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SEGUNDA PARTE: APORTES DE LA FILOSOFIA, LA EXEGESIS, LA MORAL Y LA TEOLOG lA. Rolando Salinas J. Tecnología y humanismo DENTRO DE LOS MARüOS puestos por el tema general de este seminario, deseo proponer algunas reflexiones en relad6n a las posibilidades del humanismo en una época modelada por la ciencia y por la tecnología. Tal prop6sito se ubica en la línea de preocupaciones que vienen manifes- tándose en diversos sectores de la vida social y que han adquirido un particular énfasis en los últimos decenios. Paulatinamente ha venido haciéndose patente la importancia que tiene la técnica, no s610 en el transcurso de nuestra vida individual y colectiva en el presente, sino también en la conformaci6n de la cultura y del futuro de la humanidad. Esta toma de conciencia expresa la reacci6n humana frente al prodigioso aumento de objetos y procedimientos técnicos que invaden nuestro medio vital, que por su cantidad no pueden menos que imponerse a la constataci6n. Se per- ciben además, aunque esto no muy claramente, los efectos cualitativos que pro- ducen sobre las culturas y humanismos tradicionales, obligados a revisar, readecuar, defender y a desplegar grandes esfuerzos para mantener vigentes muchos de sus elementos fundamentales. Este desafío permanente conduce posiblemente a pensar que es el destino mismo del hombre lo que está en juego y se pasa de la constaci6n a la evaluación. Al parecer aún no se encuentra el punto de equilibrio entre las formas polares en que se mueve la evaluaci6n. Un optimismo triunfalista pero super- ficial, por una parte, un pesimismo profundo pero parcial, por otra. En ambos casos se acumulan suficientes hechos que sustentan las estimaciones respectivas. No se pueden desconocer los muchos y variados beneficios que el progreso técnico da al hombre, pero tampoco se puede permanecer indiferente frente a los daños que directa o indirectamente causa dicho progreso. En la hora actual se tiende a asumir una actitud más matizada y a enfrentar el asunto con un espíritu má, crítico. Se intenta comprender la técnica en su estructura Íntima y desde ahí discernir lo positivo y lo negativo, tratando de evi- tar los prejuicios deformantes. Es con ese mismo ánimo que proponemos estas reflexiones, la., cuales la..,hemos agrupado en tres momentos. En primer lugar ponemos las bases de nuestra reflexi6n, luego bosquejamos algunos aspectos

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SEGUNDA PARTE: APORTES DE LA FILOSOFIA, LAEXEGESIS, LA MORAL Y LA TEOLOG lA.

Rolando Salinas J.

Tecnología y humanismo

DENTRO DE LOS MARüOS puestos por el tema general de este seminario, deseoproponer algunas reflexiones en relad6n a las posibilidades del humanismo enuna época modelada por la ciencia y por la tecnología.

Tal prop6sito se ubica en la línea de preocupaciones que vienen manifes-tándose en diversos sectores de la vida social y que han adquirido un particularénfasis en los últimos decenios. Paulatinamente ha venido haciéndose patentela importancia que tiene la técnica, no s610 en el transcurso de nuestra vidaindividual y colectiva en el presente, sino también en la conformaci6n de lacultura y del futuro de la humanidad.

Esta toma de conciencia expresa la reacci6n humana frente al prodigiosoaumento de objetos y procedimientos técnicos que invaden nuestro medio vital,que por su cantidad no pueden menos que imponerse a la constataci6n. Se per-ciben además, aunque esto no muy claramente, los efectos cualitativos que pro-ducen sobre las culturas y humanismos tradicionales, obligados a revisar,readecuar, defender y a desplegar grandes esfuerzos para mantener vigentesmuchos de sus elementos fundamentales. Este desafío permanente conduceposiblemente a pensar que es el destino mismo del hombre lo que está en juegoy se pasa de la constaci6n a la evaluación.

Al parecer aún no se encuentra el punto de equilibrio entre las formaspolares en que se mueve la evaluaci6n. Un optimismo triunfalista pero super-ficial, por una parte, un pesimismo profundo pero parcial, por otra. En amboscasos se acumulan suficientes hechos que sustentan las estimaciones respectivas.No se pueden desconocer los muchos y variados beneficios que el progresotécnico da al hombre, pero tampoco se puede permanecer indiferente frente alos daños que directa o indirectamente causa dicho progreso.

En la hora actual se tiende a asumir una actitud más matizada y a enfrentarel asunto con un espíritu má, crítico. Se intenta comprender la técnica en suestructura Íntima y desde ahí discernir lo positivo y lo negativo, tratando de evi-tar los prejuicios deformantes. Es con ese mismo ánimo que proponemos estasreflexiones, la., cuales la..,hemos agrupado en tres momentos. En primer lugarponemos las bases de nuestra reflexi6n, luego bosquejamos algunos aspectos

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necesarios en todo humanismo, para terminar reseñando algunas sugerencias hu-manistas que visualizamos en el mundo tecnificado (0).

