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[email protected] 2015 Antártida y Malvinas: Territorialidad, cartografía y conciencia nacional. A propósito de los nuevos mapas del Instituto Geográfico Nacional Molina Gustavo Cuadernos del educador popular

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se problematiza sobre los nuevos mapas del IGN del gobierno nacional argentino, y las críticas a los mismos.

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M o l i g u a 4 @ g m a i l . c o m

2015

Antártida y Malvinas:

Territorialidad,

cartografía y conciencia

nacional. A propósito de los nuevos mapas del Instituto

Geográfico Nacional

Molina Gustavo

Cuadernos del educador popular

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Antártida y Malvinas: Territorialidad, cartografía y conciencia nacional

A propósito de los nuevos mapas del Instituto Geográfico Nacional

Introducción

El conjunto de imágenes e ideas del territorio estatal que se incorporan

en conciencia social definen la territorialidad1, que es aprehendida por la

sociedad civil como identificación de los ciudadanos con el lugar habitado en

sus diferentes niveles (localidad, barrio, provincia, país). Elementos e

imágenes socio-espaciales que se enseñan en la escuela pública por

disciplinas tales como Historia o Geografía, desde fines del siglo XIX. Pero el

asunto no es tan simple.

Es que la creación de mapas mentales2 sobre el territorio y sus

habitantes, en la actualidad surgen de una complejidad de acciones y

reacciones de diversos actores sociales. Los grupos mediáticos nacionales o

corporaciones transnacionales, los sectores académicos, la masa ‘crítica o

conservadora’, nacional, regional o global; nos presentan permanentemente

visiones sobre la realidad que calan en la subjetividad de los ciudadanos y que

muchas veces compiten con las posibilidades que el Estado posee para

confrontar con los mismos3. El nuevo mapa bi-continental argentino y el

nuevo planisferio diseñados por el IGN (Instituto Geográfico Nacional), han

generado por lo mismo, posibilidades de incursionar en el renovado ejercicio de

pensar y repensar la orientación del país. Distintos enfoques se han puesto en

acción para analizar y valorar este emprendimiento en donde se evidenciaron

los intereses argentinos sobre las Islas Malvinas, islas del Atlántico Sur y la

Antártida.

Tanto los geógrafos Carla Lois (profesora de la cátedra de Cartografía

de la UNLP e investigadora del CONICET) y Carlos Reboratti (geógrafo e

1 “Como consecuencia de la percepción espacial la territorialidad constituye un elemento principal en el conocimiento del territorio político […] Implica igualmente una determinada firmeza de interés y de valor, es en parte personal , pero ampliamente societal. Como topofilia, se distingue por el vínculo afectivo que crea entre un pueblo y sus habitantes y el entorno material. La noción de integridad territorial es la consecuencia política más imediata de la territorialidad” (Sanguin A., 1981: 46) 2 Los mapas mentales son todos aquellos conocimientos, ideas, relaciones espaciales, aprehendidas, o esquemas cognitivos introyectados socialmente, con los cuales pensamos, experimentamos, evaluamos y decidimos obrar en los lugares o espacios donde vivimos. ( ver Soja Edward, 2008: 452) 3 Barak Obama recalcaba en su Estrategia de seguridad Nacional 2015 las complejidades de los sistemas de información y divulgación ideológica para imponer la vigilancia global: “El mundo está conectado por el ciberespacio compartido, el espacio exterior, el aire y los océanos-que permiten la libre circulación de personas, bienes, servicios e ideas. Son las arterias de la economía global y la sociedad civil, y el acceso está en riesgo debido a una mayor competencia y conductas provocativas” (traducción libre, G.M) (Barak Obama, 2015).

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2

investigador del CONICET), se han mostrado como críticos al emprendimiento

de los mapas, y han publicitado sus ideas en diarios de publicación masiva.4

Estas críticas transparentan ramificaciones metodológicas y geopolíticas

implícitas - además de las incumbencias didácticas que todo mapa prescribe a

la práctica docente. Si como el geógrafo francés Ives Lacoste pensaba, la

geografía es un saber estratégico, los mapas representan un importante

recurso de visibilización territorial. De lo que se trata es de socializar una

información para aclararnos el carácter social, cultural y político de la nueva

cartografía.

