tacto y objetividad · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución...

135

Upload: others

Post on 08-Jul-2020

7 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso
Page 2: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

TACTO Y OBJETIVIDAD

EL PROBLEMA EN LA PSICOLOGÍA DE CONDILLAC ISMAEL MARTÍNEZ LIÉBANA

ONCE Diseño de la portada: RR.PP. y Comunicación de la O.N.C.E. Ilustración de la portada: Gary Priester, Mary Carter. U.S.A. Corel Draw. Art Show 4. Coordinación de la edición: Sección de Cultura de la O.N.C.E. © Ismael Martínez Liébana. © O.N.C.E. Organización Nacional de Ciegos Españoles. Departamento de Servicios Sociales para Afiliados. Sección de Educación. I.S.B.N.: 84-484-0075-5 Depósito legal: M-26254-1.996 Impreso en España por: Inmagrag, S.L.

Page 3: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Agradecimiento Mi más cordial agradecimiento a todos los que mi ceguera ha involucrado en este trabajo y que han sabido, día tras día, ayudarme prestándome sus ojos...

Dedicatoria A Ella

Page 4: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

INDICE NOTA PRELIMINAR Prólogo Introducción General: Condillac, su vida y su obra Capítulo I: Planteamiento y origen del problema 1. Planteamiento del problema a) El idealismo de Condillac b) La evidencia de la objetividad 2. Origen del problema a) Diderot y la Lettre sur les aveugles b) D'Alembert y el Discours Préliminaire Capítulo II: Los sentidos subjetivos 1. La hipótesis de la estatua a) Significado de la hipótesis b) Los antecedentes c) Valor y carácter de la hipótesis 2. La inmanencia sensorial a) El olfato b) El oído c) El gusto Capítulo III: La subjetividad del sentido de la vista 1. Berkeley y la nueva teoría de la visión 2. Condillac y la teoría realista del Essai 3. La teoría empirista en el Traité des sensations Capítulo IV: Tacto revelador y descubrimiento del cuerpo propio Introducción 1. Los antecedentes racionalistas 2. El análisis condillaciano

Page 5: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Capítulo V: Tacto revelador y descubrimiento de los cuerpos ajenos 1. Tacto y movimiento 2. Sensación y extensión 3. Valor y alcance del conocimiento sensible Observaciones finales Capítulo VI: El tacto educador Introducción 1. La cooperación sensorial 2. Educación de olfato, oído y gusto 3. La educación del sentido de la vista a) La exteriorización de las sensaciones visuales b) La percepción visual de las cualidades espaciales Observaciones finales Epílogo Bibliografía Volver al Índice

Page 6: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

NOTA PRELIMINAR Tanto por imperativo legal como por cordial vocación, la Organización Nacional de Ciegos Españoles (O.N.C.E.) se ha caracterizado desde siempre, desde su fundación misma, por volcar todo su esfuerzo y anhelo en la lucha permanente por la resolución de la problemática específica que plantea la ceguera y la deficiencia visual grave. Servicios sociales de toda índole (educativos, culturales, de rehabilitación, de empleo, etc.) se han ido paulatinamente creando y potenciando, a medida que se han ido presentando las diferentes necesidades específicas de las personas ciegas y deficientes visuales. Asimismo, la investigación científica en materia tiflológica ha sido, principalmente en los últimos años, tarea relevante y significativa de la Institución. Proyectos de investigación de toda índole (pedagógica, psicológica, sociológica, oftalmológica, etc.) se han ido desarrollando, bien por iniciativa propia, bien en colaboración con otras instituciones sociales y científicas del país. En este sentido, el trabajo que ahora presentamos es buena prueba de ese empeño nuestro por contribuir al esclarecimiento y elucidación de interrogantes y enigmas relacionados de una u otra manera con la problemática específica de las personas privadas de visión. Sin duda, el tema aquí abordado y desarrollado, con una profundidad y un rigor dignos de todo encomio, es del máximo interés para todo aquél que pretenda hacerse cabal idea del modo en que el sentido del tacto (principal órgano sensorial, junto con el oído, de las personas ciegas) aporta al sujeto la noción de objetividad y de mundo externo. El minucioso análisis que el autor lleva a cabo en este libro del proceso de descubrimiento y constitución de lo otro, de lo corpóreo (del cuerpo propio y de los ajenos) es digno del investigador más concienzudo, metódico y riguroso. La atención al detalle, la preocupación por el dato, juntamente con una pretensión manifiestamente globalizadora y sistemática, son rasgos sustantivos característicos del estilo y el método de la investigación aquí desarrollada. Los resultados de ésta constituyen, sin duda, una aportación sumamente valiosa a la psicología de la percepción táctil y, por ende, también a la pedagogía relativa al proceso de enseñanza / aprendizaje de personas ciegas y deficientes visuales graves. Por todo ello, estamos plenamente convencidos de que el trabajo de Ismael Martínez Liébana recibirá la mejor acogida por parte de los profesionales de la educación de nuestra entidad, así como por los expertos de otras instituciones y por los estudiosos en general. J. Ignacio Escanero Martínez. Jefe de la Sección de Educación de la O.N.C.E. y Miembro del Consejo Escolar del Estado. Volver al Índice / Inicio de la Nota Preliminar

Page 7: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

PROLOGO A menudo, la reflexión intelectual sobre un tema, la gestación y maduración de unas ideas, hállanse motivadas e impulsadas desde fuera, por incitaciones y sugerencias de lecturas, enseñanzas de maestros y profesores o conversaciones con amigos. Esto es, precisamente, lo que en nuestro caso ha sucedido. El origen de nuestro interés por el tema que aquí desarrollamos se remonta a nuestra época de estudiantes de Licenciatura en la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. La semilla germinal que ha fructificado ahora en esta modesta aportación que hacemos a la comunidad intelectual (filosófica y tiflopedagógica), fue sembrada en nosotros, en las aulas de esa Facultad, por la Doctora Carmen Mataix, quien nos sugirió inicialmente el tema central de este trabajo. Ella nos invitó a investigar, desde nuestra peculiar perspectiva sensorial, sobre la diferente aportación de los sentidos de la vista y del tacto en la percepción de las cualidades espaciales. A ella debemos, pues, nuestras primeras reflexiones acerca del desigual valor de las distintas sensaciones en el proceso de captación y constitución cognoscitiva del mundo externo, asunto que, desde entonces, se convirtió en objeto preferente de nuestro interés y preocupación intelectual. Desde siempre, el problema del conocimiento del mundo externo ha llamado poderosamente nuestra atención. Explicar cómo el cognoscente descubre y se relaciona con un fuera de sí ajeno y material, ha sido por nuestra parte objeto permanente de meditación, al tiempo que tema habitual de discusión y debate entre amigos y compañeros. En especial, el tratamiento metódico y sistemático que de este problema llevó a cabo la filosofía de la Modernidad, atrajo desde un principio nuestra atención y nuestro interés. La aportación al respecto hecha por Descartes en las Meditations, por Locke en su Essay y por Berkeley en el Treatise, constituyó el impulso inicial que nos movió a interesarnos entusiásticamente por esta temática. De hecho, por razones claras que en seguida expondremos, el tratamiento que del problema aquí hacemos, llévase a cabo en diálogo permanente con las doctrinas gnoseológicas de tales autores. Esta preocupación inicial fue poco a poco matizándose, hasta concretarse en una perspectiva y en un desarrollo específicos. La tematización que del mismo llevó a cabo Condillac, principalmente en el Traité des sensations, centró definitivamente nuestro interés general. La originalidad de su aportación, la claridad de su planteamiento y la fuerza convincente de su resolución, son características que nos indujeron vivamente a reflexionar y a investigar sobre el particular. La concepción condillaciana respecto del conocimiento del mundo externo, la explicación que Condillac da del acceso cognoscitivo del sujeto al objeto, constituye, pues, propiamente el tema principal que abordamos y desarrollamos en este trabajo. No obstante, y puesto que el análisis que Condillac lleva a cabo del proceso de captación y constitución del mundo no podría ser entendido cabalmente sin una precisa y exhaustiva apelación a su teoría general del conocimiento, nos referimos también pormenorizadamente a uno de los pilares fundamentales de la misma, a saber: a su teoría de la sensación transformada. Sin una adecuada comprensión de ésta, difícilmente

Page 8: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

podríamos entender el alcance e índole propios de su aportación peculiar a la resolución del problema que nos ocupa. El enfoque que del tema se hace es histórico y sistemático. Histórico, por ser Condillac un filósofo plenamente inserto en una corriente de pensamiento que desde Descartes llega a Kant. El idealismo, considerado en su máxima generalidad, es, en efecto, la línea filosófica representativa de la Modernidad, en la que Condillac se inspira y de la que participa en un alto grado. De ahí que sus precursores inmediatos en la tematización del conocimiento de lo externo (Descartes, Locke y Berkeley), hayan de ser, siquiera sucintamente, examinados y valorados en nuestro trabajo. Por otra parte, nuestra investigación pretende dar cuenta igualmente del carácter sistemático de la aportación condillaciana. Mostrar cómo ésta se presenta según un complejo engranaje de elementos diversos, estrechamente relacionados entre sí, es, pues, también aquí nuestro objetivo. La metodología de trabajo que hemos seguido se caracteriza esencialmente por el atenimiento estricto a las fuentes bibliográficas de los autores estudiados. Entendemos que un trabajo de investigación de esta índole ha de girar fundamentalmente sobre el eje central de la textualidad original, acentuando la reflexión y valoración personales, y relegando así a un segundo plano la interpretación y evaluación crítica ajenas. De ahí, las referencias constantes a las obras de Condillac y el minucioso análisis de los textos más destacados de las mismas. La elección de nuestro tema se fundamenta en tres tipos de razones diferentes. En primer lugar, razones de índole histórica. En efecto, la influencia del sensismo de Condillac en el pensamiento español fue, en otro tiempo, sobresaliente; durante las dos últimas décadas del siglo XVIII y la primera mitad del XIX, numerosos pensadores españoles se sintieron vivamente atraídos por los métodos y las doctrinas del filósofo francés. Hay que tener en cuenta, como dato sumamente revelador de esta influencia, que la primera traducción al español de La Logique, de Bernardo María de Calzada, fue realizada ya en 1784, esto es, cuatro años después de la muerte de Condillac y sólo cinco desde la redacción del texto original. Por ello, entendemos que un estudio monográfico en español sobre uno de los aspectos más destacados del pensamiento condillaciano puede también representar un modesto homenaje a esos antepasados nuestros, seguidores del sensismo de nuestro autor. Por otra parte, hemos de tener en cuenta que Condillac es un clásico de la filosofía y de la psicología, un filósofo característico y prototípico del Siglo de la Luces, que dejó una impronta indeleble en la historia del pensamiento filosófico y psicológico. En este sentido, y puesto que la bibliografía original en español sobre este autor es sumamente escasa, creemos que un estudio en profundidad sobre el mismo puede contribuir, siquiera sea mínimamente, a un mayor conocimiento y comprensión de su filosofía y de su peculiar posición en la historia del pensamiento. En segundo lugar, razones de índole personal y coyuntural han coadyuvado también a nuestra elección. La importancia decisiva que Condillac confiere al sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo,

Page 9: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso al mundo y de trato cognoscitivo con éste. El hecho de que el mundo exterior se nos presente a nosotros primaria y esencialmente en formas y cualidades táctiles, nos hizo concebir desde un principio la esperanza de poder acometer la tarea que nos proponíamos desde una posición singular y, posiblemente, privilegiada. Por otra parte, nuestra estancia en la ciudad de Grenoble durante algún tiempo, justo el año de la conmemoración del bicentenano de la muerte de Condillac (nacido, como es sabido, en esa localidad francesa), nos hizo entablar un primer y general contacto con su filosofía y con su pensamiento gnoseológico. Este hecho casual y coyuntural ha tenido, sin duda, una importancia considerable en la concreción y delimitación definitivas de nuestro tema. Finalmente, razones propiamente objetivas han determinado igualmente el enfoque de nuestra investigación. Es indudable que, desde Descartes, la demostración metódica y sistemática de la existencia de un mundo externo, ajeno y material, se ha convertido en uno de los problemas básicos de la teoría del conocimiento. Desde la radical soledad del yo pensante, necesario punto de partida de toda reflexión crítica y fundada, la justificación racional de la evidencia espontánea de un exterior independiente, erígese en problema capital de la razón y de la indagación teórica. Ello nos ha movido también, quizá más poderosamente que nada, a elegir el tema que desarrollamos en las páginas que siguen. La tesis que con respecto a éste mantenemos (tesis que, por lo demás, se halla manifiestamente avalada por numerosos textos de Condillac) es que, pese a su inicial intento, propiciado por incitaciones externas, el abate francés, en su pretensión de reconstrucción genética de lo real exterior, limitase a explicar el surgimiento en el sujeto del sentimiento de exterioridad. Condillac, a diferencia de sus precursores y coetáneos empiristas (Locke, Berkeley, Hume), no pretendería tanto, según esto, demostrar la existencia de un mundo ajeno externo, como dar cuenta del mecanismo psicológico por el que aparece en el cognoscente el sentimiento de exterioridad y, por tanto, la diferenciación radical entre un sujeto y un objeto. Explicar cómo el tacto, en virtud principalmente de su movilidad, confiere originariamente al cognoscente este sentimiento, y cómo los demás sentidos adquieren, por su mediación, valor referencial, constituye, a nuestro juicio, la aportación más significativa de Condillac a la historia del problema. Asimismo, mantenemos en esta exposición que la sensación de resistencia u obstáculo (sensación propiamente táctil) es, ante todo, la alumbradora en la conciencia de la noción de objeto y del sentimiento de exterioridad. Consideramos que ésta es una de las contribuciones más sólidas a la historia de la Gnoseología y de la Psicología al tiempo que una idea genial del filósofo francés. Entender que el mundo exterior se patentiza primariamente al sintiente en el choque y, por ende, en la resistencia a un querer y a un sentir subjetivos, es, sin duda, la tesis más original de Condillac (aquí reasumida por nosotros), que se revela en la historia de la filosofía con extraordinaria riqueza y fecundidad.

Page 10: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

La tesis expuesta es desarrollada por extenso en seis diferentes capítulos. En el capítulo primero, se plantea explícitamente el problema en cuestión, destacando igualmente el origen externo del mismo en el interés de nuestro autor. A su vez, los capítulos segundo y tercero exponen en detalle el inicio de la indagación condillaciana en la búsqueda de la sensación de objetividad. Así, son examinados aquí sucesivamente los llamados sentidos subjetivos (olfato, gusto, oído y vista), llegándose a la conclusión de que ninguno de ellos aporta propiamente al cognoscente el sentimiento de exterioridad. En especial, los interesantes análisis que Condillac lleva a cabo con respecto al sentido de la vista, son aquí ampliamente expuestos y valorados. Los capítulos cuarto y quinto, sin duda de una particular relevancia, exponen la teoría de Condillac, según la cual el sentido del tacto aporta al cognoscente la sensación originariamente reveladora de lo externo, el contacto primigeneo con el cuerpo propio y con los ajenos. Nuestra investigación ha girado aquí preferentemente en torno al concepto de resistencia, al tiempo que ha delimitado con precisión el valor y el alcance de la capacidad de descubrimiento que el tacto aporta al dinamismo cognoscitivo constituyente. Finalmente, el capítulo sexto dedícase al estudio del proceso de adiestramiento que, según Condillac realiza el tacto con respecto al resto de sentidos, cuyos respectivos contenidos sensoriales adquieren, por la mediación de aquél, valor objetivo y referencial. La investigación, en su conjunto, creemos, ofrece una visión completa y detallada del proceso de captación y constitución perceptual del mundo que, según el pensamiento condillaciano, es función propia y originaria del sentido del tacto. Quisiéramos tan sólo hacer tres observaciones finales. En primer lugar, en el trabajo realizado, y salvo cuando la traducción entrañaba dificultades de interpretación de cierta envergadura (lo que principalmente ha sucedido en el capítulo VI), los textos citados se presentan en su versión española. Ello facilita, obviamente, el dinamismo y la fluidez de la lectura, al tiempo que hace posible una comprensión más uniforme. En segundo lugar, hemos de hacer hincapié en las numerosas dificultades que a lo largo de la elaboración de este trabajo se nos han venido presentando. Por un lado, dificultades de orden metodológico debidas a la escasa bibliografía existente sobre el tema específico que desarrollamos. Si bien abundan, como es manifiesto por la extensa bibliografía que aportamos los estudios generales e introductorios sobre el pensamiento de Condillac, el tratamiento preciso y exhaustivo del problema gnoseológico que aquí nos interesa, es casi nulo. Ello ha contribuido aún más a guiar nuestra investigación sobre la base de la textualidad misma de las obras del autor. Por otro lado, dificultades de orden personal han hecho más ardua y laboriosa la investigación emprendida. La imposibilidad de acceder directamente a los textos requeridos, así como la lenta y, en muchos casos, penosa transcripción de los mismos al sistema braille, han marcado la pauta de un proceso de trabajo comparativamente más intenso y discontinuo, no exento de cortes y cambios de rumbo. Finalmente, el tema que abordamos en las páginas que siguen, aunque, creemos hállase tratado con la debida extensión y exhaustividad, es susceptible, no obstante, de tales y tan variados enfoques, que difícilmente

Page 11: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

podrá ser agotada su riqueza en éste ni en ningún otro trabajo de índole similar. La idea del descubrimiento originario de lo externo por la sensación táctil de resistencia, idea con la que plenamente nos sentimos solidarios, ha fructificado en la historia posterior del pensamiento en hondas y maduras reflexiones sobre este problema capital de la gnoseología. De ahí que, al margen de la modesta aportación de las páginas subsiguientes, nos propongamos, en futuros estudios, seguir ahondando en esta misma línea de investigación. Volver al Índice / Inicio del Prólogo

Page 12: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

INTRODUCCIÓN GENERAL

CONDILLAC, SU VIDA Y SU OBRA Los datos que sobre la vida de Condillac poseemos no son abundantes. Sin duda, su espíritu reservado y frío, su carácter reflexivo y filosófico no dado a expansiones ni a episodios vitales destacables, ha contribuido en gran parte a la escasa atracción que desde siempre ha ejercido su persona sobre el interés y la curiosidad de los biógrafos de los grandes hombres. Contamos al respecto tan sólo con un breve estudio publicado en 1911 por uno de sus descendientes más ilustres, estudio que hemos tomado como fuente principal para el desarrollo del presente epígrafe. 1

Gabriel Bonnot, padre de Condillac, era de familia noble; vizconde de Mably, ocupa, sucesivamente, entre otros, los cargos de consejero del Rey y Secretario en la Cancillería del Parlamento. Tras haberse instalado en Grenoble en 1680, adquiere en 1720 el dominio de Condillac, nombre por el que será conocido universalmente nuestro autor. Casado con Catherine de Lacoste, tuvo cinco hijos: Jean Bonnot, consejero del Rey y prevoste de Lyon; Gabriel, célebre publicista, conocido bajo el nombre de Abad de Mably; el propio Etienne, nuestro filósofo; François, llamado Bonnot de Saint Marcelin y Anne. Etienne Bonnot de Condillac nace en Grenoble el 30 de Septiembre de 1714. De salud delicada y espíritu apocado, ve retrasarse considerablemente sus primeros estudios; se dice incluso que a los doce años no sabía aún leer; sin duda, la debilidad de sus ojos habría contribuido en gran medida a este sensible retraso. En su tiempo nadie ignoraba que su vista era delicada; así, en 1756 Voltaire le escribirá amablemente: «Sé que usted tiene, físicamente hablando, los ojos del cuerpo tan débiles como penetrantes los del espíritu». 2 No obstante, dotado de buenas disposiciones naturales, hace rápidos progresos bajo la dirección de un sacerdote a quien se había encomendado su educación, y, en breve, recupera el tiempo perdido. En 1727, tras la muerte prematura de su padre, es confiado al hermano mayor, Jean Bonnot, que acababa de casarse y de instalarse en Lyon. Prosigue allí su formación, cursando probablemente en el colegio de jesuitas de la ciudad los estudios de Humanidades y de Filosofía. De contextura delicada, de espíritu lento, de imaginación débil, no parece manifestar interés ni por el estudio ni por la acción; siempre retirado, encerrado en sí mismo, es considerado por su familia y por sus amigos como un espíritu limitado a quien es preciso dejar en su soledad. Es entonces cuando conoce a Rousseau, que acababa de entrar en casa del gran prevoste para hacerse cargo de la educación de sus dos hijos. En el transcurso de los doce meses que éste permanece en Lyon, Condillac entabla con él relaciones de afecto y amistad que perdurarán largo tiempo. Años más tarde, Rousseau se referirá a este encuentro en el Emile en los siguientes términos: Conocí, en una edad bastante avanzada, a un hombre que me honraba con su amistad y que pasaba en su familia y entre sus amigos por un espíritu limitado:

Page 13: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

esta excelente cabeza maduraba en silencio. De pronto, se mostró filósofo, y no dudo que la posteridad le reconozca un lugar honorable y distinguido entre los mejores pensadores y los más profundos metafísicos de su siglo. 3 Tras haber permanecido en Lyon un cierto número de años, siempre sumido en sus reflexiones e incierto por el futuro, su segundo hermano, el Abad de Mably, que empezaba ya a tener cierta reputación como publicista entre los escritores del momento, juega posiblemente el papel más decisivo en la vida de Condillac llevando a éste a París en 1734. Merced a su amistad con el cardenal de Tencin, Condillac ingresa sin gran vocación en el Seminario de San Sulpicio, célebre institución parisina, en la que se interesa más por la filosofía y la ciencia que por la teología. Sin ser un alumno brillante, Condillac adquiere una profusa formación filosófica y humanística, ocupando el puesto número ochenta y cuatro de su promoción. Ordenado sacerdote en 1740, sin haber adquirido la ciencia del teólogo ni la fe viva del pastor, renuncia por igual a cursar el doctorado en la Sorbona y a ejercer el sacerdocio; se dice incluso que no celebró la misa más que una sola vez. No dejó por ello de llevar la sotana, conservando siempre un temple moral perfecto. El descontento por la enseñanza recibida es patente en Condillac. La considera deficiente y superficial, lo que pondrá claramente de relieve treinta años más tarde al término de su Cours d'études, concluyendo, a la manera del Discours de la méthode, con una crítica ardiente de la enseñanza de las Universidades: Cuando salimos de las escuelas, tenemos que olvidar muchas cosas frívolas que nos han enseñado; aprender cosas útiles, que han creído habernos transmitido, y estudiar las más necesarias, sobre las que no han pensado en darnos lecciones. De tantos hombres que se han distinguido desde el renacimiento de las letras, ¿hay uno solo que no se haya visto obligado a reanudar sus estudios sobre un nuevo plan?... Si es fuera de las escuelas donde empezamos a instruirnos, ¿para qué sirven, pues? 4 1 Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, Condillac. Sa vie, sa philosophie, son influence, Librairie Plon, París, 1910. 2 Cf. ROGER LEFEVRE, Condillac ou la joie de vivre, Ed. Seghers, París, 1966, p. 10. 3 JEAN JACQUES ROUSSEAU, Emile ou de l’éducation, lib. II; in: ROUSSEAU, Oeuvres completes, aux éditions du seuil, París, 1971, t. ID, p. 74.

4 CONDILLAC, Cours d'études pour l'instruction du Prince de Parme, Histoire Modeme, lib. XX, cap. XIV; t. II, p. 236a-b. Citamos a Condillac por la edición de sus obras filosóficas, preparada por GEORGES LE ROY: Oeuvres philosophiques de Condillac, texte établi et presenté par G. Le Roy, Presses Universitaires de France, en 3 tomos: 1.1 (1947), t. II (1948), t. III (1951).

Page 14: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

No obstante, y a diferencia de Descartes, Condillac no es partidario de hacer tabula rasa del pasado. Consideraba imprescindible estudiar incluso aquellos pensadores cuyas tesis él no compartía, aunque nada más fuera para evitar caer en sus errores. En su afán por rehacer él mismo su propia formación, lleva desde entonces una vida mundana; frecuenta los salones y los medios literarios; lee a Descartes, a Espinosa, a Leibniz, a Malebranche y a Newton, al tiempo que, a través de traducciones (pues, como él mismo confiesa, desconoce el inglés),5 estudia atentamente las obras de Locke y de Bacon. Asimismo, entabla contacto con las figuras más destacadas de la intelectualidad del momento; conoce a D'Alembert, Duelos, Helvetius, D'Holbach y Voltaire, quien habla a menudo de él en sus cartas. En París, encuentra de nuevo a Rousseau con quien renueva los viejos lazos de amistad. Por su mediación, entra en relación con Diderot, quien le ayudará a publicar su primera obra, el Essai sur l'origine des connaissances humaines. Rousseau nos refiere en Les Confessions la estrecha amistad que vinculaba a los tres hombres, pensadores de primera talla de la Ilustración y de las Luces: Había trabado amistad con el Abad de Condillac que, como yo, no era nadie en la literatura, pero que había nacido para llegar a ser lo que es hoy. Soy el primero, quizá, que vio su talento y lo estimó en lo que valía. Parecía también complacerse conmigo, y mientras que, encerrado en mi habitación, en la calle Sant Denis, cerca de la Opera, escribía mi acto de Hesiodo, venía algunas veces a cenar conmigo, a solas, una comida campestre. Trabajaba en el Essai sur l'origine des connaissances humaines, que es su primera obra. Cuando la hubo acabado, el problema fue encontrar un librero que quisiera encargarse de su publicación. Los libreros de París son arrogantes y duros para todo hombre que comienza; y la metafísica, muy poco a la moda por aquel entonces, no ofrecía un tema muy atractivo. Hablé a Diderot de Condillac y de su obra; les hice trabar conocimiento. Estaban hechos para entenderse y se entendieron. Diderot comprometió al librero Durant a tomar el manuscrito del abad, y este gran metafísico cobró por el primer libro, y casi por fortuna, cien escudos que quizá no habría ganado sin mí. Como vivíamos en barrios muy alejados unos de otros, nos juntábamos los tres una vez por semana en el Palacio Real, e íbamos a cenar juntos al hotel del Panier fleuri. 6 En 1746 Condillac publica su primera obra, el Essai sur l'origine des connaissances humaines, de inspiración netamente lockiana. Tres años más tarde, en 1749, aparece su segunda obra, el Traité des systémes, en la que somete a dura crítica los sistemas racionalistas de la centuria anterior. El éxito de ambas obras fue considerable; el nombre de Condillac sonaba cada vez más en los medios filosóficos y científicos del momento. En 1752 es elegido finalmente, al tiempo que Fontenelle, miembro de la Academia de Ciencias de Berlín. 5 Cf. CONDILLAC, Essai sur l'origine des connaissances humaines, II, I, XV, § 155, en nota; 1.1, p. 102a. 6 JEAN JACQUES ROUSSEAU, Les confessions, lib. VII, in: ROUSSEAU, Oeuvres completes, aux éditions du Seuil, París, 1871,1.1, p. 254.

Page 15: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

De 1758 a 1767 reside en Parma como preceptor del nieto de Luis XIV de Francia y de Felipe V de España, el infante don Fernando, futuro Duque de Parma. La elección para tan relevante y distinguido cargo fue obra principalmente de la madre del infante, Louise Elisabeth, quien, interesada por dar a su hijo una educación adecuada, expresa de esta manera su satisfacción por la elección hecha en dos cartas dirigidas a su marido: El Abad de Condillac partirá el lunes -escribía desde Versalles el 14 de marzo de 1758-; estoy persuadida de que te alegrarás por ello, es asombroso lo bien que todo el mundo habla de él. 7 A pesar de ese libro al que se considera un poco metafísico -escribía de nuevo la Infanta a su marido-, no tendremos, creo, nada que reprocharnos por esa elección ni en este mundo, ni en el otro. 8

A fines de 1764 el joven príncipe, débil de espíritu y de cuerpo, es aquejado de viruelas. El Abad, que le prodiga los cuidados más tiernos y paternales, es contagiado por la enfermedad. En Francia, se le cree muerto. Así, el 10 de enero de 1765 Voltaire anuncia la noticia de su muerte al conde de Argental y a Damilaville: Condillac ha muerto de la viruela natural. (...) El Abad de Condillac -añade- regresaba a Francia con una pensión de 10.000 libras y el seguro de una gran abadía. Iba a gozar del reposo y de la fortuna. Muere, y Ornar sigue vivo. Con él perdemos a un gran filósofo. 9 Encontramos más detalles sobre este asunto en una curiosa carta de Deleyre a Rousseau, fechada en Parma el 18 de febrero de 1765: Os anunciaba en mi última carta -escribe- que el señor Abad de Condillac se hallaba aquejado de viruelas: ha estado agonizando casi un día, hasta el punto de que habían comenzado a poner de luto la iglesia donde había de ser enterrado. Pero hace dos meses que se pasea. Os hablo de su enfermedad, porque ha mostrado la mayor fortaleza de espíritu. En los momentos que creía los últimos, no se ocupó sino de dictar una carta verdaderamente filosófica para el joven príncipe a quien instruye. Luego, pidió que le dejaran morir tranquilamente. Su firmeza estoica fue de las más ejemplares. Esta ha impresionado profundamente a todos. Pero uno aspiraría inútilmente a ello con un carácter sensible y diferente del suyo... Su viruela, aunque de la peor especie, no le ha dejado ninguna enojosa secuela. Incluso su vista, que era muy delicada, como usted sabe, no se ha resentido nada con ello. 10

7. Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, Condillac. Sa vie, sa philosophie, son influence, pp. 111-112. 8 Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, o. c, pp. 112-113.

9 Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, o. c, p. 122.

Page 16: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Voltaire, una vez conocedor de la falsedad de la noticia, se tomó el hecho más alegremente. Desengañado por D'Alembert, desmiente a su vez la noticia que había propagado y escribe con su espíritu habitual a su amigo Bordes desde Lyon:

Usted sabe ahora que el señor Abad de Condillac ha resucitado; y lo que hace que haya resucitado, es que no había muerto. A Dios gracias, ahí tenemos a un filósofo que la naturaleza nos ha conservado. Es bueno tener un lockista más en el mundo, cuando hay tantos asinistas, hansenistas... 11

Concluida la educación del joven príncipe, Condillac recibe en recompensa en 1765 la abadía de Mureau, abadía de la que cobrará los beneficios sin visitarla nunca. Meses más tarde, en enero de 1767, regresa a Francia, siendo elegido en 1768, en sustitución del Abad D'Olivet, miembro de la Academia Francesa. Voltaire se refiere a este hecho en dos cartas; en la primera, dirigida a La Harpe, se felicita por la designación en los siguientes términos:

Hemos perdido a un excelente académico en el Abad D'Olivet: era el primer hombre de París por la valía de las palabras; mas creo que su sucesor, el Abad de Condillac, será el primer hombre de Europa por la valía de las ideas. Habría escrito el libro del Entendimiento humano, si el señor Locke no lo hubiese escrito y, desde luego, lo habría hecho más corto. 12

Y algunos días después de su recepción en la Academia (22 de diciembre de 1768) Voltaire escribía de nuevo:

Encuentro mucha filosofía en el discurso del señor Abad de Condillac. Se dirá quizá que el lugar más apropiado para un hombre tal no está precisamente en una institución consagrada únicamente a la elocuencia y a la poesía; mas no veo por qué habrían de excluirse de un discurso de recepción ideas verdaderas y profundas, que son ellas mismas la fuente oculta de la elocuencia. 13

Dedicado principalmente a la redacción del Cours d'Etudes pour Vinstruction du Prince de Parme, obra que resume las enseñanzas impartidas en Italia y los contenidos más profundos de su filosofía, Condillac apenas asiste a las sesiones de la Institución, participando escasamente en sus trabajos. Tampoco contrae relaciones comprometedoras con los personajes ilustres que encuentra en los salones que frecuenta; según los fragmentos que hemos conservado de su correspondencia, el duque de Nivernois parece haber sido su único vínculo. Requerido en vano para emprender la educación de los tres hijos del Delfín, deseoso de la calma y del retiro que París no le proporciona, Condillac se decide finalmente, tras haber encargado a su sobrina Antoinette Jeanne, hija de su hermano mayor, el gran prevoste de Lyon, la adquisición del castillo y de las tierras de Flux, en Orleáns, a vivir alejado del ruido y de la turbulencia de la ciudad, en un entorno campestre que parecía refugio seguro contra el azote ascendente de desórdenes y revueltas de la gran urbe.

Interesado desde entonces por temas agrícolas y campestres, es elegido en 1776 miembro de la Real Sociedad de Agricultura de Orleáns, al tiempo que, en ese mismo año, publica un nuevo libro de temática político-económica: Le commerce et le gouvernement consideres relativement l'un á l'autre, en el que

Page 17: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

se manifiesta claramente a favor del liberalismo económico, defendiendo al tiempo algunas de las tesis fisiocráticas imperantes en la época.

En septiembre de 1777, el conde polaco Ignace Potoki, encargado por el Consejo Nacional de Educación de Polonia de la renovación de los textos elementales para las escuelas palatinas, se dirige a Condillac para solicitarle, en nombre del Gobierno de su país, la confección de un libro básico de lógica que sirviese a tal efecto. El filósofo, en el silencio y en la calma de su retiro, se pone de inmediato a la obra y a fines de 1779 ha dado término al texto requerido, que aparecerá al año siguiente con el título de La Logique ou les premiers développements de l'art de penser. También por la misma época Condillac redacta La langue des Calculs, obra en la que reflexiona ampliamente y detalladamente sobre el lenguaje propio de las matemáticas, considerado por él modélico y al que toda ciencia en cuanto tal debe siempre aspirar. La obra, digna de una mente perspicaz y reflexiva, no aparecerá sino postumamente, en 1798.

Condillac tenía costumbre de ir a París cada año y pasar allí algún tiempo. En la primavera de 1780 hizo su último viaje. Sintiéndose repentinamente enfermo, regresó a Flux el 31 de Julio. Próximo a expirar declaró que deseaba morir en la religión católica y ser enterrado en el cementerio del lugar como un simple viñador, sin monumentos ni inscripciones. Murió en la noche del 2 al 3 de agosto de 1780 de una enfermedad llamada entonces fiebre biliosa. En sus últimos momentos había confesado a su sobrina, que conocía su mal, que algunos días antes había desayunado con Condorcet, quien le había hecho tomar una taza de chocolate en mal estado, sintiéndose enfermo desde entonces. A pesar de que Condillac no demostró nunca especial simpatía por Condorcet, no parece probable sin embargo que éste haya provocado intencionalmente su enfermedad ni su muerte. 10 Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, o. c, pp. 123-124. 11. Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, o. c, p. 124. 12 Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, o. c, p. 142. 13 Cf. BAGUENAULT DE PUCHESSE, o. c, pp. 142-143.

Page 18: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

La producción bibliográfica de Condillac, con su correspondiente cronología, puede resumirse en lo siguiente: 1746: Essai sur l'origine des connaissances humaines, reedición: 1788. 1749: Traité des systémes, reedición: 1771. 1749: Recherches sur l'origine des idees que nous avons de la beauté. 1754: Traité des sensations, reedición: 1778. 1755: Traité des animaux, reedición: 1766. 1756: Lettre de Monsieur l'Abbé de Condillac á l'Auteur des "Lettres a un Américain". 1766: Discours sur l'Histoire ancienne. 1768: Discours prononcé dans l'Académie française le 22 décembre 1768 á la Réception de Monsieur l'Abbé de Condillac, reedición: 1787. 1769: Oeuvres de Monsieur l'Abbé de Condillac de l'Académie française et de celle de Berlin. 1775: Cours d'Etudes pour l'Instruction du Prince de Parme, reediciones: 1776, 1780, 1782, 1789. 1776: Le Commerce et le Gouvemement considères relativement l'un á l'autre. 1777: Oeuvres de Monsieur l'Abbe de Condillac del'Académie Française 1780: La Logique ou les premiers Développements de l'Art de penser, reedición 1789. 1798: La Langue des Calculs. Volver al Índice / Inicio de la Introducción

Page 19: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

CAPITULO I

PLANTEAMIENTO Y ORIGEN DEL PROBLEMA En este capítulo, y respondiendo plenamente al título del mismo, se abordan dos temas principales. Por un lado, se expone el problema que lleva a Condillac a plantearse el conocimiento del mundo exterior; aquí, en primer lugar, se determina claramente la índole concreta de su idealismo, a fin de hacer ver con evidencia cómo con él el sujeto cognoscente viene a quedar aislado, encerrado en el ámbito gnoemático de su propia conciencia; y, en segundo lugar, se muestra cómo, dada la evidencia inmediata de lo externo, se hace absolutamente necesaria una demostración rigurosa de la existencia del mundo exterior. Por otro lado, finalmente, se destaca la importancia que en la toma de conciencia del problema tuvieron Diderot con su Lettre sur les aveugles y d'Alembert con el Discours Préliminaire de la Encyclopédie.

1. Planteamiento del problema A. El idealismo de Condillac El problema de justificar la existencia de un mundo exterior, ajeno al sujeto, se presenta en Condillac, como es natural, habida cuenta de su inicial filiación idealista. Para el filósofo realista, que parte en su investigación especulativa del mundo y de las cosas de éste como dato incuestionable, tal problema carece enteramente de sentido. Toda posición idealista en cambio, por reducir el objeto de conocimiento a mera idea, a pura apariencia fenoménica, requiere en el sistema una tematización específica de lo transubjetivo o externo. En Condillac, concretamente, cabe considerar dos formas diferentes de idealismo, una de las cuales, más profunda y radical, será la que le lleve a plantear propiamente el problema del conocimiento del mundo exterior. La primera de tales formas, que podemos denominar idealismo de las ideas, considera, en primer lugar, que el sistema filosófico ha de construirse a partir de la afirmación inicial del sujeto y de sus ideas como dato incuestionable, inmediatamente aprehendido, y, por tanto, absolutamente indubitable. Además, se mantiene que las ideas son el objeto propio del conocimiento, al tiempo que elementos mediadores entre el sujeto y el mundo; la realidad exterior (los objetos del entorno) no es ya conocida directamente, como lo era para el realista, sino indirecta y mediadamente a través de las ideas del sujeto. La realidad de las cosas conviértese así en un misterio, en un enigma indescifrable para el cognoscente, sumido en el mundo de apariencias que le ofrecen sus ideas. No obstante (y ésta es la última característica del idealismo de las ideas), los contenidos mentales inmediatamente aprehendidos son el producto o el resultado de las cosas exteriores que, incidiendo directamente sobre el sujeto, dan origen a ese mundo de apariencias fenoménicas que constituye el objeto propio del cognoscente. Si la idea (más estrictamente, la

Page 20: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

afección sensible) es incapaz de reflejar la esencia propia de las cosas, revélase en cambio plenamente apta para manifestar, como efecto, la existencia de su causa trascendente o realidad de las cosas; la existencia de éstas es cognoscible, mas no así su esencia, oculta tras el tupido velo de las ideas o apariencias fenoménicas. Condillac, en el Essai sur I’origine des connaissances humaines, deja bien patente su ferviente adhesión al idealismo, expresando bien a las claras ese enclaustramiento del sujeto en el ámbito gnoemático de su conciencia y, por tanto, su imposibilidad de acceder a la realidad misma de las cosas exteriores. Sea que nos elevemos -para hablar metafóricamente-, hasta los Cielos; sea que descendamos a los abismos, no salimos de nosotros mismos jamás; y nuestro pensamiento es lo que conocemos solamente. 1 El sujeto hállase, pues, encerrado en sí mismo; lo que conoce no son ya, como suponía el realista, los objetos exteriores, las cosas reales, sino, como afirma el idealista, las ideas de la conciencia, los contenidos mentales del espíritu. No obstante, Condillac parte también del hecho incuestionable de que fuera del sujeto, ajeno por completo a él, existe un mundo de cosas, de realidades absolutas e independientes de la conciencia; precisamente, los contenidos de ésta, las ideas del sujeto, son el producto, la imagen o reflejo de ese mundo de cosas cuya realidad es causa del contenido objetivo de las ideas. Condillac expresa la dependencia de éstas respecto del mundo, del siguiente modo: ...sea cual fuere la naturaleza de estas percepciones, y de cualquier modo que se produzcan, si en ellas buscamos la idea de extensión, la de una línea, de un ángulo o de algunas figuras, es verdad que las hallamos muy clara y distintamente. Si todavía buscamos a qué referirnos esta extensión y estas figuras, nos damos cuenta de modo claro y distinto de que no se refiere a nosotros, a lo que en nosotros está, el sujeto del pensamiento, sino a algo fuera de nosotros. 2 Ahora bien, si lo único conocido es la idea, ¿qué razón hay, entonces, para afirmar la existencia de un mundo de cosas exterior, un mundo de modelos o arquetipos de las ideas?, ¿no será más legítimo no traspasar los límites de la subjetividad propia y considerar a la idea, no imagen de un arquetipo exterior, sino estricta modificación o manera de ser de la conciencia? La afirmación, sin más, de un mundo ajeno al sujeto parece no estar debidamente justificada; será preciso, pues, considerar a la idea, no como efecto de supuestas realidades externas, sino como un modo de ser propio de la substancia espiritual. Así, lo único conocido como lo verdaderamente existente y de lo que cabe conciencia inmediata es tan sólo la subjetividad propia y el mundo de las afecciones o ideas que la constituyen; el idealismo de las ideas conviértese así en idealismo de la autoconciencia. Es ésta, por ejemplo, la posición inicial de Descartes en las Méditations, donde la duda radical le lleva a la afirmación primera, incuestionable, de su yo y de sus ideas, lo único de que, por el momento, cabe conciencia inmediata. Si se parte en la reflexión filosófica del supuesto idealista del sujeto y de sus

Page 21: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

ideas, la afirmación de un mundo externo ajeno al sujeto revélase, pues, gratuita y carente de toda justificación racional. ¿Por qué las ideas imagen de las cosas?, ¿por qué no, más bien, meras modificaciones o afecciones de la conciencia? Tras un largo período de maduración, Condillac llega a este planteamiento; no ve justificada, admitiendo las tesis idealistas del Essai, la afirmación de un mundo externo, independiente de sus ideas, únicas entidades, con el yo propio, de las que no cabe duda razonable alguna. El cambio de concepción en la idea de la "idea" es tajante: ésta deja de ser copia, representación o imagen, para devenir únicamente en manera de ser de la conciencia sin intencionalidad ni proyección alguna al exterior; si lo único conocido es la idea, nada aparte conocemos sino nuestro propio yo, dado que la idea, como entidad psíquica que es, ha de inherir necesariamente en una substancia anímica. La sola autoconciencia es, pues, la consecuencia lógica del idealismo llevado a su radicalidad más extrema. Es lo que aparece con plena claridad en el Extrait raisonné du Traité des sensations, que fue agregado por Condillac a la segunda edición de éste: De un lado -leemos allí-, todos nuestros conocimientos vienen de los sentidos; de otro, nuestras sensaciones no son más que nuestras maneras de ser. ¿ Cómo, por consiguiente, podemos ver los objetos fuera de nosotros? En efecto, parece que nosotros no deberíamos ver más que nuestra alma modificada diferentemente. 3 He ahí, pues, la tesis básica del idealismo radical: sólo del yo y de sus contenidos (ideas) cabe conocimiento certero; del resto, carécese incluso de conciencia clara. B. La evidencia de la objetividad Ahora bien, supuesto que la idea es el objeto inmediato del conocimiento y que la existencia propia se revela como la única evidente e indubitable, ¿no hay, acaso, también evidencia inmediata de lo externo?, ¿no se nos presenta lo otro, cualquiera que ello sea, con absoluta claridad y distinción? El factum de la exterioridad parece, en efecto, innegable; nada más obvio y primario que la existencia de un fuera de mí (por desconocido que sea) ajeno a mi yoidad íntima. Todo en mí revela esa exterioridad: los ruidos que percibo, la luz y los colores que veo, la resistencia que siento, los olores y sabores que aprecio..., todo ello me manifiesta inequívocamente un fuera de mí, un más allá de los límites precisos de mi yo propio. Toco mi cuerpo y lo siento como mío pero no siéndolo yo; percibo los objetos que me rodean y ya ni los siento como míos. Un impulso irresistible, una evidencia palmaria, me inducen a creer en la exterioridad, cualquiera que sea la índole de ésta. 1. CONDILLAC, Essai sur I'origine des connaissances humaines, I, I, I, § 1; 1.1, p. 6a 2 CONDILLAC, o. c, I, I, II, § 11; 1.1, p. 9a.

