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Organiza Federación Psicoanalítica de América Latina Septiembre 23 AL 25 de 2010 Bogotá - Colombia TITULO DEL TRABAJO: Conceptualización de la transferencia del vínculo terapéutico y las estrategias en clínica psicoanalítica. EJE TEMÁTICO: Estudios en andamiento sobre temas específicos, tanto individuales como grupales NOMBRE DEL AUTOR: Benzion Winograd E-MAIL: [email protected] SOCIEDAD A QUE PERTENECE: Sociedad Argentina de Psicoanalisis (SAP) En esta comunicación me he propuesto reflexionar sobre cuestiones muy vinculadas a las complejidades del campo clínico en nuestra disciplina y la posibilidad de intercambiar nuestras experiencias prácticas y teóricas para un intento de una mayor discriminación y también polemizando con distintas discusiones que en nuestra contemporaneidad se plantean el valor del psicoanálisis como disciplina e incluso en algún momento diagnostican su terminación o muerte, como ha ocurrido en Buenos Aires en algunos debates mediáticos allá por el 2005. Una cuestión que complejiza los campos clínicos y que en mi opinión muestra bastante consenso en posiciones de colegas de diferentes escuelas o esquemas referenciales y alude a la extensión de campos problemáticos de los cuales se ocupan los psicoanalistas y psicoterapeutas que tienen al psicoanálisis como referente y que de algún modo se

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Organiza Federación Psicoanalítica de América Latina

Septiembre 23 AL 25 de 2010 Bogotá - Colombia

TITULO DEL TRABAJO: Conceptualización de la transferencia del vínculo terapéutico y las

estrategias en clínica psicoanalítica.

EJE TEMÁTICO: Estudios en andamiento sobre temas específicos, tanto individuales como

grupales

NOMBRE DEL AUTOR: Benzion Winograd

E-MAIL: [email protected]

SOCIEDAD A QUE PERTENECE: Sociedad Argentina de Psicoanalisis (SAP)

En esta comunicación me he propuesto reflexionar sobre cuestiones muy vinculadas a las

complejidades del campo clínico en nuestra disciplina y la posibilidad de intercambiar

nuestras experiencias prácticas y teóricas para un intento de una mayor discriminación y

también polemizando con distintas discusiones que en nuestra contemporaneidad se

plantean el valor del psicoanálisis como disciplina e incluso en algún momento

diagnostican su terminación o muerte, como ha ocurrido en Buenos Aires en algunos

debates mediáticos allá por el 2005.

Una cuestión que complejiza los campos clínicos y que en mi opinión muestra bastante

consenso en posiciones de colegas de diferentes escuelas o esquemas referenciales y

alude a la extensión de campos problemáticos de los cuales se ocupan los psicoanalistas y

psicoterapeutas que tienen al psicoanálisis como referente y que de algún modo se

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presentan tanto en su práctica institucional como privada. Y me estoy refiriendo a la

extensión psicopatológica y nosográfica o las variantes diferentes del modelo básico

“neurosis” en cuanto a las múltiples perspectivas clínico psicopatológicas que hallamos en

el campo de nuestras áreas prácticas. En este contexto creo que se pueden encontrar

acuerdos en autores de líneas muy diferentes que podrían ejemplificarse con André

Green quien lo sostiene taxativamente, lo mismo que en autores anglosajones y

latinoamericanos que señalan que la aparición de problemáticas clínicas mucho más

complejas que las que de algún modo eran delimitadas por el modelo de la “neurosis” (y

que era un paradigma de la base de la técnica freudiana) actualmente se muestra tal

extensión que justamente puede llevarnos a replantear y reconsiderar cuáles son las

mencionadas bases de la teoría de la técnica que se mantienen y cuándo creemos que

necesitan introducirse variantes de cierta relevancia en la medida que pensemos que las

variantes psicopatológicas necesitan presentar correspondencias congruentes en el

campo de las teorías del abordaje, posición naturalmente polémica y sujeta a la discusión

crítica que de algún modo es uno de los objetivos de esta comunicación. Como

mencionaba antes, esta hipótesis de que una de las razones que presentan una extensa

complejización y variación en el campo de la tarea clínica está vinculada a que los

psicoanalistas nos ocupamos de problemáticas diferentes a lo que sería el modelo

“neurosis”, (base de la teoría de la técnica freudiana) y que incluye desde situaciones

llamadas fronterizas que para Green caracterizarían básicamente la complejización de

nuestro campo clínico contemporáneo a lo que pueda llamarse “narcisismo patológico”,

“psicosomáticas” o “impulsivas”, o problemas de angustia y “pánico” o las distintas

variantes de los trastornos de la alimentación y otros tan presentes en nuestras consultas

actuales.

