trabajo especialista universitario en mindfulness universidad almeria dra olga sacristan

27
Título del Trabajo Fin de Especialista Página 1 TÍTULO DEL TRABAJO: El Arte de Cultivar una Relación Terapéutica Consciente Autora: Olga Sacristán Martín 1. Objetivo del trabajo y justificación del tema elegido Plasmar mi vivencia de la labor del terapeuta consciente desde un punto de vista más amplio y transpersonal. 2. Propuesta y desarrollo del trabajo Dos poemas y un ensayo sobre el arte de cultivar una relación terapéutica consciente. 3. Conclusiones El paciente y el terapeuta son espejos el uno del otro. Lo que realmente sana es la relación consciente e incondicional que se genera, una relación de perdón hacia lo que el paciente le muestra y presenta al terapeuta. Más allá de las técnicas psicoterapéuticas, lo más importante sucede a través de la escucha consciente y amorosa del relato del paciente y de sus emociones, necesidades y heridas, una escucha universal que abraza su historia y biografía personal y la transciende. Lo que transforma y libera a ambos es recordar juntos aquello que olvidamos: nuestra naturaleza esencial: AMOR.

Upload: dra-olga-sacristan-martin

Post on 06-Apr-2017

929 views

Category:

Health & Medicine


0 download

TRANSCRIPT

T í t u l o d e l T r a b a j o F i n d e E s p e c i a l i s t a Página 1

TÍTULO DEL TRABAJO:

El Arte de Cultivar una Relación Terapéutica Consciente

Autora: Olga Sacristán Martín

1. Objetivo del trabajo y justificación del tema elegido

Plasmar mi vivencia de la labor del terapeuta consciente desde un punto de vista más amplio y transpersonal.

2. Propuesta y desarrollo del trabajo

Dos poemas y un ensayo sobre el arte de cultivar una relación terapéutica consciente.

3. Conclusiones

El paciente y el terapeuta son espejos el uno del otro.

Lo que realmente sana es la relación consciente e incondicional que se genera, una relación de perdón hacia lo que el paciente le muestra y presenta al terapeuta.

Más allá de las técnicas psicoterapéuticas, lo más importante sucede a través de la escucha consciente y amorosa del relato del paciente y de sus emociones, necesidades y heridas, una escucha universal que abraza su historia y biografía personal y la transciende.

Lo que transforma y libera a ambos es recordar juntos aquello que olvidamos: nuestra naturaleza esencial: AMOR.

EL ARTE DE CULTIVAR UNA RELACIÓN TERAPÉUTICA CONSCIENTE

TRABAJO FINAL OLGA SACRISTAN

CURSO ESPECIALISTA UNIVERSITARIO EN DESARROLLO PERSONAL

Y MINDFULNESS DE LA UNIVERSIDAD DE ALMERÍA

Ángel herido, de Emily Young

Confía tu herida a la cirugía de un maestro.

Las moscas revolotean alrededor de una herida, la cubren,

Esas moscas de tus sentimientos de autoprotección,

Tu amor por lo que piensas que es tuyo.

Deja que un maestro espante a las moscas

y ponga una venda sobre la herida.

No gires tu cabeza. Sigue mirando

Al lugar vendado. Por ahí es por donde

La Luz entra en ti.

Y no creas ni por un momento

Que tú te estás curando a ti mismo.

Rumi

¿Qué es una herida?

Una herida es una zona de abrasión en la piel,

una zona en la que pierde su continuidad, su integridad…

y por tanto es vulnerable.

En esa zona, nuestra persona está desprotegida.

Al tocarnos en una herida, nos hacen daño

Y pueden entrar gérmenes del exterior.

En la zona de la herida nuestra piel deja de separarnos del mundo exterior.

Por unos centímetros o milímetros no tenemos coraza, caparazón, armadura…

Curiosamente, cuando nos herimos es simplemente

porque algo del exterior nos araña o golpea

(si es algo vivo como un animal o una persona)

o porque nos acercamos bruscamente , nos cortamos,

nos caemos o nos rasgamos la piel… contra algo inerte.

Del contacto brusco o violento, de la fricción con algo externo, surge la herida….

