tomo ii - obras morales y de costumbres - plutarco - sobre la superstición

61
PLUTARCO OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES (MORALIA) II SOBRE LA FORTUNA • SOBRE LA VIRTUD Y EL VICIO • ESCRITO DE CONSOLACIÓN A APOLONIO • CONSEJOS PARA CONSERVAR LA SALUD « DEBERES DEL MATRIMONIO» BANQUETE DE LOS SIETE SABIOS* SOBRE LA SUPERSTICIÓN INTRODUCCIONES, TRADUCCIONES Y NOTAS POR CONCEPCIÓN MORALES OTAL r JOSÉ GARCÍA LÓPEZ & EDITORIAL GREDOS

Upload: luciene-carneiro

Post on 14-Aug-2015

121 views

Category:

Documents


11 download

TRANSCRIPT

Page 1: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

PLUTARCO

OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES

(MORALIA)

IISOBRE LA FORTUNA • SOBRE LA VIRTUD Y EL VICIO • ESCRITO DE CONSOLACIÓN A APOLONIO • CONSEJOS P A R A C O N S E R V A R LA S A L U D « D E B E R E S D EL M A T R I M O N I O » B A N Q U E T E DE L O S S IE T E S A B I O S *

SOBRE LA SUPERSTICIÓN

IN TRO D U C C IO N ES, TR A D U C C IO N ES Y N O TA S POR

CONCEPCIÓN MORALES OTAL r JOSÉ GARCÍA LÓPEZ

&EDITORIAL GREDOS

Raul
Resaltado
Page 2: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición
Page 3: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

Asesor para la sección griega: C a r l o s G a r c ía G u a l .

Según las normas de la B. C. G ., ¡as traducciones de este volum en han sido revisadas por R osa M .3 A g u il a r .

© EDITORIAL G R ED O S, S . A .Sánchez Pacheco, 81, Madrid. España, 1986.

Las traducciones, introducciones y notas han sido llevadas a cabo en común por: C o n c e p c ió n M o r a l e s O t a l y J osé G a r c ía L ó p e z .

D epósito Legal: M . 33178 -1986 .

ISBN 84-249-1069-9.Impreso en España. Printed in Spain.Gráficas Cóndor, S. A ., Sánchez P acheco, 81, Madrid, 1986. — 5978.

Page 4: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

INTRODUCCIÓN

I. Obras incluidas

Incluimos en este segundo volumen de Obras morales y de costumbres (Moralia II) siete tratados, que siguen, en el orden tradicional desde la edición veneciana de G. Xylander, a los traducidos también por nosotros en el vo­lumen anterior de esta misma colección. Si entonces pudi­mos recoger bajo un mismo epígrafe de la Introducción («Sobre la educación y la amistad») el contenido de los tratados allí traducidos y presentar, por ello, una introduc­ción general válida para todos ellos, para el presente volu­men sólo redactamos esta breve introducción informativa; pero, en cambio, cada opúsculo lleva una introducción al­go más extensa con la que intentamos acercar al lector al contenido y a la problemática surgida en torno al mismo en sus líneas más generales.

Plutarco se mantiene también, en estos tratados, en la línea pedagógico-moralizante que sigue en su obra conoci­da por el nombre general de Moralia; sin embargo, el con­tenido de estos siete tratados es mucho más variado y hete­rogéneo. Esta circunstancia se puede comprobar por la mera lectura de los títulos con los que se conocen y que pasamos a facilitar en la traducción castellana que nosotros propo-

Page 5: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

8 MORALIA

nemos. Entre paréntesis añadimos la traducción latina de estas obras, por la que con frecuencia se siguen citando. Los títulos son: Sobre la fortuna (De fortuna), Sobre la virtud y el vicio (De virtute et vitio), Escrito de consola­ción a Apolonio (Consolatio ad Apollonium), Consejos para conservar la salud (De tuenda sanitate praecepta), Deberes del matrimonio (Coniugalia praecepta), Banquete de los Sie­te Sabios (Septem sapientium convivium) y Sobre la su­perstición (De superstitione). Se trata, por tanto, de unas obras con las que Plutarco intenta acercarnos, entre conse­jos, a un campo muy variado de la actuaccíón y la perso­nalidad de los hombres y que abarca aspectos tan distintos como los de la salud, la superstición, el matrimonio, la fortuna, la virtud y el vicio, la fortaleza ante las desgra­cias, etc.

Los tratados Sobre la fortuna, Sobre la virtud y el vicio y el Escrito de consolación a A polonio no están recogidos en el llamado «Catálogo de Lamprías», sí los otros cuatro restantes.

Para aspectos concretos de los tratados aquí traducidos remitimos, según ya dijimos, a las respectivas introduccio­nes que preceden a cada uno, así como a las Introduccio­nes generales aparecidas en los números 77 y 78 de esta misma colección, correspondientes a los primeros volúme­nes de Vidas paralelas y de Obras morales y de costumbres (Moralia).

II. La traducción

En la traducción mantenemos el criterio seguido en el volumen anterior: la máxima fidelidad al texto original grie­go, procurando en todo momento no corregir ai autor, aun

Page 6: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

INTRODUCCIÓN 9

a riesgo de que su estilo, y por ello el texto castellano, nos pueda resultar lleno de repeticiones, construido sobre períodos demasiado largos y de estructuras, en ocasiones, algo alejadas de nuestra actual forma de expresión. No obstante, este mismo extrañamiento nos ha parecido que puede ser aceptable por tratarse de una traducción y no de una obra de propia creación.

Las escasas traducciones al castellano de alguno de es­tos tratados las hemos tenido en cuenta; pero, en definiti­va, nos han sido de escasa utilidad, debido a su carácter de trabajps realizados sobre traducciones latinas o a otros idiomas modernos. Este es el caso, pensamos, de la tra­ducción de Diego Gracián, la única, por lo demás, con pretensiones de ajustarse al original griego, según su pro­pio autor, y la que comprende una parte importante de Moralia. Un juicio parecido nos merece la traducción de Diego de Astudillo de los Deberes del matrimonio, que él traduce bajo el título de Carta que escribe Plutarco a Po- liano y Eurídice, su mujer, enseñándoles cómo se han de haber en casamiento, recogida en las págs. 210-246 de la obra de Luis Vives, Introducción a la sabiduría (Valencia, 1779). Menos útil y poco aconsejable es la traducción de Juan B. Bergua, -demasiado libre, como es habitual en él, y sin pretensiones, al parecer, de fidelidad estricta al origi­nal griego. Esta obra lleva el título de Plutarco. Los trata­dos. Sobre las mujeres. Sobre el amor. Sobre el matrimo­nio. Sobre la muerte. Sobre la salud y otros (Madrid, s. a.), título que por sí mismo revela el escaso rigor con que el autor se ha planteado sus trabajos.

En los pasajes más problemáticos y difíciles nuestra tra­ducción es deudora, principalmente, de las realizadas en alemán, inglés y francés. También en este volumen nuestra labor ha sido facilitada, sobre todo, por los estudios, no­

Page 7: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

10 MORALIA

tas y traducciones al alemán de J. F. C. Kaltwasser (Plu- tarchs moralisch-philosophische Werke, Viena y Praga, 1796-1797), al inglés de F. C. Babbitt (Plutarch’s MoraliaII, Londres, 1927-1928) y al francés de J. Amyot Les Oeu- vres morales de Plutarque, París, 1559-1572), de Jean De­fradas y Jean Hani (cf. Bibliografía), cuyas obras desea­mos destacar especialmente aquí.

La edición del texto griego seguida en nuestra traduc­ción es, como en el volumen anterior, la teubneriana:Plutarchi Moralia, I. Rec. et emend. W. R. P a t ó n et 1. W e g e -

h a u p t , praefationem ser. M. P o h l e n z , edit. correctiorem cu- ravit H a n s G á r t n e r , Leipzig, 1974.

Por último, no queremos terminar esta breve introduc­ción sin expresar nuestro agradecimiento al Deutscher Aka- demischer Austauschdienst de la República Federal de Ale­mania por haber facilitado con un Stipendium al Dr. D. José García López, durante los veranos de 1980 y 1985, dos estancias en la Universidad alemana de Tubinga, que nos sirvieron para, conseguir el acceso seguro a la bibliografía necesaria para nuestro trabajo, tanto del primero como de este segundo volumen. Igualmente, deseamos recordar aquí a la Universitátsbibliothek de Tubinga y al Philologisches Seminar de la misma Universidad junto con su Director Prof. Dr. Konrad Gaiser, por las facilidades que siempre nos dieron para manejar sus fondos y por atender siempre amablemente nuestras consultas.

Page 8: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

BIBLIOGRAFÍA*

I. G e n e r a l :

G, E . B e n s e l e r , De hiaíu in oratoribus A tticis et historiéis Grae- cis libri dúo, Freiberg, 1841.

K. B u r e s c h , Consolationum a Graecis Romanisque Scriptorum historia critica (Leipziger Studien zur Class. Philologie IX), Leipzig, 1887.

W . C a p e l l e , Historia de la filosofía griega, trad. cast., Madrid, 1976.

J . C o n t a r i e u , Histoire de la musique, París, 1913.A. y M. C r o ise t , Histoire de la Littérature Grecque, París, 1928.A. D ie t e r ic h , Eme Mithrasliturgie, Leipzig, 1910.

* Sóio incluim os aquellos trabajos que, de una forma o de otra, nos han servido para realizar nuestras traducciones y para elaborar las intro­ducciones y notas que acom pañan al texto. Para más inform ación biblio­gráfica, cf. ios vols. 77 y 78 de esta m isma colección, y para estudios más antiguos sobre Plutarco se puede consultar el Bursian J.ahresbericht über F ortschritte der kiassischen A ltertum sw issenschaft, vols. 108, 129, 152, 170, 187, y 220, en donde autores cóm o D y r o f f , Bo c k , H u b e r t y W e iss e n b e r o e r ofrecen una bibliografía casi exhaustiva desde el año 1875 al 1925, que, a su vez, se puede completar con la publicada en la Bibliotheca Scriptorum Classieorum e t Graecorum et Latinorum , vol.I, 2." parte, Leipzig, 1911, relativa a ios años 1878-1896.

Page 9: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

12 MORALIA

F. D ü e m m l e r , Akadem ika. Beitráge zur Literaturgeschichte der sokratischen Schulen, Giessen, 1889.

L. D e u b n e r , Attische Feste, Berlín, 1932.A. E l t e r , De gnomologiorum Graecorum historia atque origine,

con coment., Bonn, 1893.E. F e h r l e , Die kultische Keuschheit im Altertum (Religionsge-

schichtliche Versuche und Vorarbeiten VI), Giessen, 1910.H. F r a e n k e l , «Ephemeroi, ais Kenntwort für die menschliche

Natur», en Wege und Formen friihgriechischen Denkens, Mu­nich, 1960.

K. G a is e r , Für und wider die Ehe, Munich, 1974.A. G ie s e c k e , De philosophorum veterum quae ad exilium spec-

tant sententiis, tesis doct., Leipzig, 1891.A . W. d e G r o o t , A Handbook o f antigüe Prose-Rhythm, Gro-

ninga, 1918.J. H a u s s l e it e r , Der Vegetarismus in der Anñke, Berlín, 1935.R. H ir z e l , Themis, Dike und Verwandtes, Leipzig, 1907.H . H o b e in , De Máximo Tyrio quaestiones philologae selectae,

tesis doct., Gotinga, 1895.R. K a sse l , Untersuchungen zur griechische» und rómischen Kon-

solationsliteratur (Zetemata X V III), tesis doct., Würzburgo, M u­nich, 1958.

C . A. Lo b e c k , Aglaophamus sive de theologiae mysticae Graeco­rum causis, Kónigsberg, 1829.

J. F. M a l d o n a d o V il l e n a , «Teoría de los kathékonta en la Es­toa Antigua», en A ctas de11 Congreso Andaluz de Estudios Clásicos, Jaén, 1981, págs. 268-271.

C p h . M e in e r s , Geschichte des Ursprungs, Fortgangs und Ver- fa lls der Wissenschaften in Griechenland und Rom , Lemgo, 1781.

So io n M ic h a e l id e s , The Music o f Ancient Greece. An Encyclo- paedia, Londres, 1978.

A . M o m m se n , Feste der Stadt Athen im Altertum , geordned nach attischen Kalender, Leipzig, 1898.

W. N estle , Eurípides, der Dichter der Aufkl&rung, Stuttgart, 1901.M. P. N il sso n , Griechische Feste von religióser Bedeutung mit

Ausschluss der Attischen, Leipzig, 1906.

Page 10: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

BIBLIOGRAFÍA 13

W . O t t o , «Religio und superstido», Archiv fü r Religionswissen- schaft, XII (1909), 533-554.

R. P h il ip p s o n , «Cic. de Off. I 83», Berliner Phit. Woch. 37, núm. 4 (1917), cois. 127-128, y núm. 16 (1917), cois. 497-498.

M . P o h l e n z , Die Stoa, Geschichte einer geistigen Bewegung, Go- tinga, 1978 5.

—, De Ciceronis Tusculanis Disputationibus, Prog., Gotinga, 1909.K. P r á c h t e r , Hierokles der Stoiker, Leipzig, 1901.L . R a d e r m a c h e r , «Schelten und Fluchen», Archiv fü r Religions-

wissenschaft XI (1908), 11-22.R . R e it z e n st e in , Die hellenistischen Mysterienreligionen nach ihren

Grundgedanken und Wirkungen, Leipzig, 1910.E. R iess, «On Ancient Superstitio», TAPhA XXVI (1895), 40-55.E. R o h d e , Psique. E l culto de las almas y la creencia en la in­

mortalidad entre los griegos, trad. cast., Barcelona, 1973.W. A, R o s c h e r , Ausführliches Lexikon der gr. und rom. M ytho-

logie, Munich, 1884-1937.L . R u h l , D e Mortuorum iudicio (Religionsgeschichtliche Versu-

che und Vorarbeiten II 2), Giessen, 1930, 33-105.W . S c h m id , O . S t á h l in , Geschichte der griechischen Litera tur,

Munich, 1929 y sigs., II, 1, págs. 485-534.F r . S c h n e id e r , «De Crantoris libro q u i Peri pénthous inscribitur

commentatio», Zeitschrift fü r Altertumswissenschaft, núm. 104 (1836), cois. 839-840, y núm. 105 (1836), cois. 841-848.

