suplemento navideño 2011

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Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 HISTORIA, ARTE Y CULTURA EN LA MAGIA DE LA NOCHEBUENA GUATEMALTECA Guatemala es uno de los países de mayor misterio y magia en toda Iberoamérica. Su importancia histórica y su configuración cultural le ha permitido perfilarse como una sociedad sacra por excelencia. El guatemalteco camina de la Semana Santa a la Nochebuena, como el pulsar de su alma colectiva. Si las conmemoraciones de la Pasión y Muerte de Cristo alcanzan solemnidades inusitadas en nuestro país, las tradiciones populares de Nochebuena y Navidad están cargadas de honda alegría, profunda ternura e inmensa dulzura. Manifestaciones culturales únicas e irrepetibles que colocan a Guatemala como una de las naciones de mayor creatividad social. Destellos de la historia, arte y tradiciones populares, como los que se ofrecen en este Suplemento, cimientan nuestra identidad cultural y colectiva. La Coordinación del Suplemento agradece a los académicos del Centro de Estudios Folklóricos y de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala su espontánea y desinteresada colaboración. CELSO A. LARA FIGUEROA COORDINADOR DEL SUPLEMENTO UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA Guatemala es uno de los países de mayor misterio y magia en toda Iberoamérica. Su importancia histórica y su configuración cultural le ha permitido perfilarse como una sociedad sacra por excelencia. El guatemalteco camina de la Semana Santa a la Nochebuena, como el pulsar de su alma colectiva. Si las conmemoraciones de la Pasión y Muerte de Cristo alcanzan solemnidades inusitadas en nuestro país, las tradiciones populares de Nochebuena y Navidad están cargadas de honda alegría, profunda ternura e inmensa dulzura. Manifestaciones culturales únicas e irrepetibles que colocan a Guatemala como una de las naciones de mayor creatividad social. Destellos de la historia, arte y tradiciones populares, como los que se ofrecen en este Suplemento, cimientan nuestra identidad cultural y colectiva. La Coordinación del Suplemento agradece a los académicos del Centro de Estudios Folklóricos y de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala su espontánea y desinteresada colaboración. CELSO A. LARA FIGUEROA COORDINADOR DEL SUPLEMENTO UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA Suplemento navideño

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Suplemento Navideño 2011

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Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011

HISTORIA, ARTE Y CULTURA EN LA MAGIA DE LA NOCHEBUENAGUATEMALTECA

Guatemala es uno de los países de mayor misterio y magia en toda Iberoamérica. Su importancia histórica y su configuración cultural le ha permitido perfilarse como una sociedad sacra por excelencia. El guatemalteco camina de la Semana Santa a la Nochebuena, como el pulsar de su alma colectiva. Si las conmemoraciones de la Pasión y Muerte de Cristo alcanzan solemnidades inusitadas en nuestro país, las tradiciones populares de

Nochebuena y Navidad están cargadas de honda alegría, profunda ternura e inmensa dulzura. Manifestaciones culturales únicas e irrepetibles que colocan a Guatemala como una de las naciones de mayor creatividad social.

Destellos de la historia, arte y tradiciones populares, como los que se ofrecen en este Suplemento, cimientan nuestra identidad cultural y colectiva.

La Coordinación del Suplemento agradece a los académicos del Centro de Estudios Folklóricos y de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala su espontánea y desinteresada colaboración.

CELSO A. LARA FIGUEROACOORDINADOR DEL SUPLEMENTO

UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

Guatemala es uno de los países de mayor misterio y magia en toda Iberoamérica. Su importancia histórica y su configuración cultural le ha permitido perfilarse como una sociedad sacra por excelencia. El guatemalteco camina de la Semana Santa a la Nochebuena, como el pulsar de su alma colectiva. Si las conmemoraciones de la Pasión y Muerte de Cristo alcanzan solemnidades inusitadas en nuestro país, las tradiciones populares de

Nochebuena y Navidad están cargadas de honda alegría, profunda ternura e inmensa dulzura. Manifestaciones culturales únicas e irrepetibles que colocan a Guatemala como una de las naciones de mayor creatividad social.

Destellos de la historia, arte y tradiciones populares, como los que se ofrecen en este Suplemento, cimientan nuestra identidad cultural y colectiva.

La Coordinación del Suplemento agradece a los académicos del Centro de Estudios Folklóricos y de la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala su espontánea y desinteresada colaboración.

CELSO A. LARA FIGUEROACOORDINADOR DEL SUPLEMENTO

UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA

Suplemento navideño

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Acerca del origen y desarrollo de la celebración de Navidad

se ha escrito mucho, sin embargo, siempre es útil hacer un recorda-torio y breves consideraciones sobre el día en que se conmemora el nacimiento de Cristo y reiterar que sin la luz del pasado es impo-sible entender el presente.

La primera referencia que se tiene acerca de una fiesta de Na-vidad se registra en un calendario romano compilado por un tal PHI-LOCALUS en el año 354 d.C., es decir, que antes del siglo IV no se encuentra mención acerca de la ce-lebración del nacimiento de Jesús, aunque es fácil suponer que tal he-cho ya se conmemoraba de alguna manera. En el calendario romano, a la cabeza de las fiestas que se ce-lebraban en aquella época, se en-cuentra una inscripción que dice: “El 25 de diciembre, Cristo nació en Belén de Judá”.

Por otra parte, la dificultad para establecer la fecha del naci-miento de Cristo radica en que ni en el Nuevo Testamento ni en otro documento de carácter religioso o histórico se anota indicación algu-na relacionada con el año en que tuvo lugar tal acontecimiento. Sin embargo, el apóstol San Lucas sí tuvo el cuidado de situar el naci-miento de Jesús en un momento de la historia, cuando nos dice que ocurrió siendo Quirino Go-bernador de Siria (Lc 2, 12). Es decir, que Jesús nació, aproxima-damente, seis o cinco años antes del siglo I d.C.

Esta diferencia de años, en re-lación con el siglo I, es atribuida a un monje sirio llamado Dioni-sio El Exiguo, quien en el siglo VI puso en práctica el método de computar los años antes de Cristo y después de Cristo y, sin inten-ción alguna, colocó el nacimiento del Mesías algunos años después de lo debido.

El 25 dE diciEmbrELa elección del 25 de diciem-

bre fue determinada por una fies-ta precristiana que se celebraba en Roma y que correspondía a la celebración del “Sol Invenci-ble”. Según el tiempo, el 25 de diciembre –en pleno solsticio de invierno– era el día en que el sol aparecía más débil. Para los hom-bres de la época, el sol agotado revivía en aquel mismo momento y día a día recobraba su fuerza y su luminosidad. Con esto se de-

Eduardo Díaz ReynaUniversidad de San Carlos de Guatemala

NOCHEBUENA Y NAVIDAD: FIESTA DE LA CRISTIANDAD

mostraba que el sol era invicto e invencible. La fiesta pagana del Sol Invictus fue introducida por el Emperador Aureliano, en Roma, el año 274 d.C.

En su labor misionera y cate-quética la Iglesia, en muchas oca-siones, en lugar de suprimir cos-tumbres e instituciones las adopta y las adapta confiriéndoles una significación nueva. La Iglesia de Roma del siglo IV no supri-mió la fiesta del nacimiento del Sol Invicto sino la transformó en la fiesta del nacimiento de Cristo. Si bien la fecha es la misma, es evidente que el contenido es total-mente nuevo.

Para los antiguos cristianos, Cristo era conocido ya como la “Luz del Mundo” o el “Sol de Jus-ticia”, y la Navidad es una fiesta de la luz, una luz que no es obje-to de adoración sino símbolo de Cristo; es la fiesta que celebra la victoria de la luz sobre las tinie-blas, con un carácter redentor.

En El OriEntE cristianO

En el oriente cristiano la iglesia de Jerusalén celebraba la fiesta del nacimiento de Jesús el día 6 de ene-ro. Esta fiesta recibía el nombre de Epifanía por ser la primera mani-festación de Dios a los hombres en su naturaleza humana. La fiesta se celebraba no sólo en Jerusalén sino en todo el imperio oriental.

En el año 382 la peregrina Ege-ria, dama española que recorrió diversos países del Oriente cristia-no, llegó justamente para las fies-tas de Navidad y Epifanía a los lu-

gares santos de Jerusalén y Belén. Egeria describe en su “Itinerario” (381-384) todo lo que observó en esos países y en especial en la Tie-rra Santa acerca de las ceremonias o liturgias que tenían lugar en las conmemoraciones de Navidad, Epifanía, Cuaresma y Pascua.

Según las descripciones que se han conservado del “Itinerario” de Egeria y lo que se apunta en un Lexionario Armenio que se usaba en siglo V, el 5 de enero tenía lugar un acto litúrgico en el “lugar de los pastores” desde donde el pueblo y el clero se dirigían a Belén para cele-brar allí, el mismo día 5, en la gruta del nacimiento, la vigilia de la Epi-fanía y al día siguiente, 6 de enero, la fiesta principal en Jerusalén.

Egeria nos da un dato importante cuando nos dice que acabada la vi-gilia en Belén, volvían a Jerusalén a caballo, pero que como los monjes iban a pie tenían que ir despacio y así llegaban a Jerusalén “a la hora en que un hombre puede conocer a otro, es decir, cerca del amanecer, pero antes que haya luz”.

El lugar o iglesia de los pasto-res a que hace referencia Egeria es un sitio llamado generalmente “campo de los pastores” y se ha-lla a poco más de un kilómetro al oriente de Belén, en la llanura que se extiende al pie del pueblo de Beit Sahur. Según la tradición que atestiguan escritores bizantinos, medievales y modernos, es en este lugar donde el Ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús. Excavaciones recientes que se han hecho en el lugar confirman plena-mente la tradición de la iglesia de

los pastores que conoció Egeria en su oportunidad.

En el año 529 esta iglesia de Egeria fue destruida por los sa-maritanos durante su sublevación en Palestina; más tarde la iglesia fue reconstruida por Justiniano. Los franciscanos de Tierra Santa han venerado siempre la apari-ción del Ángel a los pastores en este lugar y ellos durante mucho tiempo fueron dueños principales del mismo.

las trEs misas dE navidad

En sus inicios, la fiesta de Navi-dad en Roma se celebraba con cier-ta sencillez y sólo tenía una misa, la más antigua e importante, que se celebraba por la mañana. Más tar-de surgió la misa de medianoche, idea que fue copiada de Jerusalén. La peregrina Egeria describe en su diario un servicio religioso con es-tas características que se celebraba en la gruta de Belén. Este servicio tenía lugar en la fiesta de Epifanía, no el día de Navidad, y la gente se reunía en la gruta para la misa de medianoche. Al amanecer todos volvían a Jerusalén donde se cele-braba una segunda misa.

En algún momento del siglo V esta costumbre se introdujo en Roma y así en la noche anterior a la Navidad el Papa celebraba misa en una capilla de la Basílica de Santa María la Mayor que tomó el nom-bre de “capilla del pesebre” pues recordaba la gruta de Belén. La misa “al amanecer” fue introducida en el siglo VI y ya fue practicada por el papa San Gregorio Magno,

que murió en el año 604. Este Papa, en una de sus homilías se refiere a las tres misas que se celebraban en Navidad pues una más se de-cía en honor de Santa Anastasia, mártir venerada en oriente. Hoy la celebración de las tres misas se ha omitido por las recientes reformas litúrgicas. Tal es el origen de las tres misas de Navidad.

Con el tiempo la fiesta de Na-vidad adquirió más importancia y de una conmemoración específica pasó a convertirse en un ciclo o tiempo litúrgico. Ya en el siglo IV se le unió la fiesta de la Epifanía, de origen oriental, y dos siglos más tarde aparece el período de preparación a la Navidad cono-cido como Adviento, de manera que hacia el siglo VII el Adviento, la Navidad y la Epifanía práctica-mente habían adquirido la forma y el contenido que conocemos en nuestro tiempo.

cOstumbrEs y dEvOciOnEs pOpularEs

Otras costumbres y prácticas fueron surgiendo en torno a la Navidad en el curso de los años y así surgió la práctica de poner un pesebre o nacimiento en las igle-sias y los hogares, tradición que se debe a San Francisco de Asís, quien en el año 1223 tuvo la idea de montar un nacimiento en bene-ficio del pueblo de Greccio, el día de Navidad. Años más tarde sur-gen los villancicos, el intercambio de regalos y el envío de felicita-ciones navideñas.

Otra costumbre nos habla de llevar regalos a los niños en la fies-ta de San Nicolás (6 de diciembre), el santo que proveyó de dotes a las tres hijas de un pobre hombre. En Alemania este uso se trasladó a Navidad y el portador de regalos no se llamaba ya San Nicolás sino el “Cristo Niño”. En Irlanda existía otra costumbre y era la de poner una vela encendida en la ventana de la casa la noche de Navidad. Era como señal de bienvenida a la Sagrada Familia pues se dejaba la puerta de entrada sin cerrar.

En Guatemala San Pedro de Be-tancourt, nuestro milagroso Her-mano Pedro, introdujo la costum-bre de hacer el nacimiento que hoy es una tradición extendida a todo el país y a todos los hogares católi-cos. Y así como éstas, existen otras costumbres propias de cada país o región que tienen como fin conme-morar un misterio que sobrepasa nuestra inteligencia, que cambió el rumbo de la historia y que plantea grandes exigencias en la fe.

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En el llamado Ciclo Navideño guatemalteco son conocidas

y muy celebradas algunas fechas en las cuales se rememoran acon-tecimientos fundamentalmente religiosos en los que el pueblo piadoso honra al Niño Jesús, Virgen Marìa y algunos pasajes propios o vinculados la vida de la Sagrada Familia, es por ello que la fiesta de N. S. de Concepción el 8 de diciembre y su víspera; N. S. de Guadalupe, Navidad y su víspera, Circuncisión y su víspe-ra, Santos Reyes y la festividad de Candelaria el 2 de febrero de cada año son las más conocidas de esas fiestas, sin embargo exis-ten otras celebraciones que pasan casi desapercibidas y algunas han desaparecido, en esta oportunidad se aludirá a tres celebraciones de esta naturaleza: la Expectación de Nuestra Señora, Festividad de los Desagravios de Nuestro Señor y el Dulce Nombre de Jesús.

