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1 CAPÍTULO I Afortunadamente, tocó el timbre que anunciaba el recreo. Los alumnos de 2 de Bachillerato B recogieron sus mochilas y salieron rápidamente de clase de Matemáticas. No había mucho tiempo para hablar y relajarse tras las tres clases anteriores y el grupo de Patricia corrió rápidamente al bar de la esquina; eran mayores de edad y ya podían dejar el instituto presentando el carné de identidad. La conserje los miró de soslayo y abrió la puerta, como si de una estampida se tratara, el grupo de alumnos salió disparado hacia el bar para reponer fuerzas y hablar de sus temas. Patricia se sentó en el centro de la mesa: ojos oscuros, pelo negro rizado y una nariz perfecta adornaban un cuerpo equilibrado y tentador. No cabía duda de que era la líder de ese grupo, que oían sus palabras con admiración y se dejaban seducir por sus gestos. - No he entendido nada de la explicación del Majareta- exclamó Patricia. - Las derivadas es un tema difícil, pero su explicación es clave para poder seguir avanzando- añadió Antonio. -¡Dejaos de chorradas y vamos a planificar el finde! – dijo Víctor. Todos estuvieron de acuerdo con la propuesta de Víctor. Era una joven estrella del fútbol y ya estaba jugando con el Málaga. Víctor propuso ir al club de pádel y después al McDonald, sería una mañana divertida la del sábado y por la noche irían a la discoteca de moda. Sonó la melodía de un grupo actual de música juvenil y María cogió su smartphone de última generación; era su madre que estaba en el gimnasio y quería saber cómo le había ido la mañana. - ¡Jo, tú, qué madre más pesada tienes! – le dijo Andrés. María sonrió y le respondió que casi todos los días la llamaba, se sentía más segura y a María no le suponía perder mucho tiempo. Andrés la miró fijamente y, por primera vez, después de cinco años en la misma clase, se dio cuenta de sus curvas y la tetosterona se le disparó. Era viernes y ya habían planificado el fin de semana. El domingo todos irían a ver la actuación de Patricia en el teatro Cervantes: tocaría el violonchelo en una obra de Mozart. Estaba terriblemente nerviosa porque iba a ser su primera vez en un teatro tan importante, pero tenía fe en su capacidad y ánimos para triunfar. Patricia preparó concienzudamente la tarde del viernes la partitura y ensayó hasta la extenuación. Quería quedar bien con todo el mundo y superar el miedo escénico, era ambiciosa y sabía que podía conseguirlo. Sus padres habían salido y recibió un mensaje de Víctor a las ocho de la tarde en su móvil. Ella respondió que no tenía tiempo para tomar un café y le dijo que le diera recuerdos al grupo. Se oyó la puerta. -¡Buenas noches!, hija- dijo Ana. -¡Hola, mamá! ¡Qué guapa estás! - Gracias, cari, es que tu padre y yo vamos a salir esta noche y he estado en la peluquería. Ana con sus cuarenta y tres años parecía una colegiala que fuera a salir por primera vez con su novio. Estaba tan emocionada que olvidó que su hija había estado ensayando toda la tarde para el concierto del domingo. Al ver el violonchelo en el cuarto de su hija, exclamó:

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Relato sobre Torre del Mar

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CAPÍTULO I Afortunadamente, tocó el timbre que anunciaba el recreo. Los alumnos de 2 de Bachillerato B recogieron sus mochilas y salieron rápidamente de clase de Matemáticas. No había mucho tiempo para hablar y relajarse tras las tres clases anteriores y el grupo de Patricia corrió rápidamente al bar de la esquina; eran mayores de edad y ya podían dejar el instituto presentando el carné de identidad. La conserje los miró de soslayo y abrió la puerta, como si de una estampida se tratara, el grupo de alumnos salió disparado hacia el bar para reponer fuerzas y hablar de sus temas. Patricia se sentó en el centro de la mesa: ojos oscuros, pelo negro rizado y una nariz perfecta adornaban un cuerpo equilibrado y tentador. No cabía duda de que era la líder de ese grupo, que oían sus palabras con admiración y se dejaban seducir por sus gestos.

- No he entendido nada de la explicación del Majareta- exclamó Patricia.

- Las derivadas es un tema difícil, pero su explicación es clave para poder seguir avanzando- añadió Antonio.

-¡Dejaos de chorradas y vamos a planificar el finde! – dijo Víctor. Todos estuvieron de acuerdo con la propuesta de Víctor. Era una joven estrella del fútbol y ya estaba jugando con el Málaga. Víctor propuso ir al club de pádel y después al McDonald, sería una mañana divertida la del sábado y por la noche irían a la discoteca de moda. Sonó la melodía de un grupo actual de música juvenil y María cogió su smartphone de última generación; era su madre que estaba en el gimnasio y quería saber cómo le había ido la mañana.

- ¡Jo, tú, qué madre más pesada tienes! – le dijo Andrés. María sonrió y le respondió que casi todos los días la llamaba, se sentía más segura y a María no le suponía perder mucho tiempo. Andrés la miró fijamente y, por primera vez, después de cinco años en la misma clase, se dio cuenta de sus curvas y la tetosterona se le disparó. Era viernes y ya habían planificado el fin de semana. El domingo todos irían a ver la actuación de Patricia en el teatro Cervantes: tocaría el violonchelo en una obra de Mozart. Estaba terriblemente nerviosa porque iba a ser su primera vez en un teatro tan importante, pero tenía fe en su capacidad y ánimos para triunfar. Patricia preparó concienzudamente la tarde del viernes la partitura y ensayó hasta la extenuación. Quería quedar bien con todo el mundo y superar el miedo escénico, era ambiciosa y sabía que podía conseguirlo. Sus padres habían salido y recibió un mensaje de Víctor a las ocho de la tarde en su móvil. Ella respondió que no tenía tiempo para tomar un café y le dijo que le diera recuerdos al grupo. Se oyó la puerta. -¡Buenas noches!, hija- dijo Ana. -¡Hola, mamá! ¡Qué guapa estás! - Gracias, cari, es que tu padre y yo vamos a salir esta noche y he estado en la peluquería. Ana con sus cuarenta y tres años parecía una colegiala que fuera a salir por primera vez con su novio. Estaba tan emocionada que olvidó que su hija había estado ensayando toda la tarde para el concierto del domingo. Al ver el violonchelo en el cuarto de su hija, exclamó:

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- Lo siento, Patricia, tú tan preocupada por mí y yo, sin embargo, ni siquiera me he acordado de que has estado practicando toda la tarde. ¿Cómo lo llevas? Ya sabes que vas a triunfar.

- Bien, mamá, espero estar a la altura de vuestras expectativas, pues es mucho el dinero que habéis puesto en mi formación.

- Ya sabes que eso es lo de menos, lo importante es que brilles como tú sabes hacerlo. Patricia miró un punto fijo de su habitación y se quedó absorta. Todo el

mundo esperaba mucho de ella, sin embargo, ahora tenía sus dudas. Oyó cómo su padre entraba en la casa y seguramente tendría que escuchar algo parecido a lo que le había comentado su madre. Así que se metió en el cuarto de baño y se puso música para desconectar de la tensión que estaba experimentando. Miró el móvil y vio un mensaje: “Mañana quedamos en el paseo marítimo para preparar la prueba del domingo”. No sabía quién podía haber mandado aquel mensaje, aparecía como remitente un tal Manuel, pero seguramente había sido una confusión. Así que preparó la bañera y se sumergió en agua caliente para relajar toda la tensión que se estaba apoderando de ella. CAPÍTULO II

Manuel bajaba las escaleras de la primera planta con el bocadillo y un zumo de manzana. Se detuvo frente al tablón de anuncios para observar con detenimiento los resultados de la prueba de Lengua de 1º Bachillerato que tenía pendiente del curso anterior: había suspendido, era algo con lo que ya contaba, tenía la posibilidad de recuperar en mayo y pensó que así lo haría. Los recreos los solía pasar con un amigo de 4 de ESO, aficionado como él al deporte. Diego había salido de un examen de Francés y estaba contento, vio un rictus serio en Manuel y le dijo:

- ¿Qué te ocurre?

- Nada, que he suspendido el examen de recuperación de Lengua.

- Ánimo, Manuel, eres un tío muy válido y seguro que lo recuperas y apruebas 2 de Bachillerato.

- Gracias, colega, pero el panorama pinta muy mal para mí. Ahora quiero olvidar, mejor hablamos de la prueba de triatlón del domingo.

- ¿Te vas a presentar?

- Claro, chaval. ¿Para qué te crees que he estado corriendo estos días?

- Pensé que esta prueba te venía con poca preparación, pero lo importante es participar.¿No?

- Quiero probarme para la selección que hará mi equipo este verano. Es entonces cuando debo estar al cien por cien.

- Lo conseguirás y seguro que un día triunfarás. No te olvides entonces de tu colega Diego, espero que me invites a un buen plato de gambas de Huelva.

- Gambas y todo lo que te apetezca, ya sabes que yo trato muy bien a todos mis amigos.

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- ¡Pero si solo me tienes a mí!

- Por eso.

- ¡Qué cabroncete eres! Bueno, te voy a dar mi nuevo número del móvil para quedar mañana y entrenar contigo. Seguro que me llevarás con la lengua fuera. Mándame un mensaje esta tarde y quedamos a la hora que nos venga mejor.

- De acuerdo, Diego. Pero prepárate porque te van a salir agujetas hasta en el cielo de la boca. Y ahora vamos a dar un paseo por las pistas para estirar las piernas.

Manuel era un chico de ojos verdes y con el pelo largo, muy rubio.

Vestía siempre con vaqueros y camisas holgadas y con su chupa de cuero cuando hacía frío. Era un aficionado al rock y escuchaba mucho a Mago de Oz , un grupo algo subversivo y crítico en sus letras ante la situación social. Diego era más tranquilo y le encantaba jugar a la play y oír a Pablo Alborán. Sus quince años delataban todavía cierta inmadurez, pero era muy leal con sus amigos y siempre estaba apoyando a Manuel en los momentos más difíciles. Se conocían del barrio y casi siempre se les veía juntos. Manuel tenía que convencer a su madre para que lo dejara participar en la prueba del domingo, pero sabía que no habría problemas; su padre había muerto en un accidente laboral y no estaban pasando por un buen momento económico. Al tocar el timbre de vuelta a clase, Manuel se cruzó en el pasillo con una chica de ojos negros y se mantuvieron la mirada durante unos segundos. Manuel entró en la clase de 2º de Bachillerato A. Conocía a la chica de años anteriores, pero nunca habían cruzado una palabra: pertenecían a mundos distintos.

