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LA ECONOMÍA ARGENTINA INMERSA EN UN PÉNDULO A TRAVÉS DEL TIEMPO Transformaciones del patrón de especialización y de inserción internacional Karen Monguí Sabogal Andrea Ramos Lascano Celia Pei Wen Wang El proceso de industrialización argentino posterior a la crisis de los años 30, y que se extendió hasta el gobierno militar de 1976, se caracterizó por el desarrollo de industrias sustitutivas de importaciones, que se desenvolvió en un sistema proteccionista. En este proceso el papel del Estado fue fundamental como principal regulador de conflictos sociales, y arbitro de pujas redistributivas, debido a la transferencia de ingresos hacia el sector industrial, subsidios, créditos, etc . El periodo conocido como el Rodrigazo, dirigido por el Ministro de Economía Celestino Rodrigo , propuso eliminar el desajuste de precios relativos con una devaluación de 160% para el cambio comercial y 100% para el cambio financiero. La tasa de inflación llegó hasta 777% anual y los precios nominales subieron en 183% al finalizar el año, esto trajo como consecuencias el desabastecimiento de productos de necesidad primaria como alimentos, combustibles y otros insumos para transportes, duplicando los precios y provocando una crisis en el gobierno de Isabel Perón. Esto se dio ya que desde el año 1958 la economía argentina poseía una alta volatilidad por los altos costos de transacción, sumado al tránsito de una economía protegida

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LA ECONOMÍA ARGENTINA INMERSA EN UN PÉNDULO A TRAVÉS DEL TIEMPO

Transformaciones del patrón de especialización y de inserción internacional

Karen Monguí Sabogal Andrea Ramos Lascano

Celia Pei Wen Wang

El proceso de industrialización argentino posterior a la crisis de los años 30, y que se

extendió hasta el gobierno militar de 1976, se caracterizó por el desarrollo de industrias

sustitutivas de importaciones, que se desenvolvió en un sistema proteccionista. En este

proceso el papel del Estado fue fundamental como principal regulador de conflictos

sociales, y arbitro de pujas redistributivas, debido a la transferencia de ingresos hacia el

sector industrial, subsidios, créditos, etc. El periodo conocido como el Rodrigazo,

dirigido por el Ministro de Economía Celestino Rodrigo, propuso eliminar el desajuste

de precios relativos con una devaluación de 160% para el cambio comercial y 100%

para el cambio financiero. La tasa de inflación llegó hasta 777% anual y los precios

nominales subieron en 183% al finalizar el año, esto trajo como consecuencias el

desabastecimiento de productos de necesidad primaria como alimentos, combustibles y

otros insumos para transportes, duplicando los precios y provocando una crisis en el

gobierno de Isabel Perón.

Esto se dio ya que desde el año 1958 la economía argentina poseía una alta volatilidad

por los altos costos de transacción, sumado al tránsito de una economía protegida hacia

una economía abierta en lo comercial y financiero, lo que generó un cambio

significativo en las estrategias empresariales, por ser una economía semicerrada que

hasta en los años setenta, condujo a ciclos de stop-go, por el fin de la sustitución de

importaciones.

Esto da paso a la participación extranjera de nuevas firmas transnacionales sobre el

producto industrial, el cual según Kosacoff (2009,109) se caracterizó por:

a) Las firmas competidoras de capital nacional, son mayores sus tamaños de planta, la

productividad de su mano de obra, sus coeficientes de importación y su dotación de

capital por hombre empleado

b) Por su comportamiento tecnológico que se basa en la incorporación de tecnologías

que, a pesar de no ser de frontera a escala internacional, sin duda son novedosas en el