La potestad del Instituto geográfico Nacional. La cartografía y

el contexto legal actual

Debemos remarcar que por Decreto N° 554/2009 (B.O. 18/5/2009), el

Instituto geográfico Militar pasó a denominarse Instituto Geográfico Nacional,

heredando la tarea de confeccionar y regular las representaciones gráficas

sobre el territorio nacional, legitimidad que ya le daba la ley nº 22.963 de 1983,

que en su artículo nº 1 establecía que:

“Art. 1: La representación del territorio continental, insular y antártico de la

República Argentina, editada en el país en forma literaria o gráfica con cualquier

formato y finalidad, así como la proveniente del extranjero destinada a ser

distribuida en el país, deberá ajustarse estrictamente a la cartografía oficial

establecida por el Poder Ejecutivo Nacional a través del Instituto Geográfico

Nacional”. (Ley 22963, extraído de

http://www.loa.org.ar/legNormaDetalle.aspx?id=9120, consultado el día 4/4/2015 )

Sumado a este ordenamiento se establecía en dicha ley la potestad del

IGN., conferida por el art. Nº 16 de la misma:

“Art. 16: El Instituto Geográfico Nacional tendrá a su cargo la fiscalización

y aprobación de toda obra literaria o gráfica, documento cartográfico, folleto, mapa

o publicación de cualquier tipo, en que se describa o represente en forma total o

parcial el territorio de la República Argentina” (Idem)

La atribución del IGN es capital, en función del conjunto de

representaciones, que puedan circular en la Argentina y sus atribuciones

geopolítica, más teniendo en cuenta la ‘compresión espacio temporal’ en la

circulación de ideas en esta etapa del capitalismo transnacional. Los poderes

fácticos comunicacionales monopolizados, han impuesto una velocidad casi

instantánea a la publicidad de información desde cualquier parte del mundo y

un machaque ideológico cuali y cuantitativamente mayor comparado a

4 Nos referimos a los artículos del diario Clarín “La ideología carga contra la cartografía” de Carlos Reboratti (30-11-2012) y “Un mapa no alcanza para cambiar nuestra realidad” de Carla Lois (12-11-2013). Asimismo el artículo “Argentina está en el ombligo del mundo, según un planisferio oficial” de Pablo Calvo (4-11-12)

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3

cualquier etapa del pasado histórico. (Castells M., 1999) Un ejemplo de la

toponimia gráfica publicitada, se encuentra en la:

- cartografía oficial inglesa sobre los territorios insulares antárticos y las Islas

Malvinas, (https://www.gov.uk/government/publications/the-overseas-territories-

security-success-and-sustainability, Consultado el día 20/3/2015)

-en el nuevo mapa geológico Chileno,

(http://www.ipgp.fr/~dechabal/Geol-millon.pdf, Consultado el día 20/3/2015 ), y

el mapa planisferio invertido del geógrafo y político Carlos Cantero que se

propuso para difundir en los colegios chilenos

(http://cartografia.cl/beta/index.php/noticias/394-proponen-nuevo-mapa-que-

ubica-a-chile-como-qcentro-del-mundoq, Consultado el día 20/3/2015).

- en los sistemas de información geográfico (SIG) donde nuestras islas

aparecen con la toponimia dada por el Reino Unido como pertenecientes a

ellos. (Falklands Islands, etc.)

Los mapas oficiales argentinos, como representación gráfica de una

realidad objetiva (fronteras, límites, cuencas hidrográficas, provincias,

plataforma continental, etc.), son aprehendidos por la ciudadanía conformando

una visión de su país y sus intereses nacionales. El mapa planisferio fue

realizado por el IGN y tiene legimitidad por ser creado por el organismo estatal

pertinente. El mapa bi-continental adquieren “doble” legalidad y legitimidad

siendo votado y aprobado en la cámara de diputados el día 28/10/2009, y por el

Senado el día 20/10/2010 (Acta nº 5, 128° Período Legislativo - Ordinario -

15º Sesión, orden del día 877 (CD-74/09), en prueba de la dinámica

democrática institucional otorgada por la Constitución Nacional en su capítulo

V. Congreso nacional elegido por voluntad popular.

La visión política estratégica del poder ejecutivo argentino en la visión de

la presidenta Kirchner, conjuga la ley de Nacional de Educación nº 26.206,

que reglamenta la enseñanza en nuestro país, con la ley de la Carta nº

22. 963 que da potestad al IGN para la confección de mapas oficiales, con la

ley nº 26.651 para dotar de obligatoriedad a la publicitación en las escuelas y

lugares públicos al mapa bi-continental.