A esa hora tenía filosofía e iban a partir de la premisa de Sócrates: “Solo sé que no sé nada” para adentrarse en el pensamiento griego. Manuel llegó a la conclusión de que aprender como en el juego del trivial, sin conocer las causas, era algo absurdo. Uno aprende cuando realmente entiende el porqué de los cambios o de la ciencia, lo demás es erudición barata y no conduce a nada. Tal vez, por eso seguía bloqueado en el curso y tenía que empezar a ponerse las pilas como en el triatlón. CAPITULO III Patricia no pudo conciliar el sueño en toda la noche, estaba preocupada por el concierto y era muy perfeccionista. Había quedado con el grupo por la mañana para jugar al pádel y no le apetecía. Pensó que le podría venir bien para soltar adrenalina y no pensar en el domingo e hizo un esfuerzo por quedar con el grupo. Mozart con su Flauta Mágica se le venía a la cabeza cada dos por tres y la atenazaba por la responsabilidad que iba a tener que asumir. Bueno, pensó, hay que ser positiva y esperar que todo vaya a salir bien. Ahora voy a desayunar y me prepararé para jugar con mis compañeros. Sus padres aún dormían y ella se preparó un bocadillo de jamón con aceite y un zumo de naranja.

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Tenía que ir con fuerzas al partido. Preparó un plátano y el agua, y se puso la ropa deportiva. Tenía carácter y jugaba para ganar, no sabía con quién jugaría de pareja, pero prefería a Andrés porque no era tan altivo como Víctor, aunque admiraba la belleza y que Víctor hubiera triunfado en los equipos inferiores del Málaga. Llegaron a las diez al club privado de pádel y Víctor le recordó a Patricia lo del concierto

- Seguro que vas a triunfar-dijo.

- Tengo mucha presión y no sé si podré dominar el miedo escénico- le respondió Patricia.

- Yo me iría de varilla – comentó Andrés. María llegó cinco minutos más tarde en el Audi con su madre, que quería quedarse para ver el partido, pero María le rogó que se fuese. Hicieron las parejas y a Patricia le tocó jugar con Víctor, sabía que seguramente ganarían, pero no estaba muy concentrada en el partido. Andrés y María estaban muy compenetrados y aunque Víctor les ganara en fuerza, el deporte es un juego de equipo y no deciden tanto las individualidades. El primer set lo ganaron con facilidad Patricia y Víctor, pero a partir del segundo se veía que Patricia estaba en otra historia y aunque Víctor intentaba llegar a todas, pudo más el orden y la paciencia de la otra pareja. En un momento dado, Víctor animó a Patricia y le tocó el trasero: la mirada de Patricia fue clara y Víctor se dio cuenta de que no era el día para ligar con ella. El definitivo set fue ganado de forma rotunda por María y Andrés. Se felicitaron y fueron a tomar un refresco al restaurante del club. -Otra vez será-dijo Andrés. - No he estado centrada –comentó Patricia. -Es normal, en las vísperas de los partidos lo paso muy mal, hasta que estoy en el terreno de juego- comentó Víctor. - Bueno, esta noche nos relajaremos en la discoteca y así mañana estarás estupenda, Patricia- la animó Andrés. Patricia no tenía claro lo de la discoteca, pero se calló y pensó que tal vez un poco de desenfreno no le vendría mal, aunque pronto estuviera en su casa. Quedaron para comer en el McDonald y después ya decidirían la hora para verse en la disco.

CAPÍTULO IV La mañana era soleada y un viento del sur atenuaba la temperatura. Manuel se despertó y se puso el desayuno. Le esperaba un día duro y tenía que tener fuerzas para desarrollar todas las tareas que tenía pendientes, y eran muchas. A veces, una buena planificación de nuestras tareas nos ayuda mucho a superar los obstáculos que la vida nos va colocando. Esperanza entró en la cocina y saludó a Manuel.

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- Buenos días, hijo.

- Hola, mamá.

- ¿Qué tal ayer el día?

- No muy bien, no pude recuperar Lengua.

- No sé qué te pasa últimamente, pero no logras concentrarte en los estudios. Ya sabes que yo tengo un trabajo muy duro y no puedo ayudarte todo lo que quisiera en casa.

- No te preocupes, mamá, con fuerza de voluntad y recuperando la concentración perdida, creo que podré sacar Bachillerato y estudiar la carrera de INEF en Granada.

- Ya sabes que te hace falta una buena nota en el expediente y realizar una gran prueba de selectividad.

- Lo conseguiré. Mi sueño es dedicarme al deporte, y con tesón e ilusión tiraré hacia delante.

- Eso espero, ya sabes que necesitamos que saques la beca de estudios y últimamente cada vez lo están poniendo más difícil.

- ¡Ya!

- Los políticos están totalmente desconectados de la realidad de las familias, parece que solamente el dinero y la rentabilidad les preocupara.

- Es lo que tenemos cuando un pueblo está más pendiente a la televisión y a sus pequeñas aspiraciones-comentó Manuel.

- Podrías ser un buen político, Manuel.

- No me interesa un trabajo que no cumple con su finalidad. Están dejando que un pueblo se vaya a la deriva y lo pagaremos durante muchos años.

- Quizás sea así, pero ya sabes que no nos queda más remedio que trabajar duro para sobrevivir día a día.

- ¡Qué pena que hayamos llegado a esta situación decimonónica!

- Hablando de currar, tengo que irme a la casa de Rosario. Allí me espera una dura jornada, ya que la dueña está más pendiente de su físico y de controlar a su hija María que de la casa. Desde que se separó de su marido, creo que ha entrado en una depresión y tiene el hogar abandonado. Así que el trabajo se me multiplica por el desorden de la casa. Hoy creo que acompañaba a la hija a jugar al pádel y seguro que no aparece en toda la mañana por allí.

- ¡Qué extraño es todo! Cuando tienes dinero y una posición acomodada, te surgen problemas que tienen que ver con el alma y la felicidad se trunca. No sabemos valorar las pequeñas cosas y solo pensamos en consumir.

- Eres un filósofo, hijo.

- Ya quisiera yo.

- Te dejo, aprovecha la mañana y no te olvides que tienes el cocido preparado en la nevera.

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- Gracias, mamá.

Manuel se había planificado la mañana para estudiar las asignaturas de las que se iba examinar durante la semana y por la tarde quedaría con Diego para correr y hacer bicicleta. La natación lo tenía más complicado porque su club tenía cerrada la piscina y no era cuestión de nadar en el mar ya que aún no tenía el taje de neopreno: el mes de febrero estaba siendo frío, aunque el viento del sur ese día hiciera subir las temperaturas. Recibió una llamada de Diego, se había quedado esperando a que le mandara un mensaje; Manuel le dijo que lo había hecho, pero que no había recibido respuesta. Todo había sido una confusión al copiar el móvil de Diego: se había equivocado en un número.

-Mi mensaje habrá llegado a otra persona. -Bueno, si es una chica, a lo mejor te respondes y ligas a mi costa-dijo

Diego. - No creo que caiga esa breva, aunque ahora lo único que me preocupa es

aprobar el curso. - Bueno, pero si lograras ligar, ya sabes: unas gambitas de Huelva. -¡Qué pesado eres! - Para eso están los amigos, para los malos y los buenos momentos. -Déjate de chorradas y dime si quieres salir esta tarde conmigo a correr. -Si te pones así, ¡qué remedio! -Quedamos a las cuatro en el paseo marítimo. -Ok., campeón. -Menos rollo, playnómano. -Lo dicho, nos vemos en el paseo. -Adiós, gambero. -Hasta luego, triatteta. CAPÍTULO V

El rato que estuvo en la discoteca no pudo desconectar de lo que le esperaba. Víctor, María y Andrés saltaban y bailaban al ritmo de una música machacona que sonaba por el equipo. Patricia se mantenía al margen, mirando cómo sus amigos se lo pasaban a lo grande, sin embargo, una melancolía que no pudo dominar se apoderó de ella. No era la primera vez que se sentía desvalida e insegura, como un cordero que espera ser sacrificado en un ritual para la alegría de una comunidad, así se encontraba ella. Víctor se le acercó y le dio ánimos, le comentó que podían dar una vuelta por la orilla del mar, ya que hacía una buena temperatura. No le pareció mala idea a Patricia pues el vaivén de las olas y una perfecta luna llena sonreía e iluminaba la bahía. Hablaron sobre la presión de la responsabilidad y Víctor le dijo que lo peor sería la noche.

- Intenta tomar valeriana y relajarte.

- Realizo ejercicios de respiración y relajación que me suelen venir bien en época de examen- respondió Patricia.

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- Piensa que tú eres lo más importante y que tienes capacidad para hacerlo muy bien.

- Eso es lo malo. Yo soy una más de la orquesta y si fallo, se notará en el grupo. No debo equivocarme y estar a la altura.

- Ya te conocemos, Patricia. Lo haces todo perfecto en el instituto y llevas un sobresaliente de media.

- No es lo mismo, ¡ojalá hubiéramos tenido la opción de cursar la asignatura de teatro! Me hubiera dado tablas para controlar mis emociones y enfrentarme a un grupo.

- Ya, pero eso es para los inseguros, nosotros no necesitamos brillar con ayuda de nadie. Somos capaces de eclipsar esta luna tan radiante-concluyó Víctor. Y la besó. Patricia se dejó llevar, no lo esperaba ya que nunca había besado a un chaval; sintió la humedad de su boca entregada a la de él y le pareció algo agradable, aunque no quería pasar de ahí. No era el momento para entregarse a la locura del sexo, sin saber lo que sentía por Víctor y en una situación de debilidad como era la de aquella noche. Él intentó llegar más allá del beso, pero sutilmente Patricia lo disuadió. Regresaron a la discoteca y ella se despidió de sus amigos. Se verían por la mañana en el concierto. Llamó a un taxi por su móvil y regresó a casa.

