tratado de grimminología

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Triple C El Descensor Tratado de Grimminología Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Veintiséis minificciones magnificamente ilustradas, basadas en los cuentos que todos conocemos, o creíamos conocer... Para descarga ir a https://sites.google.com/site/revistaeldescensor/numeros

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Page 1: Tratado de Grimminología

Triple C El Descensor

Tratado de Grimminología

Ilust

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pez

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aya

(Ju

anlu

)

Page 2: Tratado de Grimminología

Relatos:

Aurora Ruá Caro Fernández

Débora Benacot Diana Raquel Hernández Meza

Fher Echenique Graciela B. Contratti

Hernán Indiveri Jesús Humberto Olague Alcalá

José Manuel Ortiz Soto Juan Badaya

Juan Manuel Montes Juan Romagnoli

Leo Mercado Luisa Hurtado González

Luis Correa MA

NiñoCactus Paloma Hidalgo

Patricia Mejías Roque Grillo

Rosa Martínez Sandra Montelpare

Sara Lew Sergi Blau Orts

Sergio Cossa Verónica Gibbs

Ilustraciones:

Aurora Ruá Diego Iglesias Solano

José Luis Sandín Juan Luis López Anaya (Juanlu)

Sara Lew

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Triple C

2012

El Descensor

TRATADO DE

GRIMMINOLOGÍA

Page 4: Tratado de Grimminología

Tratado de Grimminología. Idea original: Jesús Humberto Olague Alcalá

para El Descensor. Coordinación: Jesús Humberto Olague Alcalá. Revisión de textos: Triple C. Revisión de la antología: Leo Mercado. Diseño: Jesús Humberto Olague Alcalá. Imagen de fondo: Blood de MPMthe1. http://www.sxc.hu/profile/MPMthe1 Ilustraciones: Aurora Ruá, Diego Iglesias Solano,

José Luis Sandín, Juan Luis López Anaya (Juanlu) y Sara Lew.

Corrección de imágenes: Carlos Alberto Olague Alcalá. http://www.diezpuntocinco.com Todos los derechos reservados. De los textos e imágenes: Los Autores. De la antología: Triple C. Para distribución gratuita en medios electrónicos.

http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/3.0/deed.es

Tratado de Grimminología se comparte bajo un acuerdo de licencia Creative Commons versión 3.0. Puede ser difundido o distribuido parcial o totalmente siempre que se reconozca de manera pública el crédito de los autores, se utilice para fines no comerciales y se otorgue una licencia similar en caso de que de su uso resulte una obra derivada.

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Triple C

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Tras los pasos de los Grimm. Leo Mercado

El Tratado de Grimminología surgió a

partir de la propuesta del escritor mexicano

Jesús Olague Alcalá, como una forma de

homenajear los doscientos años transcurridos

desde la aparición del primer libro de los

hermanos Grimm, y como parte de los

festejos del primer aniversario de la Cofradía

del Cuento Corto (Triple C), plataforma de

microrrelatistas creada por Danik Lammá y

Caro Fernández.

La idea inicial consistió en que los

miembro activos de Triple C versionaran

cuentos conocidos desde hace ya dos

centurias, con la premisa de otorgarles un

tinte criminalístico (permitiendo por lo demás

el juego de palabras que da nombre a este

material). Se asignaron de forma aleatoria

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Tratado de Grimminología

El Descensor

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algunos cuentos Grimm a cada uno de los

escritores, quienes tuvieron que escribir su

exégesis retomando circunstancias y/o, en

algunos casos, personajes, pero bajo su

propia óptica. Luego, las versiones finales

fueron presentadas en sociedad en la

plataforma de Triple C, donde los cofrades las

leyeron, las comentaron y las corrigieron

hasta que cada autor logró la versión

definitiva de su cuento.

