tema 3. la epistemología y el problema de la objetividad

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GRADO EN FILOSOFÍA ONLINE Epistemología (Tema 3) José Sanmartín Esplugues [email protected] 3 er Curso PREGUNTAS CON RESPUESTAS

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Se aborda la problemática del objetivismo ontológico y, en especial, del objetivismo epistemológico. Se hace particular hicapié en Kant, la epistemología evolucionista, el instrumentalismo y el realismo hipotético de Popper.

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GRADO EN FILOSOFÍA ONLINE Epistemología

(Tema 3)

José Sanmartín Esplugues [email protected]

3erCurso

PREGUNTAS CON RESPUESTAS

Epistemología

Tema 3. La epistemología y el problema de la objetividad

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Tema 3. La epistemología y el problema de

la objetividad.

A) Lo que vamos a ver…

1.1. La objetividad como característica del objeto.

Objetivismo ontológico.

1.2. Objetivismo epistemológico.

1.3. Implicaciones.

1.4. Kant y el evolucionismo.

1.5. De la verdad a la utilidad.

1.6. La objetividad como intersubjetividad.

1.7. Conocimiento objetivo: Mundos 1, 2 y 3.

Epistemología

Tema 3. La epistemología y el problema de la objetividad

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1.1. La objetividad como característica del objeto.

Objetivismo ontológico.

En una primera aproximación, “objetivo” se relaciona con “objetividad”. Por “objetividad” se entiende la cualidad de lo objetivo consistente en que hay una realidad ontológicamente independiente de nuestros esquemas perceptivos, conceptuales, etc., en definitiva una realidad ontológicamente independiente de un sujeto que la perciba, piensa o sienta.

Se trataría de una realidad, como dice Popper, sin sujeto cognoscente. De una realidad que "estaría ahí", tal como es, aunque ningún sujeto la hubiera percibido nunca. Es la denominada “realidad objetiva”.

Y por “objetivismo ontológico”1 entenderemos, entonces, la posición filosófica que sustenta que hay una realidad, o un reino ontológico de objetos y hechos, que existe con independencia de la mente humana2.

1.2. Objetivismo epistemológico

Pero, aseverar que hay una realidad objetiva o reino ontológico de objetos y hechos que existe independientemente de un sujeto cognoscente, no conlleva necesariamente asumir que tengamos un conocimiento objetivo, es decir un conocimiento del objeto en sí, tal como es.

Dicho de otro modo. El compromiso con el objetivismo ontológico, el compromiso con la objetividad de los objetos (valga el juego de palabras), no conlleva el compromiso con tener un conocimiento de dichos objetos tal como son, con independencia de nuestros procesos cognitivos.

Una cosa es aseverar que hay una realidad independiente de nuestros procesos cognitivos y otra muy diferente aseverar que nuestros procesos cognitivos nos suministran un conocimiento de esta realidad tal cual es.

Hay una breve narración oriental que ilustra con extrema claridad este punto. Dice así:

1 o “realismo ontológico”.

2 Gottlob Frege, con sus consideraciones acerca del sentido de una expresión, pasa por ser uno de los principales fundadores de esta aproximación filosófica.

En suma, el compromiso con el objetivismo ontológico no entraña un compromiso con el objetivismo epistemológico.

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Tema 3. La epistemología y el problema de la objetividad

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Un padre deseaba para sus dos hijos la mejor formación mística posible. Por ese motivo, los envió a adiestrarse espiritualmente con un reputado maestro de la filosofía vedanta.

Después de un año, los hijos regresaron al hogar paterno. El padre preguntó a uno de ellos sobre el Brahmán, y el hijo se extendió sobre la Deidad haciendo todo tipo de ilustradas referencias a las escrituras, textos filosóficos y enseñanzas metafísicas.

Después, el padre preguntó sobre el Brahmán al otro hijo, y éste se limitó a guardar silencio.

El primer hijo habló del Brahmán3 según lo que de tal deidad había aprendido, por consiguiente: como una realidad

dependiente de sus procesos cognitivos. El segundo hijo quiso hablar de la realidad del Brahmán tal cual es, como realidad independiente. Y, por eso mismo, tuvo que guardar silencio. Porque, como dice el sabio maestro que narra este episodio, no se puede nombrar lo innombrable, porque no se puede conocer lo que en sí es incognoscible. Decir lo contrario nos obligaría a pasar de la aceptación del objetivismo ontológico al objetivismo epistemológico.