En un mundo sin los otros, sin lo otro, en un universo donde solo existe UNO…

… No es posible la existencia de heridas.

La herida es el símbolo del mundo dual.

Y, realmente, no se necesita nada especial para sanarla.

Solo la fuerza natural de la Vida fluyendo sin obstáculos.

Temporalmente, es bueno vendarla para protegerla.

Mientras la naturaleza repara sabiamente célula a célula y crea nuevo tejido.

En algunas ocasiones, hay que limpiar la herida.

Y el terapeuta compasivo sabe que esto puede producir dolor.

Pero es necesario.

Lo hace poco a poco, respetando los tiempos, usando las mejores herramientas,

Permitiendo que la sangre que brota al sanear la herida traiga vida nueva a la zona.

A veces ve que es necesario dar algunos puntos,

la herida es demasiado grande

y los bordes no se aproximan solos.

También conoce los secretos de acercar entre sí

los bordes de esas heridas amplias,

y sabe que aunque los puntos duelen temporalmente,

son fundamentales para dejar una cicatriz limpia y fina…

A veces el terapeuta sabe que solo tiene que mirar a la herida.

Tiene la certeza de que solo es necesario poner una suave venda por encima…

y esperar…

La herida es de todos.

De nuestro gran cuerpo universal.

Otro gran misterio.

Solo quien ha experimentado en su propia piel

el dolor de grandes y pequeñas heridas,

de heridas antiguas, infectadas, aparentemente incurables…

puede acercarse con humildad a explorar con ternura las heridas de otro.

Solo quien sabe que cada ser humano será siempre herida viva,

reparándose y recreándose constantemente,

puede ofrecerse a la Vida para vendar,

dar puntos, o limpiar la infección de otra piel…

Honro el linaje de Quirón al que pertenecemos… mitad dios, mitad humano…

... eternamente encadenado a su herida….

....Para sanar las heridas de otros…

Y la intuición brota de lo hondo…

cierro los ojos y me inunda un poderoso recuerdo…

Yo sé que, simultáneamente, en otros planos...

coexiste con este mundo en el que vivimos...

… otro mundo donde los cuerpos no colisionan produciéndose heridas…

Donde los cuerpos viven en consciencia

y por tanto para dejar de experimentarse como separados no necesitan herirse…

....un mundo donde la piel no es símbolo de separación… sino de unión…

El terapeuta compasivo también lo sabe…

Por eso abraza, acaricia, enjuaga lágrimas…

tocando la piel de su paciente con infinita delicadeza… con profunda ternura….

Recordando al alma que existe un mundo

donde la piel acerca a los humanos… no los aleja.

Miremos la herida.

La nuestra. La de todos.

Sepamos cuándo simplemente vendar, cuándo limpiar y airear,

y cuándo dar puntos…

Sentémonos a meditar con nuestras heridas abiertas…

Y la Vida, que es sabia, iluminará nuestro quehacer diario…

nos dará herramientas, nos susurrará al oído

qué forma externa irá tomando nuestro proyecto interno….

...de ponernos al servicio de algo más grande…

Un día despertaremos del sueño.

Todos juntos.

Descubriremos asombrados que Nunca hubo heridas.

Eran solo rasponazos en las rodillas de niños y niñas jugando el Gran Juego.

Pequeños chichones fruto de nuestro gran entusiasmo

por vivir el regalo de la Vida con verdadera intensidad.

El corazón permaneció invulnerable todo el Camino, de principio a fin…

Benditas heridas que dan sentido a nuestra labor,

hasta que descubramos otra manera de vivir, con consciencia…

Y broten nuevas formas de compartir la diversidad en la Unidad.

Un terapeuta consciente aprende, antes que nada,

A abrazar y mirar su propia herida.

Olga Sacristán

El Arte de Permitir que se exprese la Presencia Sanadora que ya soy

Cuando alguien me escucha con paciencia, yo puedo ser capaz de decir lo que tengo que decir

Cuando alguien acepta mi dolor con compasión, yo puedo aceptar y trabajar mi dolor por mí misma.

Cuando alguien cree en mí, cuando alguien cree que se puede confiar en el Universo, entonces yo puedo empezar a creer también en mi misma y en el Universo.