3 CONDILLAC, Extrait raisonné du Traité des sensations, II; 1.1, p. 329b

Page 22: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Así pues, si Condillac parte en su reflexión de la consideración de la idea como afección o modo de ser de la conciencia, clausurando así al sujeto en los estrechos límites de ésta, necesariamente ha de imponérsele como tarea inexcusable la justificación de la génesis psicológica de la exterioridad y, en definitiva, la demostración de la existencia del mundo externo. Dada la manifiesta incompatibilidad entre, por un lado, la afirmación de la idea como simple modo o manera de ser del espíritu y, por otro, la evidencia inmediata de la exterioridad, se hace necesaria una debida justificación de ésta, a fin de que el sistema completo de lo real quede perfectamente establecido. Sin esta justificación, la conclusión lógica a que se aboca, dados los supuestos idealistas de partida, es el solipsismo más absoluto y radical. El Traité des sensations quiere responder precisamente a esa necesidad justificativa; comprende, en efecto, la demostración que Condillac aporta de la existencia del mundo externo.

2. Origen del problema La exigencia de justificar el factum de la exterioridad, la necesidad de demostrar la existencia del mundo externo, no se hubiesen presentado probablemente al espíritu de Condillac de no haber sido por las observaciones y críticas que a este respecto recibió de dos de los más grandes pensadores ilustrados de la época: Diderot y D'Alembert. Uno y otro (el primero en 1749 y el segundo un año después) señalaron la importancia de demostrar la existencia del mundo exterior y la dificultad que esta demostración entrañaba para un filósofo que, como Condillac, mantenía la tesis de que lo propio e inmediatamente conocido por el sujeto son sus propias ideas. La importancia del problema no se hubiese acaso develado siquiera a Diderot y D'Alembert de no haber mediado el conocimiento que estos autores tenían del pensamiento de George Berkeley. A. Diderot y la Lettre sur les aveugles. En la Lettre sur les aveugles á l'usage de ceux qui voient, aparecida el mismo año de la publicación del Traité des systémes (1749), Diderot plantea por vez primera el problema que tanto va a preocupar a Condillac y que será el origen del Traite des sensations. En esta carta, dirigida a Madame de Puisieux, Diderot comienza por definir lo que a su juicio es el idealismo. "Llámame idealistas -escribe- los filósofos que, no teniendo conciencia más que de su existencia y de las sensaciones que se suceden en su interior, no admiten otra cosa: sistema extravagante que no podía, me parece, deber su origen sino a los ciegos; sistema que, siendo la vergüenza del espíritu humano y de la filosofía, es el más difícil de combatir, aunque sea el más absurdo de todos".4 A renglón seguido, Diderot declara que este sistema absurdo y extravagante (propio de ciegos) lo ha encontrado expuesto con tanta franqueza como claridad en tres diálogos del Doctor Berkeley,5 obispo de Cloyne, los cuales invita a examinar a su amigo, el abate Condillac.6 Según Diderot, el autor del Essai sur I'origine des connaissances humaines, encontraría en ellos observaciones útiles, agradables y agudas, tales como las que él mismo sabe hacer. El idealismo merece ser denunciado, y Diderot espera que Condillac sea quien haga esa denuncia, a pesar de que sus principios sean muy semejantes

Page 23: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

a los del propio Berkeley. A su juicio, en efecto, «...según uno y otro ..., los términos esencia, materia, substancia, substrato, etc., no arrojan apenas luz alguna sobre nuestro espíritu».7 Y tras hacer mención de las frases iniciales del Essai, concluye: «He ahí el resultado del primer diálogo de Berkeley y el fundamento de todo su sistema» 8 ¿Cómo, pues, proponer a Condillac (según esto, idealista) la refutación del idealismo de Berkeley con su negación de la realidad del mundo material? ¿No suponía esto imponerle un tránsito forzoso entre el punto de partida (la afirmación inicial del Essai) y el de llegada (La refutación del idealismo y, por consiguiente, la afirmación de un mundo material exterior)?. Condillac era consciente del reto que Diderot le lanzaba y, aceptándolo, meditará el problema durante cinco largos años; fruto de esa meditación, aparecerá en 1754 el Traité des sensations, donde su autor entiende haber resuelto definitivamente la dificultad planteada en la Lettre sur les aveugles. Diderot no sólo había señalado el problema y el peligro de inmaterialismo que amenazaba al pensamiento de Condillac, sino también, había apuntado la solución que era preciso adoptar. En la última parte de la Lettre sur les aveugles, su autor discutía ampliamente un problema gnoseológico ya tratado por Condillac en el Essai, el planteado por el físico inglés William Molyneux a Locke y del que éste se hacía eco en su Essay. 4 D. DIDEROT, Lettre sur les aveugles á l'usage de ceux qui voient, en: Oeuvres philosophiques, Ed. Garnier Fréres, París, 1964, p.114. 5 Diderot conoce desde hace poco a George Berkeley (1685-1753); en 1747, en la Promenade du sceptique, hace una alusión poco precisa a su sistema; en un principio, empleaba la grafía Barclai, como Voltaire en sus Eléments de la philosophie de Newton. Su iniciación al idealismo tuvo que hacerse por la traducción de Jaucourt del Alciphron y del Essay towards a new theory of vision (La Haya, 1734). En 1749 acababa de leer los Three Dialogues between Hylas and Philonus, de 1713, de los que el abad Guy de Malves, su precursor en la obra enciclopédica, no había hecho aún la traducción (Ámsterdam-Paris, 1750).

6 Rousseau nos ha dejado testimonio en Les confessions de la estrecha amistad que unía a Diderot, a Condillac y al propio Rousseau: «Comme nous demeuríons dans des quartiers fort éloignés les uns des autres, nous nous rassemblions tous trois, une fois par semaine, au Palais royal, et nous allions dtner ensemble á I'hotel du Panier fleurí». (J. J. ROUSSEAU, Les confessions, lib. VII; in: J.J. ROUSSEAU, Oeuvres completes, aux éditions du Seuil, París, 1971,1.1, p. 254. 7. DIDEROT, Lettre sur les aveugles á l'usage de ceux qui voient, en: Oeuvres philosophiques, p. 114. 8 DIDEROT, /. c, p. 115. 9 J. LOCKE, An essay concerning human understanding, II, 9, § 8. 10 J. LOCKE, ibidem.

Page 24: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Supongamos a un hombre ciego de nacimiento, ya adulto, y que ha sido enseñado a distinguir, por el tacto, la diferencia entre un cubo y una esfera, hechos del mismo metal, y aproximadamente de igual tamaño, de tal suerte que pueda, tocando a una y la otra figura, decir cuál es el cubo y cuál la esfera. Supongamos, ahora, que el cubo y la esfera están sobre una mesa y que el hombre ciego recobre su vista. Se pregunta si por la vista, antes de tocarlos, podría distinguir y decir cuál es el globo y cuál el cubo. 9

La respuesta que Molyneux y el propio Locke daban a este problema era negar que el ciego de nacimiento pudiese distinguir, a simple vista, sin el auxilio previo del tacto, el cubo y la esfera. Porque aun cuando el hombre en cuestión tiene la experiencia del modo en que un globo y un cubo afectan su tacto, no ha obtenido aún, sin embargo, la experiencia de que aquello que afecta a su tacto de tal o cual modo deberá afectar a su vista de ésta o aquella manera; ni de que un ángulo saliente del cubo, que causó una desigual presión en su mano, aparecerá a su vista según aparece en el cubo. 10 La respuesta de Locke y de Molyneux era conforme a sus filosofías; el empirismo y el sensismo debían, en efecto, suponer necesariamente, dado el atomismo sensitivo y la desconexión consiguiente entre los diferentes ámbitos sensoriales, que el ciego de nacimiento, una vez adquirida la vista, no podía reconocer visualmente objetos ya conocidos táctilmente. En 1728, en los Philosophical Transactions, el oculista londinense Cheselden, tras haber operado de cataratas a un ciego de nacimiento, pretende confirmar la hipótesis filosófica por una investigación empírica minuciosa. Así pues, según esto, para que el ciego de nacimiento llegue a poder discernir visualmente el cubo y la esfera, es preciso que su sentido de la vista recién adquirido sea instruido por el tacto. No obstante, a juicio de Diderot, si bien el ciego en cuestión no reconocería el cubo y la esfera desde el primer momento, la diferenciación entre ambos la lograría sin el auxilio del tacto; la lograría por sí mismo, con la sola ayuda de su visión, tras una cierta experiencia y ejercicio.11 En efecto, según el autor de la Lettre sur les aveugles, ni el niño recién nacido, ni el ciego de nacimiento que ha adquirido la vista, ven nada la primera vez que se sirven de sus ojos; uno y otro hállanse afectados en los primeros instantes de su visión por una multitud de sensaciones confusas, que no se diferencian sino con el tiempo y con la reflexión habitual sobre lo que acontece en su interior. No teniendo las sensaciones nada en común con los objetos, corresponde a la experiencia instruirlos sobre las analogías existentes entre unos y otros. Es, pues, la experiencia la única que les enseña a comparar las sensaciones con lo que las ocasiona.12 11 Diderot mantiene a este respecto en la Lettre sur les aveugles la misma opinión expuesta por Condillac en la Sección VI de la Parte I del Essai sur Vorágine des connaissances humaines.

12. Cf. DIDEROT, Lettre sur les aveugles, en: DIDEROT, Oeuvres philosophiques, pp. 128 y sq.

Page 25: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Sin embargo, Diderot no piensa de ninguna manera que el ojo no pueda por sí mismo instruirse y adquirir su propia experiencia. Sin duda, hay en los cuerpos cualidades que no percibiríamos nunca sin el tacto; es éste el que nos advierte en numerosas ocasiones de la existencia de cualidades imperceptibles para el sentido de la vista, cualidades singulares que no captaríamos sino con la ayuda de sensaciones táctiles. Mas estos servicios son recíprocos: en aquéllos que tienen la vista más aguda que el tacto, es el primero de estos sentidos el que informa al otro de la existencia e índole de objetos que, por su pequeñez, se le escaparían seguramente. 13 Así pues, Diderot no puede concluir el debate de esta cuestión sino del siguiente modo: Pienso que la primera vez que los ojos del ciego de nacimiento se abran a la luz, no percibirá nada en absoluto; que será preciso algún tiempo a su ojo para experimentar: pero que se experimentará a sí mismo y sin ayuda del tacto; y que llegará no solamente a distinguir los colores, sino también a discernir al menos los límites toscos (grossiers) del objeto. 14

Ahora bien, como dice Rodolfo Mondolfo en su Estudio preliminar al tratado de las sensaciones de Condillac, mediante estas afirmaciones de Diderot se proponían conceptos y cuestiones de esencial importancia para la tarea encomendada a Condillac en relación con la refutación del idealismo de Berkeley. En primer lugar, el tránsito de la sensación a la percepción del objeto exterior no es un dato primario, una operación que radique en el mecanismo innato del sujeto cognoscente, sino una conquista de la experiencia lograda por el ejercicio y el aprendizaje. Quienes habían discutido el problema planteado por Molyneux (Locke, Voltaire, Diderot) llegaban a esta conclusión a propósito del sentido de la vista; mas en buena lógica cabía pensar otro tanto para el resto de los sentidos (a excepción del tacto). En segundo lugar, sentado este principio, que parecía verificarse por experiencias hechas con ciegos de nacimiento, se hacía preciso estudiar el desarrollo de cada sentido, para ver si el aprendizaje, que relacionaba las sensaciones con los objetos del exterior, se llevaba a cabo separadamente (cada sentido realizaba por sí mismo el suyo) o en dependencia del tacto. La descomposición del sujeto sintiente en sus diversos sentidos se hacía, pues, imprescindible. De este modo se sabría qué debe cada sentido en su desarrollo a sí mismo y qué al sentido del tacto. He ahí, pues, cómo Diderot con su Lettre sur les aveugles 15 es en cierto modo el precursor directo de la gran labor gnoseológica realizada por Condillac en el Traité des sensations.16 13 DIDEROT, /. c, pp. 134 y sq. 14 DIDEROT, /. c, pp. 140-141.

15 Y con la Lettre sur les sourds et muets á l'usage de ceux qui entendent et qui parlent, de 1751. 16 Cf. R. MONDOLFO en su Estudio preliminar del Tratado de las sensaciones, pp. 24-25.

Page 26: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

B. D'Alembert y el Discours Préliminaire. En 1751 aparece en París el primer tomo de la Encyclopédie, cuyo Discours Préliminaire, redactado por D'Alembert, contiene una formulación más clara y precisa del problema que nos ocupa. Condillac, en una edición tardía del Extrait raisonné du Traité des sensations, reconoce la importancia que en la génesis y elaboración del Traité tuvo el ilustre matemático y enciclopedista francés. Así, al poner de relieve la dificultad que entrañaba la afirmación de la realidad del mundo exterior desde una posición idealista e inmanentista, Condillac escribía: "No conozco a ningún filósofo que haya solucionado semejante problema o intentado siquiera formularlo. D'Alembert ha sido el primero en plantearlo".17 El problema en cuestión, tal como D'Alembert lo enuncia, es éste: "Pero ¿cómo nuestra alma se arroja, por así decir, fuera de sí misma para llegar hasta los cuerpos? ¿Cómo se explica este tránsito?"18 . He ahí la formulación explícita del problema capital del Traité des sensations, la pregunta crucial a la que todo idealista debe responder y a la que Condillac dará (creemos) satisfactoria respuesta en la segunda parte de ésta, su obra principal. D'Alembert entiende que no hay semejanza alguna entre la sensación (entidad psíquica, inmaterial) y el objeto exterior al que la referimos (entidad corpórea, material). Entre una y otro extiéndese un abismo insuperable, un intervalo infranqueable por vía racional. No obstante, y aun admitiendo la verdad de este hecho, lo cierto es que en nosotros existe una propensión natural a creer en la realidad del mundo exterior, realidad a la que espontáneamente consideramos causa de nuestras sensaciones y a la que, por tanto, referimos éstas. En tal tendencia o propensión, numerosos filósofos han creído ver la obra de un Ser Superior y la prueba más convincente de la existencia de los objetos exteriores. Es, pues, esta especie de instinto más seguro que la razón lo que puede forzarnos a franquear el enorme intervalo existente entre la sensación y el objeto exterior. Como el propio D'Alembert escribe: ...tout cela forme en nous un penchant insurmontable á assurer l'existence des objets auxquels nous rapportons ces sensations, qui nous paraissent en être la cause; penchant que bien des Philosophes ont regardé comme l'ouvrage d'un Etre Superieur, comme l'argument le plus convaincant de l'existence de ees objets. En effet, n'y ayant aucun rapport entre chaqué sensation et l'objet qui l'occasionne, ou du moins auquel nous la rapportons, il ne paraît pas qu'on puisse trouver par le raisonnement de passage possible d'une á l'autre: il n'y a qu'une espèce d'instinct, plus sur que la raison même, qui puisse nous forcer un si grand intervalle. 19

Así pues, con Diderot y D'Alembert el problema se hallaba ya explícitamente planteado; uno y otro habían señalado el grave inconveniente de toda posición idealista para afirmar la existencia de un mundo externo material. Movidos por la filosofía inmaterialista de Berkeley, con la que claramente emparentaban las primeras líneas del Essai, incitarán a Condillac a rebatirla y, al mismo tiempo, a dar cabida en su sistema a una justificación satisfactoria de la existencia del mundo externo

Page 27: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

17 R. MONDOLFO, o. c, p. 21. 18 R.MONDOLFO, /. c, pp. 21 -22. 19 D'ALEMBERT, Discours préliminaire de l'Encyclopédie, Diderot et D'Alembert, éditeurs, París, 1751,1.1, p. 2.

Volver al Índice / Inicio del Capitulo

Page 28: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

CAPITULO II LOS SENTIDOS SUBJETIVOS

Como hemos visto en el capítulo anterior, un nuevo y grave problema se plantea ahora a Condillac: ¿cómo es posible, considerada la sensación como mera modificación del pensamiento, aprehender mediante ella la realidad del mundo exterior?, ¿no hay, acaso, una manifiesta incompatibilidad entre esa concepción de la sensación y el sentimiento de exterioridad del cognoscente? Condillac es consciente de la suma importancia del problema y, rápidamente, emprende la tarea de resolverlo. ¿Cómo? Entiende que el hecho de la exterioridad ha de ser revelable al sujeto sintiente en cuanto tal, es decir, a través de un tipo específico y determinado de sensaciones; si el mundo externo existe (lo que es obvio), débese a que el cognoscente lo aprehende sensiblemente en virtud de cierta clase de sensaciones. He ahí la intuición originaria de Condillac, que orientará toda su investigación psicogenética. Se trata, pues, de descubrir ese ámbito sensorial revelador de lo externo. Para ello, Condillac considera imprescindible la descomposición del sujeto sintiente y el análisis separado de cada uno de sus diversos sentidos. Con tal objeto, idea un artificio metodológico (el hombre-estatua), manipulable desde el exterior, al que progresivamente se van otorgando las diferentes sensaciones. Tras el análisis separado y conjunto de las sensaciones del olfato, oído y gusto, llégase a la conclusión de que ninguna de ellas aporta al cognoscente la idea de exterioridad; todas ellas son consideradas por aquél como maneras de ser propias, como modificaciones sin valor intencional alguno. La inmanencia sensorial se hace así manifiesta. Por lo que respecta a las sensaciones visuales, y a pesar de lo que el sentido común parece indicar, los resultados son idénticos. Habrá que esperar, pues, al análisis del tacto y ver si éste, finalmente, confiere al sujeto la noción de exterioridad y de objeto externo.

1. La hipótesis de la estatua La explicación del tránsito de lo subjetivo a lo objetivo, de lo inmanente a lo trascendente, en definitiva la demostración de la existencia del mundo externo, pasaba, pues, por la descomposición del sujeto sintiente en sus diversos sentidos. Se hacía preciso, en efecto, examinar por separado y sucesivamente todos y cada uno de nuestros sentidos, a fin de determinar qué tipo de sensación de las transmitidas por ellos a la conciencia es capaz de garantizar el paso de lo interno a lo externo. Como nos dice el propio Condillac en la segunda edición del Extrait Raisonné du Traité des sensations: La solución del problema planteado por D'Alembert pudo encontrarse porque se han considerado por separado nuestras sensaciones, a fin de ver cuáles son entre ellas las que nos hacen salir de nosotros mismos y llegar a la afirmación de un mundo exterior.1

Page 29: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Igualmente, en la primera edición de esta misma obra, y aludiendo al Traité des sensations, Condillac escribía: Esta exposición muestra, sensiblemente, que el objeto de esta obra es hacer ver cuáles son las ideas que debemos a cada sentido y cómo, cuando se reúnen, nos deparan todos los conocimientos necesarios a nuestra conservación. 2

Finalmente, al comienzo del Traité des sensations, y refiriéndose a la deuda que su autor tiene contraída para con su amiga Mademoiselle Ferrand, inspiradora del Traité, Condillac escribe: Ella advirtió la necesidad de considerar separadamente nuestros sentidos, de distinguir con precisión las ideas que debemos a cada uno de ellos, y de observar los progresos que realizan al instruirse y la forma en que se prestan mutua ayuda. 3 A. Significado de la hipótesis Mas, ¿de qué modo era posible considerar aisladamente los diversos sentidos y examinar así sus progresos y las ideas que debemos a cada uno de ellos? No cabía emprender esta investigación en un hombre adulto, pues en él los sentidos ya han alcanzado su pleno desarrollo; tampoco era posible emprenderla en un niño recién nacido, dado que en éste el aislamiento de los sentidos se hace sumamente difícil. No quedaba, pues, sino suponer un ser imaginario, susceptible de control y manipulación, una estatua privada inicialmente de toda idea, capaz de adquirir mediante el ejercicio sucesivo de sus diversos sentidos, la totalidad de conocimientos y operaciones a que puede aspirar un hombre adulto. "Para cumplir con este objeto -escribe Condillac-, imaginamos una estatua organizada interiormente como nosotros, y animada de un espíritu privado de toda clase de ideas. Supusimos además que el exterior de mármol no le permitiría el uso de ninguno de sus sentidos, y nos reservamos la libertad de despertarlos a nuestro arbitrio a las diferentes impresiones de que son susceptibles".4 La estatua es así un artificio metodológico del que Condillac se sirve para hacer patente la formación de las ideas y operaciones del sujeto, así como también la aparición en él del sentimiento de exterioridad. Es una pieza de laboratorio, un instrumento explicativo que pretende dar cuenta plena de la vida psíquica del cognoscente. La adecuación con la realidad propia e íntima de aquélla es discutible, mas Condillac advierte al lector de la necesidad inexcusable de identificarse plenamente con la estatua, de no sentir sino lo que ella siente y de no ser más que lo que ella va siendo progresivamente.5 Sólo de esta manera se logrará comprender su obra y aprobar su planteamiento y resultados. Cabe destacar también el hecho de que la estatua, como expresión plástica de la génesis y desarrollo de la vida mental, es un ser privado de todo equipamiento innato y dotado tan sólo de la capacidad sensible al placer y al dolor; corresponde así a la experiencia el instruirla y el formarla, haciendo

Page 30: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

surgir en ella el vasto mundo de los contenidos de conciencia. La estatua conviértese, pues, de este modo en la imagen prototípica, no sólo del empirismo extremo, sino del utilitarismo más radical.6 B. Los antecedentes Se ha discutido mucho sobre la paternidad de la hipótesis de la estatua. Según algunos, no es Condillac el primero en hacer uso de ella, dado que, como afirman, se halla ya más o menos explícita en algunos de sus predecesores más ilustres. En primer lugar, parece encontrarse en dos de las principales obras filosóficas del propio Diderot, anteriores al Traité des sensations. En la Lettre sur les aveugles á l'usage de ceux qui voient hay, efectivamente, un texto en el que cabría identificar embrionariamente la hipótesis de la estatua; helo aquí: "¡Cuánta dificultad tendríamos sin nuestros ojos en suponer que un bloque de mármol no piensa ni siente!". 7 Asimismo, en la Lettre sur les sourds et muets a l'usage de ceux qui entendent et qui parlent (1751) Diderot establece la singular hipótesis de una sociedad de cinco hombres, poseedores de un único sentido distinto cada uno. Parece así apuntarse ya el proyecto de descomponer al sujeto en sus diversos sentidos. La intención de Diderot aquí es investigar qué debe el cognoscente a cada una de sus capacidades sensoriales, así como hacer ver que sólo los conceptos abstractos de la Geometría son comunes a los cinco miembros de la sociedad imaginaria. Publicado el Traité des sensations, Grimm, amigo fiel de Diderot, acusa abiertamente a Condillac de haber plagiado en lo esencial las ideas de aquél: "...mucho habría que decir -escribe-, si nos remontásemos al origen de la reputación del Abad de Condillac; él carece de ideas propias" 8 Y meses más tarde reitera: "El señor Abad de Condillac ha citado dos o tres páginas de la Lettre sur les sourds, y debo afirmar que hay más genio en estas pocas líneas que en todo el Traité des sensations".9 En esta obra, Condillac confiesa no obstante deber la idea central de la misma a su amiga y colaboradora, la señorita Ferrand: (ella) "...me ha esclarecido sus principios, su plan y sus menores detalles".10 Cabe pensar también que en las conversaciones semanales de aquellas cenas del Panier-Fleuri habíase sin duda tratado de los medios de probar el origen sensible de las ideas, siendo por tanto la invención de la hipótesis, al menos, común. 1. R. MONDOLFO, Estudio preliminar del Tratado de las sensaciones, p.23. 2 CONDILLAC, Extrait raisonné du Traité des sensations, Introduction.

3 CONDILLAC, Traité des sensations, Dessein de cet ouvrage. 4 CONDILLAC, Traité des sensations, Dessein de cet ouvrage; t, I, p.222a. 5 Cf. CONDILLAC, o. c, Avis important aux lecteurs; 1.1, p. 221a. 6 Cf. CONDILLAC, o.c, Dessein de cet ouvrage; 1.1, p. 222b. 7 DIDEROT, Lettre sur les aveugles á I 'usage de ceux qui voient, in: Oeuvres philosophiques, p. 144.

Page 31: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

También Buffon, en su Histoire naturelle de l'homme, de 1749, intentó describir los progresos de un hombre mediante una hipótesis similar. El paralelismo metodológico entre esta obra y el Tratado se hace extraordinario cuando, al tratar de los sentidos en general, Buffon imagina el primer hombre en el momento de la creación, describiendo sus impresiones nacientes, sus descubrimientos, sus deseos, etc; es por lo que, una vez más, Grimm, amigo también de Buffon, ataca duramente a Condillac al que viene a calificar de plagiario: "Se decía en tiempos del Traité des sensations -escribe- que el señor Abad de Condillac había ahogado la estatua del señor Buffon en un tonel de agua fría".11 Por su parte, en 1745, La Mettrie había publicado su Historie naturelle de I'âme, en la que expone una psicología radicalmente sensualista. En el último capítulo, titulado Historia que prueba que todas las ideas vienen de los sentidos, supone a un niño educado en las tinieblas por los cuidados de una nodriza absolutamente silenciosa quien, una vez hecho hombre, lo instala de repente en la Naturaleza y en la vida en sociedad. Cabría pensar también que en esta historia con pretensiones antiplatónicas se halla ya de forma incipiente la hipótesis de la estatua. No obstante, y pese a estos testimonios, hemos de reconocer a Condillac el mérito de haber sido el filósofo que sacó el mayor partido de la hipótesis, confiriéndole una singular originalidad así como una operatividad metodológica insospechada. C. Valor y carácter de la hipótesis Hemos de preguntarnos ahora si el instrumento metodológico que Condillac emplea para dar cuenta del comportamiento cognoscitivo del sujeto es o no adecuado. En este sentido, a su juicio, condición indispensable para la admisión de la tesis que pretende demostrar en su obra es que el lector de la misma se ponga exactamente en el lugar de la estatua, que se identifique plenamente con ella. Como nos dice al comienzo del Tratado: «Advierto, pues, que es muy importante colocarse exactamente en el lugar de la estatua que vamos a observar. Es preciso comenzar a existir con ella, no tener más que un solo sentido cuando ella sólo tiene uno; no adquirir más que las ideas que ella adquiere, no contraer sino los hábitos que ella contrae: en una palabra, es preciso ser sólo lo que ella es».12 Según esto, se hace preciso convertir a la estatua, considerada como objeto de experimento al que examinamos desde fuera, en sujeto de la experiencia, a quien examinamos desde dentro. El desdoblamiento se hace así inevitable y sumamente ambigua y polivalente la posición de quien realmente quiera entender el Traité. 8 GRIMM, Correspondance littéraire, Ed. Tourneux, Paris, 1877, t. II, p. 738. 9 GRIMM, o. c, t. III, p. 111. 10 CONDILLAC, Traité des sensations, Dessein de cet ouvrage; 1.1, p. 222b. 11. GRIMM, Correspondance littéraire, t. III, p. 111.

Page 32: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

El carácter artificioso de la hipótesis también aparece claro desde el momento en que constatamos que en el ámbito de lo real los sentidos nunca se ejercitan aisladamente sino conjunta y simultáneamente. La abstracción de los sentidos separados puede ser un procedimiento de explicación válido, pero en ningún caso una imagen adecuada del comportamiento sensitivo natural. Como escribía Grimm en su Correspondance: «Sostengo que en los temas metafísicos, cuando se trata de adivinar la naturaleza y de desvelar sus misterios más ocultos, es preciso consultarla a cada instante; es preciso sobre todo que el plan general de nuestras operaciones sea conforme y análogo al que la naturaleza misma sigue en los suyos. Todas esas suposiciones de un hombre limitado al olfato o al oído o a los dos sentidos, lejos de ser análogas a la naturaleza, son por el contrario completamente imposibles. No hay sentidos sin el del tacto, y cuando con una audacia filosófica se emprende animar a una estatua, no hay que hacer lo que la naturaleza misma no hubiese podido hacer en el orden presente de las cosas. Era preciso, pues, animar a la estatua como la Naturaleza nos anima, es decir, con todos los sentidos sin conocer su uso, y seguir paso a paso el desarrollo de éstos y de las facultades de esa estatua».13 La misma objeción es hecha posteriormente por Cabanis en su obra Rapport du physique et du moral de l'homme, y apoyada en consideraciones anatómicas y patológicas. No obstante, creemos que el valor de la hipótesis es innegable, no sólo por la originalidad de la investigación que hace posible, sino también y sobre todo, por ilustrar plásticamente una tesis que de otro modo sería difícilmente comprensible. Por último, hemos de subrayar que la hipótesis de la estatua viene a ser la expresión más radical de la condición supuesta por el empirismo en los orígenes de la vida mental; la tabula rasa de Aristóteles y el papel en blanco de Locke adquieren con la hipótesis de Condillac un relieve extraordinario, al ser ésta considerada como la imagen más expresiva y radical de esa pasividad y receptividad que la filosofía empirista supone en el alma del sujeto en el momento mismo de su nacimiento.

2. La inmanencia sensorial La finalidad que Condillac persigue en su investigación es, pues, averiguar qué tipo de sensación transmite originariamente al cognoscente la noción de exterioridad; para ello, y como ha quedado de manifiesto más arriba, se hace imprescindible la descomposición del sujeto en sus diversos sentidos; este designio, como sabemos, Condillac pretende lograrlo tomando como instrumento el artificio metodológico de la estatua. Se hace preciso, por tanto, ir otorgando a ésta separada y sucesivamente los cinco sentidos externos y observar minuciosamente los conocimientos adquiridos con cada uno de ellos. 12 CONDILLAC, Traité des sensations, Avis important aux lecteurs, t. I, p. 221a.

13 GRIMM, Correspondance littéraire, Carta del 1º de Diciembre de 1754.

14 R. LENOIR, Condillac, Ed. Alcan, París, 1924, p. 69. 15 R. LEFEVRE, Condillac ou la joie de vivre, Ed. Seghers, París, p. 34.

Page 33: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

La investigación comienza en el libro primero del Traité con los sentidos que, según Condillac, no confieren al sujeto sino el conocimiento de su propio yo; son, pues, los sentidos que no aportan a aquél sentimiento alguno de exterioridad. Los resultados que el primer libro arroja revelan así la inmanencia del cognoscente a este nivel de análisis sensorial. La conclusión de este primer libro será por tanto que un sujeto limitado a los sentidos del olfato, oído, gusto o vista no capta un exterior, un más allá de su ser, sino tan sólo su propia yoidad, identificada plenamente con las sensaciones que percibe. Estas no serán para el cognoscente imágenes de un mundo externo, no serán consideradas por él como efectos de una realidad ajena, sino únicamente como modificaciones o maneras de ser de su pensamiento, en definitiva: como su propio yo. Esta conclusión (en principio sorprendente, por lo que al sentido de la vista se refiere) Condillac entiende no ser gratuita, sino suficientemente contrastada por investigaciones introspectivas y empíricas. Corolario de tal tesis es la afirmación de que un sujeto privado del sentido del tacto (hipótesis, por lo demás, de todo punto improbable) carecería de toda noción de exterioridad y de objeto; sus sensaciones estarían desprovistas de todo valor intencional y, agotándose en sí mismas, no revelarían al cognoscente sino su propio yo con el que aquéllas se identificarían por entero. Tres testimonios de relieve pueden aclarar lo dicho hasta ahora. En primer lugar, Raymond Lenoir en su estudio sobre Condillac nos dice: «Los conocimientos que la estatua puede adquirir por los sentidos no son más que nuestras propias modificaciones o maneras de ser. Presentemos una rosa a la estatua, un sonido, un fruto, un olor: ella es olor de rosa, eco del sonido, sabor del fruto, color».14 Por su parte, Roger Lefévre, en su obra Condillac ou la joie de vivre, recopilación selecta de los principales textos filosóficos de Condillac, destaca así el inmanentismo inicial de la estatua: «Es a los sentidos "que por sí mismos no juzgan los objetos exteriores " a los que se aplica primeramente el análisis, posición subjetivista estrictamente experimental, pues lo sensible es en principio un sentimiento. Mostrando que estos sentidos bastan para engendrar el pensamiento, mas de ninguna manera el mundo, se prueba que la objetividad plantea un problema».15 Finalmente, Victor Delbos, en su obra La Philosophie Française, subraya también del siguiente modo el carácter subjetivo e inmanente de la sensación: «...no siendo nuestras sensaciones más que nuestras maneras de ser, y no proporcionándonos ya la vista la noción del espacio exterior, el problema de la exterioridad se plantea en condiciones más precisas y no puede ya ser resuelto sino por el tacto».16 16 V. DELBOS, La Philosophie française, Ed. Plon, París, 1919, p. 263. 17 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, I, 1, § 1; 1.1, p. 224a. 18 Cf. CONDILLAC, ibidem.

Page 34: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

A. El olfato El objeto, pues, del primer libro del Traité es mostrar que los sentidos del olfato, oído, gusto y vista, si bien son capaces por sí solos de dar cuenta de la totalidad de ideas y operaciones anímicas del sujeto, revélanse empero de todo punto impotentes para aportar a éste originariamente conocimiento alguno del mundo externo. La tarea inmediata que se impone es demostrar empíricamente esta aserción procediendo al examen separado de las capacidades cognitivas de tales sentidos. El análisis comienza con el sentido del olfato. Un ser limitado a éste no conocería sino olores; el resto de sensaciones, por imperceptibles, serían para él inexistentes. Los olores constituirían así el objeto propio y único de su conocimiento.17 Un ser limitado al olfato -viene a decirnos Condillac- no sentiría en sí más sensaciones que las que él experimentase. Presentadle cuerpos olorosos, y tendrá la conciencia de su existencia; no se los presentéis, y no sentirá nada. No existen para él más que olores; él cree y no puede creer más que en los olores.18 Ahora bien, con relación a un observador ajeno, la estatua es un ser que huele cuerpos odoríferos, mas con respecto a sí misma, ella no es sino el olor mismo sentido. No se trata, pues, ya de que la estatua conozca olores (y solamente olores), sino de que al mismo tiempo se identifica plenamente con los olores que percibe. En palabras del propio Condillac: «Si le presentamos una rosa, nuestra estatua es, con relación a nosotros, una estatua que huele una rosa; pero con relación a sí misma no es más que el olor de esa flor».19 Al identificarse en la estatua olor percibido y ser del percipiente, desaparece la relación sujeto-objeto, esencial en todo acto cognitivo; la sensación captada, agotada en sí misma, deja de poseer todo valor intencional, hasta el punto de limitarse su función a la sola condición posibilitadora de la toma de conciencia existencial del sujeto sintiente. La bipolaridad entre un cognoscente y un objeto conocido da paso a la mera percepción del propio existir. La sensación no es, pues, para la estatua efecto cognitivo de causas trascendentes, sino revelación existencial del propio ser. En una palabra -escribe Condillac-, los olores sólo son para ella sus propias modificaciones o maneras de ser; y ella no podría creer que es otra cosa, ya que éstas son las únicas sensaciones de que es susceptible. 20

Sin duda, la consideración de la sensación como mera modificación o manera de ser de la conciencia es lo que hace posible la identificación de sintiente y sentido y, por tanto, la retracción de la conciencia hasta el punto de hacer surgir en el cognoscente el sentimiento único de su sola existencia, identificada en cada momento con la sensación percibida. Como nos dice Condillac: «Es olor de rosa, de clavel, jazmín, de violeta, conforme a los objetos que actúan sobre su órgano».21 Dos testimonios de interés ayudarán a comprender mejor la función desempeñada por el olfato en el dinamismo cognoscitivo del sujeto, según la

Page 35: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

concepción mantenida por Condillac. Por un lado, Roger Lefévre, en la obra ya citada, pone de relieve la limitación y pobreza del sentido del olfato así como su incapacidad para la revelación existencial: «... (el olfato) es el sentido más subjetivo, el más limitado, el más pobre: no obstante, Condillac emprende la tarea de extraer de él la vida mental. ¿ Huele la estatua una rosa?, ella es el olor mismo de esa rosa. Sin idea alguna de las cosas ni de las otras cualidades, será, pues, olor de rosa, de clavel, de jazmín, de violeta, según las impresiones recibidas» 22 Por su parte, Víctor Delbos, destacando la inmanencia y subjetividad de las sensaciones olorosas, escribe: «Los conocimientos de la estatua limitados al sentido del olfato no pueden extenderse más que a olores; ella no puede ya tener las ideas de extensión, de figura, ni de nada que esté fuera de ella o de sus sensaciones, así como tampoco las de color, sonido, y sabor. Si huele una rosa, no es en sí misma y para ella misma, sino el olor de esta flor. Podrá ser olor de clavel, de jazmín, de violeta, como es olor de rosa; pero, de todas formas, los diferentes olores no son nunca sino sus propias modificaciones o maneras de ser».23 Por supuesto, Condillac considera que en estas condiciones de limitación sensorial en que la estatua se encuentra, no podría darse conocimiento alguno de la materia; si ni siquiera el sentimiento de exterioridad puede surgir en la estatua, menos aún puede hacerlo la idea de cuerpo; situados, pues, en su lugar, lo material sería para nosotros por completo incognoscible. Como afirma Condillac: Que los filósofos a quienes parece tan evidente que todo es material se coloquen, por un momento en su lugar, e imaginen cómo podrían sospechar que existe algo que se parezca a lo que llamamos materia. 24 Ya Berkeley en sus Dialogues había destacado la oposición entre las tesis materialistas mantenidas por Hilas y las idealistas sustentadas por Filonous. Según el primero, para quien la existencia de la materia es una de las «cosas más evidentes de la naturaleza», la mera posibilidad de la inexistencia de lo corpóreo revélase como absurda y contradictoria: En la conversación de la última noche se te presentaba como una persona que sostenía la opinión más extravagante que ha albergado mente alguna; a saber, que no existe en el mundo eso que se llama sustancia material. 25 19 CONDILLAC, Traité des sensations, I, 1, § 2; 1.1, p. 224a. 20 CONDILLAC, ibidem. 21. CONDILLAC, ibidem.

22. R. LEFEVRE, o. c, p. 34. 23. V. DELBOS, o. c, pp. 263-264 24. CONDILLAC, Traité des sensations, I, 1, § 3; 1.1, p. 224a.

Page 36: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Y más adelante, el asombro ante una posición inmaterialista no tiene límites: ¡Cómo! ¿Puede haber algo más fantástico, más contrario al sentido común, o una muestra mayor de escepticismo que creer que no existe eso que se llama materia?.26 La doctrina inmaterialista de Berkeley se halla representada en los Dialogues por el personaje Filonous, para quien la materia, lejos de ser un dato primario del conocimiento, carece por entero no sólo de objetividad sino también de auténtica realidad. La posición de Condillac en el libro primero del Traité será enteramente similar. El yo propio es también el término único de la dimensión volitiva de un ser limitado al sentido del olfato. La estatua, en efecto, sólo puede apetecer lo conocido, olores, y éstos identifícanse plenamente con su ser. «Por lo demás -escribe Condillac-, el amor, de que es capaz nuestra estatua, sólo es el amor a sí misma, es decir, lo que llamamos amor propio. En efecto, sólo se ama a sí misma; pues las cosas que ama, no son más que sus propias maneras de ser».27 La estatua, pues, limitada al sentido del olfato, sólo se conoce y se ama a sí misma. B. El oído El análisis de la capacidad cognitiva de los sentidos prosiguese con el del oído. Aquí los resultados son análogos a los obtenidos con el olfato. Ninguna idea de exterioridad ni de objeto surge en la estatua. Esta, afectada ahora por sonidos, los percibe y conviértese por entero en ellos; su existencia es ahora un sonido como antes era un olor; la oposición sujeto-objeto sigue, pues, todavía sin aparecer. Reduzcamos nuestra estatua al sentido del oído -escribe Condillac- y razonemos como lo hicimos a propósito del olfato. Cuando su oído es afectado por un sonido, la estatua se convierte en la sensación que experimenta... De este modo la transformamos a nuestro arbitrio en un ruido, un sonido, una sinfonía: pues la estatua no sospecha que exista otra cosa fuera de ella. El oído no le da la idea de ningún objeto situado a cierta distancia. La proximidad o la lejanía de los cuerpos sonoros sólo produce, con respecto a ella, un sonido más fuerte o más débil: la estatua sólo oye más o menos su existencia.28 25. G. BERKELEY, Three Dialogues between Hilas and Philonous, I; in; Georges BERKELEY, Philosophical Works, introduction and notes by M. R. Ayers, London and Melbourne, 1975; p. 136. 26. G. BERKELEY, ibidem. 27. CONDILLAC, Traité des sensations, I, 3, § 7,1.1, p. 233a. 28. CONDILLAC, o. c. I, 8, § 1; 1.1. p. 240a.