A. Green: Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo

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Para los objetivos de mi comunicación, intentaré privilegiar la conceptualización y

articulación entre sí y con el espacio clínico psicoanalítico de tres nociones:

Una visión del concepto “transferencia”; versiones del de “vínculo terapéutico” y la

formulación del término y del concepto “estrategia” como modos de construir los

abordajes clínicos.

I) Para modelizar lo que considero “transferencia”, tiene que quedar claro que dicho

término y concepto resulta crucial y determinante en la concepción de las teorías

sobre la cura psicoanalítica, sea cual fuese la escuela o grupo de pertenencia del

colega que la considere o formule. Pero caben algunas dudas: ¿registramos la

singularización del concepto (“la”) como expresión de un acuerdo unívoco acerca de

sus contenidos y la delimitación de las zonas experienciales que abarca? En efecto, no

parece muy audaz sostener que a través del desarrollo histórico del psicoanálisis, las

variantes problemáticas que fue abordando (como señalaba, diferentes al clásico

modelo de las neurosis) y los distintos léxicos producto de autores, grupos y escuelas

variadas y diferentes, afectaron la conceptualización del fenómeno llamado

“transferencia”. Lo que se mantuvo en forma casi unánime, fue el valor esencial

otorgado al fenómeno en las teorías sobre la productividad de la cura psicoanalítica.

Quiero apresurarme a poner en claro, que al cuestionar la verosimilitud de la

unificación singularizadora, pretendo sostener que las distintas versiones no se

contradicen y tampoco que algunas resultan más “verdaderas” que otras.

Pienso que se trata de diferentes recortes de los fenómenos psíquicos y

relacionales, formulados por cada grupo o autor de escuela y que se articulan con el

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cuerpo teórico clínico de las propuestas de dicha versión. Cabe entonces conjeturar

que las distintas versiones poseen un núcleo conceptual común y contenidos o

matices diferentes. Si queremos ejemplificar, la versión de Freud sostiene que se

transfieren contenidos vinculados a la libido objetal conectados con la sexualidad

infantil o los conflictos edípicos, si abarcamos la segunda tópica.

En “orígenes de la transferencia” de Melanie Klein1, lo que se transfiere son relaciones

objetales, fantasías y defensas tempranas.

En los aportes de Kohut2 se incluyen las problemáticas narcisísticas (recordemos que

Freud dividía la neurosis en transferenciales y narcisísticas).

En una visión muy esquemática del interesante análisis de Miller3, los núcleos

fundamentales de la transferencia en Lacan incluyen lo que llama “nivel imaginario” y

“nivel simbólico”, alternativas desarrolladas y analizadas efectivamente, lo cual está

marcadamente fuera de los objetivos de mi comunicación. Pero conjeturo que las

diferentes versiones (y otras no citadas) permiten inferir núcleos compartidos:

1) Se trata de la “dramatización” presente en la relación paciente analista de sectores

conflictivos del paciente.

2) Estos sectores están fuera de la conciencia del paciente.

3) La tal dramatización resulta paradigmática para la experiencia terapéutica

psicoanalítica, pues al actualizar (relacionalmente) el conflicto, genera un

fenómeno “bifronte” (expresión muy elocuente de Alain Miller): por un lado puede

1 M. Klein: Los orígenes de la transferencia

2 H. Kohut: “Análisis del self” Edic. Amorrortu

3 Alain Miller: “conferencias caraqueñas”

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generar obstáculos “resistenciales”, por otro genera y potencia alternativas

transformacionales.