Ser una Presencia Sanadora es permanecer Consciente y Compasivamente en el momento presente con otro ser humano, creyendo en él y afirmando su potencial sea cual sea la apariencia que mis sentidos físicos perciban sobre este ser humano en este momento de su vida.

Ser una Presencia Sanadora es permitir que el Amor vea a través de mis ojos, escuche a través de mis oídos,

Y mantener la Visión más elevada de la otra persona mientras ella me hace partícipe de su dolor, sus dudas, sus crisis, sus patrones de pensamiento repetitivo, sus creencias limitantes…

Es abrazarlo todo sabiendo que ambos, terapeuta y paciente, podemos descansar en el Alma que todo lo comprende y todo lo sostiene.

Ser una Presencia Sanadora es recordar quien soy en Presencia del Otro y por una mágica alquimia de resonancia y empatía, recordar al Otro quien Es.

Desde el Silencio fecundo que no impone nada, no aconseja nada, no busca nada, ni siquiera aliviar su sufrimiento.

Porque desde la Visión no dualista el sufrimiento no tiene existencia real, es solo el llanto del alma humana que durante unos instantes vive en la desolación de la separación, ajena a su verdadero Ser.

En el encuentro terapéutico existen momentos sagrados, momentos atemporales, en los que un fragmento del Universo recuerda su Perfección y Plenitud innata, y todo el Universo –incluidos paciente y terapeuta- recuerda con él.

Cómo llegan estos momentos sigue siendo un misterio… ante el cual lo único que podemos hacer es inclinar nuestra cabeza humildemente y agradecer…

El Arte de Decir Si

Cuando no comprendo el aparente sufrimiento propio y ajeno…. y lucho desesperadamente por erradicarlo, le estoy dando más fuerza. Lo hago aun más real.

Cuando un paciente me relata una historia de abusos, desamor, pérdidas, o enfermedad y yo trato de aliviar su carga intentando devolverle el sentido de la vida, diciéndole que en todo hubo algo positivo y una lección que aprender, explicándole que este es un mundo dual y de contrastes y que ahora tiene que apuntar hacia lo que sí quiere y no hacia lo que ya no quiere…

Estoy reforzando sin querer la realidad de ese sueño-pesadilla. Buscando su opuesto, encontrando el regalo del problema, la oportunidad de crecimiento, le estoy dando poder a lo que ya no quiere…

¿Y si existiera otra opción?

Ese aparente sufrimiento solo tiene una raíz: la ignorancia de lo que Soy. La amnesia de vivirme como un ser separado, angustiado, necesitado e incompleto.

¿Y si el arte de permitir que se exprese la Presencia Sanadora que soy fuera algo tan simple como quedarme en silencio junto a Otro participante en el juego de la Vida, respirando juntos en la Paz de lo que Es, y regresando juntos a casa unos instantes que saben a eternidad?

Sin técnicas, herramientas, procesos. El terapeuta aparca unos instantes sus estrategias para lanzarse a la aventura con las manos vacías y el corazón desnudo.

A lo mejor sanar es dar la mano a Otro y entrar juntos en el Espacio del Corazón.

La Verdadera Sanación es Inmediata, porque me reconecta con el Presente.

El Arte

Ser terapeuta es un arte. No es un conjunto de técnicas aplicadas con mayor o menor destreza. Es el arte de lo inesperado, de lo siempre nuevo. Es sentir mariposas en el estómago y fuego en el corazón cada vez que alguien entra por la puerta y se ofrece a sí mismo con todas sus contradicciones, heridas y desgarros.

Es reconocer con humildad el milagro y el regalo de ese Alguien se expone frente a mí, que también tengo contradicciones heridas y desgarros…

Juntos viajamos a un espacio más amplio que nuestros dos pequeños vehículos, un espacio en el que todo es posible y la inspiración surge trayendo cada palabra, cada silencio, cada risa y cada lágrima en el momento apropiado… Juntos pintamos un lienzo único e irrepetible en cada sesión.