-Festividad de la expecta-ción de nuestra señora

Era celebrada el 18 de diciem-bre como hoy día, en realidad esta celebración es conocida tam-bién como la de Nuestra Señora de la “O” o N. S. de la Esperanza; tuvo su origen en la Europa del siglo VII, sien-do hasta el siglo XVI cuando de allí pasó a Amé-rica y Guatema-la. Fue principal-

Mario Alfredo Ubico CalderónUniversidad de San Carlos de Guatemala

ALGUNAS FESTIVIDADES POCO CONOCIDAS DEL CICLO NAVIDEÑO

EN LA ÉPOCA COLONIALmente celebrada en la Capital del Reino en el templo parroquial de N. S. de Los Remedios y al pa-recer en Catedral. En Guatemala hoy día la imagen N. S. de Los Remedios patrona de la parroquia que se encuentra en el templo del Calvario en la 18 calle capitalina es una imagen de Virgen de La Expectación, es decir María ges-tante, a diferencia de España don-de las imágenes de Nuestra Seño-ra de Los Remedios usualmente tienen al Niño Jesús en los brazos. En el año 1780, en el último in-ventario de bienes de la parroquia de Los Remedios en La Antigua Guatemala incluido en la visita pastoral del arzobispo Cayetano Francos y Monroy poco tiempo antes de efectuarse el traslado se consignó, aparte del altar mayor donde estaba N. S. de Los Reme-dios, que se cree es la actual ima-gen titular, otro altar lateral donde está otra imagen de la Virgen de la

“O”, así llamada en el documento. En el año 1725 aparece como un “feriado” con asistencia a la cere-monia por parte de los integrantes de la Real Audiencia. Hoy día es celebrada esta festividad el mismo día 18 de diciembre en el templo parroquial de Los Remedios en la Ciudad Capital e incluye proce-sión, sin embargo muchas perso-nas poco o nada conocen de esta celebración.

-Festividad de los desagravios de nuestro señor

Esta festividad era en la Colo-nia para el año 1725 una de “ta-bla” es decir se hallaba escrita en una lista que era conocida en aquel entonces a la cual el Presidente y demás integrantes de Real Au-diencia asistían. Esta celebración era una realidad después de la fies-ta de Concepción, y el segundo día de Pascua de Navidad, es decir el

26 de diciembre. Al parecer esta festividad tiene origen en una dis-posición real de fecha 19 de junio de 1711 en la cual se ordena que fuera celebrada misa votiva, es decir, con la intención de pedir perdón por las profanaciones co-metidas por enemigos de la Iglesia en todos los territorios de España; no siendo la excepción en Gua-temala. Esta festividad dedicada a N. Señor Sacramentado debía ejecutarse como se mencionó el siguiente domingo a la fiesta de la Purísima, aunque en Guatemala al parecer se agregó lo del siguiente día de Navidad. Por ser una deci-sión real. Esta celebración dejó de tener vigencia al independizarse Guatemala de España.

-Festividad del dulce nombre de Jesús

Esta festividad era celebrada por religiosos franciscanos desde muchos años antes de la venida de

los españoles en el siglo XVI, en Guatemala la provincia francisca-na tuvo como nombre “Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala”, así mismo en la Capital del Reino, hoy La Antigua Guatemala, esta fiesta también fue muy celebrada por los monjes dominicos, ellos tuvieron en su templo un altar dedicado al Dulce Nombre de Jesús el cual se encon-traba en la capilla de San Jacinto. Se conoce que el recinto religioso del barrio de indígenas de Santo Domingo había en el año 1563 una cofradía del Nombre de Jesús y en el siglo XVIII en la ya funda-da parroquia de N. S. de Cande-laria había una cofradía del Niño Jesús. En el interior del Reino para el año 1696 había en el lejano pueblo de Mazatenango una cele-bración en el día del Dulce Nom-bre de Jesús por parte de la cofra-día de Jesús Nazareno, para el año 1707 se conoce en el contexto de

las ordenanzas de cofradía de Je-sús Nazareno de Guazacapán que el 14 de enero se celebraba la fiesta del Dulce Nom-bre de Jesús con vísperas, misa, procesión y ser-món. En el año 1725, en la Ca-pital del Reino el día 14 de enero “Día del Dulce Nombre de Jesús” era considerado un “feriado” que a pesar de no ser una festividad de “Tabla”, la Real Audiencia guar-daba. Hoy día en el templo domini-co capitalino con-tinúa esta celebra-ción los primeros días de enero de cada año, allí es colocada para ve-neración del pue-blo creyente una imagen del Niño Jesús.

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En este trabajo el denominado “Ciclo Navideño” alude al

conjunto de festividades religio-sas que dan inicio con la fiesta de la “Purísima” y su víspera, la ce-lebración de N. S. de Guadalupe, Nochebuena y Navidad, Santos Inocentes, festividad de la Cir-cuncisión y su víspera Año Nue-vo, festividad del Dulce Nombre de Jesús, la de los Santos Reyes, y finalmente la fiesta de la Pre-sentación o Candelaria.

Durante este lapso de tiempo hubo notable actividad devo-cional en la Capital del Reino, lo cual ha sido posible conocer en un artículo de este servidor titulado: “El Ciclo Navideño en el antiguo Reino de Guatemala” publicado en una compilación denominada “Apuntes Históri-cos del ciclo Navideño en Gua-temala publicado por el Conse-jo Nacional para la Protección de La Antigua Guatemala en el año 2007; sin embargo, ¿cómo eran las celebraciones de este ciclo en el interior del Reino?, realmente este asunto ha sido poco investigado; en esta opor-tunidad será posible vislumbrar algo de ello. En primer lugar se debe considerar que los pueblos del interior del Reino, incluidas las cabeceras de Corregimientos o Alcaldías Mayores, eran po-blaciones que tenían su plaza, templo parroquial o filial y ca-sas consistoriales, en torno a ese núcleo se encontraban las casas de los vecinos, pocas cubiertas de teja y sin duda la mayor parte cubiertas de paja o palma; con un escenario semejante se pue-de inferir que la pobreza fue omnipresente aunque no obs-táculo insalvable para celebrar con modestia algunas de las fes-tividades del ciclo que hoy es objeto de atención; por ejemplo en el antiguo corregimiento de

Mario Alfredo Ubico CalderónUniversidad de San Carlos de Guatemala

BREVES DATOS DEL CICLO NAVIDEÑO EN EL INTERIOR

DEL REINO DE GUATEMALA, SIGLO XVIII

Templo colonial del pueblo de San Gaspar Vivar, uno de los 72 poblados que rodearon La Capital del Reino. El patrón fue San Gaspar, uno de los Santos Reyes que la tradición popular señala con nombre. En la fachada aparecen sólo dos imágenes con iconografía propia de Reyes Magos y se cree que son Melchor y Baltasar dado que en el interior estaba San Gaspar.

En el segundo cuerpo de la fachada del templo de San Gaspar Vivar aparecen dos de los Reyes Magos que la tradición popular conoce por los nombres de Melchor y Baltasar.

Fotografía: Enrique Berdúo S.

Chiquimula de la Sierra que in-cluyó dentro de su jurisdicción unos 33 pueblos, se tiene para el año 1776, en tiempo del co-rregidor Francisco del Campo, que la celebración de la festivi-dad de N. S. de La Concepción era una realidad en los pueblos de Zacapa, Mataquescuintla y Santa Catarina Mita, poblacio-nes donde habían hermandades o cofradías activas dedicadas a La Purísima; en otros lugares como San Pedro Pinula y la po-blación ya citada de Santa Cata-rina Mita habían cofradías de-dicadas al Niño Dios, en otros casos habían cofradías dedica-

das al Dulce Nombre de Jesús como en Camotán y San Agustín Acasaguastlán, mientras que las cofradías dedicadas a N. S. de Candelaria eran numerosas dado que existían en San Sebastián Chimalapa (hoy Cabañas), San Pedro Pinula, Chiquimula de la Sierra que era la cabecera del corregimiento y en Jocotán.

Existió un lugar que sin ser un pueblo, tuvo un templo formal dedicado a N. S. de Guadalupe, fue el mayorazgo de Arrivillaga, el cual se encontraba situado en los alrededores del pueblo de Pe-tapa; en ese lugar la celebración de la festividad de N. S. debió ser

un acontecimiento que involu-craba a muchas personas de esta hacienda y comarcanas.

En algunos casos no existien-do cofradía dedicada al Niño Je-sús, la cofradía de Jesús Nazare-no poseía al menos una imagen del Dulce Nombre de Jesús como sucedió en Mazatenango impor-tante pueblo de la Alcaldía Ma-yor de Zapotitlán, lo cual permite pensar en que dicha celebración estaba a cargo de esta cofradía.

Hubo cofradías que desde la época Colonial fueron muy conocidas porque celebraron al Niño Dios como sucedió en el pueblo de Pampichi pertene-

ciente al Corregimiento del Valle de Guatemala, situado a orillas del lago de Amatitlán, lugar ser-vido por frailes dominicos.

Otras cofradías cobraron espe-cial importancia durante la Colo-nia dedicadas a N. S. de Cande-laria como sucedió en Chiantla, pueblo de la jurisdicción de la Alcaldía Mayor de Huehuetenan-go, lugar donde cobró notoriedad desde antiguo la imagen de N. S. de Candelaria.

Hubo lugares cuyo santo pa-trón fue precisamente N. S. de Concepción como sucedió en lu-gares como Escuintla, Chiquiri-chapa, Tutuapa, Tocoy para citar únicamente cuatro poblaciones, mientras que otras su santo pa-trón fueron los Santos Inocentes que es el caso de Parramos. En otros pueblos como sucedió en San Gaspar Vivar, pequeña po-blación colonial situada al sur de la Capital del Reino, hoy La An-tigua Guatemala el santo patrón fue San Gaspar, nombre emana-do de la tradición popular al igual que los otros Melchor y Baltasar. Otro pueblo que en antiguos do-cumentos se nombra como San Gaspar Cuyotenango y más a me-nudo como Santos Reyes Cuyo-tenango es un lugar que tuvo en la Colonia especial connotación en los primeros días del mes de enero de cada año.

En los anteriores lugares men-cionados y en muchos otros los piadosos pobladores que integra-ban las hermandades y cofradías celebraron a la luz de candelas y rezos, procesión y misa los días señalados, según su santo patrón; complementando tan magna oca-sión con la degustación de comida y bebida tradicionales, momentos de integración social que sin duda rompieron la monotonía cotidiana que hacían olvidar momentánea-mente sus precarias condiciones de vida, al tiempo que cobraban ánimo para proseguir su camino lleno de vicisitudes y obstáculos.

Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 20114 Suplemento Navideño Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 Suplemento Navideño 5

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Las celebraciones de fin de año son de las más esperadas en Guate-

mala, las mismas han estado presentes en el país desde los inicios de la domi-nación española y con el pasar de los siglos han ido adoptando las caracte-rísticas con las cuales se conocen en el presente.

En la apacible ciudad de Guatema-la de finales de 1911 gobernada por el presidente Manuel Estrada Cabrera, sus moradores se preparaban con an-ticipación para las festividades de fin de año. Desde octubre, la casa tipográ-fica Sánchez & Guise había impreso los calendarios para el año siguiente. Estos calendarios gozaron de gran popularidad en Guatemala desde fi-nales del siglo XIX hasta las primeras décadas del XX. La información que se presentaba era prácticamente de índole religiosa, los mismos contenían las últimas instrucciones del Vaticano, decretos o disposiciones especiales para la arquidiócesis de Guatemala, así como las principales festividades reli-giosas que se iban a suscitar a lo largo del año. Completaba el calendario sec-ciones literarias con aportes de autores nacionales y extranjeros.

Los pocos periódicos y revistas católicas disponibles de la época pre-sentan aspectos y noticias que dan una idea de cómo se celebró el ciclo de festividades de fin de año, en una ciudad en la que rara vez se suscitaban hechos de violencia. Las celebraciones de fin de año iniciaron con las solem-nes fiestas en honor a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, las cuales fueron de gran pompa en los templos de San Francisco, Catedral Metropolitana y en el de Concepción, hoy desaparecido, en éste último hubo un jubileo de 40 horas. Los rezos del novenario fueron acompañados de alegres cantos, que anunciaban la lle-gada de Navidad.

Cuatro días después, los citadinos celebraron a Nuestra Señora de Gua-dalupe, para lo cual las calles aleda-ñas al templo fueron adornadas con arcos de flores y frutas, así como de vistosos cortinajes. Ya para ese año era costumbre vestir a los niños con trajes indígenas de las distintas regiones del país, quienes solían reproducir escenas de la vida cotidiana del indígena gua-temalteco, en las que los cacaxtes, ca-nastos, escobas y animales de corral no podían faltar. La revista El Ideal en su edición del 15 de diciembre de 1911, abogaba porque esta costumbre no se fuera a extinguir, ya que veía en la misma una forma piadosa e indirecta de poner a la niñez bajo el amparo de

Deyvid MolinaUniversidad de San Carlos de Guatemala

LAS CELEBRACIONES DE FIN DE AÑO EN GUATEMALA EN 1911

la Virgen del Tepeyac.En el Diario de Centro

América del 5 de diciem-bre de 1911 en su página 8 se lee lo siguiente: “Co-menzó la venta de jugue-tes, flores, riscos, pastos y otros muchos diversos ob-jetos, con que adornar los ‘nacimientos’ el 24 de este mes en la noche. Núcleo principal de esta venta es el Portal del Ayuntamien-to.” Al parecer los porta-les de El Comercio y del Ayuntamiento, fueron los lugares destinados para el comercio de artículos na-videños por años, prueba de ello es una fotografía anterior a los terremotos de 1917 y 1918, en la que se puede observar árboles y otros objetos propios de la época colocados en las cercanías del atrio de Catedral Me-tropolitana.

