tecnicas modificacion de la conducta
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diversas tecnicas para modificacion de la conducta en niños con conductas impulsivasTRANSCRIPT
PROCEDIMIENTOS OPERANTES
1- Resumen de la técnica
2- Fundamentos teóricos
3- Procedimiento básico
4- Procedimientos para aumentar la conducta
5- Procedimientos para disminuir la conducta:
A) La Extinción
B) El Castigo
Tiempo Fuera y Coste de la Respuesta
6- Variantes técnicas operantes: Sobrecorrección
7- Ventajas e inconvenientes técnicas operantes
1- Resumen de la técnica:
Ámbito de aplicación:
Comprenden un conjunto de técnicas que utilizadas
individual o colectivamente pueden aplicarse en gran
diversidad de situaciones y trastornos. Se ha utilizado
ampliamente en educación, en trastornos graves de
conducta (autismo, retraso, esquizofrenia, etc.) y
también en el mundo de la salud y el deporte, entre
otros.
Edad: Abarcan todos los niveles de edad y cursos escolares.
Especialmente útiles en el ámbito de la educación
especial.
Puntos fuertes: Técnicas muy concretas, centradas en el aquí y ahora.
Basadas en el análisis funcional de la conducta y su
modificación. Ideal para entornos educativos donde se
necesiten respuestas inmediatas para controlar ciertas
conductas.
Limitaciones: Las técnicas actuan sobre la conducta manifiesta y no
tienen en cuenta otros factores como los emocionales,
genéticos o ambientales que pueden ser también origen
de las conductas disruptivas.
2- Fundamentos teóricos
Podemos afirmar que métodos operantes han existido de una u otra forma a lo
largo de toda la historia y, probablemente, se retrotraigan a épocas
prehistóricas, cuando los humanos se dieron cuenta, por primera vez, que
podían controlar la conducta por medio de la recompensa y el castigo.
No obstante, el estudio científico de la recompensa y castigo empezó con los
estudios de Edward L. Thorndike (1.898) sobre el aprendizaje animal y su
conocida Ley del Efecto.
Otros autores como Watson, fundador de la escuela psicológica
del conductismo (1.913), o el propio Paulov con el Condicionamiento Clásico
(1.927) contribuyeron en gran medida al conocimiento de los principios
fundamentales del aprendizaje que habían de aportar luz sobre como se
instaura y modifica la conducta en los seres humanos.
Fue, no obstante, B. F. Skinner (a partir 1.938) quien formula los fundamentos
conceptuales y empíricos de los métodos operantes a partir de los principios
del Condicionamiento Operante o Instrumental.
Los procedimientos operantes se preocupan por aumentar, disminuir o
mantener la conducta en situaciones particulares. La conducta se define como
algo que hace un individuo y que puede –al menos en principio- medirse y, por
tanto, verificar tras la intervención el posible éxito de la misma.
3- Procedimiento básico
La mayoría de los programas de condicionamiento operante, en general, se
componen de los siguientes pasos:
1º- Identificar la conducta objetivo que ha de aumentar o disminuir
2º - Registrar la conducta tan objetivamente como sea posible, estableciendo
una línea base con respecto a la cual evaluar los efectos del procedimiento.
3º- Introducir un programa creado para producir el aumento o la disminución
deseados en la conducta.
4º- Modificar el programa si no ocurre el aumento o la disminución deseados en
la conducta.
5º- Asegurar la generalidad del cambio de conducta; es decir, que el cambio
ocurra en el lugar escogido, que se generalice a otras conductas deseables y
que continúe o se mantenga después de la terminación del programa.
Un programa operante implica el aplicar procedimientos que la investigación y
la teoría indican que probablemente serán efectivos. La mayoría de estos
programas, tanto en el ámbito clínico como en el escolar, comprenderán una
combinación de los procedimientos que se detallan a continuación, de manera
que se adapten de la forma más eficaz para tratar con el problema a que nos
enfrentamos ya sea un individuo o un grupo.
Podemos agrupar los diferentes procedimientos en dos grandes grupos:
a) Procedimientos para aumentar la conducta
b) Procedimientos para disminuir la conducta
4- Procedimientos para aumentar la conducta
El uso de Reforzadores:
Por reforzador positivo entendemos cualquier estímulo que aumente la
probabilidad de una conducta o respuesta a la que le sigue temporalmente.
Se trata, pues, de aumentar conductas positivas o deseadas (estudiar, obedecer
al maestro, no hablar en clase...).
No está especificado el tiempo que tiene que tardar el reforzador en seguir a la
respuesta con el fin de aumentar su probabilidad de ocurrencia; sin embargo,
normalmente se supone que la efectividad de un reforzador decae rápidamente
conforme aumenta el tiempo que transcurre entre la respuesta y el reforzador.
Esto es especialmente cierto a medida que los niños son más pequeños o
presentan déficits cognitivos más severos (retraso mental, autismo, etc...).
Un reforzador puede ser verbal en forma de halago (“lo has hecho muy bien”;
“estoy muy contento de tu comportamiento”...) o puede concretarse con la
entrega de algún objeto del agrado del niño (golosinas, pequeños juguetes,
cromos, etc.). Muchas veces no es suficiente sólo con las palabras pero éstas
siempre deben acompañar la entrega de un reforzador.
En clase, la entrega de reforzadores debe estructurarse ya que se suelen
introducir para controlar a los niños más problemáticos pero es todo el grupo el
que debe tener acceso a ellos.
Una forma de hacerlo es mediante la Economía de Fichas.
Hay otros tipos de reforzadores que también podemos utilizar en la escuela
(dependiendo del perfil de los alumnos) como son el negociar un aumento extra
de la nota, disponer de más tiempo en ciertas actividades de su interés, etc.
El “parte positivo” puede ser también un buen reforzador. Se trata de una
comunicación escrita del maestro y/o educador dirigida normalmente a la
dirección de la escuela y en la que se explican conductas positivas llevadas a
cabo por un niño o grupo. Estas comunicacciones pueden también, a criterio de
cada colegio, comportar algún tipo de beneficio extra para los alumnos que los
obtengan.
De todas formas, debemos tener muy claro que un reforzador lo es en
función de que motiva a la persona o grupo que lo recibe a modificar
su conducta en el sentido deseado.
Existe también el denominado reforzador negativo. Se trata de cualquier
estímulo cuya eliminación después de una respuesta aumenta la probabilidad
de esa respuesta. Normalmente se trata de un estímulo aversivo o no deseado
que no se presenta si se produce la respuesta adecuada. Por ejemplo, si un niño
ha provocado una pelea puede escapar de un castigo más severo si muestra
arrepentimiento y pide perdón.
Podemos también pedir a un niño que ha insultado en clase a su maestro que le
pida perdón delante de todos para evitar un expediente sancionador.
En general, siempre es más aconsejable la utilización del reforzador positivo
que el negativo ya que este último implica la inclusión de elementos aversivos,
sin embargo, muchas veces es necesaria su utilización para el control de
conductas disruptivas en el aula.
No siempre los reforzadores positivos o negativos están controlados por la
voluntad de las figuras educativas o parentales. Hay situaciones en la que se
pueden presentar reforzadores positivos no controlados y que pueden
mantener las conductas desadaptadas. Es el caso de ciertos niños que con sus
conductas logran ser el centro de atención de los demás. El sentirse
protagonista, aunque sea de forma no adecuada, puede tener cierta capacidad
de reforzamiento para ese niño que no puede lograrlo por otros medios. Una
forma de actuar en estos casos es mediante la técnica de la Retirada de
Atención que se expone más adelante.
5- Procedimientos para disminuir la conducta
A) La Extinción
La extinción es probablemente el método operante más utilizado para disminuir
la conducta.
El procedimiento pasa, en primer lugar, por averiguar qué es lo que está
reforzando a la conducta objetivo y luego eliminar ese reforzador.
Muchos pueden ser los motivos (reforzadores) que pueden incitar y mantener
las conductas disruptivas. Así el niño puede obtener algunos privilegios como
no hacer alguna tarea, ser el protagonista del grupo en ese momento (aunque
sea de forma desadaptada), reafirmar su liderazgo, etc.
En ocasiones, la conducta no deseable puede ser muy persistente aunque el
reforzador que la mantiene puede ocurrir de forma tan infrecuente que es difícil
de descubrirlo.
Sea como fuere si identificamos qué es lo que realmente mantiene la conducta
podremos controlarla mejor.
Las técnicas basadas en la extinción además de disminuir la conducta suele
tener varios efectos importantes que debemos conocer:
1-La conducta que está sometida a extinción puede aumentar en intensidad,
frecuencia y duración (las rabietas pueden hacerse más violentas, frecuentes y
duraderas) al inicio.
2-La extinción puede provocar conducta emocional (llorar, conducta
destructiva, etc.)
3-La conducta objetivo, una vez extinguida y que ya no es reforzada puede,
ocasionalmente, volver a ocurrir.
Veamos una aplicación práctica de la extinción:
La Retirada de Atención
Esta técnica supone una aplicación del principio de extinción, en especial para
aquellas conductas que se manifiestan con desobediencia, desafío o también
(en niños más pequeños) con rabietas, pataletas, lloros, etc. pero sin llegar a
ser manifestaciones excesivamente agresivas.
Por ejemplo, un niño pequeño que está acostumbrado a ser el protagonista
(todos los adultos le prestan atención) cuando efectúa una rabieta, es muy
probable que si se le deja de prestar atención (salvo caso de fuerza mayor) y su
escenificación pasa por no tener espectadores, dicha conducta tienda a
reducirse o a desaparecer.