4) Por los argumentos precedentes, el fenómeno llamado “transferencia” resulta

central para la tarea clínico terapéutica del psicoanálisis.

En mi opinión, estos cuatro atributos del concepto podrían resultar consensuados por

cualquier colega sea cual fuere su pertenencia grupal referencial.

Pero a partir de tales identidades conceptuales, los contenidos (como los señalados

anteriormente al mencionar distintas líneas) o los dinamismos de la actualización

dramática, podrán variar tanto que cabe cuestionar la unificación singularizadora,

sobre todo en la comunicación intra disciplinaria y las discusiones clínicas.

Es por ello que creo necesario explicitar con qué concepción se operará en esta

comunicación, postura que resulta básica para su articulación con la manera de

concebir el “vínculo terapéutico” y las “estrategias” clínicas.

Resulta así, que fuera del consenso descrito anteriormente, algunas posturas

consideran lo “transferido” como producto del paciente, resultando el analista un

receptor pasivo del mismo; otras lo postulan como fenómeno coparticipativo en el

sentido de que lo que se dramatiza será codeterminado por un ofrecimiento (no

consciente) del analista. Es en esta perspectiva (se trata de una elección descartando

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que las otras modalidades sean “erróneas”) que ubico mi propuesta que considero

congruente con los otros dos núcleos temáticos abordados.

En relación al “vínculo terapéutico” y con propuestas nada más que definicionales

desde el punto de partida, tomaré la noción de Pichon Rivière que me parece bastante

representativa e ilustrativa en una visión general cuando señala que “un sujeto se

relaciona con los otros creando una estructura que es particular para cada caso y para

cada momento y que llamamos vínculo”. Señala también Pichon que podemos definir

el “vínculo “como “una relación particular con un objeto y que de esta relación

particular resulta una conducta más o menos fija con ese objeto lo cual forma un

pattern, una pauta de conducta que tiende a repetirse automáticamente, tanto en la

relación interna como en la relación externa del objeto”. Entiendo que estas

definiciones muy globales pueden servirnos como punto de partida para entrar a

examinar aspectos más puntuales y más diferenciados en lo que podría ser una

consideración contemporánea del vinculo terapéutico y su incidencia en las

posibilidades, alternativas y desarrollos de la práctica clínica en psicoterapia

psicoanalítica.

II) En relación a la problemática del “vínculo terapéutico” cabe señalar que si pasáramos

a examinar esta estructura relacional tenemos que puntualizar la necesidad de

discriminar distintos matices y distintos aspectos en el mismo. Resulta bastante obvio

que la importancia de la relación terapéutica o del vínculo terapéutico es inherente al

desarrollo de esta disciplina y que enfatizar o jerarquizar su valor resulta una

formulación casi de Perogrullo. De lo que se trata es de sostener que si bien en un

aspecto muy global la relación o el “vínculo terapéutico” han sido examinados y

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enfatizada su importancia a lo largo de todo el desarrollo de la disciplina

“psicoanálisis” tanto en la obra de Freud como en múltiples autores posfreudianos,

(pensemos en el valor de la teoría de la transferencia como instrumento eje en el

campo del método) y del abordaje tanto en el psicoanálisis “cura típica” como en las

distintas psicoterapias psicoanalíticas. Es decir que ya en los primeros trabajos era

señalada por Freud la importancia de la persona, del terapeuta o del analista y cómo

esa persona y esa relación poseían propiedades tanto en lo que decíamos como

posibilidad de accesibilidad al conflicto como a la posibilidad de transformar

funcionamientos históricamente conflictivos, dolorosos o generadores de sufrimiento.

