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Teoría de las catástrofes Tryno Maldonado

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Teoría de las catástrofes

Tryno Maldonado

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Tryno Maldonado (1977)

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Biografía

Nacido en Zacatecas, México

Publicó los libros:

Temas y variaciones, 2002 (cuentos)

Viena Roja, 2005

Temporada de caza para el león negro, 2009

Teoría de las catástrofes, 2012

Editor de Greatest Hits, vol. I, Nueva generación de narradores mexicanos, 2008

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Catastrophe Theory. Woodcock y Davis

(2): “There is another kind of change, too, change that is less suited to mathematical analysis: the abrupt bursting of a bubble, the discontinuous transition from ice at its melting point to water at its freezing point, the qualitative shift in our minds when we “get” a pun or a play on words. Catastrophe theory is a mathematical language created to describe and classify this second type of change.” 

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Catastrophe Theory. Woodcock y Davis

(18): “Newton’s methods yield explicit solutions only for the interaction of two bodies—for example, the sun and the earth, or the earth and the moon. When three or more bodies are involved, the equations of motion cannot be solved directly, and even approximate solutions require tedious, complex procedures. (…) Does a complex, many-body system return periodically to the same arrangement? Does a slight perturbation simply ‘nudge’ the whole system, or does it lead eventually to qualitatively different behavior, such as a planet spiraling into the sun or colliding with another planet?”

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Teoría de las catástrofes, Maldonado

(219): “Matemáticamente, Mariana representaba para él una discontinuidad dentro de un sistema consistente. Un factor de caos. Un factor de catástrofe. El primer microsegundo del big bang, la erupción de un volcán , el instante exacto en que una crisálida se transforma en mariposa, el derrumbe de los mercados, podían tener una formalización matemática muy similar a la que resultaría si tratara de abstraer a Mariana en una ecuación bajo esa misma teoría… Rupturas dentro de sistemas estables, continuos y complejos… Una morfología del caos. Un lenguaje para interpretar la oscuridad que se teje en el abismo del que nació el universo. Si el universo está en constante expansión y el sistema caótico de esta expansión está plagado de desorden, de singularidades matemáticas impredecibles como los seres humanos y las relaciones que entablan con otros seres humanos al momento de tender lazos afectivos, para Anselmo esa teoría representaba el lenguaje más bello y simple mediante el cual el caos podía ser escuchado e interpretado.”

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Catastrophe Theory. Woodcock y Davis

(29) In 1975, Zeeman collaborated with a Warwick statistician and three prison psychologists in developing a model for the sequence of events leading up to a 1972 riot in a British prison. They gathered and analyzed data reflecting levels of tension and alienation among the prisoners, attempted to fit them quantitatively to an elementary catastrophe pattern, and suggested that the model could be tested for predictive accuracy if it were made part of an ongoing monitoring system.  

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Catastrophe Theory. Woodcock y Davis

(110): “a mob, unlike an army, becomes less orderly with increasing danger. But if its sense of cohesiveness increases steadily while the danger rises, the group can “turn the corner” onto the upper surface [of the graphical model]” 

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Teoría de las catástrofes, Maldonado

(289): “La revolución no debería ser un acto destructivo ni empobrecedor que tome como rehén a la sociedad a quien supuestamente ha de servir, dijo Roberto.Su entonación destilaba cicuta por la monserga de la espera en el embotellamiento y lo acalorado de la cabina a causa de la solana.¿Hablas en serio?, quiso saber Anselmo. Hasta donde sé no hay revoluciones de seda. Una revolución es por definición eso. La disrupción violenta dentro de un sistema lineal de continuidades. Una catástrofe. No se puede andar uno con sutilezas.”

