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PREHISTORIA DE MOTRIL

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INTRODUCCIÓN

Pretendemos en las páginas que siguen, dar una visión de lo conocido hasta ahora sobre la prehistoria de Motril. El marco temporal de este trabajo abarcará pues desde las primeras culturas paleolíticas hasta el momento en el que de las gentes de la Edad del Bronce entran en contacto con los colonizadores fenicios (básicamente siglos IX-VIII antes de Cristo).

Para dar una idea más clara del contexto en el que los hombres y mujeres de la prehistoria desarrollaron su actividad cotidiana en el entorno de Motril hemos necesitado ampliar el territorio de nuestras disquisiciones a un ámbito geográfico más extenso que el del término municipal. Así pues, el territorio base de nuestro trabajo será toda la costa granadina para el Neolítico, Calcolítico y Edad del Bronce. Para el Paleolítico, dada la enorme extensión temporal que abarca, hemos ampliado aun más el ámbito geográfico de nuestro trabajo por el oeste hasta Nerja, por el noroeste hasta el Boquete de Zafarraya (Alcaucín, Málaga) y por el norte hasta Cozvíjar (Villamena, Granada).

Teniendo en cuenta el carácter divulgativo de este trabajo, hemos decidido mantener la terminología clásica empleada por los prehistoriadores tanto para lo que se refiere a la periodización como a la nomenclatura de los restos materiales por ser la más utilizada (aunque en muchos aspectos está cambiando).

Utilizaremos la nomenclatura de “antes de Cristo” (a.C.) porque entendemos que es a la que la mayoría de los lectores están acostumbrados1. No obstante, para que la lectura sea más fluida y evitar repeticiones aburridas remitimos al lector al cuadro resumen cronocultural que incluimos tras esta introducción cuando requiera situar cronológicamente lo que en el texto se expone.

Por último, queremos volver dejar claro que es este un trabajo de divulgación y como tal quien lo escribe sólo trata de recopilar, describir y explicar lo que se conoce hasta ahora sobre la prehistoria de esta zona concreta del sur de la península Ibérica. No es nuestra labor la de interpretar porque sólo enturbiaríamos más el complicado panorama que se nos ofrece. Téngase en cuenta esto a la hora de leerlo. Es nuestra ilusión, por paradójico que parezca, que en un futuro cercano, nuevos hallazgos nos permitan reescribir este texto. Hacemos desde aquí un llamamiento a los ciudadanos y a los responsables de las administraciones para que cada unos en el ámbito que les incumbe valoren la importancia de conocer nuestro pasado en su integridad y arrimen el hombro para que los nuevos descubrimientos (y los no tan nuevos) salgan a la luz.

Cuadro 1

PALEOLÍTICO

Los hallazgos realizados en los últimos años parecen confirmar la presencia humana en la provincia de Granada desde hace más de un millón de años. Aunque los paleoantropólogos mantiene en una prudente sala de espera los restos craneales hallados en Orce a principios de los ochenta con el objeto de verificar su carácter

1 Muchos prehistoriadores prefieren utilizar actualmente la nomenclatura “antes del presente (before present)” (B.P.). Para transformar las fechas a.C. en B.P. basta sumar a las primeras, 1950 años.

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humano (parece que la mayoría lo descartan), yacimientos del entorno como Fuente Nueva 3 y Barranco León están proporcionando industrias humanas de más de un millón de años2. También en la depresión de Guadix-Baza hay restos de actividad humana de entre 900000 y 700000 años (Cullar Baza I).

Podríamos seguir enumerando otros muchos yacimientos granadinos que abarcarían cronológicamente casi en su totalidad todo el paleolítico a partir de las fechas más antiguas mencionadas más arriba. Sin embargo, hasta el momento en la costa granadina no hay indicios de ocupación paleolítica aunque para el epipaleolítico la cosa no está tan clara como explicaremos más adelante.

Las únicas referencias al Paleolítico en esta zona las hace Pellicer3. Este autor considera muy probable la existencia de industrias de cantos tallados en ramblas como las de Molvízar o Escalate aunque no explica las razones de ese optimismo. Este mismo autor menciona las posibles hachas paleolíticas halladas por el antiguo párroco de Salobreña F. Lombardo en las cercanías de la localidad y de las que éste da cuenta en una publicación local4.

A pesar de un panorama tan oscuro, no hemos permitido que la ausencia de restos de este período sea una barrera infranqueable para tratar de explicar la vida prehistórica en nuestra comarca por lo que hemos prescindido de los límites administrativos locales y provinciales para asomarnos al entorno regional próximo buscando aquellos sitios arqueológicos que por las cercanías y características geográficas nos pueden dar una visión, aunque sea por analogía, de lo que pudo ocurrir en los alrededores de Motril entre el 40000 y el 5000 a.C. (finales del Paleolítico Medio, Paleolítico Superior y Epipaleolítico).

Hemos querido que nuestra historia empiece hace 40000 años porque es aproximadamente en ese momento cuando en la cercana localidad malagueña de Alcaucín, a unos 50 km de Motril, en un entorno serrano similar al que podemos encontrar en nuestra comarca, sobrevivían los últimos neandertales (Homo neanderthalensis). Los restos de al menos 9 individuos han aparecido en la Cueva del Boquete de Zafarraya.

Según Hublin5 la cronología inicial de estos restos neandertales indicaba su supervivencia en la zona hasta fechas próximas al 28000 a.C. Esto hizo que se tambaleara el esquema de su rápido desplazamiento por los hombres modernos (Homo sapiens) ya que estas fechas indicaban la coexistencia de más de 5000 años entre ambos tipos humanos habiéndose convertido el sur de la península Ibérica en una especie de fondo de saco donde sobrevivieron los últimos neandertales (hecho este que ya se había anticipado con los hallazgos neandertales de Gibraltar confirmados y ampliados en la actualidad).

Sin embargo el equipo coordinado por Barroso ha publicado recientemente6 nuevos datos basados en una aplicación más exhaustiva de los métodos de datación que adjudican a la mayoría de los restos humanos hallados en el lugar una antigüedad de 45000-50000 años aunque el complejo estratigráfico que contiene las industrias musterienses (Paleolítico Medio) y algunos restos humanos tiene una cronología más

2 Navarrete Enciso , M. S. Granada Arqueológica. La Prehistoria. 20033 Pellicer Catalán, M. Aproximación a la prehistoria de Salobreña. 19924 Lombardo, F. La prehistoria de Salobreña. En: Ecos de Salobreña, 3. 19885 Hublin, J. J. et alii. The Mousterian site of Zafarraya (Andalucía, Spain): dating and implications on the paleolithic peopling process of Western Europe. En: C. R. Acad. Sc. Paris, 321. 1995.6 Barroso Ruiz, C. et alii. El Pleistoceno Superior de la Cueva del Boquete de Zafarraya. 2003

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amplia que abarca de los 25000 a los 50000 años lo que pone en cuestión (todavía pendiente de resolver) la cronología tan moderna propuesta para la desaparición de los últimos neandertales.

Cuestiones cronológicas aparte, parece más o menos claro que el lugar fue un abrigo temporal usado probablemente durante el verano por los cazadores neandertales para abatir sobre todo cabras monteses (Capra pyrenaica) y también, en mucha menor medida uros (Bos primigineus) y ciervos (Cervus elaphus) entre otros animales. Además, la presencia de huesos humanos que indicaban manipulación antrópica y que por tanto sugerían prácticas rituales o de canibalismo ha hecho de este yacimiento un lugar especial en el estudio del comportamiento de los neandertales.

El paisaje en el que se desenvolvieron estos hombres era similar al que habría en esa época en nuestra comarca y que se mantuvo esencialmente durante el Paleolítico Superior con algunas variaciones debidas a las diferentes pulsaciones glaciares. Sería un paisaje mosaico con una vegetación xerofítica salpicada de pinos y enebros en las zonas más rocosas de montañas y con táxones mesófilos y termófilos de tipo mediterráneo (encinas, alcornoques...) en las zonas más abrigadas y cercanas a al costa así como bosques caducifolios en los valles fluviales. Estaríamos por tanto, en una situación de clima frío y seco en el que, no obstante, se conserva aun cierto carácter mediterráneo constituyéndose para muchas especies en áreas refugio durante los momentos glaciares más fríos.

La fauna de macroinvertebrados con la que convivieron estos hombres estaría compuesta, en lo que a herbívoros se refiere, por las especies cazadas antes mencionadas además de conejos (Oryctolagus sp.), rebecos (Capreolus capreolus) y jabalíes (Sus scrofa). Los carnívoros más importantes serían los cuones (Cuon alpinus, fig.1)7 y panteras (Panthera pardus). Además eran frecuentes los linces (Lynx pardina), hienas (Crocuta crocuta), osos (Ursus arctos) y gatos monteses (Felis silvestris). Una fauna que se corresponde con las características climáticas comentadas. Especialmente relevante resulta la particular abundancia de cuones y panteras que debido a su rareza en los yacimientos pleistocénicos europeos parece indicar ciertas condiciones climáticas y paisajísticas particulares en la zona.

