teologÍa fundamental

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TEOLOGÍA FUNDAMENTAL SUMARIO: I. HISTORIA Y ESPECIFICIDAD: 1. De la apologética a la teología fundamental; 2. Reacción contra la apologética clásica; 3. Fase de ampliación; 4. Fase de concentración; 5. Una disciplina teológica distinta y específica; 6. Una disciplina estructurada 7. Organización pedagógica R. Latourelle II. DESTINATARIO : 1. Elementos positivos; 2. Dificultades R. Fisichella III. EN ESPAÑA E IBEROAMÉRICA . 1. Autores iníciales; 2. Desde el Vaticano II hasta la actualidad; IV. Y PASTORAL : 1. Nuevo enfoque de la teología fundamental; 2. El impulso pastoral del concilio; 3. La acción pastoral de la Iglesia; 4. Teología pastoral y teología fundamental. V. Y PRAXIS : 1. Dimensión "práctica" de la "palabra" y del conocimiento creyente según la perspectiva bíblica; 2. Idealismo y teología de la praxis.

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Es una introducción a la teología fundamental católica

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TEOLOGA FUNDAMENTALSUMARIO:I. HISTORIA Y ESPECIFICIDAD:1. De la apologtica a la teologa fundamental;2. Reaccin contra la apologtica clsica;3. Fase de ampliacin;4. Fase de concentracin;5. Una disciplina teolgica distinta y especfica;6. Una disciplina estructurada7. Organizacin pedaggicaR. LatourelleII.DESTINATARIO:1. Elementos positivos;2. Dificultades R. FisichellaIII.EN ESPAA E IBEROAMRICA.1. Autores inciales;2. Desde el Vaticano II hasta la actualidad;IV.Y PASTORAL:1. Nuevo enfoque de la teologa fundamental;2. El impulso pastoraldelconcilio;3. La accin pastoraldela Iglesia;4. Teologa pastoral y teologa fundamental.V.Y PRAXIS: 1. Dimensin "prctica" de la "palabra" y del conocimiento creyente segn la perspectiva bblica; 2. Idealismo y teologa de la praxis.I. Historia y especificidad1. DE LA APOLOGTICA A LA TEOLOGA FUNDAMENTAL. La teologa fundamental actual naci de la t apologtica clsica y de una reflexinsobre la necesidad de reformarse, so pena de desaparecer, para responder a una mentalidad nueva, a unas tcnicas renovadas, a unas exigencias actuales. La apologtica estaba habituada a los cambios, a los giros imprevistos. Pero en el perodo posterior a la guerra el cambio ha sido tan profundo y tan espectacular, que la apologtica ha credo oportuno cambiar de nombre y se ha convertido en la teologafundamental.Este cambio de nombre no es ms que la manifestacin y el signo de una transformacin mucho ms profunda, que afecta al estatuto mismo de esta ciencia. Para ser fiel a la realidad, habra que hablar de un nuevo pasaporte de la apologtica, puesto que los cambios operados afectan a su nombre, a su contenido, a su mtodo, a su identidad. Por otra parte, puesto que los problemas que arrostra la teologa fundamental actual siguen siendo sustancialmente los mismos (i Revelacin y l Credibilidad), sera injusto considerar el presente como un- comienzo absoluto.La formacin de la nueva imagen de la apologtica; llamada ahora teologa fundamental, data de los aos posteriores a la guerra. Cubre un perodo de tres dcadas que corresponde a un triple movimiento de la reflexin teolgica: una fase de reaccin contra la apologtica clsica; una fase de ampliacin, que coincide con la adopcin definitiva -del trmino deteologa fundamental,y, finalmente, una fase de reflexin sobre su identidad y la jerarquizacin de sus tareas. Esquematizando y tomando al Vaticano II como punto de referencia, puede hablarse de fase preconciliar, conciliar y posconciliar. Hablamos de tres fases ms bien que de tres etapas cronolgicas, ya que se trata realmente de tres oleadas que se mezclan entre s en vez de sucederse. Cuando se levanta la segunda, todava se hace sentir el movimiento de laprimera; y mientras que se despliega la segunda, ya comienza a esbozarse la tercera.2. REACCIN CONTRA LA APOLOGTICA CLSICA. Lo que llamamos apologtica "tradicional" o apologtica "clsica", con su triple proceso de demostracin religiosa, demostracin cristiana y demostracin catlica, no es el resultado de una reflexin crtica sobre su objeto, su finalidad, su mtodo, sino de una necesidad histrica, a saber: la lucha contra los protestantes del siglo xvl, los libertinos y los ateos prcticos del siglo xvii y los destas y encicopedistas del siglo xviii. A los ateos y libertinos haba que oponerles una teodicea (!Teologa natural) rigurosa y mostrarles la necesidad de la religin. Contra los destas, que se contentaban con una religin natural y rechazaban toda idea de revelacin histrica, haba que mostrar que el cristianismo es la verdadera religin, sobre la base de unas pruebas apodcticas que establecieran que Jesucristo es