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Catastrophe Theory. Woodcock y Davis

(125): “if central control is already high, a pronounced increase or decrease in popular involvement is likely to produce a revolution…if popular involvement increases and then decreases, a democratic trend may be followed by counterrevolution. This was the case, for example, in Czechoslovakia in 1968, when the “Prague Spring” of the Dubcek government was ended by Russian intervention which re-established strong control and suppressed popular involvement”

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Catastrofismo

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(70): “En opinión de Anselmo el día que platicó de esto con Mariana, Devendrea podía predecir de un modo intuitivo, con la misma facilidad que hubiera podido predecir las variables matemáticas sobre las que se efectuaría una partida de billar, las variaciones e interrelaciones de trayectorias vectoriales que regían el comportamiento de los peces. Tal como sucedía cuando se abocaba en construir figuras de origami, Devendra inducía el método para modelar y predecir matemáticamente cada movimiento que los peces trazaban en el agua Una persona entendida en nociones elementales de física y matemáticas lo traduciría en masa, presión volumen, tiempo y dirección. Medidas escalares y vectoriales. Funciones multivariadas y funcionales. Ecuaciones derivadas parciales. Comparados con los problemas relativamente complejos que representaban los peces, a la vista de Devendra el pobre cuyo y los hámster se volvían bolas de pelo y grasa inerte con las mismas consecuencias físicas sobre su entorno que una piedra en un terraplén.”

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(290): Anselmo: “Lo que quiero decir es que tal vez no sean espejismos, Roberto. Quién sabe. Estamos frente a un momento de cambio alométrico, Un momento histórico en el que, como parte del sujeto colectivo, tendríamos el poder de modificar nuestro entorno de manera inusitada. Volcar la pecera”

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Teoría de las catástrofes, Maldonado

(305): “Para Anselmo estaba más que demostrado el que muchas de las actividades de los colectivos humanos, incluidas aquellas que implican algún grado de violencia, exhiben patrones universales de conducta. La distribución de las bajas, tanto en las guerras de la historia moderna como en los levantamientos civiles, cada uno por su lado, han seguido distribuciones aproximadas en las leyes exponenciales. Sabía inclusive de un modelo matemático para demostrar que el tamaño y el momento de los hechos violentos en los diferentes conflictos insurgentes de la historia presentan similitudes notables. Se trata de un modelo unificado para la insurgencia humana que explica de manera cuantitativa las variaciones específicas de cada enfrentamiento armado. Dicho modelo matemático trata a cada población insurgente como una ecología de evolución dinámica. Grupos autorganizados a partir de procesos de toma colectiva de decisiones. Es compatible con varias hipótesis acerca de la insurgencia moderna y resistente a las generalizaciones a las que pudiera llegar a someterse en conflictos contemporáneos, pues establece una relación cuantitativa entre la insurgencia humana, la guerrilla, los así tildados ataques terroristas globales y su entorno ecológico. Este modelo ofrece una inesperada relación de comportamiento matemático entre la naturaleza de las formas violentas y las formas no violentas de la conducta humana.”

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MaldonadoWoodcock y Davis

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(382): “Por qué entonces tus amigos del Movimiento vienen a Oaxaca y hacen todo eso con esta ciudad tan tranquila, con esa gente buena, con esta gente que se gana la vida como puede todos los días. Por algo están allí las instituciones. Por algo está allí el Estado. ¿Te imaginas qué pasaría si cada uno hiciera lo que le viniera en gana, si no existiera el pacto social? El caos. Iríamos por ahí enseñándonos los colmillos, sacándonos los ojos como bestias. Matándonos unos a otros. Sin identificaciones. Sin nombres reales.”

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Entrevista con Loret de Mola

http://youtu.be/_EpbRTMls1o

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http://youtu.be/_EpbRTMls1o

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Teoría de las catástrofes, Maldonado140. La plática se desvió de él a los tópicos de

siempre. Hablaron de música. Hablaron de política. Sobre todo hablaron de política. Anselmo escuchó que parlamentaban sobre Bakunin y Proudhon y Malatesta como lo habían hecho desde que los conocía. Desaforados, con afanes declamatorios, repitiendo frases hechas e ideas manidas de las que en realidad no conseguían asir ni aterrizar gran cosa. Ideas de panfletos antes que de libros. Entre ellos mismos raras veces se detenían a escucharse. María Luisa era de las pocas que daba señales de tener luces propias. Se desmarcaba del discurso hegemónico y se volvía apática delante de los debates estériles de sus compañeros.