Muchos niños en clase pueden desarrollar recursos desadaptados para llamar la
atención del maestro/a. En caso de conseguirla éste quedará muy reforzado.
Es posible que se trate de niños con carencias afectivas y que demanden mayor
atención sin saber manifestarlo de otra forma. La mejor solución es obviar las
conductas no deseadas (dentro de lo posible) con la retirada de atención para ir
dándosela a medida que la conducta vaya mejorando.
La idea no es transmitirle: "Como te portas mal no me interesas”, sino: "Si
haces las cosas correctamente puedo estar más contigo.".
Este tipo de actuaciones puede tardar un tiempo en surtir efecto y suelen
cursar, en un primer momento, con el aumento de la conducta que queremos
controlar. No obstante, ello significa que vamos por el buen camino siempre y
cuando seamos capaces de prestar atención debida a las conductas deseadas.
Hay situaciones en las que la retirada de atención, tal como se ha planteado, no
puede ser aplicable dado que van acompañadas de conductas más subidas de
tono como lanzamientos de objetos o deambulación por el aula. En ese caso
deberán complementarse con otras medidas como el tiempo
fuera, el castigo y, evidentemente, las medidas disciplinarias y/o correctoras
establecidas en el centro educativo.
De todas formas, en general, el mantener la compostura durante un incidente,
sin prestar atención a las conductas disruptivas (salvo necesidad de contención
o riesgo para terceros), emplear un tono de voz calmado pero firme, sin
estridencias, es una buen método para ayudar a su extinción (el niño no
encuentra respuesta emocional en el adulto en base a su conducta).
B) El Castigo
Probablemente el castigo es uno de los métodos tradicionales que antes
asoman en la mente de personas que tienen ante sí la necesidad de reducir o
eliminar conductas en niños. Se trata de un método controvertido que tiene
defensores y detractores pero que, sin duda, debería estar en la cola de las
diferentes posibilidades de respuesta ante conductas disruptivas. A pesar de
ello, parece haber algunas situaciones en las que tiene que recurrirse al castigo,
ya que otros procedimientos no funcionarán con la suficiente rapidez. Es el caso
de conductas que cursan con violencia, agresividad verbal o física hacia otros
compañeros o maestros. En estos casos necesitamos de procedimientos
inmediatos y contundentes.
En general, hay dos clases de castigo:
1º/ La presentación de un estímulo aversivo contingente a la mala
conducta.
Justo después de producirse la conducta disruptiva se introduce el estímulo
aversivo. Éste puede tomar diferentes formas y adaptarse a diferentes
colectivos. Por ejemplo, en niños autistas que presentaban graves episodios
auto-lesivos se ha llegado a utilizar una pequeña descarga eléctrica inocua pero
dolorosa como estímulo aversivo contingente a la conducta auto-lesiva para
erradicarla. En situaciones más habituales cualquier reprimenda verbal o los
azotes que antiguamente abundaban pueden también considerarse elementos
que el niño vive de forma desagradable y que si se aplican después de la
conducta en cuestión tienden a reducir su frecuencia.
Evidentemente no podemos aconsejar el uso del castigo físico, si bien, debemos
estar especialmente atentos, cuando vayamos a responder con el castigo a una
conducta no deseada, de encontrar aquello que para el niño es realmente
desagradable.
No resulta cómodo para el niño tener que ir al despacho del director o recibir lo
que se denomina “parte negativo”, es decir, una comunicación por escrito a sus
padres de su mal comportamiento en la escuela y la posibilidad de apertura de
un expediente disciplinario. Ello puede comportarle otras consecuencias no
deseadas.
Cada niño tiene sus debilidades al respecto y el castigo será más efectivo
cuanto más doloroso sea para el niño las perdidas que le produzca.
2º/ La retirada de un reforzador positivo contingente a la mala
conducta.
Consiste en que el niño pierde un reforzador positivo tras la emisión de la
conducta disruptiva. Existen dos formas generales para la supresión del
reforzador positivo:
1º- Tiempo Fuera
2º- Coste de la Respuesta
Tiempo fuera y Coste de la respuesta
Tiempo Fuera:
Esta técnica supone una retirada física del niño a un lugar que esté exento de
cualquier tipo de reforzador.
Cuando un maestro expulsa del aula a un alumno o lo ubica en un lugar de la
clase separado de sus compañeros está utilizando esta técnica. En los casos de
niños con trastornos más severos en centros de internamiento puede
producirse su aislamiento temporal en habitaciones habilitadas al respecto.
Lo que se intenta con este modo de proceder es retirar al niño a un espacio
poco interesante y alejado de otras actividades. Lo ideal sería que fuera un
lugar en el que el niño no tuviera ningún otro tipo de posibilidad que no fuera
aburrirse soberanamente. Se trata de aislarlo de posibles refuerzos positivos
(hablar con sus compañeros, dejar de hacer alguna actividad interesante,
etc...).
Hay algunas discrepancias entre diferentes especialistas de la conducta acerca
de cual debe ser el tiempo máximo del aislamiento del niño. Es evidente que
ello dependerá, entre otros, de la gravedad y tipo de conducta castigada, la
edad del niño y posible trastorno que padezca. No es lo mismo corregir
mediante estas técnicas las rabietas de un niño autista que las de un niño sin
trastorno pero desobediente.
En general, para niños del espectro autista o niños pequeños (hasta 5/6 años de
edad) los tiempos de aislamiento son menores y se situarían alrededor de 5 o 6
minutos máximo y en los que se fija el criterio de que, al menos, durante los
últimos 30-60 segundos deberá permanecer tranquilo (en caso de que se
castigue una rabieta).
En niños de escuela ordinaria, sin trastornos clínicos, el tiempo fuera o
expulsión puede alargarse a criterio del maestro según circunstancias y
teniendo en cuenta que:
1º- Hay que asegurarse que el niño no reciba ninguna atención o refuerzo
durante el tiempo fuera (hablar con otros compañeros, observar alguna
actividad que pudiera entretenerle, tener a mano algún objeto de distracción:
teléfono móvil, etc...). Debemos asegurarnos de que el niño “se aburre” durante
ese tiempo.
2º- Para algunos niños, el estar fuera de clase puede ser altamente motivante si
con ello pueden eludir ciertas materias o actividades que no son de su agrado.
Si este es el caso hay que buscar otros recursos.
3º- Cualquier separación del alumno de la clase y de sus compañeros supone la
perdida temporal de posibilidades de aprendizaje y, por tanto, debe valorarse la
frecuencia de su uso y el tiempo de aislamiento. Tiempos excesivamente largos
suelen ser contraproducentes. Por lo general, no se recomienda más de 15/20
minutos para niños en escuela ordinaria.
Coste de la Respuesta:
Cuando se producen conductas disruptivas en clase, éstas deben generar
consecuencias para el autor o autores de los hechos. Podemos discutir acerca
del tipo de actuaciones más idóneas pero nunca pasar los hechos por alto si no
queremos perpetuarlos.
Una forma de introducir consecuencias negativas ante una conducta no
deseada es el llamado Coste de la Respuesta. El principio es simple:
Contingentemente a la aparición de la conducta se aplica una consecuencia
inmediata (la conducta va a tener un coste para el niño).
A diferencia del castigo, aquí no introducimos un estímulo aversivo sino que
retiramos total o parcialmente un reforzador. La consecuencia para el niño que
efectúa la conducta es la pérdida de algo positivo y que ahora ya no está
disponible.
Por ejemplo para un niño puede resultar muy desagradable quedarse sin patio
durante unos días, no poder jugar a fútbol con su equipo del colegio o perderse
la clase de informática para repasar matemáticas
Una conocida técnica con la que también puede aplicarse el coste de la
respuesta es la Economía de Fichas, donde al niño se le retiran algunos
puntos o fichas que son intercambiables por reforzadores naturales (golosinas,
juguetes, etc...).
Pautas generales y consideraciones para la aplicación del castigo:
1º- En general es preferible el castigo que supone la pérdida de un reforzador
positivo que el castigo que introduce estímulos aversivos. Este último debería
limitarse a los casos más graves y persistentes.
2º- El castigo sólo se puede utilizar para suprimir la conducta, es decir, para
indicarle aquello que no tiene que hacer, pero no introduce explícitamente una
enseñanza acerca de lo que sí se tiene que hacer. Por tanto, es importante que
el castigo se utilice conjuntamente con el refuerzo positivo para indicar al niño
el camino correcto.
3º- Otro de los problemas que presenta el castigo es que convierta en aversiva
no tan sólo la conducta castigada sino la situación. Es decir, un niño castigado
reiteradamente por una determinada conducta puede finalmente desarrollar
una aversión hacia la propia escuela, aula o actividad.
4º- Todo castigo implica consecuencias emocionales para quien lo sufre. En
algunos niños especialmente sensibles o con antecedentes de malos tratos o
carencias afectivas pueden generar una exaltación de las conductas a combatir.
6- Variantes técnicas operantes: Sobrecorrección
Este procedimiento fue desarrollado inicialmente por Foxx y Azrin en 1.973. Su
objetivo era encontrar una alternativa al castigo físico para reducir conductas
agresivas, perjudiciales e inapropiadas en las personas con problemas de
desarrollo. Una de las virtudes que se le atribuyen es que minimiza las
propiedades negativas que conlleva el castigo.
