedos.SadieasiólaotramanodeEllayasíestuvieronpreparados.

Jordancontempló lacadenaqueconectabaa todos losallípresentes,unamezcla curiosa de personas de distintos colores y edades conformada por sus

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familiaresmáscercanos,suspadres,yotrosqueapenaseranmásqueextrañosparaella.TodosestabandispuestosahacercuantofueraposibleporresolverlasituacióndeSamuel.¿Seríaaquellabendición,aquelbieninmerecido,loqueloshabíaunidoomásbienel resultadode las intrigasde sumadre?Fuera loquefuere,sesentíaagradecida.

—Dios—rezó su padre—, necesitamos tu bendición. Guíanos y abre elcorazónylamentedelosquetienencautivoaSamuel.Liberaanuestrohijodesuscadenassiestuvoluntad,comohasliberadoatantosotros.Amén.

TodosrepitieronestaúltimafórmulayJordansintióquelainvadíalapazmientrasseuníaalrestoconsupropio:

—Amén.MatthewseinclinóentoncesparacomunicaralosJohnsonloquesabíade

lascircunstanciasenqueseencontrabaSamuel.Laanfitrionameneólacabezalentamente mientras él hablaba, aunque Jordan no pudo interpretar bien suestadodeánimo.Daba la impresióndeque, aunapoyando sucausa, estuviesepreocupada por la posibilidad de que los descubrieran en una situación tanpeligrosa.

—¿Estáis seguros de que lo tienen enWhite Pines?—preguntó el señorJohnson.

Lisbethseencogiódehombros.—SolotengolapalabradeJack.Esverdadquepodríaserquesehubiera

burladodemí,peroparececierto.Mitchsoltóunlargosuspiroymoviólacabezadeunladoaotro.—No será fácil tratar con Edward Cunningham. La guerra lo dejó muy

trastornado.Sevolviólococuandorompisteelcompromisoqueteníasconélyoscasasteis—dijoseñalándolosaellayasuhermano—,peroestápeortodavíadesdequesirvióenelcampodebatalla.Hayquetenermuchísimocuidadoconél.

Aquello despertó el interés de Jordan. ¿Lisbeth había estado a punto decontraermatrimonioconelhombrequeteníatrabajandoaSamuel?Sepropusopreguntarasumadrealrespecto.

Enesemomentointervinosupadre.—Heestadopensandocuálpodríaserelmejormododeliberaramihijoy

creoquedeberíamosdecirqueMatthewnostrajoaSamuelyamíparaquelosayudaseaustedesconlacosecha.

—¿Eso es lo que tenemos que decirle a Edward? —preguntó el señorJohnson.

—No,bastaráconquehablenconsucapataz.—Si le lleva esto, puede estar seguro de que le hará caso—dijoMattie

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sacandoelfajodebilletes.Todos los presentes se revolvieron al ver tanto dinero y Jordan se sintió

agradecida,másqueenojada,porquesuspadreshubieranidoapartandoaquellosahorros,conlosquepodríansalvarasuhermano.

Mitchapuntó:—Conesedineronoesdifícilatraerlaatencióndeunhombre.—Perfecto—dijoMatthew—. ¿Quéos parece siMitch,Emmanuel y yo

salimosmañanatempranoyhablamosconelcapatazdeWhitePines?—Yo iré con vosotros —aseveró su esposa con una determinación

apasionada.—No,Lisbeth—respondióél—.Tú,quédateaquíconlosniños.—Noeraunapregunta,Matthew—declaró—.Piensoirconvosotros.Nadieseatrevióahablar.Latensióninundabalasaladeestar.Jordanmiró

alospresentesyalentóaLisbethparasusadentros.Sumaridoparecíadispuestoadiscutirlo,pero,alfinal,selimitóaexhalarunsuspiroyasentirconungesto.

—Emmanuel, Mitch, Lisbeth y yo saldremos para White Pines por lamañana—accedióMatthew.

—YJordan,EllayyoiremosabuscaraSarah—declaróMattie.Todas lasmiradas se volvieron hacia ella. Jordan se sobresaltó al oír su

nombre. Tan preocupada había estado por Samuel que había olvidado porcompleto el plan que había trazado con su madre para convencer a la primaSarahdequesereunieraconElla.

Supadredijoconairedespreocupado:—Siosesperáisaquevuelva,puedoacompañaros.Mattieexpresósunegativaconunmovimientoresueltodecabezaydijo:—Entraremos y saldremos en silencio. No provocaremos ninguna pelea.

Además, si lo hacemos mientras vosotros os ocupáis de recuperar a Samuel,podemosdejarestecondadoantesdequelleguelanoche.Quizálogremossalirdeaquíantesdelmediodía.

EmmanuelsesintiócomoMatthewpocosminutosantes:preocupado,peroresignadoaseguirlasinstruccionesdesumujer.

EllayJordanestabansentadasenlacajadelcarroenelmismobosquecillodelaplantación de Fair Oaks en el que las había esperado Samuel hacía ya tantassemanas.Mattielashabíadejadoallíparadirigirseahurtadillasalachozadelaprima Sarah.Aunque en un principio había dudado en dejar a sumadre sola,Jordan había acabado por aceptar que ella sola resultaría mucho menossospechosaquelastres.

La joven pudo hacerse una idea del tormento que había conocido su

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hermanolanochequelohabíandejadoallí.Sumadrenollevabamásdemediahoraausenteyyalaconsumíalaangustia.

—¿Quépasarásinoesmimadre?—preguntólaniñaconvozlastimera.A Jordan se le encogió el estómago. También se había hecho aquella

pregunta y no había dado con una respuesta aceptable.Devolverla al orfanatosería un acto de crueldad inconmensurable. Jordan se vería hostigada por elrecuerdodeaquellacríaparaelrestodesuvidasilaabandonabanaunasuertedesconocida.MattienoparecíamuydispuestaaencargarsedeunahuérfananiJordan se sentía preparadapara aceptar tamaña responsabilidad.Seguía siendoreaciaacambiarsusplanesdefuturo,arenunciarasusueñodetrabajarenfavordelsufragiofemenino,perotampocopodíadescartarsinmásesaposibilidad.

Fielasupalabra,habíaregresadoadiarioadarclaseenelorfanatodesdequehabíanarrestadoaSamuel.Aquelhabíasidoelmejormomentodeldía,puesle había dado esperanza y un objetivo que seguir. Los pequeños se habíanganadounlugarespecialensucorazón.Sobretodo,Tessie.

AunqueenunprincipiohabíadeclinadolaproposicióndelaseñoraAveryde ejercer de profesora en la escuela de libertos, se sorprendió pensando enplanesde estudioparadichocentro.Aquellos alumnosnecesitaban recibir unaeducación diferente que la que ella impartía a los niños de Oberlin, unaeducación en la que el orgullo por la historia de su raza y la formación éticatuvieran tanto peso como las matemáticas y la lectura en su instrucción. SiresultabaqueEllanoerasuprima,podríapermanecerenRichmondparaenseñary cuidar a aquella niña. Por más que tuviera grandes esperanzas de que lapequeña fuese hija de Sarah, Jordan se sorprendió al advertir que aquellaposibilidadnoleresultabadeltododecepcionante.

Cabíasuponerquelaideadeencontrarseconsuhijamenorpersuadiríaasuprimaparaqueacudiesealbosqueylaconvenceríadequeaquellaeraunadelas crías a las que estaba esperando.De ser así, habían rezado fervientementepara que su presencia bastase para hacer que las acompañara. Aunque ellosupondríadejarVirginia sinconocer la suertequepodíahabercorridoSophia,talposibilidadparecíaprometeraambasunfuturomuchomásventuroso.Habíademasiadascondicioneszumbandoenelairecomoabejasdispuestasaatacar.

Laniñalamirabaconojosanhelantesenesperadeunarespuesta.Jordanseaclaró la garganta. Deseaba poder tranquilizarla, pero no podía mentir niofrecerleesperanzasinfundadas.

—Me van a devolver, ¿verdad? —dijo Ella moviendo lentamente lacabeza.Recogió laspiernasparaarrimarlasalpechoy,envolviéndolascon losbrazos,apoyólacabezaenlasrodillas.Así,hechaunovillo,comenzóamecersesinprisa.

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—Sinceramente, no lo sé—respondió la joven con voz ronca. Posó unamano en la cintura de la niña para brindarle unmínimode consuelo y apoyo,perolaniña tensóunhombroyseapartódesucontacto.Enaquel instanteeraimposibleobtenersolazalguno.

Jordansesintióavergonzada.Queríalomejorparaaquellachiquilladulce,tímidayherida,peronopodíacomprometerseasersufamilia,asíqueeludiólaresponsabilidad.

—Mimadresabráquéesloquetenemosquehacerenesecaso—concluyó—.Seasegurarádebuscarteunlugardecente.

Ellaalzólavista,miróaJordanconlosojoscargadosdeduda,seencogiódehombrosyvolvióaesconderelrostroenlasrodillas.Lajovensesentóasulado,sin tocarla,paraofrecerlesucompañíamudamientrasafrontabanaquellaesperainterminable.Trasunosminutos,preguntó:

—¿Quieresqueescribamosalgo?Lacabezadelacriatura,quedescansabaaúnsobresusrodillas,seagitóde

unladoaotrocontantaintensidadquelastrenzaslebotaron.—¿Ysicontamos?—tratódeconvencerlaJordan.Lastrenzasselevolvieronaagitar.—¿YsijugamosaSallyWalker?Noobtuvo respuesta, cosaqueconsiderómejorqueunanegativa. Jordan

prefiriónoinsistirysepusoamarcarelritmodandopalmadasconlasmanos,golpeándose el regazo y asestando manotadas al aire en el espacio que teníafrente a ella. La niña volvió la cabeza muy ligeramente y la observó con elrabillodelojo.Jordancomenzóentoncesatararearenvozbaja.Elladespególacabeza de las rodillas. Sin dejar de canturrear ni de dar palmadas, Jordan seapartóhacialaderechaysevolvióhacialaizquierdaafindeorientarsusgestoshacialapequeña.Ellaaceptólainvitaciónmudaycomenzóahacerchocarsuspalmasconlasdelajovenmientrascantabaelcomienzodelaestrofasiguiente.Jordanlaentonóconella.

Undía,SallyWalkersesentóenunposte.Sécateesosojos,Sally,nomellores.Lasmanosenlacintura,vecambiandodepostura.Muévetehaciaeleste;luego,haciaeloeste;muévetehaciaelniño

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quevaaquererte.

Estaban todavía jugando a dar palmadas cuando oyeron agitarse la maleza.Jordansintióqueseleacelerabaelpulsoyselesecabalaboca.Viosumiedoreflejadoen losojosdeElla, inclinó la cabezaen señalde reconocimientodeltemorquecompartíanytomóaireparacalmarseydarejemplomientrasambasmirabanalosarbustosenesperadeloqueestabaporvenir.

—Somosnosotras—anuncióMattieantesdequeJordanpudieraverlas.La niña la miró alarmada y Jordan, sintiendo que debía protegerla, la

envolvióconunbrazo.Mattiefue laprimeraensalirde losmatorrales.Sarah lasiguiódecerca,

con losojoscastañooscuroabiertosdeparenparpor la emociónoquizápormiedo.LaprimaSarahdejódeandarenelinstanteenqueposólosojosenElla.Se quedó petrificada a unmetro de distancia de la niña, incapaz de apartar lamiradadelapequeña.Jordanlasobservóaunayaotra.Lasdosteníanelrostrodemudadoporlaansiedad.Ningunamovióundedo.

Depronto,Sarahcayóderodillas.Desuinteriorbrotarongemidossonorosyporsusmejillascorrieronlágrimasalmismotiempoqueagitabaloshombros.Jordansolohabíavistollorardeesemodoenunfuneral.

—¿Quélepasa?—lepreguntóElla.La joven,queno teníaclarocuálpodíaserel significadodeaquel rapto,

nególentamenteconlacabeza:—Nolosé.EntoncesSarahsepusoagritar:—¡Miniña!¡Miniña!—Levantandolosbrazos,lainvitóaacercarseaella

conunmovimientodemanos.PorlasextremidadesdeJordancorrióunescalofríodealivio.Sonriendoa

laniña,leanunció:—¡Tehareconocido!Lapequeñaparecíaconfundida.—Quedice—aclarólajoven—quesíqueestumamá.—¿Deverdad?—preguntóElla.Jordanasintióyleindicó:—Corre,veadarleunabrazo.Cuandolapequeña lamiróaterrada, tomóconsuavidadsumanoysalvó

lentamente con ella los tres pasos que la separaban de su madre. Jordan searrodillódelantedeSarahyEllasiguiósuejemplo.Entonces,tomólamanitadelaniñaylapusosobreladesumadre.

PorelrostrodeSarahcorrieronaraudaleslaslágrimas.Lamujersostuvo

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en unamano los deditos de Ellamientras le acariciaba lamejilla con la otra.Acarició laconchamarinaquependíadesucuello.Laescenaera tanhermosaqueJordanseechóallorartambién.

—Miniña,miniñita.Nosabescuántoteheechadodemenos.Jordan se puso en pie yMattie, a su lado, la envolvió con un brazo.La

jovenapoyóelsuyoenloshombrosdesumadreylaestrujócontrasí.—¿Deverdaderesmimamá?—preguntóEllaconrostromaravillado.—¡Deverdad!—asintióSarah—.¡Reconoceríaesosojosdondefuera!Labocadelaniñasetensóenunasonrisaleve.Ensuexpresiónsehabía

formadounaextrañacombinacióndemiedoyorgullo.Moviólacabezaenseñalde afirmación, de manera primero casi imperceptible y luego más marcada amedidaqueasimilabalarespuestahastaque,sonriendodeorejaaoreja,miróaJordanyaMattieconunresplandormaravilladoenlosojos:

—Teníaisrazón.¡Lahemosencontrado!Mattierepusoconunasonrisatiernaylosojoshúmedos:—Sí,lahemosencontrado.

LaprimaSarah,sinvacilaruninstante,dejóatrástodoyatodosysubióconEllaa la parte trasera del carro. Jordan deseó poder ver su rostro amedida que sealejaban. Preguntarle qué sentía al partir habría sido una pregunta demasiadoprofundaypersonal.Imaginóquedebíadeserunamezcladeemocionesdifícildedefinir:alivioporversedenuevoconElla,penaporlasdudasquedebíandeplanteárseleacercadeSophiay,sinlugaraduda,tambiénmiedoyrabia.