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Teoría de las catástrofes, Maldonado

155-56 Anselmo albergaba un vago e inarticulado sentimiento de que, para toda una generación, su generación, desear fuera en anhelo. Fornicar. Follar. Garchar. Templar. Tirar. Coger. Apremiados por una fiebre indócil de posesión del otro. Todo lo demás, lo que sucediera en la cama antes y después de coger, no dejaba de considerarse mera política. Una política de lo correcto. Etiqueta. Para Anselmo no eran sino cautivos de una estética sexual de lo efímero fomentada por la sociedad de consumo y sus ritmos. Había belleza en un episodio sexual en tanto se mantuviera así. Episódico. De eyaculación estéril. Libre de riesgo de contagio. Libre de ataduras y consecuencias a futuro entre los implicados. Libre de amor. Aunque con frecuencia, desear y consumir eran confundidos con amar. Y la capacidad de consumir, a su vez, era interpretada como un síntoma irrefutable de bienestar. No en balde, decía Anselmo, el porcentaje del PIB se había vuelto el indicador fetichista del bien social. Se medía la felicidad de una sociedad por su capacidad intercambiar dinero entre manos de la misma manera en que ahora una generación entera medía su bienestar amoroso y sentimental por su capacidad de ofertar e intercambiar fluidos corporales sin compromiso alguno. Habían malbaratado tanto los estándares con que sus padres y madres solían medir el fenómeno conocido como amor, que podían creer haberlo encontrado incluso en una cogida casual de una noche. Pero él y sus congéneres no hacían con ello más que apaciguar el temblor existencial por unas horas. Llenos de angustia por el vacío que esa pérdida les causaba al día siguiente, siempre en pos de la novedad, hijos e hijas de la cultura del consumo, cada vez que iniciaban una experiencia amorosa lo que realmente hacían era lo contrario. Desaprender a amar.

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160. Opinaba que, justo como una colisión entre dos autos, el concepto de amor era maleable, que se adaptaba al espíritu de una época según lo requiriera en turno el sistema hegemónico. Según lo mandara el capital. Que la idea conyugal de espíritu en equipo y de tolerancia mutua, como dos empleados trabajando eficientes y mansos para una empresa multinacional, era relativamente nueva y que la había engendrado el capitalismo para promover el consumo, los principios liberales de competencia y de acumulación a partir de ese núcleo binario. De la misma forma que en el periodo de entre guerras se alentó un baby-boom, durante el siglo anterior al de Anselmo predominó la ilusión de que la clave para un buen matrimonio estribaba en las apropiadas técnicas sexuales y la consiguiente satisfacción de ambas partes. Idea que alimentaba la óptica de un pujante nuevo mundo, técnico e industrializado. Pero al concluir la Primera Guerra Mundial, el espíritu del capitalismo viró y con él, por supuesto, el del amor. Del énfasis en trabajar y ahorrar en equipo, al énfasis de trabajar y gastar en equipo. De la autofrustración como puente para el éxito económico, al consumo desmedido como principal satisfactor para la pareja y el individuo angustiados. En lo sexual, como en lo material, la clave era ya no postergar la satisfacción de ningún deseo. Consumir. Coger. Las nuevas consignas. No era de extrañarse, decía Anselmo, que tanto las salas de sexo-servicio como las salas de los sicoanalistas estuvieran de pronto saturadas ya no de gente reprimida que se culpaba a sí misma por sus excesos, sino de clientes y de pacientes que se sentían culpables por no excederse lo suficiente día a día. El nuevo culto al goce. Así, de la urgencia de liberar el deseo sexual a la urgencia de liberar los mercados para obtener la ilusión de plenitud, satisfacción y felicidad, concluía Anselmo, ya nada más había un paso. Y su generación lo había dado.

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168. Qué complicada era la sexualidad de la gente de clase media de su edad en ese país, se decía Anselmo mientras atravesaba aquella noche la ciudad sin un peso en los bolsillos. Se lo decía tal vez como un amuleto para hallar o bien consuelo o justificación por los trescientos pesos perdidos. Sus últimos trescientos pesos. La excesiva esperanza puesta por sus gobiernos en la liberación de los mercados les había traído a él y a una generación entera nada sino una sexualidad chata. Una sexualidad aséptica. Pertenecían, se decía, a una generación cuya educación sentimental tuvo efecto en una época en que se abrieron las fronteras de los países para el libre tránsito de las mercancías, pero en la que se decretaron onerosos aranceles para el libre intercambio sexual entre los individuos.