La técnica es simple en su aplicación. Se trata de que el niño, tras efectuar la
conducta disruptiva, no tan sólo tenga que reponer los elementos dañados o
rotos sino efectuar un trabajo complementario. El niño deberá corregir más
componentes de los que fueron perturbados por la conducta inapropiada.
Por ejemplo, un niño que deliberadamente ha lanzado un objeto en clase puede
quedarse en clase a la hora del patio, recoger el objeto u objetos lanzados y
además barrer toda la clase.
Otro alumno que ha lanzado comida (pan, agua u otros) en el comedor puede
quedarse después de comer a limpiar no tan sólo lo que haya podido ensuciar
sino todas las mesas del comedor.
Se trata pues de presentar contingentemente a una conducta disruptiva una
consecuencia desagradable para el niño con un coste superior al inicialmente
producido. Con ello el niño debería adquirir la noción de que este tipo de
conductas puede acarrearle un alto coste.
En ocasiones, se introduce en la sobrecorrección un segundo componente
denominado Práctica Positiva. Se trata de efectuar muchas repeticiones de
una conducta alternativa deseable que compita con la conducta inapropiada
Por ejemplo, el niño que se dedica a efectuar pintadas en la fachada de la
escuela podría someterse a un determinado plan de dibujo sobre papel.
Al que rompa libros se le puede asignar la lectura obligada de algunos de ellos.
El niño que suele insultar se le puede concretar un plan para que pida perdón a
todas las personas presentes.
Pautas generales y consideraciones para la aplicación de la
Sobrecorrección
Debe relacionarse la conducta reparadora con la conducta incorrecta. Si un
alumno ha estado rompiendo libros se le enseñará a pegarlos y arreglarlos. Si
ha lanzado objetos al suelo tendrá que recoger todos los objetos del suelo,
etc...
La corrección de la conducta debe llevarse a cabo lo más rápido posible
después del episodio disruptivo.
La aplicación de la sobrecorrección debe llevar asociado la retirada total de
cualquier tipo de reforzador (no hay que dar explicaciones, no debe de recibir
atención o ayuda de sus compañeros, no puede efectuar otras conductas:
comer, hablar, etc...).
La sobrecorrección no debe plantearse como un juego y es sólo el niño que
ha presentado el episodio quien debe sufrir las consecuencias de la
reparación del entorno.
Un problema con el que podemos encontrarnos es la negación por parte del
niño de efectuar la sobrecorrección. En este caso deberá valorarse la
estrategia a seguir según el caso.
La sobrecorrección puede necesitar un tiempo extenso (hasta 20 minutos o
más). Cuanto más tiempo dure mejor pueden ser sus efectos. Sin embargo,
las limitaciones de recursos humanos y de tiempo pueden hacerla inviable en
muchas ocasiones como técnica en un aula ordinaria.
7- Ventajas e inconvenientes técnicas operantes
Ventajas:
1- Sin duda, las más importantes son la posibilidad de aplicarlas
inmediatamente para dar respuesta a conductas indeseadas o disruptivas. Son
técnicas basadas en el aquí y ahora sin entrar en especulaciones acerca de los
posibles orígenes de las mismas. Ello las hace especialmente interesantes para
ser utilizadas en entornos institucionalizados (escuelas, centros de educación o
asistenciales, talleres ocupacionales, etc...)
El centro de atención se dirige hacia la conducta como elemento objetivo de
cuantificación y susceptible de modificación.
2- Cuentan además con un amplio soporte experimental avalado por multitud
de estudios en terreno de la Psicología del Aprendizaje y, en especial, de los
derivados del Condicionamiento Operante (Paulov) y el Instrumental u Operante
(Skinner).
3- Se pueden aplicar individualmente o en grupo. Es decir, podemos trabajar
sobre toda una clase o sobre un niño.
4- Son especialmente utilizados en el terreno del Retraso
Mental, Autismo, T.G.D, Síndromes Genéticos y la Esquizofrenia, entre
otros, para la instauración de hábitos y minimización conductas indeseadas.
Aunque los métodos operantes no pueden modificar estos factores biológicos, sí
que pueden mejorar sus efectos debido a la interacción que existe entre la
biología y el ambiente con respecto a la conducta.
Inconvenientes:
1-La crítica más frecuente hace referencia a que los modelos operantes ignoran
o no conceden suficiente importancia a los aspectos subjetivos de los humanos
en general, y a la propia identidad personal de cada individuo, en particular,
limitándose a estudiar la conducta externa.
2-Otra crítica hace referencia a que el modelo operante y/o conductual sólo es
aplicable o válido para solucionar problemas relativamente simples y
restringidos a ciertas manifestaciones de la conducta.
3-Finalmente, señalar la crítica centrada en la aplicabilidad de muchos de los
principios del modelo conductual, derivados de investigaciones en laboratorio
con animales a la explicación y modificación de conducta humana. A este
respecto, hoy en día, no existe ninguna duda, que la modificación de conducta
ha dotado a la Psicología Clínica de valiosos instrumentos de intervención
aplicada que son realmente útiles en diferentes ámbitos si no los únicos que
nos pueden ser realmente útiles en el día a día de muchos trastornos.
TECNICAS MODIFICACION DE LA CONDUCTA
1- Introducción
-Las técnicas que se describen a continuación están basadas en los principios
de la Modificación de la Conducta. Este campo de la psicología ha aportado
a partir del estudio sistemático del Aprendizaje animal, numerosas técnicas
eficaces para instaurar, corregir o modificar conductas en niños y jóvenes. Se
han aplicado con éxito en diferentes campos, situaciones y personas, tanto en
población normal como en población con trastornos severos. Hoy en día, siguen
siendo aplicadas en niños conTrastornos Generalizados del
Desarrollo, Autismo, etc, como forma de aliviar muchos de los síntomas.
También se aplican en centros escolares de forma individual o en grupo.
-Algunas de estas técnicas puede parecer simplistas o insuficientes pero
insistimos en el amplio soporte experimental con el que cuentan. Otra ventaja
es que aportan soluciones prácticas aplicadas en el aquí y ahora, utilizando la
observación y medición de la conducta como variable fundamental y en
detrimento de otras técnicas más subjetivas. No se trata de eliminar la
introspección o el análisis de otros factores de riesgo existentes (entorno social,
familiar, enfermedades orgánicas, factores emocionales...) sino de aportar
soluciones inmediatas y eficaces para el control o modificación de la
conducta, en especial cuando existen problemas conductuales específicos que
provocan gran malestar o desadaptación del niño en su entorno próximo ya sea
en la escuela o en el seno de la familia.
A modo de ejemplo podemos citar su uso por parte de educadores o maestros
dentro de la clase. Es evidente que delante un colectivo numeroso de niños, el
maestro necesita pautas de actuación concreta delante de episodios de
desobediencia, agresividad, etc. En esos momentos no hay tiempo para un
análisis pormenorizado de las circunstancias de cada niño y se imponen
medidas concretas. Es aquí donde las técnicas conductuales cobran mayor
importancia.
-Las técnicas que se exponen a continuación, aunque se describen de forma
separada, pueden utilizarse individualmente o en combinación, según el caso,
para aumentar los resultados.
-Destacar también que hay que conceptualizarlas como herramientas puntuales
(para su uso por parte de maestros, educadores o padres en situaciones
concretas) pero que a nivel de intervención psicológica el uso de dichas
técnicas debe ser complementada con un análisis más detallado del caso en la
que se incluyan todos los factores de riesgo para su debido tratamiento
psicológico.
Recordemos que, ante conductas más severas, persistentes y/o con
presencia de agresividad, éstas técnicas no deben ser aplicadas sin la
evaluación previa de un profesional de la salud infantil.
2- Retirada de la Atención
Sinceramente creo que se trata de una de las técnicas más eficaces para el
control de la conducta infantil, en especial, para aquellas conductas que se
manifiestan con rabietas, pataletas, lloros, pero sin manifestaciones agresivas.
La técnica no puede ser más sencilla en su concepción: Se trata de que, ante
las manifestaciones de gritos, rabietas u otros, dejemos automáticamente de
prestar atención al niño. Este modo de actuar se justifica bajo la hipótesis de
que el niño efectúa tales manifestaciones para reivindicar ciertas demandas o
llamar la atención del adulto. El niño puede estar acostumbrado a conseguir lo
que desea mediante este comportamiento (refuerzo positivo). Así, puede haber
aprendido que si efectúa cualquier petición acompañada de lloros o pataletas,
la atención de los padres es mucho mayor y es atendido antes en sus
peticiones. Esto llega a convertirse en un hábito, en un circulo vicioso que crea
malestar en la familia.
Antes de poner en marcha esta técnica, hay que analizar la situación con
tranquilidad y verificar que se está produciendo realmente la conducta del niño
por la supuesta demanda de atención. Para ello podemos valorar como
reaccionamos nosotros ante la demanda, en qué momentos sucede y qué es lo
que ocurre. ¿Le presta la atención y el tiempo que necesita el niño?
¿Normalmente cede ante sus demandas? ¿Se dirige con frecuencia a él cuando
se porta "bien" para decírselo y premiarlo o sólo lo hace cuando lo castiga? Los
episodios de rabietas, desobediencia, etc, son, en gran medida aprendidos (ver
causas de los problemas de conducta), y, por tanto, podemos efectuar un
desaprendizaje.
Esta técnica no es aplicable en conductas que cursen con fuerte agresividad
verbal o física, con episodios de lanzamientos de objetos o, en general, para
aquellos comportamientos que signifiquen peligro potencial para el niño u otros.