Page 37: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

El sentido del oído revélase, pues, también inmanente y subjetivo. Un ser limitado a él, no conocería sino sonidos, y no poseyendo éstos tampoco valor intencional alguno, aquél identificaríase plenamente con ellos. Los sonidos vendrían a ser así para el cognoscente modificaciones o maneras de ser propias y no impresiones producidas por entidades ajenas. Roger Lefévre, comentando este pasaje del Traité, escribe: «Aisladamente, el oído proporciona un sonido, en el que al punto, la estatua "se convierte". Como dice Ovidio, "es el sonido el que habita en ella". Si el sonido es más o menos fuerte, ella siente, pues, más o menos su existencia, con exclusión de todo objeto».29 Por su parte, Víctor Delbos, en la obra ya citada, pone también de manifiesto el carácter inmanente del sentido del oído en los siguientes términos: «Supongamos a la estatua limitada al sentido del oído. Cuando su órgano auditivo sea afectado, se convertirá en la sensación que experimenta. Pero no tendrá por este medio la idea de un objeto situado a cierta distancia: no sospecha todavía que existe otra cosa aparte de sí misma» 30

Tampoco la unión de olfato y oído proporciona a la estatua el sentimiento de exterioridad, tan sólo un repertorio mayor de sensaciones y de relaciones entre ellas. Como nos dice Condillac: «Puesto que estos sentidos, tomados por separado, no dan a nuestra estatua idea de ningún objeto exterior, tampoco se la dan después de su unión. La estatua no sospecha que posee dos órganos diferentes ».31 C. El gusto Nada nuevo arroja aquí el análisis sensorial. La estatua, limitada ahora al sentido del gusto, aprehende sabores sin adquirir, empero, noción alguna de objeto externo. Su ser todo identifícase ahora con el sabor percibido, el cual puede engendrar por sí solo la totalidad de operaciones de que es susceptible su yo. 32 La inmanencia del sentido del gusto es, pues, también absoluta. Idéntico resultado obtenemos si consideramos en acción simultáneamente los tres sentidos. Aunque esta unión contribuya a aumentar la extensión de sus ideas y deseos, 33 sigue sin aparecer, no obstante, toda idea de exterioridad y de objeto; clausurada en los límites de su conciencia, la estatua sólo percibe sus diversas sensaciones, con las que plenamente se identifica. Habrá, pues, que examinar un nuevo sentido, el de la vista, y comprobar si con él surge ya en el sintiente la noción de exterioridad. 29. R. LEFEVRE, o. c, p. 38. 30. V. DELBOS, o. c, p. 266

31. CONDILLAC, Traité des sensations, I, 9, § 1; 1.1, p. 242a. 32. Cf. CONDILLAC, o. c, I, 10, § 1; 1.1. pp. 242b-243a.

Page 38: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

33. Cf. CONDILLAC, /. c, I, 10, § 5; 1.1, p. 243b.

Volver al Índice / Inicio del Capitulo

Page 39: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

CAPITULO III LA SUBJETIVIDAD DEL SENTIDO DE LA VISTA

Hemos de avanzar un paso más y examinar, ahora por separado, el sentido de la vista para comprobar si las sensaciones transmitidas por él al sujeto revelan a éste la existencia de un mundo ajeno, trascendente. La investigación habrá de proceder de forma análoga a como se desarrolló con respecto a los otros sentidos: habremos de suscitar en la estatua diversas sensaciones visuales y observar si mediante ellas puede ésta emitir ya un juicio de exterioridad. La función gnoseológica que el sentido de la vista desempeña en los procesos de aprehensión del mundo es extraordinaria, de ahí la suma importancia que su análisis reviste en la teoría del conocimiento de Condillac. En esto nuestro autor no es nada original; desde los orígenes mismos de la reflexión filosófica, la consideración del sentido de la vista como fuente activa de ideas y conocimientos fue objeto de la atención y estudio de la práctica totalidad de pensadores de cada época. Especialmente en los siglos XVII y XVIII, la intensificación sobre las investigaciones de óptica y psicología de la visión se convierte en fenómeno intelectual característico. Tanto desde la esfera racionalista como desde la empirista, la tematización de aspectos y cuestiones relativos a procesos visuales prolifera sobremanera. En este sentido, la teoría que Condillac presenta en sus escritos es deudora tanto de la perspectiva racionalista como de la empirista, si bien es ésta última la que orienta su concepción definitiva en el Traité des sensations. Puesto que, por un lado, la concepción berkeleyana de la visión hállase en estrecha relación con la teoría de Condillac en el Traité, por otro, se aprecia un giro completo a este respecto, desde el Essai al Traité, habremos de dividir este capítulo para su más exhaustivo tratamiento en los siguientes tres apartados: 1. Berkeley y la nueva teoría de la visión. 2. Condillac y la teoría realista del Essai. 3. La teoría empirista en el Traité des sensations.

1. Berkeley y la nueva teoría de la visión Basada en los presupuestos filosóficos del racionalismo, la concepción vigente en el siglo XVII y primera mitad del XVIII acerca de la visión era geométrico-óptica. Pretendía, en efecto, dar razón de la percepción visual de la distancia mediante los mismos principios (líneas y ángulos) empleados para su cálculo.1

Así, por ejemplo, se pensaba que la distancia próxima era percibida, ya por el ángulo de los ejes ópticos, ya por el grado de divergencia de los rayos procedentes del punto visivo. En el primer caso, el mayor ángulo de los ejes ópticos se correspondía con la distancia más corta, y el ángulo menor, con la distancia más larga; en el segundo, se juzgaba como más próximo aquel punto

Page 40: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

que era visto por rayos mas divergentes, y más remoto, aquél que era percibido por rayos menos divergentes; según esto, la distancia aparente se iba incrementando conforme decrecía la divergencia de los rayos, hasta que, finalmente, se hacía infinita cuando los rayos que caían sobre la pupila se tornaban paralelos. Es claro que la conexión existente entre un ángulo obtuso y una distancia corta, y entre un ángulo agudo y una distancia larga es evidente y necesaria a priori, conexión que presenta el mismo carácter entre la mayor divergencia de los rayos directos que caen sobre el ojo y la menor distancia del objeto visivo. En el Essay Towards a New Theory of Vision Berkeley rebate esta concepción geométrico-óptica de la percepción visual, proponiendo al tiempo una nueva explicación de extraordinaria fecundidad en el decurso posterior del pensamiento gnoseológico. Condillac es, sin duda, el pensador ilustrado más directamente influido por la filosofía de Berkeley, asumiendo plenamente en el Traité des sensations la nueva teoría de la visión del inmaterialista obispo irlandés. De ahí que hallamos de ocuparnos de ella en el presente apartado. El objetivo marcado en el Essay es doble; por un lado, dar una explicación de la percepción visual del espacio; por otro, establecer una comparación entre las percepciones de la vista y del tacto y examinar si existe alguna relación de semejanza entre ambas. Es mi propósito -escribe Berkeley- mostrar la manera que tenemos de percibir por la vista la distancia, la magnitud y la situación de los objetos. También considerar la diferencia que hay entre las ideas de la vista y del tacto, y si hay una idea común a ambos sentidos. 2 Por lo que respecta al primer objetivo, se trata en primer lugar de explicar adecuadamente la percepción visual de la distancia. Esta no puede ser aprehendida por sí misma. En efecto, así como por el tacto captamos de modo inmediato la dureza o blandura de un cuerpo, por el gusto, el sabor dulce o amargo, y por el oído la gravedad o agudeza de un sonido, carecemos, sin embargo, de una facultad inmediata para percibir visualmente la distancia. No siendo ésta más que una línea que une el objeto visivo con el ojo, no percibimos sino el punto que se forma en su interior; y sea que el objeto esté a mil leguas o, a un pie, el punto en cuestión es siempre el mismo. La invisibilidad inmediata de la distancia es, pues, algo evidente. 3

1 Cf. R. DESCARTES, La Dioptrique, cap. VI. MALEBRANCHE, La recherche de la vérité, lib. I, caps. VI-IX.

2 G. BERKELEY, An Essay towards a New Theory of Vision, § 1, in: GEORGE BERKELEY, Philosophical Works, introduction and notes by M. R. Ayers, London and Melbourne, 1975; p. 9. 3 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 2, p. 9.

Page 41: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Esto es claro, en primer lugar, por lo que respecta a la distancia remota, la cual es captada más por la experiencia que en virtud de una estricta percepción sensorial. En cuanto a la distancia próxima, la explicación que de su percepción da la teoría racionalista, Berkeley la considera insuficiente, básicamente por tres razones. En primer lugar, es evidente que cuando la mente percibe una idea, no de modo inmediato y por sí misma, ha de serlo por la mediación de alguna otra; así, se percibe la vergüenza o la ira de un hombre (ideas imperceptibles en sí mismas) por medio del color rojo que adopta su semblante (idea perceptible en sí misma). Es claro igualmente que una idea imperceptible por sí misma no puede ser medio para percibir otra; así, sin percibir el rubor o la palidez en el semblante de un hombre, será imposible captar mediante ellas las pasiones existentes en su ánimo. Por tanto, si, como se ha dicho anteriormente, la distancia, aun siendo percibida por la vista, no lo es de modo inmediato, ello sólo podrá ocurrir por la intervención de una idea mediadora perceptible por sí misma. Ahora bien, puesto que, como muestra la experiencia de cada cual, las líneas y ángulos de que hablan los racionalistas no son percibidos de modo alguno por el sentido, sigúese que la mente no juzga por ellos la distancia de los objetos. 4

En segundo lugar, estas líneas y ángulos, que constituyen los principios matemáticos de la óptica, carecen de existencia real en la naturaleza; son sólo hipótesis elaboradas por los matemáticos e introducidas por ellos en la óptica, a fin de hacerla susceptible de tratamiento geométrico. 5

Finalmente, aun admitiendo la existencia real de las líneas y ángulos ópticos y la posibilidad de su captación sensorial, tales principios serían insuficientes para explicar el fenómeno de la percepción visual de la distancia. 6

Habiendo, pues, mostrado, por una parte, que la distancia es imperceptible por sí misma y que se requiere por tanto la mediación de alguna otra idea para su percepción visual y, por otra, que las explicaciones racionalistas a este respecto son insatisfactorias, hemos de inquirir ahora qué ideas o sensaciones, inmediatamente percibidas, se hallan conectadas con la percepción de los diferentes grados de distancia y por las que éstos son introducidos en la mente. A juicio de Berkeley, son tres las sensaciones que sugieren al entendimiento la percepción visual de la distancia: En primer lugar, al mirar un objeto próximo con ambos ojos, experiméntase una alteración en la disposición de éstos, que aumenta o disminuye el intervalo existente entre las pupilas, según que el objeto se acerque o se aleje. Tal disposición o giro de los ojos es acompañado por una sensación, que produce la idea de una distancia mayor o menor. Entre la sensación originada por el diferente giro de los ojos y la idea de un grado mayor o menor en la distancia no se da una conexión natural o necesaria; es el hábito o costumbre (la experiencia) el que ha establecido un vínculo entre ambas clases de ideas, de tal manera que tan pronto como la mente percibe la sensación ocasionada por el diferente giro dado a los ojos, percibe igualmente la idea de distancia que con ella se relaciona; del mismo modo que al oír un determinado sonido

Page 42: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

articulado, le es sugerida al entendimiento aquella idea que la costumbre ha unido a él. 7 En segundo lugar, un objeto situado a cierta distancia del ojo y con el que la anchura de la pupila guarde una proporción apreciable, aparecerá de forma más confusa cuanto más próximo se halle al ojo y menos confusamente, cuanto más alejado se halle de él. Surge así una conexión constante entre los diferentes grados de confusión y de distancia, donde la confusión mayor implica menor distancia y la confusión menor, mayor distancia del objeto. De nada sirve, pues, la explicación geométrica de los rayos divergentes para dar cuenta de la percepción visual de los diferentes grados de distancia. No es objeción fundada el afirmar que entre la apariencia más o menos confusa y la menor o mayor distancia no se da conexión necesaria alguna, pues cabría preguntar también si entre lo rojo del rubor y la vergüenza se da algún vínculo evidente y a priori; es claro que no, y sin embargo, tan pronto como aparece en el rostro de alguien ese color, surge en nuestra mente la idea de esa pasión que, según se ha observado, la acompaña siempre. 8

Finalmente, también la contracción del ojo es ocasión sugeridora del grado de distancia a que se halla el objeto. En efecto, colocado un cuerpo a cierta distancia del ojo, al aproximarse aquél, éste no puede evitar una contracción mayor o menor, según el grado de aproximación. Cuanto mayor es la sensación producida por la contracción ocular, tanto menor es la distancia existente entre el ojo y el objeto.9 Así pues, la sensación producida por el giro de los ojos, la confusión de la apariencia y la contracción ocular son las ocasiones constantes y generales, posibilitadoras de la introducción en la mente de las diferentes ideas de distancia próxima. Ahora bien, teniendo en cuenta que también otras diversas circunstancias pueden sugerir éstas a la mente, hemos de subrayar que ninguna conexión natural o necesaria se da entre unas y otras, de tal modo que de la simple aparición de las primeras puede deducirse a priori el grado de las segundas. Sólo la experiencia y la costumbre pueden establecer entre ellas un vínculo constante y general.10 4. Cf. G. BERKELEY, o. c, §§ 9-12, p. 10. 5 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 14, pp. 10-11. 6 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 15, p. 11.

7 Cf. G. BERKELEY, o. c, §§ 16-20, pp. 11-12. 8 Cf. G. BERKELEY, o. c, §§ 21-23, p. 12.

9 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 27, p. 13. 10 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 28, p 13. 11 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 43, pp. 19-20.

Page 43: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Por tanto, según esto, la vista por sí sola es incapaz de captar un objeto situado a distancia; ni la exterioridad ni el objeto externo son percibidos propiamente por ella; y esto, por no hallarse los objetos propios de la vista fuera del pensamiento,11 ni ser tampoco imágenes o representaciones de objetos externos.12 Como afirma Berkeley: «Una manifiesta consecuencia de lo que hemos mostrado es que las ideas de espacio, de exterioridad y de cosas situadas a distancia no son, hablando estrictamente, el objeto de la vista».13 De ahí que un ciego de nacimiento no tendría, a la primera mirada, tras haber adquirido la visión, idea alguna de distancia ni de objetos distantes: De lo que ha precedido -se lee en el Essay- se deriva la manifiesta consecuencia de que un hombre nacido ciego que adquiriera la vista, no tendría al principio idea de la distancia por la visión. El sol y las estrellas, los objetos más remotos así como los más próximos le parecerían estar en su propio ojo o más bien en su mente. Los objetos ofrecidos por la vista no le parecerían, como tal es la verdad, diferentes de un nuevo conjunto de pensamientos o de sensaciones, cada uno de los cuales estaría tan próximo a él como las percepciones de dolor o de placer, o las más íntimas pasiones de su alma.14 La subjetividad del sentido de la vista es así para Berkeley manifiesta. Por sí mismo carece de referencia al mundo externo; sólo por la asociación de sus ideas propias con las tangibles, reveladoras directamente del espacio externo y del objeto en él situado, llegan a alcanzar esa proyección trascendente, característica propia sólo de las percepciones táctiles.15

Tras la explicación de la distancia, Berkeley emprende la tarea de dar cuenta de la percepción visual de la magnitud o extensión. A su juicio, cabe distinguir dos tipos de magnitud: una visible y otra tangible. La primera, variable, constituye el objeto inmediato de la vista; la segunda, constante, es propiamente perceptible y mensurable por el tacto. Esta, al igual que la distancia, no es inmediatamente percibida por la vista. Según la teoría racionalista, son los ángulos ópticos en conjunción con la distancia el medio de que la mente se sirve para aprehenderla visualmente. Ahora bien, del mismo modo que se ha mostrado que tanto líneas como ángulos ópticos son inoperantes para aprehender el lugar o espacio externo, también son insuficientes por sí solos para captar la magnitud o extensión de los objetos exteriores.16 12 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 44, p. 20. 13 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 46, p. 21.

14 G. BERKELEY, o. c, § 41, p. 19. 15 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 45, pp. 20-21. 16 Cf. G. BERKELEY, o. c, §. 52, p. 22. 17 G. BERKELEY, o. c, § 55, p 23.

Page 44: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Siendo la magnitud tangible constante y determinada, su existencia parece ser independiente de la mente y constituir propiamente la realidad del mundo externo. Como nos dice Berkeley: "La magnitud del objeto que existe fuera de la mente y está a distancia permanece invariablemente la misma. Pero el objeto visible, que cambia según os aproximáis o retrocedéis del objeto tangible, no tiene un tamaño fijo y determinado" .17 La realidad del mundo es así esencialmente tangible o, al menos aprehensible táctilmente. La magnitud visible, variable e interior, no constituye el ser propio del objeto, sino tan sólo es signo denotador de éste. Sus cualidades propias tienen por objeto significar la magnitud tangible, propiamente real. Tales cualidades son principalmente tres: la extensión de la apariencia visible, su confusión o distinción y la debilidad o el vigor de la mencionada apariencia. «Según lo grande o pequeño que sea el objeto visible -escribe Berkeley-, así concluiré que de grande o pequeño el objeto tangible. Pero por muy grande que sea la idea percibida inmediatamente por la vista, si es confusa, juzgaré la magnitud de la cosa como pequeña; si es distinta y clara, la juzgaré como más grande; y como más grande todavía la aprehenderé si es débil».18

Se dan además otras circunstancias que acompañan a las magnitudes tangibles y de las que dependen igualmente los juicios formulados sobre el tamaño y la distancia de los objetos; tales son, por ejemplo, la disposición del ojo, la índole de la forma y el número y situación de los objetos. Así, la misma cantidad de extensión visible, que con la figura de una torre sugiere la idea de una gran magnitud, con la figura de un hombre sugerirá la idea de un tamaño mucho menor. 19

No obstante, también a propósito de la magnitud, entre la apariencia visible y la realidad tangible no se da relación necesaria alguna, de tal manera que pueda ser inferida a priori la una a partir de la otra. Sólo la experiencia y el hábito vinculan entre sí la extensión visible y la tangible. Así, por ejemplo, no hay conexión natural o necesaria entre una magnitud visible pequeña y su correspondiente magnitud tangible; no hay nada en la primera que haga inferir con necesidad la segunda. Las ideas visibles por las que ahora juzgamos las diversas magnitudes tangibles podrían estar asociadas con éstas de modo diferente, «...de tal modo que las mismas ideas, por cuya percepción juzgamos que un objeto es pequeño, podrían también habernos servido para hacernos concluir que es grande. Pues estas ideas, por su propia naturaleza, son igualmente apropiadas para traer a nuestras mentes la idea de pequeño, de grande o de ningún tamaño en absoluto respecto a los objetos externos; lo mismo que las palabras de cualquier lengua son, por su propia naturaleza, indiferentes para significar ésta, aquella cosa o ninguna».20

18 G. BERKELEY, o. c, § 56, pp. 23-24. 19 Cf. G. BERKELEY, o. c, § 57, p. 24. 20 G. BERKELEY, o. c, § 64, p. 26.

Page 45: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Finalmente, la percepción de la situación no es tampoco propiamente un acto de visión. Contrariamente a la creencia común la situación de los objetos tangibles o externos no es percibida inmediatamente por la vista; ni siquiera los objetos inmediatos de ésta (luz y color) poseen en sí referencia alguna a términos situacionales, tales como "derecha", "izquierda", "arriba", "abajo". Si esto es así, la situación de los objetos visibles sólo será percibida mediatamente a través de ciertas circunstancias que los acompañen. Es, en efecto, la sensación producida por la diferente moción o giro de los ojos la que hace juzgar a la mente acerca de la situación de los objetos visibles; «...sin esta moción del ojo, sin este movimiento del ojo hacia arriba y hacia abajo para discernir diferentes objetos, sin duda, nunca se habrían transferido ni aprehendido como pertenecientes a las ideas de la vista términos como derecho, invertido y otros semejantes relativos a la posición de los objetos tangibles. Pues el mero acto de ver no incluye nada de esto, mientras que las diferentes posiciones del ojo dirigen la mente de modo natural a hacer un juicio apropiado de la situación de los objetos percibidos por él».21 Habiéndose adquirido el hábito de atribuir términos situacionales a los objetos inmediatamente aprehendidos por la vista, la percepción visual de la situación de los objetos externos o tangibles se explica fácilmente. Para ello, Berkeley juzga necesario considerar el caso de un ciego de nacimiento dotado de una amplia experiencia táctil. En tales circunstancias, el sujeto en cuestión atribuiría los modos situacionales sólo a objetos tangibles. «Pero en este caso -afirma Berkeley- todos los juicios que formule relativos a la situación de los objetos quedan limitados sólo a aquéllos que son perceptibles por el tacto. Todas las cosas intangibles y de naturaleza espiritual, sus pensamientos y sus deseos, sus pasiones y, en general, todas las modificaciones de su alma, a todo esto, no podría aplicar nunca los términos de alto y de bajo, a no ser en sentido metafórico».22 Tampoco a la primera mirada el recién vidente pensaría que nada estaba en alto o en bajo, a la derecha o la izquierda, «... porque -como nos dice Berkeley- ya se ha demostrado en la sección 41 que él no pensaría que las cosas percibidas por la vista estuvieran a distancia alguna de él o fuera de su mente».23 No obstante, tras una cierta experiencia, el sujeto aprenderá a asociar los objetos propios de la vista con los tangibles, siendo capaz su mente de hacer por la percepción de la situación de los primeros una rápida estimación de la correspondiente situación de los segundos. Es así como las sensaciones visuales, internas, subjetivas, remiten una vez más a los objetos tangibles o externos. «Además -escribe Berkeley-, cuando por experiencia ha aprendido la conexión que hay entre las varias ideas de la vista y del tacto, será capaz de hacer por la percepción que tiene de la situación de las cosas visibles entre sí una rápida y verdadera estimación de la situación de las correspondientes cosas externas y tangibles, y de esta forma percibirá por la vista la situación de los objetos externos, que propiamente no caen bajo este sentido».24 21 G. BERKELEY, o. c, § 98, pp. 37-38. 22 G. BERKELEY, o. c, § 94, p. 36. 23 G. BERKELEY, o. c, § 95, p. 36.

Page 46: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Tras la explicación de la percepción visual de la distancia, la magnitud y la situación de los objetos, la segunda tarea que Berkeley acomete en su Essay y que viene a ser continuación de la primera, es la comparación entre las ideas de la vista y las del tacto con vistas al establecimiento de su exacta y precisa relación. Por lo examinado hasta aquí, puede afirmarse que el mundo de las representaciones visuales es interno y subjetivo; los objetos propios de la vista son inmanentes y sin referencia alguna a lo externo u objetivo. «... Los objetos propios de la vista no existen fuera de la mente»,25 nos dice Berkeley. Y más adelante: «... Pero aunque tengamos una gran propensión a pensar que las ideas de exterioridad y de espacio son el objeto inmediato de la vista, sin embargo, a no ser que me equivoque, se ha demostrado claramente en las partes precedentes de este ensayo que tal cosa es una mera ilusión, nacida de una rápida y súbita sugestión de la imaginación, la cual relaciona tan estrechamente la idea de distancia con las de la vista, que nos hallamos inclinados a pensar que se trata de un objeto propio e inmediato de este sentido...»26 En cambio, el objeto tangible es por naturaleza exterior, independiente de la mente y constitutivo de la realidad misma de las cosas; es lo que Berkeley ha dejado sentado clara y reiteradamente en su obra. No obstante, en los Principies, parece rectificar esta posición inicial y acentuar su inmanentismo, hasta el punto de declarar expresamente que toda idea (incluida la tangible) es sólo objeto de una mente percipiente y carente por ello de realidad autónoma o independiente. «... Que el objeto propio de la vista no existe fuera de la mente ni puede ser imagen de cosas externas, ya quedó demostrado en el antedicho Essay y aunque sea enteramente idéntico el proceso del tacto, parece que allí se supone lo contrario, o sea, que los objetos existen fuera de la mente, pero no porque se admita este vulgar error, sino porque el refutarlo no lo creía necesario en un tratado sobre la visión».27 De todos modos, se admita o no una posición inmanentista plena, lo que para Berkeley parece evidente es que entre las ideas de la vista y las del tacto no cabe relación de semejanza alguna. Así, por lo que respecta a las ideas de distancia y de situación, Berkeley escribe: «... Las dos distintas provincias de la vista y del tacto deben considerarse aparte, como si sus objetos no tuvieran comunicación ni ninguna clase de relación entre sí, en lo tocante a distancia o posición».28 De igual modo, al referirse a las ideas de magnitud, figura y movimiento, el autor del Essay escribe: «... La extensión, figuras y movimientos percibidos por la vista son específicamente distintos de las ideas del tacto que reciben los mismos nombres, y no hay una cosa tal como una idea o clase de idea común a ambos sentidos».29 24. G. BERKELEY, o. c, § 99, p. 38. 25. G. BERKELEY, o. c, § 117, p. 43. 26. G. BERKELEY, o. c, § 126, p. 45.

27. G. BERKELEY, Principies, I, § 44, p. 89. 28. G. BERKELEY, Essay, § 115, p. 42. 29. G. BERKELEY, o. c, § 127, p. 46.

Page 47: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Los argumentos que Berkeley aduce para probar esta radical diferencia entre las ideas de la vista y del tacto son básicamente tres. En primer lugar, al percibir una idea, se la integra en una u otra clase sensorial en función del modo como es percibida o por exhibir una cierta semejanza con el resto de ideas de tal clase. Ahora bien, un ciego de nacimiento, al obtener la vista, no pensaría que las ideas visuales recién adquiridas eran percibidas de igual manera que las tangibles ni que tuviesen nada en común con ellas. Este hecho prueba, pues, la plena diversidad de los dos ámbitos sensoriales.30

En segundo lugar, siendo la luz y los colores el objeto propio y único de la vista, y reduciéndose la figura y la extensión visibles a diversas combinaciones de luz y color, es claro que no cabe idea común alguna entre vista y tacto habida cuenta de la incapacidad de éste para percibir los objetos inmediatos de aquélla.31

Finalmente, y éste es quizá el argumento más probatorio, si una superficie cuadrada percibida por el tacto fuera de la misma índole o naturaleza que una superficie cuadrada percibida por la vista, un ciego de nacimiento a quien tras una operación feliz se le hubiera otorgado la facultad de ver, estaría en condiciones de reconocer por ella y sin la ayuda del tacto la superficie cuadrada en cuestión; ahora bien, como Berkeley suponía y como Cheselden probó experimentalmente en 1728, el ciego de nacimiento es incapaz de reconocer por la vista lo ya conocido táctilmente. De ahí, por tanto la heterogeneidad de ideas entre ambos sentidos.32 Hemos de preguntarnos ahora si, a pesar de esta heterogeneidad entre los ámbitos sensoriales de la vista y del tacto, cabe, no obstante, una cierta relación entre ambos. Según lo expuesto, los objetos visibles vendrían a ser como los signos denotadores de los objetos tangibles, externos y constitutivos de la realidad misma de las cosas. Las ideas visuales constituirían así una especie de lenguaje natural universal del que se haría uso para significar la realidad tangible, exterior y auténtica. Y así como las lenguas humanas carecen de relación necesaria con las ideas por ellas significadas (prueba de ello es su diversidad), el lenguaje universal de los signos visibles, aunque común a todos los humanos, hállase vinculado a los objetos tangibles sólo por la experiencia y la costumbre. «... En conjunto -escribe Berkeley-, creo que podemos concluir razonablemente que los objetos propios de la visión constituyen un lenguaje universal del autor de la Naturaleza, por el cual se nos enseña a regular nuestras acciones para alcanzar las cosas necesarias a la conservación y bienestar de nuestros cuerpos, así como también para evitar lo que pueda ser dañoso y destructivo para ellos. Es por su información por lo que principalmente nos guiamos en todas las transacciones e intereses de la vida, y la manera de significar y señalarnos los objetos que están a distancia es la misma que la de los lenguajes y signos de creación humana, los cuales no sugieren las cosas significadas por ninguna semejanza o identidad de naturaleza, sino únicamente por una conexión habitual que la experiencia nos ha hecho observar entre ellos».33 Voltaire, en sus Eléments de la philosophie de Newton, explica así esta original idea de Berkeley: 30. Cf. G. BERKELEY, o. c, § 128, p. 46.

Page 48: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Aprendemos a ver como aprendemos a escribir y a leer. Los rápidos juicios, casi coincidentes, que a determinada edad emitimos sobre la distancia, el tamaño y la posición de los objetos, nos hacen creer que nos basta con abrir los ojos para ver las cosas como realmente las vemos. Pero esto es una ilusión. Si todos los hombres hablaran el mismo lenguaje, nos sentiríamos inclinados a creer que existe un enlace necesario entre palabras e ideas. En lo que se refiere a la experiencia sensible, nos encontramos en el mismo caso: todos hablamos el mismo lenguaje. La naturaleza nos dice a todos: veis un determinado color, vuestra imaginación os representará los cuerpos, a los que parecen pertenecer estos colores, de determinado modo; y el juicio rápido e involuntario que en este caso se pronuncia y mediante el cual apreciamos la distancia, el tamaño y la posición de las cosas, es útil e imprescindible para todo comportamiento.34

Según esto, es fácil entender que la función desempeñada por el juicio en el más simple acto de percepción adquiera una relevancia extraordinaria. En efecto, es él, dada esa desconexión natural entre los distintos ámbitos sensoriales, el que une y vincula entre sí sus diversos contenidos. Es éste quizá, propiciado por la investigación y discusión del problema planteado por Molyneux, el gran hallazgo de la psicología y teoría del conocimiento del siglo XVIII, así como el punto de partida de la indagación gnoseológica de Condillac, según veremos posteriormente.35

2. Condillac y la teoría realista del Essai Ya en su primera obra, el Essai sur I'origine des connaissances humaines, Condillac toma clara conciencia de los nuevos problemas gnoseológicos suscitados a propósito de la percepción visual del espacio. La lectura de Locke y Berkeley le lleva a reflexionar sobre el papel que el sentido de la vista desempeña en el proceso de aprehensión del mundo externo.

Directamente influido por el realismo representacionista del Essay, Condillac asume en su primera obra una posición radicalmente opuesta a la mantenida por Berkeley en su Essay. En efecto, frente a éste, él defiende aquí una tesis realista y racionalista, según la cual los objetos propios e inmediatos perceptibles por la vista no son sólo luz y colores, sino también distancia, magnitud, figura, situación y extensión. Sin hacer uso de la teoría óptica cartesiana, que abocaba a idénticos resultados, y apelando tan sólo al testimonio del sentido común, Condillac entiende que la percepción visual directa del espacio y de sus propiedades es algo evidente e incuestionable, y en esa medida de nada sirve apelar a juicios inconscientes, ínsitos en la percepción, como posibilitadores de la captación visual de esos objetos. La percepción visual por sí sola aprehende el mundo externo y sus objetos; el dato sensorial puro aporta al cognoscente las ideas espaciales de exterioridad, forma y extensión. Locke, en su Essay, había destacado la importancia de ciertos juicios habituales que de modo inconsciente modifican las apariencias visuales, confiriendo así al sujeto las nociones de objetividad y de espacio externo. Para él, como para Berkeley, sólo el tacto es el sentido de la exterioridad; la vista sin su ayuda sería incapaz de aprehender objeto externo alguno.

Page 49: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Tocante a la percepción -escribe-, procede considerar además que las ideas que percibimos por vía de la sensación se alteran frecuentemente por el juicio, en el caso de personas ya mayores, sin que nos percatemos de ello. Cuando ponemos frente a nuestros ojos un globo esférico de un color uniforme cualquiera, por ejemplo, de oro, de alabastro o de azabache, es seguro que la idea que se imprime en nuestra mente al contemplar ese globo es la de un círculo plano, diversamente sombreado, con distintos grados de luz y brillantez que hieren nuestros ojos. Pero como estamos ya acostumbrados por hábito a percibir la apariencia que los cuerpos convexos producen en nosotros, y cuales son los cambios que operan los reflejos de la luz de acuerdo con las diferencias de las formas sensibles de los cuerpos, el juicio, inmediatamente, por razón de una costumbre habitual, muda las apariencias en sus causas, de tal suerte que aquello que verdaderamente es una variedad de sombra o de color reunida en la forma, lo hace pasar por una manera de la forma, y se forja para sí mismo la percepción de una forma convexa y de un color uniforme, cuando la idea que recibimos no es sino la de un plano diversamente coloreado, según es evidente en la pintura. 36

Son tres principalmente las razones que Condillac aduce para rechazar la tesis lockiana de los juicios inconscientes. En primer lugar, Locke supone que conocemos qué suerte de imágenes producen los cuerpos convexos en nosotros y qué cambios ocurren con la reflexión de la luz, según las diferencias de las figuras sensibles de los cuerpos; ahora bien, tales conocimientos no son tenidos por la mayoría de los hombres, aunque vean las figuras de igual manera que los filósofos. En segundo lugar, por mucho que vinculemos estos juicios con la percepción visual, nunca los confundiremos con ellos, sino que veremos de una manera y juzgaremos de otra. Por último, es absurdo admitir en nosotros juicios de los que carecemos plenamente de conciencia; además, ellos, que son desconocidos para nosotros, no podrían ser razonablemente la causa explicativa de lo que acontece en nuestra mente.37 31. Cf. G. BERKELEY, o. c, §§ 129-130, pp. 46-47.

32. Cf. G. BERKELEY, o. c, §§ 131-133, pp. 47-48. 33. G. BERKELEY, o. c, § 147, pp. 51-52.

34. VOLTAIRE, Élements de la philosophie de Newton, parte II, cap. VII, en VOLT AIRE, Oeuvres completes, París, 1827, t. II, p. 644. 35. Cf. E. CASSIRER, La filosofía de la Ilustración, pp. 129 y ss.

36 J. LOCKE, An Essay concerning Human Understanding, II, 9, § 8; in: JOHN LOCKE, An Essay concerning Human Understanding, edited with an introduction, critical apparatus and glossary by Peter H. Nidditch, Oxford at the Clarendon Press, p. 145. 37. Cf. CONDILLAC, Essai sur l'origine des connaissances humaines, I, VI, §§ 3 y 4; 1.1, pp. 54a-55a.

Page 50: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Por otra parte, si se ha de seguir la tesis de Locke en todas sus consecuencias, sería preciso razonar sobre la distancia, la situación, el tamaño y la extensión de los cuerpos como él lo ha hecho respecto a las figuras; Locke no ha sido en esto consecuente, pero sí, en cambio, Berkeley, quién, como hemos visto, afirmaba en su Essay que ni situaciones, ni distancias, ni tamaños, ni figuras serían discernidos por un ciego de nacimiento cuyos ojos recibieran de improviso la luz por vez primera, lo cual probaría evidentemente que las ideas de tales cualidades no son perceptibles propiamente por la vista.38

Condillac piensa en el Essai que quienes sostienen la tesis de que la vista por sí misma es incapaz de aprehender la distancia, la magnitud y la situación de los objetos, asimilan en extremo el sentido de la vista al del oído, extrayendo infundadamente conclusiones del uno para el otro. Según ellos, en la audición el órgano auditivo es impresionado; la mente entonces, afectada de cierta manera, capta los sonidos y nada más. Análogamente, en la visión el ojo es conmovido de cierto modo; el simiente entonces aprehende luz y colores y nada más. Según esto, quien oyera por vez primera el ruido de un cañón (y el ejemplo lo toma Condillac de Voltaire), no sabría decir si se dispara a una legua o a treinta pasos; sólo la experiencia puede acostumbrarle a calcular la distancia que media entre él y el lugar de donde parte ese ruido. De igual modo, los rayos de luz que fluyen de un objeto no nos enseñan nada tocante al sitio en que se encuentran. Esta afirmación que, como hemos visto, constituye una de las proposiciones fundamentales de la nueva teoría de la visión de Berkeley, es rechazada por Condillac en los siguientes términos:

Es verdad -escribe- que no son los rayos de luz que parten de él, (de un hombre) los que me enseñan lo más exactamente cuan distante está; sino que son los que parten de los objetos intermedios. Es natural que la visión de estos objetos me dé alguna idea de la distancia a que estoy de ese hombre...39

Así pues, Condillac hállase convencido en el Essai de que el sentido de la vista es capaz por sí mismo de conferir al sujeto cognoscente las ideas de distancia, extensión, figura, magnitud, situación y, en definitiva, la noción de objetividad o espacio externo. Como él nos dice, con la vista «yo vería, de cierto, luz y colores. Pero ¿la luz y los colores, no vuelven a trazar necesariamente diversas distancias, diversos tamaños, posiciones diversas? Miro ante mí, a lo alto, a lo bajo, a derecha, a izquierda: veo una luz esparcida en todas direcciones, y varios colores que no están verdaderamente concentrados en un punto: ya no quiero más».40 Y más adelante subraya: «Por muy importante que esta investigación sea, se la dejo a otros. Me basta con que quienes quieran abrir los ojos convendrán en que perciben luz, colores, extensión, tamaños, etc. No me remonto más, porque desde este punto es cuando comienzo a tener un conocimiento evidente».41

38. Cf. CONDILLAC, o. c, I, VI, §§ 5 y 6; 1.1, p. 55a-b.

39. CONDILLAC, o. c, I, VI, § 10; 1.1, p. 56b. 40. CONDILLAC, o. c, I, VI, § 12; 1.1, pp. 56b-57a. 41. CONDILLAC, o. c, I, VI, § 13; 1.1, p. 57a.

Page 51: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Interesa traer aquí a colación, el célebre problema planteado por Molyneux a Locke y del que ya hicimos referencia al tratar de Diderot y de Berkeley. A juicio de Condillac, un ciego de nacimiento a quien se hubiera otorgado el sentido de la vista, poseería indudablemente las ideas de tamaño, extensión, línea recta, línea curva, etc, las cuales habría adquirido por vía táctil. Ahora bien, a diferencia de Locke y de Berkeley, Condillac cree que este hombre, una vez adquirida la facultad de ver, podría discernir por el solo medio de la visión la diferencia existente entre un cubo y una esfera colocados ante sus ojos. «Ciertamente -nos dice Condillac-, todo no está delante de él como un punto. Percibe, pues, una extensión con longitud, latitud y profundidad. Que él analice esta extensión, se formará las ideas de superficie, de líneas, de punto y de toda clase de figuras: ideas que serán semejantes a las que ha adquirido por el tacto; porque sean cualesquiera los sentidos por los que venga la extensión a nuestro conocimiento, ella no puede ser representada de dos maneras diferentes. Que yo vea o toque un círculo y una regla, la idea del uno no puede ofrecerme nunca más que una línea curva, y una línea recta, la de la otra. Este ciego de nacimiento distinguirá, pues, a simple vista, el globo del cubo, porque reconocerá las mismas ideas que se había formado de ellos por el tacto».42

No obstante, contra la tesis de Condillac se alza la experiencia del cirujano Cheselden en 1728 con el ciego de nacimiento, al que tras una operación de cataratas concedió la facultad de la visión. Los resultados de la operación parecían confirmar las tesis de Locke y de Berkeley, contrarias a las formuladas por Condillac en el Essai. En efecto, este hombre, una vez adquirida la vista, «... no distinguió en mucho tiempo ni tamaños, ni distancias, ni posiciones, ni aun figuras. Un objeto de una pulgada, colocado ante su vista y que le ocultaba una casa, parecíale tan grande como ésta». «Todo lo que veía parecíale al principio que estaba sobre sus ojos y que tocaba a éstos, como los objetos del tacto tocan a la piel. No podía distinguir aquello que había juzgado redondo con ayuda de sus manos, de lo que había juzgado angular, ni discernir con sus ojos si lo que sus manos habían sentido que estaba en alto o en bajo, estaba en alto o en bajo efectivamente. Tanto le faltaba para conocer los tamaños, que después de haber llegado, por fin, a concebir que su casa era mayor que su habitación, no concebía como la vista podía dar ésta idea. Únicamente después de dos meses de experiencias pudo hacerse cargo de que los cuadros representaban cuerpos sólidos: y cuando, después de este largo titubeo de un sentido nuevo en él, sintió que cuerpos y no superficies solas, estaban pintadas en los cuadros, llevó la mano a ellos y asombróse de no encontrar con sus manos esos cuerpos sólidos cuyas representaciones comenzaba a concebir. Preguntaba cuál de los sentidos, si el del tacto o el de la vista, era el engañador».43

Por este fenómeno, los partidarios de Locke y de Molyneux creían ver confirmada su tesis. Mas Condillac, que pensaba que la vista podía aportar por sí sola al sujeto cognoscente las ideas de espacialidad y de objeto externo, daba una explicación muy diferente de este hecho de experiencia. A su juicio, en efecto, el hombre a quien se había operado de cataratas, no pudo distinguir por mucho tiempo los objetos que aparecían ante sus ojos, no por necesitar para ello el auxilio del tacto, sino por estar entumecidos y faltos de ejercicio sus

Page 52: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

resortes básicos. La puesta en ejercicio de éstos, daría por sí sola al cabo del tiempo el resultado apetecido: «Si la ayuda del tacto le fue de alguna utilidad -escribe Condillac-, la causa es que los esfuerzos que hacía para ver en los objetos las ideas que se formaba de los mismos palpándolos, le facilitaban la ocasión de ejercitar más el sentido de la vista. Suponiendo que hubiese cesado de servirse de las manos todas las veces que abría los ojos a la luz, no es dudoso que hubiese adquirido por la vista las mismas ideas, aunque en verdad, más lentamente».44 Condillac da incluso una explicación de la falsa interpretación que del fenómeno en cuestión aportaron los partidarios de la tesis propuesta por Molyneux y defendida por Locke, Berkeley y el propio Voltaire: Los observadores de este ciego de nacimiento -nos dice- en el instante de abrirle las cataratas, esperaban ver confirmada una opinión en cuyo favor estaban prevenidos. Cuando vieron que percibía los objetos de manera tan imperfecta, no sospecharon que se pudieran aportar otras razones que las imaginadas por Locke y Barclai. Así pues, para ellos era una decisión irrevocable, la de que los ojos sin la ayuda de los otros sentidos serían poco aptos para suministrarnos las ideas de extensión, de figuras, de posiciones, etc.45

La teoría condillaciana de la visión dará, como veremos enseguida, un giro completo en el Traité des sensations.

3. La teoría empirista en el Traité des sensations La lectura de Locke y sobre todo de Berkeley constituye el factor decisivo y determinante del cambio radical operado en la concepción condillaciana de la visión desde el Essai al Traite des sensations. El impacto que la nueva teoría de la visión de Berkeley produce en Francia es extraordinario; Voltaire, como sabemos, a su vuelta de Inglaterra, divulga los aspectos más esenciales de la misma en los Eléments de la philosophie de Newton, a través de los cuales Condillac puede entrar en contacto con las aportaciones más significativas de la nueva ciencia experimental inglesa. Si el Traité des systémes primero y el Essai después habían constituido ya una abierta declaración de empirismo y anticartesianismo, el Traité des sensations, ahora, radicalizando estas tendencias, reflejará también la influencia preponderante del idealismo subjetivista berkeleyano, sobre todo en lo concerniente a la teoría de la percepción visual. Los desarrollos esenciales de la misma así como sus resultados más notorios serán plenamente asumidos por Condillac en su nueva obra. 42 CONDILLAC, o. c, I, VI, § 14; 1.1. Los subrayados son nuestros. 43. CONDILLAC, o. c, I, VI, § 15; t. I, p. 58a-b. Cf. también VOLTAIRE, Elements de la philosophie de Newton, parte II, cap. 7. 44 CONDILLAC, o. c, I, VI, § 16; 1.1, p. 59a. 45. CONDILLAC, /. c; 1.1, p. 59b.

Page 53: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

El sentido de la vista deja en el Traité des sensations de ostentar la primacía en la percepción espacial; se convierte, como el resto de sentidos, a excepción del tacto, en subjetivo e inmanente, incapaz de aprehender por sí solo un espacio exterior y menos aún cuerpos y extensión. La subjetividad propia del sentido de la vista, como la del resto, hállase determinada por la concepción que de la sensación sustenta ahora Condillac; en efecto, renunciando a definirla (como había hecho en el Essai) en términos tan ambiguos e imprecisos como los que Locke había empleado, a saber, como imagen representativa de lo real, la concibe ahora en el Traité como simple modo del pensamiento, como pura manera de ser de la conciencia. La sensación no es, pues, ya para Condillac representación de cualidades externas, sino modificación psíquica del ser sensitivo. Es obvio que, así concebida, Condillac se viese forzado a concluir (conclusión claramente Ínmanentista) que el sujeto cognoscente no percibe sino en sí mismo y que, por tanto, «un hombre limitado al olfato, no habría sido más que olor; limitado al gusto, sabor; al oído, ruido o sonido; a la vista, luz y color».46 El sentido de la vista es, pues, también él subjetivo. Un ser que sólo gozase de impresiones visuales no podría alcanzar nunca idea alguna de exterioridad ni de espacialidad. Como había afirmado Berkeley, Condillac sostiene ahora que, de los rayos luminosos enviados por el objeto visivo, el ojo no capta sino el extremo que hiere la retina, de ningún modo la fuente o punto originario de donde aquellos parten. Así como la mano que empuña un bastón no capta en un principio sino la sensación transmitida por la parte de éste en contacto directo con aquélla, así también el ojo no aprehende por sí solo sino la parte del rayo luminoso en contacto inmediato con él, esto es, tan sólo un punto visivo; el ojo, pues, sin ninguna otra intervención sensorial, no vería sino en sí mismo, no transmitiría al vidente sino sensaciones carentes de todo valor referencial.47

Condillac reconoce ahora, ocho años después, el mérito del físico inglés Molyneux quien por vez primera hizo conjeturas a éste respecto, rectificando igualmente la interpretación dada en el Ensayo de los experimentos realizados por el cirujano Cheselden con el ciego de nacimiento: «Debemos reconocer a Molyneux -escribe- el mérito de haber sido el primero en expresar conjeturas acerca del problema que tratamos. Molyneux comunicó su pensamiento a un filósofo; pues era el único medio de hacerse de un partidario. Locke convino con él en que un ciego de nacimiento cuyos ojos se abrieran a la luz, no sabría distinguir por la vista un globo de un cubo. Esta conjetura fue confirmada después por los experimentos de Cheselden, a los cuales aquélla dio ocasión; y me parece que hoy nos es posible determinar con bastante certeza lo que es propio de los ojos, y lo que éstos deben al tacto».48

46 CONDILLAC, Traité des sensations, I, 11, § 1; 1.1, p. 244b. 47 Cf. CONDILLAC, Extrait raisonné du Traité des sensations, I; 1.1, p. 328b.