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278-79. El hijo les pasó las muletas a los viejos y se despidió. Mientras lo hacía, Anselmo entrevió en él el ápice apenas tangible de una sustancia conglomerada en su interior. Algo similar a un vórtice impelido por el vacío, un abandono de sí mismo, una sumisión inveterada por la inacción y la abulia. Esa sustancia era la sustancia que él presentía que se desarrollaba en su organismo desde hacía tiempo. Congeniados por la misma cepa. Hermanados generacionalmente y, por tanto, llamados a un mismo final huérfano de lustre. Hijos y herederos de nadie en particular. Hijos y herederos de nada en particular. Si debiera representarlo mediante biología evolutiva, como parte de una cadena, pensaba Anselmo, su generación equivaldría a un conglomerado multitudinario de genes holgazanes a los que nada ni nadie perturba ni saca de su siesta. Un eslabón que no sustraería, pero que tampoco sumaría nueva información genética a las proles futuras para beneficio ni de la nación ni mucho menos de la especie. Un eslabón que es útil por eso únicamente, por su condición de eslabón. Puente de paso. Ese muchacho apocado y Mariana y él. Podrían no haber nacido nunca, podrían haber sido aniquilados en sus cunas de forma masiva junto a sus congéneres y el mundo no los extrañaría más que como estadística. A pesar de ser la generación más sana y mejor preparada en la historia del país, no representaban una fuerza laboral significativa. Ni económica. Ni política. Ni creativa. Porque fuerza era justo lo que les hacía falta. La forma del mundo les era incómoda. Incómoda y hostil. Pero poco hacían por modificarla. Vivían en la convicción permanente de que sus vidas estaban encarriladas hacia un desastre horroroso y definitivo igual que un descarrilamiento de trenes a toda marcha. Aunque ese desastre jamás llegaba. Braceaban sin sentido en medio de un océano tan inmenso que era imposible saber dónde terminaba. Poseían la vaga certidumbre de poder alcanzar la orilla. Pero esa orilla jamás estaba a la vista. Las aguas, en cambio, eran a cada momento más frías y más profundas. Les ardían los pulmones, se les aterían los músculos. Cada brazada era sentirse más cerca de la asfixia. Y, de pronto, les llegaron noticias de que, de hecho, jamás existió dicha orilla. Aun así, no los acometía la menor gana de morir. Sobre todo si ello implicaba el esfuerzo adicional de rendirse. No eran lo suficientemente viejos. Pero tampoco lo bastante jóvenes. Entonces comenzaron a flotar por inercia. De ese flote y de la generación que ejercía ese flote, sabía Anselmo, formaban parte él y ese muchacho. Una generación inexistente.

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236. La ciencia es una puta rusa de élite que, cuando crees haberla conquistado, te hace perder la cabeza.

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383. Por qué entonces tus amigos del Movimiento vienen a Oaxaca y hacen todo eso con esta ciudad tan tranquila, con esa gente buena, con esta gente que se gana la vida como puede todos los días. Por algo están allí las instituciones. Por algo está allí el Estado. ¿Te imaginas qué pasaría si cada uno hiciera lo que le viniera en gana, si no existiera el pacto social? El caos. Iríamos por ahí enseñándonos los colmillos, sacándonos los ojos como bestias. Matándonos unos a otros. Sin identificaciones. Sin nombres reales.

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Teoría de las catástrofes, Maldonado

397. Te dan lo mismo, te dan lo mismo, resopló el comandante. ¿Perteneces a algún grupo o asociación? Anselmo se miró las manos antes de contestar a esto último. Sólo a doble A.¿Cómo dices?Alcohólicos Anónimos.