En estos casos consulte siempre a un especialista antes de actuar.
Para utilizar la técnica debemos tener claros los objetivos y el método que
debemos utilizar:
1- OBJETIVO: Enseñar al niño que efectuando las peticiones de forma
inadecuada (rabietas, lloros, etc.) no va a conseguir nada.
2- MÉTODO: Si retiramos la atención que prestamos al niño (refuerzo positivo)
inmediatamente después de la aparición de las respuestas inadecuadas, éstas
tenderán a desaparecer.
3-FORMA: ¿Cómo hay que hacerlo?
Cuando aparezcan las conductas inapropiadas actuar de la siguiente manera:
1- Retirar la atención inmediatamente.
Evite el contacto ocular o la emisión de cualquier recriminación, palabra o
gesto. Haga como si la conducta no estuviera ocurriendo (salvo en las
conductas mencionadas anteriormente que pudieran suponer peligro para el
niño u otros). Si sucede en casa puede volverse de espaldas o salir de la
habitación o estancia donde se encuentre. En situaciones fuera de la casa,
dependiendo del lugar, deberemos adaptarnos a las circunstancias. La regla
general es mantenernos a cierta distancia sin prestar atención, pero esto
dependerá si estamos en un lugar abierto con peligro potencial para el niño
(circulación de coches, paso de muchas personas, etc.) o si nos encontramos en
un lugar cerrado (tienda, supermercado, etc...). Si la rabieta tiene lugar en un
sitio público donde no puede separarse físicamente de su hijo, permanezca a su
lado pero siga retirándole la atención como se ha mencionado antes (retirada
contacto ocular, sin gesticular, sin hablar).
En niños pequeños, si hay peligro de que se escape y está en vías públicas
puede ser necesario retenerlo físicamente. En estos casos, si opta por retenerlo,
concéntrese sólo en ejercer la fuerza necesaria para evitar su huida pero
mantenga (aunque entiendo que es una situación comprometida) toda la
tranquilidad posible, es importante que el niño no vea al adulto alterado
emocionalmente, debemos transmitirle una sensación de que tenemos el
control de la situación y que con su actitud no va a conseguir nada. Siga sin
dirigirle palabra y espere a que la situación se calme. Diríjale toda la atención
cuando el niño se tranquilice.
Una vez calmado puede entonces intentar explicarle (si el niño tiene suficiente
capacidad de comprensión verbal), y sin recriminaciones, lo que ha sucedido en
tono calmado.
La idea no es transmitirle: "Te has portado mal, te desprecio y paso de
ti", sino: "Puedes conseguir algunas cosas si lo pides de otra forma".
2- Está totalmente contraindicado verbalizar cualquier manifestación de
reproche, sermonearlo o advertirle de que no le vamos hacer caso por mucho
que insista. De esta forma lo estamos retando a una discusión dialéctica y
puede empeorar las cosas. Simplemente: No le diga nada. Sí puede decirle con
una frase escueta y con voz lo más calmada posible que se siente triste y
decepcionada...
3- Una vez que la conducta empiece a bajar de tono puede progresivamente
prestarle atención de nuevo.
4- Se trata de una técnica que produce efectos de mejoría de forma progresiva.
Nos llevará cierto tiempo (dependiendo de las variables propias del niño y su
entorno) el conseguir resultados claros.
RECUERDE QUÉ:
1- Estamos utilizando técnicas para conseguir que el niño desaprenda hábitos
mal adquiridos y este proceso llevará un tiempo. Paralelamente debemos
trabajar y potenciar las conductas alternativas que nos interesa que el niño
utilice. Insistimos en que los padres intenten mantener la calma ya que el niño
va interiorizando estos estados emocionales. Si la respuesta a sus malas
conductas es sólo más ruido y reproches fuera de tono, es muy probable que
esto nos venga devuelto al ir el niño interiorizando estos patrones.
2- Debemos ser constantes en la aplicación de la técnica y coherentes en su
aplicación. Para ello es necesario que ambos padres y el resto de figuras
relevantes para el niño (abuelos, tíos, etc) actúen de igual forma ante las
mismas conductas.
3- Al inicio de aplicación, estas técnicas suelen producir un aumento en la
frecuencia e intensidad de las conductas que precisamente intentamos
eliminar. Es un hecho normal e indicador de que vamos por el buen camino. No
se desanime tras los primeros fracasos. Necesitaremos un poco de tiempo.
POR QUÉ DEBEMOS ACTUAR:
Hay una creencia extendida de que ciertas conductas infantiles son propias de
la edad y que con el tiempo tienden a desaparecer. Ciertamente, así puede
suceder en muchos casos. Sin embargo, es muy arriesgado pasar por alto
ciertos comportamientos con la esperanza de que el tiempo lo mejorará. Una
intervención en la etapa infantil, no hecha a tiempo, puede suponer la
consolidación, perpetuación y agravamiento del problema en la adolescencia.
Las normas, valores y referentes deben construirse desde la temprana infancia.
Es una irresponsabilidad dejarlo en manos del futuro para evitarnos los costes
del presente.
3- La técnica del Tiempo Fuera
Esta técnica supone una variación de la anterior en tanto es una técnica que
utiliza básicamente la retirada de atención, por lo que muchos de los principios
allí expuestos son válidos aquí pero con algunas matizaciones.
Delante episodios de lloros, rabietas o travesuras más subidas de tono (por
ejemplo, cuando se produce el descontrol), puede utilizarse la técnica de
"tiempo fuera", en el que el niño se le retira físicamente del espacio actual para
trasladarlo a su habitación u otro lugar, por un breve espacio de tiempo.
También pueden ser los padres los que se retiran del lugar donde esté el niño
(cuando es posible, p.e. en el comedor de la casa).
Veamos algunas orientaciones para proceder adecuadamente:
1- El sitio al que lo retiremos temporalmente debe ser un sitio en el que no
tenga al alcance juegos u otras compañías para entretenerse. No se trata de
buscarle un sitio hostil sino un sitio que sea aburrido con escasas posibilidades
de que pueda hacer algo para pasar el tiempo.
2- Debemos trasladarlo inmediatamente después de aparecer la conducta o en
el momento que ha llegado a un punto insostenible (por ejemplo, discusión
entre hermanos que llega a un punto de descontrol).
3- No discuta con él, no entre en recriminaciones ni calificativos despectivos
como: "Eres muy malo y te voy a castigar" o "Me tienes harta, no tienes
remedio... " Sí puede explicarle, con un tono calmado pero seguro y imperativo,
el motivo de su retirada. Para ello dígaselo concretando su queja "Como has
pegado a tu hermanito no vas a poder jugar con él". Haga caso omiso de sus
protestas o promesas. Recuerde que debe mostrarse enfadada pero no fuera de
control. La idea es lanzarle un mensaje muy claro de que ha hecho algo mal y
que estamos disgustados con él. Al respecto y de forma muy breve puede
también decirle (ajustando el mensaje a la edad del niño) algo así como: "me
has decepcionado tanto que, en estos momentos no quiero estar contigo. Me
siento muy triste".
4- No permita que salga antes de tiempo del lugar de aislamiento. Si lo hace
adviértale de consecuencias más negativas como que deberá estar más rato en
esta situación.
5- El tiempo de aislamiento normalmente se calcula en base a un minuto por
año del niño con un máximo de 20 minutos. Sin embargo, esto debe ser
valorado por los padres. No se aconsejan tiempos más largos ya que pueden
producir la conducta contraria a la que queremos eliminar.
6- Si cuando lo vamos a buscar nos vuelve a regalar con conductas
inadecuadas, hay que advertirle que si quiere salir deberá estar al menos 15
segundos sin efectuarlas. Manténgase firme en la decisión. Si pasa la prueba es
muy posible que los episodios remitan, si cede aumentarán con toda
probabilidad.
7- En el caso de que haya provocado desperfectos en el interior del habitáculo
(ha desordenado o roto alguna cosa) deberá reponerlo o corregirlo con alguna
acción antes de salir.
8- Debemos tener cuidado que esta retirada física no comporte algún tipo de
beneficio indirecto al niño. Por ejemplo si el niño consigue dejar de estudiar o
evitarse comer algo que no le gusta, lo que haríamos es reforzar la conducta
inadecuada.
Ésta técnica suele ser muy efectiva si se utiliza adecuadamente y con decisión.
La efectividad de la técnica, independientemente de que le estamos retirando
la atención, es que estamos despertando, contingentemente con la aparición de
las conductas no deseadas, uno de los "fantasmas infantiles" más presentes en
la etapa infantil: la ansiedad de separación. Aunque el niño tenga suficiente
edad para saber que no será abandonado realmente, el hecho de hacerle revivir
esta ansiedad puede dispararle interiormente ciertas alarmas. Lo que ahora
puede temer no es la separación física sino la emotiva. De tal forma que el niño
corregirá su conducta actual y futura no por las razones de los padres sino por
las suyas (temor a perder el respaldo emocional de los padres).
-Como en todas las técnicas basadas en la retirada de atención, recuerde que
deben introducirse momentos de atención hacia el niño contingentemente a la
aparición de conductas deseadas. El refuerzo verbal y físico (halagos, abrazos,
manifestación de alegría, entrega de algún premio, etc.).