SarahyEllaibansentadasunajuntoalaotraenlacajadelcarro.JordanllevabalasriendasyMattieviajabaasuladoenelpescante.Ambasguardabansilenciomientrasseafanabanenescucharloquedecíanlasdosprimeras.Mattiesedejabacontagiarporlarisitadelaniñaylajovensentíaqueseleensanchabaelalma.

—¡Vienealguien!—exclamóentoncesEllaponiendofinaaquelmomentofeliz.

Jordan sintió que le invadía el cuerpo una descarga de adrenalina.En elsilencio repentino oyó el crujido del vehículo y el ruido de los cascos de loscaballos.Mattiesediolavueltaycontuvoelaliento.

—PareceelamoRichards—anunciólaprimaSarah.—¿Estásolo?—preguntóJordan.Elcorazónlealeteabacomounapolilla

atrapada.—Ajá—repusosumadre.Aquellonolaconsolódemasiado.—¿Paro?—preguntólajoven.

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—No,anoserquetelopida.Jordanseaferróalasriendasconmanostemblorosas.Aunquenoerafácil

oírnadaporencimadeloslatidosdesucorazón,notardóeninvadirsusoídoselruidodeuncaballoalgalope.

—¡Quietosahíahoramismo!—espetódandoalaridosunavozfuribunda.Aunquenofuefácilfrenarconlasmanossudorosas,Jordanselascompuso

paradetenerelpasodelasbestiasquetirabandelcarro.El hombre alcanzó el costado derecho del vehículo montado en un

sementaldecolorcastañooscurohastaquedara laalturadeMattie. Jordannohabíavistojamásunrostrotanencendidoniunosojostancargadosdeira.

—¿No te dije que dejaras de meterte en mis asuntos?—gritó el reciénllegadotrasinclinarsehastaquedaraescasoscentímetrosdelacaradeMattie.

Jordanseapartódeél,pero lamujernomovióunmúsculo.SindejardeclavarsusojosenlosdeMattie,ordenóavozencuello:

—Sarah,saldeesecarro.¡Ya!Elvehículosesacudiólevementecuandolaaludidaempezóaponerseen

pie.Mattietendióelbrazoconunmovimientoraudoparaimpedirlequesalieradelacaja.

—No,señor—contestóentoncesSarahconvoztemblorosa,aunquenítida.Elhombregirólacabezaconviolenciaparamirarlay,conlosojosapunto

desalírseledelasórbitas,leencajóescupiendosaliva:—¡Voyaazotartehastadejarteaunsuspirodelamuerte!Estaesmicasay

elamoaquísoyyo.Sinoquierespagarlo,vasahacerloquetedigoylovasahacerya.

Sarah temblaba, pero no se movió. Mattie seguía sosteniéndola por unbrazo,entantoqueEllaseaferrabaalotroconlacaraoculta.

ElseñorRichardsvolvióaclavarlamiradaenMattie.—¡Sarahestabafelizaquíhastaqueaparecisteisvosotras!Mattie le sostuvo lamirada. Jordan tiritaba de pies a cabeza y sentía el

pechotenso.Comenzóaresollarcondificultad.AsumenteacudiólaimagendeSamuelenelmomentoenqueselollevabanytemióqueaquelhombrehicieralomismoconsumadre.

Unsegundodespuésvioelbastónenalto,dispuestoacaersobreMattie.Sinpensarlo,antepusoelbrazoparaprotegerasumadredelgolpe.Lavarafueagolpearelantebrazodelajoven,queoyóunchasquidobrutalysintióquealgocedía.Undoloragudolerecorriólaextremidadyfueaextenderseportodosucuerpo.

Mattieagarróelbastóny loarrancóconun tirónviolentode lamanodeaquelmaniaco furioso. El extremo opuesto al puño giró hasta golpearlo en la

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cara.Éllanzóunchillidoy,alecharsehaciaatrás,cayódelcaballo.Sucuerpofue a golpear el suelo con un estruendo seco y Jordan lo oyó quedar sinrespiración. Sus pulmones se contrajeron como por solidaridad y le costóinspirar.

Sumadreseinclinóporelcostadodelcarroylegritó:—Estamosprotegiendoloqueesnuestro.Noessuyo.Aunque no alcanzaba a ver al hombre, Jordan lo oyó gimotear desde el

suelo.—¡Y como se le ocurra volver a hacerle daño ami hija, le juro que lo

mato!Parecía decirlo muy en serio y, para remacharlo, levantó el bastón por

encimade sucabezay loestrellócontra labarandilladelvehículo.Lamaderatallada se partió por lamitad y una de las partes salió disparada hacia dondeestabanSarahyElla,quedejaronescaparungritoyloesquivaron.Mattielanzóentonceslamitadconlacabezadeáguilaalacajadelcarroantesdeordenarasuhija:

—Vámonos.Jordanmiró a sumadre sinmoverse.Temiendoque el hombre estuviera

gravemente herido, pero con la esperanza de que hubiera dejado de ser unpeligro,seinclinóparaverloenelsueloyentonceslainvadióunasensacióndedolor.Sumadre,colocándosedelantedeella,volvióaexigir:

—¡Vámonos!—¿Está…?—preguntólahijaresollando.—¿Quémásda?EsolotienequeresolverélconDios—declaróMattie—.

Vamos.LamujeralargóunbrazoparaagitarlascorreasquesosteníaJordanygritó

a loscaballosparaqueechasenaandar.Lajoven,sacudidaporelmovimientosúbitodelcarro,cayósobresumadre,pero,apesardeldolordelbrazo,seaferróbiena las riendas.Mattie la enderezócon sus fuertesbrazos.El corazónde lajovenseguíalatiendodesbocadoylacabezaledabatantasvueltasquenecesitótodasufuerzadevoluntadparacentrarseenlacarreteraqueteníadelante.

En ese momento se oyó la voz infantil de Ella anunciar desde la partetrasera:

—Sigueenelsuelo.Jordanaguzóeloídoenbuscadealgúnsonidoquedelatasequelasestaban

persiguiendo,peronoresultabanadafácilconelmartilleoquesentíaaúnenlacabeza.

—Nisiquierasehasentadotodavía—declarólaniña.La jovenseafanóen respirarhondo.Pocoapocoydemanera irregular,

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consiguió obligar a sus pulmones a abrirse unpocomás. Inspiró con fuerza ymiróasumadretratandodecomprenderloqueacababadeocurrir.¿Yasehabíaacabadotodoaquellooaúncabíaesperarmás?

—Siguetumbado.¿Estarámuerto?—sepreguntóElla.—Nolocreo,peroquizásigaasíunbuenratotodavía—respondióMattie

conaireconfiado.Cuandoalfinseviocapazdehablar,Jordanexclamó:—¡Mamá,hassidomuyvaliente!Mattiesonriócongestosardónico.—Llevotodamividatramandoplanescontrahombresasí.—¿Noteperseguirá?¿Quieresquememetaenelbosqueparaquenonos

vean?—Enaquelmomentosolopensabaenprotegerasumadre.—Noesmásqueuncobardeyunmatón,volveráasucasaydiráquesele

haencabritadoelcaballoylohatiradoalsuelo.Jamásseleocurriráreconocerante nadie que una mujer, negra además, le ha dado su merecido —aseveróconfiadaMattieantesdeañadirconunsusurrocómplice—:Perocorre todo loquepuedasporsiacaso.

Jordanriosinfuerzas.—Ojalá tengas razón.—Aunque no estaba segura de si sumadre estaba

fingiendo sinmás aquella seguridad, siguió por la carretera de tierra como lehabíaindicado.

—Elcaballosehaido—anuncióElla—,peroelhombresiguetiradoenelsuelo.

La noticia hizo que Jordan suspirarse aliviada.El señorRichards tendríaquecaminarmuchoparaobtenerayuda,cosaquenoleibaaresultarnadafácilsi,además,habíasufridolesiones.Estabanasalvo.Miróasumadreysonrió.

—¡Teníasrazón!Noparecequevayaaperseguirnos.—LoqueesperoesqueEmmanuelyLisbethtenganlamismasuerteque

nosotras.—Yotambién,mamá.—Voyarezarporellos—dijoMattieantesdeguardarsilencio.Cuando la adrenalina fue abandonando su cuerpo, a Jordan empezó a

dolerleelbrazo.Lasensaciónsehacíamásintensaconcadabachedelcamino.Elsudorleperlabalassienesylafrenteylecorríahastalosojos.Elcaminosevolvióborrosoylospárpadoscomenzaronapesarletantoquetuvoqueafanarseen mantenerlos abiertos. Necesitó toda su concentración para mantenerseerguida.Notóquelascaballeríasaminorabanelpaso,peronoteníafuerzaenlasmuñecasparaagitarlasriendasdecueroquellevabaasidas.

Sumadreabandonósusplegarias,lamiróydijo:

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—Jordan,paraelcarro.Suhijaintentóalzarlosbrazosparafrenar,peronolerespondían.Mattiele

tomóentonceslasriendasdelamanoytiróhastaquelasbestiassedetuvieron.Rindiéndose a las exigencias de su cuerpo, Jordan se desplomó con los ojoscerrados,apenasconscientedelasituación.Lamadreocupósuasientoylasacócon dulzura del pescante. Con cuidado, la llevaron a la parte trasera y laayudaronatenderseenlacajadelcarro.AunqueoíalossusurrosdeMattie,eraincapazdeseguirlos.

—Cielo,estotevaadolerunpoco,peroharáquetecuresantes—ledijoenvozlobastantealtaparaquelaentendiese.

—¡Aaah!—Jordansoltóunalaridodedolorcuandosumadre le tiródelbrazo. Intentó tomar aliento, pero los pulmones parecían habérsele detenido.Alguienlatomódelamanoylaapretóconfuerza,conmuchafuerza,comosiasípudieraexpulsareldañoquesentía.Entoncespasótodo.

—Ya verás como te pones bien, cariño. Descansa, nosotras nosencargamosdellegaracasadelosJohnson.—Mattielabesóenlafrente.

Losojosempañados lepermitieronverque teníaelbrazoentablillado.AsuladosesentóElla,entantoquelasmadresdeambassubieronalpescanteparaemprenderlamarcha.Mientrasseentregabaasussueños,lasoyóhablar.

—¿Sabesguiaruncarro?—preguntóSarahmaravillada.—Claro que sí, y tú también aprenderás —repuso Mattie con gesto

confiado.Jordan sonrió. Su madre merecía estar ufana: las había liberado de un

matón,habíacuradoelbrazodesuhijaylasestaballevandoadondeteníanqueir.Pesealdolor,lajovennopodíamenosdeestaragradecidayorgullosa.

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CapítuloveintiunoLISBETH

CondadodeCharlesCity(Virginia)

Elcorazónseleaceleróamedidaqueseaproximabanaloscampos.Lospeonesnohicierongestoalgunoquepudierahacerpensarquehabíanvistollegarsu carro. Ninguno volvió la cabeza ni se irguió para verlos mejor. Aquelloshombresdepielmorena,quesumabanunaveintenaaproximadamente,siguieroncortando hojas de las altas plantas de tabaco. Había también dos hombresblancos a caballo vigilándolos. Sintió náuseas al ver los látigos que llevabansujetosalassillas.Aquellaescenatendríaquehaberpasadoyaalahistoria.UnodelosencargadossedirigióhaciaellosyMatthewdetuvoelvehículo.

Lisbeth suspiró con fuerza y apretó el brazo de su marido mientrassusurraba:

—Suerte.ElhombredescabalgóyfueaencontrarseentierraconMatthewyconsu

hermanoMitch.Emmanuelpermanecióenlapartetraseradelcarro.Lisbethlooíarespirarcalmadoasuespalda.Siaellanolellegabalacamisaalcuerpo,noqueríaimaginarcómodebíadesentirseél,queteníaasuhijocautivoahífuera.Siaquelhombreeracapazdecontenersusemociones,ellanoteníamásremedioqueofreceruna fachadade tranquilidadpornerviosaqueestuviesepordentro.Seobligó,pues,arespirarconcalma.

—Mitch.—Elhombreinclinólacabezamientrasestrechabalamanodesucuñado.

—Jesse—dijoMitchdevolviendoelsaludo—.TepresentoamihermanoMatthew.

—¿Enquépuedoayudaros?—Jesseparecíamáshastiadoquebelicoso.—He venido por uno de mis braceros —informó Mitch al hombre del

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sombreromarrón.—¿Qué?—preguntóelotro.—Tenéis a uno demis braceros y quiero recuperarlo—aseveró sinmás

Mitchalcapataz.—¿Yporquédicesqueestuyo?—respondióelhombre,menosaburrido,

aunqueaúnnohostil—.Atodosestoslostengoarrendados.—Mihermano,aquípresente,lotrajodesdeOhioparaquemeayudasecon

la cosecha —explicó él señalando a Matthew—. Pararon en Richmond paravisitar a unos familiares y lo arrestaron por vagancia y yo lo necesito en migranja.

—Esolotienesquehablarconelsheriff,noconmigo.Lisbethrepartíasuatenciónentreestediálogoylossudorosospeonesque

trabajabanloscampos.SusojosviajabandeunhombreaotroenbuscadelaágilfiguradeSamuel.Topóconunoqueleresultóconocidoylomiróconatencióndeseandoquevolvieselacabeza.Cuandolohizo,nopudomenosdeahogarungrito.SeparecíaaWilliam,elmaridodeEmily.

Sindejardemiraralfrente,dijoenvozbaja:—Emmanuel,¿vesaSamuel?Elhombrelerespondióenelmismotono:—Estájustoenelcentro.Lisbeth se concentró en los braceros de la zona central hasta que lo

encontró.Nadielamiraba,peroasintióconungesto.—Creo que he visto también a William —aseveró ella—. Al final, a

nuestraizquierda.¿Noteparece?—Noloconozco—lerecordóél—,notepuedodecir.—Esverdad.—Noestabapensandoconclaridad—.Puesyodiríaquees

él.Ahoravuelvo.Se apeó del carro y contó los pasos que daba hasta llegar al lado de su

marido:uno,dos,tres…yhastasiete.Entonces,letiródelbrazoparacaptarsuatención y él la miró con gesto de interrogación. Le indicó sin palabras quedeseaba hablar con él en privado y ambos se apartaron de los hombres quenegociabanlaliberacióndeSamuel.

—CreoqueestáaquíWilliam—susurróconurgencia—.¡Aéltambiénhayquesacarlodeaquí!