Tras la desaparición de los neandertales, ya durante el Paleolítico Superior, la cueva siguió ocupándose temporalmente. En ella se han encontrado útiles protoauriñacienses (indicadores de la primera presencia de humanos anatómicamnete modernos en la zona), auriñacieses, gravetienses y solutrenses lo cual nos brinda una secuencia de ocupación prácticamente continua aunque intercalada por momentos donde eran los carnívoros y otros animales sus inquilinos.

Aunque la presencia de Homo sapiens sapiens está atestiguada en la Cueva del Boquete de Zafarraya vamos a dar un salto para acercarnos a poco más de 30 km de Motril, a Nerja, donde su conocidísima cueva nos va a proporcionar una muy valiosa información por su cercanía y características.

En la Cueva de Nerja se han estudiado las primeras industrias correspondientes a asentamientos estables de hombres y mujeres durante el Gravetiense. Si bien hay evidencias de presencia humana moderna anterior a este período en otros puntos cercanos como el citado Boquete de Zafarraya o el Bajondillo (Torremolinos, Málaga) que

7 El cuon (Cuon alpinus) es un cánido que vive actualmente en Asia oriental pero que durante el Pleistoceno se extendía por Europa y Norteamérica.

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elevarían la cronología de la llegada del hombre moderno a más de 30000 a.C.8, estos sitios parecen indicar la presencia de pioneros que no muestran estabilidad en la ocupación.

Es en este período pregravetiense donde se discute la coexistencia de neandertales y humanos modernos en esta zona del sur de la península Ibérica. El registro arqueológico detecta influencia de los segundos sobre los primeros pues los neandertales siguen manteniendo sus tradiciones tecnoculturales; se plantea entonces la hipótesis de una paulatina reducción de los territorios de subsistencia neandertales ante la presión de los hombres del Paleolítico Superior Inicial o según se plantea actualmente, lo reducido de sus poblaciones y su aislamiento les llevó a un callejón sin salida genético que acabó por extinguirles. Parece, por tanto, claro que a lo largo del Gravetiense se produce la sustitución humana en la costa mediterránea andaluza.

La Cueva de Nerja, que actualmente se encuentra a 1 km de la actual línea de costa, ofrece una de las series más extensa, profunda y contextualizada de todo el Paleolítico peninsular9.

Durante el Pleistoceno Superior, la costa forma parte de unos circuitos económicos de amplio espectro territorial con movimientos estacionales entre la misma y las zonas montañosas próximas. En el caso de la costa, lo que en principio era un uso marginal de sus recursos va transformándose, especialmente a partir del Magdaleniense, en una fuente complementaria de recursos cada vez más importante que es plasmado en el arte mobiliar (es entonces cuando los motivos marinos como focas o peces aparecen con más frecuencia). No obstante, a pesar del incremento del uso económico del litoral, en la Cueva de Nerja se evidencia el aprovechamiento de la cabra montés como recurso principal complementada por el conejo, el ciervo y, en menor medida, por el jabalí.

La última estación paleolítica que vamos a comentar es la llamada Cueva de los Ojos en Cozvíjar (cerca de Dúrcal y a unos 25 km de Motril). Está situada en el corredor que comunica la Vega de Granada con la Costa siguiendo la ruta de los ríos Guadalfeo, Ízbor y Dúrcal, en el borde de la altiplanicie granadina.

Esta cueva ha proporcionado niveles de ocupación del Solutrense muy importantes dada su escasez en la provincia. En ella se hallaron restos humanos pertenecientes a un adulto y a un niño de entre 3 y 5 años10. El análisis de los depósitos sedimentarios de la cueva ha permitido saber que su ocupación tuvo lugar en un período húmedo y cálido con una gran extensión del bosque caducifolio y del encinar donde vivía una fauna abundante y variada. Se cree que se trataba de un hábitat estacional relacionado con la caza aunque se desconoce si había algún tipo de especialización en la misma. Su excavación arrojó a la luz diferentes útiles líticos en sílex como puntas de armas arrojadizas, buriles, raspadores y hojas retocadas; también se hallaron útiles óseos como punzones y retocadores y algunos fragmentos de ocre utilizados para los enterramientos (los cadáveres mencionados, espolvoreados de ocre, descansan sobre un lecho de este mineral) y para manifestaciones artísticas. Especialmente interesante fue el hallazgo de objetos de adornos de concha marina que indican su relación con la costa.

Cuadro 2

8 Paleolítico Superior Indeterminado, Protoauriñaciense o Ariñaciense según los autores9 Cortés Sánchez, M. y Sanchidrián Torti, J. L. Dinámica cultural del Pleistoceno Superior en la costa de Málaga. En: Cuaternario y Geomorfología, 13 (1-2). 199910 Navarrete Enciso , M. S. op. cit. nota 1

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EPIPALEOLÍTICO

De esta etapa de la prehistoria, que es la que sigue al Paleolítico y que cronológicamente se sitúa entre el 8000 y el 5000 a.C., tampoco tenemos evidencias directas en Motril ni en toda la costa de Granada donde grupos humano epipaleolíticos seguramente estaban presentes.

No obstante, en la base de los cortes estratigráficos que se realizaron en la Cueva del Capitán de Lobres (Salobreña) que arrojaron niveles de ocupación neolíticos, apareció un nivel que Pellicer11 (el primer arqueólogo que en 1963 llevó a cabo uno de los dos sondeos que se hicieron en esta cueva) cree que podría corresponder al Epipaleolítico de tipo microlaminar por la presencia de huesos quemados y restos de ictiofauna y malacofauna, la ausencia de cerámica y la naturaleza del relleno (arcillas sueltas) que parece indicar la continuidad del sustrato de ocupación. Sin embargo, Navarrete, que en 1970 realizó un segundo corte contiguo al anterior, no hace ninguna referencia a un posible nivel de base Epipaleolítico.

Los grupos epipaleolíticos (y también los del Paleolítico Superior) desarrollaron una economía de amplio espectro que les haría ser unos expertos recolectores perfectamente adaptados al medio. Entre los recursos forestales está perfectamente documentado en cuevas cercanas como la de Nerja el importante consumo de aceitunas, bellotas y piñones.

La utilización de recursos marinos era también una constante. Los restos malacológicos que dejaron ha permitido seguir la progresión marina en esta parte del Mediterráneo durante la transición Pleistoceno-Holoceno. Así, durante el Magdaleniense las especies más consumidas eran berberechos y almejas lo que indica la presencia de una llanura costera somera que se extendería en esta etapa glacial hasta el límite de la plataforma continental (unos 4 km). La transgresión marina holocénica hizo que el mar inundara esta llanura hasta aproximadamente la costa actual donde predominan los acantilados. Este hecho queda reflejado en la sustitución del predominio de los moluscos consumidos a favor de mejillones y lapas, especies típicas de costas rocosas.

NEOLÍTICO

El concepto Neolítico ha sido y es motivo de discusión por parte de los especialistas. Durante mucho tiempo se consideró que las sociedades neolíticas se caracterizaban arqueológicamente desde su formación por la presencia de un “paquete” de elementos, evidencias materiales y cambios de comportamientos que incluían entre otros: la sedentarización, el desarrollo de la agricultura y la ganadería, la cerámica o el pulido de los útiles líticos.

Actualmente esa concepción del Neolítico tan rígida y estructurada desde sus inicios se está poniendo en duda; se habla de un proceso progresivo y complejo, de origen y dispersión dudoso, en el que no se alcanza la economía productora hasta su fase final durante el que convivían diversos grupos con diferentes grados de neolitización y algunos anclados en las tradiciones epipaleolíticas.

No obstante existen una serie de indicadores culturales significativos del Neolítico que según Navarrete son: el incremento de la población, la progresiva sedentarización que llevará finamente a la formación de comunidades campesinas cada vez más

11 Pellicer Catalán, M. op. cit. nota 2

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numerosas, el aumento de la complejidad social, la aparición de la cerámica y de la técnica del pulido de los útiles líticos, la evolución de técnica y de tipos de la industria lítica tallada y de la ósea, la introducción de nuevo instrumental agrícola, la importancia que adquieren los adornos de hueso, piedra y concha y la aparición de nuevas manifestaciones artísticas y religiosas12.

Sobre el origen del Neolítico en Andalucía, se ha defendido tradicionalmente la hipótesis de su llegada procedente del área levantina de la península Ibérica, no obstante, en los últimos años se defiende la posible autoctonía de un foco neolítico en Andalucía Occidental caracterizado por cerámicas a la almagra de alta calidad sin paralelos en otras zonas del Mediterráneo con una cronología que se remonta a mediados del V milenio a.C. y por los indicios de elementos de transición (cerámica sin cocer con improntas de cestería) desde niveles epipaleolíticos hallados en Nerja.

