tema 10. iconografía mariana
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MARÍA TERESA GARCÍA PARDO 1
TEMA 10. LA ICONOGRAFÍA MARIANA Y EL APOCALIPSIS
Las principales fuentes para la iconografía mariana son los Evangelios
Apócrifos y la Leyenda Dorada.
Su culto se originó en el Concilio de Éfeso (431 d.C.), donde fue proclamada
Madre de Dios.
El culto a María fue rechazado en el siglo XVI con la Reforma protestante. En
cambio la Iglesia católica le mantuvo.
El culto cobró un nuevo impulso con la devoción a la Virgen de Lourdes, siglo
XIX, y la Virgen de Fátima, 13 de mayo de 1917.
En 1854 el Papa Pío IX instituyó el dogma de fe de la Inmaculada Concepción.
En 1950 el Papa Pío XII proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen.
1- ENCUENTRO EN LA PUERTA DORADA DE JERUSALÉN
María (Miriam en hebreo), hija de San Joaquín y Santa Ana, procedía de la
tribu de Judá y de la estirpe regia de David.
Tras 20 años de matrimonio, Joaquín y Ana seguían sin tener descendencia.
Joaquín se retiró al desierto para ayunar y hacer penitencia durante 40 días.
Un ángel se le apareció y le anunció que su mujer tendría una hija a la que
pondrían por nombre María, que nacería llena del Espíritu Santo. (p. 287)
La niña debía ser consagrada a Dios desde su infancia y de ella nacería Jesús,
el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.
El ángel dijo a Joaquín que regresara a Jerusalén y cuando llegara a la Puerta
Dorada encontraría allí a su esposa Ana. También se apareció a Ana y le
anunció lo mismo que a Joaquín, añadiendo que se reuniera con su esposo en
la Puerta Dorada de la ciudad, simbolizando el abrazo de los esposos la
concepción de la Virgen Inmaculada. (Iconografía similar a la Visitación)
Los teólogos medievales interpretaron el relato apócrifo, del abrazo en la
Puerta Dorada de Jerusalén, como un símbolo de la Inmaculada Concepción,
es decir, la esperada redención del pecado original de Eva.
Giotto, entre 1304-05, será el primero en pintar a los esposos besándose en
los frescos de la Capilla de la Arena de Padua, levantada por Scrovegni,
provocando un cambio en la representación iconográfica. (p. 287)
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El Concilio de Trento dio un nuevo impulso a la devoción de la Inmaculada
Concepción, simbolizada desde entonces por la Virgen, y relegando así el
episodio del abrazo en la Puerta Dorada.
2 – NATIVIDAD DE LA VIRGEN
El nacimiento de María podría situarse hacia el año 15 a.C. en Jerusalén,
Nazaret o Belén.
Ghirlandaio, en el Quattrocento, pinta un fresco en la Iglesia de Santa María
Novella de Florencia, en el que elimina de la escena el sentido religioso y sitúa
el relato apócrifo en la suntuosa habitación de un Palacio florentino, en medio
del ambiente femenino que rodea un alumbramiento.
Santa Ana observa recostada a las 3 mujeres que atienden y preparan el baño
de su hija, ante un elegante grupo de damas. La escena se puede reconocer
por el tema del abrazo en la Puerta Dorada, ubicado en la parte superior
izquierda de la escena. (p. 288)
La Contrarreforma propicia mayor austeridad y religiosidad en el tema,
incorporando ángeles en torno a la niña recién nacida.
3 – PRESENTACIÓN DE MARÍA EN EL TEMPLO
A los 3 años María fue llevada al templo para ser ofrecida a Dios y subió sin
ayuda los escalones hasta el altar, donde es acogida por el sacerdote Zacarías.
Allí vivió y fue educada con otras doncellas.
Frente a la presentación de Jesús, la Virgen se dirige en solitario para
ofrecerse ella misma al Señor, como plasma Paolo Uccello. (p. 289)
Jesús fue llevado por María y José de bebé al templo de Jerusalén para ser
presentado al Señor y, a la vez, para cumplir con la Purificación de su madre.
Allí el sacerdote Simeón y la profetisa Ana le reconocieron como Mesías.
José ofrece por su parte al templo una pareja de tórtolas o palomas y con
frecuencia los asistentes portan con frecuencia cirios encendidos. (p. 249)
4 – DESPOSORIOS DE LA VIRGEN Y SAN JOSÉ
A los 14 años, el sumo sacerdote comunicó a las jóvenes que eran educadas
en el templo que había llegado el momento de contraer matrimonio.