De Permitir

Permitir es decir SI. Decir si a la dulce responsabilidad de ser terapeuta, de representar durante unos instantes el papel de quien anima, alienta, enjuaga lágrimas, acepta, comprende, abraza…

Permitir es aceptar que no sé dónde iremos juntos en cada sesión, dejar a un lado mi inseguridad, mi cansancio o mis miedos y zambullirme en una experiencia de Amor incondicional que me transciende y me sobrepasa como ser humano…

Permitir es decir SI al fluir de mi Vida para que otra persona pueda también decir SI al fluir de la suya y reventar diques y fundir corazas…

El dolor en todas sus formas y matices es solo decir no al fluir de la Vida. Y cuando yo digo SI y simplemente escucho con Presencia Amorosa ese dolor que no pudo ser vivido ni expresado…. entonces… es la Vida quien de nuevo, al fluir con libertad, restaura la salud y la integridad perdidas….

Permitir es ir más allá de mi misma al encuentro del Otro. Permitir es disfrutar de mi transitar por la Vida, paso a paso y también abrirme a lo que vendrá después… Sabiendo que cada momento será diferente.

Que se Exprese

He venido a expresar la grandeza y las cualidades de mi alma. Como alma soy uno de los rayos del Sol Divino del que todo surge y que todo lo mantiene y lo reabsorbe en Si Mismo.

Como Alma tengo una historia y un proyecto Vital.

Vengo a expresarlos en mis sensaciones, sentimientos, acciones.

De nada me valen todos los tesoros guardados en mi corazón si no los expreso. Porque la naturaleza del corazón es dar, solo dando se realiza.

Y lo máximo que puedo hacer, lo más auténtico es DARME.

Permitir que algo se exprese es darle espacio para que brote, como se abre el capullo de una flor.

Es confiar en la sabiduría de la Vida que alimentando ese capullo desde la Tierra y llenándolo de luz y calor desde el Cielo permite que se despliegue en toda su grandeza.

La Presencia

La presencia es algo que solo sucede en el Ahora. Y es algo que ya es. Es en cada momento. Presencia es estar 100% presente para Otro y para mí misma. Hacer el dulce esfuerzo de estar atenta al juego del escondite: la pista para deshacer la madeja del dolor puede estar en un gesto que precede a una lágrima, en un comentario distraído, en una palabra que desencadena en mí una intuición de que ese es el camino al centro del laberinto.

Estar presente para Otro es estar atenta a lo que desencadenan sus palabras en mí. Su historia, su relato ¿los estoy haciendo míos? ¿Me veo en su dolor, en sus miedos?

Si puedo estar verdaderamente presente puedo sentir verdadera unión con esa alma y a la vez no dejarme arrastrar por el aparente enredo, por el aparente drama de lo que sucede.

El equilibro es un desafío constante. Para eso necesito esta Presencia que deja ir a cada instante lo que ya pasó y no anticipa nada sobre el instante siguiente.

Estamos patinando juntos sobre una espesa capa de hielo, el hielo del olvido de quienes somos, y cada paso es importante, cada pirueta es importante.

Debo estar presente y a la vez permanezco en una entrega compasiva y desapegada porque reconozco que solo soy un instrumento de la Presencia Compasiva de Quien Contempla el Juego y sonríe.

Estar presente no es algo que hago, es algo que SOY. ¿Puedo quedarme en el vacío de no hacer, de no decir, de no aconsejar, de permitir que el Otro sea, sienta, viva, exprese, dude, tiemble, cuestione…?

Estar presente, ser presencia, es no dar nada por sentado, es seguir encontrando cada día lo extraordinario en lo ordinario.

Ser Presencia es tratar de mantenerme lo más despierta posible el mayor tiempo posible y a la vez aceptar que mi mente se dispersa, se olvida, se enreda de nuevo, y sonreír ante sus distracciones y traerla de vuelta con ternura y respeto.

Necesito estar Presente a lo que sucede fuera y dentro de mí. Y a la vez entrego mis expectativas, mi engaño de que esto es algo que yo hago...

Solo puedo ser Presencia si dejo atrás mi propio pasado y mis proyecciones y expectativas sobre el futuro. Si permanezco en el Vacío y confío…

Sanadora

Sanar no es lo que yo pensaba. No estoy aquí para resolver el aparente caos que se presenta ante mis sentidos.