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284. Pero en algo no estás tan equivocado, profesore.¿En qué?En lo de los corderos muertos. Llegaron los pastores a poner orden.¿Crees que sean muchos?No me preocuparía tanto por los que van. De cierta forma era inevitable. Eran para la expiación pública, por decirlo de alguna forma. Son siempre los primeros en caer. ¿De qué hablas?, dijo Anselmo. Es gente inocente a la que han asesinado. Me preocupan más los daños colaterales. Entonces sí podría tocarle a cualquiera. Podrías ser tú, la profesora. Los viejos que traemos en la parte de atrás. Cualquiera. ¿Crees que instauren el estado de excepción? ¿Estado de excepción?, se rió Roberto. Este país ha vivido en estado de excepción discrecional desde hace ochenta años, por si no te habías dado cuenta. Estos policías tan aliñados, sus tanquetas y sus helicópteros están aquí para el noticiario de las diez y media. Los que de veras asesinan ni siquiera usan uniformes. ¿Guardias blancas? Rurales. Gafes. Kaibiles. Los que escojas. Todos asesinos de élite entrenados por el Estado. Pum, pum, dijo Roberto amartillando el pulgar en dirección a los coches. Un muertito. Dos muertitos. Tres muertitos. Diez. Veinte. Coglioni. A los que éstos matan nadie los cuenta. ¿Kaibiles? Estás loco. No me creas entonces, profesore. No me creas nada. El único loco es ese cabrón del gobernador que los trajo hasta acá y les dio carta blanca para matar a diestra y siniestra. Conozco a su jefe de policías. Adiestrado en Guatemala. Los Rangers los entrenan como máquinas de matar para sofocar rebeliones. Nada puede parar a uno de esos cabrones cuando recibe la orden de asesinar. Conozco el en- trenamiento. Seguro, dijo Anselmo incrédulo. ¿Qué más?

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Teoría de las catástrofes, Maldonado

400. …que se deriva verguenza sea la misma de donde nace la palabra tumor. Verguenza, del latín verecundia. Deshonra. A diferencia de la piedad, la deshonra no admite otra palabra que la lave y la exima de sí misma. No hay antídoto para quienes, como Anselmo a partir de entonces, debían aprender a vivir con ella, con ese tumor enquistado.

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Teoría de las catástrofes, Maldonado402. Y corrió. Corrió con cada última gota de potencia. Corrió primero como un potro

recién nacido, dando tumbos, cuando lo que realmente quería era alcanzar la suficiente velocidad, el suficiente momento físico para estrellarse en la pared rotunda y cerrada de la noche, aniquilarse contra la noche, correr con toda su alma para alcanzarla y conseguir fundirse con ella. Hubo una ignición en sus piernas y supo que había rebasado una barrera. El dolor fue intolerable, pero lo había conseguido. Había despegado. Corrió ahora como un mustang, libre, sin haber sido nunca maneado, sin amo, un caballo que trotaría para siempre en solitario y a sus anchas, que correría a todo fuelle sobre la llanura sin fin de la meseta con la única compañía de los relámpagos zurciendo las nubes. Fue más veloz que el viento y ya no quiso mirar atrás por temor a convertirse en una estatua de sal. Sintió un arroyo de lágrimas cortarle la cara como vidrios que el aire afilaba y le dolían y redobló la marcha. Se convirtió en un bólido. Una lluvia de estrellas dispersándose en cientos de destellos fulgurantes, desintegrándose con un último resplandor que iluminaría un continente entero al entrar en contacto con la atmósfera sólo para consumirse en el acto. Se convirtió en un sol e irradió luz a los hombres buenos y malos por igual en la noche eterna del mundo mientras oía sollozos en su cabeza y oía disparos y oía un zumbido rabioso de avispas morderle las orejas. Una de ellas le enterró su aguijón muy profundo y le abrió la carne por detrás, en un muslo. Cuánto dolor podía infligir una picadura de avispa. ¿Qué avispas eran aquellas que lo aguijoneaban? Se desplomó abatido, dando primero traspiés sobre el macadán, y rodó con la inercia hasta perder el impulso varios metros más abajo, en la pendiente de la cuneta, entre la alta hierba silvestre, los espinosos breñales y cadáveres de ganado arrollado por los coches entre los que los pistoleros lo dieron por muerto. Se convirtió en la noche. Cerró los ojos y allí abajo, en lo profundo, se convirtió en la noche.