aquel que habla en nombre de Dios. Finalmente, contra los protestantes haba que mostrar que la Iglesia catlica, entre las diversas confesiones cristianas, es la nica y verdadera I Iglesia. Mientras que el protestantismo subrayaba en la fe los elementos de subjetividad, en particular la accin del Espritu que nos hace adherirnos a la palabra de Dios y nos da la certeza de su origen, la apologtica catlica insista en los criterios objetivos. En el contexto del Vaticano I, estos criterios son ante todo los /milagros y las /profecas. Y, subyacente a este proceso en tres tiempos, la conviccin de que la fe es el trmino necesario de la demostracin cristiana, mientras que la entrada en la Iglesia es el resultado de la demostracin catlica. Este esquema tripartido existe ya en el siglo xvi. El trmino de "apologtica" entra en eluso corriente por el 1830. Sin embargo, tan slo a comienzos del siglo xx es cuando aparecen obras que-no slo se dedican a una justificacin racional y sistemtica de la decisin de fe, sino que se esfuerzan al mismo tiempo en definir el estatuto epistemolgico de la apologtica como ciencia distinta de la filosofa y de, la.dogmtica. Citemos, como puno de referencia, las obras clsicas de A. Gardeil de R. Garrigou-Lagrange y de S. Tromp.El contexto de la posguerra es muy distinto del que vio nacer a la apologtica clsica. La teologa sufre una prodigiosa renovacin, concretamente en los sectores que tocan ms de cerca ala apologtica. Pensamos, en particular, en la renovacin de los estudios bblicos y patrsticos, que han hecho descubrir, en la revelacin y en la fe, una realidad mucho ms rica, ms concreta, ms personal, ms dctil; en la renovacin de los mtodos y de las tcnicas de exgesis; en el progreso multiforme realizado en las ciencias del lenguaje; en la contribucin de las filosofas del hombre; finalmente, en la renovacin ecumnica, que ha cambiado la actitud agresiva y polmica frente a los protestantes en actitud de apertura y de dilogo. No cabe duda de que ha cambiado el rgimen espiritual. Este contexto cultural y religioso indito ha puesto de relieve los puntos flacos y los lmites de la antigua apologtica. Sealemos algunas de las crticas suscitadas contra ella:a) La apologtica clsica quiere manifestar la credibilidad de la revelacin, pero antes de haber emprendido un estudio serio de la realidad sobre la que pretende dirigir una mirada crtica. Pues bien, es importante subrayar que la revelacin de la que aqu se trata no es una revelacin de tipo filosfico, cuyo modelo podra trazarse por anticipado, sino una realidad muy especfica, que nos vienepor los caminos de la historia y de la encarnacin. Slo la revelacin puede decirnos qu es la revelacin. La primera urgencia de la apologtica, por consiguiente, es estudiar esta intervencin de Dios en Jesucristo, con toda su riqueza y todas sus dimensiones. Igualmente, el nico estudio vlido de los signos es el que busca su sntesis en la persona de Cristo. Esta revelacin tan especfica es el dato fundamental sobre el que se ejerce la reflexin del telogo para captar su consistencia histrica, as como susentido.b) Sobre esta cuestin delsentido se articula la segunda crtica que se le hace a la apologtica clsica. En efecto, sta, despus. de haber establecido sobre la base de argumentos externos que Jess es el enviado de Dios y que ha fundado la Iglesia, conclua que haba que recibir de esa Iglesia todo lo que debemos creer. De esta manera ignoraba (al menos prcticamente) que el mensaje cristiano es soberanamente inteligible y que esta plenitud de sentido constituye ya un motivo de credibilidad. La revelacin es "creble" no slo por causa de los signos externos, sino tambin porque revela al hombre a s mismo; es incluso la nica clave de inteligibilidad del misterio del hombre. Por tanto, no hay que aislar la facticidad histrica del sentido de la revelacin. La apologtica no se atreva a abordar esta cuestin, sin duda para no dar la impresin de meterse en un terreno reservado a la dogmtica.c) Algunos representantes de la apologtica tradicional trataban tan slo de la mesianidad de Jess. Crean que era suficiente mostrar que Jess se haba presentado como legado divino, que hablaba en nombre de Dios. Los dems testimonios de Jess sobre s1 mismo pertenecan a la dogmtica. Tambin en esta ocasin semejante postura es inaceptable. Primero, porque nos obliga a continuas e ilegtimas reducciones en la presentacin de Jess, propuesto y presentado por los evangelios como el Cristo, el Hijo del hombre, el Hijo del Padre (l Cristologa: ttulos cnstolgicos). Luego, porque hace pesar sobre los hombros. de un simple legado las exigencias radicales de un juez supremo de todos los