De hecho, buena parte de las disputas en filosofía en torno a la objetividad surgen de confundir ambos tipos de objetivismo. Lo bien cierto es que, filosóficamente, uno puede ser objetivista ontológico (admitiendo en consecuencia que hay una realidad sin sujeto cognoscente), y no ser en cambio objetivista epistemológico (al considerar que no tenemos un conocimiento fidedigno de dicha realidad, es decir un conocimiento objetivo). De hecho,

gran parte de las diversas posiciones filosóficas en torno a la posibilidad misma del conocimiento objetivo se distinguen por su adopción simultánea del objetivismo ontológico y epistemológico (por ejemplo, Karl Popper, de quien hablaremos en el punto 1.7. ) o por la adopción de solamente uno de los miembros de la díada.

1.3. Implicaciones El objetivismo ontológico no implica, pues, el objetivismo epistemológico. Se puede

perfectamente aseverar que hay una realidad en sí y, a la vez, negar que exista un conocimiento objetivo, un conocimiento de la realidad tal como es. En suma, con independencia de que haya, o no, una realidad independiente de nuestros procesos cognitivos y perceptivos, lo que conocemos podría no ser independiente de tales procesos. Kant constituye un ejemplo paradigmático a este respecto.

Ya saben ustedes que se dice que Kant realizó una revolución copernicana al poner al sujeto en el centro del proceso cognitivo. Ciertamente, para Kant el sujeto que conoce no

3 Recuérdese que Brahmán es la deidad absoluta del hinduismo: la esencia de todo. No debe

confundirse, pues (confusión muy frecuente), con el brahmaná o sacerdote.

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es un sujeto pasivo, sino un sujeto activo que construye lo que conoce. Y lo construye, porque, mediante las formas a priori del espacio y del tiempo estructura las sensaciones proyectando lo conocido en la dimensión espacio-temporal. Según Kant, el espacio y el tiempo no son rasgos que las cosas tengan independientemente de nuestro conocimiento de ellas; el espacio y el tiempo son las formas a priori de la Sensibilidad. Estas formas no tienen un origen empírico, es decir no se extraen de la experiencia sensible. Son previas a la experiencia sensible.

Son rasgos4 de la naturaleza humana que llevan a los seres humanos a estructurar de manera concordante sus experiencias al proyectarlas en la dimensión espacio–temporal (las cosas físicas en el espacio–tiempo y los fenómenos psíquicos en la dimensión meramente temporal). Ya saben ustedes que estas formas a priori de la sensibilidad (el tiempo y el espacio) se denominan también intuiciones puras: "intuiciones" porque son el marco en el que se ha de dar la intuición empírica y "puras" porque no tienen un origen empírico.

Repito, por ser innatas, todo ser humano tiene per se tales formas. Son condiciones transcendentales. No dependen de las peculiaridades empíricas o de las circunstancias del sujeto cognoscente. Son generales para la humanidad y necesarias, dada la naturaleza misma del ser humano, lo que garantiza que las percepciones de los seres humanos sean concordantes: empleamos las mismas formas para estructurar nuestras percepciones. Pero, no sólo eso. Empleamos también las mismas categorías para clasificar, ordenar y unificar los fenómenos, lo que garantiza, a su vez, que haya concordancia entre nuestros juicios.

Hay, pues, concordancia, hay conmensurabilidad entre nuestras percepciones y nuestros juicios, pero no como algo que pone lo conocido, sino como la gran contribución de nuestro (permítaseme hablar así) aparato perceptor y cognitivo. Nuestras percepciones y cogniciones concuerdan, son conmensurables, porque nuestras formas a priori de la sensibilidad y nuestras categorías del entendimiento son las mismas.

La concordancia, en suma, no la pone el objeto, sino el sujeto. Pero existir, existe. La concordancia entre las realidades construidas por los distintos seres humanos está asegurada por la existencia de una naturaleza humana con características innatas, básicas y necesarias para tal construcción: las formas de la sensibilidad (el espacio y el tiempo) y las categorías del entendimiento.

4 Biológicamente hablando, se entiende por rasgo cualquier característica fenotípica que es innata (hoy se añadiría,

porque está genéticamente causada).

Son innatas en el ser humano.

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1.4. De la verdad a la utilidad

Creo que ha quedado lo suficientemente claro que admitir la realidad objetiva no implica aceptar que disponemos de un aparato cognitivo y perceptor pasivo, que nos permita un acceso a la misma sin sesgos de tipo alguno. Estoy profundamente de acuerdo con los epistemólogos5 que consideran que percibimos y conocemos la realidad estructurada por una rejilla innata en los miembros de nuestra especie, una rejilla (siguiendo con la terminología kantiana) hecha de formas de la sensibilidad y categorías del pensar.

Pero el ser humano no afronta la realidad objetiva pertrechado tan sólo con estos elementos innatos. Lo hace con elementos culturales, elementos adquiridos de una complejidad en ocasiones infinitamente grande. Me refiero, por ejemplo, a las teorías científicas.