Mapa1

Por lo que se refiere a la costa granadina, se ha considerado tradicionalmente que hubo un retraso en la expansión de la colonización agrícola respecto a otras zonas del interior de la provincia y áreas costeras próximas13 predominando en la zona una economía básicamente recolectora y ganadera, no obstante, esto implicaba que los yacimientos neolíticos de la zona se clasificasen culturalmente como pertenecientes a lo que Navarrete (1976) denominó Cultura de las cuevas con cerámica decorada dentro del Neolítico Medio cuyos rasgos esenciales son: grupos reducidos, seminómadas sin diferenciación social evidente hábitat en cuevas o abrigos de manera más permanente que en lugares al aire libre, cerámica decorada con diversas técnicas, predominio de la ganadería sobre una agricultura marginal y aprovechamiento de los recursos del monte mediterráneo.

Otros autores14 aunque reconocen el esfuerzo de Navarrete por adecuar la caracterización del término a los nuevos hallazgos y a las nuevas interpretaciones que de ellos se están haciendo, así como la enorme importancia que esta clasificación preliminar ha tenido para la formulación de hipótesis sobre el Neolítico en Andalucía, piensan que esta denominación de la Cultura de las Cuevas no está bien definida cronológicamente y debería denominarse horizonte cultural porque tiene unos rasgos que pueden aplicarse a una región muy extensa y a una cronología muy amplia.

Los grupos neolíticos de la costa de Granada se desarrollan en un paisaje plenamente holocénico con un clima templado y húmedo. La transgresión marina tardiglacial provocó la formación de estuarios en la desembocadura de los ríos y ramblas de la costa que comenzaron a colmatarse a partir del VII-VI milenio a.C. por la sedimentación fluvial condicionada por factores eustáticos, climáticos y por la acción humana aunque hay diferencias de opinión entre los especialistas sobre la cronología del inicio de este relleno y sobre si las actividades deforestadoras con fines agrícolas, ganaderos y madereros que tiene lugar en estas ocupaciones favorecieron la colmatación de estuarios como el del Guadalfeo que ya se hace patente con la formación de una pequeña vega o si fueron el movimiento de descenso del nivel marino y la gran inclinación de los relieves que los bordean los responsables del inicio del mismo por carecer los grupos humanos asentados en estas zonas la tecnología necesaria para provocar tales

12 Navarrete Enciso , M. S. op. cit. nota 113 Martín Socas, D. Análisis de la problemática de los inicios de la prehistoria reciente en la cuenca baja del río Almanzora. En: Tabona. Revista de prehistoria y arqueología, 8 (1). 1992.14 Contreras Cortés, F. et alii. Clasificación cultural, periodización y problemas de compartimentación en el Neolítico de la Alta Andalucía. En: Saguntum, 2 (extraord.). 1999

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efectos15.

Durante el Neolítico Antiguo y Medio el clima es templado con predominio de los pinares. Posteriormente, durante el Neolítico Reciente, el clima se torna cada vez más cálido y seco produciéndose la progresiva sustitución de la vegetación anterior por otra donde predomina el bosque mediterráneo16.

Las primeras ocupaciones constatadas en la costa granadina tienen lugar en alguno de los bordes montañosos del estuario holocénicos del Guadalfeo (Cueva del Capitán) y en las zonas montañosas inmediatas a la costa (Cuevas de los Murciélagos, de las Campanas y Sima de los Intentos). Todas ellas se ubican en terrenos kársticos, tienen su origen en procesos tectónicos y sus desarrollos son horizontales (la sima de los Intentos tendría otra entrada diferente a su actual acceso vertical). En los últimos años, fruto de diversas prospecciones, se han descubierto en la misma línea costera restos neolíticos que evidencian el uso de lugares al aires libre aunque se desconoce si con categoría de asentamientos (peñón de Salobreña y Melicena). La facilidad de conservación de los sedimentos en las cavidades ha sesgado la interpretación del Neolítico costero en favor de un aparente predominio del hábitat en cuevas.

La localización de los yacimientos en zonas poco aptas para el cultivo parece avalar la tesis de una economía mixta ganadera y cazadora-recolectora al menos hasta el Neolítico Final de este modo los medios de subsistencia se basaban en la cría de ganado y en actividades cinegéticas y recolectoras con una agricultura inexistente o marginal durante el Neolítico Antiguo y Medio. En el Reciente ésta adquiere una progresiva importancia con el afianzamiento de la agricultura cerealista del trigo y la cebada que se desarrollaría especialmente en los rellenos incipientes de los estuarios holocénicos. La cabaña ganadera estaba formada en su mayoría por ovicápridos, a continuación los bóvidos y en menor medida los cerdos.

La caza de jabalíes, ciervos y conejos así como la pesca y captura o aprovechamiento de mamíferos marinos están también atestiguados desde el Paleolítico. Mediante la recolección se obtenían productos vegetales como piñones, bellotas y aceitunas silvestres. La recolecta de animales se basaba sobre todo en moluscos terrestres y marinos en aquellos lugares cercanos al mar como la Cueva del Capitán.

Por otra parte, la presencia de adornos de conchas marinas en yacimientos del interior de la provincia evidencia el desarrollo de actividades de intercambio de determinados productos entre los que también se encontrarían cerámicas o materias primas como el sílex (del que no hay ningún punto de aprovisionamiento conocido en la costa granadina).

El Neolítico Final se caracteriza, además de por la consolidación de la economía productiva y la creciente tendencia hacia la sedentarización y a la territorialación, por el incremento demográfico y la necesidad de cohesión e integración social para desarrollar tareas comunes así como por la necesidad de expresar material y simbólicamente su derecho de posesión de la tierra y de explotación de sus recursos a través de los enterramientos colectivos en las llamadas sepulturas megalíticas o en cuevas artificiales y naturales que se generalizan durante el Calcolítico e incluso se reutilizan en la Edad del Bronce. Frente a las inhumaciones individuales en los mismos lugares de habitación se extiende la inhumación colectiva en lugares que actúan como marcadores territoriales 15 Malpica Cuello, A. Medio físico y poblamiento en el delta del Guadalfeo. Salobreña y sus entorno en época medieval. 199616 Pérez Hens, J. M. Yacimientos arqueológicos en la zona de los Tajos de los Vados. En: Los Tajos de los Vados. Monografías ambientales de la costa granadina, 2. 2001

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disociados de las zonas de ocupación aunque en el territorio de las mismas. Estas tendencias cristalizan asimismo en el abandono progresivo –no total- del hábitat en cuevas y la generalización creciente del hábitat al aire libre.

El único ejemplo del ritual de inhumación colectiva en la costa de Granada es el de la Cueva de los Murciélagos de Albuñol. Aunque se adscribe generalmente al Calcolítico parece que las últimas dataciones realizadas a los restos allí encontrados indicarían la pertenencia al Neolítico Final de algunos de estos enterramientos.

Entre los yacimientos neolíticos más importantes de la costa granadina hay que citar, sin lugar a dudas, la Cueva del Capitán (Lobres, Salobreña). Es, probablemente, la cueva que ha proporcionado mayor información sobre el Neolítico en la costa de Granada y constituye una de las referencias del Neolítico en el sur de la Península aunque los materiales hallados en los dos sondeos que se hicieron17 son relativamente pobres. Es la única Cueva de la costa granadina en la que hay descrita secuencias estratigráficas ya que en las demás los materiales recogidos son fruto de prospecciones en superficie.

Situada a unos 70 m.s.n.m. en un barranco de la Loma de las Espartinas abierto al Guadalfeo del que dista 500 m y a 5 Km de la costa (durante el Neolítico se encontraría a medio kilómetro de la desembocadura). Es una cavidad de origen kárstico de 21 m de longitud, 8,60 de anchura media y 5 m de altura máxima. Al fondo de la misma se abren dos conductos, uno de los cuales se encuentra obstruido por piedras y el otro se dirige a una cámara de unos 15 m2 . (fig.2)

La mayoría de los materiales obtenidos en la cueva pertenecen sin duda al Neolítico Medio y al Reciente (especialmente al primero). Sin embargo el análisis de los restos hallados en los niveles inferiores de la estratigrafía indica casi con seguridad que el lugar estuvo habitado desde el Epipaleolítico. Su ocupación se prolongó al menos esporádicamente hasta el Bronce.

Los fragmentos cerámicos neolíticos pertenecen a recipientes de formas globulares con gollete indicado o con perfil en S, vasos con carena y lenticulares. Los elementos de sustentación encontrados son asas de cinta, multiforadas y mamelones. Están decorados con diversas técnicas destacando la cardial18 que al parecer penetra en Andalucía procedente del Levante peninsular durante el Neolítico Antiguo aunque por el contexto de su hallazgo se la sitúa en el Neolítico Medio. También se utilizan otras técnicas de impresión como la cardialoide19, la cuneiforme o dejando la impronta de los dedos en el borde. Los fragmentos con decoración incisa están presentes aunque escasamente representados. Otro elemento decorativo destacable son los cordones de barro aplicados sobre los recipientes y con impresiones digitales. Se halló también un fragmento de cerámica a la almagra característica del Neolítico Antiguo y Medio en Andalucía Occidental y abundante en la Cueva de Nerja.

