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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN DOCENTE Y TÉCNICA No 53 TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL FORMACIÓN GENERAL CUADERNILLO DE TRABAJO CURSO INICIAL CICLO LECTIVO 2012

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INSTITUTO SUPERIOR DE FORMACIÓN

DOCENTE Y TÉCNICA No 53

TECNICATURA EN TRABAJO

SOCIAL

FORMACIÓN

GENERAL

CUADERNILLO DE TRABAJO

CURSO INICIAL

CICLO LECTIVO 2012

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El objetivo de este cuadernillo de Formación General para Trabajo Social es el de

introducir algunos textos que enmarcan el ejercicio de la profesión en el contexto

actual.

¿Cuál es la relación entre el Trabajo Social y lo que pasa, pasó o pasará en la

sociedad argentina y latinoamericana?

¿En qué forma contribuye el Trabajo Social a construir una sociedad más justa,

donde todos tengan garantizados todos los derechos?

Creemos que estas preguntas son fundamentales para el ejercicio de la profesión que

elegiste estudiar, y por eso el desafío que te proponemos en estos encuentros es

pensar estas preguntas que te van a acompañar durante toda la carrera.

También creemos que el trabajo social es una profesión que requiere de un

posicionamiento ético y político. ¿Qué es y qué quiere decir esto? Lo vamos a ir

pensando y reflexionando desde el primer día del ingreso.

Este módulo de Formación General tiene una duración de seis encuentros de dos

horas reloj cada uno. En cada uno vamos a trabajar individual y grupalmente cada

uno de los textos propuestos, en base a estas tres preguntas:

1. QUÉ LEO (¿Qué nos dice el autor?)

2. QUÉ PIENSO DE ESO QUE LEO

3. QUÉ HAGO (¿Hacia dónde dirijo la acción?)

Te recomendamos que leas el cuadernillo completo antes del inicio del curso y que

concurras a los encuentros con materiales para escribir y re-escribir.

¡Bienvenidos a Trabajo Social!

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TEXTO No 1

EDUARDO GALEANO

LAS VENAS ABIERTAS DE AMÉRICA LATINA

INTRODUCCIÓN: CIENTO VEINTE MILLONES DE NIÑOS EN EL CENTRO DE LA TORMENTA

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrota a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente de reservas del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. Son mucho más altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben los vendedores; y al fin y al cabo, como declaró en julio de 1968 Covey T. Oliver, coordinador de la Alianza para el progreso, “hablar de precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización...”

Cuanta más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios. Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos no sólo funcionan para el mercado externo dominante; proporcionan también caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los empréstitos y las inversiones extranjeras en los mercados internos dominados. “Se ha oído hablar de concesiones hechas por América latina al capital extranjero, pero no de las concesiones hechas por los Estados Unidos al capital de otros países... es que nosotros no damos concesiones”, advertía, allá por 1913, el presidente norteamericano Woodrow Wilson. Él estaba seguro: “Un país –decía- es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido”. Y tenía razón. Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y los cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación.

Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra. (Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad).

Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno. Potosí, Zacatecas y Oruro Preto cayeron en picada desde la cumbre de los esplendores de los metales preciosos al profundo agujero de los socavones vacíos, y la ruina fue el destino de la pampa chilena del salitre y de la selva amazónica del caucho; el nordeste azucarero de Brasil, los bosques argentinos del quebracho o ciertos pueblos petroleros del lago Maracaibo tienen dolorosas razones para creer en la mortalidad de las fortunas que la naturaleza otorga y el imperialismo

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usurpa. La lluvia que irriga a los centros del poder imperialista ahoga los vastos suburbios del sistema. Del mismo modo, y simétricamente, el bienestar de nuestras clases dominantes –dominantes hacia dentro, dominadas desde fuera- es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga.

La brecha se extiende. Hacia mediados del siglo anterior, el nivel de vida de los países ricos del mundo excedía en un cincuenta por ciento el nivel de los países pobres. El desarrollo desarrolla la desigualdad: Richard Nixon anunció, en abril de 1969, en discurso ante la OEA, que a fines del siglo veinte el ingreso per capita en Estados Unidos sería quince veces más alto que el ingreso en América Latina. La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada vez más dramáticas. Los países opresores se hacen cada vez más ricos en términos absolutos, pero mucho más en términos relativos, por el dinamismo de la disparidad creciente. El capitalismo central puede darse el lujo de crear y creer sus propios mitos de opulencia, pero los mitos nos se comen, y bien lo saben los países pobres que constituyen el basto capitalismo periférico. El ingreso promedio de un ciudadano norteamericano es siete veces mayor que el de un latinoamericano y aumenta a un ritmo diez veces más intenso. Y los promedios engañan, por los insondables abismos que se abren, al sur del río Bravo, entre los muchos pobres y los pocos ricos de la región. En la cúspide, en efecto, seis millones de latinoamericanos acaparan, según las Naciones Unidas, el mismo ingreso que ciento cuarenta millones de personas ubicadas en la base de la pirámide social. Hay sesenta millones de campesinos cuya fortuna asciende a veinticinco centavos de dólar por día; en el otro extremo los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de acumular cinco millones de dólares en sus cuentas privadas de Suiza o

Estados Unidos, y derrochan en la ostentación y el lujo estéril ofensa y desafío y en las inversión total, los capitales que América Latina podría destinar a la reposición, ampliación y creación de fuentes de producción y trabajo. Incorporadas desde siempre a la constelación del poder imperialista, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional. Se hipoteca la soberanía porque “no hay otro camino”; las coartadas de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vacío de destino de cada nación.

Josué de Castro declara: “Yo, que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América Latina”. Ciento veinte millones de niños se agitan en el centro de esta tormenta. La población de América latina crece como ninguna otra; en medio siglo se triplicó con creces. Cada minuto muere un niño de enfermedad o hambre, pero en el año 2000 habrá seiscientos cincuenta millones de latinoamericanos, y la mitad tendrá menos de quince años de edad: una bomba de tiempo.

Entre los doscientos ochenta millones de latinoamericanos que hay, a fines de 1970, cincuenta millones de desocupados o sub ocupados y cerca de cien millones de analfabetos; la mitad de los latinoamericanos vive

apiñados en viviendas insalubres. Los tres mayores mercados de América Latina Argentina, Brasil y

México no alcanzan a igualar, sumados, la capacidad de consumo de Francia o de Alemania occidental, aunque la población reunida de nuestros tres grandes excede largamente a la de cualquier país europeo. América Latina produce hoy día, en relación con la población, menos alimentos que antes de la última guerra mundial, y sus exportaciones per capita han disminuido tres veces, a precios constantes, desde la

víspera de la crisis de 1929.

El sistema es muy racional desde el punto de vista de sus dueños extranjeros y de nuestra burguesía de comisionistas, que ha vendido el alma al Diablo a un precio que hubiera avergonzado a Fausto. Pero el sistema es tan irracional para todos los demás que cuanto más se desarrolla más agudiza sus desequilibrios y sus tensiones, sus contradicciones ardientes. Hasta la industrialización, dependiente y tardía, que cómodamente coexiste con el latifundio y las estructuras de la desigualdad, contribuye a sembrar la desocupación en vez de ayudar a resolverla. Se extiende la pobreza y se concentra la riqueza en esta región que cuenta con inmensas legiones de brazos caídos que se multiplican sin descanso. Nuevas fábricas se instalan en los polos privilegiados de desarrollo -Sao Paulo, Buenos Aires, la ciudad de México- pero menos mano de obra se necesita cada vez.

El sistema no ha previsto esta pequeña molestia: lo que sobra es gente. Y la gente se reproduce. Se hace el amor con entusiasmo y sin precauciones. Cada vez queda más gente a la vera del camino, sin trabajo en el campo, donde el latifundio reina con sus gigantescos eriales, y sin trabajo en la ciudad, donde reinan las máquinas: el sistema vomita hombres. Las misiones norteamericanas esterilizan masivamente mujeres y siembran píldoras, diafragmas, espirales, preservativos y almanaques marcados, pero cosechan niños; porfiadamente, los niños latinoamericanos continúan naciendo, reivindicando su derecho natural a obtener un sitio bajo el sol en estas tierras espléndidas que podrían brindar a todos lo que a casi todos niegan.

A principios de noviembre de 1968, Richard Nixon comprobó en voz alta que la Alianza para el Progreso había cumplido siete años de vida y, sin embargo, se habían agravado la desnutrición y la escasez de alimentos en América Latina. Pocos meses antes, en abril, George W. Ball escribía en Life: «Por lo menos durante las próximas décadas, el descontento de las naciones más pobres no significará una amenaza de destrucción del mundo. Por vergonzoso que sea, el mundo ha vivido, durante generaciones, dos tercios pobre y un tercio rico. Por injusto que sea, es limitado el poder de los países pobres». Ball había

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encabezado la delegación de los Estados Unidos a la Primera Conferencia de Comercio y Desarrollo en Ginebra, y había votado contra nueve de los doce principios generales aprobados por la conferencia con el fin de aliviar las desventajas de los países subdesarrollados en el comercio internacional.

Son secretas las matanzas de la miseria en América Latina; cada año estallan, silenciosamente, sin estrépito alguno, tres bombas de Hiroshima sobre estos pueblos que tienen la costumbre de sufrir con los dientes apretados.

Esta violencia sistemática, no aparente pero real, va en aumento: sus crímenes no se difunden en la crónica roja, sino en las estadísticas de la FAO. Ball dice que la impunidad es todavía posible, porque los pobres no pueden desencadenar la guerra mundial, pero el Imperio se preocupa: incapaz de multiplicar los panes, hace lo posible por suprimir a los comensales.

«Combata la pobreza, ¡mate a un mendigo!», garabateó un maestro del humor negro sobre un muro de la ciudad de La Paz. ¿Qué se proponen los herederos de Malthus sino matar a todos los próximos mendigos antes de que nazcan? Robert McNamara, el presidente del Banco Mundial que había sido presidente de la Ford y Secretario de Defensa, afirma que la explosión demográfica constituye el mayor obstáculo para el progreso de América Latina y anuncia que el Banco Mundial otorgará prioridad, en sus préstamos, a los países que apliquen planes para el control de la natalidad. McNamara comprueba con lástima que los cerebros de los pobres piensan un veinticinco por ciento menos, y los tecnócratas del Banco Mundial (que ya nacieron) hacen zumbar las computadoras y generan complicadísimos trabalenguas sobre las ventajas de no nacer: «Si un país en desarrollo que tiene una renta media per capita de 150 a 200 dólares anuales logra reducir su fertilidad en un 50 por ciento en un período de 25 años, al cabo de 30 años su renta per capita será superior por lo menos en un 40 por ciento al nivel que hubiera alcanzado de lo contrario, y dos veces más elevada al cabo de 60 años», asegura uno de los documentos del organismo. Se ha hecho célebre la frase de Lyndon Johnson: «Cinco dólares invertidos contra el crecimiento de la población son más eficaces que den dólares invertidos en el crecimiento económico». Dwight Eisenhower pronosticó que si los habitantes de la tierra seguían multiplicándose al mismo ritmo no sólo se agudizaría el peligro de la revolución, sino que además se produciría «una degradación del nivel de vida de todos los pueblos, el nuestro inclusive».

Los Estados Unidos no sufren, fronteras adentro, el problema de la explosión de la natalidad, pero se preocupan como nadie por difundir e imponer, en los cuatro puntos cardinales, la planificación familiar. No sólo el gobierno; también Rockefeller y la Fundación Ford padecen pesadillas con millones de niños que avanzan, como langostas, desde los horizontes del Tercer Mundo. Platón y Aristóteles se habían ocupado del tema antes que Malthus y McNamara; sin embargo, en nuestros tiempos, toda esta ofensiva universal cumple una función bien definida: se propone justificar la muy desigual distribución de la renta entre los países y entre las clases sociales, convencer a los pobres de que la pobreza es el resultado de los hijos que no se evitan y poner un dique al avance de la furia de las masas en movimiento y rebelión. Los dispositivos intrauterinos compiten con las bombas y la metralla, en el sudeste asiático, en el esfuerzo por detener el crecimiento de la población de Vietnam. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar a los guerrilleros en los úteros que en las sierras o en las calles. Diversas misiones norteamericanas han esterilizado a millares de mujeres en la Amazonía, pese a que ésta es la zona habitable más desierta del planeta. En la mayor parte de los países latinoamericanos, la gente no sobra: falta. Brasil tiene 38 veces menos habitantes por kilómetro cuadrado que Bélgica; Paraguay, 49 veces menos que Inglaterra; Perú, 32 veces menos que Japón. Haití y El Salvador, hormigueros humanos de América Latina, tienen una densidad de población menor que la de Italia. Los pretextos invocados ofenden la inteligencia; las intenciones reales encienden la indignación. Al fin y al cabo, no menos de la mitad de los territorios de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Venezuela está habitada por nadie. Ninguna población latinoamericana crece menos que la del Uruguay, país de viejos, y sin embargo ninguna otra nación ha sido tan castigada, en los años recientes, por una crisis que parece arrastrarla al último círculo de los infiernos. Uruguay está vacío y sus praderas fértiles podrían dar de comer a una población infinitamente mayor que la que hoy padece, sobre su suelo, tantas penurias.

Hace más de un siglo, un canciller de Guatemala había sentenciado proféticamente: «Sería curioso que del seno mismo de los Estados Unidos, de donde nos viene el mal, naciese también el remedio». Muerta y enterrada la Alianza para el Progreso, el Imperio propone ahora, con más pánico que generosidad, resolver los problemas de América Latina eliminando de antemano a los latinoamericanos. En Washington tienen ya motivos para sospechar que los pueblos pobres no prefieren ser pobres. Pero no se puede querer el fin sin querer los medios: quienes niegan la liberación de América Latina, niegan también nuestro único renacimiento posible, y de paso absuelven a las estructuras en vigencia. Los jóvenes se multiplican, se levantan, escuchan: ¿qué les ofrece la voz del sistema? El sistema habla un lenguaje surrealista: propone evitar los nacimientos en estas tierras vacías; opina que faltan capitales en países donde los capitales sobran pero se desperdician; denomina ayuda a la ortopedia deformante de los empréstitos y al drenaje de riquezas que las inversiones extranjeras provocan; convoca a los latifundistas a realizar la reforma agraria y a la oligarquía a poner en práctica la justicia social. La lucha de clases no existe -se decreta- más que por culpa de los agentes foráneos que la encienden, pero en cambio existen las clases sociales, y a la opresión

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de unas por otras se la denomina el estilo occidental de vida. Las expediciones criminales de los marines tienen por objeto restablecer el orden y la paz social, y las dictaduras adictas a Washington fundan en las cárceles el estado de derecho y prohíben las huelgas y aniquilan los sindicatos para proteger la libertad de trabajo.

¿Tenemos todo prohibido, salvo cruzarnos de brazos? La pobreza no está escrita en los astros; el subdesarrollo no es el fruto de un oscuro designio de Dios. Corren años de revolución, tiempos de redención. Las clases dominantes ponen las barbas en remojo, y a la vez anuncian el infierno para todos. En cierto modo, la derecha tiene razón cuando se identifica a sí misma con la tranquilidad y el orden, es el orden, en efecto, de la cotidiana humillación de las mayorías, pero orden al fin: la tranquilidad de que la injusticia siga siendo injusta y el hambre hambrienta. Si el futuro se transforma en una caja de sorpresas, el conservador grita, con toda razón: «Me han traicionado». Y los ideólogos de la impotencia, los esclavos que se miran a sí mismos con los ojos del amo, no demoran en hacer escuchar sus clamores. El águila de bronce del Maine, derribada el día de la victoria de la revolución cubana, yace ahora abandonada, con las alas rotas, bajo un portal del barrio viejo de La Habana. Desde Cuba en adelante, también otros países han iniciado por distintas vías y con distintos medios la experiencia del cambio: la perpetuación del actual orden de cosas es la perpetuación del crimen.

