ucronÍa - uniandes
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UCRONÍA
UCRONÍALo que no existe en ningún lugar, lo que no existe en ningún tiempo
MI ANGUSTIA
LA CASA COMO MEMORIA
EL CUERPO QUE RECORRE
LA CASA
Era preciso escribir este texto. Necesitaba que todo eso fuera inscrito y rescatado de un limbo angustiante.
Hace mucho tiempo dejé de guardar recuerdos en mi memoria, siempre que pensaba en todo lo que había ocurrido años atrás, se producía un ruido blanco y simplemente me quedaba sin qué decir. Ciertamente tiene sus ventajas, mi cabeza no se queda pensando en algo que ya fue, pero la incertidumbre de no saber nada, o mas bien, casi nada, deja mi mente en un no-lugar.
Pero esto no es sólo un problema mío, hemos entrado en un periodo de desme-moria, de amnesia colectiva, en el que el pasado se va difuminando poco a poco.
Cada día recordamos menos y nos esforzamos menos por hacerlo. Ahora con tanta tecnología y lugares de memoria externos hay miles de formas de recordar, sin tener que hacerlo nosotros mismos.
Esto explica porqué la memoria es un tema tan recurrente, se habla tanto de ella porque ya no hay más, es escasa. Además, esta no ha de entenderse sólo como aquel pasado contenido dentro de nosotros, sino también como prueba de nuestra vida en el momento actual (Auster 1982), es una necesidad y una forma de darle peso a nuestro presente.
Esta era mi angustia, no había recuerdos en mi memoria, no tenia nada que sostu-viera mi presente, y por más que intentara recordar, era muy difícil tener un recuerdo con nitidez. Acudí a relatos de familiares y con base en ellos y mis pocos recuerdos solucioné mi problema de memoria, me la inventé y la grabé.
MI ANGUSTIA
Los lugares de la memoria nacen y viven del sentimiento de que no hay memoria espontánea, de que hay que crear archi-vos, mantener aniversarios, organizar celebraciones, pronunciar elogios fúne-bres, labrar actas, porque esas operacio-nes no son naturales.
-PIERRE NORA-
“LA MEMORIA
como un lugar,
como un edificio,
como una secuencia de columnas, cornisas, pórticos
El cuerpo al interior de la mente, como si se estuviera moviendo por ahí, yendo deun lugar a otro ”
-Paul Auster
No recuerdo Nada de ese día. No sé si estaba con mis hermanos y primos o si solo estaba mi papá. Yo no recuerdo a nadie. Recuerdo ver el agua turbia del rio que se hacía cada vez más oscura a medida que me hundía. No sé por qué, pero recuerdo disfrutar lo que veía, vi lo bonitas que eran las burbujas. Luego, según la historia, mi papá me saco del agua, me ayudó a respirar de nuevo y me llevó a casa. Pero eso yo no sé. Eso me lo cuentan las eviden-cias y la familia, pero a mí no me consta.
a mí No me dejabaN moNtarme en ese carro. Supuestamente era muy peligroso y solo los niños podían hacerlo. Pero yo siempre quise ser grande y valiente y por eso me juntaba con ellos e intentaba jugar lo que ellos jugaban. Generalmente me hacían a un lado, pasaban unas 3 rondas cada uno y luego me dejaban a mí participar una vez, como para que no me quedara todo el día mirándolos y ya. Me encantaba que fuera mi turno y esperaba horas para que me dejaran. Aunque eso pasaba con la mayoría de los juegos que no recuerdo, recuerdo muy bien cuando me tocaba mi turno en ese carro de balineras y las llantas sonaban contra el pavi-mento mientras mi hermano me empujaba. Ese sonido me produce adrenalina
odio el sabor de la leche recién ordeñada. Odio que sea turbia, espesa y llena de espuma. Odio que me sepa al olor de la vaca y especial-mente, me produce asco su temperatura. Caliente como la ubre caliente de la vaca. Simplemente me parece un líquido tan corporal que me da asco. Pero no siempre la odie. Antes me parecía tan rica que disfrutaba de su olor, su espuma y su temperatura. Para mí era simplemente perfecto tomar un vaso de leche al lado de la vaca y de mi abuelo. Y sabía mejor todavía si la acompañaba con un típico bocadillo veleño envuelto en hoja de plátano.a
Para empezar y evitar futuros malentendi-dos, es preciso aclarar la diferencia entre recuerdo y memoria. Básicamente, estos conceptos se tratarán a lo largo de este texto como tiempo y espacio respectivamente; la memoria es un espacio y los recuerdos son tiempos que configuran ese espacio.