hombres. Finalmente, porque hace ininteligible el milagro absolutamente nico en la historia de la salvacin de una resurreccin gloriosa. Esta dicotoma entre legado divino e Hijo del Padre es artificial, contraria al testimonio de Jess sobre s mismo y ms an a la presentacin del kerigma sobre Jess.d) La cuarta crtica concierne a la escasa, a quiz nula, atencin de la apologtica clsica a las condiciones de acogida de la revelacin y de los signos por parte del hombre a quien van dirigidos. So pretexto de objetividad cientfica, la apologtica ha descuidado todo un aspecto de la credibilidad. En efecto, si la apologtica tiene por objeto no ya una credibilidad abstracta, sino la credibilidad humana de la revelacin, no puede contentarse con estudiar el "en s" de la revelacin y de los signos de la misma; tiene que preocuparse can la misma atencin de los signos que determinan, por parte del sujeto (I Teologa fundamental: destinatario), su recepcin eficaz. Esta toma en consideracin de la subjetividad humana, puesta de relieve por Blondel, es ahora un hecho adquirido.e) Hasta bien avanzado el siglo xx, la apologtica no ha cesado de endurecerse contra sus adversarios protestantes, destas y racionalistas. En el contexto ecumnico actual, esta actitud ya no es "defendible". No se trata ante todo de refutar; sino ms bien de crear condiciones de aproximacin y de dilogo. A1 intentar defenderse, la antigua apologtica secerraba sobre s misma y se cerraba a los dems. Afortunadamente, ha perdido este tono polmico. En vez de formularse en trminos de enfrentamiento, lo hace en trminos de posiciones y de proposiciones. Adems, el adversario de hoy no est menos en el corazn de los creyentes que en el de los no creyentes. El hombre del siglo xx no quiere tanto refutaciones como atencin a sus problemas, acompaada de una exposicin seria de los ttulos del -cristianismo para resolverlos. Pues bien, la apologtica debe asumir esta tarea, aunque no haya ningn adversario.Ms que una requisitoria venida desde fuera, las dificultades enumeradas representan una autocrtica ejercida por los mismos que tenan la misin de ensear la apologtica despus de la guerra mundial. A1 buscar la manera de determinar el estatuto de su disciplina en un contexto de vida y de pensamiento muy distinto, los enseantes tuvieron que proceder a cierto nmero de puntualizaciones, que constituan otras tantas opciones liberadoras.3. FASE DE AMPLIACIN. La segunda fase de la historia de la teologa fundamental de la posguerra comienza entorno a los aos sesenta con la promulgacin de laDei Verbum.Despus de exorcizar el fantasma de la antigua apologtica y de haber roto su solidaridad con el trmino con que se identificaba, la apologtica "nuevo estilo" conoca la alegra de una segunda primavera. Se multiplican las obras y artculos sobre la revelacin. Lo que caracteriza a este perodo es un fenmeno de ampliacin de la disciplina, que se manifiesta en todos los niveles: extensin de su tarea, enriquecimiento de sus temas privilegiados, dilogo con nuevos .interlocutores. Todo esto se concreta en la adopcin definitiva del trmino defundamentalpara designar su nueva imagen y su nueva identidad.Puede decirse que a partir de sus dos temas privilegiados, a saber: la revelacin y su credibilidad, se enriqueci y profundiz la teologa fundamental.Desde 1940 no han dejado de proliferar los estudios sobre el tema de la revelacin, estimulados por la produccin protestante, particularmente abundante en este terreno, y favorecidos tambin; en los ambientes catlicos por la renovacin bblica y patrstica, por el desarrollo de la teologa de la fe, de la predicacin, de la misin, que han actuado como catalizadores. Puede decirse que esta renovacin de la teologa de la revelacin; que comenz con los trabajos de H. Niebecker (1940), de R. Guardini (1940), de K. Rahner (1941) y de L. M. Dewailly (1945) y que prosigui pacientemente durante dos.dcadas en monografas cada vez ms numerosas, encontr su meta y en cierto modo su canonizacin en la constitucinl Dei Verbum,del 18 de noviembre de 1965.En efecto' la revelacin se presenta aqu no ya solamente bajo su aspecto objetivo de doctrina, de mensaje, sino como acto de Dios, a saber: como la automanifestacin y la autodonacin de Dios en Jesucristo. Cristo es la palabra epifnica de Dios: es la revelacin. Uno de los mritos de esta constitucin ha sido el de presentarla revelacin cristiana no como un fenmeno aislado,-sino como una "economa", a saber: como ese inmenso y misterioso designio que Dios prosigue y realiza a lo largo de los siglos por los caminos previstos por l. La constitucin subraya tambin las dimensiones histrica, interpersonal, dialogal, cristolgica y eclesial