No estoy aquí para sustituir un pensamiento negativo por otro positivo, para transformar un sentimiento incómodo en otro menos incómodo o incluso placentero.

No tengo que arreglar el aparente dolor o desorden de la vida del Otro como si fuera un mecánico reparando un coche averiado.

Sanar es un movimiento hacia la integración. Hacia la totalidad. Sano cuando actualizo mis potencialidades y vivo lo que no pude, supe o quise vivir porque en aquel momento no tenía recursos para ello.

Al dejarme vivir esa escena dolorosa del pasado y la carga emocional que sepulté… el rio de la Vida de nuevo recorre mi psicocuerpo y la propia fuerza vital restaura la corriente que me abre a lo Nuevo.

Sanar es dejar de estar congelada en la escena de dolor y decir si de nuevo a Lo-que-Es. Y Lo-que-Es es siempre AMOR. No hay más.

Sanar no es algo que yo pueda hacer por Otro ni para Otro. Solo puedo estar atenta a señalar esa Fuerza que al Otro lo sostuvo en la situación de dolor, y celebrar con él que esa misma fuerza que lo hizo congelarse en la situación para sobrevivir hoy le permite descongelarse para bañarse de nuevo en el río de la vida.

Un Sanador, una Sanadora, es alguien que puede mantener por mí la visión de mi propio movimiento hacia la totalidad cuando yo todavía soy incapaz de verlo.

Un Sanador, una Sanadora, puede apreciar, impulsar, reconocer y bendecir ese movimiento en el Otro. Y milagrosa y mágicamente, la propia Fuerza de la Vida inicia también el movimiento hacia la totalidad en el propio sanador.

La Intención es siempre estar presente en el servicio al Otro, la experiencia nos dice que una vez que la Fuerza Sanadora percibe nuestra apertura y disponibilidad, una vez que escucha nuestro SI, desencadena un poderoso movimiento de circunstancias y energías sincrónicas que abraza a ambos, sanador y paciente, y los transforma a ambos en lo que Siempre Fueron.

Que Ya Soy

Toda la Vida humana es proceso desde que el espermatozoide y el óvulo danzan su Danza Sagrada y de Dos crean Uno. Esa célula primera, única en la historia del Cosmos, empieza un proceso de despliegue y todo, absolutamente Todo, está en ella como holograma de lo Divino.

Todos los idiomas posibles, la capacidad de ser atleta o pianista, todo está en forma potencial en ese ADN recién estrenado y diseñado por el Arquitecto Cósmico…

Curiosamente, lo Divino permanece intocado, sereno, perfecto en sí mismo, a lo largo del proceso de despliegue de esa pequeña y luminosa promesa de Vida. Lo Divino YA ES. SIEMPRE ES.

En el bebé, en el niño que da sus primeros pasos, en el adolescente que ensaya posibles identidades recién estrenadas, en la crisis de los cuarenta, en la plenitud de los cincuenta, en la generosidad de los sesenta, en la serenidad y la simplicidad de los últimos años de vida…

Ya está todo en cada fase. ¿Entonces?...

¿Qué hacer para sentir que realmente soy una presencia sanadora? ¿Para darme a mi misma la aprobación que necesito? ¿Quién puede certificar mi capacidad para embarcarme en el Misterio de acompañar a Otro a sus entrañas y vibrar con él?

¿Quién puede asegurar que estoy preparada para algo tan bello y tan delicado, tan desafiante y tan sencillo, cuando yo misma estoy en proceso de recordar Quien soy, de enfrentarme a mis propias contracciones y nubarrones negros?

Nada. No tengo que hacer nada para ser una presencia sanadora.

Ni cursos, ni talleres, ni peregrinajes.

Solo puedo decir SI y recordar Quién Soy.

Nada más y nada menos.

Solo puedo ofrecerME con la intención de Ser Vehículo de Algo más grande que mi pequeño yo, que mi aparente pequeño yo.

Y entonces el milagro sucede.

