textos de descartes

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textos selectos de Descartes

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R. DESCARTES

TEXTO 1El buen sentido es la cosa mejor repartida del mundo, pues cada uno piensa estar tan bien provisto de l que aun los ms difciles de contentar en cualquier otra cosa, no suelen desear ms del que tienen. Al respecto no es verosmil que todos se equivoquen, sino que ms bien esto testimonia que la capacidad de juzgar bien y de distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que se llama el buen sentido o la razn, es naturalmente igual en todos los hombres; y as la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean ms razonables que los otros, sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por distintas vas y no consideramos las mismas cosas. Pues no se trata de tener el ingenio bueno, sino que lo principal es aplicarlo bien. Las almas ms grandes son capaces de los mayores vicios, tanto como de las mayores virtudes; y los que andan muy despacio pueden avanzar mucho ms, si siguen el camino recto, que los que corren pero se alejan de l.TEXTO 2Haba estudiado un poco, siendo ms joven, entre las partes de la filosofa, la lgica, y entre las de las matemticas, el anlisis de los gemetras y el lgebra, tres artes o ciencias que, al parecer, deban contribuir algo a mi propsito. Pero al examinarlas, advert, en lo que concierne a la lgica, que sus silogismos y la mayor parte de las dems instrucciones, sirven ms para explicar a otro las cosas que se saben o incluso, como el arte de Lulio, para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran, que para aprenderlas. Y aunque contiene, en efecto, muchos preceptos muy verdaderos y muy buenos, hay, sin embargo, mezclados con ellos, tantos otros que son o nocivos o superfinos, que es casi tan difcil separarlos como sacar una Diana o una Minerva de un bloque de mrmol que no est todava desbastado. Luego, en lo que concierne al anlisis de los antiguos y al lgebra de los modernos1, adems de que no se refieren sino a materias muy abstractas, y que no parecen ser de ningn uso, el primero est siempre tan obligado a la consideracin de las figuras, que no puede ejercitar el entendimiento sin fatigar mucho a la imaginacin, y, en la ltima, se ha estado tan sujeto a ciertas reglas y cifras, que se ha hecho un arte confuso y oscuro, que estorba al ingenio, en lugar de una ciencia que lo cultive. Lo cual fue la causa de que pensase que haba que buscar algn otro mtodo, que, comprendiendo las ventajas de esos tres, quedase exento de sus defectos. Y como la multitud de leyes suministra a menudo excusas a los vicios, de suerte que un Estado est mucho mejor regido cuando, no teniendo sino muy pocas, son muy estrechamente observadas, as, en lugar de ese gran nmero de preceptos de los que la lgica se compone, cre que tendra bastante con los cuatro siguientes, con tal que tomase una firme y constante resolucin de no faltar ni una sola vez a su observacin.1. El primero era no admitir jams cosa alguna como verdadera en tanto no la conociese con evidencia que lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitacin y la prevencin, y no comprender nada ms en mis juicios que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espritu, que no tuviese ninguna ocasin de ponerlo en duda..2. El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas pequeas partes como se pudiese y fuese necesario para mejor resolverlas.3. El tercero, conducir con orden mis pensamientos, comenzando por los objetos ms simples y ms fciles de conocer, para ascender poco a poco, como por peldaos, hasta el conocimiento de los ms compuestos; e incluso suponiendo orden entre los que no se preceden naturalmente los unos a los otros.4. Y el ltimo, hacer en todos recuentos tan completos y revisiones tan generales, que estuviese seguro de no omitir nada.