de la revelacin. Ensanchando as la nocin de revelacin por fidelidad a los datos mismos de la revelacin, la constitucin lleva a cabouna obra de liberacin. Rindi tambin un precioso servicio a la teologa fundamental proponiendo en una visin unitaria ciertos temas anteriormente dispersos y agrupados artificialmente; por ejemplo, unDe Inspirationeperteneciente alDe sacra Scriptura,unDe traditibneperteneciente unas veces alDe Ecclesia yotras alDe locis.El tema de la credibilidad fue objeto de una ampliacin no menos espectacular. Sin negar lo que hay de legtimo en el tratado tradicional de la credibilidad a partir de los signos histricos de la revelacin (milagros, profecas, mensaje, resurreccin), la teologa fundamental del perodo conciliar no puede evitar un reconocimiento de los lmites de esta exposicin: conocimiento insuficiente de los mtodos y tcnicas de la exgesis moderna; utilizacin simplista de ciertos argumentos (p.ej., el del cumplimiento de las promesas mesinicas); visin puramente apologtica de los signos; inflacin de unos signos particulares (milagros, profecas) en detrimento de los signos mayores que son Cristo mismo y su Iglesia; divorcio entre los signos y la persona que los dirige, entre los signos y el mensaje que les da plena significacin; insuficiente atencin al !testimonio de la vida o del acuerdo entre el evangelio y la vida; atencin escasa y casi nula a las condiciones de acogida de los signos por parte del hombre, y, correlativamente, tendencia a exagerar su poder de persuasin sobre el sujeto.Pero ms all de estas quejas, la teologa fundamental del perodo conciliar toma conciencia de que el tema de la credibilidad, para su correcta exposicin, tiene que abarcar horizontes ms amplios. En este fenmeno de ampliacin se pueden distinguir tres orientaciones primordiales.La primera se refiere a los problemas dehistoria y de hermenutica.En efecto, pronto se cay en la cuenta de que el conocimiento de Jess por los evangelios, punto de concentracin mxima de la revelacin, no es una empresa tan lgica. Si es verdad que Dios se revel en Jess por sus palabras y sus obras y por toda su presencia en el mundo, es sumamente importante saber si, cmo y en qu medida podemos nosotros alcanzar esta epifana de Dios, al menos en su consistencia histrica. De aqu se sigue que el problema de acceso a Jess por los evangelios es primordial en una reflexin sobre la credibilidad cristiana.La segunda orientacin, de tipoantropolgico,responde al reproche que se le diriga a la apologtica antigua de haber creado un hiato entre el hecho y el contenido de la revelacin, de haberse centrado en el acontecimiento sin preocuparse por elsentidoque tiene para el hombre. Sera estril una hermenutica limitada al origen del cristianismo en Jess, ya que Jess no es solamente una irrupcin de Dios en la historia de los hombres, sino una irrupcin que revela al hombre a s mismo, que lo descifra y lo transfigura. Por tanto, no basta con mostrar que por medio de los evangelios tenemos acceso a Jess de Nazaret; hay que mostrar adems que el mensaje cristiano concierne al hombre y a las cuestiones fundamentales que se plantea. Esta exigencia del hombre es clara e insistente: espera que le muestre que Cristo es la nica clave del criptograma humano. Este aspecto antropolgico de la credibilidad, ya subrayado por Blondel en LAction,ha sido ampliamente desarrollado por I R. Guardini, l K. Rahner, H. Bouillard, / H.U. von Balthasar, M. Zundel, G. Marcel, J. Mouroux, M. Lgaut, J. Ladrire, a partir de horizontes filosficos por otra parte muy diversos.La tercera orientacin concierne alos signosde la revelacin. El problema es el de la identificacin de Jess como Dios-entre-nosotros. A1 ser Jess la forma humana, corporal, por la que Dios se encuentra con el hombre y se manifiesta a l, la presencia salvfica de Dios en el mundo no es propiamente verificable ms que^por la mediacin del hombre Jess. El es el enigma, el misterio que hay que descifrar. As pues, la teologa fundamental vuelve al estudio de los signos; pero esta, vez con un sentido crtico ms vigilante, mejor equipada en el plano exegtico e histrico, ms consciente de la complejidad de los problemas que aborda, y, consiguientemente, menos categrica en sus afirmaciones. Este estudio de los signos se ve adems afectado por el problema hermenutico en la interpretacin de los textos que los refieren. Sin embargo, lo que lo caracteriza es la preocupacin por vincular los signos a la persona que los dirige. Los signos son el mismo Jesucristo, vivo y total, en la irradiacin multiforme de su epifana al mundo.Finalmente, es el crculo mismo delos destinatariosel que se ha ensanchado. La teologa