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Tres reflexiones sobre la sexualidad y los derechos humanos en el ámbito de la Iglesia católica Juan Guillermo Figueroa Perea* En este texto se exploran algunas coincidencias y discrepancias entre el discurso de los derechos humanos y las normas que propone la Iglesia católica al vincularse con las prácticas sexuales. Se parte de la hipótesis de que las enseñanzas sobre sexualidad transmitidas a partir de modelos normativos hegemónicos de esta institución pueden violentar algunos derechos humanos de las personas en el ámbito de su sexualidad, tanto por discriminación como por omisión, pero además llegan a contradecir las mis- mas enseñanzas de esta tradición católica y de sus actualizaciones normativas más recientes. Lejos de tratarse de una diferente aproximación ideológica respecto a los códi- gos seculares vigentes en la sociedad, la hipótesis del texto es que se trata de un tipo de negligencia pastoral, una vez que se contextualizan los criterios normativos vigentes en esta institución. En este texto interesa explorar las nociones de responsabilidades de los intérpretes de la religión católica y de los derechos de quienes se consideran creyentes de la misma. Para ello se analiza el discurso que tiene que ver con la sexualidad, en particular en aquellos ámbitos que se han reconocido como objeto específico de los dere- chos humanos, y además se explora el abuso del poder mediante la intimidación moral hacia los creyentes. En la contraparte, se documenta la potencialidad del discurso original de la institución para conciliarse con la categoría de derechos humanos en lo relativo a la sexualidad. Palabras clave: derechos humanos, sexualidad, Iglesia católica, negligencia pastoral y ciudadanía religiosa. Fecha de recepción: 22 de octubre de 2003. Fecha de aceptación: 5 de julio de 2004. Three Reflections on Sexuality and Human Rights within the Sphere of the Catholic Church This text explores some of the coincidences and discrepancies between the discourse on human rights and norms proposed by the Catholic Church in connection with sexual practices. It begins with the hypothesis that the teachings on sexuality transmitted through hegemonic normative models may violate some of people's rights in the sphere of sexual- ity, either by discrimination or by omission. Moreover, they may even contradict the * Profesor-investigador del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano de El Colegio de México. Correo electrónico: [email protected]. ESTUDIOS DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, VOL. 19, NÚM. 3 (57), PP. 639-686

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Tres reflexiones sobre la sexualidad y los derechos humanos en el ámbito de la Iglesia católica

Juan Guillermo Figueroa Perea*

En este texto se exploran algunas coincidencias y discrepancias entre el discurso de los derechos humanos y las normas que propone la Iglesia católica al vincularse con las prácticas sexuales. Se parte de la hipótesis de que las enseñanzas sobre sexualidad transmitidas a partir de modelos normativos hegemónicos de esta institución pueden violentar algunos derechos humanos de las personas en el ámbito de su sexualidad, tanto por discriminación como por omisión, pero además llegan a contradecir las mis­mas enseñanzas de esta tradición católica y de sus actualizaciones normativas más recientes. Lejos de tratarse de una diferente aproximación ideológica respecto a los códi­gos seculares vigentes en la sociedad, la hipótesis del texto es que se trata de un tipo de negligencia pastoral, una vez que se contextualizan los criterios normativos vigentes en esta institución. En este texto interesa explorar las nociones de responsabilidades de los intérpretes de la religión católica y de los derechos de quienes se consideran creyentes de la misma. Para ello se analiza el discurso que tiene que ver con la sexualidad, en particular en aquellos ámbitos que se han reconocido como objeto específico de los dere­chos humanos, y además se explora el abuso del poder mediante la intimidación moral hacia los creyentes. En la contraparte, se documenta la potencialidad del discurso original de la institución para conciliarse con la categoría de derechos humanos en lo relativo a la sexualidad.

Palabras clave: derechos h u m a n o s , sexual idad, Iglesia católica, neg l igenc ia pastoral y ciudadanía religiosa.

Fecha de recepción: 22 de o c tubre de 2003. Fecha de aceptación: 5 de j u l i o de 2004.

T h r e e Reflect ions o n Sexuality a n d H u m a n Rights w i t h i n the Sphere o f the Cathol i c C h u r c h

This text explores some of the coincidences and discrepancies between the discourse on human rights and norms proposed by the Catholic Church in connection with sexual practices. It begins with the hypothesis that the teachings on sexuality transmitted through hegemonic normative models may violate some of people's rights in the sphere of sexual­ity, either by discrimination or by omission. Moreover, they may even contradict the

* Profesor-investigador del Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano de E l Colegio de México. Correo electrónico: [email protected].

E S T U D I O S DEMOGRÁFICOS Y URBANOS, V O L . 19, N Ú M . 3 (57), P P . 639-686

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teachings of this Catholic tradition and the most recently updated norms. Far from involving a different ideological approach to the secular codes in force in society, the hypothesis of this text is that it involves a type of pastoral negligence, once the norma­tive criteria in force at this institution are contextualized. This text explores the notions of the responsibilities of the interpreters of Catholic religion and the rights of those who regard themselves as believers. To this end, the author analyzes the discourse related to sexuality, in particular in the spheres that have been recognized as a specific object of human rights and explores the abuse of power through the moral intimidation of believ­ers. He also documents the potential of the Church's original discourse for reconciling itself with the human rights category in the sphere of sexuality.

Key words: h u m a n rights, sexuality, Catho l i c C h u r c h , pastora l negl igence a n d re l ig ious c i t izenship .

Introducción

E n este texto se pre tende e x p l o r a r algunas coincidencias y d iscrepan­cias en t re e l discurso de los derechos humanos y e l de las n o r m a s que p r o p o n e la Iglesia católica a l vincularse con las prácticas sexuales. L a i n q u i e t u d subyacente a este texto es ev identemente de t i p o m e t o d o ­lógico p e r o c o n impor tantes consecuencias políticas, ya que se parte de la hipótesis de que las enseñanzas sobre sexual idad transmit idas a p a r t i r de modelos normat ivos hegemónicos de la Iglesia católica pue­d e n v io l entar algunos derechos humanos de las personas en la esfera de su sexual idad, tanto p o r discriminación como p o r omisión, pero además l legan a contradec i r las mismas enseñanzas de esta tradición católica y de sus actualizaciones normativas más recientes. Lejos de just i f icarse dichas normas p o r u n a d i ferente aproximación ideológi ­ca respecto a los códigos seculares vigentes en la sociedad - c o m o los acuerdos sobre derechos h u m a n o s - , la hipótesis de l texto es que se trata de u n t i p o de negligencia pastoral (Figueroa, 2000a) , u n a vez que se contextua l i zan los cr i ter ios normat ivos vigentes en esta institución ( A i , 1998; Dieterlé, 2000) . 1 N o se trata de descalificar la propuesta valorativa de la tradición católica, sino de dar a conocer algunos tex­tos existentes, d iversi f icando la bibliografía para estudiar a esta i n s t i ­tución, la cual se encuentra m u y lejos de ceñirse a u n m o d e l o n o r m a -

1 Estos autores analizan los problemas que enfrenta actualmente la Iglesia cató­lica tanto por las tensiones entre la autoridad y el autoritarismo, como por los desafíos explícitos en el ámbito de la moral.

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tivo ún i co y h o m o g é n e o , c o m o a veces p r e t e n d e n mostrar los discur­sos oficiales de la m i s m a . 2

Para trabajar c o n ta l hipótesis se concede u n g r a n peso al análisis de dos interpretac iones distintas de esta tradición religiosa. P o r u n a p a r t e está l o que p o d r í a cons iderarse la p o s t u r a o r i g i n a l , c o m o u n a f o r m a de cuest ionar ciertos procesos de discriminación, exc lu ­sión y fa l ta de so l idar idad , así c o m o u n r e c o n o c i m i e n t o a la generos i ­d a d y a la necesidad de p o n e r las normas sociales al servicio de las personas; en la contrapar te se encuentra la postura que se der iva de u n a burocratización de la n o r m a t i v i d a d i n s t i t u c i o n a l , a p a r t i r de u n a connotac ión ahistórica que festeja la obedienc ia p o r e n c i m a de las l ibertades y que a veces l e g i t i m a algunas alianzas c o n procesos socia­les de d i s c r i m i n a c i ó n , a v a l a n d o y r e p r o d u c i e n d o e s t e r e o t i p o s excluyentes en la vivencia de la sexual idad. A l parecer la p r i m e r a pos­t u r a t iene impor tantes coincidencias c on el discurso de los derechos h u m a n o s , pero irónicamente los creyentes e intérpretes que están cercanos a dichos p lanteamientos iniciales son considerados d i s i d e n ­tes p o r la jerarquía de la institución.

Es i m p o r t a n t e hacer u n a distinción entre la religión y la Iglesia católica, ya que mientras la Iglesia hace alusión a la institución y a las normas que h a n ido creando y sistematizando sus instancias burocrá­ticas, la religión incluye de manera central los planteamientos de q u i e n se presenta c o m o antecesor de toda la institución, así c o m o de las imágenes y relatos de esos p r i m e r o s años de la l lamada era cr ist iana. Es innegable que la documentac ión que existe para c o m p a r a r ambas instancias es algo heterogénea, ya que su validez histórica n o es la misma; al m a r g e n de e l lo se considera relevante i n t e n t a r tal c o n f r o n ­tación como recurso analítico, en p a r t i c u l a r p o r q u e muchas de las l lamadas lecturas alternativas o disidentes de la religión católica son nombradas así p o r los jerarcas y coord inadores actuales de la i n s t i t u ­c ión, mientras hay personas que las de f i enden y p r e t e n d e n jus t i f i car ­las a r g u m e n t a n d o precisamente su cercanía con las fuentes y los p l a n ­teamientos originales de hace veinte siglos. 3

E n este texto nos interesa exp lo rar las nociones de responsabilida-

2 Véase Küng (2002), quien a partir de su reconstrucción de la historia de la Iglesia católica identifica dos vertientes dentro de la misma: la patriarcal, eurocentrista e intransigente, y por otra parte una visión ecuménica, dialogante y conciliar.

3 Para una reflexión sociológica sobre la religión véase Marx y Engels (1974) y Weber (1997), mientras que para una revisión de prácticas religiosas en diferentes regiones de América Latina pueden consultarse Vergara (1994), así como Smith y Prokopy (1999). U n estudio reciente para el caso de México es el de Blancarte (2003).

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des de los intérpretes de la religión católica y de derechos de quienes se cons ideran creyentes de la m i s m a , 4 para lo cual se re f l ex iona sobre los usos de l discurso que t iene que ver con la sexual idad, en p a r t i c u ­lar en aquellos ámbitos que se h a n reconoc ido c o m o ob jeto específi­co de los derechos humanos . Interesa e x a m i n a r e l c o n j u n t o de cr i te ­rios subyacentes a la interpretación of ic ial de la Iglesia católica respecto a la sexual idad. E n congruenc ia c on las dos interpretac iones de los valores que se p lantean en este texto d e n t r o de la tradición rel igiosa, se p r e t e n d e mostrar que hay lecturas e n tensión d e n t r o de la p r o p i a institución, y exponer la f o r m a e n que la jerarquía i m p o n e las in ter ­pretaciones que sostiene, m i n i m i z a n d o la pos ib i l idad de negociar c o n la d i f erenc ia e n e l i n t e r i o r de la institución, al m a r g e n de la l e g i t i m i ­dad m o r a l , teológica y discursiva de otros m i e m b r o s de la m i s m a . 5 N o se p r e t e n d e r e p e t i r n i sistematizar l o d i c h o p o r la institución a p r o p ó ­sito d e l ejercicio de la sexual idad , 6 sino especular sobre e l m a n e j o de los discursos p o r parte de di ferentes actores sociales y tratar de socia­l izar u n a categoría que parece útil desde u n p u n t o de vista analítico y pol ít ico: " la negl igencia pastora l " . 7

4 E n este documento se usa la expresión "derechos de los creyentes" para referir­se a sus prerrogativas como miembros de una institución respecto a las autoridades de la misma. Puede verse el texto de Cervera (en prensa), para una distinción entre los derechos humanos (que versan sobre materias civiles enfocadas desde la racionalidad secular), los derechos religiosos (sobre materias religiosas pero reconocidas civilmen­te, como la libertad de culto) y los derechos eclesiales (que se refieren a materias religiosas y están enfocados desde una perspectiva religiosa y teológica, ya que son situaciones en que la autoridad eclesiástica se encuentra obligada respecto a los cre­yentes de una tradición religiosa específica). También puede consultarse a Puello Orozco (1998) para conocer la interpretación feminista de los derechos humanos dentro de la Iglesia católica.

5 Como ejemplo, puede verse el capítulo "Impacto de Puebla y autoritarismo jerárquico (1979-1983)" en Concha, González, Salas y Bastían (1986: 177-232).

6 Para ello pueden verse los textos de Muñera (1993), de Hernández (1995) y de Mejía (2001a), entre otros.

7 Cuando se habla de negligencia se suele hacer referencia a las consecuencias ne­gativas del quehacer de un profesional que se supone debe tener cierto conocimiento, y que por no tenerlo provocó un daño que podía evitarse, o bien, que a pesar de tenerlo actuó generando una consecuencia negativa, abusando de su papel de autoridad; el ejemplo más claro es el de la negligencia médica. La negligencia pastoral alude al ejerci­cio indebido de la función que tienen las personas que dentro de la Iglesia católica son reconocidas como intérpretes de la doctrina por el hecho de que transmiten las normas de la institución. Cuando se habla de ejercicio indebido se hace referencia al no cumpli­miento de las mismas normas de la institución, como lo es la necesidad de actualizarse científicamente en aquello que no es objeto de dogma sino de decisiones individuales de los creyentes de la tradición religiosa, evitando que los individuos actúen de acuerdo a su conciencia, pues no hay certezas que apoyen una conducta única. Por abuso de autoridad, dicho ejercicio del poder puede ocasionar daños a los derechos humanos de las personas creyentes y de las no creyentes (Figueroa, 2000a).

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Para el tema de los derechos humanos i m p o r t a exp lorar algunos ejercicios de lo que denominaremos ciudadanía religiosa8 en la m e d i d a en que los sujetos creyentes se aprop ian activamente de las normas institucionales mediante su introyección y resignificación, a p a r t i r de l actuar de acuerdo a su conciencia, al margen de que el lo a veces con­tradiga los discursos institucionales oficiales. E n el texto tratamos de constru ir algunas propuestas para el estudio de los derechos de los creyen­tes, así c omo acotar las responsabilidades de las personas que son parte de la jerarquía inst i tuc ional . Para ello se p r o p o n e n algunas ref lexiones sobre las responsabilidades de los diferentes miembros de esta i n s t i t u ­ción, y se explora la dimensión de l abuso de l poder mediante la i n t i m i ­dación m o r a l de los creyentes, y a la par se reconoce la po tenc ia l idad del discurso o r ig ina l de la institución para conciliarse con la categoría de derechos humanos en el ámbito de la sexualidad.