Re - cuerdo… vuelvo al Corazón… y con mi Recuerdo de Quien Soy surge la palabra apropiada, el silencio restaurador, surge la técnica ideal o el abrazo lleno de comprensión y cariño…

… la mano se desliza sola a enjuagar una lágrima o a acariciar el lugar donde tanto dolor congeló la fuerza de la Vida. Surge la broma oportuna y con ella la risa liberadora que se lleva la seriedad del momento…

La fuente primordial de la Sanación está más allá del conocimiento y de la habilidad del propio Sanador.

La Sanación es una señal del profundo deseo de la Vida de renovarse a sí misma.

Es una energía que pulsa en toda la creación, llevándola de forma irresistible hacia la plenitud, hacia la totalidad, hacia la integración.

La Sanación es el acto creador original que tiene lugar una y otra vez, en cuerpos y mentes, en las historias y sueños de la humanidad, en sus relaciones y sus logros. Es el mismo acto que tiene lugar cada vez que tiendes tu mano a otra persona con reverencia y apertura. Y es lo que sucede cada vez que el Otro responde a esa mano que le tiendes.

El Arte de Permitir que se Exprese la Presencia Sanadora que Ya Soy...

Hagamos un viaje.

Para permitir que se exprese la Presencia Sanadora que ya somos hay un buen lugar para comenzar: NOSOTROS MISMOS…..

SER YO MISMA, SER NATURAL

Antes de empezar a indagar sobre aquel que la Vida me pone delante para acompañar, es fundamental indagar sobre mí misma. ¿Qué personalidad tengo? ¿Cuál ha sido mi historia familiar y qué influencia tiene en mis actos diarios? ¿Qué experiencias significativas han moldeado mi personaje? ¿Qué emociones suelo tener y cuando las tengo? ¿Cuáles son mis necesidades más importantes?

A medida que voy teniendo más claro quién soy porqué hago lo que hago, podré hacerme más receptiva al Otro. Hasta entonces, aunque piense que solo estoy viendo a esa persona, en realidad es a mi misma a quien veo en ella.

Una incomodidad que puedo sentir por algo que esa persona dice o hace, incluso por un rasgo de su cara, realmente puede tener sus raíces en mi misma.

Una relación difícil o tormentosa que yo tuve en mi infancia puede estar proyectándose en esta relación con un paciente…

Algo que yo no he resuelto se me puede estar mostrando para que lo sane. Estas cosas suceden con frecuencia. Y lo importante no es que sucedan sino cómo respondo cuando suceden.

¿Estoy dispuesta a emprender el viaje al centro de mi propio laberinto personal como primer paso para estar realmente Presente para aquellos a quienes acompaño?

Me abro a la Persona única que soy. Honro eso que me hace diferente y especial, eso que lleva el distintivo de la persona que se fue creando a lo largo de mi caminar por la Vida.

Honro al personaje porque también el personaje soy yo…¡¡¡¡ claro que sí !!!!

Paradójicamente, para llegar a la Unidad total, a la fusión total con el Otro, necesito honrar Eso que todavía ahora siento como diferente y único en mí. Y al hacerlo me abro a recibir con pleno asombro, maravillada, ese Universo vibrante y en constante cambio que es el Otro que se sienta frente a mí… A veces nervioso, vulnerable, asustado… a veces dolido, enfadado o avergonzado…

Porque al menor atisbo inconsciente de juicio, de condena, de reproche por mi parte (y esto solo surge cuando no acepto esto que creo ver dentro de mí y lo proyecto en el Otro), esa persona cerrará su espacio interior y no podremos viajar juntos al espacio del Corazón.

Si me conozco, me acepto, me río de mi misma, surfeo en las olas de mis emociones y desgarros, me aprecio profundamente por mis valores más profundos y aprendo a honrar lo sagrado que hay en mi…

Podré hacer lo mismo por quien viene a visitarme.

Si me abro a mi humanidad y la acepto, permitiré que el Otro se sienta seguro de mostrarme también su humanidad. Si me apropio consciente y responsablemente de mi vulnerabilidad podré despertar el potencial sanador que reside tanto en mí como en el Otro.

Permitir que se exprese la Presencia Sanadora que Ya Soy me pide que sea completamente humana, totalmente yo.

Si intento ser alguien distinto que yo misma para parecer especialmente competente, profesional, integrada, espiritual… estoy creando sin desearlo ni darme cuenta de ello una distancia entre la persona a quien acompaño y yo misma.

