teatro - revista de la universidad de méxico · co~~ciert.a el desenfado y el g"uillo...

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UNIVERSIDAD DE MEXICO 25 Or[Jano de San Martín Te.t·/lIelur<m. de concier,tos de la capital La misma asociación organizó el concierto de la soprano Br- nestina Perea que causó m<tg- nífica impresión 110 sólo entre los críticos y el público en general, sino entre los músi- cos más serios. Elh'lBA realizó su segun- da serie de conciertos de' mú- sica de cámara en sus variadas formas, con menor interés que el1 su primera serie, debido sin duda al menor número' de obras de autores contemporá- neos presentadas y que tan bien caracterizó esas audicio- nes. Se distinguió, sin embar- go, Cristina Trevi, cDn una escena del primer acto de "The Reke's Progress" de Stravins- ky, el Cuartt'to Bredo con "Rispetti e St·rambotti" de Malipiero, y María Bonilla al ca:ritar con emoción y devoción algunos lieder de Borris y Schrecker. Las cuatro cancio- nes: de Adolfo Salazar con flauta y piano fueron además una agradable sorpresa. El CONSERVATORIO NACIO- NAL ·DE MÚSICA Y la ESCUELA NACIONAL DE MÚSICA cele- bran con di ferentes actos el aniversario de su fundación. El .primero ochenta y ocho años y .la segunda veinticinco. El 30 de julio se exhibió en el Auditorio dd Conservatorio la película "Redes" can música de Silvestre Revut'ltas; que fué por poco tiempo director de esa escuela, y a quien como. compositor no se ha hecho ver- dadera justicia. El doctor Je- sús C. Romero, uno de los maestros más estimados del Conservatorio, hizo la historia del plantel en brillante con fe- rencia. Los alumnos más dis- tinguidos participaron en estos conciertos así como el coro de Madrigalistas que dirige Luis Sandio Por su parte la Escuela Nacional de Música hizo otro tanto por medio de sus alum- nos, 1:1 Sociedad Cor:¡] Uniwr- sitaria y la Sociedad Fic' de Graduados. El lict'nciado Mariano Tb- 1l1irez Vázquez, al dejar la dirección del Instituto ¡acio- nal de la T uventud Mexicana, cuenta su haber con la organiza'ción de una veintena de conciertos. El último de ellos fué el del compositor Sal- vador lVloreno que acompañó al piano a las cantantes Ma- ría Bonilla y Aurora vVoodrow en un recital cuyo programa . estuvo formado con las canciones suyas publi- cadas recientemente por la Universidafl: Entre los conciertos últi- mos queremos distinguir aun- que solo sea mencionándolos, el patrocinado por la Asocia- ción Nacional de Clubes de Ll'ones con el Requiem de Verdi yen el que participa- ron la Orquesta Sinfónica Na- cioml, los Niños Cantores de Mor:,lia y distinguidos solistas, bajo la dirección del no menos distinguido maestro Romano Picutti. También nombraremos :1quí a Gustavo López, exce- lente guitarrista aplaudido con entusiasmo en la Sala "Pon- ce" en su reci tal del 5 de agosto. Para conmemorar el ,:ex;}- gésimo aniversario de la muer- tI' del músico semi-popular mexicano más ihspirado del pasado siglo, J uventino Ro- sas, el Departamento de Ex- tensión Universitaria y la Di- rección de Difusión Cultural de la UNAM, organizaron en el Anfiteatro Bolívar un senci- llo homenaje. Luis Noyola Vázquez leyé un curioso poema de J ean Cocteau y otro de Lugones inspi radas en el fa- moso vals "Sobre las Olas" y el pianista Armando Montiel y un conjunto instrumental algunas de las SIClones poco conocidas del modestísima arti sta. . "tenemos una cita. (011tigo en el infierno" ... Por J. S. GREGaRIO EL Tal es la pequeña lección de moral, la moraleja. Albert Husson se hizo fa- moso con La coci1Ía. de los á?'¡geles, pieza de la cual se dIce que renueva el llamado teatro de Boulevard y por cu- yos derechos de adaptación cinematográfica le fueran pa- gados por Hollywood seis mi- llones, cantidad que segura- mente le hará olvidarse de su oficio de comerciante. (Husson principió su carrera teatral después de los treinta años) . Los.excluídos del ciclo (Les pavés du ciel) , comedia en cuatro actos presentada por el Teatro Arena, siendo tan divertida como f.o. cocina. dr los ángeles, va mucho más allá de h pieza boulevardihe. el desenfado y el g"UIllO pIcaresco de la aventu- ra frívola y el trasfondo serio, la, realidad y la fantasía. Qui- zas f.uera c1e-)llasiaelo simple reclucl l' f.os e:r:cluídos a un mero alegato en favor elel nla- trimonio, esa "expedición lar- ga y peligrosa", según dice ]-1 tmi· en la comedia. Sin em- bargo, eso es, aun' cuando al principio sospechelnos que se trata de una obra policíaca \' <!espltés. ante la aparición "viejo" (una especie de ('mi- sario divino), se pueda ind u - gham se dirige a la gente de teatro: no os precipitéis en 'mdonar a vuestro cónyuge siguiendo el embrujo de amo- ríos fáciles: Las tablas, y una buena dosis de amor conyugal medio oculto por Talía,. os Ufien más de lo que pensábais. TEATRO del' el sentido de las cosas, tie- ne problemas sentimentales y desavenencias con su esposo, también actor (Julio Taboa- da). Pero acaba por resolver- se todo, ya que la señora Lam- bert posee aptitudes histrióni- cas y también amatorias. Mau- N os toca reseñar tres obras gratas, sólo una " que no lo es y, por último (110, no diré aquello de last but not least) J el M acbeth de Shakespeare. El balance es favorable. Twtro de Somerset Mau- gham, Los excluídos del cirio y Trece a la 1·nesa; ele Husson y Sauvajon, respectivamente, pueden alinearsoe dentro del teatro que es "escuela de cos- tumbres". Son piezas que sin muchas pretensiones y propo- niéndose en apariencia sólo divertir, ofrecen en realidad, unas, determinada lección mo- ral, otras, la requisitoria so- ¿ial, no profunda ni punzante y si amable y benigna, pero requisitoria al fin. La comedia de Mangham había sido presentada al- gunos años, en la Sala Latino- americana, por la misma Blan- ca de Castejón, que hoy la ha montado muy profesionalmen- te, llevando como director a' Earl Sennet, conocido por su labor con los Players lnc. Maugham se In 'servido ele un viejo asunto para brindar- le lucimiento a una primera actriz y hacer reir con frases ingeniosas impregnadas del fa- moso scnse of hU1110ur. Julia Lambert (Blanca de Castejón) hace teatro en la escena y en la vida real, pierde y hace per-