fundamental, efectivamente, quiere ser una teologa en dilogo: no slo coi los creyentes, sino con todas las formas de religin y de increencia. El interlocutor es tambin el propio creyente: no slo porque cada uno lleva dentro de s las dudas del no creyente, sino tambin porque el creyente de hoy, que vive en un mundo de increencla y de indiferencia, sufre necesariamente su influjo. Al dialogar con los no creyentes,.dialogamos con nosotros mismos. En este contexto, la reflexin sobre las bases racionales de la necesidad de fe no es un deporte de intelectuales, sino una necesidad de vida.4. FASE DE CONCENTRACIN. Al da siguiente del concilio, es decir, en el mismo momento en que se lleva a cabo la reforma de los estudios eclesisticos, la teologa fundamental se encuentra amenazada por dos peligros igualmente mortales. Por un lado, un desmembramiento y una dispersin de sus temas tradicionales; por otro, un ensanchamiento excesivo que la convierte en una especie de "pantologa sagrada" y corre el riesgo de hacerle perder su especificidad.El Vaticano II, en laOptatam totius,as como en lasNormae quaedam,ni siquiera menciona a la teologa fundamental. La historia no puede menos de registrar esta falta total de discernimiento en el momento en que los problemas ms agudos de la teologa se concentraban en el terreno de la teologa fundamental. Privados del apoyo del concilio, los seminarios y las facultades cedieron a la tentacin de sacrificar una disciplina que el mismo concilio pareca no tener en cuenta. En algunos lugares se vio desmembrada y reducida al estado de fragmentos insertos ms o menos acertadamente en las otras disciplinas: historicidad de los evangelios en exgesis, revelacin-tradicin-inspiracin en la introduccin a la teologa. El tema de los signos de credibilidad qued simplemente escamoteado o tratado parcialmente con ocasin de la exgesis (p.ej., el tema de los milagros de Jess). En otros lugares la teologa fundamental dej de existir. A1 atomizar la teologa fundamental, al ligar sus problemas a otras disciplinas como si se tratara de los restos de una herencia hipotecada, se priv a la teologa fundamental de su tarea especfica; ms an, la teologa fall en parte su misin (confirmar a sus hermanos en la fe) y llev al naufragio a millares de fieles, desamparados ante unas cuestiones desconcertantes y demasiado difciles para ser abordadas sin el apoyo de los especialistas.El perodo posconciliar estuvo caracterizado, por otra parte, por unaampliacin cada vez mayor del terreno de la teologa fundamental. Esta ampliacin, que hizo necesaria la renovacin de los estudios bblicos e histricos, la apertura ecumnica y el desarrollo de las ciencias humanas, result sin embargo funesta. La teologa fundamental desarroll un espritu anexionista, que corri peligro de convertirla en una enciclopedia de las ciencias. A fuerza de querer incluirlo todo y abrazarlo todo, la teologa fundamental lleg a perder su centro de unidad y su carcter especfico. A fuerza de trabajar en la periferia, se lleg a olvidar el centro de sus preocupaciones, a saber: la revelacin y la credibilidad.Ante estas dos amenazas se sinti casi por todas partes una necesidad deconcentracin,deidentidad,dejerarquizacinde los temas. Es tpico observar cmo en los artculos recientes que tratan los problemas de la teologa fundamental se habla cada vez ms de una "bsqueda de identidad", de un "centro de unidad", de un "punto focal", de "estructuracin", de "estructura bsica". Tambin es tpico de esta urgencia palpable de unidad y de estructura el hecho de que los estudios mencionados proponen a veces esquemas de un tratado renovado de la revelacin o de una teologa fundamental. El presente artculo es el lugar ms adecuado para presentar la teologa fundamental como una disciplina distinta y estructurada.5. UNA DISCIPLINA TEOLGICA DISTINTA Y ESPECFICA. La teologa fundamental actual es una disciplina teolgica distinta, no slo porque figura en primer lugar (como en laDeus scientiarum Dominus)en la constitucinSapientia christiana,del 29 de abril de 1979, como disciplina principal y obligatoria, sino porque tiene su propio objeto, su propio mtodo y su propia estructura.1) Por tanto, no es una especie de teodicea, ni una simple introduccin a la teologa, ni una simple funcin de la teologa. Como disciplina especfica,posee un objeto material y formal propio, a saber: la automanifestacin y la autoentrega de Dios en Jesucristo y la autocredibilidad de esta manifestacin que l constituye por su presencia en el mundo. El objeto y el centro de unidad de la teologa fundamental es la intervencin inaudita de Dios en la historia, en la carne y el lenguaje de Jesucristo. Tal es el misterio