Es muy probable que sientan que no pueden estar a la altura de este falso yo. Les será muy difícil ser naturales. Y mi presencia sanadora será menos sanadora porque estaré menos presente.

Sin embargo, cuando me permito ser con la Otra Persona más natural, con todas mis flaquezas y debilidades, ya he dado un paso hacia la totalidad que nos espera a ambos.

Solo desde el amor profundo e incondicional hacia los personajes, voces y arquetipos que danzan en mi interior…..

Podré estar presente para el Otro… y quizá, algún día, descubriré quien era en realidad el Otro… y sonreiré....

Habré regresado a la Totalidad.

Y la Sanación será completa.

Y eso, al invocarlo y soñarlo en la soledad de mi corazón,

En virtud de la Magia Creadora de la Vida,

que no conoce de límites de espacio ni tiempo,

Está sucediendo para todos,

AQUÍ Y AHORA.

No me digas tu nombre…

No quiero conocerte.

No me cuentes tu historia….

Ya sé que en algún momento del Camino…

Olvidaste que todo era un bello y fascinante Juego…

Murió alguien que amabas… o te abandonó… o te hirió…

Te sentiste perdida, indefensa, pequeña o criticada…

Y perdiste el contacto con tu esencia…

Algo en ti se rompió en mil pedazos…

Y desde entonces sientes…. la herida del olvido…

Como yo misma…

No quiero conocerte…

No quiero descubrir tu belleza más honda

Ese prisma de cristal en tu pecho….

en el que la luz se despliega en mil colores….

No quiero ver tu rostro y descubrirme en ti…

En ese anhelo insaciable de tocar el Misterio.

No quiero inclinarme de rodillas

ante la maravilla de tu alma.

No quiero conocerte…

No me digas tu nombre…

No quiero abrazar tus sombras más terribles,

Ni sentir compasión cuando tenga que enjuagar

tus lágrimas amargas….

Ya no quiero saber ningún detalle concreto de tu vida…

Qué te gusta o disgusta…

Con qué sueñas…

Qué te hace vibrar o te conmueve…

No quiero conocerte…

No me digas tu nombre…

Es el nombre de todos…

Antes de que tus labios rompan el sagrado silencio…

Y empieces a desnudar ante mí tu dolor infinito,

y a volcar tus recuerdos…

Yo ya sé … lo único que importa…

Pues tu historia… es mi historia….

Y tus heridas me escuecen

tanto como tus logros.

Solo quiero quedarme en silencio a tu lado…

Sentir que sin saber ningún dato de tu pequeña vida

Soy en ti, junto a ti…

Y me sobra la piel al abrazarte…

No me digas tu nombre…

Puedo amarte sin verte, sin tocarte,

sin conocer todos tus personajes,

Tus secretos más íntimos,

Tus heroicos gestos de grandeza…

No me importa tu sexo, tu rostro,

quién o qué te empujó hacia la amnesia…

No me hables siquiera.

Déjame que me siente en silencio a tu lado.

Quédate junto a mí.

Mientras todo se cae…

Nuestras dudas más hondas,

Nuestros férreos apegos…

Nuestras viejas y oxidadas cadenas…

Olvidemos quien fuimos…

Soltemos equipajes….

Yo sé… que es posible… recordar sin palabras

Quien eres y quién soy.

Dame la mano, crucemos el umbral…

Sin saber nuestros nombres…

Dedicado a todos aquellos seres valientes

Que me han regalado su presencia

En estos 26 años como médico y terapeuta.

Gracias por vuestra paciencia, fortaleza interior y honestidad

Gracias por permitirme enjuagar vuestras lágrimas,

bucear en vuestras almas

Y soñar que es posible un Sueño Feliz en esta Gran Obra de Teatro.

Gracias al Misterio, que nos acunó y protegió,

En los momentos más oscuros y difíciles del Camino.

Gracias a aquellos que me hicieron mirar a mi herida

y me ayudaron a ver mis partes no sanadas…

Gracias al Amor que se filtra en cada encuentro terapéutico

Inspirando palabras, silencios y sonrisas.

Gracias.

Olga Sacristán

[email protected] www.olgasacristan.com