Este texto se ha estructurado a m a n e r a de desarrol lar tres ver­tientes de análisis que c o n t r i b u y a n a u n a reflexión sistemática sobre la a u t o r i d a d de los jerarcas de la Iglesia católica, en tanto intérpretes de la religión que para l e g i t i m a r su i n f l u e n c i a normat iva t o m a n c o m o re ferenc ia la sexual idad de quienes son parte de la institución y de las personas in f lu idas p o r las normas que dichos jerarcas l e g i t i m a n o negocian socialmente en este ámbito (Lamas, 1991; Or t i z Ortega, 2001; Mejía, 2002) .

E n el p r i m e r apartado se ident i f i ca u n par de posiciones morales d e n t r o de la tradición católica, cada u n a de las cuales lleva a conse­cuencias distintas e n el ámbito de los derechos h u m a n o s v inculados con la sexual idad; en u n a se espera la obedienc ia a la a u t o r i d a d jerár­quica p o r parte de los creyentes, mientras que en la o t r a se es t imula

8 L a ciudadanía religiosa alude a la capacidad de reconocerse teniendo derechos dentro de una institución religiosa, sin necesidad de ser parte de la jerarquía burocrá­tica de una institución (véase la noción de "ciudadanía" de Hannah Arendt, citada por Lafer, 1994 y el concepto de "ciudadanía sexual" de Ranee, 2001). Se habla de ciudadanía religiosa para distinguirla del uso político del término, pero reconociendo algunas analogías y explorando algunas metáforas. Un apoyo para ello son los textos de Marty, Guin y Greenfíeld (1998), quienes sistematizan los principios que denomi­nan "el discurso civil religioso", mientras que también se retoma el texto de Morelo (2003), donde hace una revisión de los derechos de los católicos en la Iglesia y cues­tiona las razones por las que la jerarquía de la institución se resiste a difundir dichos derechos. Con estos referentes puede decirse que se es ciudadano ante un Estado que reconoce los derechos y que busca asegurar las condiciones para su ejercicio; en la Iglesia católica se tiene una estructura jerárquica que pareciera ignorar los derechos de los "no jerarcas" pese a que cuenta con elementos normativos que le reconocen autoridad a todos sus miembros, al margen de que sean o no parte de la jerarquía formal o de la burocracia de la institución.

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que éstos actúen de acuerdo c o n su conciencia , c on la p o s i b i l i d a d de l legar a conclusiones di ferentes respecto a las de los jerarcas.

E n el apartado dos se presentan algunas notas sobre la f o r m a e n que e l discurso n o r m a t i v o de la religión h a i d o p e r m e a n d o las t r a d i ­ciones culturales y sus referencias valorativas; p o r l o m i s m o , e l tratar de cuestionarlas es sumamente comple j o , pues se h a n i n c o r p o r a d o c omo parte de la cosmovisión d o m i n a n t e en el e n t o r n o social de refe­rencia . C o m o u n e jemplo de e l lo se mues t ran y se c o m e n t a n algunas posturas que p u e d e n ser consideradas progresistas d e n t r o de l a Ig le ­sia católica, en términos de compromisos c o n causas sociales y de de­rechos humanos , p e r o n o necesariamente se eng loban e n la m i s m a vert iente de so l idar idad en e l tema de los derechos vinculados con la sexual idad, si b i e n hay algunas excepciones. L a idea de este apartado es mostrar que en el m i s m o ámbito de la tradición rel igiosa que se está anal izando , hay variantes en la interpretación, y que n o fa l tan quienes a pesar de las referencias culturales son capaces de adherirse a nuevas posiciones que se v i n c u l a n cercanamente al discurso de los derechos humanos y a la autodeterminación en e l ámbito de la sexua­l i d a d .

E n e l apartado tres se presentan algunos ejemplos de mujeres creyentes que tras cuestionar las normas inst i tucionales de la Iglesia católica h a n l legado a la conclusión de que en l o relativo a la sexuali ­d a d y la reproducc ión , ellas t i enen la capacidad de r e f o r m u l a r las normas inst itucionales , reconocen su a u t o r i d a d en el tema, y parale­l amente se i d e n t i f i c a n c omo u n acompañamiento de l m o v i m i e n t o feminis ta . E n ese apartado se i lus t ran también dos de las di ferentes interpretac iones teológicas posibles en el i n t e r i o r de la m i s m a t r a d i ­c ión católica, c on la intención de hacer evidente que n i entre los cre­yentes laicos, n i entre los intérpretes científicos de la tradición r e l i ­giosa (los teólogos) se cuenta c on respuestas únicas al exp l o rar los supuestos de las normas que se v i n c u l a n c on la sexual idad y la r e p r o ­ducc ión , que de a lguna m a n e r a son la justificación de los derechos sexuales y reproduct ivos . L a idea de este apartado es cuestionar la percepc ión de que la op in ión de la Iglesia católica puede s i m p l e m e n ­te captarse al escuchar el mensaje de algunos jerarcas, i g n o r a n d o las prácticas a m p l i a m e n t e d i fundidas entre los creyentes y entre las d i fe ­rentes interpretac iones teológicas.

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Valores subyacentes a la religión católica y a los derechos humanos

L a religión católica puede interpretarse c omo u n c o n j u n t o de valores que pre tende pro teger y es t imular la d i g n i d a d de las personas; para algunos de sus referentes normat ivos e l lo significa p r o m o v e r que cada creyente actúe de acuerdo con su concienc ia y que sea u n agente m o r a l que tome decisiones (Vergara, 1994). Si ésta fuera la i n t e r p r e ­tación d o m i n a n t e , la religión podría re iv ind i car muchas cualidades básicas de l ser h u m a n o y coincidiría c o n los actuales discursos secula­res de derechos humanos (Cortez, en prensa) . N o obstante, también se conoce o t ra idea de esta religión, c o m o u n c o n j u n t o de reglas que d e b e n obedecerse p o r q u e f u e r o n d e f i n i d a s p o r las a u t o r i d a d e s inst i tuc ionales , ta l obed ienc ia es u n a cond ic ión para ser p a r t e de la institución; si ésta fuera la única interpretación válida, sin especif i ­car matices n i contextos , la religión podría convertirse en u n proceso enajenante y a l ienante de las personas ( M a r x y Engels, 1974) , que se verían obligadas a aceptar ciertas conductas sin necesidad de e n t e n ­der sus razones e inc luso j u s t i f i c a n d o algunas costumbres y prácticas a las que i n t u i t i v a o rac i ona lmente podrían oponerse.

Este discurso l o encontramos en la religión católica, y p o r l o mis­m o vale la pena p r e g u n t a r si es enajenante y a l ienante , o si festeja y est imula la d i g n i d a d de las personas. Habrá que analizar de qué r e l i ­g ión católica se está hab lando , en par t i cu lar cuando n o es nada senci­l l o asegurar que todos los católicos l o son de la misma m a n e r a , i n t e r ­p r e t a n las normas en la misma f o r m a , y d i cha religión in f luye p o r igua l e n su sexualidad. E n u n l i b r o m u y interesante, Eco y M a r t i n i (1997) d ia logan sobre ¿en qué creen los que n o creen? Valdría la pena indagar e n sentido inverso: ¿en qué creen los que sí creen, cuan­do se hab la de sexualidad?

E n e l o r i g e n de la tradición católica su propuesta n o r m a t i v a a l u ­día a la so l idar idad con los excluidos , al r e c o n o c i m i e n t o de la d i g n i ­d a d c o m o m e d i o para alcanzar la f e l i c idad , y a la propuesta de cues­t i o n a r e l s ignif icado y e l uso de las normas sociales (Saramago, 1998). A través de e l lo se accedía a u n a interpretación más modesta y matiza­da de los j u i c i o s morales sobre los c ompor tamientos humanos : de a lguna m a n e r a es u n acercamiento a u n a idea finita de la m o r a l y u n a crítica severa a quienes presentaban con carácter universal y absoluto los j u i c i o s en los intercambios sociales.

E n la contraparte , la interpretación o f ic ia l de la m i s m a religión parece a l u d i r a u n a postura que pr iv i leg ia la obediencia p o r enc ima

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de la l i b e r t a d , a la par que se ref iere a u n a posición que de f i ende los j u i c i o s absolutos y universales, que def iende ciertas normas presenta­das c o m o ahistóricas y que m i n i m i z a la capacidad de los creyentes de revisarlas, replantearlas y renovarlas ( H u m e , 1992a; Küng, 2002) . I n ­cluso t a l interpretación muestra impor tantes ambigüedades y si len­cios cómplices respecto a algunos procesos de exclusión social, e n lugar de solidarizarse p e r m a n e n t e m e n t e c o n las personas que los pa­decen (Fre ixedo , 1989; Muñoz , 1997).

U n o de los e lementos que nos l levan a pensar en la existencia de p o r l o menos dos interpretac iones extremas de la m o r a l católica, en u n a especie de tipología d e n t r o de la cual pudiéramos i d e n t i f i c a r múltiples matices, es e l hecho de que e l discurso rel igioso o r i g i n a l a lude constantemente al valor de la jus t i c ia social y que ésta puede ser i n t e r p r e t a d a (aunque n o es la única l ec tura posible) c omo u n proce­so d i r i g i d o centra lmente a contrarrestar t odo t i p o de exclusión social y a d i s m i n u i r , t r a t a n d o de e l i m i n a r , las d i ferentes formas de i n e -q u i d a d . 9 U n p r o b l e m a i m p o r t a n t e es que l a j u s t i c i a n o t iene u n a i n ­terpretación única c o m o categoría analítica, conceptual y política, ya que existe la pos ib i l i dad de i m a g i n a r l a c o m o u n a distribución a cada q u i e n de acuerdo c o n l o que le corresponde , pero también pasando p o r u n a lec tura de que a cada q u i e n de acuerdo con lo que necesite y e l lo puede traer asociada la reproducc ión de estratificaciones socia­les preexistentes (Rawls, 1986 y 1995; Gracia, 1990). A c t u a l m e n t e se d iscute m u c h o sobre l a j u s t i c i a d i s t r i b u t i v a , inc luso d e n o m i n a d a red is t r ibut iva , y se pre tende apoyar de m a n e r a explícita a las perso­nas que t r a d i c i o n a l m e n t e h a n sufr ido algún t i p o de discriminación, y a la vez d i s c r i m i n a r p o s i t i v a m e n t e a qu ienes t r a d i c i o n a l m e n t e h a n d is f rutado situaciones de pr iv i l eg io , n o con la intención del ibe­rada de cometer u n a in just i c ia , sino de reparar las consecuencias de los múltiples procesos inst i tuc ional izados de discriminación social ( C a h n , 1995).

U n a situación que resulta problemática en e l caso de la sexuali ­d a d y su vinculación con la n o r m a t i v i d a d católica es que el discurso de l a j u s t i c i a social muchas veces deja de lado el ámbito de lo íntimo (Giddens , 1992) , de l o pr ivado , de las relaciones personales, y c o n ­f u n d e i n t e n c i o n a l o acc identalmente (valdría la pena invest igarlo) las nociones de cu lpa y de aceptación de l d o l o r o de las injusticias, que al parecer considera algo inevitable que además "santif ica" a las

9 Véase Blancarte (1995 y 1996) así como San Martín (1996), para conocer los elementos del pensamiento y la propuesta social del catolicismo.

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personas ( L a r d n e r , 1992; R a d f o r d , 1993; Flor is M a r g a d a n t , 1999; Battagl ia , 2000; Mejía, 2000) . E n muchos contextos las personas n o t ra tan de t rans formar las realidades que generan injusticias, s ino que las asumen c o m o u n a p r u e b a d iv ina que las va d igni f i car , p e r o que las paral iza ante cua lqu ier proceso de cambio (DEMAC, 2001 y 2002) . Por el lo M a r x sostuvo que esa interpretación de la religión es u n o p i o para e l pueb lo ya que , al i g u a l que las drogas, lo lleva a evadirse de la r e a l i d a d en vez de buscar su transformación ( M a r x y Engels, 1974) .

E n la tradición católica hay múltiples lecturas moral izantes de la s e x u a l i d a d q u e h a n c o n t r i b u i d o a n o c o n s i d e r a r r e l e v a n t e e l cues t i onamiento de las d iscr iminac iones n i la v io lenc ia o r i g i n a d a e n función de la sexual idad y las relaciones de género desiguales; e l l o de a lguna manera ha desvirtuado la m o r a l o r i g i n a l de esta tradición r e l i ­giosa, pues ha l e g i t i m a d o las d iscr iminac iones al no solidarizarse c o n los d i scr iminados y c o n los exc luidos (Boswell , 1993; 1 0 B r i t t o n , 1998; Cruz, 2002; Kraus, 2002; H u n t , 2003) , c o m o se p lanteaba en u n p r i n ­c ip io . De ahí e l interés que despiertan las posturas que t r a t a n de de­mos t rar que el pensamiento f emin is ta que aboga p o r la el iminación de la discriminación hacia las mujeres y p o r la e q u i d a d de género , es c ompat ib l e c on los valores de j u s t i c i a social que defendió o r i g i n a l ­m e n t e la tradición católica (Pérez A g u i r r e , 1991a, 1991b, 1994a y 1994b; G u d o r f , 1993; Pellauer, 1993; Mejía y Martínez, 1996).

A pesar de e l lo hay quienes sugieren que la misma f o r m a e n que la tradición católica se constituyó y definió sus normas y dogmas de fe, influyó en u n a c o n c e p c i ó n sexista y m a n i q u e a como p u n t o de par­t ida , ya que aunque n o se establezcan de m a n e r a explícita dogmas e n la m o r a l sexual, la v i r g i n i d a d c o m o valor prec iado en las mujeres p r o ­viene d e l "dogma de la I n m a c u l a d a Concepc ión de María" ( H a m i n -g t o n , 1998) y la visión negativa de la sexual idad se deriva de l discurso de l pecado o r i g i n a l (véase Amuchástegui y Rivas, 1999) . 1 1

E n la actual idad se advierte que los grupos conservadores h a b l a n a n o m b r e de l discurso rel igioso y que muchos de los jerarcas de esta institución religiosa guardan si lencio ante las múltiples desigualda-

1 0 E n este libro el autor muestra que hasta el siglo X I I la Europa católica juzgó el amor entre personas del mismo sexo y la lujuria con bastante ecuanimidad. Determi­na cuándo nació la intolerancia valiéndose de la reconstrucción de la historia de las enseñanzas de la institución (véase en especial el capítulo " E l nacimiento de la intole­rancia", pp. 289-353).

1 1 E n particular puede verse el capítulo " L a sexofobia del clero: sus consecuen­cias para la ética sexual occidental y para el derecho familiar", en Floris Margadant (1999: 7-70).

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des sociales, i n c l u y e n d o las que se c ometen en la práctica y l a cons­trucción social de la sexual idad (Rivera Carrera , 1996; De la T o r r e , 1998; González e I n f a n t e , 2001 y 2002) . E n la contraparte e n c o n t r a ­mos a creyentes que están e n desacuerdo c on las enseñanzas oficiales de la institución, pero las transgreden e n si lencio , p o r u n a práctica ambivalente de su ejercic io c iudadano ante las normas inst i tuc ionales (Figueroa, 1995; F igueroa y Rodríguez, 2000) , ya que t e m e n ser ex­c luidos de la institución p o r quienes son reconocidos d i r e c t a m e n t e c omo autoridades.