C. S it t l , Die Gebárden der Griechen und Rómer, Leipzig, 1890.B. S t e b b in s , The Dolphin in the Literature and A rt o f Greece

and Rom, tesis doct., John Kopking Univ. Menasha, 1929.P. S t e n z e l , «Die Zunge der Opfertiere», Neue Jahrb. fü r Philol.

und Pádag. 119 (1879), 687-691.F . U ll r ic h , Éntstehung und Entwicklung der Literaturgattung

des Symposion, Prog., Würzburgo, 1909.M, W e l l m a n n , «Asklepiades von Bittynien von einen herrschen-

den Vorurteil befreit», Neue Jahrb. fü r die Kl. Alt. XXI (1908), 684-703.

P. W e n d l a n d , Quaestiones Musonianae, Berlín, 1886.

Page 11: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

14 MORALIA

I I . S o b r e P l u t a r c o :

D. B a b u t , Plutarque et le Stoicisme, París, 1969.H. D. B e tz (ed.), Plutarch’s Theological Writings and Early Chris-

tian Litera/ure, Leiden, 1972.T h . D o e h n e r , Quaestiones Plutarcheae, P r o g ., v o l. I, L e ip z ig ,

1840, y v o l. II , M e isse n , 1863.J. D r o n k e r s , De comparationibus et metaphoris apud Plutar-

chum, tesis doct., Utrecht, 1892,P. G e ig e n m ü l l e r , «Plutarchs Stellung zur Religión und Philo-

sophie seiner Zeit», Neue Jahrbücher fü r das Kl. Altertum Geshichte und Deutsche Literatur 24 (1921), 251-270.

J. J. H a r t m a n , De Plutorcho Scriptore et Philosopho, Leiden, 1916.

A. Hein, D e o p ta tm apud Pluiarchum usu, tesis doct., Breslau, 1914.

R. H e in z e , Plutarchische Untersuchungen, Berlín, 1872.— , «Aristón von Chios bei Plutarch und Horaz», Rh. Mus. XLV

(1890), 497-523.R. Je u c k e n s , Plutarch von Cháronea und die Rhetorik, tesis d o c t .,

E stra sb u rg o , 1888.K. Ka h l e , De Plutarchi ratione dialogorum componendorum, Go-

tinga, 1912.F . K r a u s , D ie rhetorischen Schriften Plutarchs und ihre Stellung

im plutarchischen Schri/tenkorpus, tesis doct., Nuremberg, 1912.R . G . M il l e r , The Platonism o f Plutarch, tesis doct., Univ. Chi­

cago, Menasha, Wisconsin, 1916.I . M u h l , Plutarchische Studien, Prog., Ausburgo, 1885.H. P a t z ig , Quaestiones Plutarcheae, tesis doct., Berlín, 1876.G. S fefert, Plutarchs Schrift Peri euthymias, Prog., Pforta, 1908.— , De aliquot Plutarchi scriptorum moralium compositione at­

que Índole (Comm. Phil. Jen. VI 1), 1896R. V o l k m a n n , Leben, Schriften und Philosophie des Plutarch

von Chaeronea, Berlín, I, 1869.

Page 12: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

BIBLIOGRAFÍA 15

W . W e isse n b e r g e r , Die Sprache Plutarchs von Chaeronea und die pseudoplutarchischen Schriften, tesis doct., Würzburgo, Straubing, 1895.

D . W y t t e n b a c h , Plutarchi Chaeronensis Moralia. Animadver- síonum Primus, Oxford, 1810.

K. Z ieg ler , Plutarchus von Chaironeia, en P a u l y -W isso w a , RE, XXI 1 (1951), cois. 639-962. Existe ed. separada desde 1949, revisada en 1964 (Stuttgart).

I I I . S o b r e l o s t r a t a d o s :

W . A b e r n e t t y , De Plutarchi qui fertu r «de superstione» libe lio, Kónigsberg, 1911.

D a v id E . A u n é , «Septem sapientium convivium», en H . D. B etz (ed.), Plutarch’s Theological Writings, págs. 51-105 (cit. en el apart. II de esta misma Bibliografía).

G. Bóhm, Plutarchs Dialog «Hygieiná parangélmata», analysiert und auf seine Quellen untersucht, tesis doct., Giessen, 1935.

A. Bu r ik s , «The source of Plutarch’s Peri tyches», Phoenix 4 (1950), 59-69.

J. D e f r a d a s , Plutarque. Le Banquet des Septs Sages, París, 1954. Cf. Plutarque. Oeuvres Morales, vol. II, trats. 10-14. Texto ed . y trad. por J e a n D e f r a d a s , Je a n H a n i y R o b e r t K l a e r r , París, 1985.

H. E r b s e , «Plutarchs Schrift Peri deisidaimonías», Hermes 80 (1952), 296-314.

L. G o e ssl er , Plutarchs Gedanken über die Ehe, tesis doct., Zu- rich, 1962.

J. H a n i , Plutarque. Consolation a Apollonios, París, 1972. Cf. Plutarque. Oeuvres Morales, vol. II, trats. 10-14, París, 1985.

G. H a u c k , Plutarch von Chaeronea, der Verfasser des Gastmahl der 7 Weissen, tesis doct., Würzburgo-Burghausen, 1893.

G. H e r m a n n , Quaestiones criticae. De Plutarchi Moralibus, part. I: Ton heptá sophón sympósion, tesis doct., Halle, 1875.

Fr . H e r m a n n , Specimen comentarii critici ad Plutarchi de su­perstitione libellum, Heidelberg, 1823.

G. L o z z a , Plutarco. De superstitione, con intr., trad. y com. (Testi e documenti per lo studio delF antichitá 68), Milán, 1980.

Page 13: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

16 MORALIA

H. A r n im M o e l l e r in g , Plutarch on superstition, Boston, 1963.A . S c h l e m m , D e fontibus Plutarchi commentationum D e audien-

dis poetis et De fortuna, tesis doct., Gotinga, 1893.M. Smith, «De superstitione (Moralia 164E-171E)», en H. D.

Be t z (ed.), Plutarch’s Theological Writings, págs. 1-35 (cit. en el apart. II de esta misma Bibliografía).

— , «De tuenda sanitate praecepta (Moralia 122B-137E)», en H.D. B e t z , ibid., págs. 32-50.

B. Sn e l l , «Zur Geschichte von Gastmahl der Sieben Weissen», Gesammelte Schñften (1966), 115-118.

G. d e Vico, La «Consolatio ad Apollortium» d i Plutarco, Nápo- ies, 1957.

U. v o n W il a m o w it z -M o e l l e n d o r f f , «Zur Gastmahl der Sieben Weissen», Hermes 25 (1890), 196-227.

Page 14: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN

Page 15: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

INTRODUCCIÓN

Si nos atenemos al contenido de la obra, debemos se­ñalar que Perl deisidaimonías \ título con el que se nos

1 A pesar de las puntualizaciones que se pueden realizar en relación con la traducción del térm ino griego deisidaimom'a por el latino supersti- tio y el castellano «superstición», el contenido del texto plutarqueo nos permite mantener esta versión tradicional del término griego en esta obra de Plutarco, • por cuanto, en los ejem plos aducidos por Plutarco para explicar esta postura del hom bre, com o son , por ejem plo, tos de Midas, Aristodemo y Nicias (168F-169A), éstos se comportan com o personas «su­persticiosas» en el sentido peyorativo que hoy le atribuimos a este adjeti­vo, ya que supone el alejamiento de una postura o creencia basada en la razón. Otra cosa es que, com o ha estudiado muy bien H . A . M o e l l e -

r in g (Plutarch. On superstition, Boston, 1963, págs. 42-92), en la obra de Plutarco, deisidaimom'a abarque un cam po conceptual más amplio que nos pueda recordar todavía su significación neutra, es decir, que sea un término que indique sólo «temor o respeto a los dioses», com o parece corroborar el uso indistinto, en H om ero, de la expresiones theoús dediénai y theoús aidéisthai, en la primera de las cuales encontramos la misma raíz que en deisidaim onía (la raíz del verbo deído «temer»), y en la otra el verbo aidéom ai «respetar, sentir respeto por' o ante al­guien». Sólo más tarde y a partir de la posibilidad de usar deisidaimonía, com o resultado de este valor neutro, m alo y bon o sensu, este término a causa de factores varios pasó a ser em pleado sólo o especialmente m alo sensu, es decir, en el sentido con que lo usa principalmente Plutarco y que corresponde a nuestra versión del m ismo com o «superstición». Quizá

Page 16: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

2 8 4 MORALIA

ha transmitido este tratado 2, no responde exactamente a los temas en él debatidos. Se trata, en efecto, más bien, de un trabajo sobre el ateísmo (atheótes) y la superstición (deisidaimonía), y no sobre ésta sola, en donde el autor intenta demostrar que la superstición es peor y más censu­rable que el ateísmo, ayudándose de numerosos ejemplos tomados tanto del presente histórico más inmediato como del pasado griego más remoto.

A pesar de que este tratado se encuentra en el Corpus Planudeo del siglo xm, en el «Catálogo de Lamprías» en el número 155, y ha sido generalmente aceptado como una obra de Plutarco, sin embargo ha sido puesta en duda su autenticidad. La aparición por dos veces del nombre de

uno de esos factores estaría, com o señala W . A b e r n e t t y en su obra D e Plutorchi qui fe r tu r «d e superstitione» libello, tesis doct-, Kónigsberg, 1911, pág. 4, en su empleo para indicar temor o respeto a dioses o dém o- nes malos: «est igitur deisidaim onía deorum malevorum tim or, qui to m i­nes vexat et conficit». N o obstante, las dificultades persisten y la traduc­ción del térm ino por «superstición»-puede llevar a error, por cuanto el supersticioso en Plutarco cree en los dioses de la tradición, aunque de forma equivocada, basada principalmente en el temor; de ahí que M. S m it h , «D e superstitione (M oralia 164E-171E)», en H. D . B e t z (ed.), P iu tarch’s Theological tVritings an d E arty Christian L itera ture, Leiden, vol. 1, pág. 2, haya propuesto entender deisidaim onía com o scrupulosity, y com o mejor traducción la de: «fear o f the supernatural beings». C f., tam bién, H . E r b s e , «Plutarchs Schrift P eri deisidaim onías», H erm es 80 (1952), 296-314.

2 El «C atálogo de Lamprías» cita este tratado bajo el título de Peri deisidaim onías p ro s E píkouron, que F . C. B a b b it t , P iu tarch ’s M oralia,II, Londres, 197 1, pág. 452, explica com o conclusión falsa del com pila­dor del C atálogo, quien, al leer al principio de! tratado: «U n hombre cree, por ejem plo, que los átom os y el espacio vacío son el principio de todas las cosas. Su opinión es falsa», pensó que el resto de la obra era igualmente hostil a Epicuro, de donde el añadido, en el título, con el nombre de Epicuro.

Page 17: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 285

Plutarco en 170A no ha sido tenida en cuenta por sus de­tractores, antes bien, como señala M. Smith 3, ha servido incluso para aumentar las dudas, ya que este hecho atípico puede, más bien, señalar a un falsificador que compuso la obra después de la época de Plutarco, o a un interpola­dor que incluyó el nombre de Plutarco, porque pensaba que era el autor o porque quería que los demás lo creyeran así. No obstante, la mayoría de los estudiosos aceptan la autoría plutarquea. Wyttenbach 4, por ejemplo, en sus co­mentarios a Moralia escribe lo siguiente: «Liber {Perl dei- sidaimonías) vere Plutarchus quamvis veteribus non diserte memoratus... A ipse se nominatim ‘Plutarchum’ profitetur scriptor (170A), quod nisi faceret, tamen forma et oratio ipsum manifestó auctorem prodebat», es decir que este gran conocedor de la obra de Plutarco tampoco concede dema­siada importancia al hecho de que el nombre de Plutarco aparezca en el tratado porque la forma y el estilo lo seña­lan a él como su autor. En esta misma posición se sitúa K. Ziegler 5 cuando, al tratar este mismo problema, dice que la obra por su forma y por su contenido fue escrita, efectivamente, por Plutarco, aunque en sus años de juven­tud.. Alfred y Maurice Croiset, en su Histoire de la Littéra- ture grecque 6, al destacar, como otros autores, el tono apasionado con el que está escrito este tratado, piensan que es una de las obras más antiguas de Plutarco, y H. A. Moellering 7, que se inclina, igualmente, por esta mis­

3 « D e su perstilion e ...» , en B e t z ( e d . ) , P lu tarch ’s Theological Writ- ings..., pág. 1 y n. 7 de la misma página.

4 Plutarchi opera M oralia. VI: A nim adversionum Prim us, Oxford, 1810, Pars II, 993.

5 En RE, s. u. Plutarchos, col. 825.6 París, 1901, pág. 504.7 P lu tarch ..., pág. 18.

Page 18: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

2 8 6 MORALIA

ma opinión, cuando se adhiere a la propuesta de la auten­ticidad a la que dedica las primeras páginas de su libro, piensa: «The form and content indícate that we are here dealing with a product of Plutarch’s youth.» Todos estos estudiosos defienden, pues, la paternidad de Plutarco por la forma y el contenido de la obra, aunque la sitúen en los primeros años de su producción literaria.

Efectivamente, como dice W. Abernetty 8, el estilo de este tratado responde a las características del estilo plutar- queo, ya que en él, como en otras obras de Plutarco, se evita el hiato, se usan formas del dialecto ático y los térmi­nos de poetas áticos; el autor procura dar a su estilo un sonido agradable, cerrando sus frases con cláusulas rítmi­cas, aunque no siga servilmente a los escritores áticos, pues imita también a los escritores de su época, siguiendo el lenguaje popular de la diatriba; toma términos de la medi­cina, del arte de la pesca y del arte náutico, emplea dimi­nutivos, asíndeton, polisíndeton e isocolon y atribuye a las cosas inanimadas acciones, sensaciones y afectos; por últi­mo, introduce personajes imaginarios e imita a Homero. Así, por todos estos rasgos de estilo, se admite que esta­mos ante una obra escrita siguiendo las artes escolares de la retórica 9, así como el estilo de los escritores cínicos, que aquí partiría de la obra de Teofrasto y Menandro.

Por su parte, los que han negado la autenticidad se han basado en una serie de contradicciones, que el mismo Abernetty 10 recoge, en relación con otras obras de Plutar­

8 D e P lu tarch i..., págs. 65 y sigs.9 C f . Z ie g l e r , Plutarchos, c o l. 826; F. K r a u s , D ie rhetorischen Schrif-

ten Plutarchs und ihre Steüung im plutarchischen Schriftenkorpus, tesis doct,, Nuremberg, 1912, págs. 69-76, y R. J e u c k e n s , Ptutarch von Cha- r o m a und d ie R hetorik , tesis doct., Estrasburgo, 1888.