48 CONDILLAC, Traité des sensations, I, 11, § 1; 1.1, p. 245a.

49 Cf. CONDILLAC, o. c, I, 11, § 2; 1.1, p. 245a-b.

Page 54: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Los objetos propios e inmediatos de la vista son ahora para Condillac, como ya sostuviera Berkeley la luz y los colores; y careciendo estas sensaciones, como empíricamente se ha constatado, de toda referencia objetiva o externa, un ser limitado al sólo sentido visual, únicamente percibiría en la acción de los rayos de luz sus propias modificaciones o maneras de ser.49

Ahora bien, luz y colores aparecen a la capacidad receptiva del sintiente como extendidos en una superficie: Una sensación de sonido -escribe Condillac- no podría ofrecer extensión al alma que es modificada por ella porque un sonido no es extenso. No ocurre lo mismo con una sensación de color: ésta ofrece extensión al alma que modifica, porque ella misma es extensa (...) Por consiguiente, es tan imposible concebir un color sin extensión, como concebir un sonido extenso.50

Se trata, sin embargo, de una extensión subjetiva, radicada en la sensibilidad misma del percipiente y carente de todo correlato externo. La estatua, limitada ahora, al sentido de la vista ha de sentirse únicamente como una superficie coloreada, más, a falta de la idea de sólido capaz de sustentarla, no es una superficie precisa y definida; tratase, por el contrario, de una extensión vaga, indeterminada, confusa, sin límites y sin forma.51 Ni situación ni movimiento son captables tampoco de forma inmediata por la estatua. En efecto: juzgase la situación de los objetos al percibirlos simultáneamente en un lugar en el que cada cual ocupa un espacio determinado; y juzgase su movimiento al percibir los cambios de situación que experimenta. Ahora bien, puesto que la estatua sólo tiene en estas condiciones de limitación sensorial una idea confusa e indeterminada de la extensión, no puede en verdad aprehender nada semejante en las sensaciones que la modifican. 52 Así pues, ni tamaños, ni figuras, ni situación, ni movimiento, son percibidos propia e inmediatamente por la vista. Ningún sentimiento de exterioridad surge tampoco con ella en la estatua. El balance que el análisis separado y conjunto de los sentidos del olfato, gusto, oído y vista ha arrojado es claro: la impresión de objetividad, la evidencia irrefutable del sentimiento de exterioridad que nos impulsa irresistiblemente a creer en la existencia de un más allá, fuera de nuestro yo y de nuestras sensaciones, no se debe a ellos. Habremos, pues, de buscar en el único sentido cuyo análisis nos falta, en el tacto, la sensación en que radicar el origen primario y genuino del conocimiento del mundo externo. 50 CONDILLAC, o. c, I, 11, § 8; t.-1, p. 248a.

51 Cf. CONDILLAC, ibidem.

52 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, I, 11, § 9; 1.1, pp. 249b-250a. Volver al Índice / Inicio del Capitulo

Page 55: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

CAPITULO IV TACTO REVELADOR Y DESCUBRIMIENTO DEL CUERPO PROPIO

Introducción. Condillac ha probado hasta el momento que a partir de la sola sensación, entendida como mera modificación de la conciencia, cabe explicarse el entero edificio del entendimiento humano así como las múltiples facultades y determinaciones de la voluntad. La dimensión representativa de la sensación da cuenta, en efecto, como se ha visto, de la multiplicidad y variedad de operaciones cognoscitivas, mientras su dimensión afectiva, no menos importante, es responsable de la génesis y desarrollo del complejo mundo del ámbito tendencial del sujeto. Ahora bien, habiendo adoptado de entrada una perspectiva decididamente idealista (dado que se parte en la reconstrucción genética del psiquismo de la sensación concebida como simple modificación del espíritu y no como imagen representativa), una tarea nueva se impone ahora a Condillac: demostrar la existencia de un mundo exterior, ajeno a la conciencia. Cabría pensar que, a fin de evitar este enojoso problema, hubiera bastado con definir la sensación, a la manera lockiana, como imagen o representación de la conciencia. Mas, con vistas a la reconstrucción que Condillac pretendía, era más lógico partir de puros estados de conciencia, de simples modificaciones interiores al espíritu. El problema de demostrar la realidad de un mundo ajeno debía, pues, plantearse necesariamente. Si el dato sensible originario, captado directa e inmediatamente por la conciencia, es capaz de engendrar por sí solo la totalidad de facultades y operaciones del cognoscente, no es susceptible, empero, al menos con los sentidos hasta aquí examinados, de dar debida cuenta de un mundo exterior, independiente del yo. En efecto, por lo que respecta a los sentidos manifiestamente subjetivos, esto es, al olfato, gusto y oído, Condillac es absolutamente claro: esos sentidos, dice, «... no dan ninguna idea de los objetos exteriores...»1 Nada hay en ellos capaz de aportar al cognoscente idea alguna de exterioridad o espacialidad. Pese a que sus sensaciones respectivas, aislada y conjuntamente, sean apropiadas para generar el complejo mundo subjetivo del sintiente, empero, revelan total ineficacia en la constitución perceptual del objeto externo. Por lo que concierne al sentido de la vista, el problema parece más difícil. Como hemos visto en el capítulo anterior, Condillac experimenta al respecto, influido sin duda por la lectura atenta de Berkeley, una profunda evolución, desde el Essay al Traité des sensations, obra en la que, finalmente, se decide también por el carácter subjetivo de este sentido: «...Debe pasar con la vista -escribe- como con los demás sentidos...»2 La razón de esta afirmación es también clara y explícita: La extremidad del rayo que afecta la retina, produce una sensación; pero esta sensación no se refiere en sí misma a la otra extremidad del rayo; permanece en el ojo, no se extiende más allá, y entonces el ojo está en el mismo caso que una mano que al tocar, agarrase la punta de un palo. Es evidente que esa

Page 56: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

mano no conocería más que el extremo que agarrase: aún no sabría descubrir nada más en la sensación.3 Los sentidos hasta ahora examinados revélanse, pues, inoperantes para descubrir al cognoscente un mundo material exterior. ¿Habrá que conservar así, indefinidamente, una actitud idealista?, ¿será el solipsismo la única vía posible para una reflexión filosófica seria y consistente? La respuesta es clara. La experiencia nos enseña de forma inmediata un exterior, una espacialidad ajena, conformada por objetos diversamente situados y relacionados entre sí. Nos hallamos afectados por un irresistible sentimiento de exterioridad, que nos induce a creer en la existencia de una realidad material, distinta y ajena por completo a nuestra capacidad sensitiva. Ahora bien el problema será entonces justificar debidamente esta convicción, determinar certeramente los motivos que la legitiman. «¿ Cómo pues podemos ver objetos fuera de nosotros?» 4 A esta pregunta no cabe responder apelando a revelación misteriosa alguna ni a ideas innatas, por definición, irreductibles a ninguna experiencia sensible. Sólo la sensación, sólo estados interiores de la conciencia, pueden dar debida cuenta de esa convicción natural y espontánea. Y puesto que las afecciones propias de los sentidos ya examinados carecen de la potencia cognoscitiva suficiente para justificar la revelación material inmediata, habrá que apelar a un sentido nuevo, al único cuyo dinamismo perceptual aún no ha sido estudiado: el tacto, «...¿cómo puede extenderse el sentimiento más allá del órgano que lo experimenta y que lo limita?», pregunta Condillac, a lo que al punto se responde: «...considerando las propiedades del tacto, hubiésemos reconocido que es capaz de descubrir ese espacio...»5

La idea de atribuir al tacto una importancia significativa en el proceso de descubrimiento del mundo material no era nueva. Ya Locke en el Essay le había conferido, junto con Molyneux, la primacía en la captación del espacio, la forma y el tamaño. Berkeley, por su parte, como se ha visto en el capítulo anterior, había mantenido que el ojo no percibe por sí ni distancia, ni figuras, ni tamaños; sólo combinaciones de luz y color. Según él, el tacto, en cambio, confiere al sujeto la idea de profundidad, en razón de los movimientos que su dinamismo perceptual exige. Mas, en Berkeley, esta profundidad no corresponde a una exterioridad real; trátase, por el contrario, de una noción subjetiva, por completo interior al espíritu. Voltaire, finalmente, entusiasmado con las investigaciones filosóficas y científicas del empirismo inglés, despoja a las tesis berkeleyanas de sus supuestos idealistas, y afirma en los Elements que el tacto revela al cognoscente un espacio exterior realmente existente e independiente del espíritu. 1. CONDILLAC, Extrait raisonné du Traité des sensations, I; 1.1, p. 328b.

2 CONDILLAC, ibidem.

3 CONDILLAC, ibidem.

4 CONDILLAC, o. c, II; 1.1, p. 329b. 5 CONDILLAC, Traité des sensations, I, II, § 1; 1.1, p. 244b.

Page 57: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

No obstante, es Condillac quien da a las aportaciones de sus antecesores un alcance y un rigor lógico insospechados para ellos. Analizando el proceso por el cual la estatua exterioriza sus estados de conciencia, Condillac entiende sin embargo que, en el origen, las sensaciones táctiles son igualmente subjetivas. Como veremos enseguida, el yo del cognoscente se identifica en un principio con las experiencias táctiles resultantes del mecanismo innato del sujeto, esto es, con el sentimiento fundamental. Todo cambiará, empero, con la aparición del movimiento. Este hará que el tacto, oponiendo entre sí dos mundos diferentes, experimente la sensación de resistencia y transmita así al cognoscente el sentimiento inequívoco y certero de un ámbito de realidad ajeno y material. No obstante, será interesante examinar la evolución del pensamiento de Condillac a este respecto. En efecto, mientras en la primera edición del Traité, de 1754, atribuía a la sensación de doble contacto la potestad reveladora, en la segunda edición, de 1778, será la solidez, el obstáculo o resistencia con que el tacto se encuentra, la experiencia fundamental, alumbradora de la objetividad y del mundo externo.

De todos modos, a pesar de esta evolución del pensamiento condillaciano, en ambas ediciones del Traité la noción de exterioridad se vincula manifiestamente con el dato sensorial originario, concebido como pura modificación o manera de ser de la conciencia. El mérito de Condillac estará, si logra su propósito, en superar el idealismo (traspasando así los límites de la subjetividad) con los mismos elementos de la doctrina idealista. Precisamente, Diderot, como hemos visto, invitaba a Condillac a superar el idealismo haciendo uso de sus mismas "armas".

Mediante el tacto, el cognoscente descubre así su cuerpo y los cuerpos del entorno. Los análisis de Condillac a este respecto son detallados y rigurosos. No obstante, en la nueva realidad corpórea descubierta, la estatua no percibe ninguna substancia. Ninguna esencia metafísica es por ella captada. Sólo las percepciones que experimenta tienen una existencia real. El conocimiento de los cuerpos se reduce, pues, también al de los datos sensibles. Así pues, nos corresponde ahora abordar el tratamiento condillaciano en torno al acceso cognoscitivo al mundo externo (al cuerpo propio y a los ajenos). En un primer capítulo acometemos la tarea por lo que respecta al descubrimiento del cuerpo propio; y en un segundo capítulo, hacemos lo mismo por lo que concierne al descubrimiento de los cuerpos del entorno. En efecto, la primera tarea que Condillac se impone en este intento de justificar la creencia espontánea en la existencia del mundo externo, es explicar el mecanismo psicológico por el que el cognoscente, mediante el sentido del tacto, descubre la realidad de su propio cuerpo. Los análisis de Condillac a este respecto son minuciosos y de una profundidad filosófica insospechada. Mucho más que sus predecesores y maestros empiristas, intenta dar cuenta de la génesis de la conciencia del cuerpo propio apelando tan sólo a principios debidamente establecidos en el sistema. Su pretensión es no invocar idea innata ni fuerza misteriosa alguna irreductible al dato sensorial originario. El descubrimiento de la corporeidad íntima ha de ser explicado en el contexto

Page 58: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

estricto del empirismo integral. Ya veremos si este objetivo es alcanzado o si, por el contrario, Condillac, se ve obligado, renunciando así a su perspectiva sensista, a apelar a instancias inderivables y supra-empíricas.

Puesto que el análisis condillaciano se halla preparado en cierta medida por las investigaciones psicológicas similares del racionalismo de Descartes y de Malebranche, se hace inexcusable el tratamiento previo de las aportaciones propias al respecto de ambos autores. En uno y otro la perspectiva seguida es muy diferente de la condillaciana. El racionalismo de ambos impone criterios y pautas de enfoque por entero divergentes de las exigencias empiristas del planteamiento de Condillac. No obstante, en todos ellos, la apelación última y definitiva a un Deus ex machina parece igualmente presente. De ahí, precisamente, que consideremos de sumo interés exponer, previamente al análisis sensista de Condillac, la posición asumida por Descartes y Malebranche en torno a la génesis de la conciencia corporal íntima.

1. Los antecedentes racionalistas Pese a la ambigüedad que en ocasiones caracteriza al pensamiento del filósofo bretón, y muy especialmente en lo concerniente a la relación alma-cuerpo, su posición con respecto al conocimiento del cuerpo propio parece claro. En efecto, puesto que para Descartes la unión de cuerpo y alma es de alguna manera un hecho ininteligible (habida cuenta de la esencial oposición entre ambas sustancias), no cabe, según él, sino considerarla como una noción primitiva, como una verdad indemostrable 6 por la que conocemos de forma inmediata, si no distintamente sí al menos de manera clara, que nos hallamos unidos a un determinado cuerpo, al que llamamos nuestro en virtud de un derecho particular. Descartes no aborda, pues, propiamente un problema gnoseológico fundamental, que retendrá por el contrario de manera prioritaria la atención de sus sucesores: el del juicio por el que, como dice Condillac, «un hombre (...) descubre su cuerpo».7 Ciertamente, Descartes no ignoraba la gravedad del problema, puesto que la duda de la Primera Meditación llega incluso a poner en cuestión «... que estas manos y este cuerpo sean míos»;8 si el cuerpo propio puede también ser afectado por la duda, preciso es invocar un juicio, un procedimiento intelectual que haga concluir su existencia; el análisis que Descartes lleva a cabo en la VIéme Meditation pretende, como es sabido, restablecer la veracidad y corrección de esta operación judicativa. De este modo, pese a que, en la mayoría de las ocasiones, los sentidos no constaten en manera alguna la existencia de las cosas materiales y ni siquiera la del propio cuerpo, no obstante, la realidad misma de la sensación certifica en Descartes, al menos, la existencia del cuerpo propio: Bastará advertir -escribe- que las percepciones de los sentidos no se refieren sino a la conjunción del cuerpo humano con la mente, y que nos muestra ordinariamente en qué pueden serle útiles o dañinos los cuerpos externos.9

6 R. DESCARTES, A Elisabeth, 21 de mayo de 1643, in: DESCARTES, Oeuvres philosophiques, ed. F. Alquié, t. III, p. 19. A Elisabeth, 28 de junio de 1643, in: DESCARTES, Oeuvres philosophiques, t. III, p. 43.

Page 59: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Así, en la mente del filósofo bretón está claro el finalismo de las sensaciones como aviso al alma para que voluntariamente colabore al bien del cuerpo:

Es de observar -leemos en Las pasiones del alma- que, según la naturaleza, todas (las sensaciones) se refieren al cuerpo y sólo afectan al alma cuando ésta se une a aquél; de suerte que su función natural es incitar al alma a consentir y contribuir a los actos que pueden servir para conservar el cuerpo y hacerlo de alguna manera más perfecto... Sólo el sentimiento del dolor que experimenta el alma advierte a éste inmediatamente de las cosas que dañan al cuerpo.10

En esta misma línea de pensamiento, destacando más si cabe el papel preponderantemente pragmatista de la sensación,11 Descartes escribe: «Conozco que... esos sentimientos o percepciones de los sentidos, que no me han sido dados sino para mostrar a mi espíritu las cosas que son convenientes o perjudiciales al compuesto de que forma parte y son para sus fines bastante claros y distintos...»12

La existencia del cuerpo propio parece, pues, para Descartes un hecho incontrovertible, que las afecciones sensibles revelan de forma inmediata. Cuerpo y alma hállanse estrechamente unidos, constituyendo el compuesto substancial que caracteriza al hombre en cuanto tal: «Es preciso -escribe- que (el alma) esté añadida y unida más estrechamente a él (el cuerpo), para tener además unos mismos sentimientos y apetitos semejantes a los nuestros, y componer así un verdadero hombre».13 Mas, es tal la inmediatez de la relación cuerpo-alma, que ésta no se encuentra, al modo platónico, encerrada en aquél como un prisionero en su prisión; cuerpo y alma forman un compuesto que, sin llegar al grado de unicidad requerido para constituir una substancia única, si es, no obstante, algo más que el resultado de un mero agregado de entidades incompenetrables; como escribe el propio Descartes: «Me enseña la naturaleza, 14 por medio de esos sentimientos de dolor, hambre, sed, etc., que no estoy metido en mi cuerpo como un piloto en un barco, sino tan estrechamente unido, confundido y mezclado con él, que formo un solo todo con mi cuerpo». 15 7 CONDILLAC, Traité des sensations; 1.1, p. 254.

8 R. DESCARTES, Méditations, I; AT, t. IX-1, p. 14.

9 R. DESCARTES, Les príncipes de la philosophie, n, 3; AT, t. IX-2, pp. 64-65.

10 R. DESCARTES, Les passions de l'âme, art. 137; AT, t. XI, p. 430.

11 Para un estudio de la función gnoseológica de la sensación en Descartes, cf. PEDRO RIVES MONTANTE, "Las sensaciones orgánicas y su influjo gnoseológico en la doctrina de Descartes", in: Analecta sacra tarrac, XLIII, 2, 1970, pp. 209-238.

12 R. DESCARTES, Méditations, VI; AT, t. VII, p. 83; t. IX-1, p. 66.

13 R. DESCARTES, Discours de la méthode, V; AT, t. VI, p. 59.

Page 60: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

La realidad del cuerpo propio no deja, pues, lugar a la duda. La existencia de las sensaciones, entendidas como afecciones oscuras y confusas de la conciencia, remite inequívocamente a un fuera de mí (pensamiento), extenso e inmediato:

Puede concluirse -afirma Descartes- que cierto cuerpo está más estrechamente unido a nuestra mente que los demás cuerpos, por el hecho de que advertimos sin lugar a dudas que los dolores y otras sensaciones nos llegan de improviso; la mente tiene conciencia de que no proviene de ella sola, ni puede corresponderle por el solo hecho de ser cosa pensante, mas tan sólo por estar unida a otra cosa extensa y móvil, que se llama cuerpo humano.16

No pudiendo aceptar ya el dogma de la unión substancial, conocida por sí misma, ni la interacción causal entre cuerpo y alma, diferente por completo será el planteamiento que sustente Malebranche. Ciertamente, la existencia del cuerpo propio se constata igualmente, como en Descartes, en virtud de una inclinación natural, por la que el sujeto se persuade de que su alma hállase íntimamente unida al cuerpo, formando éste parte de su ser todo. No obstante, esta constatación no es ya, como era en Descartes, certissima et evidentissima experientia, 17 pues Malebranche, al distinguir claramente en su sistema entre evidencia de razón e instinto de sentimiento, atribuye a este último la aprehensión del cuerpo.18 La evidencia racional no puede, pues, ser ya invocada para testificar una unión, no solamente fuente de confusión, sino también enteramente equívoca.19 Es cierto que el alma hállase unida al cuerpo,20 pero a condición de que estas palabras no se tomen en su sentido estricto ni riguroso.21 En todo caso, al contrario de lo que sucedía en Descartes, la unión alma-cuerpo no puede ser ya principio explicativo de los fenómenos de sensación y percepción.22 La negación de toda relación causal entre ambas substancias (consecuencia lógica de la radical oposición cartesiana entre pensamiento y extensión), obliga a Malebranche a buscar el principio explicativo de la localización corporal de la sensación en un ámbito por completo diferente al estrictamente natural. A la inmediatez de la operación por la que en Descartes se constata la existencia del cuerpo propio y se le atribuyen sensaciones en él localizables, sucede en Malebranche la complejidad de un juicio -natural, es cierto-, por el que refiérese al cuerpo que el alma siente.23

14 Como hemos visto ya en otro lugar (supra parte III, capítulo I), el concepto de naturaleza desempeña en el sistema metafísico de Descartes un papel absolutamente fundamental.

15 R. DESCARTES, Méditations, VI; AT, t. VII, p. 81; t. IX-1, p. 64.

16 R. DESCARTES, Les príncipes de la philosophie, II, 2; AT, t, IX-2, p. 64.

17 R. DESCARTES, A Arnould, 29 de julio de 1648; AT, t. V, p. 222.

18 Cf. MALEBRANCHE, Recherche de la véríté, V, V; in: MALEBRANCHE, Oeuvres completes, ed. A. Robinet, 1.1, p. 172.

19 MALEBRANCHE, XVéme Eclaircissement; ed. cit., t. 3, p. 226.

Page 61: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Sin duda, el empleo por Malebranche de la expresión "juicio natural" evoca la doctrina cartesiana al respecto, y puede dar a entender que el acto por el que, verbigracia, localízase el dolor en el pie, es tan inmediato, tan simple, como lo era en el Traité de l'homme.24 Ciertamente, es ésta la posición de Malebranche en la primera etapa de su reflexión filosófica. En este estadio inicial, "natural" significa propia y estrictamente natural al hombre.25 Mas es sabido que desde la segunda edición de su obra cumbre La recherche de la vérité, Malebranche, extrayendo rigurosamente las consecuencias parciales implicadas en sus principios sistemáticos, confía el juicio natural al Autor de la Naturaleza,26 elaborando así su doctrina de la sensación compuesta.27 El juicio de exterioridad corporal es, pues, Dios quien lo opera en el alma, proporcionando a ésta su resultado en forma de sensación. Si Malebranche habla del juicio que el alma hace, es solamente por atenerse al lenguaje habitual.28

Así pues, a la inmediatez del juicio cartesiano sucede en Malebranche la complejidad de una operación que, pese a ser instantánea, no deja empero de ser mediata, puesto que ha de arraigarse finalmente en la intervención divina. En Descartes, la exteriorización de las sensaciones debíase en efecto a una operación judicativa; mas ésta hallábase inmediatamente implicada en el proceso sensorial mismo. Para Malebranche, en cambio, el juicio no puede hallarse contenido de forma inmediata en la sensación, pues es el efecto de la voluntad divina.

Vuestro cuerpo -afirma Teodoro en las Entretiens Metaphysiques- no puede pues actuar inmediatamente sobre vuestro espíritu. Así, aunque vuestro dedo fuese atravesado por alguna espina, aunque vuestro cerebro fuese conmovido por su acción, ni uno ni otro podría obrar sobre vuestra alma y hacerle sentir el dolor.29 20 Cf. MALEBRANCHE, Recherche de la véríté, ed. cit., t. 1, p. 10. 21 Cf. MALEBRANCHE, Entretiens sur la métaphysique, VII, § 1; ed. cit., t. XII, p. 149.

22 Cf. MALEBRANCHE, o. c, VII, § IV; t. XII, p. 153.

23 Cf. MALEBRANCHE, Recherche de la vérité, I, X, § V; t. 1, p. 127, en nota.

24 Cf. DESCARTES, Traité de l'homme; AT, XI, p. 144.

25 Cf. MALEBRANCHE, Recherche de la vérité, I, VII, § IV, variante g (texto de 1674); t. l, p. 96.

26 Sobre esta evolución, cf., particularmente, M. GUEROULT, Malebranche, París, 1959, t. 3, pp. 66-69. G. RODIS-LEWIS, Nicolás Malebranche, París, 1963, pp. 46-51. A. ROBINET, Système et existence dans l’œuvre de Malebranche, París, 1965, pp. 305-315.

27 Cf. ibidem. 28 Cf. MALEBRANCHE, XVIIéme Eclaircissement, § 43; t. 3, p. 345.

Page 62: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

De ahí que debamos superar la imagen causal natural: sólo Dios, por el sentimiento con que afecta al alma, puede revelar a ésta lo que sucede fuera de ella.30

Dios no permanece, pues, para Malebranche, como quieren algunos filósofos, con los brazos cruzados.31 No significa esto sin embargo que la intervención divina sea necesaria para la producción de cada sensación particular. Es mucho más conforme al orden natural que actúe por el intermedio de las leyes generales que él ha establecido.32 La explicación mallebranchista de la constatación del cuerpo propio debe, pues, comprender tanto una referencia a la voluntad divina general, como un análisis de mecanismos particulares, que aseguren el detalle del funcionamiento perceptivo. En este sentido, la posición de Malebranche es clara: al igual que en Leibniz, el alma refiere al cuerpo propio33 las percepciones para las cuales constituye el punto de vista más distinto.34

¿Cuál es, pues, la génesis de la conciencia del cuerpo propio?,35 ¿en virtud de qué mecanismo psicológico o de otra índole nos hacemos cargo de un fuera de nosotros íntimo e inmediato? Según lo entiende Malebranche, la aplicación de ciertas sensaciones al cuerpo no puede ser fruto de un aprendizaje progresivo. En efecto, el juicio natural por el que llévase a cabo tal aplicación, es operado por Dios en nosotros a pesar nuestro; resultado de una voluntad divina, no puede ser ni falible ni temporal. La experiencia revélase incapaz de aprender a vincular sensaciones y huellas cerebrales: tal asociación es el resultado de un decreto intemporal. Como en Descartes, esta operación escapa, pues, a la génesis empírica. Si se da un ejercicio del juicio, no es, como será en Condillac, para enseñar a distinguir partes en el cuerpo, sino para habituarse a pensar que ellas no son la sede de las sensaciones. El aprendizaje es requerido, pues, no para construir, sino para destruir la imagen que la naturaleza directamente produce en nosotros, sin nosotros. Si la conciencia del cuerpo propio no es susceptible ni de génesis ni de aprendizaje, sólo la revelación divina puede dar explicación de la misma. 29 MALEBRANCHE, Entretiens métaphysiques, VII, § III; t. XH, p. 151.

30 Cf. MALEBRANCHE, o. c, VI, § V; t. XII, p. 137.

31 Cf. MALEBRANCHE, o. c, IV, § X; t. XII, p. 95.

32 MALEBRANCHE, XVéme Eclaircissement; t. 3, p. 214.

33 Leibniz utiliza la expresión de cuerpo propio en los Principes de la Nature et de la Grâce, § 3: «Cada substancia simple o monada distinguida, que constituye el centro de una substancia compuesta (como por ejemplo de un animal), y el principio de su unicidad, hállase rodeada por una masa compuesta por una infinidad de otras monadas que constituyen el cuerpo propio de esta monada central, según las afecciones del cual representan, a modo de centro, las cosas que están fuera de ella».

34 LEIBNIZ, Discours de la métaphysique, § IV; ed. Le Roy, París, 1970, p. 51.

Page 63: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

¡Pues qué! ¿Acaso no lo vemos (cuerpo) y no las sentimos (sensaciones)? -protesta Aristo-. No necesitamos revelación para darnos cuenta de que tenemos un cuerpo, cuando se nos pica: lo sentimos bien de verdad. Y Teodoro replica así a Aristo: Sí, sin duda, lo sentimos. Pero ese sentimiento de dolor que tenemos es una especie de revelación. Esta expresión os llama la atención. Mas es precisamente por eso por lo que me sirvo de ella.36

Sin duda, la expresión de Teodoro condensa admirablemente el conjunto de las tesis por las que Malebranche da cuenta del conocimiento del cuerpo propio. La posición racionalista con respecto al problema que nos ocupa es, pues, clara: en última instancia, tanto en Descartes como en Malebranche (sin duda, más en éste) el criterio último de apelación en la constatación del cuerpo propio vendrá definido por la voluntad divina. Muy diferente, como enseguida veremos, será la perspectiva de Condillac.

2. El análisis condillaciano Tras la crítica berkeleyana a la substancia material de Locke y al conocimiento sensible en su conjunto, que apunta a eliminar de las sensaciones su poder de testimoniar con certeza la existencia de una realidad exterior, ni la inclinación natural de Descartes, ni el designio de los decretos divinos de Malebranche pueden ya ser válidos para certificar con exactitud la existencia del cuerpo propio. El mismo Condillac, como dice Diderot en su Lettre sur les aveugles, no escapó a las tesis del obispo de Cloyne.37 La influencia preponderante de Berkeley en el siglo XVIII hacía impracticable un planteamiento similar al racionalista. No obstante, el propio D'Alembert confiesa no encontrar otra justificación para pasar de la sensación al juicio de existencia objetiva sino «...una inclinación insuperable..., una especie de instinto, más seguro que la razón misma».38

35 Un estudio sumamente interesante sobre la concepción de Malebranche, Condillac y Maine de Biran sobre el origen en el cognoscente de la conciencia del cuerpo propio, se halla en: FRACOIS AZOUVI, "Genése du corps propre chez Malebranche, Condillac, Lelarge de Lignac et Maine de Biran", in: Arch. philos., XLV, n° 1, 1982, pp. 85-107. 36 MALEBRANCHE, Entretiens métaphysiques, VI, § III; t. XII, p. 135.

37 Cf. DIDEROT, Lettre sur les aveugles á l'usage de ceux qui voient, in DIDEROT, Oeuvres philosophiques, Ed. Garnier Fréres, París, 1964, p. 114.

38 D'ALEMBERT, Discours préliminaire de l'Encyclopédie, Diderot et D'Alembert éditeurs, París, 1751,1.1, p. 2.

39 Cf. CONDILLAC, Traité des animaux, I, IV; 1.1, p, 344b.

Page 64: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Ahora bien, lo que en Descartes y en Malebranche se apoyaba en última instancia en la veracidad divina, pierde aquí su fundamento teológico para reducirse finalmente a una mera confesión de ignorancia. Condillac, inmerso en la corriente empirista y cientificista del momento, no puede apelar ya como fundamento explicativo a instancias inobservables y supra-empíricas.39 Heredero del pensamiento idealista berkeleyano, se tratará para él, según palabras de Diderot, de librar batalla a Berkeley con sus mismas armas:40

Por un lado -escribe Condillac-, todos nuestros conocimientos vienen de los sentidos; por otro nuestras sensaciones no son más que maneras de ser. ¿ Cómo, pues, podemos ver objetos fuera de nosotros? 41

El Traité des sensations pretende ser la respuesta a esta pregunta. Condillac se propone en esta obra dar al problema del conocimiento del cuerpo propio una solución nueva, antes nunca ensayada, cuya característica esencial consiste en extraer enteramente de la experiencia la totalidad de elementos necesarios para dar cuenta de la conciencia de la existencia e inmediatez de tal cuerpo. Como es obvio, la disparidad de esta pretensión con respecto al planteamiento racionalista es absoluta. La apelación a la naturaleza, al instinto y, en definitiva, a Dios mismo, es sustituida aquí (al menos en intención) por el empirismo integral. Nada que no derive rigurosamente de la experiencia sensible podrá ser aquí invocado; toda referencia a entidades y procesos supra-empíricos deberá ser, por tanto, desechada. El análisis detenido de la primera edición del Traité, de 1754, y de la segunda de 1778, nos permitirá decidir si Condillac ha podido mantener hasta el final su exigencia empirista o si, por el contrario, se ha visto obligado a invocar a su vez una inclinación natural, una disposición instintiva, que no tiene su principio o raíz última en la experiencia. Según ambas ediciones del Traité, el descubrimiento del cuerpo propio se efectúa en Condillac en dos diferentes tiempos. En el primero, en que prima la noción de sentimiento fundamental, la estatua revélase incapaz de constatar la existencia de su cuerpo. Privada de los sentidos del olfato, del gusto, del oído y de la vista, y limitada tan sólo al del tacto, existe únicamente en un comienzo por el sentimiento que posee de la acción recíproca de las partes de su cuerpo y, sobre todo, de los movimientos de la respiración.42 Este "sentimiento fundamental",43 identificable con el yo propio,44 es susceptible de múltiples modificaciones, «...al estar expuesta a las impresiones del aire circundante y a todo lo que puede afectarla».45 40 Cf. DIDEROT, Lettre sur les aveugles, in: DIDEROT, Oeuvres philosophiques; p. 114.

41 CONDILLAC, Extrait raisonné du Traité des sensations, II; 1.1, p. 329b.

42 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, II, I, § 1; 1.1, p. 251a.

43 Cf. CONDILLAC, ibidem.

Page 65: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

En estas condiciones de extrema limitación sensorial, la estatua carece de toda idea de extensión y de movimiento,46 indispensable para la captación sensorial de una realidad corpórea. En efecto, siendo el sentimiento fundamental uniforme en un principio, la estatua, cuya existencia redúcese por entero a él, lo siente como en un punto; la simplicidad de ese sentimiento hace, pues, insospechable para la estatua la noción de extensión y, por tanto, de corporeidad.47 Condillac ilustra admirablemente estas afirmaciones con un cierto análisis fenomenológico del dolor.48 Puesto que, en un ser dotado de experiencia sensorial suficiente, se conoce perfectamente la extensión de su cuerpo y de cada uno de sus miembros, el dolor no es ya un sentimiento simple y uniforme, sino complejo y extenso. Habiendo relacionado el dolor, que en sí no es más que un sentimiento y, por tanto, carente de extensión, con alguna parte del cuerpo (por definición, extensa), revístese de las propiedades de la extensión, lo que hace que podamos localizarlo en unos límites espaciales determinados, por ejemplo, de la rodilla a la cadera. «Por consiguiente -concluye Condillac-, no es un sentimiento uniforme lo que nos da la idea de la extensión de nuestro cuerpo, sino el conocimiento de su volumen, el cual nos hace atribuir extensión a un sentimiento uniforme».49 De ahí que la estatua, reducida al sentimiento fundamental, no tenga de su cuerpo más que una sensación uniforme y que, por tanto, carezca de toda idea de extensión y de corporeidad. 50

Ni la intensificación del sentimiento fundamental, ni su modificabilidad, dan idea tampoco a la estatua de extensión alguna. Si el ambiente en el que ésta se encuentra se altera sensiblemente, calentando o enfriando, por ejemplo, el aire circundante, la estatua, por la intensificación de su sentimiento fundamental, percibirá más intensamente su propia existencia, se hará cargo con mayor claridad de su propio yo. Mas, no conociendo por otros medios que es extensa, que posee un cuerpo, no puede extender su sentimiento fundamental (lo único que conoce y que es), relacionándolo con las diversas partes extensas de aquél.51 Tampoco la sucesión de estados en el sentimiento fundamental puede proporcionar a la estatua idea alguna de corporeidad. Golpeada, por ejemplo, sucesivamente en la cabeza y en los pies, percibe la variación correspondiente de su sentimiento fundamental, mas, no pudiendo reparar (por ignorarlo) en el intervalo existente entre la cabeza y los pies, no será capaz de extender su sentimiento fundamental, única característica esencial de su yo.52

44 Cf. CONDILLAC, ibidem.

45 CONDILLAC, ibidem.

46 Cf. CONDILLAC, ibidem.

47 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 1 y 2.

48 CONDILLAC, o. c, II, 2, § 2, en nota.

49 CONDILLAC, ibidem.

50 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 2.

Page 66: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

En estas condiciones, toda idea de movimiento hállase igualmente ausente. Si se agita su brazo, la estatua no percibirá el movimiento de éste, pues desconoce que lo posee y que puede desplazarse; únicamente sentirá más particularmente su existencia en la nueva sensación producida, sin poder explicarse en ningún caso lo que realmente sucede. Otro tanto ocurriría, si se la trasladase de un lugar a otro; en este caso, todo se reduciría a una impresión que modificaría íntegramente su sentimiento fundamental; mas tampoco aquí podría descubrir que posee un cuerpo que es susceptible de movimiento.53

No obstante, en 1754, Condillac confía a ciertas modalidades sensoriales la capacidad de revelar a la estatua una especie de espacialidad primitiva. En efecto, la diversificación del sentimiento fundamental, unida a la consideración sucesiva y simultánea de cada una de las sensaciones que lo integran, da lugar en la conciencia del cognoscente a una idea -vaga, imprecisa e indefinida, es cierto- de extensión. Si el sentimiento fundamental deja de ser uniforme al modificarse con igual intensidad en diferentes partes de su cuerpo,54 la estatua no adquirirá empero todavía idea alguna de extensión; experimentará tan sólo un sentimiento confuso en el que no podrá distinguir las diferentes sensaciones que lo componen al no haberlas percibido previamente de forma sucesiva.55 Mas, si diferentes sensaciones se hacen suceder, la estatua conservará de ellas un cierto recuerdo, de tal modo que, apareciendo nuevamente, podrá reconocerlas y distinguirlas plenamente.56 No obstante, estas maneras de ser coexistentes sólo proporcionan a la estatua una noción vaga y primitiva de extensión, dado que ella, por sí misma, es incapaz de relacionarlas (como nosotros) con algo de por sí extenso. La estatua carece aún de toda idea de cuerpo; no habiendo tocado nada, ignora que sus maneras de ser dependan de una materia sólida.57 La segunda fase en el proceso de descubrimiento del cuerpo propio surge con la aparición en la estatua del movimiento. Hasta ahora, la inmovilidad de ésta hacía impensable, a través de las sensaciones táctiles aprehendidas, la constitución cognoscitiva de un no-yo íntimo y material. Todo lo experimentado hasta el momento no es para la estatua sino pura modificación de su conciencia, manera de ser subjetiva, identificable por entero con su propio yo. Tampoco el tacto, en este estadio inicial de su desenvolvimiento, puede proporcionarle idea alguna de exterioridad u objeto,58 ni siquiera la del cuerpo propio. Sólo el movimiento puede hacer que la estatua refiera sus maneras de ser a partes distintas y extensas y descubra así que tiene un cuerpo. 51 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 2, § 3.

52 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 2, § 4.

53 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 2, § 5.

54 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 3, § 1.

55 Cf. CONDILLAC, ibidem.

56 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 3, § 1; 1.1, p. 253a.

Page 67: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

La producción del movimiento se deberá al azar y a lo fortuito; preciso será, pues, que una impresión viva de placer o de dolor, contrayendo sus músculos, agite los brazos de la estatua sin proponerse agitarlos, sin tener incluso ninguna idea de lo que hace. La mano, encontrando así otras diferentes partes de su cuerpo, experimentará su resistencia y se distinguirá de ellas, localizando unas y otras en lugares diversos. «Es, pues, en esta sensación donde comienzan para la estatua su cuerpo, los objetos y el espacio».59 Sin movimiento, la sensación de resistencia es impensable. Sólo en el contacto, originado en el desplazamiento de la mano sobre las restantes partes del cuerpo, cabe alumbrarse la sensación táctil de resistencia. De ahí, precisamente, que el movimiento desempeñe el papel decisivo y fundamental en el proceso de captación y constitución perceptual del cuerpo propio. En adelante, cuando la estatua lleve la mano sobre una parte de su cuerpo, se reconocerá en ella y podrá decir «soy yo», «Que siga tocándose, por todas partes la sensación de solidez pondrá resistencia entre sus maneras de ser, y por todas partes también el mismo ser sintiente se responderá, soy yo, soy también yo».60 Así, pues, el tacto, que servía tradicionalmente como sentido más apropiado para el reconocimiento de la esencialidad del cuerpo, hállase aquí revestido de la función adicional de captación de su existencia.

En todo este análisis explicativo que Condillac desarrolla en la primera edición del Traité, la doctrina empirista parece ser respetada en toda su amplitud. Nada misterioso, nada inobservable es aquí invocado. Toda apelación dirígese a la sensación, como pura modificación de la conciencia, y sólo a partir de ella (respetando así plenamente el principio sensista) preténdese derivar la conciencia de exterioridad y de cuerpo propio. Ahora bien, ¿Condillac logra realmente de este modo lo que se propone?, ¿llega a justificar con este procedimiento el paso de las sensaciones inextensas a la existencia del cuerpo? «Confieso -reconoce Condillac-que este problema ha sido mal resuelto en la primera edición del Traité des sensations».61 De ahí que se vea obligado a volver sobre este tema en el manuscrito que dejó para una segunda edición del Traité, publicada póstumamente en 1798.

Los dos momentos del proceso de descubrimiento corporal permanecen aquí invariables; no obstante, reciben una explicación complementaria. Ni la variación de las impresiones, ni su distinción, pueden engendrar la extensión, pues de ella no resulta ni contigüidad ni continuidad.62 De este modo, sólo la sensación que pueda reproducir el fenómeno de la extensión, concebida como continuo formado por la contigüidad de partes extensas, será capaz de aportar al cognoscente el sentimiento de exterioridad y de objeto y, por tanto, también el de cuerpo propio. 57 Cf. CONDILLAC, /. c, p. 253, nota a.

58 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 3. 59 CONDILLAC, o. c, p. 255, nota a.

