“Tres vagos, jactándose de serlo”

Miguel-A.

Entre la gente, es frecuente oír, con cierta envidia, sobre quienes nunca han “dado un palo al agua”: “¡Mira qué bien ha sabido vivir la vida Fulanito!”. Yo, aunque, como currante empedernido, barra para mi gremio, no estoy de acuerdo. Pienso que quién mejor vive la vida es quien, aún trabajando, hace lo que le gusta y es su deber hacer, asumiendo sus responsabilidades. Y puedo envidiar a quien sabe trabajar y, a la vez, vivir relajado... pero no a los vagos que pasan media vida trampeando para vivir a costa de los demás.

- Tío -dice el primero de los tres-, yo soy tan vago, tan vago, que el otro día iba andando por la calle, y me encontré una cartera. ¿Y sabes?... y por no agacharme a recogerla, seguí andando... y la dejé donde estaba, colega.

- Eso no es "na" -expuso el segundo-. Yo el otro día iba paseando tranquilamente por ahí, cuando de repente miro hacia la otra acera y veo a una tía, de las que te cagas... estaba insinuándoseme y desnudándose... "pos" por no cruzar la calle, seguí por mi acera sin acercarme a ella.

- "Pos" yo si que soy vago -cuenta el tercero-, pero vago, VAGO. Ayer fui a ver una "peli" del Titanic y me pasé la película entera llorando.

- Pero eso no tiene nada que ver con ser vago -le replicaron-. Eso es un exceso de sensiblería. ¡Tío, tú qué dices...!.

- Pues sí, colegas -respondió-. Eso es ser vago, muy vago, porque "na" más sentarme en la butaca me pillé los huevos con el asiento... y por no levantarme...