Los fantasmas de todas las revoluciones estranguladas o traicionadas a lo largo de la torturada historia latinoamericana se asoman en las nuevas experiencias, así como los tiempos presentes habían sido presentidos y engendrados por las contradicciones del pasado. La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será.

Por eso en este libro, que quiere ofrecer una historia del saqueo y a la vez contar cómo funcionan los mecanismos actuales del despojo, aparecen los conquistadores en las carabelas y, cerca, los tecnócratas en los jets, Hernán Cortés y los infantes de marina, los corregidores del reino y las misiones del Fondo Monetario Internacional, los dividendos de los traficantes de esclavos y las ganancias de la General Motors. También los héroes derrotados y las revoluciones de nuestros días, las infamias y las esperanzas muertas y resurrectas: los sacrificios fecundos. Cuando Alexander von Humboldt investigó las costumbres de los antiguos habitantes indígenas de la meseta de Bogotá, supo que los indios llamaban quihica a las víctimas de las ceremonias rituales. Quihica significaba puerta: la muerte de cada elegido abría un nuevo ciclo de

ciento ochenta y cinco lunas.

Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, 1970, Buenos Aires, Catálogos, 23a ed., 2009

Actividades 1- Explicar: ¿Qué conoces acerca de: Alianza para el progreso, Consenso de Washington, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Fundación Rockefeller, Fundación Ford? 2- Analizar: ¿Cómo obtuviste noticias acerca de estas instituciones? ¿Estas noticias te parecen suficientes? ¿Podrías buscar información acerca de ellas por otros medios? 3- Interpretar: El autor propone una imagen potente, la de “las venas abiertas”, para describir la situación de América Latina. Sugiere otras imágenes. Justificar tu elección.

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TEXTO No 2

ARTURO JAURETCHE

MANUAL DE ZONCERAS ARGENTINAS

DE LA MADRE QUE LAS PARIÓ A TODAS Y en particular de sus dos hijas mayores

Zoncera N° 1

"CIVILIZACIÓN Y BARBARIE"

Antes de ocuparme de la cría de las zonceras corresponde tratar de una que las ha generado

a todas —hijas, nietas, bisnietas y tataranietas—. (Los padres son distintos y de distinta época —y hay también partenogénesis—, pero madre hay una sola y ella es la que determina la filiación).

Esta zoncera madre es Civilización y barbarie. Su padre fue Domingo Faustino Sarmiento, que la trae en las primeras páginas de Facundo, pero ya tenía vigencia antes del bautismo en que la reconoció como suya.

En Los profetas del odio y la yapa digo de la misma: "La idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la

civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quien abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América trasplantando el árbol y destruyendo lo indígena que podía ser obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa y no según América".

"La incomprensión de lo nuestro preexistente como hecho cultural o mejor dicho, el entenderlo como hecho anticultural, llevó al inevitable dilema: Todo hecho propio, por serlo, era bárbaro, y todo hecho ajeno, importado, por serlo, era civilizado. Civilizar, pues, consistió en desnacionalizar —si Nación y realidad son inseparables—."

Veremos de inmediato, en la zoncera que sigue — el mal que aqueja a la Argentina es la extensión— cómo para esa mentalidad el espacio geográfico era un obstáculo, y luego, que era también obstáculo el hombre que lo ocupaba —español, criollo, mestizo o indígena— y de ahí la autodenigración, y cómo fueron paridas y para qué convertidas en dogmas de la civilización.

Carlos P. Mastrorilli en un artículo publicado en la revista "Jauja" (noviembre, 1967) analiza dos aspectos esenciales de la mentalidad que se apoya en esa zoncera:

"En la íntima contextura de esa mentalidad hay un cierto mesianismo al revés y una irrefrenable vocación por la ideología. Por el mesianismo invertido, la mentalidad colonial cree que todo lo autóctono es negativo y todo lo ajeno positivo. Por el ideologismo porque prefiere manejar la abstracción conceptual y no la concreta realidad circunstanciada".

El mesianismo impone civilizar. La ideología determina el cómo, el modo de la civilización. Ambos coinciden en excluir toda solución surgida de la naturaleza de las cosas, y buscan entonces, la necesaria sustitución del espacio, del hombre y de sus propios elementos de cultura. Es decir “rehuir la concreta realidad circunstanciada” para atenerse a la abstracción conceptual.

Su idea no es realizar un país sino fabricarlo, conforme a planos y planes, y son éstos los que se tienen en cuenta y no el país al que sustituyen y derogan, porque como es, es obstáculo.

* * *

Que la oligarquía haya creído un éxito definitivo de la zoncera Civilización y barbarie, lo que llamó "el progreso" de la última mitad del siglo XIX y los años iniciales del presente, ha sido

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congruente con sus intereses económicos. Alienada al desarrollo dependiente del país, su prosperidad momentánea le hizo confundir su propia prosperidad con el destino nacional.

Había por lo menos una constatación histórica que parecía justificar el mesianismo y la ideología liberal de la oligarquía.

El problema se le plantea a ésta ahora, cuando el cambio de condiciones internas y especialmente externas, por el aumento de población y su nivel de vida, y la situación en el mercado mundial de la economía de intercambio comercial fundada en el precio, por la economía mercantil, se destruyen las bases de la estructura primaria de intercambio de materias primas por materias manufacturadas, pues así como hay imperios que pierden sus colonias, hay colonias que pierden su imperio, cuando dejan de serles necesarias a éste.

Ahora, como ya no puede confundir su éxito propio y momentáneo con el destino de la gran Nación que parecía aparejado a su prosperidad colonial, piensa en achicar la población, como sus antecesores pensaron en achicar el espacio en la buscada disgregación del Virreynato del Río de la Plata.

Mesianismo e ideología ya no encuentran, como pareció antes, su identificación con el destino del país. La oligarquía se vuelve anti-mesiánica desde que rechaza concretamente la grandeza al propiciar el achicamiento del pueblo, y su ideología no puede proponer otras soluciones que las de la conservación cada vez más desmejorada de la estructura existente: de este modo se convierte en freno y eso es lo que se confiesa de hecho por sus tecnócratas que sólo proponen seguir tirando desde que el destino del país colonia está cubierto definitivamente.

Así, pierde el papel promotor que se había asignado mientras se creyó constructora —y esa fue su fuerza— para hacerse conservadora en un país que no debe dar un paso más adelante. Ya lo he dicho también: los progresistas de ayer se vuelven anti-progresistas desde que todo su progreso sólo puede realizarse contra la ideología que identifica el destino nacional con sus intereses de grupo.

* * *

Pero sí esta congruencia circunstancial en el interés de grupo permite comprender el descastamiento de las llamadas "elites", impedidas de una visión de distancia por su circunstancial prosperidad que obstó a la comprensión del país en un largo destino —todo destino nacional es largo—, no vale para los ideólogos que aparentan desde una postura popular un mesianismo revolucionario. De titulados democráticos a marxistas, la explicación ya no tiene la congruencia que en la oligarquía y pasa a ser mesianismo e ideología sin una pizca de contenido material. Se trata, como dice Mastrorilli, de una "abstracción conceptual en que no gravita la concreta realidad circunstanciada".

Aquí aparece desnuda, desprovista de toda constatación pragmática, la zoncera Civilización y barbarie, según sigue gravitando en la "intelligentzia".

Por la profesión de esta zoncera el ideólogo, extranjero o nativo, se siente civilizador frente a la barbarie. Lo propio del país, su realidad, está excluida de su visión. Viene a civilizar con su doctrina, lo mismo que la Ilustración, los iluministas y los liberales del siglo XIX; así su ideología es simplemente un instrumento civilizador más. No parte del hecho y las circunstancias locales que excluye por bárbaras, y excluyéndolos, excluye la realidad. No hay ni la más remota idea de creación sobre esa realidad y en función de la misma. Como los liberales, y más que los liberales que —ya se ha dicho— eran congruentes en cierta manera, aquí se trata simplemente de hacer una transferencia, y repiten lo de Varela: —"Si el sombrero existe, sólo se trata de adecuar la cabeza al sombrero". Que éste ande o no, es cosa de la cabeza, no del sombrero, y como la realidad es para él la barbarie, la desestima. De ninguna manera intenta adecuar la ideología a ésta; es ésta la que tiene que adecuarse, negándose a sí misma, porque es barbarie.

Así la oligarquía y su oposición democrática o marxista disienten en cuanto a la ideología a aplicar pero coinciden totalmente en cuanto al mesianismo: civilizar. Si la realidad se opone a la

aplicación de la ideología según se transfiere, la inadecuada no es la ideología de transferencia sino la realidad, por bárbara. Los fines son distintos y opuestos en cuanto a la ideología en sí, pero

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igualmente ideológicos. Si en las ideas abstractas son opuestos, la zoncera Civilización y barbarie los unifica en cuanto

son la civilización. De donde resulta que los que están más lejos ideológicamente son los que están más cerca entre sí —en cuanto teólogos— como ocurre cada vez que la realidad enfrenta a todos los civilizadores. Entonces se unifican contra la barbarie, que es como llaman al mundo concreto

donde quieren aplicar las ideologías. Esto se hace evidente en los momentos conflictuales en que el país real aparece en el

escenario social o político. El mismo Mastrorilli en el artículo referido dice: "Sarmiento y Alberdi querían cambiar el pueblo. No educarlo, sino liquidar la vieja estirpe

criolla y rellenar el gran espacio vacío con sajones. Esta monstruosidad tuvo principios de ejecución. Al criollo se lo persiguió, se lo acorraló, se lo condenó a una existencia inferior. Sin embargo los aportes de sangre europea que se vertieron a raudales sobre el país, no consiguieron establecer una síntesis humana muy distinta de la precedente. Los ingleses —relictos de las invasiones o colonos traídos de la fabulosa imaginación rivadaviana— se agauchaban. Los polacos, los alemanes, los italianos, también. Y a espaldas del régimen colonial se hizo una nueva masa humana que se doblegó sin resistencia ante la potencia de la geografía y la presencia irreductible de lo hispánico como principio organizador de la convivencia."

"El régimen fracasó sociológicamente. A partir de 1914 aprendió a contar con una masa popular desconfiada y adversa. En suma: el régimen quiso cambiar al pueblo y no pudo: quiso entregar el espacio inerme y tropezó una y otra vez con algo viviente y cálido que nosotros llamamos conciencia nacional y ellos desprecian como barbarie"1

Eso pasó, como dice el autor, desde 1914. Culminó "el 17 de Octubre, en la más grande operación de política de masas que vio el país; la muchedumbre estaba compuesta por cabecitas negras —restos del criollaje proscripto— pero también por hijos de gringos, polacos y maronitas

lanzados contra el régimen con violencia inusitada". ¿Por qué la parte de la "intelligentzia", democrática o marxista, no pudo entender un hecho

tan evidente en ninguna de las dos oportunidades? La oligarquía trató de invalidarlo porque sus intereses concretos coincidían con los criterios de Civilización y barbarie, pero en otro caso la explicación sólo es posible a puro vigor de zoncera: incapaz de salir del esquema y partiendo del mismo supuesto histórico de que las masas en el pasado habían expresado sólo la barbarie frente a la civilización, vio en su nueva presencia una simple recidiva. De ahí lo de “aluvión zoológico” y "libros y alpargatas", que son zonceritas biznietas de Civilización y barbarie y cuyo sentido permanente supera la insignificancia de los que las enunciaron, pues revelan el modo de sentir de

1 Julio Mafud dice al respecto:

"Fue un error irreparable para los primeros pensadores no aceptar, de principio, que la realidad americana no era inferior, sino distinta…". "Llama barbarie a todo lo que era americano", "no era una actitud de definición sino de rechazo."

Aquí explica el autor el contraste que hay en Sarmiento. Como literato "pinta al gaucho en Facundo con humanidad y simpatía". Así la descripción enamorada del baqueano, del cantor, del rastreador. Aún del mismo Facundo: "Ve en ellas al hombre grande, al hombre de genio a su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el Mahoma". Pero propone su exterminio cuando "el gaucho no se ajusta a sus esquemas políticos y militares". Así: "No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos", dice también Sarmiento. Lo mismo pasa con la religión, con los hábitos, con la geografía, con todo. Es el conflicto entre el país como es y el país como tiene que ser según la ideología. Lo explica también Mafud: "Hay un elemento que es necesario aislar, para comprender los modus mentales de esos hombres que se constituyeron a través de la cultura europea: ésta estaba basada y sustantivada sobre abstracciones". Y agrega Mafud: "Lo único que era específicamente europeo, sin antecedentes en América, era la idea del progreso y ésta sólo podía tener vigencia en América si se negaba el pasado y el presente. El futuro era Europa: progresar era salir de América para entrar en Europa. De aquí la insistencia de la negación americana y la ansiedad por ser europeos. Esta pauta histórica provocó un método que luego se hizo norma. Se sustituyó la realidad por la abstracción". Es decir, se violentaron las leyes naturales. Trae aquí Mafud una curiosa cita de Martínez Estrada que no puede ser más certera: "Todos nuestros dictadores son, en verdad, restauradores de las leyes naturales."

Esta frase es una prueba más de la canallería intelectual de Martínez Estrada, pues revela como toda su obra la fuga de la realidad y su necesario análisis histórico, buscando otras explicaciones a lo que tiene bien en claro en lo íntimo de su inteligencia: así su horror por los dictadores es un simple acomodamiento a la dictadura intelectual de la “intelligentzia” para asegurarse los provechos de la fama, los premios y “ainda mais”, como tantos otros.

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la "intelligentzia" in totum, incapaz de pensar fuera de la ideología, es decir de lo conceptual ajeno y opuesto a los hechos propios.

Así, la zoncera de Civilización y barbarie se apoya en dos patas y anda, pero cojeando, porque una es más larga que la otra, que es como una pata auxiliar a la que se recurre cuando el régimen está en peligro.

Una ideología apuntala a otra ideología, por más que su signo sea inverso en teoría, porque tienen en común el supuesto mesiánico que cada uno quiere realizar a su manera, pero ambas partiendo de la negación de lo propio. Conviven entre gruñidos y se tiran mordiscones, pero siempre entre civilizados que se defienden en común de los bárbaros, es decir del país real. La recíproca tolerancia nace de la unidad civilización y se practica de continuo en la común devoción por todas las zonceras nacidas del vientre de la zoncera madre.

No preguntéis entonces por qué comparten la misma historia que se niegan a revisar desde que revisar importa dejar sin base la zoncera generatriz. Destruir ésta implica sustituir una mentalidad hecha partiendo de ella y excluir el mesianismo y la ideología como fundamento de un pensamiento argentino para dar su oportunidad al buen sentido. Ahí, en Civilización y barbarie, la zoncera madre, está el punto de confluencia de las ideologías, es decir, de la negación de toda posibilidad para el país nacida del país mismo. Es como si dijéramos la "Unidad Democrática" tácita de que surgen todas las otras.

En Geopolítica de la cuenca del Plata (A Peña Lillo editor, Bs. As., 1973), Alberto Methol Ferré analiza la ahistoricidad del pensamiento uruguayo. En ninguna parte como allí —recordemos otra zoncera: "como el Uruguay no hay"—, se "tuvo una conciencia política eminentemente abstracta". La falsificación de la historia, allá como aquí, se completó con la concepción estratosférica del país en cuanto se excluyeron las causales internacionales de los hechos propios o inversamente se excluyeron los hechos propios de las causales internacionales. Así, dice: "Nos enseñaban una historia de puertas cerradas, desgranada en anécdotas y biografías, o de bases filosóficas ingenuas, y nos mostraron la abstracción de un país casi totalmente creado por pura causalidad interna. A esta tesis tan estrecha, se le contrapuso su antítesis, seguramente tan perniciosa. Y esta es la pretensión de subsumir y disolver el Uruguay en pura causalidad externa, en una historia puramente mundial a secas. Una historia tan de puertas abiertas que no deja casa donde entrar...". "A la verdad, esta última actitud no escribe historia uruguaya, que le aburre, y prefiere vagabundear y solazarse en la contemplación a veces minuciosa de la historia mundial. Nos escindíamos en pueblerinos o ciudadanos del mundo...". Así, de una historia isla, pasábamos a la evaporación, a las sombras chinescas de una historia océano, donde la historia se juega en cualquier lado menos aquí y aquí lo de cualquier lado. "Esta actividad lujosa —la historia océano—, si hoy canaliza disponibles jóvenes iracundos, ayer permitía a nuestra diplomacia pagarse de las palabras proyectándose para dictar cátedra mundial sobre los derechos humanos y arbitrajes". Son dos formas del escapismo.