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Page 1: TEATRO - Revista de la Universidad de México · Co~~ciert.a el desenfado y el g"UIllO pIcaresco de la aventu ra frívola y el trasfondo serio, la, realidad y la fantasía. Qui zas

UNIVERSIDAD DE MEXICO 25

Or[Jano de San Martín Te.t·/lIelur<m.

de concier,tos de la capitalLa misma asociación organizóel concierto de la soprano Br­nestina Perea que causó m<tg­nífica impresión 110 sólo entrelos críticos y el público engeneral, sino entre los músi­cos más serios.

• Elh'lBA realizó su segun­da serie de conciertos de' mú­sica de cámara en sus variadasformas, con menor interés queel1 su primera serie, debido sinduda al menor número' deobras de autores contemporá­neos presentadas y que tanbien caracterizó esas audicio­nes. Se distinguió, sin embar­go, Cristina Trevi, cDn unaescena del primer acto de "TheReke's Progress" de Stravins­ky, el Cuartt'to Bredo con"Rispetti e St·rambotti" deMalipiero, y María Bonilla alca:ritar con emoción y devociónalgunos lieder de Borris ySchrecker. Las cuatro cancio­nes: de Adolfo Salazar conflauta y piano fueron ademásuna agradable sorpresa.

• El CONSERVATORIO NACIO­NAL ·DE MÚSICA Y la ESCUELANACIONAL DE MÚSICA cele­bran con di ferentes actos elaniversario de su fundación.El .primero ochenta y ochoaños y .la segunda veinticinco.

El 30 de julio se exhibió en elAuditorio dd Conservatorio lapelícula "Redes" can músicade Silvestre Revut'ltas; quefué por poco tiempo directorde esa escuela, y a quien como.compositor no se ha hecho ver­dadera justicia. El doctor J e­sús C. Romero, uno de losmaestros más estimados delConservatorio, hizo la historiadel plantel en brillante con fe­rencia. Los alumnos más dis­tinguidos participaron en estosconciertos así como el coro deMadrigalistas que dirige LuisSandio Por su parte la EscuelaNacional de Música hizo otrotanto por medio de sus alum-

nos, 1:1 Sociedad Cor:¡] Uniwr­sitaria y la Sociedad Fic' deGraduados.• El lict'nciado Mariano Tb­1l1irez Vázquez, al dejar ladirección del Instituto ¡acio­nal de la Tuventud Mexicana,cuenta e~ su haber con laorganiza'ción de una veintenade conciertos. El último deellos fué el del compositor Sal­vador lVloreno que acompañóal piano a las cantantes Ma­ría Bonilla y Aurora vVoodrowen un recital cuyo programa