Ya para ese año, las celebracio-nes de fin de año poseían además de un sentido religioso enraizado en la identidad de los capitalinos, otro co-mercial tan característico del presente. La mayoría de comercios establecidos en la ciudad de Guatemala ofrecían a su clientela mercaderías traídas espe-cialmente para la época. La Joyería y Relojería “La Marquesa” de Salvador Krolik, ubicada en el Gran Hotel tenía la última novedad en joyas modernas, así como el más completo surtido de diamantes y otras mercaderías.

El Almacén Nuevo, propiedad de Máximo Kosak había traído conser-vas frescas importadas de Alemania, Francia, Inglaterra, Estados Unidos y España. Entre los productos españo-les destacaban las uvas, salchichón, chorizo extremeño, almendras y ga-

lletas “La Gloria”, originarias de Bar-celona y que se encontraban en 30 di-ferentes clases. Lo mejor de las cerve-zas alemanas se vendía en el Almacén Nuevo, entre ellas: Horbrau, León, Fürstemberg y Apollinaris. De igual forma se distribuían aguas minerales de las marcas Fachinger, Biliner y Sauerbrunnen. En el mismo almacén se podían adquirir fonógrafos Edison y Víctor; además de vitrolas, las que se anunciaban a bajo precio. El Alma-cén Nuevo se ubicaba en la 7 Avenida Sur, número 9.

Para los chiquillos el Almacén Saravia Hnos., disponía de diversi-dad de juguetes: juegos de muebles, casas de muñecas, muñecos, ferro-carriles y vapores de cuerda, solda-ditos, trompetas y animales. En ese mismo almacén situado en el Portal del Comercio y Pasaje Aycinena se vendían decoraciones, adornos y

bibelots (muñecos) para adornar los arbolitos de Navidad.

La Casa Uribe y Luján, así como su sucursal ubicadas en la 8 y 9 avenida sur respectivamente, anunciaban el 20 de diciembre de 1911 que acaban de recibir mazapanes alemanes y españo-les, así como elegantes cajas de bom-bones y otras mercaderías. Sin duda alguna estos productos se sirvieron como postres en varios de los hogares guatemaltecos en la cena de Navidad.

En el campo religioso, desde el 16 de diciembre habían iniciado las nove-nas en honor a la Natividad del Señor, así como las posadas que finalizaban en Noche Buena.

El 24 de diciembre en todas las iglesias quedaba prohibido desde las 12 del medio día tocar las campanas por los fallecidos y cantarse el oficio de los difuntos. Por la tarde del 24 se realizaron vísperas solemnes en varios

templos, y en Catedral Metropolitana por la noche maitines. Mien-tras que en la iglesia de Santo Domingo se administró a los fieles la comunión en la misa de media noche.

La noche del do-mingo 24 de diciembre tuvo lugar la tradicional Misa de Gallo, la cual fue celebrada con gran entusiasmo y conside-rable afluencia de per-sonas, prácticamente en todas las iglesias de la ciudad capital. La revista El Ideal en su edición del 1 de enero de 1912, da una pe-queña reseña de cómo

fueron esas celebraciones, destacando la misa oficiada en el Cerrito del Car-men; así como el elaborado y artístico nacimiento realizado en la iglesia de San José. Otras personas efectuaron reuniones familiares a la espera de las 12 de la noche, en la cual se acostum-braba realizar rezos en honor al Niño Jesús. Señala la misma revista que por doquiera se escuchaban pitos, tambo-res y otros instrumentos musicales que eran el acompañamiento de rezos del rosario y novenas. En casi todas las ca-sas se colocaban nacimientos, muchos de los cuales eran auténticas obras de arte. En los hogares donde no existían grandes nacimientos, siempre había un lugar destinado para la imagen del Niño Dios.

La Dirección General de Telégra-fos y Teléfonos Nacionales hacía del conocimiento de la población que des-de el 20 de diciembre se aceptarían en las oficinas telegráficas de toda la re-pública mensajes de felicitaciones de Año Nuevo para ser entregados el 1 de enero del año siguiente.

Para despedir el año 1911 muchas personas organizaron reuniones de confianza en sus residencias; otras se marcharon al interior del país, espe-cialmente a la costa sur y a La Antigua Guatemala, regresando días después para reintegrase a las labores cotidianas y al inicio del nuevo año. También fa-milias provenientes de varias regiones del país arribaron a la capital a pasar las fiestas de fin de año.

Por lo que se desprende de la in-formación periodística de la época, el árbol navideño, hoy tan popular, era algo que aún no estaba en boga en los hogares capitalinos. Seguramente esta costumbre la trajeron a Guatemala los alemanes llegados a Guatemala en el último tercio del siglo XIX, y paulati-namente se fue infiltrando en las élites citadinas, hasta extenderse al resto de habitantes. Tampoco se hace mención, salvo una pequeña composición apare-cida en la revista El Ideal a la figura de Santa Claus. Por lo que se puede infe-rir que este personaje se popularizó en Guatemala después de los movimien-tos sísmicos de 1917 y 1918, y con la finalización de la Primera Guerra Mundial en 1918.

Fue de esa forma en que la po-blación de la ciudad de Guatemala celebró las festividades de fin de año, en un lejano 1911, época en la cual el sentido propiamente religioso de la Natividad del Niño Jesús estaba vi-gente con gran fuerza, y en el cual el comercio y consumo ya estaban ga-nando espacio, tal como sucede en el presente. Quede este artículo como un aporte a la memoria histórica de la cultura popular guatemalteca en sus manifestaciones religiosas.

Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 20114 Suplemento Navideño Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 Suplemento Navideño 5

Page 6: Suplemento Navideño 2011

En Guatemala tradicionalmente el ciclo de Navidad da inicio

con la fiesta de Nuestra Señora de Concepción el día 8 de diciembre y finaliza con la celebración de Nuestra Señora de Candelaria el 2 de febrero. En este tiempo ocurren varias festividades de gran impor-tancia para muchísimos piadosos guatemaltecos; la fiesta de Con-cepción es una singular celebración que tiene en la víspera por la noche un motivo de gran festejo y rego-cijo popular en la llamada Quema del Diablo, prosigue con el día de Nuestra Señora de Guadalupe el día 12, Nochebuena el día 24 , la mag-na fiesta de Navidad el 25, continúa la festividad del día de los Santos Inocentes el 28 de diciembre; luego con la fiesta de Santa María Madre de Dios el 1 de enero (conocida tam-bién como de la Circuncisión), con-tinúa el 6 de enero con la festividad de la Epifanía llamada también de los Santos Reyes Magos y culmina con la festividad de Candelaria el 2 de febrero.

De tal manera que uno de los per-sonajes singulares de la historia y la representación del nacimiento de Cristo es San José, cuya importan-cia no viene ni de su ascendencia, ni de sus actividades o relaciones, ni siquiera de sus virtudes, sino más bien de su título de “esposo de Ma-ría de la cual nació Jesús”. Induda-blemente que en los planes de la en-carnación del hijo de Dios, San José es el tercer personaje de este plan divino, pues no puede separársele ni de Jesús ni de María, ya que los tres son los actores principales del gran misterio, tal y como lo apun-ta el evangelista San Mateo cuando

nos dice: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo”. Por eso el cristianismo ha considerado siempre en sus pensamientos y afec-tos y en la historia de la salvación, que Jesús, María y José forman una trinidad inseparable.

José, esposo de María, es hijo de la familia de Jacob o de Helí, de la familia de David. San Mateo y San Lucas anotan la ascendencia del pa-triarca. Ambos evangelistas confir-man que José es del linaje de David. Aparte de estos datos se sabe muy poco. No se conoce la fecha y el lugar de su nacimiento aunque mu-chos apuntan que es originario de Nazaret. De su muerte, en un texto copto apócrifo, se apunta que José murió el día 26 del Epep, que co-rresponde al 20 de julio de nuestro calendario; su muerte se recuerda en ese día. Lo que sí es cierto es que los Evangelios ubican a María y José como ciudadanos de Nazaret y que, una vez nacido Jesús en Be-lén, retornan a Nazaret donde Jesús al lado de sus padres crece en sabi-duría y conocimiento.

Lo que sí es seguro es que José ejercía la profesión de textoon (del griego) que es equivalente a carpin-tero. Si bien José es pocas veces mencionado en el Nuevo Testamen-to, lo cierto del caso es que está es-trechamente vinculado a los prime-ros años de Jesús y la última vez en que se le menciona es cuando Jesús hace la primera predicación en la Si-nagoga. Después de esta aparición pública ya no se le vuelve a men-cionar, pero es seguro que siguió junto a Jesús y María y que, según parece, murió antes del sacrificio del Calvario.

Antiguamente la Iglesia dedica-ba el 8 de diciembre a la fiesta del

Celso A. Lara FigueroaUniversidad de San Carlos de Guatemala

LA NOCHEBUENA EN GUATEM ALA: TRADICIONES Y FIESTASevangelistas.

Para la época colonial en Santia-go capital del reino, hoy La Antigua Guatemala, el ciclo navideño fue motivo de importantes y diversas manifestaciones de culto interno y externo en esos días. Sin embargo, no todas esas celebraciones fueron llevadas a cabo en un sólo templo sino en varios y muchas veces en forma simultánea; es así como la tradicional festividad de Concep-ción era celebrada en muchos tem-plos de la capital de Santiago pero de especial manera en el templo franciscano y en la capilla de la Ve-nerable Orden Tercera donde había altares dedicados a la Virgen; en otros lugares también existían alta-res permanentes dedicados a N. S. de Concepción como en Catedral, La Merced, templo del Colegio de Misioneros de Cristo Crucificado, Recoletos; en el templo de religio-sas de Nuestra Señora de Concep-ción, para no mencionar más que algunos; para el siglo XVIII muchos templos más poseían imaginería con la especifica advocación de Concep-ción, inclusive algunos considera-dos pequeños como sucedía con el templo de Santa Lucía, lugar en el cual desde nueve días antes de la Pascua de Nochebuena y Navidad eran celebradas misas, siendo la del magno día oficiada a las tres de la mañana y cantada.

Era de especial connotación la imagen de Nuestra Señora de la Anunciación (festividad que tra-dicionalmente es celebrada el 25 de marzo, es decir 9 meses antes de la Navidad) en el templo de los religiosos jesuitas conocida como Nuestra Señora de la Anunciata; esta representación alude al mo-mento cuando el arcángel San Ga-briel saludó a la Virgen y le dijo que por obra del Espíritu Santo había quedado encinta. Dicha imagen se hallaba alojada en el templo jesuita cuyo altar sirvió el Santo Hermano Pedro de Betancur durante años, sin duda durante el ciclo navideño esta importante imagen fue visitada no sólo por los acostumbrados devotos sino por muchos vecinos de la capi-tal del reino.

La devoción a la Virgen de Gua-dalupe se introdujo en la capital del reino cuando menos desde el siglo XVII en altares permanentes como sucedió en Catedral, en Belén donde había capilla y retablo, para el año 1769 esta capilla poseía un lienzo de la Virgen de vara y media, así como un tablero pintado con el tema de la Anunciación, dos angelitos de talla y las imágenes de San José y San Juan Bautista; mientras que en el si-glo XVIII otros templos más tuvie-ron sendos lienzos.

Las posadasLa tradición de las posadas que

tanto incentivó el Santo Hermano Pedro de Betancur tuvo en el templo del Calvario una sede alegre donde la población manifestó en muchas ocasiones su regocijo. Asimismo, la tradición de efectuar Nacimientos era llevada a cabo en todos los tem-plos de la capital del reino, y al igual que las posadas destaca sin duda el grande esfuerzo del Santo Hermano Pedro por aumentar la devoción a la Natividad de Jesucristo.

En el templo del Hospital de Be-lén, cuyo fundador fue el mismo Santo Hermano Pedro, había una imagen de Concepción en su altar; para el año 1769 se conoce por medio de los inventarios de bie-nes religiosos del templo de Belén realizado por el fraile Juan de San Joseph en la entrega del conjunto monumental y sus bienes a fray Ma-nuel de San Antonio por ausencia del prior fray Pascual de San Jose-ph que en el citado templo del Hos-pital existía entre las imágenes de gran devoción las siguientes: “Pri-meramente una imagen de nuestra Señora La Patrona con el Niño en los brazos puesta en un trono nue-vo de madera dorado, con espejo de cristal por delante, a los lados, en el

respaldo, en el cielo y en sus rema-tes” en el altar mayor. Asimismo, agrega otros bienes: “Dos imágenes de Nuestra Señora y Señor San José grandes, dos Niños Jesús, todo de talla y forma el misterio del Naci-miento”; algo similar tendría tiempo después el Beaterio de Belén de las religiosas betlemitas, poseían en el altar mayor del templo “una Nues-tra Señora y Señor San José de vara con el Niño Jesús de vestir con un vestido de tisú cada imagen”, este templo posee en su fachada una cé-lebre representación del Nacimiento obrado en ladrillo y estuco de gran belleza en el cual es posible ob-servar a un lado la efigie del Santo Hermano Pedro quien acompaña la excelsa escena.

La celebración de la Nochebue-na fue muy importante al grado que en 1708 se tiene en el templo de la Escuela de Cristo a doña Isabel Te-resa de Armas y Ayala vecina de la capital del reino asegurando fondos por medio de una escritura otorgada ante escribano para que dicha fes-tividad fuera celebrada de la mejor manera posible; en la Nochebuena salía del Hospital de Belén un re-zado con las imágenes de la Virgen

María y San José acompañados de gran gentío rezando el Santo Ro-sario, esta devota actividad era otra iniciativa del Santo Hermano Pedro, y de hecho una posada en todo el sentido de la palabra.