"Interioridad pura o exterioridad pura, dos falacias que confraternizan...". "... ¿quiérese mayor lujo que extrapolarse en la historia de los otros?...". "Era una manera de renunciar a hacer historia"... "Por otra parte, ese idealismo externo en su versión de izquierda dimitirá frente a nuestra historia de puertas cerradas, conservadora. Incapaz de criticarla, porque no le interesaba vitalmente, terminaba en los hechos por aceptarla en bloque. No puede darse inconformismo más conformista". .. "Así la esterilidad del marxismo uruguayo para decir nada sobre el país, salvo el caso reciente de Trías. Así, el idealismo jurídico romántico, de derecha o de izquierda, son los modos uruguayos de suplir la ausencia de una política internacional real. El rasgo común de nativistas y oceánicos es que el Uruguay no era problema."

Crucemos de nuevo el río. ¿No estamos en presencia de una situación parecida? Si la falsificación de la historia oficial, presentando la Argentina como un conflicto entre la civilización y la barbarie, ha desestimado el conflicto entre lo nacional y lo extranjero desde que el objeto de la historia no es la Nación sino la civilización, la izquierda, como tampoco tiene en cuenta lo nacional como causalidad histórica, produce el mismo conformismo que en el Uruguay con la historia oficial. Esta vez para que la historia del futuro dependa exclusivamente de la causalidad externa, generando un escapismo que tiene las mismas raíces anti-nacionales que, naturalmente, rehuye la construcción propia para trasladarla al escenario de la civilización. Por donde vienen a ubicarse,

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como sus cofrades de la otra banda, en un balcón sobre el mundo que es donde se opera la historia idealizada.

Pero un balcón no es una puerta por donde entra y sale lo propio y lo ajeno, sino un puesto de observación donde se espera que fuera se resuelva lo que hay que resolver adentro, cosa que le conviene a los que ya adentro lo tienen resuelto. De aquí la coincidencia cuando el país real intenta sus propias soluciones y a su manera.

En tren de clasificación, la zoncera de Civilización y barbarie es una zoncera intrínseca, porque no nace del falseamiento de hechos históricos ni ha sido creada como un medio aunque después resultase el medio por excelencia, ni se apoya en hechos falsos. Es totalmente conceptual, una abstracción antihistórica, curiosamente creada por gente que se creía historicista, como síntesis de otras abstracciones.

Plantear el dilema de los opuestos Civilización y barbarie e identificar a Europa con la

primera y a América con la segunda, lleva implícita y necesariamente a la necesidad de negar América para afirmar Europa, pues una y otra son términos opuestos: cuanto más Europa más civilización; cuanto más América más barbarie; de donde resulta que progresar no es evolucionar desde la propia naturaleza de las cosas, sino derogar la naturaleza de las cosas para sustituirla.

Para el que ha leído Los profetas del odio y la yapa al hablar de esta zoncera no hago más que resumir conceptos allí expresados, pero es necesario reiterarlos en este libro por lo que se ha dicho de la maternidad de todas las zonceras. La aceptación de ésta hace posible la vialidad de las otras, cosa que se irá viendo a medida que se trate cada una.

Empezaremos por aquellas que por considerarlas hijas mayores van en este capítulo: la que se refiere al espacio y es la de que "el mal que aqueja a la Argentina es la extensión". La otra es la autodenigración que va implícita en la consideración de lo humano propio como barbarie.

Arturo Jauretche, Manual de zonceras argentinas, 1968, Buenos Aires, Corregidor, 1999

Actividades 1- Definir: ¿Qué entiendes por ―civilización‖?

2- Analizar: la relación entre zoncera, prejuicio, colonia y realidad.

3- Describir: dando ejemplos ―sociedades civilizadas‖. Enumera aquellas características que la

hacen aparecer como tal.

4- Interpretar: ¿Es posible que la ―civilización‖ incluya a la ―barbarie‖?

5- Justificar: dando ejemplos del papel que juegan las ―zonceras‖ en la mirada auto-

denigratoria que tiene de sí misma una subjetividad colonizada

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TEXTO No 3

Rodolfo Walsh

Carta abierta de un escritor a la Junta Militar

Buenos Aires, 24 de marzo de 1977

"1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el

asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los

hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente

como escritor y periodista durante casi treinta años.

El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en

documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que

reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.

El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo

desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado

por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes

liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso

democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.

Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando

el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y

que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de

ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.

Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías

derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la

Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos,

interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha

conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados

son la cifra desnuda de ese terror.

Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales

campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador

internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la

investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin

límite y el fusilamiento sin juicio (1).

Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En

otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de

antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los

cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.

De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no

existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada

aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.

Page 13: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos,

retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las

víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos

verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales

reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soporte de las actualizaciones

contemporáneas (2).

Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos

los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida

que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran

para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad

que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de

una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el

pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.

Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se

incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la

reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de

represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.

Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del

Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la

Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que

destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates

donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.

Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de

influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes

son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples

sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de

"cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.

El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que

surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó

15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es

confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de

diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23

muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos (3).

Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial

tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y los partidos de que aún

los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los

Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del

momento.

Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes

del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte

de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga

ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor (4).

Page 14: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros

siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez

Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la

política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de

gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la

Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes

prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin

embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus

propias fuerzas (5).

Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas,

pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la

Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años,

Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles"

según su autopsia.

Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago

San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los

diarios que no la publicaron (6).

Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el

4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que

apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.

En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de

López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar

de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera

Brigada Aérea (7), sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti.

Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre

"violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del

terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte (8).

La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior

gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor

Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos

democráticos en Chile, Boliva y Uruguay (9).

La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía

Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan

Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station

Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la

comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa

agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la

Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por

esa Junta en nombre de las 3 Armas.

Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del

capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de

la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que

Page 15: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.

A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno

de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del

bien y del mal" (10).

5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que

mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos

humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo

la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos

con la miseria planificada.

En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su

participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita

un obrero para pagar la canasta familiar (11), resucitando así formas de trabajo forzado que no

persisten ni en los últimos reductos coloniales. Congelando salarios a culatazos mientras los precios

suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo

asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%

(12) prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de

producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los

han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos

aparecieron muertos, y en otros no aparecieron (13).

Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de

alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido

prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad

infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades

como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas

mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el

presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los

hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo

provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".

Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante

política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz,

barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares

de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y

adornan la Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los

socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de

gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.

Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes

más afortutunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza

a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo

una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también

marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.

Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la

pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que

equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en

1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos

Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela,

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mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban

que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la

actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más

rápido que el dólar.

6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al

Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como

beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de

monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la

Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de

su gabinete.

Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la

restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la

Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos

pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos" (14).

El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar

sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana

duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras,

valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo

un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos".

Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera,

indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo

las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles

aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al

conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales,

dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al

ser nacional.

Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta

procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera

ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran

sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al

último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más

de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas

por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas. Estas son las

reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los

miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al

compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles".

Rodolfo Walsh

C.I. 2.845.022

NOTAS (No corresponden al original de RW. Son acotaciones del editor del texto):

1) Desde enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de

"liberados" que en su mayoría no son tales sino procesados que dejan de estar a su disposición pero

siguen presos. Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para

su tortura y posterior fusilamiento permanecen intactas.

2) El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya

Page 17: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

muerto a palos, el ex diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio de una

sobreviviente: "Picana en los brazos, las manos, los muslos, cerca de la boca cada vez que lloraba o

rezaba... Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían que me iban hacer fiambre con la

máquina de sierra que se escuchaba".

3) "Cadena Informativa", mensaje Nro. 4, febrero de 1977.

4) Una versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de

Córdoba, monseñor Primatesta: "El 17 de mayo son retirados con el engaño de ir a la enfermería

seis compañeros que luego son fusilados. Se trata de Miguel Angel Mosse, José Svagusa, Diana

Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga

informó el Tercer Cuerpo de Ejército. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra.

Este último había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie sufriendo varias

fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un intento de fuga".

5) En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una

proyección anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede ascender al doble se funda en que

desde enero de 1976 la información periodística era incompleta y en el aumento global de la

represión después del golpe. Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta

es la siguiente. Muertos en combate: 600. Fusilados: 1.300. Ejecutados en secreto: 2.000. Varios.

100. Total: 4.000.

6) Carta de Isaías Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias.

7) "Programa" dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera

Brigada Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.

8) El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por "La Opinión" el 3-10-76 admitió

que "el terrorismo de derecha no es tal" sino "un anticuerpo".

9) El general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en

septiembre de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez Ruiz aparecieron

acribillados el 2-5-76. El cadáver del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-6-76,

después que el ministro del Interior y ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy,

lo acusó de "simular" su secuestro.

10) Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según "La Razón" del 12-6-76. Jefe del Grupo I

de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de

enero y el 3 de febrero de 1977.

11) Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se agravó

aún más.

12) Diario "Clarín".

13) Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di

Pasquale de Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han

sido particularmente graves en metalúrgicos y navales.

14) Prensa Libre, 16-12-76.

Actividades

1- Buscar: información que permita precisar y criticar las condiciones y los protagonistas del

golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

2- Explicar: ¿Qué entiendes por derechos humanos?

3- Describir y citar algunos organismos que se ocupan de los DDHH. ¿Conoces sus tareas?

4- Definir: ¿A qué aluden los términos ―desaparecido‖, ―genocidio‖, ―delitos de lesa

humanidad‖?

5- Analizar: ¿Qué caracteriza al terrorismo de Estado?

6- Buscar: información sobre los juicios a los responsables de las violaciones a los derechos

humanos durante el autodenominado Proceso de reorganización nacional. Comparar con

actividad 1.

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TEXTO No 4

Estela Grassi, Norberto Alayón

El ciclo neoliberal en la Argentina. La asistencialización de la política

social y las condiciones para el desarrollo del trabajo social

La última década del siglo XX fue, para Argentina, un período de profunda transformación social y político-cultural. Ella alumbró una sociedad más pobre, pero fundamentalmente, más desigual; y un Estado (su

expresión política), más subordinado al poder exterior y más decididamente clasista, por su capacidad de

instrumentar y legalizar la sistemática expropiación de los derechos del trabajo, a los que se articuló el desarrollo de los derechos sociales en este país.

Si los años de la última dictadura militar (1976-1983) iniciaron el ciclo regresivo al paralizar la participación social, crear las condiciones para un endeudamiento externo que desde entonces no dejó de crecer y abrir las

puertas al poder de intervención interna de los organismos internacionales; fue el gobierno democráticamente

elegido, que condujo el Estado entre 1989 y 1999, el que logró instalar y consolidar, conciente y

voluntariamente, el proyecto político del neoliberalismo, produciendo, por ese camino, la más extraordinaria catástrofe social. Un país productor de alimentos, con importantes recursos energéticos, con altas tasas de

ocupación, terminó con más de la mitad de su población en situación de pobreza (una parte importante de

ella, sin capacidad de cubrir las mínimas necesidades alimentarias) y con índices de desocupación abierta de alrededor del 20% de la PEA (Población Económicamente Activa). Pero, aún más significativas son las

condiciones de empleo: de los ocupados, la gran mayoría lo está en condiciones de máxima precariedad, con

ingresos que explican buena parte de la indigencia y carentes de protecciones sociales que reemplacen los

perdidos derechos del trabajo.

Entendemos que la Política Social no es simple acompañamiento o consecuencia de un modelo económico,

sino que expresa cabalmente el sentido general de un proyecto político y realiza activamente los valores sociales que el mismo conlleva. La sistemática crítica ideológica y la desarticulación (formal o por omisión

de la acción estatal) de las normas e instituciones protectoras del trabajo, se reemplazó paulatinamente por la

institucionalización de una política asistencial dirigida a atender la emergencia, materializada en planes y programas focalizados y efímeros, que sustituyen derechos básicos asociados a un Estado moderno (igualdad

de acceso a los recursos necesarios para satisfacer las necesidades que se derivan del desarrollo alcanzado

por la humanidad) por asignaciones miserables que terminaron, además, con la dignidad de un trabajo

socialmente necesario, al exigirse contraprestaciones de tareas a veces inútiles, cuando no usadas por el clientelismo político.

En este artículo presentamos, en primer lugar, una breve reseña referida al ciclo de la hegemonía neoliberal en la Argentina, que es el contexto que hace comprensible el estado y los términos con los que se presenta la

cuestión social en este país, así como la evolución de los indicadores de la desigualdad social en el último

cuarto de siglo. Presentamos luego una sintética descripción de los principales planes de política de asistencia social a la pobreza, desarrollados a lo largo del período, porque es esta política la que pone en

evidencia el sentido general de la política social en cuyo conjunto adquirieron un mayor peso relativo

(inédito en la historia del Estado argentino, como inédita es la dimensión de la pobreza y la brecha de

desigualdad). Sin embargo, si es la política de asistencia la que ―pone en evidencia‖, la explicación hay que buscarla en la política laboral, la que, dados los objetivos de este artículo, únicamente es enunciada en el

texto1. Por último, analizamos dicho proceso de asistencialización de la política social y su significación en

la constitución de la sociedad neoliberal. Discutimos allí acerca del reemplazo de los derechos sociales por la

1 Los fundamentos teóricos y empíricos de esta afirmación, fueron desarrollados en Grassi, 2003.

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asistencia más o menos efímera, contraponiéndola al derecho a la asistencia2 cuando las condiciones exigen

asumir colectiva y orgánicamente la seguridad de la reproducción del conjunto de los miembros de la

comunidad política que es la nación. Cabe, entonces, advertir que el análisis de la orientación de la política que hacemos en este artículo corresponde a un ciclo político que estalló en 2001, cuyas consecuencias socio-

económicas y culturales son las que describimos en este texto. El proceso político posterior dio lugar a un

proyecto de reorientación social del Estado que permite vislumbrar políticas alternativas. Aquellas condiciones y el nuevo contexto constituyen el escenario que se plantea para el desarrollo de un trabajo

social crítico, que sea capaz de proponer y desarrollar programas integrados de políticas sociales.

1. El ciclo de la hegemonía neoliberal en la Argentina

El ciclo neoliberal en la Argentina tuvo su inicio con la dictadura militar que ocupó el gobierno de la Nación

en marzo de 1976, sostenida en una ideología tradicionalista y autoritaria arraigada en sectores de la iglesia y las fuerzas armadas, en el poder represivo de éstas y en la tradicional ideología libremercadista de los grupos

políticos que expresaban los intereses de las oligarquías locales. El contexto ideológico internacional, que

alumbraba las políticas neoliberales y la crítica al Estado de Bienestar, coadyuvó, a su vez, para que la

segunda mitad de los años setenta fueran años perdidos —más aún, de retroceso— para el país: el terrorismo de Estado obstruyó la vida política y, consecuentemente, el debate y la reflexión social, al mismo tiempo que

la Nación se endeudaba y sus instituciones políticas perdían autonomía, al abrirse las puertas al poder

efectivo de los organismos internacionales, principalmente el Fondo Monetario Internacional, que desde entonces y de manera creciente imponen la definición de los problemas y las prioridades a la hora de tomar

decisiones en el Estado.

Desde ese momento comenzaron a revertirse, con un sentido negativo, los principales indicadores socio-

económicos que hacían de la Argentina un país relativamente homogéneo: la informalización del empleo fue

el primer signo y desnudó, además, las limitaciones de los sistemas de protección de los trabajadores; y,

aunque negado por el discurso autoritario, el crecimiento de la pobreza se hizo patente, marcando el final del mito de la Argentina igualitaria, sin hambre ni desocupados.