En lo personal, estoy convencido de

que el ejercicio de la literatura es un juego de

vaivén que implica leer, escribir y corregir;

para corregir, escribir y leer. La posibilidad

entonces de compartir estos seis momentos

involucrados en el acto creador con otros

escritores que, a partir de experiencias

personales y trayectorias disímiles,

contribuyen al crecimiento de cada uno de

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Tratado de Grimminología

Triple C

7

nosotros en tanto escritores, constituye uno

de los pilares fundamentales de Triple C.

Así nacieron veintiséis textos que,

después de ser tallereados por todos los

cofrades, encuentran su versión original en

esta antología. Antología a la que le sumamos

un plus: la generosidad de Aurora Ruá, Sara

Lew, Diego Iglesias Solano, Juan Luis López

Anaya (Juanlu) y José Luis Sandín, que

ilustraron muchos de los relatos, otorgándole

cuerpo y color a los personajes que nos

permiten seguir andando tras los pasos de los

Grimm.

Leo Mercado

Dirección general

Cofradía del Cuento Corto

TRIPLE-C

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Ilustración: Aurora Ruá

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Regreso a casa. Aurora Ruá

Hansel y Gretel (La casita de chocolate)

La madre lo había arreglado todo con la

vieja partera. A cambio de las pocas joyas

familiares ocultas tantos años en el huerto, la

anciana libraría a Gretel de su incipiente

embarazo y los dos niños se quedarían a vivir

con ella en la casita del bosque, donde el

padre de los pequeños jamás pudiera

encontrarlos. No consentiría que volviera a

tocarlos.

Por eso quiso morir al abrir la puerta y

hallarlos en el umbral con una sonrisa de

triunfo en los labios, el cofrecillo de las

alhajas en las manos de uno y la cabeza de la

anciana en las del otro.

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Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Las crónicas de una rencarnación: El pecador y su mujer, la serpiente y el pez Caro

Fernández

El pescador y su mujer

Harto de las pretensiones de su

insatisfecha mujer, el pescador pierde el

control y de un solo puñetazo la deja tendida

en el suelo. Al ver que no vuelve en sí, corre

consternado a pedirle un último deseo al pez.

El barbo cumple, ayudándolo a escapar al

otro extremo del planeta. Luego se hunde en

el agua, llena sus branquias de oxígeno y se

arrastra hasta la casa del pescador. Allí la

mujer, ya repuesta, lo recibe entre sus brazos

y lo besa apasionadamente. Él mueve sus

aletas, la ama tanto. “Al menos salió mejor

que lo de la manzana", suspira optimista.

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Ilustración: Aurora Ruá

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Desagradecida. Débora Benacot

El viejo Rinkrank

Una vez que la princesa hubo escapado

del fondo de la montaña, fue cuestión de

minutos para que las fuerzas del Rey

apresaran al raptor, expropiaran sus riquezas

y procedieran a ejecutarlo.

El viejo Rinkrank aprendió por las malas

que todo lo que había escuchado sobre el

síndrome de Estocolmo eran puras patrañas.

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Ilustración: José Luis Sandín

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Manos de plata. Diana Raquel Hernández Meza

La doncella sin manos

Hubo una vez una doncella a la que

cortaron las manos por una deuda de su

padre. Hagamos un trueque, dijo el diablo. Te

devuelvo lo que perdiste y tú me das placer.

Al escuchar el bramido de las puntas de metal

del látigo, el diablo se preguntó si no había

hecho un mal negocio.

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Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Soricidio. Fher Echenique

Madre Nieve (Frau Holle)

Años después, la muchacha de oro

volvió al pozo donde se conocieron, ya seco y

abandonado. Habían pasado siete inviernos

sin que nadie sacudiera las plumas de la cama

de la anciana, y temía por ella.

Su alergia primaveral le impidió percibir

el penetrante olor a brea que llegaba por

detrás. El huso penetró su cuerpo treinta y

tres veces antes de caer hasta el fondo

pedregoso.