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mercado local; así, en muchos casos las radicaciones se acompañan con el gradual

establecimiento de planteles locales de ingeniería y de organización y métodos de

trabajo destinados a adoptar productos y procesos a las condiciones productivas locales

c) Y finalmente porque estas empresas se financiaron fundamentalmente a través del

ahorro nacional y porque su aporte neto de divisas en el mediano plazo termina siendo

negativo debido a que las transferencias al exterior son mayores que los ingresos de

capital efectuados

A mediados de los años setenta se da un proceso de desaceleración del crecimiento

industrial que conduce a las limitaciones del balance de pagos y la persistencia de la

inflación en la economía nacional, mientras que las actividades industriales continuaban

en su esquema protegido. Es así como en el período 1973/75 se da un nuevo impulso a

la actividad industrial, basado en una acelerada modificación de la distribución del

ingreso a favor de los sectores asalariados, la cual finaliza en marzo de 1976, con la

asunción del gobierno militar, luego de una profunda crisis económica iniciada a

mediados de 1975, en donde se descontrolaron algunas de las más importantes variables

económicas

La política económica iniciada en abril de 1976 cambió las orientaciones de las

actividades industriales y es así como se estableció un programa de liberalización de

mercados y una apertura externa, que proponía la eliminación del conjunto de

regulaciones, subsidios y privilegios, para modernizar e incrementar la eficiencia de la

economía

Por ello este periodo de política industrial, como Kosacoff (2009,112) lo señala se

divide en dos subperíodos que concluyen hacia fines de 1978.

1. El primero de ellos, caracterizado por la recuperación de la producción de

bienes de consumo durable y de capital, asociada a la creciente inversión; se dan

incrementos de competitividad durante la última década, que determinaron la

existencia de una fuerte redundancia en las tarifas y por otra parte en el

mantenimiento de un tipo de cambio elevado sumado a la sanción en 1977, de la

reforma financiera que libera la tasa de interés y crea un mecanismo totalmente

distinto para la asignación de los créditos

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2. El segundo se inicia hacia fines de 1978 al cuando se empieza a ejecutar la

versión de economía abierta de la escuela monetarista, la cual tenía como

objetivo igualar la tasa inflacionaria interna con la externa, ajustándose esta

última a la tasa de devaluación del tipo de cambio, es así como este esquema de

política monetaria pasiva, generó un período de transición determinado por la

distinta velocidad de ajuste en los precios de los productos según se comercien o

no en el mercado internacional. Una vez que se lograra la convergencia quedaría

establecido un nuevo esquema de precios relativos de la economía. A su vez, en

combinación con la política arancelaria, la asignación de recursos favorecería el

incremento de la productividad global, desaparecerían los sectores menos

eficientes y se desarrollarían las actividades con ventajas comparativas a escala

internacional.

Sin embargo, la convergencia no se logró. El sector industrial sufrió la crisis más

profunda de su historia por varios factores negativos, como la reducción de los

mercados, por la baja demanda de productos industriales locales, tanto interna por la

competencia de productos importados, como externa por el fuerte atraso del tipo de

cambio. A su vez, las altas tasas de interés llevaron a las empresas a endeudarse ya que

en muchos casos solían superar el valor de sus activos. La revalorización del tipo de

cambio y las restricciones a las importaciones resultantes del abultado endeudamiento

externo generaron nuevamente condiciones de protección al sector industrial. El

coeficiente de importaciones de la economía argentina volvió a niveles próximos a los

anteriores a la política de apertura.

La crisis de la deuda externa en 1982 revirtió el signo de las transferencias de recursos

externos, producto de la interrupción de los flujos de capital y el aumento de las tasas de

interés internacionales. Los efectos inmediatos fueron el renacimiento y agudización del

desequilibrio estructural externo de la economía, pero ahora acompañado por la crisis de

financiamiento del sector público. La estabilización de la economía fue el objetivo

principal, ya que se convirtió en una salida para las perturbaciones del funcionamiento

de la economía, que tuvieron en las etapas hiperinflacionarios desde 1989.

Los importantes cambios en las regulaciones y en las políticas macroeconómicas, que

han tenido lugar con el inicio de la década actual, han producido importantes

transformaciones en el patrón de especialización. En ese sentido, son claramente

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diferenciables los subperíodos 1987-1990 y 1991-1997. El primero de ellos, signado por

el fracaso de los programas de estabilización y por la permanencia de muchos de los

factores característicos de la fase substitutiva de importaciones. El segundo período, por

la estabilización económica y la transformación radical en el mapa regulatorio de la

economía a partir de la apertura comercial, las privatizaciones y la desregulación. Se

aprecia, asimismo, una coyuntura macroeconómica altamente expansiva, sustentada en

un fuerte ingreso de capitales del exterior, que se revierte bruscamente en 1995 para

iniciar, desde mediados de 1996, una lenta recuperación.