Sin novedades en el frente

Recalcamos que en los mapas argentinos anteriores a los propuestos

por la presidenta Cristina Kirchner, aprobados para su comercialización por el

IGN, con proyección Mercator u otra, aparecía la parte Antártida en un

recuadro lateral, en una escala diferente al continente americano, por lo cual

se observaba más pequeño, cuando en realidad posee una superficie mayor.

Allí el territorio solicitado por nuestro país tenía la toponimia de Antártida

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4

Argentina, perteneciente desde 1990 a la nueva provincia de Tierra del

Fuego, Antártida e Islas del Atlántico sur, antes territorio nacional.5

No hubo objeciones al respecto, ni se tildó a nadie de nada. En estos

mapas de circulación comercial y consumo ciudadano, en las marcas

comerciales tales como Rivadavia, Mundo Cartográfico, Estrada, Tecnografic

la parte Antártica aparecía siendo parte del territorio desde los 25º a los 74º

long W y 60º a 90º lat. Sur, tal cual la petición argentina. Los problemas

comenzaron cuando el gobierno actual propuso una cartografía con la finalidad

de concientizar la posición de la UNASUR en el mundo (América en el centro

del Planisferio y la visibilidad de los polos que aparecían parcialmente

representados en la proyección Mercator). El arrebato de las críticas se eleva

con la aparición del mapa bi-continental con la parte Antártida argentina en

igual escala que el continente americano. La pregunta formulada fue: ¿pero es

una parte de la Antártida de Argentina? A partir de allí formularemos el

desarrollo del artículo.

La geopolítica invisibilizada y el presunto nacionalismo

enfermizo de la nueva cartografía

Raras pretensiones de análisis científico tendrán los geógrafos si

intentan retroceder a la neutralidad ideológica positivista del siglo XIX o,

adscribir a la ficción posmoderna de la muerte de las ideologías. Ambas

escuelas; recordemos; fueron/son funcionales para eternizar las leyes de la

formación económica capitalista. El comentario tiene su razón, pues intenta no

disimular la sorpresa que el artículo del geógrafo crítico Carlos Reboratti

causa. Éste expresa en su crítica al mapa bi-continental que “La ideología

carga sobre la cartografía” (título del artículo), acaso como si la ideología fuera

una anomalía epistemológica en la práctica científica geográfica. ¿En tanto

sujeto social, se puede culpar al geógrafo y profesional científico, por tener un

sistema de valores? El problema radica entonces, en qué ideología es la que

sustenta el mapa bi-continental y sobre la que Reboratti no acuerda.

Prevengamos que la crítica al mapa es un tiro por elevación para pegarle al

peronismo y al FPV. Veremos que Reboratti definirá a la cosmovisión del

mapa, como de un nacionalismo enfermizo6 y, en esa posición patológica

ubicará las acciones gubernamentales del gobierno de Cristina Kirchner.

Sin embargo, la primera fundamentación antártica, en el libro Soberanía

Argentina en la Antártida (1948); enfoque que el gobierno actual prosigue,

5 “En 1986, el Poder Legislativo aprobó convertir la zona en una nueva provincia, pero la Ley 23.775 que la constituía no se promulgó hasta 26 de Abril de 1990, que provincializó al entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y al año siguiente se redactó, en Ushuaia la carta magna de la provincia.” (http://gobierno.tierradelfuego.gov.ar/historia/, consultado el 20/3/2015) 6 Expresa en el diario que: “Sucede que a los argentinos nos es muy difícil desprendernos de nuestra pasada ideología del nacionalismo enfermizo y sus devaneos geopolíticos, que con su machacona insistencia formaron una suerte de “sentido común territorial”. (Reboratti, 2012)

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5

esbozaban estas palabras del prólogo del general Perón, que precisamente no

contactan con ese ordenamiento ultramontano:

“La Nación Argentina ha sometido sus pruebas en derechos en el

problema de la Antártida. Admitirá con igual respeto jurídico, las pruebas de

los demás Estados, pero al proclamar los derechos Argentinos sobre los suelos

del sur, sobre la Antártida, ante la opinión internacional, reafirma, una vez más,

que su trabajo diario por la consagración de la pacificación, no es anhelo de

renunciamiento, ni menos negación de lo que constituye una posesión

determinada por la jurisdicción indiscutida e indiscutible de Argentina sobre la

zona Austral” (Comisión Nac. De la Antártida, 1948, negritas G.M.)