TEXTO 3Haca mucho tiempo que haba advertido que, respecto de las costumbres, es necesario algunas veces seguir opiniones que se saben muy inciertas, como si fueran indudables, tal como ha sido dicho en la parte anterior; pero, como por entonces quera dedicarme solamente a la bsqueda de la verdad, pens que era preciso que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello en que pudiese imaginar la menor duda, a fin de ver si no quedara, despus de esto, algo en mi creencia que fuese enteramente indudable. As, puesto que nuestros sentidos nos engaan algunas veces, quise suponer que no haba cosa alguna tal como nos la hacen imaginar. Y puesto que hay hombres que se equivocan al razonar, incluso en lo tocante a los ms simples asuntos de geometra, e incurren en paralogismos, juzgando que yo estaba sujeto a equivocarme, tanto como cualquier otro, rechac como falsas todas las razones que haba admitido con anterioridad como demostrativas. Y en fin, considerando que todos los pensamientos que tenemos estando despiertos se nos pueden tambin aparecer cuando dormimos, sin que haya ninguno entonces que sea verdadero, resolv fingir que todas las cosas que en cualquier momento haban entrado en mi espritu no eran ms verdaderas que las ilusiones de mis sueos. Pero, inmediatamente despus, advert que, mientras quera de ese modo pensar que todo era falso, era preciso necesariamente que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y dndome cuenta de que esta verdad: yo pienso, luego soy, era tan firme y tan segura que las ms extravagantes suposiciones de los escpticos no eran capaces de hacerla tambalear, juzgu que poda admitirla, sin escrpulo, como el primer principio de la filosofa que buscaba.TEXTO 4Despus, examinando con atencin lo que yo era, y viendo que poda fingir que no tena cuerpo alguno, y que no haba mundo ni lugar alguno en el que yo estuviese; pero que no poda fingir, por ello, que no era; y que al contrario, por lo mismo que pensaba en dudar de la verdad de las otras cosas, se segua muy evidente y muy ciertamente que yo era; mientras que, con slo que hubiese dejado de pensar, aunque todo el resto de lo que haba en algn momento imaginado hubiese sido verdad, no tena razn alguna para creer que yo era: conoc, por ello, que yo era una substanciad cuya esencia toda o naturaleza no es sino pensar, y que, para ser, no tiene necesidad de lugar alguno, ni depende de cosa material alguna. De suerte que este yo, es decir el alma por la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo y hasta ms fcil de conocer que ste, y aunque el cuerpo no fuera, el alma no dejara de ser todo lo que es.Despus de esto, consider en general lo que se requiere en una proposicin para que sea verdadera y cierta; porque, puesto que acababa de encontrar una que saba que era tal, pens que deba tambin saber en qu consiste esa certeza. Y habiendo notado que en: yo pienso, luego soy, no hay nada que me asegure que digo la verdad, sino que veo muy claramente que para pensar es necesario ser: juzgu que poda admitir como regla general que las cosas que concebimos muy clara y muy distintamente son todas verdaderas; no obstante slo hay alguna dificultad en advertir satisfactoriamente cules son las que concebimos distintamente.(textos tomados de Discurso del Mtodo)

TEXTO 5Hace ya algn tiempo que me di cuenta de que, desde mi infancia, haba tenido por verdaderas numerosas opiniones falsas, y que lo construido posteriormente sobre principios tan poco firmes no poda dejar de ser altamente dudoso e incierto; de modo que deba emprender seriamente por una vez en mi vida la tarea de deshacerme de todas las opiniones que haba tomado hasta entonces por verdaderas, y comenzar completamente de nuevo, desde los cimientos, si quera establecer algo firme y constante en las ciencias.

Todo lo que hasta el presente he tenido como lo ms verdadero y seguro lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos: ahora bien, a veces he experimentado que esos sentidos eran engaosos, y es prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han engaado una vez. tengo aqu que considerar que soy hombre y, en consecuencia, que tengo costumbre de dormir y de representarme en mis sueos las mismas cosas, o algunas menos verosmiles, que esos insensatos cuando estn despiertos. Cuntas veces he soado, durante la noche, que estaba en este lugar, que estaba vestido, que estaba cerca del fuego, aunque estuviese completamente desnudo en mi cama? Me parece ahora que no miro este papel con ojos somnolientos; que esta cabeza que muevo no est adormilada; que extiendo esta mano intencionadamente y con un propsito deliberado, y que la siento: lo que ocurre en un sueo, sin embargo, no parece ser tan claro ni tan distinto como todo esto. Pero, pensndolo cuidadosamente, recuerdo haber sido a menudo engaado, mientras dorma, por semejantes ilusiones. Y detenindome en este pensamiento, veo tan manifiestamente que no hay indicios concluyentes, ni seales suficientemente seguras por las que se pueda distinguir claramente la vigilia del sueo, que me quedo totalmente asombrado; y mi asombro es tal, que es casi capaz de persuadirme de que duermo. Supondr que hay, pues, no un verdadero Dios, que es la soberana fuente de verdad, sino un cierto genio malvado, no menos astuto y engaador que poderoso, que ha empleado toda su industria en engaarme. Pensar que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las figuras, los sonidos y todas las cosas exteriores que vemos no son ms que ilusiones y engaos, de los que se sirve para sorprender mi credulidad. Me considerar a m mismo como carente de manos, de ojos, de carne, de sangre, como carente de sentidos, pero creyendo falsamente tener todas estas cosas. Permanecer obstinadamente ligado a este pensamiento; y si, de este modo, no est en mi poder alcanzar el conocimiento de verdad alguna, al menos estar en mi poder suspender el juicio. Por ello, evitar cuidadosamente admitir en mi creencia ninguna falsedad, y preparar tan bien a mi mente para todas las astucias de ese gran engaador que, por poderoso y astuto que sea, jams podr imponerme nada.

