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Historia de España Curso 2010/2011 Prof.: Juan A. Molina 172 1 INTRODUCCIÓN Se conoce como Transición española al proceso político según el cual España logró pasar, sin traumas graves, de una dictadura, la de Francisco Franco, a un Estado social, democrático y de derecho. No hay duda alguna al fechar el inicio del franquismo en abril de 1939, sin embargo, a la hora de determinar su final, los no hay un consenso generalizado porque la dictadura no sucumbió, sensu stricto, con la muerte de Franco en 1975, sino que le sobrevivió un tiempo durante el cual se produjo su “voladura controlada” por parte de los propios franquistas, Adolfo Suárez entre ellos. Estos, que por controlar el aparato del sistema conocían mejor sus mecanismos legales, eran las personas más adecuadas para demolerlo, utilizando su propia legalidad. Este hecho fue fundamental para reconducir la situación hacia la democracia. La celebración de las primeras elecciones democráticas en 1977 representó el inicio del último capítulo de la transición. La promulgación de la Constitución de 1978 no hizo sino ratificar este hecho y marcar un hito decisivo en la normalidad democrática de nuestro país. España fue otra cosa formalmente distinta a partir de este momento. Por lo tanto, podríamos situar la transición desde el 20 de noviembre de 1975 (fallecimiento del dictador) o incluso retrotraernos a la crisis del franquismo para su inicio y poner fin a este proceso cuando se aprueba la Constitución de 1978, que pondría fin al paso de una dictadura a una democracia pero, incluso, hay quien va más lejos y considera la verdadera fecha para delimitar su finalización el 28 de octubre de 1982 (victoria electoral del PSOE). TEMA 18. LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1978. 1. Introducción. 2. Consideraciones iniciales: causas y circunstancias que la hicieron posible. 3. Los partidos políticos tras la muerte de Franco. 3.1. Las opciones de derecha. 3.2. Las opciones de centro. 3.3. Las opciones de izquierda. 3.4. Coordinación de las fuerzas de oposición. 4. La oposición violenta: el terrorismo. 5. Entre Franco y la Constitución de 1978. 5.1. El continuismo: el Gobierno de Arias Navarro. 5.2. El inicio de la reforma política: el Gobierno de Adolfo Suárez. 5.3. La Ley para la Reforma Política. 6. Las elecciones de 1977. El primer gobierno democrático de Adolfo Suárez. 6.1. Los Pactos de la Moncloa. 6.2. La agitación nacionalista. 7. La Constitución de 1978. 8. Conclusiones. Manifestación contra el golpe de Estado de 1981

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Historia de España Curso 2010/2011

Prof.: Juan A. Molina

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1 INTRODUCCIÓN

Se conoce como Transición española al proceso político según el cual España logró pasar, sin traumas graves, de una dictadura, la de Francisco Franco, a un Estado social, democrático y de derecho.

No hay duda alguna al fechar el inicio del franquismo en abril de 1939, sin embargo, a la hora de determinar su final, los no hay un consenso generalizado porque la dictadura no sucumbió, sensu stricto, con la muerte de Franco en 1975, sino que le sobrevivió un tiempo durante el cual se produjo su “voladura controlada” por parte de los propios franquistas, Adolfo Suárez entre ellos. Estos, que por controlar el aparato del sistema conocían mejor sus mecanismos legales, eran las personas más adecuadas para demolerlo, utilizando su propia legalidad. Este hecho fue fundamental para reconducir la situación hacia la democracia. La celebración de las primeras elecciones democráticas en 1977 representó el inicio del

último capítulo de la transición. La promulgación de la Constitución de 1978 no hizo sino ratificar este hecho y marcar un hito decisivo en la normalidad democrática de nuestro país. España fue otra cosa formalmente distinta a partir de este momento.

Por lo tanto, podríamos situar la transición desde el 20 de noviembre de 1975 (fallecimiento del dictador) o incluso retrotraernos a la crisis del franquismo para su inicio y poner fin a este proceso cuando se aprueba la Constitución de 1978, que pondría fin al paso de una dictadura a una democracia pero, incluso, hay quien va más lejos y considera la verdadera fecha para delimitar su finalización el 28 de octubre de 1982 (victoria electoral del PSOE).