En mi memoria hay pocos recuerdos y de esos hay algunos que no sé si son reales o falsos. A veces tiendo a creer que tuve una infancia horrorosa y apa-gué todos esos recuerdos como forma de autoprotección, pero hay dos cosas que no me dejan creer en esta suposi-ción: primero, conozco muy bien a mis padres como para pensar que causaron tal trauma en mí que olvidé casi todo; y segundo el neurobiólogo José Luis Díaz (2009) afirmó que el falso recuerdo no es privativo de las experiencias traumáticas, sino que ocurre también en la memoria ordinaria. De cualquier forma, es claro que todos incluimos elementos inventados y distorsionados en nuestros recuerdos y en su relato.
“La memoria es el espacio en que se atesoran los recuerdos, las fantasías retrospectivas y los olvidos que se atribuyen al yo.”
-Matamoros
Comencé a esforzarme por recuperar mi pasado, a pensar obsesivamente en mi infancia, en aquellos días cotidianos y en viajes o eventos no rutinarios. A veces pasaba por un lugar y recordaba algo, escuchaba una canción e inmediatamente me remitía a un evento particular, o perci-bía un olor o un sabor específico y Volvía en el tiempo hacia esa casa vieja donde
vivía, al parque, al campo o a cualquier lugar que hubiera visitado. Y una vez recu-peraba algo lo escribía para no olvidarlo de nuevo. Pero escribirlo no era suficiente para mí. Debía encontrar otra manera de guar-dar ese tiempo que ya había dejado perder, necesitaba que cada recuerdo fuera repre-sentado de otra forma que no fuera escrita y descrita en tres palabras como lo había hecho. Entonces, decidí dibujarlos, pero me di cuenta que no había suficientes detalles ni nitidez como para hacer un buen dibujo, o al menos uno que realmente valiera la pena conservar.
Recuerdo, luego existo. Soy quien recuerda haber sido
-Matamoros
Los recuerdos se vuelven una forma peculiar de auto conocimiento. -EDGAR VITE
Empecé a sentirme muy frustrada y estan-cada, los fríos recuerdos que tenía eran un collage de simples pantallazos rápidos, de la conciencia propia de que aquel tiempo existió y de algunas narraciones de familia-res. La falta de detalles y el sentimiento de impropiedad me hicieron tomar una deci-sión igualmente ajena: busqué en google una imagen similar a aquel pantallazo y me apropiaría de ella justamente como si fuera mi propia foto, mi propio recuerdo. Dice Díaz que esta huella (el recuerdo) debe ser de índole física, es decir, que debe grabarse de alguna manera en el cuerpo y en parti-cular en el cerebro para ser recuperable a la conciencia (Diaz 2009). Y ESO FUE EXAC-TAMENTE LO QUE HICE, LOS GRABÉ.
PreguNté Para saber si taNta crueldad Podía ser Posible. Según ella JAMÁS podría haberme hecho algo así. Pero entonces, ¿cómo explica el hecho de que yo recuerde eso con tanta claridad? Puede ser que me lo haya inventado, o que me haya apropiado de ese recuerdo. Tal vez lo vi en una película y lo tomé como mío, tal vez… Pero yo estoy segura de que eso me pasó a mí. Recuerdo que salía de la habitación llorando y humillada con mis cal-zones orinados en la cabeza. Mi memoria me dice que no fue solo una vez, eso pasó varias veces, pero yo solo me acuerdo de esa.
