transformación y reciclaje el mundo 11.02.11

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SU VIVIENDA VIERNES 11 DE FEBRERO DE 2011 EL MUNDO / NÚMERO 1 3 El boom inmobiliario ha alimentado durante años la ilusión de que el mercado era refe- rente suficiente para fundamentar el urbanis- mo, en la hipótesis de que aquello que se podía vender era ya de por sí útil y socialmente ne- cesario. Los planes generales desvinculados de las necesidades reales de los residentes han ten- dido a reducirse a poco más que ensanches de poblaciones y las normas urbanísticas am- putadas de la vocación reformadora con la que nació el urbanismo (sol y aire limpio para to- dos) se han convertido en rituales muchas ve- ces incomprensibles para el ciudadano común. La cruda realidad de la crisis ha venido a desvanecer este espejismo, con las dramáti- cas consecuencias de todos conocidas, pero supone, también, la oportunidad de corregir la miopía de décadas anteriores y de reformu- lar el negocio inmobiliario desde bases más sólidas y duraderas: la atención a las nece- sidades reales de habitación y calidad de vida de los residentes. Desde esta perspectiva, sugiero afrontar los desafíos derivados de globalización, cam- bio climático y transformación social, desde un nuevo urbanismo, basado en la transformación y reciclaje de la ciudad existente. Esto se tradu- ce en reorientar el carácter del Plan urbanís- tico para convertirlo en un instrumento de ver- dad flexible y abierto a la innovación, capaz de abordar el orden estructural de la ciudad: in- tegrando coherentemente las estrategias am- bientales, de vivienda, transporte, infraestruc- turas… Sin perder por ello de vista la aten- ción a las necesidades sociales reales: salud, primer acceso a la vivienda, deterioro de los ba- rrios…, y la sensibilidad hacia lo local (la histo- ria y la geografía irrepetible de cada lugar). A mi juicio, para conseguir este objetivo es necesario refundar la validez y legitimidad social del Plan urbanístico desde nuevos cri- terios. Primero, como expresión del valor, el capi- tal social, económico, espacial y simbólico de la ciudad existente, abandonando la ilusión del urbanismo de crecimiento y expansión in- discriminada. Priorizando, alternativamente, la activación del centro urbano, la reprogra- mación del suelo urbanizable vacante, el re- ciclaje del parque deficiente de viviendas, la integración y mixtura de usos y la cohesión social. Segundo, como vehículo de la responsabi- lidad intergeneracional sintetizada en el con- cepto de desarrollo sostenible. Esta concepción del desarrollo tiene consecuencias esenciales sobre el enfoque convencional del urbanismo y la administración de los recursos al deman- dar una previsión de las consecuencias de los procesos de transformación espacial a largo plazo, así como la adopción de políticas que re- flejen los costes reales del consumo del te- rritorio y su impacto sobre los recursos no re- novables… El Plan se puede convertir en un instrumento de garantía de los ciudadanos para conocer y decidir de manera efectiva en el fu- turo de su medio-ambiente y los riesgos inhe- rentes a sus transformaciones. Tercero, como marco de armonización o con- certación de los intereses plurales presentes en la ciudad, entendiendo por tales no sólo los referidos a los actores tradicionales (Adminis- tración, colectivos vecinales, propietarios de suelo, constructores y promotores…), sino a las voces hasta ahora excluidas del discurso ur- banístico convencional, especialmente las de las mujeres y los segmentos de población más frá- giles (niños, ancianos, minorías culturales…). Y cuarto, como instrumento útil para la ges- tión de los procesos reales de la ciudad y no mera liturgia burocrática. La complejidad so- cial, geográfica, histórica y morfológica de las ciudades contemporáneas difícilmente se re- signa al encasillamiento simplista en las cate- gorías legales de la clasificación y la califi- cación del suelo. Estas categorías convencio- nales muchas veces suponen un serio obstáculo para afrontar eficientemente los problemas esenciales de la planificación contemporá- nea: la insostenibilidad de un modelo de ocu- pación y uso del territorio basado en el con- sumo masivo de los tres elementos básicos del medio-ambiente: suelo, agua y energía. En síntesis, el nuevo urbanismo debe asumir, como punto de partida de las demandas plu- rales de los ciudadanos, abandonar la preten- sión de suplantar la compleja realidad social y geográfica la ciudad por su mera reglamen- tación y adoptar como principios alternativos a la opacidad burocrática: la transparencia, la fle- xibilidad y la participación ciudadana directa. José María Ezquiaga es arquitecto, sociólogo y Premio Nacional de Urbanismo. El negocio inmobiliario debe centrar su atención en las necesidades reales de habitación y calidad de vida EN PORTADA Un nuevo concepto de transformación y reciclaje JOSÉ MARÍA EZQUIAGA Imagen de Madrid en estos días en los que la contaminación se ha adueñado del cielo de la ciudad. / D. S. Impreso por Jose María Ezquiaga Dominguez. Propiedad de Unidad Editorial. Prohibida su reproducción.

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JOSÉMARÍAEZQUIAGA JoséMaríaEzquiagaesarquitecto,sociólogoy PremioNacionaldeUrbanismo. 3 ImagendeMadridenestosdíasenlosquelacontaminaciónsehaadueñadodelcielodelaciudad. /D.S. Impreso por Jose María Ezquiaga Dominguez. Propiedad de Unidad Editorial. Prohibida su reproducción.