10 D e P lu tarch i..., págs. 74-79.

Page 19: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 2 8 7

co. Entre ellas se destacan las siguientes: no parece el autor de Sobre la superstición creer demasiado en el Hades; tiene mejor opinión del impío que del supersticioso, como ya decíamos al principio de esta breve introducción al comen­tar el título del tratado; no cree en la existencia de los démones, que no se diferencian de los dioses y, en todo caso, éstos tienen más poder, y, por último, acusa a los mitos y a Homero, porque dicen cosas vergonzosas de los dioses.

Mientras estas contradicciones las atribuye algún autor, como Ziegler 11, al tono retórico con el que está escrita la obra, Abernetty 12 intenta buscar en las posibles fuentes de ella la explicación a las mismas y, tras rechazar a auto­res como Teofrasto, Menandro, Antípatro y Séneca, pro­pone a Bión de Borístenes, autor cínico citado en la obra (168D), como posible autor de un libro sobre la supersti­ción y el ateísmo, que habrían usado no sólo Plutarco, sino otros autores como Séneca, posiblemente Antípatro y la diatriba cínica, siendo Teofrasto y Menandro, a su vez, fuentes de Bión, con los que el esquema quedaría así:

Menandro

Diatriba cínica Diatriba de los imitadores

griegos y romanos.

En efecto, dice Abernetty, Plutarco imitó, de principio a fin, a Bión, pero dejando algunas cosas que iban contra su pensa­miento y añadiendo otras. El nombre de Plutarco en 170A,

11 Ptutarchos, col. 826.12 D e P tu tarch i..., págs. 79-100.

Page 20: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

2 8 8 MORALIA

añade, ha sustituido posiblemente al de Bión en la obra que sirvió de fuente.

Frente a esta fuente cínica, M. Smith 13 ve en ella rasgos de la doctrina epicúrea, mientras que Ziegler 14 piensa que la pretensión de Abernetty de señalar una única obra, la de Bión, como fuente única del Perl deisidaimonías es demasia­do ingenua.

Este breve resumen en torno a la problemática que ha plan­teado el contenido de este tratado podríamos terminarlo, de­jando abierta la polémica, haciendo nuestra la opinión expre­sada en las palabras con que Moellering 15 termina su libro: «Se puede citar a Plutarco contra Plutarco. Pero esto no debe ser un proceder ni arbitrario ni hostil. Es falso no tener en cuenta los extensos temas y el movimiento general de la teolo­gía de Plutarco,, cuando se evalúan ciertas aberraciones y ten­siones. Si se hace esto, aunque se hace incuestionablemente claro que, mientras que mantienen una estricta coherencia de propósito, Plutarco reaccionó de diferentes maneras y de mo­dos distintos ante el complejo problema de la deisidaimonía, hay aún armonía, a pesar de la poco frecuente discordancia y hay aún coherencia a pesar de la ocasional inconsistencia.»

13 «D e su perstition e ...» , en Betz (ed .), P lu tarch ’s T heological Wri- tings..., pág. 6.

14 Plutarchos, col. 826.15 P lu tarch ..., págs. 156-157.

Page 21: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 164E

1La ignorancia y el desconocimiento sobre los dioses co­

rren ya desde su origen por dos canales, de los cuales, el uno produce, en los caracteres obstinados, como en suelos duros, el ateísmo, y el otro, en los caracteres blandos, co­mo en suelos húmedos, la superstición En realidad, toda opinión falsa, sobre todo en torno a estas cuestiones, es perniciosa, pero cuando también está presente la pasión, es más perniciosa. En efecto, toda pasión parece ser una herida que se inflama 2; y, así como las luxaciones de los miembros 3 acompañadas de heridas son más penosas, del

1 Este doble error, el ateísm o y la superstición sobre los dioses, lo comenta también P lu ta rco , en Vida de A lejan dro 75 (706B) y en Vida de C am ilo 6 (132C). En cuanto a la doctrina de la ignorancia com o fuen­te de los vicios, cf. P latón , Protágoras 360a. Por el contrario, Sócrates consideraba a la virtud com o una ciencia, cf. A ristóteles, Etica Nico- m áquea VI (1 !44b28). Plutarco sigue, por tanto, a Sócrates.

2 Plutarco parece seguir, en este punto, a los estoicos, que, com o los cínicos, luchaban contra toda em oción y buscaban la apátheia, «la insensibilidad».

3 C om o en otros lugares, Plutarco tom a ejem plos y términos def cam­po de la medicina y compara ¡os vicios con las heridas. Cf. J. D r o n k e r s , D e com parationibus et m etaphoris apud Plutarchum, tesis doct,, Utrecht, 1892, pág. 13.

Page 22: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

2 9 0 MORAUA

mismo modo lo son los extravíos del alma, si van acompa­ñados de la pasión. Un hombre cree, por ejemplo, que los átomos y el espacio vacío son los principios de todas las cosas 4. Su opinión es falsa, pero no causa herida algu­na, ni palpitaciones del corazón, ni dolor que perturbe.

165a Un hombre entiende que la riqueza es el bien más grande. Esta falsedad encierra veneno, roe su alma, lo confunde, no le deja dormir, lo llena de tormentos, lo empuja contra las rocas, lo ahoga y lo priva de la libertad de expresión. A su vez, algunos piensan que la virtud y el vicio son algo corporal 5. Este error es igualmente torpe, pero no es dig­no de lamentos y quejas. Sin embargo, hay juicios y opi­niones como éstos:Oh infortunada virtud, tú eras en efecto una palabra, pero yo te practiqué como una realidad 6,

omitiendo la «injusticia que produce riqueza» y el «liberti­naje que engendra toda clase de placer», éstos son dignos de que los compadezcamos y los rechacemos, pues produ-

4 Se refiere a las teorías de Epicuro, procedentes de Dem ócrito y Leu- cipo, según las cuales el universo estaría form ado por m ovim ientos com ­binados de átom os, que se unen en un punto del tiempo por causas pura­mente naturales.

5 La referencia es a los estoicos, que atribuyen todas las cualidades al cuerpo. C f. P l u t . , M or. 1 0 8 4 A , y S é n e c a , Caria 9 3 , donde se trata por extenso esta cuestión.

6 De autor desconocido. Cf. N a u c k , Trag. Graec. Frag., A d esp ota , núm . 3 7 4 . D ión C asio, XLVLI 4 9 , nos cuenta cóm o estos versos fueron pronunciados tam bién por Bruto, el asesino de César, antes de suicidar­se. También habrían sido pronunciados por Heracles, al morir sobre el monte Eta. D . W yttenbach , Anim adversiones in Piularchi Moralia, Leip­zig, 1821 , pág. 1001 , piensa que son de una tragedia de Eurípides no conservada.

Page 23: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 29 1

cen muchas enfermedades y pasiones, como larvas y gusa­nos, en las almas donde se encuentran.

2Y bien, sobre las cosas que trata nuestro discurso: el b

ateísmo, al ser una opinión falsa de que no existe nada feliz e incorruptible, parece que, por su falta de fe en la divinidad, lleva hacia una especie de insensibilidad y, para él, el resultado de no creer en los dioses es el no temerlos. Pero la superstición, como lo muestra también su nom­bre 1, es una opinión emocional y una creencia que produ­ce un miedo que humilla y desalienta al hombre que cree que los dioses existen, pero que son adversos y funestos. Pues, en efecto, el ateo parece ser inflexible ante la divini­dad, pero el supersticioso, agitado de forma no convenien­te, se extravía. Sin duda, la ignorancia engendra en uno la falta de fe en aquello que le puede ayudar e impone, en el otro, la opinión de que es dañoso. Por esto, el ateísmo es un razonamiento falso, y la superstición una c emoción nacida de un razonamiento falso.

7 El térm ino griego deisidaimom'a significa «temor a los dioses». Cf. W. O t to , «Religio und superstitio», A rch iv f . Relig. XII (1909), 548. El significado peyorativo que conocem os en Plutarco se encuentra ya en Menandro. Cf. E rnst R iess, «On Ancient Superstition», TAPhA XXVI (1895), 40. Plutarco llama «supersticiosos» a los que creen que ios dioses causan mal a los hombres igual que'los datm ones. Sobre el significado de deisidaim onía en la Antigüedad, principalmente en Plutarco, y en e¡ N. T„ cf. ahora H . A. M oellering , Plutarch. On superstition, Boston, 1963, págs. 42-48, y M. Sm ith , «D e Superstitione ‘M oralia 164E-171E’», en H. D. B e tz (ed.), P lu tarch ’s Theological W ñtings an d E arly Christian Litera ture, I, 1972, págs. 1-18.

Page 24: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

2 9 2 MORALIA

3Ciertamente, todas las enfermedades y pasiones del al­

ma son vergonzosas, pero en algunas se encuentra esplen­dor, sublimidad y exaltación a causa de su poder de eleva­ción, ninguna, podríamos decir, es despojada de un impul­so emprendedor. Pero también este reproche general es, sin duda, propio de toda pasión, pues, arrancada por fuer­za por los impulsos prácticos, apremia y pone en tensión a la razón. Sólo el temor, por estar necesitado tanto

d de audacia como de razón, mantiene su irracionalidad im­potente, embarazosa e incapaz. Por este motivo a lo que ata y, a la vez, perturba el alma se ha llamado terror y espanto 8. Pero, de todos los temores, el más impotente y el más embarazoso es el de la superstición. El que no navega no teme el mar, ni el que no presta servicio militar a la guerra, ni a los bandidos el que se está en casa, ni al falso acusador el pobre, ni a la envidia el ciudadano corriente, ni al terremoto el que está entre los gálatas 9, ni al rayo el que está entre los etíopes 10; pero el que teme a los dioses teme a todas las cosas, a la tierra, al mar, al aire, al cielo, a la obscuridad, a la luz, al rumor, al silencio, al sueño. Los esclavos, mientras duermen, se olvi-

8 Etim ología arbitraria de Plutarco que hace derivar el térm ino griego defm a de déein «atar» y tárbos de tarássein «perturbar». En realidad, se relacionan con los verbos dei'dó «temer» y ta rbéó «espantarse».

5 Seguramente se refiere al pueblo que, en la A ntigüedad, habitaba en el interior de Asia M enor. También se podría referir, sin embargo, a los habitantes de la Galia, que com prendía, sobro todo, el N . de Italia, Francia y Bélgica. Cf. A rist ., Ét. Nic. III 7, y P lin io , H istoria N aturalII 80 (195).

10 Habitantes de Etiopía en África. Posiblem ente en ¡a parte norte, fronteriza con Egipto.

Page 25: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 2 9 3

dan de sus amos; el sueño aligera las cadenas a los prisio- e

ñeros, las inflamaciones en las heridas, las salvajes corro­siones de la carne y los dolores vivos abandonan a los que duermen,

¡Oh amado hechizo del sueño protector contra la enfer­m edad,

cuán suave te llegaste a m í cuando lo necesitaba! 11.

La superstición no permite decir esto de ella, pues sola no termina con el sueño ni deja, en verdad, al alma repo­nerse y reanimarse, apartando de sí las amargas y pesadas opiniones en torno a la divinidad, sino que, como si estu­viera en el lugar de tormento de los impíos 12, en el sueño de los supersticiosos, suscitando imágenes escalofriantes, apariciones portentosas y diversos castigos, y confundien­do ai alma infeliz, la aparta del sueño con ensueños, fusti­gándose y castigándose ella misma como lo haría otra per- f

sona, aceptando órdenes terribles e inauditas. Luego, cuan­do se despiertan estas personas, no desprecian estos sue­ños, ni se ríen de ellos, ni se alegran de que nada de lo que les perturbó fuera verdad, sino que, después de huir de la sombra del engaño, que no encerraba mal alguno, en estado de vigilia se engañan a sí mismos, perturban y ióóa agotan, viniendo a dar en hombres charlatanes e imposto­res 13 que les dicen:

11 E u ríp id e s , Orestes 211-212.12 Cf. P l u t . , Mor. 818F y 975B.13 P l a t . , República 364b, censura tam bién a estos hom bres que, re ­

co rriend o las tie rras , predecían po r d inero el fu tu ro a ¡os supersticiosos, y pu rificaban e iniciaban en los rito s sag rados.

Page 26: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

2 9 4 MORALIA

Pero si una visión durante el su eñ o . te causa temor, y se te m ostró el tropel de la infernal Hécate u ,

llama a la vieja bruja y sumérgete a ti mismo en el mar I5, y, sentándote en la tierra, permanece allí todo un día 16.

O

Oh griegos que habéis adoptado torpes costumbres bár-[baras 11

De autor desconocido; cf. N a u c k , Trag. Graec. Frag., A despota , núm. 375. Hécate es una diosa afín a Artem is, H esíodo la hace hija de Asteria y Perses y descendiente, por tanto, de los Titanes. Es, pues, una divinidad independiente de los dioses olím picos. Sus prerrogativas se ex­tienden a todos los dom inios, pero poco a poco se la considera com o la divinidad que preside la magia y los hechizos. A m agos y brujas se les aparecía en formas distintas de animales: yegua, perra, loba, etc. C o­mo diosa de! Orco, recibe aquí el nombre de ctónica o infernal. El tropel que la acom pañaba estaba com puesto de las almas de aquellos que ha­bían muerto intem pestivamente o habían sido muertos con violencia o, a! no haber sido enterrados, no encontraban descanso en e! más allá. C f. E . R o h d e , Psique. E l culto de las alm as y la creencia en la inm ortali­d a d entre tos griegos, trad. cast., Barcelona, 1973, págs. 357 y sigs., y M . P. NnssoN , Griechische Feste vori religióser Bedeutung m il Ausschluss der A ttischen, Leipzig, 1906, págs. 394 y sigs.

15 El rito purificatorio por la inmersión en el mar se encuentra, prác­ticamente, en todos los pueblos. Cf. A . M o m m s e n , F este d e r S tad t A th en im A ltertu m , georned nach attischen K alender, Leipzig, 1898, págs. 214 y sigs., y A r i s t ó f a n e s , Ranas 1340, donde se recoge la costumbre griega de purificarse con agua por la mañana, cuando se había tenido la noche anterior un sueño funesto. D e todas form as, este rito de purificación por medio de purgativos, que recomendaban los magos y brujas para liberarse de espíritus m alignos, parece que fue introducido en e! A tica, desde Tracia, por los sacerdotes órficos (c f ., entre otros, R o h d e , P si­q u e ..., págs. 382 y sigs.).

ió Los m agos mandaban sentarse en la tierra al supersticioso que pu­rificaban. Cf. D e m ó s t e n e s , XVIII 3 ¡3 , y C . A . L o b e c k , A gtaopham us sive de theologiae m ysticae Graecorum causis, Kónigsberg, 1829, pág. 646.