¡ m a m i m í r a m e , m í r a m e ! Gritaba muy fuerte para que mi mamá dejara lo que estaba haciendo y subiera a ver cómo podía escalar el marco de la puerta hasta la parte más alta.
él salía corrieNdo agarrado de la silla para no dejarme caer. Afortunadamente no tenía que correr mucho porque el patio de la casa no era muy grande. Yo tampoco tenía chance de pedalear mucho por la misma razón. Iba en mi bici de la Barbie, armada con casco y rodilleras pedaleando por el cami-nito de piedras. Él dice que me llevaba a ciclovía para enseñarme pero de eso no me acuerdo. Según yo, el me enseñó a montar en ese caminito y ya.
Y ahora, ¿cómo guardaría estos recuerdos grabados para que no volvieran a ser olvi-dados? Los pondría de la misma forma en la que están puestos en la memoria; en un lugar, pero no es cualquier espacio, sino que debe ser un lugar conocido, una Casa.
Yates, la autora de “The Art of Memory” define la memoria como un espacio divi-dido en lugares (loci) y habitado por imá-genes (imaginibus); los lugares sirven para ordenar los pensamientos, las imágenes y recuerdos (Yates 1966). Esta casa, esta memoria, puede ser comparada con un cinescopio que proyecta una serie de filmi-nas borrosas y discontinuas. El recuerdo no es certero, y tampoco es realmente verda-dero. No hay nada real ni tangible.
Podría ser para otros una perfecta farsa, pero finalmente, en mi casa están mis cosas, y no las cosas de otros. Están mis recuerdos, mis olvidos, hay espacios vacíos y espacios inventados, suposiciones mías y verdades ajenas. Y aunque aun hay cosas inciertas y recuerdos distorsionados, esa casa es mi pasado, mi verdadero pasado. Y si alguien se atreva a decir lo contrario, que me traiga pruebas de que así no fue, y si esa persona solo tiene sus recuerdos como evidencia, seguramente estos serán igual de borrosos a los míos.
MeMoria: el espacio en que una cosa ocurre por segunda vez.
–Auster
Las personas que “encasan” sus memo-rias se convierten en moradas para un pasado inolvidable
-Bachelard
LA CASA COMO MEMORIA
de esto sí No me acuerdo Nada, pero de tantas veces que lo cuentan ya se volvió un recuerdo. Para mí es un recuerdo tonto pero es toda una anécdota para ellos. Un día, llame a mi papa a la oficina, interrumpí su trabajo para hacerle un encargo. Necesitaba urgente un brasier, unos tacones y un colorete.
siemPre fui alta. Me sentaban en la parte de atrás del salón para que los otros niños pudieran ver al tablero. Yo sabía que lo que hacía no era normal, y que si alguien me veía se iba a burlar de mí de la misma forma que se burlan del niño que come mocos. Pero no podía evitarlo. Cada vez que me aburría, que la profesora se volteaba para escribir o que no había nada para hacer yo raspaba el cemento que unía a los ladrillos y lo comía. Era adicta a ese polvo. Ya no recuerdo su sabor.
A simple vista, hablar del cuerpo en el espacio parece fuera de lugar, pero en esta analogía, ese cuerpo que recorre la casa representa precisamente al acto de recor-dar. Remembrar es caminar a través de este espacio, procurando revivir esos lugares vacíos, trayendo al presente tiempos pasa-dos. Es pasar y repasar junto a los pocos recuerdos recuperados para no perder el tiempo de nuevo.