CAPÍTULO VI Rosario esperó durante una hora en la puerta de la discoteca. Vio salir a Patricia y le preguntó por los amigos.

- Siguen dentro bailando, pero no creo que vayan a estar mucho tiempo.

- ¡Suerte mañana en el concierto!

- Gracias.

- Seguro que lo harás bien. Eres una chica increíble.

- Ya. Pero, a veces, las circunstancias pueden conmigo.

- No creo que sea tu caso. Eres una chica muy segura.

- Eso espero.

- Descansa y no pienses en negativo.

- Lo intentaré.

- Por cierto, sabes si mi hija está saliendo con Andrés.

- Me parece que son buenos amigos.

- ¿Es un buen chico?

- Creo que sí y sería una suerte para María si confiara en él. A veces, la veo insegura.

- Son cosas de la edad, mi hija tiene un gran apoyo en mí.

- Ya lo sé, pero una buena amistad con nuestra edad es imprescindible.

- Últimamente está muy díscola conmigo.

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- A veces no sabemos valorar la preocupación de nuestros padres, pero seguro que es pasajero. María es una chica muy sensible y una gran amiga.

- ¡Adiós! Y lo dicho: mucha suerte para mañana.

- Hasta luego, Rosario.

Rosario se quedó pensativa en su Audi y le rondó por la cabeza la suerte de haber tenido una hija como Patricia. No es que María no fuera una chica educada y respetuosa, pero no destacaba en nada. La ruptura con su marido la había sumido en un bucle donde su hija era lo único que parecía interesarle. Fue un divorcio traumático, ya que Luis se había ido con una mujer veinte años menor que él y había dejado a la familia de la noche a la mañana. Rosario tuvo que acudir a un psiquiatra y todavía estaba en tratamiento. A veces, pensamos que lo que nos rodea es nuestro y nos apegamos con todas nuestras fuerzas a aquello que creemos que nos da la felicidad, sin pensar en que lo importante es uno mismo y a partir de ahí podemos asimilar los cambios que se produzcan en nuestras vidas. María salió con sus amigos a la hora de haberse marchado Patricia y lo primero que se encontró fue a su madre. Ya estaba cansada de que le controlara su vida, pero como era tan reservada no expresó sus sentimientos.

- Buenas noches , dijo Rosario.

- Víctor y Andrés respondieron inmediatamente y se despidieron.

- María abrió la puerta del coche y entró en silencio.

- ¿Qué tal, hija?

- Muy bien, mamá.

- Patricia me ha dicho que no habéis parado de bailar y pasarlo bien.

- Pues sí.

- ¿Cómo te llevas con Andrés?

- Bien.

- ¿Solamente eso tienes que decirme?

- Sí.

- ¿Es que en el instituto no te han enseñado la oración compuesta?

- Mamá, estoy cansada y no tengo ganas de hablar. Ya tienes una oración coordinada.

- ¡Muy ingeniosa! María, ya sabes que me desvivo por ti y quiero que no pases por los problemas por los que yo estoy atravesando.

- Muchas gracias, mamá, por tu preocupación.

- Creo que le caes bien a Andrés; pero ten mucho cuidado con las relaciones de pareja.

- Vale.

Llegaron a la casa y María se fue a su dormitorio. Encendió el ordenador y mientras arrancaba fue al cuarto de baño, se miró en el espejo y vio

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unas curvas pronunciadas y pensó que había engordado últimamente. Al volver al ordenador, entró en una página donde las chicas dejaban comentarios sobre cómo perder peso rápidamente, pues el no estar delgada era señal de dejadez.

CAPÍTULO VII Bajaron del Mercedes último modelo y se encaminaron al chalet de lujo que tenían en Viña –Málaga. Vicente apagó el contacto y el coche dejó de rugir. Laura se adelantó a abrir la puerta de la casa y se quedó pensativa al ver que no había luz encendida. Todavía no había llegado Víctor de la discoteca. Tenía una moto de 500 y estaba preocupada por su hijo. No quería importunar a su marido y no le dijo nada cuando lo vio entrar: traje impecable de unos grandes almacenes y pelo engominado. Era el dueño de unos restaurantes de lujo que se estaban estableciendo en la costa malagueña y contaba con un buen patrimonio. Una clientela selecta de turistas alemanes, ingleses y franceses llenaba los restaurantes y la crisis no se notaba en su negocio. Había estudiado Empresariales y con el dinero que le había dejado su padre ( era hijo único) había comenzado en la costa occidental a construir su pequeño imperio. Ahora tocaba la oriental y se habían mudado a Torre del Mar a continuar con el negocio. Laura se sentía muy afortunada de contar con una familia tan ejemplar, aunque pasaba semanas sin ver a su marido que tenía que viajar por motivos de trabajo. No se hablaron durante diez minutos, hasta que Vicente le dijo que tendría que salir la próxima semana a Londres, pues quería explorar la posibilidad de establecer allí también una cadena de restaurantes. El dinero llama al dinero y Vicente no tenía límites; una personalidad arrolladora y emprendedora hacía de él todo un símbolo de un luchador incansable. Ya comenzaba a preocuparse Laura, cuando se oyó el tubo de escape de la Honda 500 de Víctor y, por fin, pudo respirar tranquila. Salió disparada a abrir la puerta y Víctor le dio dos besos cariñosos. Vicente le dijo que cómo le iba con el Málaga y él le respondió que ya estaba seleccionado para jugar con el equipo de Primera División. Su padre se sintió orgulloso y le dijo que trabajara duro y triunfara , pero que no olvidara sus estudios. Quería que su hijo siguiera sus pasos y estudiara Empresariales para continuar con la dirección de sus restaurantes. Víctor le respondió que las notas eran muy buenas y seguramente entraría en la carrera (aunque a él lo que realmente le gustaba era el fútbol y Patricia).

- No debes olvidar de quién eres hijo y ser el número uno en todo lo que te propongas. De esa manera llegarás a triunfar y a tener el dinero que quieras, no lo olvides- dijo Vicente.

- No te preocupes, papá, todo va a ir bien y pronto me verás jugando en un gran equipo y con la carrera terminada. Tengo pundonor y el coraje que tú me has transmitido.

- Así se habla, hijo, estaré muy orgulloso de ti cuando te vea triunfar.

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La madre permanecía impasible y muda ante la conversación, pensando que la vida no iba a ser tan agradable como se imaginaba Víctor, pero no intervino en el diálogo y se marchó a su habitación cabizbaja.

CAPÍTULO VIII -Buenas noches, Andrés – se oyó al fondo del pasillo. - Hola-respondió lacónicamente Andrés. - Tu padre sigue en el Congreso Nacional de Ginecología y no llegará hasta el jueves. - Es duro el trabajo de papá. Siempre investigando y atendiendo a sus pacientes. -Le gusta su trabajo y es la manera de estar al día de los avances de la medicina. - Por cierto, mamá, tengo que pensar ya en la carrera que debo elegir. - Ya sabes que te apoyaremos en lo que tú quieras. Solo te pedimos que seas responsable y tengas la motivación suficiente para terminar la carrera que quieras emprender. Yo dudé entre Historia y Filología Hispánica, pero al final pudo el mundo de la ficción y ahora me encuentro enseñando el arte de las mentiras. - Tan interesante como el de la ciencia o la tecnología. El libro de Unamuno que estamos leyendo me está haciendo reflexionar sobre la existencia de Dios. -Ese es un camino que debes recorrer tú solo, la fe es algo tan subjetivo que depende de nuestros sentimientos y, como casi todo, es un fenómeno cultural que está muy arraigado en este país. -¿Tú crees en Dios, mamá? - Hace tiempo que no. La literatura me ha aportado ideas tanto a favor como en contra, pero pertenezco a una generación que leyó mucho a los autores existencialistas y nos dimos cuenta de que estamos solos en este mundo : el hombre es existencia y no esencia. Pero ya sabes que yo respeto tus creencias y sé que te encanta la Semana Santa. La fe no es ni buena ni mala, te puede ayudar en momentos difíciles y sería muy interesante que la Iglesia actual siguiera el verdadero evangelio de Cristo. - Es raro este país: sale a la calle en masa a ver las imágenes y, sin embargo, aguanta en su casa toda la crisis sin rechistar. Ya sabes que a mí me gusta el recogimiento y mi fe está más cercana a la figura de Jesús. -Ya lo sé, hijo, y creo que es muy madura tu postura. - Pero a veces… - Las crisis nos hacen crecer como seres humanos y esa ha sido nuestra evolución. - Mamá, ahora me planteo lo que voy a estudiar ; sin embargo, la gente termina sus estudios y no hace sino trabajar y consumir. No aprovecha los buenos momentos que nos ofrece la vida. - Me parece que te estás enamorando. -Podría ser.

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- Ánimo, siempre que sepas que es un sentimiento que nos obliga a respetar a la otra persona igual que a nosotros. Además, siempre hay que estar preparado para la ruptura, pues el mundo es cambio. -Esas son mis dudas, aunque ya he tomado la decisión de declarar mi amor y también tengo claro que voy a estudiar Teleco. -Así me gusta, Andrés, con decisión y coraje seguro que conseguirás aquello que te propongas, sin olvidarte de las pequeñas cosas, que en el fondo nos dan también mucha felicidad. Mónica se abrazó a su hijo y le transmitió todo ese amor que una madre es capaz de dar. Andrés se sintió muy a gusto y ya tenía decidido que María pronto se enteraría de sus sentimientos. Los ojos claros de Andrés se fijaron en una partida de ajedrez que había dejado pendiente en su ordenador con un amigo, vio la pantalla encendida y se despidió de su madre. El contrincante estaba amenazando su caballo que ocupaba el centro del tablero con muchas posibilidades. Decidió no sacrificarlo y retirarse. Más tarde llegaría el contraataque y el caballo sería letal. CAPÍTULO IX

El Teatro fue construido en el año 1869 tras la destrucción en un incendio provocado por la ira de un despechado noble de la época, que estaba enamorado de Carolina Iturriaga, una gran actriz del momento. Después de aquel desgraciado suceso se decide la construcción de un nuevo teatro bajo la dirección del arquitecto Jerónimo Cuervo, que fue inaugurado en 1870 como Teatro Cervantes. El inmueble tiene planta poligonal. Su interior se estructura con un cuerpo rectangular compuesto de un amplio vestíbulo y antesala desde donde parten escaleras que conducen a las dependencias superiores. La antesala comunica, a través de tres accesos, con un cuerpo central en forma de herradura que constituye el patio de butacas, sobre el que se disponen cuatro pisos, uno de platea, dos de palcos y la planta de paraíso. En los laterales de esta sala se encuentran las escaleras de subida a los palcos. El escenario presenta planta rectangular de grandes dimensiones. La fachada lateral responde al proceso de rehabilitación iniciado en 1985. Actualmente es un teatro funcional y amplio, acomodado a las representaciones más vanguardistas así como a la ópera.