Pero si se tratara solamente de tal perspectiva no resultaría demasiado original o

novedoso incluir como un eje importante en los exámenes de las problemáticas

clínicas contemporáneas pues ya estaría casi por definición incluida. Lo que estoy

tratando de postular es que el concepto “vínculo terapéutico” además de ese aspecto

global, genérico, de importancia absolutamente consensuada, puede en alguno de los

desarrollos tanto de lo que llamo psicoanálisis rioplatense a través de algunos de los

pioneros en este campo, como en algunas perspectivas más actuales en la literatura

latinoamericana y anglosajona y ciertos matices de autores franceses más inferibles y

explícitos, la noción del “vínculo terapéutico” tendría una jerarquía explicativa como

modelo de una trascendencia productiva en el campo de las problemáticas clínicas

contemporáneas extenso y más específico que la cuestión global mencionada. O sea

que habría distintos ingredientes conceptuales dentro de la noción del “vínculo

terapéutico” que tendrían un poder explicativo y de especificidad de una jerarquía tal

que justifiquen su inclusión como factor de posibilidad de cambio que exceda las

nociones clásicas o globales genéricas tan aceptadas en múltiples perspectivas de la

disciplina. Había mencionado por un lado las perspectivas de lo que llamé psicoanálisis

rioplatense y también a lo que algunos autores4 sostienen que en la segunda mitad del

siglo XX y comienzo del XXI la estructura ínter subjetiva en el campo del psicoanálisis

4 Jorge Canestri: “Transformations”

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ha cobrado un valor explicativo, descriptivo y posibilitador transformacional mucho

más extenso que en la primera mitad, donde el modelo más característico en el campo

psicopatológico y problemático del psicoanálisis lo llamaban el modelo del “quiste” o

de la histeria como una zona más delimitada de los sufrimientos del sujeto, mientras

que la introducción de la perspectiva del “narcisismo” y las múltiples variantes

nosográficas y también alguna de las teorías de más alto nivel ponen el énfasis mucho

más acentuado en el vínculo ínter subjetivo como estructura central del desarrollo por

un lado, y del proceso terapéutico por el otro.

En este contexto diferenciaré por un lado los aportes que adjudicaba a lo que llamo

psicoanálisis rioplatense según el cual las experiencias clínicas podrían ubicarse en

distintas perspectivas, entre ellas en el campo discursivo relacional propio de tales

experiencias. Es en este espacio el vincular relacional ínter subjetivo que autores del

grupo que he llamado psicoanalítico rioplatense han examinado los matices

comunicativos de tal intercambio, particularmente Pichon Rivière con su concepción

de la sesión psicoanalítica como unidad del proceso ya mencionada y con la propuesta

de una estructura mínima de tal sesión compuesta por el material del paciente, la

interpretación y sus emergentes. También el extenso estudio que David Liberman

efectuara de los múltiples matices del proceso comunicativo y de la importancia

adjudicada al lenguaje tanto a los elementos verbales y lingüísticos como a los para

verbales vinculados con los tonos, los acentos y los extra verbales en relación a la

mímica y los movimientos corporales. Si a tales aportes y perspectivas les agregamos

los desarrollos y estudios de los Baranger y Mom sobre la noción de “campo” y

“proceso” implicando ambas examinar las vicisitudes de la estructura relacional de lo

que podemos llamar la “pareja terapéutica” y el plantear que tal estructura tiene

características propias que no pueden postularse consideradas como una sumatoria

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de ambos integrantes, nuevamente se agrega a la noción de vínculo, sus vicisitudes y

transformaciones dentro de lo que se llama “campo”, que de algún modo jerarquiza

conceptualmente tal situación relacional en una dimensión espacial y “proceso” en

otra temporal como una experiencia con un desarrollo que es claramente diferente a

posturas que plantean un desarrollo lineal. Aquí se trata de un desarrollo en espiral,

irregular, con múltiples matices de progresiones y regresiones y distintos niveles de

temporalidad, tal perspectiva implicaría llevar a la noción de “vínculo” a un papel

atributivo de una relevancia central en los destinos del proceso “terapéutico” y en las

múltiples variantes del campo de la clínica contemporánea.