Los materiales líticos están constituidos por laminitas, pequeñas lascas y una azuela pulimentada. En cuanto a los adornos, se encontraron un brazalete discoidal en forma de corona circular de pizarra, otro de pectúnculo y un anillo de hueso.

Otros dos yacimientos significativos de la costa de Granada son la Cueva de las

17 Pellicer, 1963 y Navarrete, 197018 Decoración realizada mediante la impresión de la concha del bivalvo Cardium edule cuando la pasta está fresca19 Utilizando otra matriz diferente al Cardium

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Campanas y la Sima de los Intentos20 (ambas en Gualchos).

La primera de ellas es una gran cavidad cuyo recorrido alcanza el kilómetro situada en la ladera suroeste del Pico del Águila a 455 m.s.n.m. y a unos dos km de la costa (fig.3). En ella se realizaron diversas prospecciones entre mediados de los setenta y los primeros años ochenta que dieron como resultado el hallazgo de diversos materiales en superficie no referenciados estratigráficamente (derrumbes, remociones por el uso incluso como depósito de explosivos durante la Guerra Civil lo han impedido) que han permitido situar cronoculturalmente su ocupación y definir en la misma un área de enterramiento y otra de hábitat.

Entre los materiales cerámicos hallados predominan los vasos globulares, ovoides y de paredes abiertas. Las asas son mayoritariamente verticales, tanto de túnel como de perforación horizontal, aunque aparecen también en cinta, mamelones y un asa-pitorro (fig.4 y fig.5). En cuanto a la decoración, sobresalen los cordones en relieve muchos de los cuales se encuentran decorados con incisiones (alguna rellena de pasta); también es frecuente la decoración incisa formando en algunos casos dibujos geométricos aunque casi siempre dispuesta en bandas de incisiones cortas cerca del borde. Hay un fragmento de decoración impresa no cardial.

Los restos no cerámicos son: un cuchillo de sílex retocado y con huellas de uso y un fragmento de brazalete de mármol.

La distribución de estos materiales en la cueva ha permitido delimitar seis áreas en la misma. Una de hábitat cercana a la entrada, dos de enterramiento en lugares no iluminados (con restos humanos depositados secundariamente y muy fragmentados) y las tres restantes pueden interpretarse como áreas de paso probablemente hacia una de las salas donde se abastecerían de agua.

Los materiales hallados tienen un paralelismo claro con otros yacimientos del neolítico costero como Nerja o la Cueva de los Murciélagos de Albuñol así como con algunos yacimientos norteafricanos y en función de los mismos se puede interpretar que corresponden al Neolítico Medio-Final.21

Cercana a las anteriores, en el mismo término municipal, se encuentra La Sima de los Intentos (fig.6) a la que en la actualidad se accede por un pozo pero que con toda probabilidad tuvo en época neolítica una entrada más practicable. En ella se hallaron fragmentos pertenecientes a dos vasijas globulares (fig.7 y fig.8), algunas hachas y azuelas pulimentadas. En sus proximidades se encuentra la Sima de la Higuerilla donde el GAEM (Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril) también halló fragmentos cerámicos posiblemente neolíticos.

De pocos yacimientos granadinos se ha hablado y escrito tanto como del de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol). Se trata, sin duda, de un yacimiento emblemático por ser de los primeros en descubrirse, por los materiales aportados y por los rituales que en ella parece que tuvieron lugar.

Las noticias que tenemos de este yacimiento se las debemos a Manuel de Góngora quien en 1868 publicó su libro Antigüedades prehistóricas de Andalucía donde recoge la

20 Navarrete Enciso, M. S. et alii. La Sima de los Intentos: un yacimiento neolítico en la Costa Granadina . En: Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 11. 1986.21 Menjíbar Silva, J. L et alii. La cueva de las Campanas (Gualchos, Granada), un yacimiento neolítico en la costa granadina. En: Antropología y paleoecología humana, 3. 1983.

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información y los materiales que pudo encontrar sobre el terreno y en la misma localidad de Albuñol. Aunque los años transcurridos desde 1857, que es cuando la cueva comienza a utilizarse para extraer mineral y cuando los mineros hallan los restos, hacen muy difícil su labor, logra recopilar toda una serie de materiales conservados de manera impresionante por la especiales condiciones medioambientales de la cueva y una información oral sobre el hallazgo que, pese a que algunos testimonios seguramente serían algo novelescos o tergiversados, son un hito de la arqueología granadina y andaluza.

Según nos cuenta don Manuel, los mineros encontraron más de sesenta restos humanos momificados. Doce de los cadáveres se disponían en semicírculo alrededor de un esqueleto de mujer vestido con una túnica de piel que portaba un collar de esparto del que colgaban caracoles marinos y un colmillo de jabalí (fig.9). Además, distribuidos por diferentes salas de la cueva encontraron más esqueletos, uno llevaba una diadema de oro (fig.10) en la cabeza y muchos otros iban vestidos con túnicas de esparto y tocados con gorros y sandalias de las que se conservan más de 15 ejemplares completos (fig.11) del mismo material. Junto a los esqueletos había bolsitas o cestillos de esparto (fig.12), muchos de ellos decorados y coloreados, que contenían, según los casos, mechones de pelo, valvas de moluscos y semillas de Papaver sommniferum. Otro grupo de piezas de esparto lo componían discos planos (¿tapaderas?), anillas y esteras. Aparecieron también útiles líticos, óseos y de madera así como fragmentos cerámicos (alguno de ellos al parecer con restos de un motivo geométrico pintado en rojo, hecho bastante inusual en el Neolítico peninsular) y pesas de telar22.

Con los datos conocidos, se ha propuesto que la cueva fue lugar de ocupación y enterramiento durante el Neolítico Reciente y su uso, probablemente ya solo con fines funerarios, se prolongó en el Calcolítico. La elevada cronología de la cestería y cordelería encontrada la convierte en el más antiguo testimonio de esta práctica en la península Ibérica23.

Aunque el Neolítico Inicial y Medio de nuestra comarca pueda enmarcarse en lo que se ha llamado Cultura de las Cuevas, las últimas prospecciones arqueológicas realizadas han tenido como consecuencia el descubrimiento, de momento de dos yacimientos al aire libre: el Peñón de Salobreña, en el que durante la excavación de urgencia dirigida por Arteaga24 se hallaron entre los recovecos de la roca fragmentos cerámicos neolíticos (amorfos, a mano pero de aspecto neolítico). Destaca un fragmento del borde de una olla, con un mamelón aplanado cerca del labio, del cual arrancan cordones aplicados decorados mediante impresiones digitales con claros paralelos en restos hallados en los yacimientos cercanos. Se trata de una clara muestra de la captación de recursos marinos en una época en la que el peñón era una isla. No creemos que se tratase de un asentamiento permanente sino un lugar de aprovisionamiento. También en las cercanías Melicena durante las prospecciones que realizó el equipo del profesor Malpica25 se encontraron en la misma línea de costa, restos de un posible asentamiento neolítico.

En función de todo lo dicho anteriormente podemos sacar las siguientes conclusiones a modo de hipótesis:

22 Góngora Martínez, M. Antigüedades prehistóricas de Andalucía, monumentos, inscripciones, armas, utensilios y otros importantes objetos pertenecientes a los tiempos más remotos de la población. 1868.23 Cacho Quesada, C. et alii. La cestería decorada de la cueva de los Murciélagos (Albuñol, Granada). En: Complutum Extra, 6 (I). 199624 Arteaga, O. et alii. Excavación de urgencia en el Peñón de Salobreña (Granada). 199225 Malpica Cuello, A. y May T. La prospección y los recursos naturales. El paisaje en la zona de Salobreña. En: La prospección arqueológica. II Encuentros de Arqueología y Patrimonio. 1991

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En la mayoría de las cuevas mencionadas no puede establecerse con claridad si fueron ocupadas temporal o permanentemente aunque el hecho de que se usaran como lugar de enterramiento parece indicar un uso estacional o incluso ocasional.

Si suponemos que son lugares ocupados por comunidades con un modo de vida nómada (podrían ser también lugares con actividades dependientes de otros hábitats), a juzgar por la extensión de habitación conocido, estaríamos ante comunidades de pequeño tamaño.

Ante los entornos tan diferentes y la escasa especialización de los útiles para la recolección y/o cultivo, podemos estar ante ocupantes que explotarían una diversidad de recursos y posiblemente el cultivo no constituía una actividad importante para la subsistencia (sólo hay restos de cereal en la Cueva de los Murciélagos, descontextualizado y sin datación absoluta).