1. BASES DE LA REFLEXION

La primera y gran dificultad que encuentra quien pretende pensar latécnica es la insuficiencia de nuestros cuadros categoriales habituales. Nocionestales como natural, artificial, fin, medio, teoría, práctica, etc., no se prestan deltodo para este propósito. Categorías adecuadas para ciertos sectores de lo realo para determinada dimensión de la realidad, se revelan inadecuada~ en otrosdominios. Su empleo implica una reducción, una manipulación que fuerza a lodistinto a entrar en los marcos de lo ya conocido. Durante mucho tiempo se pensóla técnica con categorías antropológicas, como simple medio de la acción humanacuya naturaleza y finalidad eran función de la naturaleza y fin del hombre. Másrecientemente se la concibe como pura ciencia aplicada y en lo esencial se leaplican lasmismas categorías que sirven para la ciencia moderna.

El relieve que tiene la técnica en la hora actual, el impacto que causa ennuestro modo de vida, su indocilidad para dejarse aprehender por categoríasinapropiadas, nos ha obligado a tomar nota de la originalidad que ella encierracomo realidad distinta a la de simple medio o de mera ciencia aplicada. Origi-nalidad que por no haber sido pensada en sí misma ha permanecido ajena,no integrada en la cultura, salvo en el precario dominio del uso habitual.

Quienes se percatan de esta situación e intentan la recuperación de latécnica para el hombre se encuentran sin los elementos conceptuales adecuados.Al parecer no queda otro camino que volver la mirada a la técnica misma ydesarrollar las categorías específicas, en el acto mismo de pensar esa originalidad.

Esfuerzos como los de Wiener y Simondon tienen el mérito de poner latarea en un camino con sólidos fundamentos, pero están lejos de ser suficientes.La tarea sigue abierta y a menudo parece desesperada, sobre todo cuando secomparan la velocidad con que progresa la técnica y el lento y trabajoso esfuerzode reflexión.

Lo último nos conduce a señalar una segunda dificultad. Todos somos tes-tigos del desarrollo de la tecnología actual, que se hace a una velocidad vertigi-nosa. Esto dificulta, si es que' no hace imposible, el intento por comprenderlaen su globalidad. Nos encontramos con un caso particular que grafica el escolloque representa para nuestro pensamiento el movimiento. Nuestros hábitos men-tales se han conformado para pensar lo estático y sólo aprehenden 10 fluyenteen la medida que se reduce a inmovilidad; ésta es, por 10 menos, la solucióncorriente al problema.

o Estas reflexiones se apoyan directamente en la lectura de las siguientes obras: Simon-don, G. "Du Mode d'Existance des Objets Techniq'lles", Aubier, 1969. Van Lier,H. "Le Nouvel Age". Casterman, 1962. Ladriere, J, "Les Enjeux de la Rationalité",Aubier, 1977.

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Tal solución se manifiesta con claridad cada vez que hablamos de latécnica como si ella fuese un esquema operatorio general de la acción humana,sujeto a variaciones accidentales a lo largo del tiempo. Con ello se nos escapala originalidad fluyente que la constituye o, más bien, que se va constituyendo.La insuficiencia de este modo de proceder se nos hace patente cada vez que sehace reproches a la técnica y uno se da cuenta que sólo son válidos para talocual procedimiento técnico, o para el estado general en que se encontraba enalgún momento del pasado.

Las dificultades señaladas nos permiten pensar que nada ganaríamos coninsinuar una definición de la técnica. Una realidad fluyente no se presta a lasdefiniciones, invita más bien a su captación en los momentos de génesis y evo-lución. Al respecto, quienes se ocupan de estudiarla están de acuerdo endistinguir tres grandes etapas: eotécnica, paleotécnica y neotécnica.

La primera, también llamada técnica estática, correspondería a la fase dela evolución humana en la cual el hombre coexiste con la naturaleza, la cualle ofrece lo necesario para la satisfacción de sus necesidades básicas. Esta fuentede la vida es respetada en su identidad y a menudo sacralizada. En estas con-diciones, la acción del hombre se desenvuelve en el circuito constituido por susnecesidades y la satisfacción donada por la madre naturaleza. La técnica desa-rrollada se limita a prolongar el instrumento natural del hombre: el cuerpo, ya acomodarse a los determinismos de la naturaleza. La energía que requieretoda técnica es, en esta etapa, aquella que se presenta de un modo inmediato:fuerza física animal, aire, agua.

La segunda, también llamada técnica dinámica, corresponde a los tiemposmodernos y tiene comomomento culminante la revolución industrial. El hombrese constituye en conquistador, amo dominador de la naturaleza. Desencadenaapetitos ilimitados y obliga a la naturaleza para que los satisfaga. La accióndeviene agresiva, en el circuito de los apetitos ilimitados y de una naturalezafuente de recursos también ilimitada, pero a la que hay que obligar para quedé más que lo que ofrece espontáneamente. La técnica, en estas condiciones,se convierte en medio artificial, que materializa el objeto siempre insatisfechoy la representación imperial que el hombre hace de sí mismo. La energía hay queproducirla, carbón, petróleo, electricidad, etc.

La tercera es la que se está desarrollando en el presente. Se la llama tam-bién técnica dialéctica o técnica concreta y es la única que hay que consideraren relación a las posibilidades del humanismo. En razón de las dificultadesindicadas anteriornlente, nos limitaremos a poner de relieve algunos aspectosde su modo de estar evolucionando.