4- Ecomía de fichas. Coste de la respuesta
No nos ayuda nada que el niño obtenga regalos o juguetes de forma fácil pese a
que presenta comportamientos disruptivos o desobedientes. Formando parte de
un tratamiento más global, la técnica de denominada de "economía de fichas"
suele funcionar muy bien para regular los refuerzos que recibe el niño. Para
obtener un premio (juguete, salida a parque temático, excursión, etc...) deberá
efectuar una serie de conductas deseadas (o dejar de hacer otras) que deben
concretarse (portarse bien, obedecer, estudiar, ordenar sus cosas, etc...).
Tras efectuar esta conducta se le dará inmediatamente un reforzador (puntos,
fichas...) que el niño ira recogiendo hasta llegar a una determinada cantidad,
momento en el que se le entregará el premio final. También se pueden pactar
pequeños premios inmediatos para ciertas conductas deseadas al tiempo que
se acumulan puntos para el premio mayor (refuerzo demorado). Lo importante
es conseguir que el niño se dé cuenta que obtiene mayores beneficios y
privilegios actuando de forma correcta.
Veamos algunos puntos claves para el buen funcionamiento:
1- Dichos premios deben estar pactados de antemano, ser claros y atractivos
para el niño. Busque realmente cosas que le gusten (no sirve pretender que se
gane algo que necesita, por ejemplo, unos nuevos lápices para el colegio).
2- Asegúrese de que al principio puede ganarlos más fácilmente para motivarle.
La entrega de estos premios debe ir acompañada de un halago sincero "estoy
muy contento", "lo haces muy bien...." y, evidentemente, nunca deben ir
acompañados de verbalizaciones negativas del tipo "a ver cuanto dura..."
Cuanto más pequeño sea el niño o más inquieto, más cortos deben ser los
períodos en los que se evalúa la conducta (no funcionará prometerle algo si
aprueba el curso dentro de tres meses).
3- En el caso de niños hiperactivos tenga en cuenta que hay especial dificultad
para posponer las cosas. En todos estos casos, si se entrega una ficha como
reforzador, ésta podrá ser intercambiada (al menos al principio)
inmediatamente por algún objeto de su deseo (pequeño juguete, golosinas,
etc...). Deberá procederse de igual modo con niños que presenten discapacidad
intelectual.
4-Es importante que se cree una lista o cartel donde se puedan visualizar el
estado de los puntos obtenidos y los que le faltan para llegar al premio, cuando
éste se demora según el plan establecido. En caso de la aparición de mala
conducta puede también utilizarse la retirada de alguno de los puntos (coste de
la respuesta).
5- Sea constante en la aplicación de ésta técnica y no se deje llevar por la
frustración en el primer contratiempo. Se necesita tiempo para cambiar hábitos
mal adquiridos y no hay soluciones mágicas al respecto.
6-Recuerde que cuando dé instrucciones a su hijo, debe hacerlo de forma clara
y concreta, sin contradicciones y de forma que sean comprensibles para su
edad. Procure no hacerlo acompañado de contacto físico instigador (la
utilización de la instigación ha demostrado ser un gran potenciador del
incumplimiento).
-Estas técnicas suelen ser muy efectivas para el control de las conductas tanto
en el ámbito familiar como en el escolar. No se trata de que el niño aprenda a
funcionar siempre a base de premios sino de darle, al principio, motivos para
iniciar un cambio en sus conductas. Lo que se espera en el futuro es que las
conductas adecuadas se mantengan no por los premios sino por lo que
llamamos "reforzadores naturales". Por ejemplo, un niño puede empezar a no
efectuar determinadas conductas disruptivas por ganarse el premio, pero este
cambio de comportamiento puede hacer que funcione mejor con sus amigos y
esto convertirse a medio plazo en un reforzador más potente que el premio
inicial. Las conductas pasan a ser controladas por las consecuencias positivas
que se generan en su entorno.
5- La intención paradójica
-Es una técnica que bien utilizada puede tener un efecto fulminante sobre la
conducta que queremos cortar. Explicado en pocas palabras se trataría de
pedrirle al niño o al alumno que haga aquello que precisamente queremos
evitar. Imaginemos una situación en un aula donde un niño se niega
sistematicamente a efectuar cualquier actividad escolar. El niño cada día entra
en una dinámica de provocación hacia al maestro, sometiéndolo a una dura
prueba de paciencia.
¿Qué ocurriría si un día el maestro le dice: "Hoy quiero que no hagas nada, te
voy a dar permiso para que estés todo el tiempo sin hacer ninguna actividad.
No quiero ni que me escuches. Sólo debes permanecer callado y sin hacer ruido
en tu sitio".
-Unas instrucciones de este tipo pueden crear en el niño una situación de
perplejidad, aunque al principio pueda vivirlo de forma gratificante. El hecho de
que se inviertan los roles, es decir, siempre la desobediencia se producia para
dejar de hacer la actividad concreta. Ahora para no hacer la actividad debo de
obedecer las instrucciones, con lo cual el niño pasa a perder su papel de
desobediente.
Para este día podemos planificar unas actividades gratificantes para el resto de
los niños y en las que no podrá participar el niño que tenemos bajo las
instrucciones de "no hacer nada". Debemos procurar que se aburra lo máximo
posible e incluso si interviene en alguna atividad recordarle que él no puede
hacer nada ese día.
Con esta actuación es de esperar que el niño haga un cambio de
planteamientos y que sus conductas negativistas en el aula disminuyan.
Evidentemente la técnica tiene sus limitaciones y debe valorarse antes su
idoneidad según el perfil del niño. Suele funcionar bien en niños de entornos
problemáticos pero con un perfil cognitivo normal.
ECONOMIA DE FICHAS- ESCUELA-
1- Resumen de la técnica:
Ámbito de aplicación:
Su principal objetivo es motivar al niño en la ejecución
de determinados aprendizajes y también fomentar la
aparición de conductas positivas, controlando o
eliminando las disruptivas.
Edad: Cambiando los reforzadores y adecuándolos a la edad
evolutiva correspondiente, podemos utilizarlo en
prácticamente todos los niveles de edad. Muy útil en
Educación Especial y también en la escuela ordinaria
para conseguir objetivos específicos.
Puntos fuertes: Técnica simple, de fácil comprensión por los niños y
altamente motivante (si se construye y utiliza
adecuadamente).
Limitaciones: Hay que saber escoger los reforzadores en función del
niño o del grupo. Los niños que no alcancen el premio
pueden frustrarse o desistir del método. Hay que
asegurar, al menos al principio, unos primeros éxitos.
2- Fundamentos teóricos
La Economía de Fichas es una técnica ámpliamente conocida y aplicada tanto
en ambientes educativos como institucionales, familiares o incluso clínicos.
Puede ser utilizada en grupo pero también a nivel individual.
En cierto modo puede considerarse una aplicación derivada
del Condicionamiento Operante descrito por Skinner ya que utiliza como
base el refuerzo, en especial los denominados reforzadores
secundarios (Hull). Es decir, objetos por sí solos carentes de valor o neutros
(fichas, puntos...) pero que luego pueden cambiarse para obtener el premio o
refuerzo primario (juguetes, caramelos, cualquier actividad gratificante, tiempo
de juego, etc...). Mediante la introducción de este tipo de condicionamiento, el
niño aprende a manejar de forma más eficiente una nueva situación de
contingencias que le permitirá obtener ciertos beneficios de los que antes no
disponía.
No obstante, los creadores de esta técnica como tal fueron Ayllon y Azrin en
1.968. Fue la necesidad de encontrar una nueva vía para motivar a los
pacientes mentales institucionalizados crónicamente y conseguir que actuaran
de modo más competente, lo que les llevo a su creación y sistematización.
Uno de los problemas fundamentales a la hora de intentar aplicar un plan de
reforzadores primarios en un ambiente institucionalizado y con funcionamiento
de 24 horas, era que no podía efectuarse un seguimiento directo por parte de
los psicólogos durante todo el tiempo. Hacia falta un sistema que pudiera
aplicar cualquier profesional del centro (cuidadores, personal sanitario, etc...)
pero que, a su vez, no revistiera especial dificultad técnica en su aplicación.
Tener siempre a disposición helados, dulces, cigarrillos u otros como
reforzadores inmediatos era complejo. La solución que encontraron fue la
introducción de reforzadores secundarios (fichas) intercambiables por el
reforzador primario según las condiciones que se marcaron. Éstas podían ser
repartidas ámpliamente por todo el equipo para ser utilizadas en el momento
oportuno. De esta forma se consiguió erradicar muchas de las conductas
indeseables y que se marcaron como objetivos prioritarios.
3- ¿Cómo puede ayudarnos la técnica?
La Econimía de Fichas en clase supone establecer un sistema reglado, con unas
normas y consecuencias positivas para motivar a los niños en la ejecución de
conductas deseadas. Se denomina "de fichas" ya que para conseguir el premio
final los niños deberán recoger un determinado número de fichas o puntos.
Hemos comentado que su utilización prioritariamente es colectiva, por tanto,
podemos aplicarla a todo el grupo de una clase o aula. Su objetivo será
conseguir las metas que nos planteemos al inicio.
Cada clase, cada grupo es un mundo y dependerá de sus propias circunstancias
y peculiaridades el marcar unos u otros objetivos. En general podemos señalar
dos grandes ámbitos en los que la Economía de Fichas pueden ayudarnos:
A) Elevar la motivación del grupo hacia determinados aprendizajes.
B) Aumentar las conductas positivas y tratar de controlar y/o eliminar
las disruptivas.