Todas aceptaron salvo María, ya que sus padres la habían consagrado al
Señor y había hecho voto de virginidad.
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El sumo sacerdote suplicó al Señor para que les enviara una señal. Entonces
oyeron una voz que decía que todos los varones solteros de la casa de David
debían poner sus bastones sobre el altar. Uno de ellos florecería y el dueño
tomaría por esposa a María. El bastón que floreció fue el del carpintero José.
Este episodio apócrifo según la costumbre judía se celebraba al aire libre. El
rito se adaptó a las costumbres de cada lugar. En el arte francés los novios se
dan la mano. En el arte italiano José con la vara florida coloca el anillo a María.
Rafael, en la tabla de los Desposorios de la Virgen de 1504, que se encuentra
en la Pinacoteca de Brera (Milán), sitúa en primer plano a José, colocando el
anillo a María, junto al sacerdote en el eje compositivo. Delante de José uno de
los pretendientes rechazados rompe su vara con la rodilla. En el plano
intermedio coloca dos grupos de figuras que por su menor tamaño marcan la
perspectiva y en el plano final coloca un templete circular acupulado. (p. 290)
Rafael se había formado en el taller de Perugino y esta tabla nos recuerda el
fresco que Perugino hizo para la Capilla Sixtina en 1481 con el tema de la
Entrega de las llaves a San Pedro, en recuerdo de la frase de Jesús: “Tú eres
Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, entregándole a continuación las
llaves”. Al fondo también hay un templo circular (p. 255)
El Templete de San Pietro in Montorio de Donato Bramante, costeado por
los Reyes Católicos en 1503, para conmemorar el lugar donde fue crucificado
San Pedro, marcó el estilo de Bramante. Consta de dos pisos al incluir, bajo el
suelo del patio, una cripta circular que cubre la roca del martirio del Apóstol.
Sobre ella se ubica un templete circular, rodeado por una columnata de orden
toscano. Se inspira en los Tolos griegos de Delfos, Epidauro y Olimpia o en los
templos romanos de Vesta. El tambor, con vanos abiertos y ciegos, está
rematado con una cúpula. El Templete, por el enclave de su ubicación, produce
impresión de monumentalidad.
5 – LA ANUNCIACIÓN
Tiempo más tarde, el arcángel San Gabriel se apareció a María para
anunciarle que sería la madre del Mesías, el Hijo de Dios.
Cuando José vio que María iba a ser madre, antes de convivir con él, decidió
repudiarla. Pero un ángel se le apareció en sueños y le dijo que María había
concebido por obra del Espíritu Santo. Que daría a luz un hijo al que llamarían
Jesús porque salvaría a su pueblo de sus pecados. Al despertar, José hizo lo
que el ángel le había mandado y recibió a María en su casa. (p. 291)
En la Edad Media, el arcángel suele aparecer por la izquierda. María suele
recibir el anuncio sentada o arrodillada, sosteniendo un libro en las manos.
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El ángel alado le ofrecerá un lirio a la Virgen. En cambio Simone Martini, en el
gótico de la Siena del Trecento, le ofrecerá a la Virgen una rama de olivo,
mientras ella está sentada junto a un jarrón con azucenas, símbolo de la
pureza de María. (p. 292)
La paloma del Espíritu Santo suele aparecer volando sobre la cabeza o
vientre de la Virgen.
En la Edad Media la escena se desarrolla en un ambiente de recogimiento, que
durante el Renacimiento se transformará en un lujoso escenario. El Concilio de
Trento, 1545-63, dotará al tema de la magnificencia perdida. En la iconografía
postridentina el arcángel San Gabriel se aparecerá por la derecha sobre una
nube, mientras la figura de María gozará de mayor relevancia. (292)
La Anunciación más conocida es la de Fray Angélico del Museo del Prado.
6 – LA VISITACIÓN
El arcángel San Gabriel también anunció a la Virgen que su prima Isabel,
casada con el sacerdote Zacarías, esperaba un hijo a pesar de su avanzada
edad, por lo que María fue a visitarla en el sexto mes de la concepción de San
Juan Bautista. (Juan Bautista nació el 24 de junio y Jesús el 24 de diciembre)
La visitación tiene una iconografía similar a la Puerta Dorada, ya que las dos
primas al verse se abrazan.
