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CRISTÓBAL RAMÍREZ S on las doce de la mañana y los niños salen en desban- dada al patio. Suena música clásica. El tradicional timbre o la posterior sirena que millones de españoles han escuchado durante dé- cadas a la hora del recreo no existe en el colegio público Lepanto, en Ma- drid. “Me parecía horroroso”, expli- ca María del Carmen Caballero, di- rectora de la escuela desde hace 25 años. “Me recordaba a una empre- sa en la que los obreros tienen que fichar. Por eso la cambiamos. Esto no es una fábrica”. La mujer de pelo castaño, sonrisa frecuente y carácter apasionado que habla sin parar lle- va la batuta en este centro de educa- ción primaria con 470 alumnos que se abrió en 1970. “Este es un colegio público elitista”, reconocerá más tar- de una profesora. Cierto: tiene fama por su calidad educativa y todos los años hay muchas solicitudes para entrar en él. Bloques de ladrillo que necesita- rían alguna reforma. Grafitis en un callejón. Inmigrantes, ancianos y jó- venes paseando a sus perros. Casas unifamiliares de más nivel. Este es el barrio de Ciudad de los Poetas o Colonia Saconia, donde se ubica el centro. Relativamente cerca, a un lado, el parque de la Dehesa de la Villa y la urbanización de Puerta de Hierro. Al otro, los nuevos comple- jos residenciales en torno a la ave- nida de la Ilustración. Lo viejo y lo nuevo. Lo tradicional y lo moderno. Distrito Moncloa-Aravaca. La pági- na web del Lepanto apunta sus señas de identidad: “Por encima de todo, la tolerancia, el respeto al otro, el diálogo, la comunicación fluida y el intercambio de ideas que permitan que la vida del centro se desarrolle en un clima agradable y relajado”. María del Carmen quiere recalcar- lo: “Damos mucha importancia a la educación en valores. Que los niños sepan resolver los conflictos sin pu- ñetazos. Si hay que parar una clase para llegar a un acuerdo, se para”. Ni punto de comparación con la educación en España hace 40 años, cuando el centro se creó. El país vi- vía los estertores del franquismo y los jóvenes empezaron a tomar concien- cia social. Sin embargo, las escuelas seguían siendo esos sitios grises con un crucifijo enfrente y un profesor autoritario que no daba pie a que los niños reflexionaran por sí mismos y tampoco tenía problemas para dar un cachete o utilizar la regla. “La letra con sangre entra”. Pero los años pa- saron, murió el dictador y se aprobó la Constitución. LAS INNOVACIONES María del Carmen entró en el Le- panto en 1985 mientras el país es- taba en efervescencia. Ella misma lo reconoce: “Este colegio tenía mala fama, pero nos pusimos manos a la obra. Por primera vez se instauró un equipo directivo, porque antes solo existía la figura del director”. Y empe- zaron con las innovaciones: reunión con padres y profesores; fiestas con los padres presentes; crucifijos fue- ra porque el Estado se convirtió en aconfesional; organización de junta de directores de varios colegios para poner en común prácticas y métodos; integración de los niños de educación especial en las clases de música, plás- tica y gimnasia; puertas de la escuela abiertas los fines de semana… Seis leyes de educación han pasa- do desde 1970. La última ha sido la LOE, en 2006. La más rompedora fue la LOGSE, de 1990, porque cam- bió el sistema de enseñanza. María del Carmen cree que fue un error, porque los niños pasan al instituto antes: “La ESO se centra mucho en los conocimientos, y la primaria, y nuestro colegio en particular, está más pendiente de los niños, de su educación, de estar cerca de ellos y de los padres. Los profesores están más implicados”. Paulatinamente, y con el paso de los años, este colegio ha aumentado el número de maestros, pero lo más importante es la forma de enseñar a los niños. El Lepanto es un colegio bilingüe desde 2004, año en que la Comunidad de Madrid creó esta categoría y se pudieron agregar todos los centros que quisieron. “Nos pareció fundamental porque siem- pre hemos sido conscientes de que el sistema falla en la enseñanza de idiomas”, apunta la directora. Y entonces llegó la reorganiza- ción, todo un terremoto. Cada pro- fesor dejaría de estar todo el tiempo con una misma clase y tendría más cursos. La Comunidad de Madrid no impuso normas, solo un requisi- to: matemáticas y lengua, en caste- llano. Ahora, una tercera parte de la formación es en inglés. Daniel, pro- fesor de este idioma, explica la evo- lución: “Antes era sota, caballo y rey, y te lo explicaban todo en español. Ahora hablamos en inglés. Los niños, aunque cometan errores, pierden la vergüenza, algo que a los de mi gene- ración les obsesionaba. Hablan con errores, sí, pero con fluidez. No nos preocupa tanto el vocabulario como que adquieran un hábito de leer en otro idioma, entender el proceso y luego plasmarlo por escrito”. La ma- SANTI BURGOS dre de una de las alumnas es croa- ta y alucina cuando su hija se mete en las conversaciones en inglés que ella mantiene con parejas de amigos extranjeros. Otro cambio fundamental: ahora existe más participación en el aula y menos exposiciones para que el alumno descubra los conocimien- tos por sí mismo y por su investiga- ción. La tecnología ayuda: pizarras y libros interactivos, dos ordenadores por aula, dos salas de informática, aulas de música y medios audiovi- suales, gimnasio, dos pistas depor- tivas y una cocina. Y los niños con necesidades especiales ya no están apartados. Estudian en el aula con su grupo y en asignaturas como len- gua y matemáticas se van con una profesora de pedagogía terapéutica. También hay una experta en audi- ción y lenguaje. De todas formas, también se aprende fuera del aula: charlas con policías sobre seguridad vial, debates sobre Internet, salidas al zoo, a mu- seos, al teatro, rutas ecológicas, Se- mana de la Ecología… Se hace tanto hincapié en el medio ambiente que son los propios niños los que avisan cuando ven que un grifo está gotean- do. Los padres también vienen a dar charlas sobre sus áreas de trabajo. El año pasado acudió una madre biólo- ga a instruir sobre los tipos de plan- tas del patio, o un padre científico que se colocó la bata blanca e hizo experimentos alucinantes. Aparte del aprendizaje está la diversión de las fiestas del Día de la Paz, Navidad, Carnaval y fin de curso. Otro tipo de aprendizaje. Y todos los días, el recreo, aunque en vez de un sonido del demonio suena una sinfonía de Beethoven. La tecnología ayuda: libros y encerados interactivos, dos ordenadores por aula, dos salas de informática, clases de música y medios audiovisuales Del idioma, los valores y otros cambios VISITA AL COLEGIO PÚBLICO LEPANTO DE MADRID PARA COMPROBAR LA EVOLUCIÓN QUE HA VIVIDO ESPAÑA EN MÉTODOS, ORGANIZACIÓN Y CONTENIDOS QUE NO APARECEN EN LOS LIBROS Clase de inglés utilizando una pizarra interactiva en un aula del colegio público Lepanto, en Madrid. UN CENTRO 16 EL PAÍS • EXTRA EDUCACIÓN Lunes 22 de noviembre de 2010