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Ilustración: Diego Iglesias Solano

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El rey Pico de Tordo. Graciela B. Contratti

El rey Pico de Tordo

En un reino muy lejano estaba el rey

muy preocupado por su hija. Era tan bella

pero a la vez tan mala, que pensaba: “¿Quién

será capaz de enamorarse de ella si no

cambia?, y yo no estoy dispuesto a soportarla

más”. Por eso llamó a todos los nobles de

todas las regiones, para que ella eligiera un

marido. La chica, adivinando las intenciones

de su padre, se mofó de todos ellos y se

fueron como habían llegado: sin nada.

El rey, ya cansado de la situación, hizo

un juramento: el primer mendigo que llamara

a las puertas del reino se casaría con su hija, y

así sucedió para desgracia de la princesa.

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Ilustración: Aurora Ruá

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La muerte engañada. Hernán Indiveri

La muerte madrina

Era una de esas noches en que a la misma

muerte le sorprendía realizar su oficio.

Desde el dormitorio la niña hablaba a los gritos

con su madre.

– Mamá, hay alguien sentado a los pies de mi cama.

– Hija, no digas esas cosas que se me eriza la piel.

– Pero vení y acostate conmigo, está será la última vez

que te lo pido.

Cuando la madre ya se encontraba durmiendo,

la niña se levantó, tomó varios termómetros que

escondía en su mesita de luz, los partió en sus manos y

el mercurio que quedó depositado en la palma, lo

sopló para que la madre lo aspirara mientras dormía.

Luego al acostarse lo hizo a los pies la cama.

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Ilustración: Aurora Ruá

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La subasta. Jesús Humberto Olague Alcalá

Blancanieve y Rojaflor

Cada noche, a las once y a la una, en un

burdel de carretera, bailan y se desnudan las

gemelas frente a una manada de sujetos de la

peor calaña que, salvajes como osos en

brama, pujan sus mejores ofertas por

aquellos cuerpos casi infantiles. Al amanecer,

la madre y su amante, el enano propietario

de aquel sucio tugurio, reparten las

ganancias.

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Ilustración: José Luis Sandín

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Atajos. José Manuel Ortiz Soto

Piel de Oso

Imposible saber qué vio el hombre en

los ojos del oso al que, según lo pactado,

debía matar y desollar para cubrirse con su

piel; solo se deshizo del arma y miró al cielo.

Para el diablo, apostador empedernido,

aquel fue otro cobarde devorado por una

bestia.

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Ilustración: Diego Iglesias Solano

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Este cuento me suena. Juan Badaya

Blancanieves

El diálogo se repetía un día tras

otro.

– Urna mágica, ¿hay algún político mejor

que yo?

– No, excelso líder de masas, tú eres el

más aclamado, reconocido y celebrado

de todo el arco parlamentario.

Hasta que un día cambiaron las

tornas.

– Líder adorado, en las filas de la

oposición emerge con fuerza un

personaje que te relevará en las

próximas elecciones –profetizó la urna

mágica.

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El desairado político urdió trampas

en los medios para desacreditar al

opositor, argumentó de mil formas su

mayor valía, utilizó perversamente la ley

y los tribunales, prevaricó incluso, pero

finalmente fue derrotado sin apelación

posible en los comicios

correspondientes. Y fue castigado con la

indiferencia y el olvido de sus

conciudadanos, hasta hacérsele

insufrible una existencia sin notoriedad

ni adulación.

El ganador de las elecciones,

célebre hasta el éxtasis, formó un

consejo de ministros con siete enanos

mentales y se coronó con más fastos que

un nuevo príncipe azul, gobernando su

país con tan escasas virtudes como su

predecesor, algo que sus conciudadanos,

como de costumbre, tardaron en captar.

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Triple C

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Hasta el punto de que, pasado un

tiempo, les costó ubicar en su contexto

la noticia que publicaron todos los

medios en páginas interiores, dando

cuenta de la cruel muerte que sufrió el

político antecesor: Se fue de este mundo

por una explosión de ego incontrolable,

realmente electrocutado, ya que asestó

un puñetazo a su rival político metiendo

literalmente el puño en el interior de un

televisor.

