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AGRICULTURA URBANAUSO DE LA TECNOLOGIA

Baldíos, barrancas y azoteas y patios de casas, escuelas e incluso prisiones están vistiéndose de verde. La agricultura urbana, que es orgánica, y en muchos casos con el concepto del policultivo, es una realidad en la Ciudad de México. Tan sólo el programa del gobierno del Distrito Federal que fomenta esta actividad y capacita a los interesados registra 82 proyectos creados en 2007-09 y, considerando el interés de la población, prevé más que duplicar esta cifra con “huertos” que nacerán en 2010 o inicios de 2011. Ello, sin considerar los esfuerzos que asociaciones civiles y promotores privados realizan y que están multiplicando rápidamente estos proyectos. La tendencia es global. Según la organización Sembradores Urbanos, la agricultura urbana y periurbana proporciona comida a cerca de 700 millones de residentes en las ciudades, un cuarto de la población citadina mundial, y ello deberá reforzarse considerando que el crecimiento demográfico en el planeta de aquí al 2030 se concentrará en las ciudades de los países en desarrollo.

Un predio ubicado entre las delegaciones Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco es una muestra ejemplar. El lugar fue una fábrica de tabiques y también sirvió de basurero. Desde hace casi cinco años poco más de 20 personas integrantes de la Unión Cananea (de origen, solicitantes de vivienda) decidieron limpiar el lugar y establecer una infraestructura mínima para la producción de hortalizas y plantas medicinales y aromáticas. Lo hicieron con la asesoría y apoyo económico de la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades (Sederec) del gobierno del DF, pero sobre todo con el interés de acercarse a lo rural, pues varios de los principales impulsores provienen del campo y lo añoran.

Lo que vemos aquí son 36 platabandas (una especie de grandes jardineras) de 16 metros de largo por 1.25 de ancho, un sistema sencillo de riego por aspersión, dos cisternas de 13 mil litros de capacidad y una olla de captación de agua de lluvia con espacio para 80 mil litros. Asimismo. Un espacio para cría de conejos y producción de composta (con las excretas y orines de estos animales) y lombricomposta, y otras instalaciones que buscan completar un sistema holístico: un temascal que pronto funcionará, dos baños secos ahorradores de agua y algunos adobes para construir un centro agroecológico para capacitación. “Tengo 32 años en el DF; vivo aquí por necesidad, no me gusta la ciudad. Me crie

en una provincia de Guerrero. Yo le entré al proyecto porque me gusta mucho la agricultura”, dice Rosa Elena Pablo, una mujer que ronda los 50 años de edad y que es parte del grupo. “Traía yo a mi marido y andábamos limpiando, aquí había basura, hasta perros muertos. Los vecinos decían ‘¿qué estás loca?’. Pero cuando vieron que empezamos a cosechar y que se dieron tan bonitas las hortalizas, con muchísima

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calidad, orgánicas, con excelente sabor, se sorprendieron”.

Todo el año hay producción en estas platabandas y – dice Enrique Miguel Pazos—“tenemos la meta siempre de rebasar los 20 kilos por metro cuadrado anual en promedio considerando todos los cultivos y los periodos de descanso de la tierra, y sí lo logramos”. La producción consiste en calabacita, pepinos, zanahoria, betabel, rábano, tomate, ejotes, brócoli, cebollita cambray, chícharo, col, coliflor, acelgas, lechugas, fresas y rabanitos y una gran cantidad de hierbas medicinales y aromáticas (sembradas en las orillas para ahuyentar a los insectos), como lavanda, té limón, romero, cilantro albahaca, muicle, ajenjo, árnica, sábila, menta, hierbabuena, epazote, vapo-rub e incluso toloache.Los participantes del proyecto son comerciantes y usan sus tiempos libres para trabajar en “la tabiquera” –como le llaman al predio–. Se organizan en comisiones (como la de fertilidad del suelo y composta, o la de riego, o la de ventas).

Las cosechas –comenta Aurelio Monjaraz, de origen campesino oaxaqueño– sirven en 75 por ciento para el autoconsumo y el resto se vende en bolsas de a kilo a un precio uniforme de diez pesos. El dinero que reciben sirve para comprar insumos como las semillas y los remedios caseros para el control de plagas (ajo, jabón neutro y otros). Él resalta el interés ecológico. “Nuestro trabajo apoya a que el subsuelo se

humedezca. Esta zona es de muchas grietas, pues se ha extraído mucho agua del manto freático.

Enrique habla de la la bondad del policultivo. El tener multiplicidad de cultivos “nos favorece porque si no podemos controlar las plagas, éstas acaban con un pedacito, no acaban con todo”.

El programa de Agricultura Urbana de la SEDEREC brinda, además de apoyo económico para el equipamiento de los proyectos, una asesoría continua de parte de técnicos adscritos a esta dependencia, y es algo que valora la gente. “Yo fui campesino en mi tierra, en la sierra norte de Oaxaca. Allí se siembra maíz, calabaza, se producía milpa, pero allí es un control natural. No hay mucha plaga. Aquí es diferente, pero los técnicos nos dan el conocimiento de cómo se tratan los

insectos, cómo se curan las plantas, aprendemos a saber qué PH tiene la tierra, qué es lo que contiene, y he aprendido a producir hortalizas que no sabía cultivar, como el rábano y la zanahoria”, dice Enrique.

Este proyecto ha venido a solucionar una problemática en la colonia, así como motivar a los vecinos a participar en este tipo de proyectos que actualmente se llevan a cabo en la delegación Tláhuac-Iztapalapa.

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