Pero señalaba que así como estas concepciones le dan a la estructura relacional

llamada “vínculo” un papel relevante tanto en el desarrollo del campo clínico (incluida

las diferentes variantes psicopatológicas y nosográficas) como a las modalidades de

abordaje, a los indicadores de cambio y detenimiento (que están muy presentes en los

trabajos de los Baranger y Mom), podemos señalar que perspectivas más cercanas a la

contemporaneidad de autores anglosajones y latinoamericanos agregan nuevos

matices y nuevos ingredientes a esta noción de “vínculo” que de algún modo no creo

que presenten aspectos contradictorios con los anteriores, sino más bien son

complementarios aunque provienen de estudios y exámenes y contextos conceptuales

diferentes. O sea que mientras en la obra de Liberman se plantea la posibilidad de

contar con sistemas conceptuales provenientes del campo comunicacional, semiótico

y lingüístico para examinar aspectos del vínculo terapéutico y sus vicisitudes y la de los

Baranger y Mom extraen sus conclusiones de aspectos intrínsecos del propio campo

(aunque la noción de “campo” pueda provenir de algunos otros desarrollos como Kurt

Lewin), en ese caso que menciono de los autores anglosajones y latinoamericanos

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(como Juan Pablo Jiménez5) los aportes a una comprensión del vínculo provienen de

posibilidades de articular estos exámenes psicoanalíticos con las nuevas concepciones

sobre memoria provenientes del campo neuro cognitivo y también a la observación

del examen de las investigaciones empíricas sobre procesos y resultados así como la

observación de bebes que son tres campos que según el colega chileno Juan Pablo

Jiménez pueden ofrecer aportes a una conceptualización del vínculo con micro

elementos que agreguen nuevas perspectivas de comprensión y abordaje. En este

contexto entiendo que algunas citas de los aportes de Jiménez en su trabajo sobre el

vínculo terapéutico pueden resultar significativas e ilustrativas de lo que estoy

planteando. Por supuesto que las nociones extraídas lo son de una manera

extremadamente sintética y solamente a modo de ilustración. Señala por ejemplo

Jiménez que “la investigación ha mostrado que tanto desde la perspectiva del proceso

del paciente como la del terapeuta los mejores resultados se dan en un tratamiento en

que el paciente participe colaborativamente, mientras que los peores resultados se

dan cuando se desarrollan apegos dependientes u oposicionistas con el terapeuta”. En

otro párrafo agrega “diversos estudios han mostrado que la conducta facial afectiva

del paciente y terapeuta en sus aspectos interactivos son indicadores del vínculo

afectivo y predictores significativos del resultado terapéutico”. En otro párrafo, “en la

relación analítica se dan momentos de encuentro ínter subjetivo entre paciente y

terapeuta capaces de crear organizaciones nuevas en esa relación y así de reorganizar

el conocimiento implícito del paciente sobre la manera cómo se relaciona con los

demás. Este conocimiento no es consciente, está inscripto en la memoria procesal de

largo plazo incluye los modelos de apego”.

5 J.P. Jiménez: El vínculo, las intervenciones técnicas y el cambio terapéutico en terapia

psicoanalítica.

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Termino aquí la cita de Jiménez de la cual quiero enfatizar esa noción de conocimiento

implícito y ciertas influencias que las teorías de las memorias implícitas estudiadas en

el campo neuro cognitivo están de algún modo realimentando lo que grupos de

colegas consideran como recursos articulables con la noción de los abordajes y

conceptualizaciones en el campo del psicoanálisis y de la psicoterapia psicoanalítica.

Cabe señalar y reiterar explícitamente que estos distintos ingredientes agregados al

concepto del “vínculo terapéutico” como modelo de una jerarquización causal extensa

en el campo de la clínica no supone de ninguna manera intentar lo que tantas veces se

ha propuesto en el psicoanálisis, (recordemos los trabajos de George Klein6 en una

época o las posiciones del grupo de Palo Alto ya salido del campo analítico) que

planteaban la necesidad de establecer teorías de mas bajo nivel que reemplazaran las

teorías más abarcativas del psicoanálisis como podrían ser las meta psicológicas, las

del desarrollo psíquico, las de las múltiples variantes del inconsciente y otras. Aquí lo

único que se pretende es que ciertos modelos explicativos, como lo dijimos en relación

a la teoría del “campo y proceso” y en este caso mucho mas explícitamente como la

del “vínculo terapéutico”, pueden funcionar como articuladores de las teorías

generales del psicoanálisis y conectarse más directamente con la experiencia de

intercambio discursivo, emocional y afectivo que forman como la matriz del proceso

terapéutico.