La mañana era soleada: una luz radiante iluminaba la ciudad de Málaga y podían apreciarse distintas tonalidades en el cielo por la presencia del mar. Patricia vio a lo lejos el Mediterráneo mientras llegaba al teatro; la luminosidad del día y el azul del mar parece que pusieron un poco de orden en su cabeza, que era un hervidero de notas y tensión en ese momento. El Mercedes avanzaba por la ciudad rumbo al teatro y su ritmo cardiaco se iba acelerando a medida que el coche avanzaba. Una última mirada al mar y a concentrarse en lo que tenía que ser un concierto que fluyese como las olas de ese mar de su infancia. Ya no había tiempo para arrepentirse o llorar, era una adolescente responsable y sabía que en el fondo todo iba a salir bien. Llegaron a las diez al

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teatro y sus padres la dejaron con la orquesta y se fueron a pasear por la calle Larios hasta las doce, hora de comienzo de la ópera.

La historia de amor entre Tamino y Pamina termina bien, después de una serie de avatares, que gracias a una flauta mágica y al poder del amor, Tamino es capaz de vencer. Es una de las mejores óperas del genial Mozart y en ella la música vence al mal: toda una metáfora de lo que hoy en día es capaz de concitar la buena música.

La obra comenzó a las doce y allí estaban sus familiares y amigos. Patricia no pudo contactar en ningún momento con ellos visualmente porque estaba muy concentrada en su trabajo y pendiente al Director. La ópera duró dos horas y el público ovacionó durante diez minutos a toda la compañía y a la orquesta. Al final, ya relajada, Patricia se abrazó a sus padres y familia y más tarde saludó efusivamente a sus amigos. Víctor estaba esperando algo más del beso de Patricia, pero fue otro beso más. Algo en él comenzaba disimuladamente a crecer hacia Patricia: celos, envidia, dominio … no sabía muy bien , pero tenía que controlar sus sentimientos.

Una caminata por el paseo marítimo Antonio Machado le vino muy bien para soltar toda la tensión que había acumulado. Mientras paseaba con sus padres, su mente estaba en la actuación y el nombre del paseo le llevó a pensar en que el trabajo humilde y sencillo de un poeta como Machado fue tan extraordinario que ha llegado a ser considerado como uno de los mejores líricos de nuestra poesía. Recordaba también ese amor puro por Leonor Izquierdo y entonces se acordó de su relación con Víctor, tenía sus dudas y pensó que los dos se querían comer el mundo, cuando es el mundo el que nos devora a nosotros. Tenía que madurar y valorar si esa relación iba a llegar a buen puerto. Entonces su madre le dijo:

-Amor, necesitas recobrar fuerzas, así que vamos a ir a comer al Parador Nacional. Te lo mereces porque has estado superbién.

Entraron en el coche y su padre puso el motor en marcha: rumbo a Gibralfaro.

CAPÍTULO X

- ¡Hombre, Manuel, eres mi héroe!

- Déjate de chorradas, Diego, y ayúdame con la ropa y la bicicleta.

- Eso te va a costar unas gambitas.

- ¿De Huelva, verdad? Ahora sujeta la bici y el casco, mientras yo me coloco el dorsal. No te olvides de dejar preparado el traje de neopreno y hacerte cargo de la bicicleta.

- A sus órdenes, mi capitán.

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- Hoy hace un día espléndido para la prueba: luce el sol, la temperatura del agua es la idónea y no corre apenas viento. Mi punto fuerte es la natación y me conozco muy bien el recorrido de Torre del Mar; espero no perder mucho con la bicicleta. La subida a Vélez no es dura y con un poco de suerte podré entrar con los mejores.

- No te confíes y piensa que es una prueba de preparación, no te va la vida en ello.

- Gracias por tus sabios consejos.

La mente de Manuel buscó la concentración en un punto distante y trató de aislarse de los prolegómenos de la prueba. Su equipo esperaba obtener un buen resultado y él era una pieza clave para ello. Habían calculado que los tres mejores entraran entre los veinte primeros clasificados; y uno de ellos tenía que ser Manuel. Su preparador lo llamó y mantuvieron la última conversación para preparar la estrategia. Él tendría que aguantar la rueda de sus compañeros en la primera parte y después tenía que marcar el ritmo en natación. La última parte , es decir, la carrera, sería cuestión de la resistencia de cada uno.

Manuel pensó en la chica de ojos negros del instituto, fue un rápido flash que cruzó por su mente, pero rápidamente se preparó en la salida. Quería que esa prueba le sirviera como motivación en los estudios y alcanzar los puntos necesarios para la carrera universitaria que quería realizar. Sabía que podía conseguir la meta que se habían propuesto.

La prueba comenzó a las doce de la mañana y partió del Paseo Larios de Torre del Mar. Harían un circuito llano hasta la subida al castillo de Vélez, para regresar de nuevo al paseo marítimo de Torre y comenzar los trescientos metros de natación, donde seguramente se haría la selección de los mejores. Manuel comenzó la prueba a buen ritmo, siempre acompañado de sus compañeros y enfilaron la subida al castillo, punto clave de la prueba. El cambio de plato y a subir : se sentía cómodo y no le costó seguir la marcha de los mejores; ya estaban bajando , cuando de repente se le cruzó un perro y tuvo que esquivarlo, terminó con sus huesos en el suelo y perdió unos valiosos segundos: se encontró con un cuerpo dolorido que no rendía al nivel esperado. Llegó a Torre del Mar de los últimos y con fuertes dolores en la cadera, pero no podía parar. Diego le estaba esperando para el cambio de bicicleta por el traje de neopreno y vio cómo llevaba el maillot desgarrado, le sugirió que no siguiera, pero la mente de Manuel estaba en otro sitio. Se cambió y el contacto con el mar parece que le alivió momentáneamente los dolores. Comenzó una remontada épica hasta llegar a sus compañeros y marcarles el ritmo durante los últimos cincuenta metros. Al final, llegaron los tres juntos y comenzaron la última parte. Durante el primer kilómetro pudo resistir, pero pronto comenzó a sentirse mal y tuvo que parar porque el dolor era insoportable. Lo esperaban el preparador y Diego, lo llevaron a los servicios médicos: era simplemente un fuerte golpe en la cadera y rasguños en piernas y brazos, pero tendría que estar unos días en reposo.

El día acabó mal para él y su madre no le hizo ningún reproche, lo ayudó a ponerse cómodo y le recomendó que siguiera las pautas del médico. Manuel

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perdería unos días sin instituto, pero podría preparar los exámenes que tendría la siguiente semana, por lo menos, veía el lado positivo de las desgracias.

CAPÍTULO XI

Se oían las primeras voces de los alumnos en la entrada del instituto, los docentes estaban en la sala de profesores preparando exámenes o hablando del fin de semana. La profesora de Música había estado en el Teatro Cervantes viendo la ópera de Mozart y comentó lo bien que lo había hecho una chica de segundo de Bachillerato : casi todos conocían a Patricia porque era una gran alumna y con muchas inquietudes además de los estudios. Era capaz de conseguir lo que se propusiera y quería sacar nota en selectividad para estudiar una ingeniería, todos los profesores estaban de acuerdo que tenía un gran futuro por delante. Patricia fue saludada por el encargado de la fotocopiadora y más tarde recibió las felicitaciones de sus compañeros. Ya se había relajado de la presión del día anterior y estaba disfrutando con sus compañeros. Víctor la besó dulcemente en las mejillas, Patricia agradeció su ternura y le dio las gracias por el apoyo recibido. - Manuel tuvo un accidente con la bici y estará unos días de baja- oyó de pasada Patricia. No sabía quién era el tal Manuel, pero en el mensaje recibido el viernes aparecía el nombre de Manuel a la hora de despedirse. Una simple coincidencia pensó y se olvidó del tema. Tocó el timbre de entrada y los alumnos de Bachillerato comenzaron a entrar tranquilamente en clase, no así los de la ESO, que parecían muelles dando saltos y se trataban a empellones para darse los buenos días. Todos los días alguno de estos gremlis saltarines y poco respetuosos con sus profesores pasaban por Jefatura de Estudios por alguna sanción. Eran felices visitando la Jefatura y siempre se justificaban con que el maestro les tenía manía; los alumnos de Bachillerato estaban ya en otra onda: algunos intentaban ligar con sus compañeras, otros estaban interesados por los estudios y pensaban ya en la universidad: con solo unos años de diferencia parecían de otra galaxia en comparación con los visitantes del aula de convivencia. Diego se pasó por la sala de profesores para contarle al tutor de Manuel que iba a faltar por el accidente con la bicicleta. Era necesario a estas alturas del curso y en 2 de Bachillerato tener bien informado al profesorado de las faltas a clase. El tutor recibió el justificante médico con la intención de comunicárselo al equipo docente. Diego salió de la zona reservada para el profesorado y vio cómo algunos alumnos porfiaban con el Jefe de Estudios porque ellos no eran responsables de nada, al menos, eso oyó Diego al pasar por jefatura.- Los de siempre ya la han vuelto a montar – pensó- y se marchó a su clase. Llegó el recreo y el grupo de Patricia salió al bar como siempre hacían. Era ya marzo y no se estaba mal en la terraza de la calle, ese año se había adelantado la primavera y ya comenzaban a vestirse con ropas más sugerentes y atrevidas. Patricia llevaba aquel día un vestido rojo que resaltaba aun más su belleza natural y todo su grupo estaba celebrando el concierto del domingo. Patricia explicó sus sensaciones y sobre todo el momento final , cuando recibieron el reconocimiento del público : un momento único y sublime ya que te olvidas de todas las horas de ensayo y percibes cómo has conectado con el público, una sensación que no puede explicarse les comentó a sus colegas. A punto estaba ya de tocar el timbre para volver a clase, cuando

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Víctor se le acercó y le dijo a solas que si podían verse el viernes para ver una película que estrenaban en El Ingenio, ella asintió y se marcharon con los demás. Por otra parte, Andrés le dijo a María que su móvil estaba sonando, pero ella le respondió que no tenía ganas de hablar con su madre en ese momento. Estaba extraña y parecía ajena a todo:

- María, ¿por qué no quedamos esta tarde en la biblioteca para estudiar matemáticas?- dijo Andrés.