Si Kant estuviera en lo cierto y lo estuvieran también los epistemólogos aludidos, estas teorías no hablarían de la realidad objetiva, sino de la realidad estructurada por nuestros procesos cognitivos y perceptivos que, a su vez, en una suerte de círculo virtuoso, serían producto de la evolución y, en consecuencia, resultado de una realidad objetiva que selecciona mutaciones. En este sentido, cuando percibimos o conocemos, no importa si la realidad objetiva queda, entonces, deformada, o no. Ésta es una pregunta irrelevante si lo que importa es la supervivencia de nuestra especie. Lo relevante es que nosotros estructuramos la realidad objetiva de un cierto modo común a nuestra especie y ese cierto modo nos ha permitido superar con éxito retos ambientales.

En este proceso perceptivo-cognitivo, dejamos, fuera, seguro, gran parte de la realidad objetiva: longitudes de onda que no oímos, distancias que no alcanzamos a concebir, etc. Y es a esa realidad estructurada por nosotros mismos –si se prefiere, realidad construida por nosotros mismos– a la que se refieren nuestras teorías.

Si las realidades así construidas no fueran conmensurables, sería absolutamente imposible mantener que nuestras teorías pueden ser verdaderas o falsas por su correspondencia con el mundo6. Pero sí que podría sustentarse que las teorías no son más que meros instrumentos que nos permiten hacer predicciones, pronósticos, que pueden, o no, cumplirse. Cuando los pronósticos fallan reiteradamente, las teorías pueden entrar en crisis, pero no porque sean falsas, sino porque son inútiles (o poco útiles). De hecho las teorías suelen entrar en crisis cuando surge alguna alternativa (casi

5 Me refiero en este punto a los epistemólogos evolutivos que consideran que este aparato perceptor y

cognitivo es fruto de la evolución, algo pues filogenéticamente adquirido por la especie e innato en cada uno de nosotros. De este modo se explica el origen y el carácter común de las formas a priori de la sensibilidad y de las categorías kantianas en la especie humana.

6 En el tema 4 abordaré la problemática de la verdad y de las diversas teorías de la verdad existentes. Aquí me refiero a la teoría de la correspondencia que (dicho de una forma muy simple) sustenta que un enunciado es verdadero si y sólo lo que expresa acaece realmente (y falso, en caso contrario).

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siempre, más simple) que acierta en sus predicciones allí donde ellas están fallando. Pero que una teoría permita efectuar predicciones exitosas, no significa evidentemente que esa misma teoría esté suministrando explicaciones verdaderas. Esto es, en esencia, lo que defienden los instrumentalistas.

1.5. La objetividad como intersubjetividad Según los planteamientos anteriores, hay quienes a las teorías científicas les exigen ser

útiles, eficaces o eficientes, como meros instrumentos. Para ellos, las teorías no sirven para explicar la realidad objetiva, porque la realidad objetiva está intermediada en su relación con nosotros por la realidad personalmente construida. Sirven, en cambio, para predecir; y su utilidad, no su verdad, se mide por sus éxitos en las predicciones. Nadie demanda del martillo que sea verdadero, sino eficaz en las tareas para las que ha sido producido.

Pero, si el instrumentalismo tuviera razón y no pudiéramos hablar de “conocimiento objetivo” en sentido estricto (conocimiento del mundo en sí, tal como es), ¿cómo podría explicarse la objetividad, al menos, en el sentido de intersubjetividad que parece ser ampliamente aceptada como una característica del conocimiento científico y de su

principal producto: las teorías científicas?

La primera respuesta es que la intersubjetividad de las teorías científicas nace del hecho de que se formulan en forma de hipótesis contrastables empíricamente por parte de cualquier conocedor del lenguaje y técnicas de investigación de la ciencia de que se trate. La contrastación toma como piedra angular un mundo que no es otra cosa que la realidad construida. Tal

realidad construida presenta características comunes para cualquier ser humano, porque su construcción se realiza mediante una rejilla innata de factores de percepción y cognición. Tal realidad es, pues, asimismo intersubjetiva y, habría que añadir, invariante en circunstancias diversas, porque la rejilla de factores innatos no varía7. Eso es lo que asegura asimismo que la repetición de contrastaciones mediante observaciones dirigidas o experimentos arrojen el mismo resultado. Cuando no sucede así, suele generarse un proceso de cambio teórico: algo estaba fallando en el instrumento que se estaba sujetando a contrastación.

Obviamente la aceptación de esta primera respuesta supone la previa adopción de que los científicos comparten rejillas innatas de cognición o formas de la sensibilidad y categorías trascendentales, o alguna otra hipótesis similar. Si incurren, por el contrario, en posicionamientos solipsistas, no habrá nada que hacer a este respecto, o deberán recurrir (creo) al segundo tipo de respuesta:

7 O, si se prefiere, permanece esencialmente estable, con ligeras variaciones neutrales. A la larga, las

cosas pueden cambiar, al ir sumándose pequeños cambios que pueden ser neutrales por separado, pero no neutrales en su conjunto.