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Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Perder la cabeza. Juan Manuel Montes

Los doce hermanos

La joven princesa se dedicó a su vida de

casada y a convivir con sus doce hermanos.

Poco a poco se dio cuenta de que al morir su

terrible suegra, ella se había convertido en la

única mujer entre trece hombres a los que

debía atender, coser la ropa cuando volvían

de cacería, cocinar sus presas, limpiar sus

botas, asear sus habitaciones, tender sus

camas, servirles el desayuno y prepararles el

almuerzo. No pasaba un solo día sin que ella

sintiese volverse loca.

Por suerte, su hada madrina se le

apareció una noche junto a otros gritando:

Liberté, égalité, fraternité.

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Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Condición. Juan Romagnoli

Las tres hilanderas

a Leo Mercado

La muchacha que no quería hilar puede

estar tranquila, el joven príncipe siempre

cumple sus promesas: Ella jamás volverá a

usar la rueca, siempre y cuando lo satisfaga

en la única condición que le será impuesta.

Esa noche, noche de bodas, el príncipe se la

revelará.

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Ilustración: José Luis Sandín

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La conjura. Leo Mercado

El Enano Saltarín (Rumpelstiltskin)

Todo se trató de una clara

confabulación entre el molinero y el enano

saltarín. El último poseería a la tierna

doncella, hija del primero, despojándola poco

a poco de sus pertenencias y de sus

vestiduras, enamorándola y engañando al rey

con metal vulgar enchapado en oro, mientras

la muchacha, persuadida por Rumpelstiltskin,

trataría de encontrar la oportunidad para

envenenar al monarca y así, molinero, enano

y jovencita, tomar el poder del reino.

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Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Princesa de barrio. Luisa Hurtado González

La Cenicienta

Siempre he sabido que ella no murió, que

huyó como quiero hacerlo yo, harta de estar

esclavizada por mi padre y por sus mujeres que son

como madrastras. Y hoy, al fin, la oportunidad se

ha presentado.

Uno de mis colegas ha robado un pase para

la fiesta que organiza el Príncipe, rey de la droga a

este lado de la ciudad y fetichista confeso como

todo el mundo sabe. Pediré a los chinos que

trabajan en el taller ilegal del primero un vestido,

uno que sea bien largo; compraré un par de

buenos zapatos y entraré en la fiesta ocultándolos,

justo lo contrario de lo que todas hacen. De este

modo lograré llamar su atención y, mientras le

hago preso de mis pasos, le susurraré cómo

ampliar el negocio con esos chinos tan amables.

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Ilustración: Diego Iglesias Solano

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Juan sin miedo. Luis Correa

Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era el miedo

En su primera noche dentro del castillo,

se le apareció el mismísimo demonio, quien

le propuso enseñarle a conocer el miedo, si

traía a la princesa y la sacrificaba en medio de

un sangriento ritual profano. Juan no se tomó

ni un momento antes de aceptar: no estaba

allí para casarse ni para convertirse en rey de

nada. Llevó a la princesa y, cuando le enterró

el cuchillo en el pecho, experimentó un placer

hasta ahora desconocido. Mientras

desmembraba sus partes, se sentía extasiado,

y entre más sangre derramaba, más fuerte se

hacían el delirio y la fascinación. Cuando

hubo terminado, le invadió el temor de no

volver a sentirse así nunca más.

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Ilustración: Diego Iglesias Solano

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Los músicos de Bremen. MA

Los músicos de Brema

El pobre empleado, que había

trabajado como un burro, ya cumplidos

los 50 y cansado de aguantar los palos

que, día tras día, su patrón daba a su

contrato, salió por la puerta de atrás, sin

despedirse y renunciando a toda

indemnización, dispuesto a probar mejor

suerte en la ciudad alemana de Bremen.