17 E u r ., T royanas 764. Entre los griegos, caracterizaba a los bárbaros la atrocidad de sus suplicios. C f. H e r ó d o t o , IX 79, y E s q u i l o , Euméni- des 186 ss.

Page 27: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 2 9 5

a causa de la superstición, como mancharse de lodo, revol­carse en el fango 1S, festejar el sábado 19, echar sobre la tierra el rostro 20, sentarse torpemente delante de los dio­ses y postraciones inauditas21.

Los que tenían interés por salvar la música antigua or­denaban a los tocadores de cítara cantar correctamente con la boca, y nosotros pedimos que se ruegue a los dioses con la boca pura y justa, y no observar si la lengua de b las víctimas puesta sobre las entrañas está limpia y dere­cha 22, mientras, torciendo y ensuciando la nuestra con

18 Se trata de la purificación que realizaban los iniciados en los m iste­rios órficos, pues enseñaban que en los Infiernos las almas impuras eran castigadas a yacer en e! lodo y en el fango. C f. P l a t . , Fedón 69c, y Rep. 365e. Si ésta era la pena, pensaban que si ya en vida ¡a sufrían, no la tendrían que soportar tras la muerte, de ahí este tipo de purificaciones.

19 El sábado era el día festivo de los judíos. Por superstición los grie­gos imitaban, al parecer, este rito, que Plutarco censura, más adelante, en este mism o tratado. M. R i c a r d , en nota ad loe., dice que no se refiere aquí Plutarco a los judíos, pues en época de César y de Augusto había griegos y rom anos que celebraban el sábado, no porque hubieran abraza­do la religión judía, sino porque la superstición les hacía adoptar, indefe- rentemente, toda suerte de cultos extranjeros. Cf. J u v e n a l , Sátiras XIV 100.

20 Esta forma de adoración era común entre los bárbaros en relación con los dioses y con los hombres importantes, com o los reyes. Cf. G éne­sis 42, 6, en donde, por ejem plo, los herm anos de José se postran ante éste. Los griegos la consideraban una adoración torpe y ta rechazaban. Cf. C. S í t t l , D ie Gebárden der Griechen un d R óm er, Leipzig, 1890, páginas 178 y 186.

21 Los persas postrados en tierra veneraban a su rey. C f. J e n o f o n t e , Ciropedia VIII 3, 14. Esto es lo que tenía in m ente Plutarco, de ahí que el término griego se podría traducir por bárbaras. Igual que Plutar­co, ya el autor cóm ico Éupolis, del siglo v a. C ., había atacado, en su obra Baptis, estos ritos (cf. K o c k , C om . A tt. Frag., I, págs. 273 y sigs.).

n Generalmente eran otras las partes del animal sacrificado, com o el corazón, el hígado, los riñones, etc., las que se usaban para la adivina-

Page 28: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

2 9 6 MORALIA

nombres extraños y palabras bárbaras 23, deshonramos y transgredimos la dignidad divina y ancestral de nuestra ve­neración a los dioses. Pero el poeta cómico 24 no habió sin gusto en cierta ocasión, al referirse a los que adornan con oro y plata sus lechos:

Lo único que los dioses nos dieron gratis,el sueño, ¿por qué te lo haces costoso a ti mismo?

También al supersticioso se le puede decir: «Lo que los dioses nos dieron como olvido y descanso de nuestros ma­les, ¿por qué lo conviertes en un castigo duradero y peno-

c: so para ti mismo, cuando tu pobre alma no puede huir hacia otro sueño? Heráclito 25 dice que los que están des­piertos tienen un solo mundo que es común para todos, pero cada uno de los que duermen se vuelve hacia el suyo particular. Pero, para el supersticioso, no existe ningún mundo común ni particular, pues, ni cuando está despierto usa su inteligencia, ni cuando está dormido se libera de

ción en Grecia, pero tam bién la lengua cortada solía ser entregada ai arúspice, Cf. P. S t e n z e l , «D ie Zunge der Opfertiere», N ene Jahrb. fü r Philol. uncí Pádag. 119 (1879), 687 y 691.

23 Se refiere a las palabras caldeas, egipcias, fenicias, etc., que los supersticiosos, que habían adoptado cultos de diferentes naciones, usa­ban en sus plegarias y que pronunciaban mal. D e todas formas, aquí se encuentra implícita la creencia antigua de que el nom bre del dios esta­ba unido estrechamente al dios m ismo y, por eso , en !a m agia, era im por­tante conocer bien el nombre del dios. C f., entre otros, A . D i e t e r i c h , Eirte M ithrasliturgie, Leipzig, 1910, págs. l i I y sigs., y R . R e i t z e n s t e i n , D ie hellenisíischen M ysterienreligionen nach ihren G rundgedanken und Wirkungen, Leipzig, 1910, págs. 17 y sigs.

24 Probablem ente es un poeta de la Com edia N ueva, quizá Menan- dro, por quien Plutarco sentía admiración. C f. K o c k , C om . A tt. Frag.,III, pág. 438.

'' D ie ls , Fragm ente der Vorsokratiker, 1, pág. 95.

Page 29: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 2 9 7

la perturbación, sino que su razón sueña, y el temor está siempre despierto y no existen huida ni cambio posibles.

4Polícrates 26 fue un tirano terrible de Samos, como lo

fue Periandro 27 de Corinto, pero nadie temía a estos hom- d

bres cuando se trasladaba a una ciudad libre y democráti­ca. Pero el que teme el gobierno de los dioses como a una tiranía sombría e inexorable, ¿a dónde se trasladará, a dón­de huirá, qué tierra encontrará sin dioses, qué mar? ¿Su­mergiéndote en qué parte del mundo y ocultándote a ti mismo, oh desdichado, puedes creer que vas a escapar a la divinidad? Incluso para los esclavos que han desespera­do de obtener la libertad, existe una ley que les permite pedir ser vendidos y cambiar, así, su amo por otro más moderado. Pero la superstición no permite un cambio de los dioses, ni es posible encontrar un dios al que no tema el que teme a los dioses de sus padres y de su raza, el que se estremece ante sus salvadores y bienhechores 28 y teme a aquellos a los que pedimos la riqueza, la prosperi­dad., la paz, la concordia y el éxito de nuestros mejores

26 H ijo de Éaces y contem poráneo de Creso, rey de Lidia y de Am a- sis, faraón egipcio, sig!o vi a. C.

27 H ijo de Cípselo, siglos vn-vt a. C ., fue contado a veces entre los Siete Sabios de Grecia, más por su amor a la adulación que por su vir­tud. Bajo su mandato, Corinto conoció una gran prosperidad material. Plutarco se contradice, pues en su Banquete de los S iete Sabios lo descri­be com o un tirano sabio y de carácter m oderado. Seguramente sigue aquí a algún autor cínico, para quien todo tirano era un hombre malo y des­preciable.

28 Dos sobrenombres aplicados con frecuencia por los griegos a sus dioses. C f., por ej., S ó f o c l e s , E dipo R ey 150 (a Febo A p o lo), y T u c í d i - d e s , I 126, 6 (a Zeus).

Page 30: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

298 MORALIA

discursos y acciones. Luego, éstos piensan que el ser escla­vos es una desgracia y dicen:

e Para un hombre y para una mujer es una desgracia[terrible

convertirse en esclavo y tener unos amos crueles 29.

Pero, ¿cuánto más terrible es (pensar que se padece) a unos amos a los que no se puede evitar, de los que uno no se puede escapar y contra los que uno no se puede su­blevar? Para un esclavo hay un altar en el que puede refu­giarse, y existen muchos santuarios sagrados para los la­drones 30, y los que huyen de los enemigos, si se cogen a la estatua de un dios (o a un templo), recobran el ánimo, pero el supersticioso se estremece, se espanta y tiene miedo sobre todo ante esas cosas, en las que los que temen las cosas más terribles ponen sus esperanzas. No hace falta

f alejar al supersticioso de los templos, en ellos sufre ya cas­tigo y tormento. ¿Qué necesidad hay de hablar más? «El límite de la vida para todos los hombres es la muerte» 31, pero ésta no lo es de la superstición, sino que sobrepasa las fronteras más allá de la vida, haciendo que el temor sea más duradero que la vida y uniendo a la muerte la idea de males eternos y creyendo que, cuando ponga fin a sus dificultades, empiezan las cosas a las que no podrá

167a poner fin. Se abren ciertas puertas abismales del Hades 3229 De un autor de tragedias desconocido; N a u c k , Trag. Graec. Frag.,

A d esp ota , núm . 376.30 Es decir, que son respetados por los ladrones, frente a la otra in­

terpretación posible, aceptada por otros autores, que interpretan que in­cluso los ladrones encuentran refugio en estos santuarios. Seguim os a M . Ricard.

31 D e m . , XVIII 9 7 , c ita d o d e n uevo e n P l u t . , M or. 3 3 3 C .

32 En época homérica, ya se creía que el Hades tenía puertas (cf. O disea XI 571; ¡liada XXIII 74, V 646 y ¡X 312).

Page 31: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 299

y ríos de fuego 33 y efluvios de la Éstige 34 se mezclan jun­tamente, y la obscuridad 35 se llena de numerosas imáge­nes fantasmales 36, que traen visiones molestas y voces que­jumbrosas, y jueces y verdugos 37, abismos y hondonadas llenas de innumerables males 38. De esta forma, la desgra­ciada superstición todas cuantas cosas de las que huye pa­ra no padecerlas, por esperarlas, se las procura a sí misma sin poder evitarlo.

5Ninguna de estas cosas se encuentra en el ateísmo, pero

su ignorancia es penosa, y el despreciar y el estar ciego en cosas tan importantes es una gran desgracia para el al­ma, pues es como si hubiera sufrido la extinción de lo más brillante y más excelente de sus numerosos ojos, el conoci- b miento de la divinidad, pero, como ya se ha dicho, no se encuentran directamente en esta opinión lo pasional, ul­ceroso, perturbador y envilecedor. Platón 39 dice que la

33 N o es raro encontrar la mención de ríos de fuego en otros escrito­res que describen el Hades (cf. L u c i a n o , H istoria verdadera II 30).

34 Ya citados por H o m e r o en Odisea X 514. C f., también, Ilíada II 755.35 Otros autores nos hablan también de la obscuridad del Hades o

Infiernos. Por e j . , A r is t ó f . , Ran. 2 7 3 .

36 Sobre imágenes fantasmales en el Hades o los Infiernos, cf. A r is -

t ó f . , Ran. 2 8 5 s s ., y V ir g il io , Eneida V I 289.31 Los órficos y pitagóricos creían que las almas de ios muertos eran

juzgadas y que las malas eran condenadas. C f., por e j . , L. R u h l , «De mortuorum iudicio», R G V V II 2 (Giessen, 1903), 33-105.

38 Los términos correspondientes en griego se encuentran usados en lugar del Hades o aparecen unidos com únm ente a él. Los órficos enseña­ban que este lugar estaba lleno de males.

3<i Una adaptación libre de Tim eo 47d.

Page 32: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 0 0 MORALIA

música 40, la creadora de la armonía y del orden, fue dada a los hombres por los dioses, no para molicie y halago de los oídos, sino que se encuentra allí para volver de nue­vo a su orden y contrarrestar debidamente la perturbación y el extravío de los ciclos y armonías del alma, que en el cuerpo, por falta de cultura y elegancia, se llena de arro­gancia de muchas maneras a causa de la intemperancia y el error.

c: Cuantas cosas no ama Zeus —dice Píndaro— se asustan [cuando la voz escuchan de las P iérides41,

pues, efectivamente, se llenan de cólera y se irritan, como dicen que se enloquecen, se excitan y, al final, se despeda­zan a sí mismas las hembras de los tigres, cuando son ro­deadas de ruidos de tambores 42. Ciertamente, el mal es menor para aquellos a los que a causa de la sordera y el embotamiento de su oído, les sobreviene una indiferencia e insensibilidad hacia la música.

Tiresias era desgraciado porque no podía ver a sus hi­jos ni a sus parientes; pero Atamante y Ágave 43 eran más

40 P l a t ó n enseña que la música y la gimnasia son los fundamentos de la educación, cf. R ep. II 376e, y que liberan a los educados de la molicie y la crueldad, cf. ibid . 410c.

41 Nom bre de las M usas. P ín d a r o , Pírica I 13 (25). C itado también en P lu t . , M or. 746B y 1095E.

42 C f. ib id ., 144D.43 Cf. O v i d io , M etam orfosis III 320 ss., con la historia de Tiresias,

y iV 481-542, con la historia de Atam ante y Ágave. Tiresias, célebre adivino de Tebas, según la leyenda fue cegado por Palas A tenea o por Hera. Su vida está íntim am ente ligada al ciclo tebano. Atam ante, hijo de E olo , y rey de O rcóm eno en Beocia, enloquecido por la diosa Hera, mató a su hijo Learco, confundiéndolo con un ciervo ( c f . A p o l o d o r o ,

Page 33: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 0 1

desgraciados, pues los vieron como leones y ciervos. Y, para el enloquecido H eracles44, hubiera sido, sin duda, más conveniente no haber visto ni haberse dado cuenta de que sus hijos estaban presentes que tratar como a ene­migos a los seres más queridos.

6

Entonces, ¿qué? ¿No te parece que la pasión de los ateos, en relación con la de los supersticiosos, presenta una diferencia de este tipo? Aquéllos no ven a los dioses en absoluto, éstos notan su presencia; aquéllos no creen que existan, éstos piensan que su bondad es temible, su afecto paternal tiránico, su protección funesta y su falta de ira salvaje y bestial. Después creen, con los que trabajan en metal, piedra y cera, que los cuerpos de los dioses son se­mejantes a los de los hombres 45, y así los modelan, arre­glan y adoran. Pero desprecian a los filósofos y políticos que tratan de probar que la majestad de la divinidad está unida a la bondad, magnanimidad, a la benevolencia y a la solicitud. Así pues, los unos poseen insensibilidad e in­

Biblioteca I 84 y III 28). A gave, hija de Cadm o y madre de Penteo, rey de Tebas, mató a éste durante una celebración báquica, creyendo que era un león (cf. E u r ., Bacantes H 05 , 1174 y 1212 ss., y A p o l .,

Bibl. III 36).44 Sobre la muerte de los hijos de Heracles por su padre, cf. E u r .,

Heracles 922-1025. Heracles, enloquecido, m ató a sus tres hijos, habidos con Mégara, hija de Creonte, rey de Tebas.