primero, el acontecimiento primero, la realidad primera que cimenta todo discurso teolgico. Esta realidad que la teologa dogmtica detalla en misterios particulares y que los estudia uno a uno, la teologa fundamental los estudia en suglobalidad yensu inseparableunidad. Tambin es cierto que la teologa dogmtica habla de la revelacin y procede de ella, pero no es el objeto principal y exclusivo de su estudio; y no tiene ante esta realidad la misma perspectiva, ni el mismo mtodo, ni las mismas inquietudes.Si decimos sin solucin de continuidad automanifestacin y autocredibilidad de esta manifestacin, es para subrayar que el signo, en Jesucristo, es inseparable de la persona. Al encarnarse, Dios se manifiesta como revelador y revelado, y da testimonio de s mismo como tal. Jesucristo es a la vez mediador, plenitud y signo de la revelacin. Con concisin, la DV declara que Cristo completa, acaba la revelacin y atestigua que Dios est entre nosotros (DV 4). La teologa fundamental hace de la revelacin cristiana, entendida como automanifestacin y autocredibilidadde esta manifestacin, el objeto esencial de su estudio. No separa a Cristo de los signos particulares que lo identifican, ya que es a la vez signo de Dios y centro de irradiacin de todos los signos que emanan de supersona. Epifana de Dios, se identifica por toda su presencia y por toda la manifestacin de s mismo. El signo y el significado, lo creble y lo credo son indisociabes.2) La especificidad del objeto de la teologa fundamental tiene como corolario laespecificidad de su l mtodo,que calificamos como mtodo deintegracin dinmica,no arbitrariamente ni para singularizarse, sino porque la realidad estudiada impone ella misma esta integracin dedos mtodos.a)El trminointegracinevoca la preocupacin de realizar y mantener la unidad de los elementos o de los aspectos que se distinguen, pero que estn y deben estar vitalmente reunidos bajo pena de disolver la existencia y la consistencia de la realidad que autoriza la identificacin de los elementos que pertenecen a su integridad.Por lo tanto, la revelacin es inseparablemente misterio e irrupcin de este misterio en la historia humana con todas las caractersticas que afectan a la historicidad. Resulta, por consiguiente, que el tratamiento metdico de esta realidad misterio-acontecimiento deber ajustarse a susingularidad.En efecto, por una parte, al ser la revelacin el misterio primordial, portador de todos los dems, la teologa fundamental tiene que hablar dogmticamente del misterio, como lo hace con cada misterio en particular. Procede entonces de la fe a la inteligencia de la fe, apoyndose en la Escritura como fuente inspirada y en la Iglesia como institucin divina. Por otra parte, como irrupcin histrica, puntual, deDiosen Jesucristo, somete la revelacin-acontecimiento al cuestionamiento y a los mtodos de las ciencias humanas: crtica literaria e histrica especialmente. En ese momento considera los textos de la Escritura como documentos de historia, cuyo valor debe establecerse a partir de los criterios de la historia. Igualmente, los argumentos que saca de la filosofa tienen que imponerse a los ojos de la crtica en virtud de su valor intrnseco, y no por causa de la autoridad de la Iglesia.Esta integracin de los mtodos es un aspecto de la knosis del Verbo encarnado. Resulta tan imposible rechazar esta integracin de los dos mtodos como separar la revelacin-misterio de la revelacin-acontecimiento, la Iglesia-misterio de la Iglesia-institucin, la resurreccin-misterio de la resurreccin-acontecimiento. Durante mucho tiempo la apologtica reduca la revelacin a un acontecimiento, dejando el misterio en manos de la dogmtica. No se puede disociar as, por una decisin arbitraria, lo que es indisociable en el plano de la realidad. l H. de Lubac y i H.U. von Balthasar han observado ya cmo tan slo unos prejuicios estriles, una imagen truncada de la realidad, pudieron rechazar la integracin de los dos mtodos: el dogmtico y el apologtico (en sentido antiguo). Normalmente, la exposicin dogmtica precede a la exposicin apologtica, no porque menosprecie un mtodo en beneficio del otro, sino simplemente porque la revelacin es ante todo misterio, y conviene describir correctamente la realidad sobre la cual dirigir a continuacin su mirada crtica la teologa en su desarrollo histrico, en Jess. Este mtodointegrativoes el nico que hace justicia a una realidad que, por ser a la vez misterio y acontecimiento histrico, exige dos caminos de aproximacin diferentes, pero complementarios. El mtodo est al servicio de la realidad; si tiene que adaptarse, es porque la realidad lo exige. La teologa fundamental, como toda teologa, es siempre la fe