De camino al autobús, encontró a

un viejo jornalero, que había servido, sin

contrato, en tierras de un terrateniente

andaluz, en donde se había dejado el

pellejo y la vida en recogidas de

aceitunas, monterías y otras cacerías.

Enterados ambos de sus respectivos

problemas decidieron caminar juntos

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Tratado de Grimminología

El Descensor

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yendo con la música a cualquier otra

parte. Por el camino, se les unió un hábil

trabajador autónomo, que sin éxito, había

peleado, como un felino, por mantener su

empresa a flote. Achicharrado hasta la

médula de tanta presión fiscal, no tuvo

más remedio, finalmente, que dar portazo

a lo que tantos años le había costado

crear. Poco después, subió al autobús un

padre de familia, que envalentonado por

las facilidades hipotecarias kikireadas

falsamente por las entidades bancarias,

había hecho construir una casa que ahora

no podía pagar. Cansado de esperar en la

cola de la oficina de empleo, había

optado por emigrar.

Animados todos por las dificultades

en las que se encontraban, se dispusieron

a caminar juntos hacia el país vecino.

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Tratado de Grimminología

Triple C

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Llegados a Bremen, encontraron

que no era más que una guarida de

ladrones, profusamente iluminada, que

no podía ofrecerles más de lo que ellos

habían tenido anteriormente. Mientras

encontraban un medio de vida que

pudiera sustentarlos a ellos y a sus

familias dejadas en la distancia, pensaron

en poner en práctica aquellas habilidades

aprendidas en el sistema educativo

público de su lejano país. Mientras uno de

ellos tocaba la caja, los demás tocaban las

palmas y bailaban entre soplido y soplido

del metro. Los cuatro compañeros,

tuvieron tal éxito que formaron un grupo

de música conocido por Los músicos de

Bremen, que les dio fortuna y buena vida,

para ellos y sus familias, por muchos

años. Y quien no quiera creerlo, que vaya

a verlo.

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Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Los siete cabritillos. NiñoCactus

El lobo y las siete cabritillas

Se había quedado viuda demasiado

joven y, con siete pequeños a su cargo, todo

se hacía cuesta arriba. Llevaba varios meses

sin fuerzas para salir de la cama. Ya no

soportaba aquel griterío, los llantos, las

peleas… “¡Ojalá viniera el lobo y os comiese a

todos!”.

Poco a poco se obsesionó con aquella

idea. Ni siquiera fue consciente de la

metamorfosis: la rabia, el acecho, el

hambre… Hasta que finalmente se convirtió

en su anhelado depredador. Cuando volvió en

sí y vio lo que había hecho, llenó su barriga de

pastillas, y se ahogó en una botella de

alcohol.

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Ilustración: Aurora Ruá

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El tamaño no importa. Paloma Hidalgo

Pulgarcito

Un hermoso niño diminuto, no más

grande que su pulgar, era lo único que

deseaban. Un hijo al que entregar todo el

amor que habían ido acumulando a lo largo

de tantos años de inútil espera, un hijo del

que sentirse orgullosos, y lo mejor, un

heredero para el negocio familiar. Tras siete

meses, sus deseos se vieron cumplidos,

tuvieron un minúsculo varón que pronto dio

muestras de su valía. A los nueve meses, el

pequeño Pulgarcito demostró sus habilidades

al envenenar con cianuro al gato. A los tres

años degolló a su propia madre dejando

patente que, en efecto, tenía madera de

asesino como su padre, y que iba a ser un

gran profesional.

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Tratado de Grimminología

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Pechuga a la plancha. Patricia Mejías

La pícara cocinera

A cambio de su pasaporte, un trabajo

como cocinera y unos zapatos rojos de tacón

alto; para la fidelidad al servicio domestico, el

hambre, y el alcohol. Por eso, al quedarse sin

la vigilancia del amo y con el encargo de

preparar aquellas dos gallinas para la cena,

supo aprovechar la oportunidad. Primero

arrancó una alita del ave; nadie lo notaría si se

zampaba la otra para emparejar, y un trago de

licor, y después un muslo… Al grito de los

pollos vivos, acudió un hombre. El cuchillo de

cocina, guiado por el instinto de supervivencia

de los “sin papeles”, detuvo al intruso.