—¿Aquién?—preguntóMatthew.—AlmaridodeEmily.Matthewlamiróconfundido.—¿TeacuerdasdelniñoalquelediosuguanteSammy?—preguntóella

buscandoensusojosunaseñaldereconocimiento,paradespuésañadir—:Pues

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esehombreessupadre.—Vaya. —Matthew se hizo cargo de repente. Asintió con un gesto y

volvióalladodesuhermano.Lisbeth abrigaba la esperanzadequeMitch tuviese la destrezanecesaria

comoparaencajarsindiscusiónaquelcambio.Seacercóaellosparaescucharlosehizoloposiblepornollamardemasiadolaatención.Sumaridointerrumpióalosotrosdoshombresparadecirmientrasseñalabaaloscampos:

—TambiénnecesitamosaWilliam.Mitch lo miró desconcertado, pero su hermano se explicó antes de que

tuvieratiempodepreguntarnada:—Traje conmigo a tres braceros desde Ohio: Samuel, William y

Emmanuel. Dos de ellos desaparecieron. Había oído que Samuel estaba aquí,perohabíaperdidolapistaaWilliam.Supongoquedebierondearrestarloenlamismaredada.

—¿YparaquétraéispeonesdeOhio?—preguntóelcapatazalzandolavoz—.¡Notieneningúnsentido!

—Sabeslodifícilqueesencontrartrabajadoresenlostiemposquecorren.¿Creesqueelsheriffnoslosquerríaarrendaranosotros?—dijoMitch—.Cadavezhayquetenermásimaginación.

—Acabamosdepagardieciséisdólaresporlosdos—repusoJesse—.Nopuedoperdertantodinero.

Matthewserascólacabeza.—ElhermanodemimujereseljuezdepazdeRichmond.Hasidoélquien

mehaenviadoaquí—mintióMatthewantesde sacarde subolsillo el fajodebilletes y ponerse a contarlos—.Aquí tienes ocho por Samuel, ochomás porWilliamyveinteporlasmolestias.

Dichoesto,lomirómientrasagitabalentamentelosbilletesdelTesorodelosEstadosUnidosentreelíndiceyelpulgar.Lacantidadsuperabaconcrecesla mensualidad que recibía aquel hombre, que entornó los ojos y se frotó lamejillaantesdedejarasomaralrostrolentamenteunasonrisitaytenderlamanoparahacerseconeldinero.

—Teníaisquehaberempezadoporahí—comentó—.Alfinyalcabo,setratadenegocios.Lleváoslos.¿Quémásda?Conhacertrabajarmásalosotrosnegratastengobastante.Eljoventienealgunaqueotramarca.Sevequenoestáhabituadoaltrabajoduro,asíqueletuvimosqueenseñarcómonoslasgastamosporaquí.

¡HabíanhechodañoaSamuel!Lisbethsintióquelevaciabanlasentrañas.¿De verdad habían logrado liberarlo? Regresó al carro caminando lentamentemientras se afanaba en parecer más tranquila de lo que estaba. Al llegar, se

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detuvocercadelpescantey,condisimulo,susurróaEmmanuel:—¡Dicequenoslospodemosllevar!Elhombredejóescaparunlargosuspiro.Bajólacabezaysepusoarezar

en silenciomoviendo los labios.Lisbeth sintió una oleada de compasión.Si aella le resultaba insoportable aquella experiencia, no podía imaginar loabrumado e impotente que debía de sentirse el padre de Samuel, obligado aesperar sentado en aquel carro mientras dos hombres blancos negociaban elpreciodelaliberacióndesuhijo.Ardíadevergüenzayderabia.

Al subiralcarro,LisbethvioaMatthewdirigiéndosea los tabacales.EnesemomentoreparóenquesumaridonoconocíaaWilliam.¿Ysiseconfundíade hombre?Le resultaba imposible ver nada enmedio de aquellas plantas tanaltas. Telegrafió unmensaje callado a sumarido: «Samuel conoce aWilliam.Samuel conoce a William. Búscalo a él primero». Se obligó a permanecersentadasinalterarsemientrasobservabalaescena.

Vio el sombrero de Matthew moverse por donde estaba cosechandoSamuelydejóescaparelairedesuspulmones.SamuelsabríadarconWilliam.La distancia le impedía leer el rostro del hijo deMattie, pero, tras una brevereunión,pudocomprobarquelosdoshombressedirigíanalextremodelcultivoenelquerecogíatabacoWilliam.

Williamsesobresaltóalverlosllegarysemostróindeciso.Aquelloestabadurandodemasiado.LisbethmiróaJesse,elcapataz,queseguíacharlandoconMitch,ajenoacuantoocurría.Sucompañero,encambio,habíavueltosucaballoendirecciónalostresparaobservarlos.Telegrafióotromensajemudo:«Fíatedeellos, William. Si vienes con nosotros, serás libre. Te lo prometo. Ven, porfavor».

El compañero del capataz se inclinó hacia delante para hacer avanzar alcaballo.Williamlovio,miróaSamuelyasintióconunmovimientodecabeza.Los tres volvieron andando hacia el vehículo. William y Samuel cojeaban yllevaban la cabeza gacha. Ni siquieramiraron a los encargados ni al resto decautivos mientras se alejaban de ellos con caminar fatigoso. Al acercarse alcarro,LisbethlogróatisbarelrostrodeSamuelytuvoqueahogarungritoanteloquevio.

Teníaunojotanhinchadoquenopodíaabrirlo,unalínearojaleatravesabaelpárpado.Llevabalapieldelasmanosmarcadaporcortesdiminutosyalgunosaúnlesangraban.Lisbethsintióungranmalestarfísico.Seestrujóconfuerzalasmanos y luchó contra el impulso de reaccionar o mirarlos directamente aWilliamoaél.

MatthewsehabíadetenidoadepartirconMitchyconelcapataz.Lisbethlos miró y vio que su marido echaba atrás la cabeza mientras soltaba una

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carcajada.Conunaampliasonrisa,estrechólamanodeJesseysaludódesdeladistancia a su compañero, que seguía en los campos, a lomo de su caballo.Cuandolesdiolaespalda,adquirióunaexpresiónsevera.

Alsubiralcarroparasentarsealladodesuesposa,dijo:—QueDiosmeperdoneporreírmedeunpecadoasí.Mitch,sentadoaladerechadesucuñada,señaló:—Hermano, Dios tendrá que perdonarnosmuchomás que eso si quiere

contarconalgúnhombreblancoenelcielo.Enelairequemediabaentre losdosJohnsonpendíaunespectro tenazy

doloroso.LisbethestudióaMitch.Enlosojosdesucuñadoseadivinabaalgodela locura y la pena con las que convivía el hermano deMary. Contempló elrostrodesumaridoyllegóalaconclusióndeque,sierasinceraconsigomisma,teníaquereconocerqueenMatthewtambiénsehallabapresente.Portranquiloyresueltoquepareciese,bajolasuperficieteníaenterradomuchomásdeloqueseapreciaba.Matthewinclinólacabezacongestodeaprobaciónantelaspalabrasdesuhermano.

AunqueLisbethyMatthewsolíanactuarcomosielcampodebatallanolohubiera transformado, ella supo en aquel instante que era mentira. Muchasfamiliasestadounidensescreíanhaberdejadoatráselconflicto,peronoeraasí:laguerra seguíavivaenhogares, ciudades y estados, en el interior de quieneshabíanparticipadoenella.Todoshabíanvistodifuminarseparasiemprelalíneaquehastaentonceshabíaseparadoelbienyelmaldeunmodotanincontestable.Con independencia del resultado concreto de cada escaramuza, todos habíanluchado y todos habían perdido. No había victoria posible cuando el éxitocomportabaladestruccióndeotrohijo,maridoopadreestadounidense.

Matthewechóaandaralascaballerías.Lisbethvolvióamirarloscamposconelcorazóncargadodeemoción.Observólasaltasplantasdetabacoagitarsemientras los peones arrendados cortaban hojas.Manosmorenas se secaban elsudor de sus frentes entre un corte y otro. Un joven levantó la mirada paraclavarla en ella.No eramuchomayor que Sammy. La intensidad de sus ojoscastañosleatravesóelalma.«Rueguepormí»,dijomoviendoloslabiossinvoz.La pena la atravesó como una flecha real y la obligó amorderse el labio confuerzaparanogritar.

Se había convencido de que había acabado, de que se había abolido deveras laesclavitud,peroenaquelmomentosediocuentadequenoeracierto.Sabíaquelamiradacastañadedesesperacióndeaquelmuchacholadespertaríapor la noche. Lo estaba abandonando, a él y a todos aquellos hombres ymuchachos, a una suerte injusta. Habían culminado con éxito su misión derescataraSamuelyaWilliam,peroesonosignificabanadaparalosbracerosa

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losqueestabandejandoatrásyeraconscientedequetendríaquevivirconelloelrestodesuexistencia.

Porlamejillalecorríaunalágrimacuandocerrólosojosparaorar:—Diosmío, por favor, ten piedad de esos hombres y vuelve a reunirlos

con sus seres queridos.—Aquello no fuemás que un acto insignificante quedifícilmente podía casar con el horror de aquella situación—. Y, por favor,perdónamepornohaberhechomás.

Apretólospárpadosconfuerzaytomóunainspiraciónlargaytemblorosapara calmarse. Agitó la cabeza con la intención de despejarla de cualquierpensamiento desagradable, no era el momento de expresar ninguna emociónintensa.Cuandoabriólosojos,vioaunjineteacercándoseaellosprocedentedelacasagrande.Seleaceleróelpulsoycorrióasecarselamejilla.

—Edward—susurróaMatthew—.Estoysegura.Su convicción quedó confirmada al acercarse el hombre del caballo.

Aunque el cabello se le había encanecidoyhabía engordadobastante,Lisbethreconociódeinmediatoaquellamiradafuribunda.

—Me han dicho que había gente entrometiéndose en mi plantación —anunció a voz en cuello al frenar cerca de Mitch su montura castaña, quecontinuóbatiendoelsueloconloscascos.Cuandoamplióelángulodevisión,sesobresaltóalveraLisbethentrelosdoshombres.Clavandoenellasusojosfríoseinflexibles,exclamó—:¡Tú…!

El terror se apoderó entonces del cuerpo de Lisbeth, que sintió que elcorazónlelatíaconfuerzayselesecabalaboca.SeaferróalbrazodeMatthewyseestrechócontraél.

Sumenteviajódeprontoa laúltimavezquehabíavistoaaquelhombrehorrible por el que había creído sentir verdadero afecto. En realidad, sinembargo, solo se había enamorado de la idea que tenía de él. Edward habíareaccionadoconfuriacuandoLisbethsehabíapresentadoenWhitePinesparadevolverle sus regalos e informarlo de que se había unido en matrimonio aMatthew.Aunqueenaquelmomentohabíatemidoquelehicieradaño,ellahabíaescapadodeallí sin cicatrices.Ladeponer fin a su compromisohabía sido ladecisiónmásdifícildetodasuvida.Ylamejor.

—Acabamosdecerrarun tratocontucapataz—anuncióMatthew—.Nopretendíamosperjudicartedeningúnmodo.

Edwardseechóareír.—Los dos sabemos que mientes, nunca has hecho otra cosa que

perjudicarme.Lisbethlesuplicó:—Edward,porfavor,déjanos.

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Élentornólosojosparamirarla.—¡Quetedeje!Vuelvesaveniramicasapara turbarmipazyexigirme

quetedeje—seburló.Lademenciaseasomóasumirada—.Yanosoisdeaquí.¿Quéhapodidohacerosvolver?

Lisbeth sintió la necesidad de gritar: «Algo que tú no entiendes: amor ycompasión».Encambio,repusoconcalma:

—Lafamilia.Lehicimosunapromesayhemosvenidoacumplirla.Edward siguió clavando en Lisbeth la vista y ella puso unamano en el

bolsillo de Matthew. Su marido la miró y recibió un gesto de afirmación.Entonces sacó el grueso fajo de billetes, que llamó enseguida la atención deEdward.

Matthew contó cinco billetes. El corazón deLisbeth se aceleró al ver lasumadelaqueseestabandesprendiendo,unagranpartedeldineroquetantolehabía costado ahorrar aMattie.Sin embargo, la avidezquevio en losojosdeEdwardledijoqueeldineroseguíasiendoloúnicoqueleimportaba.Matthewentrególosbilletesasuhermano.

—Estocompensaconcreceslasmolestiasquetehayamospodidocausar,Edward —dijo Mitch mientras le tendía el dinero—. Estamos hablando denegociosynohayporquéentrarenelterrenodelopersonal.

Edwardmirólosbilletes,aMitchydenuevoeldinero.Entonces,clavóenLisbethsusojoscargadosdeodio.

—Novalestantasmolestias—sentenció.Tomóeldineroy,mirándolosatodos,añadióenvozalta—:¡Ningunodevosotrosvalenadaparamí!

LisbethvolviólacabezahaciaMatthewysusurró:—Porfavor,vámonos.Sumaridohizorestallarlasriendasyelcarrosepusoenmarchaconuna

sacudidaquesobresaltóalcaballoinquietodeEdwardylollevóahacerseaunlado. Lisbeth miró adelante fingiendo serenidad y haciendo caso omiso a lainquina que rezumaba el hombre con el que había estado a un paso dedesposarse.Afindesosegarelpulso,sellenólospulmonesdeairelentamenteydioalcielolasgraciasporqueaquellaplantaciónnofuesesuhogar.

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CapítuloveintidósJORDAN

CondadodeCharlesCity(Virginia)

Ladespertóelgritodesumadre.Seincorporóalacarreraconelcorazóndesbocado y la sangre corriendo rauda por sus extremidades. Una oleada dedolorseextendióentoncesdesubrazoalrestodelcuerpoylaobligóaquedarseinmóvil pese a la urgencia. Se puso de costado y se alzó con cuidado paraprotegerseelbrazoherido.Miróasualrededor,desorientadayconfundida.VioaMattiealejarsecorriendodelvehículo.AtresmetrosdeellaestabaSamuel.

Jordan suspiróaliviada.Habíanvuelto a casade los Johnsony sumadrehabíagritado,perohabíasidodefelicidad.

Mattie llegó adonde estaba su hijo y lo besó como si fuera un chiquillo.Ellapasóporencimadelajovenparapodervermejorlaescenadesdeaquelladodel carro. A Jordan le dio un vuelco el corazón y sus emociones pasaron delmiedoalgozo.Samuelhabíavuelto,EllaerasuprimaySarahhabíasalidodeFairOaks.Eldolordelbrazoeraunprecioinsignificanteporaqueldíadichoso.