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http://youtu.be/_EpbRTMls1o

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(329-30) Aquí he estado todo el tiempo, dijo apuntando a La Fortaleza. Fuiste tú el que desapareció. Esta es Julia, balbuceó Anselmo al notar que Mariana la escrutaba asombrada. Hubo una pausa embarazosa entre los tres.Ella asintió con un gesto neutral.Un hormigueo en las puntas de los dedos la molestaba desde hacía un rato. La agitación y el cansancio. Se habían descompuesto sus niveles de glucosa luego de la inyección de insulina. No era nada mala idea comer algo. Cualquier cosa. Trató de externárselo a Anselmo, pero Julia los dirigió hasta La Fortaleza aduciendo lo riesgoso que era quedarse a mitad de la calle. No mentía. Mira cómo te dejaron esos cerdos. Y a ella, dijo Julia a refiriéndose tímidamente a Mariana, que empalidecía. ¿Está bien? Me pasa todo el tiempo, dijo Mariana. Julia evitaba mirarlos al rostro y no les quedó claro si le hablaba a Mariana de usted por emplear la forma respetuosa o si utilizaba a Anselmo como un intérprete para comunicarse con ella. Se ve mal, dijo Julia. Puede descansar un rato aquí antes de que sigan. Al interior de la barricada, en el campamento, como en otros diversos cientos de barricadas en Oaxaca a partir de ese día, no que- daban normalistas ni profesores. El autobús de La Fortaleza, al fondo, permanecía sin embargo incólume como un monolito traspuesto de un ídolo traspuesto que tomara un descanso. Los muchachos que hacían guardia eran seis sin contar a Julia. Una milicia falstafiana. El Jaguar, entre ellos, vino a saludar efusivo a Anselmo tan pronto lo vio cruzando la cerca de púas. Tenía la cara tiznada por el hollín y olía a azufre. Comentaron algo en son de burla sobre los huaraches de Anselmo y él les detalló cómo era que se los había comprado a un chofer de rickshaw por doscientos pesos luego de perder uno de sus tenis y arrojar el otro a un terreno baldío y eso agrandó las risas. Estaban alegres de verlo. Mariana atestiguaba a distancia las muestras de camaradería hacia Anselmo, y llegó a cruzarle por la frente que en realidad, en los últimos meses, conocía bien poco o casi nada del hombre con quien compartía el techo. Esa repentina filiación con el hatajo de adolescentes andrajosos de la barricada era una evidencia imbatible. No sabía qué nueva opinión formularse. ¿Quién era Anselmo Santiago en realidad? Mariana lo veía sonreír y parlamentar sobre su aventura como si ella no se encontrara allí, en tanto que los muchachos atendían su relato embobados y terrosos como una tribu guerrera de pequeños salvajes en torno a un superviviente que les trajera noticias de otro mundo. El temblor de Mariana se extendía. Ahora se le aunaba un leve mareo.

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Teoría de las catástrofes, Maldonado(Mariana)

372. Anselmo y Mariana creyeron que el comandante dispondría de ellos. O, al menos, que tendría algo que decirles aún. No fue así.

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Teoría de las catástrofes, Maldonado (Julia)

370. Esperaron mucho así. Los fueron turnando uno a uno para permitirles ir a orinar entre unos matorrales. Pero Julia desistió, la conciencia enfrascada en otro mundo.

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Teoría de las catástrofes, Maldonado (Comandante)

372. El comandante le devolvió el cuchillo a Tavo, los gavilanes recargados en su antebrazo. Se rebuscó en la camisa sucia el paquete de tabaco. Enrolló un cigarro con industria y solicitó un encende- dor. Había una brisa que bajaba en corriente desde las montañas. El comandante hizo una covacha con las manos para cuidar que el fuego no se extinguiera. La primera fumada le cayó como un bál- samo. Enderezó el cuerpo hinchando los pulmones y soltó un reso- plido por la nariz. Se quedó ensimismado con la mirada puesta en la laguna mientras se relamía los dientes y escupía las hebras sueltas de tabaco.  

378. Esperó a que la vista de Anselmo se habituara.

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Preguntas

¿Qué buscan las conexiones que establece la novela entre la ficción, más o menos histórica, y las teorías matemático-científicas que aparecen de modo reiterado en la novela?

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Preguntas

¿Reportaje o novela? Relación con la no-ficción en el uso de los datos reales, contrastados. Desplazamiento de fechas, modificación de los elementos. ¿Cuántos leyeron la novela como un texto de no ficción? ¿Por qué?

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Fin