“Margarita, está delicioso. Lástima que

no vino mi invitado de honor”, oyó que la

felicitaban desde la cocina.

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Tratado de Grimminología

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Falta decir que gracias a la receta de su

tribu, ella podía transfigurar el sabor y la

textura de la carne humana en cualquier otra

cosa. Pollo, por ejemplo. Y arrojó un par de

orejas al bote de la basura.

Ilustración: José Luis Sandín

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Ilustración: Aurora Ruá

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Historia oficial. Roque Grillo

Caperucita Roja

Escondido tras las cañas, anotó minuciosamente

todo lo que veía: el cazador enterrando los restos del

lobo, la caperuza carmesí y la dentadura postiza de la

abuela. A pocos pasos de allí, la adolescente –desnuda–

despertaba después de una sesión amorosa prolongada

y contemplaba absorta las finas joyas de la vieja…

“¡No, nadie va a creerme!” exclamó Jakob

Grimm. Volvió a casa y, sin saludar a su hermano Willy,

empezó a escribir: “Érase una vez una pequeña y dulce

coquetuela, a la que todo el mundo quería, con sólo

verla una vez; pero quien más la quería era su abuela,

que ya no sabía ni qué regalarle. En cierta ocasión le

regaló una caperuza de terciopelo rojo, y como le

sentaba tan bien y la niña no quería ponerse otra cosa,

todos la llamaron de ahí en adelante Caperucita Roja…”.

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Ilustración: Diego Iglesias Solano

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Triple C

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En pago. Rosa Martínez

Hurleburlebutz

Mi padre, en la más absoluta de las

ruinas, se vio obligado a empeñarse con un

usurero, que le pidió como pago mi mano.

Mis hermanas intentaron engañarle

mandando a la hija del granjero a ocupar mi

puesto, no lo consiguieron y me vi como

esclava en casa del miserable. Lloré y

supliqué mas no dio resultado y tuve que

acceder a todos sus caprichos. Con el tiempo

aprendí a usar mis encantos y desarmé al

zorro consiguiendo todo lo que yo quería.

Pedí un reino, y lo obtuve: el de mi padre.

Page 54: Tratado de Grimminología

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Ilustración: José Luis Sandín

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Cuestión de tiempo. Sandra Montelpare

El Rey Rana o Enrique el férreo (El príncipe rana)

Un hilo viscoso de extorsiones rodea el

angustiado cuello de la princesa. El príncipe

suspira paciencia desde el fondo de la laguna

con la pelota de oro en la mano.

No quiere romper el encanto que lo

tiene cautivo en su traje de rana. Sólo desea

entronizarla en su reino subacuático.