Los derechos humanos y su relación con la sexualidad: buscando referentes analíticos

Antes de desglosar los valores subyacentes a la tradición católica, revi ­saremos el discurso de los derechos h u m a n o s que d irecta o i n d i r e c t a ­m e n t e se re lac ionan con e l e jercic io de la sexualidad. Los derechos h u m a n o s p r e t e n d e n pro teger la v ida , la l i b e r t a d , la i gua ldad , l a segu­r i d a d , la i n t e g r i d a d y la d i g n i d a d de l ser h u m a n o , p o r l o que e n múl­tiples reuniones internac ionales se ha reconoc ido que deben ser res­petados p o r todos los m i e m b r o s de u n a soc iedad. 1 2 Dichos derechos n o d e f i n e n l o que las personas deben hacer, sino que i d e n t i f i c a n aque­llos espacios de cada ser h u m a n o que deben ser asegurados para ga­rant izar que los seres humanos se desarrol len y construyan d ignamente sus respectivas historias personales.

Dichos derechos se suelen clasificar en c inco grandes grupos :

a) los derechos o garantías de i gua ldad ; b) los derechos de l i b e r t a d (entre ellos destaca la l i b e r t a d de p e n ­

samiento y expresión, e l derecho a la información, la l i b e r t a d de conciencia , creencia o religión, e l derecho a la v ida pr ivada y la l i b e r t a d de asociación y reunión ) ;

c) los derechos de la v ida , seguridad e i n t e g r i d a d personal ; d) los derechos o garantías de los ciudadanos, l lamados en o t ro

m o m e n t o derechos políticos (entre ellos el derecho a par t i c i ­par en la dirección de los asuntos públicos d irectamente o p o r med io de representantes, lo cual corresponsabiliza a los ciuda-

1 2 Véase Figueroa y Fuentes (2001) para una discusión más detallada de los su­puestos éticos de los derechos humanos.

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danos en el proceso de construcción social e histórica de las sociedades), y

e) los derechos o garantías sociales, económicas y culturales ( como el derecho al trabajo y a condic iones laborales equitativas y satisfactorias, a d i s f rutar de l más alto grado posible de sa lud , e l derecho a la educac ión y a p a r t i c i p a r en la v ida c u l t u r a l ) .

O t r a cuestión relevante es que en e l establec imiento d e l e jerc ic io de sus derechos y en el d is frute de sus l ibertades, toda persona está sujeta a las l imitac iones establecidas p o r la ley c on el único fin de asegurar e l r e c o n o c i m i e n t o y e l respeto a los derechos y l ibertades de los demás y de satisfacer las justas exigencias de l o r d e n públ i co y de l bienestar general en u n a sociedad democrática. Esto p e r m i t e aco­tar los ámbitos de intervención de las políticas públicas y resulta de p a r t i c u l a r relevancia al revisar di ferentes normas sociales v inculadas con la práctica de la sexual idad.

Tales condiciones que se le p re tenden asegurar a todo ser h u m a n o no t i enen la intención de restr ingir su conducta o de d e f i n i r ciertas normas que lo guíen unívocamente, sino al contrarío, exigen que asu­m a sus responsabilidades a p a r t i r de la ampliación de sus espacios de l i ber tad , pero reconoc iendo los espacios de los otros, respetando las respuestas alternativas al en f rentamiento personal de la real idad. Se parte de l supuesto de que no hay respuestas únicas a las situaciones y problemáticas a las que cada q u i e n se enfrenta en el contexto e n que se desarrolla. Todo el lo hace referencia a u n a serie de acuerdos sociales que van más allá de la to lerancia como ac t i tud pasiva ante la di ferencia , ya que obl iga a d e f i n i r el contenido y el significado de l reconoc imiento m u t u o . L a propuesta pretende evitar ju i c i os unilaterales desde mode ­los normativos hegemónicos impuestos p o r grupos dominantes o auto­ridades religiosas o políticas que se atr ibuyen el carácter de jueces de las conductas de otros, y que n o asumen la responsabil idad que adquie­r e n al i n f l u i r y trastocar diferentes proyectos personales. 1 3

Entre las propuestas de justificación ética de los derechos sexuales en el ámbito de la sexualidad destaca la de Correa y Petchesky (1994) , quienes en lugar de r e c u r r i r a los pr inc ip ios éticos que t rad i c i ona lmen-te se h a n ut i l izado en la filosofía occ idental , sostienen pr inc ip ios de evaluación m o r a l con u n i m p o r t a n t e sustento en el pensamiento f e m i -

1 3 Ello supone la revisión de las responsabilidades de las "autoridades institucio­nales" morales y el posible papel protagónico de los creyentes (Morelo, 2003) al cons­truir su entorno sexual (Tamayo, 2002).

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nista: e l respeto a la capacidad de ejercer como persona, el respeto a la i n t e g r i d a d corpora l , la búsqueda de la equ idad y e l r e conoc imiento de la d ivers idad . 1 4 C o n ello enr iquecen la reflexión sobre los c o m p o n e n ­tes temáticos de los derechos en el ámbito de la sexualidad.

A m a n e r a de e j emplo , e l principio de integridad corporal contravie ­ne cua lqu ier intromisión y v io lenc ia respecto a los cuerpos de las mujeres y condena los usos y abusos de l cuerpo mascul ino c o m o obje­to , h e r r a m i e n t a o dest inatario de la búsqueda de riesgos p o r par te de algunos varones que t r a t a n de c o r r o b o r a r su i d e n t i d a d genérica. Este m i s m o p r i n c i p i o favorece que las personas conozcan más su c u e r p o y el de sus posibles parejas sexuales y además f o m e n t a la atención al m i s m o , n o como u n a d e b i l i d a d sino c o m o la responsabi l idad básica de cuidarse c o m o persona . 1 5

E l principio de respeto a la diversidad pos ib i l i ta e l r e c o n o c i m i e n t o de que n o existe u n a única interpretación m o r a l de la vivencia de los procesos sexuales de las personas, y m u c h o menos que tal i n t e r p r e t a ­c ión se l eg i t ime e n mayor m e d i d a p o r la posic ión jerárquica que se ocupa e n la sociedad o p o r la per tenenc ia a algún g r u p o d e t e r m i n a ­do . A l c o n t r a r i o , se reconoce que es ob l igado d e f i n i r los in tercambios sexuales c o n j u n t a m e n t e c o n otras personas a quienes se les reconoce su capacidad de ejercer c omo persona , 1 6 tanto p o r q u e son autor ida ­des morales en la vivencia de su rea l idad sexual, c omo p o r q u e t i e n e n capacidad para de fender su i n t e g r i d a d c o rpora l .

A l re f l ex ionar sobre los derechos en el ámbito de la sexual idad cabe m e n c i o n a r la justificación jurídica que hace Cook (1995) de los derechos reproduct ivos , in terpretados c omo derechos h u m a n o s a la autodeterminación reproduct iva , ya que alude a derechos h u m a n o s básicos como la d i g n i d a d , la i n t e g r i d a d personal , la to leranc ia y en p a r t i c u l a r a la l i b e r t a d y al acceso a condic iones sociales adecuadas para e l desarrol lo h u m a n o .

C o n estos elementos c omo referencia , Cook (1995) atr ibuye cier­tas responsabilidades a los di ferentes actores sociales que i n f l u y e n sobre los derechos h u m a n o s en este campo, para l o cual i dent i f i ca

1 4 Véase Figueroa (2000b) para una revisión de algunos supuestos éticos y legales de los derechos humanos en el ámbito de la sexualidad, desde una perspectiva femi­nista.

1 5 E n Gudorf (1993) pueden encontrarse algunas analogías de la tradición cató­lica respecto a este discurso del cuidado de la integridad corporal.

1 6 Véase Pagliero (2000) para una justificación católica de la primacía de la con­ciencia y por ende de esta capacidad de ejercer como persona, a la que aluden Correa y Petchesky (1994).

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cuatro componentes específicos de los derechos. 1) E l derecho a la segur idad lo jus t i f i ca a p a r t i r de l derecho a la sobrevivencia, d e l dere­cho a l a l i b e r t a d y de l derecho a d is f rutar de pr ivac idad . 2) Los de­rechos vinculados con la salud los just i f i ca con el derecho a obtener e l n ive l más alto de salud, e l beneficiarse de los progresos de los avances científicos y además e l derecho a la educación. 3)Justifica la i g u a l d a d p o r m e d i o de l derecho a la n o discriminación sexual, a la n o d i s c r i m i ­nación p o r estatus m a r i t a l de u n a persona, a la no discriminación racial , a la n o discriminación p o r razones de edad o p o r orientación sexual. 4) Los derechos relacionados c on la t o m a de decisiones los j u s t i f i c a p o r e l derecho a r e c i b i r información, a la l i b e r t a d de pensa­m i e n t o y de religión, a la participación política y a la l i b e r t a d de aso­ciarse para establecer di ferentes prácticas de organización social. L a mayor parte de estos derechos h u m a n o s puede recuperarse a l ana l i ­zar los derechos humanos en el ámbito de la sexua l idad . 1 7

C o o k (1995) trata de m e n c i o n a r g r a n parte de las modal idades con que se presentan algunos abusos a los derechos humanos , ya que al quedar documentadas se puede dar mayor sentido a la defensa de los mismos. N o se trata únicamente de entrometerse o de v i o l en t a r ciertos espacios, sino de i n c u r r i r en "omisiones" p o r n o crear las con ­dic iones adecuadas para e l desarro l lo de los derechos h u m a n o s , o de ser neg l igente respecto a las responsabilidades de los actores sociales. E n esta vert iente p u e d e n desarrollarse analogías con l o que s ign i f i ­can las responsabilidades de los intérpretes oficiales de los discursos religiosos que se v incu lan c on la práctica de la sexual idad y c o n sus referentes simbólicos, ya que si se demuestra que ellos m a n i p u l a n la enseñanza de la tradición rel igiosa o que o m i t e n información al res­pecto , podrían i n c u r r i r en u n a violación a los derechos h u m a n o s de aquellos sobre quienes e jercen a u t o r i d a d m o r a l . 1 8

U n p r o b l e m a analítico y polít ico que n o puede ignorarse es la d i f i c u l t a d de reconocer e n este m o m e n t o ante qué instancias de la Iglesia católica se podrían d e m a n d a r y ex ig i r los derechos y respon­sabilidades en el e n t o r n o sexual, precisamente p o r e l carácter poco democrát ico de la institución, al m a r g e n de reconocer e n sus docu ­mentos la a u t o r i d a d m o r a l de sus d i ferentes m i e m b r o s (Dieterlé, 2000) . Nuestra propuesta es que e l lo puede hacerse ante los m i e m -

1 7 Sobre estos temas, Kissling (1998) menciona que existen posturas progresistas dentro de la Iglesia católica.

1 8 Para un análisis sobre el significado de los silencios de la Iglesia católica véase Escalante (2001) y Morelo (2003).

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bros de la p r o p i a institución en la m e d i d a en que se reconozcan c o n derechos en la misma, conoc iendo los cr i ter ios de definición n o r m a ­tiva e in t royec tando su a u t o r i d a d , para lo cual conviene hablar de dos morales en la institución, así c omo de las contradicc iones , tensiones y fracturas que se h a n tratado de ocul tar presentando u n a l e c tura úni­ca, aveces mediante el ejercicio de poder inst i tuc ional (Dieterlé, 2000) .

Dos interpretaciones de los supuestos de la moral católica

U n a de las ideas que interesa desarrol lar en este apartado es que al parecer existen p o r l o menos dos posibles lecturas morales en la his­t o r i a de la Iglesia católica, cuando se trata de v incu lar esta tradición con la sexualidad. L a Iglesia i n s t i t u c i o n a l actual p lantea u n a m o r a l d i s t in ta a la que podría interpretarse c omo la o r i g i n a l de la tradición católica, y el lo sugiere que la Iglesia ha i d o m o d i f i c a n d o e l alcance y pos ib lemente e l sentido de la tradición católica (Rodríguez, 1997) ; en a lguna parte de esta h is tor ia hay u n desfase y es factible que n o sea algo acc idental , sino i n t e n c i o n a l e i n f l u i d o p o r relaciones de poder , al asumir sexismos culturales y al n o cuestionar múltiples sistemas de p o d e r inst i tuc ional izados . 1 9

C u a n d o a lgu ien se p r e g u n t a c ó m o in f luye la religión católica en los derechos sexuales habría que responder que depende de cuál re­l i g i ón cató l i ca estemos h a b l a n d o , ya q u e d i f i e r e n e l d i s c u r s o i n s t i t u c i o n a l de los jerarcas y las prácticas e interpretac iones de las personas creyentes. Por el lo vale la pena investigar qué sucede cuan­d o discrepan dichas lecturas; ¿existen cr iter ios para evidenciar o deci ­d i r cuál es la correcta? E n este texto suponemos que la m o r a l d o m i ­nante y hegemónica se acerca más al conservadurismo (Núñez, 1999), mientras la o r i g i n a l en t ra en la calificación de m a r g i n a l y subord ina ­da, e inc luso podría considerarse dis idente. N o obstante, c omo se verá en e l tercer apartado, la e jercen muchos creyentes. De acuerdo con nuestra hipótesis la m o r a l católica dis idente es más cercana a la m o r a l católica o r i g i n a l . Por ende, al r e t o m a r l a como p u n t o de re ferencia se abre e l camino a u n a ciudadanía religiosa, que supone el p o d e r m o r a l y pol ít ico de las personas creyentes.

1 9 Puede verse el capítulo "De cómo la Iglesia católica se dotó de fundamento y legitimidad manipulando los Evangelios y se convirtió en una institución de poder al crear una estructura organizativa", en Rodríguez (1997: 235-324). También pueden consultarse Aguilar Ascencio (1998) y Ceballos (1999).

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a) Se ha d o c u m e n t a d o que hace veinte siglos u n personaje p r o ­puso e l a m o r so l idar io c o m o u n o de los pr inc ipales p lanteamientos valorativos y morales or iginales de la religión católica. E l " a m a r al pró j imo como a sí m i s m o " es u n a re ferenc ia poco i n t e r p r e t a d a en e l discurso académico ; este personaje propon ía reconocer a los demás m e d i a n t e e l encuentro de cada u n o consigo mismo . O t r o e l e m e n t o de este p lanteamiento m o r a l era no en ju i c iar fácilmente los c o m p o r ­tamientos de otras personas; u n a práctica cercana a l o que a h o r a se d e n o m i n a to lerancia . También cr i t i caba severamente a quienes lleva­ban la n o r m a t i v i d a d al n o r m a t i v i s m o y a quienes de a lguna m a n e r a "ponían a los ind iv iduos al servicio de las normas , más que las n o r m a s al servicio de los ind iv iduos " . Enfat izaba que la so l idar idad c o n las personas estaba p o r enc ima de las normas .