Su hermano aceptó las atenciones de su madre hasta que ella fue aabrazarloconentusiasmo.MattieretrocedióentoncesyJordanpudoverbienelrostro malherido de Samuel y lanzó un grito ahogado mientras sentía que subrújulaemocionalseponíaadarvueltasdenuevo.

—¡Ay,miniño!¿Quétehanhechoesosmonstruos?—Lavozdesumadreestabapreñadadeangustia.

—Esoes lodemenos,mamá—tratóde tranquilizarlaéldemanerapococonvincente—.Loimportanteesqueestamosotravezjuntos.Olvidemosloquehapasado.

Mattieendurecióeltono.—Nopiensoolvidarnuncanadadeloquenoshanhecho.

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Tomándolelasmanos,lasestudióporamboslados.Acaricióloscortesconlayemadeundedo.Luegoalzólavistaalrostrodesuhijo,posólaspalmasensusmejillasconcuidadoysintióunescalofrío.

Conlágrimasenlosojos,añadió:—Noteníaquehaberospedidoquemeacompañarais.—Lefallólavoz—.

Estasmanosnoteníanquevolveraestarasí.LaalegríaquehabíaembargadoaJordanmomentosantesseesfumópor

completo. Apretó lamandíbula llena de indignación y la ira y la lástima quesentíalehumedecieronlosojos.Eramuyinjusto.Sintióganasdegolpearalgo.

Jamáshabíavistoasumadretanderrotada.TeníaelcorazónenunpuñoporeldolordeMattieyporsupropiaincapacidadparaprotegerlosaellaoasuhermano.

—Yaséquepedirperdónnoesmucho,peroestodoloquetengo.Samuel lamiró, parpadeó e inclinó la cabeza. Jordan contuvo el aliento.

AnsiabaoíraSamueldecirleasumadrequeseencontrababien,peroélselimitóaclavarlamiradaenelsueloy,despuésdeunbuenrato,agitólacabezacomopara deshacerse de algún recuerdo. Entonces, levantó la vista y contempló laescena.Vioelcarroypreguntólentamente.

—¿HastraídoalaprimaSarah?—Ajá.—¿Yqué…?—Ellaessuhija.Samuelsonrióconairepensativoehizounmovimientodeafirmacióncon

lacabeza.—Hoyesungrandía,mamá,ynohayodioquenos lopuedaquitar.Al

veniraquíhemoshecholaobradeDios.—Gracias,hijo—dijoellaconairealiviado.Samuel la envolvió con sus brazos en un gesto de reconciliación, pero

Jordannopasóporaltoqueenningúnmomentodijoqueseencontrasebien.LaprimaSarahseacercóaellosyMattieayudóaSamuelareconocerla.

Jordansesobresaltóalrecordarquetodavíanohabíancoincididoenaquelviaje,demaneraquehacíadiecinueveañosquenoseveían.Enesemomentosentíayaque Sarah y Ella eran familia suya y le resultaba difícil creer que hacía unassemanasnolehubieranimportadonada.

Lamaltrechapuertamosquitera seabrióparadejar salir a supadrede lacasa.LlevabaunajarraenlamanoyloseguíaLisbethconunoscuantosvasos.DeprontosedetuvoalverasumujerhablandoconSamuel. Inclinó lacabezahacia atrás con los ojos cerrados ymovió los labios como quien da gracias aDios. Jordannopudomenosdeconmoverseante la intensidaddesuemoción.

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Eraevidenteelamorqueprofesabaasumujer.Lisbeth dejó los vasos en lamesita del porche y se acercó a Emmanuel

paratomarsinpalabraslajarradesusmanos.Lediounapalmaditaenelbrazoycompartióconélunalevesonrisa.Emmanuelbajólasescalerasyenvolvióenunmismo abrazo a su hijo y a su esposa. Lisbeth aguardó en el porche paracontemplar la reunión de aquel matrimonio mientras Jordan observaba a sufamiliadesdeelcarro.Ellasehabíaunidotambiénalreencuentroymirabaalosadultosconversar.

MattieseñalóalvehículoyEmmanuelvioasuhija,quiendeprontoseviosuperadaportodaslasemocionesquehabíacontenido.Laslágrimasleanegaronlosojosylecayeronporlasmejillas.Cuandovioacercarseasupadre,tomóairecongestotembloroso.

—Estamostodosbien,pequeña.Yanohayporquéllorar—latranquilizóél,quesubióalcarroparasentarsea su ladoy laabrazócondulzuramientrasdejabaquecorriesenlaslágrimas.

Jordanseapartóparamirarloalacaraypreguntarle:—¿Está…?¿EstábienSamuel?—Sepondrábien.Mehandichoquehassalvadoamamá.Jordan se encogió de hombros con una sonrisa tímida. Él la besó en la

mejilla.—¿Esto es loque teha roto elbrazo?—preguntó sosteniendoen alto el

extremosuperiordelbastón.—Nuncahabíavistoamamátanirritada.Lolanzócontantafuerzaquelo

partióporlamitad.—MiqueridaMattie puede llegar a sermuy fuerte cuandohace falta—

confirmóélasintiendoconlacabeza.Los dedos callosos de su padre frotaron el águila de metal. Su madre,

Samuel, Sarah yElla se acercaron también al vehículo yEmmanuel tendió eltrozodevaraasuhijo.

—Miraloquehahechotumadredeungolpe.—¡Mamá! —exclamó admirado Samuel—. Este bastón no es ningún

palito.—¡Losbastonesgordosestánpararomperlos!—repusoella.—¿Quéharásconél?—preguntósumarido.MattielanzóaSarahunamiradainterrogativa.Laprimameneólacabeza

conunescalofríoycontestó:—Noséquéhacerconsemejantemonstruosidad.Sarahpalpóelpicodeláguilaquehabíamatadoasumadreporprotegera

Ellay aSophiadeun acto cruel yodioso.A Jordan se le volvióa encoger el

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corazón.Resultabadifícilasumirdegolpetantaalegríaytantodolor.Muyenelfondo de su alma sentía el don de ver reunida a su familia, pero sabía quemuchaspersonasnopodíancompartirunabendiciónasí.

Sarahmiróasualrededorytragócondificultad.—GraciasatodosporencontraramihijaEllayporvenirapormí…—Se

lequebrólavoz.Jordanpensódesúbitoenlapequeñaqueaúnfaltabaysupoquelaprima

Sarah no podría vivir nunca en paz sabiendo que Sophia estaba sola en elmundo,sinnadiequecuidaradeella.Miróunoaunotodoslosrostrosesperandoque alguien más pronunciase las palabras de consuelo de las que se le habíallenadolacabeza.Alverquenadielasofrecía,hizoacopiodevalorparadecir:

—Prima Sarah, no nos olvidamos de Sophia. Seguiremos escribiendo,buscandoypreguntandohastaquedemostambiénconella.

«O sepamos, al menos, qué le ha ocurrido», pensó, aunque no lo dijo.SarahsonrióconternuraytomólamanodeEllaparaanunciar.

—Cuandolaencontremos,podremosrecibirlaconunavidanueva.—Ya verás, Ella, te encantará Oberlin —aseveró Mattie—. Irás a la

escuela¡ytedaráclasemihijaJordan!Ala jovenlediounvuelcoelcorazón.Había llegadoelmomentodeser

sinceraconsigomisma…yconsufamilia.—Mamá—dijoconvoz suave—,novolveré aOberlin con vosotros.—

Parpadeóa findecontener las lágrimasquehabíanvueltoaagolpárseleen losojos.

Sumadrecontuvoelaliento.—¿Despuésdetodoesto?—Moviólacabezadeunladoaotrocongesto

dolido—.¿SiguesqueriendoiraNuevaYork?Jordannotabatensalagarganta.—No, mamá —repuso—. Tengo que quedarme en Richmond… para

enseñar en la escuela de libertos.Dios quiere que ayude a salir adelante a losniñosdelorfanato.Sembraréaquímismo.

Mattiedejócaerloshombrosyasurostroasomóunasonrisatensaytriste.—Peroaquínoestástanseguracomopiensas.Losabes,¿verdad?—Túnomehasenseñadoabuscarseguridad,sinoaservaliente.—Miróa

supadre,aterradapornosabercuálseríasureacción.—¿Hay algo que pueda hacer para que cambies de opinión?—preguntó

Emmanuel.Suhijanegóconlacabezamientraslecaíanlágrimasporlascomisurasde

losojos.—Eres igual quemamá—confirmóSamuel—: cuando tepropones algo,

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nohaymásremedioqueresignarse.Todosrompieronareír.—Escribirétodaslassemanas.Loprometo.—Me parece estupendo —respondió su madre, antes de añadir con un

susurroviolento—:Perosaldrásdeaquíencuantoleveaslasorejasallobo.¿Mehasoído?

—Sí,mamá.Loprometo—dijoellariendoentrelágrimas.—Y a los pretendientes les dejarás bien claro que esta no es tu casa—

rematóMattieentreburlasyveras.Jordanasintió.—No tepreocupes,mamá.Cuando llegue elmomentode tenerunbebé,

sabrécuálesmisitioyquerrétenerteamilado.

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CapítuloveintitrésLISBETH

CondadodeCharlesCity(Virginia)

ElcorazóndeLisbethardíadeorgulloyalegríacuandoMattiesedirigióalporche a encontrarse con ella.Su aya le dioun abrazo largoy fuerte antes deapartarseparaclavarsusojosenlosdelaniñaalaquehabíacuidado.

—Gracias,Lisbeth.—Tomóentresusmanoscálidaselrostrodelajovencongestocariñoso—.Hassalvadoamihijo.

Por fin había correspondido a la colosal deuda contraída con suqueridísimaMattie.

—Todolobuenoquetengomevienedeti—dijoconunaampliasonrisaantesdequedarsesinvoz.

Mattiesonriótambiénylaabrazódenuevo.—Cuandopienso—señalóLisbeth agitando la cabeza—en lo cercaque

estuvedeteneresavida…¡Cuántacrueldadycuántomiedohabríatenidoenmiinteriorsi túnomehubierasenseñadoaserdeotromodo!Graciaspor lavidaquemehasdado.

—Túsiemprehastenidobuencorazón,Lisbeth.Loúnicoquehiceyofueenseñarteaconfiarenél.Ysoyyolaquetetienequeagradecerlavidaquemehasdado.

—¿Aquéterefieres?—Siempre he dicho que fue Sarah la que escribió nuestro pasaje a la

libertadyqueselodebemostodoaella,perofuistetúquienlaenseñó—aseverómirándolaalosojos.

Lisbeth sintió que le daba vueltas la cabeza. Nunca se había parado aconsiderarlainfluenciaquehabíatenidoenlavidadeMattie,sololaquehabíatenidoellaenlasuya.Sonrió,hizoungestodeafirmaciónyapretólamanodesu

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aya.—ParecequelasdoshemostenidosuertedequeDiosnosreuniera.—¡Yquelodigas!—confirmóMattie—.Muchasuerte.

MattiesesentóenelsofádedosplazasytiródeLisbethparaquetomaraasientoasulado.Lediounapalmaditaenlapiernaylamásjovenpasósubrazoporeldesuantiguaayaparasaborearunacercaníadelaquehacíamuchosañosquenodisfrutaba.

Lisbeth observó a Sadie guiar a Jordan hasta el porche, con másentusiasmo que cuidado. Por suerte, Emmanuel se encargaba de sostener a lajovenheridadesdeelotrolado.Laniñalallevóalasillademaderaquehabíaallado de Lisbeth y sirvió un vaso de agua a su maestra favorita. Su madre lamirabaconmovidaporelafánconquetratabadeayudarlaydecuidarla.JordansonrióaLisbethylediolasgraciasmoviendoloslabios.Lisbeth,peseanotenerclaroporquélodecía,inclinólacabezaenseñaldeasentimiento.

Emmanuelpusoalgoenlamesitayanunció:—Aquíestátutrofeo.—Acontinuaciónfueaocuparsedeloscaballos.SammycorriódetrásdeélparaofrecerlesuayudayLisbethseemocionó

conelentusiasmoquedemostróantelaideaelmaridodeMattie.—¡Hala!—señalóSadieconunchillido—.EsoeradelseñorRichards.Se

loregalósuabuelo,peroestároto.—Conesomegolpeó—lerevelóJordan.—¡Sabíaqueeramalo!—aseverólacría,indignadayorgullosadesubuen

olfatoapartesiguales.—Mimadre—siguiódiciéndolesumaestra—lequitóelbastónylopartió

endos.Lisbethsemostróimpresionada.Sadiepusolosojoscomoplatosymiróa

Mattieconunpocodemiedoymuchorespeto.—¡Teníaqueprotegeraminiña!—ledijoella.Sadiesoltóunacarcajada.—¡Noesunaniña!—Yanoesunaniña,esverdad,perosiempreseráminiña.—¿Puedotocarlo?—preguntólachiquilla.MattietomólapartequequedabadelbastónyseladioalahijadeLisbeth.

Lapequeñaloasióconunamanoyacaricióelremateconlaotra.Entoncesmiróasumadrecongestoincrédulo.

—El señor Richards decía que el águila representa la libertad de serestadounidense,peronosereferíaanosotros,¿verdad?

—¿Porquédiceeso,señoritaSadie?—preguntóMattie.

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Laniña,trasmeditarlouninstante,respondió:—Pues porque dudomucho que piense que amimadre deberían dejarla

votar o que usted debería ser libre, señora Freedman. ¿Cómo va a tener lalibertaddeserestadounidensesinopuedevotarnieslibre?

—Eresunaniñamuysabia—declaróMattieconunarisita—.¡SevequetehaenseñadomihijaJordan!

Sadieexclamóconunasonrisa:—¡Esmimaestrafavoriiita!—¿Cuántos años tendrá? —se preguntó Jordan mientras examinaba el

bastón.—Segúnél,lofabricaronen1788—repusoLisbeth.—El año en que se aprobó la Constitución—aseveró la joven docente,

antesdeconcluir—:Ochentaaños.—¡Muchos!—exclamólaniñaimpresionada—.¡Quéviejo!¿No,mamá?Lisbethloconfirmóconunainclinacióndecabeza.—Másquetodosnosotros,incluidoslosabuelos.—Deaquí aochenta años,yo tendréochentay seis—apuntóSadie,que

puso losojos enblanco—. ¡Eso será enmil novecientosypico!Supongoquepara entonces todo elmundo será libre. ¿No crees,mamá? ¿Y usted, señoritaJordan?