60 CONDILLAC, /. c, p. 256, nota b.

Page 68: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Ahora bien, es aquí donde la perspectiva estrictamente empirista parece quebrarse de raíz. Es cierto que las sensaciones sólo pertenecen propiamente al alma; sólo en la conciencia y para la conciencia tienen realidad. Por tanto, en sentido estricto, no son sino maneras de ser, modificaciones de la substancia pensante.63 Ahora bien, si el cognoscente las considerase simplemente así, como maneras de ser que afectan sólo a su conciencia, no se percibiría en ellas sino a sí mismo, y carecería por completo de sentimiento alguno de cuerpo propio y de objeto externo.64 Mas, como subraya expresamente Condillac, el descubrimiento del cuerpo propio es uno de los primeros que realiza el cognoscente. Ello debe ser así por razones de adaptabilidad y de supervivencia: «¿Cómo se ocuparía un recién nacido de sus necesidades -escribe-, si no concibiera que tiene un cuerpo...?»65 Para dar explicación de este descubrimiento, Condillac invoca una especie de máxima o axioma,66 fundamental en su sistema, según la cual la naturaleza comienza todo en nosotros y, por tanto, también a ella sola se debe el descubrimiento de nuestro cuerpo. No es, pues, propiamente el cognoscente el artífice de tal descubrimiento; es la naturaleza, entendida como conjunto de facultades y necesidades dependientes de la conformación orgánica,67 la que le induce a hacerlo. Ahora bien, este descubrimiento no podría tener lugar, si la naturaleza hiciese percibir al cognoscente sus sensaciones tan sólo como meras modificaciones de su conciencia. Para realizarlo, cuenta únicamente con un medio, seguro e infalible: «...hacerle percibir estas sensaciones, no como maneras de ser de su alma, sino como modificaciones de los órganos, que de ellas son otras tantas causas ocasionales».68

Condillac parece, pues, haber renunciado a la vía estrictamente empirista. Invocando un poder misterioso y extraño, una instancia inobservable y supra-empírica, había resuelto el problema, en cierta medida, a la manera racionalista. La apelación a la naturaleza equivalía a apartarse de la senda propia del empirismo integral y a aproximarse, quizá en exceso, al planteamiento metafísico de Descartes y Malebranche. Esta posible renuncia al empirismo de partida se constata más claramente al tratar el fundamento último de esta propensión natural. Según Condillac, en efecto, el artificio por el que el cognoscente interpreta sus sensaciones, no como maneras de ser de su conciencia, sino como modificaciones de sus órganos, hállase fundado en el mecanismo propio del cuerpo humano; y éste, sin duda, «...ha sido elegido y ordenado por relación a la naturaleza del alma».69 Se abre aquí, por tanto, una perspectiva teleológica, incompatible con el empirismo y el sensismo. Sobre este mecanismo y esta finalidad nada sabemos con certeza.70 «Cuando conozcamos perfectamente la naturaleza del alma y el mecanismo del cuerpo humano -escribe Condillac-, es posible que pueda explicarse fácilmente cómo el yo, que sólo se encuentra en el alma, parece hallarse en el cuerpo»? 71 Por el momento, y a falta de un conocimiento más preciso, sólo cabe observar este hecho y estar seguros de su existencia.72

61 CONDILLAC, Extrait raisonné du Traité des sensations, II; 1.1, p. 329b.

62 f. CONDILLAC, Traité des sensations; 1.1, p. 253a. 63. CONDILLAC, o. c, II, 4, § 3; 1.1, p. 254a.

Page 69: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Así pues, entre la primera y la segunda edición del Traité, Condillac pasa de una explicación genética y empirista a un análisis que funda la posibilidad misma de toda experiencia del cuerpo propio en una instancia misteriosa e irreductible (la propensión natural), que ninguna experiencia puede objetivar. En efecto, el descubrimiento del cuerpo propio fúndase en un análisis, esto es, en la observación sucesiva que la estatua realiza de las sensaciones que parecen expandir al yo por diferentes partes. Mas, este análisis no es propiamente la estatua la que lo efectúa; es la naturaleza la que le induce a hacerlo.73

El examen que de este problema lleva a cabo Condillac en la segunda edición, es claro y explícito. La sensación táctil que hace posible el descubrimiento del cuerpo propio depende allí directamente del movimiento. Si la estatua mantuviera permanentemente sus miembros en reposo, jamás lograría salir de sí misma ni descubrir realidad exterior alguna. Mas, ¿qué causa podría poner sus miembros en movimiento? No puede ser, desde luego, un designio preconcebido, pues la estatua ignora aún que tiene un cuerpo cuyas partes son susceptibles de replegarse y de tenderse. Por lo tanto -escribe Condillac-, corresponde a la naturaleza el primer paso: ella debe producir los primeros movimientos en los miembros de la estatua.74

Los movimientos se producen en la estatua por su sensibilidad radical al placer y al dolor. En efecto, si la naturaleza causa en ella una sensación agradable, es lógico que todas las partes de su cuerpo se mantengan en la situación en que se encuentran: el placer, como veíamos más arriba, tiende, según Condillac, a mantener el reposo más que a producir el movimiento. Ahora bien, si es una sensación desagradable la que afecta su capacidad sensitiva, la estatua tenderá instintivamente a rechazarla. Para ello, le basta tan sólo con obedecer a la naturaleza:

Una consecuencia de su organización -afirma al respecto Condillac- es que sus músculos, contraídos por el dolor, agiten sus miembros, y que ella se mueva, sin tener intención de hacerlo, sin saber todavía que se mueve.75

64 CONDILLAC, ibidem.

65 CONDILLAC, ibidem.

66. C'est une vérité féconde, je ne dis pas un principe...». (CONDILLAC, Traité des sensations, II, 4, § 3; 1.1, p. 254a).

67 f. CONDILLAC, La logique ou les premiers développements de l'art dépenser, I, I.

68 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 4, § 3; 1.1, p. 254b. 69 CONDILLAC, ibidem.

70 CONDILLAC, ibidem.

71 CONDILLAC, ibidem.

Page 70: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

También el tránsito del placer al dolor y de éste a aquél debe ocasionar en ella movimientos varios. En todo caso, la estatua, en virtud de su constitución sensitiva, tenderá maquinalmente a evitar las sensaciones desagradables y a reproducir las placenteras,76 Así pues, dado que el descubrimiento del cuerpo propio hállase condicionado por el movimiento, aquél no puede deberse sino a alguna sensación propia del tacto.77 Condillac se detiene aquí en una breve consideración sobre las nociones de impenetrabilidad y de solidez. La primera, propiedad por la que dos cuerpos cualesquiera se excluyen mutuamente del lugar que ocupan, surge en el cognoscente como consecuencia de la sensación de solidez. Esta, que aparece en el sintiente por la resistencia que lo corpóreo ejerce sobre él, revela a la conciencia la presencia de un mundo distinto, ajeno por completo a la pura receptividad sensitiva del cognoscente. Por tanto -afirma Condillac-, no ocurre con la sensación de solidez, lo mismo que con las sensaciones de sonido, de color y de olor, que el alma que no conoce su cuerpo, percibe naturalmente como modificaciones en las que se encuentra y sólo se encuentra a ella. Puesto que lo propio de esta sensación es representar a la vez dos cosas que se excluyen una a la otra, el alma no percibirá la solidez como una de esas modificaciones en que no se encuentra sino a sí misma; la percibirá necesariamente como una modificación, en la que encuentra dos cosas que se excluyen, y por consiguiente la percibirá en esas dos cosas. 78

En la confusión de los datos táctiles, surge, pues, una manera de ser que no puede concebirse sino en función de una realidad objetiva; el alma experimenta así una impresión que supone un mundo. Ya Locke había otorgado una especial relevancia a la sensación de solidez,79 no propiamente como impresión posibilitadora de la apertura a la objetividad, sino como propiedad esencial inherente a la materia. A diferencia de Descartes, para quien la esencialidad de lo corpóreo definíase por la extensión, Locke concebía la materia como entidad prioritariamente resistente. Condillac, por su parte, adoptará una posición intermedia: si la extensión es la característica esencial y aparentemente en sí de lo material, la solidez o resistencia es, a su vez, la sensación reveladora de esa extensión. 72 CONDILLAC, ibidem.

73 A este propósito, cf. G. LE ROY, La psychologie de Condillac, París, 1937, pp. 144 y sg. 74 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 5, § 1; 1.1, p. 255a.

75 CONDILLAC. o. c, II, 5, § 2; t. 1, p. 255b.

76 CONDILLAC, ibidem. 77 Ello es claro, pues sólo el tacto se ejercita en actos de movimiento. 78 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 5, § 3.

Page 71: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Llegados a este punto, cabe preguntarse si la explicación que Condillac aporta de la génesis de la conciencia del cuerpo propio resulta o no satisfactoria. Pensamos que es interesante hacer referencia aquí al juicio de Léopold Bernard, uno de los estudiosos más destacados del pensamiento de Condillac. Según él, no está suficientemente justificado el carácter objetivo de la sensación de solidez; ¿por qué despierta en el espíritu -viene a preguntarse- la idea de un objeto exterior actualmente presente?, ¿de dónde le viene a la sensación de solidez esta fuerza representativa? Según Bernard, Condillac, tras haber definido la sensación como afección subjetiva de la conciencia, no es consecuente al otorgar a la impresión de resistencia el privilegio de la objetividad. En una obra posterior, L'art de penser, Condillac tratará de poner remedio a las insuficiencias del Traité en este punto capital, apelando como fundamento explicativo a la relación de causalidad; mas, según Bernard, esta nueva aportación no resuelve gran cosa, dado que para superar el problema, el principio de causalidad debe ser presupuesto en el dinamismo cognoscitivo con anterioridad a toda afección del espíritu. Mas éste no es el caso de la estatua, que carece de toda idea de causalidad, cuando se la supone por vez primera modificada por la sensación de solidez.

Por consiguiente -concluye Léopold Bernard-, el yo no podrá nunca salir de sí mismo: nunca tendrá la llave que debe abrirle la puerta de su prisión. Teníamos, pues, razón en decir que el sensualismo, si es consecuente consigo mismo, debe perderse necesariamente en el idealismo.80

Condillac piensa, no obstante, que la sensación de solidez, definida por la resistencia que dos cuerpos se oponen mutuamente, hace posible el descubrimiento del cuerpo propio y, como veremos en seguida, de los ajenos. En efecto, al producirse en la estatua movimientos instintivos, provocados por las sensaciones agradables o desagradables que experimenta, cabe concebir que coloque su mano sobre una parte de su cuerpo (el pecho, por ejemplo); en tal caso, tanto éste como aquélla se distinguen por la sensación de solidez que se transmiten mutuamente y que sitúa necesariamente el uno fuera de la otra. Empero, la estatua, al distinguir el pecho de la mano, encuentra su yo en ambas partes, dado que se siente igualmente en cada una de ellas.81

Aunque este descubrimiento se deba principalmente a la solidez, se efectúa más rápidamente si a ella se añaden otras sensaciones, como las de calor y frío. Así, si la mano está fría y el pecho caliente, el yo de la estatua se siente como algo sólido y frío que toca algo sólido y caliente. Aprende a relacionar el frío con la mano y el calor con el pecho: 79 Cf. J. LOCKE, An Essay Concerning Human Understanding, lib. II, cap. IV.

80 LÉOPOLD BERNAR, lntroduction au Traité des sensations de Condillac, Librairie Classique Eugénie Belin et fils, París, 1886, p. 31.

81 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, II, 5, § 3.

Page 72: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Por consiguiente -subraya Condillac-, estas dos sensaciones, poco apropiadas por sí mismas a hacer conocer a la estatua que tiene un cuerpo, contribuirán no obstante a darle una idea de él más sensible, cuando se hallen implicadas en la sensación de solidez.82

En un principio, puesto que la estatua toca con la mano partes de su cuerpo separadas entre sí, percibe su yo en cada uña de ellas, juzgando que posee tantos cuerpos diferentes como partes distintas toca. Ello se debe a que las sensaciones que ha experimentado no se las representan como contiguas ni, por consiguiente, como formando un solo todo continuo. Mas, si llega a conducir su mano (principal órgano del tacto) de forma continua desde la cabeza a los pies, «... sentirá, por así decir, bajo su mano una continuidad de yo; y esta misma mano, que reunirá, en un solo continuo, las partes antes separadas, hará su extensión más sensible».83

La estatua llega, pues, a descubrir su cuerpo por la sensación de solidez o resistencia que opone la mano a cada una de las partes que toca. Aprende a decir yo cuando, en dos sensaciones coexistentes, se responde a sí misma:84

La estatua aprende así a conocer su cuerpo, y a reconocerse en todas las partes que lo componen.85

En efecto, puesto que al tocarlas su yo se siente igualmente modificado en todas ellas, el mismo ser sintiente de alguna manera se responde de la una a la otra: soy yo, siempre yo. La estatua siéntese, pues, a sí misma en todas las partes de su cuerpo. Por consiguiente -concluye Condillac-, ya no se confunde con sus modificaciones: ya no es el calor y el frío, sino que siente el calor en una parte y el frío en la otra.86 Este es, pues, según Condillac, el mecanismo psicológico de descubrimiento del cuerpo propio. En la génesis de su conciencia, se han revelado tres principios fundamentales: En primer lugar, la sensibilidad radical de la estatua al placer y al dolor; sin ella, ésta carecería del necesario fundamento de determinación para pasar del reposo a la acción, tránsito indispensable en el proceso de descubrimiento. En segundo lugar, el movimiento, sin el que la estatua veríase privada del contacto y, por tanto, de la sensación de solidez o resistencia. Y, finalmente, el sentido del tacto, órgano posibilitador de tal sensación. La conjunción de estos tres principios hace viable la experiencia de solidez, única capaz de oponer entre sí a un yo simiente y a un no-yo sentido. El sentimiento de objetividad, la apertura del yo al mundo sólo será, pues, posible por la impresión de resistencia y, por tanto, por el sentido del tacto. 82 CONDILLAC, ibidem.

83 Cf. CONDILLAC, ibidem.

84 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 6; 1.1, p. 257a.

Page 73: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Ahora bien, cabe preguntarse si Condillac es consecuente en su explicación de la génesis de la conciencia del cuerpo propio. Interesa examinar si logra esta explicación en el único marco legítimo posible, a saber: el del empirismo radical. El análisis minucioso que lleva a cabo a este respecto apela constantemente -es cierto- a elementos extraídos de la experiencia y de la observación sensible. Mas, es preciso reconocer igualmente que Condillac no puede escapar al idealismo berkeleyano (a lo que Diderot le incitaba), sino poniendo en estrecha relación, como Malebranche, el análisis empírico del cómo y la hipótesis metafísica del porqué. En efecto, sin una apelación previa a un designio misterioso y supra-empírico (la propensión natural), se verá imposibilitado para explicar eficazmente el tránsito de lo interior a lo exterior, de la sensación al juicio de existencia corpórea y, por tanto, para dar debida cuenta de la mismidad corporal. A fin de mantenerse en una perspectiva rigurosamente empírica, era preciso, o bien que invocase, como sus antecesores racionalistas, un instinto irreductible a la sensación (lo que, desde luego, resultaba de todo punto ilegítimo), o bien, que rectificase radicalmente la experiencia sobre la que pretendía fundamentar la conciencia del cuerpo propio. Como se ha visto, Condillac optó inconsecuentemente por lo primero, rehusando lo segundo, tarea que asumirá cincuenta años más tarde Maine de Biran en su Aperception immédiate. 85 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 4; 1.1, p. 256b.

86 CONDILLAC, ibidem.

Volver al Índice / Inicio del Capitulo

Page 74: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

CAPITULO V TACTO REVELADOR Y DESCUBRIMIENTO DE LOS CUERPOS AJENOS

A semejanza de lo ya examinado a propósito del cuerpo propio, Condillac pretende demostrar la existencia de entidades corpóreas ajenas apelando a la sensación táctil de solidez o resistencia. El procedimiento explicativo de este nuevo descubrimiento cuenta asimismo con los mismos elementos que el anterior: movimiento (espontáneo en un principio, guiado por la naturaleza después) y pluralidad de sensaciones táctiles, entre las que la de solidez revélase esencial. Por tanto, tacto, movimiento, impresión de resistencia y extensión de lo corpóreo, serán los conceptos básicos esenciales que aquí habremos de desarrollar.

1. Tacto y movimiento Ya en 1754, en la primera edición del Traité des sensations, Condillac había conferido al movimiento un papel preponderante en el proceso de aprehensión y constitución de lo externo. La motricidad del sujeto habíase convertido, en efecto, desde entonces, en el elemento esencial posibilitador de la experiencia de resistencia, alumbradora del objeto y del mundo corpóreo. El sentido del tacto, afectado de movilidad y de flexibilidad, era considerado ya entonces el responsable directo de la superación de la subjetividad y del salto a la trascendencia. No obstante, esta importancia otorgada al movimiento en el dinamismo constituyente de lo externo se acentuará progresivamente, apareciendo como pieza clave absolutamente radical en la segunda edición del Traité. La existencia del movimiento se hace, pues, imprescindible en el proceso de descubrimiento de lo corpóreo. «Doy a la estatua el uso de todos sus miembros...»1 afirma Condillac. Esta concesión no parece arbitraria; el movimiento es consustancial con el ser sensible desde el momento mismo de su nacimiento. Como nos dice Condillac: La mayor felicidad de los niños parece consistir en moverse: las caídas mismas no les disgustan. Una venda sobre los ojos les apenaría menos que un lazo que les privase del uso de los pies y de las manos. En efecto, es al movimiento al que deben la conciencia más viva que tienen de su existencia. La vista, el oído, el gusto, el olfato, parecen limitarla (a la estatua) en un órgano; pero el movimiento la extiende en todas las partes, y hace gozar del cuerpo en toda su extensión. Si el ejercicio es para ellos el placer que tiene más atractivo lo será aún más para nuestra estatua: pues no solamente no conoce nada que puede distraerle de ello; sino que incluso experimentará que el movimiento puede sólo procurarle todos los placeres de que es capaz. 2

Ahora bien, si el movimiento se presenta como esencial en lo sensible, cabe

Page 75: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

preguntarse no obstante por su origen, por la causa determinante que pone en ejercicio los miembros de la estatua. No podríamos juzgar que ésta, en virtud de un designio preconcebido, los pone en movimiento; ello se hace de todo punto imposible, pues la estatua «...no sabe aún que está compuesta de partes, que pueden replegarse unas sobre otras, o extenderse sobre los objetos exteriores»3 En 1754, Condillac otorgaba al azar, a lo fortuito o casual, la potestad de producir en la estatua los movimientos de sus miembros y, principalmente de sus manos: ...movimientos producidos al azar -leemos allí- habiéndole procurado (a la estatua) sucesivamente sensaciones agradables y desagradables, pretende gozar de unas y apartarse de las otras.4

En 1778, en cambio, es la naturaleza la que adquiere en el pensamiento de Condillac la primacía en la determinación espontánea de los movimientos de la estatua: ...Corresponde pues a la naturaleza comenzar: corresponde a ella producir los primeros movimientos en los miembros de la estatua. 5 El movimiento, esencial para el descubrimiento de lo corpóreo, surge, pues, en la estatua espontáneamente. Ninguna intención preside en ésta; ningún objetivo preconcebido la induce a ponerse en acción. Fiel a una tendencia biologista en su psicología, Condillac entiende que lo conceptual, lo reflexivo, es secundario en el proceso de génesis y desarrollo de la vida del sintiente. Lo primario, lo verdaderamente radical y consustancial con el psiquismo del cognoscente es lo afectivo y pulsional y, en definitiva, en cierto modo, lo irracional. La acción, fundada en la necesidad, es anterior al concepto y en cierta medida lo determina: «...Es naturalmente, maquinalmente, por instinto y sin saberlo cómo se mueve...»,6 escribe Condillac. Esta espontaneidad en los movimientos de la estatua, que la ponen en disposición de hacerle dar el salto a lo trascendente, se halla determinada así por la naturaleza, que se convierte por tanto en el verdadero principio rector del deseado descubrimiento de lo externo. 1 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 5, § 1; 1.1, p. 254b.

2 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 10; 1.1, p. 258a-b.

3 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 1; 1.1, p. 255a.

4 CONDILLAC, o. c, édition de 1754, II, 4, § 9; 1.1, p. 257b, en nota. El subrayado es nuestro.

5 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 1; t. I, p. 255a. El subrayado es nuestro. Cf. también, por ejemplo: o. c, II, 5, § 10; 1.1, p. 257b: «El movimiento que la naturaleza le induce a efectuar...».

6 CONDILLAC, o. c, II, 4, § 2; 1.1, p. 255b.

Page 76: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Así pues, en un principio, la espontaneidad impera en los movimientos de la estatua. Esta carece de toda intención de agitarse. Sólo después, cuando haya adquirido la conciencia de su cuerpo y de los movimientos de éste, podrá regularlos y disponer de ellos a voluntad. «He hecho observar varias veces, y particularmente en mi Logique -escribe Condillac-, que no nos acontece nunca hacer una cosa con intención, sino en tanto que la hemos hecho ya, sin haber tenido el proyecto de hacerla. Es una verdad fecunda...»7 En La Logique, en efecto, Condillac subraya la prioridad de lo espontáneo o azaroso sobre lo reflexivo. Antes de toda conceptualización racional, lo originariamente natural impone su ley: Era natural a los hombres suplir la debilidad de sus brazos por los medios que la naturaleza había puesto a su alcance; y fueron mecánicos antes de desear serlo. Así es como fueron lógicos: han pensado antes de investigar cómo se piensa. Fue necesario incluso que pasaran siglos para hacer sospechar que el pensamiento puede estar sujeto a leyes; y hoy el mayor número de ellos piensa aún sin formular semejantes sospechas.8

Los primeros hallazgos en el plano cognoscitivo, así como en el psicomotor, no se deben, pues, a una reflexión acabada, racionalmente dirigida. Corresponde a la Naturaleza, concebida como conjunto de necesidades y facultades determinadas por la constitución orgánica,9 el instruirnos y aleccionarnos en los primeros instantes. 10 «Resulta de esta verdad -escribe Condillac-, que la naturaleza comienza todo en nosotros: también he mostrado que, en el principio o en el comienzo, nuestros conocimientos son únicamente su obra, que no nos intruímos sino sobre la base de sus lecciones; y que todo el arte de razonar consiste en continuar como nos ha hecho comenzar».11

Hemos de preguntarnos ahora, siguiendo con el análisis del papel que el movimiento desempeña en el proceso de captación de lo corpóreo, por el medio de que la naturaleza se vale para provocar en la estatua los movimientos y la actividad de sus miembros. A semejante pregunta, que encierra presumiblemente la clave de la investigación que emprendemos, no cabe sino responder poniendo de relieve la importancia que en Condillac presenta la dimensión afectiva o pulsional del sintiente. En efecto, la primacía de lo afectivo sobre lo racional es patente en su sistema. El placer y el dolor son en Condillac el principio y los primeros motores de toda actividad y de todo conocimiento. Esta idea, de una fecundidad insospechada en la historia del pensamiento, es constante en sus obras: «...los diferentes grados de placer y de dolor -escribe-, son la ley, según la cual el germen de todo lo que somos se ha desarrollado, para producir todas nuestras facultades».12 El placer y el dolor guían el desarrollo del sintiente en todas sus transformaciones. Por ellos, el alma aprende a pensar y los conocimientos adquiridos se vinculan entre sí, formando la serie de ideas que responden a necesidades diferentes.13 Como escribe Gabriel Madignier: «Condillac hace de la afectividad la fuente de la vida psicológica» ,14 Placer y dolor actúan en el alma y en el cuerpo, produciendo, de un lado, una serie de ideas, y de otro, una serie de movimientos.15 Si en el plano cognitivo la ley de la afectividad rige la génesis y el desarrollo de las operaciones representativas del cognoscente, en el tendencial, placer y dolor se erigen igualmente en el motor determinante de la producción de los

Page 77: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

movimientos corporales: ...Es una consecuencia de su organización -escribe Condillac-, que sus músculos, contraídos por el dolor, agiten sus miembros, y que se mueva sin tener intención de ello, sin saber aún que se mueve. Puede incluso tener sensaciones agradables, cuya vivacidad no le permita quedarse en un perfecto reposo; al menos es cierto que el paso alternativo del placer al dolor y del dolor al placer, debe ocasionar movimientos en su cuerpo. Si no estuviera organizada para ser movida con ocasión de sensaciones agradables o desagradables que experimenta, el reposo perfecto, al que se vería condenada, no le dejaría ningún medio para buscar lo que puede serle útil, y para evitar lo que puede dañarla.16

La actividad de la estatua prodúcese, pues, por el placer y el dolor, que se convierten así en el asiento fundamental de la psicología de Condillac.17 Es el tacto, pues, el sentido que propicia al cognoscente la revelación de lo externo. Ahora bien, condición indispensable de esa revelación es, como se ha visto, el movimiento de los miembros de la estatua.18 Sin ellos, y, sobre todo, sin una cierta movilidad y flexibilidad en la mano, principal órgano del tacto,19 el descubrimiento de los cuerpos (el propio y los ajenos), se haría de todo punto imposible. La constatación de lo real, concebido como conjunto de objetos materiales, es obra del tacto y, principalmente, de la mano. Lo real deviene así para el sujeto esencialmente palpabilidad, identificándose, por tanto, plenamente lo real, lo material y lo palpable. Tacto y movimiento, actuando conjuntamente, hacen, pues, posible la percepción de un mundo trascendente, independiente por entero del sintiente y de su subjetividad. 7 CONDILLAC, o. c, II, 4, § 3; 1.1, p. 254a.

8 CONDILLAC, La logique ou les premiers développements de l'art de penser, objet de cet ouvrage; t. II, p. 371a.

9 CONDILLAC, o. c, II, 1; t. II, p. 373a.

10 CONDILLAC, ibidem. Cf. también: CONDILLAC, L'art de penser, I, 9

11 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 5, § 3; 1.1, p. 254a.

12 CONDILLAC, o. c, I, 7, § 3; 1.1, p. 239b.

13 CONDILLAC, Traité des animaux, Conclusión; 1.1, 379a.

14 G. MADINIER, Conscience et mouvement. Etude sur la philosophie française de Condillac a Bergson, Ed. Nouwelaerts, París, 2a ed., 1967, p. 5 y sq.

15 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, I, 2; 1.1, pp. 224a y sq.

16 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 5, § 2; 1.1, p. 255a-b. 17 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 7, § 1; 1.1, p. 259a-b. m, 11, § 5; 1.1, pp. 296b-297b.

Page 78: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Ahora bien, y como se ha mostrado en el apartado anterior, ni tacto ni movimiento podrían propiciar el descubrimiento de lo externo, si lo instintivo, si lo pulsional, si una propensión natural, inexplicable empíricamente (por no reductible a la mera sensación) no forzasen la revelación. En efecto, Condillac se ve aquí obligado, renunciando así a su perspectiva estrictamente empirista, a invocar un Deus ex machina, capaz de hacer posible la percepción efectiva de lo corpóreo. Siendo la sensación el único medio con que cuenta el cognoscente para efectuar el descubrimiento, y no radicando ésta sino en el alma, se haría en verdad difícilmente explicable cómo, a partir de ella, podría operarse la superación de la inmanencia, si otro elemento, ajeno al sistema, no interviniese y no hiciese juzgar al cognoscente que sus sensaciones, en sentido estricto meras modificaciones de su conciencia, representaban cualidades extrínsecas. Este papel corresponde a la naturaleza, que se convierte sin duda, en una de las piezas metodológicas clave del sistema condillaciano. La naturaleza -escribe Condillac- sólo tenía pues un medio para hacerle conocer su cuerpo, y este medio era hacerle percibir sus sensaciones, no como maneras de ser de su alma, sino como modificaciones de los órganos que son otras tantas causas ocasionales.20 El mecanismo interno del descubrimiento, el "artificio" por el que el sujeto exterioriza sus estados de conciencia sensibles, permanece oculto. Cabe describir, si, detalladamente (y es lo que Condillac lleva a cabo en el Traité) el proceso por el que el sintiente aprehende un exterior, una realidad material que le trasciende; mas, en ningún caso (al menos, en el estado actual del conocimiento) es posible dar razón última del mecanismo íntimo por el que el sujeto proyecta sus sensaciones (y principalmente la de solidez) al exterior, al cuerpo propio y a los ajenos.21 Es ésta, ciertamente, una confesión de ignorancia que honra en extremo a un filósofo que dedicó intensamente gran parte de su actividad intelectual a la resolución de este problema capital. 18 «En tanto que ha estado inmóvil (la estatua), no ha podido tener ninguna idea de esta resistencia... Pero desde que se mueve, se toca o coge otros objetos, siente resistencia o solidez...» (CONDILLAC, Traité des sensations, édition de 1754,1, 4, § 2; 1.1, p. 254b, en nota). 19 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, II, 12, título; 1.1, p. 273a.

20 CONDILLAC, o. c, II, 4, § 3; 1.1, p. 254b.

21 CONDILLAC, ibidem. Un interesante estudio sobre el particular se halla en el libro de C. AVOSSA, Condillac e il processo cognitivo, Ed. Spraw, Napoli, 1975.

22 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 4, § 1; 1.1, p. 253b.

Page 79: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

2. Sensación y extensión Sobre la base del movimiento, y en apelación al principio del placer y del dolor, ha de ser, pues, posible, como lo fue en el caso del cuerpo propio, el descubrimiento de los cuerpos ajenos. También aquí la sensación habrá de convertirse en el necesario y legítimo punto de partida del acceso a lo objetivo. Los presupuestos metodológicos y el procedimiento explicativo serán también ahora, en lo esencial, idénticos a los ya examinados a propósito de la corporeidad íntima. Lo corpóreo se define en Condillac, como en Descartes, por el atributo de la extensión; «...nos representamos necesariamente cada cuerpo -escribe-, como un continuo formado por la contigüidad de varios otros cuerpos extensos. Estamos forzados a representarnos así incluso aquéllos que no caen bajo los sentidos: los juzgamos cada uno compuesto de otros cuerpos extensos, estos por otros más, y ya no sabemos dónde detenernos».22 La continuidad y, por tanto, la infinita divisibilidad es así la característica esencial definitoria de lo material. En oposición a la indivisible unidad del alma (substancia, por tanto, en sentido estricto), lo corpóreo es, por el contrario, un agregado infinito de partes, indefinidamente divisible.23 Siendo la sensación el único medio posible de acceso a lo corpóreo, ésta, para que el tránsito a lo objetivo sea viable, habrá, pues, de reproducir el fenómeno de la extensión.24 Hasta ahora, ninguna de las sensaciones examinadas ha presentado una característica tal; será preciso indagar si el tacto puede aportarla.25

En la primera edición del Traité, Condillac sostiene que la percepción de la extensión cabe incluso en cierto modo en ausencia del movimiento.26 Si la uniformidad e indistinción del sentimiento fundamental han privado a la estatua de toda idea de extensión, al cesar aquéllas, ésta comienza a adquirir cierta realidad para ella. Como nos dice Condillac: ...no puede tener (la estatua) confusamente todas las sensaciones, distinguirlas y observarlas, si no las percibe de alguna manera unas fuera de las otras. En efecto, si el sentimiento, en tanto que ha sido uniforme, y si las sensaciones, en tanto que no han podido distinguirse, la han privado de toda idea de extensión; no la privan de ello totalmente, cuando esta uniformidad y esta confusión cesan.27

Trátase, no obstante, de una extensión vaga e indeterminada 28 carente de forma y de límites. Pese a que el sentimiento fundamental no sea uniforme y se distinga en diferentes partes de su cuerpo, las varias sensaciones que la estatua experimenta así, por ejemplo, «...calor en un brazo, frío en el otro, un dolor en la cabeza, un cosquilleo en los pies, un estremecimiento en las entrañas...»,29 no son para ella sino diversas maneras de ser, distintas y coexistentes, cuya yuxtaposición no le confiere en modo alguno la idea compleja de extensión.30 Es lo que, incluso en la primera edición del Traité, Condillac sostiene: ...Esta idea no es, pues, para ella -escribe-, más que la percepción de varias maneras de ser, que coexisten, y que se distinguen; percepción en la que no

Page 80: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

sabría encontrar la noción de ningún cuerpo; porque, no habiendo tocado todavía nada, no sabe que sus maneras de ser dependen de una materia sólida?31 Ya a propósito del sentido de la vista, Condillac había abordado el tema de la percepción de la extensión. En efecto, había mantenido que tal sentido aporta al cognoscente una cierta idea de extensión. No obstante, sobre este punto, Condillac ha experimentado una evolución constante. En el Essai sur I'Vorigine des connaissances humaines sostiene que la vista, por sí sola, aporta al sujeto, de forma inmediata, la espacialidad y la extensión, con las figuras y los tamaños, las situaciones y las distancias. 32 En cambio, en la primera edición del Traité, como ya sabemos, Condillac no concibe que una sensación de color, objeto propio e inmediato de la vista, aporte al cognoscente idea alguna de extensión: ...Que esté modificado (el yo de la estatua) por una superficie azul ribeteada de blanco, ¿acaso no se percibirá a sí mismo como un azul ilimitado? Uno tendería en principio a creerlo; sin embargo el sentimiento contrario es mucho más verosímil. La estatua no puede sentirse extensa en cuanto a esta superficie, sino en cuanto que cada parte le dé la misma modificación: cada una debe producir la sensación del azul. Pero si es modificada del mismo modo por un pie de esta superficie, por una pulgada, por una línea, etc., no puede representarse en esta modificación un tamaño más bien que otro. Por tanto, no se representa ninguno. Una sensación de color, pues, no conlleva una idea de extensión.33 23 Cf. CONDILLAC, Essai sur I'origine des connaissances humaines, I, I, I, § 6; 1.1, p. 7a.

24 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, II, 4, § 2; 1.1, pp. 253b-254a.

25 Cf. CONDILLAC, /. c.\ 1.1, p. 254a.

26 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 3, título, édition de 1754; 1.1, p. 252, nota b.

27 CONDILLAC, o. c, II, 3 § 2, édition de 1754; 1.1, p. 253, nota a.

28 Cf. CONDILLAC, ibidem.

29 CONDILLAC, o. c, II, 3, § 1; 1.1, p. 253a.

30 «Estas maneras de ser -escribe Condillac-, que observa a la vez, coexisten, se distinguen más o menos, y están a este respecto unas fuera de las otras: pero puesto que de ello no resulta ni contigüidad, ni continuidad, no podrían dar a la estatua ninguna idea de extensión.» (CONDILLAC, Traité des sensations, II, 3, § 1; 1.1, p. 253a.

31 CONDILLAC, o. c, II, 3, § 2, édition de 1754; 1.1, p. 253, nota a.

32 Cf. CONDILLAC, Essai sur l'origine des connaissances humaines, I, VI.

Page 81: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Si esto es así por lo que respecta a un color simple, cuando se trata de varios, Condillac admite en la estatua una cierta percepción de extensión. Prodúcese aquí, por tanto, un fenómeno similar al que tenía lugar a propósito de la diferenciación y diversificación del sentimiento fundamental. En la captación de una pluralidad de colores, la estatua, aunque vaga y confusamente, se siente de alguna manera extensa. Esta afirmación hállase ciertamente en abierta contradicción con lo que precede. En efecto, si cada impresión coloreada, aisladamente considerada, es inextensa, si la estatua no se siente delimitada por un color determinado, ¿no debe ocurrir lo mismo cuando se trata de varios colores? Una suma de ceros da siempre como resultado cero. De esta incoherencia Condillac se ha percatado pronto, reconociendo en la segunda edición del Traité que no cabe hacer extensión sino con extensión.34

La vista, por tanto, confiere al cognoscente una extensión meramente vaga, confusa, una especie de materia de extensión.35 Por ello mismo, no aporta a la estatua tampoco las nociones de situación ni de movimiento; pues, la de situación, supone que se vea un objeto en un lugar determinado, y la de movimiento, que se capte visualmente el cambio de situación de ese objeto. Tampoco confiere esta extensión a la estatua idea alguna de tamaño ni de figura, pues ésta no es sino un tamaño determinado y circunscrito, y el yo, que se identifica con la totalidad de colores que lo impresionan, se extiende indefinidamente sin ser circunscrito por nada.36

Así pues, la vista, por sí sola, al igual que el tacto, carente de movimiento, no proporciona a la estatua más que una noción imprecisa e indefinida de extensión. A este respecto Gabriel Madignier, en la obra ya citada, escribe: «...Hay que distinguir dos cosas: la intuición de extensión y la percepción de un objeto figurado. La vista proporciona la primera, pero sólo el tacto sugerirá la segunda...»37 El problema será, pues, pasar de la percepción de una extensión vaga y confusa a otra precisa y determinada. Pese a que en la doctrina definitiva de Condillac esta percepción se atribuya propiamente al tacto, su concepción al respecto no fue empero siempre la misma. En efecto, en el Essai, mantiene una posición nativista, que considera a la extensión como noción primitiva y constante, aprehensible directa e inmediatamente por todos los sentidos. Así, la exterioridad, el sentimiento de espacialidad y profundidad, notas características de la extensión, son consideradas allí el objeto propio y directo de la sensación en cuanto tal, con independencia del tipo específico del que se trate: 33 CONDILLAC, Traité des sensations, I, 11, § 8; 1.1, p. 247, nota a.

34 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 4, § 1; 1.1, p. 253b.

35 Cf. RAYMOND LENOIR, Condillac, Ed. Alean, París, 1924, p. 76. AGEL J. CAPPELLETTI, Introducción a Condillac, Ed. Universidad de Zulia, Maracaibo, 1973, pp. 109-110.

36 Cf. CONDILLAC, o. c, I, 11, § 8; 1.1, p. 248a.

Page 82: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Hay, pues, tres cosas que distinguir en nuestras sensaciones: 1º la percepción que experimentamos; 2o la relación que hacemos de ella a algo fuera de nosotros; 3o el juicio de que lo que referimos a las cosas, pertenéceles en efecto. No hay ni error, ni oscuridad, ni confusión en lo que ocurre en nosotros, ni tampoco en la relación que hacemos de ello al exterior? 38 La sensación reveladora de lo corpóreo habrá, pues, de reproducir cabalmente el fenómeno de la extensión.39 Ahora bien, a juicio de Condillac, sólo por la sensación de solidez o resistencia cabrá hacerse cargo de esa extensión. No obstante, también en esto Condillac experimenta una sensible evolución. En efecto, en la primera edición del Traité, el juicio de exterioridad aparecía vinculado a sensaciones de doble contacto, esto es, a impresiones en sí mismas inextensas.40 Ello es sin duda debido a que Condillac, en esa fecha, y pese a ser el objetivo fundamental del Traité, no había profundizado sin embargo suficientemente en ese tema. Pensaba, como hemos visto más arriba que la yuxtaposición de impresiones simultáneas, en sí mismas inextensas (fuesen táctiles o visuales), podían empero reproducir en cierto modo el fenómeno de la extensión. Reflexionando más tarde sobre el problema, llevado a ello por las objeciones levantadas contra él por sus adversarios, recapacita y confiesa abiertamente no haber acertado desde un principio en la solución del problema planteado.41 Por eso, en la segunda edición del Traité, Condillac vuelve sobre el tema, precisando y perfeccionando sus conceptos. Añade en la segunda parte un capítulo enteramente nuevo, el cuarto, donde establece a modo de necesaria introducción a la exposición definitiva, ciertos principios de extraordinaria significación. Por un lado, que «no podríamos hacer extensión sino con extensión...»;42 y, por otro, que la sensación que la reproduzca y, por tanto, que revele lo corpóreo, habrá de estar igualmente investida de la propiedad de la extensividad.43 En virtud de tales principios, Condillac entiende que la sensación apta para revelar la exterioridad y la noción de objeto ha de hallarse en la impresión de obstáculo, que opone entre sí a dos sólidos que mutuamente se excluyen. En la captación de la impenetrabilidad, o más bien, en la aprehensión de la sensación de resistencia que la revela, hállase la fuente originante del mundo externo, la raíz generadora del objeto. Sin esa sensación de obstáculo, sin esa impresión de resistencia que lo corpóreo opone al movimiento espontáneo del cognoscente, éste no descubriría un fuera de sí, un mundo ajeno y por completo diferente de su yo sensitivo.44 Como escribe Georges Le Roy: «... es en impresiones en sí mismas extensas como son dadas las ideas de espacio y de realidad exterior».45 37 G. MADINIER, Conscience et mouvement. Etude sur la philosophie française de Condillac á Bergson, p. 15.

38 CONDILLAC, Essai sur I'origine des connaissances humaines, I, I, II, § 11; t. I, p. 9a.

39 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, II, 4, § 2; 1.1, pp. 253b-254a.

40 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 5, § 2, édition de 1754; 1.1, p. 255, nota a.

Page 83: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Ahora bien, ¿qué mecanismo concreto lleva a la estatua al descubrimiento de los cuerpos ajenos?, ¿cómo, sobre la base de la sensación de solidez o resistencia, surge para ella el conocimiento de entidades materiales, distintas y extrañas a su cuerpo propio? Teniendo en cuenta lo hasta aquí examinado, la respuesta a estas preguntas parece sencilla: si la estatua sólo coloca las manos sobre su propio cuerpo, no podrá por menos de creerse sola en el mundo. «...Pero si toca un cuerpo extraño, el yo, que se siente modificado en la mano, no se siente modificado en ese cuerpo. Si la mano dice yo, no recibe la misma contestación. La estatua juzga por eso estas maneras de ser por completo extrañas a ella. Como ha formado su cuerpo, forma todos los demás objetos. La sensación de solidez que les ha dado consistencia en un caso, se la da también en el otro; con esta diferencia, que el yo, que se respondía, deja de responderse».46 Como se ve, la explicación de Condillac no es precisamente oscura ni enrevesada. La simplicidad de sus análisis es posiblemente la nota más significativa y característica de su especulación filosófica. Mediante el tacto, la estatua descubre otros cuerpos porque su yo, capacidad sensitiva, no se reconoce en los objetos tocados; el eco que dejaba sentirse al tocarse a sí misma, ha desaparecido aquí por completo. El yo, identificado enteramente con la pura subjetividad sensorial, que se respondía a sí mismo al deslizarse la mano sobre una parte de su cuerpo, cesa ahora de responderse; y en ese silencio, en esa ausencia, en esa soledad radical, la estatua, paradójicamente, descubre un mundo por completo ajeno a su yo y a su cuerpo. Como nos dice el propio Condillac: ...Cuando varias sensaciones distintas y coexistentes son circunscritas por el tacto en límites en que el yo se responde a sí mismo, toma conocimiento de su cuerpo; cuando varias sensaciones distintas y coexistentes son circunscritas por el tacto en límites en que el yo no se responde, tiene la idea de un cuerpo diferente del suyo.47

Al descubrir cuerpos en los que no se reconoce, la estatua se asombra de no hallarse en todo lo que toca. «...Extiende los brazos como para buscarse fuera de sí; y no puede aún juzgar si no se encontrará allí: sólo la experiencia podrá instruirle acerca de ello».48 Previsiblemente, la estatua coloque sus manos sobre la cabeza, el pecho, las piernas, los pies: haciendo esto, se encontrará en todo lo que toque; el yo se sentirá modificado tanto en la mano que toca, como en las partes de su cuerpo que son tocadas. Coloca ahora la mano sobre una mesa, sobre una silla, sobre el suelo..., en todos estos objetos no se encuentra a sí misma. No obstante, ella sigue extendiendo los brazos, como si pretendiese encontrarse en los nuevos objetos que va tocando; no sabe si se hallará o no; sólo la experiencia, una vez más, puede aleccionarla a este respecto. Así, del asombro de no ser todo lo que toca, nace la inquietud de saber dónde está, «... y, si puedo expresarme así, hasta dónde está...»49 He ahí, pues, el proceso por el que, según Condillac, el cognoscente debe descubrir la existencia de cuerpos circundantes. Consecuencia inmediata de este trascendental y prodigioso descubrimiento, es que los deseos de la estatua, sus necesidades y, en definitiva, su dimensión volitiva toda, no tienen ya por objeto sus propias modificaciones o maneras de ser, sino los objetos del entorno, los cuerpos, cuya existencia acaba de

Page 84: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

revelársele. Su amor ya no es el amor de sí misma, sino que se dirige hacia los objetos palpables. Sus deseos, por tanto, la arrastran continuamente fuera de sí.50 Así pues, en apelación a la sensación táctil de resistencia, que es en definitiva una sensación muscular, Condillac entiende haber justificado debidamente el paso de lo interior a lo exterior, el tránsito del yo al mundo. Ningún otro sentido, aparte del tacto, puede captar la impresión de obstáculo que opone entre sí a un cognoscente (o más bien, a un volente) y a un objeto por entero diferente de él. En esa oposición, captable únicamente por vía táctil, revélase a la conciencia la existencia de una realidad, de un orden de entidades, que, por opuestas al yo cognoscente, nada tienen que ver con él. La realidad corpórea, por cuanto es aprehendida primariamente a través de impresiones táctiles, es definida esencialmente como palpabilidad; y puesto que la nota característica de esa palpabilidad es la captación de una oposición entre un tocante y un tocado, tal realidad deviene así para el yo pura resistencia y solidez. Si la estatua, dotada de todos sus sentidos, permaneciese siempre inmóvil, o si, en movimiento, no llegase nunca a experimentar sentimiento alguno de obstáculo o resistencia, creeríase sola en el mundo. Sus impresiones visuales, auditivas, olorosas y gustativas, por no aprehender sensación alguna de resistencia, no le transmitirían idea alguna de objeto, ni siquiera, de espacialidad o exterioridad. Limitaríanse sólo a revelarle su propia existencia, definida diferentemente, según los diferentes sentidos. Únicamente el choque, posible por vía táctil, que transmite al sujeto la impresión de resistencia, puede propiamente alumbrar la realidad de un mundo ajeno. El mérito de Condillac, aparte de haber aportado al problema del conocimiento del mundo externo una solución completa y acabada, ha consistido primariamente en haber abierto, para la resolución de este problema radical, una vía nueva, fecunda y llena de posibilidades; vía que seguirá, entre otros, Maine de Biran, quien la recorrerá hasta sus últimos y más difíciles tramos.51 41 Cf. CONDILLAC, Extrait raisonné du Traité des sensations, II; t. I, p. 329b-330a.