Para el siglo XVIII en los tem-plos parroquiales de Candelaria y San Sebastián no se reportan imá-genes de Concepción. Sin embar-go, en el segundo de los templos mencionados destaca la veneración por Nuestra Señora de la Esperan-za, bella imagen venerada cuando menos desde la primera mitad del siglo XVII y su nombre alude a una imagen de la Virgen de la Expecta-ción mientras que en el templo pa-rroquial de Nuestra Señora de Los Remedios aunque había altar de Concepción (año 1739) la imagen titular era una virgen llamada de Los Remedios pero esta imagen no pre-senta los atributos iconográficos que marca la tradición hispánica y luego mexicana, de ser una imagen con el Niño Jesús en su brazo izquierdo y coronada; en realidad la virgen de los Remedios de Guatemala es una imagen de Nuestra Señora de la Ex-pectación, y por lo tanto muy cele-brada en ese tiempo.

La festividad del 28 de diciem-bre dedicada a los Santos Inocentes recuerda la muerte cruel de mu-chos niños por orden de Herodes, al igual que la festividad anterior no se tradujo en capillas o altares permanentes en los templos de Santiago, y sí lo fue en un peque-ño pueblo situado cerca de la ca-pital del reino como es Parramos, población donde el santo patrón es precisamente los Santos Inocentes, en este lugar debió ser de especial importancia este día.

La festividad de la Circuncisión del 1 de enero no tuvo especial con-notación en alguno de los templos de la ciudad. Sin embargo debió ser celebrada de forma especial en la capilla de Santa Ana de los Natura-les, adjunta al templo franciscano. En ese recinto era venerada una be-lla imagen de Niño Jesús conocida en los documentos coloniales como el Niño Jesús de la Veracruz.

En la conmemoración de la Epi-fanía o Día de Reyes se llevaba a cabo en la capital del reino, a inicia-tiva del Santo Hermano Pedro, con una procesión que salía del templo mercedario con destino al de Belén, en ella eran conducidas las imáge-nes de los Santos Reyes. Sin em-bargo, esta celebración no pareció traducirse en altares permanentes en los templos de Santiago capital del reino, lo cual posibilitó que el cercano pueblo de San Gaspar Vi-var tuviera en esta época del año un momento singular.

En efecto, el nombre Gaspar co-rresponde a uno de los Magos cu-yos nombres mantiene la tradición

popular, siendo los otros Baltasar y Melchor; todos aparecen represen-tados en el retablo principal del tem-plo del pueblo de San Gaspar hoy en el Museo de Arte Colonial de La Antigua Guatemala, San Gaspar es obra de escultura y los otras imáge-nes son pinturas de tablero.

Finalmente, en el templo de Nuestra Señora de Candelaria, la imagen titular era Nuestra Señora de Candelaria o de la Purificación, cuya fecha principal es el 2 de febre-ro; este día cierra el ciclo navideño y debió ser una festividad notable para la ciudad de Santiago al grado de hacer insuficiente el templo para albergar la gran cantidad de perso-nas que acudían al mismo, desde personajes de la vida política y eco-nómica hasta humildes campesinos comarcanos.

de imágenes y Veneración

Para conmemorar el nacimiento de Cristo, los artistas guatemaltecos realizaron tallas en madera estofa-da con atributos de plata, muchos para los templos pero también de carácter doméstico, que representan al misterio de Belén integrado por el Señor San José, la Virgen María ambos en posición de adoración y el Niño Dios.

Por lo general, las obras fueron realizadas en madera y luego encar-nadas y estofadas que se comple-mentan con coronas imperiales de plata mestiza o sobredorada, para San José y la Virgen María y res-plandor del mismo metal, con las mismas características para el Niño Jesús y una vara de plata sin sobre-dorado para el padre de Jesús.

El Señor San José se representa con una talla elaborada con incli-nación hacia la derecha, su cabe-llo ensortijado, corto, cae has-ta cubrir total-mente el cue-llo, figura como un hombre de 30 años aproxi-madamente. El rostro está en-carnado tiene definidas sus cejas en forma arqueada, acen-tuando los ojos avellanados, al-gunos de vidrio soplado y pin-tado. La nariz tiene un ángulo de 45 grados y abajo la boca pequeña entre-abierta, enmar-cada entre los bigotes y la pro-longación trian-gular de la bar-

patrocinio de San José. Hoy esta fiesta se ha trasladado al 19 de mar-zo y a San José se le venera como el patrono de la Iglesia Universal. También es patrono de la buena muerte, de las familias cristianas, de los trabajadores y los pobres y de las almas de sacerdotes y religiosos.

En el arte religioso suele repre-sentarse la más bella y hermosa imagen de San José: cuando tiene a Jesús Niño en sus brazos. Por eso nos interesa destacar a San José pa-dre, característica que se refleja en todos los pasajes del Nuevo Testa-mento que recogen los evangelistas y en los cuales la paternidad de San José es siempre exaltada.

El evangelista San Mateo narra la adoración de los Magos y la im-portante participación que San José tuvo cuando un Ángel le anunció en sueños que tomara al niño y a su madre y salieran de la tierra de Is-rael para salvarlo de la matanza que había ordenado Herodes. Es lo que se conoce como la huida a Egipto y la matanza de los niños inocentes. Posteriormente, el Ángel anunció nuevamente a José que podían re-tornar a la tierra de Israel y, luego de esta advertencia, la Sagrada Familia hizo viaje de vuelta a la ciudad de Nazaret para que se cumpliese lo di-cho por los profetas: que Jesús sería llamado Nazareno.

Finalmente, las sagradas escritu-ras nos dicen que el niño Jesús cre-cía y se fortalecía lleno de sabidu-ría y que a los 12 años, al subir sus padres a Jerusalén, Jesús se quedó en esa ciudad sin que sus padres lo advirtieran, pensando que él iba en la caravana. Sus padres anduvieron camino de un día y lo buscaron y, al no hallarle, volvieron a Jerusalén en busca suya; al cabo de tres días lo encontraron en el templo y aquí

n u e v a m e n t e San José es re-conocido como el padre de Je-sús, cuando su madre le dice: “¿Hijo, por qué nos has hecho esto?, mira que tu padre y yo, apenados, an-dábamos bus-cándote”. De aquí en adelan-te los Evange-lios no vuelven a mencionar a José. Al pare-cer la misión de San José está cumplida. Ya Jesús está pres-to a iniciar su vida pública y hacia Él se en-caminan las na-rraciones de los

ba que se parte en dos a la altura del mentón, con espacios prolongados entorchados.

En el barroco, los brazos están en pleno movimiento. El derecho se mueve hacia el pecho, en señal de reverencia y amor hacia el Niño Je-sús, ya que su mano abierta se cen-tra en el pecho y señala con el índice el corazón. El derecho con una incli-nación de 45 grados, deja una mano entreabierta para sostener la varita florecida, que es evocada con una forma realizada en plata con flores abiertas. Esta posición caracteriza a las representaciones Josefinas en Guatemala, ya que unifica el crite-rio que los artistas utilizaron para colocar a San José al momento de adorar al Niño Dios. Su cuerpo está totalmente cubierto, solo deja vi-sibles las dos manos y un pie hacia la parte de atrás, el cual se muestra ligeramente inclinado vestido con una sandalia.

La talla de la Virgen María está también en posición de adoración para acompañar al Niño Jesús en el Pesebre junto a la imagen del Señor San José. Tiene una inclinación ha-cia la izquierda, con rostros y manos encarnadas y el cuerpo cubierto con estofes de variados diseños.

La cabeza está cubierta con man-to blanco, el cabello ensortijado con un mechón de cabello que cae hacia el lado izquierdo, mientras que el resto pende sobre los hombros y cae hasta la cintura, formando suaves formas de S un detalle muy propio del siglo XVIII en las tallas gua-temaltecas, pero que sin duda está inspirado en las típicas formas que el cabello de las figuras representa-das en pinturas y esculturas del re-nacimiento europeo. El rostro está encarnado hasta mostrar el cuello. Los ojos avellanados, con la ceja

semicircular, la nariz detallada con perfil perfecto, boca cerrada peque-ña, labios rojos, de su oreja derecha pende un arete antiguo de oro.

La pieza central del Nacimiento es la talla del Niño Dios representa-do por una graciosa escultura, cuyo cuerpo igual que en el caso de sus padres, tiene la misma fuerza es-cultórica de otras obras de mayores dimensiones. Su cuerpo presenta el clásico movimiento de los Niños Dioses chapines, primero con un rostro de un niño de más de un año, pero en el cuerpo de un neonato, esta vez revestido de un pañal, lo cual lo enlaza más hacia el inicio del siglo XIX cuando las tallas del Niño Dios se hicieron pudorosas, situación que empezó a manifes-tarse desde fines del XVIII. Posee giro en la cabeza, que busca endul-zar a sus espectadores con una leve sonrisa, mirada suave y un rostro de pómulos pronunciados en una carita casi redonda. El cuerpo pre-senta detalles de líneas de gordura a nivel del vientre, las piernitas y los brazos.

Los bracitos se mueven en po-sición usual en los Niños Dios de Guatemala, con las manos levanta-das, la derecha en señal de bendi-ción, siguiendo la posición de un Pantocrátor y la otra busca acoger a la humanidad, también basada en la misma forma en que están las imá-genes pintadas de los Cristos colo-cados en los ábsides medievales de las regiones españolas.

Las piernas dejan lugar a mos-trar el típico pataleo de los Niños de Guatemala, dándole la gracia de un recién nacido. Posee un resplandor de plata sobredorada o mestiza que presenta las tres potencias adheridas sobre los rayos, demostrando la ma-jestad de Dios.

Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 Suplemento Navideño 7Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 20116 Suplemento Navideño

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En Guatemala tradicionalmente el ciclo de Navidad da inicio

con la fiesta de Nuestra Señora de Concepción el día 8 de diciembre y finaliza con la celebración de Nuestra Señora de Candelaria el 2 de febrero. En este tiempo ocurren varias festividades de gran impor-tancia para muchísimos piadosos guatemaltecos; la fiesta de Con-cepción es una singular celebración que tiene en la víspera por la noche un motivo de gran festejo y rego-cijo popular en la llamada Quema del Diablo, prosigue con el día de Nuestra Señora de Guadalupe el día 12, Nochebuena el día 24 , la mag-na fiesta de Navidad el 25, continúa la festividad del día de los Santos Inocentes el 28 de diciembre; luego con la fiesta de Santa María Madre de Dios el 1 de enero (conocida tam-bién como de la Circuncisión), con-tinúa el 6 de enero con la festividad de la Epifanía llamada también de los Santos Reyes Magos y culmina con la festividad de Candelaria el 2 de febrero.

De tal manera que uno de los per-sonajes singulares de la historia y la representación del nacimiento de Cristo es San José, cuya importan-cia no viene ni de su ascendencia, ni de sus actividades o relaciones, ni siquiera de sus virtudes, sino más bien de su título de “esposo de Ma-ría de la cual nació Jesús”. Induda-blemente que en los planes de la en-carnación del hijo de Dios, San José es el tercer personaje de este plan divino, pues no puede separársele ni de Jesús ni de María, ya que los tres son los actores principales del gran misterio, tal y como lo apun-ta el evangelista San Mateo cuando

nos dice: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo”. Por eso el cristianismo ha considerado siempre en sus pensamientos y afec-tos y en la historia de la salvación, que Jesús, María y José forman una trinidad inseparable.

José, esposo de María, es hijo de la familia de Jacob o de Helí, de la familia de David. San Mateo y San Lucas anotan la ascendencia del pa-triarca. Ambos evangelistas confir-man que José es del linaje de David. Aparte de estos datos se sabe muy poco. No se conoce la fecha y el lugar de su nacimiento aunque mu-chos apuntan que es originario de Nazaret. De su muerte, en un texto copto apócrifo, se apunta que José murió el día 26 del Epep, que co-rresponde al 20 de julio de nuestro calendario; su muerte se recuerda en ese día. Lo que sí es cierto es que los Evangelios ubican a María y José como ciudadanos de Nazaret y que, una vez nacido Jesús en Be-lén, retornan a Nazaret donde Jesús al lado de sus padres crece en sabi-duría y conocimiento.

Lo que sí es seguro es que José ejercía la profesión de textoon (del griego) que es equivalente a carpin-tero. Si bien José es pocas veces mencionado en el Nuevo Testamen-to, lo cierto del caso es que está es-trechamente vinculado a los prime-ros años de Jesús y la última vez en que se le menciona es cuando Jesús hace la primera predicación en la Si-nagoga. Después de esta aparición pública ya no se le vuelve a men-cionar, pero es seguro que siguió junto a Jesús y María y que, según parece, murió antes del sacrificio del Calvario.

Antiguamente la Iglesia dedica-ba el 8 de diciembre a la fiesta del

Celso A. Lara FigueroaUniversidad de San Carlos de Guatemala

LA NOCHEBUENA EN GUATEM ALA: TRADICIONES Y FIESTASevangelistas.

Para la época colonial en Santia-go capital del reino, hoy La Antigua Guatemala, el ciclo navideño fue motivo de importantes y diversas manifestaciones de culto interno y externo en esos días. Sin embargo, no todas esas celebraciones fueron llevadas a cabo en un sólo templo sino en varios y muchas veces en forma simultánea; es así como la tradicional festividad de Concep-ción era celebrada en muchos tem-plos de la capital de Santiago pero de especial manera en el templo franciscano y en la capilla de la Ve-nerable Orden Tercera donde había altares dedicados a la Virgen; en otros lugares también existían alta-res permanentes dedicados a N. S. de Concepción como en Catedral, La Merced, templo del Colegio de Misioneros de Cristo Crucificado, Recoletos; en el templo de religio-sas de Nuestra Señora de Concep-ción, para no mencionar más que algunos; para el siglo XVIII muchos templos más poseían imaginería con la especifica advocación de Concep-ción, inclusive algunos considera-dos pequeños como sucedía con el templo de Santa Lucía, lugar en el cual desde nueve días antes de la Pascua de Nochebuena y Navidad eran celebradas misas, siendo la del magno día oficiada a las tres de la mañana y cantada.