en busca de inteligencia de unamisma y nica realidad que aqu es misterio-acontecimiento:b) Hablamos con razn de integracindinmica.En efecto, los elementos del binomio revelacin-misterio y revelacin-acontecimiento se dinamizan mutuamente. La plenitud del misterio que en Jess penetra la historia y la conduce a una cumbre inalcanzable suscita la inquietud del historiador. Apartir del mensaje de Jess, de sus obras y de sus actitudes, el historiador intenta penetrar en el sentido' profundo de esta existencia. A1 final de esta bsqueda, conducido por los mtodos de esta disciplina, descubre unaexistencia significante, pero con una ,"signiicatividad" muy singular que lo engancha en el movimiento de retorno al misterio; el cual logra satisfacer plenamente su curiosidad y conocer siempre algo irs la identidad real :de este ser y de su proyecto de vida.: Al final de esta segunda bsqueda el misterio lo fascina siempre ms y lo interpela de nuevo. Se produce as un perpetuo vaivn con su correspondiente profundizacin entre-el misterio propuesto y su afloracin histrica. Pero lo que afecta este dinamismo es siempre larealidad total.De este modo afirmamos que este tipo de,integracin dinmicaespecifica igualmente la teologa fundamental a nivel de mtodo.6. UNA DISCIPLINA ESTRUCTURADA: El examen de los diversos aspectos de teologa fundamental da ms bien una impresin de caos que. de unidad estructurada. He aqu el resultado de las observaciones que hemos hecho a partir de unas treinta obras.Por todas partes se descubre unncleo duro,a saber: el estudio d la revelacin de Dios en Jesucristo y de su credibilidad por medio de los signos. Despus de esta secuencia universalmente reconocida; comienzan enseguida las divergencias. El pensamiento alemn sigue con fidelidad la divisin en tres partes de la apologtica clsica (demostracin religiosa; demostracin cristiana, demostracin catlica; p.ej., elHandbuch der jundamentaltheologie,elMysterium salutis,Kolping, Fries, Waldenfels). El pensamiento latino, visiblemente influido por el Vaticano II, es bblico, cristocntrico, atento a la historia de la salvacin, sensible a las cuestiones de hermenutica y de sentido. El pensamiento anglosajn refleja la influencia alemana, pero con un acento en la experiencia y en el lenguaje (signo, smbolo).Como los evangelios, donde se encuentranlogiaerrantes o nmadas (p.ej., "los ltimos sern los primeros, y los primeros sern los ltimos") insertos en contextos diversos, las obras de teologa fundamental tienen tambin sus temas "errantes" nmadas. De este modo, unos hablan de la religin y de las religiones al principio (Waldenfeis,HFTh),mientras que otros guardan estos temas para el final. Los temas de teologa y de teologa fundamental son tratados como introduccin o como conclusin. El ecumenismo es considerado unas veces como una dimensin coextensiva a toda la teologa fundamental y otras corno un captulo particular. El tema de la fe va unido al de la teologa o bien al de la revelacin. El tema de la Iglesia viene generalmente al final, con una amplitud variable, hasta incluir (en el HFTh)todo el tema del conocimiento de fe y de las formas de este conocimiento (Escritura, tradicin, magisterio, teologa).A nuestro juicio, en estemare magnum loque falta es un principio de discernimiento que permita situar y jerarquizar los problemas, para llegar a una estructura motivada. En este sentido, el Vaticano II puede servirnos de inspiracin. El concilio no comienza con unas declaraciones ounos decretos sobre la religin y las religiones, sobre el ecumenismo, sobre la cultura y las ciencias.El documento-fuente, que es la clave de todos los dems, es laDei Verbum; yen este documento-fuente, el "primer plano general" es el de la revelacin de Dios en Jesucristo, Verbo encarnado, mediador, plenitud y signo de la revelacin, que es l en persona. El primer captulo describe esta realidad con sus rasgos especficos: estructura sacramental(gesta el verba),progreso, economa, pedagoga, principio encarnacional, luz de Dios sobre el misterio del hombre, tensin pasado-presente, tensin presente-escatologa. La realidad primera que aclara todas las dems es la revelacin de Dios en su especificidad de automanifestacin y de autocredibilidad. Las otras cuestiones aparecen como implicacionesde una revelacin muyespecifica.Si uno se atiene a este principio de discernimiento, los temasnmadasencuentran un lugar donde situarse y la estructura de la teologa fundamental toma cuerpo y se descubre con mayor claridad.La secuencia de base es la revelacin concebida como automanifestacin, autodonacin y autocredibilidad de Dios en Jesucristo, Verbo encarnado, mediador, plenitud y signo de la