42 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 4, § 1; 1.1, p. 253b.

43 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 4, § 2; 1.1, pp. 253b-254a.

44 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 5, § 3; 1.1, p. 256a-b.

45 G. LE ROY, La psychologie de Condillac, p. 144.

46 CONDILLAC, Traité des sensations, II, 5, § 5; 1.1, p. 257a.

47 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 6; 1.1, p. 257a.

48 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 7; 1.1, p. 257b. 49 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 8; 1.1, p. 257b.

50 Cf. CONDILLAC, o. c, II, 6, § 7; 1.1, p. 259a.

Page 85: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

3. Valor y alcance del conocimiento sensible La existencia de lo corpóreo hállase, pues, establecida. La sensación táctil de resistencia ha roto las estrechas ligaduras que mantenían a la estatua sumida en la inmanencia de su conciencia. El yo, privado hasta ahora de toda relación extra-subjetiva, ha dado el salto a lo objetivo, abriéndose a un orden de realidad insospechado hasta ahora para él. El choque, el encuentro, el enfrentamiento, que el movimiento ha hecho posible y que el tacto ha propiciado, han logrado transmitir a la conciencia la sensación de solidez, haciendo así que la estatua descubra su cuerpo y los cuerpos del entorno. Ahora bien, hemos de preguntarnos aquí por el grado de conocimiento que la estatua, a través del tacto, obtiene de lo corpóreo. ¿A qué se reduce, en efecto, la idea que ella posee, tanto de su cuerpo, como de los objetos que la circundan?, ¿logra el tacto penetrar en la esencialidad misma de lo material o, por el contrario, limítase tan sólo a presentar de ello un aspecto determinado y relativo? Condillac es en esto claro y contundente. La estatua, lejos de acceder con sus sentidos a la mismidad e intimidad de los cuerpos que el tacto le ha hecho descubrir, sólo capta en ellos las cualidades sensibles, inherentes sensu stricto únicamente en su propia conciencia. Como veremos en el capítulo siguiente, las sensaciones aprehendidas por el resto de sentidos serán proyectadas por el del tacto al exterior, haciendo que inhieran entonces en los objetos mismos. Pues bien, el tupido velo de impresiones sensibles que envuelve a los cuerpos, velo con que el yo de la estatua se identificaba antes de la aparición del tacto y que ahora cubre la realidad material recién descubierta, impide la penetración esencial, al tiempo que hace posible la cognoscibilidad de los entes corpóreos, definidos en su relación con el sintiente. Así, como dice Condillac: «...La idea de tal naranja es el color, la forma, el sabor, el olor, la solidez, el peso, etc.»,52 cualidades sensibles, cuya realidad, por tanto, es función también del sujeto percipiente. De lo corpóreo, pues, carécese de un conocimiento que trascienda el mero ámbito de lo sensible; ámbito que, por otra parte, parece incapaz de penetrar en la esencialidad misma de la materia. Cada objeto defínese como conjunto o colección de cualidades sensibles; y lo material, en general, como conjunto o reunión de cualidades propiamente táctiles: ...Ella (la estatua) ve, por ejemplo, la solidez, la extensión, la divisibilidad, la figura, la movilidad, etc., reunidas en todo lo que toca; y tiene, por consiguiente, la idea de cuerpo. Pero si se le preguntase lo que es un cuerpo y pudiese responder, enseñaría uno, y diría, es esto, es decir, esto en que encontraréis al mismo tiempo solidez, extensión, divisibilidad, figura, etc.53

La naturaleza de lo corpóreo redúcese, pues, a lo sensible. Ni siquiera el filósofo que se jacta de una penetración de espíritu superior, puede ir con su saber más allá. Para él, como para la estatua, la realidad material sólo puede definirse por apelación a las cualidades sensibles que el tacto descubre en la sensación de resistencia y que hace proyectar al exterior. Sólo un lenguaje confuso e impreciso produce la apariencia de un conocimiento más exhaustivo.54

Page 86: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

El alcance del conocimiento sensible en la aprehensión de lo material es, pues, limitado. Por el tacto, se ha logrado la revelación existencial, mas la penetración esencial permanece impracticable. Ello se debe, sin duda, a que los sentidos (incluso el tacto), lejos de poseer una finalidad cognoscitiva teorética, tienden, por el contrario, a un objetivo práctico. En este sentido, para el sintiente, poco importa que sus sensaciones reproduzcan fidedignamente las cualidades mismas de los objetos; el carácter afectivo de que hállanse revestidos (el placer y el displacer que en él provocan) basta para guiar y regular su actividad en pro de su conservación, fin último del existir del sintiente.55 «Así pues, ella (la estatua) no percibe los cuerpos en sí mismos, sólo percibe sus propias sensaciones».56 Esta es la conclusión de Condillac. Según ella, la incertidumbre acerca del en sí de lo material es absoluta. La estatua, como se verá en las páginas siguientes, aprende, por las enseñanzas del tacto, a referir todas sus sensaciones al exterior, considerando así que son las cualidades mismas de los objetos. Mas, este juicio de proyección, ¿es certero?, «...¿Hay, pues, en los objetos sonidos, sabores, olores, colores? ¿Quién puede asegurarlo? No es ciertamente ni el oído, ni el olfato, ni el gusto, ni la vista: los sentidos por sí mismos no pueden enseñarle sino las modificaciones que experimenta...»57 El sentido, en cuanto tal, sólo capta sensaciones, y éstas, no siendo más que meras modificaciones de la conciencia, no pueden llevar en sí la impronta de la esencialidad de lo corpóreo. Ni siquiera la extensión puede atribuirse de modo absoluto a lo material; ella no es tampoco sino una cualidad sensible más y, como tal, existente en principio tan sólo en relación con el sintiente. «...Por consiguiente -nos dice Condillac-, el tacto no es más digno de crédito que los demás sentidos: y puesto que se reconoce que los sonidos, los sabores, los olores y los colores no existen en los objetos, podría ser que la extensión tampoco existiese»58 Mas, ¿no es acaso la extensión la esencia misma de lo corpóreo?, ¿no se define la materia, como Descartes había hecho, como pura extensión, por oposición al pensamiento, naturaleza propia e íntima de lo anímico? Condillac, es cierto, no se siente cómodo ante estas preguntas; poner en duda la existencia real y efectiva de la extensión con independencia de toda captación sensible, parece poner en duda la existencia misma de los cuerpos. Mas, Condillac no niega ésta; ¿cómo habría de negarla, si el tacto acaba de revelarla? Los cuerpos están ahí, se nos imponen, querámoslo o no, cada vez que nuestros sentidos (y principalmente el tacto) se ponen en ejercicio, sin embargo, ¿qué sabemos realmente acerca de ellos, si no es a través de las sensaciones?, ¿y acaso no percibimos también la extensión por el intermedio de las sensaciones?, o más bien, ¿no es la extensión una sensación más, como lo es el olor, el color, el sonido y el gusto? 51 Cf., por ejemplo, los interesantes estudios de F. RHETORE, Condillac ou l'empirisme et le rationalisme, Ed. Slatkine Reprints, Genéve, 1971, reimpresión de la edición de París, 1864; y N. ISAR, "Condillac et l'Idéologie française dans les préoccupations de Nicolae Rosetti-Roznovanu", in Rev. Filoz., (1972), XIX, n° 5, pp. 671-679.

52 CONDILLAC, Traité des sensations, IV, 6, § 2; 1.1, p. 306b.

Page 87: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Si no hay extensión, se dirá tal vez, no hay cuerpos. Yo no digo que no haya extensión, digo sólo que no la percibimos sino en nuestras propias sensaciones. De donde se deduce que no vemos los cuerpos en sí mismos. Quizá sean extensos, e incluso gustativos, sonoros, coloreados, odoríferos: quizá no sean nada de eso. No sostengo ni lo uno ni lo otro; y espero a que se pruebe que son lo que nos parecen, o que son algo por completo diferente. Aunque no hubiera extensión, ésta no sería una razón para negar la existencia de los cuerpos. Todo lo que podría y debería razonablemente inferirse, es que los cuerpos son seres que ocasionan en nosotros sensaciones, y que tienen propiedades sobre las cuales no podríamos asegurar nada.59

El agnosticismo de Condillac por lo que a la esencia de lo corpóreo respecta es, pues, manifiesto. El tacto ha revelado su existencia; mas lo que ni el tacto ni los demás sentidos pueden revelar es su esencia, el conjunto de propiedades que, con independencia de toda aprehensión sensible, hunden sus raíces en los cuerpos mismos. 53 CONDILLAC, o. c, IV, 6, § 9; 1.1, p. 308a.

54 Cf. CONDILLAC, o. c, IV, 6, § 10; 1.1, p. 308a.

55 Cf. CONDILLAC, o. c, IV, 8, § 5; 1.1, p. 313a.

56 CONDILLAC, o. c, II, 5, § 6; 1.1, p. 257a.

57 CONDILLAC, o. c, IV, 5, § 1; 1.1, p. 306a.

58 CONDILLAC, o. c, IV, 5, § 1; 1.1, p. 306a.

59 CONDILLAC, o. c, IV, 5, § 1, en nota; 1.1, p. 306a.

Page 88: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

OBSERVACIONES FINALES El problema que prioritariamente preocupaba a Condillac en el Traité ha quedado finalmente resuelto. Sobre la base de sus principios, esto es, en apelación estricta a la sensación como fuente originaria del conocimiento y al contenido afectivo de ésta, se ha logrado dar cuenta del ineludible sentimiento de exterioridad, así como de la constitución perceptual del cuerpo propio y de los ajenos. Para ello, el sentido del tacto se ha revelado pieza clave. Solo él, en efecto, puede aportar al cognoscente la sensación de solidez o resistencia, necesaria para operar el problemático descubrimiento. Ahora bien, ¿qué sentido exacto presenta la demostración condillaciana del mundo externo? o, formulada la cuestión en otros términos: ¿qué demuestra realmente Condillac con su prueba? Nuestra tesis, que se halla en cierto modo en contradicción con la intención última de Condillac en el Traité y que, sin embargo, aparece avalada por numerosos textos de éste, apunta a una interpretación estrictamente idealista del pensamiento del abate francés. Según ella, en el Traité, no se accede, ni siquiera por vía táctil, al mundo objetivo de los cuerpos, en cuanto que independiente de toda percepción sensible. Desde luego, Condillac, como hemos visto, no cree en ningún momento que quepa el acceso cognoscitivo a la mismidad esencial de lo corpóreo; mas, ni siquiera, a nuestro juicio, cabe, según sus principios, la captación del existir en sí de los cuerpos, esto es, la aprehensión directa y sin mediación sensible de la existencia real de la materia ni, en general, de nada ajeno a la subjetividad misma del sintiente. A nuestro juicio, y es lo que en este trabajo defendemos, Condillac ha logrado con el Traité, no tanto superar el idealismo berkeleyano, traspasando los límites de la inmanencia, como explicar empírica y minuciosamente el mecanismo psicológico por el que aparece en el cognoscente el irresistible sentimiento de exterioridad. Condillac, inducido por las observaciones de Diderot, pretende establecer críticamente, aún manteniendo vigentes los principios idealistas de Berkeley,60 la creencia espontánea del sentido común en la existencia trascendente de la materia. Es así como supone en un principio a la estatua afectada por sensaciones privadas de toda referencia extra-subjetiva. Este punto de partida nacíase absolutamente imprescindible, pues reflejaba bien a las claras la clausura de la conciencia, que toda posición idealista sustenta. Sobre esa base, era necesario justificar la realidad de lo externo, dar cuenta de una existencia ajena y por entero independiente de la sensación misma, con la que la estatua se identificaba plenamente. Tal justificación sólo es posible desde la sensación misma, desde un tipo de sensación (la sensación táctil de resistencia) que presenta la peculiaridad de transmitir al cognoscente el sentimiento de oposición, de obstáculo, indispensable para alumbrar en su conciencia la noción de objeto y de mundo externo. Ahora bien, lo que con este procedimiento explica realmente Condillac, no es la aprehensión de un exterior material en sí mismo considerado; Condillac no logra propiamente con la sensación de solidez que la estatua dé el salto al exterior y se encuentre con los objetos mismos al margen de sus sensaciones. Con él explica más bien (y ésta, insistimos, es nuestra tesis) meramente la aparición en el sintiente de un sentimiento (el de exterioridad), ausente en su

Page 89: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

conciencia hasta el surgimiento de la impresión de resistencia. La meta alcanzada es, pues, sensiblemente más modesta que la inicialmente trazada. El yo ha descubierto, sí, los cuerpos y el mundo exterior; mas, puesto que el único vehículo para ello ha sido la sensación, su captación es, por así decir, inmanente: no percibe lo corpóreo ni lo exterior sino en sí mismo; lejos, pues, de irrumpir la conciencia en el mundo, es éste, por el contrario, el que se introduce en aquélla, haciendo así que el sujeto, sin salir de sí mismo, aprehenda lo objetivo y lo corpóreo. Es lo que expresa Condillac en los siguientes términos: Sólo me siento a mí mismo, y es en lo que siento en mí como veo el exterior: o más bien no veo el exterior; pero me he acostumbrado a ciertos juicios, que transportan mis sensaciones donde no se hallan.61

De este modo, las cualidades sensibles de los objetos (tangibles o no) siguen siendo meras modificaciones del sintiente, simples maneras de ser de su conciencia, referidas ahora, tras la aparición de la sensación táctil de resistencia, al exterior, que, según lo dicho, no tiene tampoco entidad sino en la subjetividad misma, único ámbito de lo inmediato, directo e indubitable. «Desde ese momento 62 -escribe Condillac-, me parece que mis maneras de ser dejan de pertenecerme: hago con ellas colecciones exteriores: con ellas formo todos los objetos cuyo conocimiento adquiero...»,63 Así pues, el idealismo de Berkeley, como querían Diderot y Condillac mismo, se supera, si, más a costa de asumir dogmáticamente y sin prueba demostrativa auténtica, la existencia independiente de un mundo material. Condillac no niega, ciertamente, la realidad absoluta de lo corpóreo; no obstante, confiesa abiertamente su ignorancia sobre ello, al considerar todas las propiedades sensibles de los cuerpos (incluida la extensión) como simples maneras de ser del sintiente; la realidad de lo material permanecerá así un enigma, siendo esa X la que provoque en la conciencia las diversas sensaciones del sujeto.64

Por otra parte, hemos de preguntarnos también aquí si Condillac, en su demostración de la existencia del mundo material, permanece fiel al principio sensista, inicialmente trazado, de derivar el descubrimiento de tal mundo del estricto dato sensorial o si, por el contrario, renunciando a él por imperativos insoslayables, se ve forzado para ello a invocar instancias extrasistemáticas de carácter supra-empírico. Ya apuntamos en páginas anteriores que, a nuestro juicio, la revelación de lo externo hacíase impracticable, sensu stricto, por apelación exclusiva a la sensación (entendida como simple modo de ser del pensamiento) y a su dinamismo estrictamente interno. Indicamos que el descubrimiento de lo corpóreo sólo podía efectuarse si, a parte de la sensación (necesario punto de partida), se invocaba una fuerza instintiva y misteriosa, que Condillac denominaba naturaleza, y a la que se atribuía en rigor la proeza del descubrimiento. En esto, no nos sentimos solidarios con el juicio de G. Le Roy, para quien la revelación, tanto en la primera como en la segunda edición del Traité, débese exclusivamente a la sensación de solidez, entendida ella también como simple manera de ser de la conciencia.65 De ahí que suscribamos por entero las afirmaciones de G. Lyon, para quien Condillac, apelando a la naturaleza en la revelación de lo material, emparenta directamente con la solución de Malebranche:

Page 90: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

A decir verdad -escribe-, la solución desarrollada en la edición princeps y la que se ha recogido en ediciones ulteriores no difieren en nada esencial: aquélla simplificaba en demasía el prodigio y lo hacía operar, sin más ambajes, a la estatua vivificada; éstas testimonian la grandeza del milagro y, a falta de poder atribuirlo a la iniciativa del niño hacen que sea la naturaleza la que lo lleve a cabo. Pero la naturaleza se comporta aquí del mismo modo que el Dios de Malebranche, ya que, por una entente inesperada, el maestro sensualista coincide con el célebre cartesiano en reconocer en el cuerpo y su acción una simple "causa ocasional".66

No cabe duda de que la solución aportada por Condillac al problema del conocimiento del mundo externo es atractiva y original, al tiempo que extraordinariamente fecunda. En efecto, en el transcurso del siglo XIX, numerosos pensadores se vuelven hacia Condillac, tratando de extraer de su teoría los elementos más complejos y valiosos, que posibiliten desarrollos y profundizaciones de mayor envergadura. Como escribe Ángel J. Cappelletti en su estudio sobre Condillac: ...La teoría del descubrimiento del mundo exterior mediante la sensación de solidez y de resistencia, que es, por cierto, una teoría fundamental en Condillac, fue reeditada a comienzos del siglo XX, en un contexto no precisamente empirista sino vitalista e irracionalista, por Dilthey.67 Para éste, en efecto, la convicción de que existe un mundo externo se explica por una conexión vital que se produce en el sentimiento, en el impulso y en la voluntad y no por una conexión mental, como en el caso de Condillac. El hombre es, para Dilthey, antes que nada un sistema de impulsos y, por eso, no puede dejar de experimentar un sentimiento de resistencia cuando dichos impulsos chocan con las cosas del mundo. De este sentimiento de resistencia -que para Condillac surge en él por la sensación táctil- nace la distinción, primero oscura y limitada, entre el sujeto y el objeto, entre el yo y el no-yo. 60 Como sabemos, Condillac había escrito en el Essai: «Sea que nos elevemos -para hablar metafóricamente-, hasta los Cielos; sea que descendamos a los abismos, no salimos de nosotros mismos jamás, y nuestro pensamiento es lo que conocemos solamente.» (Essai sur I'origine des connaissances humaines, I, I, I, § 1; 1.1, p. 6a).

61 CONDILLAC, Traité des sensations, IV, 8, § 1; 1.1, p. 310b.

62 Desde la aparición de tacto y movimiento.

63 CONDILLAC, Traité des sensations, IV, 8, § 2; 1.1, p. 31 la.

64 Cf. CONDILLAC, o. c, IV, 5, § 1; 1.1, pp. 305b-306a.

65 Cf. G. LE ROY, La psichologie de Condillac, p. 145.

66 GEORGES LYON, Introduction au Traité des sensations de Condillac, Ed. Félix Alean, París, nouvelle édition, 1886, pp. 16-17.

Page 91: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

No se refiere entonces a una sensación sino a un movimiento de la voluntad o, si se quiere, a una intuición volitiva. Pero entre Condillac y Dilthey, hay a través del siglo XIX, toda una cadena de pensadores que vincula directamente al uno con el otro...68

El primero de tales pensadores es Destutt de Tracy (1754-1836). Discípulo y continuador de la filosofía de Condillac, insiste sobre este punto capital de su doctrina. Según él, es en la resistencia que la materia opone a los movimientos del sintiente donde ha de buscarse la prueba definitiva de la realidad del mundo exterior. Según él, si no hubiésemos percibido la impresión de resistencia, «...no habríamos descubierto nunca la existencia de cuerpos ni la de nuestros órganos».69 Ahora bien, puesto que la sensación de resistencia no es posible sin la previa condición del movimiento, puede decirse en definitiva que es por éste por el que descubrimos la existencia de realidades exteriores: ...es moviéndonos -escribe- como descubrimos si existe algo o nada a nuestro alrededor, en torno a nuestra facultad de sentir y de querer?70

Sin duda, Destutt de Tracy acentúa con respecto a Condillac la importancia del movimiento en la génesis del conocimiento del mundo externo; sin él, la sensación de solidez o resistencia revelaríase imposible y, por tanto, la clausura de la conciencia permanecería constante. De ahí que, al resumir su pensamiento, Destutt de Tracy se exprese en los siguientes términos:

Queda, pues, convenido que, mientras que no hagamos sino sentir, recordar, juzgar y querer, sin que ninguna acción se siga de ello, no tenemos conocimiento más que de nuestra existencia, y no nos conocemos a nosotros mismos sino como un ser simiente, como una simple potencia simiente, sin extensión, sin forma, sin partes, sin ninguna de las cualidades que constituyen los cuerpos. Queda también convenido que desde que nuestra voluntad pasa al acto, desde que nos hace mover, la fuerza inercial de la materia de nuestros miembros nos lo advierte, nos da la sensación de movimiento, lo que quizá no nos enseñe nada nuevo; pero cuando este movimiento, que sentimos, que quisiéramos continuar, es detenido, descubrimos ciertamente que existe otra cosa aparte de nuestra capacidad simiente. Este algo es nuestro cuerpo, son los cuerpos del entorno, es el universo y todo lo que lo compone.71

Por su parte, Cabanis, médico y amigo de Destutt de Tracy, sostiene que la idea que el cognoscente posee de los cuerpos supone en él un sentimiento de resistencia u obstáculo. Este, a su vez, se hace posible en la percepción del movimiento, vinculada con la voluntad que lo realiza. Así, el sentimiento de un yo diferente de las cosas exteriores surge en la conciencia merced, según Cabanis, al esfuerzo a un acto de voluntad.72

67 Cf. W. DILTHEY, Psicología y teoría del conocimiento, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1945, pp. 153-201.

68 ÁNGEL J. CAPPELLETTI, Introducción a Condillac, pp. 122-123.

Page 92: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Finalmente, en esta vía abierta por Condillac, encontramos también a Maine de Biran. Este, parte del sentimiento de esfuerzo como hecho primitivo, a partir del cual surgirán, en común alumbramiento, tanto la libertad, como el mundo exterior material.73 El realismo volitivo de estos autores, que, sobre la base de la aportación condillaciana, profundiza en su teoría del descubrimiento de lo corpóreo a partir de la sensación de resistencia, será objeto de detenido estudio por nuestra parte en una investigación futura. Para terminar, quisiéramos referirnos brevemente a un punto que consideramos de extraordinaria relevancia. El procedimiento seguido por Condillac en la demostración de la existencia de lo corpóreo supone la independencia mutua de lo subjetivo y de lo objetivo, de lo interior y de lo exterior, de la conciencia y del mundo. Con la ficción de la estatua se admite, en efecto, la posibilidad de una autoconciencia aislada, exenta de toda referencia a lo objetivo. Condillac piensa que el aislamiento a que los sentidos subjetivos (vista, oído, olfato y gusto) confinan a la estatua, si bien no impide el desarrollo interno de las facultades anímicas y el surgimiento de la autoconciencia, es, en cambio, enteramente inapropiado para la toma de contacto con lo exterior, para proporcionar al cognoscente la conciencia del mundo externo. La primera parte del Traité des sensations pretende afirmar la realidad del sujeto sin la necesaria referencia al objeto, la intimidad de la conciencia, sin la exterioridad de lo otro, el ensimismamiento sin la alteración. Mas, ¿es esto posible?, ¿puede afirmarse el yo sin el no-yo, ¿puede darse una autoconciencia sin conciencia de los objetos?, ¿puede, en fin, nacer la una si no es en un alumbramiento gemelo con la otra? El error de todo idealismo subjetivo, como ya apuntara Kant en la Kritik der reinen Vernunft, 74 radica en el hecho de creer que pueda darse una conciencia subjetiva que no implique la necesaria referencia a la existencia de lo objetivo, de lo exterior. Su tesis es, en efecto, que la conciencia de la propia existencia demuestra ella misma la existencia de los objetos en el exterior. No cabe, por tanto, según esto, una conciencia que no sea al mismo tiempo conciencia de lo otro; la clausura del sujeto, la insularidad subjetiva, característica del pensamiento idealista, no dejaría de ser, pues, un artificio metodológico carente de sentido y de consistencia. La autoconciencia hállase, según Kant ligada de modo inseparable a la conciencia de lo objetivo, como el anverso al reverso de una medalla. De todos modos, la originalidad y fecundidad de la aportación condillaciana no deja lugar a dudas. 69 DESTUTT DE TRACY, Eléments d'Idéologie, I, sec. III, cap. IX; Librairie philosophique J. Vrin, París, 1970, p. 157.

70 DESTUTT DE TRACY, /. c, p. 166.

71 DESTUTT DE TRACY, /. c, pp. 155-156.

72 Cf. PIERRE-JEAN GEORGE CABANIS, Rapport du physique et du moral de l' homme, Oeuvres, París, 1956, p. 546.

73 Cf. MAINE DE BIRAN, Essai sur les fondements de la psichologie et sur ses rapports avec l'étude de la nature, Oeuvres, París, 1932, t. VIII, p. 177.

Page 93: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

74 Cf. I. KANT, Kritik der reinen Vernunft, B 275-279.

Volver al Índice / Inicio del Capitulo

Page 94: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

CAPITULO VI EL TACTO EDUCADOR

Introducción El problema del acceso cognoscitivo a la exterioridad, problema que, sugerido a Condillac por Diderot, dio origen al Traite des sensations, parece, pues, haber quedado definitivamente resuelto mediante la apelación a un tipo específico de sensación (la sensación táctil de resistencia), cuya característica esencial es, a diferencia del resto de contenidos sensitivos, la constatación de una oposición entre dos órdenes de realidades mutuamente excluyentes. El sentimiento de objetividad, la irresistible creencia común en un mundo ajeno e independiente de la conciencia, logran así, merced a tal sensación, plena justificación en el sistema de Condillac. No obstante, una nueva dificultad parece ahora surgir con fuerza. En efecto, según la teoría expuesta, establécese un corte profundo entre las diferentes especies de datos sensibles, rompiéndose así la necesaria unidad de la vida psíquica. Condillac había distinguido dos tipos de sensaciones radicalmente diferentes entre sí. Por un lado, vista, oído, gusto y olfato, limitábanse a proporcionar al cognoscente impresiones diversas, carentes de toda relación a realidad exterior alguna; por otro, el tacto, sentido de lo material por excelencia, permitía, como se ha visto en el capítulo precedente, acceder a lo real exterior y transmitir al cognoscente la noción de objeto. De este modo, si bien el problema de la objetividad ha sido resuelto, si bien ha sido eliminada la fisura entre la conciencia y el mundo, no ha sido sino a costa de introducir otra fisura quizá mayor entre los datos sensibles del espíritu. Siendo esto así, ¿cómo cumplir el objetivo de reducir a unidad la pluralidad de lo anímico?, en efecto, ¿cómo extraer de lo sensible una génesis homogénea, si se instala en lo sensible la heterogeneidad? Desde el punto de vista cognoscitivo, las sensaciones, pues, parecen tener un valor muy desigual, lo que el sistema no puede tolerar en modo alguno. Por otra parte, es un hecho incuestionable que la sensación (todo tipo de sensación) remite, en cuanto tal, a un exterior ajeno al yo. El sentido común, lejos de considerar subjetivas y carentes de proyección referencial a las sensaciones del olfato, oído, gusto y vista, las atribuye en conjunto a los cuerpos, juzgando que son las cualidades mismas de éstos. Ciertamente, no pensamos que los sonidos que oímos, que los sabores que gustamos, que la luz y los colores que vemos, sean tan sólo meras modificaciones de nuestra conciencia sensitiva; las juzgamos provinientes del exterior y, en ese sentido, dependientes de los cuerpos que nos circundan. Ahora bien, esta creencia común, opuesta a los principios establecidos en la primera parte del Traite, debe ser explicada intrasistemáticamente, en los límites precisos de la experiencia que Condillac analiza. Si el juicio de exterioridad tiene su fuente originariamente en un solo sentido (en el tacto), no cabe ser atribuido sin justificación a los demás. Trátase, pues, de mostrar cómo el tacto enseña al resto de sentidos a exteriorizar sus impresiones, cómo por su intervención las

Page 95: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

sensaciones de luz y color, de sonido, sabor y olor, dejan de ser meras modificaciones del espíritu para convertirse, al igual que las sensaciones de solidez y de extensión, en representantes de un ser y de un orden de realidad objetivos.

1. La cooperación sensorial La experiencia nos revela inequívocamente que los diferentes contenidos sensoriales hállanse estrechamente relacionados entre sí. Un vínculo permanente (secreto, inconsciente) liga mutuamente los distintos ámbitos del sentido, haciendo que entre ellos se produzca una constante y regular evocación. Así, cada orden sensorial sugiere inmediata e inconscientemente al espíritu otros diferentes, de suerte que todos parecen revelar por igual un mundo exterior material. La colaboración entre los diversos sentidos, en la aprehensión de lo externo, deviene, pues, hecho consustancial con la percepción misma. Tal no era, sin embargo, la conclusión del Essai. Condillac había mantenido allí, por el contrario, que cada sentido aporta directamente y por sí mismo lo percibido en las impresiones que transmite.1 Considerando que toda percepción es en sí misma simple, había estimado inútil admitir en la sensación contenidos inconscientes sobre añadidos.2 Cada dato sensorial, había dicho, se basta a sí mismo. De este modo, nada autoriza a pensar que a lo inmediata y directamente aprehendido se vinculen contenidos ajenos provenientes de otros ámbitos sensoriales. No había, por lo demás, ninguna razón para que Condillac sostuviera otra tesis. El Essai no había establecido distinción alguna entre los diferentes sentidos. Estos, que por sí mismos remiten naturalmente a un mundo exterior,3 habían sido considerados en conjunto como otros tantos instrumentos mediadores, susceptibles de aportar al cognoscente todas sus ideas sobre los cuerpos.4 Por tanto, nada había exigido que se determinasen con precisión sus aportaciones respectivas, ni, mucho menos, que se estableciesen entre ellos diferencias profundas, ni que se hablase de asociación ni colaboración. El nuevo punto de vista adoptado en el Traité introduce modificaciones importantes en la doctrina. Admitiendo ahora que sólo el tacto posee por sí solo la potestad de referir sus sensaciones al exterior, y que por el contrario los demás sentidos limítanse a modificar diferentemente la conciencia sensitiva del sujeto, si éstos, como es el caso, logran finalmente exteriorizar sus sensaciones, habrá de ser por una estrecha y secreta colaboración entre todos ellos, en la que el tacto asumirá el papel preponderante. La evocación de unos ámbitos sensoriales por otros es ahora constante, y la asociación de los diferentes tipos de sensaciones hace posible el enriquecimiento mutuo y la progresiva complementación. Así, la doctrina del Essai resulta sensiblemente modificada y negados muchos de sus presupuestos y desarrollos básicos.5 Aquí, de nuevo, el empirismo inglés había precedido a Condillac. Tanto Locke como Berkeley habían descrito el mecanismo de la percepción y habían mostrado que a toda impresión sensible actual se unen recuerdos y evocaciones de impresiones pasadas. Haciendo suyas ciertas indicaciones de

Page 96: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Malebranche en la Recherche de la vérité, Locke había defendido la existencia de juicios inconscientes (evocaciones de impresiones pasadas), mezclados con sensaciones actuales.6 Así, a menudo, creemos percibir lo que en realidad no hacemos sino recordar: «Ponemos enseguida, en lugar de lo que nos aparece, la causa misma de la imagen que vemos, y eso en virtud de un juicio que la naturaleza nos ha hecho habitual»7 De ahí que el ciego de nacimiento recién operado de cataratas no pueda reconocer, por los solos datos visuales, un cubo y una esfera colocados ante sus ojos:8 le faltan las experiencias táctiles, indispensables para tal reconocimiento. Por su parte, Berkeley había insistido reiteradamente, como ya hemos visto, en la diferenciación radical entre los distintos ámbitos sensoriales, especialmente, entre la vista y el tacto. Había subrayado igualmente la estrecha vinculación existente entre ellos, operada por la experiencia y la costumbre. Así, escribe: «... having of a long time experienced certain ideas, perceivable by touch, as distance, tangible figure, and dolidity, to have been connected with certain ideas of sight, I do upon perceiving these ideas of sight forthwith conclude what tangible ideas are, by the wonted ordinary course of Nature like to follow...».9 Generalizando este principio a todos los contenidos sensoriales, Berkeley había sostenido que cada sensación (cualquiera que sea) evoca, merced a la asociación, otras diferentes, que la experiencia ha hecho percibir simultáneamente. De este modo, «...I hear a coach drive along the street; I look through the casement and see it; I walk out and enter into it; thus, common speech would incline one to think I heard, saw, and touched the same thing, to with, the coach. It is nevertheless certain, the ideas intromitted by each sense are widely different and distinct form each other; but having been observed constantly to go together, they are spoken of as one and the same thing. By the variation of the noise I perceive the different distances of the coach, and know that it approaches before I look out. Thus by the ear I perceive distance, just after the same manner as I do by the eye».10 1 Cf. CONDILLAC, Essai sur I'origine des connaissances humaines, I, VI; 1.1, p. 53b y sq.

2 Cf. este mismo trabajo, Parte II, Capítulo III.

3 Cf. CONDILLAC, Essai suri'origine des connaissances humaines, I, I, II, § 11; 1.1, pp. 8b-9b.

4 Cf. CONDILLAC, o. c, I, I, II, § 9; 1.1, p. 8a-b.

5 Cf. G. LE ROY, La psychologie de Condillac, p. 154.

6 Cf. este mismo trabajo, Parte II, Capítulo DI.

7 J. LOCKE, An Essay Concerning Human Understanding, II, 9, § 8.

8 Cf. J. LOCKE, ibidem.

9 G. BERKELEY, An Essay towards a new theory of visión, § 45; p. 20.

Page 97: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Los análisis de Locke y Berkeley, difundidos en Francia por Voltaire en sus Eléments de la philosophie de Newton,11 sirven a Condillac como base para desarrollar en la tercera parte del Traite una teoría empírica, minuciosa y detallada de la asociación perceptual. Una explicación completa y exhaustiva del cómo y el porqué de la objetivación de las sensaciones no táctiles se hacía absolutamente imprescindible, si no se quería romper, con la fisura abierta por el tacto, la necesaria unidad del sujeto sintiente. A esa explicación, basada en los principios establecidos por el empirismo inglés, dedica Condillac la parte tercera de su obra cumbre, en la que pretende mostrar la homogeneidad de lo sensible, al dotar a toda sensación, por la intervención del tacto, de capacidad referencial.

2. Educación de olfato, oído y gusto La minuciosidad de los análisis de Condillac en la tercera parte del Traité llega al extremo. El gusto por el detalle, la tendencia a lo concreto, el espíritu de lo particular, alcanzan aquí su punto más álgido. El proceso psicológico por el que el cognoscente logra exteriorizar sus sensaciones no táctiles, es descrito en ella rigurosa y sistemáticamente, al tiempo que en atenimiento estricto a la índole peculiar y determinada de cada sentido en particular. La objetivación de las sensaciones olorosas se logra siguiendo un proceso continuo y regular. En primer lugar, provista de nuevo la estatua del sentido del olfato (que ahora se une al del tacto), verá renovarse en ella los juicios y creencias que antaño la dominaran, percibiendo nuevamente las sensaciones olorosas como simples maneras de ser de su propia conciencia. Como nos dice Condillac: Joignons l'odorat au toucher, et rendant á notre statue le souvenir des jugemens qu'elle aportes, lorsqu'elle était bornee au premier de ses sens, conduisons-la dans un par-terre semé defleurs; aussitôt toutes ses habitudes se renouvellent, et elle se croit toutes les odeurs qu'elle sent.12

La estatua no sospecha todavía que los cuerpos que el tacto le ha hecho descubrir puedan ser la causa de sus modificaciones olorosas. De este modo, considera natural ser en cada instante los olores que percibe.13 En consecuencia, se capta a sí misma como siendo a la vez dos seres diferentes: uno (el olfativo), que cambia constantemente de esencia; otro (el táctil), que aprehende activamente los objetos que toca. La voila -escribe Condillac- tout á la fois deux étres tout différents: I'un, qu'elle ne peut saisir, et qui parait lui échappera chaque instant; l'autre, qu'elle touche, et qu'elle peut toujours retrouver. 14

10 G. BERKELEY, o. c, § 46; p. 21.

11 VOLT AIRE, Eléments de la philosophie de Newton, II, VII, in: VOLTAIRE, Oeuvres complètes, París, 1827, t. II, p. 642 y sq.

12 CONDILLAC, Traité des sensations, HI, 1, § 1; 1.1, p. 275 b.

Page 98: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Ahora bien, tras un cierto período de actividad conjunta de olfato y tacto, la estatua comienza a sospechar que los olores que percibe tienen su origen en los objetos que la circundan. En efecto, si, por azar, toma entre sus dedos una flor y, sin propósito alguno, la acerca y la aleja alternativamente de su cara, siente su existencia más o menos intensamente, según que la flor se acerque o se aleje. Etonnée -leemos en el Traité-, elle répéter cette expérience avec dessein. Elle prend et quitte plusieurs fois cette fleur. Elle se confirme qu'elle est ou cesse d'être d'une certaine manière, suivant qu'elle l'approche ou l'éloigne. En fin elle commence a soupçonner qu 'elle lui doit le sentiment dont elle est modifiée.15

Sobre la base de estas experiencias, la estatua descubre en su cuerpo el órgano del olfato. En efecto, observando que los diferentes grados de intensidad de sus sensaciones olorosas son función de los diversos puntos de distancia de la flor al rostro, «...l'organe de l'odorat ayant étéplus afecté, lorsqu'il a été touché par le corps odoriférant, elle découvre en elle un nouveau sens».16 Comparando la sensación actualmente percibida con la presencia de la flor ante su órgano, y la ausencia de aquélla con el alejamiento de ésta, la estatua concibe que el olor proviene de la flor y lo juzga radicado en ella.17

Tras reiterar la operación de alejar y acercar la flor, la estatua se confirma en su nueva creencia; el juicio por el que establece que el olor reside en ella, se encuentra tan íntimamente ligado a la sensación percibida, que lo emite en el preciso instante de captar ésta.18 Los olores, pues, dejan de ser meras modificaciones de la conciencia para convertirse en las cualidades mismas de los objetos:

...et les odeurs -concluye Condillac- ne sont plus ses propres modifications: se sont des impressions que les corps odoriférants font sur l'organe de l'odorat; ou plutót se sont les qualités mêmes de ees corps.19

Las sensaciones olorosas se han convertido, pues, por virtud de las enseñanzas del tacto, en cualidades de los objetos exteriores. La inmanencia del sentido del olfato, por la que la estatua no percibía en sus sensaciones sino el yo propio diversamente modificado, ha dado paso a la trascendencia del sentido, por la que sus impresiones adquieren también ahora valor intencional. El sentimiento de exterioridad, privativo del tacto por ser éste el sentido que originariamente descubre lo corpóreo, surge también ahora en el cognoscente por vía olfativa. El tacto ha operado el prodigio. La creencia común en la objetividad de las sensaciones olorosas, creencia incuestionable por incontrovertible, queda así plenamente justificada. 13 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 1, § 2; 1.1, p. 275b.

14 CONDILLAC, o. c, III, 1, § 3; 1.1, p. 275b.

15 CONDILLAC, o. c, III, 1, § 4; 1.1, p. 275b.

16 CONDILLAC, o. c, III, 1, § 5; 1.1, p. 275b.

Page 99: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

El proceso por el que las impresiones auditivas alcanzan validez objetiva es análogo al anterior. En un principio, habiendo concedido de nuevo el sentido del oído a la estatua, ésta percibe otra vez sus sensaciones como simples modificaciones de la conciencia, con las que se identifica por entero. «...Ici elle est le chant des oiseaux, la le bruit d'une cascade, plus loin celui des arbres agites, un moment aprés le bruit du tonnerre ou d'un orage terrible».20 Si, por el contrario, ninguna sensación auditiva llega a su conciencia y el silencio es únicamente lo que impera, su ser, privado de toda realidad, parece extinguirse.21

No obstante, habiéndose hecho fortuitamente con un cuerpo sonoro que alternativamente acerca a su cara y aleja de ella, toma conciencia de la diferente gradación de sus impresiones auditivas, según el acercamiento o alejamiento del cuerpo sonoro en cuestión, hasta que, finalmente, juzga los sonidos en el oído, como había juzgado los olores en el olfato.22 La estatua descubre así un nuevo sentido en su cuerpo. Ahora bien, puesto que éste no es afectado sino con ocasión del cuerpo sonoro («...elle entend des sons, lorsqu'elle I'agite, elle n'entend plus ríen, lors qu'elle cesse de Vagiten..» 23), es inducida a creer que el sonido proviene de él. 24 Así, tras reiteradas experiencias, la estatua logra emitir prontamente por el oído un juicio de exterioridad. Ya no hay intervalo alguno entre la afección auditiva y el sentimiento inequívoco de que el sonido tiene su origen en el exterior, en el cuerpo sonoro. Oír el sonido y juzgarlo fuera son dos operaciones indistinguibles. El sentido del oído adquiere así también validez objetiva; por la intervención del tacto, sus sensaciones dejan de ser meras afecciones del espíritu para convertirse en cualidades propias de los cuerpos sonoros: ...Au lieu done de les apercevoir comme des manieres d'étre d'elle-même, elle les apergoit comme des manieres d'étre du corps sonore. En un mot, elle les entend dans ce corps.25

17 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 1, § 6; 1.1, p. 275b.

18 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 1, § 7; 1.1, pp. 275b-276a.

19 CONDILLAC, o. c, III, 1, § 8; 1.1, p. 276a.

20 CONDILLAC, o. c, III, 2, § 1; 1.1, p. 277a.

21 Cf. CONDILLAC, ibidem.

22 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 2, § 2; 1.1, p. 277a.