La caza y recolección debieron jugar un papel importante junto a actividades estacionales relacionadas con los ciclos de recolección de cosechas, aun sin almacenaje.

No se han detectado indicadores arqueológicos de la práctica de almacenamiento como silos o grandes vasijas (puede ser otro indicador de que se trata de hábitats no permanentes)

La presencia de objetos de procedencia más o menos lejana indica que estas comunidades recorrían largas distancias o bien mantenían relaciones entre comunidades de diversos ámbitos mediante intercambios aunque ambas prácticas serían compatibles; es más, la primera de ellas necesitaría relaciones entre grupos en el caso de la existencia de territorios delimitados.

Dado el incremento en el número de lugares de habitación respecto a períodos anteriores, el aumento de población se dio a un ritmo mayor a partir del VI milenio a.C. en relación con las nuevas condiciones que apuestan por una subsistencia más diversificada y unos contactos más regulares entre los grupos.

Es probable que estos grupos humanos estuvieran desgajados temporalmente de sus comunidades originales por lo que habría que tratar sus actividades en función de las relaciones con los hábitats originales.

Mapa 2

EDAD DEL COBRE (CALCOLÍTICO)

Con este período de la prehistoria entramos en lo que genéricamente se denomina Edad de los Metales, lo que no supone la generalización del uso de los metales (cobre en este caso) sino que durante el Calcolítico se empiezan a dar los primeros pasos hacia su uso pero en absoluto puede hablarse de una utilización extensiva del cobre para la realización de útiles pues la piedra, el hueso y la madera continúan siendo los referentes en cuanto a materias primas.

Cronológicamente y a grosso modo, el Calcolítico abarca el tercer milenio a.C. Durante el mismo hay una continuidad económica y cultural entre el Neolítico Final y el Calcolítico Antiguo hasta tal punto que se diluye la separación entre ambos.

En el aspecto económico, se produce una intensificación de la producción agrícola (agricultura de secano con pequeños huertos de hortalizas y leguminosas), ganadera

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(ovicápridos y cerdos inicialmente a los que se van uniendo bóvidos y caballos a medida que avanza el Calcolítico) y minera (debido a un perfecto conocimiento de las posibilidades y recursos del medio y al desarrollo de estrategias claras y definidas para explotación, control y dominio del territorio) que lleva aparejada una tendencia a la ocupación permanente y al aumento demográfico como queda atestiguado arqueológicamente por la detección de una mayor número de asentamientos. Este aumento de la intensidad de las actividades económicas traerá como consecuencia una deforestación progresiva que se traducirá en una mayor erosión y el depósito en las zonas de piedemonte. La creciente importancia de la caza conforme avanza el calcolítico parece ser una prueba del auge de la agricultura por la tendencia de los agricultores a proteger sus cultivos de los animales salvajes.

Durante el Calcolítico tiene lugar la evolución desde una sociedad igualitaria, resultado de procesos de agregación como consecuencia de las necesidades de un mayor esfuerzo para mejorar las infraestructuras agrícolas destinadas al aprovisionamiento de agua, debido a un aumento de la aridez o para poner en explotación nuevas áreas de cultivo debido al aumento poblacional26, hasta la formación de una élite de poder debido a la concentración paulatina de bienes de producción en sus manos que concluirá con la formación de jefaturas en la Edad del Bronce27. A este proceso contribuirá sin duda la producción metalúrgica con la formación de “clases” o grupos artesanales especializados sobre el que las élites procurarán ejercer el control28.

Durante este período se perfilan, además, las grandes redes económicas que cristalizarán en la Edad del Bronce por ejemplo con el establecimiento de una koiné atlántica-europea-mediterránea occidental.

En la cerámica, aumenta el tamaño de los recipientes. Son frecuentes los grandes vasos toscos para almacenar. Las formas se abren siendo mayoritarios los grandes platos al principio carenados y de casquete esférico que son reemplazados poco a poco por los de borde saliente y almendrado. Van perdiendo la decoración. Durante la etapa final el protagonista esencial es el vaso campaniforme.

Se introducen los tejidos de lino, lana o cáñamo que van sustituyendo a los más rudimentarios de pieles o esparto como queda atestiguado por la aparición de numerosas pesas de telar en los yacimientos y la industria lítica se diversifica tendiendo en muchos casos a la macrolitización relacionada con la explotación forestal y minera aunque continúan los microlitos como los dientes de hoz y reaparecen las puntas de flecha. El aprovisionamiento de sílex de buena calidad dio lugar a auténticas redes de intercambio.

El Calcolítico en la provincia de Granada presenta dos horizontes culturales claramente definidos29. En primer lugar, el horizonte megalítico que enlaza culturalmente con Neolítico Final y que procedente casi con seguridad del Bajo Guadalquivir; se extiende por la mitad occidental de la provincia aculturizando a los grupos que mantenían las tradiciones de la Cultura de las Cuevas.

Se trata de sociedades aun igualitarias que introducen el ritual de inhumación colectivo en la provincia tanto en construcciones llamadas genéricamente dólmenes como

26 Lacomba, J. A. et alii. Historia de Andalucía. 2001.27 Martín Socas, D. Análisis de la problemática de los inicios de la prehistoria reciente en la cuenca baja del río Almanzora. En: Tabona. Revista de prehistoria y arqueología, 8 (1). 1992.28 Lacomba, J. A. op.cit. nota 1129 Molina, F. Prehistoria. En: Historia de Granada I. De las primeras culturas al Islam. 1983

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en cuevas artificiales y naturales a las afueras de los poblados30. Constituyen aldeas cada vez más estables (cabañas con zócalos de piedra, paredes de tapial y techumbre de ramaje reforzada con barro) y extensas, protegidas en ocasiones por estructuras defensivas en las que económicamente tiene una importancia creciente la agricultura (aunque mantienen sobre todo inicialmente un fuerte componente ganadero trashumante a corta distancia entre los asentamientos y los pastizales serranos) y del comercio y por tanto, la mayor utilización de las vías de comunicación. Comienzan a utilizar el cobre, al principio de manera tímida y probablemente por influencias de los grupos del horizonte de Los Millares31.

En segundo horizonte cultural definido en Granada es el de los llamados prospectores metalúrgicos de la cultura de Los Millares que a mediados del III milenio a.C. y a partir de la zona costera entre los golfos de Almería y Mazagón (Murcia) se adentran en la Alta Andalucía en busca de las zonas mineras ocupando la zona norte y este de Granada.

Estas poblaciones son las que, al parecer introducen el conocimiento de la metalurgia en la provincia que se usará inicialmente para fabricar útiles diversos y que no sustituye totalmente a los útiles de piedra y hueso. Se trata siempre de una metalurgia que se desarrolla a base de explotaciones familiares que se complementa por la economía agropecuaria tradicional.

Con el tiempo se verán obligados a diversificar su sistema productivo, apartándose de su dependencia inicial de los filones de mineral de cobre adoptando otras estrategias de explotación del territorio que también incluyan la ganadería y la agricultura intensiva que alcanzará las suficiente entidad como para generar excedentes. La organización social se va haciendo más compleja hasta que al final del período comienza a detectarse en los ajuares indicios de una cierta jerarquización social que no se manifestará claramente hasta la Edad del Bronce32. En un contexto avanzado de este horizonte (2000 a.C. aprox.) aparece el vaso campaniforme primero como un elemento intrusivo y después imitado por las poblaciones calcolíticas granadinas.

En la costa granadina no se han detectado establecimientos calcolíticos fortificados grandes del tipo Los Millares, sin embargo si pueden haberse dado en la zona otro tipo de poblado de dimensiones medias (0,5-1 ha) en su mayoría fortificados caracterizados por tener un campo de visualización muy amplio con una orientación económica clara (agrícola o ganadera). Un ejemplo de este tipo de asentamiento podría haber sido el del promontorio de Salobreña que controlarían otros de reducidas dimensiones que ocupaban las zonas escarpadas situados en las inmediaciones de los cauces fluviales y ramblas que tendrían como finalidad el control de las comunicaciones, la producción agroganadera o la obtención de materias primas en las áreas circundantes. A este grupo de pequeños asentamientos podrían corresponder los del entorno de los Tajos de los Vados (dedicados a la minería del cobre como queda atestiguado por los numerosos socavones de las paredes de los tajos fruto de la búsqueda de pequeñas mineralizaciones de cobre superficiales33), de la margen derecha de la Vega del Guadalfeo (probablemente de orientación agrícola) y de la zona norte y noreste de Motril. Es probable que existiera una cierta jerarquización en la organización territorial de los asentamientos de tal manera que, frente a muchos pequeños asentamientos (más o menos permanentes) de carácter rural o

30 Frente a la inhumación individual en fosa en el interior de las áreas de habitación de los pobladores de la Cultura de las Cuevas31 Molina F. op.cit. nota 2532 De la Torre Peña, F. Las Edades del Cobre y del Bronce. En: Historia de Granada, 6 (Suplemento del diario Ideal)33 Pérez Hens, J. M. op. cit. nota 15

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minero, existirían algunos de mayor tamaño y complejidad urbanística que podrían incluir estructuras defensivas.