. estuvo formado íntegrament·~

con las canciones suyas publ i­cadas recientemente por laUniversidafl:

• Entre los conciertos últi­mos queremos distinguir aun­que solo sea mencionándolos,el patrocinado por la Asocia­ción Nacional de Clubes deLl'ones con el Requiemde Verdi yen el que participa­ron la Orquesta Sinfónica Na­cioml, los Niños Cantores deMor:,lia y distinguidos solistas,bajo la dirección del no menosdistinguido maestro RomanoPicutti. También nombraremos:1quí a Gustavo López, exce­lente guitarrista aplaudido conentusiasmo en la Sala "Pon­ce" en su reci tal del 5 deagosto.

• Para conmemorar el ,:ex;}­gésimo aniversario de la muer­tI' del músico semi-popularmexicano más ihspirado delpasado siglo, J uventino Ro­sas, el Departamento de Ex­tensión Universitaria y la Di­rección de Difusión Culturalde la UNAM, organizaron enel Anfiteatro Bolívar un senci­llo homenaje. Luis NoyolaVázquez leyé un curioso poemade J ean Cocteau y otro deLugones inspi radas en el fa­moso vals "Sobre las Olas" yel pianista Armando Montiely un conjunto instrumentalt~c~ron algunas de las compo~SIClones poco conocidas delmodestí sima a rti sta.

. "tenemos una cita. (011tigo en el infierno" ...

Por J. S. GREGaRIO

EL Tal es la pequeña lección demoral, la moraleja.

• Albert Husson se hizo fa­moso con La coci1Ía. de losá?'¡geles, pieza de la cual sedIce que renueva el llamadoteatro de Boulevard y por cu­yos derechos de adaptacióncinematográfica le fueran pa­gados por Hollywood seis mi­llones, cantidad que segura­mente le hará olvidarse desu oficio de comerciante.(Husson principió su carrerateatral después de los treintaaños) .

Los.excluídos del ciclo (Lespavés du ciel) , comedia encuatro actos presentada porel Teatro Arena, siendo tandivertida como f.o. cocina. drlos ángeles, va mucho másallá de h pieza boulevardihe.Co~~ciert.a el desenfado y elg"UIllO pIcaresco de la aventu­ra frívola y el trasfondo serio,la, realidad y la fantasía. Qui­zas f.uera c1e-)llasiaelo simplereclucl l' f.os e:r:cluídos a unmero alegato en favor elel nla­trimonio, esa "expedición lar­ga y peligrosa", según dice]-1 tmi· en la comedia. Sin em­bargo, eso es, aun' cuando alprincipio sospechelnos que setrata de una obra policíaca \'<!espltés. ante la aparición d~1

"viejo" (una especie de ('mi­sario divino), se pueda indu-

gham se dirige a la gente deteatro: no os precipitéis en

'mdonar a vuestro cónyugesiguiendo el embrujo de amo­ríos fáciles: Las tablas, y unabuena dosis de amor conyugalmedio oculto por Talía,. osUfien más de lo que pensábais.

TEATROdel' el sentido de las cosas, tie­ne problemas sentimentales ydesavenencias con su esposo,también actor (Julio Taboa­da). Pero acaba por resolver­se todo, ya que la señora Lam­bert posee aptitudes histrióni­cas y también amatorias. Mau-

Nos toca reseñar tres

~ obras gratas, sólo una" que no lo es y, por

último (110, no diréaquello de last but not least) J

el M acbeth de Shakespeare.El balance es favorable.

Twtro de Somerset Mau­gham, Los excluídos del cirioy Trece a la 1·nesa; ele Hussony Sauvajon, respectivamente,pueden alinearsoe dentro delteatro que es "escuela de cos­tumbres". Son piezas que sinmuchas pretensiones y propo­niéndose en apariencia sólodivertir, ofrecen en realidad,unas, determinada lección mo­ral, otras, la requisitoria so­¿ial, no profunda ni punzantey si amable y benigna, perorequisitoria al fin.

• La comedia de Manghamhabía sido presentada hac~ al­gunos años, en la Sala Latino­americana, por la misma Blan­ca de Castejón, que hoy la hamontado muy profesionalmen­te, llevando como director a'Earl Sennet, conocido por sulabor con los Players lnc.