Era de especial connotación la imagen de Nuestra Señora de la Anunciación (festividad que tra-dicionalmente es celebrada el 25 de marzo, es decir 9 meses antes de la Navidad) en el templo de los religiosos jesuitas conocida como Nuestra Señora de la Anunciata; esta representación alude al mo-mento cuando el arcángel San Ga-briel saludó a la Virgen y le dijo que por obra del Espíritu Santo había quedado encinta. Dicha imagen se hallaba alojada en el templo jesuita cuyo altar sirvió el Santo Hermano Pedro de Betancur durante años, sin duda durante el ciclo navideño esta importante imagen fue visitada no sólo por los acostumbrados devotos sino por muchos vecinos de la capi-tal del reino.

La devoción a la Virgen de Gua-dalupe se introdujo en la capital del reino cuando menos desde el siglo XVII en altares permanentes como sucedió en Catedral, en Belén donde había capilla y retablo, para el año 1769 esta capilla poseía un lienzo de la Virgen de vara y media, así como un tablero pintado con el tema de la Anunciación, dos angelitos de talla y las imágenes de San José y San Juan Bautista; mientras que en el si-glo XVIII otros templos más tuvie-ron sendos lienzos.

Las posadasLa tradición de las posadas que

tanto incentivó el Santo Hermano Pedro de Betancur tuvo en el templo del Calvario una sede alegre donde la población manifestó en muchas ocasiones su regocijo. Asimismo, la tradición de efectuar Nacimientos era llevada a cabo en todos los tem-plos de la capital del reino, y al igual que las posadas destaca sin duda el grande esfuerzo del Santo Hermano Pedro por aumentar la devoción a la Natividad de Jesucristo.

En el templo del Hospital de Be-lén, cuyo fundador fue el mismo Santo Hermano Pedro, había una imagen de Concepción en su altar; para el año 1769 se conoce por medio de los inventarios de bie-nes religiosos del templo de Belén realizado por el fraile Juan de San Joseph en la entrega del conjunto monumental y sus bienes a fray Ma-nuel de San Antonio por ausencia del prior fray Pascual de San Jose-ph que en el citado templo del Hos-pital existía entre las imágenes de gran devoción las siguientes: “Pri-meramente una imagen de nuestra Señora La Patrona con el Niño en los brazos puesta en un trono nue-vo de madera dorado, con espejo de cristal por delante, a los lados, en el

respaldo, en el cielo y en sus rema-tes” en el altar mayor. Asimismo, agrega otros bienes: “Dos imágenes de Nuestra Señora y Señor San José grandes, dos Niños Jesús, todo de talla y forma el misterio del Naci-miento”; algo similar tendría tiempo después el Beaterio de Belén de las religiosas betlemitas, poseían en el altar mayor del templo “una Nues-tra Señora y Señor San José de vara con el Niño Jesús de vestir con un vestido de tisú cada imagen”, este templo posee en su fachada una cé-lebre representación del Nacimiento obrado en ladrillo y estuco de gran belleza en el cual es posible ob-servar a un lado la efigie del Santo Hermano Pedro quien acompaña la excelsa escena.

La celebración de la Nochebue-na fue muy importante al grado que en 1708 se tiene en el templo de la Escuela de Cristo a doña Isabel Te-resa de Armas y Ayala vecina de la capital del reino asegurando fondos por medio de una escritura otorgada ante escribano para que dicha fes-tividad fuera celebrada de la mejor manera posible; en la Nochebuena salía del Hospital de Belén un re-zado con las imágenes de la Virgen

María y San José acompañados de gran gentío rezando el Santo Ro-sario, esta devota actividad era otra iniciativa del Santo Hermano Pedro, y de hecho una posada en todo el sentido de la palabra.

Para el siglo XVIII en los tem-plos parroquiales de Candelaria y San Sebastián no se reportan imá-genes de Concepción. Sin embar-go, en el segundo de los templos mencionados destaca la veneración por Nuestra Señora de la Esperan-za, bella imagen venerada cuando menos desde la primera mitad del siglo XVII y su nombre alude a una imagen de la Virgen de la Expecta-ción mientras que en el templo pa-rroquial de Nuestra Señora de Los Remedios aunque había altar de Concepción (año 1739) la imagen titular era una virgen llamada de Los Remedios pero esta imagen no pre-senta los atributos iconográficos que marca la tradición hispánica y luego mexicana, de ser una imagen con el Niño Jesús en su brazo izquierdo y coronada; en realidad la virgen de los Remedios de Guatemala es una imagen de Nuestra Señora de la Ex-pectación, y por lo tanto muy cele-brada en ese tiempo.

La festividad del 28 de diciem-bre dedicada a los Santos Inocentes recuerda la muerte cruel de mu-chos niños por orden de Herodes, al igual que la festividad anterior no se tradujo en capillas o altares permanentes en los templos de Santiago, y sí lo fue en un peque-ño pueblo situado cerca de la ca-pital del reino como es Parramos, población donde el santo patrón es precisamente los Santos Inocentes, en este lugar debió ser de especial importancia este día.

La festividad de la Circuncisión del 1 de enero no tuvo especial con-notación en alguno de los templos de la ciudad. Sin embargo debió ser celebrada de forma especial en la capilla de Santa Ana de los Natura-les, adjunta al templo franciscano. En ese recinto era venerada una be-lla imagen de Niño Jesús conocida en los documentos coloniales como el Niño Jesús de la Veracruz.

En la conmemoración de la Epi-fanía o Día de Reyes se llevaba a cabo en la capital del reino, a inicia-tiva del Santo Hermano Pedro, con una procesión que salía del templo mercedario con destino al de Belén, en ella eran conducidas las imáge-nes de los Santos Reyes. Sin em-bargo, esta celebración no pareció traducirse en altares permanentes en los templos de Santiago capital del reino, lo cual posibilitó que el cercano pueblo de San Gaspar Vi-var tuviera en esta época del año un momento singular.

En efecto, el nombre Gaspar co-rresponde a uno de los Magos cu-yos nombres mantiene la tradición

popular, siendo los otros Baltasar y Melchor; todos aparecen represen-tados en el retablo principal del tem-plo del pueblo de San Gaspar hoy en el Museo de Arte Colonial de La Antigua Guatemala, San Gaspar es obra de escultura y los otras imáge-nes son pinturas de tablero.

Finalmente, en el templo de Nuestra Señora de Candelaria, la imagen titular era Nuestra Señora de Candelaria o de la Purificación, cuya fecha principal es el 2 de febre-ro; este día cierra el ciclo navideño y debió ser una festividad notable para la ciudad de Santiago al grado de hacer insuficiente el templo para albergar la gran cantidad de perso-nas que acudían al mismo, desde personajes de la vida política y eco-nómica hasta humildes campesinos comarcanos.

de imágenes y Veneración

Para conmemorar el nacimiento de Cristo, los artistas guatemaltecos realizaron tallas en madera estofa-da con atributos de plata, muchos para los templos pero también de carácter doméstico, que representan al misterio de Belén integrado por el Señor San José, la Virgen María ambos en posición de adoración y el Niño Dios.

Por lo general, las obras fueron realizadas en madera y luego encar-nadas y estofadas que se comple-mentan con coronas imperiales de plata mestiza o sobredorada, para San José y la Virgen María y res-plandor del mismo metal, con las mismas características para el Niño Jesús y una vara de plata sin sobre-dorado para el padre de Jesús.

El Señor San José se representa con una talla elaborada con incli-nación hacia la derecha, su cabe-llo ensortijado, corto, cae has-ta cubrir total-mente el cue-llo, figura como un hombre de 30 años aproxi-madamente. El rostro está en-carnado tiene definidas sus cejas en forma arqueada, acen-tuando los ojos avellanados, al-gunos de vidrio soplado y pin-tado. La nariz tiene un ángulo de 45 grados y abajo la boca pequeña entre-abierta, enmar-cada entre los bigotes y la pro-longación trian-gular de la bar-

patrocinio de San José. Hoy esta fiesta se ha trasladado al 19 de mar-zo y a San José se le venera como el patrono de la Iglesia Universal. También es patrono de la buena muerte, de las familias cristianas, de los trabajadores y los pobres y de las almas de sacerdotes y religiosos.

En el arte religioso suele repre-sentarse la más bella y hermosa imagen de San José: cuando tiene a Jesús Niño en sus brazos. Por eso nos interesa destacar a San José pa-dre, característica que se refleja en todos los pasajes del Nuevo Testa-mento que recogen los evangelistas y en los cuales la paternidad de San José es siempre exaltada.

El evangelista San Mateo narra la adoración de los Magos y la im-portante participación que San José tuvo cuando un Ángel le anunció en sueños que tomara al niño y a su madre y salieran de la tierra de Is-rael para salvarlo de la matanza que había ordenado Herodes. Es lo que se conoce como la huida a Egipto y la matanza de los niños inocentes. Posteriormente, el Ángel anunció nuevamente a José que podían re-tornar a la tierra de Israel y, luego de esta advertencia, la Sagrada Familia hizo viaje de vuelta a la ciudad de Nazaret para que se cumpliese lo di-cho por los profetas: que Jesús sería llamado Nazareno.

Finalmente, las sagradas escritu-ras nos dicen que el niño Jesús cre-cía y se fortalecía lleno de sabidu-ría y que a los 12 años, al subir sus padres a Jerusalén, Jesús se quedó en esa ciudad sin que sus padres lo advirtieran, pensando que él iba en la caravana. Sus padres anduvieron camino de un día y lo buscaron y, al no hallarle, volvieron a Jerusalén en busca suya; al cabo de tres días lo encontraron en el templo y aquí

n u e v a m e n t e San José es re-conocido como el padre de Je-sús, cuando su madre le dice: “¿Hijo, por qué nos has hecho esto?, mira que tu padre y yo, apenados, an-dábamos bus-cándote”. De aquí en adelan-te los Evange-lios no vuelven a mencionar a José. Al pare-cer la misión de San José está cumplida. Ya Jesús está pres-to a iniciar su vida pública y hacia Él se en-caminan las na-rraciones de los

ba que se parte en dos a la altura del mentón, con espacios prolongados entorchados.

En el barroco, los brazos están en pleno movimiento. El derecho se mueve hacia el pecho, en señal de reverencia y amor hacia el Niño Je-sús, ya que su mano abierta se cen-tra en el pecho y señala con el índice el corazón. El derecho con una incli-nación de 45 grados, deja una mano entreabierta para sostener la varita florecida, que es evocada con una forma realizada en plata con flores abiertas. Esta posición caracteriza a las representaciones Josefinas en Guatemala, ya que unifica el crite-rio que los artistas utilizaron para colocar a San José al momento de adorar al Niño Dios. Su cuerpo está totalmente cubierto, solo deja vi-sibles las dos manos y un pie hacia la parte de atrás, el cual se muestra ligeramente inclinado vestido con una sandalia.

La talla de la Virgen María está también en posición de adoración para acompañar al Niño Jesús en el Pesebre junto a la imagen del Señor San José. Tiene una inclinación ha-cia la izquierda, con rostros y manos encarnadas y el cuerpo cubierto con estofes de variados diseños.

La cabeza está cubierta con man-to blanco, el cabello ensortijado con un mechón de cabello que cae hacia el lado izquierdo, mientras que el resto pende sobre los hombros y cae hasta la cintura, formando suaves formas de S un detalle muy propio del siglo XVIII en las tallas gua-temaltecas, pero que sin duda está inspirado en las típicas formas que el cabello de las figuras representa-das en pinturas y esculturas del re-nacimiento europeo. El rostro está encarnado hasta mostrar el cuello. Los ojos avellanados, con la ceja

semicircular, la nariz detallada con perfil perfecto, boca cerrada peque-ña, labios rojos, de su oreja derecha pende un arete antiguo de oro.

La pieza central del Nacimiento es la talla del Niño Dios representa-do por una graciosa escultura, cuyo cuerpo igual que en el caso de sus padres, tiene la misma fuerza es-cultórica de otras obras de mayores dimensiones. Su cuerpo presenta el clásico movimiento de los Niños Dioses chapines, primero con un rostro de un niño de más de un año, pero en el cuerpo de un neonato, esta vez revestido de un pañal, lo cual lo enlaza más hacia el inicio del siglo XIX cuando las tallas del Niño Dios se hicieron pudorosas, situación que empezó a manifes-tarse desde fines del XVIII. Posee giro en la cabeza, que busca endul-zar a sus espectadores con una leve sonrisa, mirada suave y un rostro de pómulos pronunciados en una carita casi redonda. El cuerpo pre-senta detalles de líneas de gordura a nivel del vientre, las piernitas y los brazos.

Los bracitos se mueven en po-sición usual en los Niños Dios de Guatemala, con las manos levanta-das, la derecha en señal de bendi-ción, siguiendo la posición de un Pantocrátor y la otra busca acoger a la humanidad, también basada en la misma forma en que están las imá-genes pintadas de los Cristos colo-cados en los ábsides medievales de las regiones españolas.

Las piernas dejan lugar a mos-trar el típico pataleo de los Niños de Guatemala, dándole la gracia de un recién nacido. Posee un resplandor de plata sobredorada o mestiza que presenta las tres potencias adheridas sobre los rayos, demostrando la ma-jestad de Dios.

Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 Suplemento Navideño 7Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 20116 Suplemento Navideño

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U na de las celebraciones más im-portantes del anuario guatemal-

teco es la Navidad, que se viste y perfu-ma de manera única e irrepetible en el orbe, una Navidad de pino, manzanilla, musgo y gallitos, salpicada de la alegría por el nacimiento del Niño Dios.

Numerosos comentarios se han escrito sobre las características del na-cimiento guatemalteco, si es de tipo oriental, si es popular, si es mixto, si toma como base imágenes fotográficas o cinematográficas, si se nutre del pasa-do europeo o si subyace en sus diseños la religión nativa. Sin embargo, una de las razones que le hacen singular es su concepto originario, que conserva la tradición oral de las personas de todas las poblaciones del país. En realidad, el nacimiento en Guatemala es concebi-do, según narran las personas de edad, como un regalo para el Niño Dios y, aun siendo Dios, es todavía un Niño.