- De acuerdo-respondió María. Andrés no se lo podía creer y su rostro se iluminó de pronto, por fin, podría estar a solas con María, la chica que lo había cautivado con su sensualidad surgida repentinamente. CAPÍTULO XII -Hola, Andrés. - Buenas, María. - Hace una tarde increíble para pasear. - El paseo marítimo ya debe estar animado. -¡Qué pena que tengamos mañana el examen! Es lo que nos pasa a los estudiantes, tenemos nuestros deberes y hemos de cumplir. - Ya lo sé, María, lo que pasa es que me encantaría que nos diéramos un paseo junto a la orilla del mar y tomáramos luego un café. Pero supongo que más adelante tendremos tiempo. Entraron en la Biblioteca Municipal de Torre del Mar y se sentaron enfrente para repasar los problemas de Matemáticas. El examen del día siguiente iba a ser duro y tenían que repasar las dudas esa tarde. Estuvieron dos horas repasando y, de vez en cuando, Andrés tocaba con su pie a María, ella no parecía darle importancia y estaba ensimismada en el estudio. Durante las dos horas fue al menos hasta seis veces al servicio y Andrés se quedó un poco mosca. Pensó que María tendría la regla y por eso iba con frecuencia al servicio. Cuando salieron para relajarse durante unos minutos y comentar algunos problemas, Andrés percibió cierta debilidad en María: no es que fuera una chicarrona del Norte, pero sí era verdad que tenía el rostro muy pálido y unas pequeñas ojeras que delataban, o bien, insomnio, o cualquier otro problema psicológico. Pudo apreciar cómo había perdido algunos kilos y comenzaba a perder esas curvas que tanto le habían llamado la atención. -¿Quieres galletas?-le dijo Andrés. -No gracias, últimamente he dejado los dulces y las comidas pesadas porque mi estómago está delicado. Andrés vio cómo María sacaba una botella de agua y es lo único que bebió. Pensó que tendría alguna dieta especial para esos problemas de estómago. -Andrés, he leído en Internet que las adolescentes no debemos llegar a la obesidad, porque después podemos tener problemas de todo tipo. -Perdona, María, pero tú nunca has estado gorda. -Últimamente con los problemas de mi madre y su divorcio estaba comiendo compulsivamente y estaba metiendo muchos kilos de más. -Pues no se te notaba. -He llegado a pesar sesenta y cinco kilos y tengo que estar en cincuenta o menos. -¡Qué barbaridad, María, creo que eso es estar ya casi esquelética!

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-¡Qué va! ¿Tú no has visto a las modelos que no tienen ni un gramo de grasa y usan una talla treinta y ocho o incluso treinta y seis? -Pero tú ya sabes que les exigen esas medidas para dar una apariencia femenina, según los cánones que les imponen los modistos. - Pero triunfan en la vida y están siempre en televisión, además creo que estar delgada es signo de salud. -O de anorexia- sentenció Andrés. María cambió rápidamente el tema y habló de la buena pareja que formaban Andrés y Patricia. Andrés comprendió que el verdadero problema de María es que estaba cayendo en esta enfermedad tan paradójica en nuestros países civilizados y que se está llevando a adolescentes por delante, mientras hay problemas de sobrepeso que también están causando graves problemas de salud. Por otra parte, hay todo un continente que se muere de hambre, mientras aquí tenemos tanto que nos permitimos el lujo de pasar de la comida necesaria para vivir , y se le vino a la cabeza el mito de Tántalo, que estaba condenado en un río junto a árboles frutales y cuando tenía sed , el río se quedaba sin agua, mientras que cuando tenía hambre , los árboles se alejaban para que no pudiera coger sus frutas. Esa angustia de Tántalo era la que estaba pasando María de una manera absurda por culpa no sabía de qué, pero estaba dispuesto a ayudar a su amiga. CAPÍTULO XIII

- Pareces un marqués.

- No te pases, Diego, que estoy jodido.

- Ya ,ya, lo que tienes es un poco de cuento.

- Y tú muy poco corazón.

- Por eso no me como una rosca.

- Por eso y porque eres un plasta que siempre está con las gambas de Huelva.

- Será una manera de sublimar la libido.

- ¿Cómo?

- Como has oído.

- No, si vamos a tener un intelectual. ¡Cráneo privilegiado! Me quito el sombrero.

- Lo que tienes que hacer es recuperarte pronto, triatleta, ya veo que has mejorado algo, por lo menos ya puedes andar.

- Anda, déjame los apuntes y las actividades y ya te recompensaré con unas…

- Gambitas de Huelva.

- Pues no, que van a ser del Rincón de la Victoria.

- Vale, colega. Toma los apuntes, las actividades y ya sabe tu tutor que estás recuperándote de la leche que te diste.

- Gracias, Diego, por todo lo que haces. Si no fuera por ti, estaría desconectado del instituto. Los compañeros que tengo van a lo suyo y no he sido capaz de relacionarme con nadie. Supongo que como solo

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llevo aquí dos años todavía no me ha dado tiempo a dar con buena gente, que seguro que la hay.

- Manuel, es difícil hacer amigos y además si eres un poco especial, más todavía. Tu forma de vestir y tu actitud crítica parece no caer bien entre tus compañeros. Pero, cuando te conozcan realmente, verás cómo tendrás colegas.

- No me preocupa por el momento, este camino te pone en contacto con pocos amigos a lo a lo largo de la vida: no estamos dispuestos a dar sin esperar nada a cambio.

- Pues yo te doy un chorro de apuntes para que te acuerdes de mí.

- ¡Cráneo privilegiado!

- Eres un pesado, deja ya mi cráneo.

- Es una expresión del gran Valle-Inclán.

- Otro pirado como tú.

- Más quisiera yo parecerme en algo.

- Bueno, me tengo que ir ya. Mañana te haré otra visita. Adiós, triatteta.

- Adiós , playómano. Gracias por todo.

Manuel se sintió contento por tener un amigo como Diego. Se habían conocido dos años antes en la playa. Era un día de un fuerte levante y Manuel se tiró al mar para sacar a Diego que se había despistado con la tabla de surf. No hizo falta su ayuda, porque Diego reaccionó pronto y vio cómo se aproximaba alguien a ayudarle. Manuel era mayor y ya practicaba atletismo. A partir de ese momento, se hicieron buenos amigos y se veían mucho porque vivían en el mismo barrio, cerca del Mercado. Manuel tenía sus compañeros del triatlón, pero con ellos solo quedaba para entrenar y en las competiciones. Era feliz con su música y tuvo una novia en su pueblo cuando tenía quince años, aún recordaba el sabor de los besos y esas primeras caricias de principiante que está explorando un territorio desconocido para él. La muerte de su padre en accidente de tráfico y el arrojo de su madre por salir de una situación difícil, la llevó a encontrar trabajo en un hotel de Torrox y se establecieron en Torre del Mar , donde tenían un pisito de verano. Este cambio hizo que el noviazgo se enfriara y se olvidara. Todavía recordaba la serranía de Ronda y lo agradable que era vivir en un pequeño pueblo. El amor no lo dejó marcado, pero el cambio de la sierra a la costa, con el bullicio del verano, no lo llevaba muy bien. Ordenó todos los apuntes y antes de comenzar a estudiar, se acordó de aquel mensaje perdido. Estaba aburrido y tenía ganas de divertirse un poco. Así que buscó el falso número de Diego y mandó un mensaje.

- Tío, ¿cuándo me vas a responder? Todavía sigo esperándote en la fuente de piedra del paseo marítimo. Lo que no esperaba era la contestación inmediata del teléfono desconocido.

- Lo siento, colega, pero estoy preparando el guion para una nueva película que se rodará en Torre del Mar.

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Manuel se quedó perplejo ante aquella respuesta tan inmediata ; se planteó cómo era posible que la respuesta fuera de su misma localidad , por lo menos hablaba del pueblo y ,por otra parte, sabía que la otra persona le estaba siguiendo el juego.

- Espero que no sea una peli X.

- Ya dejé esa especialidad, ahora hago guiones menos complejos.

- Es verdad, ese cine es para una minoría culta.

- Ahora me dedico a ayudar a Santiago Segura en su saga de Torrente.

- Eso es alucinante, el otro día entonces estabas liado con la peli.

- ¿Liado?

- Me refiero a que estabas trabajando tú solo.

- Sí, yo además de escribir parte del guión, tengo que buscar localizaciones para el rodaje.

- Bueno, ya no hemos entretenido un poco. Perdona por molestarte.

- ¿De verdad que no eres Jesulín?

- No, soy Manuel y estoy con la cadera fastidiada en casa y además con un montón de apuntes que estudiar.

- A lo mejor te puedo colar como extra.

- ¿Para darle sombra al botijo?

- No, como espetero de un chiringuito

- No sería mala idea.

- Pues nos vemos cuando tú puedas andar.

- De acuerdo. Hasta luego…

- Adiós, Manuel, quizá nos veamos pronto.