TEMA 18. LA TRANSICIÓN A LA DEMOCRACIA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1978. 1. Introducción. 2. Consideraciones iniciales: causas y circunstancias que la hicieron posible. 3. Los partidos políticos tras la muerte de Franco. 3.1. Las opciones de derecha. 3.2. Las opciones de centro. 3.3. Las opciones de izquierda. 3.4. Coordinación de las fuerzas de oposición. 4. La oposición violenta: el terrorismo. 5. Entre Franco y la Constitución de 1978. 5.1. El continuismo: el Gobierno de Arias Navarro. 5.2. El inicio de la reforma política: el Gobierno de Adolfo Suárez. 5.3. La Ley para la Reforma Política. 6. Las elecciones de 1977. El primer gobierno democrático de Adolfo Suárez. 6.1. Los Pactos de la Moncloa. 6.2. La agitación nacionalista. 7. La Constitución de 1978. 8. Conclusiones.

Manifestación contra el golpe de Estado de 1981

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2 CONSIDERACIONES INICIALES: CAUSAS Y CIRCUNSTANCIAS QUE LA HICIERON POSIBLE

La transición pudo haber sido de otra manera, violenta incluso, pero fue pacífica a pesar de los graves problemas y dificultades que hubo que superar.

A la hora de comprender la transición desde el franquismo a la democracia, debemos considerar varias circunstancias:

1. El desarrollo económico y social de la década de los años sesenta había transformado profundamente la sociedad española: España había pasado a ser la décima potencia industrial del mundo y uno de los países preferidos por el turismo internacional. Se erradicó prácticamente el analfabetismo, la gran lacra histórica y social de nuestro país, y se incrementaron las enseñanzas medias y universitarias. La sociedad se transformó en urbana y se fue secularizando poco a poco, con lo que se hacía progresivamente más homogénea respecto de las sociedades de Europa Occidental.

2. La dictadura era un marco estrecho y rígido, incapaz de evolucionar y de dar cabida a las fuerzas expansivas, económicas, sociales y políticas, que se habían generado en su seno, y que seguían creciendo aceleradamente generando múltiples tensiones, que terminarán por romperlo irremediablemente a medio o largo plazo. La dictadura se había convertido ya en un marco inservible para garantizar el libre juego de los intereses de la burguesía y de las fuerzas productivas que ella misma había contribuido a crear.

3. Las fuerzas internas reprimidas ejercieron su protesta de manera generalmente pacífica, y en algunos casos mediante actos terroristas. La primera de ellas suscitó en algunos sectores del régimen la necesidad de abrir nuevos cauces de expresión y actuación que la canalizaran.

4. Estas situaciones provocaron la reacción del “búnker”, o conjunto de las fuerzas más inmovilistas y reaccionarias de la dictadura. Estas fuerzas, que eran partidarias de la represión a ultranza, dominaron una parte del panorama político hasta después incluso de la muerte del general Franco.

5. La oposición a la dictadura se encontraba muy dividida, casi tanto como lo estaban las fuerzas internas del régimen, por lo que se imponía como solución lógica una sa-lida pactada de la situación. De ahí que triunfara la fórmula de «reforma», mantenida por las fuerzas de derecha y centro, frente a la de “ruptura democrática”, que era la mantenida por la oposición más radical de la izquierda.

3 LOS PARTIDOS POLÍTICOS TRAS LA MUERTE DE FRANCO

3.1. LAS OPCIONES DE DERECHA

Los partidos de derecha o de centro fueron de formación más tardía. Solamente cuando se percataron del advenimiento de la democracia decidieron adaptarse a la nueva situación y defender en ella sus intereses de acuerdo con las posibilidades que ofrecía el nuevo marco político. Algunos incluso jugaron la carta del continuismo franquista, como

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3.3. LAS OPCIONES DE IZQUIERDA

La izquierda española acusaba la misma división de siempre: antes del franquismo y durante el franquismo. El PSOE y el PCE seguían manifestando, por tanto, la misma actitud que, salvo coyunturas excepcionales (Frente Popular, “maquis”), habían mantenido desde siempre.

El Partido Socialista Obrero Español apenas había tenido pro-tagonismo alguno en la resistencia contra la dictadura. Su dirección permanecía en el exilio y había perdido el contacto con la realidad española. En el interior del país se estaba gestando una nueva forma de socialismo renovador, que fue la que recibió el apoyo de la Internacional Socialista. La inactividad del socialismo era tan notoria que a la muerte de Franco la influencia del PSOE era muy escasa en la calle y entre los elementos intelectuales. Solamente en algunas regiones como Asturias o el País Vasco era más notable su presencia.