El ciclo democrático se restableció en 1983. El primer presidente elegido democráticamente en esa oportunidad, Raúl Alfonsín

3, creyó que enfrentaba una crisis transitoria, consecuencia inmediata de un mal

gobierno de la dictadura. Pero entonces estalló la crisis de la deuda externa en América Latina y los valores

de la sociedad del trabajo y del bienestar para todos que Alfonsín expresaba en su discurso político, ya habían sido profundamente erosionados por la crítica neoliberal promovida desde los países centrales,

principalmente los Estados Unidos e Inglaterra. Por estas condiciones relacionadas con el exterior, el poder

ejercido por las corporaciones económicas fortalecidas durante la dictadura (Azpiazu, 1997), la persistencia

de grupos autoritarios y la sistemática oposición al gobierno del poderoso movimiento sindical de filiación peronista, los ochenta fueron años perdidos. La década terminó con un Producto Bruto Interno negativo y

con casi el cuarenta por ciento de la población por debajo de la línea de pobreza, producto de un proceso

inflacionario desbocado, que se acercó al 5.000 %; una inexorable tendencia a la baja de la población cubierta por la seguridad social; y el más profundo descrédito de las instituciones del Estado. La situación se

tornó socialmente explosiva: mientras los sectores dominantes precipitaban el desquicio de la economía, con

lo que se daba en llamar ―colchones de precios‖,4 los pobres se precipitaban a una ola de saqueos a los

supermercados ante la desesperante crisis alimentaria5.

La hiperinflación desatada en 1988-90 dejó una sociedad inerme y, finalmente, permeable al discurso

neoliberal de la crisis, que abrazó con fervor el presidente elegido en 1989, Carlos Menem, representante del

2 Al respecto, ver Alayón, 1980 y 2000. 3 Representaba a la Unión Cívica Radical, uno de los partidos de masa tradicionales. Alfonsín expresaba las líneas de

orientación socialdemócrata y humanista en su partido, que alberga también a conservadores y neoliberales. 4 Los grandes grupos económicos reunidos en poderosas organizaciones empresarias (entre ellas, la Unión Industrial

de la República Argentina) eran identificados como los ―formadores de precios‖, porque fijaban los mismos en

valores que le aseguraban mantener sus márgenes de ganancia en plena crisis hiperinflacionaria (o gracias a ella). A

esto se lo denominaba ―formar un colchón‖ y el mecanismo era, a la vez, motor de la inflación. 5 Vale llamar la atención acerca del hecho de que otro estallido social, con asalto a supermercados, cerró la década del

90, terminó con el gobierno del Presidente De La Rúa y marcó el final de la hegemonía neoliberal, la apertura

irrestricta de la economía y el modelo económico de la convertibilidad monetaria, inaugurado en 1991.

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Partido Justicialista6. Su condición de peronista (entre otras cuestiones) hizo posible la materialización en un

proyecto político y en una política de Estado, del discurso que afirmaba la ineficiencia del mismo y que

encontraba en sus intervenciones (principalmente sociales y de protección de los trabajadores) la causa del estancamiento económico y de la ―crisis hiperinflacionaria‖, al entender que tales protecciones

desincentivaban las inversiones de capital y socavaban la voluntad de trabajo de los asalariados. Además, la

ampliación de las funciones económicas del Estado, con el desarrollo de empresas estatales de servicios y productoras de energía, habría conducido a desvirtuar el funcionamiento de los mercados y dado lugar al

crecimiento desmesurado de los aparatos burocráticos de regulación. A su vez, la seguridad social, los

consumos colectivos y las políticas sociales universales (entre ellas, las de educación y salud) habrían sido

los responsables del incremento de los gastos fiscales a un nivel imposible de solventar sin exceder la presión tributaria sobre el sector productivo o generar inflación.

Siendo ese el diagnóstico socio-político y económico, se impuso como objetivo prioritario (e inalcanzable) de la política reducir los gastos fiscales: los ajustes, traducidos en reasignaciones y recortes presupuestarios,

fueron el eje de la política de Estado que concretó la más fabulosa redistribución regresiva de la riqueza,

como lo muestran la ampliación de la brecha de ingresos en más del 30 % (tomando como referencia la ya

considerable distancia que había dejado la dictadura) 7

y los índices de la pobreza y la indigencia, como veremos enseguida

8. En nombre de la racionalidad del gasto en el Estado, se restringieron sistemáticamente

las inversiones y el financiamiento de servicios públicos fundamentales como la salud, la seguridad e

infraestructura pública, la educación y la investigación científica. La política seguida en materia de personal estatal condujo a un uso abusivo de contratos de locación de servicios que precarizaron el empleo público,

profundizaron su desprofesionalización y favorecieron las relaciones clientelares. Los servicios públicos

fueron privatizados en su totalidad. Y en materia de políticas sociales, ocurrió lo propio con la seguridad social. El sistema previsional se privatizó

9 con el objetivo explícito de abrir un nuevo mercado de capitales,

del que son beneficiarias las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). La retórica de

la campaña por su reforma incluía la necesidad de bajar los gastos del Estado en jubilaciones y pensiones y

una consecuente mejora de los haberes de los ya jubilados. Sin embargo, la privatización del sistema condujo a un mayor desequilibrio de las cuentas del Estado, al privar a las arcas públicas de buena parte de los

aportes previsionales, que se transformaron en seguros de retiro administrados por las nuevas compañías

privadas.

La noción de ―crisis‖ se había instalado en el sentido común como un fenómeno ajeno a la voluntad y a las

decisiones políticas, por lo que dejaba poco margen para comprender el juego de poder en el que se imponían y definían los problemas y las prioridades políticas y se decidían los caminos de acción. Sobre toda otra

consideración, estos caminos se orientaron a asegurarle los márgenes de ganancia a las inversiones del

capital más concentrado y a asegurar el pago de los intereses de la deuda externa10

. Era requisito, entonces, el

disciplinamiento de la fuerza de trabajo, por razones políticas, como estrictamente económicas.

6 Expresión partidaria del movimiento político-social fundado por Juan Domingo Perón a mediados del siglo XX, con el

que se perfiló la identidad de la clase trabajadora argentina y que dio forma al Estado Social argentino y estatuto de

derechos constitucionales a los derechos laborales y sociales. 7 En 1982, la diferencia de ingresos entre los grupos más ricos y los más pobres era de 14,3 veces; en 1988, de 18,2

veces; en 1991 se redujo a 15, pero en 1995 pasó a 22 veces, valor en el que se mantenía en octubre de 2001.

8 La población indigente es aquella cuyos ingresos por hogar no permite cubrir una canasta básica de alimentos. En la

medición de la pobreza se toman en cuenta, además, otras necesidades, más allá de las alimentarias (salud, vivienda,

educación, etc.). Sumadas, conforman la canasta básica de bienes y servicios que debería poder cubrirse con los

ingresos del hogar. 9 Si bien los proyectos de reforma iniciales impulsaban la total privatización del sistema, al final se mantuvo un

régimen público de reparto, optativo y a cargo, a su vez, de una prestación básica universal (PBU), consistente en un

componente mínimo del haber para todos los beneficiarios del sistema previsional, sean afiliados del régimen estatal

o clientes de las AFJP. 10 El presupuesto fiscal es un buen indicador de las prioridades de políticas: aún cuando el objetivo era reducir el

gasto, el rubro correspondiente a estos pagos al exterior sistemáticamente crecía. A ello se destinaron los ingresos

generados por la venta de las empresas públicas y otros bienes del Estado, así como los préstamos del FMI

destinados a hacer frente a los vencimientos, lo que naturalmente, hizo crecer la deuda en este período (ver Grassi

2003; Lozano, 1999)

Page 21: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

Los medios normativos principales para el logro de estos objetivos fueron algunas leyes madre que aprobó el

Congreso Nacional a principio del gobierno de Carlos Menem: la Ley de Emergencia Económica, que

permitió la privatización de las empresas públicas casi sin controles; la Ley de Desregulación de la Economía; y la finalmente, la Ley de Convertibilidad Monetaria que fundó el modelo económico vigente

hasta 200211

. En materia laboral, la política fue tras las exigencias de los organismos de crédito, entre las que

figuró sistemáticamente la reforma de las leyes para flexibilizar el empleo y bajar los costos laborales. El tema permaneció en la agenda política durante toda la década de 1990: la primera nueva Ley Nacional de

Empleo fue sancionada en 1991 y la última Ley Nacional del Empleo Estable (N° 25.250), en 2000, pasando

por varias reformas a lo largo de estos años.12

Sin embargo, más allá de la letra de estas normas —que no

siempre resultó en los contenidos deseados por sus impulsores—, la política laboral se propuso los objetivos de adaptar la mano de obra a una supuesta demanda de alta calificación, hacer más flexible el uso de la

fuerza de trabajo y reducir el costo laboral, tras la consigna de la modernización de las relaciones

laborales. Cada uno de estos objetivos debía hacer más competitiva la producción local e incentivar la creación de nuevos puestos de empleo a fin de disminuir la desocupación. El resultado concreto fue una baja

en el nivel de los salarios, la extensión de hecho de la jornada laboral, un aumento sostenido de la

precariedad de los contratos y la consolidación del fenómeno del empleo no registrado y sin protección, todo junto a un sostenido aumento del desempleo, la subocupación y el sobre-empleo (Grassi, 2003; Lindenboim,

2002; González, 2002).

Tanto la inseguridad en el empleo como la baja en el nivel de ingresos de los hogares empujaron naturalmente a una mayor oferta de mano de obra, creando presión sobre el mercado de trabajo; al mismo

tiempo, la posibilidad de un uso más intenso y prolongado favoreció la constricción de los puestos y no su

ampliación. La flexibilidad resultó en una noción equívoca, pues se trató en concreto de una mayor dependencia del empleo para la sobrevivencia y de condiciones más rígidas impuestas por las normas y por

el mercado respectivo, que limitaron fuertemente las reivindicaciones de los trabajadores, de lo que el bajo

nivel de salarios es un indicador.

Si la concepción libremercadista no lo justificaba por sí, la radicalidad ideológica de los principales

ejecutores de estas políticas en la Argentina y la desaprensión en el manejo de los asuntos públicos que

caracterizó al gobierno de Carlos Menem (1989-1999) potenciaron la regresividad social y económica de las decisiones tomadas.

13

2. Los términos de la cuestión social en la Argentina y los indicadores

14 de la crisis de reproducción

social

11 Otra coincidencia que vale la pena hacer notar: fue también una Ley de Emergencia Económica la que terminó con

la Convertibilidad en 2002, y devaluó el peso argentino, después de la confiscación de los depósitos bancarios en

dólares. Es decir, que esta medida también estuvo en el inicio y en el final del modelo político económico que

realizó el proyecto del neoliberalismo en el país: en 1991 los ahorristas de entonces recibieron bonos, igual que los

de ahora. 12 Se dictó una Ley de Promoción del Empleo en 1995, que instituyó los contratos a término o promovidos; éstos

fueron derogados en 1998 por la Ley 25.013. A lo largo de todo el período se registran alrededor de trescientos

decretos modificatorios del contrato laboral. La Ley del año 2000 tuvo como promotor a otro gobierno (la Alianza

de partidos que llevó a la presidencia a Fernando de la Rúa). Su rápida aprobación por el Senado de la Nación se

explicaría más tarde por la existencia de sobornos pagados por el Ejecutivo a algunos senadores propios y de la

oposición, lo que llevó a la renuncia del Vicepresidente de la Nación que denunció el hecho. El tema está siendo

ventilado a principios de 2004 y la Ley 25.250 fue derogada. 13 Con la crisis final del ciclo político (2001-02), dejó más en claro este costado del proceso en la Argentina: el

descontrol en las privatizaciones de empresas públicas de sectores estratégicos, tales como el de las comunicaciones,

la explotación de hidrocarburos y la aerolínea de bandera; y la desatención de la protección del trabajo y de las

necesidades sociales más elementales. Así, ese final encontró a una mitad de la población alimentándose de la

basura proveniente del consumo normal de la otra mitad, mientras las empresas y bancos extranjeros pujaban por

llevarse hasta el último dólar de reserva y presionaban al gobierno provisional (enero 2002-mayo 2003) para obtener

compensaciones por los ―perjuicios‖ de la devaluación asimétrica del peso en enero de 2002. 14 Todos los datos que se consignan en adelante corresponden al Aglomerado Gran Buenos Aires, el que es expresivo

de los procesos que se quiere destacar en este trabajo.

Page 22: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

Sin duda, los indicadores socio-económicos de mayor relevancia e impacto político-cultural en las últimas

décadas de la historia argentina, son los de ―pobreza‖ y de ―desocupación‖. Con toda claridad, sus

magnitudes dan la imagen de una sociedad que no estaba en las expectativas de los argentinos ni en los

planes de ninguno de los proyectos de nación más o menos delineados a lo largo del siglo XX, que orientaron el sentido común social y las políticas de estado hasta la crisis política de los años 70.

El Plan de Convertibilidad del Ministerio de Economía, puesto en marcha en 1991, logró el control de la inflación y la estabilización de los precios y permitió la recuperación del PBI, cuyo crecimiento fue

importante hasta 1997. Sin embargo, durante ese mismo período, la tasa de empleo se mantuvo estable

primero y luego inició una caída que no pudo recuperarse hasta la fecha. En los años más críticos (1994-

1995)15

, no solamente se restringió el ingreso de nuevos trabajadores que se incorporaban a la PEA, sino que se perdieron puestos existentes, principalmente aquellos de tiempo completo y protegidos. Entonces la

desocupación abierta alcanzó por primera vez los dos dígitos (fue del 13% en octubre de 1994 y alcanzó al

17,3% de la PEA al año siguiente).

Hasta entonces, el ―problema social‖ que movilizaba las acciones sociales del Estado y de la nueva

filantropía, se condensaba en ―la pobreza‖, definida en unos términos que desvinculaban las condiciones de vida de la población, de las condiciones de la economía, del mercado de trabajo y del empleo. En los

términos que hegemonizaban el discurso político de entonces, la economía (que crecía) mostraba el éxito del

modelo, el mercado de trabajo daba señas –como cualquier mercado- de los ajustes automáticos; y las

condiciones del empleo resultaban problemáticas para la competitividad de la economía, porque las regulaciones (perimidas, desde ese punto de vista) encarecían el trabajo. Hasta ahí se trataba de ―modernizar‖

las relaciones laborales y adaptar la fuerza de trabajo a nuevas demandas del mercado, en términos de

capacidades, disposiciones y flexibilidad para su contratación. Como está dicho antes, en la pobreza se contaba a los pobres de siempre y a los ―nuevos pobres‖ que, de acuerdo al supuesto ideológico de la "teoría

del derrame", eran definidos por los políticos locales como las ―víctimas del ajuste‖ económico necesario

para crecer y ―después‖ distribuir. En el contexto de ese discurso ideológico, la pobreza resultaba un

fenómeno deshistorizado, que podía describirse y caracterizarse por la enumeración de las carencias del sujeto carenciado o pobre, elegible como merecedor de la asistencia estatal. Los criterios de la descripción

permitían, simultáneamente, ―clasificar‖ a los pobres y focalizar las políticas (por carencias, por grado de

vulnerabilidad, etc.). Carencia de bienes, servicios y recursos en general para la supervivencia, de educación, de capital cultural, de disposiciones o aspiraciones, de poder y, al final, hasta de trabajo y de normas, en una

vuelta de sentido común a la anomia durkheniana, completaron las definiciones de la heterogénea pobreza de

los 90.

