suplemento generación

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12 Domingo, 26 de mayo de 2013 Literatura como se impone a cualquier novelista, por lo demás, se ve envuelto por razo- nes de su oficio en una gira política que recorre, en una delirante “marcha de la victoria”, municipios y ciudades antio- queños de tierra fría para continuar hacia otros de tierra caliente, tales como San Jerónimo y Santa Fe de Antioquia, siguiendo, después de un inesperado incidente, rumbo a ciuda- des intermedias del país, para terminar en la capital. Una aventura delirante, plagada de absurdos y verdades, que llevará al lector a conocer de manera íntima los secretos, las vicisitudes, las mezquindades y la falta de norte de un periplo imaginario, pero que se pre- siente preocupantemente real. El narrador, columnista del diario que apoya las ambiciones de su parti- do, la Fraternidad Ecléctica, tendrá que aguzar la imaginación, la elocuen- cia y la erudición, para irse en contra del partido opositor, el Unanimismo, al cual sus jefes se proponen despresti- giar por los medios que sea, echando mano de cualquier recurso. Llama la atención la vigorosa voz que Esteban Carlos logra darle de este joven perio- dista, corrosivo y lúcido, cargado de hormonas, enamoradizo a morir, que entra a jugar un papel inesperado en una comedia que representa las ambi- ciones de unos y otras, coronadas por la falta de ideas del candidato presi- dencial, hombre de mediana edad que tartamudea con enervante regulari- dad, sin que este defecto le ayude a disimular su dramática superficiali- dad. Un hombre público que hoy lla- maríamos light, y que el autor desen- mascara con admirable elocuencia. E steban Carlos Mejía es un escritor que no necesita pre- sentación. Ni como novelista, ni como columnista, comentarista, con- ferencista, productor de programas de televisión. Sus actividades en el mundo de la cultura lo han llevado a contar con un amplio grupo de personas que, desde hace ya décadas, hemos leído sus artículos y columnas en periódicos y revistas, asistido a sus conferencias, conversatorios, presentaciones, y leído con agrado sus novelas. Polifacético, instruido, dueño de un incisivo sentido del humor, opina sobre muchos temas, entre ellos la literatura, oficio que ejer- ce con seriedad. Su novela, Mentirás al prójimo como a ti mismo, ganó el Premio Nacional de Novela Universidad de Antioquia en el 2000. Más recientemente publicó I love you putamente, la primera parte de una trilogía por completarse sobre Medellín. Y acaba de publicar, en una impecable edición de Sílaba Editores, Hagan el favor de hacer silencio. Otro título retador, como suelen ser los suyos. Un título que lleva a pensar a quiénes se dirige el mandato, qué ocul- tas necesidades expresa, cuáles son los motivos para tan perentoria exigencia. Una frase que obliga a abrir el libro con anticipación y deseo de conocer lo que se narra en sus páginas, curiosi- dad que no quedará frustrada para ningún buen lector. El libro, salpicado de erotismo, relata las peripecias del ya famoso Lalito Grafía, rebosante de vitalidad y erudi- ción literaria, tan iconoclasta como su creador. Este personaje de mirada implacable a la cual nada escapa, tal Hagan el favor de hacer silencio Un recorrido por la obra del escritor Esteban Carlos Mejía, a propósito de su nuevo libro. I MARÍA CRISTINA RESTREPO

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El suplemento Generación hizo un recorrido por la obra del escritor Esteban Carlos Mejía.

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Page 1: Suplemento Generación

12 Domingo, 26 de mayo de 2013

Literatura

como se impone a cualquier novelista, por lo demás, se ve envuelto por razo-nes de su oficio en una gira política que recorre, en una delirante “marcha de la victoria”, municipios y ciudades antio-queños de tierra fría para continuar hacia otros de tierra caliente, tales como San Jerónimo y Santa Fe de Antioquia, siguiendo, después de un inesperado incidente, rumbo a ciuda-des intermedias del país, para terminar en la capital. Una aventura delirante, plagada de absurdos y verdades, que llevará al lector a conocer de manera íntima los secretos, las vicisitudes, las mezquindades y la falta de norte de un periplo imaginario, pero que se pre-siente preocupantemente real.

El narrador, columnista del diario que apoya las ambiciones de su parti-do, la Fraternidad Ecléctica, tendrá que aguzar la imaginación, la elocuen-cia y la erudición, para irse en contra del partido opositor, el Unanimismo, al cual sus jefes se proponen despresti-giar por los medios que sea, echando mano de cualquier recurso. Llama la atención la vigorosa voz que Esteban Carlos logra darle de este joven perio-dista, corrosivo y lúcido, cargado de hormonas, enamoradizo a morir, que entra a jugar un papel inesperado en una comedia que representa las ambi-ciones de unos y otras, coronadas por la falta de ideas del candidato presi-dencial, hombre de mediana edad que tartamudea con enervante regulari-dad, sin que este defecto le ayude a disimular su dramática superficiali-dad. Un hombre público que hoy lla-maríamos light, y que el autor desen-mascara con admirable elocuencia.