Ejemplo de fichas para utilizar:
4- PASOS A SEGUIR:
a) Conocer al grupo
El paso previo para la instauración de una economía de fichas en el aula pasa
por conocer las peculiaridades de nuestro grupo. La edad, las características
personales de cada niño, sus áreas de interés, su ámbito social, etc, pero
también la propia personalidad del grupo, es decir, si se trata de un grupo
homogéneo o, por contra, es muy heterogéneo y nos encontramos con niños de
diferentes orígenes y culturas. En este último caso puede que sea un poco más
complejo encontrar reforzadores adecuados en especial con los más mayores.
Es muy probable que cuando decidamos introducir una economía de fichas en
el aula (en especial cuando se trata de controlar la conducta) lo hagamos por la
necesidad de actuar sobre los niños “problemáticos”. Normalmente en cada
clase hay niños que siempre se portan o trabajan bien y, por tanto, no
necesitan de premios especiales para hacerlo. No obstante, ahora todos quedan
sujetos a los posibles premios en caso de darse las condiciones marcadas y
deberemos estar atentos en asegurar, al menos en inicio, de que el colectivo
que lo tiene más difícil, pueda asegurarse algún pequeño éxito de entrada. No
se trata de regalar premios sino bajar el listón de la demanda al comenzar el
programa para situarlo al alcance de la mayoría de los alumnos e ir subiéndolo
progresivamente.
b) Definir el ámbito de actuación
¿Qué es lo que necesitamos corregir o mejorar en el aula?
Podemos tener necesidad de actuar para fomentar la motivación hacia ciertas
asignaturas y/o actividades o también sobre determinadas interacciones
conductuales desadaptadas entre iguales (peleas, riñas, desobediencia,
negativismo...).
Una vez definidos los objetivos prioritarios, debemos transmitirlos de forma
concreta y entendible para todo el grupo. Por ejemplo, no podemos marcar
como objetivo el conseguir que los alumnos se porten bien ya que esto supone
una valoración subjetiva que puede variar según el observador. Hay que
especificar (si queremos modificar conductas) con frases como: “no pelearse”;
“no contestar al maestro”; “hacer el dictado”...
Si son varias las conductas que hay que modificar, se aconseja crear un listado
de las mismas y un orden de prioridad teniendo en cuenta las necesidades de la
propia escuela o aula. Empezar por la conducta u objetivo elegido y aplicar el
procedimiento hasta que se consiga la mejora adecuada. Progresivamente
pueden irse introduciendo otras. La idea es no intentar un cambio sobre
muchos aspectos a la vez ya que puede tener un efecto contrario al deseado.
c) Concretar la metodología
¿Cómo lo vamos a hacer?
Este es un aspecto clave. Ahora debemos delimitar las medidas necesarias para
aplicar el procedimiento en la práctica. Esto requiere varios pasos:
1) Especificar la conducta que va a premiarse y el premio: Se explica al
grupo que se van dar unos premios determinados (según edad y posibilidades)
y que para obtener el premio hay que efectuar algún tipo de actividad (por
ejemplo, aprender la tabla del 7) o dejar de hacer otras (p.e. no pelearse).
2) Explicar cómo se obtienen o pierden puntos: Los puntos o fichas
pueden darse, según los objetivos, en el mismo momento que se produce la
conducta positiva (se entrega una ficha) o al final del día haciendo balance
individual. En el caso de aulas muy numerosas pueden suministrarse puntos
colectivos exceptuando los casos de niños que no hayan tenido las conductas
esperadas. En caso de mala conducta sí se le puede retirar uno de los que haya
conseguido pero nunca llegar a puntuaciones negativas.
Por ejemplo, todos los niños que no se han peleado reciben al final de la jornada
un punto.
En niños pequeños o de educación especial es aconsejable utilizar el refuerzo
inmediato, es decir, la entrega inmediata del premio o reforzador tras la
conducta deseada. No funcionará si demoramos demasiado la entrega del
premio final.
3) Crear un registro donde los niños vean el estado de sus
puntos: Estos puntos se van colocando en el registro y al llegar a un
determinado número son canjeables, por ejemplo, por dulces o golosinas.
Puede hacerse coincidir la entrega de premios con el final de la semana, es
decir, el viernes, para todos los niños que hayan tenido puntos positivos toda la
semana (5 puntos = premio).
Los niños que no hayan alcanzado su premio en una semana determinada
pueden ir acumulando puntos para canjearlos el siguiente viernes si han
conseguido sumar 5. Lo que nos interesa es que los niños no pierdan la
motivación.
Recordar que en niños de Educación Especial necesitaremos tiempos de
entrega más cortos si no inmediatos.
Ejemplo registro economía fichas:
4) Dar los premios o reforzadores en los plazos acordados a quienes
consiguen las metas marcadas:El premio puede darse, como se ha
comentado, en un día concreto de la semana (para facilitar las cosas) y en el
que se canjearan los puntos o fichas por el premio establecido. A partir de ese
momento, los niños pueden volver a ganarlos. Los que todavía no han
alcanzado el número suficiente guardan sus puntos a la espera de conseguir
más y alcanzar el premio los días siguientes.
Pueden establecerse tiempos más cortos (diarios) según las necesidades y el
perfil de los niños.
5- Aplicación y seguimiento
Finalmente debemos poner en marcha el procedimiento en base a los objetivos
y reglas que hemos establecido. Es importante que su aplicación sea lo más
simple posible y que todos los niños tengan claras las normas de
funcionamiento sin contradicciones.
Es muy probable que las cosas no funcionen del todo bien los primeros días y/o
semanas de la implantación del sistema. Debemos de ser constantes en su
aplicación para empezar a obtener resultados positivos y que los niños se
convenzan de que es un sistema con el que pueden obtener beneficios extra.
A partir de su puesta en marcha, debemos estar abiertos a la posibilidad de
introducir variaciones o modificaciones según alcancemos o no los objetivos.
Suele suceder que los reforzadores pueden perder interés si siempre son los
mismos y, en gran medida, el éxito va a depender de la creatividad y recursos
de que disponga el profesional que la aplique.
Otro problema con el que nos podemos encontrar es que algunos niños se
frustren de entrada al no conseguir el premio como otros y se desmotiven.
Por todo ello, la Economía de Fichas ,debe plantearse como un sistema abierto
y susceptible de introducir variaciones o modificaciones sobre la marcha si se
consideran necesarias.
Finalmente apuntar que estas técnicas no pretenden enseñar al grupo a
funcionar siempre a base de premios sino de darle, en un momento dado,
motivos para iniciar un cambio en sus conductas o motivaciones. Lo que se
espera en el futuro es que las conductas adecuadas se mantengan no por los
premios sino por lo que llamamos "reforzadores naturales". Por ejemplo, un
niño puede empezar a no efectuar determinadas conductas disruptivas por
ganarse el premio, pero este cambio de comportamiento puede hacer que
funcione mejor con sus amigos y esto convertirse a medio plazo en un
reforzador más potente que el premio inicial. Las conductas pasan a ser
controladas por las consecuencias positivas que se generan en su entorno.
LA INTENCION PARADOJICA
1- Introducción
La intención paradójica es uno de los métodos más rápidos, más poderosos y
menos comprendidos para cambiar la conducta. Mediante una serie de
instrucciones que llamamos “paradójicas” se han conseguido éxitos
significativos en trastornos concretos como pueden ser la dificultad para dormir,
el morderse las uñas y el tartamudeo (disfemia) entre otros.
Los principios teóricos se basan originalmente en las técnicas de la Terapia
Breve del psiquiatra Milton H. Erickson y la logoterapia de Victor Frankl.
La denominación de “paradójica” no es gratuita sino que delata la auténtica
naturaleza del sistema. Se trata de pedirle al paciente que haga precisamente
lo que es objeto de malestar psicológico. Si una persona no puede dormir le
pediremos que deje de hacerlo durante un tiempo o unas horas determinadas.
Si un niño se muerde las uñas le exigiremos que lo haga durante más tiempo o
durante intervalos más largos. Si un joven tartamudea y eso le crea gran
ansiedad, le obligaremos a que tartamudee con mayor frecuencia y durante
más tiempo de forma voluntaria.
Son procedimientos construidos para sorprender. Son contrarios a las
expectativas de los pacientes sobre su visión de la naturaleza de la función de
la terapia.
La técnica parece de entrada irresponsable y contraria al sentido común. No se
entiende como potenciando lo que se intenta erradicar se va a solucionar el
problema. Esta es la gran paradoja de la técnica que a continuación
exponemos.
2- ¿Cómo funciona?
La eficacia de la Intención Paradójica se basa en el principio fundamental de
que los pacientes intenten llevar a cabo la conducta que están evitando. De
esta manera, el proceso circular, que se mantiene a sí mismo, se rompe, puesto
que el intentar realizar la conducta no deseada es incompatible con la ansiedad
anticipatoria y, por tanto, la neutraliza.
Imaginemos una persona que sufre insomnio. Se acuesta puntualmente pero no
logra conciliar el sueño hasta una determinada hora de la madrugada. Ello le
comporta problemas para despertarse por la mañana. Además, cada día, al
acercarse la hora de ir a dormir, manifiesta mucha ansiedad ya que anticipa su
fracaso en el intento de dormir. Pues bien, la técnica consiste precisamente en
pedirle, como parte del tratamiento, que no trate de dormirse hasta más tarde
de lo que lo hace (las horas deben concretarse según las circunstancias). ¿Qué
conseguimos con ello? De entrada situamos el origen del problema en una
causa externa al paciente (ahora ya no duerme debido a que no logra conciliar
el sueño, sino porque así se le ha exigido). El primer efecto es disipar la
ansiedad de anticipación con lo cual es muy probable que el resultado sea la
aparición del sueño antes de lo esperado.