Aclarados los puntos anteriores quisiera agregar en estas nuevas perspectivas a la

constitución del vínculo, algunas propuestas de autores anglosajones que también las

considero sumamente significativas si queremos diseñar aportes contemporáneos que

puedan presentar un grado de consenso conjeturable, no absoluto y sujeto

6 George Klein: Dos teorías o una

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naturalmente a la discusión crítica que es un poco la finalidad de esta comunicación y

de estas jornadas.

En un trabajo de los colegas estadounidenses, Glen Gabbard y Drew Westen7 se

señalan algunas cuestiones muy vinculadas al vinculo terapéutico y sus propiedades en

el campo clínico. Señalan estos autores.

“El psicoanálisis contemporáneo esta marcado por un pluralismo desconocido en

épocas anteriores que se extiende a las teorías de la acción terapéutica. Desde un

punto de vista contemporáneo un aspecto importante del rol del analista es ayudar al

paciente a darse cuenta de los patrones inconscientes expresados en su conducta no

verbal de modo que pueda lograr un sentido de control y comprensión de lo que está

siendo repetido en una relación tras otra” Señalan estos mismos autores que según

Lyons Ruth y sus colegas, los “cambios en el conocimiento relacional implícito pueden

producirse en momentos de encuentro entre analista y paciente que no son

representados ni simbólica, ni verbal, ni conscientemente, ni dinámicamente

inconscientes en el sentido ordinario, sin embargo estos momentos de encuentro

pueden ser importantes para reorganizar la experiencia procedimental y afectiva en

un contexto relacional”.

Aquí termina mi cita de estos aportes que entiendo no resultan ni excluyentes ni

exclusivos como pueden aparecer en algunos grupos o escuelas (algunas de las

tendencias ínter subjetivistas por ejemplo), pues entiendo que permiten cierta

7 D: Westen y F. Gabbard: “Repensando la acción terapéutica”

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modelización de lo que es la relación ínter subjetiva y extender uno de sus

ingredientes explicativos para que las distintas estrategias que luego pasaré a

examinar, tengan algún tipo de congruencia entre explicaciones más globales que

incluyen problemas de la historia del sujeto, de sus procesos identificatorios,

problemas de sus múltiples vicisitudes inconscientes, el problema de las motivaciones

que había señalado Bleichmar8 con las problemáticas de permanente intercambio en

el campo clínico terapéutico.

III) El otro término y concepto integrante del título es el de “estrategias” que creo que

resulta bastante obvio que está absolutamente conectado con la complejización

clínica cuyos fundamentos y contenidos estaba intentando fundamentar en mi

introducción global. Es decir, “estrategia” es definida en general como un “proceso

regulable, un conjunto de reglas que asegura una decisión optima de cada momento”.

Si queremos ubicarla en el campo psicoanalítico, cabe señalar ya desde el punto de

partida no puede equivaler ni a manipulación ni a prácticas conductistas. Es decir que

el término “estrategia” está apareciendo en muchos trabajos psicoanalíticos y que en

mi opinión es muy adecuado y coherente con los momentos y los tiempos que

estamos atravesando en esta disciplina y con las complejidades y variantes del campo

clínico en función de todos los factores que citaba anteriormente. En algún diccionario

muy elemental se define estrategia como arte o traza para dirigir un asunto, negocio,

operación en el sentido figurado de la definición primitiva en el campo militar.

También una definición más especifica lo señala como un proceso regulable, conjunto

de reglas que aseguran una decisión optima en cada momento. El interrogante

consecuente es cómo podríamos conectar alguna de estas nociones con nuestros

intereses en el campo de la psicoterapia psicoanalítica en el ámbito clínico y su

8 Hugo Bleichmar: “Avances en psicoterapia psicoanalítica” Ed. Paidos

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articulación con los planos de conceptualización más general. En mi opinión habría

que plantear algunas mínimas estipulaciones: cuando hablamos de estrategias nos

referimos a un proceso no necesariamente claro, regular y coherente sino un proceso

reflexivo que intente articular aspectos de los múltiples planos explicativos del

psicoanálisis con su práctica clínica. En este sentido me parece útil delimitar este

concepto usando una propuesta de Liberman de dos contextos del proceso analítico.