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La segunda respuesta es que la intersubjetividad no es más que la superestructura de una convención: la que nace del consenso entre los científicos afectados8.

1.6. Conocimiento objetivo: Mundos 1, 2 y 3 Karl Popper era también evolucionista, aunque, desde una posición naturalizadora de

tipo colaborativo, aplicó la teoría de la evolución no a la explicación del origen de nuestro aparato cognitivo y perceptor, sino a la dilucidación de la manera en la que las teorías científicas evolucionan9. En este caso, quien realiza la selección entre varias teorías en competencia es la falsación (los intentos severos de falsar dichas teorías). Es el mundo quien dice no (o sí) a la teoría. Y, ¿qué es ese mundo que puede hacer que nuestras teorías sean, o no, falsadas según sea, o no, el caso? La respuesta de Popper es rotunda: ese mundo es la realidad objetiva, que tiene una existencia separada del sujeto cognoscente.

Popper es, pues, un realista ontológico, como ya he dicho en reiteradas ocasiones. Pero, eso no significa que, desde un punto de vista epistemológico, sea un realista ontológico ingenuo. Ciertamente, para Popper, el mundo existe independientemente del sujeto cognoscente (A este respecto, uno de los capítulos de libro Conocimiento objetivo (Madrid, Tecnos, 1974) lleva por título “Epistemología sin sujeto cognoscente” y contiene el texto de una ponencia que Popper dictó en 1967 en el marco del III Congreso Internacional de Lógica, Metodología y Filosofía de la Ciencia), pero eso no significa que el sujeto cognoscente sea pasivo al conocer el mundo. En una posición que algunos pensadores consideran que está cercana a la epistemología kantiana, Popper sustenta que:

8 Me parece una idea tan absurda como la de quienes sustentan todo lo contrario, es decir que la

realidad objetiva (así, es decir: la realidad tal cual es) se impone. Lo que se impone es la realidad construida, pero ésta no es tan diversa como los relativistas quisieran. La realidad construida posee un grado de invariancia notable para los seres humanos, una invariancia impuesta al objeto por nuestro aparato perceptivo-cognitivo. Concordamos en lo que percibimos porque poseemos una rejilla innata común. Concordamos en lo que pensamos por esa misma razón. Y es la realidad construida de ese modo, no la realidad objetiva en su soledad, la que resulta ser tozuda. Por eso, por mucho consenso que haya en sentido contrario, los electrones tienen carga negativa y los protones positiva, la Tierra no es un plato y las teorías científicas no son, de por sí, inconmensurables.

9 Una teoría científica, conforme más intentos severos de falsación supere, más corroborada estará. Y, por cierto, añadirá Popper, en esa empresa habitualmente no habrá una teoría a solas, sino varias en competencia. Con cuál nos quedemos, será algo que dependerá de cuál sea la teoría (o teorías) que superen tales intentos severos de falsación. Popper, ya en sus escritos iniciales [por ejemplo, en La lógica de la investigación científica (Madrid, Tecnos, 1962)] habla a este respecto de “selección natural”:

“elegimos la teoría que se mantiene mejor en la competición con las demás teorías, la que por selección natural muestra ser más apta para sobrevivir; y ésta será la que no solamente haya resistido las contrastaciones más exigentes, sino que sea, asimismo, contrastable del modo más riguroso” (pág. 103).

Esta concepción evolutiva de la dinámica de las teorías científicas se desarrolla con algún detalle en Conocimiento objetivo (Madrid, Tecnos, 1974).

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“Kant (...) tenía razón cuando dijo que era imposible que el conocimiento fuera como una copia o impresión de la realidad. Tenía razón al creer que el conocimiento era genética o psicológicamente a priori, pero estaba bastante equivocado al suponer que algún conocimiento podría ser válido a priori. Nuestras teorías son invenciones nuestras; y pueden ser meramente suposiciones defectuosamente razonadas, conjeturas audaces, hipótesis. Con ellas creamos un mundo: no el mundo real, sino nuestras propias redes, en las cuales intentamos atrapar el mundo real" (Búsqueda sin término. Una autobiografía intelectual, Tecnos, Madrid 1977).

Lo dicho no significa, sin embargo, que Popper se percibiera a sí mismo como un instrumentalista. En la conferencia inaugural del Coloquio Internacional sobre la Filosofía de la Ciencia, el 11 de julio de 1965, Popper se volvía a proclamar realista hasta el extremo de que:

"si hubiese de abandonar el realismo creo que perdería todo interés por las ideas, ya que la única razón de mi interés es el deseo que experimento de aprender algo del mundo"

(El mundo de Parménides. Ensayos sobre la ilustración presocrática, Paidós, Barcelona 1999)

Creo que se comprende bien la posición de Popper si se atiende el hecho de que el instrumentalismo cae del lado de la predicción, mientras que el realismo lo hace tanto del lado de la explicación como de la predicción.