45 Ataca Plutarco con vehem encia a aquellos que veneran las estatuas de los dioses com o si fueran los dioses m ism os y que dicen que la divini­dad es semejante a los hombres. En este ataque sigue a los cínicos, com o Antístenes, cf. W. C a p e l l e , H istoria de ¡a filo so fía griega, trad. cast., Madrid, 1976, pág. 308.

Page 34: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

302 MORALIA

credibilidad hacia las cosas que son útiles; los otros, per­turbación y miedo a las mismas cosas. Y, en general, el ateísmo es una indiferencia hacia la divinidad, que no co­noce el bien, y la superstición es una multitud de sensacio­nes que supone que el bien es malo. Los supersticiosos te­men a los dioses y se refugian en los dioses, los adulan y vituperan 46, les suplican y los censuran.

La suerte común de los hombres es no ser feliz en to­das las cosas,pues aquéllos47 no tienen enfermedades ni envejecen, desconocen los trabajos, escaparon al ruidoso estrecho de Aqueronte,

f dice Píndaro 48, pero las pasiones y acciones humanas es­tán mezcladas con circunstancias que, unas veces, corren hacia un sitio y, otras, hacia otro.

7Ea, observa en primer lugar al ateo en circunstancias

no deseadas por él y examina con cuidado su disposición. Si en lo demás es moderado, cómo sufrirá en silencio su fortuna actual y cómo tratará de procurarse a sí mismo ayuda y consuelo; pero, si lo soporta mal y está muy mo­lesto, cómo dirigirá todos sus lamentos contra la fortuna

Los supersticiosos se creían dueños de un arte mágica con la que podían ser superiores a los dioses, y , adem ás, ese arte les enseñaba que era útil maldecir a los dioses y dém ones, cf. L. R a d e r m a c h e r , «Schelten und Fluchen», A rchiv f . Relig. XI (Leipzig, 1908), 11-22.

47 Los dioses.48 Fr. 143 (C h r is t ) , citado por P l u t a r c o , de nuevo, en M or. 763C

y I075A.

Page 35: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 303

y la casualidad 49 y cómo gritará que nada sucede con arre- 168A glo a la justicia ni por la providencia, sino que todas las cosas de los hombres marchan y se arrastran confusa y desordenadamente. Ésta no es, sin embargo, la actitud del supersticioso, sino que, si ocurre un mal muy pequeño, se sienta, inventando con su tristeza otros padecimientos penosos, grandes, irremediables, y se aflige a sí mismo con espantos, temores, sospechas y perturbaciones, asaltado por toda clase de lamentos y gemidos; pues él ni acusa de todo a un hombre ni a la fortuna ni a la ocasión ni a él mismo, sino a la divinidad, y dice que de aquí procede y se arroja b sobre él un flujo demónico de ruina y que, no porque es un hombre odiado por los dioses, es castigado y paga su pena, suponiendo que todo lo sufre convenientemente por su propia culpa. Pero el ateo, cuando está enfermo, tiene en cuenta y recuerda sus comilonas y borracheras, los de­sórdenes en su forma de vivir o las fatigas excesivas o los cambios desacostumbrados de aires y de lugares; después, si ha fracasado en la administración pública y ha caído en una mala reputación ante el pueblo o en calumnias ante un jefe, busca la causa en sí mismo y en las cosas que lo rodean.¿Dónde falté?, ¿qué hice?, ¿qué obligación mía no

[cumplí? 50.

49 Los estoicos creían que el mundo estaba, regido por una cierta pro­videncia, no por la fortuna, c f. vo n A r n im , St. Vet. Frag., I: Zenón de C ilio, fr. 176, mientras que los tín icos creían que era la fortuna la que lo regia, cf. D ión C r is ó s t o m o , Or. LXII1, LXIV y LXV. Plutarco debió de conocer y hacer uso de las diatribas cínicas y estoicas al res­pecto.

50 P it á g o r a s , Carm ina aurea 42, citado también en P l u t . , M or. 515F.

Page 36: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 0 4 MORALIA

c Para el supersticioso, en cambio, toda enfermedad del cuerpo 51, pérdida de riquezas, muertes de hijos, desgra­cias y fracasos en los asuntos públicos, quieren decir gol­pes de la divinidad y ataques de un espíritu 52. Por ello, no se atreve a pedir ayuda ni a terminar con lo que le sucede ni a curarlo ni a oponérsele, no vaya a ser que pa­rezca que lucha con la divinidad y que, cuando es castiga­do, se pone en contra de ella, sino que, cuando está enfer­mo, arroja al médico de su casa y, cuando está triste, cie­rra la puerta al filósofo que desea advertirle y consolarlo. «Déjame, hombre, pagar mi pena —dice— , yo, el impío, el maldito, el odiado por los dioses y espíritus divinos» S3. Es posible que un hombre que no cree que los dioses exis­ten, principalmente cuando está triste y sometido a una emoción intensa, se limpie las lágrimas, se corte el cabello

d y se quite el manto 54, pero ¿qué le dirías a un supersticio­so o cómo le ayudarías? Se sienta fuera de su casa con un saco y ceñido con harapos sucios 55; muchas veces, mien­tras da vueltas desnudo 56 en el barro, confiesa algunas

51 Los griegos pensaban que todas las enfermedades eran enviadas por los dioses, c f., por e j., Hom., Od. V 394 ss.

52 C f. A r i s t ó p . , Paz 39 ss., y C i c e r ó n , Tusculanas 111 29 (72).53 C f. el texto de S ó f ., Ed. R ey 1340, que, quizá, sea la fuente de

estas palabras.54 Son signos de luto. Cf. supra, n. 14, R o h d e , P siq u e..., págs. 222

y sigs.35 El supersticioso quería, así, impetrar la misericordia de los dio­

ses, pues una de !as penas en los infiernos era estar cubiertos de ha­rapos.

56 Los griegos pensaban que los vestidos eran portadores de males, por eso los ritos mágicos los realizaban con frecuencia desnudos; cf. Pi.in., H ist. Nal. XXVI 93, y, por ej., Jos. H e c k e n b a c h , «D e nuditate sacra sacrisque uinculis», R C V V [X 3 (1911), 35 ss.

Page 37: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 0 5

faltas y errores suyos 57: que ha comido o bebido esto 58 o que ha caminado por un camino 59 que no le permitía su espíritu divino. Si es muy feliz y tiene tratos con una superstición de forma moderada 60, se sienta en su casa siendo fumigado y frotado 61, y ias viejas «como de un clavo —dice Bión— trayendo cualquier cosa que encuen­tran la atan y se la cuelgan» 62.

57 El supersticioso piensa que, si no confiesa sus faltas claramente, será castigado más cruelmente en los infiernos; cf. V iro ., En. VI 567 y 618, y 'E . F e h r le , «D¡e kultische Keuschheit im Altertum », R G WVI (Giessen, 1910), 133.

58 Desde tiem pos de Orfeo, los griegos creían que se podía aplacar a los dioses apartándose voluntariam ente de ciertas comidas y bebidas; cf. R o h d e , P siqu e..., pág. 382. Creían que la continencia suma estaba en no comer carne. Cf. E s t r a b ó n , VII C 289, y P l a t . , L eyes 782c, que había de las recom endaciones de los órficos de no comer carne, etc. El no cum plim iento de estas normas pensaban los órficos y pitagóricos que acarreaba la ira de ios dioses.

39 Cf. T e o f r a s t o , Caracteres XVI 3 (la superstición): «Si un gato cruza su cam ino, [el supersticioso] no pasará por allí hasta que haya pasado otra persona o haya arrojado tres piedras sobre él.»

60 Posiblem ente e! texto original esté aquí corrupto y haya que pensar en aceptar la lectura que propone Abernetty en su com entario a este pá­rrafo, es decir, una forma adverbial: «m oderadamente, de forma m ode­rada» (gr. práos) y que acepta Babbitt (L oeb), y no un adjetivo concer­tando con la superstición, ya que se habla de un trato m oderado, cree­m os, de la superstición y no de tener un trato con una superstición mode-, rada.

61 Con azufre. Los griegos, desde antiguo, creían que el azufre poseía fuerza purificatoria; cf. H om ., Od. XXII 481 y 492-495. P or eso, pensa­ban que también en los Infiernos había azufre.

62 M uchos griegos solían llevar consigo ciertos am uletos que represen­taban a los dioses u objetos sagrados, que creían que los liberaban de los démones, cf. P l u t . , Vida de P e n d e s 38 (173A), y E . R ie s s , en RE, s. u. A m ulett.

Page 38: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 0 6 MORALIA

8Dicen que Teribazo 6i, al intentar detenerlo los persas,

desenvainó su sable y luchó con energía, pues era un hom­bre muy fuerte, pero cuando le aseguraron y gritaron que lo querían detener, porque lo ordenaba el rey, tiró al pun­to su espada y ofreció sus dos manos para que se las ata­ran. Así pues, ¿acaso lo que está sucediendo no es seme­jante a esto? Los demás luchan con energía contra las des­gracias y rechazan las dificultades, ideando para sí mismos fugas y formas de alejar las cosas no deseadas, en cambio el supersticioso, sin escuchar a nadie, diciéndose a sí mis­mo: «Tú, oh desgraciado, padeces estas cosas por la provi­dencia y porque lo manda la divinidad», rechaza toda es­peranza, se da por vencido, huye y rechaza a los que inten­tan ayudarle.

Las supersticiones convierten en funestos muchos ma­les que lo son moderadamente. Midas 64 el Viejo, al pare­cer, abatido y perturbado a causa de ciertos sueños, tenía tan descarriada su mente, que voluntariamente se suicidó

63 Sátrapa persa, favorito de Artajerjes II, rey de Persia. P l u t a r c o ,

en su Vida de A rta jerjes 29 (1026C), nos cuenta que Teribazo, acusado por envidia, luchó hasta morir; pero esto debió de ocurrir en otra oca­sión. Cf. D io d o r o , XV 8, y P o l ie n o , VII 14, a los que no sigue Plutarco en su relato.

64 H ijo de Oordio y rey de Frigia, hacia el año 700 a. C ., es identifi­cado por algunos autores con el mítico rey M idas, a quien se le atribuyen historias populares; entre éstas destaca la que ¡o relaciona con Sileno, de! cortejo de D ioniso , el cual le concedió, por dejarlo en libertad, que todo lo que tocase se transformara en oro, o aquella otra que cuenta cóm o ApoJo, irritado con M idas que había votado en favor de Marsias, hizo que le creciesen en la cabeza un par de orejas de asno.

Page 39: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 0 7

bebiendo sangre de toro 65. Y Aristodemo 66, rey de los mesenios, en la guerra contra los lacedemonios, porque unos perros aullaban como lobos, y la grama crecía alrededor de su hogar paterno 67 y los adivinos sentían temor ante las señales, perdiendo el valor y apagando sus esperanzas, él mismo se dio muerte. Quizá hubiera sido mejor para 169A Nicias 6S, el general de los atenienses, haberse librado de su superstición de la misma forma que Midas y Aristode­mo, antes que permanecer inactivo por. temor a la sombra de un eclipse de luna, mientras era rodeado con un muro por los enemigos, caer después prisionero con cuarenta mil hombres, que fueron muertos o capturados vivos, y morir de forma ignominiosa. Pues el eclipse que resulta cuando

65 En aquellos tiem pos se creía que la sangre de toro era veneno parael hombre; c f. P u n . , H ist. Nal. XXVIII 147. P l u t . , Vida de Flaminio20 (380E), recoge también esta historia.

66 Del siglo vi» a. C ., Plutarco coincide con las noticias que sobreAristodem o nos transmite P a u s a n ia s , IV 13, 1 y 4.

67 Estos dos hechos se pueden interpretar así: los perros adviertenla cercanía de los démones de la muerte y, para no perecer con el ejérci­to, se marchan aullando com o lobos al bando enem igo. Por otro lado, la grama crece en aquellos lugares donde no habitan hombres, de ahí que la presencia de grama alrededor del hogar paterno signifique que, en breve tiem po, estará sin hombres, pues habrá grama en el lugar en donde se reunía la fam ilia, ya desaparecida.

68 Nicias, hombre muy supersticioso, durante la Guerra del Pelopone- so fue puesto al frente de la expedición ateniense contra los siracusanos y alií fue derrotado por los lacedem onios, mandados por Gilipo. Las causas de la derrota son las señaladas aquí por Plutarco. C f. T u c ., VII 35-87; D i o d . , XIII 21, y P l u t . , Vida d e N icias 23 (538D). Harúspices y adivinos siguieron a N icias a Sicilia, según algunos testim onios. Tam ­bién P lin ., H ist. Nat. II 54, habla de la creencia de los hombres en la influencia m aléfica del eclipse de sol o de luna y pone com o ejem plo a Nicias: «quo pavore ignarus causae N icias Atheniensium imperator ve- ritus classem portu educere eorum adflixit».

Page 40: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

308 MORALIA

la tierra se pone en medio no es algo terrible, ni el encuen­tro de una sombra con la luna en el momento de sus revo­luciones tampoco lo es, sino que lo terrible es la sombra de la superstición que, cuando un hombre ha caído en ella, confunde y ciega la razón en hechos que están necesitados, sobre todo, de la razón.

b Mira, Glauco, pues ya el profundo océano es agitado p o r el oleaje y sobre las alturas de los. montes Giras se coloca una nube alargada, presagio de tormenta 69;

cuando el timonel ve esto, pide poder escapar y llama a los dioses Salvadores 70; pero, mientras está rogando, go­bierna el timón, baja la antena del navioevita la vela grande, intentando escapar del mar negro

[como el Erebo 71.

Hesíodo 72 aconseja que el labrador, antes de la labranza y la siembra,

ruegué a Zeus Ctonio y a Deméter santa,

teniendo la mano sobre el arado; y Homero 73 dice que Ayante, cuando estaba a punto de entablar un combate singular con Héctor, exhortaba a los griegos a que pidiesen

69 Fr. de A r q u íl o c o , 54 B e r g k .

70 Cástor y P ólux, llam ados los Dioscuros, «hijos de Zeus», herma­nos de Helena y Clitemestra e hijos de Zeus y Leda (Pólux y Helena) y de Tindáreo, rey de Lacedem onia, y de Leda, su esposa (Cástor y Clite­mestra).