La renovación se produjo en 1974 en el Congreso de Suresnes, acontecimiento que propició la victoria definitiva de Felipe González en 1982 y su liderazgo indiscutible durante catorce años. A pesar de ese proceso de renovación, el PSOE se encontraba inmerso en un radicalismo notable, proclamándose republicano, revolucionario, de clase, marxista y contrario a los bloques militares, a la OTAN especialmente. De este radicalismo se desprendió en un Congreso extraordinario, donde se abandonaron muchos de aquellos postulados, y entre ellos el marxismo. A partir de este momento el PSOE empezó a captar la simpatía y el voto de las fuerzas progresistas de clase media, quienes, junto con sus votos habituales, le llevarían al poder en 1982.

El Partido Comunista de España había desempeñado la labor más importante de oposición al franquismo. Su táctica de infiltración en los sindicatos verticales y en algunas organizaciones de la Iglesia le permitió conquistar sólidas posiciones de cara a la futura extinción de la dictadura.

El PCE, liderado desde entonces por Santiago Carrillo, cambió su discurso tradicional, abrazando el llamado “eurocomunismo”, lo que significaba la aceptación de las vías que ofrecía la democracia burguesa para la conquista del poder, previo el abandono teórico de la insurgencia revolucionaria. A ello contribuyó un tibio alejamiento del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) tras el aplastamiento de la “Primavera de Praga”. Este nuevo lenguaje le atrajo las simpatías de buena parte de los intelectuales, que resultarían tan influyentes en la transición democrática, dada su capacidad para modelar la opinión pública a través de los medios de comunicación y desde las cátedras de institutos o universidades.

La nueva estrategia moderada suscitó la escisión del PCE de los elementos mas extremistas, que formaron agrupaciones de extrema izquierda, algunas de ellas terroristas. El Partido Comunista de España Marxista-Leninista, de tendencia pro-china, y el FRAP, son los ejemplos más significativos sin que falten algunos más, de signo trotskista o de cualquier otro matiz.

Felipe González y Alfonso Guerra en elCongreso Socialista de Suresnes

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3.4. COORDINACIÓN DE LAS FUERZAS DE OPOSICIÓN

Uno de los mayores problemas con los que se enfrentaba la oposición para luchar contra la dictadura era la desunión existente entre las diferentes fuerzas. Esta tenía varias causas, entre ellas las considerables diferencias ideológicas (las del PSOE y el PCE eran históricas) y la represión de la dictadura impedía cualquier tipo de coordinación o reorganización estando sus dirigentes en el exilio o en la cárcel.

Desde que empezó a hacerse evidente el final de la dictadura, las fuerzas de oposición se fueron organizando en asambleas, plataformas o juntas.

La Junta Democrática se formó bajo el liderazgo del PCE, aunque contaba con la aportación de otras fuerzas, incluso no marxistas, como los socialistas de Tierno Galván, agrupados en el Partido Socialista Popular, una curiosa organización de centro-izquierda nutrida por intelectuales en su mayor parte. En la Junta Democrática no se integraba, por el contrario, el PSOE.

La Junta Democrática había optado por un proceso de “ruptura” con la legalidad de la dictadura.

La Plataforma de Convergencia Democrática se creó en torno al PSOE en junio de 1975, junto con la Democracia Cristiana, con lo que se ponían de manifiesto nuevamente los recelos históricos entre el PCE y el PSOE.

La Plataforma había optado por medidas más prudentes, basadas en los contactos con los aperturistas del régimen, es decir, por la vía de la “reforma”, o la transformación de la dictadura en democracia partiendo de su propia legalidad.

La “Platajunta” resultó de la convergencia de las dos organizaciones de la oposición al franquismo en la primavera de 1976. A pesar de sus diferencias, ambas organizaciones se unieron coyunturalmente, aunque sólo para fijar algunos objetivos comunes, tales como:

• La ruptura pactada a través de un período constituyente. • Liberación de los presos políticos y retorno a España de los exiliados. • Restablecimiento de las libertades políticas y los derechos humanos.

Reunión de la Junta Democrática

PROGRAMA DE COORDINACIÓN DEMOCRÁTICA.

Coordinación Democrática, conocida como la “Platajunta”, constituyó un organismo que podía negociar con el gobierno representando a toda la oposición. Su programa sintetizaba las aspiraciones de cambio democrático.

“(…) 2. Legalización simultánea de partidos políticos y organizaciones sindicales sin exclusiones. 3. Reconocimiento inmediato del pleno ejercicio de las libertades de expresión, reunión, asociación, manifestación y huelga. 4. (…) unidad jurisdiccional y organización y funcionamiento de un poder judicial independiente (…) 5. Completa amnistía para los presos políticos, libre retorno de los exiliados y amnistía laboral. 6. Reconocimiento de las aspiraciones a estatutos de autonomía de las nacionalidades y regiones que los reivindiquen (…) restableciéndose provisionalmente para los casos más específicos de Cataluña, Euskadi y Galicia (…). 7. Aplicación de un programa económico concentrado contra la inflación y el paro (…). 8. (…) la soberanía popular determinará libremente la nueva constitución del Estado. 9. Derogación de todas las leyes e instituciones que se oponen a estos principios de liberación política.