23 CONDILLAC o. c, III, 2, § 3; 1.1, p. 277a.

24 Cf. CONDILLAC, ibidem.

25 CONDILLAC, o. c, III, 2, § 4; 1.1, p. 277a.

Page 100: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Finalmente, por lo que respecta al sentido del gusto, cabe señalar que la instrucción es aquí tan rápida, que el aprendizaje apenas tiene lugar. Ello es debido a que este sentido es absolutamente indispensable desde el momento mismo del nacimiento. Pese a la extrema subjetividad del gusto, la estatua, movida por el hambre, acaba descubriendo su órgano; e instruida por el tacto, que le hace coger diversos objetos para satisfacer su necesidad de alimento, refiere finalmente a ellos las sensaciones gustativas que en un principio, con anterioridad a la intervención del tacto, consideraba sólo como meras maneras de ser de su espíritu. De este modo, también estas sensaciones pueden al fin transmitir al cognoscente el sentimiento de exterioridad.26

Olfato, oído y gusto pueden, pues, merced al tacto, participar en el proceso de constitución perceptual del mundo. Sus diferentes sensaciones han alcanzado valor referencial. Lejos de identificarse con el ser del sintiente, remiten a un mundo extraño, ajeno e independiente de la conciencia. Esta conversión de lo inmanente a lo trascendente, este tránsito de la interioridad a la exterioridad, no se logra de forma aislada e independiente, sino en estrecha dependencia de las enseñanzas del tacto. Es él, en efecto, el artífice de la transformación, el verdadero demiurgo que, no sólo configura el mundo descubriéndolo originariamente, sino que, además, enseña al resto de sentidos a hacer su propio descubrimiento. La "educación" de olfato, oído y gusto, la exteriorización de sus respectivos ámbitos sensoriales, ha sido sumamente sencilla y rápida, veamos si a propósito de la vista ocurre otro tanto.

3. La educación del sentido de la vista Pero, ¿también las sensaciones visuales carecen por sí mismas de valor representativo?, ¿no son, en este sentido, autosuficientes?, ¿precisan ellas también el auxilio del tacto para sugerir al cognoscente el sentimiento de exterioridad? Condillac, como sabemos, experimentó una sensible evolución en lo concerniente a este punto. De una posición que podríamos llamar realista, según la cual el ojo, por sí mismo, capta el espacio exterior y sus diversas cualidades, derivó hacia un enfoque idealista berkeleyano, para el que sólo en la conjunción de las impresiones visuales y las táctiles cabe situar propiamente el fundamento de exteriorización de aquéllas. Sólo, pues, merced a la asociación del tacto con la vista, puede ésta referir sus sensaciones a un objeto y descubrir las cualidades espaciales de la distancia, la figura, la magnitud, la situación y el movimiento. Berkeley, por tanto, es aquí el inspirador de Condillac. Este, en la tercera parte del Traite, asume por entero su Essay, extrayendo de sus principios y fundamentos nuevos e interesantes desarrollos. 26 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 10; 1.1, pp. 295 y sq.

Page 101: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

En este epígrafe, por un lado, examinaremos con detenimiento el proceso de objetivación por el que, según Condillac, la vista adquiere capacidad referencial y objetivante; por otro, expondremos brevemente (por haberlo hecho ya con relativa amplitud en el capítulo tercero al abordar la teoría berkeleyana de la visión) la concepción condillaciana de la percepción visual de las cualidades espaciales, percepción que, según nuestro autor, sólo el tacto puede guiar y regular. A. La exteriorización de las sensaciones visuales El proceso por el que las impresiones de la vista logran exteriorizarse es similar al ya estudiado a propósito del olfato, del oído y del gusto. De ahí que aquí nos refiramos tan sólo a sus aspectos específicos. Una vez que se ha devuelto a la estatua este sentido, «sea por azar, sea a causa de un dolor ocasionado por una luz demasiado viva, la estatua se lleva las manos a los ojos; al punto los colores desaparecen. Retira la mano, y los colores se reproducen. Desde entonces deja de tomarlos por maneras de ser propias. Le parece que son algo impalpable, que siente en el extremo de sus ojos, como siente en el borde de sus dedos los objetos que toca».27 Es así como descubre en ella un nuevo órgano al que refiere particularmente este tipo específico de sensaciones. Puesto que los colores desaparecen y reaparecen según que la estatua aplique su mano sobre la superficie externa del ojo o la retire de ella, cabe concluir necesariamente que debe percibirlos en esa superficie, la cual ha de parecerle inmensa e ilimitada.28

El segundo paso en el proceso de exteriorización de las impresiones visuales se da cuando la estatua juzga que la superficie luminosa que percibe se halla alejada de sus ojos: Par curiosité ou par inquiétude -escribe Condillac-, la statue porte la main devant ses yeux: elle l'eloigne, elle l'approche; et la surface qu'elle voit, en est plus lumineuse ouplus obscure. Aussitót ellejuge que le mouvement de sa main est la cause de ees changemens; et comme elle sait qu 'elle la meut a une certaine distance, elle soupçonne que cette surface n'estpas siprés d'elle qu'elle i’a cru.29

Finalmente, tras el descubrimiento del órgano de la vista y la percepción visual del exterior, la estatua ve los colores en los objetos palpables. En efecto, si toca con la mano un cuerpo que se halla ante sus ojos, percibe cómo un color sustituye a otro; si acto seguido retira la mano, ve cómo el primer color reaparece y desaparece el anterior. La estatua juzga así que es la mano la que, a cierta distancia, produce la sucesión de colores. Si, en otra ocasión, desliza su mano sobre una superficie, percibe cómo un color se mueve sobre otro; juzga así que hay un color inmóvil sobre el cuerpo, y otro móvil sobre la mano deslizada. Como el propio Condillac nos dice: 27 CONDILLAC, o. c, III, 3, § 3; 1.1, p. 279b.

28 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 3, §§ 4-5; 1.1, p. 280a.

Page 102: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Qu 'alors elle touche un corps qu 'elle a devant les yeux, elle substituera une couleur à une autre si elle le couvre avec la main; et si elle retire la main, la premiére couleur reparaitra. Elle lui semble done que sa main fait, á une certaine distance succéder ees deux couleurs. Une autre fois qu 'elle la proméne sur une surface, et voyant une couleur qui se meut sur une autre couleur, dont lespartiesparaissent et disparaissent toura tour, ellejuge sur ce corps la couleur immobile et sur sa main la couleur qui se meut. Ce jugement lui devient familier; et elle voit les couleurs s'éloigner de ses yeux, et seporter sur sa main et sur les objets qu'elle touche.30

También aquí, por tanto, el papel del tacto revélase decisivo. Ajuicio de Condillac, es el movimiento de la mano ante los ojos de la estatua el elemento posibilitador de la toma de conciencia de las impresiones visuales como modificaciones dependientes de causas externas. La mano, en efecto, hace proyectar primero las sensaciones de luz y color sobre el órgano de la vista y, luego, sobre los cuerpos que ella aprehende. Sin tacto y movimiento, pues, la vista no captaría nunca un exterior, al no considerar sus impresiones sino como meros modos del pensamiento, dependientes de su sola conciencia. En esto, Condillac no hace sino seguir los pasos de Berkeley en el Essay; no obstante, da a los principios y presupuestos contenidos en éste un desarrollo y una profundización que no tenían en el obispo irlandés. B. La percepción visual de las cualidades espaciales El asociacionismo perceptual alcanza su expresión máxima en la conjunción de las impresiones visuales y las táctiles. Unas y otras hállanse estrechamente relacionadas entre sí, de suerte que unas remiten constantemente a otras en un juego de mutua evocación. La cooperación sensorial, por la que toda sensación transmite al sujeto contenidos sensitivos provenientes de otros ámbitos sensoriales, adquiere aquí su expresión más sobresaliente. Si el canto del pájaro que ahora oigo traza en mi conciencia con él el recuerdo de la imagen visual pasada de un bello plumaje y de un pico curvado, a la vez que el de una suavidad especial en el abdomen; cierta combinación de luz y sombra que cabe percibir ante determinado objeto situado sobre mi mesa, trae consigo sin duda mucho más directa e inmediatamente la evocación de cierta redondez y convexidad a la que denomino "esfera". La imagen visual de ésta, que propiamente no contiene sino luz y sombra distribuidas según cierta proporción, hállase tan estrecha y permanentemente unida a las cualidades táctiles de la redondez y la convexidad, que, en virtud de una simple ley de asociación, presentada a aquélla, surge en el espíritu la idea de éstas, de manera que la primera parece transmitir directamente y por sí misma la última. 29 CONDILLAC, o. c, III, 3, § 7; 1.1, p. 281a.

30 CONDILLAC, o. c, III, 3, § 8; 1.1, p. 281a-b.

Page 103: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Condillac, basándose en estos principios (que, por otra parte, toma de Locke y de Berkeley), explicará la percepción visual de las cualidades espaciales, esto es: la distancia, la forma, la situación, el tamaño, el movimiento y el reposo. Veamos cómo. La estatua conduce alternativamente la mano de sus ojos a los cuerpos que la rodean y de éstos a aquéllos. De este modo aprehende táctilmente la distancia que media entre unos y otros. Con posterioridad, acerca y aleja sucesivamente estos cuerpos, estudiando al mismo tiempo las impresiones visuales que en sus ojos ocasionan tales cambios. Finalmente, y en virtud de la estrecha relación que se ha establecido entre las variaciones de luz y color y la distancia de los cuerpos, la estatua se habitúa a juzgar ésta por aquéllas. Es así, pues, cómo el tacto, en virtud de la estrecha asociación que se establece entre lo propiamente visual y lo privativo de lo tangible, enseña a la vista la percepción de la distancia. Condillac nos dice a este respecto: En conduisant tour-á-tour sa main de ses yeux sur les corps, et des corps sur ses yeux, elle mesure les distances. Elle approche ensuite ees mêmes corps, et les éloigne alternativement. Elle étudie les différentes impressions que son oeil regoit á chaqué fois; et s 'étant accoutumée á lier ees impressions avec les distances connues par le tact, elle voit les objets tantótplusprés, tantótplus loin, parce qu'elle les voit oú elle les touche?31

Por lo que respecta a la percepción visual de las formas, la primera vez que la estatua fija su vista sobre una esfera, no percibe sino una superficie circular diversamente coloreada.32 Propiamente, no ve, por tanto, un sólido, pues aún no ha aprendido a percibir el relieve en una superficie plana donde la sombra y la luz están distribuidas de acuerdo con cierta proporción. Mas, la estatua toca la esfera, y relaciona tan estrechamente las ideas de redondez y convexidad con la impresión que ejerce en ella determinada combinación de luz y sombra, que acaba juzgando por la vista lo que propia y primariamente sólo es objeto del tacto.33

También la vista aprende del tacto a percibir la situación de los objetos. Sin él, entiende Condillac, los ojos no sabrían moverse ni, por tanto, distinguirían los diferentes puntos situacionales: arriba, abajo, izquierda, derecha. Es el tacto el que expande los colores hacia afuera y los sitúa en su lugar; «...lors que les yeux commencent á repondré audelá de la lamiere et les couleurs qu'ils ont d'abord senties en euxmemes. lis les apergoivent oú le toucher leur apprend qu 'elles doivent étre: ils voienten hautce qu'il leur fait juger en haut, en bas ce qu'il leur faitjuger en bas: en un nom, ils voient dans les objets la même situation que le tact les represente».34 La vista percibe también el tamaño de los cuerpos. En efecto, tras haber aprendido a referir a éstos la luz y los colores, el tacto le hace proyectarlos igualmente sobre la totalidad de partes que los integran, trazándose así ante los ojos una superficie visual con límites bien determinados. De este modo, aunque la imagen aumente o disminuya, al aproximarse el objeto o alejarse, éste será considerado por la estatua con idéntico tamaño. Igualmente, por la misma razón, el objeto aparecerá ante sus ojos simple y en su situación, aunque la imagen sea doble e invertida.35

Page 104: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

El tacto, finalmente, enseña también a la vista a captar el movimiento de los cuerpos. «En fin -escribe Condillac- elle leur fait voir le mouvement des corps; parce qu'elle les accoutume a suivre les objets qu'elle fait passer d'unpoint de l'espace á l'autre».36 Así pues, según esto, la vista no aprehende por sí misma las diversas cualidades espaciales. Distancia, tamaño, situación, etc., son originariamente captables tan sólo por el tacto. Condillac se enfrenta, pues, a la teoría cartesiana que pretende explicar la percepción de la distancia y de las demás cualidades espaciales por simple cálculo geométrico.37 Suscribe así por entero la concepción berkeleyana al respecto, popularizada en Francia por Voltaire, a su vuelta de Inglaterra, en los Eléments de la philosophie de Newton, según la cual las sensaciones visuales no transmiten al cognoscente idea alguna de las cualidades espaciales, a no ser por su estrecha asociación con las impresiones táctiles. Condillac es consciente de que su teoría definitiva de la visión (heredera plenamente de la berkeleyana) se halla en clara contradicción con el sentido común. Decir que la vista por sí misma y sin la ayuda del tacto no ve hacia afuera, ni capta cualidad espacial alguna, como distancia, magnitud o situación, es, cuando menos, chocante. Según él, empero, la razón de este asombro débese a nuestro hábito de juzgar constantemente por la vista estas cualidades. Las ideas de tamaño, distancia y situación se hallan tan íntimamente ligadas a las sensaciones de luz y color, que las consideramos esenciales a ellas, no imaginando que en un principio hayan podido estar separadas. Condillac sabe, como ya habían puesto de manifiesto otros filósofos antes que él, que juicios inconscientes se unen a las sensaciones, haciéndonos percibir por ellos objetos que propiamente no les pertenecen. Si supusiéramos, por ejemplo, que la vista, el oído y el olfato se ejerciesen siempre juntos, de manera que al ver cierto color percibiéramos cierto olor y oyéramos cierto sonido, dejando de oler y oír cuando la vista no se ejerciese, atribuiríamos erróneamente a éste olores y sonidos. Si distinguimos lo que pertenece a estos sentidos es precisamente, porque sus sensaciones no se confunden. 31 CONDILLAC, o. c, III, 3, § 10; 1.1, pp. 281b-282a.

32 La similitud de esta afirmación con la que Locke establece en su Essay (II, 9, § 8) es absoluta.

33 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 3, § 11; 1.1, p. 282a. 34 CONDILLAC, o. c, III, 3, § 15; 1.1, p. 283a.

35 Cf. CONDILLAC, o. c, III, 3, § 17; 1.1, p. 283a.

36 ONDILLAC, o. c, III, 3, § 18; 1.1, p. 283b.

37 Hemos hecho ya referencia a este punto al exponer la teoría que sustenta Berkeley acerca de la visión en su Essay. Cf. supra Parte DI, cap. IV.

Page 105: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

...Pero como el sentido de la vista y el del tacto -afirma Condillac- actúan al mismo tiempo, el uno para darnos las ideas de luz y de color, el otro para darnos las de tamaño, las de figura, de distancia y de situación; distinguimos difícilmente lo que pertenece a cada uno de estos sentidos, y atribuimos a uno solo lo que deberíamos repartir entre ellos? 38

La vista, por tanto, se enriquece con los contenidos propios del tacto. No ejerciéndose sino en conjunción con éste, o según su adiestramiento, sus sensaciones se confunden con las ideas que sólo el tacto aporta originariamente. En cambio, éste, al actuar a menudo aisladamente, no permite sospechar que las sensaciones de luz o de color le pertenezcan. «Pero si la estatua no viese nunca más que los cuerpos que tocase, y el tacto únicamente los que viese, le sería imposible distinguir las sensaciones de la vista y las del tacto. No sospecharía siquiera que tuviese ojos. Sus manos le parecerían ver y tocar al mismo tiempo».39 La cooperación sensorial entre tacto y vista es así extrema. El juego asociativo entre los contenidos de ambos ámbitos sensoriales revela una secreta actividad (en otro tiempo negada por Condillac40), por la que todo dato sensorial, lejos de manifestarse en su pureza genuina, aparece a la conciencia mezclado y confundido con evocaciones de otros diferentes: Son, pues -concluye Condillac-, juicios basados en el hábito los que nos hacen atribuir a la vista ideas que sólo debemos al tacto.41

Condillac, basándose en los principios establecidos, se refiere en el Traité al célebre caso del ciego de nacimiento operado por Cheselden de cataratas.42 Ya en el Essai, como vimos, había hecho alusión a él 43 a propósito del examen de la teoría de la percepción expuesta por Locke en su Essay. La interpretación que allí había dado del caso difería esencialmente de la que ahora sustenta en el Traité. Aquí, habiendo asumido la perspectiva y el análisis concreto de la visón de Berkeley, entiende que el caso referido por Cheselden, famoso cirujano londinense que en 1728 operó de cataratas a un joven ciego de nacimiento, confirma plenamente la teoría de la percepción suscrita por Locke y Berkeley y defendida por él en su obra cumbre. El ciego de nacimiento, en efecto, cuando sus ojos se abrieron por primera vez a la luz, no distinguió ni tamaños, ni figuras, ni situaciones, ni distancias. Lo único que le era dado percibir, como objetos propios de la vista, era luz y color, combinados y distribuidos según cierta proporción. La hipótesis del aislamiento sensorial originario y de la consiguiente cooperación de contenidos sensitivos diferentes por la experiencia y el hábito, parecía así plenamente contrastada. El mundo de la vista y el del tacto nada tienen en común. Sus objetos propios son por entero diversos, y sólo la costumbre, el ejercicio conjunto de ambos sentidos, pueden propiciar la remisión súbita e inconsciente de datos visuales a datos táctiles, como ocurre en un sujeto cognoscente dotado de experiencia sensitiva suficiente. La concepción racionalista leibniziana, según la cual las ideas de cualidades espaciales (forma, distancia, tamaño, etc.) son universales, y comunes, por tanto, a vista y tacto, adolece, pues, de una inexactitud radical. Por otra parte, el caso del joven ciego verifica también el principio básico condillaciano de que el tacto es propiamente el sentido de la exterioridad, al tiempo que el instrumento posibilitador de adquisición por la vista de capacidad

Page 106: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

referencial y espacial.44

38 CONDILLAC, Traité des sensations, III, 4, § 2; 1.1, p. 288a.

39 CONDILLAC, ibidem.

40 Cf. supra, Parte II, cap. III.

41 CONDILLAC, Traité des sensations, III, 4, § 2; 1.1, p. 288 a.

42 Cf. ANDREA BERNABEI, "II cieco de Molyneux: un problema di percezione visiva nella Francia illuminista (1737-1754)" in: Revista critica di storia della filosofía, Firenze, XXX, 1975, n° 2, pp. 132-166.

43 Cf. CONDILLAC, Essai sur I 'origine des connaissanees humaines, I, VI; 1.1, p. 53a y sq. 44 Cf. CONDILLAC, Traité des sensations, III, 5 y 6; 1.1, pp. 289b y sg.

Page 107: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

OBSERVACIONES FINALES La diferenciación radical en el plano de lo sensible entre lo subjetivo y lo objetivo (introducida en el sistema por la atribución al tacto de capacidad reveladora) ha sido al fin superada, al exhibir también el tacto con respecto a los demás sentidos un papel de adiestramiento. La fisura abierta en el proceso de unificación y reducción de lo múltiple y diverso a lo simple y homogéneo (objetivo prioritario del quehacer filosófico de Condillac), había hecho peligrar la unidad sistemática pretendida. Condillac había definido la sensación como simple modo del pensamiento. Mas, habiéndose presentado el problema del acceso cognoscitivo al mundo externo, había conferido a la sensación táctil de resistencia un papel representativo, del que carecían en principio las sensaciones de los demás sentidos. Se hacía preciso, pues, una explicación complementaria, no sólo para salvar una teoría (y ello para mantener la pretendida unidad del sistema), sino también para justificar la creencia espontánea (hecho absolutamente incuestionable) en la exterioridad de toda sensación. La solución al problema, Condillac la encuentra de nuevo en el tacto; éste había sido la tabla de salvación del acceso originario a lo externo, el vínculo de transmisión entre lo inmanente y lo trascendente; y ahora se convertía también, por virtud del enlace empírico, en maestro educador que enseña a los demás sentidos a referir sus respectivas sensaciones a un exterior y a un objeto. La discontinuidad, la heterogeneidad que el tacto había introducido había sido eliminada también por el tacto. Condillac entendía que tanto aquella introducción como esta eliminación no tenían por fundamento sino la experiencia misma. En el primer caso, el elemento empírico esencial había sido un tipo específico de sensación; en el segundo, la cooperación sensorial había explicado el prodigio. El mecanismo asociativo, en efecto, daba cuenta de la adquisición de valor objetivante por las sensaciones primariamente subjetivas. Estas (incluidas las visuales), en virtud de su conexión empírica con las táctiles (en especial, con la de solidez y la de extensión), habían logrado también el acceso a la exterioridad, el contacto con el mundo palpable de la solidez y la resistencia. La independencia esencial de los diferentes ámbitos sensoriales quedaba así superada por apelación estricta a la experiencia y al hábito. Desde ahora, la pureza sensitiva del dato bruto veíase sustituida por el juego asociativo constante que vinculaba sin cesar estrechamente contenidos sensoriales esencialmente diferentes. La exterioridad, el espacio y sus cualidades no eran ya objetos privativos de ningún sentido en especial; surgían más bien en el cognoscente en la relación evocadora de unas percepciones con otras. Así, lo sensible, lejos de manifestar en sí fisura ni heterogeneidad algunas, presentábase, en la variedad, como funcionalmente homogéneo, fin último que Condillac perseguía en su sistema. Volver al Índice / Inicio del Capitulo

Page 108: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

EPíLOGO Sin duda, la filosofía de Condillac, y pese a su expresa declaración de decidido opositor al llamado "espíritu de sistema", presenta, no obstante, un claro carácter sistemático. En efecto, toda ella puede considerarse como un complejo engranaje de elementos diversos, perfectamente ensamblados y relacionados entre sí, asentados todos, en última instancia, sobre tres pilares fundamentales: la experiencia sensible, el principio de asociación y el concepto de necesidad. Como se ha visto en las páginas precedentes, el objetivo primordial de Condillac es explicar el entero edificio del psiquismo humano, incluida la aprehensión originaria de lo externo, por la sola apelación al elemento sensorial radical. Los restos de innatismo todavía presentes en Locke son definitivamente desechados, al considerar que las operaciones anímicas, aquéllas por cuyo origen el filósofo inglés nunca se preguntó, son igualmente derivables de la única fuente empírica existente. El sensismo impregna así el pensamiento condillaciano. Desde luego, Condillac no ha sido el único en la historia de la filosofía que ha defendido el origen sensorial de la totalidad de contenidos y procesos del psiquismo; mas sólo él, ciertamente, ha descrito tan precisa y minuciosamente el proceso de derivación y desarrollo de las sucesivas formaciones de lo anímico. Sólo él ha captado con tanta agudeza la infinita variedad de sus matices, al tiempo que ha simplificado admirablemente (quizá en exceso) el complejo mundo psíquico del sujeto. El reduccionismo sensista de Condillac no implica, empero, un materialismo ingenuo y acrítico. Su dualismo sustancial (herencia innegable del racionalismo cartesiano) le conduce inequívocamente a la afirmación de un orden de realidad por entero irreductible a la entidad corporal, caracterizada esencialmente por la extensión y, sobre todo, por la solidez. El órgano sensorial no es para Condillac la causa física indispensable de la sensación. Tan sólo constituye, como él nos dice en numerosas ocasiones, su causa ocasional, esto es, el medio instrumental contingente de que el alma se sirve para aprehender, en este mundo material determinado, los fenómenos de conciencia sensibles. Lo volitivo e intelectivo del sujeto, reducidos así a mero desenvolvimiento sensorial no presentan nada particularmente misterioso e inexplicable; manifiéstanse tan sólo como ámbitos diversos del psiquismo, reductibles por entero al mero dato sensorial originario. El principio de asociación (de los signos con ideas y de éstas entre sí), elemento clave igualmente del pensamiento condillaciano, supone que el dinamismo todo del simiente responde a una legalidad simple y uniforme. El proceso de desenvolvimiento de lo psíquico, que arranca de la sensación, hállase regido en sus progresivas concreciones por el encademiento estricto de los diversos fenómenos de conciencia. Es tal la relevancia del principio asociacionista en el despliegue evolutivo del sintiente, que sólo por él cabe ser concebido el dinamismo cognoscitivo superior. Sólo en virtud de la aparición del signo convencional y de su asociación con la idea, surge en el sujeto la reflexión y, con ella, las operaciones cognoscitivas más elevadas. El lenguaje, concebido como sistema de signos arbitrarios, propicia así el desenvolvimiento de la capacidad intelectual superior, convertida por ello en puro efecto del principio asociativo general. Sin duda, es ésta también una de las aportaciones

Page 109: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

más significativas de la obra de Condillac. Mas, ni la sensación aisladamente considerada, ni el principio de asociación, podrían dar explicación del progresivo surgimiento y desarrollo de las diversas formaciones de lo anímico, si, al mismo tiempo, no se hiciese intervenir un tercer elemento que, a modo de necesario fundamento de determinación pusiese en marcha el complejo mecanismo del espíritu. Trátase de la necesidad del principio del placer y del displacer y, en definitiva, del carácter afectivo o pulsional inherente a todo contenido sensorial. Condillac es ante todo el filósofo que reivindica la afectividad del sintiente como dimensión absolutamente radical y determinante del proceso de transformación genética. Lo tendencial o pulsional, más que lo conceptual, rige el proceso dinámico de constitución última del psiquismo. El conocimiento guíase por el interés, y éste, en última instancia, hunde sus raíces en la necesidad concebida como privación de lo sensitivamente grato para el sujeto. Todo en éste hállase determinado por la ley inexorable del placer y del displacer; así como en el mundo físico lo corpóreo rígese por la ley de la gravitación universal, en el psíquico, el principio insoslayable es la búsqueda del placer y la evitación del dolor. Así, en Condillac, al sensismo y al asociacionismo, añádese ahora el pragmatismo más radical. Por lo que concierne especificamente al conocimiento del mundo externo, la posición de Condillac se nos antoja sumamente original y atrayente. No es un Deus ex machina, no es tampoco un instinto irracional, a quien compete primariamente la responsabilidad del descubrimiento material; es, por el contrario, la sensación, un tipo específico de sensación, la sensación táctil de resistencia, la encargada de hacer posible el salto de lo interior a lo exterior, de lo inmanente a lo trascendente, de lo subjetivo a lo objetivo. La descripción que Condillac hace del mecanismo psicológico de revelación material, manifiesta un espíritu agudo, certero y preciso, conocedor profundo de los más recónditos principios y resortes de lo anímico. Sólo el tacto (pues sólo él es capaz de resistencia) puede aprehender originariamente lo externo. Sólo él, por tanto, constituye perceptualmente el mundo, dotándole de sentido y de significación cognoscitiva. Ni la vista ni los demás sentidos pueden captar primigeneamente el orden de lo material, porque ninguno de ellos puede transmitir al cognoscente la sensación de resistencia. Esta supone, a su vez, en aquél, un movimiento, un impulso previo, sin los cuales no cabría el choque ni, por tanto, la resistencia. De ahí que Condillac se emparenté en esto con una línea fecunda de pensamiento en la que lo real material se descubre y se define prioritariamente como oposición o resistencia a un querer primigenio y radical. El tacto se convierte así en el instrumento mediador entre lo volitivo y lo material, en el puente de mediación entre el impulso y lo inercial. El descubrimiento de lo externo no es, pues, según esto, obra de mecanismos estrictamente cognoscitivos, sino más bien resultado de procesos volitivos. En esto radica, precisamente, la mayor originalidad de la aportación condillaciana a la historia del pensamiento gnoseológico, no sólo por el valor en sí de la misma, sino también y ante todo, por la riqueza y profundidad de los desarrollos posteriores trazados en la vía por él abierta. Indudablemente, la reivindicación que Condillac hace del papel absolutamente

Page 110: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

determinante del sentido del tacto en el proceso de captación y constitución del mundo, presenta igualmente una orientación ética manifiesta. En efecto, el descubrimiento de lo externo, el encuentro de lo sintiente y lo resistente, implican asimismo por parte de aquél el esfuerzo y el trabajo por superar a éste. El sujeto se enfrenta por el tacto a un mundo de resistencias, que limitan inevitablemente su fuerza y su querer absolutos. Empero, y éste es el mensaje último de nuestro realismo volitivo, el sujeto, pese a esa limitación y finitud mundanas, podrá finalmente, por su fuerza y su impulso volitivos, salir victorioso de las resistencias del entorno. Volver al Índice / Inicio del Epílogo

Page 111: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

BIBLIOGRAFÍA

I. CONDILLAC 1. OBRAS FUENTE 1.1. Ediciones 1.1.1.- Ediciones Anteriores a 1798 - Essai sur I'Origine des Connaissances humaines, 2 vol. in-12, Amsterdam, P. Mortier, 1746; reedición (con el nombre del autor), 2 vol. in-12, Amsterdam, Changuion, 1788. - Traité des Systémes, in-12, La Haye, Neaulwe, 1749; reedición, in-12, Amsterdam y Leipzig, Arkstée et Merkus, 1771 (con el nombre del autor). - Recherche sur Vorigine des idees que nous avons de la beauté, 1749. - Traité des sensations, 2 vol. in-12, Londres y París, de Bure aîne, 1754; reedición, in 12°, Londres y París, Barrois aîne, 1788 (augmenté de I’ Extrait raisonné). - Traité des Animaux, in-12, Amsterdam et París, de Bure, 1755; reedición in-12, Amsterdam y París, C.-A. Jombert, 1766. - Lettre de Monsieur l'Abbé de Condillac á l'Auteaur des "Lettres á un Américain", in-12, s. l. n. d. (extraído del Mercure de France, abril, 1756). - Discours sur l'Histoire ancienne pour faciliter aux jeunes personnes de l'un et de l'autre séxe l'intelligence des auteurs anciens et modernes, et pour se former un systéme general du Gouvernement des peuples de l'Asie, de l'Afrique et de l'Europe. Dedicado al Archiduque Ferdinand por el Abad de Condillac, in-12, París, Saugrain jne, 1766. - Discours prononcés dans l'Académie française le 22 décembre 1768 á la Réception de Monsieur l'abbé de Condillac, in.-4°, París, Vve Regnard, 1768; reedición, París, Demouville, 1787. - Oeuvres de Monsieur l'Abbé de Condillac de l'Académie française et de celle de Berlín, 3 vol. in-12, París, Libraires associés, 1769: t. I, Essai sur l'origine des connaissances humaines; t. II, Traité des systémes; t. III, Traité des sensations, Traité des animaux, Extrait raisonné du Traité des sensations. - Cours d'Études pour l'Instruction du Prince de Parme, 16 vol in-8°, Parme, de l'Impr. royale, 1775:

Page 112: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

t. I, Grammaire; t. II, Art d'écrire; t. III, Art de raisonner; t. IV, Art de penser; t. V-X, Introduction á l'étude de l'histoire ancienne; t. XI-XVI. Introduction á l'étude de l'histoire moderne. Directions pour la conscience d'un roi, par François de Salignacde La Morte-Fénelon. Reediciones: 16 vol. in-8°, París, 1776; -12 vol. in-8°, Geneve, Du Villard Fils & Nouffer, 1780; - 13 vol. in-8°, Deux Ponts, 1782; - 16 vol. in-12, Genéve, F. Dufart, 1789. - Le Commerce et le Gouvernement consideres relativement l'un á l'autre, in-12, Amsterdam y París, Jombert & Cellot, 1776. - Oeuvres de Monsieur l'Abbé de Condillac de l'Académie française, 3 vol. in 8o, París, Libraires associées, 1777: t. I, Essai sur l'origine des connaissances humaines; t. II, Traité des systémes; t. III, Traité des sensations, Traité des animaux, Extrait raisonné du Traité des sensations. - La Logique ou les Premiers Dévelopements de l'Art de penser, in-8°, París, L'Esprit et de Bure, 1780; reedición, in-8°, s. 1., 1789. - Oeuvres philosophiques de l'Abbé de Condillac, 4 vol. in-8°, Parma y París, Guillemard, 1792: t. I, Essai sur 1'origine des connaissances humaines; t. II, Traité des sensations; t. III, Logigue et Traité des animaux; t. IV, Traité des systémes. - Oeuvres choisies, 2 vol. in-4°, París, 1796. - La Langue des Calculs, in-8°, 484 p., ou 2 vol, París, Impr. De C. Houel, an VI-1798 (publicado a la vez que la gran edición de 1798). 1.1.2. La Edición de 1798 La primera edición de las obras completas de Condillac, preparada por el abad de Mably, luego publicada por Arnoux et Mousnier, apareció en 1798: Oeuvres de Condillac, revues, corrigées par l'Auteur, imprimées sur ses manuscrits autographes et augmentées de La Langue des Calculs, ouvrage posthume, 23 vol. in-8°, París, Impr. de C. Houel, an VI-1798: t. I, Essai sur l'origine des connaissances humaines;

Page 113: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

t. II, Traité des systémes; t. III, Traité des sensations et Traité des animaux; t. IV, Le Commerce et le Gouvernement; t. V, Cours d'études, Grammaire; t. VI, Cours d'études, Art de penser; t. VII, Cours d'études, Art d'écrire; t. VIII, Cours d'études, Art de raisonner; t. IX-XIV, Cours d'études, Histoire ancienne; t. XV-XX, Cours d'études, Histoire moderne; t. XXI, Cours d'études, De l'étude de l'histoire; t. XXII, La Logique; t. XXIII, La Langue des Calculs. Esta edición es una simple reimpresión de la obras aparecidas en vida de Condillac. Durante los dos últimos años de su vida, Condillac había emprendido una revisión de sus diferentes obras, corrigiendo, completando o modificando algunos pasajes del texto primitivo. Por otra parte, dejó redactada la mayor parte de una obra nueva sobre La Langue des Calculs. Los editores de 1798 tomaron en cuenta estas correcciones y complementos, procurando que el texto establecido por ellos correspondiera al último estado del pensamiento de Condillac. 1.1.3. Ediciones Posteriores a 1798 1.1.3.1. Ediciones Completas - Oeuvres completes de Condillac revues, corrigéespar l'Auteur et imprimées sur ses manuscrits autographes, 31 vol. in-12, París, Dufart, 1803. - Oeuvres completes de Condillac publiées par A. - F. Théry, 16 vol. in-8°, París, Lecointe & Durcy, 1821-1822. - Oeuvres philosophiques de Condillac, texte établie et presenté par G. Le Roy, Presses Universitaires de France, en 3 tomos, tomo I (1947), tomo II (1948) y tomo III (1951). 1.1.3.2. Ediciones Parciales - Essai sur I’Origine des Connaissances humaines, in-12, París, A. Delalain, 1882; in-8°, París, A. Colin, 1924. - Cours d'Études pour l'Instruction desjeunes Gens, 10 vol. in-12, París, H. Verdiére, 1921 (t. I-II, Grammaire, t. III, Logique; t. IV, Art de penser; t. V-VI, Art d'écrire; t. VII, Art de raisonner; t. VIII-IX, Langue des Calculs; t. X, Étude de l' histoire). - Traité de I'Art d'écrire correctement la'Langue française, in-12, París. Dufart, 1812; reedición, in-12, París, A. Delalain, 1824. - Le Commerce et le Gouvernement, in-8°, París, Guillaumin & Cie, 1847

Page 114: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

(Collection des principaux Économistes, t. XIV, Mélanges d'Économie politique I, pp. 247-448, notice d'Eugéne Daire, pp. 243-245). - La Logique, in-12, París, Chaumerot ainé, 1811; reediciones en 1821 y 1831, París, A. Delalain. - Logique de Condillac, a l'usage des Eleves des Prytanées et Lycées ..., por Noel, 3 vol, in-12, París, Dufart, in XI-1802. - Logique complete de Condillac, suivie de celle de Dumarsais, in-18, iéme ed, revue avec soin, par M. J. F.-P., París, Brunot-Labbé, 1834. - La Langue des Calculs, in-18, París, Sandoz et Fischbacher, 1877. - Théorie des Calculs, ouvrage extrait de celui de Condillac in titulé "Langue des Calculs" par C. Chelle, 3 parties en 1 vol., in-12, París, 30, place Saint-André-des-Arts, 1833; reedit. en 1837. - Paradoxes de Condillac ou Réflexions sur la Langue des Calculs, in-8°, París, Impr. Guilleminet, 1805. - Dictionnaire de synonymes, 1951 1.2. Correspondencia - Lettres et piéces rares ou inédites. Publiées et accompagnées d'introductions et de notes, editadas por M. MATTER, París, 1846, pp. 405-407. - Lettre á Rousseau, publicada por M. G. STRECKEISERN- MOULTOU, /./. Rousseau. Ses Amis et ses Ennemis, 2 vol. in-8°, París, Michel-Lévy Fréres, 1865,1.1, pp. 315-316; reeditada por T. DUFOUR, Correspondance genérale de J. J. Rousseau, t. II, in-8°, París, A. Colin, 1924, p. 332. - Lettres a Maupertuis, publicadas por A. LE SUEUR, Maupertuis et ses Correspondants, in-8°, Montreuil-sur-Mer, 1896, pp. 386-394. - "Una lettera inédita del filosofo Condillac sulla cantante Caterina Gabrielli", editado por E. GESPACH; in: Archivio Storico Italiano, 22 (1898), pp. 104-107. - Lettre á J. H. S. Forney, publicada por BONNEFON, "Une Lettre de Condillac", in l' Amateur d'Autographes, 1902 (pp. 201-205). - BAGUENAULT DE PUCHESSE, G, "Condillac, précepteur de l'infant de Parme" (1758-1767), in: Revue Hebdomadaire 11(1909), pp. 164-178. - "Lettres au duc de Nivernois et au duc de Praslin", publicadas por BAGUENAULT DE PUCHESSE, Condillac, sa Vie, sa Philosophie, son Influence, in-16, París, Plon-Nourrit & Cie, 1910, pp. 117-118, 125-126, 128-130.

Page 115: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- "Lettres á Dutillot et au Pére Paciaudi", publicadas por BÉDARIDA, Condillac á Parme. Quelques Lettres inédites, en los "Annales de l'Université de Grenoble", 1924, pp. 242-244. - JOBERT, A., "Une correspondance polonnaise de Condillac", in: Revue d'Histoire Moderne, 11 (1936), pp. 414-433. - "Lettres á don Ferdinand", publicadas por G. DREI, "Lettere inédite del Condillac al suo principe", in: Miscellanea histórica in honorem Leonis van der Essen, 2 vol. in-8°, Bruxelles et París, Editions universitaires, 1947, t. II, pp. 881-891. - LE ROY, G., Condillac. Lettres inédites á Gabriel Cramer. Texto establecido, presentado y anotado por G. Le Roy, París, 1953. - BONGIE, L. L., "A New Condillac Letter and the Génesis of the "Traité des sensations", in: Journal ofthe History of Philosophy, 16 (1978), pp. 83-94. - PIVA, E, "Condillac a Venezia. Con alcune lettere inédite", in: Studi Francesi 22 (1978), pp. 76-94. - GRILLENZONI, R, "Una ricerca in Parma su Étienne Bonnot de Condillac e alcune lettere e "biglietti" inediti del precettore al principe Don Fernando", in: Verifiche, 8 (1979), pp. 403-423. - BONGIE, L. L., "Condillac's Correspondance: A correction", in: Journal of the History of Philosophy, 18 (1980), pp. 75-77. 1.3.- Traducciones al Español - La Lógica o los primeros elementos del arte de pensar, impresor Joachim Ibarra, trad. de Bernardo María de Calzada, Madrid, 1784. - Lecciones preliminares del curso de estudios, imprenta de Pedro Marín, trad. Lope Nuñez de Peralveja, Madrid, 1786. - La Lógica o los primeros elementos del arte de pensar, Madrid, 1788. - Lógica de Condillac, puesta en diálogo por D. Valentín de Foronda, imprenta de González, Madrid, 1794; 2a edición 1800. - La lengua de los cálculos, trad. de la Marquesa de Espeja, Madrid, 1805. - Curso de estudios para la instrucción del Príncipe de Parma, imprenta de Carreño, trad. Basilio Antonio Carsi, Basilio Roldan y Godínez y José Gorosarri, Cádiz, 1813. - La Lógica o los primeros elementos del arte de pensar, Ed. Viuda de Vallín, Madrid, 3a ed. corregida y aumentada con notas, 1817. - Lógica elemental, imprenta de Manuel Minuesa de los Ríos, Biblioteca económico filosófica, vol. XXXIV, versión castellana de A. Hidalgo de Mobellán, Madrid, 1887.

Page 116: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- Ensayo sobre el origen de los conocimientos humanos, Biblioteca filosófica de autores españoles y extranjeros, Ed. Reus, trad. Emeterio Mazorriaga, Madrid, 1922. - Lógica y extracto razonado del Tratado de las sensaciones, Ed. Aguilar, trad. Josefina Amalia Villa y J. Jiménez, Ia ed. 1956, 4a ed. 1975, Buenos Aires. - La Lógica o los primeros elementos del arte de pensar, estudio preliminar por Guillermo Morón, Ed. Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1959. - Tratado de las sensaciones, estudio preliminar de Rodolfo Mondolfo, Ed. Eudeba, trad. Gregorio Weinberg, Buenos Aires, 1963. - Lógica elemental, versión castellana de Sexto Millar, establecimiento tip. de "El liberal", Biblioteca económico filosófica, Madrid, (sin fecha).

2. ESTUDIOS CRÍTICOS 2.1. Tratados Generales (Por orden alfabético) - BERMUDO, José Manuel, El empirismo. De la pasión del filósofo a la paz del sabio, Ed. Montesinos, Barcelona, 1983; cap. VI, pp. 105-126. - BRAGA, Gaetano Capone, La filosofía francese e italiana del settecento, Ed. Cedam, Padova, 3a ed 1947; pp. 99-159. - BREHIER, Emile, Histoire de la Philosophie, t. II, cap. VII, París, 1930. Trad. esp. Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 5a ed. 1962; t. III, pp. 67-81. - BRUNSCHVICG, Le progrés de la conscience dans la philosophie occidentale, París, 1927; cap. XX, sec. 1ª. - CASSIRER, Ernst, Die Philosophie der Aufklarung, 1932. Trad. esp. La filosofía de la Ilustración, Ed. FCE, México, 3a ed. 1972, pp. 113-155. - COUSIN, Victor, Cours de I’Histoire de la Philosophie, t. II: "Histoire de la Philosophie du XVIIIéme siécle", Ed. Didier, París, 1841. - Philosophie sensualiste au XVIIIéme siécle, París, 3a ed., 1856, lecciones II y III. - DELBOS, Victor, La philosophie française, Ed. Plon, París, 2a ed., 1921, pp. 250-276. - HARPE, LA, Philosophie du XVIIIéme siécle, París, 2 tomos, 1820,1.1, libro I, cap. I, secc. 5a. - HAZARD, Paul, La pensée européenne au XVIIIeme siécle. De Montesquieu a Lessing, Ed. Bouvin, París, 1946, vol. II, pp. 25-27.