TEXTO 6 me esforzar y seguir, sin desviarme, el mismo camino por el que haba transitado ayer, alejndome de todo aquello en lo que pudiera imaginar la menor duda, al igual que hara si supiese que es absolutamente falso; y continuar siempre por este camino hasta que encuentre algo cierto o, por lo menos, si no puedo hacer otra cosa, hasta que haya comprendido con certeza que no hay nada cierto en el mundo. Arqumedes, para mover el globo terrestre de su lugar y llevarlo a otro, slo peda un punto de apoyo firme y seguro. Del mismo modo podra yo concebir grandes esperanzas si fuera lo bastante afortunado como para encontrar una sola cosa que fuera cierta e indudable.Supongo, pues, que todas las cosas que veo son falsas; y me persuado de que jams ha existido nada de todo aquello que mi memoria, llena de mentiras, me representa; pienso que no tengo sentidos; creo que el cuerpo, la figura, la extensin, el movimiento y el lugar no son ms que ficciones de mi mente. Qu es, pues, lo que podr estimarse verdadero? Quiz ninguna otra cosa excepto que no hay nada cierto en el mundo.

TEXTO 7No hay algn Dios o cualquier otro poder que me ponga en la mente estos pensamientos? Eso no es necesario, ya que quizs sea yo capaz de producirlos por mi mismo. Yo, al menos, no soy algo? Pero ya he negado que tuviese sentidos o cuerpo alguno. Dudo, sin embargo, pues qu se sigue de ello? Dependo hasta tal punto de mi cuerpo y de mis sentidos que no pueda ser sin ellos? Pero me he persuadido de que no haba absolutamente nada en el mundo: ni cielo, ni tierra, ni espritus, ni cuerpos; no me he persuadido, pues, de que yo no exista? No, ciertamente, probablemente exista, si me he persuadido, o solamente si he pensado algo. Pero hay un no se quin engaador, muy poderoso y muy astuto, que emplea toda su industria en que me engae siempre. No hay pues duda alguna de que existo, si me engaa; y que me engae tanto como quiera, que nunca podra hacer que yo no fuera nada mientras yo pensara ser algo. De modo que, tras haberlo pensado bien y haber examinado cuidadosamente todas las cosas, hay que concluir finalmente y tener por constante que esta proposicin: "Soy, existo" es necesariamente verdadera todas las veces que la pronuncio o que la concibo en mi mente.

TEXTO 8Pero yo qu soy, ahora que supongo que hay alguien que es extremadamente poderoso y, si me atrevo a decirlo, maligno y astuto, que emplea todas sus fuerzas y toda su industria en engaarme? Puedo estar seguro de tener la menor de todas esas cosas que acabo de atribuir a la naturaleza corporal? Me paro a pensar en ello con atencin, recorro y repaso todas esas cosas en mi mente y no encuentro ninguna de la que pueda decir que est en m. No es necesario que me detenga a enumerarlas. Pasemos, pues, a los atributos del alma, y veamos si hay algunos que estn en m. Los primeros son alimentarse y caminar; pero si es cierto que no tengo cuerpo tambin lo es que no puedo caminar ni alimentarme. Otro es sentir, pero tampoco se puede sentir sin el cuerpo, adems de que, anteriormente, he credo sentir varias veces cosas durante el sueo que, al despertarme, he reconocido no haber sentido en absoluto realmente. Otro es pensar; y encuentro aqu que el pensamiento es un atributo que me pertenece: es el nico que no puede ser separado de m. "Soy, existo": esto es cierto; pero durante cuanto tiempo? A saber: tanto tiempo mientras piense; ya que, quizs, podra ocurrir que si cesara de pensar cesara al mismo tiempo de ser o de existir. No admito ahora, pues, nada que no sea necesariamente verdadero: yo no soy, pues, hablando con precisin, ms que una cosa que piensa, es decir, una mente, un entendimiento o una razn, que son trminos cuyo significado anteriormente me era desconocido. Ahora bien, yo soy una cosa verdadera y verdaderamente existente; pero qu cosa? Ya lo he dicho: una cosa que piensa.Y qu ms? Volver a azuzar mi imaginacin para investigar si no soy algo ms. No soy, en absoluto, este ensamblaje de miembros que llamamos cuerpo humano; tampoco soy un aire separado y penetrante extendido por todos esos miembros; tampoco soy un viento, un aliento, un vapor, ni nada de todo lo que puedo fingir e imaginar, ya que he supuesto que todos eso no era nada y, sin modificar esta suposicin, considero que no deja de ser cierto que soy algo. Pero puede ocurrir que todas esas cosas que supongo que no son nada, porque me son desconocidas, no sean en efecto distintas de mi, que conozco? No lo se; ahora no discuto este tema; slo puedo juzgar las cosas que me son conocidas: he reconocido que era e investigo lo que soy, yo, que he reconocido que existo. Ahora bien, es muy cierto que esta nocin y conocimiento de m mismo, considerada precisamente as, no depende en absoluto de las cosas cuya existencia todava no me es conocida; ni, en consecuencia, con mayor motivo, de las que son fingidas e inventadas por la imaginacin.(textos tomados de Meditaciones Metafsicas)