Carla Lois entiende que con “Un mapa no alcanza para cambiar a

realidad” (título del artículo), pero precisamente esa proposición demuestra la

desmemoria, o el desconocimiento del conjunto de acciones político- culturales

que el gobierno nacional viene realizando para modificar las relaciones socio-

espaciales en Argentina y en la región, en el contexto de complicadas

relaciones internacionales, con el objetivo de la ratificación de nuestra

soberanía.

¿Sólo un mapa realizó el gobierno nacional? El mapa se acompaña de

prácticas políticas concretas.

¿Se desconoce el aumento del financiamiento estatal de las

investigaciones sobre el continente blanco que realiza el Instituto Antártico

Argentino (http://www.dna.gov.ar/CIENCIA/INDEX.HTM) ¿Las mismas bases

permanentes y temporarias, por ventura; no implican una voluntad política y

disponibilidad de recursos financieros, logísticos y humanos, otorgados y

sostenidos por el gobierno? Pero fundamentalmente para analizar el contexto

de producción cartográfica, ¿pueden desconocerse las problemáticas

geopolíticas actuales?

En este sentido, ¿la erradicación de la Doctrina de Seguridad nacional

por el gobierno nacional y la visión sobre los derechos humanos no

modificaron el paisaje cultural en Argentina, subordinado antes a los

fundamentos de la Defensa nacional norteamericana, con incidencia territorial

en la lucha contra el enemigo interno y la consecuencia de 30.000

desaparecidos? ¿Igualmente, el ministro Héctor Timmerman no inició una

denuncia formal en la ONU por la militarización y la instalación de bases

militares de la OTAN en el Atlántico (Isla Ascensión, Santa Helena, Tristán de

Cunha, Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur )? ¿No repicaron sus palabras

por la violación del Tratado de Tlatelolco de 1967 (en vigencia desde 1969)

por el uso de material nuclear por parte de Gran Bretaña, y el uso de nuestros

recursos (febrero del 2012)?

(https://www.youtube.com/watch?v=7JKaIhh7NPU, consultado el día

23/3/2015).

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6

Además, ¿es azar político generar el consenso para protestar como lo

hizo el gobierno y todos los diputados, porque el Tratado de Lisboa de la U.E.

de diciembre del 2007 (en vigencia desde 2009), en su anexo II, incluye a las

Islas Malvinas y la Antártida argentina como posesiones de ultramar de la

U.E? Igualmente ¿no es el art. 42-2 del mismo Tratado el que deja en claro la

no contradicción entre la OTAN y las fuerzas armadas de los países de la U.E

para participar en conflictos posibles?, y asimismo ¿en el artículo nº 42-3, no

se habla de la formación de una fuerza multinacional militar para unificar una

política de defensa común europea? El Tratado Interamericano de asistencia

recíproca (TIAR) de 1948-fogoneado por EEUU para limitar la posibilidad de

la URSS en la región en aquella época-, no obliga a la defensa colectiva, como

bloque, de los países americanos en caso de ser agredidos por algún país

extracontinental? ¿EEUU no está ya en flagrante contradicción con la simbiosis

entre la OTAN y la fuerza multinacional europea?

Si de geopolítica hablamos, ¿no representa el pasaje de Drake, un

paso geoestratégico, ante el posible conflicto bélico en la zona del canal de

Panamá, paso obligado para establecer el dominio sobre el comercio Atlántico-

Pacífico?, ¿la bibliografía geopolítica chilena y británica por casualidad la

invisibilizan? ¿Porque Reboratti y Lois no hablan de ninguno de estos

aspectos? Los mapas también son hijos de su tiempo y así deben ser

analizados.