Esteban Carlos Mejía es un escritor que no necesita pre-sentación. Ni como novelista,

ni como columnista, comentarista, con-ferencista, productor de programas de televisión. Sus actividades en el mundo de la cultura lo han llevado a contar con un amplio grupo de personas que, desde hace ya décadas, hemos leído sus artículos y columnas en periódicos y revistas, asistido a sus conferencias, conversatorios, presentaciones, y leído con agrado sus novelas. Polifacético, instruido, dueño de un incisivo sentido del humor, opina sobre muchos temas, entre ellos la literatura, oficio que ejer-ce con seriedad.

Su novela, Mentirás al prójimo como a ti mismo, ganó el Premio Nacional de Novela Universidad de Antioquia en el 2000. Más recientemente publicó I love you putamente, la primera parte de una trilogía por completarse sobre Medellín. Y acaba de publicar, en una impecable edición de Sílaba Editores, Hagan el favor de hacer silencio. Otro título retador, como suelen ser los suyos. Un título que lleva a pensar a quiénes se dirige el mandato, qué ocul-tas necesidades expresa, cuáles son los motivos para tan perentoria exigencia. Una frase que obliga a abrir el libro con anticipación y deseo de conocer lo que se narra en sus páginas, curiosi-dad que no quedará frustrada para ningún buen lector.

El libro, salpicado de erotismo, relata las peripecias del ya famoso Lalito Grafía, rebosante de vitalidad y erudi-ción literaria, tan iconoclasta como su creador. Este personaje de mirada implacable a la cual nada escapa, tal

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Un recorrido por la obra del escritor Esteban Carlos Mejía,

a propósito de su nuevo libro. I MARÍA CRISTINA RESTREPO

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13GENERACIÓN, una publicación de el COLOMBIANO

La novela es también una denuncia al despropósito de las ambiciones políticas donde se imponen la vanidad, el egoísmo, los pequeños y mezquinos intereses per-sonales, el olvido de la verdadera razón de ser de esa actividad que para los anti-guos griegos era sinónimo de civiliza-ción, de los ideales más elevados, propia de espíritus refinados, no de tartamudos sin seso, como el candidato a quien Lalito Grafía presta su elocuencia durante la aparatosa “marcha de la victoria”, porque no es capaz de desatar palabra. Por esa razón, entre tantas otras, esta es una nove-la que puede leerse como una tragicome-dia, una sátira, una feria de las vanidades. La vigorosa prosa de Esteban Carlos narra sin eufemismos. Y revela los secre-tos de cada personaje, víctima de un papel que se ha inventado y que sale a represen-tar con desparpajo, sin ser consciente de lo mal que se ve. Una sátira que es tam-bién un aviso, un llamado de atención y, ¿por qué no decirlo? una denuncia a la manera como una sociedad permite que individuos carentes de principios, de for-mación y hasta de elemental sensatez, revestidos con el disfraz del altruismo que mal enmascara sus carencias, decidan su destino y moldeen su futuro.

De la ironía y la denuncia no se esca-pan ni “el príncipe” Granados Roca, can-didato incapaz de pronuncia palabra, ni la cohorte de áulicos que secundan o sacan ventaja de su posición: periodistas, yuppies, reina de belleza, secretarias, directoras ejecutivas, editorialistas, guar-daespaldas, camarógrafos, conductores, asesores de imagen, tesoreros de campa-ña, asesores políticos, policías, militares, y, por supuesto, guerrilleros y paramilita-res. Estas son las figuras que salen a esce-na a representar su papel, y que toman vida a través de la pluma experta de un autor que se revela buen sicólogo, tan profundo conocedor de la naturaleza humana, que al escribir no puede conte-ner un dejo de amargura. Retratos que no son estereotipos pero sí patéticas fotogra-fías de políticos en acción, de personajes que finalmente no parecen creer en lo que hacen y mucho menos en lo que promul-gan, y que denuncian las palabras ya gas-tadas, las frases huecas de su discurso. Porque en este relato donde no figuran eufemismos, no queda títere sin cabeza. Que se prevengan tanto los personajes imaginarios, inevitablemente parecidos a alguien, como otros reales, mencionados sin reserva alguna.

La mirada que en Hagan el favor de hacer silencio desenmascara lo falso, la impostura, se traduce a través del tono mordaz, y de esa prosa rica, visual, que tanto llama la atención, y que además sabrá recompensar al lector arrancándole más de una carcajada. Lo cierto es que Esteban Carlos habla de lo que tan bien conoce: el mundo de la prensa, de la tele-visión, el de la publicidad, el de la propa-ganda política. También el del corazón humano, el de las pasiones que palpitan en este libro actual que, en el fondo, podría ser de todos los tiempos.

Pero la novela no se reduce a la crítica, a la ironía. En ella aparecen también ele-mentos que resaltan por la verdad y la belleza que encierran: la naturaleza, la de tierra fría, la de las riberas del Cauca, la que rodea algunas ciudades, viene descri-ta con emoción y poesía. Y el erotismo, de una franqueza tan descarnada que lo acerca a la pureza, y que se manifiesta en los escarceos del narrador con su novia, una emprendedora peluquera, o el deseo que experimenta por cualquier mujer que pase por su lado, en especial por la her-mosa e insustancial reinita de belleza, premio que le corresponde al candidato, al príncipe carente de verbo.

El lector, a quien Esteban Carlos no olvida en ningún momento, encontrará en este libro una lectura retadora y amena, que lo llevará a cuestionar muchas situa-ciones que por lo usuales, han dejado hasta ahora de conmoverlo I

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