A un instrumentalista le basta con que las teorías científicas tengan éxito en sus pronósticos y, en consecuencia, sean útiles. A un realista no le basta con eso. Un realista –sin renegar de la capacidad predictiva de las teorías científicas– exige de ellas que proporcionen explicaciones.

En el caso de Popper, las teorías científicas, para serlo, deben tener un gran contenido informativo y suministrar explicaciones susceptibles de falsación. Lo dicho significa que, para Popper, las teorías científicas corren desde un principio el gran riesgo de ser falsadas: dicen mucho, se comprometen con mucho, porque su contenido informativo es grande. Pero, dicen mucho… ¿acerca de qué? Obviamente, acerca del mundo. El mundo aparece así como el juez que falsa, o no, las teorías científicas. Las teorías que superen sus veredictos serán aquellas que, teniendo gran contenido informativo, posean un contenido de verdad mayor o, al menos, un contenido de falsedad menor que sus alternativas.

Pese a todo, dada nuestra peculiar manera de conocer el mundo, la realidad, a través de las redes (teorías en particular; hipótesis, en general) con que intentamos pescarla, no cabe más remedio para ser coherentes que hablar de una realidad conjetural: la realidad que atrapamos mediante nuestras hipótesis está impregnada por éstas y puede no ser la realidad en sí misma.

Sea como fuere, hay al menos una cuestión que surge de inmediato, a saber ¿cómo, bajo qué criterio, se puede aseverar que un ente es conjeturalmente real? La respuesta de

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Popper (desarrollada in extenso en su obra con J. C. Eccles (1980): El yo y su cerebro, Barcelona, Labor) es clara, aunque cuestionable:

“las entidades que conjeturamos como reales deben ser capaces de ejercer un efecto causal sobre cosas prima facie reales; es decir, sobre cosas materiales de tamaño ordinario.” (1980).

En este sentido,

“no sólo los átomos, sino también los electrones y otras partículas elementales se aceptan hoy día como algo realmente existente debido, digamos, a sus efectos causales sobre las emulsiones fotográficas. Aceptamos las cosas como “reales” si pueden actuar causalmente o interactuar con cosas materiales reales ordinarias” (1980).

Desde ese punto de vista, Popper considera que no sólo son reales las entidades físicas (o estados físicos), sino también los estados mentales y los productos de la mente humana. A este efecto distingue entre los Mundos 1, 2 y 3:

“Primero está el mundo físico –el universo de las entidades físicas– ... a lo que denominaré “Mundo 1”. En segundo lugar está el mundo de los estados mentales, incluyendo entre ellos los estados de conciencia, las disposiciones psicológicas y los estados inconscientes; es lo que denominaré “Mundo 2”. Pero hay también un tercer mundo, el mundo de los contenidos del pensamiento y, ciertamente, de los productos de la mente humana; a esto lo denominaré “Mundo 3”...” (1980).

La realidad de las entidades del Mundo 1 es fácilmente justificable:

“Las entidades del mundo físico –procesos, fuerzas, campos de fuerzas– interactúan entre sí y, por tanto, con los cuerpos materiales. Así conjeturamos que son reales..., aunque su realidad siga siendo conjetural” (1980).

Pero, además de objetos y estados físicos Popper conjetura que hay un Mundo 2 de

“estados mentales y que dichos estados son reales, ya que interactúan con nuestros cuerpos. Un dolor de muelas constituye un buen ejemplo de un estado que es a la vez mental y físico. Si se tiene un mal dolor de muelas, éste puede constituir una buena razón para visitar al dentista, lo que entraña un cierto número de acciones y de movimientos físicos del cuerpo. La caries dental –un proceso físicoquimico material– comportará así efecto físico, si bien lo hace merced a sensaciones dolorosas y a instituciones existentes, como la medicina dental” (1980).

En definitiva, supondremos con Popper que una entidad es (conjeturalmente) real

cuando ejerza un efecto causal sobre el mundo material ordinario de las cosas.

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Respecto del Mundo 3, Popper entiende por tal:

“el mundo de los productos de la mente humana, como las historias, los mitos explicativos, las herramientas, las teorías científicas (sean verdaderas o falsas), los problemas científicos, las instituciones sociales y las obras de arte. Los objetos del Mundo 3 son obra nuestra, aunque no siempre sean el resultado de una producción planificada por parte de hombres individuales” (1980).