Remarquemos que la ampliación territorial de los conflictos de intereses

geo-estratégicos y su mapeo, a diferencia de épocas anteriores, se impone

entre otras cosas por las consecuencias del cambio climático, que incorpora a

los polos como escenarios geopolíticos precisos ante el derretimiento de las

aguas y posibles reservas de agua, minerales o hidrocarburos. (IPCC, 2014)

(Barbarán Gustavo E., 2005) (Gomez García Marcelo, 2005) (Jurko Spiro,

2003) (Cox Sepulveda, 2008). El nuevo mapa visibiliza estos elementos

precisamente. Ya Rusia plantó su bandera en una parte del Ártico aduciendo

que es la prolongación de su continente7. En ese sentido no hay que olvidar

que la piedra de toque para legitimar la posesión sobre la Antártida por parte de

Reino Unido, se lo da la presunta legitimidad que esgrime sobre Malvinas,

hecho que le permite fundamentar los derechos de contigüidad.

7 “La expedición se considera un intento de Rusia por reclamar la propiedad de más de un millón de kilómetros cuadrados de área submarina y sus posibles yacimientos de petróleo y gas, en una zona sobre la que también existen reclamos de Estados Unidos, Canadá y Dinamarca. El descenso de 4.200 metros de los dos batiscafos es parte de una misión científica que pretende encontrar evidencias de que una vasta cordillera submarina es la extensión geológica del territorio ruso. De ser cierto, esperan que la Ley del Mar de la ONU conceda el título de propiedad a Moscú”. (http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_6927000/6927179.stm, consultado el día 20/3/2015)

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7

De allí la unidad geopolítica de ambos espacios australes (Islas Malvinas

y parte Antártica Argentina).

Por qué no considerar la nueva cartografía como una nueva concepción

cultural, en instancias del auge y ampliación geográfica de la geopolítica, del

multilateralismo y la aparición de nuevos actores sociales, del cual UNASUR es

un ejemplo. Detrás de ese ordenamiento de Reboratti, no es difícil adivinar una

posible postura futura, la concepción ingenua y cándida de una pretendida

Antártida gestionada en su totalidad como Territorio internacional, (¿sin

disputa de intereses económicos a partir de los 60 grados lat. Sur?, ¿vía

fideicomiso o administración de la ONU, desatendiendo el reclamo argentino ?

Reboratti exclama en referencia a la soberanía, que Argentina:

“Sólo la pretende, y, es más, según determina el Tratado Antártico, vigente

desde 1961 y firmado y ratificado por nuestro país, esa pretensión ha sido

oficialmente congelada hasta el año 2041. Es por eso que en esa parte del

pretendido territorio nacional se asientan bases chilenas, inglesas,

norteamericanas y rusas, entre otras, que conviven en armonía.” (Reboratti, 2012).

El tratado será abierto para su revisión en 2048, no como dice Reboratti

(sic), si alguna de las partes lo peticiona. Tal fue el acuerdo de los Estados

partes luego del Protocolo de Madrid de 1991, en vigencia desde 1998, porque

luego de 1959, se adosaron nuevos protocolos y convenciones que conforman

el Sistema del Tratado Antártico. Entre ellos: Medidas convenidas para la

protección de la flora y la fauna Antártica, adoptada en Bélgica en 1964,

Convención de focas antárticas (1972 en vigor desde 1978), Convención

para la conservación de los recursos vivos marinos (1980 en vigor desde

1982), el Protocolo de Madrid sobre el medio ambiente (1991- en vigencia en

1998). Esa visión internista y purista del desarrollo de la ciencia de

Reboratti, que desconoce la geopolítica, remite al neopositivsimo de Thomas

Khun, olvidando el conjunto de intereses en juego en la región.

Los mapas del engaño y la necesidad de inflar el ego nacionalista

Con respecto a esto de la soberanía, que expuso Reboratti, debemos

remarcar que:

“Congelamiento de reclamaciones territoriales o su equivalente en idioma

inglés ‘frozen ‘claims’. No hay tal congelamiento sino aceptación por los Estados

con sectores antárticos de las servidumbres o restricciones a la soberanía

impuesta por el Tratado Antártico. Se trata de restricciones en campos

determinados, libremente aceptadas por ellos. Es preferible pues hablar en

ambos casos de ‘status territorial especial’, establecido por el artículo IV del

Tratado Antártico” (Ministerio de educación ciencia y tecnología, 2004).