Aunque, según Pellicer34 la costa granadina se mantiene retardataria a los cambios que se producen durante esta época, el vacío de investigación es aquí especialmente acusado en comparación con otras zonas costeras mediterráneas almerienses y malagueñas. En Almería el estudio del Calcolítico tiene una gran tradición arqueológica a la que ha correspondido la importancia de sus vestigios. En cuanto al área costera oriental de la provincia de Málaga, las investigaciones de los últimos cuarenta años han deparado el hallazgo de asentamientos calcolíticos de cierta importancia.

Los estudios de Blance a finales de los sesenta evidencian la presencia de una serie de yacimientos en la costa malagueña y en las proximidades de ella que se diferencian bastante de los típicos poblados fortificados de considerables dimensiones que pueden encontrarse en las áreas interiores de Andalucía. Se trata, por un lado de lugares de habitación en cueva que continúan la tradición neolítica y que su utilizan como necrópolis de enterramientos colectivos y por otro de poblados de superficie situados estratégicamente.

Posteriormente, Pellicer y Acosta35 constatan la clara influencia que tiene Andalucía Occidental sobre el Calcolítico de la Cueva de Nerja y por extensión sobre la costa granadina. El primero de estos autores afirma la existencia de una relación entre los yacimientos calcolíticos de las vertientes meridionales de las sierras gaditanas, malagueñas y granadinas donde los asentamientos, tanto al aire libre como en cueva, son poco espectaculares y arraigados en el Neolítico, presentando influencias claras del Bajo Guadalquivir y de la cuenca del Genil que habrían llegado a través de los valles fluviales que comunican estas áreas con la costa meridional andaluza (uno de los cuales sería el Guadalfeo).

En el entorno de Motril se detecta un aumento del poblamiento en las llanuras aluviales aunque continua una importante ocupación de las áreas montañosas36 por lo que es probable que la ganadería trashumante tuviera un papel preponderante sobre una agricultura de cereales y leguminosas que a la escasez de tierras aptas impedía su expansión37. Otra fuente importante de recursos alimenticios fue, sin duda, la pesca y el marisqueo como queda atestiguado por los restos hallados en la entonces isla que era el peñón de Salobreña.

En el plano de lo simbólico, hay que señalar que pueden datarse en esta época las pinturas esquemáticas localizadas por Breuil en los Llanos de Carchuna38 y los recientemente descubiertos megalitos de Molvízar (fig. 13 y fig.14)39

En el término municipal motrileño encontramos yacimientos como el Cerro de La Nacla (fig.15) a cuyo alrededor, delimitado por la cota 100 hacia el sur y por la parte superior hasta la carretera del Canal, se hallaron restos de cerámica a mano pertenecientes a fuentes y cuencos así como fondos con impronta de cestería que

34 Pellicer Catalán, M. op. cit. nota 235 Pellicer Catalán, M. y Acosta Martínez, P. El Neolítico y Calcolítico de la Cueva de Nerja en el contexto andaluz. 199736 Gómez Becerra, A. El poblamiento altomedieval en la costa de Granada. 199837 Este planteamiento se está poniendo en duda por algunos investigadores que afirman que, alcanzado el máximo nivel del mar durante el Neolítico, se fue formando de manera rápida una vega progradante que dejó un paisaje pantanoso surcado por numeroso canales y brazos del río lo que podría haber implicado una mayor disponibilidad de terrenos adecuados para la agricultura aunque precarios por estar expuestos a la continuas avenidas38 Pellicer Catalán, M. op. cit. nota 239 Pérez Hens, J. M. com. per.

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podrían pertenecer a un poblado (aunque no hay evidencias de estructuras).40

Cercano al anterior se encuentra el yacimiento del Cerro de las Provincias (área situada entre el barranco de las Provincias y el de Pontes) donde se detectó un poblado calcolítico con posibles restos de estructuras sobre un cerro amesetado en la unión de los dos barrancos. Allí se hallaron restos de material cerámico pertenecientes a fuentes carenadas, platos de borde biselado. Relacionado con éste se han hallado restos cerámicos a mano en el cercano Cerro del Toro.

Algo más alejados de los citados anteriormente se encuentra el conjunto de yacimientos de la rambla de Escalate-Cañizares. Por un lado los dos que se localizan en la margen izquierda, en la confluencia con el Guadalfeo y por los otros dos situados al sur de los cortijos de Porra Negra41. Ya en la margen izquierda del Guadalfeo y muy cerca de la unión con la citada rambla de Escalate-Cañizares se encuentra el yacimiento del Cortijo de la Presa, situado sobre un cerro junto a dicho cortijo donde el río se abre a la vega holocénica tras salir del cañón de los Tajos de los Vados, frente a la presa del Azud de Motril; está muy afectado por la acción antrópica. Arteaga se refiere a él como poblado de la Presa (fig.16). En la cercana Finca de Panata se localiza otro posible yacimiento hoy totalmente arrasado por los desmontes.

La localización y adscripción cronológica de estos yacimientos de la zona Guadalfeo-Escalate-Cañizares se realizó en base al material cerámico hallado en superficie aunque en uno de los situados en las cercanías de los cortijos de la Porra Negra, ubicado en un espolón rocoso orientado hacia el noroeste, además de abundante cerámica en superficie se localizaron restos de estructuras que deberían estudiarse con detenimiento.

En el término de Salobreña, se encuentran algunos de los yacimientos calcolíticos más importantes de la comarca. Uno de ellos es la Cueva del Capitán, ya comentada al hablar del Neolítico y que sigue ocupada, al menos de manera temporal, durante el Calcolítico pero, sin duda, los dos referentes arqueológicos en la zona son el Monte Hacho y escarpe suroeste del promontorio de Salobreña.

El primero, es una pequeña elevación que se alza unos 80 m.s.n.m. a 500 m al norte del casco urbano del pueblo (fig.17)). En el Calcolítico se situaba en el mismo borde de la ensenada que se habría al este del lugar. Actualmente está prácticamente arrasado ya que se usó como cantera. Allí apareció en 1989 un enterramiento colectivo relacionado seguramente con la organización social clánica que explotaba el territorio42. En el mismo se descubrieron restos de al menos diez inhumaciones pertenecientes a individuos de diferentes edades junto a los que se había depositado un ajuar compuesto por lascas de sílex (fig.18), útiles de piedra pulimentada y de hueso así como diferentes adornos en concha marina. La presencia de ídolos (fig.19), restos de ofrendas de animales y de haber encendido hogueras nos indican la realización de rituales relacionados con los enterramientos. Además se han hallado en la zona diferentes materiales tanto cerámicos como líticos que dan idea del uso, seguramente intenso, de este enclave.

Según Arteaga, los materiales hallados aquí son idénticos a los que encuentra en el Peñón (el aprovechamiento del medio marítimo está atestiguado en otros yacimientos calcolíticos) y en el Cortijo de la Presa. Cree que hay que poner en relación este poblado 40 Maldonado, G. y Bracero, G. Inventario de yacimientos arqueológicos de la provincia de Granada. 1992.

41 Pérez Hens, J. M. op. cit. nota 1542 Malpica Cuello, A. op. cit. nota 14

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con los yacimientos anteriores y con otros hallados en la rambla de Cañizares. Había por tanto relaciones entre este poblado y un hinterland que se extendería tanto a la costa como a los yacimientos interiores mencionados (ramblas de Escalate y Cañizares y Cortijo de la Presa).

El escarpe suroeste del promontorio de Salobreña es otro punto importante en el estudio del Calcolítico comarcal. Concretamente, nos estamos refiriendo al antiguo istmo del promontorio (entonces era una península) donde se hallaron materiales cerámicos que hacen pensar que entre esta zona y la parte superior del actual casco urbano hubo un asentamiento hacia mediados del III milenio a.C. formado por cabañas circulares de zócalo de piedra, paredes de adobe o tapial y techumbres de ramas y barro (fig.20).

También en Salobreña se encuentran otros yacimientos como el de Piedra Blanca, pequeño afloramiento rocoso situado en la zona del Monte de los Almendros donde se hallaron materiales cerámicos y restos de posibles construcciones; el Peñón de Salobreña, antigua isla en época calcolítica y en cuya excavación de urgencia aparecieron varios fragmentos cerámicos de adscripción calcolítica entre las grietas de las rocas calizas43.