Lisbeth sintió que se le encogía el corazón ante el optimismo y laconfianzadesuhija.Miróalajovenconlaesperanzadequetuvieseunabuenarespuesta, pero también ella parecía estar pensando qué podría decir a lapequeña.

—¡Claroque sí!—tercióMattie—.Si lasniñas como túdicenque tienequeserasí,habrálibertadparatodos.

—¡Tambiéncontamosconmihermano!—dijoSadie.Las tresmujeresseecharonareír.Lisbethagradecióelalientoentusiasta

deMattiealasinocentescreenciasdelapequeña.Aunquealgúndíatendríaqueexplicarle que todavía quedabamucho camino por recorrer,muchísimo quizá,paraalcanzarlaverdaderalibertadparatodos,porelmomentosecontentabaconquepudieraaferrarsealaesperanzadeunfuturomejor.

Sarah y Ella se unieron a las demás. Sadie se acercó a la pequeña y lepreguntó si conocíael juegodepalmasdeSallyWalker.Ellamiró a Jordanysonrió.

—Sí,síqueselosabe—explicóJordanaSadie—.Seloenseñéhacepoco,peroseledaestupendamente.

—Amímeloenseñómimadre.—¿Ysabesdequiénloaprendíyo?—preguntóLisbethasuhija.

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Sadienegóconlacabeza.SumadreseñalóaSarahylaniñadejócaerlamandíbulaconungestoexageradodesorpresa.Lisbethinclinólabarbillayalzólascejasenseñaldeafirmación.

—¿Enserio?—preguntóSadie.Lisbethsonrió.—¿Teacuerdas,Mattie?¿Ytú,Sarah?Sarahfruncióelceñoynegóconlacabeza.—Mattieavecesmellevabaalascabañasy,enunadeesasvisitas,cuando

yoteníaunosseisaños, tepidióquemeenseñarasel juego.Amínomehacíamucha gracia, pero insistió diciendo que tenía que «aprender algo nuevo,Lisbeth» —dijo imitando la voz de su aya—. Durante años fue mi juegofavorito.Lopractiqué conMary cada vez que teníamos la ocasión, pero dudoquellegasenuncaahacerlotanrápidocomotú.

—Me está empezando a sonar ahora que lo dice —repuso Sarah—.Aquellofuehaceunaeternidad.—Y,porsumirada,parecióalejarse.

Suhijamiróaaquellamujerdelaquetantotiempohabíaestadoseparada.SarahsediocuentaysonrióaEllaantesdepreguntarle:

—¿Juegasconmigo?La chiquilla asintió con un gesto tímido. Levantó las manos. Sarah

comenzó a cantar los versos lentamentemientras ambasmovían lasmanos alritmodelaletra.Sadieseunióaellas.LisbethfueaimpedírseloafindepermitirqueEllaysumadredisfrutasenunratodesucompañíamutua,pero,alverqueJordanseponíaacantarconellas,desistió.Mattienotardóensumarsetambiény, al final, Lisbeth las siguió asimismo.Las seis,madres e hijas, repitieron lacancióncadavez conmás rapidezhastaque empezarona equivocarse con losmovimientosdelasmanosyprorrumpieronencarcajadas.

—¡Québienreírjuntas!—sentencióMattie.—¡Yquelodigas!—convinoLisbeth.

—¿Seguroquevais a estar a bien?—preguntóMatthewa sus padres convozpreocupada.

Lisbeth estaba sentada con sumarido, su familia política,William y losFreedman en el porche de la entrada, donde disfrutaban algo apretados de unalmuerzo rápido antes de partir. Aquella modesta multitud había optado porcomer como en una merienda campestre, dispersa en el exterior después deservirsedentrodelacasa.MamáJohnsonsonrióasuhijoy,moviendolacabezaenseñaldeasentimiento,respondió:

—No nos vamos a dejar intimidar por hombres que se aferran al poderusandolaviolencia.

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—Esteesnuestrohogar—añadiósupadre—.Puedeparecerqueestamossolos, pero hay otros muchos virginianos que se alegran del resultado de laguerra.Sehadecididoquesomosunasolanaciónylasurnastienenquepodermásquelasbalas.

Aunqueapreciabaelsentimientoqueexpresabansussuegrosenlateoría,Lisbethnodejabadetemerporsubienestar.

—Pero¿estaréisasalvo?—insistióMatthew.—Nonosfuimosdurante laguerra—lerecordóelseñorJohnson—yno

nosiremosahora.Muchagentesehasacrificadomásquenosotros.MamáJohnsontomólamanodesuhijoylomiróalosojosparadeclarar:—Tú tomaste tu decisión cuando llegó el momento y nosotros hemos

tomadolanuestra.Esperoquelaaceptescomonosotrosaceptamoslatuya.Matthewmiróasumadre,desgarradoatodaslucesyconelrostrodividido

entrelapenayelmiedo.Comoél,LisbethhabríapreferidoteneralosJohnsoncercayprotegidos,peroaquelladecisiónnoestabaenmanosdeningunodelosdos. Habían mantenido ya muchas veces esa misma conversación aquellosúltimosaños.Matthewdejóescaparunlentosuspiroydiosuasentimientoconungesto.

—Si cambiáis de opinión, tendréis siempre un hueco en nuestra casa—dijo.

—YMitchtambién,claro—añadióLisbeth.Los padres de Matthew inclinaron la cabeza con los ojos brillantes,

conmovidosporelofrecimiento.—Es una bendición saber que tenemos donde refugiarnos en caso de

necesidad—aseverólamadre.Johnsonpadreseaclarólagargantaparadecir:—Gracias,hijo.Ahora,deberíamosocuparnosdequevolváisacasasanos

ysalvos.Todosasintieronydieronporconcluidalaconversaciónporelmomento.EntonceshablóEmmanuel:—Matthew,túpodríasllevarunodeloscarroscontodaslasmujeresylos

niños, mientras Samuel, William y yo buscamos a Emily y a Willie. Nosreuniremos en Washington. William dice que es seguro esperar allí, ¿no esverdad?

—Allísí,notienenjurisdicciónlosagentesdeVirginia—respondióél—.SiconseguimosllegaralDistritodeColumbia,estaremosasalvo.

Matthewexhalóunsuspiro.—Nomehacemuchagraciaquemedejéisfuera,perotengoquereconocer

quepareceunplanprudente.

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Lisbeth miró a Mattie, la mujer había empezado a menear la cabeza yparecíatanpococonvencidacomoella.

—Loheestadopensandomucho—dijolaprimeraaclarándoselagargantamientrashacíaacopiodevalor—.William,entiendoquequierasirtúabuscaratumujeryatuhijo,perocreoquelomásseguroparatodosnosotrosesquelohagayo.

Los hombres, alarmados, lamiraron con gesto receloso yMatthew hizoademándepresentarunaobjeción.

Lisbethlevantóunamanoparaacallarlo.—Escúchame, por favor —lo instó—. Podemos viajar todos juntos a

Richmond.Losdemásosesconderéisenelparquedelaplazapúblicamientrasyo voy sola a casa demis padres, que está a pocasmanzanas de allí. Fingiréhaber vuelto para cuidar a mi padre y diré que Matthew y los niños estánpasandoaquíunosdíasmásconmissuegros.Porlanoche,cuandosehayaidoadormir todo el mundo, despertaré a Emily y a Willie y saldré con ellos sinlevantarsospechas.

Matthewnoparecíamuyconvencido.—Lisbeth,¿túcreesqueesprudenteponerteenpeligro?¿Quépasasi se

enteraJackdequehemosidoabuscaraWilliamyaSamuel?—DudoqueEdwardvayaaecharacorreraotrocondadoparacompartir

públicamentesuhumillaciónconJackniconcualquierotro.Lehabéispagadomuchodinero,esoesloquemásleimportaademásdesuorgullo.AntesdequesalgaelsolyahabremossalidodeRichmond.

EmmanuelestabaapuntodedeciralgocuandointervinoMattie.—Eseplanmepareceperfecto,Lisbeth.Lisbeth, agradecida por tener una aliada, sonrió a su aya. La tensión

aumentóentrelosallíreunidos.Lisbeth miró a Matthew, aunque su mensaje iba destinado a todos los

varones:—Ya sé que no os resultará fácil quedaros esperando en el parque,

escondidos,peroeseseráelmodomássencilloderescataraEmilyyaWilliesinquenosdetecten,sinenfrentamientosysinviolencia.

ElgestodeMatthewhacíaevidentequeno teníanadaclaro si accederodejarsevencerporlasdudas.Sumujermiróasualrededorparaverlareaccióndelosdemásydeclaró:

—NodejéisquevuestroorgullopongaenpeligroaEmilyyaWillienianingunodenosotros.LoquepretendemosesllegartodosaOhiosinsufrirmásdaños.¿Noesasí?

—Asíes—convinoMattie.

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Las dos miraron a los hombres hasta que Matthew dio al fin suasentimientoconunainclinacióndecabeza.

—Tienesrazón—reconoció—.TendremosmásprobabilidadesdesacaratodoelmundodeVirginiasinproblemassiteencargastúdebuscaraEmilyyaWillie.—Soltó una exhalación enérgica antes de añadir—:Esperaremos en elparque,pero,sitedetienen,piensoirabuscarte.

Lisbethasintióconlacabeza.—¿Estásdispuestaahacerlo?—lepreguntóWilliam.—¡Claroquesí!—respondióellaconunasonrisa.Pese a la confianza y la despreocupación que transmitía, Lisbeth estaba

aterrada.Nohabíaunmodomejordesaliradelante,perotambiénsabíaquenoestaría tranquila hasta que estuvieran todos en los carros dejando bien atrásRichmond.

—Elisabeth, ¡cómome alegra que hayas vuelto!—aseveró efusiva sumadre,abriendolosbrazosparaenvolverlaconellos.

La recién llegada reconoció el talante sentimental que provocaba elláudanoen sumadrey se inclinóparabesarlaen lamejilla.Lamujer tomó lamanodesuhijay la llevóasentarseasu ladoenelsofá.Entonces lamiródehitoenhitoconojosllorosos.

—Seacercaelfinal.Lomásseguroesquenopasedeestanoche.Nosabesloquemeconsuelaqueestésaquíparaacompañarlo.

ALisbeth laasaltó la tristeza.Lagarganta se le tensóy tragósalivacondificultad. Se sorprendió de que aún le preocupara el bienestar de sus padres.Volver a separarse de ellos, esta vez para siempre de veras y sin despedirse,resultaríamásdifícildeloquehabíaimaginado.

—Hedecidido—aseverósumadreconaireentusiasta—aceptartuofertaeirmeavivircontigounavezquedejeresueltostodoslosasuntosdetupadre.

ALisbethseleencogióelestómago.—En tu ausenciamehe dado cuenta de que, pese a todo lo quemehas

hecho,tupresenciameresultareconfortante,talcomocabeesperardeunahija.Lajovensintiónáuseas.LlevabaañosanhelandorecibirenOhiosuvisita

y,depronto,sumadrehabíadecididocumplirsusdeseoscuandoLisbethestabaapuntodecometerunactofinaldetraición:abandonarlasinexplicaciónalguna.Era imperdonable. ¿Qué clase de hija era? Sin embargo, luego pensó en sufamilia, enMattieyenWilliam,que laesperabanen laplazapública,yensupropio hermano, que había arrestado de manera intencionada a William y aSamuel.Sumadrenoentenderíajamásporquéhabíaprocuradolaliberacióndeambos.Fingióestardeacuerdoconsuplanconungestodeasentimiento.

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—Veasentarteal ladode tupadre.Seguroque loconsuelas.Aunquesucabezanoseaconscientedetupresencia,sualmasabráqueestásconél.VoyamandaraEmilyconunabandejacuandohayaacabadodehacerlacena.

Mientrassubíalasescaleras,LisbethreparóenqueelegoísmoexacerbadodesumadrelehabíaimpedidodarsecuentadequeMatthew,SadieySammynoestabanconella.

Su padre había experimentado un cambio tan espectacular que resultabadifícil creer que Lisbeth hubiera dejado Richmond la víspera. Tenía los ojoshundidos en sus cuencasy susbrazospresentabanunadelgadezanormal.Concadainspiraciónerráticaseproducíaensuspulmonesungorgoteoalarmanteysonoro. La habitación estaba preñada de un olor nauseabundo a putrefacciónpeseaestarlaventanaabierta.Lisbethtomabainspiracionespocoprofundasporlabocaafindeevitarelhedor.

Sesentóenlasillaquehabíaalladodesupadreylesostuvolamano,fríayflácida.

—SoyLisbeth,padre.—Seaclarólagarganta—.Elizabeth.Hevueltoaservaliente.Hetomadounadeterminación,aunquenotengoclaroqueestavezvayaacontarconsuconsentimiento.

Estudióasupadreconlaesperanzadepercibiralgúnsignodeconsciencia,perosu rostro seguía inmutable.Tendríaqueconformarsecon imaginarque leconcedíasuaprobación,aunquealahoradetomardecisionesellanobuscasesubendición.

Tomóel libroquedescansabasobre lamesilladeencimerademármolyreanudósulecturaenvozaltapesealadistraccióndelosruidosqueemitíasupadre. Había acabado dos capítulos más deHistoria de dos ciudades cuandoentróEmilyconunabandeja.Elcorazónlediounvuelco.Sepusoenpiepararecibirlabandejaydejarlasobrelamesillaantesdeaproximarsetantoalareciénllegadaquesushombrosquedaronencontacto.

—Porfavor,notealteres—susurróLisbeth.Losojosdelacriadaseabrierondeparenparcongestoaterrado.—¿SabealgodeWilliam?Lisbethasintióyconfirmóenvozbaja:—Sí.Sonbuenasnoticias.Emilysellevóunamanoalaboca.Seechóatemblarmientrasclavabala

miradaenLisbeth.Susojosseposaronconrapidezensupadreparaconfirmarquenolasoía.—MentimossobreelmotivodenuestravisitaalospadresdeMatthew—

siguiódiciendosinalzar lavoz—.Enrealidad,pretendíamosliberaraSamuel.EncontramostambiénaWilliamyahoraeslibre.