O t r o valor i m p o r t a n t e de l discurso m o r a l o r i g ina l era la so l idar i ­dad f raterna con las personas socialmente excluidas, inc luyendo a los marginados , es decir, a quienes n o figuran regularmente como a u t o r i ­dades n i son sujetos de derecho en la sociedad. De ahí el g ran rec ib i ­m i e n t o que tuvo entre los miembros de u n a sociedad sometida y mar­ginada, y el rechazo de los interesados en mantener la situación social como estaba, con discriminaciones y exclusiones. E l discurso que p r o ­ponía este personaje solía confundir , ya que sugería a sus seguidores aceptar a quienes los rechazaran, pues éstos acabarían aceptándolos; era u n afán permanente de negociar en el respeto y en el reconoc i ­m i e n t o mutuos , más que en la descalificación. Curiosamente a los úni­cos q u e descal i f icaba era a quienes ap l i caban c o t i d i a n a m e n t e la n o r m a t i v i d a d sin cuestionar su valor h u m a n o más allá de l f o rmal i smo que i m p l i c a la "obediencia a las normas p o r sí mismas".

A h o r a b i en , este personaje nunca sancionó n i discriminó a los ho ­mosexuales o a las mujeres que abortaban, n i a aquellos que se divor­ciaban, ya que u n o de sus valores centrales era el no enjuic iar fácilmen­te las prácticas y conductas de otras personas, pues la suya era u n a referencia normat iva que n o privi legiaba las culpas (éstas se le añadie­r o n poster iormente ; véase H u m e , 1992a; Rodríguez, 1997) n i los re­sentimientos, sino que reconocía las diferencias y con m u c h a fac i l idad disculpaba las fricciones. Si se aceptan estos postulados como or ig ina ­les se advierte que la n o r m a t i v i d a d institucionalizada y vigente en la actual idad es abismalmente di ferente , a pesar de que supuestamente f o r m a parte de la misma tradición (Freixedo, 1989; Lafarga, 1996).

b) Desde o t r a perspectiva podemos a f i rmar que en los últimos veinte siglos se creó u n a burocrac ia ins t i tuc i ona l d e n t r o de la Iglesia

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católica que le ha i n c o r p o r a d o variantes, que ha i d o i n c l u y e n d o m o ­dif icaciones al discurso o r i g i n a l y que además, c omo la m a y o r parte de las burocracias, h a generado u n sistema n o r m a t i v o que más que p o n e r e n práctica la dinámica que originó la institución, h a creado proced imientos para m a n t e n e r las jerarquías que existen y q u e se van const i tuyendo d e n t r o de la misma (Agu i lar Ascencio, 1998; Geballos, 1999). Es u n a contradicción, p o r e j emplo , que la Iglesia católica siga exc luyendo a las mujeres ; al crearse la institución el lo era e n t e n d i b l e p o r q u e respondía a la tradición i m p e r a n t e ; s in embargo , c o n f o r m e a u n a n o r m a t i v a cercana a la m o r a l o r i g i n a l habría que estar abiertos p e r m a n e n t e m e n t e a co r reg i r las exclusiones más que para l e g i t i m a r ­las, c o m o parece haber lo hecho la burocrac ia i n s t i t u c i o n a l de la t ra ­dic ión católica (Freixedo , 1989; Kissl ing, 2000) . E l cuest ionar tal po ­sición estimularía acciones afirmativas para contrarrestar esas prácticas que se h a n venido l e g i t i m a n d o socialmente (Pérez A g u i r r e , 1991a; R a d f o r d , 2001 ; Kissl ing y S ippel , 2003) .

Si se revisan los veinte siglos de burocratización de la Iglesia cató­l ica se advierte que quienes l l e g a r o n al p r i n c i p i o ( como e n tantas inst i tuc iones que se conocen) h a n tratado de mantenerse e n el po ­der, o l v idando que el personaje que la fundó daba entrada a todos aquellos que p o r a lguna razón estaban siendo excluidos. E n algunos países, c omo los lat inoamericanos , d i c h a burocrac ia ha t e n i d o la ha­b i l i d a d de i n c o r p o r a r la religión a la c u l t u r a , y su poblac ión h a apren ­d i d o a ver la rea l idad a través de esa mezcla de religión y c u l t u r a , y p o r e l lo i n t e r p r e t a que cuestionar la religión es l o m i s m o que cuestio­nar lá c u l t u r a (Lamas, 1999); c o m o el lo i m p l i c a cuestionar e l o r d e n establecido ( j u n t o con las injusticias asumidas) , se considera p e l i g r o ­so y comple j o ; en ese sentido la institución Iglesia, c on su burocrac ia y sus múltiples códigos de n o r m a t i v i d a d , despoja a la m o r a l o r i g i n a l de la tradición católica de u n o de sus elementos básicos, que es e l l i b r e albedrío de los creyentes para t o m a r sus prop ias decisiones ( M o r e l o , 2003) y cuestionar las "normas" en función de los contex­tos. E n esta institucionalización el valor de la obedienc ia a las a u t o r i ­dades h a dejado de lado el e jercic io crítico y hasta radica l que i m p l i c a el cuest ionamiento de las normas p o r q u i e n actúa de acuerdo con su conciencia , a pesar de que el lo c ont r ibuya a perpe tuar esas prácticas injustas que se pretendía e l i m i n a r en u n p r i n c i p i o (Muñoz , 1997; Gómez , 2003) .

E l personaje que se t o m a como la referencia de la tradición cató­l ica p r o c u r a b a que los ind iv iduos t o m a r a n decisiones ("tú decides, ve

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y piénsalo") y promovía así las l ibertades indiv iduales , a u n q u e e l l o i m p l i c a r a transgresiones. L o que la institución y su buroc rac ia h a n t ra tado de dar a e n t e n d e r es que antes de la conc ienc ia está la obe­d ienc ia ( M o r e l o , 2003) . Este personaje mostraba con sus p l a n t e a m i e n ­tos que se podían mat izar las normas al servicio de ese a m o r so l idar i o , generoso y de r e c o n o c i m i e n t o de los excluidos. L a burocrac ia h a t r a ­tado de i n v e r t i r e l a r g u m e n t o , festejando la obedienc ia y sacr i f i cando la conc ienc ia y, de paso, algunas de las l ibertades ind iv idua les que const i tuyen precisamente e l e n t o r n o más cercano a los derechos h u ­manos . U n a de las formas de hacer lo en el ámbito de la sexual idad es asociando la cu lpa a los actos sexuales, res igni f i cando e l p lacer sexual c omo pecado y e n especial negándole a los ind iv iduos su capac idad de autodeterminarse en su contexto sexual (Radford , 1997; B r i t t o n , 1998; S ingh , 2001) .

E n la n o r m a t i v i d a d rel igiosa sobre e l t ema de la sexual idad está presente la cu lpa , ya que según algunos autores, más que p r e t e n d e r ocu l tar la sexual idad, l o que múltiples discursos de la Iglesia católica hacen es cargarla de c u l p a b i l i d a d y establecer u n proceso de social i ­zación rel igiosa e n d o n d e los mismos creyentes sean vigi lantes de sus respectivos comportamientos , precisamente p o r esa dimensión culposa asociada en parte a la tradición j u d e o c r i s t i a n a 2 0 y a u n a visión ascéti­ca de la r ea l idad (Hernández, 1995; Núñez, 1999). U n a f o r m a de hacer lo es m e d i a n t e la d icotomía entre cuerpo y a lma, en d o n d e e l cuerpo es e l m o t i v o de todas las tentaciones y los vicios, mient ras el a lma es e l espacio único p o r e l cual se puede d ign i f i car e l ser h u ­m a n o . Esto t iene m u c h o que ver c on el concepto de pecado ( H u m e , 1992a; Rodríguez, 1997) y con el discurso sobre la necesidad de p u r i ­ficarse en esta v ida para reivindicarse en u n a vida f u t u r a , después de la m u e r t e . Así se c ond i c i ona el t i p o de información sobre la sexuali ­d a d que se m a n e j a e n d i ferentes ámbitos cu l tura les , así c o m o la cosificación que se hace de l cuerpo de la m u j e r c o m o objeto de deseo mascul ino y la satanización d e l cuerpo mascul ino c o m o ser deseante. E l l o está p e r m e a d o p o r e l a n d r o c e n t r i s m o y la misog in ia de múltiples j e r a r c a s intérpretes de l a tradición re l ig i osa e n cuest ión (F lor i s Margadant , 1999; Quesada, s . f ) .

2 0 L a institucionalización de esta tradición ha llevado a separar el origen de la moral basada en Cristo (cristianismo) para referirse a una enseñanza "católica, apos­tólica y romana" que toma como fuente la enseñanza de sus seguidores (apóstoles) y que reconoce como máxima autoridad al Papa (en tanto tradición romana). Véase Ceballos (1999).

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Vale la pena preguntarse si es per t inente esta distinción entre dos morales para propósitos de resignificar la relación entre derechos h u ­manos y sexualidad, a la luz de la tradición católica, en especial cuando existen diferentes lecturas en la institución sobre la f o r m a de v incu lar la noc i ón de derechos con las búsquedas de la tradición católica.

Algunas variantes del discurso católico sobre derechos y sexualidad

C o n los riesgos que conlleva cua lqu ier clasificación, podemos afir­m a r q u e en la p r o p i a tradición católica algunas posturas son conser­vadoras y otras progresistas, a propósito de l discurso de los derechos sociales que t i e n e n que ver c on la sexual idad y c on la interpretación de la misma. Hacemos la aclaración de que nos re fer imos a los dere­chos sociales relacionados con el ámbito de la sexual idad y n o nos l i m i t a m o s a los derechos sexuales, ya que algunas posturas q u e po ­drían considerarse socialmente progresistas es t imulan y d e f i e n d e n el derecho de las personas a i n t e r v e n i r e n múltiples decisiones sociales, p e r o n o se d e f i n e n tan c laramente sobre las d iscr iminac iones y des­igualdades p o r razones sexuales.

Algunas posturas de la Iglesia católica respecto a los derechos sexuales

E n t r e los grupos que podríamos l l a m a r progresistas y c o m p r o m e t i ­dos c o n el cambio social ident i f i camos a la teología de la liberación y a las comunidades eclesiales de base, ya que en ambos casos se ha tratado de revisar la interpretación de la l e c tura rel ig iosa para asegurar que r e t o m e su propuesta o r i g i n a l de opc i ón p o r los pobres, y su l u c h a c o n t r a las inequidades y c ont ra cua lquier t i p o de exclusión. 2 1 Por l o m i s m o , más que ser progresistas p o r inventar u n a nueva i n t e r p r e t a ­c ión de la enseñanza religiosa, i n t e n t a n r e t o m a r aspectos básicos de la tradición de la que f o r m a n parte . Sin embargo , n o es s iempre ex­plícita su interpretación de la sexual idad como u n ámbito de dere­chos d o n d e deban el iminarse las exclusiones (Grela, 1989; Boff , 1991; Nunes , 1994; R ibe i ro , 1994; Cruz , s.f.).

O t r o e j emplo de e l lo es e l trabajo de di ferentes miembros de la jerarquía católica que abogan p o r la jus t i c i a social y se so l idarizan c on

2 1 Véase como ejemplo el capítulo "Las comunidades eclesiales de base y el mo­vimiento popular", en Concha, González, Salas y Bastían (1986: 233-292).

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los grupos marginados , e inc luso p o n e n en riesgo su p r o p i a v ida y su segur idad personal al cuest ionar a grupos de poder e instancias auto ­ritarias asociadas con los procesos de represión social (Blancarte , 1996; Ramos Gómez-Pérez, 1996 y San Martín, 1996). Caben e n este g r u p o personas que pertenecen a las posiciones de base y más cercanas a la poblac ión y otras de diversos estratos, hasta los prop ios jerarcas de la Iglesia católica, c omo arzobispos y cardenales. Puede e jempli f icarse con Sergio Méndez Arceo (Fazio, 1987) y Samuel Ruiz (Meyer, 2000) para México , y c on algunos casos dramáticos de obispos que f u e r o n asesinados, c o m o A r n u l f o R o m e r o e n E l Salvador y J u a n G e r a r d i en Guatemala (O f i c ina de Derechos H u m a n o s de la Arquidiócesis de Guatemala , 1998) ; este último c o o r d i n ó la integración de u n i n f o r m e de derechos humanos en d o n d e se mostraban múltiples formas de represión d u r a n t e el régimen m i l i t a r de d i c h o país. A pesar de que son evidentes la r iqueza y el valor de l trabajo de esos líderes r e l i g i o ­sos, n u n c a se ha encontrado que e n f o r m a equivalente n i de m a n e r a tan c lara se de f i endan las exclusiones y las desigualdades e n el ámbito de la sexual idad. Inc luso existen defensores de derechos h u m a n o s , como algunos m i e m b r o s de los grupos de dominicos en México (Con ­cha, González, Salas y Bastían, 1986; Blancarte , 1996) , que l l egan a abogar p o r m e j o r a r la situación social de las mujeres ( r educ i endo la v i o l enc ia ) , pero para quienes los derechos sexuales y la re ferenc ia a la h o m o s e x u a l i d a d siguen siendo u n tema difícil de abordar (Ranke, 1988; S ingh , 2001 ; Tamayo, 2002; Jiménez Dav id , 2003) .

Si b i e n algunos teólogos católicos h a n d o c u m e n t a d o c o n m u c h o ri­gor y c o n argumentos científicos la d i f i c u l t a d para descalificar m o r a l -m e n t e la autodeterminación reproduc t iva de las personas e inc luso la necesidad de re iv ind icar e l p lacer sexual d e n t r o de la m i s m a ense­ñanza católica (Muñera, 1996; R a d f o r d , 1996; Cruzalta y Espinosa, 2001) , todavía n o es suficiente e l trabajo que se hace, p o r e j e m p l o , sobre l a interpretación teológica de la homosexua l idad , excepto e n casos extremos como el de u n sacerdote español que se manifestó públicamente c omo homosexual y además activo (es decir, que n o era cé l ibe ) , y q u i e n ante la reacción de la institución, que dec id ió e x c l u i r l o de sus funciones , argumentó que teológicamente n o había razones para descalificar la homosexual idad (ElPaís, 2002; Cruz, 2002).

O t r a postura que llamaríamos progresista es la de l Papa J u a n X X I I I , q u i e n c o n v o c ó a u n Conc i l i o Vaticano a pr inc ip i o s de l decenio de los sesenta (en el siglo X X ) c on el propósito , entre otros, de revisar las enseñanzas de la tradición rel igiosa de la cual era el máx imo repre -

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sentante (Küng, 2002) . Detrás de esta convocator ia estaba e l reco­n o c i m i e n t o de que la p r o p i a institución debía estar abierta al cambio y a los procesos de renovación, p e r o n o únicamente con la v o l u n t a d de mejorar , sino con el propósito de actualizarse y revisar e l alcance de las propias enseñanzas a p a r t i r d e l diálogo c o n otros in ter l o cutores sociales. Así, en las conclusiones de d i cho Conc i l i o se le d i o u n gran peso a la interlocución c on la c iencia y c on sus avances (Conc i l i o Va­t icano I I , 1968 y 1972).