Aclaremos que si bien Argentina firmó el Tratado Antártico en 1959, no

renunció a su soberanía, pues el art. IV inciso 1 se establece que:

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8

“Ninguna disposición del presente Tratado se interpretará:

(a) como una renuncia, por cualquiera de las Partes contratantes, a sus derechos de soberanía territorial o a las reclamaciones territoriales en la Antártida, que hubiere hecho valer precedentemente;

(b) como una renuncia o menoscabo, por cualquiera de las Partes Contratantes, a cualquier fundamento de reclamación de soberanía territorial en la Antártida que pudiera tener, ya sea como resultado de sus actividades o de las de sus nacionales en la Antártida, o por cualquier otro motivo;

(c) como perjudicial a cualquiera de las Partes Contratantes, en lo concerniente a su reconocimiento o no reconocimiento del derecho de soberanía territorial, de una reclamación o de un fundamento de reclamación de soberanía territorial de cualquier Estado en la Antártida.”

Para el Estado Argentino la soberanía sobre la Antártida no se basa en

“supuestos derechos”, sino que tiene fundamentos históricos, geográficos y

legales objetivos expresados en 1948; cuando dio a conocer su reclamo

territorial: la contigüidad de sus islas australes (Malvinas entre otras),

continuidad geológica ( recordar que Artantandes es la continuidad de los

Andes continentales americanos), el principio uti possidetis que nos permitió

heredar los territorios del Imperio español, la ocupación permanente desde

22 de febrero de 1904 que nos hizo ser el primer país que lo ocupó

permanentemente en soledad por más de 40 años, y trabajos científicos,

cartográficos y exploraciones ininterrumpidas

Si bien todavía no se ha resuelto el litigio sobre la Antártida no existen

razones ideológicas ni legales que impidan que el Estado proponga un mapa

para ser enseñado en las escuelas. La potestad del IGN es precisamente

regular las producciones cartográficas de argentina y así lo hace. ¿Se pretende

quizás, desregularizar las producciones cartográficas del país? Las objeciones

de Lois y Reboratti muestran más una invisibilización de la geopolítica, que un

análisis serio del asunto. El problema se profundiza pues la señora y el señor

no son advenedizos sin estudio, sino que profesan la docencia e investigación

geográfica.

El hecho de que el mapa bi-continental y el nuevo planisferio con América

en el centro, muestre la parte Antártica (ocupada en 1904, hace 111 años), y

que también sea reivindicada por Reino Unido en el año 1962 (20º a 80º long.

W., 60 º lat. Sur al polo) o por chile en 1940 (53º y 90 º long. W, 60º lat. Sur al

polo) no inflige una normativa internacional. Lois deja entrever que el art. 2

del Tratado Antártico establece una especie de prohibición a la producción de

cartografía por el Estado, y si éste lo realizara no tendría incidencia legal.

“Art. 2: Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el presente

Tratado se halle en vigencia constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o

negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida, ni para crear

derechos de soberanía en esta región. No se harán nuevas reclamaciones

anteriormente hechas valer, mientras el presente tratado se halle vigente”

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9

Pero dentro del ‘status territorial especial’ del que hablamos antes con

una soberanía restringida, es posible desarrollar una cartografía argentina que

muestre la parte antártica como una muestra de un reclamo de derecho

legítimo, continuo, no accidental, parte de un ejercicio persistente del Estado

Nacional en el cuidado de su territorio. La cartografía oficial de un Estado, su

sistema postal, su moneda, sus símbolos patrios, etc., son prácticas

soberanas. Por otra parte, y es lo más importante, no se construye

territorialidad en la conciencia social argentina sin ese conocimiento

cartográfico y su enseñanza. Carla Lois, expresa que el gobierno:

“adula el ego nacionalista empobreciendo la relación entre territorio,

cartografía y poder”. (Lois, 2013)

El problema no es la determinación psicologista con la cual Lois

interpreta el asunto, éste se resolvería con una masiva consulta del pueblo

con un analista. Tampoco de patologías autóctonas como pretende Reboratti

sobre el gobierno nacional de Cristina Kirchner, el conflicto se acabaría

llevando al psiquiatra al gobernante de turno. El problema es de definiciones

geopolíticas, disciplina que; lamentablemente no analizan en lo más mínimo.