Es decir que, a pesar del bajo nivel de los ingresos entre el sector cada vez más numeroso de trabajadores

precarios y empleados no registrados, de la falta de cobertura para la atención de la salud, la pérdida de

aportes previsionales (jubilatorios y por riesgos del trabajo), además del desempleo abierto, éste comenzó a tomar carácter de ―problema social‖ recién cuando los índices que registraban el bajo nivel de ocupación

eran presentados por la prensa en titulares de catástrofe. La pobreza comenzó, entonces, a ser asociada al

trabajo. Pero no a las condiciones de la ocupación expresadas en los indicadores señalados, sino como otra carencia del sujeto pobre: la ―falta‖ de trabajo. Falta asociada a sus propias características (esto es, sus otras

carencias, como la educación, el capital cultural, la flexibilidad necesaria para adaptarse a los cambios

tecnológicos y organizacionales) que lo hacían ―inempleable‖. El trabajo fue puesto, entonces, en el centro de la escena social y ya no sólo de la economía. Ahora el trabajo mereció un tratamiento abstracto y a-

histórico: desprendido de la producción, fue constituido en una necesidad del sujeto y se revitalizó la

concepción reificada que concibe al trabajo como condición de humanización por sí mismo y sin

consideración de las relaciones en cuyo marco se realizan las capacidades humanas de producción de la riqueza, de su distribución y de los objetivos de la misma.

Como consecuencia, ―tener trabajo‖ devino el principal requisito para superar el estado de carencias varias de tal sujeto, y ―dar trabajo‖, en una acción unilateral de ―buena voluntad‖ para el eventual empleador. Esto,

a pesar de los numerosos estudios que mostraban que entre ―los pobres‖ no sólo había desocupados, sino

también empleados formales, trabajadores precarios y, aún, beneficiarios de la seguridad social, como es el

15 Esta situación se reeditó en 2002.

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caso de la mayor proporción de jubilados cuyos ingresos quedaron fijados por debajo de la línea de pobreza.

Si estos eran los términos más o menos explícitos en los que se problematizó la cuestión social bajo la hegemonía del neoliberalismo en Argentina, los indicadores que registran y cuantifican la situación social,

daban cuenta que los hogares cuyos ingresos no garantizan su reproducción según estándares razonables de

consumo y acceso a servicios, aunque con altibajos, habían adquirido un peso estadístico tal, que permitían caracterizar a la argentina como una sociedad de creciente desigualdad.

Tal como mostraron numerosos estudios referidos al tema (Murmis y Feldman, 1992) luego del pico de

1989, cuando casi la mitad de la población era pobre, la situación mejoró hasta 1994 por efecto del control de la hiperinflación, su impacto en el consumo y el retorno del crédito para estos efectos. Luego de que la crisis

originada en México el fin de ese año afectara la economía local, la pobreza volvió a aumentar de manera

sostenida hasta damnificar a la mitad de la población. En mayo de 1995 el 22,2 % de la población se hallaba bajo de la línea de pobreza (5,7 % eran técnicamente indigentes; es decir, no tenían ingresos para cubrir las

necesidades alimentarias mínimas); en mayo de 1997, 26,3 % eran pobres (e indigentes, el 5,7 %); en mayo

de 2001 los pobres ascendían al 32,7 % (el 10,3, indigentes). Y en plena crisis (octubre de 2002) la Encuesta

Permanente de Hogares arrojaba que un 42.3% de hogares del Gran Buenos Aires se hallaba bajo de la línea de pobreza; allí estaban comprendidas 6.672.000 personas (el 54.3% de los habitantes de este aglomerado).

Un tercio estaba en situación de indigencia. Este último es el dato que ilustra (hasta donde es posible con la

distancia de un índice) la profundidad que alcanzara la crisis de sobrevivencia en el país, ya que en algunas regiones, como la del Noreste argentino, el 26,8 % de sus habitantes no tenía ingresos suficientes para cubrir

necesidades alimentarias básicas. Las estrategias de sobrevivencia en estas condiciones, al límite de la vida,

apenas se conocen por el despliegue de las variadas actividades que son públicas en las zonas urbanas (la recuperación de alimentos desechados, el limosneo), u otras —no legales y que conllevan aún mayor

peligro—16

apenas atisbadas por los profesionales que prestan servicios educativos o sociales, pasando por

una compleja relación con los planes sociales de asistencia y con la actividad local de los partidos políticos.

Por su parte, la caza, la pesca, la recolección y la producción campesina de subsistencia son los recursos posibles en regiones rurales o poco urbanizadas.

Desde el punto de vista social, el resultado final del período de recuperación económica fue más negativo que la llamada ―década perdida‖ de los 80. Habiendo crecido la producción de riqueza de manera

significativa hasta 1998, estos valores indican su apropiación desigual. Es decir, lejos de ser un problema

meramente económico, la cuestión es de orden político-normativo. Son las instituciones del estado neoliberal las que instalaron y han sostenido la vulnerabilidad de las clases trabajadoras.

En cuanto a la desocupación, el mismo año 1995 fue, también, fatídico. La medición de mayo indicaba que

había alcanzado al 20% de la población activa, lo que equivalía a más del doble que a principios de la década. En el mismo período había aumentado la productividad por obrero y por hora de trabajo, habían

caído las remuneraciones y se extendió de hecho la jornada laboral. En los años posteriores el desempleo se

estabilizó en los ―valores normales‖ del 15 %, pero según la información oficial, el 80 % de los puestos nuevos que se crearon fueron de duración predeterminada; y del total de la fuerza laboral, el 11 % estaba ―a

prueba‖17

según alguna modalidad de contratos promovidos establecidos por la Ley de 1995 de Promoción

del Empleo. La crisis de diciembre de 2001, llevó nuevamente este índice hasta el 22% al año siguiente, en el

Aglomerado del Gran Buenos Aires y la situación nunca fue mejor en el resto del país, aunque con importantes oscilaciones entre regiones y provincias.

Junto a estos niveles de desocupación, se consolidó la tendencia a sobre-ocupar la fuerza de trabajo. En octubre de 2001, la proporción de la fuerza laboral que trabajaba por encima de la jornada de 45 horas era

similar a la que estaba subocupada más la desocupada (superior al 31%), y también a la que trabajaba una

jornada normal. Esto equivalía a 3.080.150 de personas sobreocupadas, 3.409.272, con problemas de falta de

16 Se sabe de la participación de niños en la distribución de drogas, mercado que creció a la sombra del Estado

neoliberal; igualmente, la participación en actos políticos puede ser una actividad rentada. Son alternativas

disponibles en el sistema formal, no legales, y por eso ofrecidas a quienes ya viven en riesgo. Otras estrategias de la

supervivencia en crisis, como la recolección informal de materiales reciclables, también conllevan riesgos para la

salud de quienes viven de ellas. 17 Informe del Ministerio de Trabajo, de mayo de 1997.

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trabajo y 3.058.552 ocupadas en una jornada normal. Del total de sobreocupados, 2.024.049 trabajaban entre

46 y 61 horas a la semana y 1.045.821 personas tenían una semana laboral aún más extensa, lo que en

términos cotidianos significa que alrededor de nueve horas de todos los días de su vida eran horas dispuestas para trabajar. Al año siguiente y en plena crisis, aunque disminuyó la sobre-ocupación, se mantuvo

igualmente por encima de la subocupación, que su vez aumentó un 65%; y de la desocupada, que también se

expandió en un 41%. La amplia mayoría de estas personas son asalariados; como la multi-ocupación compromete a una porción relativamente pequeña (poco más de 330.000), se entiende que la sobreocupación

se da mayormente en un único empleo.

En relación con la actividad global y el tiempo de vida en actividad, a lo largo de este período se dieron dos fenómenos: un crecimiento global de la tasa de actividad de la población, que pasó de 39 % en 1985 a

alrededor de 45 % en 1997, nivel en el que se mantiene en la actualidad. Y un engrosamiento del grupo que

compone la edad límite de permanencia como activo en el mercado de trabajo: en 1985 la tasa de actividad de la cohorte de 50-64 era de 49,4 %; en 1995, 59,5; en 1997, de 63 %; en 1999, de 65.2 %; y en 2001

alcanzó a 67.2%, valor que se reitera casi idéntico en la última medición de octubre de 2002: el 67,5%.18

Estos datos permiten concluir que en la Argentina, al final de la ola liberalizadora, hay cada vez más personas que durante más tiempo y en jornadas más extensas están trabajando, es decir, dedicadas a

procurarse el sustento y el abrigo. Una parte está efectivamente ocupada y otra, simplemente disponible.19

Una parte, cada vez menos, obtiene ingresos suficientes y está protegida, aunque cada vez más insegura en su puesto de trabajo; otra, sobrevive con ingresos que no cubren sus necesidades, en muchos casos, ni

siquiera los de la canasta alimentaria básica. La crisis del final del ciclo volvió a destruir puestos,

incrementar el desempleo y deteriorar los salarios por la devaluación del peso y la mayor incidencia relativa del aumento de precios en la canasta de consumo popular. Según los cálculos de un instituto especializado,

20

a mayo de 2002 aquéllos perdieron un 20,6 % de su valor, pérdida equivalente a casi el 30 % para la

población indigente, ya que los aumentos más significativos se produjeron en la canasta básica de

alimentos21

.

3. La asistencialización de la política social: principales planes y programas

Si el proceso de empobrecimiento, precarización y desprotección del trabajo se había iniciado durante la

dictadura militar, es a la salida de ésta cuando por primera vez se reconoció el problema alimentario como la imposibilidad, para un número importante de hogares, de satisfacer sus necesidades de reproducción

alimentaria, aún Argentina es un país productor y exportador de alimentos Hintze, 1989). Si bien existieron

en el país experiencias de políticas alimentarias (controles de precios de productos básicos; complementación

alimentaria en las escuelas públicas, como la copa de leche; distribución gratuita de leche a mujeres embarazadas y niños pequeños en los centros de salud), se asociaron a intervenciones universales y

estuvieron inscriptas en intervenciones políticamente orientadas a mejorar la distribución del ingreso en

general. Las condiciones sociales del principio de los 80 llevaron, sin embargo, a que se implementara el primer plan masivo de asistencia alimentaria (Plan Alimentario Nacional – PAN) que consistía en la

distribución de una canasta de alimentos a hogares que presentaban problemas alimentarios. Es decir, que

exigía reunir ciertos requisitos para ser beneficiarios del Plan. Se trató de un programa focalizado, aunque de

18 En todos los casos se hace referencia a las mediciones del segundo semestre de cada año. 19 En 2000, el 29,6 % (1.345.885 personas) buscaba otro trabajo o estaba dispuesto a trabajar más horas. Los

demandantes de empleo (ocupados dispuestos a trabajar más, sumados a los desocupados) en octubre de 2001, eran

el 43 % de la PEA. 20 Instituto de Estudio y Formación de la CTA-Central de Trabajadores Argentinos (con datos del INDEC), Lozano,

2002. 21 El análisis de un posible aumento salarial en el sector privado, entre la Confederación General del Trabajo y las

principales las Cámaras Empresariales, en junio de 2002, partió de la necesidad de “recuperar el poder alimentario del

salario”. Basta este reconocimiento para comprender cuál ha sido el sentido de la política laboral y su relación con la

pobreza y la indigencia. El acuerdo en el punto de partida era un reconocimiento tácito de esta relación, pero también,

de que quedaban fuera de la discusión las necesidades ligadas a la salud, a la vestimenta, a la educación, a la vivienda, a

la recreación. El salario alcanzaría apenas para comer.

Page 25: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

amplio alcance, llevada adelante en un contexto de optimismo político. El gobierno democrático que asumió

en 1983 esperaba que la necesidad de un plan de estas características sería transitoria, hasta que quedaran

restablecidas las condiciones de ―normalidad‖ dadas por la vida democrática22

. Su concepción política –que hallaba en el contexto autoritario las causas de la pobreza- pretendía romper con lo que había inaugurado la

dictadura: la pobreza como estigma ―de los pobres‖, lo que se materializaba en prácticas institucionales

como la imposición de ―certificados de pobreza” que debían ser emitidos por las oficinas de Servicio Social, para autorizar la atención médica en los Hospitales públicos. A pesar de la voluntad democrática, no se

cumplieron ninguna de estas dos previsiones respecto del PAN: la asistencia alimentaria debió ser mantenida

durante todo el período de la llamada ―transición democrática‖ y quedaría instalada hacia delante; y a pesar

de la amplitud del programa, la distribución de las cajas PAN dio lugar al uso clientelar de la asistencia alimentaria por parte de los numerosos mediadores políticos.

La llegada de Carlos Menem a la presidencia de la Nación, en 1989, a diferencia del gobierno saliente y contra las expectativas de sus propios votantes, significó la clara decisión de llevar adelante un proyecto

político acorde a las tendencias político-ideológicas prevalecientes en los países hegemónicos. En ese marco,

el lugar de la política de asistencia a los pobres era más claro: si bien se suponía también transitoria (según

las expectativas derivadas, ahora, de la "teoría del derrame" que elaboraban los técnicos de los organismos internacionales) estaba claro que los necesitados de las ayudas del gobierno o de la filantropía, eran los

perdedores del nuevo régimen que se imponía por las decididas políticas de ajuste estructural. La asistencia a

los pobres (viejos o nuevos, pero perdedores) se supeditaba a aquella decisión y tenía dos funciones explícitas: de contención del conflicto social (cuando se dirigía a los más pobres, aquellos que no tenían nada

que perder con sus acciones)23

; y de compensación a los nuevos pobres, perdedores directos del modelo.

Sin embargo, en caso de Argentina, hay que distinguir distintos momentos y modalidades de intervención

asistencialista más o menos superpuestas durante los años del gobierno del presidente Menem, derivadas,

entre otras cuestiones, del hecho de que el proyecto de la nueva sociedad neoliberal era llevado adelante por

un gobierno cuyo origen político era un movimiento populista que había impulsado una política fuertemente proteccionista y distribucionista, a mediados del siglo XX. La asistencia y la ayuda social formaba parte de la

práctica política del movimiento y se encarnaba en un particular comportamiento de sus agentes activos.

En esas modalidades se conjugaron, entonces, dos cuestiones: una referida al modo de concebir y definir los

problemas en relación a los cuales cabía la necesidad de ayudar o asistir que, como vimos, pasó de la pobreza

en abstracto, a la falta de trabajo como carencia de las personas; y la otra cuestión remite a la ayuda social en la práctica política, en particular la peronista, que se conjugaba con la nueva orientación focalizadora

impulsada por los organismos internacionales que financiaban la política social.

En ese marco, los planes, programas y decisiones políticas más relevantes por su significación y capacidad de instituir relaciones sociales (es decir, por eso y no por el impacto –que fue irrelevante- respecto de los

problemas que pretendían atender) son los que enumeramos a continuación, los que son ilustrativos, a su vez,

de las diversas modalidades de la asistencia en este período.

* El Bono solidario de Emergencia fue el primer proyecto tendiente a reemplazar el PAN y atender la crisis

social de 1989 y 1990. Fue inspirado por los representantes de las principales corporaciones económicas

aliadas al gobierno y reunidas en una efímera pero mediática Fundación Acción para la Iniciativa Privada. El Operativo Solidaridad en el que se inscribía el Bono, proponía atender la emergencia en el corto plazo, por la

distribución de bonos que podían canjearse por una lista de alimentos. Inicialmente debía ser financiado con

fondos aportados por la Fundación y exigirían contraprestación laboral e identificación de sus beneficiarios por un ―mameluco de trabajo‖. Finalmente, fueron financiados por fondos públicos

24, se instituyó un

impuesto ad hoc muy resistido por los representantes empresarios en el Congreso y su distribución fue más

bien desordenada: los beneficiarios no tuvieron mameluco identificatorio, pero debieron hacer patéticas filas en la vía pública, para recibir el equivalente a unos cinco dólares.

22 ―Con democracia se come, se educa, se cura...”, afirmaba con convicción el Presidente Alfonsín. 23 El reparto de alimentos es preventivo, como el estado de sitio, afirmaba un funcionario político en un momento

pico de conflicto, en 1990. 24 El Congreso aprobó una Ley que fijó una contribución solidaria en septiembre de 1990.

Page 26: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

El Bono Solidario tuvo corta vigencia pero puso en evidencia el lugar de la asistencia en la práctica política

tradicional, ya toda su gestión estuvo signada por la disputa por su distribución por parte de funcionarios y

legisladores representantes de las diversas provincias. Estaba en juego la acumulación particular de capital político y de lealtades locales.