Si b i e n en el Conc i l i o Vaticano I I n o se profundizó en di ferentes temas n i en cuestiones relativas a la sexual idad, cabe m e n c i o n a r que la Iglesia reconoce más b i e n dogmas de fe que de m o r a l , y que e l lo repercute en las normas sobre la sexualidad. Además, c o m o la sexua­l i d a d muchas veces se r ige en función de supuestos, pre juic ios y este­reot ipos culturales ( incluso en la misma tradición católica) más que a la luz d e l c o n o c i m i e n t o científico, resulta de v i ta l i m p o r t a n c i a que la p r o p i a institución reconozca que sus enseñanzas deben irse ac tual i ­zando a p a r t i r de la reflexión ordenada , sistemática y crítica que ge­nera e l c o n o c i m i e n t o científico (Mejía, 2001a y 2001b; Potts, 2003) . Vale la pena comparar la interpretación científica de la homosexua l i ­d a d , s in descalificación de p o r m e d i o , c o n la descalificación social e i n s t i t u c i o n a l de la misma (Ranke, 1988); asimismo la interpretación posit iva de l placer sexual en algunas discipl inas científicas, e n con­traposición c on el mane jo de la cu lpa y la mesura que se est imula en múltiples interpretac iones culturales y en la tradición judeocr i s t iana , d o n d e se inserta el discurso católico de los jerarcas de la institución (Hernández, 1995; Floris Margadant , 1999).

Otros personajes notables en esta tendenc ia progresista de la r e l i ­g ión católica son las teólogas feministas, quienes h a n trabajado p o r i n ­c o r p o r a r e l f e m i n i s m o a la interpretación hermenéutica de la r e l i ­g ión, otras activistas l o h a n hecho en diversas áreas de l c o n o c i m i e n t o al exp l i c i tar que esta cosmovisión y propuesta política i m p l i c a asegu­rar que las mujeres sean consideradas en las interpretac iones de los procesos sociales, s in que se les excluya p o r su sexo b io lóg ico (Dickey, 1993; R a d f o r d , 1996). E l l o supone cuestionar l o que socialmente se le h a i d o as ignando a las personas c o m o va lor en func ión de su gen i ta l idad (Giles M i l h a v e n , 1995). Más que u n a r iva l idad aerifica con los varones, el f e m i n i s m o p r o p o n e u n cuest ionamiento de las normas sociales en cuya definición n o se t omó en cuenta a las mujeres y c on e l lo se l e g i t i m a r o n la exclusión y la discriminación social, inc luso c on cr i ter ios de carácter teológico , rel igioso y jur íd ico , precisamente

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p o r q u e f u e r o n desarrollados c on u n a lógica patr iarca l (Dickey, 1993; Mejía y Martínez, 1996; Marcos , 2000) .

E n cuanto a otros actores sociales vale la pena destacar el t raba jo de l g r u p o de Católicas p o r e l Derecho a D e c i d i r ( C D D ) , activistas de­fensoras de los derechos h u m a n o s y formadas muchas de ellas e n u n a tradición católica, p e r o c on u n a m i l i t a n c i a feminista . E l g r u p o de C D D ha p lanteado interpretac iones alternativas de la misma enseñanza de esa tradición religiosa, c onc i l i ando sistemáticamente e l pensamiento f emin is ta con la l e c tura rel igiosa católica y c on sus valores de s o l i d a r i ­dad , de combate a la exclusión y de propuesta de generos idad a t oda persona (véase Mejía y Martínez, 1996; Mejía, 2001a). Esta propuesta n o ha estado exenta de severas críticas n i de intimidación m o r a l en e l i n t e r i o r de la p r o p i a institución. Sin embargo , ellas sí se h a n mani fes ­tado explícitamente respecto a la sexual idad y la autodeterminación reproduct iva , y h a n cuest ionado la rigidez de los jerarcas de la i n s t i t u ­c ión así c omo su misog in ia y su subestimación de las mujeres y más genera lmente , de t odo creyente que discrepa de las posturas oficiales (Mejía, 2001a) . 2 2

Los más importantes entre quienes sustentan esas posiciones alter­nativas son los propios creyentes varones y mujeres, en part i cu lar estas últi­mas, c o m o c o n f i r m a n múltiples investigaciones que h a n p o d i d o docu­mentar procesos de resistencia y de disidencia silenciosa (Pagliero, 2000; y Tena, 2002) mediante los cuales las mujeres católicas r e i n t e r p r e t a n las normas institucionales sobre sexualidad y reproducción, inmersas en u n contexto en donde se sienten solas, aisladas y poco c o m p r e n d i ­das p o r los jerarcas varones, pero curiosamente m u y apoyadas p o r los argumentos feministas, precisamente los mismos que tan severamente h a n sido cuestionados p o r las autoridades de la Iglesia , 2 3

E n el m i s m o g r u p o de " la poblac ión de creyentes", se ha adver t i ­do rec ientemente que muchas mujeres expuestas a u n a formación

2 2 Cabe mencionar que en 2002 este grupo obtuvo el Premio Nacional de Dere­chos Humanos "Sergio Méndez Arceo" por su "defensa al interior de la misma Iglesia católica de los derechos sexuales y reproductivos y de la equidad de género" (véase los artículos de Angeles Cruz y Elena Poniatowska el 20 y 21 de abril de 2002 en LaJornada).

2 3 Véase Mazzotti, Pujol y Terral (1994) para el caso de las mujeres en Argentina, en Paraguay y en Uruguay, así como Nunes (1994) y Ribeiro (1994) para las brasile­ñas. Para el caso de las estadunidenses puede verse Miller (2000a). Recientemente se llevó a cabo una encuesta en México y se confirmó la postura de muchas mujeres y varones católicos, que matizan algunos elementos normativos de la Iglesia católica en el ámbito de la sexualidad y la reproducción ( C D D , 2003), lo que confirma los cuestionamientos hallados en un estudio internacional llevado a cabo un quinquenio antes entre católicos de diferentes regiones del mundo ( C D D , 1998a).

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católica h a n vivido u n proceso c o n t r a d i c t o r i o e in c i e r t o e n d o n d e el m a n e j o de la cu lpa y la desinformación son los ejes de su acercamien­to a la sexual idad, y a pesar de este e n t o r n o castrante se h a n revestido de p o d e r y h a n a d q u i r i d o nociones de e jercic io c iudadano e n e l ám­b i t o de su sexualidad. M e d i a n t e e l r e c o n o c i m i e n t o de su i n t e g r i d a d c o r p o r a l h a n l legado a p e r c i b i r su capacidad de acceder a l a d i g n i ­dad , al placer y a la autoest ima en el ámbito de su sexual idad (Barr ios y Pons, 1995; DEMAC, 2001 y 2002) .

E n o tra vert iente están algunas posiciones que podrían cali f icar­se c o m o conservadoras^ que sostiene el m i s m o Papa, q u i e n las d i f u n d e p o r m e d i o de sus mensajes, de sus op in i ones personales y de sus encíclicas, así c o m o de los procesos disc ip l inar ios que se establecen en c o n t r a de aquellas personas que piensan d i ferente o que discre­p a n de la interpretación t r a d i c i o n a l de la jerarquía eclesiástica. Ahí están inc lu idas también las autoridades nacionales y locales de l a Ig le ­sia católica, c omo sus arzobispos, y además los grupos que se a m p a r a n en las interpretac iones fundamental istas de la religión católica (De la T o r r e , 1998; González e I n f a n t e , 2001 y 2002) .

Muchos de ellos r e c u r r e n a u n discurso que a r g u m e n t a certezas e n múltiples temas, pese a que desde la lógica científica y teológica y desde e l p u n t o de vista m o r a l son realidades no to ta lmente resueltas y p o r ende despiertan dudas razonables ante las cuales los ind iv iduos deben actuar de acuerdo c on su concienc ia (Pagliero, 2000; Mejía, 2001b) ; de ahí que algunos autores (Fre ixedo , 1989; Núñez, 1999) a l u d a n al proceso m e d i a n t e el cual los intérpretes de la Iglesia católi­ca h a n i d o quitándole a esa tradición su cua l idad l i beradora y a l terna­tiva, y burocrat izado su propuesta o r i g i n a l para, al parecer, ajustarse al statu quo (Fre ixedo , 1989; Boff , 1991).

O t r o e lemento crítico que ha surgido e n estas élites conservado­ras es su c o m p l i c i d a d silenciosa ante prácticas que v i o l en tan los dere­chos sexuales de las personas, c o m o e l acoso sexual a m e n o r e s (Rodríguez, 2002a; Román, 2002; C D D , s.f.), e l abuso sexual de r e l i ­giosas p o r parte de sacerdotes, y la práctica sexual de los sacerdotes, supuestamente célibes (Rodríguez, 1997) . N o menc i onamos estos e jemplos con el fin de en ju i c iar u n i l a t e r a l m e n t e a los m i e m b r o s de la institución, s ino para mostrar que es necesario que desmi t i f i quen y h u m a n i c e n su discurso sobre la sexual idad, y para e jempl i f i car las contradicc iones de la posición i n s t i t u c i o n a l al respecto, pese a que se trata de algo que n o puede abordarse desde u n a n o r m a t i v i d a d culposa

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y m a n i q u e a s in r e c o n o c e r e l carácter h u m a n o de sus m i e m b r o s ( H u m e , 1992a) . 2 4

P o r lo a n t e r i o r n o puede pensarse en u n a única op in ión respecto a la posic ión de la Iglesia católica e n e l t ema de la sexual idad, ya que son par te de el la las prácticas sexuales de los creyentes, los a r g u m e n ­tos de los teólogos c on cr i ter ios que d i f i e r e n de la postura o f i c ia l de la jerarquía ins t i tuc i ona l , y a la vez los de los di ferentes grupos q u e he ­mos m e n c i o n a d o . Además, la m i s m a jerarquía ha real izado cambios en e l discurso n o r m a t i v o a l o largo de l t i e m p o , lo que c o n f i r m a que la participación de los creyentes e n la modif icación de las n o r m a s n o es acc idental .

Usos del discurso normativo dentro de la Iglesia católica

C u a n d o son varios los autores ( como B o u r d i e u ) que h a n hab lado d e l s incret ismo y de la interacción entre la religión y la c u l t u r a , resulta c o m p l e j o imaginarse de m a n e r a unívoca u n a t o m a de distancia de los valores culturales , ya que a final de cuentas son los filtros a través de los cuales ordenamos la rea l idad (Lamas, 1999). A l g o s imi lar o c u r r e con la tradición católica cuando se ha i n c o r p o r a d o c o m o par te de la c u l t u r a , ya que difícilmente tomamos distancia de la misma. O r t e g a y Gasset (1968) sostiene que las ideas y las creencias son los dos t ipos de conoc imientos que tenemos los seres humanos para v incu larnos c on la rea l idad . Las ideas, c o m o su n o m b r e l o dice, son aquellos co­noc imientos que a d q u i r i m o s p o r la razón, ya que tenemos los a r g u ­mentos lógicos para aceptar e l c o n o c i m i e n t o . E n contraste, las creen­cias son los conoc imientos que tenemos sin necesidad de la razón, pues n o los aceptamos p o r u n a r g u m e n t o r a c i o n a l s ino p o r su obviedad, de acuerdo c on los supuestos med iante los cuales a p r e n d i ­mos a acercarnos a la c o t i d i a n i d a d . Or tega y Gasset (1968) considera que e l que n o necesitemos de la razón para aceptar las creencias n o quiere dec ir que sean irracionales ; más b i e n son arracionales. M u ­chas veces las creencias n o surgen de u n a razón lógica sino de la cosmovisión, a p a r t i r de la cual hemos a p r e n d i d o a ver la rea l idad . Por e l l o , cuando se qu iere cuest ionar la creencia n o basta c on expo­n e r argumentos racionales sólidos, sino que hay que r e c u r r i r a u n a

2 4 Es recomendable consultar el libro de Ai (1998), ya que se trata de un estudio aplicado en México que incluye entre otros temas, una indagación sobre las motiva­ciones que llevan a diferentes personas a optar por el sacerdocio.

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creencia de l m i s m o valor y l e g i t i m i d a d c omo para t rans fo rmar la ; "las ideas las tenemos pero e n las creencias estamos" diría Ortega y Gasset.

C o m o e jemplo pensemos en que cuando hablamos de relaciones equitativas entre varones y mujeres, podemos demostrar rac ionalmente como supuesto la i g u a l d a d entre ambos, pero esa es u n a idea , y la c o m p l e j i d a d a la que se en f renta es que r e g u l a r m e n t e todos f u i m o s educados asumiendo que varones y mujeres son di ferentes . C u a n d o nos demostramos rac ionalmente que somos iguales, lo podemos acep­tar c o m o idea , p e r o eso n o q u i e r e d e c i r que se cambie automá­t i camente la creencia. Si nos enseñaron a n o m b r a r la r e a l i d a d de m a n e r a sexista nos d i e r o n a e n t e n d e r s in a r g u m e n t o s , s i n o c o n obviedades, que los varones valen más que las mujeres. Puede ser que el a r g u m e n t o rac iona l cuestione l o que era obvio , pero esto n o es garantía de que ta l a r g u m e n t o sea suficiente para m o d i f i c a r los su­puestos precisamente p o r ser arracionales, y menos cuando nuestro lenguaje está íntimamente l igado a nuestra f o r m a de ver y va lorar la rea l idad . Por e l lo nos i n q u i e t a c ó m o cuest ionar aquel lo que s iempre se ha asumido c omo obvio. U n a f o r m a de hacer lo es h is tor izar las creencias para d e t e r m i n a r quiénes las construyeron , c on qué supues­tos se d e f i n i e r o n y quiénes h a n par t i c ipado en su reconstrucción.

Por el lo es útil c omentar quiénes son parte de la Iglesia católica y qué se espera de su participación en la misma, a la vez que ident i f i car su capacidad para n o r m a r y para establecer qué conductas son váli­das. E n este sentido es p e r t i n e n t e cuestionar de quién se está h a b l a n ­d o cuando se a f i rma que la Iglesia católica está e n cont ra de l abor to , que sanciona la homosexua l idad o que cuestiona el discurso de los derechos sexuales. E n este caso se suele pensar e n los jerarcas y n i s iquiera en todos, sino "en los líderes de los jerarcas" ; es decir, e n u n a parte de la Iglesia católica c o m o institución, a saber, en su burocrac ia . Sin embargo hay otros part ic ipantes en la tradición católica - l a mayo­r í a - que son los creyentes y que de acuerdo c on las propias normas también son parte de la institución (Marty, G u i n y Greenf i e ld , 1998). E l p r o b l e m a es que n o s iempre se les atr ibuye n i se les reconoce la a u t o r i d a d n i e l p o d e r para t o m a r sus propias decisiones; inc luso m u ­chas personas n o i n t e r p r e t a n d i cha pertenec ia a la institución como justificación de a lguna t i t u l a r i d a d de derechos y tampoco c o m o la cond ic ión de pos ib i l i dad para t o m a r decisiones de acuerdo c on su concienc ia (Pagliero, 2000) .

Q u i e n trata de ident i f i car los supuestos normat ivos de la Iglesia católica constata la combinac ión de elementos racionales (plasmados

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en e l derecho canónico y en documentos teológicos) c o n algo a r r a -c i ona l , c omo la fe y sus dogmas. C u a n d o se buscan referencias t a n g i ­bles se alude a los documentos oficiales de la Iglesia católica. D i chos documentos n o se res t r ingen n i se l i m i t a n a la B i b l i a y a los Evange­lios, que son el re lato de t odo el antecedente de esta tradición. Las enseñanzas impor tantes también se i n c l u y e n en las encíclicas papales, así c o m o en las conclusiones y declaraciones de los conci l ios vaticanos (véase Mejía, 2001a; F igueroa , 2002) .