Por un lado un contexto “intra clínico” en el cual el eje del abordaje pasaba por la

espontaneidad, por el contacto emocional, por el sumergirse el terapeuta en su propia

interioridad e ir decodificando a través de las distintas variantes discursivas del

paciente en el contexto de la llamada asociación no convencional y en su propia

postura de libertad reflexiva llamada “atención flotante”, los distintos impactos que le

provocaban la producción mencionada discursiva del paciente. En la versión de

Liberman existe un contexto “extra o ínter clínico” en el cual sí cabe para el operador

psicoterapeuta psicoanalista reflexionar sobre teorías adecuadas para tal material,

tratar de estudiar protocolos y jugar sí con las distintas alternativas que entrarían ya

en el término “estrategias” o sea alternativas que implicarían en una versión de varios

autores contemporáneos diseñar modalidades diferentes según predominios

nosográficos psicopatológicos o de cada sujeto y adecuar los distintos parámetros del

abordaje a tales combinatorias psicopatológicas. O sea que ese mismo trabajo de

adecuación y de búsqueda en los contextos ínter clínicos que se supone se

internalizará en espacios internos del operador terapeuta es el que puede

paradigmáticamente ser expresado con la noción de “estrategia”. Si introducimos ya

estas variantes, surgen algunas cuestiones, una de las primeras es el problema del

diagnóstico del psicoanálisis y en psicoterapia psicoanalítica el valor y la modalidad del

diagnóstico.

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La cuestión del diagnóstico clínico en psicoanálisis implica un tema sumamente

complejo y que presentó diversas discusiones y polémicas a lo largo de la historia de

nuestra disciplina. Esta perspectiva encuentra, en un sector del psicoanálisis

latinoamericano, posturas como las de Bleger y Liberman por ejemplo que cuestionan

marcadamente el modelo médico psiquiátrico en el diagnóstico en psicoanálisis o una

psicoterapia psicoanalítica. Estos autores proponen sistemas diagnósticos que llaman

estructurales o procesales y que privilegian en la detección de problemáticas las

vinculadas a funcionamientos, historias, aspectos relacionales del sujeto, etc. Creo que

queda claramente inferible que estamos planteando sistemas conceptuales muy

diferentes al del DSM4, pues este último examina entidades con sub estructuras,

algunas variantes y su proporción determinando grado de gravedad o levedad y se

refieren a contenido con cierto grado de fijeza (tipo de síntoma, frecuencia,

alteraciones asociadas, remisiones o incremento en las mismas). En cambio el modelo

psicoanalítico que estamos mencionando examina estructuras, sus combinatorias o

indicios conectados con vínculos y espacios relacionales y un grado de movilidad

manifiesta. Pone el énfasis en las combinatorias en movimiento y las posibilidades y

dificultades del sujeto en diferentes campos vinculares.

Lo que algunos colegas han llamado modelos “de medida” y no “de confección”

en mi opinión implica un interesante aporte de las perspectivas actuales clínicas para

un desarrollo productivo y transformacional y que en la necesidad de la singularidad

clínica puede haber un consenso entre practicantes de grupos referenciales diferentes.

DESCRIPTORES

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Transferencia (discriminación conceptual)

Vinculo terapéutico (versión actualizada)

Estrategias (conexión – diagnostico – abordaje)

RESUMEN

Se intentan articular tres conceptos considerados relevantes en el examen del campo y

proceso terapéutico psicoanalítico.

1) El de transferencia, mencionando un núcleo conceptual compartido por diferentes

escuelas o grupos pero con matices o contenidos diferentes (no necesariamente

contradictorios), según esquemas referenciales o alternativas psicopatológico –

clínicas.

Se privilegia la noción de transferencia como dramatización, en la que interviene

la relación analizando-analista en cada segmento del proceso terapéutico.

2) El de “vínculo terapéutico” mencionándose su complejización a través de aportes

de autores contemporáneos.

3) El de “estrategia”implicando variadas maneras de articular los diagnósticos de

problemáticas con las intervenciones en el espacio del proceso terapéutico

psicoanalítico.

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