En esta línea clásica que entrecruza la ayuda social, la política y las actitudes filantrópicas, al Bono le siguieron otros planes como la Ayuda Solidaria de Emergencia para grupos familiares, que exigía

contraprestación en trabajo de cualquiera de sus miembros; un efímero intento de desarrollo de micro-

emprendimientos productivos que luego fueron intentados por numerosas organizaciones no

gubernamentales; hasta que, en enero de 1993, se lanzó el Primer Plan Social.

* Creación de la Secretaría de Desarrollo Social. El citado lanzamiento no fue más que un anuncio, pero

también fue el inicio de la transición hacia la instalación de otra modalidad de política asistencial, inspirada por las ideologías del gerenciamiento en el Estado. Justamente a un año de este anuncio (enero de 1994) se

creó la estructura institucional de asistencia y promoción social más importante del Estado neoliberal: la

Secretaría de Desarrollo Social, en la órbita directa de la Presidencia de la Nación25

. La política social del gobierno quedó entonces asociada a la nueva Secretaría, que asumió la coordinación del Plan Social que

reunía programas sociales diversos de todas las áreas del gobierno, a los que sumó programas propios. Al año

siguiente, el Secretario lanzó el Segundo Plan Social, anunciando su voluntad de terminar con los vicios de la

política social voluntarista y clientelística, proponiendo mayor eficacia y eficiencia en la acción de gobierno del área y señaló como principios: la focalización de los beneficiarios; la integralidad y sustentabilidad de los

planes, el control de las inversiones sociales y el fortalecimiento de la comunidad, en la que se incluía a los

gobiernos locales y a las organizaciones de la sociedad civil. De hecho, fue política de la Secretaría el impulso a la tercerización de las intervenciones sociales, creándose un registro de organizaciones no

gubernamentales: el Centro Nacional de Organizaciones de la Comunidad (CENOC). Esta creación, como el

Sistema de Información, Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales (SIEMPRO) y la Cuenta Social

Única y el Programa de Auditoría Social Centralizada, eran los instrumentos para avanzar hacia una mayor racionalidad. La Secretaría reunió numerosos programas (de emergencias sociales; dirigidos a menores;

alimentarios; de huertas familiares; de emprendimientos productivos; de desarrollo de comunidades

aborígenes; de ayuda social a personas; etc. Además de los programas coordinados por la Secretaría, se desarrollaban programas focalizados en otros Ministerios: de Salud, de Educación, de Agricultura, de

Interior, Jefatura de Gabinete, de Economía y de Trabajo y Seguridad Social.

* Bajo la órbita del Ministerio de Trabajo se desarrollaron los llamados planes de promoción del empleo

consistente, en realidad, en planes de asistencia social a los desempleados, ya que explícitamente la política

se cuidaba de no interferir en el mercado de trabajo26

. La Ley de Empleo de 1991 (N° 24.013) instituyó el

seguro por desempleo bajo la denominación de Sistema Integral de Prestaciones por Desempleo, para los trabajadores despedidos que estuvieran en condición de legalidad y hayan aportado al Fondo Nacional de

Empleo, creado en la misma ocasión a tales efectos y para financiar los programas de promoción y

capacitación. La exigencia de contrato legal constituyó una restricción importante, dadas las características del mercado de trabajo local y la dimensión del empleo por fuera de la ley. Las llamadas ―políticas activas

de promoción y capacitación laboral‖ comprendía figuras contractuales a término y eximidas total o

parcialmente de las contribuciones patronales a la seguridad social; y otros planes y programas que incorporaban alguna modalidad de ocupación como parte del plan de asistencia

27.

Con esa orientación, fueron numerosos los programas puestos en marcha, siendo el PIT (Programas

Intensivos de Trabajo), uno de los primeros (1992) y de mayor significación político-cultural. Esto porque, como sus sucesores, el Plan Trabajar (1995) y el último, el Plan Jefas y Jefes de Hogar (2001), fueron

inicialmente denostados por las organizaciones de trabajadores (ocupados y de desocupados), y finalmente,

25 Fue transformada en Ministerio de Desarrollo Social en 1999, cuando asumió el gobierno Fernando de la Rúa. 26 “El Programa ha sido diseñado de forma tal que permita la consecución de sus objetivos sin distorsionar el

funcionamiento del mercado de trabajo...” (Programa de Apoyo a la Reconversión Productiva. Ministerio de

Trabajo y Seguridad Social, 1995). 27 Planes de este tipo se desarrollaron también bajo otras dependencias, además del Ministerio de Trabajo.

Page 27: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

demandados y disputados por estos mismos agentes. Los PIT ocupaban desempleados sin calificación en

obras que permitían un uso intensivo de mano de obra; sus beneficiarios eran reconocidos como “los pit” y

solían identificarse cuando se superponían brazos en exceso para tareas de poca exigencia. El Plan Trabajar brinda ―ayuda económica no remunerativa‖ a desocupados para trabajar en proyectos de infraestructura y fue

importante en pequeñas localidades afectadas por la privatización de empresas estractivas del Estado, en las

que se iniciaron las protestas que darían lugar al movimiento piquetero.28

El Plan Jefas y Jefe de Hogar Desocupados fue lanzado por el Gobierno provisional en 2001, para enfrentar la grave crisis social

profundizada por la devaluación de la moneda local. También prevé contraprestación laboral, pero es el de

mayor alcance, teniendo en la actualidad más de 2 millones de beneficiarios, receptores de un subsidio de

150 pesos mensuales (aproximadamente, 50 dólares).

Si estos fueron los planes más conocidos, están lejos de agotar la lista de proyectos desarrollados en estos

años, que tuvieron en común ser ocupaciones a término (entre 3 y 6 meses), a cambio de ―ayuda económica‖

29. Algunos estuvieron dirigidos a apoyar micro-emprendimientos productivos (casi siempre

actividades de subsistencia, dada la inexistencia de una política específica de promoción, protección,

capacitación y crédito), capacitación para el primer empleo y formación o reconversión profesional, etc.

Dado el carácter focalizado de los programas, desarrollados en paralelo con la política laboral que en nombre

de la flexibilización restringía los recursos institucionales y normativos de protección del trabajo (salario y

demás condiciones y beneficios), aunado la experiencia de uso particularista de la asistencia estatal, a la ineficacia de la misma en el marco de una política de estado que generaba precariedad, desempleo y

necesidades insatisfechas, los llamados planes de promoción del empleo, no se diferenciaron de los de

asistencia a la pobreza más que por el recurso de la misma: en este caso, alguna ocupación muchas veces desvalorizada a cambio de la “ayuda económica no remunerativa”. Como en aquel caso, la aplicación de los

planes terminó siendo discrecional, según criterios de los agentes responsables de su gestión, antes que los

que figuraban en la letra de los proyectos. Ello contribuyó a su ineficacia, desde el punto de vista del

problema que apuntaban a resolver, aunque eran ―eficientes‖ desde el punto de vista de la acumulación de capital político de los mediadores respectivos. Durante todo el período se sucedían denuncias acerca de la

escasa transparencia en las listas de beneficiarios y el incumplimiento de los requisitos estipulados: ciertas o

no, eran una consecuencia directa de una política de estado sostenida apenas en criterios técnicos de selección de ―merecedores‖, que se aunaba a la concepción y uso clásico de la asistencia social como una

acción particular y discrecional, por sobre el derecho de igualdad de los ciudadanos de la Nación.

4. La asistencialización de la política social: su significación en la constitución de la sociedad

En primer lugar, es necesario recordar brevemente que las políticas sociales ponen de manifiesto la politización de la cuestión social; o, si se quiere, la constitución de la cuestión social en cuestión de estado,

desde el momento en el que las tensiones originadas en ―la dependencia del salario de la mano de obra libre‖

ya no pueden ser resueltas por la vieja filantropía o por la caridad cristiana. Sobre ese punto de partida, el Estado Social es el rencuentro de la economía y la política en la forma de un nuevo acuerdo democrático que

extiende las garantías de igualdad a lo social; pero se trata también de condiciones que hacen a la propia

acumulación: cierta garantía de paz social, crecimiento del consumo de masas, disponibilidad de fuerza de

trabajo sana y educada, para hacer sólo una referencia parcial de una cuestión harto compleja. De modo que el Estado Social y sus políticas respectivas no expresan solamente la tendencia a instituir la seguridad de la

reproducción de los trabajadores (incluyendo el momento de paro, de retiro por la edad o por accidentes

eventuales o laborales), sino también del capital, en la medida que lo requieren las condiciones técnicas y organizativas de la producción.

28 Se refiere al movimiento social de trabajadores desocupados cuya denominación deriva de la forma de protesta: los

cortes de ruta. ―Piquete‖ es el grupo que hace el cordón e impide el paso de los vehículos como forma de llamar la

atención, por períodos de tiempo variable, que en su momento fueron de horas a días. 29 El monto era variable, aunque en general era mínimo y tendió a bajar al ritmo del aumento de los necesitados de la

ayuda. En general, el criterio (dicho explícitamente o no) era que debía ser lo suficientemente bajo como para

desincentivar la permanencia en el programa. Lo que tampoco se decía es que contribuían a fijar el bajo piso de los

salarios.

Page 28: TECNICATURA EN TRABAJO SOCIAL - INFD

Si esto corresponde al movimiento histórico general, las formas concretas que tomaron los estados

nacionales depende de factores locales y del tipo de inserción (hegemónica o subordinada) en el sistema

mundial. En el caso se Argentina, la consagración política de los derechos sociales a mediados del siglo XX

correspondió a un capítulo de los derechos del trabajo30

. La particularidad del mercado de trabajo argentino, caracterizado por una amplia ocupación y condiciones de vida relativamente homogéneas, daba apariencia de

universalidad a sistemas que dependían de la relación salarial formal y/o del aporte del trabajador, sea

empleado o autónomo.

En esas condiciones y desarrollados los sistemas de protección social, la asistencia social quedaba destinada

a situaciones relativamente acotadas de vulnerabilidad. No obstante, la particularidad del régimen político en

cuyo marco tomó forma el estado social argentino en la década de 1940, encabezado por el Gral. Juan Perón, que simultáneamente impulsó una amplísima intervención asistencial vía una institución ad hoc,

consustancial al régimen político, pero no propiamente estatal (la Fundación Eva Perón)31

, potenció en este

país la clásica discusión acerca del asistencialismo que acompaña a las políticas de asistencia, a pesar del discurso de su fundadora, que afirmaba el derecho de los pobres a la ayuda social.

Como presentamos en los puntos anteriores, el sentido del proceso histórico del último ciclo fue inverso: las condiciones del mercado de trabajo desnudaban los límites de los sistemas de protección, al tiempo que se

perdía el sentido de derecho a la misma. Lejos de crearse alternativas superadoras de dichos límites y

desacoplar el derecho a la protección de la relación con el mercado de trabajo, la seguridad misma se

interpretó en términos de ―privilegios‖ y se tendió hacia la fundación de seguros privados (aunque de afiliación compulsiva) dependientes de la capacidad y nivel de ahorro de cada individuo. De modo que la

protección y la seguridad de la vida quedaban también asociadas al éxito individual para procurarse más o

mejor de la nueva mercancía. El mercado de esos servicios (cuyos agentes son las AFJP o las empresas de medicina prepaga) devino el nuevo camino legítimo. Fuera de él quedaron los desocupados y los informales

cuyos ingresos no les permiten pagar la cuota correspondiente, clientes presentes o a futuro de la ayuda

social del Estado.

Quedó, entonces, constituido un orden político-institucional asistencialista, resultante del sentido general de

la política y de las medidas concretas impuestas como “solución” a la crisis cuyos orígenes se remonta a la

década de 1970. De ahí que afirmamos que la política social global se asistencializó: las intervenciones sociales se focalizaron en los débiles, como contrapartida de las reglas del mercado (con las que “juegan”

quienes tienen éxito en la adaptación al mismo), instituidas estatalmente como regulaciones del conjunto de

la vida social y reproducidas, a la vez, en los discursos y en dichas intervenciones sociales. Precisamente, la máxima mercantilización de la fuerza de trabajo y la desestructuración de las instituciones de regulación de

su uso y de protección de los trabajadores, fue correlativa y determinante de tal asistencialización, cuyo

sujeto no es otro que el trabajador desprotegido, efectiva o potencialmente pobre. Desde el punto de vista del

carácter del Estado, se trata de un orden en el cual las regulaciones flexibilizaron el uso de la fuerza de trabajo y, simétricamente, rigidizaron la autodisposición y capacidad de disputa por las condiciones de su

empleo. La política laboral resultante/productora de un orden de tales características, determina el carácter

asistencialista de las intervenciones sociales del Estado, globalmente dirigidas a socorrer la emergencia de la crisis de reproducción de quienes han quedado ―libres en el mercado‖. A esta orientación se articuló la vieja

práctica que asimila y significa la prestación a un acto moral de un actor individualizable (sea un particular,

sea un gobierno, sea un líder o un agrupamiento político, sea un funcionario), diluyendo su carácter institución política y expresión de una voluntad colectiva.

5. El derecho a la asistencia y el sentido de la política social

El sector de las políticas de asistencia, como parte de las políticas sociales, corresponde a la concurrencia

necesaria para enfrentar emergencias sociales o derivadas de imprevistos; a la protección y atención de

30 Con excepción de la educación pública, obligatoria, laica y gratuita. En el caso de la salud, la institución del seguro

como obras sociales sindicales para los trabajadores formales, diferenció el sistema en tres sub-sistemas: privado,

público y de obras sociales. Un análisis y discusión de este tema, véase en Danani, 2003. 31 La Fundación, creada por Eva Duarte de Perón, comenzó a funcionar en 1948 y fue disuelta en 1955, después del

golpe militar que derrocó a Perón y cuando su fundadora ya había fallecido (en 1952).

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personas con discapacidades vitales (enfermedades crónicas o congénitas); a compensar el desamparo

familiar (niños huérfanos; ancianos solos); a la defensa y amparo de las víctimas de violencia socio-familiar

(mujeres o niños golpeados o violados, por ejemplo), entre otras cuestiones que no necesariamente arraigan en la desposesión, que presentan necesidades específicas y que no son comprendidas por la seguridad social

general. Asimismo, comprende también las acciones necesarias para asegurar la defensa, amparo y

promoción (social y cultural) de los grupos más afectados por fenómenos como la drogadependencia, el desestímulo educativo o la desafectación de la pertenencia y la valoración de la vida propia y de los demás,

que constituyen una problemática social nueva, gestada en las condiciones, la cultura y las soluciones

neoliberales a la crisis socio-económica. Estas problemáticas, así como la desprotección derivada de las

políticas descriptas antes, demandan acciones específicas dirigidas a revertir las condiciones de pérdida de autonomía para los sujetos, que no pueden reemplazarse por acciones volátiles y focalizadas en las

―carencias del sujeto‖ (en el sentido antes precisado).

En principio, entonces, no tendrían aquel signo negativo políticas de asistencia inscriptas en un marco global

de derechos y garantías, que asumiera la naturaleza histórico-estructural del riesgo eventual de no poderse

realizar la reproducción (en sentido amplio), por situaciones de desventaja fortuita o por las condiciones del

mercado de trabajo; y que expresaran el acuerdo normativo de una sociedad de asumir colectivamente el mismo y, consecuentemente, la seguridad de todos sus miembros. Sin embargo, esto no se desprende de

manera directa y automática de un marco normativo de tales características, sino que será el resultado de

procesos sociales y culturales que reorienten el sentido general de la política social. Esto demanda el desarrollo de estrategias de acción que contribuyan a la preservación de las potencialidades del sujeto y a su

valoración como miembro activo de su sociedad, y requiere ser sostenido en la práctica político-profesional

del conjunto de agentes implicados, como realización de una nueva hegemonía.