7! Cf, B e r g k , P oet. L yr. Frag., III, pág. 730; P l u t . , M or. 475F, y N a u c k , Trag. Graec. F r a g A d e s p o ta , núm . 377.

72 T rabajos y D ías 465-468.73 //. VII 193 ss.

Page 41: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 0 9

a los dioses por él, y luego, mientras ellos rogaban, se po­nía la armas. Y también Agamenón, cuando ordenaba c a los guerrerosque cada uno afile bien su lanza y coloque bien su

[escudo 14,suplicaba, a la vez, a Zeus:

concédeme arrasar el palacio de Príamo 75,

pues dios es la esperanza para el valor, no pretexto para la cobardía. Pero los judíos 76, porque era sábado 77, sen­tados con sus vestidos nuevos, mientras los enemigos colo­caban escaleras y tomaban los muros, no se levantaron, antes bien permanecieron enredados en su superstición co-

1 78mo en una red

9Así es la superstición en las circunstancias y ocasiones

que se llaman no deseadas y críticas, pero en mejores cir-

74 Ibid ., JI 382.75. E s una adaptación de Hom., //. II 413-414.16 Sobre los hechos a que hace referencia Plutarco se ha venido discu­

tiendo desde hace tiem po. W y t t e n b a c h , A n im adversion es..., pág. 1025, piensa que se refiere a los que se narran en el L ibro de los M acabeos1 2, 37 y en la obra de J o s e f o , titulada A n tigüedades ju d ía s XII 6, 2. R . V o lk m a n n , Leben Schriften urtd Philosophie Plutarchs von Chaeronea, Berlín, 1869, I, pág. 78, piensa que se trata de la tom a de Jerusalén por Tito en el año 70 d. C. Otras posibilidades son la tom a de Jerusalén, en el año 63 a. C., por Pompeyo (cf. D ión Casio, XXXVII 16) o por Antonio en 38 a. C. ( i d . , XLIX 2 2 ) . C f. A b e r n e t t y , D e P lu tarch i..., págs. 4 5 - 4 7 .

77 Entre los judíos estaba prohibido trabajar en sábado; cf. A nt. Test., Éxodo 26, 8-11.

78 Sobre las metáforas de Plutarco tom adas del mundo de la pesca, cf. supra, n. 3: D r o n k e r s , D e com para tion ibu s..., pág. 38.

Page 42: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 1 0 MORALIA

d cunstancias tampoco es mejor que el ateísmo. Lo más agra­dable para los hombres son las fiestas y los convites en los templos 19, las iniciaciones 80 y los ritos mistéricos 81, las plegarias y las adoraciones de los dioses. Así pues, ob­serva entonces cómo el ateo se ríe alocadamente, observa su risa sardónica 82 por las ceremonias que se realizan y cómo les dice suavemente a sus amigos íntimos que están ciegos y locos los que creen que hacen estas cosas en honor de los dioses; pero él no está aquejado de ningún otro mal. El supersticioso, en cambio, no puede alegrarse ni disfrutar:

la ciudad está llena de inciensos, y a la vez de himnos y de gemidos 83

e está llena el alma del supersticioso. Cuando se pone la corona 84, palidece, sacrifica y siente temor, suplica con

79 En lo s s a c r if ic io s p ú b lico s , a ¡o s q u e , sin d u d a , se re f ie r e P lu ta rc o ,

se s a c r if ic a b a g ran n ú m ero de an im ales , c o n cu y a ca rn e se c e le b ra b a un

b an q u ete p ara to d o s los a s is ten te s . C f. supra, n. 14: N il s s o n , Griechische F este..., p ág s. 160 y sigs.

80 Son las iniciaciones a los misterios, a los que eran muy aficionados los griegos. C f. P l u t . , M or. 81E.

Sl El término griego es orgiasm of, ritos religiosos que se celebraban juntam ente con los misterios y estaban consagrados a D ioniso, Tenían lugar en algunas ciudades de Grecia, en la isla de Q uíos, en M agnesia, M ileto y Parnaso; cf. N il s s o n , Griechische F este ..., págs. 2 83 y 3 0 9 .

82 El jugo de la planta llam ada «sardonia» produce en los músculos de la cara una contracción que im ita la risa. Habiar de risa sardónica es lo m ismo que hablar de una risa forzada o simulada.

83 S ó f ., Ed. R ey 4; citado también en P l u t ,, M or. 9SC, 445D y 623C.84 Los griegos se coronaban en las ceremonias solem nes; en las plega­

rias, en los sacrificios y en los misterios se ponían, igualm ente, una coro­na. Con ésta creían los supersticiosos poder alejar de sí a los espíritus malignos; c f ., por ej., P . S t e n z e l , «Opferblut und Opfergerste», Mermes (1906), 231.

Page 43: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 1 1

voz muy agitada y realiza la ofrenda de incienso con ma­nos temblorosas y, en general, demuestra que eran una ton­tería las palabras de Pitágoras, cuando decía que «nos ha­cemos mucho mejores cuando nos acercamos a los dio­ses» 85, pues entonces los supersticiosos hacen cosas más miserables y sucias, ya que se acercan a los templos o san­tuarios de los dioses como a madrigueras de osos o guari­das de serpientes o encondrijos de monstruos de las pro­fundidades.

10Por ese motivo sucede que también me admiro de los

que dicen que el ateísmo es impiedad, pero no dicen lo mismo de la superstición. Sin embargo, Anaxágoras 86 fue acusado de impiedad por decir que el sol era una masa de metal incandescente, pero nadie llamó impíos a los f cimerios 87, porque no creen que el sol exista en absoluto. ¿Qué dices tú? El que no cree en los dioses es un sacrilego, en cambio el que cree en dioses tales como aquellos en los que creen los supersticiosos, ¿no está defendiendo opi-

35 Q u izá to m ad a d e u n a fu e n te c ín ic a . C f . P l u t . , M or. 413A; C ic e ­

r ó n , qu e re co g e este m ism o d ich o de P itá g o ra s en Sobre las leyes II11, y S e n . , C arla a L ucilio 11 (94), § 42.

86 Anaxágoras de Clazóm enas se estableció en Atenas. Entre sus dis­cípulos se contaba Pericles. El partido político contrario a Pericies acusó a Anaxágoras de impiedad por haber enseñado, com o dice Plutarco, que el sol es com o una masa de metal o piedra incandescente y más grande que el Peloponeso. Condenado a muerte, lo salvó Pericles y lo hizo salir de Atenas. Cf. D ie l s , Frag. Vorsokr., II A 7 2 (p ág . 2 3 ) .

87 Los antiguos creían, casi todos, que los cimerios, pueblo arrojado del S. de Rusia por los escitas, no veían jam ás el sol y que su país estaba siempre cubierto de tinieblas tan obscuras, que han pasado a ser prover­biales. Cf. H o m . , O d. XI 13-19.

Page 44: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 1 2 MORALIA

niones con mucho más sacrilegas? Por ello, yo preferiría que los hombres dijeran de mí que no he nacido en absolu-

I70A to y que Plutarco no existe, a que digan que: «Plutarco es un hombre inseguro, inconstante, propenso a la cólera, vengativo en cosas accidentales y apesadumbrado por ba­gatelas. Si cuando invitas a otros a un banquete te olvidas de él, si porque estás ocupado no lo visitas o no le hablas, agarrándose a tu cuerpo te comerá 88, o cogiéndolo molerá a palos a tu hijo pequeño o se lanzará con sus animales sobre tus frutos y estropeará tu cosecha» 8Í>.

Cuando Timoteo cantó a Ártemis en Atenas y dijo:¡oca, posesa, fatídica, rabiosa 90

Cinesias, el poeta lírico, levantándose entre los especiado* b res, dijo: «ojalá tengas tú uná hija parecida». Sin duda,

los supersticiosos aprueban cosas iguales o peores que és­tas sobre Ártemis:Si habiéndote retirado precipitadamente de un hombre

[ahorcado,si después de haber acariciado a una mujer que acaba de

[dar a luz,88 AI escribir esto, Plutarco está recordando, posiblem ente, lo que

dice Hécuba sobre Aquiles, asesino de su h ijo H éctor, en H om., //. XXIV 212-213: «¡Ojalá pudiera yo, abrazándolo, devorar por medio su hígado!»

89 Posible referencia a la acción de la diosa Ártem is, que envió el jabalí calidonio para destruir los cam pos de Eneo, rey de Calidón, que no le había dedicado los sacrificios de ¡a siega. Cf. H om ., //. IX 533 siguientes, y P a u s a n i a s , I 27, 9.

90 B erok, Poel. Lyr. Frag., III: Timoteo, núm. 1. C f., también, P lu t . , M or. 22A . T im oteo fue un fam oso poeta de M ileto del que la Suda nos dice que escribió un poem a titulado Á rtem is, del que posiblem ente sean estos versos. La Ártemis que celebra aquí T im oteo era la diosa de Éfeso, cuyo culto había sido tom ado de los bárbaros y era muy semejante a las orgías.

Page 45: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 1 3

si habiendo estado presente en una casa donde se lloraba[a un muerto,

entras manchada en un templo sagrado, y si vienes de un triple cruce de caminos, preocupándote de las purificaciones, si tienes relación con el asesino91.

Y ellos no tienen mejores pensamientos sobre Apolo, Hera y Afrodita 92, pues tiemblan ante todos éstos y los temen. En verdad, lo que Niobe 93 dijo, de manera impía, sobre Latona es igual que lo que la superstición hace creer a los insensatos sobre la diosa, pues, por haber sido injuriada 94, mató con sus flechas a

seis hijas y seis hijos en la f lo r de la edad 95 c

de la desgraciada mujer. ¡Tan insaciables de males ajenos era y tan cruel! Ya que, si de verdad la diosa fuera colérica y odiara la maldad, y si sufriera cuando se habla mal de

91 Versos tom ados posiblem ente del coro de una tragedia o de un poema lírico, muy mutilados y corruptos de difícil traducción. Cf. B e r g k ,

P oet. Lyr. Frag., III, pág. 6 8 0 , y supra, n. 16: L o b e c k , A glaoph am u s..., págs. 633 y sigs. Ver también A b e r n e t t y , D e P lu tarch i..., págs. 5 3 -5 8 ,

que piensa que el fragm ento es de un m imo de Sofrón, en el que se cuenta cóm o las mujeres sacrifican a Hécate un perro. C f. n. 14.

92 Los griegos pensaban que A polo enviaba la peste (cf. H o m . , II.I, 10), que Hera actuaba engañosamente (cf. ibid ., X IX 100 ss.) y que Afrodita deleitaba y atormentaba a los hom bres (cf. E u r . , H ipolito 5

siguientes); por eso, los supersticiosos temían a estos dioses, lo cu a l es muy censurado por Plutarco.

93 Hija de Tántalo y esposa de A nfión , rey de Tebas. Estaba orgullo- sa del número de sus hijos, comparado con los que había tenido Latona, madre de A polo y Artemis.

94 Latona.95 Una adaptación de H o m . , II. XX IV 6 0 4 .

Page 46: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 1 4 MORALIA

ella y no se riera de la necedad y la ignorancia humanas, sino que se indignara, <sería necesario que castigase a éstos) que le atribuyen falsamente tanta maldad y dureza y escri­ben y dicen cosas tales. Ciertamente, ponemos como ejem­plo de algo bárbaro y salvaje la amargura de Hécuba, cuan­do exclama 96:¡ojalá pudiera yo abrazándolo devorar po r medio su

[hígado!

Pero los supersticiosos piensan que la diosa Siria 97, si al­guien come arenques o gobios 9S, les comerá las tibias, que-

d mará su cuerpo con llagas y destruirá su hígado 99.

11Así pues, ¿acaso es impío decir vilezas sobre los dioses,

pero no es impío pensarlas? ¿O acaso la opinión del que blasfema hace que su lenguaje sea insensato? Pues tam­bién nosotros detestamos la blasfemia porque es un signo de hostilidad y a los que hablan mal de nosotros los tene­mos por enemigos, ya que también piensan mal de noso­tros. Ves qué. cosas piensan sobre los dioses los supersticio­sos que los creen locos, infieles, inconstantes, vengativos,

e crueles y que se ofenden con bagatelas. Por ello, es preci­

96 H dm„ //. XX IV 212.97 Según unos autores, se trataría de la diosa Hera, que recibía un

culto particular entre los sirios, y , según otros, sería Cibeles o A frodita.98 Se trata en am bos casos de peces de pequeño tam año.99 Está dem ostrado que, en algunos cultos, les estaba prohibido a

los griegos comer pescado. (Cf. A b e r n e t t y , D e Plutarchi,.., pág. 59. Tam­bién A t e n e o , VIII 346C ss., y K o c k , C om . A lt. Frag., III, pág. 167: M enandro, núm. 544.)

Page 47: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 315

so que el supersticioso odie y tema a los dioses, pues ¿có­mo no iba a ser a así, si piensa que sus mayores males le suceden por ellos y le sucederán otra vez? Y como odia y teme a los dioses, es un enemigo. Mas si los adora, les ofrece sacrificios y se sienta ante sus templos, no es admi­rable, pues también los hombres saludan a los tiranos, los honran y les erigen estatuas de oro, pero los odian en si­lencio «agitando la cabeza» 10°. Hermolao halagaba a Ale­jandro 101, Pausanias 102 era guardia de corps de Filipo, Quereas 103 de Cayo, pero cada uno de éstos decía para sí mientras le hacía compañía:En verdad yo me vengaría de ti, si tuviera fuerza para

[ello 104.El ateo no cree que los dioses existen, pero el supersticioso no quiere que existan, mas lo cree contra su voluntad, pues teme no creerlo, y, como Tántalo 105, si pudiera escapar

100 S ó f ., A n tígon a 291.101 Cf. P l u t , , Vida de A lejandro 55 (696C).11,2 Se cuenta que Pausanias ayudó, más tarde, a matar a Filipo. C f.

A h is t . , P olítica 1311 b 2 (ca p . V 10); E l i a n o , Varia H istoria Í I Í 4 5 ; Dio- d o r o , X V 9 4 -9 5 , e tc .

103 Casio Quereas participó en la conspiración que llevó a la muerte del Em perador Calígula, en el año 41 d. C . Este ejem plo lo añadió Plu­tarco de su propia experiencia; pero los otros dos los debió de tomar de un autor más antiguo.