A partir del siglo XV y, sobre todo, en el arte de la contrarreforma, la anciana
Isabel se arrodilla ante la Virgen como madre del Salvador. ((p. 293)
7 – LA NATIVIDAD DE JESÚS
Yahvé había prometido a Adán y Eva, después de su pecado, que de la mujer
nacería un libertador que los redimiría del Demonio. Los profetas también
anunciaron su nacimiento con detalles muy precisos.
Durante el reinado de Herodes el Grande, María y José vivían en Nazaret. El
emperador Augusto ordenó que se hiciese un empadronamiento de todos los
súbditos del Imperio, para lo cual debían inscribirse en el pueblo de donde la
familia de cada uno era originaria. María y José se tuvieron que dirigir a Belén y
allí tuvo lugar el nacimiento de Jesús en un establo debió a su pobreza.
El tema de la natividad fue tratado de forma muy diferente en Bizancio. Allí la
Virgen aparece recostada, agotada por el parto y asistida por comadronas. 245
En Occidente a partir del siglo XV la escena se convirtió en una Adoración del
Niño en la que María se arrodilla ante Jesús, recién nacido, que irradia luz. En
ambas representaciones la presencia de José es secundaria.
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8 – LA EPIFANÍA, ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS
Los Reyes Magos interpretaron la aparición de una estrella en Oriente como el
anuncio del nacimiento del libertador de Israel. Decidieron seguirla para rendirle
homenaje.
En Jerusalén preguntaron donde se encontraba el rey de los judíos que
acababa de nacer, lo que causó gran preocupación al rey Herodes, quien les
pidió que cuando encontraran al Niño se lo comunicaran. Pero Dios en sueños
les ordenó que no volvieran a hablar con Herodes.
Guiados por la estrella encontraron a Jesús y le entregaron oro como rey,
incienso como Dios y mirra como hombre.
En el siglo XII se estableció el número de 3 reyes magos, identificados con las
tres edades del hombre (joven, maduro y anciano)
El rey negro aparecerá en el siglo XV para simbolizar que el hombre en todas
sus edades y en todas sus razas debe adorar a Dios.
La iconografía de la Epifanía, tomada del arte bizantino, sitúa a la Virgen en
majestad, presentando a Jesús a los reyes, que avanzan en procesión hasta él,
se arrodillan y entregan sus ofrendas, que traen en bandejas y valiosos objetos
de orfebrería. (p. 248)
9 – DORMICIÓN O TRÁNSITO DE LA VIRGEN
La Leyenda Dorada cuenta que 12 años después de la muerte de Jesús, el
Arcángel San Miguel, el psicopompo (conductor de almas), el defensor de las
almas frente al demonio y del Juicio Final, se apareció a María y le prometió
que un ramo de palma del Paraíso sería colocado en su féretro para que la
inmunizara del Diablo y le anunció que los apóstoles la acompañarían en el
momento de su muerte y en las exequias que se hicieran en su honor.
Todo sucedió como se había anunciado. A los 60 años María murió y su alma
salió del cuerpo y voló a la eternidad en brazos de Jesucristo.
El arte bizantino mantuvo la representación de la Dormición, en la que sólo
el alma de la Virgen se encomienda a los ángeles.
El arte bizantino representó el tema en marfiles y mosaicos desde el siglo X. La
Virgen aparece recostada sobre el lecho, rodeada por los apóstoles. En
algunas ocasiones San Juan apoya su cabeza sobre el pecho de María, como
hiciera con su hijo en la Última Cena, mientras San Pablo besa sus pies y San
Pedro porta un incensario. Cristo está presente de pie entre sus discípulos
para recoger el alma de su Madre, en forma de niña, y llevarla al cielo con
ayuda de los ángeles. (p. 294)
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La muerte de la Virgen la iglesia bizantina la denomina Dormición y la latina
Tránsito.
En el arte occidental también suele yacer sobre su lecho. La escena se ubica
en interiores de época, flamencos o italianos. La imagen de Cristo desaparece
con el tiempo y recogen el alma de María los ángeles.
El Tránsito de la Virgen de Mantegna del Museo del Prado es una tabla que
está recortada. Estaba coronada por Cristo acogiendo el alma de su Madre. El
episodio se ubica en un interior de Mantua, donde la Virgen reposa en el lecho
rodeada de los apóstoles, que portan cirios, agua bendita y la palma. (p.295)
Caravaggio escandalizó a Roma al representar a la Virgen como una mujer
vulgar con el cuerpo hinchado, porque se basó en una mujer que se había
ahogado en el río, ubicándola en un escenario carente de simbolismo religioso.