Extensión planetaria. Tal vez la característica externa más evidente dela técnica moderna sea su progresiva expansión por toda la tierra. Práctica-mente no hay ninguna sociedad en el presente que en alguna medida no seaafectada por la tecnificación. Esto nos permite afirmar el carácter universalde la técnica. La acción del hombre, desplegada en los lugares más distantesunos de otros, se realiza siguiendo los mismos esquemas de tecnicidad.

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Se podría entender este fenómeno a partir de la estrecha alianza entre latécnica y la economía. Las sociedades contemporáneas se definen en funcióndel desarrollo económico, que se ha convertido en su centro de interés prin-cipal. El desarrollo económico es concebido como íntimamente ligado al pro-ceso de industrialización, y éste, al desarrollo tecnológico. Así, puesta laexigencia del desarrollo económico, la técnica moderna, originalmente occi-dental, surgirá como el mejor camino para lograrlo.

Si, como es lícito pensar, todas las otras dimensiones de la vida socialse estructuran en función de lo económico, inevitablemente se verán impreg-nadas por la misma tecnicidad. Podemos entonces sostener que es el desarrollocompleto de las sociedades actuales que depende de la técnica y de ahí suextensión planetaria.

Desarrollo incesante. Vista globalmente, la técnica actual manifiesta unprogreso permanente, el que se hace a una velocidad cada vez más acelerada.Todos somos conscientes de la rapidez con que devienen caducas muchas res-puestas técnicas ante el impacto de otras mejores. También estamos enteradosde los graves problemas que acarrea el desfase tecnológico, que cada día seva haciendo más grande. Todo ello es causado por la rapidez en su modo deevolucionar.

Esta característica puede ser entendida por la íntima unión de técnicay ciencia moderna que a menudo hace difícil distinguirlas. El saber hacer de-pende cada vez menos de la práctica empírica, aunque no pueda desprendersecompletamente de ella, y depende cada vez más del conocer, aunque nopueda ser mero conocimiento aplicado. Una expresión de esto es que laformación técnica requiere menos del contacto asiduo con el maestro, que lainformación, incluso a distancia, del profesor.

Este fenómeno es propio de nuestra época. Ni el conocimiento sapiencial,que apunta a la armonía del hombre consigo mismo y con el cosmos, ni elconocimiento puramente teórico, orientado a la contemplación del ser, se re-velan apropiados para servir eficientemente al saber-hacer. En cambio, laciencia moderna se presta para ello a la perfección. Esto fundamentalmentedebido al carácter operatorio del conocimiento científico-experimental, queapunta a obtener informaciones de los objetos que permitan su manipulaciónsimbólica o efectiva. Como diría Bergson, el conocimiento científico reseñalas acciones virtuales sobre lo conocido. Es en este sentido que pueden enten-derse expresiones tales como: todo saber es un poder, o el lema positivista deconocer para prever, para proveer.

Por su naturaleza misma, el conocimiento científico está abierto a undesarrollo permanente, puesto que en lo principal resulta de los mecanismoscontrolables de la construcción intelectual. Construcción que reviste una in-finidad de variaciones, reordenaciones, readecuaciones y a veces de nuevasinvenciones, liberada como está del peso de lo real en sí mismo, de lo cual ono se ocupa o lo declara simplemente incognoscible.

La técnica, tan estrechamente unida a este tipo de conocimiento y enrelación de retroalimentación circular con él, no puede menos que abrirse

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también a un progreso incesante, que es una de las marcas de su modo deevolución actual.

ConcretizaciÓn. Si nos acercamos ahora a la intimidad de la evoluciónde la técnica actual, podremos percibir las líneas gruesas de su legalidad. Di-cha legalidad consiste en el desarrollo de una concretud creciente y el aban-dono paulatino de su estado abstracto. La técnica evoluciona de lo abstractoa lo concreto.

Para entender correctamente esto, algunas indicaciones preliminares sehacen necesarias. Un esquema tecnológico de operación sobre los sistemasnaturales o artificiales se hace efectivamente operativo en la construcción deun objeto técnico, el que materializa la tecnicidad del esquema. Por eso es quea menudo se piensa la técnica mediante el análisis de las máquinas, a lascuales se considera como paradigma de objeto técnico.

Ahora bien, el objeto técnico resulta, por una parte, del esquema de opera-ción y, por otra, de los elementos naturales de que se dispone. Lo primerodetermina las funciones que debe cumplir, la segunda determina la estucturaque puede tener para cumplir eficazmente los objetivos asignados. El objetotécnico mejor será aquel que resuelve más adecuadamente el problema dearmonizar la función y la estructura, bajo el prisma de eficacia y rendimiento.

Las cosas se complican si consideramos la complejidad de estructuras yfunciones de cualquier objeto técnico. Se trata en este caso de armonizar, nosolamente estructura y función, sino las diversas estructuras elementales entresí y las diversas funciones entre sí. Un objeto técnico es llamado abstractocuando sus estructura¡ y funciones elementales son independientes las unas delas otras y sólo se unifican en relación a la función principal. Es llamado con-creto cuando todas se hacen interdependientes entre sí y en relación conla función principal.

Lo característico de la técnica actual es su evolución hacia estados deconcretizaci6n cada vez mayores, porque eficacia y rendimiento, es decir gradode seguridad en el cumplimiento de la función y cantidad de pérdida menor,se consiguen mejor según mayor sea la concretud del objeto.

