test para el perro

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Cuenta la historia, que cierto día se vio a una mujer sentada en el banco de una estación ferroviaria abandonada. Pasaron cuatro estaciones y la mujer volvía una y otra vez, a la misma estación y el mismo banco. Ya en el verano, por las vías del ferrocarril finalmente transitaba algo… Pero no un tren precisamente: Un hombre caminando entre lo que quedaba de lo que alguna vez fue signo de progreso llegó hasta la estación, el banco… Y la mujer. Detenido sobre la vía y dirigiéndose a la mujer, el hombre preguntó a quien estaba esperando. La mujer no respondió inmediatamente… Alzó su mirada y dijo: A nadie. El hombre entonces preguntó: Entonces que es lo que espera? Que pase el tiempo; respondió ella. El hombre se acercó al andén, subió el escalón y amablemente le preguntó a la mujer: ¿Puedo esperar con usted? Prefiero que no. El hombre insistió y le dijo mientras se sentaba al lado de ella: Me quedo solo un rato. Le prometo no iniciar ninguna conversación. Solo le aseguro que a veces es mejor esperar con alguien mas, aunque sea en silencio. La mujer aceptó la propuesta: Mientras no me hable… Como le dije, le prometo que no; desde ahora. Contestó el. Ambos se quedaron sentados en el banco… Esperando.

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Page 1: test para el perro

Cuenta la historia, que cierto día se vio a una mujer sentada en el banco de una estación

ferroviaria abandonada.

Pasaron cuatro estaciones y la mujer volvía una y otra vez, a la misma estación y el mismo

banco.

Ya en el verano, por las vías del ferrocarril finalmente transitaba algo… Pero no un tren

precisamente:

Un hombre caminando entre lo que quedaba de lo que alguna vez fue signo de progreso

llegó hasta la estación, el banco… Y la mujer.

Detenido sobre la vía y dirigiéndose a la mujer, el hombre preguntó a quien estaba

esperando.

La mujer no respondió inmediatamente… Alzó su mirada y dijo: A nadie.

El hombre entonces preguntó: Entonces que es lo que espera?

Que pase el tiempo; respondió ella.

El hombre se acercó al andén, subió el escalón y amablemente le preguntó a la mujer:

¿Puedo esperar con usted?

Prefiero que no.

El hombre insistió y le dijo mientras se sentaba al lado de ella: Me quedo solo un rato. Le

prometo no iniciar ninguna conversación.

Solo le aseguro que a veces es mejor esperar con alguien mas, aunque sea en silencio.

La mujer aceptó la propuesta: Mientras no me hable…

Como le dije, le prometo que no; desde ahora. Contestó el.

Ambos se quedaron sentados en el banco… Esperando.

Page 2: test para el perro

En otro sitio desolado, repleto de casas y antiguas construcciones deterioradas; dos amigas

caminan sin hablarse durante un rato. Caminaron durante horas y siempre terminaban en el

mismo lugar desde el cual volvían a emprender el camino.

Finalmente una de ellas se cansó: No puedo más, le dijo a su amiga al tiempo que dejaba

soltar su mochila en el suelo.

La otra amiga respondió de igual forma, quitándose la mochila de encima.

Ambas se sentaron en el umbral de una construcción en ruinas.

Y ahora? Preguntó la segunda mientras encendía un cigarrillo.

Ahora esperamos.

Que esperamos?

Lo que tenga que pasar; dijo la primera.

Y ahí quedaron las dos amigas sentadas, juntas… Esperando.

El hombre se levantó del asiento y se alejó unos pasos del mismo.

Ya sé que duele.

Prometió no hablarme.

A usted. Hablo en voz alta.

Silencio.

Page 3: test para el perro

Yo sé del dolor y la espera.

Silencio.

La espera de qué? se intrigó ella.

La misma que la suya.

Y usted que sabe.

Porque no es la primera vez que siento ese dolor y que espero.

Seran dolores y esperas diferentes. No puede comparar. Prefiero estar sola, usted parece

que no.

Eso pensaba yo también.

Se dirige a otro banco contiguo.

Mejor espero acá. Este era el que elegía yo antes que usted empezara a venir.

Ambos quedan sentados en bancos separados… Esperando.

A paso lento, un auto recorre las calles desoladas de lo que alguna vez fue un pueblo.

La conductora era de postura serena y relajada. Una leve sonrisa se le notaba en el rostro.

Las amigas sentadas en el umbral advierten la cercanía de un auto.

El auto se detiene frente a ellas antes de pasarlas. Apaga el motor. Las amigas se levantan

rápidamente. La conductora se acerca a ellas. Se miran.

Vení; le dice cálidamente a la amiga 1 y se alejan unos metros de la amiga 2.

Esta se queda mirando a lo lejos como conversan.

La amiga 1 baja la cabeza decepcionada, y luego se abraza fuertemente con la conductora.

La amiga 1 y la conductora regresan al umbral y la amiga 1 recoge su mochila. Se mira con su

amiga.

Es el turno de ustedes parece.

La amiga 2 conmovida, la abraza.

Parece que es más fuerte.

No sé… Al menos parece que intenta serlo.

La amiga 1 se carga la mochila al hombro y se aleja por las calles abandonadas.

La conductora le dice a la amiga 2: Vamos. Mientras le abre la puerta trasera del auto. Entra,

cierra la puerta y se sube al auto. Arranca el motor y avanza lentamente con la pasajera.

Page 4: test para el perro

Sobre las vías vemos avanzar el auto desde lejos hasta llegar a la estación. Ya está

oscureciendo. El auto se detiene frente al anden ahora desierto. La conductora baja y abre la

puerta de la pasajera. Esta sale.

Quedate acá que pronto te vas a encontrar con quien te espera.

La conductora cierra la puerta, se sube al auto y se va.

La pasajera sube al andén y se queda junto a una columna, esperando.

Al llegar el invierno dice la historia; que la mujer que iba todos los días a la estación, por

primera vez no fue.

Ese día no hubo mujer sentada en el banco ni nadie más. Solo la vieja estación abandonada.

Pero luego de un largo rato, unos paso comenzaron a oírse a los lejos acercándose.

Era el hombre que venía caminando por las vías. Y se detuvo frente al andén, mirando la

estación y el banco vacíos.

Subió el escalón y se dirigió a su asiento. Se sentó y se dispuso a esperar. Al rato enfocó su

mirada en el asiento que usaba la mujer. Se levantó, fue hacia el y se sentó.

Ahora sí, se disponía a esperar, el tiempo necesario.