revelacin. Lasimplicacionesde este principio de base pueden jerarquizarse de este modo:a)Esta revelacin especfica engendra una fe y un saber no menos especfico: la teologa.b) Acontecimiento tanto como misterio, la revelacin est en relacin con la historia. De ah las cuestiones sobre los orgenes histricos del cristianismo, sobre la realidad y la identidad de Jess, sobre el valor de los evangelios como acceso a Jess, sobre la realidad de su mensaje y de sus obras, sobre su proyecto eclesial.c) El principio encarnacional de la revelacin cristiana obliga a la teologa fundamental a estudiar las diversas corrientes de pensamiento qu eliminan la encarnacin: la ilustracin, la teologa existencial deBultmann.d)La continuidad que existe entre el proyecto eclesial de Jess y la pluralidad de comunidades cristianas actuales plantea el problema del ecumenismo.e)La pretensin del judasmo, del islam, del hinduismo, que aseguran ser tambin religiones "reveladas", plantea el problema de la relacin existente entre la especificidad de la revelacin cristiana y las otras religiones.f) Vinculada a una cultura, a una lengua, a un pueblo, la revelacin cristiana se encuentra con los problemas insoslayables de la I hermenutica y de la inculturacin.De esta manera, la teologa fundamental se encuentra estructurada por:.1) Un principio de base,a saber: la revelacin cristiana con sus rasgos especficos; 2) Lasecuencia de las implicaciones "que de all se derivan: a)un saber especfico; b) relacin con la historia; c) relacin con las filosofas no encarnacionales; d) relacin con las otras comuniones cristianas;e)relacin con las religiones que se dicen tambin "reveladas"; J) relacin con el lenguaje y con la cultura.7. ORGANIZACIN PEDAGGICA. Atenindonos a lo que acabamos de decir sobre la teologa fundamental en la actualidad, ampliada en las dimensiones que hemos descrito, cada uno de los centros de teologa debera estar provisto de un cuerpo docente familiarizado con los descubrimientos ms recientes de la exgesis y de la historia, perfecto conocedor de las filosofas modernas, de los problemas que plantean el ecumenismo, lasotras religiones, las ciencias del lenguaje. A esos profesores prodigiosos deberan corresponder alumnos no menos excepcionales.Distingamos inmediatamente entre la teologa fundamental como funcin eclesial, como provincia distinta del saber teolgico y, por otra parte, el problema pedaggico de su organizacin en una facultad o en un seminario. Como ciencia especializada, y en toda su amplitud, la teologa fundamental atae a toda la Iglesia: es un hecho colegial.Dicho esto, hay cuestiones que exigen ser tratadas ya desde el comienzo del curriculum de teologa; son las que se refieren al ncleo duro de la teologa fundamental, a saber: la revelacin y su credibilidad, as como algunas de sus implicaciones, por ejemplo la teologa como ciencia, las relaciones de la revelacin con la historia. Otras cuestiones, como las que se refieren a las filosofas, a las religiones, a la hermenutica, a la inculturacin, pueden reservarse para el segundo y tercer ciclo o tratarse de forma abreviada en el primero para ser luego recogidas y estudiadas en profundidad bajo forma de monografa en los ciclos superiores. El antiguocurriculumtrazado por laDeus scientiarum Dominus,que bloqueaba los estudios teolgicos en cuatro aos, haca difcil la exposicin de una materia tan amplia, y sencillamente imposible ahondar en las cuestiones y jerarquizarlas debidamente. Lo que antes era imposible, hoy resulta realizable despus de la nueva constitucinSapientia christiana.La teologa fundamental renovada, mejor identificada, mejor unificada, mejor estructurada, puede dar libre curso a una disciplina que, ms que las otras, tiene necesidad de oxgeno, de espacio y de libertad creadora. Lo esencial es que sea plenamente consciente de su identidad de disciplina distinta, de su objeto, de su mtodo y de su estructura.BIBL.: ALFAROJ., BOUILLARD H., CARRIER H., DEIAIFVE G., LATOURELLE R. y MARTELET G., LQthologie jondamentale la recherche de son identit, en "Gregorianum" 50 (1969) 756-776; ARDUSSO F., Teologa fundamental, enDiccionario Teolgico Interdisciplinar I, Salamanca 1982, 187-210; BDUILLARD H.,La experienciahumana y el puntodepartida de la teologafundamental, en"Concilium" 6 (1965) 84-96; ID,La tirehe actuelle de la thologie fondamentale, en "Le Pont thologique" 2 (1972) 7-43; ID,De l pologtique lafondamentale, en"Les Quatre Fleuves" (1974) 57-70; COLOMRO C., Dall pologetica alta teologafondamentale, en"Teol" 3 (1981) 232-242; CHAPPIN M., Dalladifesa alDialogo. L Snsegnamerao delta teologa fondamentale alfa PUG, en R. 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