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CRISTÓBAL RAMÍREZ

Son las doce de la mañana y los niños salen en desban-dada al patio. Suena música clásica. El tradicional timbre

o la posterior sirena que millones de españoles han escuchado durante dé-cadas a la hora del recreo no existe en el colegio público Lepanto, en Ma-drid. “Me parecía horroroso”, expli-ca María del Carmen Caballero, di-rectora de la escuela desde hace 25 años. “Me recordaba a una empre-sa en la que los obreros tienen que fichar. Por eso la cambiamos. Esto no es una fábrica”. La mujer de pelo castaño, sonrisa frecuente y carácter apasionado que habla sin parar lle-va la batuta en este centro de educa-ción primaria con 470 alumnos que se abrió en 1970. “Este es un colegio público elitista”, reconocerá más tar-de una profesora. Cierto: tiene fama por su calidad educativa y todos los años hay muchas solicitudes para entrar en él.

Bloques de ladrillo que necesita-rían alguna reforma. Grafitis en un callejón. Inmigrantes, ancianos y jó-venes paseando a sus perros. Casas unifamiliares de más nivel. Este es el barrio de Ciudad de los Poetas o Colonia Saconia, donde se ubica el centro. Relativamente cerca, a un lado, el parque de la Dehesa de la Villa y la urbanización de Puerta de Hierro. Al otro, los nuevos comple-jos residenciales en torno a la ave-nida de la Ilustración. Lo viejo y lo nuevo. Lo tradicional y lo moderno. Distrito Moncloa-Aravaca. La pági-na web del Lepanto apunta sus señas de identidad: “Por encima de todo, la tolerancia, el respeto al otro, el diálogo, la comunicación fluida y el

intercambio de ideas que permitan que la vida del centro se desarrolle en un clima agradable y relajado”. María del Carmen quiere recalcar-lo: “Damos mucha importancia a la educación en valores. Que los niños sepan resolver los conflictos sin pu-ñetazos. Si hay que parar una clase para llegar a un acuerdo, se para”.

Ni punto de comparación con la educación en España hace 40 años, cuando el centro se creó. El país vi-vía los estertores del franquismo y los jóvenes empezaron a tomar concien-cia social. Sin embargo, las escuelas seguían siendo esos sitios grises con un crucifijo enfrente y un profesor autoritario que no daba pie a que los niños reflexionaran por sí mismos y tampoco tenía problemas para dar un cachete o utilizar la regla. “La letra con sangre entra”. Pero los años pa-saron, murió el dictador y se aprobó la Constitución.