CAPÍTULO XIV Quedaban segundos y el protagonista y su madre se aproximaban corriendo porque la vida se le escapaba a la madre; llega a abrazarla pero en ese momento se desploma sin vida. Como en una metáfora de lo que nos puede ocurrir, la película In time nos plantea una sociedad que gira en torno al dinero, es más, el dinero es tiempo y quien tiene mucho tiempo, que se lo gana de forma ilícita, normalmente, puede seguir viviendo. Patricia pensaba en esta comparación y aunque su familia tenía una buena posición económica, no podía olvidar lo mal que lo estaban pasando muchos compatriotas suyos a causa de una crisis que habían originado los magos de las finanzas para empobrecer a las clases medias y bajas. Ya había tenido la oportunidad de conocer un comedor social y había ayudado con su trabajo: no dejaba de pensar en esa gente que se había quedado sin casa y sin recursos y, por tanto, como la película plantea se les había acabado su tiempo. Y qué pensar de África y las hambrunas que estaban sacudiendo el continente, mientras los países llamados de primera se preocupaban en cercar de vallas y cuchillas el

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perímetro de la vergüenza. Patricia pensó que este no era el camino más correcto y de seguir así lo que planteaba la película no estaría muy lejos de suceder en un futuro. Por otro lado, Víctor solo seguía la acción de la película y no le interesaba el fondo al que quiere llevar al espectador. Durante toda la película estuvo acercándose a Patricia y en varias ocasiones intentó besarla, pero se encontró con la indiferencia de ella, que seguía la película con atención y no estaba pendiente de los juegos amorosos de Víctor. Ya terminaría la película e irían de copas y ese sería el momento de entrar en el juego del amor, eso pensaba Víctor mientras estaban en la sala del centro comercial.

- Vamos a tomar una buena cena- dijo Víctor.

- De acuerdo.

- ¿Comemos una gran hamburguesa de esas que no suben el colesterol?

- El colesterol no sé, pero mis kilos sí que van a subir.

- Anda, tonta, si tienes un tipazo que …

- Bueno vamos a dejar los cuerpos y vamos a algo más conceptual. ¿Te has dado cuenta de que la película, aun siendo futurista, nos habla de una sociedad totalmente deshumanizada a la que podemos llegar?

- Ya sabes que a mí no me va ese rollo filosófico, soy más materialista y donde se ponga una buena comida y una buena vida, que se quite lo demás.

- Sí, pero…

- Pero los pobres van a seguir siendo pobres y muriéndose de hambre: esa es la ley natural y nadie la va a cambiar.

- ¡Qué bruto eres a veces!

- Olvídate del mensaje y vive el momento, como decían los autores latinos y del Renacimiento.

- ¿Y cuál es el momento?

- Que nos vamos a zampar dos hermosas hamburguesas y después nos vamos a tomar algunas copas.

- Ya, y con eso hemos alcanzado la felicidad.

- No te pongas trascendente, Patricia, ten en cuenta que has triunfado en el concierto, tu familia dispone de un buen colchón económico, destacas en los estudios y eres muy hermosa.

Patricia intentó olvidar esa conversación y divertirse como le había sugerido Víctor, pues sabía en el fondo que él sólo quería llegar a

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triunfar en la vida y ahora se sentía muy cómodo con ella, intuía por dónde iban los movimientos de Víctor: estaba en la apertura de la partida y su finalidad era la dama blanca. Ella no pensaba resistirse mucho si el ritmo de la partida era sosegado, pues en el fondo también estaba enamorada. La noche transcurrió dentro de la normalidad y después de cenar se marcharon a un pub céntrico. Víctor estuvo muy atento y cortés con ella y, poco a poco, sin darse cuenta apenas, se fueron animando y desinhibiéndose hasta llegar a un puntillo los dos que terminó con el acoso a la dama y el consentimiento de esta. Pero Víctor quería dar el mate aquella noche: sus peones no aguantaban más y querían coronar. Patricia había olvidado la defensa y no esperaba lo que se le venía encima. A las once de la noche, salieron del pub y se marcharon en la moto de Víctor a casa de este. Patricia iba totalmente eufórica y se lo estaba pasando bien. Sabía dónde estaban los límites y era muy responsable, así que no vio ningún peligro en la jugada de Víctor. -Mis padres han salido y no volverán hasta tarde. ¿Y los tuyos? - Igual. - Podemos tomarnos una copa más y seguir hablando de las tonterías que hemos hecho en el instituto. - Vale, pero yo sin alcohol. Y además me marcharé en taxi. -¡Qué poca confianza tienes en mí! - Es que estás con los puntos suspensivos y la moto no entiende las normas ortográficas. - Muy ingeniosa, empollona. - No me llames empollona, pelotero. - No te olvides de que juego en el Málaga. -Eres el Diego Costa del Málaga. -¿También entiendes de fútbol? - No, pero soy colchonera y me encanta Diego Costa. - Es un pelotudo bronquista. - Más quisieras tú tener su pundonor. - Llegaré a triunfar en el Málaga, no te olvides de estas palabras. -Ok. pichichi. - Iba a hacer una rima fácil, pero no es mi estilo. - Ya, tú eres un donjuán. En ese momento, los peones de Víctor comenzaron el acoso a la reina blanca y esta echó en falta una buena defensa: estaba desprotegida en un rincón del tablero y solo contaba con la ayuda de un caballo. -No sigas, Víctor, ya hemos llegado demasiado lejos por hoy. - Pero si estamos enamorados, ¿por qué perder el tiempo, no te acuerdas de la película? - Porque ahora no estamos en una película y yo no quiero. Hacía tiempo que Víctor no pensaba en otra cosa y ya estaba decidido, nada le importaba lo que pensara Patricia: estaban solos en su casa, casi borrachos, se amaban y eran jóvenes. Pensó que una vez que comenzara el verdadero juego, Patricia se dejaría llevar; sus dieciocho años eran incontrolables y su deseo de posesión no tenía límites. Patricia tuvo que sacrificar su caballo y salir despavorida del acoso. Víctor consiguió romper algunas de sus prendas, sin embargo, se

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encontró con una defensa inesperada y una reacción contundente de la dama blanca que consiguió refugiarse entre sus torres. Lo sucedido aquella noche marcaría la partida que aquella tarde había comenzado con la metáfora del tiempo. CAPÍTULO XV

La camisa destrozada y la falda desgarrada fue el resultado de la batalla que se había librado aquella noche en casa de Víctor. La mente de Patricia tardó en reaccionar y solo cuando llegó a su casa y se olvidó del miedo que había pasado, comenzó a valorar la reacción de Víctor y su situación anímica. Quizás el error había sido suyo al acompañarlo a su casa; sin embargo, el respeto debe estar por encima de cualquier circunstancia. En cuanto a ella, entró rápidamente en el cuarto de baño y se dio una ducha con agua caliente para relajar toda la tensión acumulada. Ordenó todo lo sucedido esa noche y llegó a la conclusión de que Víctor había preparado el camino desde el cine hasta su casa para ganar esa partida sexual; mientras ella había estado al margen de lo que estaba sucediendo y solo en el último instante tuvo el valor de reaccionar de forma valiente. Le dolía el no haber previsto la jugada de Víctor y pensó que ella había contribuido inocentemente a ese intento de violación: un sentimiento de culpa que le costaría trabajo superar. Ahora quedaba cómo iba a actuar cuando lo viera y si se lo iba a comunicar a alguien, pensó en María, su amistad era duradera y no se ocultaban nada. En cuanto a Víctor, lo tuvo muy claro: nunca más volvería a hablarle, había visto de lo que era capaz de hacer y ya sabía lo que ocurría con el llamado maltrato de género. Por el momento, nada de chicos en su vida y a centrarse en la música y en sus estudios.

CAPÍTULO XVI

Aquella noche el Hospital Comarcal estaba tranquilo y las urgencias no se correspondían con la de una noche de sábado: apenas si había ingresos y no llegaban ambulancias. Mejor así, pensó Sergio que era el director del hospital y esa noche estaba de guardia. A las cinco de la mañana, un Audi de color blanco aparcó en la puerta de urgencias. Rosario salió disparada para el celador que estaba en ese momento hablando por el móvil, rápidamente desconectó y atendió a la madre de María. Rosario estaba histérica y dos enfermeros tuvieron que salir para tranquilizarla, mientras que el celador ya había preparado la camilla y se habían encargado de subir a María y llevarla hasta el médico de guardia: desmayo, palidez, hipotensión, confusión, descoordinación en el pensamiento y en las palabras; eran síntomas de una alteración propia de las chicas que sufrían anorexia. Analítica y suero para reanimar a la enferma. María no estaba pendiente de nada, es como si hubiera desconectado de la realidad y estuviera inmersa en una pesadilla que la tenía en el limbo de la realidad. La madre no paraba de llorar y el médico tuvo que inyectarle un tranquilizante para relajarla. La noche se hizo eterna para María y hasta la llegada del amanecer no tuvo conciencia de dónde estaba y por qué. A ralentí comenzó a recordar cómo se había metido los dedos después de la cena y en el cuarto de baño había perdido el equilibrio y se había desplomado en el suelo, por suerte en la caída no sufrió ningún traumatismo que hubiera empeorado la situación. Después, recordaba vagamente cómo su madre la

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llamaba y le echó agua para que reaccionara; lo consiguió hasta llegar al coche, donde de nuevo volvió a perder el sentido. El doctor Sergio Álvarez era un reconocido ginecólogo en la zona y llevaba ya tres años dirigiendo el centro hospitalario. Su mirada profunda escudriñaba minuciosamente todo lo que le rodeaba y tenía un gran sentido para conocer rápidamente la psicología de sus pacientes. Por otra parte, su paciencia y sus dotes para llegar a acuerdos le habían llevado al cargo que ocupaba. El doctor Hernández derivó a María a Sergio porque también presentaba problemas menstruales, llevaba ya dos meses sin la regla y tenían que descartar un posible embarazo y buscar las causas. Sergio lo vio claro desde un principio: la anorexia había debilitado tanto a María que había provocado ese desarreglo hormonal, no tenía que esperar pruebas, con una simple exploración de los ojos, el peso , la piel y los dientes ya sabía el diagnóstico de la joven paciente. No era el primer caso que se le presentaba, desde el hospital habían llevado campañas para prevenir esta nueva enfermedad, sobre todo en los colegios e institutos de la zona; pero Internet era una potente herramienta que jugaba en contra.

- Buenos días, María.

- ¿Cómo dice?

- Que buenos días. Soy el doctor Sergio y tengo que informarte de que has sufrido un desfallecimiento como consecuencia de tener las defensas muy bajas, por lo menos eso indican las primeras pruebas en relación al hierro, hematíes y otros parámetros de la sangre. Pero independientemente de los resultados, eres tú la que tienes que darme la información más importante.