Este proceso de concretizaci6n se extiende hacia los objetos técnicos entresí, en interrelacionarlos, en hacerlos interdependientes, lo cual requiere ponera punto nuevos esquemas tecnológicos de coordinación. Con ello la evolucióntécnica va tejiendo una red, cada vez más envolvente, en que todo va siendofunción de todo. De hecho, en la hora actual la manifestaci6n de la tecnicidadse ofrece DO tanto en los elementos ni en los individuos técnicos como en loscomplejos, puesto que es en ellos donde la concretizaci6n ha alcanzado su puntomás alto.

Pero además la técnica opera sobre la naturaleza. En su estado abstracto,la naturaleza es percibida como un obstáculo a vencer, arrasándola, transfor-mándola o inhibiéndola. En cambio, la dinámica de la concretizaci6n conducehacia su integración, bajo la forma de naturaleza asociada, en que lejos deromper con su legalidad se la hace partícipe del esquema tecnológico. El Ha-

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mado medio técnico en el que vivimos es ell"esultado; ni puro artificio, ni puranaturaleza, más bien una "realidad mediana".

Por último, señalemos que el operador permanente de la técnica es elhombre. Esto plantea la necesidad de resolver el problema de~ acoplamientoentre ambos. En la etapa dinamista, el asunto se resuelve violentando al ope-rador humano y obligándolo a que se acomode a la estructura y al ritmo delobjeto técnico. Sin duda que siendo el hombre el operador más plástico quese pueda encontrar, de un modo u otro satisface la exigencia que se le impone,pero esto a costa de violentar desde su estructura anatómica hasta sus ritmosbiológicos naturales.

En el presente, la tendencia a la concretud requiere cada vez más clara-mente que el problema se resuelva por medio de una recíproca acomodación.Los esquemas tecnológicos concretos asocian progresivamente las disposicionesy ritmos naturales del hombre.

De esta manera, percibimos en el modo de evolución de la técnica actualuna orientación que conduce a constituir un medio vital, en que máquina, natu-raleza y hombre se integran armónicamente.

n. ELEMENTOS DEL HUMANISMO

Antes de ensayar la determinación de las sugerencias humanistas de latécnica, parece necesario detenerse algunos instantes a considerar aquellos ele-mentos formales del humanismo que estimamos como fundamentales. Esto nospermitirá entender, además, muchos de los reproches de antihumanismo quese hacen a la técnica.

Independientemente de los contenidos que la llenan a lo largo del tiempo,la noción de humanismo comporta una determinada manera de representacióndel universo y del hombre. En esta representación básica, que tiene forma deuna relación, el hombre se percibe como distinto de las cosas que lo rodean,como interioridad sumergida en la exterioridad de la naturaleza. Esta oposiciónentre lo interior y lo exterior apoya a las de subjetividad-objetividad, inma-nencia-trascendencia.

La representación fundamental encierra mucho más que una pura constata-ción, puesto que ~n la misma distinción que se hace está involucrada unaoriginaria forma de jerarquizar los elementos distintos y, por ende, de valorarlos.Esta valoración tiene siempre al hombre como referente y se mueve pendular-mente desde el exterior al interior, desde la naturaleza como cosmos al hombrecomo espíritu. El animal humano que se percibe sometido y aplastado por lagrandiosidad del universo, el espíritu humano libre que se concibe como amoy señor de la naturaleza.

Tal representación y tal valoración constituyen el marco dentro del cuallas posibilidades de la existencia humana se despliegan. Todo humanismocomporta una voluntad de realización plena de dichas posibilidades, en elhorizonte de lo que es pensado como factible en un momento determinado.La libre creatividad del hombre se desarrolla dentro de este cauce, marcando

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con su sello a la naturaleza y principalmente desplegando su propia humani-zación. La creatividad persigue construir la fisonomía definitiva de lo humanoen el mundo, que se encuentra siempre delante de sus realizaciones.

Esta concepción de la creatividad humana construyendo permanentementeun medio en el que el hombre se reconoce cada vez más a sí mismo, implicala visión de un fin hacia el que apunta toda ella. Fin inmanente a la historia sise 10 concibe en la misma temporalidad en que transcurre la creatividad, tras-cendente a ella si se lo pone en una dimensión de tiempo distinta. En todo casoel fin es lo que detem1ina el sentido del humanismo y llena de significacióna la creatividad.

El fin, donador de sentido, comporta dos aspectos principales, íntimamentecompenetrados. Por una parte, aquello que en la valoración jerárquica se privi-legia como esencial y que por lo tanto exige su máxima realización. Si, porejemplo, se privilegia la racionalidad como lo constitutivo de la esencia humana,el fin será su plena realización; lo mismo si se trata de la libertad, 1a sociabi-lidad, etc. Por otra parte, el fin cumple una función de totalización e integraciónde la creatividad. Algo así como el lugar geométrico en el que convergen todaslas aspiraciones y todas las acciones, en el que todo adquiere su sentido y porel que puede ser comprendido.

El humanismo involucra una tendencia a la totalización de todo lo existentepor el hombre. Es el hombre el lugar y el momento en que el todo se revela yse hace consciente o simplemente se hace posible.