La Cueva de los Murciélagos (Albuñol), comentada al hacer referencia al Neolítico, fue utilizada, junto al Monte Hacho, como lugar de enterramiento colectivo. Es el único yacimiento de la costa granadina donde se aprecia el cambio cultural Calcolítico que supuso el enterramiento colectivo. Además de éstas, las necrópolis megalíticas más cercanas a la costa de Granada son la de El Toril (Dílar), a 80 km, actualmente destruida, la de Zafarraya y la del Pantano de los Bermejales (Arenas del Rey, 50 km)

En el término de Almuñécar, en la Herradura, se encuentra el asentamiento del Cerro del Barranco de la Mezquita, datado en el Cobre Pleno.

Por último citaremos una serie de yacimientos de la costa granadina donde también se hallaron restos calcolíticos: el abrigo rocoso del Cortijo del Carpintero (Lújar), Peñón de Pedro Vélez (Órgiva), situado en el barranco del Alcázar en la Sierra de Lújar, el Cortijo del Peñón (Rubite), del Cobre avanzado y el Cortijo Fúñez (Murtas)

Es probable que estos yacimientos calcolíticos de la costa granadina constituirían junto a otros de la costa malagueña y gaditana una zona intermedia que conectaría los grandes focos calcolíticos del valle del Guadalquivir y del Genil con los del Sudeste (Los Millares).

EDAD DEL BRONCE

En Andalucía Oriental el Bronce Antiguo y Pleno corresponde culturalmente a los que se conoce como Cultura del Argar (ver cronología). Durante este período se producen una serie de cambios que lo caracterizan plenamente44. Los asentamientos, que ya en el Calcolítico buscaban lugares escarpados, acentúan esta tendencia. Suelen ubicarse por

43 Arteaga, O. et alii. op. cit. nota 2044 Pellicer, M. op. cit. nota 2

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tanto, en lugares más escarpados, a veces prácticamente inaccesibles y normalmente situados estratégicamente. Muchos presentan defensas como murallas o fortines. En ellos asistimos a un principio tímido de urbanismo. La vivienda es ahora rectangular, aunque los materiales de construcción siguen siendo prácticamente los mismos que en la fase precedente, parece que la piedra se emplea ahora más. La población de los mismos y su número aumentan considerablemente.

Los enterramientos colectivos tan característicos del Calcolítico se van transformando en individuales (en cistas, fosas, covachas o en grandes cerámicos llamados pithoi) y se introducen en muchos casos en los mismos lugares de asentamiento (incluso debajo de las viviendas).

La metalurgia (fundamentalmente de cobre arsenicado más que de bronce auténtico debido a la escasez de yacimientos de estaño) sigue desarrollándose mediante nuevas técnicas y un aumento en la variedad de artefactos. Se generaliza también el trabajo de la plata.

La cerámica adquiere abrumadoramente formas muy características con profusión de perfiles carenados, copas y formas cerradas (frente a la predominancia de formas abiertas calcolíticas) fabricados muchos de ellos mediante una técnica que les confiere un aspecto como metálico (superficies alisadas y oscuras utilizando horno reductor).

Se produce un aumento de la actividad económica gracias al desarrollo de la agricultura en la que se continúa con del cultivo de trigo y cebada y se aumenta progresivamente el de las leguminosas y el de las fibras textiles. En la ganadería también se produce un aumento de la cabaña en general, aunque es especialmente llamativo en el caso de bóvidos y équidos. Los contactos comerciales mediamente redes que se extienden a larga distancia son cada vez más frecuentes.

La sociedad argárica presenta rasgos de complejidad y estratificación que se ponen de manifiesto en la especialización metalúrgica de algunos grupos o personas, la jerarquización de los asentamientos (y el aumento de sus defensas) y las diferencias perfectamente apreciables de la riqueza de los ajuares funerarios.

La cultura argárica, desde su núcleo central del este almeriense y sur murciano, se extiende primero hacia el este de la provincia de Granada donde están presentes los poblados con fuertes defensas y las necrópolis en su interior. A medida que nos adentramos hacia el oeste los asentamientos se enrarecen o casi desaparecen (o no son tan evidentes y futuras prospecciones darán con ellos) y se localizan casi exclusivamente necrópolis de cistas. Esta situación también se produce en la costa.

Para Pellicer45, las necrópolis de la costa granadina (al menos las más occidentales) están relacionadas con las del valle medio del Genil. Desde esta zona y a través de los ríos Cacín y Alhama lo argárico se habría adentrado, atravesando el Boquete de Zafarraya, en la cuenca del río Vélez para llegar a la costa malagueña y granadina. Otro de los pasos posibles es el que cruza las sierras de la Almijara y los Guájares (La necrópolis de Lentegí, que comentamos más abajo, sería un hito en esta ruta). Por último, la ruta que a través del río Andarax enlaza con el Guadalfeo podría ser la mejor candidata a una penetración argárica directamente desde el este teniendo en cuenta que la ruta costera resulta, por su topografía, de muy difícil tránsito y la similitud de algunos restos cerámicos hallados en la Cueva del Capitán y en la localidad de Canjáyar

45 Pellicer, M. op. cit. nota 2

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(situada junto al mencionado río almeriense). No obstante, hay algunos autores que defienden la vía costera desde Almería para luego penetrar hacia el interior por el Boquete de Zafarraya y enlazar con la zona regada por el Genil.

En todo caso, lo hallado en la costa granadina se trata de casi siempre de enterramientos en cistas que forman conjuntos de una extensión considerables o se disponen de manera aislada. No se conocen los poblados relacionados con estas necrópolis.

En la Vega de Motril-Salobreña se aprecia un aumento del poblamiento a partir del Bronce y una aceleración en los procesos erosivos y de colmatación por la mayor actividad humana que dan lugar a la aparición de más tierras llanas en el reborde de la ensenada que formaba la desembocadura del Guadalfeo. Según Arteaga, es a partir de los inicios del Bronce aproximadamente cuando la colmatación de la bahía debió aumentar considerablemente. Especialmente importante es el poblamiento en su margen derecha, relacionado tanto con la posibilidad de que se acumularan en esta zona más tierras llanas aptas para el cultivo por la especial configuración del terreno como con el control del paso a través de los Tajos de los Vados.

La etapa final del mundo argárico (denominada Bronce Tardío) comienza hacia 1300 a.C. de tal manera que hacia 1100 a.C. los asentamientos argáricos prácticamente han desaparecido. La causa o causas de este rápido final no están claras aunque se proponen algunas como las contradicciones internas de su estructura económica o la degradación medioambiental o el agotamiento de los filones superficiales de cobre y la incapacidad tecnológica de la metalurgia argárica para competir con los bronces auténticos (cobre y estaño) procedentes de la fachada atlántica europea.

A la etapa argárica le sucede lo que se denomina Bronce Final sobre el que incidirá la llegada de los colonizadores fenicios. Es una etapa de fuertes influencias exteriores (antes de la llagada fenicia los contactos fueron intensos con el mundo tartésico, con la Meseta y con la fachada atlántica) donde la sociedad se vuelve más igualitaria y se consolida una nueva explotación del territorio en la que los asentamientos bajan en ocasiones de sus escarpes y pierden las defensas. Se produce un abandono de muchos asentamientos. La ganadería recupera terreno en detrimento de la agricultura y parece detectarse en los ámbitos domésticos una cierta especialización artesanal en actividades textiles, alfareras o metalúrgicas. Desparecen las necrópolis de cistas. Vuelven las viviendas de tendencia circular construidas con menos piedra y más adobe o tapial.

En la costa granadina hay un yacimiento de especial importancia para constatar el influjo de la llegada fenicia y su interrelación con la población indígena del Bronce Final; se trata de la parte superior del cerro de San Miguel (Almuñécar). Allí, durante la excavación de la Cueva de Siete Palacios (actual museo arqueológico de la localidad) se hallaron numerosos fragmentos cerámicos fabricados a mano que contrastaban claramente con la cerámica a torno fenicia. Los paralelos tipológicos indican que la coexistencia o los contactos entre los colonizadores y los indígenas eran una realidad en el siglo VII a.C. Es posible que estos contactos provocaran un cambio hacia actividades económicas más relacionadas con el comercio y el mar y que a partir de asentamientos costeros como el que nos ocupa y siguiendo las vías de penetración preexistentes el influjo fenicio comenzara a dejarse sentir en las poblaciones indígenas del interior.

Los yacimientos del Bronce hallados en la costa granadina son los más abundantes de la prehistoria comarcal por razones tanto de proximidad cronológica como de mayor

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densidad de ocupación territorial y por tanto demográfica.

En el municipio de Motril encontramos enclaves del Bronce como el de Cerro Gordo situado a 500 m de altura, muy arrasado por la erosión y del que solo quedan algunos restos cerámicos en superficie, el del Cerro del Gallo o el del Cerro del Polo, donde parece que pudo existir un enclave junto a un abrigo rocoso46, que no se conocían o no estuvieron habitados hasta esta época. A este último yacimiento parece referirse el arqueólogo Jesús Tarragona cuando habla del cerro de la rambla Puntalón donde apareció abundante material cerámico en superficie entre los que destacan los restos de una copa argárica, una plaquita circular de esquisto con perforación central y dos moledoras de mano47.