La consecución de este gran objetivo solo es posible combinando la negociación y la movilización ciudadana. Negociación pública, unitaria y colectiva de la oposición con los poderes del Estado (…). 23 de octubre de 1976.

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4 LA OPOSICIÓN VIOLENTA: EL TERRORISMO

La oposición violenta más destacada del tardofranquismo, la transición y de la España democrática fue y sigue siendo ETA (Euskadi ta Askatasuna), aunque a la organización vasca se sumaron al final del franquismo otros grupos terroristas surgidos en aquel momento o durante la transición, tales como el FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) de extrema izquierda, los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre) y el MPAJAC (Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario), todos ellos prácticamente desmantelados en la actualidad.

ETA surgió a principios de la década de los cincuenta a partir de una organización activista juvenil: Ekin, engrosada rápidamente con muchos jóvenes procedentes del PNV (Partido Nacionalista Vasco). La organización, que nacería definitivamente en 1959 con las siglas con la que es conocida, se fue escorando progresivamente hacia la izquierda, pasando desde el nacionalismo vagamente clerical al no confesional, y de ahí hacia posturas revolucionarias marxistas o comunistas de extrema izquierda.

Será en el año 1968 cuando la organización se decante por el terrorismo, adoptando principalmente la táctica de la guerrilla urbana.

Fruto del debate interno en la organización terrorista, se produjeron varias escisiones, siendo la más notable de todas el surgimiento de dos grupos: ETA militar y ETA político-militar (los polimilis) más partidarios estos últimos de la actuación política, a imitación del Sinn Fein o brazo político del IRA de Irlanda del Norte.

El asesinato del almirante Carrero Blanco, en diciembre de 1973, por un comando etarra en la llamada “Operación Ogro”, cambió el rumbo de la historia de España al cercenar de raíz la posibilidad más real de perduración del franquismo tras la muerte de Franco.

5 ENTRE FRANCO Y LA CONSTITUCIÓN DE 1978

La muerte de Franco llegó en unas circunstancias especialmente difíciles. La soledad significativa en que se desarrollaron las exequias del dictador, a las cuales no asistió ningún Jefe de Estado, con la excepción del dictador chileno Augusto Pinochet y sin apenas presencia diplomática, ponía de manifiesto el aislamiento internacional de España tras los fusilamientos dos miembros de ETA y tres del FRAP del mes de septiembre.

Calle Claudio Coello (Madrid) tras el atentado que asesinóal Almirante Carrero Blanco

Funerales de Franco

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La nueva etapa que representaba la monarquía de Juan Carlos I iniciaba su andadura en un panorama poco halagüeño. La crisis económica empezaba a dejarse sentir fuertemente en el país sobre unas estructuras económicas que habían generado un desarrollo espectacular en todos los órdenes, pero que empezaban a quedarse anticuadas. Esta circunstancia conllevó un aumento espectacular del paro y la inflación, que amenazaba con quedar fuera de control; pero lo más grave sobre todo ello era que, a pesar de las evidencias, el aparato franquista permanecía intacto, incluso sus estructuras represivas. Y con ánimo de permanencia, además.

5.1.- EL CONTINUISMO: EL GOBIERNO DE ARIAS NAVARRO

Carlos Arias Navarro fue nombrado presidente del Gobierno tras el fallecimiento de Carrero Blanco. Tras la muerte de Franco continuaría en el cargo durante los primeros meses de la monarquía de Juan Carlos I.

Tras las de Franco, el mapa político de la transición quedaba bastante bien dibujado en sus tres tendencias:

• la rupturista radical, en torno a la Junta Democrática • la aperturista, reformista o de ruptura controlada, en torno a la Plataforma de

Convergencia Democrática • la inmovilista, en torno al “búnker”, formado por los elementos más radicales del

franquismo agrupados en los siguientes colectivos: o Militares y cargos políticos temerosos de perder sus prebendas. o Franquistas convencidos de las bondades del Estado del 18 de Julio. o Franquistas temerosos de una vuelta a la situación previa al Alzamiento

Nacional.