Esto requiere que el humanismo se autoposea en todos sus momentos. Enla representación original, en la valoración jerárquica y en su fin. Pero particu-lamlente que se posea como creatividad, que es 10 que llena de contenido atodo lo demás, y que posea los frutos de esa creatividad. Es el momento enque se recupera la libertad en la conciencia y la creatividad se hace trans-parentea sí misma. Este aspecto es crucial en todo humanismo, pues es elinstante de su apogeo, que simultáneamente marca la declinación de todo hu-manismo histórico.

El ámbito en el que se produce esta recuperación consciente es primor-dialmente la sociedad, la instancia en que se hace es la cultura. A este respectola cultura puede ser entendida como manifestación de la creatividad y comoreflexión sobre ella. Así el humanismo se despliega en y por la cultura, huma-nización significa culturización, proceso a través del cual la diversidad de laacción creadora tiende a integrarse en una totalidad de sentido.

Lo dicho es suficiente para nuestro propósito. Paremos ahora a bosquejarsUlllariamente algunas de las acusaciones de antihumanismo que se hacen a latécnica.

El antihumanísmo de la técnica. Si se consideran los elementos formalesdel humanismo señalados y si se echa una mirada sobre la enorme cantidad desituaciones conflictivas que causa la creciente injerencia de la técnica en lavida de los hombres, uno se ve llevado fácilmente a asumir una actitud escép-tica o pesimista respecto a las posibilidades del humanismo en la hora actual.

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Se constata la extensión universal que ha alcOOlzadola técnica, que seimpone como una enorme red semiabarcadora a las sociedades contemporáneas.Ella determina no solamente nuestra forma de actuar, sino también nuestrasrepresentaciones y valoraciones de donde emana la acción. El imperativo técnicode operación eficaz sobre los sistemas naturales y artificiales rige toda nuestraexistencia. Tal imperativo es considerado, por lo menos, deshumanizante.

Se denuncia que la libre creatividad del hombre, que surge de lo másprofundo de su ser, se encuentra oprimida dentro de los rígidos marcos puestospor las metas y necesidades del desarrollo tecnológico. Yana es el propiohombre el que en la abierta expansión de sus posibilidades marca el ritmo desu existencia y pone las finalidades, e~o le viene de fuera, puesto que es eldesarrollo técnico el que determina el horizonte de lo posible. Por eso, no es elhombre quien marca el mundo que se construye con el sello de humanidad, sinoque es la técnica quien lo hace con el de tecnicidad.

Se señala que la técnica no sólo marca el mundo en que habitamos, sinotambién al hombre mismo. Las exigencias puestas por los imperativos de efi-cacia y rendimiento de los esquemas tecnológicos, la ineludible necesidad deacoplarse a ellos, conducen a que la representación que el hombre hace de símismo sea cada vez más funcional, so pena de inadaptación. Ya no nos defini-mos por nuestro ser, por lo que es nuestra naturaleza más profunda, sino porlas funciones que cumplimos. Una exi~tencia no ontológica sino funcionaria,de que habla Marce!.

La ~istencia funcionaria es además masificada, homogénea. La funcióntrabajo o la función consumidor se cumplen, no a partir de nuestras aspiracioneso nuestras necesidades, sino a partir de las exigencias técnicas de la producciónen serie. Hasta las funciones de padre o madre se cumplen no desde sí mismas,sino en dependencia de una organización social regida por los imperativostecnológicos.

Se muestra cómo el vertiginoso ritmo que asume la vida en el mundotecnificado nos obliga a una existencia puramente actualista, en el doble sen-tido de reducirnos a la mera ejecución de actos y del no poder trascender elmomento. Con ello se dispersa toda coherencia interior, poniendo en peligroel signifieado de nuestra identidad y se diluyen aquellos asideros existencialesque nos anclan en una densa y sólida tradición. Sentimientos como los de fra-gilidad, de estar suspendidos en el aire, de la gratuidad, de la contingencia,resultan naturalmente de ello.

Pero además estamos constreñidos a seguir las metas parciales que nosimpone la eficacia y con ello a perder de vista todo fin totalizador y donadorde sentido. Los resultados, los éxitos de la acción singular, parecen no sersuficientes para llenar el vacío producido, condenándonos a una existencia"sin sentido" auténtico. La caza de sucedáneos, de reemplazos simbólicos, alparecer no ha tenido éxito y aún seguimos debatiéndonos en la desorientación.

Bastaría que tan sólo una parte de lo bosquejado fuese enteramente cierto,para que se justifique un negro pesimismo respecto no sólo a las posibilidadesde un humanismo, sino al destino de nuestra especie.

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111. SUGERENCIAS HUMANISTAS DE LA TECNICA.

Muchos de los síntomas que se pueden apreciar en el impacto de la téc-nica sobre el hombre nos conducen a pensar que los humanismos tradicionaleshan sido remecidos hasta sus cimientos. Algunos han devenido simplementecaducos, otros requieren de una revisi6n radical, para adaptarlos a la nuevasituación. Es lícito suponer que lo que está en juego es la suerte de determinadasformas hist6rica<;de humanismo, más que la suerte del horribre.

Bastaría señalar, a modo de insinuaci6n, que, por ejemplo, la importanterepresentación de la naturaleza, entendida como receptáculo y soporte de laexistencia del hombre, difícilmente se acomoda a la realidad de una naturalezamediana, surgida en parte por la manipulación tecno16gica, y que requiere delhombre para ser. Tampoco la repre~entación del hombre, como sujeto racional,amo y señor del universo, puede tener el mismo significado que en el pasado,si lo contrastamos con la efectiva realidad del medio técnico, que le impone susritmos y sus determinaciones.