Las sutilezas teológicas y filosó-ficas del Cristianismo, que afirman la doble naturaleza de Jesús, una divina y la otra humana, unidas en una sola persona, trataron de ser explicadas por los misioneros católicos desde el siglo XVI pero, una vez expulsados los re-ligiosos del país, por la orden del go-bierno liberal de 1829, la mayor parte de la población quedó en libertad de reinterpretar la información dejada por un Cristianismo incipiente y sin ins-trucción académica. Como en la mayo-ría de países católicos, los misioneros no tuvieron especial interés en que la población aprendiera a leer y escribir. Este fenómeno no obedeció a la inten-ción de controlar una población igno-rante, como afirman algunos historia-dores, sino a la dificultad que encon-traban los misioneros, muchos de ellos neófitos en idiomas indígenas, para explicar pasajes complejos del libro sa-grado. Como ejemplo, la poetisa y re-ligiosa novohispana, sor Juana Inés de la Cruz, afirmaba en pleno siglo XVII que el libro del Génesis solamente po-día ser leído después de los 30 años de edad, cuando se tenía suficiente madu-rez y se había leído previamente a los exegetas clásicos, como San Agustín y San Ambrosio. Era difícil interpretar en latín, el idioma al que estaba traduci-da la Biblia católi-ca, pasajes como la embriaguez de Noé y el abuso de su hijo Cam, o los actos de las hijas de Lot para tener descen-dencia, el disimulo de Abraham sobre su matrimonio con Sara para salvar su propia vida a ex-pensas del honor de su mujer y muchos otros. Por ello, para

Aníbal Chajón FloresUniversidad de San Carlos de Guatemala

LOS JUGUETES DEL NIÑO DIOS: EL NACIMIENTO GUATEMALTECO

los misioneros era más im-portante trasladar el mensaje básico del Cristianismo sin las complejidades que re-quería una explicación en un tercer idioma, pues debe re-cordarse que los misioneros hablaban castellano, leían en latín y daban el sermón en un idioma indígena. Por esta razón, era más fácil brindar consejos éticos basados en la vida de Cristo, la Virgen o los santos, que en el texto sacro. Esto generó un Cristianismo piadoso pero iletrado.

En ese contexto, para la mayoría de la población, in-cluidas las personas de origen español, el mensaje cristiano se limitaba a las festividades y celebraciones con culto externo y la Navidad ofreció un momento de paz y serenidad que contrastaba con el sufri-miento y dolor de la Cuaresma y Sema-na Santa. Por ello, permitió el desarro-llo de un sentimiento de cariño, afecto y ternura, que no podía ser expresado en otras épocas del año.

Para 1829 el mensaje cristiano ha-bía sido suficientemente extendido por todo el territorio durante más de tres siglos. Estaba generalizada la fiesta y todas las personas sabían que se ce-lebraba el nacimiento del Niño Dios. El cariño de las mujeres y los niños, e incluso de los hombres en un mundo profundamente machista, podía ser manifestado. Para la época, además, hacía más de medio siglo que se había diseminado por todos los territorios hispanos la costumbre de confeccionar pequeñas representaciones del naci-miento de Jesús. Desde el siglo XIII, cuando san Francisco de Asís realizó el primer nacimiento en vivo en Italia, los franciscanos habían difundido la prác-tica de los pesebres o belenes, cobran-do un auge inusitado en las obras de arte doméstico en el sur de Italia. Allí gobernó, entre 1734 y 1759, Carlos de Borbón, quien después pasó a reinar en España como Carlos III. En Nápoles, donde existía un barrio completo de artesanos dedicados a la elaboración de pequeñas imágenes para los pese-bres, el rey encontró el talento que le

permitió encargar magníficas repre-sentaciones para todas sus residencias, como el Palacio Real de Nápoles, Ca-podimonte y Caserta. En algunas de ellas se colocaron varios pesebres, ya que el monarca encargaba nuevos y no deseaba alterar el acabado final de tan majestuosas obras, que representa-ban en miniatura la vida del reino, con artesanos, agricultores, comerciantes, extranjeros, marineros y demás perso-najes, todos con los atuendos del siglo XVIII, hechos con gran realismo y lujo, como era propio de la etapa final del barroco. Cuando el soberano pasó a gobernar España, revitalizó la cos-tumbre de los belenes, que rápidamen-te se generalizó entre las élites.

Ya que la ciudad de Guatemala era una capital provincial, llegaban a ella continuamente funcionarios reales y ellos introdujeron las variaciones en los belenes españoles, hechos a la moda napolitana. La población hispana con recursos económicos no escatimó en la confección de hermosas obras de arte en madera policromada y estofada. Pero el resto de la población, la mayoría, no po-día costear semejantes lujos, por lo que hizo las modificaciones que consideró pertinentes, como la elaboración en ce-rámica y otros materiales. Así las cosas, cuando se produjo la expulsión de los religiosos a principios del siglo XIX, los nacimientos ya existían pero cobra-ron un nuevo carácter a partir de enton-

ces. Ya no había frailes que dieran órdenes o instrucciones, y las per-sonas reinterpretaron el fenómeno. Si se cele-braba el nacimiento del Niño Dios, había que darle juguetes, regalos, alegría, diversión. Y a los niños, divinos o no, les gustan los colores, los olores, los objetos grandes y llamativos. Así, se desarrolló el nacimiento como el concepto de los jugue-tes del Niño Dios. Es por ello que poco im-portaba que una oveja

fuera más grande que un pastor, o que una gallina fuera más alta que una casa, a nin-gún niño le importaba eso, le importaba el colorido y el aroma. A partir de entonces, cada hogar ha realiza-do nacimientos según la creatividad de los miembros de la fami-lia y era común que los niños colocaran algunas de las figuras, porque era un regalo para el niño más im-portante de todos, el Niño Jesús.

Como parte de un regalo para el trascen-

dente infante, la población guatemal-teca ofreció sus mejores presentes, los frutos que se encontraban en la región y que habían sido del agrado de los anti-guos sacerdotes de cultos proscritos por el Cristianismo. Entre estos frutos se encontraba la chichita (Solanum mam-mosum), planta originaria de América cuyo fruto no es comestible, pero al que se atribuían propiedades curativas para la piel y la nariz. Era algo como decirle a la Virgen, quien según las prédicas de los frailes era una madre primeriza y jo-ven, que el Niño iba a necesitar cuidados especiales en su piel y por si se le con-gestionaba la nariz. Se le ofrecían flores de pascua (Euphorbia pulcherrima) y gallitos (Tillandsia brachycaulos), por su color rojo, de la misma manera que a los niños se les colocaban gorritas rojas en la cabeza, para evitar el mal de ojo, es decir que una persona de humor fuerte le transmitiera su exceso de calor al Niño, quien por ser demasiado pequeño y susceptible de enfermarse por el exce-so de calor, podría sufrir de fiebres ante la presencia de una mujer en su período de menstruación o un hombre que re-gresara del trabajo duro o estuviera bajo efectos de licor. Tampoco se les podía impedir a personas de excesivo calor el privi-legio de ver al Niño y a la Virgen, por eso era preciso ser precavidos. Se le ponían hojas de pacaya (Chamaedorea sp.) y pino, las plantas favoritas para elaborar los arcos y alfombras en las festividades religio-sas, porque el nacimien-to era como un altar y precisaba ser destacado como tal. Se colocaban ensartas de manzanilla (Crataegus pubescens), cuyo aroma agradable siempre se ofrecía a la divinidad, desde tiem-pos remotos y que, ade-más, era apropiada por si al Niño le daba tos. También se utilizaba el pashte o barbas de vie-

jo (Tillandsia usneoides), para ofrecer comodidad al Niño y a la Virgen. Por último, al Niño se le colocaba en mus-go, como a todos los recién nacidos en el área rural, donde las madres daban a luz en cuclillas, sostenidas por lazos suspendidos a los travesaños del techo. El musgo recibía al bebé y la placenta de todos los niños, mayas y mestizos, por ello se colocaba la imagen el Niño Dios en musgo, porque había que darle todos los mimos y cuidados que a los recién nacidos.

Cada nacimiento era una muestra de amor, donde las madres, sabias mu-jeres que habían logrado sobrevivir a los riesgos del parto en tiempos en que la medicina estaba lejos de los alcances actuales, daban consuelo y consejos a la Madre de Dios. Donde los hombres, habituados al trabajo sin descanso de sol a sol, comprendían el nerviosismo de san José y su modesta participación, en silencio, en una actividad presidida y protagonizada por mujeres. Donde los niños podían sentirse reflejados en ese pequeño regordete y sonriente, sin importar si era hombre o mujer, porque todos los niños recibían de su madre las mismas atenciones. Poco faltó para que el Niño fuera representado en el perra-je, a espaldas de la Madre mientras ella preparaba las tortillas o lavaba la ropa, porque no se encontraba una forma más pura de representar el amor materno ha-cia el recién nacido.

El resto, eran los juguetes del Niño, sus ovejas, su buey, su mula, sus pasto-res, sus casitas, sus ríos y lagos, sus mon-tañas, todas reflejo del paisaje local (en este sentido, hermanos de los napolita-nos), ese paisaje guatemalteco que quedó estático en telas de brin endurecidas con brea (embreados), cubiertas de serrín de colores, como los paisajes nativos, con árboles de todos tamaños y colores, al-gunos rojos, algunos ocres y muchos verdes, con flores alegres y animales por doquier, porque si un niño guatemalteco disfrutaba del nacimiento, era seguro que también lo disfrutaría el Niño Dios.

Casitas e imágenes en proporciones des-iguales, Santa Apolonia (Aníbal Chajón)

Nacimiento en el templo del Calvario, Quetzaltenango (Aníbal Chajón).

Las casas del pueblo, San Juan La Laguna (Aníbal Chajón).

Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 20118 Suplemento Navideño Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 Suplemento Navideño 9

Page 9: Suplemento Navideño 2011

La cele-

bración de la No-

chebuena tie-ne su ritual más

entrañable en la tradición del santo

pesebre iniciada por San Francisco de Asís

y rápidamente extendi-da por la contrarreforma

en los países católicos eu-ropeos y latinoamericanos.

Artística o no, la representa-ción del nacimiento del Niño

Jesús constituye una devo-ción íntima y pocas tradicio-nes ostentan un carácter tan abierto al refinamiento culto y a la expresión de contenidos populares y regionales.

Esta diversidad manifiesta el carácter universal, reden-tor, del relato bíblico que le da origen. La devoción del santo pesebre tuvo su reli-giosidad y genio poético de San Francisco de Asís. En 1223 el santo franciscano dispuso la celebración de la misa navideña

en la cueva de Grec-cio, en el valle de

Rietti, Italia, a la que apreciaba

por ser “rica en su po-breza” dada

la cantidad de conversiones que

había logrado hacer allí.“Quiero presenciar la humildad de la Encarnación y

verlo recostado en el pesebre entre el buey y el asno”, le dijo Francisco de Asís a su amigo Juan da Vellita.

Se cree que el 8 de diciembre comenzó a construir una cueva para ese fin y que el 25 actuó allí mismo, como diácono y predicó sobre el misterio de la Natividad. Estudiosos en la materia creen que lo que San Francisco quería realizar era una obra teatral que ayudase al mundo a recordar el nacimiento del Mesías en el portal de Belén y que perdurara en sus corazones por generaciones futuras.

Con la ayuda de Giovanni Vellita San Francisco de Asís, transformó la cueva en una réplica a la usanza italiana del establo de Belén. En aquel pesebre mezcló figuras modeladas en arcilla como bueyes, as-nos, ovejas y la presen-cia de frailes, pastores y aldeanos que a media noche entonaron a la luz de antorchas alabanzas y villancicos en honor al Niño Jesús.

San Francisco incor-poró teatralmente las imágenes medievales de iconografías pro-pias, vitrales y pinturas referidas al tema. Las transformó en devoción viva, en auto sacramen-tal con la inclusión de los feligreses, artesanos y religiosos que inte-

ractuaban en un escenario referido a la vida cotidiana y al paisaje de la región toscana. Las características de estos pesebres fueron documentados por San Buenaventura y To-más de Celano.

En los pesebres, belenes o nacimientos, el genio plástico mediterráneo encauzaba sus convicciones cristianas y afir-maba sus sentimientos familiares y nacionales, presentes en la representación del paisaje y personajes de la región. Su difusión al nuevo mundo en el siglo XVI, lograda en un tiempo de conquista y colonia hizo llegar este legado a toda América y Guatemala no fue la excepción. Una vez establecida esta tradición en nuestro país, los llamados euro-peamente belenes se convirtieron en nacimientos en nues-tro léxico chapín gracias a la difusión hecha por el Santo Hermano Pedro y a las órdenes franciscanas, en nuestra na-ción, estas representaciones teatrales se enraizaron en los hogares de los pobladores guatemaltecos de aquella época, tradición que con el pasar de los siglos fue heredándose por generaciones y reinterpretándose durante las diferentes ten-dencias artísticas sin perder la esencia viva del “Nacimiento del Niño Jesús en el pesebre de Belén”, tal y como concep-tualizó el Santo franciscano.

Sacro y profano, idealizado por artistas y artesanos, estos nacimientos alcanzaron su difusión universal. En el transcurso de los años la costumbre impuso tendencias y estilos en sus dife-rentes representaciones. El Renacimiento introdujo veracidad en

las r e -presen-t a c i o n e s medievales y la colonización española en los si-glos XVII y XVIII, infiltró teatralidad ba-rroca a los pesebres o nacimientos americanos.

Por esta razón, en los pueblos católicos lati-noamericanos observamos la influencia de elementos aborígenes, paisajes, flora y fauna propias de cada región.