Page 56: Tratado de Grimminología

Tratado de Grimminología

El Descensor

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Por naturaleza. Sara Lew

La Bella Durmiente

La princesa Aurora había recibido al nacer los

dones de sus hadas madrinas, aunque no los defectos,

que eran heredados. Mientras su madre aguardaba

suspicaz a que abriese los párpados temiendo hallar en

su mirada una réplica de sus ojos bizcos, su padre se

acercó rengueando a comprobar que sus dos piernitas

sonrosadas fueran del mismo tamaño. Si bien tras

aquel primer escrutinio concluyeron que era una niña

perfecta, con el paso de los años fueron

convenciéndose de que no era así. La enorme belleza e

inteligencia de Aurora solo era proporcional a su gran

maldad. Los piadosos monarcas no cesaban de

preguntarse a quién había salido la joven, hasta que un

día recordaron a la tía Pérfida, que por sus fechorías

había sido desterrada del reino. Preocupados por la

suerte de su hija mandaron llamar al hada Azulinda,

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Tratado de Grimminología

Triple C

57

quién predijo que solo el beso de su alma gemela

podría despertar en Aurora el gen del amor. Consciente

de que ese príncipe azul tardaría un siglo en aparecer, el

hada sumió a Aurora y a todos los habitantes del castillo

en un largo y profundo sueño. Cien años después un

apuesto joven llegó hasta el lecho de la bella durmiente

y se arrodilló a su lado. Aurora entonces abrió los ojos y,

sin darle

tiempo a

besarla,

extrajo el

puñal

que

guardaba

bajo las

sábanas y

se lo

clavó en

el

corazón. Ilustración: Sara Lew

Page 58: Tratado de Grimminología

Tratado de Grimminología

El Descensor

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Ilustración: Diego Iglesias Solano

Page 59: Tratado de Grimminología

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Triple C

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Bodas de oro. Sergi Blau Orts

El diablo y su abuela

Tras los aburridísimos y falsos discursos

de rigor, la novia se levantó de la mesa,

recompuso su vestido, tomó el micrófono, le

dio unas palmaditas en la calva al novio —

Señor Director le gustaba llamarle a ella en

casa— y empezó a cantar entre las mesas de

los invitados: “Tres veces te engañé, tres

veces te engañé, tres veces te engañé: la

primera por coraje, la segunda por capricho,

la tercera por placer…”. Cada engaño

confesado salido de sus labios lo acompañó

con un beso en la boca de otros tantos

convidados —lacayos solía llamarlos él en la

oficina—. No fue casual que los tres

coincidieran en la mesa… llevaba años

preparando la celebración, ¡su celebración!

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Ilustración: Juan Luis López Anaya (Juanlu)

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Final del camino. Sergio Cossa

La doncella Maleen

Ya no era doncella cuando encontró a

su príncipe, había perdido la virtud después

de escapar de la torre. El amor que la llevó al

encierro la sostuvo para enfrentar caminos

de miseria y hambre.

El príncipe ahora era rey. Se le notaba

el sobrepeso y una pronunciada calvicie

reemplazaba aquel cabello ensortijado. Lo

descubrió envuelto en una corte corrupta y

aduladora, malgastando los impuestos del

reino. Él quiso hacerla su reina, pero ella no

aceptó: la imagen amada se había esfumado.

Solo pidió que le construyeran una casa

pequeña junto al estanque, al fondo del

palacio. Allí vivió feliz para siempre, rodeada

de sauces, pájaros y sapos reales.

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Ilustración: José Luis Sandín

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Triple C

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Siete de un golpe. Verónica Gibbs

El sastrecillo valiente

El sastrecillo valiente había vencido todas las

pruebas que el rey le había impuesto como

condición para obtener la mitad del reino y casarse

con la princesa. Al sospechar que nunca terminarían,

cambió de estrategia: Fue a buscar a la campesina

que aquel verano le había vendido mermeladas y

gastó todo su dinero al comprar siete frascos.

Dejó su orgullo a un lado y se levantó bien

temprano a preparar el desayuno. Invitó al goloso

rey a la mesa quien tomó té y degustó tostadas con

mermelada. Charlaron mucho y hasta pareció que

el rey se convencía del buen esposo que sin

proponérselo había conseguido para su hija, tan

hacendoso, tan simpático, tan guerrero.

En disfrazadas siete tostadas, de un golpe, el

trono cambió de rey.

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Tratado de Grimminología

El Descensor

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A manera de re-cuento. Jesús Humberto Olague Alcalá

Para muchos, los cuentos de los

hermanos Grimm fueron compañeros de

infancia, con ellos crecimos rodeados de

princesas, príncipes y cabras, burlando a

brujas, duendes y lobos acechantes, pero

pronto comprendemos que no toda historia

tiene final feliz. Sobre esta idea escribí un

minirrelato para la I Antología Triple C, que

dio pie a un proyecto mayor: versionar, con

un enfoque erótico los cuentos de los Grimm.