Pero además, es necesario atender a la consideración que en un marco de derechos y garantías tienen las

necesidades de la reproducción32

. Un supuesto posible es que su definición no puede limitarse a aquellas

ligadas al mantenimiento cotidiano o a la mera subsistencia, sin reducir a las personas -sujetos contextuados- a una primaria condición de ser natural. Por eso, son necesidades de la reproducción de todos los miembros

de una sociedad, todas aquéllas posibles de ser satisfechas en las actuales condiciones del desarrollo de las

capacidades humanas (fuerzas productivas y culturales), que no ponen en riesgo la vida y los recursos en el planeta, que las comunidades o grupos sociales (en tanto sujetos colectivos) tienen como deseables y

reconocen como positivas para su desenvolvimiento y bienestar, y a las que, en consecuencia, los individuos

pueden aspirar legítimamente, en condiciones equivalentes. Dado este horizonte como posibilidad, los sujetos son libres de elegir una vida de asceta o de ermitaño.

33

Estos supuestos son condiciones de partida y el marco conceptual para la proposición de políticas de diverso

alcance. En lo inmediato, son necesarias políticas eficientes, eficaces y amplias, frente a la problemática de la sobrevivencia, la que debe ser reparada dando cobertura inmediata a las necesidades urgentes de

alimentación, abrigo, salud y vivienda; y previniendo el deterioro a que lleva el sufrimiento y que deviene

en otras problemáticas sociales difíciles de reparar, tales como el abandono de hogar por parte de los adultos responsables y de niños que pierden toda contención; la mendicidad, la drogadicción, la delincuencia, etc.

En el mediano plazo deberán revisarse los sistemas de protección atados a la relación salarial y al ahorro

32 Suele ser de uso corriente la clasificación de las necesidades distinguiendo entre "necesidades sociales" e

"individuales"; "verdaderas" y "ficticias o creadas", etc.; en la misma versión, se atribuye su condición de "históricas",

al cambio y a la diversidad cultural. Dejamos constancia de nuestra disidencia con estas posturas. Afirmamos el carácter

histórico-social de las necesidades por su correspondencia con la naturaleza de las relaciones de producción y las características del régimen social de acumulación y legitimación.

33 Así, por ejemplo, las comunidades de gitanos no pueden estar obligados a abandonar sus carpas comunitarias o a

amueblar las casas que adquieren. Pero nadie puede verse obligado a una vida de nómade por no tener otra opción para

acceder a los recursos corrientes de la vivienda y el abrigo. Somos concientes de que estas son situaciones de simple

resolución teórica. No se resuelve así de sencillo la escolarización de los cuáqueros, por ejemplo. Pero se ha obviado

con demasiada facilidad y frecuencia este aspecto del problema en el debate político filosófico acerca de la ciudadanía y

la justicia distributiva. Parece obvio recordar que la distribución de los recursos para la vida depende menos del

volumen que de las decisiones políticas. Puede mirarse el problema desde el punto de vista inverso: la escasez tampoco

se distribuye de manera equitativa.

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individual, porque potencian la vulnerabilidad de la desocupación y de la falta de ingresos.

En relación al empleo, deberá revisarse la política laboral que dejó planteada el neoliberalismo, para establecer normativamente las condiciones de uso de la fuerza de trabajo, que entre otras cosas fije límites a

la intensidad y extensión de la ocupación y restablezca mínimos salariales acordes a las necesidades de la

reproducción.

Respecto al trabajo en general, como condición de participación en la producción social, se requiere dejar de

lado tanto la estrategia de planes de ocupación en puestos transitorios, descalificados y estigmatizantes;

como aquella que supone promover emprendimientos autónomos que son meras actividades de subsistencia. Una política en este sentido debe ir más allá del subsidio, ya que requiere capacitación, créditos, normas de

competencia y comercialización, etc.; es decir, una política económica dirigida a desarrollar estos mercados.

Finalmente, respecto del campo del trabajo social, aquellas condiciones políticas descriptas en este artículo,

fueron también constrictivas para el ejercicio profesional, cuyos agentes estuvieron fuertemente constreñidos

en su acción en las instituciones sociales.

Sin embargo, es posible reconocer una práctica de resistencia, tanto discursiva como en la labor cotidiana,

fundamentalmente de oposición a los principios morales que propuso el neoliberalismo lo que

potencialmente deja bien ubicada la profesión para participar en la recreación de los lazos de comunicación y entendimiento, fundamentalmente a nivel de la vida cotidiana de los grupos sociales y comunidades. Queda

por verse, no obstante, la capacidad de incidencia del trabajo social en la definición de alternativas de

políticas sociales integrales (es decir, que articulen los múltiples sectores en que se fragmentan las intervenciones sociales del Estado) y que tendencialmente contribuyan a producir relaciones sociales

horizontales y solidarias, entre sujetos capaces de proyectar su vida en condiciones de mayor autonomía y de

participar reflexivamente en la vida política.

En las actuales circunstancias, de agudización extrema de la pobreza y vigencia de innumerables expresiones

de la problemática social, la perspectiva del Trabajo Social deberá articularse entre dos dimensiones,

íntimamente relacionadas: la situación estructural del país y la diversa gama de problemas sociales que emanan de la misma y que requieren urgente atención.

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Actividades 1- A partir del texto Describir cuáles son las características del neoliberalismo en tanto :

a) Sistema económico

b) Proyecto político

c) Portador de valores sociales

2- Comparar y establecer la diferencia entre asistencialismo y derecho a la asistencia

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TEXTO No 5

Stéphane Hessel

Indígnate Después de 93 años, estoy cerca del final. El final para mi ya no está muy lejos. Pero todavía permítanme recordar a otros que actuaron basados en mi compromiso político. Fueron los años de resistencia a la ocupación Nazi -- y el programa de derechos sociales elaborado hace 66 años atrás por el Consejo Nacional de la Resistencia. Es a Jean Moulin [miembro asesinado del Consejo] a quien le debemos como parte de este Consejo, la unidad de todos los elementos de la Francia ocupada -- los movimientos, los partidos, los sindicatos -- para proclamar su membresía en la Francia combatiente, y le debemos esto al único líder que lo reconoció, el general Charles de Gaulle. Desde Londres donde me uní a de Gaulle en Marzo de 1941, aprendí que este Consejo había completado un programa lo adoptó el 15 de Marzo de 1944, que ofrece para la Francia liberada un grupo de principios y valores en los que descansaría la moderna democracia de nuestro país. Estos principios y valores los necesitamos más que nunca. Es hasta que nosotras lo veamos, todas juntas, que nuestra sociedad se vuelva una de la que estemos orgullosos, no esta sociedad de inmigrantes sin papeles -- expulsiones, sospechas respecto a los inmigrantes. No esta sociedad donde se cuestiona la seguridad social y los planes de pensiones y salud nacionales. No esta sociedad donde los medios masivos están en manos de los ricos. Son cosas en las que nos habríamos negado a ceder si fuesemos los herederos verdaderos del Consejo Nacional de la Resistencia. Desde 1945, después de un horroroso drama [La 2ª Guerra] hubo una ambiciosa resurrección de la sociedad a la que el mismo remanente del contingente del Consejo de la Resistencia se dedicó. Recordémosles mientras creaban un programa de salud nacional y de pensiones tal como la Resistencia quería, como su programa estipulaba, "un plan completo de salud nacional y seguridad social, apuntado a asegurar a todos los ciudadanos y ciudadanas los medios de subsistencia cuando sea que estén incapacitados para encontrar un trabajo; una jubilación que permita a los viejos trabajadores terminar sus días con dignidad." Las fuentes de energía, electricidad, y gas, minas, los grandes bancos, fueron nacionalizados. Ahora esto fue como el programa recomendaba: "... el retorno a la nación de los monopolizados medios de producción, frutos del trabajo común, fuentes de energía, riqueza de las minas, de compañías de seguros y de los grandes bancos; la institución de una verdadera democracia económica y social involucra la salida de los grandes feudos económicos y financieros de la dirección de la economía." El interés general debe dominar sobre los intereses especiales. El hombre justo cree que la riqueza creada en la esfera del trabajo debe dominar sobre el poder del dinero. La Resistencia propuso, "una organización racional de la economía asegurando la subordinación de los intereses especiales a los intereses generales, y la emancipación de los "esclavos" de la dictadura profesional que fue instituida en los estados fascistas," que había usado el gobierno interino [por dos años después de la guerra] de la república como un agente. Una verdadera democracia necesita una prensa independiente, y la Resistencia lo sabía, lo demandaba, defendiendo "la libertad de prensa, su honor y su independencia del Estado, el poder del dinero y la influencia extranjera." Esto es lo que alivió las restricciones a la prensa desde 1944. Y la libertad de prensa está definitivamente en peligro hoy. La Resistencia solicitó una "real posibilidad para que todos los niños y niñas franceses se

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beneficien de la más avanzada educación" sin discriminación. Las reformas ofrecidas en el 2008 van contra este plan. Jóvenes profesores y profesoras, cuyas acciones apoyo, llegaron al extremo de negarse a aplicarlas, y vieron sus salarios reducidos como forma de castigo. Se indignaron, "desobedecieron", juzgando esas reformas demasiado alejadas del ideal de una escuela democrática, muy al servicio de una sociedad de comercio y no desarrollando la mente inventiva ni crítica suficiente. Todas las fundaciones de la conquista social de la Resistencia están amenazadas hoy. El motivo de la Resistencia: Indignación. Alguno se atreverá a decirnos que el Estado no puede afrontar los gastos de estas medidas para ciudadanos nunca más. ¿Pero cómo puede existir hoy una falta de fondos para apoyar y extender estas conquistas si la producción de riqueza ha aumentado considerablemente desde el periodo de la Liberación cuando Europa estaba en ruinas? Al contrario, el problema es el poder del dinero, tan opuesto por la Resistencia y el gran hombre egoísta, con sus propios sirvientes en las altas esferas del Estado. Los bancos privatizados de nuevo, han probado estar más preocupados de sus dividendos y de los altos sueldos de sus líderes que del interés general. Esta disparidad entre los más pobres y los más ricos nunca había sido tan grande, ni amasar fortunas y la competición tan incentivado. ¡El motivo básico de la Resistencia fue la indignación! Nosotros, los veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas de combate de la Francia Libre, llamamos a la generación joven a vivir, transmitir, el legado de la Resistencia y sus ideales. Les decimos: Tomen nuestro lugar, ¡Indígnense! Los líderes políticos, económicos e intelectuales y la sociedad no tienen que ceder ni permitir la opresión de una dictadura internacional real o de los mercados financieros que amenazan la paz y la democracia. Deseo para todas las personas, para cada una que tengan sus propios motivos de indignación. Es invaluable. Cuando alguien te atropella como era atropellado por el Nazismo, la gente se vuelve militante, fuerte y comprometida. Ellos se unen a este momento histórico y los grandes momentos de la historia deben continuar gracias a cada individuo. Y este momento conduce a más justicia, más libertad, pero no a esa libertad ilimitada del zorro en el gallinero. Los derechos contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 son justamente eso, universales. Si te encuentras con un desfavorecido, siente pena por él pero ayúdale a ganar sus derechos. Dos visiones de la historia Cuando trato de entender qué causó el fascismo, lo que lo hizo que tantos fueran dominados por Hitler y el régimen de Vichy, me digo a mi mismo que los propietarios, con sus egoísmos estaban tremendamente asustados con la revolución Bolchevique. Se les permitió liderar con sus miedos. Pero si, hoy como entonces una activa minoría se levanta, será suficiente; debemos ser la levadura que hace que el pan suba. Ciertamente, la experiencia de una persona muy vieja como yo, nacida en 1917, es diferente a la experiencia de la gente joven de hoy en día. Yo a menudo le pido a profesores la oportunidad de interactuar con sus estudiantes y les digo: No tienen las mismas obvias razones para comprometerse. Para nosotros resistir era no aceptar la ocupación alemana, vencer. Esto fue relativamente sencillo. Simple como lo que siguió la descolonización. Entonces vino la guerra en Argelia. Era necesario que Argelia fuese independiente, era obvio. En cuanto a Stalin, aplaudimos la victoria del Ejército Rojo contra los Nazis en 1943. Pero ya sabíamos de las atrocidades stalinistas

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de 1935, e incluso si era necesario mantener los oídos abiertos hacia el comunismo para compensar el capitalismo estadounidense, la necesidad de oponernos a esta insoportable forma de totalitarismo se había establecido como una perogrullada. En mi larga vida presencié una sucesión de motivos para indignarme. Estas razones nacieron menos de una emoción que de un compromiso deliberado. Como estudiante de una escuela normal [una escuela de magisterio] fui muy influenciado por Sartre, un compañero de estudios. Su "La náusea" [Una novela], "El Muro" [Un drama] y "El Ser y la Nada" [un ensayo] fueron muy importantes en el entrenamiento de mi pensamiento. Sartre nos enseñó "Ustedes son responsables como individuos". Ese fue un mensaje libertario. La responsabilidad de una persona no puede ser asignada por el poder o una autoridad. Al contrario, es necesario estar involucrado en el nombre de la responsabilidad de uno como ser humano. Cuando entré en la French Ècole Normale Superieure, en la calle Ulm en París en 1939, entré como un ferviente adherente del filósofo Hegel, y adherí al pensamiento de Maurice Merleau-Ponty. Su enseñanza explora la experiencia concreta, la del cuerpo y sus relaciones con los sentidos, una gran sensación singular enfrentada con una pluralidad de sensaciones. Pero mi optimismo natural que busca que todo lo deseable sea posible, me llevó más bien a Hegel. El Hegelismo interpreta la larga historia de la humanidad como teniendo un significado: Es la libertad del hombre progresando paso a paso. La historia se hace de sucesivos choques y la toma en consideración de los desafíos. La historia de las sociedades y por lo tanto, de los avances, y al final el hombre ha alcanzado su plena libertad, tenemos en el estado democrático su forma ideal. Este es ciertamente otro entendimiento de la historia. Dice que el progreso está hecho de "libertad", luchando por "siempre más"; esto puede ser como si viviésemos en un huracán devastador. Así es como se lo representaba a un amigo de mi padre, el hombre que compartió conmigo un esfuerzo por traducir al alemán "En busca del tiempo perdido" [novela] de Marcel Proust. Él era el filósofo alemán Walter Benjamin. Había elaborado una visión pesimista de una pintura de Paul Klee, un pintor suizo, el "Angelus Novus", donde la cara del ángel abre los brazos para contener y empujar una tempestad, que él identifica con el progreso. Para Benjamin, que se suicidaría en Septiembre de 1940 para escapar del Nazismo, el sentido de la historia es la progresiva dominación de un desastre tras otro. Indiferencia: La peor de las actitudes. Es verdad que las razones para estar indignadas pueden verse hoy menos claramente relacionadas o el mundo se ha vuelto demasiado complejo. ¿Quién está haciendo el ordenamiento, quién lo decide? No es siempre sencillo diferenciar entre todas las corrientes que nos gobiernan. No estamos lidiando con una pequeña elite cuyas actividades pueden ser fácilmente visibles. Este es un mundo vasto, en el cual tenemos una sensación de interdependencia. Vivimos en una interconectividad como nunca antes. Pero en este mundo todavía hay cosas intolerables. Para verlas, es bueno y necesario mirar, buscar. Le digo a los jóvenes, busquen poco y eso es lo que van a encontrar. La peor de las actitudes es la indiferencia, decir "No puedo hacer nada contra eso. Ya me las arreglaré para salir adelante." Por incluirte a ti mismo en esto, pierdes uno de los elementos que hacen al ser humano: la facultad de indignarse y el compromiso que es una consecuencia de lo primero. Ellos y ellas [las personas jóvenes] pueden desde ya identificar dos grandes desafíos nuevos: 1. La gran brecha que existe entre los más pobres y los más ricos y que no cesa de crecer. Es una innovación de los siglos 20 y 21. Los más pobres en el mundo de hoy ganan apenas dos dólares al día. Las nuevas generaciones no pueden dejar que esta brecha se vuelva mayor. Los reportes oficiales por sí solos deberían provocar un compromiso. 2. Derechos humanos y estado del planeta: Tuve la oportunidad después de la Liberación de