Este relato apócrifo irá desapareciendo de las artes y proliferarán los temas de
la Inmaculada Concepción, la Asunción y la Coronación.
10 – LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA
El dogma de la Inmaculada Concepción fue proclamado por el Papa Pío IX,
el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, aunque el tema ya
había sido tratado por diferentes artistas antes de esa fecha.
Cuando hablamos del dogma de la Inmaculada Concepción no nos referimos a
la concepción de Jesús, quién también fue concebido sin pecado original.
María quedó preservada de pecado desde que fue concebida por su madre
Santa Ana. Es decir, María es la "llena de gracia" desde su concepción.
El arcángel San Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima Virgen
María «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Las palabras en
griego significan un estado sobrenatural del alma en unión con Dios. Aunque
este pasaje no "prueba" la Inmaculada Concepción de María lo sugiere.
En el Génesis, Dios declara la enemistad entre la serpiente y la mujer. Cristo,
hijo de la mujer (María) aplastará la cabeza de la serpiente, símbolo del Mal.
La Virgen, bajo esta advocación, es representada siguiendo la descripción de
San Juan en el Apocalipsis. La Mujer apocalíptica, envuelta en luz, con la
luna bajo los pies y una corona de 12 estrellas sobre la cabeza.
Siguiendo este modelo, la Inmaculada lleva túnica blanca, manto azul, corona
con doce estrellas, media luna y una serpiente a los pies. La Virgen pisa y
vence a la serpiente y el mal, frente a Eva que se dejó tentar por ella.
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Va acompañada por ángeles, lo que genera una gran similitud entre la
iconografía de la Inmaculada, la Asunción y la Virgen de Guadalupe.
En la primera mitad del XVII, el teórico y pintor Francisco Pacheco estableció la
iconografía de la Inmaculada en su tratado del Arte de la Pintura. De este
modo, Velázquez, Zurbarán y Martínez Montañés pintan y esculpen a María
joven con la mirada baja y sensación de recogimiento.
En la segunda mitad de siglo las representaciones ganarán en barroquismo.
Murillo será el que más trabaje este tema. La Virgen, vestida con túnica blanca
y manto azul, envuelta en una luz dorada y un cortejo de ángeles niños, mira
hacia el cielo.
En esta Inmaculada de Murillo confluyen las iconografías de la Asunción con la
mirada hacia el cielo y los ángeles a los pies y la de la Inmaculada Concepción
con la luna en cuarto creciente y la vestimenta blanca y azul. (p. 301)
11 – ASUNCIÓN DE LA VIGEN Y LA ASCENSIÓN DE CRISTO
Jesús pidió a los apóstoles que enterraran el cuerpo de su madre en un
sepulcro nuevo y que permanecieran en aquel lugar hasta que se reuniera con
ellos a los 3 días. María resucitó al tercer día de su muerte, igual que Jesús.
Jesucristo se presentó ante sus discípulos. El alma de María se unió a su
cuerpo y la Virgen subió a los cielos acompañada por infinidad de ángeles, tal y
como cuenta la Leyenda Dorada.
La Asunción y la Coronación pertenecen al ciclo de la glorificación de la Virgen.
El arte bizantino, rechazó la leyenda apócrifa, y mantuvo la representación de
la Dormición, en la que sólo el alma de la Virgen se encomienda a los ángeles.
En la iconografía de la Ascensión de Cristo, como es Dios, asciende por si
sólo al cielo, mientras que en la Asunción, María, Madre de Dios, es ayudada
en el ascenso por los ángeles.
La Inmaculada Concepción es una representación simbólica del descenso
de la Virgen a la tierra.
Las 3 iconografías mezclaron elementos. Tiziano pintó en Venecia a la Virgen
ascendiendo por si sola al cielo. Esta iconografía inspiró al Greco. (p.296)
En ocasiones, el arte italiano incorpora en la Asunción el momento en que el
incrédulo Tomás recibe del cielo la Sacra Cintola, el cinturón de la Virgen.
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12– LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN
El tema de la Asunción es seguido por el de la solemne Coronación.
El tema apócrifo de la Coronación de la Virgen surge en Francia en el S. XII en
los tímpanos de las catedrales góticas.
La Virgen aparece sentada, arrodillada o de pie y puede ser coronada por un
ángel, por su Hijo Jesucristo, por Dios Padre o la Trinidad.
Fray Angélico pintará a la Virgen coronada por Cristo en presencia de santos
y de una corte celestial.