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Laotraahogóungritoylosojosselellenarondelágrimas.—¿Deverdad?Lamás joven loconfirmóconuna inclinacióndecabeza.Emilybajó las

pestañasyechóatráslasuya.—Gracias, Señor.—Hizo una inspiración lenta y profunda con los ojos

aúncerrados.Lisbeth le tomó las manos y observó los movimientos bruscos que se

producíanbajosuspárpados.Emilyabriólentamentelosojos.—Creíquenovolveríaavernuncamásamimarido.—Agitó lacabeza

comosiquisieradespejarla—.¡Gracias!Lisbeth,yo…yonoséquédecir.Lisbethsonrió,conscientedesugratitud.—¿Dóndeestá?—preguntólacriada.—Creemosquenodejarándeacosarlo,asíquehevueltopararecogerosa

Willieyati.Emilylamiróconfundida.—NosvamostodosaOberlin—susurróLisbeth—.Estanoche.Eneseinstanteseabriólapuerta.Sobresaltadas,vieronentraralaseñora

Wainwrightsecándoselosojosconunpañuelo.Lisbethseapresuróadecir:—Gracias,Emily.Esoes todo—ylehizounaseñalcon losojos,con la

esperanzadeque entenderíaque teníaquehacer lasmaletasyprepararlo todoparasaliresamismanoche,porquenotendríanocasióndevolverahablarantesdelmomentodeescapar.

Cuandosaliólacriada,sumadreseinstalóenlasillaquehabíaalotroladodelacama.

—Heinformadoatuhermanodequemevoycontigo—dijosuspirando—.Sehapuestomuy triste, pero tengoquevelar pormispropiasnecesidades.Élpuedehacersecargodelosasuntosdetupadreyorganizarlaventadelosbienesfamiliaresparapagarlasdeudas.

ALisbeth empezó a darle vueltas la cabeza y se le agitó el espíritu. Sumadreleestudióelrostroyellatomóairelentaylargamentemientrasseafanabaenparecertranquilaparanodespertarsospechas.

—Piensasquesoyunadesalmada,peronoesasí:yotengomisensibilidad—aseverócasiagritosporhacerseoírporencimadelarespiraciónagitadadelmoribundo—. Tu padre y yo hemos tenido unmatrimonio práctico. Le tengomucho afecto y lo echaré de menos, pero no voy a abandonarme alsentimentalismo.

Losojosenrojecidosdesumadredelatabansuconflictointerior.Deprontose impuso el silencio. Las dos miraron al hombre que yacía en el lecho. A

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Lisbeth se le encogió el corazón ante la posibilidad de que hubiese pasado amejor vida. Le puso lamano en el pechomientras rezaba por que tuviese unbuenúltimoviaje.Elmoribundodiouna sacudidahacia atrás con la cabezayvolvióatomarunasonorainspiración.Todavíanohabíaterminado.

Agitada por el sonido inquietante que volvía a inundar la sala, LisbethcerrólosojosysellenólospulmoneslentamentemientraspedíaaDiosquelaayudaseamantenerlacalmaylafortaleza.Cuandolosabrió,sumadresehabíalevantadoyadelasillayseencontrabadepiealladodelapuertaconlamanoenelpomoyapuntodesalirdelcuarto.

—No puedo soportar esta situación —explicó apretando los labios—.Tenía la esperanza de que pudiésemos afrontarla juntas, pero me fallan lasfuerzas. Esperaré abajo. Por favor, infórmame cuando haya dado su últimosuspiro.

Lisbeth miró a la mujer que la había traído al mundo y sintió que serevolvían en su interior la rabia, la irritación y la lástima. Su madre era tancobardequehuíadelamuertedesupropiomarido.

—Adiós,madre—dijoenuntonoquehastaaellamismaleresultóformalenexceso.

Su madre la miró con gesto extrañado, arrugando el entrecejo mientrasfruncíaloslabiosymeneabalacabeza.

—Buenasnoches,Elizabeth—repusoantesdedejarlaasolasconsupadreagonizante.

Inquietaeimpaciente,sesentójuntoasupadre.Intentóleerenvozalta,peronotardóendejarlopor imposible,yaqueel ruidode su respiración laobligabaagritarynoresultabanadareconfortanteparaningunodelosdos.Lesostuvolamano, fría como el hielo, y tarareó la que esperaba que fuese su canción deiglesia favorita.Amitadde lasegundaestrofa,elenfermoquedódeprontoensilencio.Lisbeth lemiró el pecho. ¿Habría sido aquella su última exhalación?Tristeyaliviadaauntiempo,contósinprisa:uno,dos,tres,cuatro…

Enesemomento se le agitó el tórax al enfermoy la habitaciónvolvió allenarsedesonorosestertoresmoribundos.Lisbethsuspirómientrassereclinaba.Apesardedesearloconansias,aquelloaúnnohabíaacabado.

Oyóelrelojproclamarelpasodeotrahoramás.Lasdiez.Nolequedabamuchoparamarcharse.«Diosmío,porfavor,llévatelopronto»,rezó,conscientedequeseríamuchomásfácilsalirdeallíyafallecidosupadre.

Cuandodieronlasoncecruzósumentelaideadecubrirlelabocaconunaalmohada para acelerar el proceso, pero prefirió no hacerlo: no era ella, sinoDios,quienteníapotestadsobreaquellosmenesteres.Asíquesiguiótarareando,

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observandoyrezando.Al final el reloj anunció lamedianochey con ella la necesidadde partir

aunquesupadresiguieraconvida.Pesealabismoquelosseparaba,setratabadeuna elección dolorosa.Él era ajenopor completo a su presencia, peroLisbethteníamuypresentequeloestabadejandosolocuandoapenaslequedabanunashorasdevida.

Miróalagonizante,leposóunamanosobreelcorazónymusitó:—Porfavor,señor,juzgaaestehombreconclemenciay,siloconsideras

oportuno, invítaloagozardeti.—Conesto,seinclinóybesólamejillagélidadelpadre.Notardaríamucho—.Adiós,padre—ledijoantesdetragarsalivacondificultad.

Se levantóparadejar lahabitacióny tomó laBibliay laHistoriadedosciudades de lamesilla de noche.Abrió la puerta lentamente y aguzó el oído.Como había esperado, la casa estaba en silencio y a oscuras. Se dirigió a sucuartoparahacerseconsubolsodeviajey,despuésdemeterloslibros,bajólaescaleradepuntillas,sobresaltándoseconcadacrujido.

Al llegar abajo, se le helaron todos los músculos cuando vio abierta lapuertadelsalón.Sumadreestabasentadaenelsillóndesupadre,sumidaenlaoscuridad.Buscócorriendounaexcusa.

—Estádescansandoplácidamente.Hebajadoporagua—explicósinalzarlavozconlaesperanzadequeeltemblordesugargantapudieraatribuirsealaslágrimas que estaba conteniendo y no al miedo. Llevaba el bolso oculto a laespalda.

Sumadrenorespondió.Lisbethseacercólentamentealviejosillónyvioque tenía lospárpadoscerrados.Estabasumidaenunsueñoprofundo.Lisbethsoltóunbufido,aquellaescena teníaalgodecómico.Diounúltimovistazoalsalónypensó:«Adiós».

Recorrióelpasilloycruzólacocinaendirecciónalapuertaqueseabríaalfondo.Hizogirarelpomolentamentesinllamar.

EmilyyWillieestabansentadosen lacama,vestidosyconelequipajealos pies y el miedo impreso en el rostro. Lisbeth suspiró aliviada. Con laesperanzadeofreceralgúnconsueloaaquelchiquilloasustado,sonrióaWillieysellevóundedoaloslabiosparapedirlequenohablara.Lesindicóconlamanoquelasiguieran.Seestremeciópetrificadaaloírelchasquidodeunpomo,peroeraEmilycerrandolapuertadesudormitorio.Encompletosilencio,escaparonporlapartedeatrás.

Pese a lo cálido de la noche, no pudo evitar sentir un escalofrío. Teníatodos los sentidos bien atentos cuando miró a su alrededor para ver si losperseguía alguien por la calle desierta.Emily yWillie la seguían de cerca, en

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silencio, tomados de la mano. Como cualquier luz los habría delatado, nollevabanninguna,peseaquelalunaapenasiluminabasurecorridomientrassedisponían a salvar las dosmanzanas que los separaban del parque de la plazapública.

CruzaronlacalleMonroeyquedaronasíaunasolamanzanadesudestino.Trashacerotro tantocon lacalleHenry, señaló ladirecciónquedebían tomarparallegaralaarboledaenlaquelosesperabanloscarrosysuscompañerosdeviaje. Cada paso que daban por la senda de tierra que atravesaba el parquesolitariolesinfundíaunápicemásdeconfianza.

Entoncesoyóelsonidodeunarmaamartillándoseyselehelóelcorazón.QuedópetrificadayEmilysedetuvoasulado.LasdosgiraronsobresustalonesylasegundaresguardóaWillietrasella.

Jacklaestabaapuntandodirectamentealcorazón.Lisbethsintiócómounaoleadadeadrenalinaleinvadíaelcuerpo.

—Nosemeocurreningúnmotivoparanopegarteuntiroahoramismo—aseverótambaleantesuhermanoarrastrandolaspalabrasporlaebriedad.Teníalosojosinyectadosensangreylasmejillasencendidas.

A Lisbeth se le tensó de tal manera el pecho que se sintió como si laestuviesenapuñalando.Emilylatomódelbrazo.Lisbethteníalosojosclavadosen la pistola. A su mente acudieron Matthew, Sammy y Sadie. Aquellodestrozaríaasushijos.Buscópalabrasa lacarrera,cualquiercosaquepudieradeteneraJack.

—¿Y Sadie? Le has tomado cariño, ¿verdad? —imploró mirándolofijamentealosojos—.Puesnoladejeshuérfana,Jack.Teloimploro.

Jack arrugó el entrecejo demodo casi imperceptible, lo justo comoparaponerderelievequelaspalabrasdesuhermanahabíancaladoensuinterior.

Enese instantesesacudióhaciaunladodeformasúbitaycayóalsuelo.Lisbethahogóungritoalavezquesaltabahaciaatrás.Elarmasaliódespedidadesumanoyrebotódosvecesenelsuelo.Jacknisiquieraalargóelbrazoparaalcanzarla.Dehecho,lomantuvoextrañamentecercadesucostado.LisbethvioentonceslacuerdaqueteníaenroscadaensupartemediayquesosteníaporelotroextremoSamuel.Emmanuelsaliócorriendodeentrelassombrasyapartólapistoladeunapatada.

Lisbeth cayó de rodillas. Emily la sostuvo antes de que se desplomasecontraelsuelo.Lacabezalegirabacontantafuerzaqueapuntoestuvodeperderel sentido.Emily, sinembargo, lepuso lamano fría enel cuelloy la alentóainclinar la cabeza. Oyó gritos, pero no logró identificar ninguna palabraconcreta.Asuladohablabaunavozgrave.Lisbethsellenódeairelospulmonesy,conlacabezaaúngacha,abriólospárpadosparamirarasulado.Dereojovio

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a William arrodillado al lado de Emily mientras Willie lo abrazaba por laespalda.

Pocoapoco,seatrevióalevantarlacabezamientrasintentabamantenerseerguida.Estaba recobrandoelequilibrio.Pestañeóparadespejarse. Jackestabaenelsueloconeltorsoenvueltoporlacuerdaylabocaamordazada.SamuelyEmmanuelestabandepieanteél.Elprimeroparecíadispuestoadispararle.

Mattieseacercóasuhijoylepusounamanoenelbrazoparacalmarlo.—Nohagasnadamalo,aunqueselomerezca.Diosamalaclemencia.Samuelclavólamiradaensumadreylamujerselasostuvoantesdedecir:—Silehacesdañoahora,tesentirásmejorunsegundo,pero,siteolvidas,

dormirásmejoresteañoycuantosañosvivasdespués.Tras un instante, Samuel apartó lamirada de sumadre para clavarla en

Jackconelrostromarcadoporlaindecisión.—HazloporLisbeth—pidióellaconcalma—.¿Quieresquevivasabiendo

quemataste a su hermano? ¿Y Sadie, la pequeñina? ¿Y Sammy? ¿De verdadquieresdejarsinvidaasutío?

SamuelmiróaLisbethconlosojosincendiadosporlaira.Ellatomóairetemblorosa y lo expulsó con fuerza antes de encogerse de hombros. No teníaningúnderechoadecirleloquedebíahacer,peroMattieteníarazón:seríamuydifícilvivircargandoconlamuertedeJackensuconciencia.

SamuelseinclinóysusurróaloídodeJackalgoquesoloélpudooír.Jackgritó una palabras que lamordaza hizo ininteligibles. Entonces, el primero sealejó caminando y dejó la cuerda tirada en el suelo. Lisbeth soltó el aire que,segúndescubrióenesemomento,habíaestadoconteniendo.

—Podemos llevarloalcentrode laarboleda—dijoWilliamaEmmanuel—.Siloatamosbien,nosesoltaráhastaqueestemosenWashington.

—¡Elláudano!—exclamóentoncesEmily.Todosvolvieronlavistahaciaella.—Siloencuentranaquí,nosperseguirán—seexplicó—,perosiledamos

láudano,podemosvolverallevarloasuestudio.Cuandodespierte,yaestaremosenWashington.

—¿Láudano? —preguntó Emmanuel—. ¿Y de dónde quieres que losaquemos?

—De la mesilla de noche de mi padre—aseveró Lisbeth inclinando lafrente.

Mattiechasqueólalenguacontraelvelodelpaladarymoviólacabezadeunladoaotro.

—¿Noserámuypeligroso?Lisbeth,sinpensarlosiquiera,repuso:

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—Yo debería estar allí, así que puedo ir a la casa y volver aquí con elfrasco.Despuésdeadministrarleunabuenadosis,EmilyyyollevaremosluegoaJackacasa.

Jackgritóatravésdelamordaza,loquesobresaltóaLisbethyleprovocóunanuevadescargadeadrenalina.Miróa suhermanoantesdedarse lavueltaconpresteza.Nosedetendríaunsegundoapensarenél.Emmanuel tiróde lacuerda. Aunque sabía que no le serviría de nada, Jack siguió protestando.Lisbethechóaandarconligerezasinesperarelconsentimientodenadienidejarquesupropiomiedoladetuviera.

Elcorazónlelatíaconviolenciaacadapaso.Loscontómientrasrecorríalasdosmanzanasquelaseparabandecasadesuspadres,volviendoaempezarcadavezque superaba los veintitantos. Apartó cualquier pensamiento que pudieraasustarlayseafanóenconcentrarseensu respiraciónamedidaquecaminaba,perohastahacerentraraireensustensospulmonesresultabaunalaborardua.