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participar en la escritura de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por la Organización de las Naciones Unidas, el 10 de Diciembre de 1948 en París en el Palacio de Chaillot. Fue como secretario privado principal de Henry Laugier, el Secretario General adjunto de la ONU, y como secretario de la Comisión sobre Derechos Humanos que yo con otros participamos en la redacción de esta declaración. No sabría cómo olvidar el rol en su elaboración de René Cassin, quien fue comisionado nacional de justicia y educación en el gobierno de la Francia Libre en Londres en 1941 y ganó el Premio Nobel en 1968, ni el de Pierre Mendès-France en el Consejo Económico y Social a quien le enviábamos los borradores que producíamos antes de ser considerados por el Tercer Comité (Social, Humanitario y Cultural) de la Asamblea General. Fue ratificado por los 54 estados miembros en sesión de las Naciones Unidas y yo lo certifiqué como secretario. Es a René Cassin a quien le debemos el concepto de "derechos universales" en vez de "derechos internacionales" como lo planteaban nuestros amigos estadounidenses y británicos. Esto [universal en vez de internacional] fue clave porque, al final de la Segunda Guerra mundial, lo que estaba en juego era lo que iba a ser emancipado de las amenazas del totalitarismo que había pesado sobre la humanidad. Para llegar a ser emancipado era necesario obtener de los estados miembros de la ONU una promesa de respetar estos derechos universales. Esto fue una forma de tratar de burlar el argumento de "soberanía total" que cada nación enfatiza mientras se dedica a provocar violaciones contra la humanidad en su propio suelo. Tal sería el caso de Hitler quien se sentía con un poder supremo y autorizó a provocar un genocidio. Esta declaración universal le debe mucho a la repulsión universal hacia el Nazismo, el fascismo y el totalitarismo -- y le debe un montón, en nuestras mentes al espíritu de la Resistencia. Tenía la sensación de que era necesario moverse rápidamente para no ser engañados por la hipocresía que había en la composición de la ONU, algunos que reclamaban que esos valores ya estaban ganados no tenían intención alguna de promoverlos fielmente -- afirmaban que nosotros tratábamos de imponerles valores en la declaración. No puedo resistirme al deseo de citar el artículo 15 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948): "Toda persona tiene el derecho a una nacionalidad." El artículo 22 dice: "Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad." Y si bien esta afirmación tiene un alcance declarativo y no legal, ha jugado un papel muy importante desde 1948. Esto llevó al pueblo colonizado a pelear por su independencia; esto sembró en sus mentes una batalla por la libertad. Noto con satisfacción que en el curso de las últimas décadas ha habido un aumento en las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y en movimientos sociales como ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas y la Acción Ciudadana) o como la FIDH (Federación Internacional de Derechos Humanos) y Amnistía Internacional que son activos y competitivos. Es obvio que para ser efectivos hoy es necesario actuar en red, usar todos los medios de comunicación modernos. A la gente joven le digo: Miren alrededor, encontrarán temas que justifiquen su indignación -- hechos acerca del tratamiento de inmigrantes, de inmigrantes "ilegales", de gitanos. Encontrarán situaciones concretas que les llevan a fortalecer su acción ciudadana. ¡Busquen y encontrarán! Mi indignación por lo que ocurre en Palestina. Hoy mi mayor indignación tiene que ver con Palestina, la Franja de Gaza y Cisjordania. Este conflicto es indignante. Es absolutamente esencial leer el reporte de Richard Goldstone, de Septiembre del 2009, en Gaza, en que un juez sudafricano y judío que afirmaba aun ser un

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sionista, acusó al ejército israelí de haber cometido "actos comparables a crímenes de guerra y quizás en determinadas circunstancias, crímenes contra la humanidad" durante su "Operación Plomo Fundido" que duró 3 semanas. Volví a Gaza en 2009 cuando pude entrar con mi esposa gracias a nuestros pasaportes diplomáticos, para estudiar de primera mano lo que el reporte decía. La gente que nos acompañaba no fue autorizada a entrar en la franja. Allí y en Cisjordania. También visitamos el refugio de palestinos establecido por la UNRWA desde 1948, donde más de 3 millones de palestinos fueron expulsados desde sus tierras en Israel, esperando todavía un cada vez más problemático retorno. En cuanto a Gaza, esto es como una cárcel sin techo para un millón y medio de palestinos. Una prisión donde la gente se organiza para sobrevivir. A pesar de la destrucción material como la del Hospital de la Media Luna Roja por la Operación Plomo Fundido, esta el comportamiento de sus habitantes, su patriotismo, su amor por el mar y las playas, su constante preocupación por el bienestar de sus niños, que son innumerables y alegres, que permanecen en mi memoria. Estábamos impresionados con cuán ingeniosamente ellos enfrentaban todas las carencias que les han sido impuestas. Les vimos hacer ladrillos, por falta de cemento, para reconstruir las miles de casas destruidas por los tanques. Ellos nos confirmaron que hubieron 1.400 muertos -- incluyendo mujeres, niños y ancianos en el campo palestino -- durante esta "Operación Plomo Fundido" llevada a cabo por el ejército israelí, comparada con tan sólo 50 personas heridas en el lado israelí. Comparto las conclusiones del juez sudafricano. Que estos judíos puedan, ellos mismos, perpetrar crímenes de guerra es insoportable. Ay, la historia no nos da ejemplos suficientes de gente que extrae lecciones desde su propia historia. ¿Terrorismo o exasperación? Sé que Hamas [partido de los luchadores de la libertad palestinos], que ha ganado las últimas elecciones legislativas, puede no ayudarlos que cohetes sean lanzados sobre ciudades israelíes en respuesta a la situación de aislamiento y bloqueo en que los gazanos viven. Pienso naturalmente que el terrorismo es inaceptable; pero es necesario admitir (desde la experiencia en Francia) que cuando el pueblo está ocupado por fuerzas inmensamente superiores a ellos mismos, la reacción popular no puede ser totalmente pacífica. ¿Le es útil a Hamas lanzar cohetes hacia Sdérot [pueblo israelí al otro lado de la frontera con la franja de Gaza]? La respuesta es no. Esto no sirve a sus propósitos pero ello puede explicar esto como una muestra de la exasperación de los gazanos. Bajo la noción de exasperación, es necesario entender la violencia como la lamentable conclusión de situaciones inaceptables a las cuales han sido sometidos. Por lo tanto, ellos pueden llamarlo, terrorismo como una forma de exasperación. Y este llamado "terrorismo" es un nombre inapropiado. Uno no debería tener que recurrir a esta exasperación, pero hay que tener esperanza. La exasperación es una negación de la esperanza. Es comprensible, diría que es casi natural, pero aún es inaceptable. Porque esto no permite a adquirir resultados que la esperanza posiblemente puede eventualmente producir. No violencia: El camino que debemos aprender a seguir. Estoy persuadido a que el futuro le pertenece a los no violentos, la reconciliación de diferentes culturas. Es por esta vía que la humanidad entrará a su siguiente etapa. Pero en esto estoy de acuerdo con Sartre: No podemos excusar a los terroristas que lanzan bombas, pero podemos entenderlos. Sartre escribió en 1947: "Reconozco que la violencia en cualquier forma que pueda manifestarse es un revés. Pero es un revés inevitable porque estamos en un mundo de violencia. Y si bien es cierto que el riesgo de recurrir a la violencia es permanente, es también cierto que es el medio seguro para hacerla detenerse."

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A esto añadiría que la no-violencia es una segura forma de hacer que la violencia se detenga. Uno no puede tolerar el terrorismo, usando a Sartre o en el nombre de este principio, durante la guerra de Argelia ni durante los juegos olímpicos de Munich en 1972, en el intento de asesinato contra los atletas israelíes. El terrorismo no es productivo y Sartre mismo se preguntaría al final de su vida sobre el sentido de la violencia y dudar de su razón de ser. Sin embargo, proclamar "la violencia no es efectiva" es más importante que saber si uno debe condenar o no a quienes se dedican a esto. El terrorismo no es efectivo. En la noción de la efectividad, una esperanza no sangrienta es necesaria. Si hay una esperanza violenta, está en el poema de William Appollinaire "la esperanza es violenta" y no en la política. Sartre, en Marzo de 1980, a tres semanas de su muerte declaró: "Es necesario tratar de explicar por qué el mundo de hoy, que es horrible, es sólo un instante en un largo desarrollo histórico, que la esperanza siempre ha sido una de las fuerzas dominantes en revoluciones e insurrecciones y cómo todavía siento esperanza como mi concepción de futuro. Es necesario entender que la violencia se opone a la esperanza. Es necesario preferir la esperanza, esperanza por sobre la violencia. La no-violencia es el camino que debemos aprender a seguir. También los opresores. Es necesario llegar a negociaciones para quitar la opresión; esto es lo que permitirá no tener más violencia terrorista. Por lo tanto no debemos permitir que se acumule demasiado odio. El mensaje de Mandela y Martin Luther King encuentra toda su pertinencia en el mundo que ha superado la confrontación de ideología [p.e. Nazismo] y el totalitarismo conquistador [p.e. Hitler]. Esto es también un mensaje de esperanza en la capacidad de las sociedades modernas de sobreponerse a conflictos por medio del mutuo entendimiento y una paciente vigilancia. Para alcanzar este punto es necesario basarse en derechos, en vez de violaciones, quien sea el autor, debe causar nuestra indignación. No hay que transar estos derechos. Por una insurrección pacífica. He apreciado, y no soy el único, la reacción del gobierno israelí cuando por la forma en que cada viernes los ciudadanos de Bil'in protestaban sin usar piedras ni la fuerza hasta el muro de separación. Las autoridades israelíes calificaron esto como un "terrorismo no sangriento". Esto es algo bueno... Es necesario ser israelí para calificar la no violencia como terrorista. Es especialmente necesario para ser incómodos [como le resultaba a los israelíes] por la eficacia de la no-violencia, que se encuentra para provocar apoyo, entendimiento -- el apoyo de todas las personas que en el mundo son adversarias de la opresión. El pensamiento productivista, impulsado por Occidente condujo al mundo a una crisis de la que debe salir a través de una radical ruptura con el concepto de "crecer" no solo en el campo financiero sino también en el dominio de las ciencias y la tecnología. Ya es el momento de que las preocupaciones acerca de la ética, la justicia y el equilibrio duradero (económico y medio ambiental) prevalezcan. Porque son los riesgos más serios que nos amenazan. Ellos pueden poner fin a la aventura humana en el planeta, que puede llegar a ser inhabitable para los humanos. Pero sigue siendo cierto que el progreso más importante fue hecho después de 1948 [año de la fundación de la ONU y la declaración de los Derechos Humanos]: descolonización, el fin del apartheid, la destrucción del imperio soviético, la caída del muro de Berlín. Por otro lado, los diez primeros años del siglo XXI fueron un periodo de degeneración. Esta degeneración es explicada en parte por la presidencia de George Bush, los eventos del 11 de Septiembre y desastrosas consecuencias que involucran a los Estados Unidos, tales como la intervención militar en Iraq. Tenemos esta crisis económica, pero todavía no iniciamos una nueva política de desarrollo. Del

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mismo modo, la cumbre de Copenhagen contra el cambio climático no produjo una política real para la preservación del planeta. Estamos en el umbral entre el terror de la primera década y las posibilidades de las décadas que siguen. Pero es necesario tener esperanza, es siempre necesario. La década anterior, la de los noventa, ha sido un tiempo de gran progreso. Las Naciones Unidas tuvieron la sabiduría de llamar a conferencias como la de Río sobre medio ambiente, en 1992, y la de Beijing sobre la mujer en 1995. En Septiembre del 2000, por iniciativa del secretario general de la ONU, Kofi Annan, los 191 miembros adoptaron una declaración con "8 objetivos del milenio para el desarrollo" de la que notablemente prometieron reducir la pobreza en el mundo a la mitad para el 2015. Mi pesar está en que ni Obama ni la UE se han comprometido a lo que debiera ser su aportación por una fase constructiva, basada en valores fundamentales. Conclusión. ¿Cómo concluir este llamado a la indignación? Diciendo todavía lo que, en ocasión del sexagésimo aniversario del programa del Consejo Nacional de la Resistencia dijimos el 8 de Marzo del 2004 -- somos veteranos de los movimientos de resistencia y fuerzas de combate de la Francia Libre (1940-1945) -- que ciertamente "El nazismo fue derrotado, gracias al sacrificio de nuestros hermanos y hermanas de la Resistencia y a las Naciones Unidas contra la barbarie fascista. Pero esta amenaza no ha desaparecido y nuestra ira contra la injusticia sigue intacta". No, esta amenaza no ha desaparecido por completo. Convoquemos una verdadera insurrección pacífica contra los medios de comunicación de masas que no propongan como horizonte para nuestra juventud otras cosas que no sean el consumo en masa, el desprecio hacia los más débiles y hacia la cultura, la amnesia generalizada y la competición excesiva de todos contra todos." A todas las personas que harán el siglo XXI, les decimos con afecto: CREAR ES RESISTIR; RESISTIR ES CREAR. Stéphane Hessel, Indignez-vous!, 2010, Indigène editions, Montpellier, Hérault, France. Traducción al español y edición: Colectivo sáquida

Actividades 1- El texto de Hessel sostiene que “El interés general debe dominar sobre los intereses

especiales. El hombre justo cree que la riqueza creada en la esfera del trabajo debe dominar sobre el poder del dinero”. Si está de acuerdo con el autor (y con los demás autores estudiados en este cuadernillo) luego de buscar suposiciones, redacta un manifiesto, carta abierta, carta intención, deseo esperanzado, documento de compromiso, teniendo en cuenta

la situación concreta que deberás enfrentar en tu tarea como Trabajador Social. Si no acuerdas, justificar tu posición.

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Autoevaluación En forma individual, responde por escrito:

1. ¿Comprendiste los textos? confecciona un breve resumen de cada uno. 2. Fundamenta por qué te parece fueron elegidos para este cuadernillo. 3. ¿Qué dificultades presentaron? Enumera por lo menos tres

4. ¿Estás en condiciones de afrontar sin alfabetización académica tu carrera de TTS?

Compartiremos tus respuestas en plenario y en grupos

***************

Glosario (Para la resolución de las actividades propuestas*) Analizar: Es descomponer un tema, información, párrafo, etc. En los elementos que lo

constituyen, estableciendo jerarquías entre las ideas principales y secundarias, como así también las relaciones que existen entre ellas. Buscar suposiciones: Un supuesto o una suposición es algo que se da por sentado y existente.

Una suposición puede ser cierta o probablemente cierta, o falsa o probablemente falsa. Porque no tenemos certeza es que lo presuponemos, Buscar suposiciones es determinar los elementos que han sido tomados como supuestos. Comparar: Es examinar dos o más hechos, objetos, ideas, procesos, etc., para determinar cuáles

son sus interrelaciones. En una comparación se señalan tanto las semejanzas como las diferencias. Criticar: Es examinar cuidadosamente un párrafo, texto, documento, etc., para evaluar sus

ventajas y limitaciones. Se debe fundamentar los juicios que se efectúan. Definir: Es establecer en forma clara y concisa, los límites que diferencian lo definido de otras nociones. Describir: Es la exposición narrativa de las características de un objeto, hecho, idea, proceso,

etc., siguiendo una secuencia lógica Explicar: Es establecer causas y consecuencias, interpretar lo que se solicita, aclarar el

significado. Interpretar: Es dar significado a los datos que se nos ofrecen en informaciones, mapas, tablas,

cuadros, gráficos, dibujos, historietas, etc. Justificar: Es aportar razones de un enunciado a manera de fundamento del mismo Resumir: Es exponer en forma condensada las ideas principales de un texto respetando las

palabras utilizadas por el autor. Sintetizar: Es exponer en forma condensada las ideas principales de un texto utilizando nuestro

vocabulario. * Raths L. E. y otros, Cómo enseñar a pensar, Buenos Aires, Paidós, 1971. (Resumen)