La permanencia de Arias en el Gobierno de la monarquía hizo sospechar a la oposición y a los sectores aperturistas la voluntad de éste de prolongar el Franquismo, a pesar de que en el nuevo Gobierno Arias se habían integrado algunas personalidades reformistas. El inmovilismo de Arias quedó fuera de toda duda cuando él mismo declaró públicamente que “la finalidad de su ges-tión era cumplir el mandato de Franco”. La protesta ciudadana arreció en calles y fábricas. Las alteraciones del orden público degeneraron en algunas ocasiones en verdaderas batallas campales.

La presión social determinó que en el mes de julio de 1976, el rey Juan Carlos I cesara a Arias Navarro y nombrara, contra todo pronóstico, a un personaje que hasta el momento no había dado pruebas evidentes de su talante aperturista, pero que conocía todos los resortes del sistema franquista, requisito necesario para proceder a su desmontaje. Nos referimos al secretario general del Movimiento, Adolfo Suárez.

5.2. EL INICIO DE LA REFORMA POLÍTICA: EL GOBIERNO DE ADOLFO SUÁREZ

Las fuerzas de oposición esperaban el nombramiento de una persona explícitamente aperturista, sin embargo, el talante del nuevo gobierno Suárez se puso de manifiesto a los pocos días de su nombramiento.

La “Platajunta” quiso realizar un “test” para probar su voluntad de reforma: las multitudinarias manifestaciones pro-amnistía que surgieron por todo el país. Éstas apenas fueron reprimidas por la policía que, evidentemente, había recibido órdenes en tal sentido. Superada la prueba, los hechos que conducían al cambio político se precipitaron rápidamente:

Carlos Arias Navarro

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• El mismo 14 de julio de 1976 se aprobó en las Cortes, todavía de composición franquista, la reforma del Código Penal, reforma que en la práctica permitía la legalización de la mayoría de los partidos políticos, excepto el comunista.

• El 16 de julio se produjo la declaración programática del Gobierno, en donde aparecía un nuevo lenguaje, hasta entonces prohibido en niveles gubernamentales. En esta declaración se hablaba de soberanía popular, de libertades y derechos y de sistema democrático. Algo, evidentemente, empezaba a moverse.

• El 31 de julio se decretó una amplia amnistía, en virtud de la cual fueron excarcelados muchos presos políticos, excepto los condenados por actos terroristas.

• El 10 de septiembre se presentó el proyecto de Ley para la Reforma Política, que por constituir el momento clave para la transición política, se estudiará con más detenimiento.

• En diciembre, el PSOE celebró libre y públicamente en Madrid su XXVII Congreso, al que asistieron destacados dirigentes de la Internacional Socialista, entre ellos Willy Brandt, François Mitterrand y Olof Palme.

• El 30 de diciembre se decretó la desaparición del Tribunal de Orden Público. • El 1 de abril de 1977, que casualmente coincidía con el aniversario de la victoria de

Franco en la Guerra Civil, se decretó la disolución del Movimiento Nacional. • El 9 de abril, festividad del Sábado Santo, se produjo la legalización del Partido

Comunista de España, definitivamente se acreditaba la sinceridad y voluntad democrática del Gobierno.

• El 28 de abril se legalizaban las centrales sindicales y se hacía posible el regreso a España de los exiliados del PCE, entre ellos Dolores Ibarruri, “Pasionaria”. Era la prueba definitiva de la normalización política de España.

En la segunda mitad del año 1976 ya se habían puesto las piezas fundamentales para el tránsito legal desde la dictadura a un régimen democrático. La clave de todo ello se encontraba en la Ley para la Reforma Política.

5.3. LA LEY PARA LA REFORMA POLÍTICA

Esta Ley, esencial para la demolición de la dictadura, era una elaboración muy delicada de arquitectura política, donde el equilibrio del texto era fundamental y los apoyos para llevarla a cabo imprescindibles, tanto de la oposición como de las Cortes franquistas. Téngase en cuenta que la aprobación de la Ley representaba la liquidación del régimen, su “suicidio”, para dar lugar a un régimen de democracia política.

Un Parlamento democrático nuevo tenía que nacer de las Cortes de Franco, las cuales tenían que aprobar necesariamente esa Ley para dar validez legal a la liquidación del régimen. En la Ley para la Reforma Política se afirmaban principios tales como soberanía popular, elección por sufragio universal de los representantes y atribución a las Cortes del poder legislativo. En definitiva, se arbitraban los medios legales para la necesaria reforma constitucional que llevaría a la ruptura inevitable con el régimen anterior.

Faltaba un requisito fundamental previsto en el ordenamiento legal franquista: una Ley de esta envergadura que derogaba principios fundamentales del régimen tenía que ser sometida a referéndum nacional.