En el caso de las disfemias (tartamudeos) al permitir e incitar a que el niño
tartamudee voluntariamente, durante un tiempo controlado, puede tener
también unas consecuencias reductoras de la ansiedad y producirse una
mejora.
Otro ámbito de aplicación puede ser en el de la cama mojada (enuresis). ¿Qué
sucedería si le diéramos permiso o le pidiéramos a un niño que se hiciera pipi
cada día durante un tiempo? Probablemente si ese problema va asociado a
unos altos niveles de ansiedad por parte del niño, el sentirse liberado del mismo
podría significar una mejora.
No estamos afirmando que esta sea una técnica milagrosa sino que tiene una
gran capacidad terapéutica si se sabe utilizar con creatividad y en combinación
con otras técnicas mas usuales. Evidentemente tiene sus límites. El principal es
que su mayor eficacia está condicionada a que junto con el problema que
queremos tratar se de un cierto nivel de ansiedad en la persona o niño. Como
se ha expuesto la técnica incide directamente sobre las propias cogniciones al
invertir los roles.
Otra limitación importante es que debe utilizarse con preferencia en aquellos
casos en que las técnicas convencionales han resultado inútiles. Por ejemplo, en
un caso de insomnio, donde se ha podido utilizar un entrenamiento en
relajación con mal resultado, podría ser un buen candidato a la intención
paradójica. Ahora no hablaríamos de intentar dormirse relajándose
progresivamente sino preparar la habitación con la intención de mantenerse el
máximo tiempo despierto posible. En concreto, los máximos beneficios se
lograrán en aquel tipo de paciente que experimente “esfuerzos para dormir” y
que padecen una ansiedad considerable sobre las consecuencias negativas de
la perdida de sueño.
En general, pues, podemos afirmar que la técnica funcionará mejor con
personas con preponderancia de síntomas cognitivos que no con aquellos en los
que predominen los conductuales.
3- Su utilización en población infantil y juvenil
No está muy documentada su utilización en niños por lo que debemos ser muy
prudentes al respecto.
Se han apuntado ya intervenciones concretas en el caso de las disfemias,
enuresis, morderse las uñas, etc. En el caso de niños mayores hay alguna
referencia a tratamientos de fobias específicas en donde los principios de
intervención coinciden o se complementan con las denominadas técnicas de
inundación.
Sabemos de las peculiaridades y limitaciones de la intervención psicológica con
población infantil y juvenil. Las técnicas paradójicas, dentro de este contexto,
pueden aportarnos en casos y momentos concretos soluciones ingeniosas para
problemas puntuales. No se trata tanto de una aplicación estándar de la técnica
sino de aprovechar sus principios como una herramienta más dentro del cajón
de sastre que constituyen todas las técnicas de intervención, en especial,
cuando las habituales resultan ineficaces.
Con frecuencia nos encontramos con conductas disruptivas de menores que
obedecen a la necesidad de comunicar algo o efectuar una demanda. A veces
es la costumbre que ha impuesto un repetido quehacer diario que aunque
desadaptado y no deseado se mantiene en un circulo vicioso difícil de romper.
En otras ocasiones la situación o el contexto no nos permite actuar de la forma
convencional y necesitamos de la creatividad. Es en todos estos casos cuando
la intervención paradójica adaptada puede aportarnos alguna salida.
A continuación se exponen algunos casos en los que se podría valorar la
inclusión de estas técnicas. Sin embargo, se insiste en la necesidad de
entenderlas como un instrumento complementario y dentro de un marco
terapéutico más amplio (vamos a tratar básicamente síntomas). Por lo tanto, en
población infantil, lo entenderemos como intervenciones puntuales cuando las
necesidades de la situación lo requieran y técnicas más convencionales no
acaban de funcionar.
Además deberá valorarse la edad del niño, su nivel cognitivo y las posibles
consecuencias negativas de su aplicación a la que más adelante nos
referiremos.
4- Ejemplos prácticos
Veamos algunos ejemplos prácticos susceptibles de la aplicación de la técnica :
Ejemplo 1:
Supongamos que J. es un niño de 9 años con buen nivel intelectual pero con
muchas limitaciones en su funcionamiento social debido a que presenta
obsesiones recurrentes acerca de lo bien o mal que realiza sus actividades. De
forma repetitiva necesita de la aprobación constante del adulto y si no la
obtiene o considera que ésta no ha sido suficientemente clara le crea un gran
desasosiego y ansiedad. Aquí la intervención iría encaminada a pedirle al niño
que ejecute mal deliberadamente alguna actividad, a que deje de ser por un
momento perfeccionista. En definitiva, a que se enfrentara con sus temores de
una forma controlada y que aprendiera que no se producen las temidas
consecuencias catastróficas.
Ejemplo 2:
P. es una niña con 7 años de edad. Su nivel intelectual es normal pero ha
aceptado muy mal la separación de sus padres. Su rendimiento escolar ha
bajado mucho hasta el punto que su profesora está muy preocupada. Han
aparecido ciertos comportamientos disruptivos y autolesivos que antes no
estaban presentes en el repertorio de la niña. Actualmente sigue un tratamiento
cognitivo-conductual, pero una de las conductas que más preocupa a sus
padres, es la de morderse los dedos o uñas de la mano hasta el punto de
provocarse erosiones. Es evidente que la intervención psicológica se está
produciendo a diferentes niveles, sin embargo, en la conducta concreta de
morderse las uñas (si no hay avances) podemos intentar una solución drástica
con la intención paradójica.
En una situación controlada, vamos a pedirle que no deje de morderse los
dedos (siempre vigilando la intensidad de la misma y en el caso de que no haya
contraindicación médica o lesiones en la zona afectada) durante períodos cada
vez más largos. Se le recriminará si deja de hacerlo antes del tiempo previsto.
El acto deja de convertirse en voluntario, pierde su capacidad de llamar la
atención y se vuelve desagradable. Es posible que su frecuencia disminuya
después del tratamiento si se han seguido los tiempos y las formas adecuadas.
Ejemplo 3:
F. Es un niño de 8 años. Presenta enuresis primaria y no parece haber factores
orgánicos o ambientales que justifiquen el mantenimiento del problema. El niño
es muy responsable y lo vive con mucha angustia. Teme especialmente que sus
compañeros se enteren y se rían de él. Además las colonias están cerca y su
nivel de ansiedad ha aumentado anticipando las posibles consecuencias. El
tratamiento habitual no está resultando eficaz y dado el alto componente de
ansiedad asociado parece un buen candidato a la intención paradójica. Como
parte del tratamiento vamos a darle permiso para que se haga pipi en la cama
durante un tiempo (los padres deberán tomar las precauciones pertinentes). Es
más, vamos a insistirle que creemos que para poder ayudarle seria importante
que se le escapara alguna noche. De lo que se trata no es de que
voluntariamente lo haga en la cama (en caso que se despertara con la
necesidad de ir al servicio así debería hacerlo) sino que si se le escapa no tan
sólo no pasa nada sino que es un señal que estamos avanzando en la solución.
En la base de esta paradoja está la intención de descargar emocionalmente al
niño de la culpabilidad de hacerse pipi en la cama. La ansiedad anticipatoria en
esos días no tiene razón de existir. En estas circunstancias es muy posible que
el niño disminuya los episodios de cama mojada y que afronte con mayor éxito
posteriormente el tratamiento convencional.
5- Conclusiones y limitaciones de la técnica
1- La técnica está orientada principalmente a atenuar síntomas. Debe, pues,
utilizarse básicamente como una herramienta complementaria dentro del
marco general del tratamiento.
2- Es especialmente útil cuando hay un componente de ansiedad
anticipatoria asociado ya que la ataca directamente. En niños debe utilizarse
con prudencia ya que mal empleada podría comportar un aumento de las
conductas no deseadas al fomentar directamente la que queremos eliminar.
3- Debe valorarse a fondo las peculiaridades de cada niño antes de utilizarlas.
4- Su uso está más justificado cuando las técnicas convencionales no acaban
de funcionar.
5- No tenemos actualmente estudios rigurosos que nos orienten en cuanto a
su eficacia, ámbito de aplicación y otros aspectos sobre las diferentes
variantes de su uso en niños.
6- A pesar de estas limitaciones, creo que la intención paradójica resulta
especialmente interesante, dado que el niño lo vive de forma novedosa,
contrario a sus expectativas, pero a la vez puede motivarle mucho hacia la
solución de problema.
7- Estas técnicas sólo pueden ser utilizadas bajo la supervisión de
profesionales especializados.
APLICACACION EN LA ESCUELA
1- Resumen de la técnica:
Ámbito de aplicación:
Estas técnicas se suelen utilizar puntualmente en casos
concretos y especialmente cuando otros recursos más
habituales no han funcionado. Puede utilizarse para
contrarestar conductas disruptivas de desobediencia,
negativismo o de tipo desafiante-oposicionista.
Principalmente cuando estas conductas suponen
además intentos para acaparar la atención de los demás
sean compañeros o maestros.
Edad: Puede utilizarse a cualquier edad con los ajustes
pertinentes. En alumnos de escuela ordinaria y de
educación especial que tengan el nivel cognitivo
suficiente.
Puntos fuertes: Supone un recurso alternativo cuando otras estrategias
más convencionales no han acabado de funcionar.