LAS INNOVACIONES María del Carmen entró en el Le-panto en 1985 mientras el país es-taba en efervescencia. Ella misma lo reconoce: “Este colegio tenía mala fama, pero nos pusimos manos a la obra. Por primera vez se instauró un equipo directivo, porque antes solo existía la figura del director”. Y empe-zaron con las innovaciones: reunión con padres y profesores; fiestas con los padres presentes; crucifijos fue-ra porque el Estado se convirtió en aconfesional; organización de junta de directores de varios colegios para poner en común prácticas y métodos; integración de los niños de educación especial en las clases de música, plás-tica y gimnasia; puertas de la escuela abiertas los fines de semana…

Seis leyes de educación han pasa-

do desde 1970. La última ha sido la LOE, en 2006. La más rompedora fue la LOGSE, de 1990, porque cam-bió el sistema de enseñanza. María del Carmen cree que fue un error, porque los niños pasan al instituto antes: “La ESO se centra mucho en los conocimientos, y la primaria, y nuestro colegio en particular, está más pendiente de los niños, de su educación, de estar cerca de ellos y de los padres. Los profesores están más implicados”. Paulatinamente, y con el paso de los años, este colegio ha aumentado el número de maestros, pero lo más importante es la forma de enseñar a los niños. El Lepanto es un colegio bilingüe desde 2004, año en que la Comunidad de Madrid creó esta categoría y se pudieron agregar todos los centros que quisieron. “Nos pareció fundamental porque siem-pre hemos sido conscientes de que el sistema falla en la enseñanza de idiomas”, apunta la directora.

Y entonces llegó la reorganiza-ción, todo un terremoto. Cada pro-fesor dejaría de estar todo el tiempo con una misma clase y tendría más cursos. La Comunidad de Madrid no impuso normas, solo un requisi-to: matemáticas y lengua, en caste-llano. Ahora, una tercera parte de la formación es en inglés. Daniel, pro-fesor de este idioma, explica la evo-lución: “Antes era sota, caballo y rey, y te lo explicaban todo en español. Ahora hablamos en inglés. Los niños, aunque cometan errores, pierden la vergüenza, algo que a los de mi gene-ración les obsesionaba. Hablan con errores, sí, pero con fluidez. No nos preocupa tanto el vocabulario como que adquieran un hábito de leer en otro idioma, entender el proceso y luego plasmarlo por escrito”. La ma-

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dre de una de las alumnas es croa-ta y alucina cuando su hija se mete en las conversaciones en inglés que ella mantiene con parejas de amigos extranjeros.

Otro cambio fundamental: ahora existe más participación en el aula y menos exposiciones para que el alumno descubra los conocimien-tos por sí mismo y por su investiga-ción. La tecnología ayuda: pizarras y libros interactivos, dos ordenadores por aula, dos salas de informática, aulas de música y medios audiovi-suales, gimnasio, dos pistas depor-tivas y una cocina. Y los niños con necesidades especiales ya no están apartados. Estudian en el aula con su grupo y en asignaturas como len-gua y matemáticas se van con una profesora de pedagogía terapéutica. También hay una experta en audi-ción y lenguaje.

De todas formas, también se aprende fuera del aula: charlas con policías sobre seguridad vial, debates sobre Internet, salidas al zoo, a mu-seos, al teatro, rutas ecológicas, Se-mana de la Ecología… Se hace tanto hincapié en el medio ambiente que son los propios niños los que avisan cuando ven que un grifo está gotean-do. Los padres también vienen a dar charlas sobre sus áreas de trabajo. El año pasado acudió una madre biólo-ga a instruir sobre los tipos de plan-tas del patio, o un padre científico que se colocó la bata blanca e hizo experimentos alucinantes. Aparte del aprendizaje está la diversión de las fiestas del Día de la Paz, Navidad, Carnaval y fin de curso. Otro tipo de aprendizaje. Y todos los días, el recreo, aunque en vez de un sonido del demonio suena una sinfonía de Beethoven.

La tecnología ayuda: libros y encerados interactivos, dos ordenadores por aula, dos salas de informática, clases de música y medios audiovisuales

Del idioma, los valores y otros cambiosVISITA AL COLEGIO PÚBLICO LEPANTO DE MADRID PARA COMPROBAR LA EVOLUCIÓN

QUE HA VIVIDO ESPAÑA EN MÉTODOS, ORGANIZACIÓN Y CONTENIDOS QUE NO APARECEN EN LOS LIBROS

Clase de inglés utilizando una pizarra interactiva en un aula del colegio público Lepanto, en Madrid.

UN CENTRO16 EL PAÍS • EXTRA EDUCACIÓN Lunes 22 de noviembre de 2010