Además en la década de los noventa se produce una etapa de cambios políticos y

económicos a nivel nacional, regional e internacional, generado por factores externos

que aumentaron la oferta de crédito internacional para los países emergentes; en este

mismo periodo la Argentina implementó una serie de reformas económicas para la

estabilización de precios, la privatización de activos públicos, la apertura comercial para

sectores de la economía local, la liberalización de la producción de bienes, la provisión

de servicios y la renegociación de los pasivos externos

En 1991 la política monetaria fue objeto de grandes cambios, mediante la sanción de la

ley de convertibilidad con tipo de cambio fijo entre la moneda local y el dólar

estadounidense.

“Se reformó también la Carta Orgánica del Banco Central para adecuarla al nuevo esquema, limitando a la entidad en el financiamiento al gobierno y en el otorgamiento de redescuentos. Asimismo, en 1992, el gobierno nacional alcanzó un acuerdo con los acreedores externos por el cual se reemplazaba la deuda de capital e intereses atrasados con los bancos por bonos públicos de largo plazo con garantía, en el marco del denominado Plan Brady” (Kosacoff, 2009, 115)

Durante esta década, la política de comercio exterior tuvo en la apertura comercial y la

integración regional a dos pilares: por un lado, la reducción de aranceles y barreras no

arancelarias a las importaciones y por otro, la eliminación de impuestos a las

exportaciones modificaron los incentivos a la producción y a la demanda de bienes. El

proceso de integración regional en el Mercosur se intensificó en este periodo, junto con

la apertura comercial llevo a un aumento notable de los flujos de comercio entre los

países.

Con el nuevo marco competitivo local, comenzaron a desplegarse fuertes procesos de

reconversión empresarial, en los cuales se alteran tanto las estrategias como el peso

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relativo de las distintas actividades y agentes económicos, así como las prácticas

productivas, tecnológicas y comerciales. El proceso de estabilización económica

encarado en los noventa aumentó la capacidad de prever la evolución de las principales

variables macroeconómicas de modo notable e implicó una ventaja incomparable para

la organización de las actividades productivas.

Sin embargo, surgió un nuevo tipo de incertidumbre, entre los años 1998 y 2001, el

retorno a la extrema volatilidad condujo a que la producción e inversión se vieran

afectadas, con incertidumbre de crecimiento con respecto a la solvencia de un grupo

numeroso de empresas. Los problemas de la economía argentina generaban notables

perturbaciones financieras y comerciales. Las consecuencias negativas en el plano

empresarial se habían desplegado y no surgía con claridad cuáles serían las respuestas

dominantes de los agentes económicos ante el regreso de una elevada incertidumbre

macroeconómica.

“A fines de la década de los años noventa, el inicio de un largo período dominado por la recesión y la deflación de precios generó tensiones crecientes y modificó las expectativas respecto al potencial de crecimiento de la economía y la solvencia del sector público. En ese contexto, la crisis por la que atravesaba la Argentina terminó expresándose en un progresivo aumento en los índices de desempleo, pobreza e indigencia y un moderado proceso de deflación de precios y salarios. La existencia de una profunda crisis política, la agudización de la conflictividad social y la casi nula credibilidad en las sucesivas políticas económicas que se ensayaron en vísperas del derrumbe final del régimen agravaron el panorama. En esas condiciones se produjo un brusco y acelerado descenso de los depósitos bancarios –acompañado de un proceso paralelo de salida de capitales– que llevó a imponer restricciones a los fondos del sistema financiero y controles de pagos al exterior” (Kosacoff, 2009, 119)

