umbral is mo

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Umbralismo: frontera de muchos yoEdiciones La Luz presenta en esta Feria el libro Umbralismo: una antologa, con el que el holguinero Rafael Ramrez gan del XIV Premio Celestino de cuentos.Por Justo PlanasLo que procedera aqu es que adems de decir el ttulo de la obra, me refiriera brevemente al autor, comenzando como es lgico por su nombre. Bien. El ttulo de este libro es Umbralismo: una antologa. Fue ganador del XIV Premio Celestino de cuento de Ediciones La Luz, en Holgun. Ahora, el nombre del autor se los debo. Yo siempre lo llamo Rafael, pero si usted busca en la contraportada ver que al inicio de una pequea biografa se encuentra otro nombre, Mateo Mordeccai, y a continuacin, custodiado por un par de parntesis otro ms, Rafael Ramrez, que debe hacer referencia me imagino al Rafael que conozco. Ahora, yo que ustedes no me fiara demasiado, porque a varios de los amigos que tenemos en comn he tenido que darles extensas explicaciones para que sepan de quin les hablo. Resulta que para muchos, Rafael no es Rafael, sino Jesusn. Y en mi casa, mi mam, que es la que siempre toma los recados del telfono me ha dicho una que otra vez que un tal Rafael de Jess llam. Supongo siempre que se trata de este Rafael, que muchos conocen como Jesusn y que en este libro firma como Mateo Mordeccai.No es de extraar entonces, que los nombres, o mejor, el acto de nombrar jueguen un rol protagnico en este libro y atraviesen como una aguja de coser los varios telares que componen cada cuento. Conoceremos un personaje llamado Emilio Luaces que tiene la capacidad de convertirse en Alberto o Igor y despojarlos de sus respectivos cuerpos. Escucharemos de ciertos hombres que justo antes de volverse en animales piensan: todo nombre es miserable por naturaleza. Y habr tambin un alguien que espete: su nombre es poco comercial.De hecho, Umbralismo: una antologa gira alrededor de cuatro nombres, cuatro escritores, que se han apoderado de su autor robndole todo protagonismo y erigindose criaturas vivas, dotadas de existencia. El primero ya fue presentado: Mateo Mordeccai, es l el antologador de tres figuras claves de Umbralismo, un movimiento que se autodefine como la literatura que pudo ser, en uno de los varios Manifiestos de sus miembros que pueden leerse al final del libro. Esas tres figuras, Demetrio Souza, Joaqun Manila y Julius Maynard, son autores de los varios cuentos que aparecen compilados en la obra.Lo que ms sorprende, es la redondez con que Rafael ha logrado construir cada una de estas cuatro psicologas, coherentes y orgnicas en su manera de hacer literatura, de concebir la vida; y a pesar de todo lo bastante convergentes como para ser todas parte de un mismo grupo esttico. En realidad, de Mateo Mordeccai, el compilador, no aparece ningn cuento. Pero eso tambin tiene sus motivos. Mordeccai siempre se consider un advenedizo del grupo, y padece un exceso de autocrtica que lo lleva dando tumbos por varias manifestaciones, de la msica al audiovisual y luego fatalmente segn su propias palabras a la literatura, sin atreverse, gracias a Dios dira l a concretar ninguno de sus proyectos. Sin embargo, padece adems una especie de compulsin por conocer sobre los miembros del ya extinto grupo umbralista, que lo lleva a recopilar fotografas, manuscritos, portafolios de apuntes y hasta a desenterrar un gnero musical checoslovaco extinto ya con el nico propsito de saber, de poder entender a Demetrio Souza, Joaqun Manila y Julius Maynard. En cambio, umbralismo no abandona lo umbro, y nos deja con la amarga conciencia de que resulta imposible entender cabalmente a otro hombre, con la idea de que todo acto de comunicacin deviene en esencia un procedimiento de traduccin. He aqu cmo Rafael alude el nombre de Bernardino de Sahagn (trastocado aqu en cineasta mexicano) quien en realidad fue un fraile franciscano del siglo XVI que intentara atrapar en el espaol escrito los grandes misterios de las culturas precolombinas sin poder lograrlo. He aqu cmo se nos explica que los umbralistas escribieron en espaol, pero publicaron en ingls; y cmo se nos anuncia que solo aparece una brevsima seleccin de los libros de cuentos que escribieron Souza y Manila, por no mencionar que Maynard los compona oralmente. Todo esto nos va revelando que el umbralismo fue un sistema al que el azar le fue royendo algunas partes, y se nos presenta aqu con sus oquedades, que son tan elocuentes y slidas como los fragmentos que quedan. A fin de cuentas, no dice Juan Laprida, los umbralistas eran un grupo de inconformes que so con la posibilidad de escamotearle al vaco unas cuantas historias, para luego devolvrselas. Juan Laprida es, de hecho, uno de esos grandes misterios que nos deja Umbralismo: una antologa quin sabe si para nunca. Segn l mismo cuenta, Julius, Joaqun y l decidieron crear el movimiento admirados con la obra de Demetrio Souza y Vinicio Ferreira. En cambio, no leeremos nada de la literatura de Laprida, solo las introducciones que realiza a la obra de sus compaeros y algunas notas al pie. De Vinicio Ferreira no habr ni una sola letra.Ahora, por lo que aparece aqu, no hay duda de que la literatura de Demetrio Souza cuenta con glbulos suficientes como para ser gnesis de un movimiento. El negro Demetrio Souza vivi en la zona oriental de Cuba a principios del siglo pasado. Su vida, segn lo que refiere Laprida, es todo estatismo. Sin embargo, su obra, o lo que podemos