En nuestro medio exis-ten tendencias muy arraigadas en darle teatralidad a los na-cimientos. Esta conceptua-lización representada desde cortinajes que enmarcan las escenas, bambalinas de nubes para dar profundidad, juegos de luces que como una ilu-sión óptica nos proyectan el día y la noche, narraciones propias de la llegada del Mesías, entarimados que logran una mejor visi-bilidad tal y como se logra en los teatros, así como elemen-tos que la hacen viva, y que por sí, cada uno cuen-ta una historia.

Y es que desde pas-tores arreando sus rebaños, campesinas peinando a sus hijas, niños jugando entre el agua hacen que esta teatrali-dad elaborada con figuras estáticas, parezcan cobrar vida, lo cual logra darle “alma” a la obra hecha por estos artistas guate-maltecos. En la actualidad muchos son los altareros, artistas y artesanos que dedican meses y días de su tiempo para ren-dirle un homenaje al niño Dios en su Natividad. La tendencia masculina hacia este gusto nos lleva a reconocer nacimientos tradicionales con una trayectoria artística heredada de familias, entre ellos podemos mencionar verdaderas obras de arte como las de los señores Jorge Mario Díaz del Cid, Luis Alberto de León, Carlos Penagos, Juan Alberto Sandoval, Diego y Fernan-do Garrido, José María Belgara, Manuel Morales, Javier Fer-nández, Erick Blanco, Alvaro Lara y Omar Reyes entre otros.

Por su parte, este gusto culto por tan artesanal trabajo, también ha tras-cendido en los corazones femeninos como Clarita Soto, Michele Pinsker y Ana María Estrada que con su delicada mano y sensibilidad, han logra-do escenas inusitadas en este arte teatral sacro.

Y es que, a través de los siglos y desde sus inicios la representación de los belenes, pesebres nacimientos seguirán siendo la manera teatral sacra más cercana a la idealización de la nativi-dad del niño Dios conce-bida por el Santo francis-cano por excelencia.

Erick Eduardo Espinoza FolgarUniversidad de San Carlos de Guatemala

LOS N

ACIM

IENTO

S GUATEMALTECOS: ENTRE LO SACRO Y LO TEATRAL

El buen Pastor rescata la oveja perdida y regresa a cuidar a su rebaño, en un nacimiento de la ciudad deGuatemala. (Fotografía: Michele Pinsker)

Nacimiento que refleja el arte y la creatividad de los guatemaltecos desde el siglo XVI hasta la actualidad.(Fotografía: Erick Espinoza)

Pastora peina a su hija en un nacimiento guatemalteco(Fotografía : Michele Pinsker)

Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 20118 Suplemento Navideño Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 Suplemento Navideño 9

Page 10: Suplemento Navideño 2011

D os milenios después de que pastores de los campos de Be-

lén, avisados por el Ángel del Señor corrieron al Divino Pesebre a adorar a Jesús en su nacimiento (Lc 2, 8-17), los humanos renuevan la gloria del suceso. Al revivir el Misterio no olvidan su presencia, ni la de los tres Reyes Magos que trajeron ofrendas al Niño Dios (Mt 2, 11): oro, símbo-lo de realeza (1 Rey 10, 2), incienso, de adoración divina (Lev 2, 1-2), y mirra, símbolo del sufrimiento (era para ungir muertos -Lc 23, 56-).

El oro, el incienso y la mirra le cedieron el simbolismo a otros iconos. También, el pesebre a Na-cimientos inspirados en la obra de San Francisco de Asís y del Santo Hermano Pedro, y el establo a tem-plos y hogares. Los obsequios de los Magos de Oriente (Mt 2, 1) dejaron su legado en nuevos símbolos, que se hicieron vehículos de regocijo encarnados en plantas y artesanías. Elementos del imaginario social que en Navidad se hacen materia para la espiritualidad.

Al servicio de la religiosidad po-pular brotan del patrimonio intan-gible del pueblo y del patrimonio biológico de los ecosistemas para esplender la dulzura de esta parte del Misterio de la Encarnación. La otra parte, el Misterio de la Concep-ción, es descrito por San Lucas: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios (Lc 1, 35). Es, en la realidad, la divina antesala del nacimiento.

Recordar el hecho captura el alma de la Antífona de la Octava de Navidad (Liturgia de las Horas): O admirable commercium! El Crea-dor del género humano tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de

varón, nos da parte en su divinidad. Esencia de Navidad, el dulce Miste-rio que instaura gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres (Lc 2, 14).

EL SACRALIZADO APORTE DEL CAMPO

Familias de hondo arraigo tradi-cionalista, al superar el consumismo neoliberal y su cauda de “adornos navideños” de motivos extranjeri-zantes, hallan en el imaginario y en el campo recursos que satisfacen la necesidad de ofrendar simbólica-mente al Niño. Alegran la presencia de la Sagrada Familia con manzani-llas, pascuas, “gallitos”, musgo, ho-jas y ramas de pino, ramilla de pina-bete, hoja de pacaya, pashte blanco, piñas, hoja de maxa’n, chichitas y finas artesanías.

Las artesanías, concebidas con especial esmero a la beatífica fiesta, incluyen pastorcitos, ovejitas y ran-chitos para evocar viviendas. Tienen en sí el corazón y la imagen de Na-vidad, como a su modo lo tienen las manzanillas, pascuas y el resto de ve-getales que la cultura ha integrado al celestial momento. Es irresistible la tentación de presumir equivalencias simbólicas de ellas con los dones de los Reyes Magos. El solo hecho de que se destinen para glorificar a

Dios les da equivalencia, pero resulta sugestivo que el color de las manza-nillas sea como el del oro, y que su constitución, en chicos pomos esfé-ricos, permita tomarlos como unida-des del preciado metal, signo real de elevado poder y potestad.

Si el poder evocador de divini-dad en el incienso, de corporalidad en la mirra, mana primariamente de los aromas que despiden, la sua-vidad de los olores de las pascuas, “gallitos” y musgos tiene la poten-cia suficiente para elevar a santidad los aportes que ceden al celestial na-cimiento. Lo hacen el pino, pinabe-te, pacaya, pashte y maxa’n. Como aquellos, vegetales de biológica hu-mildad pero imponderable valor en la espiritualidad guatemalteca.

El término manzanilla, más que hacernos pensar en el arbolillo sil-vestre de las altas cumbres llamado por la ciencia Crataegus pubescens, lo hace por sus dorados frutos, in-equívoco signo de Navidad. Por lo general se disponen en largas cuen-tas, de inefable fragancia y refulgen-te matiz, que se disponen al borde de Nacimientos, sobre un Arbolito de Navidad o formando curvaturas en una pared. Además de contribuir a las representaciones iconográfi-cas del Misterio de la Navidad en Guatemala, son el hálito mágico del

caliente de piña de los pueblos del Altiplano occidental. Brebaje sacra-lizado, nacido con el espíritu de la Colonia para contrarrestar el frío de las noches montañosas.

La pascua... ¡qué compleja es! Hierba de grandes proporciones en la que ni la flor es tal en el sentido estricto de las definiciones. Sus lla-mativas partes rojas son hojas mo-dificadas que protegen a las verda-deras flores, pequeñitas y agrupadas al centro. Mas eso a la iconografía navideña le importa poco, porque antes que todo es un referente de la Navidad, ahora universal.

Se cree que hacia el siglo XVII se integraba a manifestaciones re-ligiosas. Y es creíble que debido a su brillantez y al florecimiento más intenso en otoño lo haya sido a la ce-lebración de la Natividad. Esto pudo verse favorecido por el manejo sim-bólico de los colores en los rituales cristianos, pues la Europa anterior al descubrimiento de América asocia-ba el rojo y el verde con Navidad, los colores predominantes en ella. Los sabios la llaman Euphorbia pulcherrima, “la más bella entre las euforbias”.

Los “gallitos” son herbáceas que crecen sobre árboles; también se les

llama “patas de gallo” (varias especies de Bromelia y Ti-llandsia). Semejante atributo de los colores rojo y verde, aunque desde el período pre-hispánico se les rodeaba de significado mágico, del cual hace eco el Popol Wuj en el mito de la derrota de Sipakna a manos de Junajpu y Xbala-mke (se falsificó un gran can-grejo ... le pusieron patas de gallo, la flor que se recolecta en los bosques). De lo mági-co a lo religioso la distancia es muy corta.

Los musgos, colectados en zaleas, colchoncitos natu-rales suaves y blandos como el terciopelo, formados por cientos de plantitas, proba-blemente hayan recogido el atributo del colchón de paja que acogió a María en el pe-sebre de Belén. Tal puede ser el sentido de su presencia en los Nacimientos de mayor

tradición en el país. Aunque el evo-cador aroma a bosque captura de gol-pe la esencia mística de Navidad.

El pinabete hace sacros sus eflu-vios, la hoja de pacaya enfatiza el espíritu de fiesta, el pashte blanco pone toques de misterio, la piña sa-craliza bebidas, la hoja de maxa’n envuelve con inmanente simbolis-mo los tamales de la cena de Noche-buena, las chichitas vuelven a traer-nos el color de la áurea ofrenda...

GEMAS TERRENAS EN EL MISTERIO DE NOCHEBUE-NA Y NAVIDAD

En la Leyenda Dorada, Santiago de la Vorágine nos hace ver que los Magos, ofreciendo al Señor estas tres cosas [oro, incienso y mirra], proclamaron que en aquel niño co-existían la regia potestad, la majes-tad divina y la naturaleza humana corporal. Magna síntesis del sim-bolismo proveído por las ofrendas conducidas de Persia (con Mel-chor), India (con Baltasar) y Arabia (con Gaspar) al Pesebre de Belén.

De lo profundamente sublime de su ideario, los guatemaltecos han in-tegrado a la iconografía del Misterio de Navidad joyas vivientes que unen a representaciones de pastorcitos en tusa, cibaque, alambre o barro, ove-jitas y animalitos de arcilla, casitas de cartón, pinitos de jarcia, Reyes Magos en cerámica, incensarios, braseritos.

Son joyas provenientes de un patrimonio natural integrado a la cultura popular, de cuyas expre-siones se obtiene la satisfacción de haber adorado al Señor Naciente con ofrendas surgidas de su propia alma.

Luis Villar AnleuUniversidad de San Carlos de Guatemala

OFRENDAS TERRENAS PARA EL MISTERIO DE

NOCHEBUENA Y NAVIDAD

Manzanillas, refulgentes como el oro, junto a otros componentes del tradicio-nal caliente de piña del altiplano occi-dental. Un fruto nativo que por esta vía se hace símbolo del Misterio de Navidad en Guatemala. Foto L. Villar Anleu.

Patas de gallo y hojas de pacaya, pashte blanco, pinitos de jarcia, los tres Magos de Oriente y el divino Misterio de Navidad, de un Nacimiento tradicional en la Nueva Guatemala de la Asunción. Foto L. Villar Anleu. Foto L. Villar Anleu.

Patas de gallo, pino y rosarios de manzanilla en la iconografía navideña más profundamente enraizada en las tradiciones guatemaltecas. Foto L. Vi-llar Anleu.

Patas de gallo y hojas de pacaya, dos imponentes referentes de Navidad en Guatemala, como ofrenda simbólica al pie del Arco del Rezado de Guadalupe en la Nueva Guatemala de la Asunción. Foto L. Villar Anleu.

Foto L. Villar Anleu.

El color del oro en rosarios de manza-nilla y chichitas, ambos acompañando a hojas de pacaya y gusanos de pino en un Arco del Rezado de Guadalupe, en la Nueva Guatemala de la Asunción. Foto L. Villar Anleu.

Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 201110 Suplemento Navideño Nueva Guatemala de la Asunción, 22 de diciembre de 2011 Suplemento Navideño 11

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Desde hace unas cuantas navi-dades, es notorio que el sonido

tradicional de las ametralladoras de cohetillos y silbadores a las doce de la noche de las fiestas de Navidad y Año Nuevo ha ido mermando por la subida acelerada de las luces de colores de los fuegos artificiales de origen chino y anglosajón. Muchas familias urbanas, entre el abrazo, el brindis, el rezado al Niño Jesús, la emoción de destapar los regalos, el olor de tamales, pavo y ponche, y las llamadas telefónicas a los seres queridos, se sitúan en las calles, ventanas, balcones y terrazas para ver el cielo noc-turnal iluminado por toda una amalgama de luces coloridas que imitan estallidos siderales, o mejor di-cho, eventos que son propios de otras la-titudes, y que en el presente están trans-formando las fiestas navideñas y de fin de año guatemaltecas en algarabías al estilo de Europa, la Norteamé-rica anglosajona o el lejano Oriente.

El avance del mer-cado de las luces de colores, a las que podemos de-nominar “fuegos artificiales”, se encuentra en plena disputa con la resistencia del comercio de los co-hetillos o “cuetes” de fabricación artesanal. La larga “ametralladora” de roja envoltura, el cohete o “cue-te” que se quema uno por uno y “despeñicado”, la bomba triangular, el mortero, el saltaperico, el chilito o chiltepito, el tronador, el cohetillo y la bomba de vara y el silbador de cajita se niegan a desaparecer de las prácticas colectivas de una cultura popular que no sólo los utiliza en-tre la Nochebuena y el Año Nuevo, sino que abre con ellos la llegada de las fiestas decembrinas: la Corona de Adviento, la Quema del Diablo, la Virgen de Concepción, la Virgen de Guadalupe, Nuestra Señora de la Expectación del Parto, la Navidad, las novenas al Niño, y el último día del año o “Año Viejo”.

Asimismo, los cohetillos o “cue-tes” son parte integral de otros jolgo-rios y celebraciones en días ajenos a los de diciembre, como casamientos, fiestas patronales, bautizos, cum-pleaños, aniversarios, desfiles, gra-duaciones, alboradas, recibimiento del nuevo día, procesiones, Corpus Christi, triunfos deportivos e inau-guraciones. La quema de pólvora, heterogénea en tantos objetos de tradición, se constituye como una práctica de la cultura popular en estructura de larga duración en el tiempo histórico de la algarabía de Guatemala.