Entendemos que el mapa bi-continental habilita la posibilidad de reflexión con

los alumnos y ciudadanos en general, sobre los recursos y potencialidades de

nuestro territorio, sobre las relaciones de poder socio-espaciales en el mismo

(léase neocolonialismo), y su relaciones internacionales. Reboratti expone:

“El nuevo mapa oficial, por desgracia, se basa en y hace renacer esas

ideas [de nacionalismo enfermizo], y con la pretensión de enseñar, oficializa un

mapa que es básicamente un engaño: el de la posesión de un territorio de

soberanía inexistente.” (Reboratti, 2012)

Carla Lois plantea, en igual sintonía, una crítica del mapa bi-continental

del IGN, pues:

“parece más efectivo apostar al fervor nacionalista apelando a

naturalizar en el sentido común el supuesto derecho argentino […] sin

explicitar los términos en que eso debe ser negociado con otros países que

mantienen reclamos similares”. (Lois, 2013)

Reténgase el enfoque relativista de Lois, el “supuesto” derecho. Pero para

los mapas anteriores que tenían a ese territorio como Antártida argentina, no

hicieron ninguna objeción. Este posicionamiento errado vienen a veces

esgrimidos por sectores progresistas, pero que sin embargo no advierten la

dimensión del problema, argumentando criterios míticos o maníacos en la

representación cartográfica argentina. Alejandro Grimson, influenciado por el

historiador Luis Alberto Romero entiende que:

“en la idea que tenemos del territorio argentino, la acción de los mapas

escolares nº 3 y nº 5 ha sido muy eficiente…En esas imágenes escolares hay un

recuadro en la parte inferior que indica ‘Antártida argentina’ en lugar de decir

‘solicitada por la Argentina’. Creamos así la idea de que ‘eso’ es la Argentina

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10

cuando, si bien la Argentina propone que eso sea así, hoy por hoy no tiene

soberanía sobre ese territorio” (Grimson Alejandro, 2014).

El reclamo argentino no expone un fundamento mítico esencialista, ni

contacta con prácticas estatales maníacas, sino, por el contrario, es

defendida por una racionalidad clara.

Un aspecto autónomo e individual a posteriori, es la libertad de

aplicación de una didáctica, según el marco teórico-metodológico conceptual

del docente a cargo de la enseñanza. Explicaremos las condiciones del

Sistema antártico, el Tratado de 1959 y sus complementos como el Protocolo

sobre Medio ambiente de Madrid en 1991 (en vigencia en 1998) en su

desarrollo histórico, los fundamentos argentinos sobre la Antártida, las

condiciones técnicas (la proyección Aitoff) y geopolíticas del mapa bi-

continental y el planisferio, y las formas posibles en qué puede resolverse el

litigio congelado hasta 2048, luego de la reunión en España. Esa didáctica no

se impone por la existencia oficial de un mapa, ni lesiona la subjetividad

cognoscitiva de nadie.

Los términos en que se resolverá el asunto, que Lois y Reboratti

presentan como un escamoteo y un engaño del gobierno; son los que el

Estado Nacional, viene llevando adelante desde la firma del tratado en 1959,

obligación legal del Tratado que este gobierno no desestimó y que es conocido

por todos. Discusión que se realizará en 2048 si un estado parte lo solicita

según el protocolo sobre Medio ambiente de 1991 (en vigencia desde 1998).

El efecto editorial de toda esta concepción relativista ha generado que

en una parte de los textos escolares de Geografía no se explicitan los

fundamentos del pedido de soberanía de nuestro país. Damos ejemplos:

Geografía 2 (Editorial Santillana, 1996), Geografía de la Argentina (Editorial

Puerto de Palos, 2009) con un aporte de Carlos Reboratti (sic), El espacio

geográfico argentino en el mundo actual (Editorial Longseller, 2010). ¿Es

información superflua, anacrónica, etc.?