En la misma línea, muchas valoraciones ya no se ajustan a lo valorado. Eltrabajo, por ejemplo, apreciado como aquello en y por lo cual vamos con-quistando nuestra dignidad de personas libres, construyendo un mundo y cons-truyéndonos a nosotros mismos, difícilmente se compadece con las condicionesefectivas de un trabajo mon6tono, especializado, parcial al que hasta cuesta amenudo encontrarle algún sentido. Algo parecido sucede con la valoraci6n dela familia como hogar, donde se educa y se entregan valores, contra~tada conla realidad de una formaci6n de los hijos por técnicos, desde la más tempranaedad, y la influencia creciente de los medios de comunicaci6n.

Qué decir de aquellos humanismos que otorgan un lugar de privilegio alconocimiento intelectual, pues ven en él el acceso a la conquista de la verdad,y en la contemplaci6n de la verdad, el camino hacia la totalidad, con la quehay que armonizar. Difícilmente se concilia dicha visión con el "ideal" presentede un conocimiento atomizado en la hiperespecializaci6n, de carácter operato-rio y que, aceptémoslo o no, no se cualifica tanto por ser verdadero, COmoporsu eficacia. Todo ello en virtud de los imperativos tecnológicos.

Prescindiendo de todo juicio de valor, no podemos sino constatar la situa-ción y entender la alarma que produce, pues, nada hemos puesto en lugar delo anterior, que tenga la misma fuerza y que cumpla la misma funci6n de 10anterior. El consumismo difícilmente reemplaza a la metafísica.

Tratando de despejar un poco el asunto, digamos que buena parte de losreproches de antihumanismo que se hacen a la técnica provienen de la con-cepción del hombre que aportan al análisis, que no se ajusta a los requerimientostecnológicos. Otros reproches surgen del hecho que se visualiza como técnica,principalniente la técnica dinamista, que si bien es aún actuante, en principioestá siendo superada por su propia evoluci6n hacia la concretizaci6n. Ensaye-mos dé considerar las sugerencias humanistas de la técnica, tal cual éstas senos ofrecen en la técnica concreta.

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En primer lugar, debemos anotar que la técnica actual representa la mejorsolución que la especie humana ha encontrado al problema de la sobrevivenciay la satisfacción de sus necesidades fundamentales. Solución que no solamentees la más eficiente, en el sentido de que obtiene los resultados propuestos conun alto grado de seguridad, sino también porque su fácil extensión permite queuna mayor cantidad de individuos gocen de ella. Es por esto que se compren-de que la técnica, originada en determinadas regiones de occidente, se hayaextendido por toda la tierra con facilidad, en pueblos de diferentes culturas.

Se tiende a olvídar que no hay realización de ningún ideal de humanidadque no se sustente sobre esta solución. Es por primera vez en la historia quepodemos imaginar un humanismo planetario posible de realizar en cada unode los individuos de la especie. Un humanismo vehiculizado por el sustentomaterial de una técnica universal, que no solamente tenga sentido para algunospueblos, o para algunos hombres, sino para todos.

Los humanismos tradicionales podían muy bien proponer una idea de hu-manidad universal, válida para todo ser humano, pero difícilmente podían reali-zarla en forma efectiva, carentes del soporte material requerido. Terminaban ine-vitablemente por reducirse a pequeños grupos de seres humanos, en los quetenía un significado real. El hecho que la técnica se haya extendido por latierra, más allá de los profundos problemas que ello implica, tiene para noso-tros un importantísimo significado humanista.

Además, la técnica actual encierra una exigencia de homogeneidad. Unprocedimiendo técnico concreto, que traduce un esquema de tecnicidad, uni-versalmente válido en relación del objetivo a alcanzar, se emplea de la mismamanera en cualquier lugar. Si efectivamente el comportamiento humano semodela cada vez más en función de la técnica, podemos pensar 'Pnuna figurade hombre igual por todas partes. Un obrero japonés se parece cada vez mása un obrero americano, un ejecutivo europeo se parece cada vez más a unejecutivo africano, etc. De este modo el mundo tecnificado nos sugiere que elhumanismo planetario podría ser igual en todas partes.

Pero esta igualación no sólo afecta a las conductas, sino también a losmodos de pemar. Si la representación tiene un papel importante en el pema-miento, y si la realidad tecnificada deviene cada vez más similar por todaspartes, podemos suponer que el pensamiento, que representa y posee simbóli-camente dicha realidad, tiende a hacerse también similar.

Conductas homogéneas, pensamiento similar, el humanismo planetario nospermite esperar una mayor comprensión entre los hombres. La comprensión esrequisito para superar tantos problemas que nos aquejan y que surgen de laincomprensión.

Por otra parte, la técnica concreta va tejiendo una compleja red, en quetodo se liga con todo, en la que cada elemento deviene interdependiente contodos los demás. El acoplamiento humano a dicha red progresivamente vaexigiendo una conciencia más clara de dicha interdependencia, ello en razóndel imperativo de la técnica concreta por la eficacia. La formación tecnológicaapunta, en la hora actual, justamente a ello. Aunque todavía vigente, la violen-

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cia dinamista que obliga a un acoplamiento forzado, rutinario, alienante, delhombre a la máquina está en vías de superación.