Otros yacimientos como el Cerro de La Nacla o el del Cortijo de la Presa, que ya estaban ocupados desde la Edad del Cobre, continúan su actividad.

Ya en el término municipal de Salobreña encontramos algunos de los yacimientos más representativos del Bronce costero granadino. En primer lugar hay que mencionar el enclave de la Presa del Azud de Motril donde, en una elevación situada en la margen derecha del río, hay dos yacimientos datados en el Bronce Pleno. El más bajo, cortado por el canal de San Agustín y una carretera es el más importante; en él no se aprecian restos de estructuras, pero su situación en un medio montañoso pero cercano al río y en relación con el yacimiento del Cortijo de la Presa situado en la margen izquierda del río, parece evidenciar una clara importancia estratégica. El yacimiento situado a mayor altura hay que ponerlo en relación con el anterior y con una ocupación bastante extensa del territorio en esta época.

En la Cueva del Capitán se halló en superficie una copa argárica (fig.21) de factura poco común y análoga a otra encontrada en Canjáyar (Almería). La presencia humana en esta cueva -esporádica seguramente-, habría continuado por tanto desde el Neolítico.

Algo más al este y por encima del mencionado canal de San Agustín hay otro yacimiento situado en una ladera poco pronunciada que baja hasta el río. Cercano a estos tres últimos pero controlando seguramente el acceso hacia el paso de los Tajos se encuentra la desembocadura el río de la Toba que ha proporcionado escasos materiales cerámicos.

Más cerca de la villa de Salobreña encontramos el enclave de Piedras Blancas, en la zona del Monte de los Almendros y situado en un espolón rocoso orientado al S-SE donde se encontraron abundantes fragmentos de cerámica que parecen indicar la presencia de un asentamiento aunque no se han encontrado estructuras de superficie.

Por otra parte, el ya comentado Monte Hacho fue probablemente un asentamiento sincrónico al del promontorio desde el Calcolítico. La destrucción de este yacimiento nos ha privado de un conocimiento más exhaustivo del mismo aunque podría haber sido de los más importantes del entorno. En él se han hallado algunos vasos carenados pertenecientes probablemente a algunos enterramientos así como una punta de flecha con aletas y pedúnculo fabricada en cobre y una tumba de cista en las proximidades del Cortijo del Hacho (fig.22).

46 Maldonado, G. y Bracero, G. op. cit. nota 3447 Tarragona, J. Prehistoria y arqueología de Motril: hallazgos y problemática. En: Revista de las Fiestas Patronales de Motril. 1984.

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Formando parte del casco urbano de Salobreña encontramos el Paseo de las Flores en el que, al pie de la muralla suroccidental del castillo, aparecieron en sucesivas ocasiones diversas tumbas en cista y en covachas. Se trata de enterramientos individuales o más raramente de dos personas (hombre y mujer recostados uno frente a otro). Los ajuares encontrados estaban constituidos por pequeños vasos carenados (fig.23) y otros objetos como puñales (fig.24) y adornos personales de metal. En prospecciones posteriores también se han encontrado en esta zona cerámica perteneciente al Bronce Tardío. Concretamente se hallaron fragmentos de cerámicas tipo Cogotas48 de las que ya había alguna referencia desde los años cuarenta (Martínez Santaolalla presentó algunos restos de la zona de Salobreña en el II Congreso del Sudeste en 1946)49.

En la ladera suroeste del Castillo Arteaga encontró en sus prospecciones una serie de restos cerámicos que identificó como del Bronce Pleno (el profesor Malpica opina que son del Bronce Final50). Es probable que algo más al este que el poblado calcolítico del promontorio de esta localidad, en un lugar más enriscado, hubiese en esta época un poblado constituido por veinte o treinta viviendas construidas con un sistema similar al del período anterior pero de planta rectangular, cuya necrópolis fuera la comentada más arriba, donde podrían vivir algo más de un centenar de personas. Procedente de este lugar Arteaga encontró cerámica del Bronce Final similar a la encontrada en la Vega de Granada lo cual nos deja claro la conexión entre ambas zonas51. También en la cara sur del Promontorio se encontraron varios enterramientos en cistas. No hay que olvidar además que el Peñón continúa siendo ocupado para su utilización como zona de aprovisionamiento de productos marinos.

En la zona montañosa occidental de la costa granadina más próxima al mar se encuentran dos lugares arqueológicos interesantes. Nos estamos refiriendo al Barranco de Ítrabo (Molvízar) en las afueras de esta localidad, donde se hallaron diversos fragmentos cerámicos entre los que destaca un vaso carenado que parece indicar la posible presencia en las proximidades de una necrópolis argárica y el poblado al que estuvo vinculado, y sobre todo al Repecho de la Tinajilla (Lentegí) donde se descubrió una necrópolis argárica de cistas que C. Millán estudió en 1940. En cada una de las doce tumbas excavadas se encontraron, además de los restos óseos correspondientes, dos vasos carenados52..

Almuñécar ha deparado también importantes yacimientos, imprescindibles para explicar el desarrollo del Bronce en la comarca; así, además del mencionado cerro de San Miguel, en la ladera sur de la parte alta del Cerro de Velilla se hallaron, durante los trabajos agrícolas realizados en la finca allí situada, numerosos materiales que, aunque no se llegó a excavar por arqueólogos, a tenor de lo contado por sus descubridores podría pertenecer a una necrópolis argárica, seguramente de cistas, con sus correspondientes ajuares metálicos y cerámicos (fig.25).

La necrópolis argárica más importante de la zona es la del Puente del Noy, la única de las del término de Almuñécar que fue excavada ya que las demás se conocen por hallazgos fortuitos y el material recuperado está descontextualizado

48 Cultura de pastores y ganaderos que procedentes de la Meseta penetran por el norte de la provincia de Granada en los momentos finales de la cultura argárica49 Arteaga, O. La transformación del medio ambiente costero de Salobreña (Granada). Causas naturales e históricas . En. Ciclo de conferencias pronunciadas con motivo del V centenario de la incorporación de Salobreña a la Corona de Castilla (1489-1989). 199050 Malpica, A. . op. cit. nota 1451 Arteaga, O. op. cit. nota 4252 Pellicer opina que el topónimo “tinajillas” hace referencia a la frecuencia en la zona de vasos prehistóricos

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arqueológicamente; allí entre las sepulturas de una necrópolis fenicia apareció una sepultura en cista argárica intacta excavada en la roca hecha de lajas de pizarra con el cadáver en posición fetal mirando hacia el norte (fig.26) y que contenía cuatro tulipas53

(fig.27). Este descubrimiento, junto con los frecuentes hallazgos de fragmentos cerámicos en tumbas fenicias ha hecho pensar a sus excavadores que en la colina donde se encontró habría habido una necrópolis del Bronce Pleno (argárica) destruida en su mayor parte por la erosión y por la construcción de la necrópolis fenicia54.

En la zona de río Seco, en el Cortijo del Tenorio se encontró una necrópolis de cistas con un ajuar que contenía entre otros materiales una placa de arquero, elemento este más característico de la Edad del Cobre que revela el carácter arcaico de esta necrópolis. Según Molina Fajardo, podría representar un inicio de penetración desde la costa que pondría en relación el área argárica de Almuñécar con la de Lentegí.

Para finalizar las referencias al municipio de Almuñécar, en La Herradura hay que mencionar la necrópolis del Pago del Sapo, donde en los años cuarenta, al noreste de esta localidad y ya en la sierra se encontró una extensa necrópolis de cistas55.

Hacia el este de Motril encontramos toda una serie de enclaves del Bronce, en muchos casos asociados a yacimientos romanos y altomedievales. En Castell de Ferro se sitúan los yacimientos de La Rijana I, localizado a ambos lados de la N-340 donde se han detectado restos cerámicos que parecen indicar la presencia de un asentamiento que pudo utilizar las los abrigos rocosos situados sobre la carretera (y otros que ésta pudo destruir) vinculados a la utilización del litoral56; Los Corralones, un posible asentamiento y enterramiento argárico dado a conocer por el profesor Malpica que se localiza en una pequeña elevación algo por encima del barrio de El Romeral.

De la Edad del Bronce son también los enclaves del Castillo de Olías (Órgiva), El Castillejo (Torvizcon), Ermita del Palomar (Albuñol) y El Castillejo (Sorvilán), ambos del Bronce Final, Cerro Encantado (Albuñol), Cuesta Peona (Murtas) y Juliana (Murtas).

Mapa 3

53 Vasos de carena baja característicos de la Cultura del Argar54 Molina Fajardo, F. Almuñécar en el marco de la Cultura Argárica. En: Almuñécar, arqueología e historia I. 198355 Molina Fajardo, F. op.cit. nota 4556 Malpica Cuello, A. y Gómez Becerra, A. Una cala que llaman La Rijana. Arqueología y paisaje. 1991