E n la h i s t o r i a de la Ig les ia se h a n o r g a n i z a d o dos c o n c i l i o s vaticanos; el más rec iente tuvo lugar a p r i n c i p i o s de la década de los sesenta d u r a n t e e l siglo X X (Conc i l i o Vaticano I I , 1972 y Küng, 2002) . E n la lógica n o r m a t i v a de la Iglesia católica u n d o c u m e n t o c o m o las conclusiones de d i c h o C o n c i l i o Vaticano I I t iene más jerarquía que cua lqu ier encíclica papal , a n o ser que d i cha encíclica fuera presenta­da c o m o "ex cáthedra", es decir, si e l Papa le d iera u n rango especial de i n f a l i b i l i d a d . Si n o l o señala así y contradice l o asentado en e l C o n ­c i l i o Vat icano I I , los católicos t i e n e n la obligación de hacerle caso a éste y n o a la encíclica. H a c i e n d o analogías, si u n cód igo p e n a l c on ­t rad i j e ra a la Constitución habría u n a incoherenc ia jur ídica , pues la Constitución es la Carta M a g n a y la idea es que los cód igos ins­t r u m e n t e n la Constitución, p o r lo que habría que pr iv i l eg iar e l d o c u ­m e n t o de validez jurídica superior.

Si u n a encíclica contrad i j e ra lo que establece e l Conc i l i o Vatica­n o I I sería u n a enc í c l i ca a n t i c o n s t i t u c i o n a l , desde los p r o p i o s parámetros católicos. E n ese sentido , para d iscut i r los derechos en e l e n t o r n o de la sexual idad es necesario conocer lo que dice e l C o n c i l i o Vat icano I I al respecto, y allí losjerarcas se compromet ían a actualizar sus enseñanzas en función de l avance de l c o n o c i m i e n t o científico, además de que reconoc ían la participación activa de los laicos, térmi­no u t i l i zado en la institución para referirse a quienes n o son sacerdo­tes o religiosos (Conc i l i o Vaticano I I , 1968 y 1972). E l l o es m u y i m ­p o r t a n t e c omo a r g u m e n t o de negociación política, pero inc luso sería fuente de demandas a la Iglesia católica, respetando y re conoc i endo su p r o p i o lenguaje (Potts, 2003) .

L a Iglesia católica aceptó en d i c h o Conc i l i o e l c o m p r o m i s o de actualizar sus enseñanzas morales en función de l avance d e l conoc i ­m i e n t o científico, y u n o de los avances más impor tantes de los últi­mos 50 años (precisamente después de l Conc i l i o Vaticano I I ) es e l desarrol lo de la teoría de género. S imone de Beauvoir (1989) a r g u m e n ­ta que "las mujeres no nacen mujeres , sino que a p r e n d e n a ser m u j e -

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res". Múltiples investigaciones desarrolladas desde la teoría de géne­ro h a n mostrado que n o nos c ompor tamos c o m o varones y mujeres p o r impulsos naturales , sino que es u n aprendizaje social que está e n función de l o que socialmente se espera de varones y de mujeres . Lamas (1986) sostiene que la d i f erenc ia biológica p o r la cual nos d i ­ferenciamos sexualmente n o j u s t i f i c a científicamente los cr i ter ios de desigualdad social, que h a n r e p e r c u t i d o e n derechos d i ferenciados para las personas en función de su sexo b io lóg ico , y tampoco j u s t i f i c a la a u t o r i d a d d i f e renc ia l que se les reconoce a mujeres y a varones en las múltiples inst i tuc iones sociales (Micke lsen , 1986) . 2 5 De ahí que la necesidad de cuest ionar las representaciones sociales que se tienen de los hombres y de las mujeres e n inst i tuc iones t r a d i c i o n a l m e n t e d i r ig idas p o r los p r i m e r o s , c o m o la Iglesia católica, sea u n a d e m a n d a de l c o n o c i m i e n t o científico (Potts, 2003) . Cabría p r e g u n a r de qué m a n e r a la Iglesia católica ha accedido a esta d e m a n d a para revisar los componentes sexistas y misóginos de sus enseñanzas en ese ámbito.

O t r o avance importante de l conoc imiento científico de estos últi­mos años es el haber despojado a la homosexualidad de l carácter de pato­logía o de enfermedad (Ranke, 1988; Kraus, 2002). E l avance del conoci­m i e n t o ha mostrado que la homosexualidad es una de las tantas opciones sexuales posibles de los seres humanos cuando ejercen su sexualidad, así como l o son la heterosexualidad y otras más. Entonces, si el avance del conoc imiento lo ha demostrado, cabe preguntar de qué manera ha ac­tualizado la Iglesia sus enseñanzas en función de ese conocimiento . O si al contrar io , a pesar de que las antiguas certezas científicas se h a n cues­tionado, se sigue planteando el discurso con u n carácter dogmático, con lo que se estaría incurr i endo en una manipulación y no se cumpliría con los compromisos de la prop ia institución. Puede afirmarse que al abusar de la autor idad institucional min imizando la capacidad de deci­sión de las personas e i m p o n i e n d o una sola f o r m a de interpretar la reali ­dad, se atenta contra los derechos humanos de los miembros de la mis­ma, pero a la vez contra los de todos aquellos que reciben la inf luencia de tal normat iv idad en su entorno social.

O t r a cuestión i m p o r t a n t e es el tema del aborto. N o hay certeza cientí­fica de que la vida h u m a n a empiece con la concepc ión n i de que la persona sea tal desde el in i c i o de l embarazo (Salles, 1995; Valdés, 1999 y 2001) . Pero n o únicamente eso, s ino que tampoco hay certezas teológicas al respecto, l o cual es relevante ya que la teología es e l estu-

2 5 Véase en este libro el artículo de Richard N. Longenecker "Authoríty, Hierarchy and Leadership Patterns in the Bible", pp. 66-84.

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dio sistemático y f o r m a l de la religión y se construye como disc ip l ina con la búsqueda de u n c o n o c i m i e n t o r iguroso (Hisel , 1997; Mi l l e r , 2000b) . L a teología tiene u n sistema de trabajo hermenéutico, sistemá­tico y crítico que trata de d o c u m e n t a r rac ionalmente su objeto de estu­dio ; algunos teólogos católicos h a n demostrado con r i g o r científico l o que dice la Iglesia of ic ial : rechazan el aborto y a r g u m e n t a n que el p r o ­ducto de u n a concepc ión desde el m o m e n t o en que se le concibe es u n ser h u m a n o en potencia; p o r ende n o puede i n t e r r u m p i r s e e l proceso sin estar comet iendo u n h o m i c i d i o (Mejía, 2001b; Beuchot , 2001) .

S in embargo , otros teólogos católicos h a n expuesto r a c i o n a l m e n ­te los supuestos de l proceso de formación de la v ida h u m a n a y h a n c o n c l u i d o que n o podemos asegurar que desde el comienzo d e l e m ­barazo exista u n a vida, inc luso usando las herramientas y fuentes de la teología católica. Estos autores no h a n l legado a demostrar teoló­g icamente que e l aborto sea algo p e r m i t i d o , sino que conc luyen que de acuerdo con la teología católica n o hay elementos suficientes pa­ra demostrar que el abor to deba sancionarse m o r a l m e n t e (Muñera, 1996; Mejía, 2001b; Valdés, 2001) . Por ende puede afirmarse que así c omo n o hay certeza científica tampoco existe certeza teológica en e l tema de l abor to ; es decir, que e n la teología católica también hay discre­pancias, p o r lo que el avance d e l c o n o c i m i e n t o científico e n este ámbito demuestra la falsedad de cua lquier pretensión de certeza que se presente en u n a reflexión sobre este tema.

C o n f o r m e a la tradición magister ia l de la Iglesia católica, cuando no existen certezas los ind iv iduos t i e n e n la obligación de actuar de acuerdo con su conciencia (Mejía, 2001ay Figueroa, 2002) . Por ende, las demostraciones de que n o hay evidencias morales suficientes en la tradición católica para descalificar el abor to , de que la homosexua l i ­d a d n o es u n a patología n i u n a e n f e r m e d a d y de que varones y m u j e ­res n o tenemos derechos n i autoridades di ferentes p o r n a c i m i e n t o sino p o r u n a concepc i ón social, son avances de l c o n o c i m i e n t o que debe considerar la Iglesia católica si qu iere ser consistente con sus prop ios acuerdos normat ivos . Cabría p r e g u n t a r l e a los jerarcas y a quienes se presentan como intérpretes oficiales de la Iglesia católica ¿dónde y c ó m o h a n usado estos avances de l c o n o c i m i e n t o para actua­l izar sus enseñanzas morales? Si los h u b i e r a n i g n o r a d o estarían po ­n i e n d o en riesgo u n a de las pr inc ipales referencias normativas v igen­tes en la p r o p i a institución, pues n o privilegiarían que los ind iv iduos actúen de acuerdo c on su conciencia accediendo a la información adecuada para e l lo .

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P o r e l lo es p e r t i n e n t e p r e g u n t a r ¿qué sucede con los intérpretes oficiales de la m o r a l católica cuando t r a n s m i t e n cr iterios normat ivos dist intos a los que p o r su responsabi l idad c omo Iglesia les correspon­de?, ¿qué sucede con u n sacerdote no actualizado en este c o n o c i m i e n ­to acumulado? , ¿se le puede d e m a n d a r c o m o a u n méd i co? , ¿se le puede en ju ic iar si a f i r m a que los homosexuales son enfermos , pese a que la ciencia l o cuestiona? Pudo haber lo d i c h o hace t i e m p o , c u a n d o la m i s m a ciencia l o a f i rmaba, pero si ahora lo cuestiona, ¿cuál es la responsabi l idad d e l sacerdote que aún l o sostiene?, ¿puede generar le conf l ictos existenciales a los homosexuales católicos que oyen su dis­curso y que creen que están enfermos? ¿Qué pasaría si tras r e c ib i r múltiples sanciones sociales u n homosexua l se acabara suic idando?, ¿podría argumentarse que u n sacerdote es corresponsable d e l suici ­d i o p o r haber t r a n s m i t i d o u n a his tor ia equivocada y p o r haber gene­rado confusiones que habría p o d i d o evitar en a lguna forma?

A q u e l que i g n o r a el avance de l c o n o c i m i e n t o científico acaba generando daños que p u d o haber evitado si h u b i e r a c u m p l i d o con l o que le corresponde como sacerdote en el contexto de la Iglesia "post-Vat icano I I " , a t end iendo al c o n j u n t o de normas que le corresponde­ría conocer y aplicar, p e r o n o sólo de acuerdo con las normas civiles, a u n q u e co inc idan con los derechos humanos , sino con las propias normas de la Iglesia católica. E l p r o b l e m a práctico es d i scern ir ante quién se puede d e m a n d a r esta negl igencia , ¿ante la p r o p i a jerarquía de la institución?, ¿se puede ser j u e z y parte? L a vert iente que p r o p o ­nemos exp lo rar responde al s iguiente cuest ionamiento analítico: ¿se podr ía p lantear la responsabi l idad en que i n c u r r e n los intérpretes de la religión católica ante los prop ios creyentes, en la m e d i d a en que éstos se reconozcan con derechos?

Si la Iglesia se comprometió a revisar sus enseñanzas en función de los avances de la ciencia, y además ha reconocido que mientras n o haya certeza científica sobre alguna cuestión que es objeto de dilemas mora­les se debe privilegiar la l ibertad de conciencia de las personas creyentes (Pagliero, 2000), ¿incurren los sacerdotes en una irresponsabilidad m o ­ra l p o r haber ignorado la necesidad de actualizar sus enseñanzas? Por lo mismo, ¿haría falta imaginarse formas de reparar los daños que ellos han ocasionado sobre la d ign idad y los derechos de múltiples creyentes y aun de los n o creyentes, inf luidos p o r las normas sociales que se mant ienen como consecuencia de dicha interpretación fundamentalista?

E n la dinámica de la Iglesia católica se advierte que a pesar de algunas interpretac iones manipuladoras , sexistas, sesgadas y al pare-

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cer negl igentes de su burocrac ia , hay otros actores sociales q u e for ­m a n l a mayoría; se trata de los creyentes, quienes a veces a d o p t a n posiciones di ferentes e n e l ámbito de la sexual idad. Por e l l o vale l a pena preguntarse si r ea lmente aceptan acrítica y s i lenciosamente las normas que i m p o n e n los jerarcas , ante l o cual varias investigaciones sostienen que n o , p e r o que viven en u n a dis idencia ambiva lente y c o n t r a d i c t o r i a (Figueroa, 1995 y Tena, 2002) .

E n el s iguiente apartado se presentan algunas alternativas al dis­curso o f i c ia l de la Iglesia católica que p r o v i e n e n de la práctica de los prop ios creyentes e in c luyen hasta la de algunos teólogos de la p r o p i a institución. E n ellas es evidente la i n f l u e n c i a de l m o v i m i e n t o f e m i n i s ­ta, de los defensores de derechos h u m a n o s y de los intérpretes "alter­nativos" de la p r o p i a religión católica, en especial de quienes se i n t e ­resan p o r la teología . 2 6

Y entonces, ¿en qué creen los que sí creen?

C o n e l propósito de caracterizar los ejercicios de ciudadanía religiosa entre los creyentes, e n su m o d a l i d a d de resistencia y de transgresión (Petchesky y j u d d , 1998), así c o m o en la de resignificación de las nor ­mas morales vinculadas c on el tema de la sexualidad, hemos ven ido sistematizando y d o c u m e n t a n d o el quehacer de algunos actores que de diversas maneras h a n r e i n t e r p r e t a d o y en ocasiones c o n f r o n t a d o lo que se conoce como la postura o f ic ia l de la tradición católica. 2 7

La reinterpretación de las normas entre creyentes católicos

a) Los p r i m e r o s actores sociales a c o m e n t a r son las c omunidades eclesiales de base ( C E B ) , quienes p r o p o n e n regresar a la lógica de las pr imeras comunidades de cristianos que abogaban y pract i caban u n a organización que actualmente se consideraría de t ipo socialista, que están m u y interesadas en cuestiones de j u s t i c i a social y en trabajar de m a n e r a c o n j u n t a para contrarrestar la pobreza, pero c o n posturas ambiguas en cuanto a los temas de sexualidad. Cabe destacar que

2 6 E l carácter alternativo radica en su distanciamiento respecto a la presentación oficial de la enseñanza católica.

2 7 Se retoman sintéticamente algunas reflexiones iniciadas en Figueroa (1995) y en Figueroa y Rodríguez (2000).

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estas posturas sociales h a n sido cuestionadas p o r la jerarquía de la institución, al m a r g e n de que se hayan jus t i f i cado c on e l a r g u m e n t o de " o p t a r p o r los pobres" y p o r quienes sufren di ferentes t ipos de discriminación y marginación social. E l l o ha ocasionado que varios líderes religiosos de América L a t i n a que h a n apoyado esta o p c i ó n hayan sido marginados de sus labores pastorales; además en a lgunos casos t a l m a r g i n a c i ó n los h a l l e v a d o a r e t i r a r s e de sus l a b o r e s sacerdotales para dedicarse de l l eno a la defensa de su "pos tura revo­l u c i o n a r i a " , según la interpretación o f i c ia l de la Iglesia (Boff , 1991) .