Maugham se In 'servido eleun viejo asunto para brindar­le lucimiento a una primeraactriz y hacer reir con frasesingeniosas impregnadas del fa­moso scnse of hU1110ur. JuliaLambert (Blanca de Castejón)hace teatro en la escena y enla vida real, pierde y hace per-

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cir el pensamiento ala metafí­sica. Y está bien que Husson,rebosando ingenio y esprit,s;:dga por los fueros del matri­monio, institución que, sacro­S:lnta o no, necesita mucho dela buena voluntad de los li­teratos. Así, después de reircon la comedia, sale uno con­vencido de que, a pesar de to­do estos Hexluidos del cielo"q~e son los cónyuges -cual­quier pareja de marido y mu­jer- no pueden vivir sinojuntos. . ',

El director de cme J ubanSoler asistido por Ignacio Re­tes, h~ logrado representac~o­nes verdaderamente profesIO­nales. Los actores muy ento­nados, principalmente Enriqu?Rambal. Esta obra se estrenuen París, el año pasado,. conJean-Pierre Aumont y M.lche­line Presle como protag01l1stas.Dado el montaje del TeatroArena y la limpieza de latraducción podemos pensarque, por lo menos, se iguala­ron las represen taciones me­xicanas con las francesas.

• Otro comediógrafo galo,medio boulevardiere, ya demucho éxito entre nosotros, esMarc Gilbert Sauvajon. Gra­cias al concurso de 1Ina gentildamita de nuestra, 11l,ejor so­ciedad, Sauvajon y, claro, Sal­vador Novo, han podido atraerU1~ público selecto y abundanteal Teatro de la Capilla. "¡ Ay,qué bien está Marilú !", oímosdecir con arrobo. "i Qué natu­rall" La crítica, la honorablecrítica proclama: H¡ la sin parMarilú Elízaga !" Ella, con en­cantadora modestia, insiste,nada más, en que no cobra uncentavo. Nosotros, desde estaspáginas, nos unimos al corod ~ sus admi radares sabiendoque nunca caerá en la tenta­ción de actuar profesional­mente.

Pues bien, Sauvajon, ade­más de hacernos pasar unbuen rato, se burla, un poquitode las damas de sociedad, pre­cisamente; ele los episodiosfolletinescos en que un aven­turero a pesar suyo y una ar­diente mujer viven el más cruel(Ir. los romances, etc., etc. Enconsecuencia, triun fa rotundod," Sauvajon, Marilú y Novo.(Lo malo es que no poclamossalir de estas cosas ... )

• La sed, de Henry Berns­tein y Pedro López Lagar,tal para cual; una obra vulga­chera para un actor vulgache­ro, y ambos mañosos, por aña­didura (con malas mañas, na­turalmente). El pintor Pedro,S'I amigo Claudia, médico yMagdalena, la mujer disputa­rla, el melodramático triángu­lo, forman el eje de La sed.La explotación del tema eró-

tico y los deshabillés de la pro­tagonista Sylvia Pinal) moti­van el éxito de la pieza. Elseñor Bernstein ignora lo que~s la finura psicológica, nomenos que don Pedro LópezLagar. Algunas situacionespodrán estar manejadas conhabilidad, pero si bien se exa­minan resultan artificiosas, enel peor sentido de la palabra.El "conflicto" y la Hsolución"están planeados dentro de lamás estricta medianía. Peroclaro que la sociedad Berns-'tein-López Lagar conoceráuna vida prolongada en el feoTeatro 5 de diciembre.

• i Shakespeare en BellasArtes! Confieso haber senti­do un ligero estremecimientode horror. Es que vino el re­cuerdo de ottas representacio­nes de Shakespeare en el sa­grado recinto: Romeo y. fulie­ta, El Sllei'íO de una noche deverano, Twelfth-Night. Y, porsi fuera poco, recordamos tam­bién un H amlet con l'ernandoMendoza.

Y fuimos al Macbetl!, pa·· n­

fraseado por León. Felipe _protagonizado por Ignacio Ló­pez Tarso, los únicos que po­dían salvar a Shakespeare de laignominia, en esta triste oca­sión. Pero no, el di rector pesaden1asiado en 'esto del triuil fao del fracaso. Y 10 que vimosestá más cerca de lo últimoque de lo primero.