,04 Hom., II. XXII 20.105 Rey legendario de Sípilo, padre de P élope y de N íobe. Su leyenda

está relacionada con su crimen (m ató a su hijo y lo puso en festín a los dioses) y su castigo por Zeus, quien, según una versión del m ito,io arrojó del m onte Sípilo y suspendió este monte sobre su cabeza. C f. Scholia a P í n d a r o , OI. 1 91, y E u r ., Ores. 4 ss. Otras versiones del mito de Tántalo le atribuyen otros padecim ientos en el otro mundo, co­mo el hambre y la sed eternas. Cf. H o m . , O d. XI 583 ss., y P l a t . , P rot. 315 C.

Page 48: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 1 6 MORALIA

de la piedra que pende sobre su cabeza a causa de su te­mor y lo atormenta, se alegraría y celebraría la condición de ateo por su libertad. Pero, en cambio, el ateo no parti­cipa en nada relativo a la superstición, mientras que el su­persticioso, aunque por elección es ateo, es demasiado dé­bil para pensar sobre los dioses lo que quiere.

12Ciertamente, el ateo no es cómplice, en absoluto, de

la superstición; en cambio, la superstición procura al ateís­mo el principio para nacer y, cuando ha nacido, le propor­ciona una defensa no verdadera ni hermosa, pero no pri­vada de cierta excusa. Pues no porque ellos han visto algo censurable en el cielo, ni algo defectuoso y desordenado en los astros ni en las estaciones o en las revoluciones de la luna o en los movimientos del sol alrededor de la tie­rra 106 «artesanos del día y de la noche» 107 o en los ali­mentos de los animales o en el crecimiento de los frutos, en tales circunstancias acusaron al ateísmo de todo, sino que las acciones y emociones ridiculas de la superstición, sus palabras y gestos 108, sus encantamientos y magias, sus

106 P l a t . , Tim eo 92c, dice que el m undo es «m uy grande, muy bue­no, muy herm oso y perfecto».

107 Es una adaptación de P l a t . , Tim. 40c. Esta frase es citada de nuevo más exactam ente en P l u t . , M or. 937E, 938E y 1006E, aunque también en estos pasajes introduce Plutarco atguna variación con respec­to al texto platónico. C f . n. a M or. 937E en la traducción de C h e r n i s s y H e l m b o l d en la Loeb.

108 En la magia los'supersticiosos creían que los hombres, haciendo uso de ciertos gestos indecorosos, podían defenderse de los espíritus e, incluso, que los hombres tenían más fuerza que éstos.

Page 49: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 1 7

vueltas en círculo 109 y sus toques de tambor n0, sus puri­ficaciones 111 impuras y sus sucios deberes religiosos !12, sus bárbaros y extravagantes castigos y ultrajes delante de b los templos, estos comportamientos hacen que algunos di­gan que es mejor que no existan dioses, que aceptan accio­nes de ese tipo, y que se alegran con ellas y son tan violen­tos, tan mezquinos y que se ofenden tan fácilmente.

13¿No hubiera sido mejor para aquellos gálatas 113 y esci­

tas U4 no tener, en absoluto, conocimiento ni visión ni no­ticia histórica acerca de los dioses que creer que existen unos dioses que se alegran con la sangre de hombres sacri­ficados, y que piensan que éste es el sacrificio y el rito sagrado más perfecto? ¿Y qué? ¿No hubiera sido más útil a los cartagineses haber cogido a Critias o a Diágoras 115 c como redactor de sus leyes desde un principio y no creer

109 Posiblem ente se refiere Plutarco a la costum bre, en ciertas clasesde purificaciones, de dar tres vueltas a la izquierda y tres a la derecha,o algunas veces nueve y otras veintisiete.

110 Al parecer, Plutarco piensa en un toque de tambor disonante con el que los supersticiosos expulsaban a los espíritus malignos en los eclip­ses de sol y de luna. Cf. P lin ., H ist. N at. II 54.

111 El término griego ka th a rm o í significa preceptos que enseñan c ó ­mo se puede hacer para purificar una mancha.

112 El término griego hagneíai significa preceptos que enseñan de qué cosas es necesario que se abstengan aquellos que quieren .participar en los cultos.

113 C f . J. C é s a r , G uerra de las G alias VI 16, y E s t r . , IV 45.C f. H d t . , IV 70-72.

115 Critias y Diágoras fueron dos célebres ateos en la Antigüedad. C f. S e x t o E m p í r i c o , C ontra lo s m atem áticos IX 54, y P l u t . , M or. 880D y 1075A. Critias fue discípulo de Sócrates y uno de los Treinta Tiranos.

Page 50: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 1 8 MORALIA

en ninguna de las fuerzas divinas o en dioses, que hacer tales sacrificios a Crono n6? No en el sentido en que lo dice Empédocles, cuando ataca a los que hacen sacrificios de animales:El padre a su hijo amado, que ha cambiado de form a, degüella, mientras hace una plegaria en voz alta, ¡qué

[necio! 117,

sino que ellos en persona, sabiéndolo y dándose cuenta de ello, sacrificaban a sus propios hijos y los que no tenían hijos, comprando los hijos a los pobres, los sacrificaban como a corderos o polluelos. La madre estaba presente, inflexible y sin llorar, y si se lamentaba o lloraba, debía

d perder el dinero 11B, y su hijo, no obstante, era sacrifica­do, y todo el espacio delante de la imagen se llenaba de ruido de tocadores de ñautas y de tambores, para que no pudieran ser oídos los gritos pidiendo ayuda. Y si los Tifo-

116 Es decir, sacrificar sus hijos al dios C rono, com o dice, más abajo, Plutarco. M. M e y e r , en W. H. R o s c h e r , A usführliches Lexikon der gr. und rom . M ythologie, M unich, 1884-1937, s. u. K ronos, vol. 11 1, pági­nas 1498 y sigs., trata profusam ente sobre los sacrificios humanos entre los cartagineses, a los que se debe referir Plutarco. En M or. 175A y 522A, dice P l u t a r c o que Gelón, tirano de Siracusa, les exigía, tras su victoria sobre los cartagineses en el año 480 a. C ., para firmar con ellos la paz, que pusieran fin a esta práctica. D i o d o r o , X X ¡4 , sin em bargo, sugiere que siguió practicándose este tipo de sacrificios hasta más tarde. Crono, aquí, es el equivalente al dios fenicio El, ,el Baal o el M oloch hebreo y el Saturno rom ano.

117 D i e l s , Frag. Vorsokr., I: E m pédocles B Fr. 137, Em pédocles, co­m o los pitagóricos, creía en la transmigración de las alm as, de ahí la posibilidad de estar matando al propio hijo, cuando uno sacrifica un animal a los dioses.

118 Con el que había comprado al hijo, ya que el m al presagio de su conducta anularía el buen resultado del sacrificio.

Page 51: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

SOBRE LA SUPERSTICIÓN 3 1 9

nes 119 o Gigantes 120 nos gobernaran, después de haber arrojado a ios dioses, ¿con qué clase de sacrificios se com­placerían o qué ritos sagrados exigirían? Amestris 121, la mujer de Jerjes, hizo enterrar vivos a doce hombres para hacerse propicio al Hades, del que Platón 122 dice que es llamado Hades porque es humano, sabio y rico y dirige a las almas por medio de la persuasión y la razón. Jenófa- nes, el filósofo de la naturaleza, al ver que los egipcios se golpeaban y lloraban en sus fiestas religiosas, les sugirió acertadamente: «si éstos son dioses —dijo— , no lloréis por e ellos, y si son hombres, no les hagáis sacrificios» 123.

14Mas no existe enfermedad que contenga tantos errores

y emociones y esté mezclada con opiniones tan contradic-

115 Seres m onstruosos. Entre los griegos, T ifón era sinónim o de cruel­dad. C f. D i ó n C r i s ó s t o m o , I 67 s s .; H e s . , Teogonia 8 2 0 s s . , y P ín d . ,

Pítica I 15 ss., etc. Entre los egipcios, T ifón recibía el nombre de Set, dios del A lto Egipto y hermano de Osiris, a quien mató y cortó el cuerpoen 25 pedazos; pero al final fue vencido por Isis en la persona de suhijo Horus. Los egipcios tenían a Tifón com o el jefe de ios malos geniosa los que también llamaban Tifones.

120 Los Gigantes, en el m ito griego, son dioses primitivos feroces y

criminales, hijos de Urano y G ea. El más joven de ellos era Crono. Cf. H e s., Teog. 132 s. y 531 s.; A p o l . , Bibl. 1 1 , 2 s., y D io d o r o , I V 21, 5, etc.

121 C f. H d t . , VII 114, aunque el m ism o historiador narra algo seme­jante de Cambises en III 35. Lo que.aquí cuenta Plutarco está tom ado de am bos pasajes.

122 Probablem ente, en C rátilo 403A-404B, donde se repite la etim olo­gía popular de Hades com o dios que ve todo lo bueno.

123 D i e l s , Frag. Vorsokr., I A 13. C itado también en P l u t . , M or. 379B y 763C, y se hace referencia a él en 228E. C f., tam bién, A r i s t . , Retórica, B 23, I400b5, y H e r á c l i t o , B 127 D i e l s ,

Page 52: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

320 MORALIA

torias y, más bien, antagonistas, como la enfermedad de la superstición. Se debe huir de ella no como los que, al huir alocadamente del ataque de ladrones o de fieras salva­jes o de un fuego que los rodea, se precipitan en lugares sin camino, que están llenos de abismos y precipicios. Ya que, de la misma manera, algunos, al huir de la supersti­ción, van a caer en un ateísmo cruel y obstinado, saltando por encima de la piedad que se encuentra situada en medio 124.

124 Doctrina de A r i s t . , Ét. N ic. B , 1106bl6. C f., tam bién, H o r a c i o , Carta I 18, 9: «virtus est médium vitiorum et utrimque reductum».

Page 53: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

I n d i c e s

Page 54: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

ÍNDICE DE NOMBRES PROPIOS, AUTORESY PASAJES CITADOS

Academia, 127A.Ada, 127B.Aflicción, 112A.Afrodita, 132A, 138C, MIC, 142D,

143D, 144B, 146D, I56C, 158F, Í70B.

Agamedes, 109A y B.Agamenón, 103B, 156F, 169C.Agave, 167C.Aglaonice, 145C.Aicioneo, 119C.Alejandro, hijo de Filipo, 97D, 124C,

127B, 170E.Alexídemo, ei milesio, 148E, 149B y

F.Aliates, 153E.Amasis, 151B, C y D, 152E, 153A

y E.Amestris, 17ID.Amor, 126C.Anacarsis, 148C y D, 152A, 154E,

155A y F, 156A, 158A, 163D.Anaxágoras de Clazómenas, 98F,

118D, 169E. Frs., 9, 118E y 159A; 33, USD.

Andrómaca, 118A.

Anfiarao, 110F.Anfidamante, 153F.Anfitrite, 163 B, 164D.Anónimo, Comedia, Frs., 100F, 110E,

126 A, 133B, 166B.Anónimo, Filosofía, Fr., 109B-D. Anónimo, Lírica, Frs., 103F, UOB,

115A, 129A, 157E, 169B, 170B. Anónimo, Tragedia, Frs., 98D, 103B,

106C y D, 108E, 110D, 116C, I65A, 166A, y E.

Anquises, iOOD.Antígono, rey, U8D, 119C. Antímaco, 106B.Antípatro, 142B.Apolo, 109A, 11 IB, 170B. Apolonio, 119E, 121E.Apolonio, el joven (hijo de Apolo­

nio), 119E, 121E.Aqueo, Fr. 45, 112E. .Aquerón, 106F.Aqueronte, 167E.Aquiles, 105B, 113F.Arcesilao, 110A, 126A.Ardalias, Musas, 150A.Árdalo, el viejo, 150A,

Page 55: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 2 4 MORALIA

Árdalo, de Trecén (tocador de flauta y sacerdote de las.Musas), 150A, 1S0D, 155E, 157D y E.

Arión, el citaredo, 161A, B y D, 162A y B.

Arístides, 97C.Aristila, 145A.Aristodemo, 168F, 169A.Aristón, Fr. 389, Í33D.Aristóteles, Frs., 44, 1I5B, 233, 133F. Arquémoro, 110F.Arquíloco, Frs., 89, 152E, 54, 169B. Arsínoe, Í12A.Ártemis, 170A y B.Asclepio, 159F.Asia, 121C y D.Atamante, 162C, 167C.Atenas, 105B, 122D, 152D, 158B,

170A.Atenea, 99B.Atreo, 103B.Ayante Telamonio, 164C, 169B.

Baticles, 155E.Beocia, 138D.Bías, 146E, 150B, 15IA, B, C, y D,

152A, 154D, 155D y E, 160E. Bienaventurados, Islas de los, 120F,

121A y C.Bión, 168D.Biíón, 108E.Bóreas, I29A, 139D.Busigio, 144B.

Caléis, 153E.Calicles, 120E, 121D.Cartago, 97C.Catón, 127F, 13 ID, 139E.Cayo, 170E.

Certamen Homeri el Hesiodi, 284, 100D; 62 ss. y 210 ss., 154A.

Cinesias, 170A.Cípselo, 163F, 164A y B.Cípris, 155F.Circe, 139A.Ciro, 143C.Citerea, 144B.Claudia, 145E.Clazómenas, véase Anaxágoras de. Cleobis, 108E:Cleobulina (también llamada Eume-

tis), 145E, 148C, 154B. Cleobulina, Fr. 3, 150E.Cleobulo, 15IC, 152B, 154E, 155D,

157A y C.Cleodoro, 152D, 153D y E, 154A y

C, 156F, 157C, 158A, C y F , 159E. Cocito, río, 106F.Core, 159E.Corinto, 162A, 166D.Cornelia, 145F.Crántor, 104B, 114C, 115B. Fr.,

102D.Crates, 141E. Fr. 10, 125E. Creonte, 124B.Cresfontes, 110B.Creso, 110D, 150A, 155B.Critias, 171C.Cronida, (14A.Crono, 120E, 121A, !71C.

Dafno, río, 162D.Dánae, 106A.Danaides, 160B.Delfos, 109A, 116C yD , 150A, 155F,

164A.Délos, 158A.Demades, 126D.

Page 56: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

ÍNDICE DE NOMBRES, AUTORES Y PASAJES 325

Deméter, 138B, 158D, 159E, 169B. Demetrio Falereo, 104A, 135C. Demócrito, 129A. Fr. 159, 135E. Demóstenes, 118D, 119B; XVIII 97,

166F. Sobre la Corona 296, 97D. Olintiaco primero, 23, 100A.