E n u n par de investigaciones realizadas en Brasi l (R ibe i ro , 1994; Nunes , 1994) se analizó de qué m a n e r a el hecho de ser parte de u n a o p c i ó n renovadora de la posición católica conduce al i n d i v i d u o a asu­m i r u n c o m p o r t a m i e n t o d i f e renc ia l respecto a las prácticas sexuales. Varios católicos entrevistados r e conoc i e ron que la vida c o t i d i a n a y la r ea l idad específica van m o l d e a n d o las decisiones que deben tomar , al m a r g e n de lo que sostenga el discurso o f i c ia l de la Iglesia, ya que pr iv i l eg ian en buena m e d i d a el actuar de acuerdo c on la p r o p i a con­ciencia, la cual es mo ldeada p o r e l e n t o r n o social al que se e n f r e n t a n , más allá de los pr inc ip i o s inmutab les y universalistas que están pre ­sentes e n el discurso ins t i tuc i ona l .

Las mujeres entrevistadas reconocen que al pr iv i leg iar la conc ien ­cia se le da entrada a las nociones de respeto y to lerancia , l o cual t iene impor tantes coincidencias c o n el discurso feminis ta y c o n los argumentos centrados en los derechos e n la sexualidad, ya que am­bos p r o c l a m a n que las mujeres deben asumirse como t i tulares de de­rechos y como seres capaces de ejercer su ciudadanía. 2 8 R ibe i ro (1994) expone que los cambios en la d o c t r i n a m o r a l de la Iglesia son más lentos que las transformaciones de la práctica de sus fieles, y que el lo genera confl ictos graves p o r los desfases temporales . Esta autora con­sidera que la dinámica de las C E B , que t ra tan de f o r m a r u n a conc ien­cia social, est imula a las mujeres para que se asuman c o m o sujetos; p o r e l lo le c on f i e ren u n lugar pr iv i l eg iado a la conciencia personal

2 8 E n una revisión hermenéutica del concepto "primacía de la conciencia", un documento de C D D se pregunta si una persona puede hacer un buen juicio moral según los dictados de su conciencia si está en desacuerdo con las enseñanzas del ma­gisterio. Después de un seguimiento del término a lo largo de la historia de la Iglesia católica, se concluye que de acuerdo con los pronunciamientos oficiales de la Iglesia en los siglos X V I I I y X I X la respuesta sería básicamente que no, pues el ejercicio de la conciencia se constreñía al marco de las enseñanzas eclesiásticas. Sin embargo, luego se muestra cómo el Concilio Vaticano II reconoció la libertad y la autonomía de la conciencia en la aplicación de los principios morales a situaciones específicas ( C D D , 1998b).

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como instancia última de j u i c i o y cons ideran p r i m o r d i a l e l p a p e l de la persona en tanto sujeto l i b r e y responsable de sus actos.

Según Nunes (1994) , si b i e n n o se observan transformaciones radicales en la actuación de las mujeres católicas n i u n a r u p t u r a de las relaciones desiguales entre los sexos, es posible ver en las nuevas prácticas y discursos u n reacomodo de las relaciones, cuyo saldo es favorable para las mujeres . M e d i a n t e la afirmación de su i n d i v i d u a l i ­dad están re iv ind i cando espacios para sí mismas e n tanto mujeres . Esta reafirmación de la i n d i v i d u a l i d a d representa u n espacio de c o n ­vergencia de l discurso f emin is ta c on el de la Iglesia. Más q u e u n a transformación radica l e n e l c o m p o r t a m i e n t o de las mujeres , la i n ­vestigación de Nunes detectó u n d i s tanc iamiento entre las j u s t i f i c a ­ciones de las entrevistadas y las normas católicas tradic ionales . E l l o t iene u n sentido m u y p a r t i c u l a r en tanto se trata de mujeres , ya que si b i e n están excluidas de la p o s i b i l i d a d de e laborar normas , a p a r t i r de su rea l idad específica i n v e n t a n formas de j u s t i f i c a r su transgresión.

Esta reivindicación reviste u n a especial significación p o r q u e i m ­pl ica l a destrucción de la asociación entre placer y culpa , sexo y peca­do , f u e r t e m e n t e arraigada p o r la acción c o n j u n t a de u n a c u l t u r a y u n a religión patriarcales. Esto n o qu iere dec i r que se hayan abando ­nado las referencias religiosas tradic ionales , sino que las mujeres las r e i n t e r p r e t a n a p a r t i r de la asimilación de nuevos conten idos ; e n la práctica u t i l i z a n e l p r o p i o discurso de la Iglesia para l e g i t i m a r sus prácticas aparentemente opuestas al discurso i n s t i t u c i o n a l , a u n q u e el lo n o está ajeno a las situaciones contradic tor ias y ambivalentes ca­racterísticas de t odo proceso de transformación c u l t u r a l .

b) O t r o g r u p o de personas cuya experiencia vale la pena d o c u m e n ­tar es e l de aquellas mujeres católicas que t i enen la experiencia de ha­berse practicado u n aborto , de haber usado anticonceptivos distintos a los que la institución suele p e r m i t i r de acuerdo con sus normas ( H u m e , 1992b; Barraza, 1998; Mejía, 1998), o de haberse divorc iado, a pesar de que la n o r m a inst itucional rechaza esa posibi l idad que hoy día es avalada c iv i lmente en la mayor parte de los países lat inoamericanos. Además, t i enen la característica de que les interesa no desligarse de la Iglesia católica, no qu ie ren pasar a ser "católicas n o creyentes" y menos aún ex católicas, sino que les resulta m u y relevante seguir f o r m a n d o parte de la m i s m a tradición, a u n q u e e n c u e n t r e n algunas discrepancias y desfases con los miembros de la jerarquía inter ins t i tuc iona l . Es in te ­resante analizar de qué manera abordan estas mujeres los desfases en ­tre sus experiencias cotidianas y los discursos normativos de la ins t i tu -

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ción, e n part icular cuando algunas de ellas reconocen en el f e m i n i s m o una g r a n ayuda para reconciliarse con sus convicciones religiosas, ya que a luden a la d i g n i d a d y a la generosidad, al margen de que este mismo discurso sea cr i t icado p o r la jerarquía católica.

E n entrevistas aplicadas a mujeres católicas en Uruguay, Paraguay y A r g e n t i n a sobre su vivencia de la sexualidad y la m a t e r n i d a d (Mazzott i , Pu jo l y Terra, 1994), se abordó la posición de u n a parte i m p o r t a n t e de los miembros de la Iglesia católica respecto a estos temas, comparada con la enseñanza of ic ial de d icha institución. A pesar de que las m u j e ­res t i enen una experiencia vital de negaciones, privaciones y p r o h i b i ­ciones, los resultados most raron que aspiran a algo di ferente . L o i n t e ­resante es que las entrevistadas expresan y c o m u n i c a n sus vivencias haciendo evidente e l análisis crítico de su real idad y su capacidad s im­bólica para revisar e l marco referencial que conocen.

E n este contexto tampoco puede generalizarse u n a t rans forma­c ión, ya que sus test imonios están cargados de angustia, l o cual en e l f o n d o expresa u n deseo existente, pero u n deseo aplastado, signo de u n a c omple j idad permanente . Las mujeres se ven sometidas a la sexua­l i d a d de los varones y mayor i tar iamente constituye u n a fuente de do ­l o r ; es c o n t r a d i c t o r i o que de a lguna m a n e r a se s ientan respaldadas p o r la Iglesia, a pesar de que les c o n f i r m a que n o deben sentir n i ver la sexual idad c o m o u n derecho . A l sentirse solas e i n c o m p r e n d i d a s p o r la misma Iglesia, crean su p r o p i a interpretación de las normas (Pérez A g u i r r e , 1991a, 1994a, 1994b) . E n el f o n d o estas mujeres re ­c laman u n a Iglesia más cercana a su vida, pues s ienten la necesidad de ser consideradas a p a r t i r de su lugar, su exper ienc ia v i ta l , sus razo­nes y sus motivos de fe. Es interesante que h a b l e n de u n Dios que puede entender lo que v iven, pues j u z g a con cr i ter ios di ferentes a los de la Iglesia; p o r e l lo los mandatos de la institución n o las ayudan, no aparecen como u n a propuesta a n i m a d o r a de su c rec imiento y desa­r r o l l o , aunque e n tanto valores sigan siendo u n a referencia sin la cual a f i r m a n que se "quedarían todavía más solas" (Pérez A g u i r r e , 1991b) .

E l l o co inc ide con l o encontrado en Brasi l , ya que también allí se opera u n a c ierta disociación en la que algunas características centra­les de su i d e n t i d a d y de sus vidas q u e d a n en la per i f e r ia o al m a r g e n de su v ida de Iglesia (Nunes , 1994; R ibe i ro , 1994). Vuelve a darse u n a autojustificación distanciada de l discurso o f i c ia l , pero cons tru ida a p a r t i r de su conciencia de g r u p o .

c) Otros actores relevantes en este marco de ciudadanía religiosa son los teólogos católicos, quienes a p a r t i r de su revisión hermenéuti-

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ca de los documentos e n d o n d e se l e g i t i m a la tradición rel ig iosa de l a que son parte , e n ocasiones l legan a conclusiones distintas y c o n u n grado de certeza m u y d i f e rente a l que suele presentarse e n el magis­ter io de la p r o p i a institución, e inc luso entre otros teólogos católicos. L o interesante es c omentar e l s ignif icado de la n o certeza c o m o c o n ­clusión en el ámbito de la teología, a la vez que la discrepancia e n cuanto a sus conclusiones respecto a las de l mag is ter i o . 2 9

C o m o e jemplo de resistencia a la n o r m a t i v i d a d jerárquica en la Iglesia, es interesante recuperar la argumentación de u n teólogo que ha examinado los textos católicos para abordar de u n a manera a l terna­tiva las cuestiones ligadas c on la sexualidad y la reproducción, cuestio­nando el papel restrictivo y m a n i q u e o de la religión católica y m o s t r a n ­do las bondades de la sexualidad y la necesidad de reconceptuar la enseñanza of ic ial sobre estos temas. Muñera (1993) a f i rma que la ver­sión alternativa en el tema de la sexualidad se ha venido abr iendo ca­m i n o e n la Iglesia sobre todo a p a r t i r de l Conc i l i o Vaticano I I y a pesar de las encíclicas papales posteriores. D i c h o Conc i l i o reconoc ió que a la luz de u n a interpretación científica de la Bib l ia (a l o que l lama exégesis bíblica) ha sido posible mod i f i car muchas doctrinas teológicas basadas en u n a percepción fundamental ista de los Libros Sagrados ( G r a h a m Colé, 1964; 3 0 Muñera, 2003) . Además ref iere que d i cho Conc i l i o , par­t i endo precisamente de u n a lectura exegética de la Bib l ia , ha expresa­do algunas doctrinas sobre la real idad de l m u n d o y de l ser h u m a n o que d i f i e ren de las t rad ic ionalmente asumidas p o r la Iglesia: entre ellas varias t i enen que ver d irectamente con la sexualidad.

A manera de e jemplo m e n c i o n a que según el Nuevo Testamento y el Conc i l i o , todas las realidades humanas son intrínsecamente buenas. E l autor argumenta teológicamente que los procesos que generan u n a actividad espontánea de la sexualidad y de la geni ta l idad de carácter fisiológico, son buenos const i tut ivamente, e igual lo son los procesos que generan actividad espontánea de la sexualidad y de la geni ta l idad en términos de func i onamiento de l psiquismo, tales como los i n s t i n -

2 9 E n Figueroa (2002) se incluye un capítulo introductorio sobre el papel de la religión en el análisis y la vivencia de dilemas éticos en la reproducción, y se discuten ejemplos de dos de los recursos relevantes con los que cuenta actualmente la Iglesia católica para abordar dichos dilemas: el discurso normativo del magisterio y la re­flexión científica de la teología. Ello permite contextualizar el alcance de la noción de infalibilidad atribuida socialmente a las enseñanzas de la Iglesia católica en el ámbito de la moral.

3 0 Véase en especial los capítulos " L a homosexualidad en la Biblia" y "Otras des­viaciones sexuales" en las páginas 287-311 y 313-340, respectivamente.

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tos, impulsos , pasiones, sensaciones, imaginación, fantasía, el pensa­m i e n t o , la proyectividad y la tendencia relacional sexuada e intersexual .

P o r el lo Muñera (1993) reconoce la especial trascendencia de la sexual idad en las relaciones humanas , en la v ida de la sociedad, en la construcción de l a m o r h u m a n o , en el m a n t e n i m i e n t o de la especie y en la obtención de múltiples aspiraciones de p l e n i t u d h u m a n a . Con ­f o r m e a la interpretación de Muñera, la religión católica en t i ende hoy día que cua lquier acercamiento a la rea l idad , y en especial a la r e a l i d a d h u m a n a , n o es posible desde la sola esfera religiosa; m e j o r d i c h o , la misma comprens ión rel igiosa cr ist iana hace captar l a auto ­nomía de la rea l idad . E n consecuencia reconoce la necesidad de acu­d i r a las ciencias que t o m a n c o m o ob jeto de estudio a la sexual idad para p o d e r referirse adecuadamente a ella. Se trata de realidades com­plejas que sólo serán comprensibles en la m e d i d a en que diversas c ien­cias a p o r t e n sus datos c o n j u n t a m e n t e .

Según Muñera la interpretación que presenta en su texto manif ies­ta el pensamiento de u n a parte de la Iglesia católica que no está de acuerdo con las versiones tradicionales sobre estos temas. E n el f o n d o de la cuestión reconoce planteamientos epistemológicos diferentes', la versión t r a d i c i o n a l se a ferra a concepc iones esencialistas, b io log ic is tas e impositivas de la real idad, lo cual de te rmina que se mantenga u n r igo ­r ismo exagerado que d i f i cu l ta e l diálogo entre la religión y las ciencias, a pesar de los acuerdos de l Conc i l io Vaticano I I .

d) U n último g r u p o que interesa analizar en este recuento g loba l de los procesos de ciudadanía religiosa es e l de otras personas creyen­tes, para lo cual se ha de examinar la f o r m a en que éstas i n t e r p r e t a n los di lemas morales a los que están expuestas co t id ianamente , a l mar­gen o a la par de las normas que p r e t e n d e n i n f l u i r sobre su c o m p o r t a ­m i e n t o ; así, u n a n o r m a m o r a l surgida de la tradición católica puede ser i n t e r p r e t a d a de manera d is t inta p o r dos creyentes de la m i s m a tradic ión. E l l o se r e l a c i o n a c o n las especial izaciones de g é n e r o (Lagarde , 1990) , c on la práctica de su sexual idad y c on e l e jercicio m i s m o de la ciudadanía, y puede apreciarse c laramente en el trabajo de Lista (2001) sobre cosmovisiones morales , d o n d e el a u t o r muestra algunas posibi l idades de interpretación de las normas morales , i n c l u ­so en u n a sociedad mayor i tar iamente católica. E n los resultados de esta investigación, l levada a cabo en A r g e n t i n a , u n g r u p o de la pob la ­c ión se ajusta a u n marco n o r m a t i v o con "perspectiva heterónoma" cuya co inc idenc ia c on el discurso l eg i t imado p o r lajerarquía católica es notab le , aunque también se puede ident i f i car a o t r o g r u p o con

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"perspectiva autonómica" e n que los ind iv iduos adoptan el p a p e l de actores fundamenta les e n la reflexión y la vivencia de las n o r m a s morales y e jercen su autodeterminación d e n t r o y fuera de l a j e r a r ­quía católica. E l autor u t i l i z a los conceptos de autonomía y h e t e r o -nomía para designar estas cosmovisiones di ferentes.