Entre los habitantes del Mundo 3 se ha citado alguno (en concreto, las herramientas y las obras de arte) que podrían verse tan sólo como entidades físicas. Pero sería un error interpretarlos así, pues

“muchos de los objetos del Mundo 3 existen bajo la forma de cuerpos materiales y, en cierto sentido, pertenecen tanto al Mundo 1 como al Mundo 3. Ejemplo de ello son las esculturas, los cuadros y los libros... Un libro es un objeto físico y, por consiguiente, pertenece al Mundo 1, si bien representa una contribución significativa de la mente humana por lo que se refiere a su contenido: lo que permanece invariante en las diversas copias y ediciones. Pues bien, ese contenido pertenece al Mundo 3.” (1980).

El contenido de un libro recuerda de cerca el Sentido (Sinn) en Frege. Es entendido por todo aquel que conoce suficientementer el lenguaje en que está escrito. Y, si permaneciendo íntegro un libro de hoy en día, desapareciera en el futuro todo ser humano como actualmente es y volvieran a aparecer en el futuro individuos cognoscentes, es probable que llegaran a descifrar el contenido de aquél siempre que llegaran a descubrir las claves del lenguaje en que estuviere escrito.

El contenido ha pervivido aunque el ser humano haya desaparecido.

Lo mismo podría decirse del significado de una estatua, como la Victoria de Samotracia, o de una película. Sus significados (sus sentidos) no pertenecen al mundo de las entidades físicas, aunque son ‘portados’ por entidades de ese tipo. Tampoco son entidades pertenecientes al mundo de los estados psicológicos. Son habitantes de un mundo distinto: del Mundo 3; habitantes (conjeturalmente) reales en el mismo sentido en

que lo son los habitantes del Mundo 1 o del Mundo 2, ya que

“como objetos del Mundo 3 pueden inducir a los hombres a producir otros objetos del Mundo 3, actuando por ello sobre el Mundo 1, y considero argumento decisivo para tener algo por real la interacción –aunque indirecta– con el Mundo 1. Así, al producir una obra nueva, un escultor puede animar a otros escultores a copiarla o a producir esculturas similares. Su obra –no tanto por sus aspectos materiales, sino por la nueva forma que ha creado– puede influir sobre ellos mediante experiencias de sus Mundos 2 e, indirectamente, mediante el nuevo objeto del Mundo 1.” (1980).

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Entre los habitantes del Mundo 3 hay unos vecinos, según Popper, muy peculiares: las teorías científicas

Hay quien considera, como ya he dicho, que las teorías científicas son meras convenciones. Frente a ellos Popper sustenta que las teorías científicas existen (conjeturalmente) y, por ello mismo, son susceptibles de descubrimiento,

“en el mismo sentido en que es posible descubrir un animal o una planta que, aunque existentes, son aún desconocidos” (1980).

Ciertamente, las teorías son producto del pensamiento humano, pero

“poseen cierto grado de autonomía: objetivamente pueden tener consecuencias en las que nadie había pensado todavía y que `pueden ser susceptibles de descubrimiento” (1980).

Popper está pensando en un grado de autonomía silimar al propio de la serie de los números naturales: 1, 2, 3, 4,… que es el resultado de sumar al número n una unidad. La serie de los números naturales parece tener vida propia: en ella descubrimos que hay números que son pares, otros son impares, unos son cuadrados, otros son cubos, otros son primos, etc. Descubrimos que hay números de cada uno de esos tipos y de muchos más. La serie de los números naturales tiene origen humano, cierto, pero, a partir de ese momento, cobra autonomía.

La situación es similar por lo que respecta a toda teoría científica:

“objetivamente, toda teoría posee un vasto conjunto de consecuencias importantes, hayan sido descubiertas ya o no... La tarea objetiva de los científicos –una tarea tercermundana que regula su “conducta verbal” en cuanto “científicos”– es descubrir las consecuencias lógicas pertinentes de la nueva teoría, discutiéndolas a la luz de las teorías existentes” (1980).

El Mundo 3 es, en suma, el reino del conocimiento objetivo, entendido como una realidad que, aun siendo invención del ser humano, alcanza un alto grado de autonomía respecto de su creador y tiene consecuencias objetivas que influyen sobre el mundo de la mente y de la realidad física.

J. Kepler (1571-1630)

J. Kepler (1571-1630)

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B) Practicamos lo visto (comentarios de texto)

Observación:

Aunque hay distintas procedimientos para comentar un texto filosófico, creo que ofrece una aproximación muy aceptable el expuesto en la web:

http://www.webdianoia.com/cgi-bin/printimg/print.cgi

Se resume a continuación lo dicho en esta web:

1. Comentar un texto no significa parafrasearlo, es decir, repetir exactamente lo mismo que dice el texto pero con otras palabras.

2. El comentario de un texto filosófico consiste en la emisión de un juicio o consideración sobre el lugar que ocupan las ideas defendidas en el texto en el conjunto del conocimiento, y en la exposición de nuestro punto de vista al respecto.