El proceso asociado con el abandono del sistema de Convertibilidad estuvo marcado por

una turbulencia económica, social y política. Los costos de salida de un régimen sin

mecanismos de escape fueron efectivamente muy altos. Sin embargo, también fue

intensa la recuperación que siguió a la crisis. El desempeño económico después de la

Convertibilidad se caracterizó por su desempeño positivo. En términos

macroeconómicos en 2007 existía un punto de partida que era totalmente distinto del

que teníamos en la década anterior. Un tipo de cambio flexible y competitivo, una

política fiscal prudente con resultados inéditos para los últimos cincuenta años y una

política monetaria consistente con el esquema macroeconómica

Según Rozemberg (2011) y los datos expuestos por la CEPAL a lo largo de las últimas

décadas entre 1970 y 2008 las exportaciones argentinas se multiplicaron por cinco (en

cantidades), en tanto que las importaciones se triplicaron. Al mismo tiempo, se registra

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un cambio en el patrón exportador: mientras cerca del 60% de las ventas al mundo al

inicio de esta etapa estaban representadas por exportaciones primarias (de animales

vivos y productos del reino vegetal), estos productos pasaron a representar el 27% en

2008. Del mismo modo, la participación del complejo textil y el sector de cuero se

redujeron del 14% al 2% de las exportaciones totales.

“El economista Alfredo Canavese (2006) definió a el proceso económico argentino

como un “péndulo desalentador” sus extremos fueron alternativamente desde un modelo

en el cual la Argentina se inserta en el mundo y acepta sus precios relativos, abriendo

los mercados de bienes y capitales y favoreciendo a los sectores con ventajas

comparadas (producción agropecuaria, agroindustria, servicios con trabajo calificado,

industrias extractivas ligadas a la energía); hasta otro caracterizado por tipos de cambio

reales artificialmente altos junto con retenciones a las exportaciones, que beneficia la

expansión de la actividad industrial masiva por sobre el agro y los servicios. Si bien

ambos tuvieron periodos iniciales de éxito, el primer modelo fracasó una y otra vez en

medio de recesiones profundas y niveles de desempleo intolerables; en tanto que el

segundo se abandonó varias veces en medio de procesos de inflación creciente, también

insoportables para la sociedad”.

En lo que respecta a la inserción de Argentina en el escenario internacional debe

alcanzar un nivel más sólido y activo como lo explica Rozemberg (2011) en la cual los

productos y servicios diferenciados ocupen un lugar de mayor importancia relativa,

acompañando y potenciando la expansión de las actividades tradicionales exportadoras

del país; que la inversión extranjera directa sirva como vínculo de integración de las

filiales argentinas en las redes globales de las empresas transnacionales y se desarrolle

un mayor impacto sobre el conjunto de proveedores a nivel nacional (en términos de

derrames tecnológicos, de procesos, etc.), aparece como una tarea compleja que

involucra amplios esfuerzos. En síntesis, fortalecer la integración internacional de

Argentina en los flujos globales de producción, inversión y comercio, exige no sólo

consolidar y mejorar mecanismos de apoyo a la competitividad y su consistencia con las

acciones específicas de promoción en el exterior y las negociaciones internacionales.

También implica un fortalecimiento de los órganos de gestión interna y externa -

nacionales y provinciales- y de la capacidad de articular y coordinar una acción

conjunta y sistémica de los diferentes actores.

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Bibliografía

Kosacoff, B. (2009) Marchas y contramarchas de la industria argentina (1958-

2008). Boletín Techint, n.330, sep./dic., Buenos Aires.

Kosacoff, B. y Ramos, A. (2006), Comportamientos microeconómicos en

entornos de alta incertidumbre: la industria argentina. Documento de Proyecto.

CEPAL.

Rozemberg, R. (2011). Cambios productivos e inserción internacional:

oportunidades y desafíos. En El comercio exterior argentino: una perspectiva

multidisciplinaria. Editorial EDICON (2013)

Kosacoff, B., López, A. y Pedrazzoli M. (2007), Comercio, inversión y

fragmentación del mercado global; ¿está quedando atrás América Latina? Serie

Estudios y Perspectivas Nro. 39