- ¿Cuál?

- ¿Eres anoréxica?- dijo Sergio sin dar rodeos.

- No entiendo.

- Vale, María, te lo digo más claro porque quizá estés todavía aturdida: ¿llevas tiempo queriendo perder peso y vomitando lo que crees que te engorda? ¿Te pesas a menudo y te ves rellenita en el espejo?- inquirió el doctor.

- Sí- balbució María.

- Estupendo, ese es el primer paso para la recuperación- apuntó Sergio.

CAPÍTULO XVII Andrés recibió la noticia del ingreso de María porque su padre, al llegar de la guardia, comentó en el desayuno que una chica había sido ingresada por la noche a causa de un cuadro de anorexia. Por la descripción física y por el nombre de María que repitió varias veces Sergio, descubrió que se trataba de su compañera de instituto y de la chica de la que estaba enamorado. Se sintió mal porque pensó que podía haber hecho algo más por ella, pero María estuvo muy distante con él desde el día de la biblioteca. Seguro que su complejo de sentirse gorda la condujo al aislamiento, llevaba semanas poco comunicativa y con una apatía general en las clases. María quería estudiar Biología y era brillante en las asignaturas científicas.

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- Hijo, sabes que la anorexia es una enfermedad mental con consecuencias devastadoras para el organismo.

- Claro, papá.

- Tu compañera parece que comienza a dar el primer paso para la recuperación- sentenció Sergio.

- ¿Por qué lo afirmas con tanta claridad?

- Porque me ha reconocido que es anoréxica. Las pacientes que reconocen que padecen esta enfermedad son las que pueden ir saliendo poco a poco de ese infierno.

- ¿Necesitará tratamiento?

- Mucho cariño y comprensión, para empezar. Más tarde, debe tener mucha fuerza de voluntad y determinación para cambiar. Lo único que podemos recetarle son complejos vitamínicos para recuperar el hierro y las defensas que ha perdido.

- ¿Acaso un psicólogo o psiquiatra?

- Puede ayudar una terapia con chicas que hayan pasado por lo mismo ; pero, sobre todo, el entorno familiar y sus amistades serán la clave para su recuperación.

Andrés admiraba a su padre porque siempre le había hablado con claridad sobre los problemas que se planteaba. Entendía que María iba a tener un entorno familiar poco propicio para la recuperación, ya que su madre había caído en una fuerte depresión después de la separación. Su padre no quiso saber nada de ellas y se fue muy lejos de Torre del Mar. El problema en aquella casa era ahora doble y mucha entereza mental tenía que tener María para salir de esa situación. Con sus amistades no tendría problemas: la ayuda de Patricia sería fundamental y Andrés pensó que ya debía dar un paso más y acercarse a María: ahora lo necesitaba y para eso estaban los amigos; el otro sentimiento tendría que esperar un tiempo.

CAPÍTULO XVIII Era una soleada mañana de marzo. El paseo marítimo a aquellas horas de domingo era un reguero de gente serpenteando. El mar acompañaba acompasadamente el discurrir de los transeúntes con el monótono y lejano ruido de las olas. Ya había gente en la orilla paseando y algún que otro osado dándose un baño. Se veía a lo lejos el faro de Torrox como testigo del pasado cultural de esta zona de Málaga. Imponentes moles de cemento circundaban el paseo marítimo de Torre del Mar y enormes gigantes quijotescos miraban a Manuel desde Algarrobo , donde desembarcara el genial Cervantes. Pensó que aquello era un paraíso, su pequeño paraíso. Ya se encontraba mejor de la caída y asistiría al instituto el lunes. -Hola , triatleta- oyó una voz familiar a sus espaldas. -Hombre, si es el especialista en gambas de Huelva. -¿Cómo vas, campeón? -Bien , colega. Ahora me toca ponerme las pilas en los estudios. -Tú eres un atleta de las letras y seguro que llegarás a la meta con buena nota. -Eso espero. Pareces un maniquí de unos grandes almacenes con ese traje.

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- Voy al bautizo de mi hermanita y me ha tocado ir de carnaval. - Pues llevas muy bien la percha. -Y tú eres un majareta que se cae de la bicicleta. -No, si te darán el Nobel de Literatura. - Y a ti la medalla de oro de la que cagó el moro en las Olimpiadas. Bueno, prenda, que me tengo que ir. -Adiós, Diego , y muchas gracias por todo lo que has hecho estos días por mí. - Ya sabes que me debes una de g…… de Huelva. - Allí iremos cuando terminemos el curso. No te preocupes. -Hasta luego, Manuel, y, por cierto,¿qué tal la conversación con la ayudante de Santiago Segura? - Pues creo que debe ser alguien del instituto porque me conoce. -Ya te decía yo que ibas a ligar. CAPITULO XIX La profesora encargada de la biblioteca abrió en el recreo para que los alumnos que quisieran estudiar o sacar libros de lectura lo pudieran hacer. Ese miércoles se llenó la sala con alumnos de Bachillerato que estaban preparando sus exámenes de la segunda evaluación. La cara de preocupación y la presión de tantos controles seguidos se notaba: ojeras, palidez en los rostros, inquietud en la mirada, fijación en los folios. La biblioteca parecía una olla a presión y Lourdes ayudaba siempre a los alumnos que tenían dudas en la asignatura de Lengua castellana y Literatura. Su simpatía y buen hacer era valorado por toda la comunidad educativa y su sonrisa invadía los espacios que pisaba. Patricia llegó tarde y solo había un sitio para estudiar ; junto a un chico de ojos verdes y pelo rubio que tenía una complexión atlética. Sin duda, ella sabía ya que se trataba de Manuel. Se sentó a su lado y Manuel la saludó sin percatarse de que era la chica que a veces le había llamado la atención por los pasillos: estaba ensimismado con la Generación del 27 y se jugaba mucho en el examen. Eran los últimos repasos a los poetas que cambiaron el panorama de las letras españolas en el primer tercio del siglo XX. Tenía una hora y media para preparar el examen porque había faltado el profesor de Matemáticas. Patricia tenía que examinarse de Tecnología y estaba más pensando en lo ocurrido con Víctor que en la prueba. De todas formas, tenía preparación y recursos para sacar buena nota; lo que le faltaba era la tranquilidad de ánimos debido al intento de violación que había sufrido por parte de quien ella consideraba algo más que un amigo. Manuel leyó un poema de Lorca que hablaba sobre el amanecer en Nueva York, le pareció un poema fascinante y enigmático: la denuncia de una sociedad esclava del capital era la idea que el poeta granadino quería transmitir y Manuel tenía claro que en pleno siglo XXI se repetía la historia, pero ahora a nivel mundial; si bien era España uno de los países que peor lo estaba pasando gracias a los políticos incompetentes y a la corrupción generalizada.

- Hola, Manuel.

- ¿Cómo? ¿Nos conocemos?

- Sí, a través de mensajes telefónicos.

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- Ya, tú eres la ayudante de Santiago Segura.

- Esa misma. ¿Cómo vas de tu lesión?

- Mejor, gracias. Manuel no se esperaba que esa chica que tanto le llamaba la atención estuviera allí hablándole. Pertenecían a mundos totalmente distintos, sin embargo, el instituto había posibilitado que hablara con ella y estaba absorto. Aquella mirada dulce y esos ojos negros hicieron que se olvidara por unos momentos del 27. Su corazón se disparó por unos segundos, pero pronto se calmó y siguió con la conversación.

- ¿Qué estás estudiando?

- Tecnología o, por lo menos, eso intento.

- Supongo que sacarás unas notas muy buenas; también he oído hablar muy bien de tus dotes para la música.

- Sí, es verdad, aunque ante un examen todos nos volvemos algo histéricos.

Manuel pudo comprobar cierta preocupación en el rostro de Patricia cuando miró hacia la puerta y vio allí al chico del que siempre estaba acompañado. Se dio cuenta de que la relación era muy tensa por las miradas que se cruzaron: frialdad, temor y desprecio quiso interpretar en la mirada de Patricia.

- Manuel, ¿qué piensas estudiar cuando termines Bachillerato?

- Me gustaría ir a Granada y estudiar en el INEF.

- Se te ve muy deportista y un poco solo.

- Es que no he sabido adaptarme al cambio y todavía me siento algo extraño en Torre del Mar. En cuanto al deporte, me encanta y estoy preparándome para una prueba importante de triatlón.

- Muy interesante, creo que tanto como la música; todo aquello que suponga un esfuerzo y superación nos motiva en esta vida.

- Pero ahora lo urgente es aprobar el curso y sacar buena nota en selectividad.

- Seguro que la sacarás. Te dejo que sigas inmerso en el mundo lorquiano.

- Un gran poeta y dramaturgo que no tuvo mucha suerte.

- Quizá su grandeza se deba a su temprana muerte, aunque eso no justifica que fuese un crimen execrable. Ahora me tengo que marchar, ojalá que nos veamos en otro momento.

- Adiós, Patricia.

- Hasta luego, Manuel. CAPÍTULO XX Manuel hacía algunos ejercicios de estiramiento en el patio, mientras los compañeros estaban jugando al voleibol en las pistas. Después de su caída con la bicicleta, la recuperación era lenta y él quería llegar a punto para la prueba del verano en Asturias. El profesor lo orientó sobre una tabla de

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recuperación para no fastidiar mucho la cadera y Manuel era todo pundonor y tenía ansias de superación. En las pistas estaba Víctor, el amigo de Patricia, que de vez en cuando miraba de soslayo a Manuel, sin que él se percatase. Habían coincidido en esa asignatura, aunque nunca se habían cruzado una palabra. Víctor aprovechó un momento para hablar con un amigo suyo y susurrarle algo al oído. El profesor reanudó el partido y Ernesto le pidió permiso para ir al servicio. Víctor ya tenía planeado vengarse de Patricia a través de Manuel, era ridículo aquel pensamiento, pero entre los celos de haberlos visto en la Biblioteca y la indiferencia de Patricia, el hijo del empresario modélico ordenó a Ernesto que entrara en el gimnasio y le sacara su móvil de la mochila para guardarlo en la de Manuel. Antes le dijo que le mandara un mensaje de texto a Patricia desde su móvil: “Eres una puta y tu colega Víctor se va a quedar sin móvil.” Ernesto fue rápido escribiendo el mensaje y depositó el móvil en la mochila de Manuel; la sombra de un alumno pasó rumbo a la fuente. La puerta de Jefatura de Estudios estaba cerrada. Habían encontrado en la mochila de Manuel el móvil de Víctor y la evidencia era clara. Además Víctor hizo notar cómo había un mensaje dirigido a Patricia, escrito justo en el momento en el que estaban haciendo Educación Física. Es verdad que Manuel tuvo que ir en un momento de la clase por una tobillera a la mochila para seguir con sus ejercicios de recuperación. Fue ese momento el que aprovechó Víctor para darle las instrucciones a Ernesto.