Debemos enfatizar, por otra parte, que en Argentina existen una cantidad

de escuelas privadas extranjeras y que los docentes que trabajen en las

mismas deberán explicar los fundamentos argentinos que se oponen a las

explicaciones de los países de origen, -España, Italia, Alemania, Francia,

Inglaterra-, que defienden el Tratado de Lisboa de la U.E. Estas escuelas, a

veces, desarrollan una historia de su genealogía territorial bajo la

concepción geo-histórica eurocentrista de sus países de origen.

¿Deberemos dejar que se enseñen en esas escuelas que las Malvinas y la

Antártida Argentina son territorios de ultramar de la U.E.?

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11

Conclusión

Queda claro que en ese proceso de discusión, la esencia del debate

consiste en si dejar o nó la dirección de los asuntos cartográficos y

educacionales a visiones desreguladoras de las funciones de un Estado

popular, tal como el neoliberalismo propone como su esencia política. Los

debates del bicentenario habilitaron a repensar el país. No podía ser de otra

manera. En esa disputa de modelos, las críticas de Lois y Reboratti se adosan

a las de otros intelectuales8 que intentaron erosionar los fundamentos de la

Argentina sobre Malvinas en un artículo del diario La Nación, ‘Una visión

alternativa sobre la causa Malvinas’ (http://www.lanacion.com.ar/1450787-una-

vision-alternativa-sobre-la-causa-de-malvinas, consultado el día 23/5/2015),

posición criticada por Atilio Borón9 en el diario Página 12. Reafirmamos, que

flaco favor se le hace a Gran Bretaña si legitimamos su derecho sobre

Malvinas, ya que se le da el poder de peticionar legalmente por contigüidad la

Antártida. Ambos espacios australes están geopolíticamente interrelacionados,

recordémoslo. En escenarios futuros ya se avistan posicionamientos que

erosionan la postura histórica sobre la Antártida y se actualizan viejos

enfoques. Así se abre el juego para apoyar la idea de la Antártida como

Territorio internacional por sus servicios eco-sistémicos, vía fideicomiso o

administración de la ONU, previa la pérdida de nuestra soberanía, tal como un

país africano propuso en una época. Lois y Reboratti no lo dicen

explícitamente, pero objetivamente llevan agua para ese molino. Convencidos

que sólo el debate franco y frontal, sin cortapisas puede aclararnos los

problemas, publicitamos al lector esta problemática esencial de cara al

desarrollo futuro argentino, pues:

8 Juan José Sebreli, Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, Jorge Lanata, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintín), Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay y Beatriz Sarlo. Ésta última ex mujer de Reboratti. 9 “Uno de los disparates más significativos es el que dice, en línea con los pretextos de Londres, que la Argentina debería consultar a los isleños si es que aceptan o no que las islas sean reincorporadas al patrimonio nacional. Se apela, erróneamente, a la doctrina de la “autodeterminación nacional”, lo que le permitió al historiador Luis Alberto Romero (en una columna publicada en el diario La Nación) y a un grupo de 17 intelectuales y publicistas proponentes, según ellos, de una mirada alternativa sobre la cuestión de las Malvinas, renunciar alegremente y sin más miramientos al legítimo derecho que le asiste a la Argentina y dar por definitivamente perdida una batalla que este país viene librando desde hace 179 años[…] Quienes postulan la doctrina de la “autodeterminación nacional” se olvidan de que ésta sólo es aplicable a condición de que se cumpla con un requisito inescapable: que quienes se amparen en ese derecho sean los pobladores autóctonos de un territorio, lo que no ocurre en el caso de las Malvinas. La escasa población argentina que había en las islas fue desalojada por una fuerza expedicionaria británica que se apoderó violentamente del archipiélago y estableció, en su lugar, una pequeña colonia que al cabo de casi dos siglos no supera las tres mil almas. Esa viciosa modalidad de adquisición territorial se llama, en el derecho internacional, “conquista”, y de por sí invalida cualquier pretensión de legitimar la presencia post festum de los intrusos auscultando su voluntad o no de perpetuar los efectos de la conquista gracias a la cual se apoderaron de unas tierras que no eran suyas” (.http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-188581-2012-02-29.html, consultado el día 23/3/2015)

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“La Nación Argentina defenderá celosamente su soberanía territorial y, en la

discusión pacífica de sus derechos, expresará su voluntad indeclinable, de que no

se alteren los títulos legítimos que ofrece” (Perón Juan, Comisión Nacional. del

Antártico, 1948)

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