Generalmente, la Virgen es coronada por Dios Padre y Jesucristo en presencia
del Espíritu Santo, como lo pinta magistralmente Velázquez. (p. 297)
13 – LA VIRGEN MARÍA Y SUS ADVOCACIONES
Las advocaciones marianas, o diferentes formas de nombrar a María, son
numerosas.
En Bizancio se sintió una profunda devoción por la Virgen, lo que originó
distintas iconografías que posteriormente pasaron al arte medieval occidental.
1 – ARTE BIZANTINO
1 - Blacherniotisa o Blanquernitisa. Virgen de la O
Se la representa de pie con los brazos extendidos en actitud de orar, llevando
sobre el pecho un tondo con el Niño Jesús. (p. 298)
2 - Glykophilousa o Elousa. Virgen del gótico.
Es la madre que muestra ternura y cariño al Niño. María se presenta triste. 298
3 - Hodigitria.
Es la Virgen que muestra el camino. Lleva sobre uno de sus brazos al Niño, al
que señala con su mano, mientras Jesús aparece bendiciendo. (p. 299)
4 - Theotokos o Kiriotisa. En Occidente es Virgen en Majestad del
Románico.
Designa a la Virgen sedente, con el Niño Jesús sentado sobre su regazo en
actitud de bendecir.
Es una imagen de la Virgen como trono de su Hijo. Ambos se muestran
hieráticos, es decir, con rasgos rígidos y solemnes que no manifiestan
sentimientos, y frontales. Sin ninguna comunicación entre ellos. (P.299
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2 – ADVOCACIONES MARIANAS EN OCCIDENTE
1 - Divina Pastora.
Su iconografía surge en el Barroco como equivalente del Buen Pastor.
Suele estar sentada con el Niño Jesús sobre sus rodillas y aparece rodeada de
corderos y con una vestimenta relacionada con el tema. (p. 300)
2 – Nuestra Señora de Loreto.
Según una tradición del siglo XV, la salida de los últimos cruzados de Tierra
Santa a finales del siglo XIII motivó que la casa de la Virgen en Nazaret fuera
llevada por los ángeles milagrosamente a Loreto (Italia).
Se representa a María con el Niño, sentada sobre el techo de su casa mientras
los ángeles la transportan. (p. 302)
3 - Nuestra Señora de la esperanza O, Virgen de la Esperanza.
Es la Virgen embarazada. La Madonna del Parto o de la Expectación. (p. 302)
4 – Virgen del Carmen.
Como patrona de la Orden del Carmelo sus vestiduras son blancas y pardas, al
igual que el hábito carmelita.
5 – Santa María de las Nieves o la Blanca.
Está relacionada con la fundación de la basílica de Santa María la Mayor en
Roma. En el siglo IV la Virgen se apareció en sueños al papa Liberio para
pedirle que construyera en su honor un templo en el monte Esquilino.
La planta de la iglesia la encontrarían trazada sobre el suelo nevado de la
colina a pesar de las altas temperaturas del verano. (p. 303)
6 – Virgen de los Dolores o Dolorosa, Virgen de la Soledad.
Refleja a la Virgen que vive su propia pasión, cuando se queda sola con el
dolor por su Hijo.
Sus vestimentas son oscuras y cruza las manos sobre el pecho que puede
estar atravesado por una o siete espadas, símbolo de su dolor.
El patetismo de la Mater Dolorosa gozó de larga tradición, realzando su dolor y
soledad tras la Crucifixión. La Dolorosa, vestida de luto y juntando las manos,
con semblante de angustia y lágrimas en sus mejillas fue muy representada en
la pintura y la escultura. Solía hacer pareja con el Ecce Homo. (p. 303)
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7 – Virgen de Guadalupe, patrona de Méjico.
En 1531 la Virgen se apareció al indio Juan Diego en Méjico. Esta Virgen es
patrona de Méjico desde el siglo XVIII.
Se la representa dentro de una mandorla resplandeciente. Un manto azul con
estrellas cubre sus vestiduras y apoya sus pies sobre una media luna negra
sostenida por un ángel. La iconografía recuerda a la Inmaculada. (p. 304)
8 – Virgen de la Leche.
Se la representa amamantando al Niño. (p. 304)
9- Virgen de la Misericordia.
Despliega su manto, al igual que la Virgen de los Desamparados, para
proteger a las órdenes religiosas, cofradías o a todos los hombres. (p. 305)
10 – Virgen de la Monserrat, románica.