leer aqu de ella, es toda movilidad. Sus personajes viven, o ms bien, padecen aventuras de cacera, descubren animales bblicos o salen a la caza histrica de continentes; mudan de cuerpo con furia denodada. Son del Japn, del siglo XV, de Sudamrica o de nunca jams; son de cualquier sito que desborde fantasa menos de la existencia montona y rural que debi tocarle a Souza. l sabe convertir su estilo al delicado verdor de los relatos nipones, y sabe de la escritura en xtasis de un novelista mstico europeo; y del asma que padece la palabra salpicada de puntos y comas en pocas de agitacin y poesa nerviosa. El vaco en la obra de Souza puede cortarse como la niebla espesa. Existe. En uno de sus cuentos, Los muros de prfido hay precisamente una enfermedad que se apodera de los personajes y los va volviendo inmateriales hasta que no tienen ni siquiera forma de echar a descansar sus osamentas. Es Souza quien huye de ese vaco, y no es de extraar que alguna historia se interrumpa como esta al final, con una mencin autobiogrfica e inusitada al hasto gigantesco. Joaqun Manila y Julius Maynard que sern tarde o temprano criaturas de otras tierras cargarn con esa angustia de vacuidad de Souza, llevarn su mordida. Y as puede leerse en los tres cuentos seleccionados de Ukelele, la obra de Manila. Joaqun Manila nace en Cuba, pero sale huyendo en los 90, no del Perodo Especial sino del realismo sucio, de lo que l llama generacin de llorones. Y las tres historias suyas que aparecen en Umbralismo son consecuentes con ese acto de migracin esttica hacia Estados Unidos. En un estilo difano y hasta didctico, Manila se preocupa por la manera en que los hombres se encuentran con Dios o viven una experiencia metafsica, pero enredada con una lgica muy yanqui. No sabemos hasta qu punto se trata de ese intenso sentido del humor que le atribuye Laprida o de su propio marco de interpretacin, pero al comienzo, al medio o al final de cada una de estas ecuaciones msticas aparece la sed insaciable americana por ganar dinero. En la vida todo se reduce a saber venderse, escuchamos en cierto pasaje, y en otro: el pobre Abbe Longstone se pas la vida ahorrando para dejarnos algo a cada uno de los sobrinos. Incluso al fondo de una historia mtica como Desierto, que relata la transmutacin de tres hombres en animales, el mvil de los personajes es agenciarse unos buenos pesos. Julius Maynard, no. Maynard odiaba la realidad. Y sus relatos orales, que partan de ciertos objetos, as lo testifican, bueno, siempre a jugar por las tres piezas suyas que aparecen en Umbralismo. Y como el papel nunca es medio propicio para capturar lo que fue destinado al viento, cada uno de estos relatos muestra las trazas de la palabra hablada. Somos invitados de honor a la forma en que un artista compone su obra. Verificamos cmo Maynard vuelve sobre ciertos pasajes para improvisar soluciones mejores, cmo borda alrededor de smbolos culturales como Hellen Keller o Buffalo Bill, el sacrilegio antropofgico de sus propios personajes. Es irnico tambin que sus historias que comienzan y terminan de manera catica e imprevista engranen las tres con una exactitud de la que carecen Demetrio Souza y Joaqun Manila. Confesaran los umbralistas en uno de sus manifiestos: todos nuestros personajes buscan un contacto con Dios, de una manera consciente o inconsciente. Si en Souza y Manila, Dios se manifiesta en lo espordico y extraordinario; para Maynard, que huy tanto de lo real, Dios invade lo cotidiano; es el edificio donde confluyen sus tres protagonistas Acheron Hablin, Hellen Keller y Buffalo Bill; se verifica en los intentos de unos por establecer lazos con los otros, y en el milagro que satisface esa necesidad de manera imprevisible. Unos personajes de Demetrio Souza intentarn pescar al Leviatn como forma blasfema de poseer lo divino. Y lo que en l es cacera y persecucin de seas teologales, en Joaqun Manila ser revelacin inesperada, y a la larga infructuosa. Manila y Souza huyen a un ms all. El odio que siente Souza por el prjimo lo lleva a decir en boca de un personaje: Mejor calle o asstese cuando vea un individuo comn, impulsa a otro a cometer asesinato con tal de concluir una obra de arte. Manila no ser tan radical, pero tambin observa con ojeriza la vacuidad espiritual de algunos individuos; y recompone cualquier estado de plenitud humana, irnicamente, ms all del hombre. Julius Maynard, en cambio, a pesar de que viste cada da un disfraz, a veces es gaucho, cosaco, cangaceiro o vaquero, y precisamente por eso, se permite descubrir y conectar con la rutina desquiciante e singular de seres comunes.Como ven, se sucumbido a la tentacin de darle a cada uno de estos heternimos de Rafael la categora que nos atribuimos a nosotros, la de personas reales. Para algunos hombres, tambin reales segn nuestra lgica, resultaba y resulta incuestionable esa frase bblica, la primera de todas, que reza: al principio era el verbo, es decir, la palabra existe para algunos primero que las cosas. Esta filosofa parece encontrarse en los cimientos del Umbralismo, con su ideologa de los nombres y sus rebautizos verbales, con sus gamusinos y sus leviatanes. Todo es falso excepto el verbo, se dir aqu en el libro: las alas como los brazos y las piernas son una ilusin. Los libros, los escritores y los lectores somos cuerpos en rbita alrededor de las historias y los personajes, de la palabra. Umbralismo: una antologa verifica esta certeza. Ellos son nuestro sentido, nuestra realidad.