La conciencia de la interdependencia, en principio puramente tecnológica,nos sugiere que tal vez en ello se puedan encontrar bases reales para que elhumanismo planetario despliegue los valores de la solidaridad entre pueblose individuos. Solidaridad que parte del requerirse para el cumplimiento de unafunción global, que pasa al comprenderse en lo que cada cual hace y terminapor necesitarse en el hacer.

La red compleja que teje la técnica concreta por la dinámica interna desu modo -de evolucionar va haciendo cada vez más difícil su manejo y laprevisión de la totalidad de sm consecnencias. De ahí, por una parte, la ima-gen que se representa la técnica como algo que funciona por sí mismo y, porotra parte, la necesidad de desarrollar técnicas adecuadas de coordinación ymanejo de información. El individuo humano difícilmente puede dominar esteconjunto e ir más allá de percibir, sin comprender del todo, las múltiples in-terrelaciones. El impacto que esto produce está obligando a revisar la imagenque el hombre tiene de sí mismo.

La representación del hombre como sujeto racional que impone su leya la naturaleza, de la individualidad libre que impone su señorío en eIl'mundo,parecen no ajustarse más a la realidad técnica en que vivimos. Paulatinamentese está tomando conciencia de que el dominio humano sobre el mundo tecni-ficado va más bien por la línea de las colectividades humanas y de la especieentera. Esto nos sugiere que el humanismo planetario tal vez deba pensarse,más que en relación al individuo, en términos de especie humana.

La difusa y casi perdida conciencia de nuestra peltenencia a la especiedebe ser recuperada apoyándonos en 'las exigencias reales del complejo tecno-lógico. Si esta recuperación es posible, se podrán resituar los valores de unasociabilidad fundada en lo que llamaría identidad ontológica. Para qué aven-turarse en lo que ésta implica en términos de organización política y social.

La técnica actual tiende a asociar la creatividad con la legalidad natural,construyendo una "realidad media". Parece difícil entonces representarse ala naturaleza como madre naturaleza, a la que se respeta, se teme e inclusose adora, ni tampoco como algo completamente ajeno, que hay que dominar,doblegar e incluso vejar. Nada de ello corresponde a la tendencia predominan-te de la evolución técnica.

Pero una determinada representación de la naturaleza es requerida en todohumanismo, como espacio en que la humanización se despliega. La acción dela técnica sobre la naturaleza nos sugiere una representación de ella en térmi-nos de asociación. La naturaleza es aquella con la cual debemos asociarnos,para construir nuestras vidas, que ofrece todo lo que requerimos y que exigede nuestra creatividad un respeto a su legalidad, pues ello es condición paraque pueda seguir ofreciéndolo.

La naturaleza, como fuente inagotable de recursos, se recupera, pero enel entendido de que eso no depende sólo de ella, sino en gran medida de 00-

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sotros. Así, el humanismo planetario insinúa la posibilidad de una forma nuevade entender la naturaleza, apoyado en las sugerencias de la técnica.- Los esquemas tecnológicos son fundamentalmente proyectos de acción efi-caz, que se despliegan en el tiempo. El tiempo del proyecto está claramentedeterminado y controlado en sus momentos de poner una meta, poner losmedios y obtener el resultado. Nuestra vida tramcurre cada vez más impregna-da por esta forma de temporalidad.

El humanismo planetario en cuanto tarea y a partir de lo que sugiere eltiempo-proyecto de la tecnología se plantea la posibilidad de construir unacultura desde sus cimientos. La cultura proyectada dejaría de ser el ámbitoen que se manifiesta la creatividad espontáneamente, donde surgen significa-ciones y valoraciones como respuestas a lo ya dado, para devenir creación pro-puesta y consciente en todos sus momentos.

La principal tarea que asignamos a una cultura proyectada es la de ela-borar las categorías apropiadas para pensar la técnica y desarrollar las valora-ciones pertinentes del mundo tecnificado. De esta manera, el humanismoplanetario abre la posibilidad de una integración real de la técnica en la culturay de terminar con la curiosa situación de que algo tan propio del hombre comoes la técnica tengamos que considerarlo como ajeno.

Para terminar, digamos que el tiempo-proyecto de los esquemas tecno16gi-cos nos constriñe a una existencia que salta de meta en meta, sin que podamoscomprender, completamente, el fin de todo eso. Tal vez, porque todavía espe-ramos que el fin nos sea dado gratuitamente como horizonte orientador al queno hay más que seguir incesantemente. El humanismo planetario recoge lasugerencia del tiempo-proyecto tecno16gico e intenta extenderlo al propioproyecto de humanizaci6n. El fin orientador será una proyecci6n dinámicapermanente de la propia libertad del hombre, que de este modo va constitu-yendo penosamente el sentido de la existencia en espera de una nueva revelación.

DEBATE

<) Luego de constatar que la ponencia ha considerado sobre todo la actuación del hombresobre la naturaleza, VILLEGAS se pregunta si la acción técnica del hombre sobre el mismohombre, en lo biológico, lo sicológico y lo social, permite sacar esas sugerencias positivas.