El concepto de heteronomía está referido a la ubicación externa de la fuente de autoridad. Supone la creencia sobre la existencia de centros de control externos, que pueden identificarse con entidades religiosas (Dios, libros sagrados) o seculares (la naturaleza, el destino, la ley), que son pen­sados, por quienes sustentan este tipo de cosmovisión, como entidades superiores, infalibles, omnipresentes y universales (o con un alto grado de universalidad). El concepto de autonomía está referido a la localiza­ción de la fuente de autoridad y decisión en el individuo; supone la creen­cia sobre la existencia de controles internos que son generalmente conce­bidos como relativos, falibles y adaptables [Lista, 2001: 195].

E n e l p r i m e r caso la a u t o r i d a d se hal la fuera de la persona, t iene u n carácter ahistórico y p o r ende , d i f i c u l t a d para transformarse o i n ­f l u i r sobre la misma, mientras que en el segundo el i n d i v i d u o se i d e n ­t i f ica c o m o actor i m p o r t a n t e d e n t r o de l e jercic io de la a u t o r i d a d , y p o r ende , se perc ibe c on más posibi l idades de i n f l u i r sobre la m i s m a , a la p a r que está más conf l i c tuado p o r sus consecuencias, ya que e n ­t iende que d e p e n d e n de él. A lgunos autores dirían que el contraste es ev idente si se c o m p a r a la f o r m a de educar dogmática y jerár­qu i camente desde la cátedra, c on u n a aproximación más l i b e r a l y crí­tica, c o n múltiples y constantes interacciones y diálogos (Freiré, 1971 y 1973; Fre inet , 2000) .

Si las dos interpretac iones morales esbozadas e n e l p r i m e r apar­tado t i e n e n cabida d e n t r o de la Iglesia católica, parece posible suge­r i r que esta tradición rel igiosa puede f o r m a r seres autónomos c o n capacidad para ejercer sus derechos humanos , inc luso c omo conse­cuencia d i rec ta de su formación religiosa. Sin embargo también pue ­de ser factor de justificación de posturas heterónomas que conside­r a n inevitables ciertas condic iones injustas a las que se e n f r e n t a n co t id ianamente las personas, pues las normas que las r i g e n están en u n contex to en d o n d e no t i e n e n in je renc ia pos ib le . 3 1

3 1 E n Tena (2002) y en Rodríguez (2002b) se documentan ejemplos de mujeres jóvenes de zonas urbanas y de adolescentes residentes en zonas rurales de México que han reinterpretado la normatividad católica vinculada con sus prácticas sexuales en formas variadas, a pesar de que viven en entornos calificados como de "normatividad tradicional".

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Algunas consideraciones analíticas, metodológicas y políticas

C o n e l e jercicio presentado e n este texto pretendemos es t imular u n a reflexión metodológica sobre otras vertientes de análisis de la i n f l u e n ­cia de la tradición católica en los derechos humanos v inculados con la sexual idad, s in necesidad de repe t i r la argumentación que se ha expuesto para d o c u m e n t a r este tema de estudio. Sin embargo , es fac­t ib le que algunas personas n o reconozcan la pos ib i l idad de u n a doble ver t i ente m o r a l e n la Iglesia católica, n i la p e r t i n e n c i a de hab lar de esos grupos progresistas que sistemáticamente r e i n t e r p r e t a n el dis­curso d e l magister io ; así, p r o b a b l e m e n t e m i n i m i c e n el s igni f icado y la relevancia que puede tener la existencia de creyentes que reelaboran y v iven de o t ra de m a n e r a su ser católico. Inc luso puede suceder que los ca l i f iquen c omo "no católicos", más que como transgresores que se s ienten empoderados c o m o autoridades para r e d e f i n i r e l c ontex to n o r m a t i v o de l que son parte . Si fuera así, la hipótesis que guía todo el texto sería fácilmente descartable, y p o r ende parecería innecesario hab lar de negl igencia o de responsabi l idad pastoral c on relación a los derechos de las personas creyentes. Sin embargo c omo nuestro propósito ha sido o r d e n a r en este texto u n a serie de argumentos que p e r m i t a n diversif icar e l contexto para p o n e r a p r u e b a nuestra hipóte­sis de trabajo a p a r t i r de u n a reflexión más a m p l i a sobre los derechos e n la sexual idad y sobre la h i s t o r i c idad de las normas de la tradición católica, para c o n c l u i r presentemos algunas propuestas de investiga­c ión metodo lóg ica y analítica, pero también de trabajo polít ico.

a) Vale la pena re f l ex ionar sobre las impl icac iones de recuperar el c o n o c i m i e n t o científico en el proceso de de f in ir , m a n t e n e r y reno ­var las enseñanzas d e n t r o de u n a tradición rel igiosa, en par t i cu lar p o r q u e ese c o n o c i m i e n t o n o es n e u t r o desde u n a perspectiva políti­ca. A e l lo se añaden los supuestos sexistas de quienes l levan a cabo la investigación y de quienes dec iden qué c o n o c i m i e n t o puede ser con­siderado u n avance. Por e l lo es necesario t o m a r en cuenta la tensión entre las ciencias sociales y las biomédicas con relación a su pos ib i l i ­d a d de generalizar e l c o n o c i m i e n t o acumulado respecto a los s ign i f i ­cados de los matices y los cuest ionamientos a las teorías universales, c omo parte de u n proceso de avance en la comprensión de l quehacer de los seres humanos .

E n u n m o d e l o e x p e r i m e n t a l - p r i v i l e g i a d o en muchas m o d a l i d a ­des de investigación básica- se i n t e r p r e t a que hay u n avance en el c o n o c i m i e n t o cuando se demuestra (en situaciones controladas) que

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dos o más f enómenos se re lac i onan entre sí, y que algunos d e ellos p u e d e n considerarse causas de otros , u n a vez que se c o n t r o l a n otras pos ib les i n f l u e n c i a s . Si b i e n e n las ciencias sociales hay o p i n i o ­nes positivistas análogas a la anter ior , también existe la interpretación de l falsacionismo al que hacia alusión Popper (1983) , en la lóg ica de p o n e r a prueba teorías que general izan la interpretación de los f enó ­menos a r g u m e n t a n d o que e l lo o c u r r e en la mayor parte de los casos e i g n o r a n d o las excepciones, identi f icadas así desde u n p a r a d i g m a de " n o r m a l i d a d " .

E n ese sentido, el hecho de demostrar la insuficiencia de u n a teo­ría para englobar todos los casos constituye o t ro avance de l conoc i ­m i e n t o , precisamente p o r los múltiples matices que t i enen que incor ­porarse a su interpretación. Si b i e n la sociología, la antropología, la psicología y muchas otras disciplinas h a n cuestionado las in terpre tac i o ­nes que tradic ionalmente se hacían sobre las diferencias entre varones y mujeres , entre heterosexuales y homosexuales, y sobre el s ignif icado de l placer sexual, entre otras materias, tales cuestionamientos n o h a n sido considerados de manera directa p o r la Iglesia católica c o m o avan­ces en la ciencia. Por el lo tampoco se i n t e r p r e t a n como algo que pueda convertirse en mater ia l de interlocución con la n o r m a t i v i d a d religiosa en lo general , como magisterio ins t i tuc iona l , n i de los discursos usados p o r los agentes institucionales en l o part icular , formados más e n la bús­queda de la coherencia lógica de la disertación filosófica y teológica que e n la lectura crítica de las normas institucionales a p a r t i r d e l avan­ce de l conoc imiento científico.

As imismo conviene re f l ex i onar sobre los derechos de las perso­nas creyentes y las responsabilidades de los intérpretes oficiales de la tradición católica y de todos aquellos que desempeñan u n a función burocrática d e n t r o de la institución. Cabe preguntar ¿respecto a quién se p u e d e n ejercer los derechos que t i e n e n los creyentes - y otras per­sonas inf luidas p o r e l discurso r e l i g i o s o - y sobre todo , respecto a quién se d e m a n d a n , cuando n o existen las condic iones para llevarse a la práctica? Inc luso vale la p e n a p r e g u n t a r si t iene sent ido hab lar de ciudadanía religiosa d e n t r o de u n a institución jerárquica como la Ig le ­sia católica. U n e j emplo de e l lo es e l tema y valor de la " l i b e r t a d de conciencia" , e n función de l o que se d e n o m i n a u n a conc ienc ia b i e n f o r m a d a , para l o cual se r e q u i e r e n u n a buena información y recursos para actuar l i b r e m e n t e ( C D D , 1998b) . A h o r a b i e n , d i cha l i b e r t a d se puede p o n e r e n práctica cuando se accede a u n a comprensión de la propuesta i n t e g r a l de la tradición rel igiosa de la que se es parte o a

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la que se quiere pertenecer, p e r o e l lo se d i f i c u l t a cuando d i c h o con­t e n i d o se oculta , tergiversa o d istors iona, ya sea p o r fa l ta de actualiza­c ión de q u i e n lo t ransmite o p o r la intención d i rec ta de m o d i f i c a r e l sent ido de l m i s m o .

E l l o debe ser considerado c o m o objeto de " d e m a n d a de cuentas" p o r par te de los creyentes de u n a tradición religiosa, y al m i s m o t i e m ­p o p o r todas aquellas personas sobre las que r e p e r c u t e n la i n t e r p r e t a ­c ión y las acciones sociales y políticas derivadas de la misma, c o m o es el caso de múltiples n o creyentes de Iglesia católica. Si b i e n hemos u t i l i z a d o e l concepto de "negl igenc ia pastoral" , también podr íamos a l u d i r a u n a "responsabi l idad pastoral " , pero al final de cuentas cual ­q u i e r a de tales conceptos trata de evitar u n a posición de i n t e r v e n c i o ­nes uni laterales p o r parte de los jerarcas y líderes de la Iglesia con el fin de acotarla en función de las normas c laramente establecidas en múltiples documentos inst i tuc ionales , d e n t r o de los cuales se recono ­ce la a u t o r i d a d m o r a l de las personas creyentes c omo parte básica de esta corporac ión religiosa.

Es i m p o r t a n t e d i s t inguir entre negligencia y responsabil idad pas­t o r a l , ya que la p r i m e r a provoca u n daño de m a n e r a acc idental o i m p r u d e n c i a l p o r falta de hab i l idad o p o r falta de cuidado en la inter ­vención, mientras que la responsabil idad alude a aquellos casos en que el daño p r o d u c i d o de alguna manera se genera de manera in tenc io ­na l , posiblemente tras in te rpre tar que no es nocivo; pero también hay otros casos en que se m a n i p u l a n los discursos para mantener cierta situación de pr iv i leg io o b i e n para r e p r o d u c i r las normas establecidas. Inc luso , puede que no sea in tenc iona l el daño si se piensa en la prensa que l o genera, pero sí lo es cuando la institución como u n todo d i f i c u l ­ta que los miembros de la jerarquía se actualicen y con ello puedan cuestionar reduccionismos en el in tercambio con las personas creyen­tes, sobre quienes ejercen u n t ipo m u y específico de autor idad .

c) U n a vez que tenemos u n a aproximación a la divers idad de o p i ­n iones y prácticas de los católicos, la i n q u i e t u d pend iente desde la lógica de los derechos h u m a n o s es ¿ c ó m o asegurar que e l e jercic io c o t id iano de ser católico sea convert ido e n u n proceso que conf iera p o d e r a los fieles en el ámbito de su sexualidad? U n a opc i ón válida sería histor izar los discursos y evidenciar su uso p o r parte de otros actores sociales, g e n e r a n d o así d i lemas pol ít icos que n o p u e d e n ignorarse .

¿ C ó m o ped i r l e cuentas a los intérpretes oficiales de la Iglesia ca­tólica sobre la responsabi l idad que t i enen p o r el t i p o de discurso que

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m a n e j a n , en la lógica de asumir u n c o m p r o m i s o sobre los derechos de quienes les reconocen a u t o r i d a d m o r a l , en la in te l i genc ia de que los líderes de la Iglesia católica, los sacerdotes, las religiosas y cua l ­q u i e r o t r o personaje a q u i e n se reconozca c o n a u t o r i d a d p a r a d i f u n ­d i r referencias normativas t i e n e n responsabi l idad p o r e l discurso que t r a n s m i t e n , dado el r i g o r c o n que lo hacen? E n e l C o n c i l i o Vat i cano I I se r e conoc i ó la necesidad de que la Iglesia católica actual izara sus enseñanzas en función d e l avance d e l c o n o c i m i e n t o científ ico, y esto no únicamente se ref iere a la investigación biomédica, s ino que i n c l u ­ye e n t r e otras a la invest igación soc ia l , c o m o la s o c i o l ó g i c a , l a antropológ ica y la psicológica, las cuales h a n i d o d o c u m e n t a n d o la f o r m a en que los ind iv iduos constru imos nuestros procesos vitales a p a r t i r de introyectar y re interpretar las normatividades institucionales de las que somos parte .

Parece necesario desarrollar categorías analíticas para aproximarse al estudio de l pape l de los intérpretes oficiales de la Iglesia católica en el e jerc ic io de los derechos de los creyentes, cuest ionando qué t a n actualizados están en e l c o n o c i m i e n t o científico sobre la sexual idad. Así c o m o los médicos t i enen la necesidad de estar al día y de i r r e n o ­vando su cédula para ejercer su profesión, n o le vendría m a l a la Ig le ­sia católica que sus sacerdotes y religiosos tuv ieran c ier to t i p o de ac­tualización al respecto, pues de n o ser así, su a u t o r i d a d para ejercer como tales es m u y cuestionable. E n ese sentido debemos interesarnos p o r c ó m o c o n t r i b u i r a la actualización científica de la Iglesia católica - c o m o recurso de e m p o d e r a m i e n t o c i u d a d a n o - en su c o n j u n t o ; es decir, n o únicamente de la jerarquía, sino también de las personas que son parte de esa institución tan comple ja .

Los e jemplos analizados en el texto muestran que los i n d i v i d u o s que creen en esta tradición están reconstruyéndola a pesar de t o d o , pero a la par están d e m a n d a n d o y a ratos ex ig iendo que se les p e r m i ­ta discrepar de las op in iones de la jerarquía sin tener que abandonar la institución. L o h a n l ogrado al reconocer su derecho de i n t e r v e n i r c omo ind iv iduos e n la construcción de sus espacios cot id ianos , a pe­sar de las contradicc iones existentes en el discurso o f i c ia l de la Iglesia católica. E n este sentido vale la pena seguir e x p l o r a n d o las pos ib i l ida ­des analíticas y políticas de las categorías de negligencia pastoral y de ciudadanía religiosa de los creyentes e n u n a tradición rel igiosa c omo la católica.

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