Luego de ir en búsqueda de ese tiempo perdido y de visitar los nuevos recuerdos, surgió en mí el miedo a olvidar mi juven-tud, y posteriormente mi adultez. Pensé que si mi memoria era tan mala para almacenar vivencias, luego de un tiempo iba a tener que repetir todo este proceso, rescatar recuerdos, o tal vez, inventar de nuevo algún pasado para poder sentir que mi presente tiene algún peso. Pero leyendo un libro de Bergson (1939) me di cuenta que quizá no era un problema de memoria, sino de la forma como vivo mi presente. Pude ver que no me detengo a percibir con atención cada momento, sino que dejo que pase corriendo por un afán y un deseo impaciente por la llegada del futuro. Ansío el tiempo que aun no es, lloro el tiempo que no recuerdo y evado el ahora que ya no es ahora pues ya pasó.
Entre percepción y recuerdo solo hay una diferencia de intensidad
-Bergson
”Lieux de memoire”: loci de memoria que podría ser “visto” y “visitado” en la mente
-Yates
EL CUERPO QUE RECORRE
LA CASA
siemPre teNíamos que teNeruna casita. Podía ser de cajas de cartón, de bolsas de basura, plásticos enormes, latas o cobijas. Realmente no importaba el material o el lugar donde construíamos, pero era necesario que tuviéramos un lugar solo para nosotros. Nadie podía entrar ahí, solo los 3 sabíamos lo que se hablaba allí adentro. Podía ser una casa de familia, un parque de diversiones, una casa del árbol, un teatro, un laboratorio o un hospital; todo dependía de cada día.
recordé el olor que teNíaese camión lleno de tierra. Huele a húmedo, a babosa de caracol a bichos que intentan escapar. Al camión lo recuerdo a medias, ni siquiera era mío. Creo que tenía rojo y azul, pero la tolva era amarilla. Estoy segura.
era bueNa mica. Me subía a todos los árbo-les, pasamanos y tubos que encontraba. Me pasaba horas en “mi parque”. Yo iba después de almuerzo a jugar un poco con mi sudadera rosada y azul. Seguramente iba a otros parques, a otras horas y con otras pintas, pero yo solo me acuerdo que iba a ese parque en ese horario y con esa ropa.
BIBLIOGRAFÍA
AUSTER, Paul. «El libro de la Memoria.» En La Invención de la Soledad, traducido por M. Eugenia Ciocchini, 42-102. Barcelona: Edhasa, 1982.
BERGSON, Henri. Matiere et Memoire. Paris: Presses Universitaires de France, 1939.
DIAZ, Jose Luis. «Person,Mente y Memoria.» Salud Mental (Departamento de Historia y Filosofia de la Medicina. Facultad de Medicina, UNAM) 32, nº 6 (noviem-bre-diciembre 2009): 513-526.
MATAMOROS, Blas. «Introducción.» En Por el Caminoo de Proust , 19. Barcelona: Antropos, 1988.
NORA, Pierre. «Entre Memoria e Historia: La Problematica de los Lugares.» En Les Lieux de Memoire, 17-49. Paris: Gallimard, 1984.
ROBERTS, Mary Nooter, y Allen F. Roberts. «Memory: Luba Art and the Making of History.» African Arts (UCLA James S. Coleman African Studies Center) 29, nº 1 (1996): 22-25 + 101-103.
VIOLA, Bill. «Will There Be Condominiums in Data Space?» En Reasons for Knocking at an Empty House, 121-135. Cambridge: MIT Press: Robert Violette, 1995.
VITE, Edgar. «Por los Caminos de la Memoria en la Obra de Marcel Proust.» Editado por ITAM departamento academico de Estudios Generales. Estudios 101 (insti-tuto Tecnologico Autonomo de Mexico) X (2012): 35-52.
YATES, Frances. The Art of Memory. Vol. III. X vols. Londres: Routledge, 1966.
Universidad de los AndesDepartamento de Arte
LAURA XIMENA ORTIZTESIS DE GRADO
Diseño y diagramación:Ma. Alejandra Forero
Bogotá 2014-1