3. El comentario debe presentarse como un ejercicio que consta de tres partes relacionadas entre sí, formando un todo ordenado y coherente:

a) introducción, que ha de ser breve y proporcional a la extensión total del ejercicio, se plantean los problemas tratados en el desarrollo del ejercicio y que conducen a la conclusión. En la introducción es conveniente hacer una breve exposición bio-bibliográfica del autor del que se trate, identificando en particular la obra a la que pertenezca el texto a comentar. Asimismo conviene relacionar esta obra con otras similares o, en general, con aquellas otras con las que mantenga una cierta comunidad de ideas

b) desarrollo, en el que:

b.1. se identifican y ordenan las ideas principales sustentadas en el texto;

b.2. se enmarcan históricamente tales ideas;

b.3. se desarrollan una tras otra tales ideas y sus implicaciones;

c) conclusión, en la que brevemente se valoran los resultados a que conduce el comentario.

.

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Comentario de los textos siguientes:

1) “Hay que admitir, por supuesto, que las teorías son producto del pensamiento

humano (o, si se quiere, de la conducta humana; no discutiré acerca de palabras). Sin

embargo, poseen determinado grado de autonomía; objetivamente, pueden tener

consecuencias en las que nadie ha pensado todavía y que pueden ser susceptibles de

descubrimiento. Se pueden descubrir en el mismo sentido en que es posible descubrir

un animal o una planta que, aunque existentes, son aún desconocidos. Podría decirse

que el Mundo 3 es un producto humano tan sólo por lo que respecta a su origen y

que las teorías, una vez que existen, comienzan a tener una vida propia: producen

consecuencias anteriormente invisibles y producen nuevos problemas” (Popper, K. R.

y Eccles, J. C. (1980): El yo y su cerebro, Barcelona, Labor, pág. 45.)

2) “Debido al carácter adaptable del aparato cognitivo se aclaran no sólo sus

limitaciones, sino además su aportación. Ésta consiste evidentemente en ser capaz de

captar las estructuras reales ‘de un modo adecuado para sobrevivir’. Pero esto sólo

es posible porque tiene en cuenta las condiciones constantes y básicas del medio, En

todo caso, no puede ‘fallar’ del todo; las estructuras de la percepción, de la

experiencia, de la inferencia lógica, del conocimiento científico no pueden ser

totalmente casuales, gratuitas o totalmente falsas, sino de algún modo tienen que

corresponderse con la realidad. Esta referencia no hace falta que consista en una

identidad ” (Vollmer, G. (2005): Teoría evolucionista del conocimiento, Granada,

Comares, pág. 184)

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C) Debes recordar o Según el objetivismo ontológico, hay una realidad objetiva o reino ontológico de

objetos y hechos que existe independientemente de un sujeto cognoscente.

o Según el objetivismo epistemológico, tenemos un conocimiento objetivo, es decir un

conocimiento del objeto en sí, tal como es.

o El compromiso con el objetivismo ontológico, el compromiso con la objetividad de

los objetos (valga el juego de palabras), no conlleva el compromiso con tener un

conocimiento de dichos objetos tal como son, con independencia de nuestros

procesos cognitivos.

o Kant realizó una revolución copernicana al poner al sujeto en el centro del proceso

cognitivo. Ciertamente, para Kant el sujeto que conoce no es un sujeto pasivo, sino

un sujeto activo que construye lo que conoce. Y lo construye, porque, mediante las

formas a priori del espacio y del tiempo estructura las sensaciones proyectando lo

conocido en la dimensión espacio-temporal. Según Kant, el espacio y el tiempo no

son rasgos que las cosas tengan independientemente de nuestro conocimiento de

ellas; el espacio y el tiempo son las formas a priori de la Sensibilidad. Estas formas

no tienen un origen empírico, es decir no se extraen de la experiencia sensible. Son

previas a la experiencia sensible.

o La moderna epistemología evolucionista ha tratado de explicar cómo es posible

que esas formas y categorías a priori de la que habla Kant sean comunes a todos los

seres humanos y previas a cada uno de ellos: nuestros procesos cognitivos y

perceptivos descansan en un cerebro que ha sido el resultado de procesos de

mutación y selección. Quien selecciona es el ambiente (el mundo, dicen otros). Una

aserción como la anterior entraña aceptar las tesis del objetivismo ontológico: hay

una realidad que selecciona a los individuos más eficaces y, por cierto, el cerebro

parece haber conferido una eficacia biológica extraordinaria al homo sapiens

sapiens. Percibir y pensar en un marco determinado por tales formas y categorías

ha sido algo filogenéticamente adquirido por la especie humana y es, pues, algo

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Tema 3. La epistemología y el problema de la objetividad

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innato (independiente, pues, de cualquier experiencia o aprendizaje) en cada uno

de los seres humanos.