SALINAS señala que en el período dinamista de la técnica no había preocupación porel hombre en su acoplamiento con la naturaleza. La técnica concreta, en cambio, hadesarrollado una serie de estudios de ingeniería humana, como el Taylorismo, que vandesde la adiestración del obrero para que se adapte al ritmo de la máquina hasta lafabricación de objetos y de prooesos productivos lo más adaptados posible a lo humano.Esto es también acción técnica sobre el hombre; na hay que pensar sólo en la ingenieríagenética. De estas técnicas se pueden sacar las mismas sugerencias positivas que ha ex-puesto: es el hombre que controla progresivamente su propia creación, incluso hastaaütoconstituirse y auto controlarse.

<) VIAL señala que se ha sentido en coincidencia con la ponencia, excepto en los siguientespuntos: 19) Entre el optimismo triunfalista y el pesimismo que anotaba el ponente cabeuna tercera actitud: un hiunfalismo pesimista, es decir, el temor ante la ,posibilidad de

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que la técnica saque a luz tod0 su poderío, su intención fáustica y se sustituya a la na-turaleza y manipule al hombre; 29) ¿dónde quedaría el señorío personal del hombre sila defensa contra esta posibilidad sólo puede darse a nivel de la especie humana? 39) noes satisfactorio pensar la técnica como aplicación de la ciencia; ésta nace, ya en Galileoy Descartes, con una intención técnica muy fuerte; 49) hay una proliferación de huma-nismos ligada a otra de antihumanismos, de un Heidegger, por ejemplo, o de un MichelFoucault, que hace ambigua la noción misma 'humanismo'; 59) la contraposición hechaentre espíritu y cosmos no parece adecuada: el cosmos ya es espíritu, el espíritu enfrentahoy no un cosmos, Sino más bien una realidad informe, caótica, oscura.

SALINASprecisa que al hablar de humanismo lo hizo en términos formales, sin referenciahistórica; lo mismo al hablar de la oposición espíritu/cosmos, que se refiere al dentro/fuera del hombre, al par interioridad/exterioridad. Manifiesta su acuerdo en que laciencia moderna es esencialmente tecnología y en que hay proliferación de antihumanis-mos, lo que proviene, a su juicio, del requisito de objetividad que deja de lado al hombreen cuanto vivencia integrada. Insiste en su afirmaci6n respecto a que la tecnología planteaproblemas no tanto porque esté contra el hombre -la técnica es producto del hombre,de su libertad y creatividad, no es algo ajeno o extraño al hombre-, sino porque tal vezle falta el momento fundamental de la autoposesión, de su integración en la cultura.Salvo el peligro ecológico y at6mico, no le parece que sea el individuo el que está enjuego por el progreso técnico. Por eso, cree que hay visiones de la tecnología y nocionesde ,humanismos sobrepasadas en el mundo tecnificado, complejo e interdependiente dehoy; en particular, dado que nuestro mundo nos atomiza, aunque nos reintegre de otramanera, hay que revisar la noci6n de individuo como centro por donde fluye la corrientede humanizaci6n; y, dado el mundo interdependiente quc vivimos, hay que revisar lanoci6n de soberanía.

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ZAÑARTUpropone dos reflexiones. La primera, hecha desde una filosofía o espiritualidadneoplatónica, parte del peligro de distracción del hombre o de pérdida de sí mismo enlas cosas exteriores. Como la técnica ha multiplicado la exterioridad, crece el peligro dedistracci6n y de esclavización del hombre en los procesos técnicos: el hombre puedededicar toda su vida a manipular los objetos técnicos. La segunda reflexión se la suscitael poder tan acrecentado de la técnica, que puede traer como contrapartida un aumentodel control de la sociedad sobre la libertad, para impedir, por ejemplo, el terrorismoatómico. Con 10 que resultaría que 10 que hemos creado para nuestro bien terminaríaencerrando nuestra libertad.A la primera reflexión -con la que está de acuerdo- SAUNASacota que no basta conla mera constataci6n del peligro de alienación o enajenaci6n.

Hay que profundizar el diagnóstico del estado actual del desarrollo de la técnica -señalaLLONA-, incluyendo las vinculaciones de la técnica con intereses no técnicos, como sonel poder y la economía, que manipulan el desarrollo de la técnica, de modo que ésteno es el proceso lineal y transparente de una racionalidad que se busca a. sí misma.. Porotra parte, aunque le parece valioso pensar el humanismo en perspectiva universal y nocomo patrimonio elitista, como ha sido desde la Antigüedad, se pregunta si una igualaci6ngeneralizada no equivaldría a una acomodación del hombre a la técnica, lo que no seríapromisorio de cultura, pues en toda creación cultural hay algo irraCIonal --como' se ve enla idiosincrasia de lenguas y culturas- que hay que salvaguardar.

SALINAS señala su acuerdo con la primera observación. Añade que además de las vin-culaciones de la técnica con el poder y la economía hay muchas más: con la ciencia, porejemplo; porque el sistema tecnológico teje una red de relaciones con todo lo que hayen su contexto. Respecto de la segunda observación, precisa que a partir del fracaso dela cultura actual en absorber espontáneamente la técnica, él ha propuesto programar so-lamente esta integraci6n, no toda la cultura; está de acuerdo en que hay que salvaguar-dar lo irracional de la creaci6n cultural, que nunca es programable.

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