Manuel se quedó estupefacto y se limitó a decir que en ningún momento él había hurgado en la mochila de nadie y menos había escrito ese mensaje ofensivo a una compañera que la conocía desde hacía tan poco tiempo y a la que admiraba. No pudo alegar más en su defensa: la prueba era irrefutable y no tenía testigos de lo que hizo cuando fue a por su tobillera. La sanción podía suponer la expulsión del centro y la policía se personó para tomarle los datos.

Manuel se fue apesadumbrado aquel viernes a última hora y la noticia se difundió rápidamente a través de las redes sociales.

CAPÍTULO XXI

Juan tenía tutoría a última hora del viernes y le pidió permiso al tutor para ir a la fuente. Al regresar habló con el tutor y le comentó que había presenciado en el gimnasio cómo un alumno de Bachillerato sacaba un móvil de una mochila, escribía un mensaje y lo dejaba en otra; le pareció extraño. Al tutor también le pareció raro y pensó comentarlo en Jefatura de Estudios cuando terminara la clase. Sin embargo, una llamada urgente hizo que el tutor tuviera que salir disparado para un hospital de Málaga.

CAPÍTULO XXII

Patricia había quedado el domingo con María en su casa. Sus padres se habían marchado y ya llevaban tiempo sin hablar a solas. Eran muchas las historias que tenían que contarse y habían pedido una pizza por teléfono para almorzar. María llevaba un vestido verde holgado que disimulaba un poco su delgadez, si bien, su cara era ya el reflejo de una joven nueva que había dejado atrás esa maldita enfermedad.

- Pasa, María.

- Hola, Patri.

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- Estás guapísima y ese vestido te favorece un montón.

- Bueno, para eso me lo he comprado.

- Creo que ya estás superando la anorexia.

- Por supuesto. El padre de Andrés me lo dejó muy claro aquella mañana en el hospital.

- ¿Cómo os va juntos?

- De maravilla. Andrés ha sido muy paciente y me ha ayudado mucho durante este mes para valorar lo que realmente es importante en la vida.

- Las pequeñas cosas,¿verdad?

- Exacto. No estoy saliendo con él por eso, sino porque ya estaba enamorada de él antes de que me ocurriera esa tragedia.

- Andrés es un tío muy majo y seguro que os vais a llevar muy bien.

- Eso espero. Por el momento también parece que mi madre está cambiando y olvidando el trauma de la separación. ¿Qué te ha ocurrido con Víctor?

Patricia dudó por unos segundos, pero era su mejor amiga y se estaba sincerando con ella. Tenía que explicarle que durante un mes había estado un poco al margen de todo y la causa de su ensimismamiento.

- María, siento no haber podido ayudarte estos días, pero también he pasado mi calvario. Víctor intentó violarme en su casa una noche que fuimos al cine y yo caí en sus redes. Me pareció zafio y cruel, no lo esperaba de él y gracias que pude salir de su casa. Eres la primera persona a la que le cuento lo sucedido, porque pienso que eres una amiga de verdad. Tampoco he querido darle mayor importancia y aprender que en la vida hay que ser más sagaz y menos inocente. Lo hubiera conseguido , al sexo me refiero, si hubiera sabido esperar; pero su precipitación y la violencia que ejerció me ha hecho pensar que aquel episodio lo tenía que pasar para darme cuenta de que hay que conocer más en profundidad a las personas y no quedarte en lo superfluo.

- Me dejas anonadada, Patricia. Tu fuerza de voluntad y tu capacidad para sobrellevar ese suceso demuestra que eres una persona equilibrada y sin miedos. No esperaba eso de Víctor, si bien, como tú dices, lo hemos conocido en su faceta de seductor y frívolo.

- Supongo que la vida le enseñará que la violencia no engendra nada bueno.

- Lo tiene todo y una familia que vive en el lujo. No le da importancia a los sentimientos, parece que solo el poseer es lo que le hace feliz.

- Bueno, ya creo que lo he olvidado, si bien, él se empeña en enmarañarlo todo y no ha parado de mandarme mensajes para pedirme perdón y ramos de flores que han ido directamente a la basura.

- Será un maltratador , si no se da cuenta de que a las personas hay que respetarlas en su integridad.

- Y ahora ha responsabilizado a Manuel del robo de su móvil.

- Ya me he enterado por facebook.

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- Me da que ha sido una encerrona ya que nos vio hablando en la Biblioteca y más de una vez me ha dicho que no puede ver a los hippies, como dice él. Todo porque son personas críticas que no están de acuerdo con este sistema. A mí me pareció un chico interesante y con sensibilidad. No creo que él robara el móvil ni que escribiera ese mensaje tan ofensivo.

- Ya también lo creo después de lo que me has contado.

- Pueden fastidiarle mucho su ilusión de estudiar Educación Física en Granada.

- Seguro que al final se sabrá la verdad.

- Eso espero. CAPÍTULO XXIII Guillermo se pasó a primera hora por Jefatura para contarles a los jefes lo que le había comentado su alumno el viernes a última hora. Fue entonces cuando comenzaron a hilar y se dieron cuenta de que Manuel no había robado el móvil ni tampoco había escrito aquel mensaje. Llamaron pronto a la Jefatura de Policía que tenía el móvil como prueba y le pidieron que hicieran un estudio de las huellas dactilares. Se confirmó lo que pensaban todos : las huellas más visibles eran las de Víctor, Ernesto y las del profesor que requisó las mochilas y cogió el móvil de la mochila de Manuel. Ni rastros de huellas de Manuel. Hasta llegaron a investigar la persona que había manipulado por última vez el móvil para realizar la llamada y todo apuntaba a Ernesto. Al día siguiente llamaron a Manuel y le pidieron disculpas por no haber confiado en sus palabras. Manuel era una persona razonable y aceptó sin hacer comentarios. Los celos de Víctor estaban detrás de todo aquello, pensó para él. Por su parte, Víctor no le quedó más remedio que declarar la verdad y fue expulsado del instituto. Su familia rápidamente se fue a vivir a otro lugar de la costa, alejados de Torre del Mar. Su madre intuyó que algo parecido le ocurriría a su hijo, ya que tenía la prepotencia y altivez de su padre. CAPÍTULO XXIV

Nervios, peluquería, trajes, protocolo, sonrisas y mucha, mucha gente el día de la graduación. Un día esperado para los bachilleres y su familia, así como para los alumnos de otras enseñanzas que este día se visten con sus mejores galas para celebrar el final de una etapa y la consecución de unos fines. Discursos, fotos, más discursos, el gaudeamus igitur, más discursos y fotos, muchas fotos para plasmar unas caras felices y unas familias orgullosas de sus retoños. Unos profesores serios, otros sonrientes y algunos con miradas cómplices hacia sus alumnos. Terminado el acto, los asistentes subieron a la terraza a refrescarse con la húmeda brisa que llegaba del cercano Mediterráneo. Conversaciones entrañables que suenan a despedida entre profesores y alumnos, felicitaciones de los padres al profesorado y ambiente distendido entre canapés y refrescos. María y Patricia se encontraban alegres y parecían modelos de pasarelas; estaban radiantes y guapísimas. Sus padres se tuvieron que marchar pronto y

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ellas estuvieron alternando con sus amistades. Andrés no paraba de mirar a María, estaba embelesado y sabía que ella ya era independiente y ahora podían tener una relación sana y madura. Habían decidido los tres marcharse después de las tapas de la terraza, ya que Manuel no había asistido a la celebración: no era partidario de estos eventos que emulaban a las universidades americanas, él era más de celebrarlo con sus colegas. Manuel los esperaba en un chiringuito del Paseo para cenar los cuatro con tranquilidad y sin grandes alharacas.

- Manuel, eres cabezotas. Dijiste que no y así ha sido -exclamó María.

- Perdonad, no soy tan cabezotas, ya que creo que la verdadera celebración debe ser algo más íntimo y soy alérgico a las fotos y al ruido.

- Eres muy especial tú- dijo Patricia.

- Lo mismo es que no soy de este mundo.

- Entonces es que eres un marciano- bromeó Andrés.

- Un marciano triatleta-oyó que alguien hablaba por detrás.

- Hombre, si es el tío de las gambas de Huelva.

- Ya puestos y del jamóncito de pata negra.

- Pues no me vas a salir tú caro ni nada.

- Para algo soy tu mejor colega.

- Ni que lo digas, pesado.

- Bueno, os dejo, ya veo que estás muy bien acompañado.¿Estáis preparando una de Torrente?

Como siempre, Diego ponía el punto gracioso y estaba orgulloso de tener como amigo a Manuel. -Adiós, gambero. Los cuatro amigos estuvieron toda la noche ha blando y riendo. Andrés y María se despidieron. Formaban una pareja perfecta, pensó Patricia. Por la cabeza de Manuel pasó en un momento todo lo que había sufrido durante el año para conseguir entrar en la Facultad de Granada. No daba crédito a que pudiera estar paseando junto a Patricia esa noche tan señalada, era amor lo que sentía por su compañera. Por su parte, Patricia tenía claro lo que quería y en ese momento había conseguido olvidar todo lo que había sufrido con Víctor, el verano le brindaba otra oportunidad y ella no estaba dispuesta a dejarla pasar. -Quizá nos veamos este verano –dijo Patricia. -Ojalá – respondió Manuel. Y sellaron la despedida con un beso interminable aquella noche mediterránea. Torre del Mar, siete de febrero de dos mil catorce.Torre del Mar, siete de febrero de dos mil catorce.Torre del Mar, siete de febrero de dos mil catorce.Torre del Mar, siete de febrero de dos mil catorce.

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