La oposición recomendó la abstención, medida que muchos tacharon de irresponsable, dada la sinceridad y voluntad democrática del Gobierno y lo delicado de su situación. Téngase en cuenta que este se encontraba atenazado permanentemente por el peligro de un alzamiento involucionista por parte de los sectores más inmovilistas del ejército, y por el ataque del terrorismo, tanto de ultraderecha (los Guerrilleros de Cristo Rey), como de ultraizquierda (ETA y GRAPO).

A pesar de las recomendaciones de la oposición, la participación en el referéndum fue masiva, emitiendo su voto basta un 77% del censo electoral.

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El resultado fue contundente: el 94 % de los votantes se pronunciaron por el Sí y sólo el 2,6% lo hicieron por el No. El paso más importante y decisivo ya estaba dado.

Valoración del referéndum de la Ley para la Reforma Política

España Andalucía Cataluña Galicia País Vasco

Participación

(en %)

77,7 81,9 74,1 69,8 53,9

Votos positivos

(en %)

94,1 95,7 93,5 95,5 91,2

6 LAS ELECCIONES DE 1977. EL PRIMER GOBIERNO DEMOCRÁTICO DE ADOLFO SUÁREZ

Tras la legalización de los partidos emergieron a la superficie política infinidad de ellos, alrededor de doscientos.

Las elecciones del 15 de junio de 1977 decantaron de manera prácticamente definitiva las grandes formaciones políticas con arraigo histórico o con perspectivas de futuro que deberían abordar la tarea más importante de la transición: la elaboración del proyecto constitucional.

De la consulta electoral salió triunfante la opción de centro-derecha UCD, seguida del PSOE y a muy larga distancia las dos opciones de derecha e izquierda: Alianza Popular y el Partido Comunista de España, respectivamente. Las opciones extremas fueron prácticamente barridas.

En el mes de julio se constituyeron las nuevas Cortes que debían afrontar el reto de elaborar una Constitución a través de una Comisión Constitucional de expertos con representación de 7 diputados procedentes de todos los grupos políticos. Se excluyó, no obstante, al PNV, por causa de sus peticiones maximalistas en torno a la autonomía vasca.

6.1 LOS PACTOS DE LA MONCLOA

Tras la muerte de Franco urgía resolver los graves problemas políticos, por lo que se postergó imprudentemente la solución de los económicos. En el año 1976 ya se dejaban sentir con fuerza las consecuencias de la llamada “crisis del petróleo”, aumentadas por las innumerables huelgas que promovió la izquierda para orientar el cambio político en el sentido de sus planteamientos ideológicos. A raíz del verano de 1977 la situación era preocupante. El paro se disparó hasta cifras desconocidas en España, y la inflación, junto con el déficit exterior, amenazaban con quedar fuera de control y arruinar todo el sistema económico, poniendo en verdadero peligro el cambio político que se iniciaba.

El ministro de Economía, el profesor Fuentes Quintana, alertó sobre el peligro de la situación e instó a Suárez para que convocara a representantes de todos los partidos parlamentarios para exponerles la situación e involucrarles en la solución pactada de los

Composición del Congreso de los Diputados tras laselecciones generales de 1977

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problemas económicos, sociales y políticos. Los Pactos de la Moncloa, que así se denominaron las medidas que se tomaron en la sede de la Presidencia del Gobierno, fueron una serie de acuerdos de tipo económico, político y social que involucraron a todas las fuerzas políticas y sociales, incluidos los sindicatos y la patronal. Las medidas tomadas atajaron inmediatamente la inflación y pusieron un cierto orden en el caos económico, y sobre todo laboral, existente hasta el momento.

Los Pactos de la Moncloa representaron un hito decisivo en la transición política y un cambio de orientación que iba a definir el nuevo sistema político y social español. Entre las medidas acordadas se contaba la reforma fiscal, la devolución a los nuevos sindicatos del patrimonio sindical de los sindicatos verticales, la extensión de la Seguridad Social, el incremento presupuestario en educación y un programa de inversiones públicas, prácticamente paralizado hasta el momento, que diera el impulso necesario a la estancada situación económica.

6.2 LA AGITACIÓN NACIONALISTA

Aunque los movimientos y reivindicaciones nacionalistas habían sido constantes durante todo el proceso de la transición, en el otoño de 1976 en Cataluña y el País Vasco se reclamaba ya abiertamente los respectivos Estatutos de Autonomía.

El Presidente en el exilio de la Generalitat catalana, Josep Tarradellas, se entrevistó con el Rey y con Adolfo Suárez, entrevista en la que se selló el compromiso de restablecer en Cataluña su forma histórica de autogobierno, la Generalitat.