Lacocinaestabatalcomolahabíadejado:oscurayvacía.Sumadreseguíadurmiendo en el salón.Subió de puntillas las escalerasmientras ensayabaunaexcusaporsisedespertaba.

Supadreparecíamenguadoymásdemacradoaún.Surespiración,sonoraeintermitente,seguíallenandolahabitación.Lisbethfuehastalamesilla,sehizoconelláudanoysediolavueltaparasalir.Eneseinstantelaretuvosucorazón.Posó lamano sobre el pecho de su padre para bendecirlo en silencio y quizádespedirsedeformadefinitiva.

Seguíadepiejuntoalmoribundocuandoseabriólapuertayseestremeció.Compuso el rostro a fin de disimular su engaño ymiró hacia la entrada paradescubrirlasiluetadeJuliannerecortadaenelumbral.

—¿No está aquí Jack?—preguntó la joven con voz afligida y confusarecorriendoconlavistaeldormitorio.

Lisbethnegóconlacabezaymintió:—Estanochenosénadadeél.Sucuñadaestudió la figuraqueyacíaenel lecho.Lisbeth,sinapartarde

ella la mirada, hizo lo posible por calmar sus nervios. Solo deseaba volvercorriendoalparqueydejaratrásalfinesanoche.

JulianneapartópocoapocosuatencióndelpadreparacentrarlaenLisbethconunamiradaausente.Elcuerpodeestavibrabadeimpacienciaydesasosiego.

—Jackdicequehasconvencidoavuestramadreparaquenosabandoneysevayaavivircontigo—aseverósucuñadaconvozneutra.

Lisbeth semordióun labioy asintió conun levemovimientode cabeza.LosojosdeJuliannesellenarondelágrimas.

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—Hasidomuycruelconmigoydeberíacelebrarquesevaya,pero…Lisbethaguardóconciertosentimientodecompasión.—…nomeentusiasmalaideadequedarmesolacontuhermano.—Dicho

esto,trasunlentopestañeo,dejóescaparunsuspiroysediolavuelta.Saliódelahabitaciónycerrólapuertaconunchasquidotrasella.

Lisbeth se llevó una mano al pecho e hizo varias respiraciones paracalmarse.Aunquenoprofesabaungran cariño a su cuñada, sintió lástimaporellaalsaberquesuvidaseguiríamarcadaporlapenayelconflicto.

Esperó tanto como fue capaz de soportar a fin de asegurarse de que sehabíamarchado.Palpóelfrascodel láudanoquehabíaguardadoenelbolsillo,pusounamanoenelbrazodesupadreamododedespedidayabandonósucasaporsegundavezenunanoche,sabiendoquetampocoaquellaseríalaúltima.

Avanzóconrapidezsumidaenlaoscuridaddelanochehastael lugarenque había dejado al resto y se sintió invadida por una oleada de afecto aldistinguir a Matthew y a Sammy entre los que rodeaban a Jack. Su maridomostróungranalivioalverla.Meneólacabezaycaminóasuencuentro.Elniñoyéllaenvolvieronenunabrazotremendo.

—¿YSadie?—preguntóellapreocupada.—Estábien.LaestáncuidandoJordanyMattie—latranquilizóMatthew

—. Emmanuel —añadió con voz dubitativa— dice que quieres volver a lacasa…conJack.

Ellaloconfirmóconunasimpleinclinacióndecabezaysacóelláudano.—Bienhecho—dijosonriendoelmaridodesuaya.Lisbethretiróeltapóndecorchocongoteroy,alfin,consintióenmirara

Jack.Élclavóenellalavistaconunamezclademiedoyderabia.—Siento que hayamos tenido que llegar a esto, hermano. Ojalá no me

hubiesesseguido.NotenemosintencióndehacertedañoydeverasqueosdeseolomejoraJulianne,aJohnnyyati.—Lavozselequebró—.Yamadre.Rezaréadiarioportodosvosotros.

Llenóporcompletoelcuentagotasehizoademándeinclinarse,peroJackse puso a dar gritos y patadas y la hizo retirarse. Matthew se arrodilló parasostenerloporlaspiernas.Emmanuelhizootrotantoconlosbrazosylacabezaabrazándolo por la espalda antes de hacer una señal a Lisbeth, que se agachóparaasirelmentóndesuhermanoconlamanoizquierda.Jackcerrólabocaconviolencia,perosuhermanalemetióalafuerzaeltuboentrelamejillaylaencía.AldarsecuentadeloquehabíahechoLisbeth,Jackintentóescupiryellaseloimpidiócerrándole laboca.Apretóelgoterocon rapidez,unayotravez,paravaciarlocomolefueposiblee,inmóvil,aguardóhastaqueelcuerposerelajóuntanto.

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Enesemomentollenódenuevoelcuentagotasparaadministrarlelamismadosisqueasumadre. Instantesdespués,Jackdejódemoverse.Cerró losojos,hizomás lenta la respiración y distendió losmúsculos.Matthew yEmmanueldejarondehacerfuerza.Elprimero,alverquenoserevolvía,sepusoenpie.

Lisbethvolvióataparelfrascoyaguardárseloenelbolsillo.LoúnicoquedeseabaerallevaraJackalacasaparaquepudieransalirdeallícuantoantes.

Miró a Emily para indicarle que se colocara en el lado derecho de suhermano.

—Jack,vamosallevarteacasa—anuncióconladulzuradequiensedirigeaunniño—.Tienesqueandartú,perotevamosaayudar.

EmmanuelyMatthewlopusierondepie.Aunquenopodíasostenerse, leeraposiblecaminarconayudayseguirinstrucciones.

—¿Ysilollevamosnosotroshastalapuerta?—propusoMatthew,mirandoaEmmanuelenbuscadeungestodeconfirmación.

Emmanuelinclinólacabezaenseñaldeasentimiento.—No—repuso inflexibleella—.Novamosacorrerel riesgodequenos

descubran.Emilyyyonollamaremoslaatenciónsinosvealguien.Dichoesto, se colocóentre sumaridoy suhermanopara sostener a este

desdelaizquierda.Emilyhizootrotantoporelcostadoderecho.Élseapoyóenlasdos,que,peseatodo,lograronsoportarsupeso.

Mudas,lasdosecharonaandarhacialaresidenciadelosWainwrightconun Jack tambaleante. Aunque era muy consciente de la preocupación deMatthew,Lisbethsiguióadelantesinvolverlavista.

Supuso que tendría que forcejear con Jack, pero su hermano se mostrócooperador.Elláudanoestabacumpliendoconsucometido.Lostressemovíanal unísono como una extraña figura de tres cabezas que recorriese las callesoscuras.

—¿Sabíasqueesnuestrahermana?—balbucióJackquebrandoelsilencionocturno.VolviólacabezaparamiraraLisbethmientrasseguíadejándosellevarendirecciónalacasa.

Lisbeth lomiróy a continuacióndirigió lavista aEmilypor encimadelhombrodesuhermano.

—¿Eh?—leespetóconalgomásdeenergíaenlavoz—.¿Losabías?—Sí, Jack—susurró Lisbeth, incómoda ante el modo tan directo como

habíaabordadoeltema.MiróaEmilyparaobservarsureacción,perosolologróverladeperfilconlamiradafijaenelcamino.

—Se te parece—proclamó él—. Cada vez que la veo, me recuerda tutraición. Ahora ya la has completado. Le dije a mamá que no era prudente

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invitarteavenir.En ese momento dio la impresión de que Jack trataba de oponer una

resistenciaindignadaalaque,sinembargo,renunciódeinmediato.Dejócaerlacabezahaciadelanteycerrólosojos.Volvióareinarelsilencio.

Lisbeth respiró hondo para calmar los nervios.Al cruzar la calleHenry,miró aun ladoy aotro enbuscade extraños,peronohabíanadie.Dehecho,llegaronalacasasinverunalma.

EmilyyellallevaronaJackasudespacho.Coordinadasysinnecesidaddearticularpalabra,lotumbaronenelsofá.Él,sinembargo,levantólacabezaylaprimeratuvoqueapaciguarlo:

—Señor,eshoradedormir.Jacklamirócongestoextrañado.—¿Emily?—Sí, señor.Havuelto a salir a beber, señor. Serámejor que se reponga

aquí,yomeasegurarédequelaseñoraJuliannenoseentere.Élclavóenellaslamiradaconaireconfundido.—Suhermanaestáaquíparaayudarlotambién,señor.¿Quiereotracopa?Hizo una señal con la vista a Lisbeth, que entendió adónde apuntaba y

rebuscó en el escritorio hasta dar con una botella dewhisky y un vaso en elúltimocajón.Sirvióunaporcióngenerosa,pero lamanole temblaba tantoquederramósobrelamesapartedellíquidofraganteyambarino.Aunquesuprimerareacciónfueladeproponerseprocederconmáscuidado,sediocuentadequenohacía falta. Emily se dio una palmadita en el bolsillo antes de que Lisbethtendiera el vaso a su hermano. ¿Más láudano? La idea la alarmó. ¿No seríademasiado?Emily asintió con un gesto exagerado y, confiando en su criterio,vacióunadosismásenellicorantesdeentregárselo.

Jack,reclinadoenelsofá,dormitabaconlosojoscerrados.Emilyleacercólabebidaaloslabiossindecirnaday,pocoapoco,levertióellíquidoenlabocahasta que él se bebió lamitad.Entonces giró el vaso con tanta rapidezque elrestolecorrióporlabarbillayfueacaerleenlacamisa.Élabriólosojosysemiróconfundidoelpecho.

—¡Vaya!Señor,lohaderramado.Noimporta—lotranquilizó—.Póngasecómodoyolvídesedelodemás.

Le asió los hombros con firmeza y lo empujó con cuidado hasta dejarlotendido.Élgruñóymurmuróalgomientrasmirabadesorientadoasualrededor.

—¿Emily?—Duérmase, señor —dijo ella con un acento marcado—, que yo me

encargodetodo.Jack parpadeó, se acurrucó en el sofá y cerró los ojos. Las otras dos

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permanecieron en silencio. El bulto al que había quedado reducido empezó aemitirsuavesronquidos.Lisbethsintióquelatensiónlaabandonaba.

—Lohashechomuybien—aseveróLisbethimpresionada.—Tengoyademasiadapráctica—repusoellaconunasonrisasarcástica.Lisbethsacóelfrascodeláudanoyanunció:—Hayquellevarestoalamesilladenochedepadre.Aunquedeseabaecharacorrerescalerasarriba,seobligóasubirdespacio,

puessabíaquepodíanestarcercaJulianneosumadreynoqueríaquepensaranqueocurríaalgofueradelocomún.

Antelaincertidumbredeloquepodíaencontraralotrolado,sedetuvoalllegaralapuerta.GiróelpomoyEmilylasiguió.Lahabitaciónestabaaoscurasy el aire olía a rancio. Los sonoros estertores del moribundo llenaban aún laestancia:supadreseguíaconvida.Lisbethdejóescaparunsuspiro.Nolehacíagraciavolveradejarloyqueseenfrentaraasolasalamuerte.MiróaEmilyylasdossecolocaronasendosladosdelacamaparacontemplaralhombrequelashabíaengendrado.Lisbethdejóqueestaúltimaideaflotaseunos instantesmásen su pensamiento. Emily era su hermana y, aunque no tenía muy claro quécomportabaaquello,sealegrabadesaberlaverdad.

Lisbethsesobresaltóaloírruidoenelpomodelapuerta.Lasdosmiraronhacia ella. Supuso que sería Julianne y se sorprendió al ver a su madre,desaliñadayconojossoñolientos.Lasmiróalasdos,primeroaunayluegoalaotraconexpresiónhostilydolorida.

Almiedoyladesilusiónfueasumarseunaemociónmásenelinteriordesu alma: la compasión.Aquellamujer, sumadre, llevabadécadas conviviendocon Emily por obligación. ¿Cuánto tiempo llevaba casada aquella joven dediecinueve años cuando supoque aquellamuchachahermosade piel clara erahijadesumarido?Apenaspodíaimaginarloconfundidaytraicionadaquedebiódesentirsenosoloentonces,sinoquizátodosycadaunodelosdíasdesuvida.

Al final, la recién llegada dejó demirarlas y dirigió la vista a su esposoyacente.

—¿Noshadejado?La respiración del agonizante era tan ruidosa que la respuesta parecía

obvia. Sin embargo, por extraña que pareciese la pregunta, Lisbeth respondióconamabilidad:

—No.Lamujersesituóenlospiesdelacamaymiróalrostrodesuesposo.—Estátardandounaeternidad—declaró—.Meestáponiendoenferma.—Podemos llevarla a su cama, señora —ofreció Emily tomándola del

brazo.

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—¡Nome toques!—la reprendió ella apartándolodeun tirón—.Mihijaestáaquíconmigoymepuedeayudar.

Lisbethmiró aEmily alzandouna ceja y le indicó conunamanoque laesperaseallí.Entonces tomóa la futuraviudade lamanoy la sacódel cuartollevandoconsigoelláudano.

—Tomesumedicina,madre—dijoadoptandoeltonoconsoladordeEmily—.Ladejaréarropadaparaquenotengaquevolverapensarennadadeesto.

La conmiseración que acababa de hallar en su interior no le impediríaabandonar a aquellamujer. Por lamañana habría llegado a su fin la vida quehabíaconocidosumadre.Tendríaquemudarseydependerdelaclemenciadeunhijoresentidoyborracho.Sintiónáuseasantesupropiacapacidadparaengañar,para mantener las apariencias, aunque lo cierto era que su madre le habíaenseñadobiendesdesunacimiento.

Unavezmás,nodeseabaotracosaquehuirdeaquellavida.

Trassalirdecasaporterceravezaquellanoche,LisbethsedirigióconEmilyalaarboleda para encontrarse con los suyos. Matthew y Sammy corrieron a suencuentroylarecibieronconunabrazoaúnmáslargo.

—¡Mamá,Williedicequelohasrescatado!—exclamósonrienteelniño.—Supongoquesí—repusoelladevolviéndoleelgesto.SinserunaHarriet

Tubman, aquel día había hecho lo que había que hacer, al menos para unoscuantos.

—Pero que no sirva de precedente—pidió sumarido—, porque ¡yo notengoelcorazónparaestossustos!

—Te prometo que no tengo la intención de repetir en mi vida lasexperienciasdeestanoche—legarantizóella.