Sin embargo. hay cosas bue­nas: el trabajo de León Felipees digno de encomio. N o setrata de una paráfrasis recrea­tiva como en la deliciosa ver­sión de Twclfth-iVight. (No escordero, que es cordera), sino,más bien, de una adaptacióno refundición. Omite persona­jes y parlamentos, acorta esce­nas, pero conservando siem~

pre el vuelo lírico. La esceno­grafía es propia y hermosa;sin distraer demasiado propor­ciona el marco requerido -noexcesivamente realísta- para

la obra. Sólo objetariamos elexagerado aparato de la 1rall1()­ya escénica: telones que subeny bajan, ruidos y Inús ruidosde los escenarios giratorios;como consecuencia: rnpturaabsoluta dd rihl10 que el di­rector hubiese podido impri­mir a la reprcsentación, Ahoraque el director (Celestino Go­roztiza) no le imprimió nin­gún ritmo '.1 este pobrecitoMacbetli, de manera qne lostramoyistas pudieron hacer li­bremente de las suyas. DonCelestino no parece sospecharsiquiera que Shakespeare enlas candilejas deberá sonar co­mo esa música de las esferasque junto con Pitágoras sóloescuchan los elegidos. La poe­sía de las palabras -quehacerarmonioso y fugaz-, el con­trapunto de las acciones yomisiones, la ráfaga del lossilencios, el poderío exultantetI.: un ademán ¡ ah, lo que sepuede hacer con Shakespearey lo que hizo don Celestino!En relación con las luces, tam­poco acertaron. Ignoran el sig­nificado de un fiat luz, 110 sa­ben que la claridad y la som­bra, los colores y la oscuridadquedan convertidos, por la ma­gia teatral, en instrumentosde la emoción estética. La in­movilidad de las luces delató,

. inclUso, tórpeza:' La'íl0che-las sonambúlicas noches delJlIacbetli-- y el día, los ama­m'ceres -los irreales amane­ceres del Macbeth- todo sepercibe -o se deja de perci­bir- bajo la misma luz grise inoportuna. Ni por un moc

. mento se les ocurrió encuadrarcon luces convenientes ciertosepisodios. Por ejemplo, el dela aluci~ación del puñal qu~danza como v¡bora en el air~.

La actuación en su conjun L

to acusó la falta de un entre­namiento y una guía especia­les. López Tarso salió del pa­so con dignidad graéias a suexperiencia en el Teatro Es­pañol de México y a su ma-

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dera de gran actor. Pero losmatices, el abismo de las pau­sas, el drama del gesto y delcuerpo entero, la conmociónd~ un persol)aje que mana san­gre por todos los poros, en fin,la' vivencia de Macbs-th y sucncarnación escénica sólo selogran mediante un asedio to­lal de cuerpo y alma. La ju­v('ntud de López Tarso y lainexistencia del director fueronobstáculos infranqueables. Elporvenir que se merece LópezTarso puede peligrar si no locuida un buen director.

Lo mismo cabría decir enrelación con Amado Zumaya,cuyo Rey Duncan estuvo muypor debajo de sus actuaciones('11 La. rebelión de los colgadosy en otras obras: Y es que deTraven a Shakespeare hay al­guna di ferencia. En cuanto aIsabela Corona S\e dedicó asonreir beatíficamente en casitoda la representación; suspartes las decía como si estu­viera declamando "Hombresnecios que acusáis a la mujersin razón". Se le esperaba ar­ti ficiosa y sobreactuada y re­sultó discreta y mansa; algo esalgo, hay que decirlo. En fin,que sólo las brujas, algunosp'arlamentos de López Tarsoy la lamentación de Mac Duffal recibir la noticia del asesi­nato de su familia lograronconmovernos,.

También lo que llamaríamosla tendencia operática dañó laobra; aSÍ, en la escena de! ban­quete todos están muy calladi­tos, muy quietecitos, son me­ras comparsas inanimadas, ri­dículos títeres sin movimiento.Por último, no. hubo tragedia,simple y sencillamente. ¿Dón­dl~ quedó la atmósfera aluci­nante y primitiva, dónde elfinal catártico de ,Shakespea­re? Aquélla 110 fué sospecha­da y éste sustituido por un fi­nal en punta, anticatártico yantisheikspiriano. ¿ Podemosentonces concederle a don Ce­lestino que este Macbeth "pue­d.~ colocarse entre los mejoresql1e se hayan hecho en el mun­do", según él afirma? Pobremundo, si así fuera. Que lafuerza de la tragedia lleguea imponerse en la segunda par­te no implíca que tengamosque pasar por alto el desastrede la primera parte o la acu­mulación de defectos atribui­bIes a la dirección. Para re­dondear la cosa hasta los pre­ámbulos musicales -a veces,los mismos fondos- estuvieronmal escogidos. En efecto, ¿quéandaban haciendo por ahí Ra­ve! y otro compositor moder­no? Sin embargo, dicen queechando a perder se apren­de ...