o Pero el ser humano no afronta la realidad objetiva (sea la que sea) pertrechado tan

sólo con estos elementos innatos. Lo hace con elementos culturales, elementos

adquiridos de una complejidad en ocasiones infinitamente grande. Uno de esos

elementos son las teorías científicas.

o Para el instrumentalismo, las teorías científicas son meras herramientas que nos

permiten hacer predicciones, pronósticos, que pueden, o no, cumplirse. Cuando los

pronósticos fallan reiteradamente, las teorías pueden entrar en crisis, pero no

porque sean falsas, sino porque son inútiles (o poco útiles). De hecho las teorías

suelen entrar en crisis cuando surge alguna alternativa (casi siempre, más simple)

que acierta en sus predicciones allí donde ellas están fallando. Pero que una teoría

permita efectuar predicciones exitosas, no significa evidentemente que esa misma

teoría esté suministrando explicaciones verdaderas.

o Para Popper las teorías científicas son tan reales como las entidades físicas o los

estados mentales. Las entidades físicas ’habitan’ en el Mundo 1; los estados

mentales, en el Mundo 2; las teorías científicas, en el Mundo 3.

o Como habitantes del Mundo 3 las teorías científicas pueden existir aunque no

exista ningún sujeto cognoscente, como nosotros mismos. Quien, llegado el caso,

conociera de manera suficiente la lengua en la que tales teorías estuvieran escritas

en (por ejemplo) un libro de texto, comprendería su significado.

Epistemología

Tema 3. La epistemología y el problema de la objetividad

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D) Para saber más

Bunge, M. (2006): Chasing Reality: Strife over Realism, Toronto, University of Toronto Press [Hay version española de Rafael González del Solar: A la caza de la realidad. La controversia sobre el realismo, Barcelona, Gedisa, 2007]

Kant. I. (1781): Kritik der Reinen Vernunft [Hay multiples versiones en español, por ejemplo: Crítica de la Razón Pura, traducción de Manuel García Morente, Madrid, Ed. Tecnos, 2002]

Popper, K. R. (1972): Objective Knowledge. An Evolutionary Approach, Oxford, Clarendon Press [Hay versión española de Carlos Solís: Conocimiento objetivo, Madrid, Tecnos, 1974]

Popper, K. R. y Eccles, J. C. (1977): The Self and its Brain, Berlin-Heidelberg-New York, Springer Vg. [Hay version española de Carlos Solís: El yo y su cerebro, Barcelona, Labor, 1980]

Vollmer, G. (1990): Evolutionäre Erkenntnistheorie, Stuttgart, Hirzel [Hay versión española de Xabier Isausti: Gerhard Vollmer (2005): Teoría evolucionista del conocimiento, Granada, Comares].

Epistemología

Tema 3. La epistemología y el problema de la objetividad

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F) Autoevaluación

1. El objetivismo ontológico sustenta que:

( ) hay una realidad objetiva que existe independientemente de cualquier sujeto cognoscente

( ) no podemos conocer la realidad en sí, pero podemos suponer que es así y proceder en consecuencia

( ) no hay una realidad objetiva, pero sí un acuerdo intersubjetivo de que la realidad en sí es cognoscible

2. Aseverar que hay una realidad objetiva implica:

( ) Asumir que tenemos un conocimiento objetivo

( ) Asumir el objetivismo intersubjetivo

( ) No asumir nada de lo dicho en las dos respuestas anteriores

3. Según Kant, aunque cada ser humano construye su realidad, los seres humanos concuerdan en sus percepciones y juicios, porque:

( ) Las formas de la sensibilidad y las categorías del entendimiento son, en cierto sentido, innatas

( ) Los procesos educativos son en lo esencial similares entre cualesquiera seres humanos

( ) No es cierto que Kant diga tal cosa

Epistemología

Tema 3. La epistemología y el problema de la objetividad

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4. Según la epistemología evolucionista:

( ) Las formas de la sensibilidad y las categorías del entendimiento son innatas, porque el aparato cognitivo y perceptor humano ha sido el resultado del juego entre mutaciones y selección natural

( ) Las formas de la sensibilidad y las categorías del entendimiento han sido adquiridas por la especie humana a través de interacciones culturales que han resultado eficaces para la supervivencia

( ) Kant no tenía razón

5. Popper, en su defensa acérrima de la inducción, sustenta que:

( ) Aunque hay una realidad objetiva, nuestro conocimiento de la misma es sólo probable (inducción débil)

( ) Aunque hay una realidad objetiva, no podemos conocerla porque la experiencia sólo nos suministra enunciados básicos

( ) Esta pregunta está incorrectamente formulada. Popper era antiinductivista.

Epistemología

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Respuestas correctas del test de autoevaluación:

Pregunta Respuesta correcta

1 1ª

2 3ª

3 1ª

4 1ª

5 3ª