Sin embargo, el avance de una economía de tipo neoliberal que fa-vorece a las empresas de condicio-nes industriales –y sobre todo con sello extranjero-, pone en peligro las relaciones económicas de tipo

Mauricio ChaulónUniversidad de San Carlos de Guatemala LA “CUETERíA” DE LAS

DOCE EN LA NOCHEBUENADE GUATEMALA

artesanal y local, porque aunque és-tas se mantengan y para muchas perso-nas es impensable que desaparezcan, corren serio peligro de transformarse de acuerdo a patro-nes que imponen los mercados hege-mónicos. Sucedió, al menos en áreas urbanas centrales, con los barriletes: generaciones más jóvenes es posible que ignoren que un barrilete pueda ser diferente a los mo-delos plásticos con figuras de animales que se producen en fábricas y que han invisibilizado los rombos, hexá-gonos y octágonos de papel de china, varitas de madera y cola larga que se hacían en casas o en pequeños talle-res familiares de barrio o aldea.

El toro, el apache, el perro, el tucán o el gallo, figuras que identificaban a paquetes de cohetillos, “ametrallado-ras” u otros objetos tradicionales de la pólvora en Guatemala puede que ya no estén dentro de las representa-ciones de la alegría de las fiestas na-videñas y de fin de año en sectores de capas medias acomodadas en el país, sobre todo en espacios como la Ciu-dad de Guatemala. Ahora se habla de “luces”, “dragones” y nombres de marca, ocupando la representación de una Navidad y un Año Nuevo en términos de alienación. El sonido de los cohetillos para algunas personas se ha convertido en “ruido”, y de ma-nera peyorativa lo asocian a una prác-tica que genera miedo y que no es

intentar aproximarse a un problema que afecta las formas propias de la cultura popular porque resulta defor-mada, o peor aún, en peligro de des-aparecer, por elementos ajenos que tienen como objetivo principal posi-cionarse de acuerdo a las lógicas del mercado, aunque así se vea alterada o destruida la tradición local.

Es seguro que por muchísimo tiempo se continuará escuchando la seguidilla de “cuetes” a las doce de la noche del día de Navidad, en esa frontera entre la Nochebuena y el 25 de diciembre, así como para Año Nuevo. Sin embargo, la entrada al escenario de las luces chinas y an-

glosajonas es un avi-so para recordar que, más temprano que tar-de, los niños y niñas que tenían el privile-gio de recibir regalos en Navidad le dejaron de pedir al Niño Jesús y voltearon los deseos a un viejito gordo de barba blanca que ve-nía del Polo Norte, y cuyo origen aún se discute si es nórdi-co, germánico, sajón, norteamericano o me-diterráneo, pero que hábilmente, bajo las representaciones del capitalismo, lo globa-lizó una reconocida marca de aguas ga-

seosas que fue la que decidió el color rojo de su traje. Al mismo tiempo, el árbol de navidad, inclusive con nieve artificial -aunque en la región tropical a la que pertenece el istmo centroamericano nunca ocurran ne-vadas-, le fue ganando espacios a la manzanilla y al pino. Situación similar está ocurriendo con los ta-males, porque las cenas de las doce en Navidad, sobre todo entre las ca-pas medias urbanas acomodadas, se adecúan a comidas como el pavo o la pierna de cerdo, más propias de otras latitudes.

Es innegable que muchas de las tradiciones locales se transforman. Pero mientras se mantengan en su esencia local como cultura popular, mantendrán su propia riqueza que es lo que las consolida como únicas. Es así como el sonido de los cohe-tillos o “cuetes” en las fiestas de fin de año en Guatemala forman parte de “esperar las doce” en familia, y el olor de la pólvora queda grabado en el cerebro para asociarlo con las diversas formas que toma la alegría o la melancolía de recibir la Navidad o el nuevo año. Si no, que lo digan cómo extrañan los cohetillos o “cue-tes” quienes, acostumbrados a ellos, deben de celebrar las navidades en el extranjero.

Por ello, mientras se transforma la manera de celebrar las doce con las luces de colores de los fuegos ar-tificiales de origen foráneo, la pólvo-ra tradicional seguirá en resistencia, haciendo que la “cuetería” se siga es-cuchando en casi todos los espacios de este país. Porque buena parte de su pueblo seguirá encendiendo, con ocote, fósforo o cigarrillo, la mecha de las largas y rojas “ametralladoras” de cohetillos rebeldes y brincadores.

“Ametralladoras de cohetes tradicionales” que se queman en Guatemala para la medianoche de Nochebuena y Año NuevoCohetería de San Juan Sacatepéquez (Fotografía: Guillermo Vásquez González)

Cohetería tradicional de Guatemala (“buscaniguas”, “Chispitas”, “fosforitos”Y “volcancitos”), de una de las coheterías más importantes del pueblo de Ciudad Vieja, Sacatepéquez. (Fotografía: Guillermo Vásquez González)

“Ametralladora gigante” en una cohetería de San Raymundo, que se utiliza en el Barrio del Calvario de la Ciudad de Guatemala, para celebrar la Nochebuena y la noche del Año Viejo a la medianoche. (Fotografía: Guillermo Vásquez González)

propia de la nueva belleza importada que generan luces coloridas y que, para terminar de afianzarse victorio-sas en los más alto, iluminan el cielo, mientras los humildes y sencillos co-hetillos reptan y brincan en el suelo. Los modelos extranjeros hegemó-nicos se apropian de la Navidad y del fin de año relegando, paulatina y eficazmente, a la pólvora tradicional de tipo artesanal y local a un imagi-nario y representación de lo “tosco”, “ruidoso”, “peligroso” y “que ya va pasando de moda” o que se da “entre las gentes sencillas”.

Parte de este fenómeno puede observarse en la apropiación que empresas millonarias pertenecien-tes al capital dominante del país han hecho de celebraciones navideñas y de fin de año, generando imagi-narios empresariales de la Navidad. Es así como una reconocida cadena guatemalteca de restaurantes pre-senta un espectáculo de luces o fue-

gos artificiales que pueden admirarse desde varios pun-tos de la Ciudad de Guatemala, muy al estilo de las fiestas patrias estadouni-denses o de la bien-venida al año nuevo en el occidente eu-ropeo, en el puente de Brooklyn o en la Bahía de Sidney. Y combinados esos imaginarios de un ethos occidentaliza-do con el avance de las empresas indus-triales fabricantes en serie de cientos de miles de luces de colores que mag-

nifican la noche de Navidad y Año Nuevo, asistimos, en el presente, al descenso progresivo de la “cuetería” de las doce.

No pretendo afirmar, ni mucho menos, que los cohetillos y la pólvo-ra tradicional de la cultura popular de Guatemala ya desapareció. Tampo-co justificar el terrible trabajo infantil en condiciones de seria explotación que sucede en los talleres de cohe-tillos y otros juegos pirotécnicos, lo que es una cuestión que con seriedad las ciencias sociales y el trabajo so-cial deben de investigar y denunciar para que se erradique y las formas de producción se regulen de acuerdo a condiciones de dignidad y seguridad. De la misma manera no se trata de esconder los graves riesgos al expo-nerse a la quema de juegos pirotécni-cos, riesgos que son altos y que se re-flejan en las estadísticas de personas quemadas, principalmente infantes. El objeto central de este ensayo es

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El pintor novohispano Pedro Ra-mírez realizó, en la década de los

años setenta del siglo XVII, una serie de pinturas con la técnica del óleo y un contenido de la vida de la Santísima Virgen María, además, dos pinturas de mayores dimensiones cuyos asuntos son: “Triunfo de la Eucaristía sobre la ignorancia y la ceguera” y “Triunfo de la Eucaristía sobre la idolatría”.

Las pinturas relacionadas con la te-mática de la vida de la Virgen cumplen varias funciones: una de ellas, la or-namental colocadas las mismas en los pilares que dividen las naves central y procesionales. Se inicia con la Inma-culada Concepción y concluye con la Asunción de María a los cielos, sien-do un total de catorce cuadros. Otra función que cumplen las mismas es la didáctica, ya que por medio de ellas –según plática sostenida con Fernando Urquizú, se enseñaba a la mujer de la época de la dominación hispánica cómo debería ser su comportamiento, teniendo como el modelo de virtudes a la Santísima Virgen María, dándose este proceso de enseñanza aprendizaje a través de la explicación de las imá-genes pictóricas, ya que la mayoría de mujeres no sabían leer.

Ésta colección de expresiones ar-tísticas plásticas del color abarcan ade-más en el contenido temático: el naci-miento de la Virgen María, “la Presen-tación de la Virgen María en el templo, los desposorios de la Virgen con el Se-ñor San José, La Anunciación, La Visi-tación, la adoración de los pastores, La adoración de los magos de oriente, La presentación del niño Jesús en el Tem-plo, La Huida a Egipto, el Niño Jesús entre los doctores, El Pentecostés y el tránsito del Señor San José, aparte de los ya mencionados anteriormente.

Nuestro asunto y contenido prota-gónicos para este artículo es la huida a Egipto, como parte de la serie relacio-nada con el nacimiento del Niño Jesús, de los cuatro evangelistas solamente San Mateo menciona en su texto este acontecimiento de la vida de la Santa Familia, específicamente en el capítulo 2, versículos del 13 al 21.

Este pasaje no es un hecho aislado, ya que el mismo está relacionado con los siguientes momentos previos como lo son: el aviso del ángel al Señor San José, la matanza de los niños inocentes y los posteriores a la huida como la es-tancia de la Santa Familia en Egipto como exilados y el regreso a Nazaret.

Héctor H. Schenone, nos indica que para Interian de Ayala –religioso y estudioso de la iconografía—se da con posteridad a la presentación del Niño en el templo, emitiendo al respecto su criterio.

El texto completo de San Mateo dice textualmente lo siguiente: “Cuan-do se marcharon, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su ma-

Gabriel Morales CastellanosUniversidad de San Carlos de Guatemala

PINTURA DE LA HUIDA A EGIPTO DE PEDRO RAMIREZ EN LA CATEDRAL DE GUATEMALA

dre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, tomó al niño y a su madre de noche, y partió hacia Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Hero-des. Así se cumplió lo que había anun-ciado el Señor por el profeta: De Egip-to llamé a mi hijo. Entonces Herodes, viéndose burlado por los sabios, se en-fureció mucho y mandó matar a todos los niños de Belén y de todo su término

que tuvieran menos de dos años, de acuerdo con la información que había recibido de los sabios. Así se cumplió lo anunciado por el profeta Jeremías: Se ha escuchado en Ramá un clamor de mucho llanto y lamento: es Raquel que llora por sus hijos, y no quiere con-solarse porque ya no existen. Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: --Levántate, toma al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel,

porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño. José se levan-tó, tomó al niño y a su madre y regresó con ellos a la tierra de Israel.”

Como hemos visto la huida a Egip-to no se puede ver en forma aislada, está relacionada con el anuncio del Án-gel en sueños al Señor San José; parte con la Virgen y el niño Jesús. El a pie conduciendo el asno que lleva sobre sí a María y al Niño, en una escena que como dice el texto del evangelista, su-

cedió en la noche. De la misma manera lo escrito por

San Mateo nos narra como un aconte-cimiento posterior la matanza de los inocentes.

De este viaje supone el Pseudo Buenaventura en “Meditaciones de la vida de Cristo” escrito por Héctor H. Schenone, que el viaje fue “por una senda montañosa, sombría, llena de matorrales, escabrosa, sin poblaciones y también muy larga, pues se dice que a paso de posta se gastan unos quince días, más para ellos quizá fue camino de dos o más meses, porque caminaron, según se dice, por el mismo desierto que pasaron los israelitas”.

En algunos momentos de la his-toria la fórmula de la representación pictórica no se respeta, y a la Santísi-ma Virgen igualmente se le muestra caminando a pie al lado de su esposo, pero la tradición iconográfica vuelve a imponerse.

Francisco Pacheco como erudito de la iconografía citado por H. H. Sche-none indica: “Nuestra Señora sentada en su asnita, con su manto azul, ropa rosada y toca en su cabeza y sombreo de paja puesto; el Niño envuelto, en sus brazos, que descubre algo del ros-tro, San Josef delante, haldas en cinta con su báculo llevando de diestra la jumenta y un ángel volando delante enseñándoles el camino”.

A lo anterior agrega Interian de Ayala citado por el mismo H. Sche-nenone: “Nada de esto consta cierta-mente en el Evangelio. Es verdad; yo lo confieso, ¿pero qué? ¿llevaremos esto a mal y nos indignaremos al ver pintada una cosa, que aunque no nos conste con certeza, no tiene argumento alguno contra sí, y además está fun-dada en verosímiles y probables con-jeturas? No por cierto. Porque no se hace creíble que una Virgen tan tierna, como lo era la Madre de Dios, pudie-ra andar a pie tanto camino como hay entre Palestina y Egipto”.

Otras fuentes de inspiración para ésta representación pictórica, según nos lo indican Elisa Vargas Lugo y José Guadalupe Victoria son los evan-gelios apócrifos, especialmente el Evangelio del Pseudo Mateo, que en sus líneas indica que a los tres días la Santísima Virgen María quien se sen-tía un poco agotada al ver una palmera quiso descansar debajo de ella, por lo que se sentaron a su sombra. María vio los frutos que colgaban de ésta, pero San José le indicó que estaban muy al-tos, por lo que el Niño que reposaba en el regazo de María, le dijo a la palme-ra: “Agáchate árbol y con tus frutos da algún refrigerio a mi madre. Y a estas palabras inclinó la palmera su pena-cho hasta las plantas de María … ”.

En la obra pictórica, protagonista de este artículo, el autor solamente se ha inspirado en el texto bíblico. La narra-ción apócrifa antes citada como la de los bandidos referida en el apócrifo conoci-do como Evangelio Árabe de la Infan-cia están ausentes en la misma.

“—Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar

al niño para matarlo.” San Mateo.

Pintura de Pedro Ramírez sobre la Huida a Egipto en la catedral Metropolitana de Guatemala, siglo XVII (Fotografía: Gabriel Morales Castellanos)

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