Page 117: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- RUGGIERO, Guido de, Storia della filosofía, parte IV: "La filosofía moderna II: L'eta deH'Illuminismo", Ed. Laterza, Bari, 1939, vol. II, pp. 204-218. - WINDELBAND, La Filosofía del Iluminismo, Ed. FCE, México, 1948. 2.2.- Introducciones y Estudios Preliminares (Por orden alfabético) - DAMIRON, Mémoire sur Condillac. Le compte rendu des seancés et travaux de l'academié des sciences morales et politiques, París, 1862. - LE ROY, Georges, Introduction á l'oeuvre philosophique de Condillac, in: Oeuvres philosophiques de Condillac, Ed. Presses Universitaires de France, París, tomo I, 1947, pp. VII-XXXV. - LYON, Georges, Introduction au Traité des sensations de Condillac, in: CONDILLAC, Traité des sensations {Prendere partie) precede de I 'extrait raisonné du Traité des sensations, París, Nouvelle édition, 1886. - MONDOLFO, Rodolfo, La obra de Condillac. Estudio preliminar al Tratado de las sensaciones de Condillac, Ed. Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1963. - MORÓN, Guillermo, Estudio preliminar de la Lógica o los primeros elementos del arte de pensar de Condillac, in: CONDILLAC, La Lógica o los primeros elementos del arte de pensar, Ed. Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1959, pp. 11-46. - PICAVET, Fran§ois, Introduction au Traité des sensations de Condillac (Premiére partie), in: CONDILLAC, Traité des sensations, Librairie Delagrave, París, 4a ed., (sin fecha). - RODRÍGUEZ ARANDA, Luis, Prólogo a La Lógica y extracto razonado del Tratado de las sensaciones de Condillac, Ed. Aguilar, Buenos Aires, 4a ed. 1975, pp. 9-17. - THERY, Notice sur Condillac, in: Oeuvres de Condillac, París, 1821, tomo I. 2.3. Monografías (Por orden cronológico y, dentro de la cronología, alfabético) - LEHARIVEL, Pierre Théodore Constant, Analyse et critique du Traité des sensations de Condillac, (Tesis doctoral), Caen, 1841. - RIBES, A. M., Enseignements sur la méthode positive, suivis de réflexions sur la méthode catholique, la méthode de Descartes et l'analyse de Condillac, París, 1857. - RETHORE, Francois, Condillac ou l'empirisme et le rationalisme, París,

Page 118: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

1864; reimpresión, Genéve, 1971. - PATRU, G. A., Analyse du Traité de l'artd'écrire de Condillac, Grenoble, 1867. - ROBERT, Louis, Les théories logiques de Condillac, (Tesis doctoral), París, 1869. - MULHAUPT, Paul, Darstellung der Psychologie bei Condillac und Bonnet, (Tesis doctoral), Rostock, Cassel, 1874. - MOLLWEIDE, R., Condillac, sa vie et ses oeuvres. Beilage zum Programm des Mülhauser Gymnasium, Mülhausen, 1876. - BURGER, Konrad, Ein Beitrag zur Beurteilung Condillacs. Abhandlung zu dem Oster-Programm des Hersoglichen Chistians-Gymnasiums zu Eisenber, Altenburg, 1886. Hay una recensión de esta obra hecha por PICAVET, E, in: Revue Philosophique de la France et de l'Étranger, 23 (1887) pp. 202-205. - DEWAULE, Léon, Condillac et la psychologie anglaise contemporaine, (Tesis doctoral), París, 1891. - MONDOLFO, Rodolfo, Un psicólogo associazionista, E. B. De Condillac, Palermo, 1902; reimpreso en Bologna, 1923. - LEBEAU, Auguste, Condillac économiste, (Tesis doctoral), Poitiers, París, 1903. - MANN, James-L., L'éducation selon la doctrine pédagogique de Condillac, (Tesis doctoral), Grenoble, 1903. - PERGOLI, Benedetto, // Condillac in Italia, Faenza, 1903. Hay una recensión de esta obra hecha por GENTILE, G., in: La Crítica 2 (1904), pp. 153-154. - STROZEWSKI, Stanislaus, Bonnets Psychologie in ihrem Verhaltnis zu Condillacs Traité des sensations, (Tesis doctoral), Tübingen, Berlín, 1905. - STOEBER, Else, Condillac ais Padagoge, (Tesis doctoral), Zürich, 1909. - BAGUENAULT DE PUCHESSE, Gustave, Condillac. Sa vie, sa philosophie, son influence, París, 1910. - BERTOLINI, Clara, La pedagogía di Condillac, Asti, 1911. - DIDIER, Jean, Condillac, París, 1911. - DU ROSCOAT, Comte, Éloge de Condillac, par Claude de Loynes d'Autroche, Orléans, 1911.

Page 119: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- HAVEMANN, Hans, Der erkenntnistheoretische Gesichtspunkt Condillacs, (Tesis doctoral), München, Jena, 1912. - NAGY, Jozsef, Condillac paedagogiaja, Budapest, 1913. - HEYNACHER, Martha, Die Wertlehre Condillacs und dis Entwicklung der subjektiven Werttheorie, (Tesis doctoral mecanografiada), Leipzig, 1920. - PANHYSEN, R, Die Werttheorie des Abbé Condillac, (Tesis doctoral mecanografiada), Koln, 1921. - HÖPFNER, Johannes, E. B. de Condillac und A. Smith, (Tesis doctoral mecanografiada), Leipzig, 1923. - LENOIR, Raymond, Condillac, París, 1924. - SCHAUPP, Zora, The Naturalism of Condillac, (Tesis doctoral), Bryn Mawr, 1925. - RADOVANOVITCH, Milorad, La théorie de la connaissance chez Condillac, (Tesis doctoral), Genf, 1927. - BEDARIDA, Henri, Parme dans la politique française au XVIIIéme siécle, París, 1930. - LE ROY, Georges, La psychologie de Condillac, París, 1937. - TOMEUCCI, L.L., // problema dell'esperienza dal Loche al Condillac, Messina, 1937. - DAL PRA, Mario, Condillac, Milano, 1942 (Storia Universale della Filosofía, 49). - MEYER, Paul, Etienne Bonnot de Condillac. Ein Wegbereiter der ókonomischen Theorie und des liberalesn Gedankens, (Tesis doctoral), Zürich, 1944. - BIZARRI, Romualdo, Condillac, Brescia, 1945. - SALVUCCI, Pasquale, Linguaggio e mondo umano in Condillac, Publicazioni dell'Universitá di Urbino. Serie di Lettere e Filosofía, 5, Urbino, 1957. Hay dos recensiones de esta obra: STELLA, V., in: Giornale di Metafísica, 15 (1960), pp. 668-670; NAMER, E., in: Revue Philosophique de la Franee et de l'Étranger, 148 (1958), p. 392'. - MEOLI, Umberto, il pensiero económico del Condillac, Milano, Varese, 1961. - SALVUCCI, Pasquale, Condillac, filosofo della communitá umana, Milano, 1961.

Page 120: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Hay una recensión de esta obra hecha por SOZZI, L., in: Studi Francesi, 7 (1963), p. 561. Y otra hecha por PARENTI, R., en: Rivista Critica di Storia della Filosofía, 16 (1961), pp. 472-473. - MONDOLFO, Rodolfo, La obra de Condillac, Buenos Aires, 1963. - LEFEVRE, Roger, Condillac ou la joie de vivre. Présentation, choix de textes, bibliographie, París, 1966. Hay una recensión de esta obra hecha por MEYERSON, L., in: Journal de Psychologie Nórmale et Pathologique, 63 (1966), p. 471. - KNIGHT, Isabel, The Geometric Spirit. The Abbé de Condillac and the French Enlightenment, New Haven, London, 1968. Hay varias recensiones de esta obra: LAUER, R., in: Thomist 33 (1969), pp. 780-783; LOGAN, J.F., in: Revue Internationale de Philosophie 23 (1969), pp. 519-520; SCHABERT, T., in: Philosophische Rundschau 17 (1970), pp. 290-297; JIMAK, P. D., in: French Studies 25 (1971), pp. 336-337; VARTIANI, A., in: The Romanic Review 63 (1972) pp. 49-50. - SCHABERT, Tilo, Condillac oder die Statue Pygmalions, in: Tilo SCHABERT, Natur und Revolution. Untersu-chungen zum politischen Denken im Frankreich des achtzenten Jahrhunderts, (Tesis doctoral), München, 1969, pp. 75-96. - NUZZO, Enrico, Uultimo Condillac e il mondo della storia, Napoli, Morano, 1973. Hay dos recensiones de esta obra hechas por: CORSANO, A., in: Giornale Crítico della Filosofía Italiana, 54 (1974), pp. 307-309; y MELANI, N., in Studi Francesi, 18 (1974) pp. 560-561. - CAPPELLETI, Ángel J., Introducción a Condillac, Venezuela, 1974. Hay una recensión de esta obra hecha por NAMER, É., in: Les Études Philosophiques n° 2 (1977), p. 222. - AVOSSA, Corrado, Condillac e il processo cognitivo, Napoli, 1975. - CHALENDAR, Gérard, Étude des rappors entre la pensée et la langue dans l'oeuvre de Condillac, (Tesis doctoral), París, 1975. - PARRET, Hermann, Idéologie et sémiologie chez Locke et Condillac. La question de l'autonomie du langage devant la pensée, Lisse, 1975. Apareció también in: Ut videam. Contributions to an understanding of linguistics. For Pieter Verburg on the occasion of his 70th birthday. Ed. by Werner Abraham, Lisse, 1975, pp. 225-248. Hay una recensión de esta obra hecha por STEFANINI, J., in: Bulletin de la Societé de Linguistigue de París, 72 (1977), pp. 50-52.

Page 121: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- DERRIDA, Jacgues, L'archéologie du frivole, París, 1976. Apareció también como introducción a: CONDILLAC, Essai sur I'origine des connaissances humaines. Texte établi et annoté par Charles Porset, París, 1973; pp. 9-95. Hay una recensión de esta obra hecha por DELACAMPAGNE, Ch., in: Critique, 30 (1974), pp. 503-514. - KLAUS, Georg, Zu Condillacs Logik oder die Anfange der Kunst des Denkens. In: KLAUS, Georg, Philosophiehistorische Abhandlungen. Kopernikus, d'Alembert, Condillac, Kant, editado por Manfred Buhr, Berlín, 1977, pp. 81-137. (Schriften zur Philosophie und ihrer Geschichte, 11). Hay una recensión de esta obra hecha por MALTER, R., in: Kant-Studien, 71 (1980), p. 129. Es una reelaboración de la introducción a Etienne Bonnot de CONDILLAC, Die Logik oder die Anfange der Kunst des Denkens. Die Sprache des Rechnens. Ed. por Georg Klaus, traducción al alemán de Erich Salewski, Berlín, 1959, pp. V-LXXVII. - KRAETSCHMER, Kurt, La íhéorie du langage et l'art d'écrire chez Condillac, (Tesis doctoral), State University of New York at Binghamton, 1977. - SAPIR, Betty Ruth Hursh, The Language Theory of the Abbé de Condillac. A dissertation in Romance languages, (Tesis doctoral), University of Pennsylvania, 1977. - GUERCI, Luciano, Condillac storico. Storia e política nel Cours d'étudespour l'instruction du Prince de Parme, Milano, Napoli, 1978. Hay una recensión de esta obra hecha por BIRAL, A, in: Belfagor 34 (1979), pp. 604-607. - HINE, Ellen Me Niven, A Critical Study of Condillac 's Traité des systémes, (Tesis doctoral), Rhodesia and Nyasaland, London, 1970. (Archives Internationales d'Histoire des Idees, 93). - MARTÍNEZ LIÉBANA, Ismael, El sentido del tacto como vía de acceso a la objetividad en Condillac, Ed. Gráficas Cóndor, Madrid, 1985. - MARTÍNEZ LIÉBANA, Ismael, Aristóteles y Condillac: Dos ensayos críticos, Ed. Gráficas Cóndor, Madrid, 1987. 2.4. Artículos (Por orden cronológico y, dentro de la cronología, alfabético) - ANNOOT, I. B., "Etudes sur la méthode dans les sciences. Troisiéme partie: Condillac", in: Revue Trimestrielle 21 (1859), pp. 152-186. - PATRU, G.A., De l'influence prédédemment exercée par Condillac dans la philosophie et les lettres et de celle qu'il peut encoré exercer aujourd'hui.

Page 122: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Memoires lus a la Sorbonne, París, 1866, pp. 445-459. - PILLON, R, "Le rapport des signes et des idees genérales selon Condillac et selon M. Taine", in: La Critique Philosophique, Politique, Scientifique, Littéraire 2 (1873), pp. 177-189. - VALERIANI, Valeriano, "I metodi del Duhamel e la lógica del Condillac. Studio critico", in: Rivista Europea 4 (1875), pp. 20-35,277-291,451-468. - ADAMS, Lyell, "Condillac and the Principie of Identity", in: New Englander and Yale Review 35 (1876), pp. 440-446. - AUZIAS, M., "Réponse au discours de réception de M. Pión" in: Bulletin de l'Académie Delphinale 17 (1881-82), pp. 31-39. - PIÓN, M., "Condillac et sa philosophie". Discours de réception á l'academie delphinale, in: Bulletin de l'Académie Delphinale, 17 (1881-1882), pp. 13-30. - AMADOR, Mariano, "Sensualismo de Condillac", en Revista de España, 15 (1883 ), pp. 312-331. - MONDOLFO, Rodolfo, "Spazio e tempo nella psicologia di Condillac", in: Revista Filosófica, 4 (1902), pp. 184-195. - MAYNIAL, Édouard, "Les grammairiens philosophes du XVIIIéme siécle. La grammaire de Condillac", in: Revue Bleue, 19 (1903), pp. 317-320. - (Anónimo), "Notes historiques sur la familie Bonnot et sur la succession de Condillac", in: Bulletin de la Société Départementale d'Archéologie et de Statistique de la Dróme, 39 (1905), pp. 253-265. - BAGUENAULT DE PUCHESSE, Gustave, "Condillac dans l'Orléanais", in: Bulletin de la Société Archéologique et Historique de l'Orléanais, 14 (1905-1907), pp. 253-254. - "Les doctrines économiques de l'abbé de Condillac", in: Séances et Travaux de l'Académie des Sciences Morales et Politiques, 12 (1909), pp. 451-464. - SOYER, Jacques, "Qu'est devenu le manuscrit des Dialogues de Jean Jacques Rousseau confié par l'auteur a Condillac?", in: Bulletin de la Société Archéologique et Historique de l'Orléanais, 16 (1909), pp. 488-497. - BERNARDIN, Léon, "Condillac et le pays de Jeanne d'Arc", in: Marches de l'Est, 2 (1910), pp. 222-227. - LANSON, Gustave, "Les idees littéraires de Condillac", in: Revue de Synthése Historique, 21 (1910), pp. 267-279. - KUHTMANN, Alfred, "Etienne Bonnot de Condillac", in: Zur Geschichte des

Page 123: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Terminismus, Leipzig, 1911, pp. 39-60. - LEFORT, Jean, "Condillac économiste", in: Revue Genérale du Droit. de la Legislation et de la Jurisprudence en France et a V Etranger, 34 (1911), pp. 256-261. - SCHMITDT-HAINICHEN, Hugo, "Das Leben und die pádagogische Bedeutungdes Abbé Bonnot de Condillac", in: Jahrbuch des Vereins fur wissenschaftliche Padagogik, 44 (1912), pp. 95-137. - PROAL, Louis, "Les prédictions de Diderot, J. J. Rousseau et Condillac sur la Russie", in: Mercure de France, 128 (1918), pp. 598-610. - BOUCHARDY, Francois, "Note sur Condillac et Rousseau". Mélanges d'histoire littéraire et de philologie ojferts a Bernard Bouvier, Genf, 1920. Reimpreso, Genf, 1972, pp. 17-31. - PALTRINIERI, V, "Condillac á Parma", in: Áurea Parma, 4 (1920), pp. 140-144. - ROTA, "L'esthétique du sensualisme frailáis dans la litterature italienne du dixhuitiéme siécle", in: La Nouvelle Revue d'Italie, 17 (1920). - CAPONE-BRAGA, G., "Gli errori dell'esperienza interna secondo il Condillac", in: Rivista di Filosofía, 12 (1921), pp. 162-167. DELBA, V., "Condillac et les idéologues", in: DELBA, V., La philosohie francaise, 10a ed., París, 1921, pp. 250-276. - BENASSI, Umberto, "II preccettore famoso d'un nostro duca", in: Bolletino Storico Piacentino, 18 (1923), pp. 3-19. - LENOIR, Raymond, "Condillac", in: Revue Philosophique de la France et de l'Etranger, 105 (1923), pp. 225-275. - POMMIER, Alexis, "Condillac dans l'Orléanais", in: Bulletin de la Société Archéologique et Historique de l'Orléanais, 20 (1923-1927), pp. 153-156. - SOYER, Jacgues, "Condillac aux eaux de Segrais prés de Pithiviers", in: Bulletin de la Société Archéologique et Historique de l'Orléanais, 20 (1923-1927), pp. 370-372. - BRUNSCHVICG, Léon, "Le progrés de l'analyse réflexive I: Condillac et Maine de Biran", in: Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuses, 6 (1926), pp. 224-256. - JOUVELLIER, R, "La famille de Balzac d'Entragues le philosophe Condillac et Madame Bonnot de Mably", in: Bulletin de la Société Archéologique et Historique de l'Orléanais, 23 (1936), pp. 145-150.

Page 124: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- BROCKDORFF, Cay von, "Wahrheit und Wahrscheinlichkeit bei Hobbes und Condillac", in: Verqffentlichungen der Hobbes-Gesellschaft, 8 (1937), pp. 3-13. - - LACROIX, Jean, "Actualité de Condillac", in: Le Monde, 12 de sep. de 1947. - CARRE, R., "Sur la sensation condillacienne" in: Proceedings of the Wth International Congress of Philosophy 11-18 de agosto de 1948, Amsterdam, 1949, tomo II, pp. 1156-1159. - DIECKMANN, Herbert, "Condillac's Philosophical Works", in: Review of Metaphysics, 7 (1953), pp. 255-261. - SOLINAS, Giovanni, "Condillac e rilluminismo", in: Annali delle Facoltá di Lettere Filosofía e Magistero dell'Universitá di Cagliari, 22 (1954), pp. 233-602. Apareció también como: "Condillac e rilluminismo. Problemi e documenti", Cagliari, 1955. - RYDING, Erik, "La notion du moi chez Condillac", in: Theoria, 21 (1955), pp. 123-130. - JIMACK, Peter, "Les influences de Condillac, Buffon et Helvétius dans l'Émile", in: Annales de la Société Jean-Jacques Rousseau, 34 (1956-1958), pp. 107-138. - LEFEVRE, Roger, "Hommage á Condillac", in: Cahiers d'Histoire, 1 (1956), pp. 349-364. - SAINTE-BEUVE, "Notes sur Condillac", in: Revue Philosophique de la France et de l'Etranger, 146 (1956), pp. 249-253. - THOMAS, M., "Condillac et l'instinct n'est ríen", in: Scientia, 91 (1956), pp. 271-279. - FUNKE, Gerhard, "Natur und "zweite Natur" im konsequenten Sensualismus. Condillacs Transformatiostheorie", in: Philosophia Naturalis, 4 (1957), pp. 101-125. - RUYTINX, Jacgues, "Langage et analyse chez Condillac". Atti del XII Congresso Internationale di Filosofía, Venezia, 12-18 de septiembre de 1958, tomo XII, Firenze, 1961, pp. 409-416. - PARENTI, Roberto, "II pensiero storico di Condillac", in: Rivista Critica di Storia della Filosofía, 17 (1962) pp. 167-179, 309-320; 18 (1963), pp. 32-43. - RICKEN, Ulrich, "Condillacs "liaison des idees" und die "ciarté" des Franzósischen", in: Die Neueren Sprachen, N. R, 13 (1964), pp. 552-567. - PARENTI, Roberto, "Illuminismo e tradizione nel pensiero di Condillac", in: Áurea Parma, 44 (1965), pp. 5-22.

Page 125: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- GUERCI, Luciano, "La composizione e le vicende editoriali del Cours d'Études di Condillac", in: Miscellanea Walter Maturi, Turin, 1966, pp. 185-220. - LEFEVRE, Roger, "Condillac maítre du langage. Le Langage". Actes du XIIIéme Congrés des Sociétés de Philosophie française. Genéve, 2-6 de agosto de 1966, Neuchátel, 1966, pp. 147-152. Apareció también in: Revue Internationale de Philosophie, 21 (1967), pp. 393-406. - PASTORE, Nicholas, "Condillac's Phenomenological Rejection of Locke and Berkeley", in: Philosophy and Phenomenological Research 27 (1966-1967), pp. 429-431. - BAKER, K. M., "Un "éloge" officieux de Condorcet: sa notice historique et critique sur Condillac", in: Revue de Synthése, 88 (1967), pp. 227-251. - MADINIER, Gabriel, "Les orientations psychologiques et réflexives de la pensée de Condillac". In: MADINIER, Gabriel, Conscience et mouvement. Etude sur la philosophie française de Condillac a Bergson, 2a ed. con prefacio de Aimé Forest, París, 1967, pp. 1-38. - MULLER, Maurice, "Stendhal entre Condillac et Nietzsche", in: Áurea Parma, 51 (1967), pp. 282-288. - BADEREU, Dan, "Le "calcul" logique de Condillac", in: Revue Philosophique de la France et de l'Etranger, 158 (1968), pp. 337-360. - DAL PRA, Mario, "II Cours d'études di Condillac nuova enciclopedia del sapere". Atti del convegno sul settecento parmense nel 2do centenario della morte di C. I. Frugoni, Parma, 10-12 de mayo de 1968, Parma,1969, pp. 25-47. - RIESE, W., "La méthode analytique de Condillac et ses rapports avec l'oeuvre de Philippe Pinel", in: Revue Philosophique de la France et de l'Etranger, 158 (1968), pp. 321-336. - ROSIELLO, Luigi, "Le teorie linguistiche di Vico e Condillac", in: Forum Italicum, 2 (1968), pp. 386-393. - WOJCIECHOWSKA, Wanda, "Le sensualisme de Condillac", in: Revue Philosophique de la France et de l'Etranger, 158 (1968), pp. 297-320. - RICKEN, Ulrich, "La "liaison des idees" selon Condillac et la "claté" du francais", in: Dix-Huitiéme Siécle, 1 (1969), pp. 179-193. - SCHOTTLAENDER, Rudolf, "Die verkannte Lehre Condillacs vom Sprachursprung", in: Beitrage zur Romanischen Philologie, 8 (1969), pp. 158-165. - ARMOGATHE, J. R., "Grammaire et rhétorique chez Condillac", in: Dialog, 1-2 (1970-1971), pp. 79-89.

Page 126: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- JOLY, André, "Linguistique cartesienne et linguistique condillacienne", in: Introduction a THUROT, Francois, Tableau des progrés de la science grammaticale. (Discours préliminaire a "Hermes"). Introducción y notas de André JOLLY, Saint-Médard-en- Jalles, 1970, pp. 28-41. - MIYAGAYA, Tokuso, "Notes sur Condillac, Diderot et Rousseau. Leur théorie sur l'imagination". Publications de l'Université de Kobé (Japan), 1970, pp. 61-75. - SAJKOVIC, R., "Das philosophische System Condillacs", in: Zbornik Filozofskog Fakulteta, 11 (1970), pp. 155-199. (En servocroata). - ANGENOT, Marc, "Condillac et le Cours de linguistique genérale", in: Dialéctica, 25 (1971), pp. 119-130. - PETACCO, Piero, "Note sul carteggio Condillac-Cramer", in: Belfagor 26 (1971), pp. 83-95. - DUBILLARD, Roland, "Méditation sur la difficulté d'étre en bronze". Hay una recensión de esta obra hecha por A. B., K., in: Magazine Littéraire, 71 (1972), p. 42. - ISAR, N., "Condillac et l'idéologie francaise dans les préoccupations de Nicolae Rosetti-Roznovanu", in: Revista de Filozofie 19 (1972), pp. 671-679. (En rumano). - LOGAN, John Frédérick, "Condillac et les lumiéres", in: Revue de l'Université de Bruxelles 2-3 (1972), pp. 210-222. - OTSUKA, Tadahide, "On Condillac's and Rousseau's Language Theories", in: Comparative Studies of Culture 12 (1972), pp. 213-254. (En japonés). - ROSENFELD, L., "Condillac's Influence on French Scientific Thought", in: FRIZ, Paul y WILLIAMS, David (editores), The Triumph of Culture: 18th Century perspectives, Toronto, 1972, pp. 157-168. - BEAL, M. W., "Condillac as Precursor of Kant", in: Studies on Voltaire and the 18th Century, 102 (1973), pp. 193-229. - HINE, Ellen Me Ni ves, "Condillac and the Problem of Language", in: Studies on Voltaire and the 18th Century, 106 (1973), pp. 21-62. Cap. VII de su libro de 1979. - KRUGER, Lorenz, "Empirismus und Sensualismus: ein Exkurs über Condillac", in: KRÜGER, Lorenz, Der Begriff des Empirismus. Erkenntnistheoretische Studien am Beispiel John Loches, Berlín, New York, 1973, pp. 56-68. (Quellen und Studien zur Philosophie, 6). - MAZZA, Andrea P., "Le "Osservazioni" sul Cours d'études di Condillac", del

Page 127: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

P. Andrea MAZZA. A cura di Mario dal Pra, in: Rivista Critica di Storia della Filosofía, 28 (1973), pp. 37-49. - PASTORE, Nicholas, "On Plagiarism: Buffbn, Condillac, Portefield, Schopenhauer", in: Journal of the History of the Behavioral Sciences, 9 (1973), pp. 378-392. - ROSSI, Pietro, "La gnoseologia sensistica. Condillac", in: ROSSI, Pietro, Gli illuministi francesci, Turin, 1973, pp. 237-260. - AARSLEFF,Hans, "The Tradition of Condillac: The problem of the origin of language in the eighteenth century and the debate in the Berlín Academy before Herder", in: HYMES, Dell (editor), Studies in the History of Linguistics. Traditions and paradigms, Bloomington, London, 1974, pp. 93-156. - AUROUX, Sylvain, "Le rationalisme empiriste", in: Dialogue, 13 (1974), pp. 475-503. - BERGMANN, Helga, "Die Überwindung metaphysischen Denkens in der sensualistischen Erkenntnistheorie", in: Franzdsische Aufklarung. Bürgerliche Emanzipation, Literatur und Bewusstseinsbildung. Trabajo colectivo de SCHRÓDER, Wibfried; BERGMANN, Helga; BURMEISTER, Brigitte, y otros, Leipzig, 1974, pp. 146-168, 837-838. - DUCHESNEAU, Francois, "Condillac critique de Locke", in: Studi Intemazionali di Filosofía, 6 (1974), pp. 77-98. - KOURIM, Zdenek, "Le nouveau Discours de la méthode de Condillac", in: Revue de Métaphysigue et de Morale, 79 (1974), pp. 177-195. - "Condillac y la formación de su filosofía", en: Crisis. Revista Española de Filosofía, 21 (1974), pp. 419-436. - MORAVIA, Sergio, "Dalla psychologie di Condillac all'idéologie di Destutt de Tracy", in: MORAVIA, Sergio, il pensiero degli idéologues. Scienza e filosofía in Francia (1780-1815), Firenze, 1914, 291-318. - "Gli idéologues e l'ereditá di Condillac", in: MORAVIA, Sergio, II pensiero degli idéologues. Scienza e filosofía in Francia (1780-1815), Firenze, 1974, pp. 291-318. - PETACCO, Piero, "Percezione e conoscenza fenoménica in Condillac", in: Belfagor, 29 (1974), pp. 164-186. - AARSLEFF, Hans, "Condillac's Speechless Statue". Akten des II. Internationalen Leibniz-Kongresses, Hannover, 17-22 de julio de 1972, tomo IV, Wiesbaden, 1975, pp. 287-302. - BERNABEI, Andrea, "II "cieco di Molyneux": un problema di percezione visiva nella Francia illuminista (1737-1754)", en: Revista Critica di Storia della

Page 128: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Filosofía, 30 (1975), pp. 132-166. - CAPPELLETTI, Ángel J., "La génesis del conocimiento de la afectividad y de la acción en la filosofía de Condillac", en: Revista Venezolana de Filosofía, 2 (1975) pp. 37-73. - KELEMEN, János, "Condillac's Theory on Language as the Analysis of Thinking", in: Magyar Filozofiai Szmele, 19 (1975), pp. 167-189. (En húngaro). - CAPPELLETTI, Ángel J., "Antropología y ética en Condillac", en: Estudios Paraguayos. Revista de la Universidad Católica "Nuestra Señora de la Asunción", 4 (1976), pp. 83-97. - DUCHESNEAU, Franc,ois, "Sémiotique et abstraction: de Locke a Condillac", in: Philosophiques, 3 (1976), pp. 147-166. - LOGAN, John Frédérick, "Condillac, Volney, and the Lessons of the Past", in: Studies on Voltaire and the 18th Century, 153 (1976), pp. 1329-1335. - RICKEN, Ulrich, "Die Kontroverse Du Marsais und Beauzée gegen Batteux, Condillac und Diderot". Ein Kapitel der Auseinandersetzung zwischen Sensualismus und Rationalismus in der Sprachdiskussion der Aufklárung. In: PARRET, Hermann (editor), History of Linguistic Thought and Contemporary Linguistics, Berlín, New York, 1976, pp. 460-487. - TORT, Patrick, "Dialectique des signes chez Condillac". In: PARRET, Hermann (editor), History of Linguistic Thought and Contemporary Linguistics, Berlín, New York, 1976, pp. 488-502. - CHAMBLISS, J. J., "The Educational Significance of "Nature" and "Conduct" in Condillac's Logic", in Paedagogica Histórica, 17(1977), pp. 50-61. - GOUTTEBROZE, J. G., "Sur une proposition de Condillac". Contribution á l'étude de l'expression verbale de l'irréel du passé a l'époque classique, in: Hommage á Pierre Nardin, Monaco, 1977, pp. 167-177. (Annales de la Faculté des Lettres et Sciences Humaines de Nice, 29). - HASNAOUI, Chantal, "Condillac, chemins du sensualisme", in: DUCHET, Michéle, JALLEY, Michéle, Langue et langages de Leibniz á V Encyclopédie. Seminaire de l'Ecole Nórmale Supérieure de Fontenay. Con la colaboración de Yvon BELAVAL, J. Cl. CHEVALIER, F. de BUZÓN y otros, París, 1977, pp. 97-129. - HENSCHEL, Bernhard, "L'arbitraire du signe chez Condillac", in: Beitrage zur Romanischen Philologie 16 (1977), pp. 101-104. - RAUCH, André, "Le souci du corps chez Condillac", in: Stadion, 3 (1977), pp. 60-89. - HAUSMANN, Franz Josef, "Le Dictionnaire de Condillac", in Le Frangais

Page 129: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

Moderne, 46 (1978), pp. 226-249. - PICHEVIN, Claude, "Remarques sur le statut des signes et du langage dans le systéme de Condillac", in: Systémes symboliques, science etphilosophie, París, 1978, pp. 33-59. - SCHREYER, Rüdiger, "Condillac, Mandeville, and the Origin of Language", in: Historiographia Lingüistica, 5 (1978), pp. 15-43. - TOMA, Radu, "Condillac comme puzzle-solver", in: Analele Universitatii Bucaresti. Limbi si Literaturi Straine 2 (1978), pp. 23-28. - BOGUSLAVSKIJ, V. M., "Les idees logiques de Condillac", in: Filosofskie Nauki, H5 (1979), pp. 86-94. (En ruso). - ANDRESEN, Julie T., "From Condillac to Condorcet: The algebra of history", in: KOERNER, Konrad (editor), Progress in Linguistic Historiography, Amsterdam, 1980, pp. 187-197. - BRANCA, Sonia, "L'art d'ecrire de Condillac (1775), a propos de quelques regles prescriptives: Traitément des ellipses et des anaphores", in: Langue française, 48 (1980), pp. 44-56. - CRISPINI, Franco, "Ratio classica e langue des calculs in Condillac", in: Rivista Critica di Storia delta Filosofía, 35 (1980), pp. 3-22. - GUY, Alain, "Ramón Campos, disciple de Condillac", in: Pensée hispanique et philosophie française des lamieres. Prefacio de José Luis Abellán, Toulouse, 1980, pp. 13-54. (Publications de l'Université de Toulouse, Serie A, 45). - RAUH, Hans-Christoph, RUBÉN, Peter, "Etienne Bonnot de Condillac oder die Dialektik der Aufklárung und das Problem der Erkenntnis", in: Deutsche Zeitschrift für Philosophie, 11, (1980), pp. 1343-1354. - SCAGLIONE, Aldo, "Direct vs. Inverted Order: Wolff and Condillac on the necessity of the sign and the interrelationship of language and thinking", in: Romance Philology, 33 (1980), pp. 496-501. - BELAVAL, Y., AUROUX, S., JOLIE, A., CHOVILLET, J., "Commémoration du bicentenaire de la mort de Étienne Bonnot de Condillac", in: Bul. Soc. Philos., 75 (1981), pp. 1-39. - GEBHARDT, Jurgen, J., "Ideology and Reality: The ideologues persuasión in modern politics", in: Interpretation, 11 (1981), pp. 397-414. - LEFRANC, J., "Naissance de l'idéologie", in: Rev. Enseignt Philos. 31 (1981), pp. 13-22. - SPINK, J. S., "Les avatars du sentiment de l'existence. De Locke á Rousseau", in: Dixhuitiéme siécle, 10 (1981), Num. sp. Qu'estce que les luminiéres, pp. 269-298.

Page 130: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- ZAC, S., "Les monades", in: Revue de Métaphysigue et de Morale, 84 (1981), pp. 545-549. - AZOUVI, R, "Genése du corps propie chez Malebranche, Condillac, Lelarge de Lignac et Maine de Biran", in: Archives Philosophiques, 45 (1982), pp. 85-107. - BOHM, E., "Condillac und Castillon. Ein Beitrag zur Geschichte der Semiotik im XVIII Jahrhundert", in: Semiosis, 25-26 (VII) (1982), pp. 119-129. - JOLI, H., "Condillac et la critique de "l'áge de raison"", in: Rev. PhiL, 172 (1982), pp. 613-630. - KREIMENDAHL, L., "Condillac und die Monades. Zu einem neuaufgefundenen Text des Abbes", in: Arch. Gesch. Philos, 64 (1982), pp. 280-288.

II. OTROS AUTORES

1. Obras Fuente (Por orden alfabético) - BERKELEY, George, Philosophical Works. Introduction and notes by M. R. Ayers, London, 1975. Texts of the works reproduced in this volume are taken from the complete Works of George BERKELEY, edited by Professor A. A: Luce and Professor T. E. Jessop. - CABANIS, Pierre-Jean George, Rapport du physique et du moral de l'homme, in: Oeuvres, París, 1956. - D'ALEMBERT, Discours préliminaire de l'Encyclopédie, Diderot et D'Alembert éditeurs, París, 1751. - DESCARTES, Rene, Oeuvres (tomos I-XI). Publiées par Charles Adam & Paul Tannery, Librairie Philosophique J. Vrin, París, 1964-1974. - Discours de la Méthode. Texte et commentaire par Étienne Gilson. Troisieme édition. Librairie Philosophique J. Vrin, París, 1962. - DESTUTT DE TRACY, Antoine Louis Claude, Conde, Élements d'idéologie, I: Idéologie proprement dite; II: Grammaire. Introduction et appendices par Henri Gouhier, Librairie Philosophique J. Vrin, París, 1970. - DIDEROT, D., Oeuvres philosophiques, Ed. Garnier Fréres, París, 1964. - DILTHEY, Wilhelm, Gesammelte Schriften (XIX Bánde), Verlagsgesellschaft, Stuttgart/Vandenhoeck & Rupercht, Góttingen, 1960-82. - KANT, Immanuel, Kritik der reinen Vernunft, in: Gesammelte Schriften, III.,

Page 131: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

IV. Bande. Herausgegeben von der Kóniglich Preussischen Akademie der Wissenschaften, Druck und Verlag von G. Reimer, Berlín, 1911. - LA METTRIE, Julien-Offray, Obra filosófica, ed. prep. Por Menne Gras Balaguer, Editora Nacional, Madrid, 1983. - LAROMIGUIERE, R, Lecciones de filosofía o ensayo sobre las facultades del alma (3 tomos), Imprenta de José de Horca, Valencia, 1835. - LOCKE, John, An Essay concerning human Understanding. Edited with an introduction, critical apparatus and glossary by P. H. Nidditch, Clarendon Press, Oxford, 1975. - An Essay concerning human Understanding, (Vol. I, II). Callated and annotated, with prolegomena, biographical, critical, and historical by Alexander Campbell, Fraser Dover Publications, Inc., New York, 1959. - The Works ofJohn Locke. A new edition, corrected. In ten volumes, London, 1823. Reprinted by Scientia Verlag Aalen, Darmstadt, 1963. - MAINE DE BIRAN, Francois Pierre, Oeuvres (14 vols.). Acompagnées de notes et d'appendices publiées avec le concours de l'Institut de France, par Pierre Tisserand, París, 1920-1949. - MALEBRANCHE, Nicolás, Oeuvres (20 vols. más Indes descitations). Edité par G. Rodis-Lewis, A. Robinet y otros. Librairie Phliosophique J. Vrin, París, 1959. - NEWTON, Isaac, Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, in: Opera quae existant ommia (Band II). Faksimüe -Neudruck der Ausgabe von Samuel Horsley 1779-1785, Friedrich Frommann Verlag, Stuttgart-Bad-Cannstatt, 1964. - ROSSEAU, Jean Jacgues, Oeuvres completes (3 vols.). Préface de Jean Fabre. Présentation et notes de Michel Launay, Ed. Seuil, París, 1967-1971. - VOLTAIRE, Oeuvres completes, París, 1827.

2. Estudios Críticos (Por orden alfabético) - AARON, Richard I., John Locke. Third edition, Clarendon Press, Oxford, 1971. - ALQUIE, Ferdinand, La découverte métaphysique de l'homme chez Descartes, Presses Universitaires de France, París, 1950. - Le cartésianisme de Malebranche, Librairie philosophique J. Vrin, París, 1974. - BELAVAL, Yvon, Leibniz critique de Descartes, Editions Gallimard, París,

Page 132: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

1960. - Les philosophes et leur langage, Editions Gallimard, París, 1952. - BERRY, Christopher J., "Adam Smith's considerations on language", in: J. Hist. Ideas 35 (1974) pp. 130-138. - BLONDEL, Maurice, Dialogues avec les philosophes, Aubier, París, 1966. - COHÉN, I. Bernard, "The eightenth century. Origens of the concept of scientific revolution", in: J. Hist. Ideas, 37 (1976) pp. 257-288. - DELACAMPAGNE, C, "Derrida hors de soi", in: Critique, XXX, núm. 325 (1974), pp. 503-514. - DELBOS, Víctor, "Le Cogito de Descartes et la philosophie de Locke", in: L'Année Philosophique, 24 (1913), pp. 1-14. - EVAIN, F., "Rosmini et la crise de la pensée européenne" (1), in: Rip. Rosmini Philos. Cult. 68 (1974), pp. 191-208. - FORMIGARI, Lia, "Language and society in late eighteenth century", in: J. Hist. Ideas, 35 (1974), pp. 275-292. - FRONDIZI, Risieri, El yo como estructura dinámica, Editorial Paidos, Buenos Aires, 1970. - GIBSON, James, Locke's Theory ofKnowledge and its historical relations, Cambridge, at the University Press, Cambridge, 1968. - GOUHIER, Henri, La Pensée métaphysique de Descartes, Librairie Philosophique J. Vrin, París, 1962. - GUEROULT, Martial, Descartes selon l'ordre des raisons, I: L'áme et Dieu, II: L'áme et le corps, Aubier Editions Montaigne, París, 1953. - HAMELIN, Octave, El sistema de Descartes, trad. esp. Amalia Haydée Raggio, Ed. Losada, Buenos Aires, 1949. - JAFFE KINERET, S., "Genius: its changing role in eighteenth century french aestetics", in: J. Hist. Ideas, 41 (1980) pp. 579-600. - LAND, S. K., "Adam Smith's "Considerations concerning the first formation of languages"", in: J. Hist. Ideas 38 (1977) pp. 677-690. - "Lord Momboddo and the theory of syntax in the late eighteenth century", in: J. Hist. Ideas, 37 (1976), pp. 423-440. - MAN, P. de, "The epistemology of metaphor", in: Crit. Inquiry, 5 (1978), pp. 13-30.

Page 133: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

- MEGILL, A. D., "Theory and experience in Adam Smith", in: J. Hist. Ideas, 36 (1975) pp. 79-94. - MERLEAU-PONTY, Maurice, Uunión de I'ame et du corps chez Malebranche, M. Biran et Bergson. Notes prises au cours de Merleau-Ponty a l'Ecole Nórmale Supérieure (1947-48). Recueilles et redigées par Jean Deprun, Librairie Philosophique J. Vrin, París, 1968. - NAVARRO CORDÓN, J. M, "Método y filosofía en Descartes", en: Anales del Seminario de Metafísica, Universidad Complutense, Madrid, 1972, pp. 39-64. - DESCARTES, Rene, Reglas para la dirección del espíritu. Introducción, traducción y notas de J. M. Navarro Cordón, Alianza, Madrid, 1984. - RABADE ROMEO, Sergio, Descartes y la gnoseología moderna, G. del Toro Editor, Madrid, 1971. - "Dios y el problema del criterio en Descartes", in: Miscelánea, vols. 47-48, Comillas, 1967. - Método y pensamiento en la modernidad, Narcea, Madrid, 1981. - LOCKE, John, Ensayo sobre el entendimiento humano. Introducción por Sergio Rábade Romeo, Editora Nacional, Madrid, 1980, pp. 7-53. - RIVES MONTANE, R, "Las sensaciones orgánicas y su influjo gnoseológico en la doctrina de Descartes", en: Analecta Sacra Tarrac, 43 (1970), pp. 209-238. - ROBINET, André, Systéme et existence dans l'oeuvre de Malebuanche, Librairie Philosophique J. Vrin, París, 1965. - RODRÍGUEZ MOLINERO, M., "Génesis, prehistoria y mutaciones del concepto de ideología", en: Anales de la Cátedra de Francisco Suárez, 17 (1977-1978), pp. 103-131. - SOURIAU, J. S., "Du génie en Philosophie", in: Rev. Phil. De France, 165 (1975), pp. 129-146. - STANCZAK, R., "Les sources de la conception sensualiste de I’homme chez Helvetius", in: Zesz. Nauk. Uniw. Lodz. Ser., I NaukiHum. Spoi, Polonia, 12 (1977), pp. 77-99. - WIEAND, J., "Locke on Memory", in: Loche News 11 (1980), pp. 63-76. 182 Volver al Índice / Inicio de la Bibliografía

Page 134: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso

EN TACTO Y OBJETIVIDAD SE EXPONE Y ANALIZA EN DETALLE EL PENSAMIENTO DE CONDILLAC, EN LO QUE RESPECTA A SU CONCEPCIÓN RELATIVA AL MECANISMO PSICOLÓGICO QUE HACE POSIBLE EL DESCUBRIMIENTO Y CONSTITUCIÓN DEL MUNDO EXTERNO, SEGÚN CONDILLAC, ES EL TACTO EN MOVIMIENTO, NO SÓLO EL SENTIDO ORIGINARIO DE TAL DESCUBRIMIENTO Y CONSTITUCIÓN, SINO TAMBIÉN EL "MAESTRO EDUCADOR" QUE ENSEÑA AL RESTO DE SENTIDOS A OBJETIVAR Y PROYECTAR SUS RESPECTIVAS SENSACIONES AL EXTERIOR. LA IMPORTANCIA DE ESTA INTERESANTE APORTACIÓN AL CONJUNTO DE IDEAS Y DESARROLLOS DEL LLAMADO REALISMO VOLITIVO ES, SIN DUDA, EXTRAORDINARIA Y SINGULAR. SU AUTOR, ISMAEL MARTÍNEZ LIÉBANA, ES DOCTOR EN FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN Y PROFESOR ASOCIADO DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID.

Page 135: TACTO Y OBJETIVIDAD · 2017-03-22 · sentido del tacto en el proceso de captación y constitución de lo externo, presenta una estrecha relación con nuestro principal modo de acceso