La voluntad de ambas partes sintonizó con el deseo prácticamente unánime del pueblo catalán, quien en la “diada” (fiesta autonómica) del 11 de septiembre se lanzó a la calle reclamando el Estatuto de Autonomía. Una etapa histórica se iniciaba para Cataluña y para el resto del Estado.

A partir de este momento se abría paso una concepción descentralizada del mismo y una nueva manera de entender el conjunto de la nación española, que vendría a sancionar la Constitución de 1978 con la configuración del Estado de las Autonomías.

7 LA CONSTITUCIÓN DE 1978

La Constitución de 1978 es la novena del constitucionalismo español pero presenta unas características totalmente distintas a las anteriores; la explicación es clara y hay que buscarla en el contexto histórico. España atravesaba un momento nuevo en su historia; estábamos pasando de una dictadura a una democracia de forma pacífica y ordenada, pero sobre todo guiados por la palabra mágica y clave de la transición; el consenso. Un consenso admitido por el gobierno y la amplia mayoría de la oposición decidida para que el pasado no condicionara el presente, para extender la amnistía a todas las fuerzas políticas y para que no se volvieran a repetir los errores de la segunda república y los sufrimientos de la guerra civil y la dictadura. De este modo, la Constitución de 1978 es una ley de leyes pactada,

Firmantes de los Pactos de la Moncloa (entre otros, deizquierda a derecha, Santiago Carrillo, Felipe González,

Adolfo Suárez, Manuel Fraga y Miquel Roca

Constitución española de 1978

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consensuada y no partidista que establece como forma del Estado la Monarquía Parlamentaria, un legislativo bicameral, el pluralismo político, la descentralización del Estado y una economía social de mercado.

Los pasos que se siguieron fueron los siguientes:

• Convocatoria de unas Cortes constituyentes, que surgieron de las elecciones que se celebraron el 15 de junio de 1977.

• Nombramiento de una comisión dentro del Congreso encargada de preparar el borrador del Proyecto y discusión y aprobación del Proyecto en el pleno del Congreso. Los integrantes de dicha Comisión fueron: los ucedistas Gabriel Cisneros, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y José Pedro Pérez Llorca, el socialista Gregorio Peces Barba, el aliancista Manuel Fraga, Miquel Roca por la Minoría Catalana y Jordi Solé Tura por el PCE. Quedaban excluidos los nacionalistas vascos que, de este modo, siempre han tenido el argumento de alegar que ésta no era su Constitución.

• Discusión y aprobación, en el Senado, del Proyecto aprobado por el Congreso. Los artículos en que no había acuerdo fueron tratados por una comisión mixta Congreso-Senado.

• Aprobación por las Cortes —Congreso y Senado— del texto definitivo el 31 de octubre de 1978.

• Aprobación de la Constitución por el pueblo en referéndum, el 6 de diciembre de 1978.

• Firma y ratificación del Rey ante las Cortes el 27 de diciembre de 1978.

Consta de 169 artículos y varias disposiciones adicionales. Su contenido se suele agrupar en varias partes; las más amplias son una dogmática y una orgánica; además, contiene otra sobre la organización del Estado y una más sobre la reforma de la Constitución.

Parte dogmática

Incluye los principios generales que rigen la organización del Estado, y los derechos y las libertades fundamentales de todos los ciudadanos.

Algunos de estos principios generales son:

• “España se constituye en un Estado social y democrático de derecho” (Artículo 1.1).

• “La soberanía nacional reside en el pueblo” (Artículo 1.2).

• “La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria” (Artículo 1.3).

• “(...) indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles (...)» (Artículo 2).

Los Derechos y libertades fundamentales integran también esta parte dogmática. La Constitución establece una serie de derechos y libertades de los ciudadanos que el Estado está obligado a respetar. Se pueden agrupar en tres clases:

• Derechos y libertades personales. Son los que protegen al ciudadano frente al poder; con ellos se garantiza un ámbito de intimidad en la que no puede intervenir el Gobierno. Son, entre otros, los siguientes:

o Derecho a la vida y la integridad física (Artículo 15). o Derecho a la libertad y la seguridad (Artículo 17). o Derecho al honor y la intimidad (Artículo 18). o Derecho a elegir el lugar de residencia (Artículo 19). o Derecho a la libertad de expresión (Artículo 20).