Desgracia, 164C,Destino, 113C.Diágoras, 171C.Dictis, 106A.Diocles, 149D y E, 150B, 151F, 155C,

162C.Diógenes, el Cínico, 107E. Diomedes, 164C.Dión de Siracusa, 1I8D, 119A. Dioniso, 132E, 150B, 155F, 156C y

D, 158E,Éaco, 121C y D.Egipto, 124F, 146E, I48D, 151A y F. eleatas, 142D.Elefantina, 151B.Elisio, de Terina (padre de Eutinoo),

109B y D.Empédocles, Fr., 98D; Fr. 137, 17IC. Énalo, I63B, C y D.Epaminondas, 136C.Epicarmo, Fr., 98C; Fr. B 9, 110A. Epicuro, 135A.Epiménides, 157D y E, 158B. Epimeteo, 99F.Equelao, 163B.Érebo, 169B.Éreso, 157D.Ergane, 99A y B.Escipión, 97C, 145F.Esciro, 144A.Esminteo, 163B.Esopo, 150A y E, 152B, C y D, 154B,

C y F, 155A, C y E, !58B, 162B,

164B. Fábulas 12, 155B; 105, 157B; 181, I37D; 315, 150A.

Esperanza, 105E.Esquilo, FUoctetes, Fr. 255, 109F.

Prometeo encadenado 378-379, 102B. Prometeo liberado, Fr. 194, 98C; Fr. 353, 106C.

Esquilo (atrib. a Eurípides, Fr. 1078), 116E.

Esquines, 119B. Contra Ctesifonte 77, 119B.

Éstige, 167A.Eudemo (obra de Aristóteles), 115B. Eumetis (véase Cleobulina), 148C,

150B, I54A y B, 155D.Eurídice, 145A y B.Eurípides, I19F. Alcestis 780, 107 B-

C. Andrómaca 930, 143E. Cresfon- tes, Fr. 450, 110B; Fr. 454, 110D. Dictys, Fr. 332, !06A. Éolo, Fr. 27, 98D. Estenebea 661, 103A. Fe­nicias 558, 104A; 555, y 556-7, 116A; 527-8, 125D; Hlpstpila, Fr. 757, I t lB y II7D; ffigenia en Áuli- de 29, 103C. Ino, Fr. 420, 104A; 415, 104B. Medea 190 ss., 143C; 290, 124B. Melanipe, Fr. 505, 117A. Orestes 211-12, 165E. Su­plicantes 1109 ss., 110C. Troyanas 636, 109F; 764, 166A; Frs., 67, 132A; 895, 126C; 958, I06D; 962, 102B; 963, 102F; 964, 112D; 965, 116F; 966, 120A.

Europa, 121C y D.Eutícrates, 97D.Eutinoo, 109B y D.

Falerno, vino de, 125D.Fidias, 142D.

Page 57: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 2 6 MORALIA

Fiiemón, poeta cómico, Fr. 106, 102C. Sardius, Fr. 73, I05E-F.

Filipo, 97C y D, 105A, 123E y F, 141B, 143F, I44E, ¡70E,.

Filócrates, 97C.Foción, 135C, 142B.Fortuna, 99B, 99E.Frine, J25A y B.

Galia, la, 131A.Gigantes, 17] D.Giras, 169B.Glauco, 122B y E ss., I24C, 169B. Gorgias, 120E, 144B y C. Fr., 144C. Gorgo, 145E, 160D y E, 161A, 162A

y b .Gracias, 138C, 141F.Grilo, hijo de Jenofonte, • 118F.

Hades, 106A, 106D ss. y F, 110D, 118A, 120C, 159B, 167A, 171D.

Harpías, 133A.Hécate, 166A.Héctor, 105B, 113F, 114B, 118A,

164C, 169B.Hécuba, 170C.Hegétor, 145C.Helena, 140F.Helesponto, 110D.Hera, 108F, 141E, I43D, 170B. Heracles, 110B, 136D, 164C, 167C. Heráclito, 98C, 136B. Fr. 88, 106E,

166C.Hermes, 138C.Hermíone, 143E.Hermolao, 170E.Heródoto, 139C.Hesíodo, 153F, 154A, 158A y B,

162C, D y E. Teogonia 22, 105D.

Trabajos y D ias 41, 157E; 45-46, 157F; 86, 99F; 94-98 y 100-104, 105D-E; 104, 127D; 101, 115A, 318, 124A; 413, 118C; 465-468, 169B; 705, 100F; 744, 156E.

Hipocles, 104C.Hipócrates, Aforism os II 5, 127D. Homero, 104D, 107D, 114E, 117C,

118A, 122C, 126D, 133E, 151E,153F, 156E, 160A, 164C y D,169B. litada II 273, 118F; 382,169C; 413-414, 169C; IV 262, 156E; V 341, 160A; VI 145 ss., 104E; 429-430, 145B; 486, I18A;VII 193 ss., 169B; 282 y 293, 164D; IX 482, 117D; X 249, 169C; XI 241, 107E; 452, I17B; 514, I22C; 542, 164C; XII 327, 104A; XIV 205-209, 143D; 231, 107D; XVI 672, 107E; XVII 37, 117C; XX 128, 118A; XXI 463, 104F; XXII 20, 170F; 56 ss., 1Í3F; XXIII 222, 117C; XXIV 45, 124A; 212, 170C; 522, 105C; 604, 170C; 744, 117B. Odisea IV 392, 122D; V 267, I33E;VIII 164, 126D; 246, 98E; 351, 164C; X 399 ss., 139A; XIII 14, 151E; 80, I07D; XV 245, 111B; XVIII 130 ss., 104E; 306, 114E.

Ifícrates, 99E.¡liada de males, 141 A.Indo, 133C.Ino, 162C.Ion de Quíos, Frs., 54, 113B; 55,

116D.Italia, I24F; 161B.

Jantipo, hijo de Pericles, 118E. Jasón, 135E.

Page 58: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

ÍNDICE DE NOMBRES, AUTORES Y PASAJES 327

Jenócrates, i35C, ■ 141F.Jenófanes, Fr. 13, 171D-E. Jenofonte, 118F, 145C. Recuerdos de

Sócrates 1 3 ,6 , 124D. Banquete 11 15, 124E; II 18, 130F.

Jerjes, 110D, 171D.Justicia, í 61E.

Kyrieúon, 133C.

Labis, de Delfos, 155F.Lais, 125A.Lástenes, 97C.Latona, 170B.Lelanto, 153F.Leónidas, 145E.Leptis, ciudad de Libia, 143A. Lequeón, 146D.Lesbos, 163A y C.Lesques, 154A.Leuctra, 136D.Libia, 143A.Licurgo, 152A, 155D.Lida, 106B (elegía llamada así). Lidia, 110D, 150A.Lisandro, 141D ss.Lisímaco, 126E.Lócride, I62C y D.Luna, 158D.Lysios, epíteto de Dioniso, 150B.

Medio, 124C.Melantio, 144B.Melisa, 146D; 150B y D; 155E. Menandro, 133A. Frs., 128A; 125,

119E; 531, 103E.Mérope, 110C.Mesógeion, roca, 163A Metrodoro, 142A.

Midas, 115B y D, 168F, 169A. Minos, 121C y D; 132E.Mnesífiio, 154C yD , 155E, 156A yE . Mileto, 162C.Mfrsilo, 147B.Mitilene, 157E.Molicría, 162D.Molpágoras, un jonio, 147B. Mosquión, 122B ss., C y E. Muerte, 107D y E.Musa, 154A.Musas, 105D, 133A, 138C, 146A,

150A, 155F, 156C y D, 164D.

Náucratis, 146E, 150B y F, 151C y D. Negro, Mar, 111C.Ñemeo, Zeus, 162D y E.Nereidas, 163B.Nicarco, 146B, 1S3A, 160C, 164A. Nicias, 169A.Nigro, 131 A.Nilóxeno, Í46E, I47A, 148C y D,

149D, 150E, 151A , B, C, D y F, 152E y F, 153A y C.

Níobe, 116B, 170B.Nutricio, Posidón, 158E.

Odiseo, 139A, 140F, 164C.Olimpia, ciudad, 105A, 144B. Olimpias, mujer de Filipo, 105A,

141B y C. 'Olímpico, el (de Pericles), 118D. Olinto, 97D.Olvido, inoradas del, 1I0D. Orcómeno, 162E.Orfeo, 159C.

Pandora, 105D.Páralo, hijo de Pericles, 118E.

Page 59: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

3 2 8 MORALIA

Paris, 140F.Parmenión, 105A.Pasifae, 139A.Pausanias, 105A, 170E.Pelida, 113F.Peloponeso, 161D.Penélope, 140F.Periandro, 146C y D, 147C, 148C y

E, I49C y E, 150A, B, C y F, 151E, 152B y E, 153E, 154C y E, 155E, 156D y E, 157E, 160D y E, 161B, 162B, 163F, 164A y B, 166C.

Pericles, 118D y E.Persuasión, 138C.Pieria, 146A.Piérides, I67C.Píndaro, Pitica I 13, 167C; III 81-82,

107B; VIII 95 ss., 104B. Frs., 2, 3, I09A, 109B; 124, 133C; 129, I20C; 143, 167E-F; 207, 104A; 216, 116D.

Pitaco, 147B y C, 152B, 153E, 154E, 155D, E y F, 156A, 157D y E, 163A, 164A y B.

Pitágoras, 169E. Carmina Aurea 17-18, 116E; 42, 168B.

Pitica, 161C.Plafón, Apología 29a, 108D; 40c-41b,

107C. Critias 115b, 134A. Fedón 66b-67b, 108A. Gorgias 523a, 120E. Leyes 643b, 135D; 729b, 144F. Protágoras 321c, 98D. Re­pública 462c, 140D; 604b, 112E;57 Id, 101A, Ti meo 67b, 98B; 40c, 171A; 47d, 167B y 129C; 88b, 137E. Sobre el alma, República, Menón y Gorgias, 120D.

Plutón, 120E, I21A.

Poliano, 145A y B.Polícraíes, 166C.Posidón, 120E, 158E, 160D, 163B y

D, 164D.Priamo, 97D, 105B, 113E, 169C. Príene, 146E.Pródico, 126C.Prometeo, 98C, 99C, 99F, 121C. Protágoras, 1I8E.

Quereas, 170E.Queremón, verso de, 97C.Quersias, 156E y F, 157A, B y C,

163F, I64A, B y C.Quilón, 148A, 151D, E y F; 152B y

D, 154E, 155D y E; 156A y F,

Radamantis, 121C y D.Raria, 144A.Régulo, luchador de! pancracio, 124C. Ria, fiesta de los locrios, 162D. Rión, 162D.Rocas Errantes, 156F.Romano, el (L. Emilio Paulo), 141A.

Safo, 145F, 146A.Salvadores, dioses, 169B.Samos, 124F, 166C.Semónides, de Amorgos, Fr. 5, 136A.

(También llamado Simónides.) Sicilia, 141D.Si leño, H5B, C y E.Simónides de Amorgos, Fr. 3, 111C.

(También llamado Semónides.) Simónides de Ceos, 105A, 125D. Fr.

39, 107B.Siria, diosa, 170C.

Page 60: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

ÍNDICE DE NOMBRES, AUTORES Y PASAJES 3 2 9

Sócrates, 106B, 107C, 108D, 109E, I18F, 120E, 124D y E, I30E, 141C.

Sófocles, 97F. Antigona 291, 170E. Edipo Rey 4, 169D; 110, 98A; 379, 117A. Laocoonte, Fr. 344, 100D. Frs., 758, 98A; 761, 107B: 762, 141D; 763, 144B.

Sol, 139D, 158D.Solón, 138D, 146E, 147C, 150A,

151E, 152A, C y D, 154C y D, 155B, C y E, 156A y C, 157D, E y F, 158B, 159A, 159B, 160D, 162C, 164C. Fr., 155F.

Sueño, cita de Homero, 107D.

Tales de Mileto, 146C, D y E, 147B, I48B, C, D y E, 149A, B, C, D, E j F , 150B, 152A y D, 153A, B, C y D, 154E, I55D, I57D, 158C, 160E, 163D.

Tántalo, !70F.Tártaro, 104A, 120F, 121C, 159B.Téano, 142C, 145E.Teágenes, 14SE.Telamonio, Ayante, 164C.Ténaro, 160d.Teofrasto, 135C y E. Fr. 73, 104D,Teribazo, ¡68E.Terina, ciudad griega, 109B.

Tesalia, I45C.Teseo, 1I2D.Tiberio, Emperador, 136D.Tideo, 104E.Tidida, 164C,Tifón, 150F.Tifones, 17ID (personajes mitológi­

cos).Timoclea, 145E.Timoteo (hijo del general ateniense

Conón), 127A.Timoteo (poeta lírico), Fr. 1, 170A.Timóxena, 145A.Tiresias, 167C.Tito, Emperador, 123D, 124C.Trasíbulo, 147C, 148E y F, 149B y C.Trecén, 150A.Trofonio, 109A.Troilo, 113E, 162D.

Universo, !53D.

Zenón (texto atribuido a), 100C.Zeus, 99E y F, 103B, 105C, 110D,

11 IB, 112A, 113B, 116D, 120E,121 A, 124A, 126B, 127D, 129B, 152F, 154A, Í56F, 158D, 162D yE, 164C, 167C, 169B y C.

Zeuxipo, 122B, C y F.

Page 61: Tomo II - OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES - Plutarco - Sobre la superstición

ÍNDICE GENERAL

Págs.In t r o d u c c i ó n ........................................................................................ 7

I. Obras incluidas ............... .............................. 7II. La traducción ................................................ 8

B ib l io g r a f ía .............................................................................................. 11

S o b r e l a f o r t u n a ............................................................................ 17S o b r e l a v i r t u d y e l v i c i o .............................................. 3 3E s c r i t o d e c o n s o l a c i ó n a A p o l o n i o ........................ 4 3C o n s e j o s p a r a c o n s e r v a r l a sa l u d .............................. 115D e b e r e s d e l m a t r im o n io ........................................................... 1 6 9B a n q u e t e d e l o s S i e t e S a b io s ......................................... 2 0 7S o b r e l a s u p e r s t i c i ó n ................................................................ 2 8 1

Í n d i c e d e n o m b r e s p r o p i o s , a u t o r e s y p a s a j e sc i t a d o s .............................................................................................. 32 1