Pronto entendí que éste proyecto

podía sumarse a las celebraciones por el

doscientos aniversario de la publicación del

primer libro de cuentos de los Grimm, que

debía ser un ejercicio compartido y publicado

en El Descensor, pero pasó el tiempo y las

cosas no avanzaron como deseaba, así que lo

olvidé. Pero para todo hay un momento y las

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Tratado de Grimminología

Triple C

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piezas de este rompecabezas se acoplaron

con la celebración del primer aniversario de

Triple C.

Solo proponerlo, el proyecto

entusiasmó a Caro, Danik y Leo y fue éste

quien puso la cereza al pastel. Había que dar

al proyecto un enfoque más específico: el

aspecto criminal.

He de reconocer que a pesar de contar

con cierta experiencia editorial, emprender

este proyecto en colectivo me producía

algunas dudas, porque mi participación en

talleres literarios se remontaba únicamente,

como tallerista, a la antología Eros Gourmet,

también en Triple C, pero mis dudas fueron

disipadas de inmediato gracias a la respuesta

de la comunidad, que puso manos a la obra

de inmediato y, aún antes de vencer los

plazos establecidos, ya estábamos trabajando

en taller veintiséis minirrelatos que crecieron

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Tratado de Grimminología

El Descensor

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gracias a la buena voluntad y generosidad de

todos al comentar los textos, pero sobre

todo, a la inmejorable aceptación de las

sugerencias de los demás.

El siguiente paso tampoco fue difícil: la

ilustración. Afortunadamente, si vale la

expresión, en Triple C podemos darnos el lujo

de contar con excelentes ilustradores que,

con el mismo entusiasmo y desprendimiento,

se sumaron a la iniciativa y nos regalaron una

colección de bellas imágenes, complemento

perfecto para este esfuerzo colectivo.

Es así como este cuento está a punto

de llegar a su fin, a un final feliz, cuando solo

resta decir: Y colorín colorado…

Jesús Humberto Olague Alcalá

Coordinación Editorial

Revista El Descensor

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Contenido

Tras los pasos de los Grimm. Leo Mercado ......................................... 5

Regreso a casa. Aurora Ruá ............................................ 9

Las crónicas de una rencarnación: El pecador y su mujer, la serpiente y el pez Caro Fernández 11

Desagradecida. Débora Benacot ................................... 13

Manos de plata. Diana Raquel Hernández Meza ........... 15

Soricidio. Fher Echenique .................................... 17

El rey Pico de Tordo. Graciela B. Contratti ............................ 19

La muerte engañada. Hernán Indiveri .................................... 21

La subasta. Jesús Humberto Olague Alcalá ............ 23

Atajos. José Manuel Ortiz Soto ........................ 25

Este cuento me suena. Juan Badaya ......................................... 27

Perder la cabeza. Juan Manuel Montes ........................... 31

Condición. Juan Romagnoli ................................... 33

La conjura. Leo Mercado ....................................... 35

Princesa de barrio. Luisa Hurtado González ....................... 37

Juan sin miedo. Luis Correa ........................................... 39

Los músicos de Bremen. MA ....................................................... 41

Los siete cabritillos. NiñoCactus .......................................... 45

El tamaño no importa. Paloma Hidalgo ................................... 47

Pechuga a la plancha. Patricia Mejías ..................................... 48

Historia oficial. Roque Grillo ......................................... 51

En pago. Rosa Martínez ..................................... 53

Cuestión de tiempo. Sandra Montelpare ............................. 55

Por naturaleza. Sara Lew .............................................. 56

Bodas de oro. Sergi Blau Orts ..................................... 59

Final del camino. Sergio Cossa ........................................ 61

Siete de un golpe. Verónica Gibbs .................................... 63

A manera de re-cuento. Jesús Humberto Olague Alcalá ............ 64

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