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o Derecho a la libertad religiosa (Artículo 16). • Derechos y libertades colectivos o de relación. Garantizan que los

ciudadanos pueden relacionarse entre sí y actuar en grupos y organizaciones en la sociedad y en la política, dentro de los límites que marca la ley. Los principales son:

o Derecho de reunión y manifestación (Artículo 21). o Derechos de asociación y de sindicación (Artículos 22 y 28). o Derecho a la huelga (Artículo 28).

• Derechos económico-sociales. Son los que garantizan a los ciudadanos unas condiciones sociales y económicas que permitan un nivel de vida digno. Algunos de estos derechos son:

o Derecho a la educación (Artículo 27). o Derecho a la Seguridad Social (Artículo 41). o Derecho a una vivienda digna (Artículo 47). El Estado debe velar para

que el empleo del suelo no sea en perjuicio de nadie.

Parte orgánica

La Constitución define la estructura política: los poderes y los órganos del Estado español, que son los siguientes:

La Corona.

En el Artículo 1 se define a España como Monarquía parlamentaria. Monarquía significa que el jefe del Estado es un rey, que no es elegido por el pueblo, sino que es un cargo hereditario y vitalicio. Parlamentaria quiere decir que el rey reina pero no gobierna, porque el Parlamento legisla y nombra al jefe del Gobierno, que es quien gobierna.

Las funciones del jefe del Estado son las siguientes:

• Representar al Estado español. • Sancionar y promulgar las leyes. • Proponer al candidato a presidente del

Gobierno y nombrarlo cuando el Congreso le da su apoyo.

• Ostentar el mando de las Fuerzas Armadas y declarar la guerra y la paz.

• Convocar y disolver las Cortes en los casos previstos por la Constitución.

• Convocar elecciones en los casos previstos por la Constitución.

• Convocar a referéndum a propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados.

Las Cortes Generales.

En ellas reside el poder legislativo. Están compuestas por dos cámaras, el Congreso y el Senado; es, pues, un Parlamento bicameral.

Sus funciones son (Artículo 66):

• Hacer y aprobar las leyes.

• Aprobar el Presupuesto del Estado.

• Elegir al presidente del Gobierno.

La institución de la Corona.

Congreso de los Diputados

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• Controlar al Gobierno.

El Gobierno.

Es el órgano en el que reside el poder ejecutivo. Está formado por el presidente y los ministros y funciona colegiadamente —las decisiones se toman de forma colectiva— reunidos en Consejo de Ministros.

El Congreso de los Diputados elige al presidente del Gobierno. El presidente nombra a sus ministros.

Las funciones del Gobierno son (Artículo 97):

• Dirigir la política interior y exterior.

• Dirigir la Administración civil y militar.

• Defender el Estado.

Los Tribunales de justicia.

En ellos reside el poder judicial. Los más importantes son el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, encargado de velar por el cumplimiento de la Constitución.

La función de los Tribunales es juzgar.

8 CONCLUSIONES

El paso de la dictadura franquista a la democracia es conocido como la transición, siendo este un periodo difícil y complejo en el que se pasa de la "democracia orgánica" a la democracia real. En este proceso el elemento fundamental fue la Constitución de 1978, la única Constitución de la historia de España que se realizó a través del consenso, con sus aspectos positivos, pero también con sus aspectos negativos.

El desarrollismo franquista de los años sesenta tuvo como consecuencia el inicio de una serie de procesos que terminarían con la solución de muchos problemas de carácter social y económico. En definitiva, se produjo una profundización en la modernización económica y social. No obstante, los problemas políticos no se resolvieron debido al inmovilismo político del franquismo y quedaron postergados para la transición. El problema religioso quedó resuelto en parte en la Constitución del 78 con la aconfesionalidad del Estado. El problema del protagonismo militar se solucionó definitivamente tras el golpe de Tejero y la entrada de los socialistas al poder. La integración en la UE y en Maastricht nos hizo integrarnos definitivamente en nuestro entorno europeo. Al mismo tiempo, la estancia del PSOE en el poder y su sustitución por el PP, consolidaron definitivamente el sistema democrático español. Queda por resolver el problema de la estructura de España.

Desde el mismo momento que se estaba llevando a cabo la transición los protagonistas eran conscientes de la importancia de ella y la valoraban como una gran obra de la política española. Posteriormente la valoración fue igualmente positiva, ya no sólo dentro de España, sino también a nivel internacional, enfatizando sobre el carácter pacífico del cambio del régimen, en contraposición a la guerra civil o a otras transiciones como la de Portugal, sobre el consenso y sobre las circunstancias tan difíciles y complicadas que acompañaron al proceso. Ello la hizo objeto de estudio de muchos países para imitar su modelo, como en el caso de la Europa socialista en su camino hacia la democracia y el capitalismo.