Es una talla románica de finales del siglo XII, venerada en el monasterio que
lleva su nombre en Cataluña.
Es una Virgen sedente y frontal, con el Niño Jesús sentado sobre su regazo.
Lo más destacado es su tonalidad oscura que la integra en las denominadas
Vírgenes negras. (p.305)
11 – Virgen de la Piedad. Eos, La Aurora, y Memnón en la Mitología.
Representa el momento posterior al Descendimiento de la Cruz. Unas veces
Jesús está sobre sus rodillas, otras de pie y a veces está acompañada por San
Juan, la Magdalena y los donantes. (p. 306)
12 – Virgen del Pilar.
Durante la predicación de Santiago en España, se le apareció la Virgen María,
dejando como señal el pilar o columna que ha dado lugar a su nombre.
Se la representa de pie sobre un pilar, con el Niño Jesús en brazos, y un manto
de tela bordada.
13 – Virgen del Rosario.
La Virgen se representa sedente con el Niño Jesús sobre las rodillas,
entregando el rosario a Santo Domingo de Guzmán. A veces las cuentas del
Rosario han sido sustituidas por rosas que enmarcan a María en una
mandorla. (p. 306)
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EL APOCALIPSIS
El Apocalipsis fue escrito por el anciano San Juan a finales del siglo I en la isla
de Patmos. Su título griego es Revelación, referida al fin de los tiempos y al
Juicio Final.
En una época en la que los cristianos eran perseguidos, encontraron en el
Apocalipsis la esperanza de una vida mejor con la venida de Jesús y su juicio.
Describe las plagas y calamidades que sufrirán los que no cumplen los
mandamientos y la salvación de los justos. La derrota del Demonio, finalizando
con el Juicio Final y la visión de la nueva Jerusalén.
En España los Beatos, manuscritos de los siglos X y XI, no ilustran el texto
original, sino el Comentario del Apocalipsis escrito por Beato de Liébana a
finales del siglo VIII.
Los artistas mozárabes, cristianos que vivían en territorio musulmán y
utilizaban elementos de este arte como el arco de herradura, el alfiz, los
modillones, etc., ilustraban los Beatos con franjas de colores, como fondo, y
sobre ellas elementos como el cordero con la cruz o las bestias del mal. (308)
Durero realizó 14 xilografías renacentistas a finales del siglo XV. El grabado
más destacado es el de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis (el Hambre, la
Guerra, la Muerte y la Peste) (p. 308)
La mujer del Apocalipsis se consideró en los primeros tiempos un símbolo de
la Iglesia. Pero siglos después se consideró una prefiguración de la Virgen
María. Es representada como la Inmaculada victoriosa que, coronada de
estrellas, vence a la serpiente del mal.
El Pantocrátor, según la visión de San Juan, inspirada en la de Ezequiel,
aparecerá rodeado por el Tetramorfos, es decir, los cuatro evangelistas,
representados generalmente con sus símbolos animales. San Marcos es el
león, San Juan el águila, San Lucas el toro y San Mateo el ángel. (p. 309)
En el Románico el Juicio Final se plasmará en la pintura y en el tímpano de
las iglesias con el Pantocrátor, caracterizado por la frontalidad y el
hieratismo, rasgos rígidos y solemnes que no manifiestan los sentimientos.
En el Gótico, los relieves de los tímpanos de las catedrales se plasmarán
sobre un fondo de franjas superpuestas con el tema del Juicio Final.
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En la parte superior suele aparecer Cristo Juez en Majestad, rodeado por los
24 ancianos del Apocalipsis, los 12 apóstoles o la Virgen y San Juan.
En el friso central aparece San Miguel pesando las almas (Juicio de Osiris).
Los condenados son arrastrados al Infierno por el Demonio y los
bienaventurados son recibidos por San Pedro en la Puerta del Paraíso.
En la franja inferior se produce la resurrección de los muertos, que salen de
sus tumbas desnudos al son de las trompetas angelicales.
En la pintura, el tríptico presentará el Juicio Final en la tabla central,
enmarcado por el Infierno y el Paraíso en los paneles laterales. (p. 310)
Miguel Ángel supone la ruptura absoluta con la iconografía medieval.
Se aparta del hieratismo y las franjas superpuestas, para ofrecer en la parte
frontal de la Capilla Sixtina una visión dinámica del Juicio Final.
Miguel Ángel ubica a Cristo Juez en el centro, equiparándole con el Sol, junto
a la Virgen, en medio de un dinámico y caótico torbellino. (p. 310)