Introducen elementos nuevos no esperados en las
consecuencias de las conductas disruptivas y provocan
en los niños o jóvenes un cortocircuito en el círculo
habitual acción-reacción.
Limitaciones: No hay patrones fijos a seguir. Depende de la
creatividad de la persona que lo utiliza y la elección del
momento y la situación. Puede provocar, si no se utiliza
adecuadamente, un efecto reforzador de la conducta
que intentamos controlar. Una vez utilizada una
estrategia determinada ésta deja de ser sorprendente y
no tendrá un efecto tan contundente como cuando se
utilizó por primera vez.
2- Fundamentos teóricos
Las estrategias que vamos a plantear en esta página suponen una adaptación
de algunos de los principios de la llamada Intención Paradójica expuesta
originalmente por el Dr. Victor Frankl en 1.936 y 1.946. Desde entonces han
sido aplicados en diferentes contextos y situaciones dentro de la Modificación
de Conducta.
3- Descripción
Esta técnica recibió la denominación de “paradójica” dado que los
procedimientos se construyen para sorprender. Son contrarios a las
expectativas de los pacientes, a sus propias expectativas de lo que se espera
de ellos y, en definitiva, ocurre un cambio drástico en la forma de sentir y
afrontar el problema.
En general, las técnicas paradójicas en psicología, implican pedir al paciente
que haga o aumente la frecuencia precisamente de lo que se quiere evitar.
Los mejores resultados se dieron en personas en las que asociados al problema
que había de tratarse, presentaban ansiedad anticipatoria. Por ejemplo, a un
niño que no podía dormir (insomnio), se le pedió que preparara su habitación
para no dormir durante toda la noche. Así el niño disponía sus juguetes
preferidos para entretenerse y eliminaba la tensión que le producía el hecho de
pensar que se acercaba la noche y no podría conciliar el sueño. El resultado es
que se quedaba dormido.
Pero lo que nos interesa aquí de la técnica es su efecto sorprendente,
novedoso, no esperado.
Muchas conductas disruptivas, tanto en casa como en el colegio, tienden a
cronificarse. Los mismos hechos se repiten una y otra vez en un círculo vicioso
en el que los diferentes protagonistas ya conocen el final. Existe una especie de
“acomodación” a los hechos y circunstancias pese a que sean dolorosas para
todos. Estos episodios cíclicos pueden intentar romperse precisamente con
estrategias paradójicas, aprovechando su poder para cambiar las contingencias
habituales y esperadas.
4- Su funcionamiento
Luis era un niño de 10 años que presentaba numerosas conductas disruptivas.
Sus padres estaban especialmente preocupados por la actitud del niño que
cada vez que se enfadaba se subía a un armario. Dentro de un programa más
estructurado en el que se incorporó la economía de fichas, se le dijo al niño
que si se subía al armario debería permanecer allí un determinado tiempo, en
caso contrario perdería puntos.
Por qué funciona:
1º- Las instrucciones resultan paradójicas (no esperadas para el niño). Se le
pide que haga justo lo que él está acostumbrado a hacer para llamar la
atención y provocar el enfado de los padres. Ello supone un cambio de
contingencias en la situación.
2º- Si el niño está acostumbrado a ser desobediente, le provocamos una
situación de perplejidad, dado que ahora la desobediencia sólo se puede dar en
sentido contrario, es decir para desobedecer a sus padres debería bajar
inmediatamente del armario.
3º- Por otra parte, el hecho de subirse al armario se convierte en aversivo ya
que si efectúa la conducta ya no se le obliga a bajar (no hay enfado de los
padres) y además tiene que estar un tiempo allí si no quiere perder puntos.
En resumen, el poder de la técnica se basa en su capacidad de sorprender y
cambiar las contingencias de las situaciones, en especial, aquellas que se han
cronificado.
5- Limitaciones y precauciones en su uso
Como limitaciones hay que señalar que no se trata de una técnica estructurada
sino de un principio teórico basado en la intención de crear un cambio de
perspectiva. Por tanto, cada intervención depende mucho de la persona que lo
aplica, su creatividad, idoneidad en el momento y el tiempo preciso para que
ejerza efectos positivos.
El uso de estas técnicas es más adecuado cuando los métodos tradicionales ya
se han agotado o nos encontramos ante una situación complicada o imprevista
y tenemos que buscar un elemento novedoso para salir de la situación lo mejor
posible.
Imaginemos una clase con 25 adolescentes y un joven que se muestra muy
desafiante y se niega a abandonar el aula tras ser expulsado por el maestro. La
situación es tensa y el joven puede explotar si es obligado a salir. Por otra parte
el maestro no cuenta, en ese momento de ayudas externas. El joven sigue
afirmando que no va a salir del aula bajo ningún concepto y va a permanecer
en ella pase lo que pase. La autoridad del maestro está siendo puesta en
evidencia.
¿Cómo pueden ayudarnos aquí las estrategias paradójicas?
En esta situación, necesitamos urgentemente hacer un requiebro, lanzar una
bola de humo y cambiar el guión de las contingencias esperadas. El joven
probablemente espera entrar de lleno en el conflicto. Es su decisión frente a la
del maestro. Sin embargo, esto va a cambiar. El maestro decide aceptar la
decisión del joven de quedarse en el aula a toda costa, pero a la vez, mantiene
que éste debe seguir separado del grupo por lo que maestro y resto de alumnos
abandonan el aula y van a dar la clase a otro recinto.
Evidentemente esta actuación depende de las posibilidades del colegio y, en
todo caso, no exime al alumno agresivo de recibir posteriormente las
consecuencias correspondientes previstas por la dirección del Centro. Lo que
nos interesa es que maestro y compañeros han salvado la situación de la mejor
manera posible ante un hecho imprevisto. Pese a que se puede pensar que el
alumno desafiante puede entonces reaccionar siguiendo a los alumnos en su
salida de clase, esto ocurre raramente ya que, de entrada, el primer efecto
suele ser la perplejidad por el cambio de las contingencias habituales.
Otra de las limitaciones de las estrategias paradójicas es que a medida que las
utilizamos pueden ir perdiendo su capacidad “sorpresiva” y las situaciones se
vuelven de nuevo a ser previsibles. Por tanto, es importante la creatividad e ir
introduciendo factores novedosos en función del caso.
6- Casos prácticos
Ejemplo 1
P. es un adolescente de 14 años que asiste regularmente al colegio pero no
muestra ningún interés por aprender. Pertenece a un grupo étnico y social de
riesgo con carencias económicas. A ello se le une la pérdida por enfermedad de
la figura paterna. En la escuela se niega sistemáticamente a trabajar creando
un problema a los maestros en el aula. Con frecuencia desatiende sus
instrucciones no siguiendo las actividades correspondientes.
Como parte de la estrategia de intervención, se aconsejó a los maestros de P.
utilizar estrategias paradójicas en el aula. Se le dio permiso al joven para no
hacer nada durante toda la jornada. Quedaba exento de efectuar cualquier
actividad, sólo debía permanecer callado y quieto en su sitio. Al mismo tiempo
se le recordaba que no debía hacer nada en el caso de intentar sumarse a
cualquier actividad por su cuenta. La idea era tenerlo muerto de aburrimiento y
que fuera el niño quien tuviera la necesidad de solicitar incorporarse al trabajo
en el aula.
Ahora las contingencias habían cambiado. P. se daba cuenta que era peor
(menos reforzante) no hacer nada, que ir efectuando las actividades, a pesar de
que algunas de ellas no le gustaban. No se le imponía trabajar sino que era él
mismo quien lo decidía como mal menor.
Ejemplo 2
Rafa es un niño de 7 años que tiene algunos problemas de conducta,
especialmente, con su madre. Con frecuencia al salir del colegio y cuando lo
viene a buscar se niega a subir al coche y comienza todo un repertorio
desafiante. El niño se niega a ir a casa. La madre intenta convencerle con todo
tipo de promesas, mientras que el niño sigue ignorándola..........Diferentes
adultos que están cerca del niño intentando convencerle de que obedezca a la
madre lo que no hace sino incrementar su rebeldía al sentirse el centro de la
atención. Definitivamente el niño no obedece a razones de nadie.
En este caso, la maestra que observó la situación, lo que hizo fue dirigirse a la
madre invitándola a que no prestara atención al niño. Acto seguido ambas se
dirigieron, tranquilamente y hablando entre ellas, al coche de la madre situado
a unos 30 metros de donde estaba el niño. Subieron al mismo y cerraron las
puertas mientras seguían sin prestarle atención. El niño perplejo lo miraba
desde lejos pero no comprendía qué pasaba y por qué ya nadie le decía nada.
La siguiente instrucción de la maestra fue que pusiera en marcha el motor e
hiciera la intención de arrancar. El niño no tardó en subir al coche
voluntariamente pero con cierta desorientación acerca de lo que había ocurrido
dado que el guión cotidiano se había roto.
El hecho de que su madre y la maestra le dejaran de prestar atención ante su
mal comportamiento y se subieran al coche sin obligarle a él, creó en el niño
una descolocación total al ser elementos novedosos y que no obedecían a la
secuencia habitual.
Evidentemente no se trata de hacer cada día un número.
Muchos pueden pensar que al niño se le puede sorprender sólo una vez. No
obstante, este tipo de recursos, ante situaciones puntuales, creados con
imaginación, y formando parte de un tratamiento más estructurado, pueden
contribuir a su éxito ya que ayudan a romper los círculos viciosos.