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SU VIVIENDA V I E R N E S 1 1 D E F E B R E R O D E 2 0 1 1E L M U N D O / N Ú M E R O 1 3

El boom inmobiliario ha alimentado duranteaños la ilusión de que el mercado era refe-rente suficiente para fundamentar el urbanis-mo, en la hipótesis de que aquello que se podíavender era ya de por sí útil y socialmente ne-cesario. Los planes generales desvinculados delasnecesidadesrealesde losresidenteshanten-dido a reducirse a poco más que ensanchesde poblaciones y las normas urbanísticas am-putadas de la vocación reformadora con la quenació el urbanismo (sol y aire limpio para to-dos) se han convertido en rituales muchas ve-ces incomprensibles para el ciudadano común.

La cruda realidad de la crisis ha venido adesvanecer este espejismo, con las dramáti-cas consecuencias de todos conocidas, perosupone, también, la oportunidad de corregirla miopía de décadas anteriores y de reformu-

lar el negocio inmobiliario desde bases mássólidas y duraderas: la atención a las nece-sidades reales de habitación y calidad de vidade los residentes.

Desde esta perspectiva, sugiero afrontarlos desafíos derivados de globalización, cam-bio climático y transformación social, desde unnuevo urbanismo, basado en la transformacióny reciclaje de la ciudad existente. Esto se tradu-ce en reorientar el carácter del Plan urbanís-tico para convertirlo en un instrumento de ver-dad flexible y abierto a la innovación, capazde abordar el orden estructural de la ciudad: in-tegrando coherentemente las estrategias am-bientales, de vivienda, transporte, infraestruc-turas… Sin perder por ello de vista la aten-ción a las necesidades sociales reales: salud,primer acceso a la vivienda, deterioro de los ba-

rrios…, y la sensibilidad hacia lo local (la histo-ria y la geografía irrepetible de cada lugar).

A mi juicio, para conseguir este objetivoes necesario refundar la validez y legitimidadsocial del Plan urbanístico desde nuevos cri-terios.

Primero, como expresión del valor, el capi-tal social, económico, espacial y simbólico dela ciudad existente, abandonando la ilusióndel urbanismo de crecimiento y expansión in-discriminada. Priorizando, alternativamente,la activación del centro urbano, la reprogra-mación del suelo urbanizable vacante, el re-ciclaje del parque deficiente de viviendas, laintegración y mixtura de usos y la cohesiónsocial.

Segundo, como vehículo de la responsabi-lidad intergeneracional sintetizada en el con-cepto de desarrollo sostenible. Esta concepcióndel desarrollo tiene consecuencias esencialessobre el enfoque convencional del urbanismoy la administración de los recursos al deman-dar una previsión de las consecuencias de losprocesos de transformación espacial a largoplazo, así como la adopción de políticas que re-flejen los costes reales del consumo del te-rritorio y su impacto sobre los recursos no re-

novables… El Plan se puede convertir en uninstrumentodegarantíade losciudadanosparaconocer y decidir de manera efectiva en el fu-turo de su medio-ambiente y los riesgos inhe-rentes a sus transformaciones.

Tercero,comomarcodearmonizaciónocon-certación de los intereses plurales presentesen la ciudad, entendiendo por tales no sólo losreferidos a los actores tradicionales (Adminis-tración, colectivos vecinales, propietarios desuelo, constructoresypromotores…), sinoa lasvoces hasta ahora excluidas del discurso ur-banísticoconvencional,especialmente lasde lasmujeres y los segmentos de población más frá-

giles (niños, ancianos, minorías culturales…).Y cuarto, como instrumento útil para la ges-

tión de los procesos reales de la ciudad y nomera liturgia burocrática. La complejidad so-cial, geográfica, histórica y morfológica de lasciudades contemporáneas difícilmente se re-signa al encasillamiento simplista en las cate-gorías legales de la clasificación y la califi-cación del suelo. Estas categorías convencio-nalesmuchasvecessuponenunserioobstáculopara afrontar eficientemente los problemasesenciales de la planificación contemporá-nea: la insostenibilidad de un modelo de ocu-pación y uso del territorio basado en el con-sumo masivo de los tres elementos básicosdel medio-ambiente: suelo, agua y energía.

Ensíntesis, elnuevourbanismodebeasumir,como punto de partida de las demandas plu-rales de los ciudadanos, abandonar la preten-sión de suplantar la compleja realidad socialy geográfica la ciudad por su mera reglamen-tación y adoptar como principios alternativos alaopacidadburocrática: la transparencia, la fle-xibilidad y la participación ciudadana directa.

José María Ezquiaga es arquitecto, sociólogo yPremio Nacional de Urbanismo.

El negocio inmobiliariodebe centrar su atenciónen las necesidades reales dehabitación y calidad de vida

EN PORTADA

Un nuevo concepto detransformación y reciclajeJOSÉ MARÍA EZQUIAGA

Imagen de Madrid en estos días en los que la contaminación se ha adueñado del cielo de la ciudad. / D. S.

Impreso por Jose María Ezquiaga Dominguez. Propiedad de Unidad Editorial. Prohibida su reproducción.