—¿PuedoirenelcarroconWillie?—preguntóelcrío.LisbethmiróaMatthewy,alverloasentirconlacabeza,respondió:—¿Porquéno?—Gracias—gritóélmientrasechabaacorrerparaunirseasuamigo.—¿DóndeestáSadie?—preguntóLisbethasumarido.Matthew señaló uno de los carros. Su hija estaba dormida, acurrucada y

conlacabezaapoyadaenelregazodeJordan.Lisbethfueasumarseaellasenlacajadelvehículo.

—Gracias por ofrecerle consuelo —dijo a la joven mientras dabapalmaditasenlaespaldaalaniña.¡Benditainocencia!

Jordansonrióconunainclinacióndecabeza.Aunquerarasvecespensabaenellacomoelhermosobebéalquehabíaamadohacíatantosaños,eltiemposeplegó en aquel instante para Lisbeth y tuvo la impresión de que lamuchacha

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encantadoraqueteníadelanteeraelmismoserquehabíallevadoenbrazos.—Tú fuiste el primerbebé al quequise enmivida, Jordan—le aseguró

embargadadeemoción.Lajovensoltóunarisita.—Me lo ha contado mi madre. También sé que la manta que todavía

conservomelahicistetú,perolaverdadesquenolorecuerdo.—Seencogiódehombros.

—¿Cómotevasaacordar? ¡Sicasinohabíascumplidoelañocuando tefuiste!

Las dos permanecieron sentadas en silencio, sumidas en la oscuridad,mientrasSadiedormíaentre ambas.Lisbethobservóal resto,que se aprestabaparapartiraWashington.Teníamáscosasquedecir,perosesentíavulnerable.

Alfinalhizoacopiodevalor:—Gracias por compartir a tumadre conmigo.Ya sé que yo no soy hija

suya,peroeslamejormadrequehetenidoenmivida.—Yonoestaríatansegura—repusoJordan.Lisbethlamiróconelsobrecejofruncidoygestointerrogante.—Digo—aclaró—quenoestaría tanseguradequenoereshijasuya.A

nuestramanera,somostodosunafamilia.A Lisbeth la invadió una dulce calidez. Desde luego, sentía lazos de

parentescomáspoderososconMattie,SamuelyJordanqueconsupropiamadre,supadreosuhermanoyresultabaadorablesaberqueaquellajovenpudieratenerunapercepciónsemejanterespectodeella.

Sadielevantólacabezaymiróasualrededor.—¡Mamá!Yaestásaquí.¿HastraídoaWillie?Lisbeth asintió a su hija. Su conversación con Jordan había quedado en

suspenso.—Entonces,hayqueirseacasa—declarólaniña—.¿No,señoritaJordan?—Sadie—dijolajovencondulzuraylavozcargadadeemoción—,yono

volveréaOhio.Laniñalamirócontristeza.—¿No?ALisbethseleencogióelcorazónporsuhija.Jordannegóconlacabezay

respondió:—MequedaréenRichmondparadarclasesalosniñoslibertosyaalgún

queotrolibertoyanotanniño.—Tumadreteecharádemenos—aseveróLisbeth.Lajovenasintió.Sadiemiróasumadreconlabarbillatemblorosa.—¿Esmaloqueestétriste?

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Lisbethlaatrajohaciasuregazoparadarleunachuchón.—Amarnuncaespecado.—Volveréacasadevezencuandodevisita—aseguróJordan—.Cuando

vaya,¿vendrásacomer?—¿Puedo, mamá? —preguntó la chiquilla con los ojos cargados de

esperanza.Sumadrediosuconsentimiento.—Esoestaríamuybien.—SonrióaJordan—.Iremostodosencantados.

SadieseacurrucóconLisbethenlapartetraseradelcarro.Sedetuvierondelantede la casa de la señoritaGrace para dejar a Jordan.Después de despedirse deella, tenían intención de pasar la noche de viaje rumbo al norte para llegar aWashingtonD.C.y,desdeallí,aPensilvaniayOhio.ConfiabanenestarasalvoencuantoabandonaranVirginia.Enel caso improbabledeque lospersiguieraJack,lellevaríanhorasdeventaja.Lisbethestabaconvencidadequesesentiríademasiadoabrumadoporlamuertedesupadreyporsupropiahumillaciónparairabuscarlostanlejosdecasa,sobretodoenelcorazóndelGobiernoFederal.

ObservóaJordanmientrassedespedíadesufamiliayvioaMattiemeterselamanobajoelcorpiñoparasacarelcollarconlaconchamarina,quitárseloporla cabeza y ponérselo a la hija. Jordan fue a protestar y, aunque Lisbeth noalcanzóaoírloquedecíalamadre,lasviodarseunabrazo.

—¡Esecollarescomoelquetienestú!—exclamóSadie.—Sí, así es—respondió ella antesde sacar el suyoy acariciarlo con los

dedos—. Me lo dio Mattie para recordarme que su amor estaría siempreconmigo.

—¿Ycuandoyoseamayormelodarásamí?Lisbethlamiróypensóentodoloquehabíaheredadoyadeellaantesde

contestar:—Porsupuesto.—Mamá—dijoSadieconvozmuyseria.—Sadie—repusoellaimitandoeltonodesuhija.—SammydicequevaapresentaraWilliecomoamigosuyoenlaescuela

ydicequeyohagalomismoconElla,peroamínomeparecemuybien.—¿Porquéno?—Nolosé.—Lapequeñaseencogiódehombros—.Esqueyodiríaque

sonalgomásqueamigos.Lisbeth entendió las dudas de su hija. ¿Qué eran aquellas personas para

ellos?Miróasualrededorycontemplólosrostrosdelgrupoconelqueibanahacerelviajederegresoacasa:Samuel,Emmanuel,Mattie,Sarah,Ella,Emily,

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WilliamyWillie.—Puedesdecirlesatodosquesonallegadostuyos.—¿Allegados?—Sí, porque están conectados contigo por tus decisiones. Una cosa

intermediaentreamigosyfamiliares.Aquellarespuestasatisfizoalapequeña,quehizounmovimientoresuelto

con la cabeza antes de echarse a dormir al lado de sumadre.Mattie subió alcarroparacolocarsealotroladodeLisbeth.MatthewyEmmanuelocupabanelpescante, listos para hacer que los caballos los sacaran de la ciudad. Las dosmujeres,queseturnaríanconelloscuandoavanzara lanoche,sedispusieronaaprovecharlaocasióndedormirqueselesbrindabaporelmomento.

Lisbeth tomó la mano de Mattie en el momento de partir. Jordan sedespidióconelbrazobienenalto.La señoritaGrace se encontrabaa su lado.Lisbethobservóalajovenhacersecadavezmáspequeñahastaquedesapareciódelavista.

—No te preocupes por Jordan,Mattie: has criado a una mujer fuerte ybuena.Puedesestarorgullosadeella.

Mattie lamiró con una sonrisa dulce, como si se hubiera asomado a sualma,ydijo:

—Síqueesverdad.Ysí,estoyorgullosa.

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EpílogoJORDAN

Richmond(Virginia)

No está bien que losmaestros tengan favoritos. Yo, sin embargo, tengouna.Tessiesehizoconunlugarespecialenmicorazónlaprimeravezquemepidiócondescaro:

—¡Aver,demuéstramelo!Mi afecto crece cada vez que me da la mano para recorrer las cuatro

manzanasqueseparannuestracasadelaescuela.Sepasaelcaminocharlando,imaginando cómo será lamañana que nos espera y recordándome los deberesquesenosquedaronsinacabareldíaanterior.

NomeresultódifícilconvenceralaseñoritaGracedequeestaniñaprecozseríamaravillosa en su vida.Le bastó conocerla para consentir en quedársela.Unahaidoallenarunvacíodolorosoenlaexistenciadelaotrayparamíesungran alivio saber que se cuidaránmutuamente cuando acabemi estancia aquí.Ojalá pudiese decir que he encontrado un hogar permanente para todos loschiquillosdemiescuela,peroafirmarquealgoesverdadnolohacecierto.

Tessiesedesviveporcomplacermeymeayudaaprepararparalosdemásalumnos la única aula de que disponemos: juntas colocamos los pupitres,ordenamosloslibrosylimpiamoslaspizarras.Cuandotodoestálisto,memiraen espera de un gesto mío de aprobación. Entonces, abre la puerta con unademánexageradoyabrelosbrazosdeparenparpararecibiralresto.

Yomequedodepieenelumbralafindedarlabienvenidaacadaunodeellos de manera individual. A principio de curso averigüé quién prefiere unabrazo y quién se sientemás cómodo con un apretón demanos y respeto loslímitesdecadauno,aunqueesverdadquemellenadejúbiloquealgunodeellosllegueaconfiarenmílosuficienteparabuscarmisbrazos.Enlavidadeestos

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críosfaltamuchoafecto.LamayoríaescomoSophia,miprima,unaniñaqueyanoes tanniñay

queestásolaenelmundosinunserqueridoquelacuideadiario.Muypocoshan encontrado un hogar permanente. Sus padres y sus hermanos están enparaderodesconocidoyellossonparasusfamiliasniñosperdidos.Supongoqueen las iglesias, los domingos por la mañana, se pronuncian los nombres dealgunosmientras losparroquianosescuchanconatención,desesperadosporoírnombraraalgúnpariente.

Cuandomisalumnossehansentado,medirijoalapizarrayobservosusrostrosllenosdeesperanza.Medevuelvenlamiradaniñosdetodaslasedadesyaptitudes,cuyapielvadesdealgocercanoalblancohastaelnegromásintenso.Algunos son ágiles y confiados; otros, reflexivos y cautos. Todos somosantiguos esclavos, aunque, a diferencia demí, ellos tienen recuerdos de dichaexperiencia. Esas criaturas preciosas conocen el sufrimiento de los trabajosextenuantes,lasseparacionesforzadasylaespeluznanteguerra.

Yo tengo el privilegio de ponerlos en contacto con el mundo de laenseñanza,sibienmuchasvecesmeasaltalaimpresióndequeestecometidomesuperaconcreces.PidoaDiosque,aunqueseasoloatravésdemiejemplo,seancapaces de imaginar un futuro mucho más dichoso que el pasado que hanconocido.Mealientasaberquehaymuchísimasaulascomolamíaqueofrecenalas gentes recién liberadas las herramientas necesarias para prosperar en elmundoquehanacidotraslaabolicióndelaesclavitud.Nosoysinounamásdelosmaestrosque, porveintenas, están educandoal serviciodelbienestar de larazanegra.

Estetrabajoresultaamenudoabrumadorypareceinsuficienteparahacerfrente a tanto dolor y tanta necesidad.Los niños comparan como cosa naturalhistorias relativas a azotes, a asesinatos y a vidas al borde de la inanición. Seenseñan lascicatrices físicasyespiritualescomoalgocorriente.Yesqueparaellos lo son. Quisiera protegerlos de las realidades del mundo que resultandemasiadoangustiosasparaunniño,peroestardeparaeso.Esashistoriasnosonsinounreflejodelavidaqueyahanconocido.

Algunosson tan introvertidosquedudoqueseancapacesdecuidardesímismoscuandolesllegueelmomento.Otrosrecurrentantoalaira,pormotivoscomprensibles, que temo por su futuro. Sin embargo, cuando me acosan lasdudas,recuerdoaSophia.Megustaimaginarqueestáenunaulaparecidaaestaenlaqueleenseñanconrespetoyconafecto.Tengosiemprepresentequesolanopuedoprocurarunavidadignaaestosniños,peroséqueestoysembrandoyquepuedoanimarlosadarpasosenladirecciónacertada.Comodicemimadre,no puedo saber qué semillas arraigarán y darán flor, pero el simple hecho de

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lanzarlasconstituyeunactodefe.Enmediodetantamonstruosidad,susrostrossonlosdelaesperanza.

Adiariometolamanoenelbolsilloparatocarlosgranosdemostazaqueme dio mi madre y rezo en silencio por nuestra criatura perdida: «Dios, porfavor,cuidadeSophia,quenolepasenadaypuedavolveracasaconlaprimaSarah».Acontinuaciónrecitomioraciónporlosniñosquetengodelante:«Dios,ayúdame a guiar sus corazones, sus almas y sus mentes como se merecen.Amén».

Ymepongoatrabajar.

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Agradecimientos

Hequedadoendeudaconestasfuentes:

—LouisaHoffman,ayudantedearchiverodelOberlinCollege—Roslyn,delaBibliotecadelCongreso—HelpMe toFindMyPeople: theAfricanAmericanSearch forFamily

LostinSlavery,deHeatherAndreaWilliams—«LifeinVirginiabyaYankeeTeacher»,deMargaretNewboldThorpe—Negroes andTheir Treatment inVirginia from1865 to 1867, de John

PrestonMcConnell—PlainCounsels for Freedmen, de Clinton B. Fisk, subcomisario de la

AgenciadeLibertos—«Richmond Slave Trail», en

http://www.rvariverfront.com/monuments/slavetrail.html—SlaverybyAnotherName:theRe-EnslavementofBlackAmericansfrom

theCivilWartoWorldWarII,deDouglasA.Blackmon—Slavery by Another Name (documental), en

http://www.pbs.org/tpt/slavery-by-another-name/home/—Worse than Slavery: Parchman Farm and the Ordeal of Jim Crow

Justice,deDavidM.Oshinsky—Republicans and Reconstruction in Virginia, 1856-70, de Richard

G.Lowe

Graciastambiénalassiguientespersonasycolectivos:

—Losqueleyeronlosborradores,entrequienesseincluyenHeatherMacLeod,Jodi Warshaw, Gogi Hodder, Darlanne Hoctor, Amanda Smith, SheriPrud’homme, Rinda Bartley, Roz Amaro, Aria Killebrew-Bruehl, Jill Miller,DanGoss,MargieBiblin,KathyPost,CarmenTomašySarahPrud’homme.

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—TerryGoodman,porencontrarmiagujaenelpajardelaautoedición.—Los equipos de Lake Union y Amazon Publishing, incluidos Jodi

Warshaw,TiffanyYatesMartin,GabriellaDumpit, IreneBillingsy losquenomencionoaquíporignorarsunombre.

—Mi familiadeWoolsey,por el apoyo, la esperanzay eldolorquehancompartidoconmigodurantetodosestosañosdifíciles.Osquieroatodos.

—Las Tijuana Gals, por tantas risas, lágrimas, conversaciones decorazón…ynombresdepersonajes.

—LaprimeraiglesiaunitariadeOakland,porhacermecrecerenlafeyelcariñodurantemásdetreintaaños.